Este documento describe diferentes tipos de trastornos del volumen y la osmolaridad, incluyendo la deshidratación e hiperhidratación. Explica cómo detectar el déficit o exceso de volumen a través de signos clínicos y parámetros de laboratorio. También describe el manejo de la deshidratación, incluyendo la evaluación inicial, reposición de volumen y elección del fluido de reposición dependiendo del tipo de pérdida. Finalmente, explica que la hiperhidratación puede ocurrir por exceso de aporte de
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Este documento describe diferentes tipos de trastornos del volumen y la osmolaridad, incluyendo la deshidratación e hiperhidratación. Explica cómo detectar el déficit o exceso de volumen a través de signos clínicos y parámetros de laboratorio. También describe el manejo de la deshidratación, incluyendo la evaluación inicial, reposición de volumen y elección del fluido de reposición dependiendo del tipo de pérdida. Finalmente, explica que la hiperhidratación puede ocurrir por exceso de aporte de
Este documento describe diferentes tipos de trastornos del volumen y la osmolaridad, incluyendo la deshidratación e hiperhidratación. Explica cómo detectar el déficit o exceso de volumen a través de signos clínicos y parámetros de laboratorio. También describe el manejo de la deshidratación, incluyendo la evaluación inicial, reposición de volumen y elección del fluido de reposición dependiendo del tipo de pérdida. Finalmente, explica que la hiperhidratación puede ocurrir por exceso de aporte de
Este documento describe diferentes tipos de trastornos del volumen y la osmolaridad, incluyendo la deshidratación e hiperhidratación. Explica cómo detectar el déficit o exceso de volumen a través de signos clínicos y parámetros de laboratorio. También describe el manejo de la deshidratación, incluyendo la evaluación inicial, reposición de volumen y elección del fluido de reposición dependiendo del tipo de pérdida. Finalmente, explica que la hiperhidratación puede ocurrir por exceso de aporte de
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2.2.2.
-Trastornos clínicos del volumen y la osmolaridad
2.2.2.1.-¿Qué procedimientos deben usarse para detectar el déficit o exceso de volumen? El riñón es muy sensible a los descensos de volumen intravascular, respondiendo rápidamente con la retención de sodio y agua. Baja excreción fraccional de sodio, incremento de índice Urea/creatinina y oliguria son signos precoces de depleción intravascular. Otros signos como hipotensión, taquicardia, oliguria, alteración del estado mental, son indicadores tardíos y por tanto de poco valor, que sólo se evidencian en la hipovolemia manifiesta. La presencia de estos signos indica la necesidad urgente de intervención. Es importante reconocer que los déficits de volumen pueden ocurrir en ausencia de pérdida de volumen de forma evidente, a causa de la vasodilatación o alteraciones de la permeabilidad capilar. El reconocimiento de la hipovolemia oculta requiere un alto índice de sospecha, combinada con la monitorización con métodos más invasivos. La presión de llenado (presión venosa central (PVC)) y presión capilar pulmonar en cuña son los más importantes indicadores de precarga. Bajas presiones de llenado son indudablemente indicadores de hipovolemia, pero altos no indican que el paciente esté bien hidratado. La significación fisiológica y fisiopatológica de la medición de la PVC deberá ir asociada con la correspondiente medición del gasto cardiaco. El objetivo último de la reposición de líquidos es mantener y restaurar la perfusión tisular y la función de los órganos. Los parámetros que globalmente indican la perfusión tisular incluyen lactato, pH, bicarbonato o saturación de O2. Sin embargo estos parámetros son inespecíficos marcadores del estado de hidratación. El exceso de hidratación puede también ser determinado clínicamente (peso, edema periférico, parámetros de intercambio de gases) y radiológicamente. 2.2.3.