José Cruz - Las Malagueñas Premio Aat 2017
José Cruz - Las Malagueñas Premio Aat 2017
José Cruz - Las Malagueñas Premio Aat 2017
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Personajes principales:
Personajes secundarios:
UNA DE LAS MUJERES – OTRA DE LAS MUJERES – UNA MÁS – OTRA MÁS
Voces:
UN SACERDOTE – UN LOCUTOR
de 1939.
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I
Noche sin luna en el patio del convento de San José. ILUMINADA, a los pies de
cuesta. Entre intento e intento, lanza una mirada de reproche a Nuestra Señora
fuerte como tú. Yo me venzo por los costados, como un saco. ¡Ay! Siete días
desde que nos sacaron de La Goleta. Una semana, sin saber de los hijos,
esperando que nos pongan contra una pared. Yo ya no puedo más. (Lo intenta.
Sin éxito.) ¡Paso de ti! Bastantes fatigas llevo a cuenta. Yo, ahora, me desquito.
Todas las espinas para ti, tiesa, como una escoba, en lo alto de tu columna.
VOCES DE MUJERES: ¡Que alguien calle a esa loca! Hay luces por la galería.
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Se impone un medio silencio violento, de forcejeo, e ILUMINADA alza la vista y
sonríe.
ILUMINADA: ¡Arriba los pobres del pan! ¡En pie los esclavos sin mundo!
ILUMINADA: ¿Qué?
ILUMINADA: No te oigo.
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ILUMINADA: ¿Pero qué haces? ¡Suéltame! No me pienso mover de aquí.
LA NÚMERO CINCUENTA: Que vamos a ser dos las que se quedan tiesas.
ILUMINADA: No quiero.
ILUMINADA: Déjame.
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LA NÚMERO CINCUENTA: No les demos el gusto. La barbilla bien alta, el paso
firme. La noche en que nos saquen de aquí tendrán que empujarnos con el
Silencio.
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ILUMINADA: (Casi arrepentida.) Ya está hecho. (Mira a la Virgen.) Amiga, sólo te
voy a pedir una cosita: sufrir lo justo. (Se dirige a sus compañeras.)
Compañeras, de aquí vamos a salir todas con los pies por delante pero, si por
EL RETRETA: ¿Tú?
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EL RETRETA: ¿Cómo has dicho?
ILUMINADA: Perdón.
ILUMINADA: Estamos.
EL RETRETA: ¿Yo? ¿De qué? ¡Mira, mujer, no me pongas en más aprietos! Aquí
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EL RETRETA: ¿Me lo preguntas tú o tú?
EL RETRETA: Ni idea.
cuadra.
TENIENTE MOSTACHO: ¿Qué les pasa esta noche? Hay personas que queremos
dormir.
cuadrarse.
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EL RETRETA: ¡Arriba España!
EL RETRETA: ¡Arriba!
convento. Lamento que los cuartos no sean de su agrado. Pero por algo se les
llama celdas.
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TENIENTE MOSTACHO: ¿Un telegrama?
mujeres.
Perplejidad.
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BIGOTITO RECIO: Al sacarlas de La Goleta, también les perdonaron la vida.
Se impone el bulle-bulle.
Generalísimo la firmó.
LA NÚMERO CINCUENTA: Un momento. Quiero saber por qué. ¿Por qué yo… o
LA NÚMERO CINCUENTA: Lo único que nos hermana entre nosotras es lo que nos
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EL RETRETA echa mano a su rifle. El BIGOTITO lo contiene. Saca una carta del
EL RETRETA: (Se aclara la garganta como para darse importancia aunque lee
con gran dificultad.) “En contestación a su… escrito del día diez, pro…
debiendo proponerme…”
BIGOTITO RECIO: “…los médicos que deban ser militarizados al efecto de que
BIGOTITO RECIO: En otras palabras, han sido elegidas para colaborar en una
BIGOTITO RECIO: Usted debe de ser una de las veintitrés analfabetas del grupo.
ILUMINADA: ¿Yo? Yo estuve con las monjas hasta los siete, que nació mi
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BIGOTITO RECIO: No necesitamos saber sus nombres. De hecho, para facilitar
las cosas, serán identificadas con un número. Usted, por ejemplo, pasará a ser
la número trece.
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LA NÚMERO CINCUENTA: Estas mujeres llevan muchas semanas sin ver a sus
van a morir a las dársenas o la de las tabernas sombrías junto al puerto. Pienso
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LAS CUARENTA Y SIETE RESTANTES: ¡Queremos ver a nuestros hijos!
EL RETRETA: ¿Qué?
EL RETRETA: ¿Y?
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TENIENTE MOSTACHO: (Al BIGOTITO) No saben otro idioma, ¿se da cuenta?
estremece.
LA VEINTIOCHO: Mi hija.
LA NÚMERO CINCUENTA: Sí, demasiado niña para ser todo eso que dice de
nosotras.
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TENIENTE MOSTACHO: Desde luego, se le quitan a uno las ganas de perdonarle
la vida a nadie.
delito?
se vayan. Ahora.
ILUMINADA: ¡Entrarse, por Dios, entrarse! ¿Sois de palo? ¿Qué pasa? ¡Dentro
todas!
