Cosmovisión, Agua y Ecosistemas

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Cosmovisión, agua y ecosistemas (Por


Conny Ortiz)
Desde la espiritualidad y cosmovisión, el pueblo mapuche percibe la realidad a partir de
la existencia de un principio fundamental que rige el origen de todas las cosas: Eluuma
Chaw (padre creador) o Elchen (creador de la gente). “Esta relación se sustenta en un
modelo filosófico sobre el origen del pueblo mapuche, en que una misma energía
oNewen crea al Chen (hombre-mujer) y al Mapu (lugar donde habita el chen), por ello
todos están conectados espiritual y materialmente, constituyendo parte de un mismo
origen” (Marileo 2000 en Ceballos, N; Alarcón, A; Jelves, I; Ovalle, P; Conejeros, A;
Verdugo, V., 2012). Desde esta premisa, es que se establece una relación de reciprocidad
con todos los elementos que conforman la naturaleza, ya que existe una visión eco
sistémica donde el mapuche por definición se considera “gente de la tierra” pero no solo
bajo la perspectiva de un plano terrenal, sino que también bajo una dimensión abstracta
en la que se interconecta con los árboles, animales, aguas, piedras e inclusive seres
espirituales, bajo esta racionalidad, el mapuche es un elemento más que conforma
parte de un todo. “la tierra es una unidad con todos sus bienes y riquezas (aire, suelo,
agua y subsuelo); no existe en la cosmovisión Mapuche el concepto de división del suelo
y el subsuelo, las aguas, las plantas, los animales y sus productos, son parte del territorio
mapuche” (Sánchez, 2001).
“Como una forma de explicarse el universo o cosmos, los mapuche han identificado una
serie de espacios cósmico-culturales que dan sentido a la convivencia del hombre-mujer
con la naturaleza, los ancestros o antepasados, y los espíritus que pueblan estos espacios”
(Gusinde 1936; Grebe 1972 en Ceballos et al 2012).
“Tanto por el agua como por la cultura, son cosas que van súper conectadas o
sea, nosotros somos una conexión de todo, no podemos estar separados el bosque, el
agua, la tierra, los pájaros”. (Extracto de la entrevista realizada a Ely López el 7 de
febrero del 2014).
“El agua es una de las dimensiones ineludibles en la constitución de los paisajes
y en la existencia social de los grupos que los habitan, es un elemento que gravita
decisivamente en la existencia social de cualquier grupo humano, tanto en la dimensión
material como inmaterial, y en torno suyo se definen las modalidades para su acceso,
distribución y disposición, y sus significaciones y valores” (González 2007 en Skewes,
Solari, Guerra y Jalabert, 2012). Como se arguye en la cita, el agua es un elemento
esencial para las diversas sociedades y culturas humanas del planeta. Es así como la
relación de la cultura mapuche y el agua no queda exenta de una relación particular, la
que se funda en una relación de profundo respeto y sacralidad.
“El agua que nosotros tomamos aquí es un agua pura, es agua que viene con toda
la energía de las montañas. Con todo el ngen de lo natural, de ese estero de donde nace,
de las montañas que lo rodean, entonces eso también te ayuda a tu sistema emocional, a
tu sentirte sano, a tu sentirte bien. El agua no solo apaga la sed, en el mundo mapuche,
el agua se ha usado para sanarse espiritualmente y de salud”. (Extracto de la entrevista
realizada a Marisol Coñuequir el 12 de Octubre de 2013).
“Y por todo hay que tener un respeto. Por la naturaleza, si se va a meter a una
quebrada o algo así, donde hay un agua, con permiso: No me cierren el camino por favor,
los que están aquí, hay espíritus ahí… si va a una montaña lo mismo, va a subir a un
cerro, que no haya dificultad sobre ese viaje, todas esas cosas hay que hacerlas con
mucho respeto”. Extracto de la entrevista realizada a Alejandro Coñuequir el 15 de agosto
del 2013.
El agua se constituye como un componente vital y sagrado que permite la reproducción
de la vida y que se conecta con dimensiones espirituales de alto contenido simbólico.
Desde el conocimiento ancestral mapuche, el agua constituye un elemento central en la
vida cotidiana. Las aguas tienen ngen o ngenco, es decir, “dueños” seres espirituales que
“cuidan” ciertos espacios. Por tanto existe una forma de proceder cuando se va a sacar
agua o cuando se quiere obtener alguna planta medicinal asociados a ciertos cuerpos de
agua. “Los Ngenco, muchas veces encarnados en entidades terrestres zoomórficas,
