Reflexión
Reflexión
Reflexión
Charles Darwin
1
Resumen
2
Introducción
La elección del tema se vio motivada por un interés personal acerca de las formas
de abordaje en psicología, que proponen una mirada no tradicional sobre el ser humano
frente a la adversidad. Esta mirada, se centra en las fortalezas y aspectos positivos del
individuo como su autoestima, creatividad, sentido del humor y vínculos positivos; en lugar
de centrarse en sus problemas y aspectos menos sanos.
3
Resiliencia
Según Infante, "El enfoque de la resiliencia surge a partir de los esfuerzos por
entender las causas y la evolución de la psicopatología". Junto con este concepto, surgió
una primera generación de investigadores, a principios de los setenta. Estos investigadores
estaban interesados en descubrir los factores de riesgo y de resiliencia que influían en el
desarrollo de niños que se adaptan de manera positiva, a pesar de vivir en condiciones de
adversidad. Se formularon la siguiente pregunta: "¿entre los niños que viven en riesgo
social, qué distingue a aquellos niños que se adaptan positivamente de aquellos niños que
no se adaptan a la sociedad?"
El estudio epidemiológico y longitudinal realizado en 1992 por Emmy Warner y Ruth
Smith, en Kauai (Hawai), denominado "Overcoming the Odds: High-Risk children from Birth
to Adulthood" constituyó un hito de esta primera generación. Se estudió la vida de 505
individuos durante treinta y dos años, desde su período prenatal (1955) hasta su adultez.
Esta población atravesó múltiples situaciones de riesgo a lo largo de su vida: pobreza
extrema, maltrato, abuso, alcoholismo, disolución de los vínculos familiares, etc. A pesar
de esto, muchos de ellos lograban sobreponerse a las adversidades y desarrollaban
potencialidades para reconstruir su vida.
4
Muchos de los investigadores de esta generación se vinculaban al modelo triádico
de resiliencia, que consiste en organizar los factores de riesgo y factores resilientes en tres
grupos: los atributos individuales, los aspectos de la familia y las características de los
ambientes sociales de los que estos individuos forman parte. En el desarrollo histórico de
dicha generación, se comienza a ampliar el foco de la investigación. Al comienzo el interés
estaba puesto en el estudio de las cualidades personales que permitían superar la
adversidad, como la autoestima y la autonomía; y de allí se desplazó hacia el estudio de los
factores externos al individuo, como ser el nivel socioeconómico, la estructura familiar y la
presencia de un adulto cercano.
5
Es posible reconocer dos investigadores pioneros en la noción dinámica de la
resiliencia: Michael Rutter (1991) y Edith Grotberg (1995). Michael Rutter, propuso el
concepto de "mecanismos protectores", y consideraba a la resiliencia como:
una respuesta global en la que se ponen en juego los mecanismos de protección, entendiendo por
estos no la valencia contraria a los factores de riesgo, sino aquella dinámica que permite al
individuo salir fortalecido de la adversidad en cada situación específica y respetando las cara}—
cterísticas personales. (Melillo, A., Suárez Ojeda, E. N., 2004, p. 34).
Edith Grotberg, formuló el concepto que está detrás del Proyecto Internacional de
Resiliencia (PIR). En este estudio, la investigadora establece que la resiliencia requiere de
la interacción de factores que provienen de tres niveles distintos: el soporte social (yo
tengo), las habilidades (yo puedo) y la fortaleza interna (yo soy y yo estoy). Si bien organiza
los factores de resiliencia de una forma triádica nuevamente, añaden como elemento
fundamental la dinámica de interacción entre los mismos.
Como autores más recientes que pertenecieron a esta generación, es posible citar a
Luthar y Cushing, Masten, Kaplan y Benard (1999). Estos entendían la resiliencia como "un
proceso dinámico donde las influencias del ambiente y del individuo interactúan en una
relación recíproca que permite a la persona adaptarse a pesar de la adversidad" (Melillo,
A., Suárez Ojeda, E. N., 2004, p. 34).
6
adaptación positiva se logra a pesar de la adversidad, es posible pensar que se ha logrado
una adaptación resiliente. Y finalmente el proceso, es posible observarlo cuando la
adaptación resiliente se encuentra en función de la interacción dinámica entre diversos
factores de riesgo y factores resilientes. De esta manera se descarta la concepción de
resiliencia como una cualidad personal y se fortalece la idea de que la adaptación positiva
no le atañe únicamente a la persona. Por ejemplo si pensamos en un niño, tanto la familia,
como la escuela, la comunidad y la sociedad deben encargarse de proporcionar recursos
para que este pueda desarrollarse plenamente.
El suelo sobre el que se construye está representado por las necesidades materiales elementales,
como la comida y los servicios básicos. Los cimientos son las redes de contactos informales, la
familia, los amigos, los vecinos, compañeros de escuela y compañeros de trabajo. En la planta
baja se sitúa la capacidad de encontrar el sentido a los acontecimientos y a la vida, el primer piso
lo ocupan varias habitaciones comunicadas entre sí, donde se sitúan la autoestima, las aptitudes
personales, las competencias y también el humor. Por último, el desván y el techo representan las
nuevas experiencias a descubrir. (Klesse, E., Menoni, T, 2008, p.40).
María Angélica Kotliarnco y Aldo Melillo junto con Elbio Néstor Suárez Ojeda,
se dedican al análisis de los factores que promueven la resiliencia, poniendo énfasis
en el desarrollo de las potencialidades más que en las carencias.
7
Kotliarnco (1998) En "Estado de Arte en Resiliencia", estudia distintos conceptos
vinculados a la resiliencia, especialmente los procesos de vulnerabilidad y protección.
Analiza los factores que promueven la resiliencia, considerando la importancia de
completar los conocimientos que se desprenden de las investigaciones, para el diseño de
políticas sociales.
Melillo y Suárez Ojeda (2001) realizan un compilado denominado "Resiliencia:
descubriendo las propias fortalezas" en donde relacionan los estudios sobre resiliencia con
la promoción de salud, enfatizando en el desarrollo de las potencialidades. Posteriormente,
Melillo (2002) cuestiona el concepto de "adaptación social positiva" como enlazado al de
resiliencia en "Sobre la necesidad de especificar otro pilar de la resiliencia".
Finalmente, el aporte de Boris Cyrulnik (1999, 2001, 2003) neuropsiquiatra francés,
quien incorpora el concepto de oxímoron en su análisis. Este término hacer referencia a
"una figura retórica que consiste en reunir dos términos antinómicos: a través de esta figura
se expresa la condensación de una antítesis. El oxímoron nos muestra como el cielo y el
infierno son parte del proceso de la resiliencia." (Klesse, E., Menoni, T, 2008, p.39)
Concepciones y características
La palabra resiliencia proviene del término en latín "resalire", que significa "saltar
hacia arriba, saltar" y "volver a saltar", "recomenzar". En inglés "resilience" es utilizado en la
ingeniería civil, especialmente en metalurgia, refiriéndose a la capacidad que tienen
determinados materiales, que luego de haber estado sometidos a grandes presiones son
capaces de recuperar su forma natural. Las ciencias sociales han tomado esta metáfora
para describir ciertos fenómenos observados en personas que, a pesar de vivir en
condiciones de adversidad, son igualmente capaces de desarrollar conductas que les
permitan tener una buena calidad de vida.