Las MUJERES salen del patio, menos LA NÚMERO CINCUENTA, que sigue
encañonada.
veces uno siente que escribiera en el aire. Es solitario y triste, muy triste. Pero
de pronto aparece usted, como un rayo de sol entre las nubes, y nuestro
trabajo encuentra su finalidad. (Aparta con su propia mano el rifle del pecho de
la mujer.) Yo la voy a curar. Por las buenas o por las malas. ¡Éntrese!
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Silencio. EL RETRETA acompaña con su mirada la salida de LA NÚMERO
CINCUENTA.
El TENIENTE MOSTACHO sale. BIGOTITO RECIO saca del bolsillo una libreta y un
lápiz.
BIGOTITO RECIO: “Coméntese vivamente… con uve las dos… el hecho… con
hache…”
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BIGOTITO RECIO: …de que en la revolución… con uve… comunista española
EL RETRETA: ¿Punto?
Oscuro lento.
II
Ya de mañana. Bajo los arcos del patio, con barreños y paños, buscándose la
piel entre la ropa, las mujeres se lavan. Indiferente a todas, como una figura de
cera, LA NIÑA.
ni el aire le da consuelo.
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¿Quién te ha lavado el pañuelo,
Los gestos de LA NIÑA son torpes, alucinados, hasta el punto de que requiere la
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LA MORENA: Por la noche sí que da guerra.
ILUMINADA: ¡Me cago en la mar serena! ¿Seréis jodías por el culo? La que no
un boquerón de El Palo
y un moro de Marbella.
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ILUMINADA: Dice Bigotito que entre nosotras hay tres putas…
LA VEINTIOCHO: ¿Qué?
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Y otro me echó mano al cesto.
y que os vayáis vistiendo. Advertidas quedáis: cuento hasta veinte. Uno, dos,
cinco…
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LA PELICASTAÑA: La cosa es que yo quiero…
EL RETRETA: ¡Seis!
EL RETRETA: ¡Siete!
EL RETRETA: ¡Ocho!
EL RETRETA: ¡Veinte!
LA RUBIA: De higos.
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LA MORENA: Adivina adivinanceta,
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Entran en el patio el TENIENTE MOSTACHO y el BIGOTITO RECIO. El RETRETA,
y sólo me da gusto
cuando me la meneo.
El TENIENTE MOSTACHO le retira las bragas de la cara. Las MUJERES salen del
patio.
quedan. (Al RETRETA.) Cabo, arrime esa mesa y esas sillas. (A LA VEINTIOCHO.)
ILUMINADA: (A LA NIÑA) ¿Para qué nos querrán? Nos respetan el cuello, ¿y?
Todavía no se me han quitado las ganas de morirme. Tengo una angustia por
cada uno de mis hijos. ¡Ay! Ojalá que algún día vivas para ser madre. Cuando
todo esto termine, aquí van a hacer falta muchos brazos y muchas piernas para
mover escombro.
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LA NIÑA se estremece. Sentados ante la mesa, esperan los tres hombres.
cada una. Número trece… aquí pone que está condenada a pena capital. Se le
trabajaba en la Caleta.
ILUMINADA: En El Limonar.
EL RETRETA: Li-mo-nar.
gente.
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ILUMINADA: El hijo era un paco. Un paco de esos que disparan desde las
Montemar.
ILUMINADA: ¿Yo? Algún incontrolado le echó el ojo y lo enviaron para las tapias
conocía a alguien que conocía a alguien que podía hacer algo. Pero no hubo
comunistas…
ILUMINADA: Nos llamó de todo menos bonito. Y por ahí no. Y mucho menos
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BIGOTITO RECIO: (Asomándose a los papeles) Participación en el crimen,
ILUMINADA: ¿Pues el qué va a ser? Eso. Tengo la sensación de que todo lo que
señor con bigote que pronuncia todas las ces y todas las eses, que levanta un
ILUMINADA: ¿Mande?
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Se refiere a LA NIÑA, que parece haber entrado en trance. El BIGOTITO se
Para ella. Hagámosle sitio. Que se mueva por donde le parezca. ¿Le sucede a
menudo?
ILUMINADA: Mire usted, por lo que yo alcanzo, esta era una de esas malvas que
asistían en La Manquita.
ILUMINADA: ¿Arrimando lumbre? En algún sitio había que meter a los que
venían de los pueblos. Aquello era un chorro de gente que parecía no tener fin.
Y hacían falta muchas manos. Porque la sarampión vino muy mala. Las
sigilo.
ILUMINADA: Ni idea.
LA NIÑA: Hay un hombre muerto. Y una mujer muerta. En las afueras. Apoyados
LA NIÑA: Sí. Es el grito de mil bocas negras sin voz. Está prendido de las
ramas.
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BIGOTITO RECIO: Hay que meterle un trapo en la boca.
gravilla del suelo.) Todo lo que tiene que hacer uno es… (Toma aire antes de
Fiebre chominera,
de la carne a la sangre,
de la sangre al pellejo,
y de la piedra a la tierra.
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BIGOTITO RECIO: (A ILUMINADA.) Traiga un poco de agua y un paño, por favor.
(Sale ILUMINADA.) Teniente, esta muchacha no tendría que estar aquí. Su sitio
TENIENTE MOSTACHO: Eso es. Nos las dieron contadas. ¿Y piensa que fue fácil?