corresponden a seres tutelares de los espacios de agua que cuidan, protegen y aseguran la
supervivencia y bienestar del Mapu, permitiendo el equilibrio ecológico y legitimando
los principios de interacción respetuosa y de reciprocidad” (Grebe; 2000).
“tienen sus dueños las aguas, estos menokos tienen su ngen, nosotros para sacar
una hierba tenemos que pedir permiso, pedirle permiso a los ngen de los menokos para
nosotros utilizar una hierba que la sacamos no para hacer destrozos sino para medicinar
a nosotros mismos, ya sea un conocido que nos venga a pedir una hierbita, nosotros
vamos y le cortamos, no la arrancamos, sino que agarramos con un cuchillo y la
cortamos, porque no podemos destruir la raíces, porque ellos tienen vida en eso, en las
raicitas, es por la humedad”. (Extracto de la entrevista realizada a Benita Panguilef el
15 de agosto del 2013).
La mirada primigenia del agua dotada con un sentido profundo espiritual coexiste
con una visión de este elemento desde una perspectiva más bien funcional y fundamental
desde el punto de vista biológico. Esta otra relación más instrumental (si podemos
llamarla así) con el agua, es parte de la realidad estudiada. Parece relevante exponerla ya
que conforma parte de las múltiples visiones de concepción y relación con el agua. Por
otra parte, es innegable que existe cierta pérdida de la espiritualidad y cosmovisión desde
el conocimiento ancestral mapuche debido a la incorporación de pautas relacionales con
el medio natural que proviene desde una herencia occidental. Bajo esta segunda lógica
relacional con el agua, vemos que esta constituye un elemento fundamental porque a
través de este se sostiene la vida. Con el agua es posible, comer, bañarse, lavar la ropa,
regar la huerta, dar agua a los animales y otras necesidades.
El agua pa’ nosotros es vida, vida como se diga, el agua es vida, por ejemplo uno
en la mañana se levanta es lo primero el agua, a lavarse, para el desayuno es el agua y
cada hora después que trabaja es el agua igual porque tiene que lavarse y todo po, y pa’
todo se necesita el agua (Extracto de entrevista realizada a Andrés Calfuman el 26 de
febrero del 2014).
El paisaje de relaciones que se tejen con el agua es diverso. Dentro de una misma
comunidad podemos ver una heterogeneidad de opiniones y concepciones en torno a un
mismo tema, en este caso en torno al agua. La relación espiritual y sagrada, y por otro
lado la relación con este elemento en sentido funcional, pueden generar cierto
desconcierto e incomodidad, pero en una primera instancia se hace necesario relevar estas
distintas relaciones, ya que conforma parte de una realidad, y por otro lado se arguye que
los significados otorgados a la naturaleza no son unívocos y estos se enmarcan dentro de
procesos históricos- sociales como también políticos y económicos.
Dentro de la cultura mapuche existen una serie de ecosistemas asociados al agua,
los que su vez, configuran sitios de significación cultural con características espirituales
y medicinales muy importantes. Estos espacios anclados a una característica biofísica
particular también se le adhieren características simbólicas y profundas, ya que en estos
lugares existe la presencia de seres y fuerzas espirituales. Estos espacios constituyen por
tanto gran importancia como unidades ecológicas y como sitios con alta significación
cultural.
La denominación del agua en mapudungün se hace a través del morfema “ko”.
Respecto de ecosistemas asociados al ko encontramos: menoko (sitio pantanoso y
presencia de vertiente), trayenko (agua que corre, cascada o chorrillo),fotrako(pantano
o barrial), chayako (hoya con vertiente), y wiñoko (lugar donde un río o estero da una
vuelta). Asimismo, se mencionan el mallin (lugar inundado) y lewfu(río), como
espaciosidentificados a partir del agua. Otra forma de describir estos espacios es de
acuerdo a la especie vegetal predominante en el lugar, es así como se identifican a tres
espacios: pitrantu (bosque de pitra), kilantu (bosque de kila),
yriñintu o koliwal (bosque de koliwe) (Ceballos et al 2012).
En relación al reconocimiento de estos ecosistemas asociados al agua, se señalaron
en diversas circunstancias, la existencia de todos los sitios anteriormente nombrados. El
reconocimiento de estos sitios demuestra la íntima relación que existe entre cultura y
naturaleza, entre lo tangible-material y seres espirituales de connotación más abstracta.
