José Cruz - Las Malagueñas Premio Aat 2017

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 122

“Yo pensaba que lo más jodido de mi vida había sido la censura de Franco.

¡Pues no! Lo más jodido es la pérdida de la memoria.”

(Luis García Berlanga)

A mis abuelas, a mi madre y a mi hermana

-1-
Personajes principales:

(A representar por cuatro actrices y tres actores)

ILUMINADA / SOR ERMITAS - LA NÚMERO CINCUENTA - EL TENIENTE MOSTACHO

EL RETRETA - EL BIGOTITO RECIO - LA NIÑA - LA VEINTIOCHO

Personajes secundarios:

(Representables por cuatro actrices)

LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES

LA GITANA – LA MORENA – LA RUBIA – LA PELICASTAÑA

MILITANTE – ARISTÓCRATA – CLARA CAMPOAMOR – VERDULERA - SINDICALISTA

QUEIPO DE LLANO – SEÑORA ALTA - SEÑORA MEDIANA - SEÑORA BAJA - FUGITIVA

UNA DE LAS MUJERES – OTRA DE LAS MUJERES – UNA MÁS – OTRA MÁS

Voces:

UN SACERDOTE – UN LOCUTOR

La acción tiene lugar en el malagueño convento de San José, a fines de marzo

de 1939.

-2-
I

Noche sin luna en el patio del convento de San José. ILUMINADA, a los pies de

una imagen de la Virgen, intenta estrangularse con sus propias manos. Y le

cuesta. Entre intento e intento, lanza una mirada de reproche a Nuestra Señora

que, con los brazos extendidos, parece bendecir la oscuridad.

ILUMINADA: ¡No me toques los huevos! Y no me mires. No me mires, así,

atravesado. Tampoco te lo pusieron en bandeja, lo sé. Pero yo no soy tan

fuerte como tú. Yo me venzo por los costados, como un saco. ¡Ay! Siete días

desde que nos sacaron de La Goleta. Una semana, sin saber de los hijos,

esperando que nos pongan contra una pared. Yo ya no puedo más. (Lo intenta.

Sin éxito.) ¡Paso de ti! Bastantes fatigas llevo a cuenta. Yo, ahora, me desquito.

Me desquito de en medio y punto. (Vuelve a intentarlo, resopla.) No tendrás un

cuchillo, ¿verdad? ¿Y un trocito de cuerda? No, claro, tú qué vas a tener...

Todas las espinas para ti, tiesa, como una escoba, en lo alto de tu columna.

Un grito desgarrador. Es la voz de LA NIÑA. Un MURMULLO DE MUJERES levanta el

vuelo como una espantada de palomas.

VOCES DE MUJERES: ¡Que alguien calle a esa loca! Hay luces por la galería.

-3-
Se impone un medio silencio violento, de forcejeo, e ILUMINADA alza la vista y

sonríe.

ILUMINADA: ¡Viva la República! ¡Viva Rusia!

VOCES DE MUJERES: ¿Pero quién grita ahora?

ILUMINADA: ¡Arriba los pobres del pan! ¡En pie los esclavos sin mundo!

VOCES DE MUJERES: ¡Cállate hija de puta!

Se asoma al patio LA NÚMERO CINCUENTA.

LA NÚMERO CINCUENTA: (Casi en un susurro) Métete para adentro.

ILUMINADA: ¿Qué?

LA NÚMERO CINCUENTA: Que te entres, mujer.

ILUMINADA: Como no hables más alto…

LA NÚMERO CINCUENTA: ¡Que estás a tiro!

ILUMINADA: No te oigo.

LA NÚMERO CINCUENTA: Hazme el favor. Nos buscas la ruina.

LA NÚMERO CINCUENTA se escabulle hasta el centro del patio y se engancha,

como puede, a ILUMINADA.

-4-
ILUMINADA: ¿Pero qué haces? ¡Suéltame! No me pienso mover de aquí.

LA NÚMERO CINCUENTA: Pues entonces seremos dos.

ILUMINADA: ¿Qué dices?

LA NÚMERO CINCUENTA: Que vamos a ser dos las que se quedan tiesas.

Allá, en la galería, se enciende una luz. De nuevo, los gritos de LA NIÑA.

LA NÚMERO CINCUENTA: Eso es lo que querías, ¿no?

ILUMINADA: ¡A ver si te enteras!

LA NÚMERO CINCUENTA: Nos van a dar hasta en el cielo de la boca.

ILUMINADA: Lo que yo quiero es morirme. Mo-rir-me.

ILUMINADA se derrumba. Irrumpen en el patio LAS CUARENTA Y SIETE MUJERES

RESTANTES. LA NÚMERO CINCUENTA tira de ILUMINADA.

LA NÚMERO CINCUENTA: Ponte de pie.

ILUMINADA: No quiero.

LA NÚMERO CINCUENTA: Levanta esa cabeza.

ILUMINADA: Déjame.

-5-
LA NÚMERO CINCUENTA: No les demos el gusto. La barbilla bien alta, el paso

firme. La noche en que nos saquen de aquí tendrán que empujarnos con el

cañón de sus pistolas.

LA VOZ DEL TENIENTE MOSTACHO intenta imponerse sobre la guirigay. EL

RETRETA, un cabo, se asoma desde la galería.

VOZ DEL TENIENTE MOSTACHO: ¡Callarse, coño!

EL RETRETA: ¿Qué pasa aquí?

ILUMINADA: Pasa que eres un pedazo de maricón. Eso es lo que pasa.

EL RETRETA: ¿Qué dices?

ILUMINADA: Digo que no tienes cojones.

EL RETRETA: Da un paso al frente, que no te escucho bien.

ILUMINADA: Dispárame una bala, aquí, entre las cejas.

EL RETRETA: Mira que me vas a hacer bajar.

ILUMINADA: Te faltan huevos.

EL RETRETA: Coño que si voy.

ILUMINADA: Pues ven.

Silencio.

-6-
ILUMINADA: (Casi arrepentida.) Ya está hecho. (Mira a la Virgen.) Amiga, sólo te

voy a pedir una cosita: sufrir lo justo. (Se dirige a sus compañeras.)

Compañeras, de aquí vamos a salir todas con los pies por delante pero, si por

un casual, alguna os encontráis con uno de mis hijos…

Llega al patio EL RETRETA.

EL RETRETA: ¿Tú?

ILUMINADA: Sí, yo, ¿qué?

EL RETRETA: Repite lo de antes.

ILUMINADA: ¿Lo de antes?

EL RETRETA: Lo de que soy un maricón y no tengo cojones.

ILUMINADA: Eres un maricón y no tienes cojones.

EL RETRETA: Vale. Ahora otra vez. Pero te me apartas de la Virgen.

ILUMINADA: ¿Y si me pongo de rodillas?

EL RETRETA: Pues mira, sí, mejor.

ILUMINADA: ¿Y si alzo la frente?

EL RETRETA: ¿La frente? ¿Para qué?

ILUMINADA: No sé. Eres un maricón y no tienes cojones.

-7-
EL RETRETA: ¿Cómo has dicho?

ILUMINADA: Perdón.

EL RETRETA: Me lo tienes que repetir, sí, pero a la de ya, ¿estamos?

ILUMINADA: Estamos.

EL RETRETA: “Eres un maricón y no tienes cojones”

ILUMINADA: Sí, sí.

EL RETRETA: Pues a la de una, a la de dos… y a la de ¡ya!

ILUMINADA: (Cerrando los ojos). Eres un maricón y no tienes cojones.

EL RETRETA: Eso es. Pues ya puedes volver con las otras.

ILUMINADA: ¡Oye tú!

EL RETRETA: Ni tú ni ta… ¡aire, que es gerundio! ¡Aire todas!

ILUMINADA: ¿No me vas a pegar un tiro?

EL RETRETA: ¿Yo? ¿De qué? ¡Mira, mujer, no me pongas en más aprietos! Aquí

no se va a pegar un tiro a nadie… de momento.

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¿Y se puede saber…

OTRA DE LAS CUARENTA Y SIETE: …sólo si se puede…

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: …cuando puede ser…

OTRA DE LAS CUARENTA Y SIETE: …o no ser…

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: …eso…

OTRA DE LAS CUARENTA Y SIETE: …de lo que habla?

-8-
EL RETRETA: ¿Me lo preguntas tú o tú?

LA NÚMERO CINCUENTA: Se lo pregunto yo.

EL RETRETA: Ni idea.

Llega al patio, sacudiéndose el sueño, el TENIENTE MOSTACHO. EL RETRETA se

cuadra.

EL RETRETA: ¡Arriba España!

TENIENTE MOSTACHO: ¡Coño, que susto!

EL RETRETA: Disculpe, mi teniente. Intentaba meterlas en vereda, pero…

TENIENTE MOSTACHO: ¿Qué les pasa esta noche? Hay personas que queremos

dormir.

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¡También nosotras! ¿Tendrá valor el tío?

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Cuándo nos sueltan?

TENIENTE MOSTACHO: Señoras, y perdón por lo de señoras, una cosa detrás de

la otra. Y no son horas.

LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡Queremos ver a nuestros hijos!

Irrumpe ahora el BIGOTITO RECIO, médico militar. EL RETRETA vuelve a

cuadrarse.

-9-
EL RETRETA: ¡Arriba España!

TENIENTE MOSTACHO: ¡Cago en mis muelas!

EL RETRETA: Perdone usted otra vez.

BIGOTITO RECIO: ¡Arriba!

EL RETRETA: ¡Arriba!

TENIENTE MOSTACHO: ¡Arriba! Me van a desquiciar.

BIGOTITO RECIO: No es mi intención.

TENIENTE MOSTACHO: ¿También le han despertado con el jaleo?

BIGOTITO RECIO: No. Yo extrañaba la cama.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Vaya por Dios! Como le comenté anoche, a su llegada,

las monjas carmelitas nos han cedido su precioso aunque bombardeado

convento. Lamento que los cuartos no sean de su agrado. Pero por algo se les

llama celdas.

BIGOTITO RECIO: No se preocupe, teniente. ¿Estas son las mujeres?

TENIENTE MOSTACHO: Estas son. Cincuenta presas de la cárcel de Málaga. Si

no le importa, mañana continuamos con las presentaciones.

BIGOTITO RECIO: ¿Están ya informadas?

TENIENTE MOSTACHO: ¿Informadas de qué?

BIGOTITO RECIO: ¿Pues de qué va a ser?

TENIENTE MOSTACHO: ¿Se refiere a…? No, no he recibido órdenes.

BIGOTITO RECIO: Enviamos un telegrama desde Sevilla.

- 10 -
TENIENTE MOSTACHO: ¿Un telegrama?

BIGOTITO RECIO: Sí, con instrucciones. El comandante mismo lo redactó.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Ah!

BIGOTITO RECIO: ¿Y?

TENIENTE MOSTACHO: Pensé que se trataba de información confidencial.

Silencio. El BIGOTITO RECIO hace ademán de dirigirse con solemnidad a las

mujeres.

TENIENTE MOSTACHO: Le aconsejo que espere a mañana.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Qué sabe de lo nuestro?

BIGOTITO RECIO: ¡Señoras!

TENIENTE MOSTACHO: Usted mismo.

BIGOTITO RECIO: Están todas ustedes amnistiadas.

Perplejidad.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Amnistiadas?

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¿Desde cuándo?

OTRA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¿Y qué es eso?

- 11 -
BIGOTITO RECIO: Al sacarlas de La Goleta, también les perdonaron la vida.

Se impone el bulle-bulle.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Haya tranquilidad! Nos pidieron cincuenta hembras.

Cincuenta presas de la cárcel de Málaga.

BIGOTITO RECIO: Y era una orden que venía de Burgos. El mismísimo

Generalísimo la firmó.

LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡El Mismísimo! ¡El Generalísimo!

TENIENTE MOSTACHO: (Ahogando un bostezo.) Ése.

LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡Qué alegría, por Dios!

Las MUJERES se abrazan, emocionadas. Todas menos LA NÚMERO CINCUENTA.

LA NÚMERO CINCUENTA: Un momento. Quiero saber por qué. ¿Por qué yo… o

aquella… o la de más allá?

ILUMINADA: Eso. Aquí cada una es de su padre y de su madre.

LA NÚMERO CINCUENTA: Lo único que nos hermana entre nosotras es lo que nos

hermana con todas las demás presas de Málaga: somos inocentes.

ILUMINADA: ¿Qué quieren de nosotras? Nadie da duros a pesetas.

LA NÚMERO CINCUENTA: Y menos ustedes, los fascistas.

- 12 -
EL RETRETA echa mano a su rifle. El BIGOTITO lo contiene. Saca una carta del

bolsillo y se la entrega para que la lea.

BIGOTITO RECIO: Esta carta fue remitida desde Burgos a mi superior, el

comandante don Antonio Vallejo Nájera.

ILUMINADA: ¿Pellejo qué?

TENIENTE MOSTACHO: ¡Silencio!

EL RETRETA: (Se aclara la garganta como para darse importancia aunque lee

con gran dificultad.) “En contestación a su… escrito del día diez, pro…

proponiendo la creación de un Gabinete de Investigaciones…”

BIGOTITO RECIO: “Psicológicas”.

EL RETRETA: “Investigaciones Psicológicas cuya finalidad primordial será

investigar las raíces…”

BIGOTITO RECIO: “…biopsíquicas del marxismo…”

EL RETRETA: “…manifiesto que, de conformidad con su mencionada propuesta,

autorizo la creación del mismo. Lo que traslado a Ud.” ¿Ud?

BIGOTITO RECIO: “Usted”. Eso se lee “usted”.

EL RETRETA: “Lo que traslado a usted para sus conocimientos y efectos,

debiendo proponerme…”

BIGOTITO RECIO: “…los médicos que deban ser militarizados al efecto de que

cuanto antes empiece a funcionar…”


- 13 -
EL RETRETA: “…dicho gabinete”.

BIGOTITO RECIO: La firma.

EL RETRETA: Perdone Ud., la firma: “Francisco Franco Bahamonde.”

BIGOTITO recupera la carta y se la guarda.

BIGOTITO RECIO: En otras palabras, han sido elegidas para colaborar en una

interesantísima investigación. La enorme cantidad de prisioneros de guerra en

manos de las fuerzas nacionales salvadoras de España permite efectuar

nuestros estudios en unas condiciones como quizá nunca vuelvan a darse en el

mundo. De hecho, hemos podido establecer unos criterios de clasificación que

nos han permitido distinguir entre combatientes internacionales, nacionales,

hembras y separatistas vascos. ¿Alguna pregunta?

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¿Cuándo nos sacarán de aquí?

OTRA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¿Dónde están nuestros hijos?

ILUMINADA: Pregúntele al comandante Pellejo.

TENIENTE MOSTACHO: Vallejo.

ILUMINADA: ¿Qué más da?

BIGOTITO RECIO: Usted debe de ser una de las veintitrés analfabetas del grupo.

ILUMINADA: ¿Yo? Yo estuve con las monjas hasta los siete, que nació mi

hermana. Y, por cierto, me llamo Iluminada Torres Cuesta.

- 14 -
BIGOTITO RECIO: No necesitamos saber sus nombres. De hecho, para facilitar

las cosas, serán identificadas con un número. Usted, por ejemplo, pasará a ser

la número trece.

ILUMINADA: ¿La trece? ¿Y por qué?

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: Porque le sale del mismísimo… Generalísimo.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Silencio!

BIGOTITO RECIO: La numeración no tiene más propósito que proteger su

identidad. Se ha quedado callada… ¡Usted!

LA NÚMERO CINCUENTA: Estaba pensando en cómo le vamos a llamar nosotras.

BIGOTITO RECIO: Pueden hacerlo por mi rango, que es capitán, o por mi

profesión, que es la de médico.

ILUMINADA: O podemos llamarle Bigotito…

OTRA DE LAS CUARENTA Y SIETE: ¿Qué le ha llamado ésta?

ILUMINADA: Ésta le he llamado Bigotito. Y ésta tiene un nombre muy lindo:

Iluminada Torres Cuesta. Colegio La Piedad, El Carpio.

EL RETRETA: ¡Vale ya!

EL RETRETA vuelve a echar mano al rifle.

BIGOTITO RECIO: Tranquilo. ¿Quieren llamarme Bigotito? ¡Llámenme Bigotito!

Duele reconocerlo pero España es así: ingrata.

- 15 -
LA NÚMERO CINCUENTA: Estas mujeres llevan muchas semanas sin ver a sus

familias. ¿Tiene hijos?

BIGOTITO RECIO: Tengo hijos.

LA NÚMERO CINCUENTA: Hágase cargo entonces.

BIGOTITO RECIO: Por el momento, no puedo decirles mucho más. Mañana

quiero verlas de nuevo aquí, en el patio, adecentadas y preparadas para las

entrevistas. El método de trabajo será precisamente ése: la entrevista personal.

Partiremos de un cuestionario base. Después, trataremos estadísticamente las

respuestas para refutar o descartar nuestra tesis: la degeneración de la mujer

marxista en el subtipo andaluz de la raza hispánica.

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡Ole tu coño!

TENIENTE MOSTACHO: ¿Quién habló?

BIGOTITO RECIO: Según nuestras conclusiones preliminares, a ustedes les cabe

el dudoso honor de ser la representación más abyecta de ese engendro de la

naturaleza que es la mujer roja. No pongan esa cara. La mujer, de suyo, es

impulsiva, descontrolada pero la malagueña… La malagueña oculta entre sus

pechos una oscuridad que la distingue. Es la oscuridad de los callejones que

van a morir a las dársenas o la de las tabernas sombrías junto al puerto. Pienso

en la malagueña y se me viene a la cabeza una breva madura que se muere

por saltar de la higuera y echarse a perder.

Silencio. El BIGOTITO RECIO parece obnubilado por sus propias palabras.

- 16 -
LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡Queremos ver a nuestros hijos!

LA NÚMERO CINCUENTA: Escúchelas.

LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡A nuestros hijos!

EL RETRETA exhibe su arma en un intento fallido de amedrentar a las mujeres.

EL RETRETA: ¡Cago en el sursuncorda!

BIGOTITO RECIO: Baje el arma. No pasa nada.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Espera! No la bajes. (Señalando a una de las mujeres, LA

NÚMERO VEINTIOCHO, la más mayor.) Apúntale.

EL RETRETA: ¿Qué?

TENIENTE MOSTACHO: Acércate a ella. Colócale el cañón sobre el pecho.

EL RETRETA: ¿Y?

TENIENTE MOSTACHO: ¿Se han enterado ustedes? Mañana…

BIGOTITO RECIO: Yo ya diría que hoy, teniente.

TENIENTE MOSTACHO: Pues eso, hoy o como sea…

EL RETRETA: …vamos, dentro de un rato…

TENIENTE MOSTACHO: …las quiero ver presentes y adecentadas en este patio.

El doctor empezará con las entrevistas inmediatamente.

BIGOTITO RECIO: Gracias.

- 17 -
TENIENTE MOSTACHO: (Al BIGOTITO) No saben otro idioma, ¿se da cuenta?

EL RETRETA: ¿Puedo apartarme ya?

En el silencio repentino, vuelve a escucharse a LA NIÑA. LA VEINTIOCHO se

estremece.

LA VOZ DE LA NIÑA: ¡Madre!

BIGOTITO RECIO: ¿Hay alguien más ahí?

EL RETRETA: La más chica, mi capitán.

LA VEINTIOCHO: Mi hija.

BIGOTITO RECIO: ¿Su hija? ¿Y por qué no ha salido como todas?

UNA DE LAS CUARENTA Y SIETE: Está más ida que un garbanzal.

LA VEINTIOCHO: ¡Es demasiado niña!

BIGOTITO RECIO: ¿Demasiado niña?

LA NÚMERO CINCUENTA: Sí, demasiado niña para ser todo eso que dice de

nosotras.

EL RETRETA encañona a LA NÚMERO CINCUENTA.

- 18 -
TENIENTE MOSTACHO: Desde luego, se le quitan a uno las ganas de perdonarle

la vida a nadie.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Perdonarnos la vida? ¿Desde cuándo una vida es un

delito?

BIGOTITO RECIO: Tiene razón. Yo prefiero pensar en excepción y regla,

normalidad y patología. Eso me ayuda a identificar la enfermedad. Dígales que

se vayan. Ahora.

LA NÚMERO CINCUENTA aguanta el tipo.

ILUMINADA: ¡Entrarse, por Dios, entrarse! ¿Sois de palo? ¿Qué pasa? ¡Dentro

todas!

Las MUJERES salen del patio, menos LA NÚMERO CINCUENTA, que sigue

encañonada.

BIGOTITO RECIO: Es usted admirable. A veces uno duda de sus propósitos. A

veces uno siente que escribiera en el aire. Es solitario y triste, muy triste. Pero

de pronto aparece usted, como un rayo de sol entre las nubes, y nuestro

trabajo encuentra su finalidad. (Aparta con su propia mano el rifle del pecho de

la mujer.) Yo la voy a curar. Por las buenas o por las malas. ¡Éntrese!

- 19 -
Silencio. EL RETRETA acompaña con su mirada la salida de LA NÚMERO

CINCUENTA.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Qué mujer más tremenda! ¿Es muy tarde?

EL RETRETA: Muy tarde o muy temprano, según se mire.

TENIENTE MOSTACHO: Pues yo, con el permiso de ustedes dos…

EL RETRETA: Y yo. Yo también.

BIGOTITO RECIO: No, no. Usted se espera, cabo.

El TENIENTE MOSTACHO sale. BIGOTITO RECIO saca del bolsillo una libreta y un

lápiz.

EL RETRETA: ¿Qué es esto? ¿No vamos a dormir?

BIGOTITO RECIO: No. Vamos a empezar un dictado. “Psiquismo del fanatismo

marxista” Apunte, cabo. Con “pe ese” y con “equis”.

EL RETRETA: Cachis en la mar.

BIGOTITO RECIO: “Coméntese vivamente… con uve las dos… el hecho… con

hache…”

EL RETRETA: Espere, espere…

- 20 -
BIGOTITO RECIO: …de que en la revolución… con uve… comunista española

haya… con hache y con y griega… participado el sexo femenino con

entusiasmo y ferocidad inusitada.”

EL RETRETA: ¿Punto?

BIGOTITO RECIO: Coma.

EL RETRETA: Vaya por Dios.

Oscuro lento.

II

Ya de mañana. Bajo los arcos del patio, con barreños y paños, buscándose la

piel entre la ropa, las mujeres se lavan. Indiferente a todas, como una figura de

cera, LA NIÑA.

LA GITANA: ¿Quién te ha lavado el pañuelo,

niña, que parece un velo?

Saliste toda zalama

y ahora tu frente es mojama

que ni el llanto la deslama

ni el aire le da consuelo.

- 21 -
¿Quién te ha lavado el pañuelo,

niña, que parece un velo?

Los gestos de LA NIÑA son torpes, alucinados, hasta el punto de que requiere la

asistencia de su madre, LA VEINTIOCHO.

LA MORENA: ¡Cojones con la litri!

LA RUBIA: Está cuajada.

LA PELICASTAÑA: Como una muñeca de la feria.

ILUMINADA hace un alto en su higiene. Respira hondo. Prosigue.

LA GITANA: Bajaste a la fuente sola

Y del laurel que enarbola

la holanda vuelves con cola

y hasta diría que duelo.

¿Quién te ha lavado el pañuelo,

niña, que parece un velo?

De nuevo, las MUJERES.

- 22 -
LA MORENA: Por la noche sí que da guerra.

LA RUBIA: Por la noche se espabila y no deja dormir ni a Blas.

LA PELICASTAÑA: Es lo que tiene estar holgona todo el día.

ILUMINADA planta cara a las mujeres.

ILUMINADA: ¡Me cago en la mar serena! ¿Seréis jodías por el culo? La que no

folle, que no entretenga.

LA MORENA: ¡Cuida esa lengua, Iluminada! Y ya quisiera yo, no entretener…

LA MORENA y LA RUBIA: …y que me entretuvieran…

LA MORENA, LA RUBIA y LA PELICASTAÑA: …un torero de Ronda,

un boquerón de El Palo

y un moro de Marbella.

¡Vivan los tres hermanos de Villanueva!

¡Del Trabuco, La Tapia y La Concepción!

¡Viva la Navahermosa, los cerros de Antequera,

Alpandeire, La Joya y hasta Benagalbón!

- 23 -
ILUMINADA: Dice Bigotito que entre nosotras hay tres putas…

LA PELICASTAÑA: ¡Yo no quiero morirme sin conocer Churriana!

ILUMINADA… pero a mí no me salen las cuentas.

LA RUBIA: ¡Llamarme al tío de las piñas!

ILUMINADA: Ninguna os apartáis dos dedos del coño.

LA NIÑA parece despertar de su letargo, sobresaltada.

LA NIÑA: ¡La cuchara!

LA VEINTIOCHO: ¿Qué?

LA PELICASTAÑA: ¿Ya se despertó la señora?

LA NIÑA se incorpora con dificultad.

LA VEINTIOCHO: Ten cuidado, por Dios.

LA MORENA: Déjala que se desnuque. Así no nos da serenata.

LA NIÑA da un paso y otro. Recupera los versos de LA GITANA.

LA NIÑA: Uno se acercó dispuesto.

- 24 -
Y otro me echó mano al cesto.

LA GITANA: Y un tercero mal compuesto…

LA NIÑA: …me miró desde el majuelo.

LA GITANA: ¿Quién te ha lavado el pañuelo,

niña, que parece…?

Las MUJERES advierten la llegada del RETRETA.

LAS MUJERES RESTANTES: ¡Amén!

Entra EL RETRETA tapándose los ojos con la mano.

EL RETRETA: A ver, escucharme todas. Dice el capitán que ya se acabó el baño

y que os vayáis vistiendo. Advertidas quedáis: cuento hasta veinte. Uno, dos,

cinco…

LA MORENA: No hagas trampas, granuja.

EL RETRETA: Espabilaos o se os echo a los machos.

LA RUBIA: ¿Qué machos? ¿El Bigotito y tú?

EL RETRETA: ¡Cuidado con lo que dices! Tengo a la parienta en Porcuna. No

me busquéis, que esto es morir por Dios.

- 25 -
LA PELICASTAÑA: La cosa es que yo quiero…

EL RETRETA: ¡Seis!

LAS MUJERES RESTANTES: Juntar a la baqueta y al pandero.

EL RETRETA: ¡Siete!

LAS MUJERES RESTANTES: Presentarle la chirla al cenachero.

EL RETRETA: ¡Ocho!

LAS MUJERES RESTANTES: Y apretar la torcía en el mechero.

EL RETRETA: ¡Veinte!

LA RUBIA le coloca unas bragas en la cabeza.

EL RETRETA: ¿Qué es esto? ¿Una talega?

LA RUBIA: De higos.

EL RETRETA: ¡Cuidado si no estáis juguetonas!

LAS MUJERES RESTANTES: ¡Gallinita, gallinita! ¿Qué se te ha perdido?

EL RETRETA: ¡Dos cojones y un palito!

LAS MUJERES RESTANTES: Pues da tres vueltas y los encontrarás.

EL RETRETA: ¿Por dónde tiro? ¿Por aquí?

LAS MUJERES RESTANTES: Frío, frío…

EL RETRETA: ¿Por aquí? (Silencio.) Dadme una pista.

- 26 -
LA MORENA: Adivina adivinanceta,

¿qué tiene el rey en la bragueta?

EL RETRETA: Dos cabezas de ajo y una corneta.

LA RUBIA: Acabas de ganarte el don.

EL RETRETA: Tú dale al pico, que ahora voy…

LAS MUJERES RESTANTES: ¡Caliente, caliente!

LA RUBIA: Es largo y es rajao

y tiene pelos a los laos.

EL RETRETA: ¡El ojo… que te cojo!

LA RUBIA: (Esquivándole) ¡Ole!

LAS MUJERES RESTANTES: Ha faltado el canto de un duro.

EL RETRETA: No me seáis fulleras y… ¡vamos que nos vamos!

LA PELICASTAÑA: El gusto de una mujer…

LA MORENA: …dejarla en cueros…

LA RUBIA: …hacerle el boquete…

LA PELICASTAÑA: …meterle el “dedichinchango”…

EL RETRETA: …y dejarle unas pelotillas colgando.

LAS MUJERES RESTANTES: ¡Los pendientes!

EL RETRETA: Ya me he cansado, ale. Ahora me llega el turno… sí o sí.

- 27 -
Entran en el patio el TENIENTE MOSTACHO y el BIGOTITO RECIO. El RETRETA,

todavía con el rostro cubierto, se planta ante el TENIENTE.

EL RETRETA: Una cuarta más o menos

y sólo me da gusto

cuando me la meneo.

El TENIENTE MOSTACHO le retira las bragas de la cara. Las MUJERES salen del

patio.

EL RETRETA: Era la cuchara… mi teniente, perdón.

BIGOTITO RECIO: (A ILUMINADA y a LA NIÑA.) Trece y Quince… Ustedes se

quedan. (Al RETRETA.) Cabo, arrime esa mesa y esas sillas. (A LA VEINTIOCHO.)

Y usted… usted puede marcharse también. Su número es el Veintiocho.

Salen las mujeres. EL RETRETA se apresura a cumplir la orden.

ILUMINADA: (A LA NIÑA) ¿Para qué nos querrán? Nos respetan el cuello, ¿y?

Todavía no se me han quitado las ganas de morirme. Tengo una angustia por

cada uno de mis hijos. ¡Ay! Ojalá que algún día vivas para ser madre. Cuando

todo esto termine, aquí van a hacer falta muchos brazos y muchas piernas para

mover escombro.
- 28 -
LA NIÑA se estremece. Sentados ante la mesa, esperan los tres hombres.

El TENIENTE MOSTACHO: A ver, vosotras dos, acercaos.

BIGOTITO RECIO: Lo primero de todo es confirmar los datos que tenemos de

cada una. Número trece… aquí pone que está condenada a pena capital. Se le

acusa, entre otras cosas, de haber denunciado a la familia para la que

trabajaba en la Caleta.

ILUMINADA: En El Limonar.

TENIENTE MOSTACHO: (Al RETRETA.) Corrige, tú.

EL RETRETA: Li-mo-nar.

ILUMINADA: ¿Van a pegarme?

BIGOTITO RECIO: ¿Por qué pregunta eso?

ILUMINADA: Para saber qué tengo que decir.

BIGOTITO RECIO: Tiene que decir la verdad, mujer.

ILUMINADA: ¿Qué pone en el papel?

TENIENTE MOSTACHO: Pone que denunciaste a la familia para la que llevabas

trabajando quince años. La familia que le buscó un empleo a tu marido. Buena

gente.

ILUMINADA: Pudiera ser.

BIGOTITO RECIO: ¿Cómo que pudiera ser?

- 29 -
ILUMINADA: El hijo era un paco. Un paco de esos que disparan desde las

azoteas. Un cabrón con pintas. Con pintas y un trofeo de tiro ganado en

Montemar.

TENIENTE MOSTACHO: Le delataste.

ILUMINADA: ¿Yo? Algún incontrolado le echó el ojo y lo enviaron para las tapias

de San Rafael. La madre vino a buscarnos desesperadita porque mi Antonio

conocía a alguien que conocía a alguien que podía hacer algo. Pero no hubo

forma. Total, que la señora se puso hecha una basílica.

BIGOTITO RECIO: Será una basilisca.

ILUMINADA: Me da que se pensó… ya sabe, como habíamos votado a los

comunistas…

BIGOTITO RECIO: (Al RETRETA.) Apunte eso.

ILUMINADA: Nos llamó de todo menos bonito. Y por ahí no. Y mucho menos

después de remover Roma con Santiago para guardarle la cara a aquel

fascista. Nos podíamos haber buscado la ruina, cago en to.

TENIENTE MOSTACHO: Y cagaste.

ILUMINADA: ¿Cómo que cagué?

TENIENTE MOSTACHO: Que cagaste. Aquí lo pone, que te cagaste en el muerto.

ILUMINADA: En el muerto y en la madre que lo parió.

TENIENTE MOSTACHO: Confirmado, profanación de cadáver. (Haciendo recuento

de sus notas.) Así que…

- 30 -
BIGOTITO RECIO: (Asomándose a los papeles) Participación en el crimen,

militancia, denuncia y profanación.

TENIENTE MOSTACHO: Mejor pasamos a lo siguiente.

ILUMINADA: (Preocupada.) ¡Vaya por Dios!

BIGOTITO RECIO: ¿A qué edad fue que la desfloraron?

ILUMINADA: ¿Cómo ha dicho?

BIGOTITO RECIO: ¿Que a qué edad fue que…?

ILUMINADA: Perdón, pero no le entiendo.

BIGOTITO RECIO: ¿Qué no entiende?

ILUMINADA: ¿Lo han prohibido?

BIGOTITO RECIO: ¿Prohibido el qué?

ILUMINADA: ¿Pues el qué va a ser? Eso. Tengo la sensación de que todo lo que

he hecho de un tiempo a esta parte está prohibido. Pienso en aquella noche y

me digo: “Igual, si no hubieras votado a los comunistas…” o “si no hubieras

entrado a servir en esa casa…” o “si no hubieras conocido al Antonio…” Tiro

del hilo para ver dónde se me descarriló la vida y el carrete se me atasca

siempre en el mismo punto: “Si no fueras una muerta de hambre”. Mire, yo no

sé cuál es mi delito. No entiendo de política. Para mí… Para mí la política es un

señor con bigote que pronuncia todas las ces y todas las eses, que levanta un

dedo en Madrid y le jode la vida a cuatro tíos de Linares, ¿me entiende?

EL RETRETA: A esa mujer le va a dar algo.

ILUMINADA: ¿Mande?

- 31 -
Se refiere a LA NIÑA, que parece haber entrado en trance. El BIGOTITO se

incorpora, interesadísimo. ILUMINADA no sabe cómo reaccionar.

BIGOTITO RECIO: ¡No la toque! No se le ocurra despertarla. Puede ser peligroso.

Para ella. Hagámosle sitio. Que se mueva por donde le parezca. ¿Le sucede a

menudo?

ILUMINADA: Más bien sí.

BIGOTITO RECIO: ¡Curioso! ¿Qué se sabe de ella?

ILUMINADA: Mire usted, por lo que yo alcanzo, esta era una de esas malvas que

asistían en La Manquita.

BIGOTITO RECIO: (Al TENIENTE MOSTACHO.) Traduzca.

TENIENTE MOSTACHO: Ayudaba en la catedral… digo yo que arrimando lumbre.

ILUMINADA: ¿Arrimando lumbre? En algún sitio había que meter a los que

venían de los pueblos. Aquello era un chorro de gente que parecía no tener fin.

Y hacían falta muchas manos. Porque la sarampión vino muy mala. Las

criaturas se morían como chinches.

LA NIÑA se ha detenido ante la estatua de la Virgen. El BIGOTITO se acerca con

sigilo.

BIGOTITO RECIO: ¿Me oye?


- 32 -
ILUMINADA: A veces sí y a veces no.

BIGOTITO RECIO: ¿En qué estará pensando?

ILUMINADA: Ni idea.

LA NIÑA: Un hombre muerto.

Silencio. Todos han quedado estupefactos al escuchar a LA NIÑA.

LA NIÑA: Hay un hombre muerto. Y una mujer muerta. En las afueras. Apoyados

contra la tapia de un cortijo. Hay tres flores encerradas en el arcón.

ILUMINADA: ¡Jesús, María y José!

LA NIÑA: Rosa, capullo y clavel.

BIGOTITO RECIO: ¡Fascinante! ¿Qué más?