Hemos sudado tinta. ¡No me hable de la carta! Aquí hasta el más tonto hace
relojes. Quiero decir… media Málaga ha tenido opinión en este asunto. Puede
creerme. Hasta la madre de la mujer del secretario del delegado del puto
EL RETRETA: Ha costado.
que más han dado por culo. Se pensaban que íbamos, no sé, a montar una
casa de putas o algo así. No les parecía decente. Cincuenta mujeres y tres
hombres. Solos. ¿Pero cómo que solos? ¡Cincuenta mujeres y tres hombres! A
mí eso me parece… una barbaridad de gente, ¿qué quiere que le diga? Pues
nada. Amenazaron con mandar a una monja. ¡Una monja! Para vigilarnos y
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TENIENTE MOSTACHO: No. Porque después de todas esas luchas, después de
dignase aparecer por aquí, lo primero que hace usted es quejarse hasta del
colchón y desacatarme por todos los lados. Porque piensa que soy un mierda.
EL RETRETA: ¡Arriba!
Silencio.
muchacha?
mal vestida con una sotana, las manos chorreándole sangre. Y antes, por lo
visto…
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Regresa ILUMINADA con una bacina y un paño. La acompaña LA NÚMERO
CINCUENTA.
“pim pam pum”. Los suyos mordiéndonos los talones, los italianos tirando
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ILUMINADA: Me la he encontrado por ahí detrás y… ¿Qué hago con esto?
mojado.
un cirujano es más afilado que el cuchillo del homicida. Curar es siempre herir.
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LA NIÑA vuelve a caer en su letargo. Un disparo seco. ILUMINADA se desploma
Virgen santa.
NIÑA.
El Carpio como yo abandoné Porcuna por mi mala cabeza y… ¡porque era otro
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BIGOTITO RECIO: Éntrense. No quiero a nadie más en este patio, ¿entendido?
TENIENTE MOSTACHO: Esto es para que nos tengan en cuenta, para que sepan
que no nos tiembla el dedo en el gatillo, ¿estamos? Hoy ha caído una. Mañana
EL RETRETA: ¡Arriba!
herida.
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LA NÚMERO CINCUENTA: ¿Va a hacer algo?
BIGOTITO RECIO: No me mire con esos ojos. Yo no soy ningún asesino. (Al
rematándola.
hija.
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BIGOTITO RECIO: ¿Cuántos años tiene?
LA VEINTIOCHO: Esperanza.
un pozo.
LA NIÑA: Madre.
LA NIÑA: La que avanza por el callejón. La que espanta a los perros. La que
trae en sus manos la corona y el velo. Pero el velo es una mortaja y la corona
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EL RETRETA: ¿Eso ha sido en la puerta?
LA NIÑA: Madre, yo no quiero ser madre. Dígaselo a la monja, que no quiero ser
madre. Yo me iré de este mundo con todas las semillas intactas. Seré como la
fruta que cae sobre un barranco. Me pudriré en silencio y para nadie. Este
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LA NIÑA: ¿La guerra? Va a acabarse.
LA NIÑA: Pronto. Después lloverá mucha cal. Sobre las casas y sobre las
cunetas.
III
Unas horas más tarde, el BIGOTITO RECIO y EL RETRETA continúan con las
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LA GITANA: Cristo, de gracia te pido
te llevaron a la cruz
al jornalero andaluz,
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EL RETRETA: Doce años y medio.
BIGOTITO RECIO: (Lo comprueba.) Sí, eso pone. Pero ya serían más que dos
huevos.
LA GITANA: ¡Rubia!
LA RUBIA: ¿Seguro?
estaba en la casa.
BIGOTITO RECIO: Algo debió de hacer. Esto no tiene ningún sentido. ¿Dónde
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EL RETRETA: De eso, muy poco, mi capitán. Aquí mayormente tenemos…
EL RETRETA: Cinco cosas que la República quiso prohibir pero, mire por donde,
no pudo.
Gracias.
trabajo.
SOR ERMITAS: Sí. (Leyendo.) “La mujer roja, como la mujer en general, tiene
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SOR ERMITAS: Acabáramos. Esto son letras extranjeras.
tratados médicamente”.
constitución.
distinguirlas.
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SOR ERMITAS: Vamos, que la cara es el espejo del alma. Esto, en Mondoñedo,
lo sabemos de toda la vida. Mire usted, entre lo poco que he visto y lo mucho
SOR ERMITAS: (Sacándose del hábito una misiva.) Y yo cinco de doña Carmen
Polo.
SOR ERMITAS: Vamos con los Diez Mandamientos. ¿Amarás a Dios sobre todas
las cosas?
LA GITANA: Olé.
SOR ERMITAS: ¿Eso es que sí? Pues seguimos. No tomarás el nombre de Dios
en vano.
LA GITANA: ¡Digo!
LA GITANA: ¡Siempre!
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SOR ERMITAS: No matarás.
LA GITANA: ¡Jamás!
LA GITANA: ¿Perdón?
SOR ERMITAS: ¡Salvable pero con reparos! Vuelve con las otras. ¡Y tú!