Desde el punto de vista de la psicología, varias definiciones destacan dos polos
fundamentales en el concepto de resiliencia: la resistencia a los traumas y lo que se
considera como una dinámica existencial. Este aspecto dinámico es muy importante, varios
autores insisten en que no se trata de un estado, sino de un proceso y una dinámica. A este
respecto, Boris Cyrulnik (1989) utiliza la imagen de un tejido que se está formando, para
demostrar que la resiliencia se teje y se entrelaza con varios elementos. (Martínez Torralba,
I., Vásquez Bronfman, A. 2006)
10
Silva, G. (1999) expone sus cuatro propiedades: puede ser fomentada, se funda en
la interacción entre la persona y el medio, no es una capacidad absoluta ni estable, es una
capacidad universal.
Es en esta interacción del individuo con el medio y con otros seres humanos, donde
se va forjando su propia subjetividad. En un individuo que ha atravesado una situación de
adversidad o traumática, se produce una herida y queda escindido. Esto es lo que Boris
Cyrulnik (2009) denomina "oxímoron" del sujeto resiliente. Como se mencionó
anteriormente, un oxímoron es una figura de la retórica que significa la unión de dos
contrarios que producen algo distinto. Cyrulnik utiliza este término para plantear que un
sujeto que vive una situación de este tipo, queda dividido entre una parte herida, que sufre
y una parte la cual con la ayuda de un otro que se acercan en dicha situación de
11
adversidad, posibilita que el sujeto vaya acumulando desde el lado sano y continúe la vida
con la mayor cuota de normalidad posible. Siempre queda un cicatriz, pero la zona
resiliente prospera y se desarrolla con el auxilio de un otro, de esta manera la adversidad o
el trauma son superados. (Altamann de Litvan, M., Bauer, M., Corti, A., González, E.,
Sassón, E., Weigensberg de Perkal, A., 2007)
12
podrían servirle como una suerte de "salvavidas" para superar la adversidad. Agregan que
una sola de esta características puede bastar como impulso para superar los desafíos de
un medio disfuncional, y que frecuentemente se desarrollan resiliencias adicionales a partir
de este único punto inicial.
No siempre es posible asociar las carencias que puede tener un individuo, con
incompetencia para actuar frente a determinadas situaciones; el mismo puede ser y hacer,
independientemente de la situación adversa en la que nazca y viva. Una vez que se tuvo
en cuenta esto, los estudiosos del tema trataron de buscar factores que pudieran proteger a
los seres humanos más allá de los efectos negativos que pudiera lograr la adversidad, con
el propósito de estimularlos una vez detectados. (Melillo, A., Suárez Ojeda, E. N., 2004)
Fue Henderson Grotberg (199) quién identificó factores resilientes y los organizó en
cuatro categorías: "yo tengo" (apoyo), "yo soy" y "yo estoy" (refiere al desarrollo de la
fortaleza intrapsíquica), "yo puedo" (remite a la adquisición de habilidades interpersonales y
de resolución de conflictos).
Greco, C., Morelato, G., Ison, M. (sin año) consideran que experimentar emociones
positivas forma parte fundamental de los factores resilientes a la hora de enfrentar una
situación de adversidad y agregan que este tipo de emociones funciona como recurso
necesario para el desarrollo del proceso resiliente. Los autores se basan en aportes de
13
Tugade, Fredrickson y Barreto (2004) quienes afirman que las emociones positivas
participan en las estrategias de regulación de las experiencias negativas, estresantes o
adversas. Agregan que dichas emociones produce una ampliación cognitiva y conductual
que propicia un estilo de afrontamiento adaptativo.
Según Averill, J. (1980) una emoción es positiva cuando: el sentimiento que provoca
se percibe como agradable, el objeto de la emoción se valora como bueno y cuando la
conducta que se realiza mientras se experimenta esa emoción se evalúa de manera
favorable y las consecuencias de la emoción son beneficiosas.
Fredrickson (1998) nombra cuatro tipos de emociones positivas: alegría, interés,
amor y satisfacción. Pereyra agrega la esperanza, Seligman (2003) el optimismo y
Blázquez (2002) la serenidad. Csiksentmihalyi (1998) nombra el "flow" que podría
traducirse como "flujo de conciencia". Esto se define como el estado en que la persona está
absorta en una actividad que le provoca placer y disfrute, perdiendo la noción del tiempo y
experimentando satisfacción. (Greco, C., Morelato, G., Ison, M., sin año)
14
experimentar nuevas emociones positivas y optimizar la salud y bienestar. (Greco, C.,
Morelato, G., Ison, M., sin año)
Folkeman y Moskowitz (2000) afirman que otorgarles un significado positivo a los
acontecimientos de la vida cotidiana y tener un estilo de afrontamiento enfocado en el
problema contribuiría a generar emociones positivas cuando se experimentan situaciones
adversas en la vida. Tugade, Fredrickson y Barret (2004) resaltan la implicancia que tienen
los efectos de las emociones positivas para que el individuo sea capaz de regular sus
experiencias negativas, las cuales afectarían su salud física y mental. Las emociones
positivas amplían el repertorio de acción y pensamiento ejerciendo un rol reparador frente a
una situación que genera emociones negativas. (Greco, C., Morelato, G., Ison, M., sin año)
Resiliencia en la infancia
15
Siguiendo con esto, Barudy (2005) observó como los estudios sobre el desarrollo
infantil se conectan con el mundo del desarrollo de habilidades y conocimientos en los que
los niños van adquiriendo competencias hasta que alcanzan la madurez.
Muchas de las capacidades de los niños son potenciales; para que se desarrollen
no solo deben de estar acompañadas de los nutrientes necesarios, sino también del
reconocimiento y el estímulo de las interacciones permanentes con los padres y los demás
miembros del entorno familiar y social. Todas estas interacciones deben desarrollarse en un
clima de afectividad, para lo cual el autor cree fundamental la utilización de buenos tratos.
(Barudy, J., Dantagnan, M., 2005)
Los buenos tratos hacia los niños debería ser el objetivo fundamental de los adultos
de la familia y toda la comunidad, siendo esta la forma más segura y eficaz de garantizar la
salud y el bienestar físico, psicológico y social. Son una producción humana, no son ni
puramente individuales ni familiares, sino el resultado del esfuerzo conjunto de la sociedad.
El bienestar de los niños que resulta de la utilización de los buenos tratos es la
consecuencia de un proceso social complejo en donde intervienen cuatro factores: los
recursos y las capacidades de los padres, las necesidades de los niños, las fuentes de
resiliencia de todas las personas implicadas en el proceso y los recursos comunitarios. Los
buenos tratos siempre deben de estar basados en el respeto del niño como sujeto con
derechos y necesidades propias. (Barudy, J., Marquebreucq, A.P., 2006)
Dantagnan, M. (2005) considera que uno de los principales requisitos para asegurar
el buen trato es que el vínculo entre padres e hijos sea sano. La posibilidad de que estas
relaciones sean sanas depende en gran medida de como se produjeron los procesos de
apego. El apego es entendido por la autora como:
El vínculo que se establece entre el niño y sus progenitores a través de un proceso relacional que
para la cría es primeramente sensorial durante la vida intrauterina (reconocimiento del olor, la voz
y el tacto de los progenitores), pero que apenas ocurrido el nacimiento, rápidamente se impregna
según la reacción afectiva del adulto, que puede ser positiva o negativa según los contextos y las
experiencias de vida (...) de la madre y secundariamente del padre (Barudy, J., Dantagnan, M.,
2005, p.165).