LA NIÑA: Veo un grito en el aire.

BIGOTITO RECIO: ¿Un grito?

LA NIÑA: Sí. Es el grito de mil bocas negras sin voz. Está prendido de las

ramas.

Silencio. LA NIÑA convulsiona. ILUMINADA corre a sostenerla.

ILUMINADA: No os quedéis como pasmarotes. ¡No puedo con ella!

- 33 -
BIGOTITO RECIO: Hay que meterle un trapo en la boca.

EL RETRETA: Pasarme una piedra.

ILUMINADA: ¿Una piedra?

EL RETRETA: A mi madre también le daban estas fiebres. (Tomando algo de

gravilla del suelo.) Todo lo que tiene que hacer uno es… (Toma aire antes de

pasarle el puño cerrado con la gravilla por el cuerpo.)

Fiebre chominera,

que a esta pobre la quieres pa ti entera,

salta del hueso a la carne,

de la carne a la sangre,

de la sangre al pellejo,

del pellejo a la piedra

y de la piedra a la tierra.

EL RETRETA arroja la gravilla lejos de sí. LA NIÑA parece adormecerse.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Manda huevos!

- 34 -
BIGOTITO RECIO: (A ILUMINADA.) Traiga un poco de agua y un paño, por favor.

(Sale ILUMINADA.) Teniente, esta muchacha no tendría que estar aquí. Su sitio

es un hospital y no una cárcel.

TENIENTE MOSTACHO: Ya empezamos. Esto no es una cárcel.

BIGOTITO RECIO: Usted me entiende.

TENIENTE MOSTACHO: Claro. No nos sirve. Es eso. ¿Pero sabe qué? Yo no

puedo conseguirle otra. No es mi culpa. (Al RETRETA) Tú, explícale.

EL RETRETA: Nos las dieron contadas, mi capitán.

TENIENTE MOSTACHO: Eso es. Nos las dieron contadas. ¿Y piensa que fue fácil?

Hemos sudado tinta. ¡No me hable de la carta! Aquí hasta el más tonto hace

relojes. Quiero decir… media Málaga ha tenido opinión en este asunto. Puede

creerme. Hasta la madre de la mujer del secretario del delegado del puto

gobernador civil. Explícale.

EL RETRETA: Ha costado.

TENIENTE MOSTACHO: Muchísimo. Y no entremos a hablar de los curas. Son los

que más han dado por culo. Se pensaban que íbamos, no sé, a montar una

casa de putas o algo así. No les parecía decente. Cincuenta mujeres y tres

hombres. Solos. ¿Pero cómo que solos? ¡Cincuenta mujeres y tres hombres! A

mí eso me parece… una barbaridad de gente, ¿qué quiere que le diga? Pues

nada. Amenazaron con mandar a una monja. ¡Una monja! Para vigilarnos y

ahuyentar al maligno. Figúrese.

BIGOTITO RECIO: ¿Ha terminado?

- 35 -
TENIENTE MOSTACHO: No. Porque después de todas esas luchas, después de

conseguirle sus cincuenta, después de estar esperando una semana a que se

dignase aparecer por aquí, lo primero que hace usted es quejarse hasta del

colchón y desacatarme por todos los lados. Porque piensa que soy un mierda.

¡Y yo no soy un mierda, capitán! Aunque se me haya colado una loca, que ya

ve usted, ¡una entre cincuenta!

BIGOTITO RECIO: ¿Terminó?

TENIENTE MOSTACHO: Todavía no. Espere. (Toma aire.) ¡Arriba España!

EL RETRETA: ¡Arriba!

Silencio.

TENIENTE MOSTACHO: Disculpe, capitán. Gritar me tranquiliza.

BIGOTITO RECIO: Disculpado. Y, ahora, ¿va a decirme cuál es el delito de esta

muchacha?

TENIENTE MOSTACHO: Al parecer, acabó con la vida de un hombre. Un

sacerdote. La encontraron dando vueltas por los alrededores del cementerio,

mal vestida con una sotana, las manos chorreándole sangre. Y antes, por lo

visto…

EL RETRETA: (Tras asomarse a los papeles.) ¡Cago en San Pito Pato!

BIGOTITO RECIO: ¿Qué pone ahí?

EL RETRETA: Que le quemó los huevos. Mire.

- 36 -
Regresa ILUMINADA con una bacina y un paño. La acompaña LA NÚMERO

CINCUENTA.

BIGOTITO RECIO: ¿Usted sabía esto?

ILUMINADA: ¿El qué?

BIGOTITO RECIO: Que esta muchacha mató a un hombre…

EL RETRETA: …y que antes le quemó los huevos.

ILUMINADA: ¿Eso es verdad?

EL RETRETA: ¿Que le quemó los huevos?

TENIENTE MOSTACHO: Al parecer.

EL RETRETA: Lo dice ahí, con todas las letras.

LA NÚMERO CINCUENTA: Será que tienen ustedes las manos limpias.

BIGOTITO RECIO: ¿Perdone?

LA NÚMERO CINCUENTA: Por la carretera de Almería, jugaron con nosotras al

“pim pam pum”. Los suyos mordiéndonos los talones, los italianos tirando

desde el mar. El cielo era cosa de los alemanes.

BIGOTITO RECIO: La guerra es algo atroz, señora.

LA NÚMERO CINCUENTA: Se mata gente, sí, por todas partes.

TENIENTE MOSTACHO: (A ILUMINADA.) ¿Qué hace ella aquí?

- 37 -
ILUMINADA: Me la he encontrado por ahí detrás y… ¿Qué hago con esto?

BIGOTITO RECIO: Traiga, yo me encargo.

El BIGOTITO RECIO toma el balde y refresca la frente de LA NIÑA con el paño

mojado.

BIGOTITO RECIO: (A LA NÚMERO CINCUENTA.) Sepa usted una cosa: el bisturí de

un cirujano es más afilado que el cuchillo del homicida. Curar es siempre herir.

Pero nuestro caudillo se asoma a la nación como yo me asomo a esta

muchacha, con misericordia. España es una mujer estremecida.

Un escalofrío recorre el cuerpo de LA NIÑA.

LA NIÑA: (Medio consciente.) España…

EL RETRETA: ¡Ay, madre! Ya estamos otra vez.

BIGOTITO RECIO: ¡Silencio!

LA NIÑA: (Más despierta.) España…

BIGOTITO RECIO: ¿Sí?

EL RETRETA: Me cago vivo.

LA NIÑA: (Abriendo mucho los ojos.) ¡España es un hospital de moscas!

- 38 -
LA NIÑA vuelve a caer en su letargo. Un disparo seco. ILUMINADA se desploma

sobre las losas del patio.

EL RETRETA: ¡Coño, perdón! Se me ha caído la mierda de… ¡Joder, joder, joder!

TENIENTE MOSTACHO: ¿Te la has cargado?

EL RETRETA: La hostia puta… ¿Se ha muerto la cabrona? Cago en Dios y en la

Virgen santa.

Se asoma el resto de MUJERES a la galería. LA NÚMERO CINCUENTA abraza a LA

NIÑA.

EL RETRETA: ¡No es culpa mía! Si el rifle no se hubiera caído o si usted no me

hubiera dicho nada de la tarada ésta o si la hubiéramos dejado en la Goleta o si

no hubiera dado pista del señorito, ni votado a los comunistas, ni abandonado

El Carpio como yo abandoné Porcuna por mi mala cabeza y… ¡porque era otro

jodido muerto de hambre!

LAS MUJERES: ¡Asesinos! ¡Fascistas!

ILUMINADA: (Moribunda) Hijos de puta.

LA VEINTIOCHO aparece por los arcos del patio.

- 39 -
BIGOTITO RECIO: Éntrense. No quiero a nadie más en este patio, ¿entendido?

LA VEINTIOCHO: ¿Qué le han hecho a mi hija?

BIGOTITO RECIO: No le hemos hecho nada. Su hija está bien.

LA VEINTIOCHO: Pero he escuchado un tiro.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Dentro todo el mundo!

LA VEINTIOCHO corre hacia LA NIÑA. La aprieta en su regazo. Comprueba

nerviosa que no está herida, que sólo duerme. El TENIENTE Se enfrenta a la

mirada de las MUJERES.

EL RETRETA: La he metido hasta el corvejón, ¿verdad, teniente?

TENIENTE MOSTACHO: Esto es para que nos tengan en cuenta, para que sepan

que no nos tiembla el dedo en el gatillo, ¿estamos? Hoy ha caído una. Mañana

pueden caer dos.

EL RETRETA: ¡Ay! Con lo que nos costó reunir cincuenta.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Arriba España!

EL RETRETA: ¡Arriba!

BIGOTITO RECIO se inclina sobre el cuerpo de ILUMINADA para reconocer la

herida.

- 40 -
LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Va a hacer algo?

ILUMINADA: Miedo me dais… cabrones.

BIGOTITO RECIO: Acérqueme ese balde. Hay que limpiar la herida.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Podrá salvarla?

BIGOTITO RECIO: No me mire con esos ojos. Yo no soy ningún asesino. (Al

RETRETA) ¡Acérqueme su rifle!

EL RETRETA: ¿Qué piensa hacerme?

BIGOTITO RECIO: ¡Su rifle, cabo!

EL RETRETA le entrega el rifle. BIGOTITO RECIO dispara sobre ILUMINADA

rematándola.

BIGOTITO RECIO: Teniente, necesitamos con urgencia disponer de material

médico: gasas limpias, un mínimo de instrumental quirúrgico, cloroformo o, en

su defecto, varias botellas de aguardiente. Necesitamos habilitar un pequeño

hospital de campaña por si se produjera… otra emergencia como ésta.

El BIGOTITO RECIO se inclina ahora sobre LA NIÑA. LA VEINTIOCHO se aferra a su

hija.

LA VEINTIOCHO: Es mentira. Lo que sea que digan de ella.

- 41 -
BIGOTITO RECIO: ¿Cuántos años tiene?

LA VEINTIOCHO: Quince para dieciséis. Los cumple en mayo.

BIGOTITO RECIO: ¿Y cómo se llama?

LA VEINTIOCHO: Esperanza.

BIGOTITO RECIO: Esperanza… ¿Puedes oírme? Parece una paloma atrapada en

un pozo.

Silencio. LA NIÑA vuelve a emerger de la seminconsciencia.

LA NIÑA: Madre.

LA VEINTIOCHO: Estoy aquí, mi vida.

LA NIÑA: No dejes que me lleve la monja.

LA VEINTIOCHO: ¿Qué monja?

LA NIÑA: La que avanza por el callejón. La que espanta a los perros. La que

trae en sus manos la corona y el velo. Pero el velo es una mortaja y la corona

tiene forma de cruz. ¿Oís sus pasos? Va dejando en el aire un aroma a

oleandro y crisantemos. Tengo miedo.

Se escuchan tres aldabonazos fuertes.

TENIENTE MOSTACHO: Su puta madre… ¿Y ahora qué?

- 42 -
EL RETRETA: ¿Eso ha sido en la puerta?

BIGOTITO RECIO: Vaya a mirar.

Silencio. Nadie se mueve.

LA NIÑA: Madre, yo no quiero ser madre. Dígaselo a la monja, que no quiero ser

madre. Yo me iré de este mundo con todas las semillas intactas. Seré como la

fruta que cae sobre un barranco. Me pudriré en silencio y para nadie. Este

hospital de moscas, este huerto de esquirlas que es España, no merece vivir.

Debería extinguirse como todas las cosas que están malditas.

LA VEINTIOCHO: ¿Por qué habla así? ¿Qué le pasa?

BIGOTITO RECIO: No lo sé. Al parecer, es bastante habitual que se den casos de

clarividencia en epilépticas y esquizoides.

De nuevo los tres aldabonazos. Nadie se mueve.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Manda huevos! ¡Ya iré yo!

Sale el TENIENTE. LA NÚMERO CINCUENTA se acerca a LA NIÑA.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Qué sabes de la guerra?

- 43 -
LA NIÑA: ¿La guerra? Va a acabarse.

LA NÚMERO CINCUENTA: Sí, pero… ¿cuándo?

LA NIÑA: Pronto. Después lloverá mucha cal. Sobre las casas y sobre las

cunetas.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Y quién ganará?

LA NIÑA: No lo sé. Acaba de entrar por la puerta. ¡Madre!

LA NIÑA se pone rígida y pierde todo el color. Vuelve el TENIENTE.

BIGOTITO RECIO: ¿Era una monja?

TENIENTE MOSTACHO: (Sombrío) Es. ¿Le abro? (Mirando el cadáver de

ILUMINADA) Estamos apañaos.

LA NIÑA se orina de miedo. Oscuro muy violento.

III

Unas horas más tarde, el BIGOTITO RECIO y EL RETRETA continúan con las

entrevistas. Es el turno de LA GITANA. Al fondo, LA RUBIA y LA NÚMERO

CINCUENTA esperan a ser llamadas.

- 44 -
LA GITANA: Cristo, de gracia te pido

que vuelvas la cara atrás,

que a los ciegos des la vista

y a las presos libertad.

Tú que penas, tú que lloras

porque sufres la maldad,

te pido para mi gente

pan, trabajo y libertad.

Si atormentado y sin culpa

te llevaron a la cruz

lo mismo que el señorito

al jornalero andaluz,

te advierto que si algún día

vuelves te van a dar muerte

los mismos hijos de puta

que dicen hoy defenderte.

Con una reverencia, LA GITANA pone punto y final a su saeta.

BIGOTITO RECIO: ¿Cuál era la condena de ésta?

- 45 -
EL RETRETA: Doce años y medio.

BIGOTITO RECIO: ¿El delito?

EL RETRETA: Haberle frito un par de huevos a dos soldados de la República.

BIGOTITO RECIO: Pero hombre… ¿cómo va a ser eso?

EL RETRETA: Eso es lo que pone aquí.

BIGOTITO RECIO: (Lo comprueba.) Sí, eso pone. Pero ya serían más que dos

huevos.

LA GITANA: También llevaban su poco de chorizo, mi capitán.

EL RETRETA: Apuntado. ¡Auxilio al enemigo rojo!

BIGOTITO RECIO: Dígale a la otra que se acerque.

LA GITANA: ¡Rubia!

LA RUBIA: Buenas tardes.

BIGOTITO RECIO: Buenas tardes. ¿La condena de ésta?

EL RETRETA: Aquí no pone nada.

LA RUBIA: ¿Seguro?

BIGOTITO RECIO: Ya estamos.

LA RUBIA: Vinieron a por mi padre, mi capitán, pero mi padre no estaba en la

casa. Y preguntaron entonces por mi hermano, mi capitán, pero tampoco

estaba en la casa.

BIGOTITO RECIO: Algo debió de hacer. Esto no tiene ningún sentido. ¿Dónde

están las milicianas, las guerrilleras, las Luisas Michel de la República?

- 46 -
EL RETRETA: De eso, muy poco, mi capitán. Aquí mayormente tenemos…

BIGOTITO RECIO: Sí, sí... Hermanas, madres, hijas, esposas…

EL RETRETA: Y tres putas.

BIGOTITO RECIO: Y tres putas.

EL RETRETA: Cinco cosas que la República quiso prohibir pero, mire por donde,

no pudo.

Entra en el patio SOR ERMITAS, seguida del TENIENTE MOSTACHO.

BIGOTITO RECIO: Espero que haya encontrado todo a su gusto.

SOR ERMITAS: (Al TENIENTE MOSTACHO.) ¿Este es el capitán?

BIGOTITO RECIO: ¿En qué puedo ayudarla?

SOR ERMITAS: En el obispado me hablaron de un informe. ¿Son esos papeles?

Gracias.

BIGOTITO RECIO: De nada. Carecen de interés al margen del trabajo. Nuestro

trabajo.

SOR ERMITAS: Sí. (Leyendo.) “La mujer roja, como la mujer en general, tiene

rasgos físicos y píquicos…”

BIGOTITO RECIO: …psíquicos…

SOR ERMITAS: Píquicos.

BIGOTITO RECIO: Disculpe, es que la ese también se lee.

- 47 -
SOR ERMITAS: Acabáramos. Esto son letras extranjeras.

BIGOTITO RECIO: Más o menos.

SOR ERMITAS: “…rasgos físicos y lo-que-sea de extraordinaria inferioridad en

relación al hombre. El marxismo y la revolución, unidos a la mujer, deben ser

tratados médicamente”.

BIGOTITO RECIO: Eso es.

SOR ERMITAS: ¿Y piensan curarlas? ¿A todas? ¿Y cómo?

BIGOTITO RECIO: Identificando las causas de la enfermedad. Algunos de sus

crímenes podrían explicarse desde la influencia ambiental. Otros desde una

personalidad antisocial pero modificable. Finalmente, no lo podemos descartar,

estarían las libertarias congénitas, de condiciones biopsíquicas arraigadas a su

constitución.

SOR ERMITAS: Pues sí que se complican ustedes. Total, es lo de siempre: están

las buenas, las remediables y las echadas a perder. La cosa es cómo

distinguirlas.

BIGOTITO RECIO: Nos basamos en el modelo de Kretschmer con sus tipos

pícnico, asténico, atlético y displásico.

SOR ERMITAS: Ya, ya...

BIGOTITO RECIO: El pícnico, por ejemplo, con la estatura media, el tórax

abombado, el hombro redondo, el cuello corto y con tendencia a la obesidad,

deriva hacia la ciclotimia y la psicosis maniaco depresiva, mientras que el

asténico es delgado y de rostro afilado, denotando falta de sociabilidad,

extravagancia y frialdad. El atlético tiende a ser violento y el displásico… raro.

- 48 -
SOR ERMITAS: Vamos, que la cara es el espejo del alma. Esto, en Mondoñedo,

lo sabemos de toda la vida. Mire usted, entre lo poco que he visto y lo mucho

que me ha contado, estamos listas para hacernos cargo.

BIGOTITO RECIO: ¿Hacerse cargo de qué?

SOR ERMITAS: Pueden ir levantando el campamento.