¿Ve cómo no merece la pena complicarse? Sólo hay que repasar con ellas el
catecismo y salta a la vista quién es quién. Después, con las buenas y las
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Buena Muerte, entre los legionarios y la cabra. ¿A qué más líos? A España la
religión le viene de perlas. Usted me dirá que los problemas del país son el
peligro es la sangre mora y judía que corre por las venas de muchas. Mire
usted, hay una cosa en la que todavía no echamos cuentas: ¿Qué hacemos
SOR ERMITAS: Mire usted, a mí esto se me reveló delante de los fogones, una
SOR ERMITAS: Pues me dio por pensar que, de la misma manera que las babas
virgen? Tendría que ser, como poco, de las remediables y, lógicamente, algo
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tendríamos ganado si el padre fuera trigo limpio. De Acción Católica o de
Falange.
SOR ERMITAS: No tengo el gusto. Sólo quiero servir a mi nación. Usted pretende
curar a cincuenta mujeres pero yo, esclava del Señor, me dispongo a salvar a
altas. El polvo se vuelve porcelana en manos expertas, ¿no cree? Pero hace
falta polvo, claro. (Por LA GITANA) ¿Puedo valerme de esta negriña? Gracias. (A
LA RUBIA.) Y tú, hija mía, di a las otras que se vengan al patio y me esperen
aquí. Si es la voluntad del Señor, alguna de vosotras seguirá siendo virgen, que
haberlas haylas, ¿no? Y ahora marcho que tengo que marchar. ¡Arriba España!
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BIGOTITO RECIO: Orden de Burgos. Se ha denegado la amnistía. Hay que formar
importante.
EL RETRETA: Hay que hacer algo con el cadáver de la otra, ¿no creen? Se me
BIGOTITO RECIO: (A LA NÚMERO CINCUENTA.) ¿Se puede saber por qué ha dicho
represento al siglo que inventó el automóvil. ¡Quiero ser su aliado! ¿En qué
estaba pensando?
hasta que el mundo entero plante cara al fascismo… Alguien tiene que
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LA NÚMERO CINCUENTA: ¡Sí, lo he entendido!
piensa que estamos enfermas? ¡Olvídelo! Prefiero que me tengan miedo por
otros motivos.
debajo de la mesa.
del convento, igual la puede ver. Hace falta guiñar un poco el ojo, levantar la
barbilla y pasar por alto las casuchas y los patios de corral. No son parte de
ella. Esa ciudad, la mía, se recoge la falda por encima de los barrios de los
de mi ciudad tienen muy claro que la vida mancha. Caminan de puntillas por las
tiro, arriesgándose a pisar la mierda de los perros del rey. Vengo de una ciudad
piedras bajo mis pies. Pero tampoco soy parte de la otra. Un domingo de cada
tres, con mi madre y mis primas, sacábamos a pasear la caridad como quien
saca una momia al balcón, para que no se pudra del todo. Acudíamos a un
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de despedirnos de las monjas, entrábamos a saludar a los huérfanos.
Teníamos que mirarlos desde cierta distancia, en silencio, como se mira una
injusta ante la que debemos protegernos, llegado el caso, con uñas y con
dientes.
patio.
amor era poco más que un entretenimiento. No le quise pero le fui fiel y tuve
mis propios criados. Un buen día, caminando por la galería del primer piso, con
las zapatillas en la mano, decidí acercarme hasta la puerta del jardín y salir a la
calle y torcer una esquina. Y di un paso y luego otro y otro hasta que mi ciudad
se desmoronó a mis espaldas como un castillo de naipes. Tres días más tarde,
poder, pero espera reconquistarlo. Las clases poseedoras están todavía firmes
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en sus estribos. El bloque de republicanos y socialistas se ha colocado en el
terreno del cambio para evitar que las masas tomen el camino de la revolución
LA NÚMERO CINCUENTA: Madrid era, más que nunca, una villa y corte de los
todos los espejos me miré para comprobar qué quedaba de la niña del Miramar
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LA NÚMERO CINCUENTA: Lo sé, pero… si ser republicana es querer que cambien
CNT, ahora, para acabar con usted y sin usted, ¿lo entiende?
LA NÚMERO CINCUENTA: El resultado no puede ser más que una dictadura del
proletariado…
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CLARA CAMPOAMOR: Estas deberán instaurar un régimen que también trunque
acaba en el lado equivocado. Hay que preguntarse por las causas y las
consecuencias de casi todo. Hay que preguntarse por el bien último y por el
corrillos de hombres en torno a una farola que no puede dar sombra. Miseria, al
fin y al cabo, pero diferente a la de Madrid. Más rencorosa, diría yo, o asustada,
VERDULERA: Les han dado para el pelo y ahí los tienen, en la Aduana, a ver
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LA NÚMERO CINCUENTA: No hubo un coche que quisiera parar en el centro y, sin
embargo, a pie, las calles se veían tranquilas. Los niños con sus madres, las
treinta y seis. La vida se aferraba a la vida antes de echarse a rodar por las
LA NÚMERO CINCUENTA: ...al fondo de calles empinadas, donde las casas tienen
rumor? Vienen con palos y cuchillos desde la Victoria, por el Camino Nuevo, o
Oscura. Me han contado que, cargados con latas y bidones, han tomado por
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terror o la esperanza, según se mire y a quien se mire, bajo la lluvia de cenizas.
