M4.EDCE - Proceso Mental de Comprensión Oral
M4.EDCE - Proceso Mental de Comprensión Oral
M4.EDCE - Proceso Mental de Comprensión Oral
La primera distinción que se hace necesaria es la diferencia entre oír y escuchar. Oír es el proceso fisiológico en
el que el sonido ingresa mediante el oído y llega como señal hasta el cerebro, donde se procesa. Escuchar
supone que el oyente realmente presta atención a lo que está escuchando, discrimina cualquier sonido de una
palabra y piensa respecto de su significado.
El proceso mental de comprensión oral ocurre cuando escuchamos un mensaje y debemos extraer información
del mismo con un objetivo (tomar notas en clase, realizar un resumen o transcripción de lo escuchado, etc). A
nivel cerebral, ocurre un proceso de construcción cuya meta es llegar a obtener un significado, es decir, dar
sentido a lo que escuchamos.
Para lograr esta construcción, necesitamos interpretar lo escuchado y esto se logra poniendo en uso diversas
microhabiliades linguísticas, que además se pueden entrenar y mejorar.
1. Reconocer: consiste en identificar palabras, oraciones, párrafos, etc., como sonidos conocidos,
discriminándolos de los sonidos que pertenecen al medioambiente; distinguiendo asi la idea que se desea
transmitir.
2. Seleccionar: consiste en elegir cuáles de aquellos elementos reconocidos nos resultan útiles para el
objetivo que queremos cumplir.
4. Anticipar: consiste en poder predecir cuál es el rumbo o sentido que tomará el discurso a partir de lo que
ya conocemos.
5. Inferir: consiste en ser capaces de concluir información que no está explícita, a partir de lo ya conocido
(por ejemplo, el lenguaje verbal más el lenguaje no verbal del orador), podemos deducir datos sobre el
orador o el contexto.
6. Retener: consiste en mantener en la memoria de corto plazo (para dar sentido al discurso) y después a
largo plazo (para utilizar esa información en forma posterior), la información más relevante del discurso
escuchado, con el objetivo de convertirlo más tarde en un mensaje escrito.
El proceso de la escucha es activo; por lo tanto, un buen oyente debe no solo poseer estas microhabiliades
linguísticas, sino ponerlas en práctica de forma consciente y tener una actitud dispuesta a escuchar. Esta actitud
se manifiesta en prestar atención, participar cuando se requiera, manifestar si no comprende o presenta dudas,
respetar los turnos para hablar, prepararse previamente a la charla (reactivando conocimientos previos e
informándose de la misma, a fin de poder anticipar el discurso).
Para entrenar la capacidad de escuchar y a partir de allí generar cualquier texto escrito tenemos las siguientes
estrategias:
a) Ejercicios de mnemotecnia, como memorizar detalles de una historia, que amplíen la capacidad de
memoria.
b) Ejercicios de fluidez verbal, como nombrar palabras relativas a un concepto en un tiempo determinado
para ampliar el campo léxico.
c) Ejercicios de construcción de historias, como contar un cuento a partir de un concepto inicial para 1
aumentar el campo semántico.
d) Ejercicios de identificación de errores, como contar una historia conocida incorporando tres mentiras para
que el oyente identifique con el objetivo de mejorar la discriminación de información y practicar la atención
sostenida en lo que se escucha.