Aprendizaje Colaborativo
Aprendizaje Colaborativo
Aprendizaje Colaborativo
This paper reviews the main aspects of collaborative learning, and its implications for the work in small
groups, in the context of undergraduate teaching. Theoretical aspects of the collaborative learning
methodology are shown, from the perspective of several authors; as well as the characteristics of the
teacher’s role, and important aspects of evaluation. Differences with cooperative learning are describe and in
addition, the main findings from the use of this teaching strategy are analyzed, suggesting that its good
implementation predicts not only good learning results in the students, but also competencies associated to
the learning process in both, students and teachers.
Keywords: collaborative learning, teaching strategy, undergraduate teaching
Recepción del artículo: 10 de octubre de 2012. Aprobación del artículo 10 de noviembre de 2012
1
Psicólogo, Universidad Viña del Mar. Correo electrónico: felixlillo@gmail.com
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Según González y Díaz (2005) las primeras aplicaciones del aprendizaje colaborativo datan de
finales de la década de 1950, cuando M. L. J. Abercrombie aplicó un nuevo método para la
realización del diagnóstico de casos clínicos por parte de estudiantes residentes de medicina, a
quienes se les indicó que, en vez de realizar este procedimiento de forma individual, lo hicieran
en grupos, estableciendo el diagnóstico a través del consenso al que llegaran. Como resultado, los
alumnos lograron ser más certeros en esta labor (González & Díaz, 2005; Rafoth, 1996). Basado
en este descubrimiento, Kenneth Bruffee comenzó a investigar y a aplicar el aprendizaje
colaborativo en la década de 1970, siendo uno de los mayores promotores de esta metodología en
la educación superior (Rafoth, 1996).
Se ha señalado que el aprendizaje colaborativo puede abordarse desde la perspectiva del
enfoque constructivista social, cuya premisa central es que el aprendizaje es una experiencia de
carácter fundamentalmente social, donde el lenguaje es la herramienta base para mediar tanto en
la relación profesor-alumno, como en la relación entre compañeros (Barros & Verdejo, 2001).
Por tanto, esta metodología va de la mano con un cambio del paradigma en la educación
superior, que pasa de estar centrado en el profesor como el mayor responsable del aprendizaje de
sus alumnos, con una formación principalmente teórica, a una postura de mayor responsabilidad
del alumnado, en su propio proceso de aprendizaje, y una formación más orientada al “saber
hacer”, al “aprender a aprender” y otras competencias relacionadas con la disciplina profesional,
tal como plantea López Segrera (2011) en su evaluación sobre las tendencias en la educación
superior de América Latina y el Caribe;
Muchos consideran que hemos pasado del modelo originario de convivencia dirigido al
sujeto que aprende (el estudiante) al autoritario, regido por el que enseña y el que
administra. No obstante, se observan fuertes corrientes –el proceso europeo iniciado con la
“Declaración de Bologna” (1999)– que pretenden rectificar estas tendencias contrarias al
ideal de convivencia. (p. 220)
Y en relación al actuar de los docentes, en el mismo documento, el autor recomienda;
Los profesores deben ser co-aprendices con sus alumnos y diseñar ambientes de
aprendizaje. Deben esforzarse por inculcarles la afición al estudio y los hábitos mentales
que incentiven el autoaprendizaje (aprender a aprender), a fin de que las Instituciones de
Educación Superior en América Latina y el Caribe sean verdaderos “centros de educación
permanente para todos durante toda la vida”. (p. 224)
APRENDIZAJE COLABORATIVO EN LA FORMACIÓN DE UNIVERSITARIA DE PREGRADO 111
Esta revisión bibliográfica y de evidencia empírica tiene como objetivos: (a) caracterizar el
aprendizaje colaborativo en tanto metodología que promueve el aprendizaje activo en todos los
estudiantes y favorece una participación docente como facilitador de procesos y resultados y (b)
analizar los factores asociados a la efectividad del aprendizaje colaborativo, en la formación
universitaria de de pregrado y sus implicaciones de investigación en psicología educativa.