BIGOTITO RECIO: Tengo una carta del caudillo.

SOR ERMITAS: (Sacándose del hábito una misiva.) Y yo cinco de doña Carmen

Polo.

BIGOTITO RECIO: Entiéndalo, debo terminar mi trabajo.

SOR ERMITAS: (Dándole la carta.) ¿Su trabajo? Tú, la más negrilla.

LA GITANA: ¿Me dice a mí?

SOR ERMITAS: Vamos con los Diez Mandamientos. ¿Amarás a Dios sobre todas

las cosas?

LA GITANA: Olé.

SOR ERMITAS: ¿Eso es que sí? Pues seguimos. No tomarás el nombre de Dios

en vano.

LA GITANA: Se lo juro por lo más grande.

SOR ERMITAS: Santificarás las fiestas.

LA GITANA: ¡Digo!

SOR ERMITAS: Honrarás a tu padre y a tu madre.

LA GITANA: ¡Siempre!

- 49 -
SOR ERMITAS: No matarás.

LA GITANA: ¡Jamás!

SOR ERMITAS: No fornicarás.

LA GITANA: ¿Perdón?

SOR ERMITAS: Que no cometerás actos impuros.

LA GITANA: ¿Impu… qué?

EL RETRETA: Que no saludarás al pelao.

Silencio. El BIGOTITO RECIO ha leído la carta con evidente preocupación.

SOR ERMITAS: ¡Salvable pero con reparos! Vuelve con las otras. ¡Y tú!

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Yo?

SOR ERMITAS: Acércate. ¿Amas a Dios sobre todas las cosas?

LA NÚMERO CINCUENTA: Amo al prójimo como a mí misma.

SOR MARÍA: ¿Pero crees en Dios?

LA NÚMERO CINCUENTA: Creo en la dictadura del proletariado.

SOR ERMITAS: Un ejemplo clarísimo de echada a perder. (Al BIGOTITO RECIO.)

¿Ve cómo no merece la pena complicarse? Sólo hay que repasar con ellas el

catecismo y salta a la vista quién es quién. Después, con las buenas y las

remediables, se forman dos grupos. Las primeras tendrán el honor de redimirse

en la procesión de Jesús el Rico. Las segundas, el de ir tras el Cristo de la

- 50 -
Buena Muerte, entre los legionarios y la cabra. ¿A qué más líos? A España la

religión le viene de perlas. Usted me dirá que los problemas del país son el

socialismo, el comunismo y no sé qué más. Pero a mí no me cabe duda: el

peligro es la sangre mora y judía que corre por las venas de muchas. Mire

usted, hay una cosa en la que todavía no echamos cuentas: ¿Qué hacemos

con sus hijos? ¿Hay alguna preñada?

BIGOTITO RECIO: ¿Preñada?

SOR ERMITAS: Sí, preñada o recién parida.

BIGOTITO RECIO: No, que yo sepa. ¿Por qué lo pregunta?

SOR ERMITAS: Mire usted, a mí esto se me reveló delante de los fogones, una

tarde inspiradísima, que a poco y le explico a San Agustín el misterio de la

Trinidad. Estaba yo cascando huevos, apartando las claras de las yemas… y

usted sabrá, o no porque es un hombre, que tal fin se logra trasvasando la

sustancia de una cáscara a otra. ¿Me está escuchando?

BIGOTITO RECIO: Sí, sí.

SOR ERMITAS: Pues me dio por pensar que, de la misma manera que las babas

iban cayendo al plato separadas del verdadero alimento, la mancha en el alma

del español mestizo se iría desprendiendo del cuerpo, generación tras

generación, si bailamos un poco con las cunas, ¿me entiende?

BIGOTITO RECIO: ¿Una diálisis… social?

SOR ERMITAS: Yo no sé lo que es eso pero… ¿podría conseguirme alguna

virgen? Tendría que ser, como poco, de las remediables y, lógicamente, algo

- 51 -
tendríamos ganado si el padre fuera trigo limpio. De Acción Católica o de

Falange.

BIGOTITO RECIO: ¡Es usted la Gregor Mendel de Mondoñedo!

SOR ERMITAS: No tengo el gusto. Sólo quiero servir a mi nación. Usted pretende

curar a cincuenta mujeres pero yo, esclava del Señor, me dispongo a salvar a

España. La vitalidad de las clases humildes puede robustecer a las clases

altas. El polvo se vuelve porcelana en manos expertas, ¿no cree? Pero hace

falta polvo, claro. (Por LA GITANA) ¿Puedo valerme de esta negriña? Gracias. (A

LA RUBIA.) Y tú, hija mía, di a las otras que se vengan al patio y me esperen

aquí. Si es la voluntad del Señor, alguna de vosotras seguirá siendo virgen, que

haberlas haylas, ¿no? Y ahora marcho que tengo que marchar. ¡Arriba España!

Salen SOR ERMITAS, LA RUBIA y LA GITANA.

TENIENTE MOSTACHO: ¿Qué pone en esa carta, capitán?

BIGOTITO RECIO: Regresamos a La Goleta.

EL RETRETA: ¿A la Goleta? ¿Y cómo?

BIGOTITO RECIO: Cuanto antes.

TENIENTE MOSTACHO: ¿Y quiénes?

BIGOTITO RECIO: Todos.

TENIENTE MOSTACHO: ¿Las mujeres también?

- 52 -
BIGOTITO RECIO: Orden de Burgos. Se ha denegado la amnistía. Hay que formar

a las mujeres y vaciar el convento. Se esperan noticias inminentes. Algo

importante.

TENIENTE MOSTACHO: ¿La paz?

BIGOTITO RECIO: Es posible.

EL RETRETA: Hay que hacer algo con el cadáver de la otra, ¿no creen? Se me

ocurre que podríamos tirarlo desde la galería, que parezca un suicidio. O

colgarlo de una viga, en los desvanes, que parezca un suicidio.

El BIGOTITO RECIO arruga la carta y se encara a LA NÚMERO CINCUENTA.

BIGOTITO RECIO: (A LA NÚMERO CINCUENTA.) ¿Se puede saber por qué ha dicho

lo que ha dicho? No me ponga esa cara. Aunque le parezca mentira,

represento al siglo que inventó el automóvil. ¡Quiero ser su aliado! ¿En qué

estaba pensando?

LA NÚMERO CINCUENTA: No todo está perdido.

BIGOTITO RECIO: ¿Eso cree?

LA NÚMERO CINCUENTA: Si este país resiste hasta que Europa se despierte,

hasta que el mundo entero plante cara al fascismo… Alguien tiene que

encender una luz y llamar barbarie a la barbarie.

BIGOTITO RECIO: ¡Entérese! Hay orden de que regresen a La Goleta. Vuelven a

la prisión. Dígame si ha entendido…

- 53 -
LA NÚMERO CINCUENTA: ¡Sí, lo he entendido!

BIGOTITO RECIO: ¡Pues yo quiero ayudarlas!

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Y por qué? ¿Por qué quiere ayudarnos? ¿Porque

piensa que estamos enfermas? ¡Olvídelo! Prefiero que me tengan miedo por

otros motivos.

EL TENIENTE MOSTACHO, con un gesto, pide al RETRETA que le ayude con el

cadáver de ILUMINADA, envuelto en mantas y oculto, hasta este momento,

debajo de la mesa.

LA NÚMERO CINCUENTA: Conozco a la gente como usted. Vengo de una ciudad

llena de gente como usted. No se parece en nada a ésta. Si se sube al tejado

del convento, igual la puede ver. Hace falta guiñar un poco el ojo, levantar la

barbilla y pasar por alto las casuchas y los patios de corral. No son parte de

ella. Esa ciudad, la mía, se recoge la falda por encima de los barrios de los

pescadores. No quiere mancharse con la vida. No sé usted, pero los habitantes

de mi ciudad tienen muy claro que la vida mancha. Caminan de puntillas por las

calles del centro y, sin embargo, se descalzan sin problemas en el campo de

tiro, arriesgándose a pisar la mierda de los perros del rey. Vengo de una ciudad

a la que nunca pertenecí porque de niña me gustaba sentir el calor de las

piedras bajo mis pies. Pero tampoco soy parte de la otra. Un domingo de cada

tres, con mi madre y mis primas, sacábamos a pasear la caridad como quien

saca una momia al balcón, para que no se pudra del todo. Acudíamos a un

colegio de la barriada y llevábamos flores y velas para decorar la capilla. Antes

- 54 -
de despedirnos de las monjas, entrábamos a saludar a los huérfanos.

Teníamos que mirarlos desde cierta distancia, en silencio, como se mira una

estampita, para comprender que la vida, en realidad, es esa cosa asquerosa e

injusta ante la que debemos protegernos, llegado el caso, con uñas y con

dientes.

EL RETRETA y el TENIENTE arrastran el cadáver de ILUMINADA hasta fuera del

patio.

LA NÚMERO CINCUENTA: Me casé, por supuesto, con un hombre para el que el

amor era poco más que un entretenimiento. No le quise pero le fui fiel y tuve

mis propios criados. Un buen día, caminando por la galería del primer piso, con

las zapatillas en la mano, decidí acercarme hasta la puerta del jardín y salir a la

calle y torcer una esquina. Y di un paso y luego otro y otro hasta que mi ciudad

se desmoronó a mis espaldas como un castillo de naipes. Tres días más tarde,

me encontraba en Madrid. Quería empezar una nueva vida y tenía la sensación

de que España se encontraba en un momento parecido.

La luz cambia. Se escuchan ruidos de tráfico y gentío. Surgen del recuerdo

siluetas y voces del pasado.

UNA MILITANTE: Así habla el compañero Trotsky: “La monarquía ha perdido el

poder, pero espera reconquistarlo. Las clases poseedoras están todavía firmes

- 55 -
en sus estribos. El bloque de republicanos y socialistas se ha colocado en el

terreno del cambio para evitar que las masas tomen el camino de la revolución

socialista. ¡Desconfiad de las palabras! ¡Actuar es lo que hace falta! ¡Para

comenzar: detención de los sostenedores del antiguo régimen, confiscación de

los bienes de la dinastía! ¡Armamento para los obreros!”

LA NÚMERO CINCUENTA: Madrid era, más que nunca, una villa y corte de los

milagros. En cualquier rincón, subidos a una caja de madera, los golfillos

cambiaban reales por republicanos, granaderas por riegos, bourbon por

Valdepeñas. ¡Menudo carnaval! Monárquicos, carlistas, católicos, falangistas,

nacionalistas, regionalistas, socialistas, comunistas y anarcosindicalistas. ¿De

lo que menos había? Republicanos, la verdad. O esa era mi sensación cuando

escuchaba a los unos y a los otros en la Granja del Henar, en el Varela, en el

Lyon, en el Central, el Recoletos o el Bakanik. Recorrí todas las tertulias y en

todos los espejos me miré para comprobar qué quedaba de la niña del Miramar

que alguna vez fui.

Es el turno de una atildada ARISTÓCRATA.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Madre?

ARISTÓCRATA: ¿Republicana de qué? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con

quién? ¿Te has vuelto loca?

LA NÚMERO CINCUENTA: Republicana, sí.

ARISTÓCRATA: Yo no te he educado para esto.

- 56 -
LA NÚMERO CINCUENTA: Lo sé, pero… si ser republicana es querer que cambien

las cosas, si es poder levantar la voz, si es reclamar justicia, entonces de la

CNT, ahora, para acabar con usted y sin usted, ¿lo entiende?

ARISTÓCRATA: ¡Vuelve a Málaga!

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Pero cómo volver? Me había acostumbrado al calor

eléctrico de las asambleas.

Es el turno de CLARA CAMPOAMOR.

CLARA CAMPOAMOR: Si el futuro conduce al triunfo de las fuerzas

gubernamentales, este triunfo no llevará a un régimen democrático, pues los

republicanos ya no cuentan entre las fuerzas gubernamentales.

LA NÚMERO CINCUENTA: Señora Campoamor…

CLARA CAMPOAMOR: El triunfo de estas fuerzas sería el de las masas proletarias

y, debido a su división, nuevas luchas decidirían la hegemonía entre

socialistas, comunistas y anarcosindicalistas.

LA NÚMERO CINCUENTA: El resultado no puede ser más que una dictadura del

proletariado…

CLARA CAMPOAMOR: …en detrimento de una república democrática.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Y si triunfan las derechas?

- 57 -
CLARA CAMPOAMOR: Estas deberán instaurar un régimen que también trunque

sus luchas intestinas. Ese régimen, suficientemente fuerte como para

imponerse a todos, no puede ser más que una dictadura militar.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Y qué hacer?

CLARA CAMPOAMOR: ¡Vuelva a Málaga!

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Volver? El que intenta sortear el bien y el mal siempre

acaba en el lado equivocado. Hay que preguntarse por las causas y las

consecuencias de casi todo. Hay que preguntarse por el bien último y por el

mal último. Hay que posicionarse. Pero yo volví a Málaga.

Ahora es el turno de una VERDULERA.

LA NÚMERO CINCUENTA: A la estación polvorienta y al Perchel miserable, los

corrillos de hombres en torno a una farola que no puede dar sombra. Miseria, al

fin y al cabo, pero diferente a la de Madrid. Más rencorosa, diría yo, o asustada,

no sé. ¿Qué está pasando?

VERDULERA: Esos hijos de puta están teniendo de lo suyo. La Guardia de Asalto

ha parado los pies a los fascistas.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Cómo dice?

VERDULERA: Les han dado para el pelo y ahí los tienen, en la Aduana, a ver

cuándo les ponen tiesos. ¡Qué ganas de prenderle fuego al Limonar!

- 58 -
LA NÚMERO CINCUENTA: No hubo un coche que quisiera parar en el centro y, sin

embargo, a pie, las calles se veían tranquilas. Los niños con sus madres, las

floristas recogiendo sus cestos…. Era el dieciocho de julio de mil novecientos

treinta y seis. La vida se aferraba a la vida antes de echarse a rodar por las

escaleras. Y mi ciudad, al otro lado del Gibralfaro, merendaba su miedo…

Es el turno, de nuevo, de la ARISTÓCRATA.

LA NÚMERO CINCUENTA: ...al fondo de calles empinadas, donde las casas tienen

nombre de señora mayor.

ARISTÓCRATA: Apártate de la ventana, ¿quieres?

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Dónde está papá?

ARISTÓCRATA: Ha ido a ver si nos esconden en algún consulado. ¿Escuchas el

rumor? Vienen con palos y cuchillos desde la Victoria, por el Camino Nuevo, o

desde los Martiricos y la Trinidad, atravesando los jardines de la Puerta

Oscura. Me han contado que, cargados con latas y bidones, han tomado por

asalto la gasolinera de la plaza de toros.

Se escuchan lejanas detonaciones.

LA NÚMERO CINCUENTA: Málaga en llamas. El resplandor del fuego en las

paredes. Las columnas de humo descargándose contra un cielo de plomo. El

- 59 -
terror o la esperanza, según se mire y a quien se mire, bajo la lluvia de cenizas.

El olor del petróleo. Y, a la mañana siguiente, un graznido de gaviotas y

cuerpos abandonados en la playa, como esos manchones de algas donde se

esconden los cangrejos.

Se adelanta otra mujer, caracterizada como LÍDER SINDICALISTA.

LÍDER SINDICALISTA: Camaradas, las fuerzas leales al régimen han restituido la

libertad en pocas horas y han aplastado a la miserable clase reaccionaria.

Trabajadores de Málaga, ¡habrá trabajo! ¡No quedará un hogar sin pan ni un

cuerpo sin techo! ¡Salud! ¡Viva la unificación de los trabajadores!

Se imponen ahora lejanos ecos de cantos republicanos.

LA NÚMERO CINCUENTA: Como un faquir, Málaga se puso de pie sobre una cama

de sangre, de ascuas y cristales. ¡El milagro del pueblo! Las fábricas abiertas y

en marcha. El futuro pisando los talones al pasado. Y ni una sola telera, ni un

melón, donde faltaran las iniciales de la UGT, la CNT o la FAI. Bajo el cielo azul

de Málaga, las casas incendiadas, sí, pero también los descampados donde las

milicias entrenan antes de partir para el frente.

Avanza otra mujer caracterizada como QUEIPO DE LLANO. Cantos falangistas.

- 60 -
QUEIPO DE LLANO: Españoles, os habla el teniente general Queipo de Llano. El

ejército nacional, con su movimiento arrollador y victorioso, ha de acabar en

breve con el anarquismo, el marxismo y todas esas doctrinas criminales

asentadas en los campos de Andalucía. Morón, Utrera, Puente Genil, Castro

del Río… id preparando sepulturas. ¡Canalla roja de Málaga! Esperad a que

llegue allí dentro de diez días. Me sentaré en un café de la calle Larios,

bebiendo cerveza, y, por cada sorbo mío, caeréis diez.

Se imponen las sirenas antiaéreas. Corrillo de señoras en un refugio.

LA SEÑORA ALTA: Esto se veía venir.

LA SEÑORA MEDIANA: Cuando el delito de unos es tener y el de los otros no

tener…

LA SEÑORA BAJA: …las cosas siempre acaban a tiros.

LA SEÑORA ALTA: A mi sobrino lo mataron los rojos por guardar cien duros.

LA SEÑORA MEDIANA: A mi vecina se la llevaron por proteger a dos monjas.

LA SEÑORA BAJA: A mi marido… Mi marido era una buena persona.

LA SEÑORA MEDIANA: Y yo no sé qué me da más miedo. Si las bombas…

LA SEÑORA ALTA: …o lo que viene después de las bombas.

- 61 -
Estallido cercano. De nuevo, la ARISTÓCRATA.

LA NÚMERO CINCUENTA: Hay que salir de aquí. Los fascistas están a las puertas.

ARISTÓCRATA: Yo no me muevo de mi casa. Nosotras somos gente de bien.

LA NÚMERO CINCUENTA: Va a ser una masacre, madre.