-Deshidratación: Podemos diferenciar según las pérdidas de agua y sodio: Deshidratación isotónica (sodio sérico 130-150 mEq/L): se produce cuando se pierden sodio y agua en proporciones isotónicas. La causa más frecuente es la pérdida de líquido por el aparato gastrointestinal, pero también se puede producir por pérdidas renales, pérdidas insensibles a través de la piel o por el tracto respiratorio, que no son reemplazadas. Se caracteriza por un valor normal sodio sérico. Mientras la concentración de sodio en plasma sea normal, no habrá redistribución de agua que salga o entre al compartimento celular. El resultado será una depleción de volumen que activará los receptores de volumen efectivo circulante. En algunos casos se estimulará la liberación de ADH promoviendo la retención de agua, dando lugar a hiponatremia si el sodio no es reemplazado en la misma medida. Deshidratación hipertónica (sodio sérico > 150 mEq/L): esta clase de deshidratación es frecuente y se observa en cualquier caso en el que haya pérdida de agua en exceso respecto a la de sodio. Suele producirse en casos de ausencia de hidratación oral o por aporte de líquidos deficiente por vía parenteral. El sodio aumenta su concentración en el espacio extracelular, sin que pueda ser compensado por transferencia de sodio al interior de la célula. Se produce una salida neta de moléculas de agua desde las células al espacio extracelular, hasta conseguir la isotonicidad entre ambos compartimentos, aunque con valores más altos que al inicio. Se estimulará la secreción de ADH para disminuir la excreción de agua. Deshidratación hipotónica (sodio sérico < 130 mEq/L): ocurre cuando la pérdida de sodio excede la de agua. Es muy frecuente en la insuficiencia renal crónica o cuando las pérdidas de líquidos isotónicos se reponen con agua y con ninguna o escasa sal. En la ausencia de estas circunstancias se debe casi siempre a la imposibilidad para suprimir la ADH (ej. estados en los que hay disminución del volumen circulante o síndromes de inadecuada secreción de ADH). Disminuye la concentración de sodio en el plasma y por lo tanto la osmolaridad efectiva del líquido extracelular, lo que da lugar a paso de agua desde hacia el interior celular. Este paso de agua al espacio intracelular magnifica la pérdida de volumen extracelular. Estrictamente, cuando se habla de deshidratación, nos referimos a pérdida de agua que da lugar a elevación de la concentración del sodio plasmático, con la consiguiente movilización de agua del espacio intracelular al extracelular, produciéndose un déficit de agua a nivel intracelular. La población anciana es especialmente susceptible a la misma. Causas comunes de deshidratación en esta población incluyen estados confusionales y toda circunstancia que haga difícil la ingesta de agua, muchas veces en relación a una movilidad reducida. Además, la población anciana tiene menor sensación de sed y mayor porcentaje de masa grasa, que contiene menor porcentaje de agua que el tejido muscular. Asimismo, y debido a que el sistema renal tiene menos capacidad de eliminar agua, pueden desarrollar estados de hiperhidratación con mayor facilidad. La deshidratación puede ser leve, moderada o grave dependiendo de la cantidad de líquido corporal que se haya perdido o que no se haya repuesto. Cuando es grave, la deshidratación es una emergencia potencialmente mortal. Clínicamente, la deshidratación puede manifestarse: Síntomas clínicos atribuidos a diferentes grados de deshidratación % Pérdida de agua Peso perdido (72- Peso perdido (52- corporal 75 kg) 55 kg) 1-2% 0.72-1.50 kg 0.52-1.10 kg Se Boca seca, poca orina, dificulta 3-5% 2.16-2.25 kg 1.56-2.75 kg
6-8% 4.32-6.00 kg 3.12-4.40 kg Temperatura, frecuencia ca
Espasmos musculares, delirios,