LA NÚMERO CINCUENTA: Como un faquir, Málaga se puso de pie sobre una cama
de sangre, de ascuas y cristales. ¡El milagro del pueblo! Las fábricas abiertas y
melón, donde faltaran las iniciales de la UGT, la CNT o la FAI. Bajo el cielo azul
de Málaga, las casas incendiadas, sí, pero también los descampados donde las
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QUEIPO DE LLANO: Españoles, os habla el teniente general Queipo de Llano. El
tener…
LA SEÑORA ALTA: A mi sobrino lo mataron los rojos por guardar cien duros.
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Estallido cercano. De nuevo, la ARISTÓCRATA.
LA NÚMERO CINCUENTA: Hay que salir de aquí. Los fascistas están a las puertas.
LA SEÑORA ALTA: Tiene razón. Los moros van a entrar a cuchillo, sin
miramientos.
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de casa umbría.
y matar el frío.
y también de estera.
la fatiga es de dama,
el agua de la fuente
y esta arpillera
me la ha prestado el yerno
de mi portera.
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cañones de los buques de guerra y la infantería que nos pisaba los talones.
¡Cuánto dolor y cuánta muerte! ¡Qué falta de piedad! Aquello era una cacería.
¡Madre, madre!
brazo y grita “Arriba, España”, ¿entiendes? Los nuestros nos han dado por
perdidos.
Silencio.
LA NÚMERO CINCUENTA: Y así fue que regresé a Málaga por segunda vez. Y
recuerdo que era un día muy luminoso y que hacía calor y que los soldados se
hombre, sombrío, emborronaba con una brocha la pintada de una pared. Y que
también recuerdo que pensé, mirándome los pies ensangrentados, que igual no
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Fin de la ensoñación. Asoma a la galería LA RUBIA. A las mujeres, ya presentes
SOR ERMITAS se detiene ante LA NIÑA, que corre a esconderse entre las demás.
SOR ERMITAS: Déjame que te palpe. No tienes por qué tenerme miedo. Sólo
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estas dos columnas de Hércules! ¡Y este campo de Salamanca! Aquí nadie
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TENIENTE MOSTACHO: ¡Capitán!
TENIENTE MOSTACHO: El otro asunto que nos ocupa, capitán. Lo otro. Niquelao.
(Inicia el mutis pero se vuelve hacia SOR ERMITAS, que le mira con inquietante
SOR ERMITAS: Tranquilo. Con ese culillo resbalado que me tiene y ese relajo en
más.
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SOR ERMITAS: No te asustes, mujer. Ya verás qué bonito. Sacrificarse por la
raza. Qué palabra, ¿verdad? “Raza”. Es como “casta” o como “patria” o como
“santa”. Se te llena la boca. “España”. Creo que es por las aes, capitán.
SOR ERMITAS: Tú no tiembles, hija mía. Vamos a dar con un macho que te
RETRETA,
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IV
Cae la tarde. Desperdigados por aquí y por allá, los restos de la ruina del
LAS MUJERES dejan la caja ante unas sillas. Alguna se sienta para recuperar el
aliento.
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OTRA DE LAS MUJERES: Que sí, que te lo juro. Voy a empezar a creer en mi
coño.
UNA MUJER MÁS: ¿El qué? ¿El coño? ¡Estás como una cabra!
OTRA DE LAS MUJERES: Tú lo has dicho. Aún más. ¡Qué hijo de puta!
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UNA MUJER MÁS: No, por favor, no muevas ni una silla, vayas a herniarte.
Sólo que ella no cree ni en Jesús ni en su coño. Ella cree en don Vladimiro
OTRA DE LAS MUJERES: ¿Y por qué no? Yo también andaba peleada con el
mundo. Pero se me han caído los palos del sombrajo. A partir de ahora, de
derechas también.
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OTRA DE LAS MUJERES: Está mustia porque es lo que tiene ser de izquierdas.
UNA DE LAS MUJERES: A mí, sin ir más lejos. A mí me desnudaron cinco tíos.
Uno, que iba con alzacuellos, me decía: “Hija, diles todo lo que sepas porque,
boca arriba y comenzaron a pegarme con unas maromas y con unas porras de
esas que tienen una punta de hierro. Me abrieron viva. Los brazos chorreandito
de sangre porque me los ponía así, por delante, para que no me desollaran los
pechos.
las tetas.
más fuerte.
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OTRA DE LAS MUJERES: Pues a mí, después de la paliza, me tuvieron que
nos hablas de revolución. Yo sólo quiero volver con mi gente… de una pieza.
Y OTRA MÁS: Además, que ya no queda nada. En dos días nos abren la puerta.
UNA MUJER MÁS: ¡Y qué ganas de feria! Que no digo yo que este año o el que
que no estaba escrito. Y todo por los nuestros. ¿Y sabes una cosa? Salgo con
puño en alto, pero nos dejan en un cuarto vacío y tarifamos con nuestra propia
sombra.
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LA NÚMERO CINCUENTA: El capitán. Y también la monja.
OTRA DE LAS MUJERES: Porque te jode. Te jode que esta gente pueda hacer algo
por nosotras.
TODAS: ¡Amén!
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SOR ERMITAS: Nos ha de valer con ese arcón. Este guirigay ya me lo componéis
después del rosario. A esa desgraciada la velamos como mandan los cánones.
¡Vamos, vamos! Aquí sólo hace falta un par de remos para ordenar los bancos.
RECIO.