“Por lo que comentaba mi abuela, los trayenko, los que habitan allí, los seres
chiquitos que crecen allí”. (Extracto de la entrevista realizada a Ely López el 7 de febrero
del 2014).
No es la intención detenerse sobre el reconocimiento de estos espacios bio-
culturales, lo que llama la atención, lo configura la pérdida de éstos dados por diversas
causas. Dentro de las aseveraciones expuestas en función a la pérdida y deterioro de estos
ecosistemas encontramos dos respuestas. La primera de ellas tiene que ver con el
calentamiento global el cual generaría un cambio climático que afectaría la escasez y
disminución de las aguas y este a su vez la pérdida de ecosistemas asociados al agua.
“Y lo otro está dado por el calentamiento global, que han bajado muchísimo las
aguas, los esteros ya no están llegando al rio, los esteros se están enterrando antes de
llegar al rio, a mitad de faldas como decimos nosotros”. (Extracto de entrevista realizada
a Marisol Coñuequir el 12 de octubre del 2013).
“Y tercero porque creo que las napas de aguas están disminuyendo. Yo creo que
eso es lo más real, que las napas de agua se están perdiendo, por distintos obstáculos de
la vida, por distintas intervenciones que hay, por el hecho, por ejemplo que se han
elevado las temperaturas. Antes, aquí por ejemplo, lo que más había de calor eran entre
25 y 32 grados, y ya 32 grados era mucho. Últimamente eso se ha elevado. El verano que
pasó se llegó a los 38 grados”. (Extracto de entrevista realizada a Alex Coñuequir el 26
de noviembre del 2013)
“Después lo que usted estaba diciendo de los menokos, nosotros nos íbamos a
jugar ahí cuando éramos chicos, aparecían así unas cosas tan altas y nosotros jugábamos
y de repente se reventaban y eran puras vertientes de aguas que brotaban, y eso hoy ya
no está. Allí un poco más abajo había un mallín, ese también nacía ahí, yo no tenía por
qué buscarle, darle agua a los bueyes. Ahora eso ya no está, sin que le hagan nada, se
ha ido terminando solo. Así de esa manera, yo he visto. Ahora, yo siempre le digo a la
gente de aquí pa arriba, allí donde está la sede de la otra comunidad era un mallín que
no entraba pero ningún animal, ahora yo he visto las chivas que andan ahí, los animales,
las ovejas, bueyes, recorren todo porque no hay nada de mallín porque se secó
completamente”. (Extracto de entrevista realizada a Daniel Coñuequir el 6 de abril del
2014).
Por otro lado, la disminución y escasez de las aguas y de los ecosistemas tiene que
ver con la acción directa del hombre. Estas consecuencias son producto de las “malas
decisiones” y “malas prácticas” en torno a deforestar los árboles nativos que son los que
mantienen y producen el agua en los espacios ecológicos donde nace el agua, entre ellos
los que más se destacan es el menoko y el mallín. Por otro lado también está el “mal uso”
o “uso deficiente” de las aguas y la mayor demanda que existe de este recurso debido a
la eventual población que ha ido llegando al territorio de Trancura.
“Los pitranko, los humedales, todos esos temas, claro se han perdido y eso ha
sido netamente por nosotros, eso lo pude ver yo, nosotros antes teníamos, de hecho mi
familia tuvo un tema ahí y los vecinos igual, antes había un Mallin, el pitranko, abarcaba
gran parte de la comunidad (…) se empezaron a extraer los canelos y los pitros, que son
los árboles que se utilizan para esto, para que den humedales, se empezaron a talar
porque querían más áreas de producción, porque los técnicos de INDAP dijeron que
teníamos que, las familias tenían que aprovechar su máximo, entonces empezamos a
talar, a talar, a talar y cortaron todas las pitras, y hay un vecino que se excedió mucho
en su tala, inclusive una línea en donde corto todo, y ahora tu vas en verano, o sea ni en
verano, en octubre cuando todavía tiene que haber agua corriendo, su estero está seco,
ya no hay agua corriendo por ahí y ahí se ha perdido ecosistema, todo lo que había ahí
se ha perdido, la diversidad se perdió ahí, y ahora tú ves y hay un ambiente seco, árboles
secos, cosas secas y no, es feo”. (Extracto de entrevista realizada a Simón Crisóstomo el
11 de marzo del 2014).
Las construcciones discursivas y las respuestas a ciertos fenómenos (pérdida de
ecosistemas asociados al agua) no deben entenderse bajo términos de una identidad
rígida,ello debe leerse desde una perspectiva histórica y ubicada temporal y
espacialmente.