Aprendizaje Social
Diversos autores han planteado que el aprendizaje colaborativo tiene su fundamento teórico en
el constructivismo social (Barkley, Cross & Major, 2007; Barros & Verdejo, 2001; Maldonado
Pérez, 2007; Scagnoli, 2006; Zañartu, 2003). Este enfoque proviene de la Sociología, siendo
Shütz el “padre del constructivismo social”, quien plantéa que la realidad social es una
construcción humana dependiente de la interacción social, que genera significados y los transmite
a través de la cultura (Elboj, Puigdellívol, Soler Gallart & Valls, 2006, p. 42), generando un ciclo
continuo donde “las personas actuamos y construimos la realidad, nuestro mundo, lo que
llamamos sociedad o cultura en general, que, a su vez, moldea y conforma nuestro contexto o
marco mental a partir del cual somos y hacemos creativamente” (de Paz, 2007, p. 93). Este
enfoque “confiere al lenguaje y a los discursos sociales creados con él una importancia extrema.
Esos discursos no son un reflejo o un mapa del mundo, sino un intercambio comunitario”
(Labrador, 2001, p. 73).
Son estos mismos principios los que se aplican al ámbito de la Psicología Educacional y la
Pedagogía, entendiendo el aprendizaje como el “proceso de construcción de modelos internos
influenciados por experiencias previas, valores y creencias personales por una parte y por la otra,
determinadas por las estructuras observadas afuera tales como las transmiten la cultura y el
lenguaje” (Soler Fernández, 2006, p. 38). Es en este ámbito donde el enfoque se acerca a las
teorías de Vygotsky, quien planteaba, en palabras de Soler Fernández (2006, p. 38), que “el
desarrollo cognoscitivo está basado en el proceso de socialización cultural … El conocimiento
consiste en la habilidad para utilizar herramientas socialmente relevantes, desde lápices hasta
cmputadoras e interpretar signos culturales, tales como el lenguaje, la escritura, el sistema de
números, etcétera, dentro de un proceso de socialización … Las experiencias sociales externas
fomentan la formación de estructuras mentales internas o modelos, que son influenciados por la
presencia de factores sociales, culturales y contextuales” lo que genera el aprendizaje.
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Aprendizaje Colaborativo
Debido a que no existe una única definición para el concepto de aprendizaje colaborativo, a
continuación se presentan algunas de las recopiladas en la bibliografía revisada;
Gokhale (1995) se refiere a un método de instrucción, en el que estudiantes con distintos
niveles de rendimiento, trabajan juntos en pequeños grupos para lograr una meta en común.
Los estudiantes son responsables del aprendizaje de los otros y del propio. Por lo tanto, el
éxito de un estudiante ayuda a otros estudiantes a tener éxito también.
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Matthews (1996, citado en Barkley, Cross & Major, 2007, p. 19); “el aprendizaje
colaborativo se produce cuando los alumnos y los profesores trabajan juntos para crear el
saber… Es una pedagogía que parte de la base de que las personas crean significados juntas y
que el proceso las enriquece y las hace crecer”.
Según Díaz Barriga (1999, citado en Anguiano et al., 2008) “el aprendizaje colaborativo se
caracteriza por la igualdad que debe tener cada individuo en el proceso de aprendizaje y la
mutualidad, entendida como la conexión, profundidad y bidireccionalidad que alcance la
experiencia, siendo ésta una variable en función del nivel de competitividad existente, la
distribución de responsabilidades, la planificación conjunta y el intercambio de experiencias”.
Para Barros y Verdejo (2001) los alumnos aprenden en un proceso en el que se proponen y
comparten ideas para resolver una tarea, favoreciéndose con el diálogo, la reflexión sobre las
propuestas propias y las de los compañeros.
Scagnoli (2006, p. 39); “El aprendizaje colaborativo es la instancia de aprendizaje que se
concreta mediante la participación de dos o más individuos en la búsqueda de información, o
en la exploración tendiente a lograr una mejor comprensión o entendimiento compartido de
un concepto, problema o situación”.