16
con el otro. La calidad del apego influirá en la vida futura del niño en aspectos vitales como
el desarrollo de su empatía, la modulación de sus impulsos y deseos, la construcción de un
sentimiento de pertenencia y el desarrollo de sus capacidades de dar y recibir. Un apego
sano y seguro posibilitará la formación de una consciencia ética y el desarrollo de
habilidades para sobrellevar situaciones emocionales difíciles. (Barudy, J., Dantagnan, M.,
2005). De esta manera, el apego seguro puede ser la primera vía de desarrollo y
promoción de resiliencia en el niño, sentando las bases y abriendo camino a un desarrollo
saludable.
17
que esa persona se desarrolle en otra dimensión. Por lo general este tutor aporta un tipo de
conocimiento específico, aunque puede también aportar solamente un interés revalorizador,
la sensación de que es capaz de crear algo nuevo que puede enriquecerlo como persona.
Este lazo puede ser ocasional, un encuentro particularmente estimulante, o puede darse
también una relación que se instale en el tiempo. De cualquier manera, este lazo ayuda a
que se desarrolle en el individuo un potencial que hasta ese momento no había sido
valorado, o que no había tenido oportunidad de desarrollarse, y permite así crear otra
identidad.
18
y motivación para salir adelante en la escuela y en la vida. (Henderson, H., Milstein, M.M, 2005, p.
27).
Autores como Rutter (1992) y Osborn (1993) introducen el papel del temperamento
del niño y sus atributos personales en el proceso de resiliencia, interactuando junto con el
amiente familiar, social y cultural. Sin embargo, se adhieren a la idea de que no puede
pensarse la resiliencia como una característica con la que los niños nacen o que adquieren
en algún momento de su desarrollo, sino que se trata de un proceso interactivo entre ellos y
su medio.
19
visión positiva del futuro personal y control interno. Como factores protectores ambientales
los autores nombran el promover vínculos estrechos, valorar y alentar la educación,
emplear un estilo de interacción cálido y no crítico, satisfacer necesidades básicas de
vivienda, salud, atención y recreación, fomentar el desarrollo de valores prosociales y
estrategias de convivencia, apreciar los talentos específicos de cada niño.
Intervenirdesdeelmodeloderesiliencia:
Prevención y promoción
Infante, F. (1997) observa que las investigaciones sobre resiliencia han cambiado la
forma de percibir al ser humano: se pasó de un modelo de riesgo basado en las
necesidades y la enfermedad, a un modelo de prevención y promoción basado en las
potencialidades y los recursos que el ser humano posee en sí mismo y a su alrededor. Un
individuo ya no es visto como alguien que solo "crece" y se "enferma", sino que además es
capaz de buscar sus propios recursos y salir fortalecido de la adversidad.
Masten (2001) agrega que concretamente en el plano de las intervenciones
psicosociales, el modelo de resiliencia ha cambiado la naturaleza de los marcos
conceptuales, las metas, las estrategias y las evaluaciones. (Melillo, A., Suárez Ojeda, E.
N., 2004)
Según Wolin (1995) Este modelo transforma la actitud mental, la forma de ver y
pensar respecto a los niños, por parte de las personas que trabajan en la promoción del
bienestar social, porque centra su atención y su esfuerzo en identificar y fortalecer los
factores protectores, más que en los factores de riesgo (De Pedro Sotelo, F., Muñoz
Garrido, V., 2005)
20
Los autores creen que considerando la ecología humana como fuente de recursos y
posibilidades para un desarrollo sano, la promoción de resiliencia se vuelve una
responsabilidad compartida por todos los profesionales de las distintas disciplinas y niveles
de influencia relacionados con el niño.
Los objetivos de este tipo de intervención son: promoción de adaptación positiva al
medio y prevención de problemas específicos o síntomas.
Las estrategias buscan promover ventajas y aspectos positivos del sujeto, reducir el
riesgo o las fuentes de estrés y promover procesos de desarrollo humano además del
tratamiento de enfermedades. (Melillo, A., Suárez Ojeda, E. N., 2004)
"Es importante un cambio de perspectiva (...) no dirigirnos al niño como una víctima
potencial, sino como persona que tiene recursos para desarrollar su propia resiliencia y que
además puede volverse un recurso para otros" (De Pedro Sotelo, F., Muñoz Garrido, V.,
2005)
Silva (1999) establece que para poder trabajar en el fomento de los componentes
de resiliencia, es indispensable tomar en cuenta el contexto social y cultural de los niños
con los cuales se va a trabajar. La cultura del medio donde crece el niño marca sus valores,
sus creencias, sus gustos, la forma en que se divierte, lo que le causa miedo; el modo
específico de ver el mundo. Es fundamental considerar también la etapa del desarrollo en
la que se encuentra el niño; ya que la presencia de los componentes de resiliencia
dependerá de ello.
21
La autora nombra algunos de los componentes que están relacionados con el niño y
generan resiliencia: autoestima, autonomía, cooperación, curiosidad por conocer,
creatividad, sentido del humor, capacidad de expresar y manejar emociones. Algunos de
estos se condicen con los pilares de resiliencia nombrados por Suárez Ojeda (1997) y las
"resiliencias" que proponen Wolin, S. J. y Wolin, S. (1993). Brevemente expone una serie
de estrategias con el fin de guiar en el desarrollo de dichos componentes y así ayudar en la
promoción de resiliencia.
Existen dos fuentes para fomentar la autoestima en el niño: los vínculos
interpersonales y los logros junto con su reconocimiento. Las relaciones cálidas que
proporcionan interés y aceptación incondicional, generan en el niño el sentimiento de valía
y de ser querido. Algunos componentes de este vínculo son: interés positivo por educar,
compartir actividades juntos, acompañar, cuidar.
Todos los niños se ponen metas a lo largo de su desarrollo y cada logro demanda
reconocimiento. Que la alegría de la meta cumplida sea compartida por la familia genera
confianza en el niño y la seguridad necesaria para seguir adelante. Silva propone ofrecer
experiencias para promover su autoestima, permitiéndole probar, intenta, ensayar, lograr y
recibir reconocimiento por ello. Facilitarle al niño un camino de logros, por un lado
conociendo y aceptando su temperamento y características personales, y por otro,
sabiendo de qué es capaz y cuáles son sus limitaciones, conociendo sus aptitudes,
preferencias y habilidades. Este doble conocimiento es fundamental para marcar
expectativas y metas realistas con respecto al niño. Los niños bien ubicados tienen más
posibilidades de cosechar logros.
Para fomentar la autonomía, el adulto debe alentar al niño a intentar nuevas
experiencias acordes con su madurez neurobiológica y física. Si hay una sobreprotección,
se le impide que desarrolle esta capacidad y su autoestima se ve perjudicada. Si hay una
sobreexigencia, y se espera que el niño realice tareas para las cuales no está preparado, lo
frustran. Es importante brindarle la oportunidad de descubrir la autosuficiencia; cuando el
niño experimente un problema importante o frustración, es necesario dejar que explore y
encuentre sus propias soluciones. Para estimularlos, los adultos pueden delegarle
responsabilidades acordes a su edad y orientarlos en la resolución de los retos planteados.
Los niños comienzan a cooperar desde pequeños en varias actividades,
dependiendo de las posibilidades personales y del nivel de desarrollo que haya alcanzado.
Es importante que se le exprese el reconocimiento por su ayuda y es necesario alentarlo
constantemente para que coopere, inicialmente en tareas sencillas, permitiendo conocer
sus posibilidades y mostrarles que se confía en ellos.