9-11% 6.48-8.25 kg 4.68-6.05 kg Pérdidas superiores al 11% del peso corporal suelen ser incompatibles con la vida. La muerte se produce por fallo renal y/o por incapacidad del volumen sanguíneo reducido para circular normalmente. Tabla 3 Los síntomas pueden deberse y estarán directamente relacionados con: la pérdida de volumen, el tipo de fluído perdido, el desequilibrio hidro- electrolítico ocasionado. Los datos analíticos más llamativos son la hipernatremia, el aumento de la osmolaridad plasmática (medida y calculada) y el aumento del hematocrito (>50%). La osmolaridad y la densidad de la orina aumentan, oscureciéndose la orina. Si se desarrolla hipovolemia la natriuria es baja (<20 mEq/l), por el efecto combinado del descenso del filtrado glomerular y del aumento de aldosterona, y aumenta la urea en orina. Cuando la deshidratación se debe a una diuresis osmótica, la osmolaridad urinaria es variable entre 300 y 800 mOsm/l. 2.2.3.1.-Manejo de la deshidratación Evaluación inicial: - Gravedad de la deshidratación (leve, moderada, grave), mediante síntomas y pruebas complementarias (analítica de sangre y orina), valorar causa desencadenante y comenzar a tratarla. - Valorar existencia de hipovolemia e iniciar reposición de volumen. La hipovolemia, se refiere a cualquier condición en la cual el volumen extracelular esté disminuido, y que si es severo puede dar lugar a una reducción de la perfusión tisular. No hay ninguna fórmula para estimar el volumen total necesario. Hay que monitorizar: - Tensión arterial. - Presión venosa central. - Concentración urinaria de sodio (excepto en pacientes con disminución del volumen circulante debido a un tercer espacio, como en el caso de la insuficiencia cardiaca o la cirrosis). - Diuresis. - Hematocrito (si no ha habido sangrado y tenemos un nivel de referencia del paciente). La tasa de corrección de la depleción del volumen depende de la severidad del cuadro y se debe continuar hasta que mejoren los signos de hipovolemia, generalmente se reponen 1-2 litros de suero salino isotónico rápidamente y posteriormente 50-100 ml/h añadidos a la pérdida de fluidos no fisiológica (p.ej. el estimado por diarrea). En pacientes estables, se debe aportar más volumen que las necesidades estimadas por las pérdidas (diuresis+ pérdidas insensibles+ cualquier otra pérdida si es que existiera: cutánea, gastrointestinal, tercer espacio, sangrado). La elección de la composición del fluído dependerá de la circunstancia. Si nos encontramos ante pérdida de fluido isotónico, se deberá reponer con solución salina isotónica y si precisara con hemoterapia. La terapia debe corregir los déficits existentes de electrolitos y agua. 2.2.4.-Hiperhidratación La ganancia neta de agua puede ocurrir en dos circunstancias: 1) Aporte excesivo de agua, por ingesta o por aporte parenteral. Esta causa de hiperhidratación es rara en sujetos normales, ya que un riñón normal puede eliminar hasta 15 l de agua en 24 h si es necesario. 2) Alteración de los mecanismos de eliminación renal de agua, generalmente por insuficiencia renal. Esta segunda causa es mucho más frecuente, y consiste en la incapacidad del riñón para eliminar agua libre, o lo que es lo mismo, para producir una orina máximamente diluida. Esta capacidad de generar agua libre (producir una orina con una osmolaridad menor que la del plasma) permite al organismo eliminar un exceso de agua sin apenas eliminar solutos, aumentando por tanto la concentración plasmática de estos. En los pacientes con insuficiencia cardiaca, cirrosis o síndrome nefrótico, se produce una disminución del volumen circulante eficaz, que en definitiva produce un aumento en la reabsorción de sodio. Clínicamente, suele acompañarse de edemas y aumento de peso. Desde el punto de vista analítico suele cursar con hiponatremia y disminución de osmolaridad plasmática. Los edemas son un reflejo del exceso de agua y sodio. Estos pacientes no suelen desarrollar hipernatremia debido al estímulo de la ADH y el mecanismo de la sed, que dan lugar a retención de agua. 2.2.4.1.-Manejo hiperhidratación Suspender aporte de líquidos y tratamiento diurético para forzar diuresis. En caso de nula o escasa respuesta renal, tratamiento sustitutivo renal con diálisis.