Badia y García (2006, pp. 43-44); “Basándonos en la aportación de Dillembourg (1999),
entendemos que un proceso de aprendizaje puede considerarse colaborativo cuando un grupo
de estudiantes se dedican de forma coordinada, durante un tiempo suficiente, a resolver juntos
un problema o realizar una actividad. Por lo tanto, la colaboración entre alumnos debe ser el
resultado de la existencia de objetivos grupales que superan la dimensión individual, de un
grado de intersubjetividad suficiente que permita a los miembros de un grupo entender la
tarea de la misma forma, de un proceso de corresponsabilización mutua entre los miembros
del conjunto ante la tarea mediante estructuras de trabajo en grupo (Lou et al., 2004), de un
proceso de interacción educativa que ponga en evidencia las estructuras de actividad
dialógica propias del trabajo mediante proyectos colaborativos (Polman, 2004) y de la
generación de un producto como resultado de la contribución de la totalidad de los miembros
del colectivo.”
Barkley, Cross & Major (2007, p. 17); “Los estudiantes trabajan por parejas o en pequeños
grupos para lograr unos objetivos de aprendizaje comunes. Es aprender mediante el trabajo en
grupo, en vez de hacerlo trabajando solo”.
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Cabrera (2006, citado en Cabrera, 2008, pp. 20-21); “Aquella situación en la que un grupo de
personas establece un compromiso mutuo para desarrollar una tarea y en el que, sólo la
coordinación y relación de sus intercambios les permite alcanzar un logro común”.
Iborra e Izquierdo (2010, p. 223); “El aprendizaje colaborativo es un tipo de metodología
docente activa, en la que cada alumno construye su propio conocimiento y elabora sus
contenidos desde la interacción que se produce en el aula. En un grupo colaborativo existe,
pues, una autoridad compartida y una aceptación por parte de los miembros del grupo de la
responsabilidad de las acciones y decisiones del grupo. Cada miembro del equipo es
responsable total de su propio aprendizaje y, a la vez, de los restantes miembros del grupo”.
Maldonado Pérez (2007, p. 269); “En el trabajo colaborativo la noción de autoridad se
diferencia claramente de una interacción jerarquizada, por cuanto no se impone la visión de
un miembro del grupo por el sólo hecho de tener autoridad, sino que el gran desafío es
argumentar puntos de vistas, justificar e intentar convencer a los pares. En consecuencia, la
estructura del diálogo o la estructura conversacional, que se plantea al interior del grupo es
compleja y las habilidades sociales son indispensables para desarrollar una interacción de
calidad”.
Esta última autora recoge otras cinco definiciones;
Panitz y Panitz (1998); Proceso de interacción cuya premisa básica es la construcción del
consenso. Se comparte la autoridad y entre todos se acepta la responsabilidad de las acciones
del grupo.
Guitert y Siménez (2000); Es un proceso en que el que cada individuo aprende más de lo que
aprendería por sí solo, fruto de la interacción de los integrantes del equipo. El trabajo
colaborativo se da cuando existe una reciprocidad entre un conjunto de individuos que saben
diferencia y contrastar sus puntos de vista de tal manera que llegan a generar un proceso de
construcción de conocimiento.
Gros (2000); Es un proceso en el que las partes se comprometen a aprender algo juntas. Lo
que debe ser aprendido sólo puede conseguirse si el trabajo del grupo es realizado en
colaboración. Es el grupo el que decide cómo realizar la tarea, qué procedimientos adoptar,
cómo dividir el trabajo o tareas a realizar. La comunicación y la negociación son claves en
este proceso.
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Se asume que el conocimiento no es algo que existe en “algún lugar de la realidad exterior” y
espera debe ser descubierto, sino que es construido por las personas hablando entre ellas y
llegando a acuerdos. (Bruffee, 1993; mencionado en Barkley, Cross & Major, 2007)
El éxito del aprendizaje colaborativo acontece cuando los estudiantes comparten sus dudas,
comentarios y preguntas con sus compañeros, quienes poseen objetivos educacionales comunes o
iguales (Olguin, Delgardo & Ricarte, 2000; mencionado en McInnerney & Roberts, 2004).
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Tinzmann et al. (1990, en McInnerney & Roberts, 2004) plantean cuatro características típicas
de la colaboración:
Compartir conocimiento entre profesores y estudiantes: Compartir conocimiento es en
muchas formas, la característica de la clase tradicional, donde el profesor es el que entrega
información, pero también incorpora aportes de los estudiantes, donde el estudiante comparte
experiencias o conocimiento.
Autoridad compartida entre profesores y estudiantes: Los objetivos en relación al tema a
tratar, son establecidos en conjunto, entre el profesor y los alumnos, de esta forma, los
alumnos pueden elegir la forma de lograr estos objetivos.