Antiguas formas de abastecimiento de agua

Actualmente los habitantes del sector de Trancura se abastecen de agua de formas


distintas a como se hacía hace unos veinte años atrás. En este punto, surgen una serie de
historias asociadas al acceso del agua y la manera en que se trasladaba de un lugar a otro
para ser utilizada. De esta forma: “Antes se traía el agua en canoga, se iba a buscar agua
a todas horas con baldes. Por lo general eran las mujeres y los niños encargados de estas
tareas. Antiguamente, en temporada de verano, la vida se hacía en función del rio. Ya
que ahí se bañaban los niños, las mujeres lavaban ropa, ahí mismo se cocinaba, se
tomaba mate y hasta se tejía. Había todo un tema social en torno al rio”. (Extracto de
cuaderno de campo Conny Ortiz, conversatorio realizado el 16 de agosto del 2013).Esta
forma de extraer el agua se complementa con otras, ello depende en gran parte del lugar
geográfico en que estén situadas las casas, y de la distancia y ubicación que haya de las
fuentes de agua.De esta forma uno de los comuneros nos señala:
“Antes el agua corría a ras del suelo y llegaba a la casa, aquí se hacía un
estanque para capturar el agua y directamente de ahí se sacaba el agua con baldes”.
(Extracto de entrevista realizada a Andrés Calfuman el 23 de febrero del 2014).

Actual abastecimiento de aguas


El sector de Trancura está conformado por una geografía que hace de este sector un lugar
privilegiado dentro de la comuna de Curarrehue. Entre otras cosas, el sector de Trancura,
cuenta con abundantes valles que dan paso a la creación de vertientes, estas corresponden
a superficies topográficas inclinadas. La mayoría de los comuneros obtiene el agua para
el uso doméstico[1] a través de estas vertientes. La única persona que no la obtiene de
estos declives es don Daniel Coñuequir quien obtiene el agua directamente el estero Pichi
Trancura, conocido así por los comuneros, pero denominado “Añihuerraqui” según
vialidad.
El agua para el uso de riego ya sea de invernaderos, huerta, chacras y bebida animal es
obtenido de esteros, “estero copipulli” y “rio Pichi trancura” mayoritariamente. Con el
paso de los años se ha ido tecnificando el abastecimiento de las aguas. Es así como en la
actualidad, el agua llega directamente a los hogares a través de cañerías y mangueras.
Esta tecnificación se ha ido conformando básicamente por un tema de comodidad y esta
nueva forma de abastecimiento del agua ha sido bajo los propios esfuerzos económicos
y físicos (han sido ellos mismos quienes han realizado este trabajo). Los estanques han
sido también incorporados. El agua corre a través de las cañerías y llega al estanque, desde
aquí se distribuye a los distintos espacios de la casa. La mayoría de los casas tienen
estanques propios, no obstante hay familias que comparten las aguas desde un estanque
común.