LA SEÑORA ALTA: Tiene razón. Los moros van a entrar a cuchillo, sin

miramientos.

LA SEÑORA MEDIANA: Y es lo que nos faltaba.

LA SEÑORA BAJA: Cuando no es por los unos, es por los otros.

LA SEÑORA ALTA: Y cuando no es por los otros, es por los unos.

ARISTÓCRATA: ¿Y a dónde vamos a ir, hija?

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿A dónde? Donde todos, madre. Para Almería. (Pausa.)

Y eso hicimos. El siete de febrero del treinta y siete, mi madre y yo y más de

media Málaga nos echamos a andar por la carretera.

Las SEÑORAS y la ARISTÓCRATA se convierten en una comitiva de fugitivas.

LA SEÑORA ALTA: ¿Qué te llevas, vecina, para Almería?

LA SEÑORA MEDIANA: Una colcha de lana y una fatiga

de puerta mal cerrada,

- 62 -
de casa umbría.

LA SEÑORA BAJA: Yo un pellejo con agua y otro con vino

para templar el miedo

y matar el frío.

LA SEÑORA ALTA: Yo estos zapatos viejos y una arpillera

que me sirve de capa

y también de estera.

LAS TRES SEÑORAS: La colcha es de mi cama,

la fatiga es de dama,

el agua de la fuente

el vino del corriente,

los zapatos de invierno

y esta arpillera

me la ha prestado el yerno

de mi portera.

LA NÚMERO CINCUENTA: Casi todo lo perdimos por el camino. No habíamos

llegado ni a Nerja cuando empezaron a dispararnos desde los aviones. La

gente se echaba a los montes, a las cunetas o se escondía debajo de los

puentes. “Tocarse el cuerpo”, gritaban los hombres después de las batidas,

porque las heridas de metralla no se notan en un principio. Y luego estaban los

- 63 -
cañones de los buques de guerra y la infantería que nos pisaba los talones.

¡Cuánto dolor y cuánta muerte! ¡Qué falta de piedad! Aquello era una cacería.

¡Madre, madre!

Se acerca otra FUGITIVA, santiguándose.

FUGITIVA: No mires. Date la vuelta y echa a andar. ¡Regresa a Málaga!

Nosotros vamos a desandar los pasos. Si te cruzas con un camión, levanta el

brazo y grita “Arriba, España”, ¿entiendes? Los nuestros nos han dado por

perdidos.

Silencio.

LA NÚMERO CINCUENTA: Y así fue que regresé a Málaga por segunda vez. Y

recuerdo que era un día muy luminoso y que hacía calor y que los soldados se

bebían su vino y se fumaban su tabaco a la puerta de las tabernas. Y que otro

hombre, sombrío, emborronaba con una brocha la pintada de una pared. Y que

algunas muchachas se asomaban para ver pasar las cuerdas de presos. Y

también recuerdo que pensé, mirándome los pies ensangrentados, que igual no

todo estaba perdido.

- 64 -
Fin de la ensoñación. Asoma a la galería LA RUBIA. A las mujeres, ya presentes

en el patio, se suman, además, LA NIÑA y LA VEINTIOCHO. Regresa SOR

ERMITAS, para pasar revista.

LA RUBIA: ¡Ir formando una fila! A ver… La Bienmesabe, la Tarajana, la

Tejeringa, la Tinajera, la Chocolata, la Caragata, la Culinquieta, la

Diosmeguarde, la Raboardiendo, la Boquetilla, la Celestona, la Alpechinera…

SOR ERMITAS: Silentium! ¿Qué tenemos por aquí?

SOR ERMITAS se detiene ante LA NIÑA, que corre a esconderse entre las demás.

SOR ERMITAS: ¡Sujetarla, por Dios! ¿Cómo se llama esta criatura?

LA VEINTIOCHO: Esperanza. Perdón.

SOR ERMITAS: ¿No tienes boca, hija?

LA VEINTIOCHO: Responde a la señora, haz el favor.

SOR ERMITAS: ¿Eres la madre?

LA VEINTIOCHO: Sí, señora. La niña está bautizada, ¿sabe usted?, en Los

Mártires. Y es camarera de la Virgen del Amor.

SOR ERMITAS: Déjame que te palpe. No tienes por qué tenerme miedo. Sólo

quiero verte de cerca, hija. De cinturiña no vas mal. Y esas tetiñas de

pasiega… Fíjese, capitán. Su piel es la mismísima nieve de Covadonga. ¡Y

- 65 -
estas dos columnas de Hércules! ¡Y este campo de Salamanca! Aquí nadie

enterró su simiente… aún. Porque está entera, ¿no?

LA VEINTIOCHO: Es un ángel, créame, una sábana puesta al sol.

SOR ERMITAS: ¿Eso qué significa, que está entera?

BIGOTITO RECIO: ¡Hermana!

SOR ERMITAS: ¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo!

BIGOTITO RECIO: Lo lamento muchísimo pero esta muchacha no le vale.

SOR ERMITAS: ¿Cómo que no me vale? ¡Es virgen!

BIGOTITO RECIO: ¡Está enferma!

SOR ERMITAS: ¿Enferma?

BIGOTITO RECIO: Sí. Mató a un cura.

SOR ERMITAS: ¿Eso es verdad?

BIGOTITO RECIO: Lo pone en los informes.

LA VEINTIOCHO: No le haga caso, señora.

BIGOTITO RECIO: ¡Cállese!

LA VEINTIOCHO: Mi niña es incapaz de barrer una pelusa.

BIGOTITO RECIO: ¡Métase dentro!

Aparece en el patio el TENIENTE MOSTACHO.

- 66 -
TENIENTE MOSTACHO: ¡Capitán!

BIGOTITO RECIO: ¡Teniente! Llévese de aquí a esta mujer. Y usted, hermana…

TENIENTE MOSTACHO: ¿Puedo robarle un minutito?

BIGOTITO RECIO: ¿Qué ocurre?

TENIENTE MOSTACHO: El otro asunto que nos ocupa, capitán. Lo otro. Niquelao.

(Inicia el mutis pero se vuelve hacia SOR ERMITAS, que le mira con inquietante

interés.) ¿Y usted qué mira?

SOR ERMITAS: Nada, nada… Ese mentón.

TENIENTE MOSTACHO: ¿Mi mentón?

SOR ERMITAS: ¿Algún antecedente de hemofilia?

TENIENTE MOSTACHO: ¡Un momento!

SOR ERMITAS: Tranquilo. Con ese culillo resbalado que me tiene y ese relajo en

las muñecas… ¡Descartado! Este cuerpo bendito se merece que le acierten de

una y no que lo anden escupiendo hasta dejarlo hecho un bebedero de patos.

Puede marchar, teniente.

BIGOTITO RECIO: Ya ha escuchado a la monja. Márchense. Pero los dos. ¡Ar!

El TENIENTE MOSTACHO sale tirando de LA VEINTIOCHO. LA NIÑA se inquieta aún

más.

- 67 -
SOR ERMITAS: No te asustes, mujer. Ya verás qué bonito. Sacrificarse por la

raza. Qué palabra, ¿verdad? “Raza”. Es como “casta” o como “patria” o como

“santa”. Se te llena la boca. “España”. Creo que es por las aes, capitán.

EL RETRETA se asoma en estos momentos a la baranda de la galería. Empuja,

como puede, el cuerpo de ILUMINADA.

SOR ERMITAS: Tú no tiembles, hija mía. Vamos a dar con un macho que te

embarace con la mirada. Un Sansón con todos los pelos en su sitio.

Cae la muerta sobre el patio, a escasos metros del BIGOTITO.

EL RETRETA: ¡Que se ha tirado! ¡Por Dios, que se ha tirado!

SOR ERMITAS no repara en el cadáver. Levanta la mirada y descubre al

RETRETA,

SOR ERMITAS: (Victoriosa, radiante.) ¡Tú!

La imagen se congela. Oscuro lento.

- 68 -
IV

Cae la tarde. Desperdigados por aquí y por allá, los restos de la ruina del

convento: viejos hábitos hechos jirones, reclinatorios y sillas polvorientos,

palmatorias, misales, imágenes carbonizadas. Entran cuatro MUJERES. Portan

sobre sus hombros un arcón enorme.

UNA DE LAS MUJERES: ¡Ay, madre, pesa como lo que es!

OTRA DE LAS MUJERES: No te quejes. ¿Dónde la soltamos?

UNA MUJER MÁS: Ahí mismo, ¿no? Delante de las sillas.

Y OTRA MÁS: ¡Pobre Iluminada! ¡Mira que morirse en este momento!

OTRA DE LAS MUJERES: Cuidadito al dejarla ahora, no demos un porrazo.

UNA DE LAS MUJERES: ¡Ay que joderse con la vida!

LAS MUJERES dejan la caja ante unas sillas. Alguna se sienta para recuperar el

aliento.

Y OTRA MÁS: ¿Y si rezamos algo?

UNA DE LAS MUJERES: Yo ya no creo en nada.

OTRA DE LAS MUJERES: Pues yo voy a empezar a creer.

UNA MUJER MÁS: ¡Venga ya!

- 69 -
OTRA DE LAS MUJERES: Que sí, que te lo juro. Voy a empezar a creer en mi

coño.

UNA DE LAS MUJERES: ¡La madre que te parió!

OTRA DE LAS MUJERES: O en el tuyo, que para el caso…

UNA MUJER MÁS: ¡Qué tonta eres!

OTRA DE LAS MUJERES: ¿Tú te lo has visto?

UNA MUJER MÁS: ¿El qué? ¿El coño? ¡Estás como una cabra!

OTRA DE LAS MUJERES: ¿Tú te lo has visto?

UNA MUJER MÁS: No. No me lo he visto.

OTRA DE LAS MUJERES: Pero existe, ¿a que sí?

Y OTRA MÁS: ¡Un respeto!

UNA DE LAS MUJERES: La otra noche se me apareció a mí el mío. Me dijo: “Niña,

¿cuánto hace que no me prendes un buen cirio?”

Y OTRA MÁS: ¡Callarse! Nos va a castigar Dios. Aún más.

OTRA DE LAS MUJERES: Tú lo has dicho. Aún más. ¡Qué hijo de puta!

Entra LA NÚMERO CINCUENTA. Se impone un silencio.

UNA MUJER MÁS: A buenas horas mangas verdes.

UNA DE LAS MUJERES: ¡Dichosos los ojos… camarada! ¡Acércate!

- 70 -
UNA MUJER MÁS: No, por favor, no muevas ni una silla, vayas a herniarte.

OTRA DE LAS MUJERES: Damas y cabelleras… He aquí el vivo retrato de la fe.

Sólo que ella no cree ni en Jesús ni en su coño. Ella cree en don Vladimiro

Lenin. Con un par.

Y OTRA MÁS: No les hagas caso.

OTRA DE LAS MUJERES: ¿Y por qué no? Yo también andaba peleada con el

mundo. Pero se me han caído los palos del sombrajo. A partir de ahora, de

derechas también.

UNA MUJER MÁS: ¡Ole!

OTRA DE LAS MUJERES: Porque me importa todo un coño. El mío. Preguntarme

por la reforma agraria.

UNA DE LAS MUJERES: ¿Qué piensas de la reforma agraria?

OTRA DE LAS MUJERES: Me toca el coño. ¡Tú!

UNA MUJER MÁS: ¿Y del Frente Popular?

OTRA DE LAS MUJERES: Que también me lo quiere tocar.

LA NÚMERO CINCUENTA parece sombría.

Y OTRA MÁS: ¿Qué te pasa?

LA NÚMERO CINCUENTA: Nada.

Y OTRA MÁS: No te creo.

- 71 -
OTRA DE LAS MUJERES: Está mustia porque es lo que tiene ser de izquierdas.

LA NÚMERO CINCUENTA: Y porque la lucha continúa, compañera.

UNA DE LAS MUJERES: ¡Baja la voz!

LA NÚMERO CINCUENTA: Hay que organizarse. Hacer algo.

UNA DE LAS MUJERES: ¿El qué? Yo ya me conozco esa música.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Qué música?

OTRA DE LAS MUJERES: La que dejó pelona a la Jacinta, tuerta a la Emilia y

preñada a la Marifé. Yo he visto y oído demasiadas cosas que son verdad.

Algunas hasta me han pasado por encima.

UNA DE LAS MUJERES: A mí, sin ir más lejos. A mí me desnudaron cinco tíos.

Uno, que iba con alzacuellos, me decía: “Hija, diles todo lo que sepas porque,

si no, te van a matar”. Después, me arrastraron a un somier y me tumbaron

boca arriba y comenzaron a pegarme con unas maromas y con unas porras de

esas que tienen una punta de hierro. Me abrieron viva. Los brazos chorreandito

de sangre porque me los ponía así, por delante, para que no me desollaran los

pechos.

UNA MUJER MÁS: A mí me metieron en una bañera y me enchufaron cables a

las tetas.

Y OTRA MÁS: A mí hasta me untaron gasolina para que el calambrazo fuera

más fuerte.

- 72 -
OTRA DE LAS MUJERES: Pues a mí, después de la paliza, me tuvieron que

arrancar la combinación con pinzas. (A LA NÚMERO CINCUENTA.) ¿Lo ves? Tú

nos hablas de revolución. Yo sólo quiero volver con mi gente… de una pieza.

Y OTRA MÁS: Además, que ya no queda nada. En dos días nos abren la puerta.

Se están dando cuenta de lo que hay. Somos unas benditas.

UNA DE LAS MUJERES: ¡Qué ganas de volver a mi casa! O a lo que quede. Me da

igual. Aunque sean cuatro paredes.

UNA MUJER MÁS: ¡Y qué ganas de feria! Que no digo yo que este año o el que

viene, pero tarde o temprano…

OTRA DE LAS MUJERES: Pues eso. Que no queremos líos.

LA NÚMERO CINCUENTA: Vamos listas.

UNA DE LAS MUJERES: (A UNA MUJER MÁS.) Niña, controla.

OTRA DE LAS MUJERES: Mira, a mí me han cruzado la cara, me han pegado lo

que no estaba escrito. Y todo por los nuestros. ¿Y sabes una cosa? Salgo con

la lección bien aprendida. Porque, en este país, mucha revolución y mucho

puño en alto, pero nos dejan en un cuarto vacío y tarifamos con nuestra propia

sombra.

LA NÚMERO CINCUENTA: No nos abren la puerta de la jaula.

UNA MUJER MÁS: ¿Qué ha dicho ésta?

LA NÚMERO CINCUENTA: Que nos envían a La Goleta otra vez.

Y OTRA MÁS: ¿Eso es verdad?

UNA DE LAS MUJERES: ¿Y tú cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?

- 73 -
LA NÚMERO CINCUENTA: El capitán. Y también la monja.

OTRA DE LAS MUJERES: Eso es mentira. Te lo estás inventando.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Y por qué me lo iba a inventar?

OTRA DE LAS MUJERES: Porque te jode. Te jode que esta gente pueda hacer algo

por nosotras.

UNA MUJER MÁS: ¡Cuidado, que viene!

UNA DE LAS MUJERES abre rápidamente un viejo santoral y, por disimular,

comienza a leerlo en voz alta.

UNA DE LAS MUJERES: “¡Oh, fortísimas y beatísimas mártires llamadas y

escogidas para mayor gloria de nuestro Señor Jesucristo!”

TODAS: ¡Amén!

Entra SOR ERMITAS.

SOR ERMITAS: ¿Visteis al cabo?

UNA MUJER MÁS: No, señora.

SOR ERMITAS: ¿Y ya sacasteis todo lo que hace falta?

Y OTRA MÁS: En eso estamos, pero no encontramos ningún ataúd.

- 74 -
SOR ERMITAS: Nos ha de valer con ese arcón. Este guirigay ya me lo componéis

después del rosario. A esa desgraciada la velamos como mandan los cánones.

¡Vamos, vamos! Aquí sólo hace falta un par de remos para ordenar los bancos.

LAS MUJERES salen. Queda sólo LA NÚMERO CINCUENTA. Entra el BIGOTITO

RECIO.

SOR ERMITAS: ¡Arriba España!

BIGOTITO RECIO: ¡Hermana! ¿Ha caído una bomba?

SOR ERMITAS: Disculpe este desorden. Me parece que lo más prudente es darle

sepultura a la muerta cuanto antes. Celebraremos misa aquí. Hablé con el

teniente. Le pedí que me consiguiera un aparato de radio, ya sabe, para seguir

la ceremonia. Y aquí tengo su informe de vuelta. Me tomé libertades para

corregir alguna cosa. En el apartado de las conclusiones. Lea, lea.

El BIGOTITO RECIO se asoma a los papeles.

BIGOTITO RECIO: “Uno. La mujer española, en la tiranía roja, ha desbordado los

límites de la criminalidad femenina habitual. Dos. Cuando se ha mezclado

activamente en la política, no lo ha hecho arrastrada por sus ideas sino por sus

sentimientos, que alcanzan proporciones inmoderadas o incluso patológicas,

debido a la irritabilidad propia de su personalidad. Tres. El marxismo español

- 75 -
se ha nutrido de las personas menos inteligentes y más incultas de la sociedad

y, por este motivo, incidimos en la necesidad de introducir reformas sociales de

naturaleza educativa”. ¿Y? Esto lo he escrito yo.

SOR ERMITAS: (Con orgullo) Cuatro.

BIGOTITO RECIO: “Aunque son muchas las que rechazan el catolicismo, también

las hay que no y eso despierta…”

SOR ERMITAS: “…alentadoras esperanzas para el porvenir espiritual de la raza”.

¿Qué me dice?

BIGOTITO RECIO: Pues…

SOR ERMITAS: En nada, me desmantelan ustedes el campamento. Es hora de

que estas mujeres vuelvan a La Goleta. No es prudente soltarlas aún. Ya

llegará el momento. Pero primero hay que ganar la guerra y, después,

adecentar un poco el pazo. No se preocupe. Sabrán aprovechar ese tiempo. Y

aprenderán muchísimo de María. Fíjese, una mujer tan poca cosa, ¿verdad?