Profesores como mediadores: Los profesores incentivan a los estudiantes a “aprender cómo
aprender” – siendo este uno de los aspectos más importantes del aprendizaje colaborativo.
Grupo heterogéneo de estudiantes: Esta característica enseña a todos los estudiantes a respetar
y apreciar la contribución hecha por todos los miembros de la case, sin importar el contenido.
Si bien estas características fueron establecidas por los autores mencionados en el contexto de
la educación primaria y secundaria, McInnerney & Roberts (2004) señalan que es posible
aplicarlas al contexto universitario, donde también se presenta el modelo tradicional del profesor
entregando información a sus alumnos, de quienes se espera que luego procesen y comprendan la
materia, lo que no siempre ocurre.
El proceso de transmitir conocimientos cambia desde el docente como experto –con una
transferencia unidireccional de información– a un escenario con una guía entre pares, donde el
docente, como se mencionó anteriormente, es un facilitador para que el estudiante sea quien
construya su propio conocimiento (Hiltz, 1998; mencionado en McInnerney & Roberts, 2004).
Docente
Profundizando más en el rol del docente, para Bruffee (1993; mencionado en Escribano & del
Valle, 2008; Barkley, Cross & Major, 2007) el aprendizaje colaborativo es un proceso de cambio
cultural, donde los profesores son agentes del cambio en el espacio académico al facilitar a los
estudiantes que aprendan de esta forma. El aprendizaje colaborativo evita que los estudiantes
dependan del profesor como figura de autoridad o experto en la materia a tratar, en los procesos
grupales. Tampoco le corresponde supervisar el aprendizaje del grupo, sino que su rol es ser un
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miembro más del grupo, estando al mismo nivel que los estudiantes, en el proceso de la
construcción de conocimiento.
Cabrera (2008) plantea que el rol del profesor debe ser activo. En ocasiones éste puede
considerar que su participación solo debe ocurrir al momento de construir los grupos y distribuir
la tarea a realizar, siendo esto en el aprendizaje colaborativo una postura errónea debido a que la
participación considerada de esta forma no es sinónimo de generar los espacios para el
aprendizaje colaborativo o incentivar adecuadamente a los alumnos para que apliquen este
método. El rol del profesor es activo en términos de que debe generar espacios o momentos de
reflexión, discusión y debate entre los miembros del grupo, clarificando las dudas y dando su
opinión, generando un ambiente de interacción en donde haya intercambios que apunten a la
construcción de conocimientos y logro de metas en conjunto. Este rol debe ser de mediador y/o
facilitador, construyendo además las rutas de razonamiento, proporcionando el andamiaje
indicado y necesario para que sean los alumnos quienes reconozcan la necesidad de intercambiar
ideas, experiencias y conocimientos previos, los cuales, a través de la discusión, les permita
llegar a un consenso para alcanzar la meta establecida, construyendo así el aprendizaje. No es
deber del profesor vigilar que los alumnos trabajen en orden, sino que debe incentivar a que se
realicen intervenciones al interior del grupo, las que se entrelazan conformando argumentos,
contraargumentos o simplemente explicaciones. Debe velar porque los alumnos saquen provecho
de sus competencias comunicativas (argumentar, interpretar y proponer, etcétera) y de las
competencias interpersonales que beneficien el trabajo en equipo (respeto por la pluralidad y la
diversidad de opiniones). Es importante que los alumnos no olviden que el debate y la discusión
son sobre ideas y argumentos, no sobre personas, sin confundir, por ejemplo, una
contraargumentación, con un ataque personal.
118 LILLO
Otro elemento que analizan Tinzmann et al. (1990; en McInnerney & Roberts, 2004) tiene que
ver con la configuración de la sala de clases. Al igual que en las salas de conferencias, en las
salas de clase se disponen los muebles de manera tal que sea el profesor el centro de atención,
con todos los puestos de los alumnos orientados hacia éste. Sin embargo esta configuración
puede resultar perjudicial para el aprendizaje colaborativo, ya que el ideal es empoderar a todos
de igual manera para contribuir al intercambio de ideas, con el docente bajo el rol de mediador o
facilitador, no de experto, y los estudiantes como participantes activos en igualdad de
condiciones. Por lo que un simple cambio en la distribución de los muebles permitiría a los
estudiantes asumir mayor protagonismo en su grupo de trabajo.