La curiosidad por conocer es una característica propia de los niños que son más
resilientes, ya que implica iniciativa personal, una posición activa frente a lo desconocido y
22
afán por descubrir. La curiosidad puede ser estimulada ofreciéndole experiencias al niño
que lo lleven a explorar, como juegos de escondite y búsqueda, juegos de observación,
planteándole preguntas motivadoras, invitando al niño a vivenciar nuevas experiencias,
organizar paseos a lugares desconocidos por el niño.
La creatividad ocurre de manera espontánea y en ella influye el estado de ánimo
del niño, su disposición y sus experiencias. Para estimularla, se necesita de un medio rico y
estimulante para la imaginación, un clima de libertad, abierto y de confianza que le permita
al niño vivir numerosas experiencias.
En sentido del humor, permite relajar situaciones tensas. La forma de fomentarlo
es a través del ejemplo, mostrando como de experiencias desagradables se puede obtener
una respuesta saludable que termine siendo constructiva. Así, el niño se va apropiando de
esta forma de reaccionar, pudiendo aplicarlo en otras situaciones similares.
De esta misma manera, la autora propone estimular el pensamiento positivo; a
través del ejemplo de los adultos quienes pueden transmitirle esa actitud y practicarla
constantemente. Los niños son muy sensibles a lo que oyen y a lo que ven, si perciben una
actitud optimista asumirán esa actitud como modelo.
Para fomentar la capacidad de expresar y manejar las emociones, es necesario
facilitarle al niño un ambiente amigable, en donde se exprese amor, aprobación, aceptación
y respeto. Si se le proporcionan este apoyo emocional, su capacidad para demostrar
sentimientos positivos crece, convirtiéndose en personas sociables que aprueban, aceptan
y respetan a los demás. Los niños que no reciben el soporte emocional necesario, pueden
desarrollar sentimientos de envidia, hostilidad y resentimiento.
Para lograr todo esto, es fundamental comenzar por la aceptación del niño como
persona, con sus aspectos positivos y negativos, expresándole que se lo quiere y respeta.
Preocuparse de manera genuina, responsabilizándose por sus necesidades, protegiéndolo
y cuidándolo. Esto puede demostrarse ayudándolo en sus tareas, jugando con él o
compartiendo una charla. Silva considera importante concentrarse en los aspectos valiosos
del niño, en lo que ha logrado y en sus virtudes, ayudándolo a sentirse aceptado como
persona. (Silva, 1999).
23
avanzar y aliento cuando fracasa. Ayudar al bebé a tomar una postura activa frente a los
obstáculos genera resiliencia. Para desarrollar la creatividad, es importante brindar al niño
la posibilidad de descubrir la flexibilidad en el uso de los objetos y los juguetes. Por
ejemplo, proporcionarle objetos que puedan ser usados de varias formas le permite
comprender que existen distintas maneras de aplicar los recursos con los que cuenta. En el
desarrollo de la resiliencia, es importante que el niño aprenda a discriminar personas y
situaciones para seleccionar las respuestas más adecuadas para cada momento. El juego
de las escondidas es adecuado; le permite al bebé elaborar en el desarrollo emocional
procesos psicológicos muy importantes como la vivencia de que aquello que se separa de
él y desaparece de su vista, sigue existiendo y puede recuperarlo. Esto le da fortaleza
emocional y lo prepara para ser independiente y seguro.
Para la etapa de la niñez (2 años en adelante) la autora propone una serie de
actividades a realizar con el niño que auspician de promotoras de resiliencia. La primera de
ellas es otorgarle al niño el cuidado de un ser vivo, darle una planta o una mascota para
cuidar, estimulando el compromiso, responsabilidad, autoeficiencia, intercambio positivo de
afecto y el sentimiento de que es alguien que aporta a la vida. Otra estrategia que propone
es la creación artística, que permite al niño la posibilidad de crear y ser valorado por ello.
Es fundamental que esto se desarrolle en un clima de aceptación y libertad. La narración
de cuentos también es una estrategia, de ellos se puede extraer modelos de respuestas
resilientes a través de sus personajes. Los cuentos por lo general narran historias de
personajes que tiene problemas y dificultades, pero logran resolverlos convirtiéndose en
héroes. Estos héroes tienen características personales resilientes: son activos, persisten
hasta lograr sus metas, utilizan de manera inteligente los recursos que tiene a su alcance;
leer historias de personajes que poseen estas características puede ayudar al niño a
desarrollarlas en él a través del ejemplo.
El teatro y la utilización de títeres son medios fundamentales que permiten la
expresión de las emociones. En el caso de los títeres, al ser un "otro" el que cobra vida, el
niño le atribuye una serie de vivencias personales al personaje, que por sí mismo no se
atrevería a aceptar. Este juego tiene la ventaja de esconder a quien lo maneja, facilitando
de esta manera la expresión. En cuanto al teatro, asumir diversos personajes y vivir a
través de ellos diferentes experiencias, posibilita el desarrollo de la empatía, la autoestima,
la seguridad personal y las habilidades expresivas. El poner en juego el propio cuerpo
como instrumento posibilita vivenciar distintos roles y emociones, logrando en el niño el
desarrollo de confianza en sí mismos y habilidades para relacionarse.
Finalmente, es importante utilizar juguetes o juegos que lo ayuden de manera lúdica
a resolver problemas o superar dificultades, auspiciando como entrenamiento inofensivo
que prepare al pequeño para enfrentar posteriormente obstáculos o situaciones análogas.
24
Como bien menciona Llobet (2005) la escuela es uno de los escenarios propicios
para la promoción de resiliencia. Henderson, N. y Milstein, M. (2005) consideran que es un
ambiente clave para que los individuos desarrollen la capacidad de sobreponerse a la
adversidad, logren adaptarse a las presiones y problemas que enfrentan y adquieran los
componentes sociales, académicos y vocacionales necesarios para salir adelante en la
vida. De Pedro Sotelo, F. y Muñoz Garrido, V. (2005) agregan que la escuela posibilita al
niño encontrar un espacio de libertad y creatividad favoreciendo la construcción de su
resiliencia frente a situaciones adversas.
A través del estudio de varias investigaciones, surgieron seis puntos relevantes que
muestran como las escuelas pueden aportar factores protectores ambientales y las
condiciones para fomentar los factores protectores personales nombrados anteriormente.
Estos conforman una estrategia de seis pasas con el fin de promover la resiliencia en las
escuelas. Los primeros tres pasos están destinados a mitigar el efecto del riesgo en la vida
del niño: enriquecer los vínculos, fijar límites claros y firmes y enseñar habilidades para la
vida. Los tres pasos siguientes tienen como objetivo construir resiliencia: brindar afecto y
apoyo, establecer y transmitir expectativas elevadas y brindar oportunidades de
participación significativa. (Henderson, N., Milstein, M., 2005)
Para mitigar el efecto del riesgo, enriquecer los vínculos es fundamental, implica
fortalecer las relaciones entre los individuos y cualquier persona o actividad social. Esto se
basa en pruebas que indican que los niños con fuertes vínculos positivos presentan menos
conductas de riesgo que aquellos que carecen de ellos. Existen varias formas de
incrementar el vínculo en las escuelas; uno de ellos es proponiendo a los niños varias
actividades antes, durante y después del horario escolar. Henderson y Milstein (2005)
consideran fundamental que se les ofrezca arte, música, teatro, todo tipo de deportes,
tareas de servicios comunitarios y clubes de diversas clases.