Pues de no ser por ella, las puertas del cielo seguirían cerradas. Esto es algo

que hay que dejarles claro a éstas. A las mujeres nos toca sacrificarnos…

como María. María prestó su cuerpo a los designios del Señor. Fue madre…

pero de un hijo que no podía ser del todo suyo. ¡María es nuestra esperanza!

BIGOTITO RECIO: Y Esperanza nuestra María… ¿verdad?

SOR ERMITAS: ¿También lo cree? Hay que ponerse a ello, capitán. Sin falta.

Entra EL RETRETA. Silencio. SOR ERMITAS lo observa casi con deleite.

- 76 -
SOR ERMITAS: ¿Dónde estabas?

EL RETRETA: ¿Yo? Buscando una pala. ¿Qué quiere usted de mí? Si es lo que

me calculo, ya le he dicho que no, que eso es pecado. Y, además, esa niña

tiene más peligro que una “mariagarcía”.

SOR ERMITAS: ¿Una qué?

EL RETRETA: Un bicho de esos que es medio “cigarrón” medio “cortagurrinas”,

feo como un dolor, que mata al macho que lo monta.

SOR ERMITAS: ¿Una “barbantesa”?

EL RETRETA: Asesinó a un cura, ¿sabe usted? Y antes le quemó los testículos,

o sea, los huevos. Yo a esa no la toco ni con un palo.

SOR ERMITAS: ¡Pamplinas!

BIGOTITO RECIO: Es lo que pone en el informe.

SOR ERMITAS: También pone que es virgen ¿Dónde irá la fecha que no te ves

con una?

EL RETRETA: Ea, que no.

SOR ERMITAS: El capitán y yo misma estaremos vigilando de cerca, ¿verdad,

capitán?

BIGOTITO RECIO: ¿Perdón?

SOR ERMITAS: ¿Qué necesitas? ¿Qué puede facilitar el milagro de la vida?

¿Una botella de vino?

- 77 -
EL RETRETA: ¡Una armadura!

SOR ERMITAS: ¡Madre de Dios! En Mondoñedo nos basta con que haga frío. En

fin, no discutamos. Ve a buscar esa pala que dices, pero no te distraigas. Yo te

voy a traer a la novia. Vamos… ¡corre! ¡Date prisa!

Sale EL RETRETA, no muy convencido.

SOR ERMITAS: Las cosas se nos están dando de cara, capitán. Primero,

enterraremos a esa pecadora y, después… después celebraremos la vida en

este lugar tocado por la muerte. (A LA NÚMERO CINCUENTA.) ¡Arréglame los

bancos!

Sale SOR ERMITAS. LA NÚMERO CINCUENTA parece perdida en medio de un

cementerio de sillas por colocar. Silencio.

BIGOTITO RECIO: Déjeme que le ayude.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Con los bancos? Acérqueme esa silla.

BIGOTITO RECIO: ¡Siéntese! Dígame a quién tengo que dirigirme.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Para qué?

BIGOTITO RECIO: Usted no es como las otras. Salta a la vista. Bastaría con

poner un nombre encima de la mesa y… repasar después el cuestionario. ¡No

se levante! Insisto. Yo podría decirle qué debe responder. Veamos… ¿Posición


- 78 -
económica? Muy buena, claro. ¿Antecedentes revolucionarios? Ninguno.

¿Religiosidad? Piadosa. ¿Formación política? Cero. ¿Reniega de sus

anteriores ideas? ¡Sí! ¿Qué opina de la España Nacional? ¡Lo mejor! ¿Y del

socialismo o del comunismo?

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Que son detestables?

BIGOTITO RECIO: No todo está perdido, ¿se da cuenta?

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Por qué hace esto? ¿Todavía piensa curarme?

BIGOTITO RECIO: ¿Cómo dice?

LA NÚMERO CINCUENTA: Si puede hacerlo, se lo pido con toda mi alma. Cambie

aquello que no funciona en mí. Conviértame en aquello que, según usted,

debería ser y no soy. Me pongo de rodillas si hace falta. ¿De verdad cree que

puede curarme? ¡Pues cúreme!

BIGOTITO RECIO: ¡Levántese ahora mismo!

LA NÚMERO CINCUENTA: ¡Cúreme!

BIGOTITO RECIO: ¿Se ha vuelto loca?

EL BIGOTITO RECIO obliga a LA NÚMERO CINCUENTA a ponerse de pie. Por un

instante, la sostiene bien fuerte entre los brazos.

LA NÚMERO CINCUENTA: Tal vez. Porque lo veo todo demasiado claro. Y me

siento sola. (Liberándose) Y no puedo rendirme.

- 79 -
Bigotito Recio: Yo tampoco. Pero quiero ayudarla. Y precisamente por eso.

Usted es una mujer con principios.

LA NÚMERO CINCUENTA: Y usted un hombre con finales.

BIGOTITO RECIO: ¿Qué dice?

LA NÚMERO CINCUENTA: Yo quisiera creer en usted. Hace falta creer en las

personas. Porque no todo está perdido. Se puede vencer por fuera pero

también se puede vencer por dentro. Ahí es donde está la trinchera.

BIGOTITO RECIO: No sé de qué me habla.

LA NÚMERO CINCUENTA: Una línea del frente nos parte en dos. También a usted,

capitán. Porque de un lado veo al militar, con su rifle y con sus galones, pero

del otro veo al médico, al hombre de bien. No se confunda. Cuando dice que

estamos locas, que nos puede curar, está disparando contra usted. Pero igual

no es demasiado tarde. Esa guerra la podemos ganar. Y por eso nos tienen

tanto miedo. Y por eso quieren convertir España en un manicomio o en un

convento… o en una cárcel. ¿Se da cuenta?

BIGOTITO RECIO: Ustedes lo harían de otra forma, ¿verdad?

LA NÚMERO CINCUENTA: Van a convertir España en una cárcel.

BIGOTITO RECIO: ¡Márchese!

Entra LA VEINTIOCHO. Silencio. Trae en sus manos una corona de muertos

medio seca.

- 80 -
LA VEINTIOCHO: Perdón. Perdónenme. ¿No habrán visto a mi hija? Hace ya un

rato largo, la monja nos mandó a arreglar unas coronas de muerto que había

por la cripta. Se me ha caído una cinta, me he agachado a cogerla y, cuando

he levantado la cabeza, ya no estaba por ningún sitio. Lo mismo se ha

marchado al huerto. Dice que estos claveles son muy feos, que lo suyo es

poner azahar a las coronas. Yo no sé. ¿La han visto por aquí? Esperanza,

Esperanza… No hay forma. No me sale la voz. Es como si tuviera una sombra

en la garganta. ¡Esperanza! No puedo. ¡Me da miedo gritar su nombre!

BIGOTITO RECIO: Usted no se preocupe. Estará por el huerto. Voy a echar un

vistazo. (A LA NÚMERO CINCUENTA.) ¡Vaya con las demás!

LA VEINTIOCHO: ¡No le irán a hacer daño a mi hija! Es una paloma herida en

mitad de la carretera, unos zapatos que todavía no conocen la calle. Mi niña, mi

amor. Por eso tengo que encontrarla.

BIGOTITO RECIO: Descuide, que de este sitio no se puede salir. Y usted…

¡márchese!

Sale LA NÚMERO CINCUENTA. Entra el TENIENTE MOSTACHO con un aparato de

radio.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Arriba España! ¡Capitán! Va a perdonar que no me

cuadre. Fíjese qué tesorito se guardaban las monjas. Aquí se ha bailado hasta

La Machicha.

BIGOTITO RECIO: Deje eso, teniente.

- 81 -
TENIENTE MOSTACHO: Nos va a hacer falta un cable más largo… eso sí.

BIGOTITO RECIO: Vigile a esta mujer.

TENIENTE MOSTACHO: ¿Y el cable?

BIGOTITO RECIO: Ya encontraremos uno.

TENIENTE MOSTACHO: Sin cable esto no va. Y la monja se va a poner echa una

fiera. Quiere su misa de campaña. Sí o sí. Luego vendrán los lloros.

BIGOTITO RECIO: ¿Quién da las órdenes, teniente?

TENIENTE MOSTACHO: Eso me preguntaba yo. Y no estoy insinuando nada.

BIGOTITO RECIO: ¡Vigile a esta mujer!

TENIENTE MOSTACHO: ¡Búsqueme un cable!

BIGOTITO RECIO: Por favor.

TENIENTE MOSTACHO: Por favor.

BIGOTITO RECIO: Gracias.

TENIENTE MOSTACHO: Gracias.

Salen el BIGOTITO RECIO y LA NÚMERO CINCUENTA. El TENIENTE MOSTACHO

queda a solas con LA VEINTIOCHO. Farfulla algo así como “gilipollas” mientras

intenta acomodar la radio entre los objetos desperdigados. Llegan, de una sala

contigua, las voces de las mujeres rezando.

- 82 -
SOR ERMITAS: Señor te encomendamos

el alma de tu hija.

Señor te suplicamos

no la dejes caer

sobre las fieras llamas…

ALGUNAS MUJERES: ¡No la pierdas, Señor!

SOR ERMITAS: …o en la perpetua noche…

ALGUNAS MUJERES: ¡No la pierdas, Señor!

SOR ERMITAS: … o en la pena infinita.

ALGUNAS MUJERES: ¡No la pierdas, Señor!

SOR ERMITAS: ¡No la alejes de ti con tu sentencia

y apártala del fuego

en la clemencia

del manto que colocas a tu diestra!

LA VEINTIOCHO: ¡No la alejes de ti y en pleno trance

del espanto fatal!

SOR ERMITAS: En ese día,

el día más temible, el de tu ira…

ALGUNAS MUJERES: ¡No la pierdas, Señor!

- 83 -
Da comienzo el rosario. Las voces de las mujeres se transforman ahora en un

murmullo. LA VEINTIOCHO se ha puesto de rodillas junto a la Virgen.

TENIENTE MOSTACHO: Ya empiezan con el gori-gori. Perdón. Le acompaño en el

sentimiento. Por decir algo. Nunca sé qué decir. Ni siquiera en la paz. No

somos nadie. El primer difunto que vi fue un hermano de mi abuelo. Le tenían

tendido en su propia cama, con las manos cruzadas sobre el pecho. Parecía

dormido. Tuve que esperar otros dos años, fíjese, hasta encontrarme con el

siguiente muerto. Era un vecino que se había colgado de un olivo. Acompañé a

mi padre, que era teniente… pero teniente alcalde. Lo que le digo, acompañé a

mi padre y al juez al olivar. En mi pueblo, es la forma que tienen los

desesperados de quitarse la vida. La cosa es que no vi otro muerto en medio

año o así. En la paz, la muerte es algo que no pasa todos los días y llama la

atención. ¡Vaya! Nunca lo había pensado. Tiene su gracia. Digamos que la

muerte es negra pero la paz es blanca y que la guerra es también negra, como

la muerte, y por eso, en la guerra, la muerte no se ve. Pero nunca reparamos

en ello, ¿me entiende? La paz es algo que se da por sentado. ¡Qué lástima!

Olvidamos que, como la guerra, la paz es una cosa que sucede. Sí, la paz es

una cosa que sucede.

LA VEINTIOCHO: Le acompaño en el sentimiento yo también.

TENIENTE MOSTACHO: Gracias. Muchas gracias. De verdad. Ahora mismo, me

siento… conmovido. Usted es una buena persona… ¿verdad?

Silencio.

- 84 -
LA VEINTIOCHO: Mi hija no mató a ningún cura. Era un soldado. Y fui yo. ¡Fui yo!

Con estas manos mías, garras en el pescuezo de un sinvergüenza. Todavía lo

puedo ver. Seco y oscuro, como una cabra. ¿Sabe una cosa? El deseo de un

hombre no es una ramita que nos toca la cara. El deseo de un hombre es un

tronco lleno de nudos.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Caray!

LA VEINTIOCHO: Para las mujeres, el aire tiene demasiadas esquinas. Vivimos

como quien se sube al tranvía y se cambia la cartera de sitio. Yo no sé si me

entiende.

TENIENTE MOSTACHO: Pues…

LA VEINTIOCHO: Me tiré encima de aquel tío y rodamos por el suelo y Dios quiso

que yo cayera sobre sus ropas de soldado y sobre su pistola y le dije, recuerdo,

“tiene tan solo trece años, desgraciao” y entonces fue que le disparé, pan, pan,

pan, tres tiros al ciruelo. Cayó muerto el cabrón pero, figúrese, aún tenía la

cosa tiesa. ¿Qué le parece?

TENIENTE MOSTACHO: ¡Un horror!

LA VEINTIOCHO: Pues yo no me arrepiento de nada. Y volvería a hacerlo. Por mi

hija.

Silencio. Regresa EL RETRETA. Trae una pala en las manos.

- 85 -
EL RETRETA: ¡Teniente!

TENIENTE MOSTACHO: ¿Qué pasa?

EL RETRETA: Quiero hablar con usted pero…

TENIENTE MOSTACHO: ¡Un momentito!

EL RETRETA: A solas. Yo quiero hablar a solas.

TENIENTE MOSTACHO: Ésta no se puede mover de aquí.

EL RETRETA: ¿Y eso?

TENIENTE MOSTACHO: Son órdenes del capitán.

EL RETRETA: Pues vaya.

TENIENTE MOSTACHO: Pues sí.

Silencio.

EL RETRETA: Mire, no importa. A mí me van a disculpar ustedes dos y sobre

todo usted, señora. Allá voy. Lo que quieren hacer con su hija y conmigo no

tiene nombre. Bueno, sí, tiene uno: aparearnos. Entiéndanme, no estoy

diciendo yo que la niña no sea una perita en dulce, que lo es, pero… ¿hace

falta? Es que estaba ahí detrás, en el huerto, cavando un hoyo y pensando

que esa podría ser mi sepultura, y me he dicho, si me queman los huevos, ¿a

quién le duele? ¿A usted, teniente? ¿A España? Yo me troncho. España es

sólo un trozo de tierra. ¿Me oyes? ¡Eres sólo un trozo de tierra! Pero no te cabe

- 86 -
ni un muerto más. ¡No te cabe ni un muerto más! Perdón. A lo que iba y

resumiendo, teniente. ¿Lo de la niña son lentejas o no son lentejas?

Silencio.

LA VEINTIOCHO: ¿Qué dice este hombre de mi hija? ¿Qué le van a hacer a mi

hija?

TENIENTE MOSTACHO: Calma, mujer.

LA VEINTIOCHO: ¿Cómo que calma?

TENIENTE MOSTACHO: A su hija no le va a pasar nada malo.

LA VEINTIOCHO: ¿Qué han hecho con ella? ¡Respóndame!

TENIENTE MOSTACHO: Las manos quietas.

LA VEINTIOCHO: ¿La tienen escondida? ¿Dónde?

TENIENTE MOSTACHO: ¡Suélteme!

LA VEINTIOCHO: ¡Quiero ver a mi hija!

TENIENTE MOSTACHO: (Al RETRETA) ¡No te quedes mirando, leñe! ¡Echa una

mano!

LA VEINTIOCHO: ¡Socorro! ¡Soco…!

EL RETRETA ha golpeado con la pala a la mujer, que cae al suelo, inerte.

Silencio. EL RETRETA y El TENIENTE MOSTACHO se miran.

- 87 -
EL RETRETA: ¡La madre que me parió! ¿Otra vez?

TENIENTE MOSTACHO: Baja la voz.

EL RETRETA: ¡Está muerta! ¿Qué hemos hecho, teniente?

TENIENTE MOSTACHO: ¿Yo? ¿Qué has hecho tú?

Se escucha un ruido.

EL RETRETA: ¿Qué ha sido eso?

TENIENTE MOSTACHO: No ha sido nada.

EL RETRETA: ¿Seguro?

TENIENTE MOSTACHO: Estate a lo que estás. Vamos a esconderla en el arcón.

EL RETRETA: ¿Con la otra?

TENIENTE MOSTACHO: ¿Se te ocurre un sitio mejor? Agarra por ahí.

EL RETRETA: ¡Y una polla! Lo siento, mi teniente. Yo no puedo.

TENIENTE MOSTACHO: ¿No puedes?

EL RETRETA: No puedo.

TENIENTE MOSTACHO: Pues entonces ponte a vigilar. Haz algo.

- 88 -
El TENIENTE MOSTACHO arrastra con dificultad el cuerpo de LA VEINTIOCHO

mientras EL RETRETA mira con inquietud a su alrededor.

EL RETRETA: Nos están observando.

TENIENTE MOSTACHO: No digas tonterías.

EL RETRETA: He escuchado unas risas.

TENIENTE MOSTACHO: ¿Unas risas?

EL RETRETA: Sí, mire.

EL RETRETA traga saliva antes de lanzarse con una coplilla.

EL RETRETA: Dicen que Azaña ya es fascista,

dicen que Prieto general

y que la puta Pasionaria

sigue con ganas de follar.

Silencio. Sólo el golpe de la tapa del arcón cuando el TENIENTE cierra.

TENIENTE MOSTACHO: Yo no he escuchado nada.

EL RETRETA: ¿Que no ha escuchado nada?

- 89 -
TENIENTE MOSTACHO: Nada. Pero necesitamos un candado.

EL RETRETA: ¡Cago en San Pito Pato!

TENIENTE MOSTACHO: Y un cable.

EL RETRETA: ¡No me deje aquí solo!

TENIENTE MOSTACHO: Que nadie se acerque a este arcón, ¿entendido?

EL RETRETA: Teniente… ¡Mi teniente!

El TENIENTE MOSTACHO abandona el patio. Tras un largo silencio, EL RETRETA

retoma su letrilla. Se detiene al final de cada verso y agudiza el oído.

