Pablo Rafael Bonaparte - La Mirada Del Marciano
Pablo Rafael Bonaparte - La Mirada Del Marciano
Pablo Rafael Bonaparte - La Mirada Del Marciano
Presentación
La tía Lidia, que solía llamarme piricuteco, ante cualquier comentario mío decía a quien quisiera escucharla: “es un
pozo de sabiduría”. Con el tiempo fui descubriendo que no era objetiva. Hoy la extraño mucho. Con ella aprendí que la
objetividad no lo es todo.
Recuerdo que al comenzar mi carrera el texto Sócrates de Rodolfo Mondolfo me deslumbró, y por varias razones.
Aprendí el valor de la ignorancia, del conocimiento, de la relación que tiene éste con nuestra conducta cotidiana y de la
mayéutica (el método con el que Sócrates mostraba las falencias del conocimiento vulgar o cotidiano). Luego, los
“metálogos” de Bateson me impactaron por las mismas razones y, además, descubrí la posibilidad de una mirada
diferente, desde distintos niveles de análisis.
Recién ahora tomo conciencia que estas experiencias son la base sobre la que se edificó La mirada del marciano.
Un amigo me dijo una vez: “todo libro encierra, a lo sumo, una o dos ideas. Lo demás son justificaciones o
corolarios”. Puesto a aplicarlo en este libro, diría que todos los ensayos giran en torno a revalorizar la importancia de
conocer lo que creemos conocido, y a la necesidad de provocar un cambio de actitud.
Algunos temas que abordan estos escritos se relacionan con:
el carácter histórico de la construcción de estereotipos sociales;
los diferentes niveles de análisis y su pertinencia en la explicación de los hechos culturales;
el orden y el desorden en los procesos sociales;
la importancia de contar con modelos consistentes para las explicaciones científicas;
la ilusión de un orden social estático;
algunos problemas epistemológicos en torno al conocimiento en antropología;
la biologización de los comportamientos culturales;
las formas patológicas que pueden asumir las discusiones académicas;
los distintos aspectos del control social;
los mecanismos clasificatorios para operar sobre la realidad;
el enmascaramiento social de las desigualdades.
Frente a tantos temas, el juicio de “pretencioso” (por encarar muchos problemas y no agotar ninguno) es válido. Sin
embargo, la intención no es dar cuenta de ellos sino ejercitar una nueva mirada provocada por un cambio de actitud
hacia lo que conocemos.
Cuando uno se “mete" con metálogos uno se “mete" en dificultades. Un metálogo consiste en desarrollar un
problema a través de una conversación cuya estructura refleja el tema tratado. Si Bateson no estaba seguro de que
lodos sus metálogos cumplieran este desafío, mal puedo estarlo yo. Me gustaría creer que el metálogo sobre el aborto
aborta; que en el del amor y la entropía se dispersa para intentar volver a organizarse; que en el de la teoría de la teoría
de la teoría es un recorrido que termina donde había comenzado; y que en el del castor no logra organizar los troncos ni
construir un dique que impida el desborde irracionalista. También, me gustaría creer que el de aborígenes y
antropólogos es un juego de develaciones mutuas; o que, en el religioso, finalmente, se le revela a la hija que el padre la
quiere convertir. Por último, que los marcianos realizan su utopía de ser como nosotros.
Lo mismo puede decirse de los dos trabajos que no son metálogos y encierran, sin embargo, otra correspondencia: la
aceptación racional de la irracionalidad de nuestras conductas.
En la addenda encontraremos una serie de reflexiones y ejercicios sobre los temas Halados.
La foto de tapa y contratapa nos muestra una obra en bronce de Ricardo Daga. Ella es fruto de una discusión que
tuvo con un colega acerca de si era posible volcar en una escultura algo tan dinámico como un diálogo. El aceptó el
desafío y creó dos trabajos, uno en mármol y otro en bronce. El de bronce representa un diálogo amoroso que aún hoy
continúa, a pesar de que Yolanda y Rafael se separaron, el murió al poco tiempo de la ruptura y ella no volvió a
enamorarse.
La historia, sin embargo, no invalidó el sentido de la escultura, sigue expresándose a través de sus hijos y sus nietos.
Si este libro le gusta, será porque lo escribí yo. Pero, si no le gusta, las responsables de ello son Margarita Ondelj y
Lorena Barbuto, que me corrigieron lodo lo que quería decir con el esmero que yo no puse. Fue tal su compromiso que
me resulta ingrato para con ellas que alguien más comparta los agradecimientos, y eso que fueron muchos los que por
su aliento, consejos y diversos “préstamos" colaboraron en esta edición. A todos ellos, muchas gracias.
Yo no soy ni el padre, ni la hija en los metálogos. No soy el que reflexiona en el soliloquio "De cómo y porqué...”.
Tampoco el Pablo Rafael Bonaparte del ensayo “Por la ciencia", de ningún modo Donald Tribuland, ni el mismísimo P. R.
von Genes. Nunca fui, no soy, ni seré marciano, ni tuve, tengo o tendré ningún tipo de relación con ellos. Todos son
personajes que se crearon para abordar determinados temas. Téngase en cuenta que en muchos casos he forzado
imágenes para exigir una discusión. Por lo tanto, el lector debe mantener una distancia de voyeur, evaluar lo que dicen
los personajes y no tomar partido por alguno de ellos creyendo que es la posición del autor o su contraria.