En un nivel más profundo, los autores consideran que las organizaciones tienen
culturas y un sistema de creencias firmemente arraigado basado en la historia, la tradición
y los valores. Moldear el clima y la cultura de la escuela es un medio importante para
promover la resiliencia. Para ello el personal, los alumnos y sus familias deben promover
valores compartidos, destacar aspectos de la historia de la escuela que concuerden con
esto e instaurar rituales y ceremonias para celebrar las conductas deseadas.
Otra forma de mitigar el efecto del riesgo es fijando límites claros y firmes, lo que
consiste en elaborar e implementar políticas y procedimientos escolares que sean
coherentes y expliciten las expectativas de conductas. Es importante que los alumnos
tenga participación en la determinación de estos límites, que constituyen normas de
25
conductas y procedimientos para cumplirlas, incluyendo las consecuencias por no hacerlo.
Los límites deben basarse en una actitud afectuosa en vez de punitiva, deben ser claros y
consensuados respecto a la conducta académica y social para que los alumnos tengan la
seguridad de saber qué es lo que se espera de ellos.
Los autores consideran también que enseñar habilidades para la vida constituye
una buena estrategia para mitigar los efectos del riesgo. Estas habilidades incluyen la
cooperación, resolución de conflictos, estrategias de resistencia y asertividad, destrezas
comunicacionales, habilidades para resolver problemas y tomar decisiones y un buen
manejo del estrés. Uno de los modos de enseñar habilidades para la vida en las escuelas
es a través del método de enseñanza basado en el aprendizaje cooperativo, que incorpore
de manera natural las habilidades para llevarse bien con los demás, trabajar en equito,
expresar las propias opiniones, fijar metas y tomar decisiones. Los alumnos identifican las
habilidades que les pueden ser útiles para resolver problemas en el futuro y luego las
aprenden. Los grupos de pares son los mejores mensajeros de las estrategias de
prevención e intervención.
Una vez aplicados los pasos para mitigar el efecto de riesgo, siguen los pasos
destinados a la construcción de resiliencia. El primero de ellos es brindar afecto y apoyo,
que implica la proporción de respaldo y aliento incondicional. Warner y Smith (1992)
plantean que es casi imposible superar la adversidad sin afecto, el cual no tiene que venir
únicamente de la familia biológica del sujeto, sino que también lo brindan los docentes,
vecinos, los pares y hasta las mascotas (Henderson, N., Milstein, M., 2005). En el ámbito
escolar, este afecto y apoyo que se brindan deben expresarse a través de conductas
concretas como tomar en cuenta a todos los alumnos, saber sus nombres, estimular a los
reticentes, investigar e intervenir cuando alguno de ellos enfrenta circunstancias difíciles.
El segundo paso para la construcción de resiliencia en la escuela es establecer y
transmitir expectativas elevadas. Además de elevadas, estas expectativas deben ser
realistas para actuar como motivadores eficaces. La forma en que la escuela puede
intervenir para lograr este cometido es fomentando la convicción generalizada de que el
éxito es posible e instando a todos a participar del proceso para alcanzarlo. En este
proceso, los alumnos mejoraran la imagen que tienen de sí mismos y estarán más
26
dispuestos a asumir los riesgos que sean necesarios para tener éxito. Las estrategias
concretas que se podrían aplicar son: alentar a los niños a que elaboren planes de
crecimiento indicando claramente los resultados esperados; supervisar periódicamente y
proporcionar retroalimentación positiva y correctiva; brindar momentos de aprendizaje
cooperativo que lleven a prestar y recibir ayuda; celebrar los logros; crear asociaciones de
apoyo mutuo con la comunidad.
Finalmente, los autores proponen brindar oportunidades de participación
significativa. Esta estrategia significa otorgar a los alumnos, su familia y el personal
escolar una gran cuota de responsabilidad por lo que ocurre en la escuela, brindándoles la
oportunidad de resolver problemas, tomar decisiones, planificar, fijarse metas y ayudar a
otros. Henderson y Milstein (2005) consideran que la base de este paso es contemplar a
los alumnos como recursos y no como objetos o problemas pasivos. Proponen encontrar
oportunidades de brindar mayor participación a los alumnos, por ejemplo a través de
programas entre pares, servicios comunitarios, actividades antes, durante y después del
horario escolar y aplicando estrategias de enseñanza participativa.
27
conducta es interpretada como una manifestación de la persona; en base a esto se
elaboró en forma conjunta con docentes y alumnos lo que sería el código de convivencia.
28
El conocimiento de los distintos estilos de comunicación (pasivo, agresivo, asertivo)
junto con el conocimiento de los derechos (ser tratado con respeto, cambiar de opinión,
decir no sin sentir culpa) posibilitó que los estudiantes comenzaran a traer ejemplos de la
vida cotidiana, muchos de ellos relacionados con conflictos familiares y con la pertenencia
o no al grupo de pares. Al trabajar estos conceptos, aparecieron los "yo puedo" y "yo
tengo": "Ahora puedo hacer amigos"; "Puedo habar con mis padres porque tengo las
herramientas para hacerlos"; "tengo mis derechos personales y los puedo hacer respetar"
(Alchourrón de Paladini, M. y Daverio, P. A., 2004, p. 280). Los logros obtenidos en este
segundo momento fueron: mayor autoestima en los adolescentes y cambio de algunos
pensamientos y creencias utilizando la noción de resiliencia como modelo.
El autor observa que ante un catástrofe masiva, los niños no concurren al psicólogo
o psiquiatra en busca de ayuda, sino que van al médico, con el propósito de ponerle fin al
malestar físico que los aqueja (dolores de cabeza, de estómago, sentimiento de debilidad,
entre otros). En estas situaciones es necesario que los profesionales vayan hacia el niño.
La escuela es un lugar óptimo para la intervención: el niño concurre a diario lo cual
permite realizar un seguimiento constate, actuar rápidamente ante cualquier necesidad.
Asimismo, es un el escenario donde emergen muchos síntomas (dificultades de
concentración, de aprendizaje, problemas de conducta). (Dedeoglu, C., Laor, N., Siev, J.,
Wolmer, L., Yazgan, Y., 2005).
29
Existen pocos profesionales capacitados para llevar a cabo la tarea en comparación
con la cantidad de niños que sufren estrés pos traumático. Por tal motivo, se necesita la
ayuda de un mediador clínico, que según Wolmer (2012) sería el maestro. Estos son vistos
como modelos tanto por los niños como por sus padres: están siempre presentes, pueden
brindar apoyo, pueden identificar a los alumnos que necesitan un tipo de intervención más
concreta.
Aparecen muchas veces, según comenta el autor, resistencias por parte de los
maestros a generar una alianza de trabajo con el equipo. Esto se debe a que también ellos
están traumatizados; viven en el mismo lugar que los niños, las mismas situaciones y ven
las mismas imágenes día a día. Se hace necesario entonces proporcionar apoyo
psicológico también a los docentes. (Dedeoglu, C., Laor, N., Siev, J., Wolmer, L., Yazgan,
Y., 2005)
Todo esto llevó a comprender que se debía desarrollar un método para superar las
resistencias de los maestros. Estas son tres: la primera "¿Por qué hay que intervenir?" se
les explica a los docentes los conocimientos que se tienen sobre las dificultades que puede
enfrentar un niño luego de vivenciar un desastre: estrés, depresión, angustia, fobia. En este
momento, los maestros comprenden que hay que intervenir. Pero se preguntan "¿Por qué
en la escuela?"; aquí aparece la segunda resistencia. Se les comenta lo importante del
marco escolar para que los niños puedan recibir ayuda sin que se les ponga una etiqueta
psiquiátrica, y la importancia de su intervención como mediadores clínicos. Emerge la
tercera resistencia "¿Por qué yo?". Los maestros consideran que no pueden asumir ese rol
puesto que no están capacitados, por tanto se hace necesario explicarles y ayudarlos.