Otro factor relevante, tiene relación con la cantidad de alumnos y el tamaño del espacio
disponible. Para este método de aprendizaje, los espacios y la cantidad de personas por clase se
reducen en comparación con la clase tradicional, lo que hace necesario un aumento en la cantidad
de clases, significando mayor personal y mayor gasto, que probablemente tengan un impacto
económico en la institución. Sin embargo, el éxito de las técnicas de aprendizaje colaborativo
generalemente conllevan un ritmo de aprendizaje más rápido y un aumento en la propia confianza
de los alumnos sobre sus capacidades para comprender y manejar conceptos (Bruffee, 1999,
Hiltz, 1998, mencionados en McInnerney & Roberts, 2004). Aunque este aspecto puede ser
tratado de otra forma, como lo manifiestan Coll et al. (2006), quienes en una experiencia donde
aplicaron el aprendizaje colaborativo, dividieron el curso en grupos pequeños de alrededor de 4 o
5 alumnos, obtienendo de igual manera resultados positivos.
Este método además puede ayudar a descubrir que, en muchos casos, es posible llegar a
soluciones sin la ayuda de un docente, lo que prepara a los estudiantes para lo que enfrentaran
posteriormente en el contexto laboral. Esto es lo que ocurre cuando los alumnos “aprenden a
aprender” más que simplemente escuchar (Bruffee, 1999, Felder, 1995, Tinzmann et al., 1990,
mencionados en McInnerney & Roberts, 2004).
Luego de todos los argumentos a favor del aprendizaje colaborativo presentados previamente,
se debe considerar los elementos negativos de este método. Como plantea Cabrera (2008), esta
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forma de aprender falla cuando existen diferencias o dificultades en el entendimiento entre los
miembros del grupo, cuando un alumno manifiesta estar de acuerdo, sin necesariamente tratar de
entender el punto de vista del otro, o un alumno persuade a otro sin que este último haya
entendido por completo la idea. Dando como resultado espacios de colaboración que no
conducen a un aprendizaje como se espera.
Conceptos Relacionados
Dillenbourg (1999) diferenció ambos conceptos planteando que; “en la cooperación, los
participantes dividen el trabajo, resuelven las tareas de manera individual y luego ensamblan los
resultados parciales en el producto final. En la colaboración, los participantes realizan el trabajo
en forma conjunta”.
Agregando otro concepto, Cabrera (2008) hace la distinción entre tutoría entre iguales,
aprendizaje cooperativo y aprendizaje colaborativo a través de la Figura 1.
En el caso del primer método –tutoría entre iguales– uno de los estudiantes se considera
experto en la temática a trabajar, enseñando al (los) compañero(s), considerado(s) “novato(s)”,
aprendiendo del “experto”, quien guía u orienta a su(s) compañero(s). De esta forma los novatos
aprenden del experto.
El segundo caso, se caracteriza por poseer una cierta estructura preestablecida, en donde, para
resolver una tarea asignada, las responsabilidades se distribuyen, asignando sub-tareas a cada
miembro, quienes poseen diferentes niveles de experticia o conocimiento, la cual vuelcan sobre la
parte asignada, alcanzando así el objetivo común en beneficio de sí mismos y de su grupo.
Y en el tercer caso, los alumnos “trabajan juntos de manera constante e ininterrumpida en el
desarrollo y resolución de una tarea”. En este caso no existe división de la tarea como en el
segundo caso, sino que todos los integrantes trabajan en conjunto para dar cumplimiento a la
tarea asignada. (Cabrera, 2008).