EL RETRETA: Dicen que Azaña ya es fascista…

Dicen que Prieto general…

Y que la puta Pasionaria…

Sigue con ganas de follar…

Ahora sí. Ahora se escucha una risita con claridad. LA NIÑA, oculta hasta el

momento detrás de la estatua, emerge de su escondite. Lleva una corona de

espigas secas.

EL RETRETA: ¡La Virgen!

- 90 -
LA NIÑA: Hola.

EL RETRETA: Perdona si acabo de cagarme vivo. ¿Estabas ahí detrás? ¿Llevas

mucho? Yo… Siento lo de tu madre. Ha sido sin querer.

LA NIÑA: Llévame al huerto.

EL RETRETA: ¿Cómo?

LA NIÑA: La corona es de muerto.

EL RETRETA: ¿Qué corona?

LA NIÑA: La que lleva la virgen por baldona.

EL RETRETA: Perdona pero no te sigo.

LA NIÑA: Debe ser de azahar

la que lleve la virgen al altar.

¡Y aroma de naranjas en el pecho!

EL RETRETA: ¿Qué te pasa en la boca?

LA NIÑA: Nada. ¿Me llevarás al huerto?

EL RETRETA: Es por allí.

LA NIÑA: Tú vas a ser mi novio, ¿no? Nunca he tenido novio.

EL RETRETA: Ni yo.

LA NIÑA: Bueno, una vez. Una vez tuve uno. Pero sangraba mucho.

EL RETRETA: ¡Su puta madre!

LA NIÑA: Y ahora tengo miedo.

- 91 -
EL RETRETA: Y yo. Una barbaridad.

LA NIÑA: A veces, cuando una tiene tanto miedo, las cosas parecen de mentira,

¿a que sí? ¿Para qué quieres esa pala? ¿Vas a enterrarme a mí también?

EL RETRETA: ¡Qué cosas dices!

LA NIÑA: Por lo visto, me tienes que enterrar como me tienes que querer. En la

salud y en la enfermedad y todos los días de mi vida.

EL RETRETA: Te estás poniendo un poco estupenda.

LA NIÑA: Acabo de cumplir quince años.

EL RETRETA: Mira, vamos a hacer una cosita. Te vas a quedar aquí, guardando

el arcón y la pala. Yo… yo tengo que hacer unos recados por ahí dentro. Si

volviera el teniente, pues le dices que no me has visto, ¿estamos?

LA NIÑA: Estamos.

EL RETRETA: ¿Quietecita?

LA NIÑA: Quietecita.

EL RETRETA: ¿Así?

LA NIÑA: Así.

Sale escopeteado EL RETRETA. LA NIÑA queda a solas, con la pala en la mano.

Por un instante, parece una antigua divinidad pagana. Se sienta en el arcón.

Ensaya poses hasta dar con una postura convincente.

- 92 -
LA NIÑA: Así. Voy a morirme, así. Con las rodillas juntas y las manos

entrelazadas. Como una santa.

Se impone una marcha como de Semana Santa. Entra, con paso lento, el

fantasma de ILUMINADA. Es ella quien arrastra la música.

LA NIÑA: ¿Iluminada?

ILUMINADA: Hija, ¿me puedes ver? ¡Menos mal! Llevo toda la tarde

paseándome.

LA NIÑA: Te acompaño en el sentimiento. Porque tú estabas muerta, ¿no?

ILUMINADA: Calla, que muerta estoy. Pero como si no lo estuviera.

LA NIÑA: ¿Y eso?

ILUMINADA: No encuentro la forma de salir de aquí. Digo yo que, ahora que

estoy muerta, me tendría que ir algún sitio. Pues no. Se me han borrado todas

las puertas. ¿Cómo te quedas?

LA NIÑA: Hueles a incienso.

ILUMINADA: Ya. ¿Y qué me dices de la música?

LA NIÑA: ¿La música también es por ti?

ILUMINADA: Al parecer. Suena si levanto la mano o si muevo una pierna…

¿Ves?

LA NIÑA: ¡Qué curioso!

- 93 -
ILUMINADA: Al rato cansa.

LA NIÑA: Me imagino.

ILUMINADA: Una cosa. ¿Cómo es que puedes verme? No hago más que

cruzarme con las otras y como quien oye llover.

LA NIÑA: Yo es que puedo ver muchas cosas. Ahora mismo, por ejemplo, veo…

como un túnel de años y un poquito de luz, pero a lo lejos.

Veo…

la sombra acuchillada

y un rumor de hojas rotas

por sendero.

¡Qué triste esa alameda!

¡Qué afilado su alero!

¡Qué promesa de brisa

su horizonte de almendros!

¡Y qué paz de repente!

¡Y qué alegre silencio!

¡Y qué fiesta de soles

de febrero!

- 94 -
ILUMINADA: ¡Qué bonito por Dios!

LA NIÑA: Gracias. Me pasa desde que era pequeña.

ILUMINADA: Ya ves tú. Y la gente tomándote por loca.

LA NIÑA: A lo mejor lo estoy. Lo mismo no eres más que una fantasía.

ILUMINADA: Pues no lo sé. Lo mismo.

LA NIÑA: Estoy muy asustada. Asustada porque sé que voy a morir.

ILUMINADA: Como todos.

LA NIÑA: Como mi madre.

ILUMINADA: Ya. ¡Qué historia!

LA NIÑA: Pero tampoco parece tan terrible.

ILUMINADA: ¿Morirse? Depende. Como no pueda salir de aquí, tú me dirás. Y lo

peor es que ya no me puedo morir otra vez. Aunque a lo mejor hay una muerte

dentro de la muerte.

LA NIÑA: A lo mejor tiene que venir Dios a buscarnos.

ILUMINADA: Esa es otra. Que todavía no sé si existe o si no existe Dios.

LA NIÑA: Te iba a preguntar ahora mismo por eso. Igual es porque no te han

enterrado.

ILUMINADA: Puede ser.

LA NIÑA: Tú estás aquí dentro. ¿Te gusta? Es un arcón de madera pero le van a

poner un trapo rojo encima para darle más apariencia.

- 95 -
ILUMINADA: Hombre, por gustarme… El sitio tiene su puntito. Pero, hazte cargo,

¿cuándo voy a ver yo a mis hijos?

LA NIÑA se pone muy nerviosa.

ILUMINADA: ¿Qué pasa?

LA NIÑA: Viene alguien.

ILUMINADA: ¿Por dónde?

LA NIÑA: Me tengo que esconder. Hazme un sitio.

ILUMINADA: ¿Un sitio?

LA NIÑA: Aquí, contigo, con mi madre.

ILUMINADA: Vamos a estar un poco estrechas las tres.

LA NIÑA e ILUMINADA levantan rápidamente la tapa del arcón. Se asoman.

ILUMINADA: Tú misma. Nadie te va a encontrar aquí.

LA NIÑA: Lo sé.

ILUMINADA: Dame un abrazo, niña. Y un beso.

LA NIÑA: Cuando llegue. Te los doy cuando llegue.

ILUMINADA: No te quedes dormida. Ten cuidado.

- 96 -
LA NIÑA: Tranquila. Esto es como tirarse desde las rocas.

LA NIÑA toma aire, cierra los ojos y se mete en el arcón, echando la tapa.

Silencio. Regresa EL TENIENTE MOSTACHO. ILUMINADA retrocede. Sus pasos van

pautando una marcha distinta a la de antes, desafinada, lúgubre. Sobre todo

cuando el TENIENTE MOSTACHO echa el candado a la caja, sin ningún tipo de

solemnidad. Penumbra. Una claridad divina surge del fondo del patio de

butacas. ILUMINADA sigue el rastro de luz. Primero recelosa, después dispuesta

y, por fin, decidida… hasta salir por la puerta misma del teatro.

ILUMINADA: ¡Hay que joderse!

Fanfarria apoteósica y oscuro rápido.

Todavía en la oscuridad, la voz metálica de un sacerdote escapa de la radio

encendida.

SACERDOTE: Benedicat vos omnipotens Deus. Pater et Filius et Spiritus

Sanctus. Amén.

LAS MUJERES: ¡Amén!


- 97 -
SACERDOTE: Dominos vobiscum.

LAS MUJERES: Et cum spiritu tuo.

SACERDOTE: Ite, missa est.

LAS MUJERES: Deo gratias.

SACERDOTE: Requiescant in pace.

LAS MUJERES: Amén.

Sintonía de fin de la emisión.

SACERDOTE: Y así damos por finalizada la transmisión de esta Santa Misa con

un recuerdo especial para los hermanos católicos de la España roja, donde los

templos están cerrados y todavía...

UNA MUJER: ¡Qué tostón!

Las sombras empiezan a disiparse, pero muy poco a poco. Conforme va

imponiéndose la claridad, apreciamos los cambios en el patio. Una vieja

melodía escapa ahora de la radio encendida que alguien ha depositado sobre

el arcón. Éste ha sido decorado, en efecto, con un trapo rojo y parece un altar.

Los objetos diseminados hasta el momento han encontrado una ubicación

menos provisional y el paisaje en el patio se ve ahora distinto a la luz de los

candiles y los carburos. Hay algo como de verbena en el aire y el entusiasmo

entre las MUJERES tiene un punto de ansioso y febril. Alguna improvisa unos

- 98 -
pasos de baile y hay un par que incluso se arranca por lo agarrado. LA NÚMERO

CINCUENTA se muestra especialmente taciturna. El TENIENTE MOSTACHO, junto al

aparato, está sumando su voz a la del cantable.1

TENIENTE MOSTACHO: Ya ni al mar, ni al río,

ni al viento, ni al frío,

ni al sol que le agobia

teme de mi novia

su piel blanca y fina

pues usa Nievina,

la Crema Nievina,

¡mi novia!

Las MUJERES aplauden y el TENIENTE MOSTACHO, en un arranque de timidez, se

calla.

LA MORENA: ¡No, por Dios, siga usted!

TENIENTE MOSTACHO: A ver, señoras, que esto no está ni medio bonito.

LA RUBIA: No sea un sieso. También le gusta. ¡Mire cómo me engancho!

Espere.

1
Tema original de los años 30 de Enrique Yuste Arias y Bernardino Bautista Monterde.

- 99 -
TENIENTE MOSTACHO: ¡Que corra el aire! ¡Que corra el aire! La vamos a liar.

LA RUBIA se planta junto al TENIENTE para continuar la canción.

LA RUBIA: Después de afeitarse,

para refrescarse

la piel que le quema,

mi novio usa crema,

crema suave y fina

porque usa Nievina,

la crema Nievina,

¡qué crema!

Llevada por el entusiasmo, LA RUBIA se ha subido al arcón.

LA RUBIA: La piel se conserva

como un terciopelo

con ese producto

- 100 -
de fama mundial.

Por eso se dice

la gente al usarla

la Crema Nievina

la Crema Nievina

es algo ideal.

El TENIENTE se ha rendido ante el fervor de sus admiradoras uniéndose a LA

RUBIA.

LOS DOS: Si quiere tener piel fina,

no deje nunca de darse

por la noche al acostarse

Nievina, Nievina, Nievina,

la Crema Nievina.

que es la cosa más divina

que pueda recomendarse.

¡Nievina! ¡Nievina!

Fin del número. Aplauso general.

- 101 -
LA PELICASTAÑA: ¡Qué arte tiene usted, Mostacho!

TENIENTE MOSTACHO: ¿Cómo dice?

LA RUBIA: Que le vamos a echar de menos, aunque no se lo crea.

LA PELICASTAÑA: Ya nos saludaremos por ahí. Yo, si me lo encuentro a usted en

la calle, lo saludo.

TENIENTE MOSTACHO: Gracias.

LA RUBIA: Y yo le convido… a unas garrapiñás.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Mujer!

LA GITANA: Pues yo te como hasta el perejil. ¡Ay! No veía yo el momento éste

de gritar eso de… ¡libre, libre!

Tan presa estoy de tus ojos

que para mí el cielo es verde.

¡Olé!

Entra el BIGOTITO RECIO, acompañado del RETRETA. Con un gesto, reclama la

atención del TENIENTE, que se baja un poco abochornado del arcón.

TENIENTE MOSTACHO: Lo siento, capitán. Una cosa ha llevado a la otra y…

- 102 -
BIGOTITO RECIO: ¿Están prevenidas?

TENIENTE MOSTACHO: Más o menos.

Silencio. El BIGOTITO RECIO se dirige a las mujeres.

BIGOTITO RECIO: ¡Atiéndanme! Como creo que les ha comentado el teniente,

nuestro experimento ha terminado. En cuanto estén aquí las que faltan, van a

formar ustedes una fila. Saldremos por la reja en silencio, una detrás de otra,

perfectamente alineadas. No quiero que se escuche una mosca, ¿estamos?

Guardarán entre ustedes la distancia de un brazo extendido. Y caminarán a la

par, sin rezagarse ni correr. ¿Alguna duda?

LA PELICASTAÑA levanta la mano.

LA PELICASTAÑA: ¿Han avisado ya a nuestras familias? ¿Sabe dónde nos van a

esperar?

Silencio.

BIGOTITO RECIO: (Al Teniente Mostacho). Pensé que estaban prevenidas,

teniente.

- 103 -
TENIENTE MOSTACHO: Ya le he dicho que más o menos. Me daba no sé qué.

EL RETRETA: Y a mí. Es una pena. Todo.

TENIENTE MOSTACHO: Y su investigación, capitán…

BIGOTITO RECIO: No corren buenos tiempos para la ciencia, teniente.

EL RETRETA: En general, no corren buenos tiempos para casi nada.

Irrumpe, sofocadísima, SOR ERMITAS.

SOR ERMITAS: ¿Qué hacen todos aquí? ¡Y de brazos cruzados! ¿Ya

encontraron a esa maldita? No, ¿verdad? ¿Y a la madre? Llevo más de dos

horas buscando. Cualquiera diría que volaron.

EL RETRETA: Igual es un milagro, señora.

SOR ERMITAS: No diga tonterías.

EL RETRETA: ¿Por qué no? Antes he visto una raya muy blanca en el cielo.

BIGOTITO RECIO: Acompañe a la hermana, teniente. Y usted, cabo, mire en el

huerto.

EL RETRETA: ¿Otra vez?

BIGOTITO RECIO: Tenemos que darnos prisa. Ya se ha ordenado cortar la calle

por el lado del río y hasta las Ollerías. Dos soldados vigilan desde las azoteas.

(A LAS MUJERES.) ¡Ustedes, avisen a las que faltan! A la que vuelva, paso

revista.

- 104 -
SOR ERMITAS: (A LA PELICASTAÑA.) ¡Tú, a las buhardillas! (A LA RUBIA.) ¡Tú, a la

cripta! Las demás nos os mováis de aquí.

Salen SOR ERMITAS, el TENIENTE MOSTACHO, el BIGOTITO RECIO y el RETRETA.

LA MORENA: Bien está lo que bien acaba.

LA PELICASTAÑA: Tú lo has dicho. Pero como nos tengan un rato más por culpa

de esas dos… ¡Yo es que me quiero marchar ya! ¡Anda, Rubia! Démonos vida.

LA PELICASTAÑA y LA RUBIA se prestan a obedecer la orden de SOR ERMITAS

pero LA MORENA las detiene.

LA MORENA: ¡Mira que sois unas bien mandás! ¡Que a esas dos las busque su

tía! ¡Gitana! Controla por si viene alguien. Y tú, Rubia, ayúdame a enchufar

este “arradio” otra vez. (A la NÚMERO CINCUENTA.) ¿Qué miras? La música

alimenta.

LA PELICASTAÑA: ¿Hay moros en la costa?

LA GITANA: ¡Darle!

Se escuchan los enérgicos compases de “Mi jaca” pero, antes de que ninguna

pueda echarse a bailar, LA RUBIA ha cambiado de sintonía y se imponen ahora

los acordes nostálgicos de “Stormy Weather”.

- 105 -
LA MORENA: ¿Pero qué haces, mujer?

LA RUBIA: Estoy de la jaca hasta el moño.

LA GITANA: ¡Trae!

LA PELICASTAÑA: ¡No, por Dios, deja esta, deja esta! ¡Qué cosa más bonita! ¿No

os acordáis? Debía de ser la primavera… de algún siglo. ¡Ay! Habré bailado

esto… un puñado de veces como poco. ¿Quién lo cantaba? ¿La Josefina

Baker? Bueno, ya me vendrá. Es que cierro los ojos y me veo ahora mismo en

los Baños del Carmen.

LA RUBIA: Pues yo me veo doblando sábanas con mi madre. ¡Cómo me

regañaba la pobre porque se me escapaban las puntas! Es que yo no paraba

de menearme así.

LA GITANA: Pues a mí esto no me suena de nada.

LA GITANA sintoniza “Mi Jaca”. LA PELICASTAÑA sintoniza “Stormy Weather”.

LA GITANA: ¡Oye, tú!

LA PELICASTAÑA: ¿Te querrás estar quieta?

LA GITANA: No me sale del coño.

- 106 -
LA GITANA gira de nuevo el dial. LA PELICASTAÑA hace lo propio. El vaivén de

emisoras se ve interrumpido, de pronto, por un rotundo silencio.

LA RUBIA: Ya está. Ya la habéis roto. Estaréis contentas.

LA MORENA: ¡Calla!

El fastidio inicial ha dado paso a la inquietud.

LOCUTOR: Parte oficial de guerra del Cuartel General del Generalísimo

correspondiente al día de hoy, primero de abril de mil novecientos treinta y

nueve, tercer año triunfal.

LA PELICASTAÑA hace ademán de cambiar el dial. LA MORENA lo impide.

LOCUTOR: En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado

las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.

Burgos, primero de abril de mil novecientos treinta y nueve, año de la Victoria.

Se imponen los ritmos marciales del “Cara al Sol”. Por un momento, las

mujeres son incapaces de reaccionar. Al fin, LA PELICASTAÑA vuelve al aparato

de radio. Cambia de dial pero el “Cara al Sol” arranca en la siguiente sintonía.