El primer paso es trabajar con sus propias memorias y vivencias traumáticas, para
que puedan elaborarlas. Luego se los ayuda a realizar el pasaje de maestros a
educadores. Para esto se les plantea la consigna de revisar su vida y recordar una o dos
personas que tuvieron un incidencia significativa, que generaron una transformación
positiva y los hicieron ser quienes son hoy; influyeron en su forma de ver el mundo y sus
elecciones. No solo pensar en el nombre de la persona, sino describirla; porque fue tan
importante para ellos, como se comportaban y como reaccionaban frente a distintas
situaciones.
Las frases más comunes según Wolmer (2012) son: "siempre estuvo a mi lado
cuando lo necesite", "se interesaba por mí en forma personal", "me desafiaba con
preguntas sin dar respuesta", "era exigente pero confiaba en mi capacidad de afrontar
problemas". Para el autor, estas frases constituyen la definición exacta de liderazgo de
transformación. Este posee cuatro componentes: influencia idealizada, consideración
individualizada, estimulación intelectual y liderazgo inspiracional.
30
La influencia idealizada refiere a tener sentido de visión y misión; ganarse la
confianza, respeto y seguridad; obtener el esfuerzo extra requerido de los seguidores para
lograr niveles óptimos de desarrollo y desempeño. Con consideración individualizada, se
concentran en delimitar las capacidades y necesidades de los seguidores, atendiendo a
ellas individualmente. Delegan, entrenan, aconsejan y proveen retroalimentación para el
desarrollo personal. Elevan el nivel de seguridad para adquirir mayor sentido de
responsabilidad. Mediante estimulación intelectual se promueve activamente una nueva
mirada a viejos problemas. Se fomenta la creatividad y pone énfasis en un re-pensamiento
y exanimación de suposiciones que subyacen a los problemas. Desarrollan seguidores que
enfrentan los problemas mediante perspectivas únicas e innovadoras. En el liderazgo
inspiracional, los lideres dan ánimo, aumentan el entusiasmo y optimismo, y comunican sus
visiones de futuro realizables, con fluidez y seguridad. Proveen visión, la cual estimula la
energía para lograr altos niveles de desempeño y desarrollo.
Así, estos líderes en los cuales se pretende transformar a los maestros, son
capaces de transmitir una visión de esperanza. En el momento que advierten que las
personas que influyeron en su vida actuaron de esta manera, comprenden que ellos deben
comportarse igual para ayudar a sus alumnos. De esta manera su rol de educadores se
vuelve más claro y se produce la apertura necesaria para participar del proyecto propuesto
por Wolmer.
Para trabajar con los niños se utiliza un modelo proyectivo. Se leen una serie de
cartas, escritas por un niño imaginario llamado Adam que tiene su misma edad. Este niño
les va contando sus experiencias, poniendo en palabras lo que los alumnos están viviendo.
Les ofrece una serie de herramientas a través de lo que él hace en su clase imaginaria y
los ayuda a verbalizar, integrar y procesar esas experiencias. Esto permite también una
discusión a nivel grupal junto con la maestra. Hay un diario en donde cada uno va
integrando sus experiencias personales, contando lo que vivió y aprendió con sus propias
palabras, dibujos y forma de expresión.
31
postraumáticos, preparación para terremotos futuros, reacciones familiares, pérdida y
emociones relacionadas con la muerte, extracción lecciones para la vida y planificación del
futuro.
Se realizó durante tres años un seguimiento de los niños que participaron de este
programa, con el objetivo de observar lo que acontecía luego del trabajo realizado por los
maestros para fortalecerlos y desarrollar su resiliencia. Se comparó a este grupo de niños
con otro grupo que no había participado del programa, pero que había compartido el mismo
lugar (grupo de control). A nivel de síntomas, no notaron mucha diferencia entre los niños
participantes y los del grupo de control. Sin embargo, en lo que refiere a su funcionamiento
y adaptación (comportamiento en su casa y en la escuela, relacionamiento con otros, etc.)
los niños participantes demostraron un nivel muy superior frente a aquellos que no
participaron.
Se decidió trabajar con el afecto: procesar el estrés, miedo, ira, tristeza, culpa y
vergüenza; crecimiento y desarrollo después de desastres y traumas; aspectos
interpersonales. Con la conducta: control sobre las imágenes; flexibilidad de la atención;
equilibrio fisiológico; respiración lenta; relajación muscular; imaginación guiada. Y con la
cognición: psico educación; evitación; errores de pensamiento; pensamientos positivos.
Integrar esto a las características de la resiliencia para poder desarrollarlas: visión
positiva del mundo, capacidad de enfocar, pensamiento flexible, flexibilidad social, ser
organizado, ser proactivo.
Una visión positiva del mundo, requiere mostrar seguridad en uno mismo
basándose en la visión de la vida como compleja, pero llena de oportunidades. Según
Wolmer (2012) es fundamental desarrollar un self positivo, sentirse una persona valiosa,
capaz, que puede influir en el medio ambiente y en los sucesos de la vida.
Para promoverla, el autor propone distintas actividades que los maestros pueden
realizar con los niños. Una de ellas consiste en poner dentro de un globo las sensaciones
32
feas que se tienen en el momento: envidia, tristeza, agresión. Una vez que todos tengan
sus globos listos, la maestra exclama "¡ahora!" y los globos se sueltan. El "enano amigo" es
otra de las propuestas. Cada niño tiene uno, al cual le debe dar forma, color y nombre. Este
enano cumple una función muy importante: es un amigo; lo acompaña a la hora de
enfrentarse a una situación compleja y siempre tiene las respuestas correctas. De esta
manera, a través de este personaje en forma proyectiva, el niño va buscando respuestas y
se dice a sí mismo lo que de otra manera no se animaría. Otra actividad que se puede
realizar es crear una cajita en donde los niños van "guardando" las cosas buenas que le
acontecen, sus experiencias positivas.
Capacidad de enfocar es otra de las características. Tener un sentido, un propósito
y un enfoque en la vida es una ventaja, porque cuando las metas y prioridades son claras
es más fácil volver a la rutina luego de una interrupción importante.
Los niños piensan que no es posible dejar de pensar en los problemas, para ello se
les sugiere que tomen ese pensamiento del cual les cuesta tanto desprenderse y les
parece imposible alejar y lo coloquen en el centro de una imagen sin perderlo de vista. El
ejercicio se llama "Zoom" y consiste en que el maestro comience a pasar una serie de
imágenes que en forma progresiva van agrandando el entorno y alejando el centro en
donde los niños habían ubicado el problema. A medida que estas imágenes van pasando,
el niño deja de estar focalizado en el problema porque ya no lo ve. Así se le demuestra de
forma lúdica que puede dejar de estar pendiente del problema y emplear ese tiempo en
divertirse y jugar.
El pensamiento flexible es fundamental en el programa propuesto por Wolmer.