SOR ERMITAS: Disculpe este desorden. Me parece que lo más prudente es darle
activamente en la política, no lo ha hecho arrastrada por sus ideas sino por sus
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se ha nutrido de las personas menos inteligentes y más incultas de la sociedad
BIGOTITO RECIO: “Aunque son muchas las que rechazan el catolicismo, también
¿Qué me dice?
aprenderán muchísimo de María. Fíjese, una mujer tan poca cosa, ¿verdad?
Pues de no ser por ella, las puertas del cielo seguirían cerradas. Esto es algo
que hay que dejarles claro a éstas. A las mujeres nos toca sacrificarnos…
como María. María prestó su cuerpo a los designios del Señor. Fue madre…
pero de un hijo que no podía ser del todo suyo. ¡María es nuestra esperanza!
SOR ERMITAS: ¿También lo cree? Hay que ponerse a ello, capitán. Sin falta.
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SOR ERMITAS: ¿Dónde estabas?
EL RETRETA: ¿Yo? Buscando una pala. ¿Qué quiere usted de mí? Si es lo que
me calculo, ya le he dicho que no, que eso es pecado. Y, además, esa niña
SOR ERMITAS: También pone que es virgen ¿Dónde irá la fecha que no te ves
con una?
capitán?
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EL RETRETA: ¡Una armadura!
SOR ERMITAS: ¡Madre de Dios! En Mondoñedo nos basta con que haga frío. En
SOR ERMITAS: Las cosas se nos están dando de cara, capitán. Primero,
bancos!
BIGOTITO RECIO: Usted no es como las otras. Salta a la vista. Bastaría con
anteriores ideas? ¡Sí! ¿Qué opina de la España Nacional? ¡Lo mejor! ¿Y del
debería ser y no soy. Me pongo de rodillas si hace falta. ¿De verdad cree que
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Bigotito Recio: Yo tampoco. Pero quiero ayudarla. Y precisamente por eso.
personas. Porque no todo está perdido. Se puede vencer por fuera pero
LA NÚMERO CINCUENTA: Una línea del frente nos parte en dos. También a usted,
capitán. Porque de un lado veo al militar, con su rifle y con sus galones, pero
del otro veo al médico, al hombre de bien. No se confunda. Cuando dice que
estamos locas, que nos puede curar, está disparando contra usted. Pero igual
no es demasiado tarde. Esa guerra la podemos ganar. Y por eso nos tienen
medio seca.
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LA VEINTIOCHO: Perdón. Perdónenme. ¿No habrán visto a mi hija? Hace ya un
rato largo, la monja nos mandó a arreglar unas coronas de muerto que había
marchado al huerto. Dice que estos claveles son muy feos, que lo suyo es
poner azahar a las coronas. Yo no sé. ¿La han visto por aquí? Esperanza,
¡márchese!
radio.
cuadre. Fíjese qué tesorito se guardaban las monjas. Aquí se ha bailado hasta
La Machicha.
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TENIENTE MOSTACHO: Nos va a hacer falta un cable más largo… eso sí.
TENIENTE MOSTACHO: Sin cable esto no va. Y la monja se va a poner echa una
queda a solas con LA VEINTIOCHO. Farfulla algo así como “gilipollas” mientras
intenta acomodar la radio entre los objetos desperdigados. Llegan, de una sala
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SOR ERMITAS: Señor te encomendamos
el alma de tu hija.
Señor te suplicamos
no la dejes caer
en la clemencia
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Da comienzo el rosario. Las voces de las mujeres se transforman ahora en un
tendido en su propia cama, con las manos cruzadas sobre el pecho. Parecía
dormido. Tuve que esperar otros dos años, fíjese, hasta encontrarme con el
mi padre, que era teniente… pero teniente alcalde. Lo que le digo, acompañé a
año o así. En la paz, la muerte es algo que no pasa todos los días y llama la
muerte es negra pero la paz es blanca y que la guerra es también negra, como
en ello, ¿me entiende? La paz es algo que se da por sentado. ¡Qué lástima!
Olvidamos que, como la guerra, la paz es una cosa que sucede. Sí, la paz es
Silencio.
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LA VEINTIOCHO: Mi hija no mató a ningún cura. Era un soldado. Y fui yo. ¡Fui yo!
puedo ver. Seco y oscuro, como una cabra. ¿Sabe una cosa? El deseo de un
entiende.
LA VEINTIOCHO: Me tiré encima de aquel tío y rodamos por el suelo y Dios quiso
que yo cayera sobre sus ropas de soldado y sobre su pistola y le dije, recuerdo,
“tiene tan solo trece años, desgraciao” y entonces fue que le disparé, pan, pan,
pan, tres tiros al ciruelo. Cayó muerto el cabrón pero, figúrese, aún tenía la
hija.
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EL RETRETA: ¡Teniente!
EL RETRETA: ¿Y eso?
Silencio.
todo usted, señora. Allá voy. Lo que quieren hacer con su hija y conmigo no
diciendo yo que la niña no sea una perita en dulce, que lo es, pero… ¿hace
sólo un trozo de tierra. ¿Me oyes? ¡Eres sólo un trozo de tierra! Pero no te cabe
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ni un muerto más. ¡No te cabe ni un muerto más! Perdón. A lo que iba y
Silencio.
hija?
TENIENTE MOSTACHO: (Al RETRETA) ¡No te quedes mirando, leñe! ¡Echa una
mano!