- 107 -
Y lo mismo sucede en la que sigue y en la que sigue. Silencio. LA GITANA le ha

arrancado el cable al aparato.

LA GITANA: ¡Silencio!

LA RUBIA: ¿Qué pasa?

LA GITANA: Nada. ¿Escucháis? No pasa nada.

LA MORENA: ¿Y qué querías que pasase?

LA GITANA: No lo sé, pero algo. ¡Algo!

LA PELICASTAÑA: Mi madre se murió y lo primero que vi cuando me asomé a la

ventana fue que le había salido un tallo nuevo a la buganvilla. Esto se le

parece.

LA RUBIA: ¿Qué va a ser de nosotras? ¿Qué va a ser de España?

LA NÚMERO CINCUENTA: Os lo he dicho. Nos devuelven a La Goleta.

LA MORENA: ¡Y dale con la Goleta! ¿A ti que te ha dado con La Goleta?

LA RUBIA: ¡Eso digo yo! Porque, además, nos han curado. Yo estoy curada.

LA PELICASTAÑA: Y yo.

LA GITANA: Yo nunca he estado mala, para empezar.

Silencia. Regresa SOR ERMITAS.

- 108 -
SOR ERMITAS: ¿Pero se puede saber qué hacéis todavía por aquí? ¡Os di una

orden! ¡A la galería! ¡A la cripta! ¡Vamos, vamos!

Salen LA PELICASTAÑA y LA RUBIA.

SOR ERMITAS: (A LA GITANA.) ¡Tú, a la capilla!

LA MORENA: ¡Un momento!

SOR ERMITAS: ¡Y tú al comedor!

LA MORENA: Sólo una preguntita, hermana.

SOR ERMITAS: ¡Daros prisa!

LA MORENA: Nos van a dejar libres, ¿verdad? ¿Cuándo?

SOR ERMITAS: Ahora no. Ahora no tenemos el tiempo.

LA MORENA: Ni nosotras. ¿Nos van a dejar libres?

SOR ERMITAS: No importunéis, por Dios. Yo volveré a mirar en las celdas.

SOR ERMITAS hace ademán de abandonar nuevamente el patio pero LA MORENA

le bloquea el paso.

SOR ERMITAS: ¡Apártate! ¿Estás sorda?

LA MORENA: ¡Agárrala, gitana!

- 109 -
SOR ERMITAS: ¿Qué dices?

LA GITANA inmoviliza a SOR ERMITAS.

SOR ERMITAS: ¡Suéltame!

LA MORENA: ¿Nos van a dejar libres? Responda. Es sólo una pregunta.

SOR ERMITAS: ¿Perdisteis la cabeza? No estáis en condiciones de exigir nada.

LA MORENA: ¿Seguro?

SOR ERMITAS: ¡Soltadme!

LA MORENA: ¿Nos van a dejar libres? Ésta de aquí dice que no, que no nos

dejan libres.

SOR ERMITAS: ¿Y qué sabrá ella?

LA MORENA: Al parecer, lo que le ha escuchado a usted y al capitán. Nos

mandan de nuevo a La Goleta.

SOR ERMITAS: Yo no sé de qué habláis.

LA MORENA: ¿Seguro? (Silencio.) Díganos la verdad.

SOR ERMITAS: ¿La verdad?

LA MORENA: Sí. Y mirando a los ojos de la virgen. A ver si tiene el cuajo de

mentir.

- 110 -
LA GITANA y LA MORENA obligan a SOR ERMITAS a enfrentarse a la estatua.

LA MORENA: Bueno, ¿se define o no se define?

LA GITANA: Larga por esa boca, mi alma.

SOR ERMITAS: Yo… Yo sé que no sois malas del todo, pero tenéis una idea muy

equivocada de la vida. Os hablaron de libertad y de justicia. ¡Pobriñas! El

mundo no sabe lo que es eso.

LA MORENA: Resuma.

SOR ERMITAS: Las leyes de los hombres son a la libertad y a la justicia lo que la

raspa de un pez al mar. Las sobras de un banquete. Sólo alimentan a quien las

escupe. Por eso hay que creer en Dios, hijas mías.

LA MORENA: Pues crea, crea.

SOR ERMITAS: ¿Vais a pegarme?

LA MORENA: Hasta debajo de la lengua.

SOR ERMITAS: ¡Socorro! ¡Que me matan! ¡Me matan!

SOR ERMITAS intenta zafarse. LA MORENA y LA GITANA consiguen reducirla.

LA MORENA: ¡No grites! (A LA NÚMERO CINCUENTA.) Tú, trae una cubeta con

agua. Ésta va a cantar como cantó la rana.

- 111 -
LA NÚMERO CINCUENTA no reacciona.

LA MORENA: ¿Qué te pasa? ¡Tráete un cubo con agua! A mí no me alcanzan las

manos.

LA NÚMERO CINCUENTA: Es mejor que la sueltes.

LA MORENA: ¿Cómo que es mejor? ¿Mejor para quién?

LA NÚMERO CINCUENTA: Para todas. ¡Suéltala, por favor!

LA MORENA: ¿Pero por qué?

LA NÚMERO CINCUENTA: Somos como un candil debajo de la lluvia. ¿No te das

cuenta? Hemos perdido la batalla.

A los gritos de SOR ERMITAS, han acudido el TENIENTE, el BIGOTITO y el

RETRETA. LA MORENA se percata de la presencia de los hombres. Éstos han

sacado sus armas. En un rápido movimiento, LA MORENA se parapeta detrás de

la monja.

LA NÚMERO CINCUENTA: Hemos perdido la batalla, sí, pero esta guerra…esta

guerra no ha hecho más que empezar. Tenemos que medir nuestras fuerzas,

compañera. Ellos forman parte de la avanzadilla. Su misión… su misión es

convencernos de que no merece la pena ponerse de pie, de que el mundo es

un lugar miserable lleno de gente miserable. En esa guerra, larga y silenciosa,

- 112 -
tendremos que luchar hombre a hombre y mujer a mujer. No podemos darles la

razón.

LA MORENA: ¡Ya nos vale la tontería! Como decía mi padre, las guerras siempre

enfrentan a los pocos contra los débiles. Ellos son cuatro y nosotras cincuenta.

¡Clama al cielo! Yo no saldré viva de aquí. Pero esta monja tampoco sale viva.

LA GITANA: ¿Y cómo la matamos, a pellizcos? ¡Es que tienes un chocho!

BIGOTITO RECIO: No.

Silencio. Estupefacción general.

BIGOTITO RECIO: Lo que tiene es razón. Ante un motín, estamos vendidos. Y

esto me parece a mí un motín. Suelte su rifle, cabo. Y usted también, teniente.

(A la NÚMERO CINCUENTA y entregando su arma.) Puede quedarse usted con mi

pistola.

TENIENTE MOSTACHO: Pero, vamos a ver… ¿qué mierda de orden es esa?

BIGOTITO RECIO: ¡Obedezca!

TENIENTE MOSTACHO: ¿Habla en serio?

BIGOTITO RECIO: Muy en serio. Entregue su arma, teniente.

TENIENTE MOSTACHO: No me puedo creer lo que estoy oyendo, capitán. Hay

formas menos tontas de irse al carajo.

BIGOTITO RECIO: ¡Confíe en mí! ¡Cumpla mis órdenes!

- 113 -
TENIENTE MOSTACHO: Pero…

BIGOTITO RECIO: ¡No me discuta!

TENIENTE MOSTACHO: ¡Hay que joderse con el mártir! (Al RETRETA.) ¡Tú,

sígueme! Yo me lavo las manos. A mí que no me busquen después.

EL RETRETA: Cago en San Pito Pato.

El TENIENTE MOSTACHO deposita su arma. Lo mismo hace el RETRETA.

LA MORENA: ¡Agarra esos fusiles, gitana!

LA GITANA: ¿Con qué manos?

LA MORENA: ¡Suelta a la monja, leñe, que ya la tengo yo segura!

LA GITANA se suelta de SOR ERMITAS y toma los rifles del suelo.

LA GITANA: ¡Ya está! ¿Y ahora qué?

BIGOTITO RECIO: Ahora somos sus prisioneros. Ustedes verán qué hacen con

nosotros.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Cojonudo!

LA MORENA: Hay que pensarlo, sí. Por el momento… ¿nos van a dejar libres?

BIGOTITO RECIO: Son libres.

- 114 -
LA MORENA: Claro. Pues… vayan tumbándose en el suelo, boca abajo, y

coloquen las manos a la espalda y… ¡Tú no, monja! Tú, aquí. Hay que avisar a

las demás… aunque yo empezaría dando hostias.

LA GITANA: Y yo.

EL RETRETA: ¿Qué hacemos, capitán?

BIGOTITO RECIO: Seguir las instrucciones.

TENIENTE MOSTACHO: ¡Manda huevos!

LA MORENA: En teoría, volvemos a ser una república. En guerra. Lo dicho. Yo

propongo empezar por esta.

LA GITANA: ¡Y yo! ¿Pero esperamos a que vengan las otras?

LA MORENA: (A LA NÚMERO CINCUENTA.) ¿Tú qué opinas, mujer? Yo le voy a dar

un gustito al cuerpo. El primer golpe se lo voy a dedicar a mi padre y el

segundo a mi madre y el tercero a mi hermana… y así voy a seguir dando

golpes hasta que no me quede familia, ¿te enteras?

LA NÚMERO CINCUENTA apunta con la pistola a LA MORENA.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¡Te pido que la sueltes!

La Morena: ¿Qué dices?

La Número Cincuenta: ¡Suéltala!

LA MORENA: ¡Y dale!

- 115 -
LA GITANA: Te está apuntando, niña.

LA MORENA: Ya lo veo. Tú tan pancha.

LA GITANA: A mí no me lieis con vuestras cosas.

LA MORENA se encara a LA NÚMERO CINCUENTA.

LA MORENA: No me digas que no te entra la gana. ¡Ten un poco de sangre en

las venas! ¿Se te olvida que son una gentuza? ¿A cuántos de los tuyos han

matado, a ver? ¿A cuántos pueden matar todavía? A estos no les va a temblar

el pulso, escúchame lo que te digo, ¿por qué a mí sí?

BIGOTITO RECIO: Igual tiene razón.

LA MORENA: ¡Claro que la tengo! Les conozco demasiado bien. Ustedes no

tienen corazón. Hace diez años, hace cinco, hace tres, a lo sumo, pero ahora…

Ahora ya no hay sitio para las medias tintas. Son ellos o nosotros.

BIGOTITO RECIO: Tiene usted toda la razón. Escúchela.

LA MORENA: ¡Cállese!

LA NÚMERO CINCUENTA: Hace falta creer en las personas.

LA MORENA: ¿Cómo?

Silencio.

- 116 -
LA MORENA: ¡A tomar por culo la bicicleta! ¡Yo empiezo por la monja!

LA MORENA se vuelve para lanzarse sobre SOR ERMITAS. LA NÚMERO CINCUENTA

dispara casi como un reflejo sobre su compañera..

EL RETRETA: ¡La madre que nos pario, ya van tres!

TENIENTE MOSTACHO: ¡Con lo que nos costó juntar cincuenta!

LA GITANA: ¿Qué has hecho, desgraciada? ¡Asesina!

SOR ERMITAS se pone a salvo a los pies de la estatua de la virgen. EL TENIENTE

y EL RETRETA recuperan sus armas de las manos desconcertadas de LA GITANA.

SOR ERMITAS: (Incorporándose y sacudiéndose el polvo.) ¡Cago en la cona!

Para habernos matado. Estas mujeres tienen que volver a la cárcel. ¿Se da

cuenta, capitán?

El BIGOTITO RECIO toma su pistola de las manos de la NÚMERO CINCUENTA.

LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Qué he hecho?

BIGOTITO RECIO: Yo diría… que ha salvado la vida a una mujer. Gracias.

- 117 -
Se asoman al patio, desde la galería, LA RUBIA y LA PELICASTAÑA.

LA PELICASTAÑA: ¿Pero qué ha pasado?

SOR ERMITAS: No ha pasado nada. ¿Las encontrasteis?

LA PELICASTAÑA: En las buhardillas no están.

LA RUBIA: La puerta de la cripta está tapiada.

BIGOTITO RECIO: Ya aparecerán, no se preocupen. Reúnanse aquí, con el resto.

El BIGOTITO RECIO recupera su marcialidad. LA RUBIA y LA PELICASTAÑA

alcanzan el patio.

BIGOTITO RECIO: Vayan formando una fila. (Sacándose unos papeles de la

guerrera). Ahora voy a leer sus apellidos y sus nombres. Me van a contestar

con un “presente”, ¿de acuerdo? Conforme vayan respondiendo, irán

abandonando el patio. El cabo les esperará ahí fuera.

El BIGOTITO RECIO comienza a pasar lista. Sinfonía de presentes. Cambio sutil

de luz. LAS MUJERES (incluida LA MORENA) se vuelven hacia el público,

desnudas, por un momento, de sus máscaras.

- 118 -
BIGOTITO RECIO:
LA GITANA: “Psiquismo del Fanatismo
Ávila Leiva, Concepción…
Marxista: Investigaciones Psicológicas en
Baeza Herrezuelo, Antonia…
Barroso Lobo, Teresa… Marxistas Femeninos Delincuentes” fue

Bedoya Cañamero, Dolores… publicado en mayo de 1939 en la “Revista


Benítez Paya, Dolores…
Española de Medicina y Cirugía”.
Cabello Cabello, Remedios…
Campos Ramos, Carmen… LA PELICASTAÑA: Sus artífices fueron el doctor
Cantarero Florido, Ana…
Vallejo Nájera, jefe de los Servicios
Capitán Aragón, Rosario…
Psiquiátricos del Ejército y director del
Corral Sepúlveda, Antonia…
Cuenca Palomo, Josefa… Gabinete de Investigaciones Psicológicas de

Doblado Martín, Isabel… la Inspección de Campos de Concentración…


Durán Vallejo, Teresa…
España Gómez, Francisca… LA RUBIA: …y el también doctor Eduardo

Fernández Bazán, Marina… Martínez, director de la Clínica Psiquiátrica de


Florido del Río, Catalina…
Málaga y jefe de los Servicios Sanitarios de la
Galiano Jiménez, Ana…
Prisión Provincial.
Gallego Ruiz, Adela…
García Fernández, Juana… LA MORENA: Para elaborar el estudio, se
Gil García, Salvadora…
contó, en efecto, con una muestra de
González León, Rosario…
cincuenta presas marxistas de la cárcel de
Gutiérrez Torres, Victoria…
Herrera Muñoz, María… Málaga.
Jiménez Jiménez, Florencia…
LA GITANA: La más joven de estas mujeres
López Perea, Rosa…
acababa de cumplir quince años.

LA RUBIA: La más mayor había cumplido los

sesenta

- 119 -
BIGOTITO RECIO: LA MORENA: En el grupo, había una
Luque Solórzano, Eloísa…
escritora, cinco empleadas de comercio,
Luque Velasco, Eloísa…
ocho obreras, cinco peluqueras, trece
Maldonado Pescador, Inés…
Marín Solís, Victoria… amas de casa, quince criadas y tres

Montenegro Leiva, Dolores… prostitutas.


Mora Romero,
Presentación… LA PELICASTAÑA: Treinta y tres de estas
Moreno Durán, Catalina…
cincuenta mujeres estaban condenadas a
Navarro Quintana,
Francisca… muerte, diez a cadena perpetua y siete a
Peña Merino, Eugenia… penas de reclusión de entre cuatro y veinte
Recio Pastor, Antonia…
años.
Reyes Montenegro,
Esperanza…
LA RUBIA: Catorce habían sido acusadas
Ríos Cortes, Magdalena…
Rodríguez Guerrero, por asesinato, cinco por necrofagia, ocho
Carmen…
por militancia, siete por delatar a vecinos o
Rojas Bermúdez, María
Dolores conocidos y dieciséis por actuación
Roldán Rodríguez, María…
libertaria.
Ruiz Peñalva, Carmen…
Salazar González, LA MORENA: Todos estos delitos fueron
Encarnación…
cometidos durante el llamado dominio
Sánchez Barranco, Ana…
Sánchez Flores, María… marxista de Málaga, en los primeros meses

Tinoco Fernández, Virginia… de la Guerra Civil.


Torres Cuesta, Iluminada…
Torres Durán, Carmen… LA GITANA: Tras la investigación, un treinta

Valverde Ranea, María… y seis por ciento de estas mujeres


Vázquez Reina, Dolores…
siguieron considerando buenos el
Zambrana Corredera, Emilia.
socialismo y el comunismo frente a un doce

por ciento que se declararon

- 120 -
desengañadas, un nueve que afirmaron verlas como ideologías detestables, un

seis que las acusó de la enorme desorganización vivida en el país durante la

República y un cinco que no quiso declarar nada al respecto.

LA PELICASTAÑA: El cincuenta y ocho por ciento persistió en su actitud

revolucionaria. De su identidad o su destino, nada se ha podido decir.

Silencio. Cambio sutil de luz. LAS MUJERES recomponen la fila.

BIGOTITO RECIO: ¿Están listas?

Silencio. LAS MUJERES se miran unas a otras, inquietas.

LA NÚMERO CINCUENTA: Tranquilas, compañeras. Un paso detrás de otro. Va-

mos a ser como un fantasma silencioso. Sí, como un fantasma silencioso, co-

mo un largo sudario que atraviese la calle. De esta manera, a la mañana, Má-

laga va a despertarse con un sabor amargo en la boca y el extraño recuerdo de

haber soñado nuestro fin.

Salen todos. Silencio. En la repentina soledad del patio, se escuchan uno, dos,

tres golpes secos contra la madera del arcón. Una nota, molesta y desagrada-

ble, queda entonces enganchada en el aire, como si un organista moribundo se

hubiera derrumbado sobre su teclado. Nuestra Señora, en lo alto de su colum-

na y con los brazos extendidos, parece bendecir la oscuridad.

- 121 -

También podría gustarte