Permite encontrar formas creativas y efectivas para cumplir los objetivos, así como hacerle
frente a situaciones de ambigüedad, lo cual es esencial para la capacidad de recuperación.
Una de las técnicas que el autor implementa para trabajar la flexibilidad es
enseñarle a los niños a identificar errores cognitivos y corregirlos. Por ejemplo cuando
dicen "es imposible que pase el examen"; en este momento se le sugiere que se hagan dos
preguntas: ¿es cierto? ¿Hay una mejor manera de expresar el pensamiento?. Se insta a
poner un signo de interrogación al final de la oración, para preguntarse el hecho en vez de
afirmarlo y posteriormente buscar una mejor manera de describir lo que se siente al
respecto, agregándole una instrucción a la acción: "¿es imposible que pase el examen ?",
"No, no es imposible. A veces siento como que... pero si estudio en forma responsable es
muy probable que lo pase".
Se busca transformar un hecho "estoy seguro" en un sentimiento "siento que" y
cambiar las certezas por posibilidades "puede ser", lo cual significa que otras posibilidades
también son válidas. De esta manera, los maestros pueden ayudar a sus alumnos a
identificar palabras totales como "siempre", "nunca" y "debería" y a cambiarlas por otras
33
más realistas, permitiéndole al niño tener un pensamiento más flexible y apto para
enfrentarse a situaciones de estrés.
Es importante explicarle a los niños cual es la relación entre el pensamiento, el
afecto y la conducta. Un pensamiento negativo como "es imposible que pase el examen"
automáticamente genera afectos: impotencia, tristeza, autoestima baja. Este afecto influye
en la conducta: se estudiar menos concentrado, se pone menos interés y esfuerzo y de
esta manera es más probable no salve el examen. Si este pensamiento se cambia y
comienza la cadena con "es probable que si estudio de manera responsable tenga éxito en
el examen", el niño estará más optimista, se esforzará más y posiblemente pase el
examen.
La utilización del humor también es fundamental; la posibilidad de transformar una
situación de estrés en una situación humorística. Se pone énfasis en la creación del humor,
que posibilita ver una situación desde un ángulo totalmente diferente. Para Wolmer (2012)
el humor es el mecanismo de defensa más importante y eficaz que hay y es muy
contagioso.
Otra característica es la flexibilidad social. Las personas resilientes son capaces
de generar empatía, tienen fuertes lazos sociales en quienes pueden confiar, pueden
formar y mantener relaciones íntimas y reconocen la forma en cómo las habilidades de
otras personas pueden complementarse con las suyas. En el caso de los niños, otro
indicador de flexibilidad socia es la capacidad de adoptar figuras parentales cuando sus
padres no están presentes y en tal caso los maestros se convertirían en dichas figuras. Por
este motivo su intervención se vuelve tan importante.
La capacidad de organización, otra característica, le permite a la persona
encontrar el orden en el caos y avanzar más allá del pensamiento, ir a la acción. Para esto,
el control es fundamental. Es la capacidad de estar alerta pero también de liberar y dejar ir
cuando sea necesario. Ese es el verdadero control: poder cambiar el foco de atención y
controlar las imágenes. Un ejercicio que puede realizar la maestra con aquellos niños que
tienen imágenes recurrentes debidas a la vivencia de una situación de estrés, es pedirles
que imaginen una televisión y pongan allí la imagen. De esta manera, el niños tiene control
sobre ella, puede cambiar de canal, ponerla en blanco y negro, achicarla, hacerla
desaparecer o apagarla. También se puede trabajar con la voz interior, que es "amiga y
enemiga". Lo que Wolmer (2012) plantea enseñarle a los niños a hablarse a sí mismo como
si le estuvieran hablando a su mejor amigo, no enemigo. Esto a través del cuidado de las
palabras que se emplean, usando connotaciones positivas.
Otra forma de tener control es a través de la fisonomía del cuerpo, siendo este el
primero que reacciona ante una situación de estrés. Las maestras pueden enseñar
ejercicios de respiración diafragmática y abdominal y relajación muscular. Con los niños
34
más pequeños se trabaja con burbujas de jabón; cuando se intenta formarlas se respira de
forma muy delicada y así se comienza a aprender y trabajar las técnicas.
Otro ejercicio es aprender a controlar las interpretaciones: "crisis o desafío", "crítica
u oportunidad de aprendizaje", "culpa o responsabilidad". Si se es "culpable" de la
situación, no se puede hacer nada al respecto, solo autoagresión, en cambio si se es
"responsable", se puede asumir, arreglar y cambiar la situación. Hay más de una
posibilidad a la hora de interpretar y eso tiene efectos totalmente distintos a nivel
psicológico. Depende de la reacción, del como se llama a los hechos.
La última característica es ser proactivo: actuar de manera decisiva frente a la
incertidumbre, en lugar de reaccionar posteriormente ante las circunstancias.
Como resultado de este programa, se observó una mejora en los niños, en los
docentes y en la relación entre ellos. Se produjo un cambio en la identidad del maestro, la
visión que tenían de sí mismos, su capacidad de manejar las relaciones, su empatía,
tolerancia y cooperación en el ambiente. Aumentó su seguridad a la hora de enfrentar
situaciones de angustia, mejorando su capacidad de contención hacia los alumnos y los
padres. Aceptaron el rol de ser fuentes de inspiración en la escuela ante situaciones de
estrés, motivar a los alumnos más difíciles y gestionar el aula en momentos complicados.
Luego de la segunda guerra del Líbano, que tuvo lugar en el año 2006, nuevamente
se realizaron intervenciones en las escuelas utilizando el programa propuesto por Wolmer.
Se comparó el grupo de niños participantes con el grupo de control, obteniendo como
resultado un 50% menos de nivel pos trauma en el grupo de participantes que en el de
control. La idea que surgió en efecto, fue implementar dicho programa de forma preventiva
y no únicamente luego de una catástrofe. El objetivo se convirtió en promover herramientas
de resiliencia en las escuelas para enfrentar situaciones de estrés diario y así poder
generalizar luego a situaciones más complejas
Así fue que Hamiel, D., Laor, N., y Wolmer, L. realizaron el primer estudio avocado a
investigar los efectos de una intervención universal de los maestros, como estrategia de
prevención antes de la exposición. El mismo se llevó a cabo con estudiantes israelíes,
antes de los ataques que tuvieron lugar durante la Operación Cast Lead (2008-2009).
Los resultados evidenciaron una diferencia significativa en cuanto a síntomas
postraumáticos, estrés y humor entre los niños participantes y los del grupo de control. Se
demostró que a través de esta intervención es posible lograr el objetivo antes propuesto.
35
con frecuencia semanal. Los consejeros escolares reciben una capacitación de veinte
horas y supervisación dos veces por semana. Todos los maestros son capacitados con
cuatro horas de entrenamiento básico y encuentros semanales de supervisación. Se lo
denominó "Programa de Habilidades para la Vida"; con él se pretende romper con las
clases estructuradas agregando debates con los estudiantes sobre sus experiencias de
desarrollo, identidad, sexualidad, situaciones de riesgo y situaciones de vida en general. El
proceso de implementación del programa comienza con reuniones con el director de la
escuela y los maestros para construir una alianza de trabajo y asegurar los recursos
necesarios. Los niños son animados a compartir y ejercitar las habilidades de afrontamiento
aprendidas en la escuela, con sus familias.
36
pensamientos positivos, instando a los niños a "coleccionarlos en la bolsa". También se
desarrolla un ejercicio de imaginación guiada utilizando esta imagen.