Derechos de agua
Actualmente la comunidad Camilo Coñuequir Lloftunekul tienen derechos de agua
colectivos del río Pichi-trancura, conocido como río “Añihuerraqui”, los derechos de agua
solicitados son un total de 27 litros/s. La distribución de estas aguas es de 12 litros para
consumo humano, es decir, para uso doméstico. Y 15 litros/s para el sistema de riego de
praderas, huerta y chacras. Estos derechos fueron adquiridos a través de un proyecto del
Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (INDAP) en el que se postuló el año 2002.
Hay quienes han regularizado el tema de los derechos de agua a través de otros concursos
abiertos por CONADI, Marisol Coñuequir ha señalado que ella solicitó el año 2005 aguas
del estero Copiupulli, en donde le fueron asignados 3litros/s en forma individual.
En general el tema de los derechos de agua, resulta muy engorroso. Hay un importante
número de habitantes que no poseen derechos de agua, ello debido a varios factores.
Primero que todo, desde la concepción tradicional mapuche es difícil disipar que se deben
inscribir las aguas para hacer el respetivo aprovechamiento de éstas, ya que por tradición,
las aguas siempre fueron utilizadas por sus antepasados, es decir se tiene naturalizada la
idea de seguirlas ocupando porque esto siempre ha sido así. Y ciertamente es bastante
extraña la idea que un afuerino pueda tener derechos de aguas, de algún estero por
ejemplo que desde los primeros asentamientos han sido ocupados por una misma familia.
Por otra parte, cuando entro en legislación el Código de Aguas de 1981, las personas de
la comunidad jamás se enteraron de este nuevo escenario, por supuesto
tampoco dimensionaron los efectos que traería el hecho de no regularizar legalmente la
respectiva inscripción de aguas. Es así que este segundo punto se torna realmente
importante ya que el desconocimiento e ignorancia han jugado un rol protagónico
en torno a la dramática situación que se vive actualmente en Trancura. Por ende, si las
aguas del río Añihuerraqui hubiesen estado solicitadas por las comunidades en cuestión,
la empresa no hubiese podido comprar los derechos a otro particular y por tanto, no habría
amenazas de la posible instalación hidroeléctrica. Un tercer punto hace alusión a un
desinterés en torno a regularizar el tema de los aprovechamientos de agua, ya que existe
un distanciamiento por los trámites legales y el tiempo que se pudiera demorar desde que
se ingresa la solicitud hasta que se publica en el diario oficial.
Por otro lado, hay quienes han intentado regularizar los derechos de agua, como es el caso
de don Daniel Coñuequir, quien ha solicitado derechos del río Añihuerraqui. Pero no ha
podido ya que no presenta los antecedentes necesarios para demostrar que ha ocupado
estas aguas desde siempre. El proceso de reconocimiento de uso de esta agua por derecho
consuetudinario resulta bastante complejo.
Para explicar de forma más sintética la situación actual de los comuneros en torno a
los derechos de agua y de dónde proviene la obtención de las aguas, ya sea para uso
doméstico, riego y bebida animal hemos elaborado un cuadro. Cabe destacar que en varios
casos, existen acuerdos de palabra entre los comuneros para la utilización de las aguas
que están inscritas a nombres de otros. Por otra parte, se ha expresado en forma
generalizada que el uso de la aguas ya sea de las vertientes, esteros o el río Añihuerraqui
no son prolongados, es decir, en ciertas temporadas (desde diciembre hasta abril) el agua
disminuye considerablemente por lo que los comuneros deben buscar otras fuentes
cercanas de las cual abastecerse o tomar medidas internas para el racionamiento del uso
de las aguas. De esta forma existen acuerdos de “turnos” para regar sus predios.

Por Conny Ortiz

Bibliografía

Ceballos, N; Alarcón, A; Jelves, I; Ovalle, P; Conejeros, A; Verdugo, V. (2012). Espacios


ecológico-culturales en un territorio mapuche de la región de La Araucanía en Chile.
Revista Chungará, 44 (2), 313-323.
Grebe, M (2000). Relaciones hombre/naturaleza en la cultura Mapuche. Los Ngen: sus
implicancias y proyecciones socioculturales. En IX jornada de alternativas religiosas en
América Latina. Buenos Aires, Argentina.
Sánchez, J (2001). El Az Mapu o sistema jurídico mapuche. Revista CREA, Centro de
Resolución Alternativa de Conflictos, Universidad Católica de Temuco, 2, 28-38.
Skewes, J; Solari, M; Guerra, D; Jalabert, D. (2012). Los paisajes del agua: naturaleza e
identidad en la cuenca del río Valdivia. Revista Chungará, 44 (2), 299-312.

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