Iborra e Izquierdo (2010) abordan la temática de la evaluación de una forma muy completa,
considerando lo complejo que resulta este ejercicio si se desea hacer bien. Plantean que al
cambiar de una metodología de enseñanza-aprendizaje “tradicional” a una metodología como el
aprendizaje colaborativo se hace necesario replantear la naturaleza y el diseño de los elementos
involucrados en el proceso de evaluación, así como los factores que intervienen en el mismo. La
evaluación grupal es clave para supervisar el adecuado funcionamiento del equipo y del
aprendizaje que surge de este, a través de una “construcción global y coordinada del
conocimiento” que aportan los integrantes. Sin embargo, reconocen la complejidad al realizar
122 LILLO
esta labor, ya que, “no es fácil medir todas y cada una de las complejas habilidades que puede
desarrollar un individuo en y con un grupo, o las aptitudes intra-grupales”, sin mencionar que es
más complejo evaluar un proceso que un producto, aún más al considerar que se da un ejercicio
colectivo, haciendo más difícil una valoración que responda a criterios de fiabilidad, validez,
utilidad y equilibrio. Además hay que agregar que la evaluación debe abarcar todas y cada una de
las destrezas que puede desarrollar el grupo (y quienes lo conforman) en las dimensiones
cognitiva, afectiva y conductual. Sin duda, para lograr una evaluación que abarque todos los
aspectos mencionados, se requiere de una compleja red de indicadores de evaluación.
Basados en Glasgow (1997), los autores consideran que hay tres dimensiones que deben ser
evaluadas en el aprendizaje colaborativo; “el proceso seguido por los equipos de trabajo, el
contenido teórico-procedimental empleado y el producto co-construido por sus integrantes” (p.
222).
APRENDIZAJE COLABORATIVO EN LA FORMACIÓN DE UNIVERSITARIA DE PREGRADO 123
Respecto a la evaluación del proceso se hace necesario el uso de criterios y métodos que
faciliten la observación y supervisión a lo largo de todo el progreso de una actividad colaborativa.
Entre más explícito y variados sean estos mecanismos de evaluación, “más fácilmente se podrá
calibrar cuáles son las condiciones necesarias para que se produzca, realmente, una situación de
aprendizaje colaborativo” (p. 227).
Además de lo ya mencionado, establecen una serie de aspectos que deben ser considerados
sobre la evaluación en el contexto del aprendizaje colaborativo;
a. La evaluación también es una oportunidad para aprender.
b. Existen múltiples formas de evaluar. El diseño o selección de una estrategia de evaluación
depende del objetivo a lograr y el fundamento teórico en el que se contextualice la actividad
de aprendizaje colaborativo. Cuando se apliquen múltiples evaluaciones, combinando
técnicas y estrategias, deben responder al principio de Evaluación Auténtica; “variedad de
enfoques que preconizan la importancia de que se evalúen todos los objetivos formativos
(conceptos, capacidades, actitudes, valores) a través de diversos procedimientos” (Herrington
& Herrington, 1998, en Iborra & Izquierdo, 2010, p. 228).
c. Debe ser un proceso que está presente a lo largo de toda la secuencia formativa, sirviendo de
apoyo a la producción de aprendizaje y como informativo de la pertinencia del proceso en
desarrollo.
d. Considerando que los alumnos se orientan de la forma de evaluación para establecer
prioridades y orientar su trabajo, al aplicar el aprendizaje colaborativo se deben adaptar los
criterios y técnicas de evaluación hacia la interacción, la retroalimentación y el desarrollo
holístico del grupo y de cada alumno, haciéndolo explícito en el diseño de evaluación,
“asumiendo una evaluación basada en criterios: formulando claramente cuáles van a ser los
aspectos a evaluar, qué indicadores se van a observar y qué ponderaciones van a tener estos
indicadores” (p. 228).
e. Los criterios de evaluación deben abarcar distintos tipos (inicial o diagnóstica, formativa y
acumulativa), distintas formas (autoevaluación, co-evaluación y hetero-evaluación) y
distintos instrumentos relacionados entre sí, que evidencien el avance y los logros del
aprendizaje, como observaciones (matrices, registros descriptivos, lista de verificaciones,
tablas de indicadores, etc.), portafolios, diarios de clases, entrevistas, cuestionarios, etcétera.
124 LILLO
Finalmente, una importante reflexión de los autores que debe considerarse antes, durante y
luego de la aplicación del aprendizaje colaborativo;
…el valor de la evaluación no depende sólo del uso de una buena técnica, ni siquiera del
empleo del instrumento adecuado para medir los indicadores que queremos medir. Muchas
veces, depende también del buen o mal uso que hagamos de ellos, según el contexto de la
situación de aprendizaje grupal.
