Argumentación Platónica

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Argumentación platónica

La argumentación platónica se encuentra al servicio de su concepción de la verdad —de lo en


sí.

No se puede argumentar sin saber ya lo que es verdadero que de ese modo se estaría
conduciendo a las personas hacia la verdad, sino hacia intereses particulares.

La dialéctica es la ciencia de la verdad, i. e., la forma de llegar a la verdad.

Cuando platón habla de la dialéctica las diferencias que puedan haber entre los interlocutores
son reconducidas a ese tópico «real», y, consecuentemente, la multiplicidad es reconducida a
la unidad de lo en sí. Los muchos son, en realidad, uno solo. El diálogo argumentativo, que en
los sofistas se determinaba, en última instancia, como la capacidad de criticarlo todo, es ahora
concebido como la conducción que uno de los interlocutores —el que posee la verdad—
realiza con, o, más precisamente, sobre su par, para conducirlo a éste hasta la Verdad. El
diálogo, entonces, es la hipótesis que les propongo para leer la argumentación platónica, es en
realidad un monólogo: uno de los interlocutores habla sobre la verdad que ya posee y conduce
al otro hacia la misma. No hay aquí, en Platón, dos puntos de vista que combatan entre sí
mediante diversas estrategias: la argumentación es conducción. Conducción hacia una verdad
previamente descubierta. La argumentación comienza, también aquí en Platón, y quizás ya
antes en Sócrates, a ubicarse bajo la égida de la racionalidad, de la coherencia, del orden, de la
unidad, del concepto.

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