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EL RETRETA: ¡La madre que me parió! ¿Otra vez?
Se escucha un ruido.
EL RETRETA: ¿Seguro?
EL RETRETA: No puedo.
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El TENIENTE MOSTACHO arrastra con dificultad el cuerpo de LA VEINTIOCHO
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TENIENTE MOSTACHO: Nada. Pero necesitamos un candado.
Ahora sí. Ahora se escucha una risita con claridad. LA NIÑA, oculta hasta el
espigas secas.
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LA NIÑA: Hola.
EL RETRETA: ¿Cómo?
EL RETRETA: Ni yo.
LA NIÑA: Bueno, una vez. Una vez tuve uno. Pero sangraba mucho.
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EL RETRETA: Y yo. Una barbaridad.
LA NIÑA: A veces, cuando una tiene tanto miedo, las cosas parecen de mentira,
¿a que sí? ¿Para qué quieres esa pala? ¿Vas a enterrarme a mí también?
LA NIÑA: Por lo visto, me tienes que enterrar como me tienes que querer. En la
EL RETRETA: Mira, vamos a hacer una cosita. Te vas a quedar aquí, guardando
el arcón y la pala. Yo… yo tengo que hacer unos recados por ahí dentro. Si
LA NIÑA: Estamos.
EL RETRETA: ¿Quietecita?
LA NIÑA: Quietecita.
EL RETRETA: ¿Así?
LA NIÑA: Así.
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LA NIÑA: Así. Voy a morirme, así. Con las rodillas juntas y las manos
Se impone una marcha como de Semana Santa. Entra, con paso lento, el
LA NIÑA: ¿Iluminada?
ILUMINADA: Hija, ¿me puedes ver? ¡Menos mal! Llevo toda la tarde
paseándome.
LA NIÑA: ¿Y eso?
estoy muerta, me tendría que ir algún sitio. Pues no. Se me han borrado todas
¿Ves?
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ILUMINADA: Al rato cansa.
LA NIÑA: Me imagino.
ILUMINADA: Una cosa. ¿Cómo es que puedes verme? No hago más que
LA NIÑA: Yo es que puedo ver muchas cosas. Ahora mismo, por ejemplo, veo…
Veo…
la sombra acuchillada
por sendero.
su horizonte de almendros!
de febrero!
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ILUMINADA: ¡Qué bonito por Dios!
peor es que ya no me puedo morir otra vez. Aunque a lo mejor hay una muerte
dentro de la muerte.
LA NIÑA: Te iba a preguntar ahora mismo por eso. Igual es porque no te han
enterrado.
LA NIÑA: Tú estás aquí dentro. ¿Te gusta? Es un arcón de madera pero le van a
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ILUMINADA: Hombre, por gustarme… El sitio tiene su puntito. Pero, hazte cargo,
LA NIÑA: Lo sé.
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LA NIÑA: Tranquila. Esto es como tirarse desde las rocas.
LA NIÑA toma aire, cierra los ojos y se mete en el arcón, echando la tapa.
solemnidad. Penumbra. Una claridad divina surge del fondo del patio de
y, por fin, decidida… hasta salir por la puerta misma del teatro.
encendida.
Sanctus. Amén.
SACERDOTE: Y así damos por finalizada la transmisión de esta Santa Misa con
un recuerdo especial para los hermanos católicos de la España roja, donde los
el arcón. Éste ha sido decorado, en efecto, con un trapo rojo y parece un altar.
entre las MUJERES tiene un punto de ansioso y febril. Alguna improvisa unos
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pasos de baile y hay un par que incluso se arranca por lo agarrado. LA NÚMERO
ni al viento, ni al frío,
teme de mi novia
la Crema Nievina,
¡mi novia!
calla.
Espere.
1
Tema original de los años 30 de Enrique Yuste Arias y Bernardino Bautista Monterde.
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TENIENTE MOSTACHO: ¡Que corra el aire! ¡Que corra el aire! La vamos a liar.
para refrescarse
la crema Nievina,
¡qué crema!
como un terciopelo
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de fama mundial.
la gente al usarla
la Crema Nievina
la Crema Nievina
es algo ideal.
RUBIA.
la Crema Nievina.
¡Nievina! ¡Nievina!
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LA PELICASTAÑA: ¡Qué arte tiene usted, Mostacho!
la calle, lo saludo.
¡Olé!
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BIGOTITO RECIO: ¿Están prevenidas?
nuestro experimento ha terminado. En cuanto estén aquí las que faltan, van a
formar ustedes una fila. Saldremos por la reja en silencio, una detrás de otra,
esperar?
Silencio.
teniente.
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TENIENTE MOSTACHO: Ya le he dicho que más o menos. Me daba no sé qué.
EL RETRETA: ¿Por qué no? Antes he visto una raya muy blanca en el cielo.
huerto.
por el lado del río y hasta las Ollerías. Dos soldados vigilan desde las azoteas.
(A LAS MUJERES.) ¡Ustedes, avisen a las que faltan! A la que vuelva, paso
revista.
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SOR ERMITAS: (A LA PELICASTAÑA.) ¡Tú, a las buhardillas! (A LA RUBIA.) ¡Tú, a la
LA PELICASTAÑA: Tú lo has dicho. Pero como nos tengan un rato más por culpa
de esas dos… ¡Yo es que me quiero marchar ya! ¡Anda, Rubia! Démonos vida.