Evaluar es siempre un aprendizaje que exige un ejercicio sistemático de observación y
reflexión por parte de todos los agentes implicados en una relación de enseñanza-
aprendizaje (alumno-grupo-docente). Este aprendizaje exige, principalmente, reflexionar
sobre dónde queremos llegar con la metodología y los criterios de evaluación que fijamos
para promover los elementos esenciales del aprendizaje colaborativo. (pp. 237-238)
Antecedentes Empíricos
La estructura de la asignatura fue dividida en cinco bloques temáticos, con duración de entre
siete y diez horas cada uno. En cada bloque se planteaban tres actividades principales; resolución
de caso-problema (que abarca todo el bloque), confección de un glosario con los principales
conceptos y nociones del bloque, y elaboración de un mapa conceptuales con las principales ideas
y relaciones conceptuales entre el contenido del bloque. Estas tres actividades se realizaron de
forma colaborativa en pequeños grupos y en sesiones de trabajo de gran grupo, todas contando
siempre con la ayuda del profesor a cargo de la asignatura. Sin embargo, también era requerido
APRENDIZAJE COLABORATIVO EN LA FORMACIÓN DE UNIVERSITARIA DE PREGRADO 125
un trabajo individual por parte de los alumnos, principalmente la lectura de textos obligatorios
(dos o tres por bloque temático generalmente). Además se les ponía a disposición material de
apoyo.
Para entregar información que permitiese evaluar la experiencia, los alumnos debían escribir
un reporte periódico donde daban cuenta de las actividades realizadas y de su aprendizaje, el cual
era revisado por el profesor, y además debían responder un cuestionario, tanto en pequeño grupo
como individualmente, de valoración del proceso, al final de cada bloque temático.
Para la organización del trabajo se les entregaba a los alumnos una guía del bloque que
detallaba aspectos como la ubicación del bloque dentro de la asignatura (y su relación con los
bloques precedentes y posteriores), los objetivos (tanto de carácter conceptual como relativos a
habilidades, destrezas y actitudes), el contenido a tratar, bibliografía (obligatoria y
complementaria), las actividades a realizar, los procedimientos de evaluación y el calendario de
trabajo.
b. Las siguientes sesiones son para la realización de las actividades que contempla el bloque,
partiendo por la lectura de los textos obligatorios, para luego dar paso al trabajo colaborativo
en pequeños grupos con apoyo y seguimiento regular del profesor, dando espacios de asesoría
a cada grupo. Sin embargo el profesor tiene la facultad de realizar actividades que integren a
todo el curso cuando lo estime necesario, ya sea para “explicar o clarificar informaciones o
ideas, dar indicaciones o pistas relativas a las diferentes tareas, presentar recursos o materiales
adicionales, etcétera”.
c. Las últimas dos o tres sesiones del bloque son de cierre y requieren la asistencia obligatoria
de los alumnos.
Típicamente, incluyen formatos de trabajo y tipos de tareas diversos, desde la puesta en
común, revisión y discusión sistemática en gran grupo de los productos provisionales
elaborados en pequeño grupo hasta la resolución de dudas o la realización de síntesis de los
contenidos fundamentales del bloque por parte del profesor. También puede incluirse, en la
sesión final, una parte dedicada a valorar y comentar la dinámica de trabajo a lo largo del
bloque. (p. 36)
d. Finalmente, a partir de la última sesión los grupos disponen de una semana para reelaborar y
cerrar los diferentes productos realizados en el bloque, para luego ser entregado al profesor.
Este periodo se superpone con el inicio del bloque siguiente.
La evaluación del bloque se basa en la valoración, por parte del profesor, de los productos
elaborados por los grupos y del proceso de elaboración de estos mediante evidencias como la
participación, los diarios de trabajo y cuestionarios individuales y grupales, entre otros. Con esto,
el profesor confecciona un informe cualitativo con comentarios relevantes y calificaciones
individuales. Este informe es luego compartido con los alumnos para realizar las
retroalimentaciones necesarias.
Maldonado Rojas y Vásquez Rojas (2008) reportan una experiencia basada en aprendizaje
colaborativo aplicada a proyectos, con apoyo de las TIC, realizado en el módulo de
Inmunohematología y Banco de Sangre, del VIII semestre de la carrera de Tecnología Médica, de
la Universidad de Talca, abordando específicamente la unidad temática sobre enfermedad
hemolítica en el recién nacido (EHRN).
