Dimenciones Del Saber Andino - Lleny Reategui

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LAS DIMENSIONES DEL SABER ANDINO-AMAZÓNICO.

DOCENTE: LLENY VANESSA REATEGUI VELA.


Si miramos a nuestro alrededor, veremos que hay una
inestabilidad climática generada por un estilo de vida
consumista e individualista, que nos hace desencontrarnos
no solo con la vida, sino también con seres de diferentes
formas de expresión. Ante esta realidad, emerge la voz de los
pueblos originarios con un nuevo-antiguo mensaje: “la
cultura de la vida”
Si miramos a nuestro alrededor, comprobaremos que hay
una inestabilidad climática profunda por un estilo de vida
consumista, individualista, que nos hace desencontrar no solo con la vida, sino también
con seres de diferentes formas de expresión. ¿Qué se ha roto para que esta inestabilidad
se exprese en nuestras comunidades y en nuestras vidas personales, porque la siembra y
la cosecha también son en el ámbito personal y familiar?
Si hacemos un cálculo de nuestras siembras, ¿qué cosecha vamos a tener ante esta
desintegración de la unión sagrada de la vida? La vida emerge de la unión hombre-mujer
(chacha- warmi). Los abuelos nos dicen: “Ser gente (jaqi) es entender esta unión sagrada
de la vida”.
Una práctica en la agricultura es la preparación del terreno; en
el bosque es la recolección y caza, como el pescar lo es en el
agua. Se trata de actividades que se ejecutan durante el año. Su
intensidad depende de las épocas en que la naturaleza brinda
sus productos. En el agua, por ejemplo, la pesca es usual, pero
es intensa en las épocas de formación de cardúmenes que en la
Amazonía se llama “mijano”
Para el amazónico como para el andino no existe entidad cuyo comportamiento sea el
más difícil de predecir, pronosticar, y vaticinar que el clima. La conversación del
comunero está impregnada del tema del tiempo próximo: si lloverá o no, si caerán
heladas o no, si saldrá el sol o no.
Las señas no son universales, sino locales y circunstanciales. Lo
que indica una seña para un año no necesariamente es válido
para otro momento, igual entre familias y comunidades. Por esta
razón los calendarios de la biodiversidad que confeccionan en las
instituciones educativas para contextualizar la educación tienen que recrearse año a año,
ciclo a ciclo.
La luna y sus ciclos, para los amazónicos, ordenan los ciclos de producción de cultivos,
bosques y peces. Toda actividad tiene que estar en acuerdo con lo que la luna indica. Esa
es la ética del respeto y de responsabilidad que le corresponde al humano en ese
momento. Su tarea es el de criar, acomodar, empatar a entidades de modo que una
adquiera las cualidades de otra, se enriquezca con la sabiduría de la otra o del otro, al
tiempo que acomoda su conducta a los ciclos de regeneración de la naturaleza.

Como el humano –hombre o mujer- es parte del tejido vital, existe una relación de
proximidad y de intimidad entre las actividades que hace el humano con lo que le sucede
a la naturaleza, al punto tal que las propiedades de uno pueden ser transferidas a otra.

El rito vincula a humanos, naturaleza y deidades en una ceremonia que usualmente se


realiza antes de la realización de una actividad, durante, o cuando se produce alguna
desarmonía. Es una señal de respeto, reciprocidad, alegría y cariño que se manifiesta
entre estas colectividades a propósito de realizar alguna actividad. El rito reanuda y
refuerza las relaciones que el humano tiene con la naturaleza y las deidades.
El rito como la fiesta está presente en todos los procesos de regeneración de la
comunidad, sean éstos las actividades agrícolas, pecuarias, textiles, en la migración, en la
compra y venta de productos, en el comer, en el vestir, y en las expediciones de
chapaneo o de mijaneo. Todo se hace con respeto y aún la actividad más simple como
tomar masato, o fumar un cigarro “mapacho”, solicita de la persona la reverencia y
consideración hacia quienes lo han preparado o hacia quién va dirigido. Es impensable el
cultivo, el chapaneo, o el mijaneo para el amazónico sin el rito, sin el permiso, sin el
agradecimiento.
Esta filialidad de la comunidad humana con la naturaleza y con todo cuanto existe,
permite una porosidad comunicativa de los humanos con la naturaleza, al punto de ser
uno y el otro. Tan pronto el humano se vivencia como bosque sin dejar de ser humano.
Cada miembro del pacha o mundo es heterogéneo en sí mismo. La identidad deja paso a

la heterogeneidad, a la diversidad.

La cultura culinaria indígena se halla asociada a los ciclos de regeneración de la chacra, el


agua, y el monte.
Existen también ocasiones –la siembra de la yuca, por ejemplo - en que los integrantes
del grupo de minga no comen ciertos alimentos. Por ejemplo, los indígenas quechua-
lamas, dicen: “Para la siembra de yuca no se debe comer carne, no se debe comer
pescado, tampoco dulce… Se debe comer comida fría y huevo con yuca, se debe de
comer cangrejos.” No se come pescado para que la yuca no tenga consistencia fibrosa
similar a las espinas del pescado, y se come cangrejos porque se desea que la yuca tenga
numerosas raíces similares a la estructura del cangrejo.
La fiesta se halla así en el meollo de las actividades comunitarias. No existe actividad sin
celebración. Las festividades se hallan también al final de un ciclo anunciando, el cese de
una estación y el comienzo de otra. La fiesta coloca el ritmo, el sonido, la danza y el juego
que se corresponden con la circunstancia que sucede en la naturaleza. La fiesta es de
todos. Se pasean y celebran las deidades, los miembros de la comunidad natural y las
comunidades humanas. Nadie puede y debe estar excluido de la celebración.

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