LA MORENA: ¡Mira que sois unas bien mandás! ¡Que a esas dos las busque su
tía! ¡Gitana! Controla por si viene alguien. Y tú, Rubia, ayúdame a enchufar
alimenta.
LA GITANA: ¡Darle!
Se escuchan los enérgicos compases de “Mi jaca” pero, antes de que ninguna
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LA MORENA: ¿Pero qué haces, mujer?
LA GITANA: ¡Trae!
LA PELICASTAÑA: ¡No, por Dios, deja esta, deja esta! ¡Qué cosa más bonita! ¿No
Baker? Bueno, ya me vendrá. Es que cierro los ojos y me veo ahora mismo en
de menearme así.
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LA GITANA gira de nuevo el dial. LA PELICASTAÑA hace lo propio. El vaivén de
LA MORENA: ¡Calla!
Se imponen los ritmos marciales del “Cara al Sol”. Por un momento, las
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Y lo mismo sucede en la que sigue y en la que sigue. Silencio. LA GITANA le ha
LA GITANA: ¡Silencio!
parece.
LA RUBIA: ¡Eso digo yo! Porque, además, nos han curado. Yo estoy curada.
LA PELICASTAÑA: Y yo.
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SOR ERMITAS: ¿Pero se puede saber qué hacéis todavía por aquí? ¡Os di una
le bloquea el paso.
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SOR ERMITAS: ¿Qué dices?
LA MORENA: ¿Seguro?
LA MORENA: ¿Nos van a dejar libres? Ésta de aquí dice que no, que no nos
dejan libres.
mentir.
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LA GITANA y LA MORENA obligan a SOR ERMITAS a enfrentarse a la estatua.
SOR ERMITAS: Yo… Yo sé que no sois malas del todo, pero tenéis una idea muy
LA MORENA: Resuma.
SOR ERMITAS: Las leyes de los hombres son a la libertad y a la justicia lo que la
raspa de un pez al mar. Las sobras de un banquete. Sólo alimentan a quien las
LA MORENA: ¡No grites! (A LA NÚMERO CINCUENTA.) Tú, trae una cubeta con
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LA NÚMERO CINCUENTA no reacciona.
manos.
la monja.
guerra no ha hecho más que empezar. Tenemos que medir nuestras fuerzas,
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tendremos que luchar hombre a hombre y mujer a mujer. No podemos darles la
razón.
LA MORENA: ¡Ya nos vale la tontería! Como decía mi padre, las guerras siempre
enfrentan a los pocos contra los débiles. Ellos son cuatro y nosotras cincuenta.
¡Clama al cielo! Yo no saldré viva de aquí. Pero esta monja tampoco sale viva.
pistola.
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TENIENTE MOSTACHO: Pero…
TENIENTE MOSTACHO: ¡Hay que joderse con el mártir! (Al RETRETA.) ¡Tú,
BIGOTITO RECIO: Ahora somos sus prisioneros. Ustedes verán qué hacen con
nosotros.
LA MORENA: Hay que pensarlo, sí. Por el momento… ¿nos van a dejar libres?
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LA MORENA: Claro. Pues… vayan tumbándose en el suelo, boca abajo, y
coloquen las manos a la espalda y… ¡Tú no, monja! Tú, aquí. Hay que avisar a
LA GITANA: Y yo.
LA MORENA: ¡Y dale!
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LA GITANA: Te está apuntando, niña.
las venas! ¿Se te olvida que son una gentuza? ¿A cuántos de los tuyos han
tienen corazón. Hace diez años, hace cinco, hace tres, a lo sumo, pero ahora…
Ahora ya no hay sitio para las medias tintas. Son ellos o nosotros.
LA MORENA: ¡Cállese!
LA MORENA: ¿Cómo?
Silencio.
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LA MORENA: ¡A tomar por culo la bicicleta! ¡Yo empiezo por la monja!
Para habernos matado. Estas mujeres tienen que volver a la cárcel. ¿Se da
cuenta, capitán?
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Se asoman al patio, desde la galería, LA RUBIA y LA PELICASTAÑA.
alcanzan el patio.
guerrera). Ahora voy a leer sus apellidos y sus nombres. Me van a contestar
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BIGOTITO RECIO:
LA GITANA: “Psiquismo del Fanatismo
Ávila Leiva, Concepción…
Marxista: Investigaciones Psicológicas en
Baeza Herrezuelo, Antonia…
Barroso Lobo, Teresa… Marxistas Femeninos Delincuentes” fue
sesenta
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BIGOTITO RECIO: LA MORENA: En el grupo, había una
Luque Solórzano, Eloísa…
escritora, cinco empleadas de comercio,
Luque Velasco, Eloísa…
ocho obreras, cinco peluqueras, trece
Maldonado Pescador, Inés…
Marín Solís, Victoria… amas de casa, quince criadas y tres
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desengañadas, un nueve que afirmaron verlas como ideologías detestables, un
mos a ser como un fantasma silencioso. Sí, como un fantasma silencioso, co-
Salen todos. Silencio. En la repentina soledad del patio, se escuchan uno, dos,
tres golpes secos contra la madera del arcón. Una nota, molesta y desagrada-
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