La sesión número nueve: "El poder de la comunicación: escucha y cooperación
activa", destaca el poder de las experiencias positivas. En ella se insta a los niños a debatir
sobre el poder de la cooperación.
En la décima sesión: "Toma de perspectiva, distanciamiento y humor" se trabaja el
humor como factor fundamental para el afrontamiento y distintas formas de controlar la
atención. Se implementa el ejercicio "Zoom", el cual utiliza imágenes para aprender a tener
perspectiva y tomar distancia, ejercicios de humor, yoga y meditación a través de la risa.
La sesión número once: "Practicando e integrando técnicas de afrontamiento" se
centra en la utilización de imágenes para mejorar la capacidad para tomar decisiones, la
sensación de equilibrio interno y la integración de habilidades de afrontamiento. Se practica
todo lo aprendido en sesiones anteriores.
"Violencia: conexión entre estrés, tención y agresión" es el nombre de la sesión
número doce. Aquí se trabajan las estrategias de afrontamiento a través de la
comunicación interpersonal, empática y asertiva. Las actividades consisten en visualizar los
signos que indican reacciones inefectivas frente a situaciones de ira e identificar el signo
que mejor los describe cuando están enojados. Los maestros brindan sugerencias sobre
modos alternativos de reacción ente estas situaciones.
La sesión trece: "Un ejercicio de equilibrio integrado y SMBIA", se concentra en el
procesamiento emocional y la regulación de las emociones fuertes. Se enseña la técnica
"cinco pasos para una reacción efectiva". Estos son: parar, muscular, respirar, imaginar,
actuar. En inglés estos pasos se resumen en la sigla SMBIA.
La última sesión: "Conclusión: el poder del grupo", hace hincapié en dicho poder y la
creación de una visión para el futuro. Se realiza un de resumen lo aprendido en las
sesiones, se trabajan los cambios positivos que pueden derivar de una crisis y finalmente
los globos se liberan a modo de cierre y despedida.
En cada una de las sesiones se practican las técnicas aprendidas en la anterior, se
implementa la carta de Adam como introducción al tema y se le propone a los niños escribir
sobre la experiencia en su diario personal.
37
Reflexiones
Posibles estrategias sería: realizar folletos de fácil lectura y material multimedia con
videos explicativos, ambos accesibles a la población en los establecimientos antes
mencionados. Realizar charlas informativas presentando distintos aspectos de la
resiliencia, con la participación de un equipo multidisciplinario para lograr un abordaje
38
integral. Desarrollar actividades didácticas como talleres, en donde se trabajen de forma
dinámica y lúdica distintas temáticas utilizando distintas técnicas. Estos talleres pueden
realizarse con padres, niños y padres junto con sus hijos.
Los talleres con padres, podrían centrarse en el abordaje de las características
propias de las etapas evolutivas por las que atraviesan sus hijos a lo largo de su desarrollo
y como acompañarlos en cada una de ellas. El objetivo principal sería favorecer la
construcción de un vínculo sano.
En los talleres con padres e hijos, se podría fomentar un mayor conocimiento entre
ellos a través del tiempo compartido y el aprendizaje juntos. Se pueden implementar
técnicas a través de las cuales se les explique la importancia de establecer un vínculo
sano.
Los talleres con niños pueden centrarse en el fortalecimiento del vínculo entre
pares. Este es muy importante puesto que la relación con un otro puede aportarle nuevas
concepciones de la vida a través de las distintas historias de cada uno y sus distintas
personalidades. El niño puede aprender a través del ejemplo de otros niños y a través del
juego con ellos. Por tanto, promover la integración entre compañeros mediante actividades
tales como: jornadas de deportes, juegos, taller literario, pintura, teatro, danza, entre otros;
se vuelve fundamental.
39
Conclusiones
Las técnicas propuestas por los diversos autores son de fácil comprensión y
aplicación; requieren sobre todo disponibilidad, responsabilidad y compromiso por parte de
los adultos que acompañen al niño. Se basan en el juego y el buen trato, por tanto pueden
ser desarrolladas por cualquier adulto, sin importar su nivel académico o los recursos
socioeconómicos.
40
La escuela ha demostrado ser uno de los ambientes más propicios para la
implementación de programas y técnicas en los niños. Tanto las que buscan mitigar los
efectos del riesgo como las que apuntan a la construcción de resiliencia han tenido efectos
positivos. Asimismo, se evidenció que el enfoque de resiliencia se puede emplear dentro
del establecimiento para abordar diversas situaciones: luego de una catástrofe, el pasaje
de una etapa evolutiva a otra, entre otras. No solo el trabajo a través de técnicas tiene
efectos revalorizadores en los niños, también la presencia de un otro dispuesto a ayudarlos
a descubrir y desarrollar sus potenciales.
41
Referencias bibliográficas
Altmann de Litvan, M., Bauer, M., Corti, A., Gonzalez, E., Sassón, E., Weigensberg de
Perkal, A. (copiladores) (2007) Resiliencia y vida cotidiana. Montevideo: Psicolibros.
Barudy, J., Dantagnan, M. (2005) Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y
resiliencia. Barcelona: Gedisa
Brooks, R., Goldstein, S. (2004) Como lograr el equilibrio, la seguridad y la fuerza interior
necesaria para vivir en paz. Barcelona: Paidós.
Dedeoglu, C., Laor, N., Siev, J., Wolmer, L., Yazgan, Y. (2005) Teacher- mediated
intervention after disaster: a controlled three-years follow-up of children's functioing. Malden,
USA. Journal of Child Psychology and Psychiatry.
De Pedro Sotelo, F., Muñoz Garrido, V. (2005) Educar para la resiliencia. Un cambio de
mirada en la prevención de situaciones de riesgo social. Madrid. Revista Complutense de
Educación. Vol. 16 Núm. 1. Disponible en:
http://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/viewFile/RCED0505120107A/16059
42
Greco, C., Morelato, G., Ison, M. (sin año) Emociones Positivas: Una herramienta
psicológica para promocionar el proceso de resiliencia infantil. Argentina: Psicodebate 7.
Psicología, Cultura y Sociedad. Disponible en:
http://www.palermo.edu/cienciassociales/publicaciones/pdf/Psico7/7Psico%2006.pdf
Hamiel, D., Laor,, N., Wolmer, L. (2011) Preventing Children's Posttraumatic Stress After
Disaster With Teacher-Based Intervention: A Controlled Study. Journal of the American
Academy Of Child and Adolescent Psychiatry. Vol. 50 Núm. 4
Henderson, N., Milstein, M.M. (2005) Resiliencia en la escuela. Buenos Aires: Paidós
Melillo, A., Suárez Ojeda, E. N. (2004) Resiliencia, descubriendo las propias fortalezas.
Lanús: Paidós.
Melillo, A., Rodríguez, D., Suárez Ojeda, E. N., (2004) Resiliencia y subetividad. Los ciclos
de la vida. Buenos Aires: Paidós.
Laor, N., Spirman, S., Wiener, Z., Wolmer, L. (2003) Facing War, Terrorism and disaster:
Toward a Child-Oriented Comprehensive Emergency Care System. Child and Adolescent
Psychiatric Clinics of North America.
Silva, G. (1999) Resiliencia y violencia política en niños. Bueno Aires. Colección Salud
Comunitaria, serie Resiliencia. Fundación Bernard Van Lee, Universidad Nacional de Lanús.
43
Material audiovisual:
44