Utilizaron la plataforma virtual WebCT para agrupar los archivos creados por los alumnos y
mantener una comunicación entre estos y el docente.
El curso (de 36 alumnos) se dividió en cuatro grupos, que a la vez se componían de cuatro
subgrupos (a, b, c y d) que recibían distintos encargos. Un alumno de cada grupo se encargaba de
coordinar y representar a este.
El proyecto estaba estructurado en siete etapas, las que consistían en; (1) información al curso
del trabajo a realizar y conformación de grupos y subgrupos, (2) recopilación de antecedentes
sobre casos clínicos de EHRN ocurridos en el país, (3) cada subgrupo “a” debía investigar un
aspecto determinado y elaborar un preinforme para ser compartido con el curso mediante la
plataforma virtual, para ser retroalimentado, mientras que cada subgrupo “b” debía seleccionar
cuatro casos clínicos del total presentado por todos los grupos, estableciendo qué técnicas de
laboratorio podían ser replicadas, (4) los subgrupos “c” se encargaron de preparar los laboratorios
para la realización de las técnicas establecidas en la etapa anterior, y de guiar a sus compañeros
en la ejecución de estas y el análisis de resultados, (5) los subgrupos “b” también tuvieron que
organizar un debate que contraponía la teoría y la práctica en relación a los casos clínicos
128 LILLO
seleccionados, (6) los subgrupos “d” diseñaron charlas destinadas a personal hospitalario junto a
una encuesta para aplicarla a la audiencia, y finalmente (7) se realizaron las presentaciones junto
a la aplicación y posterior análisis de las encuestas.
Al finalizar el curso se aplicó a los alumnos un cuestionario mixto para evaluar la metodología
utilizada. Los resultados de esta indicaron un buen nivel de satisfacción de los alumnos. Las
debilidades más señaladas fueron “falta de tiempo, dificultad para organizar reuniones y distinto
grado de trabajo de los integrantes”, mientras que las fortalezas indicaron que “favorece el
compañerismo, mejora el aprendizaje de los contenidos y favorece el trabajo en equipo” (p. 4).
Finalmente “se considera que si se prioriza más los espacios de aprendizaje que los de
enseñanza, si se permite que el estudiante participe en su proceso de formación tomando una
posición activa, se está trabajando en el desarrollo de habilidades que lo preparan para un mundo
que exige tener competencias como el manejo de la información, creatividad, dinamismo,
capacidad de comunicarse, buenas relaciones interpersonales, liderazgo, entre otros. En resumen,
se aprende algo más que los contenidos de la materia. Los contenidos pueden ser la excusa para
lograr las habilidades individuales y grupales demostradas al término de la experiencia” (pp. 4-5).
APRENDIZAJE COLABORATIVO EN LA FORMACIÓN DE UNIVERSITARIA DE PREGRADO 129
La autora plantea que el ABPC estimula el aprendizaje colaborativo, debido a que se trabaja
con pequeños grupos conformados por los alumnos luego de recibir las instrucciones del
profesor, siendo más que simplemente trabajar en grupo, ya que, los estudiantes intercambian
información y trabajan en conjunto hasta que todos los miembros del grupo hayan terminado de
entender, aprendiendo a través de la colaboración. El proceso convierte a la clase en un foro
abierto al diálogo, tanto entre compañeros como entre alumnos y el profesor. Además el alumno
posee un rol activo al interior de sus grupos, aprendiendo a dar y recibir ayuda, enriqueciendo así
sus procesos cognitivos, a través de las diversas ideas que se presentan en el dialogo grupal.
circunstancias humanas, lo que capacita al individuo para que sea el gestor de su aprendizaje y
agente de su propia transformación, facilitando su adaptación a la comunidad que lo rodea.
Por otra parte, la autora además plantea que la estimulación del trabajo colaborativo a través
del ABP busca facilitar un mejor funcionamiento de los nuevos ambientes de aprendizaje,
permitiendo el desarrollo de la creatividad, mejorando la autoestima, la recuperación de los
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La intervención consistió en el trabajo por parte de los alumnos, bajo la supervisión y asesoría
del docente, de investigaciones realizadas en pequeños grupos, aplicando las características ya
descritas del ABPC.
La información arrojada por estas tres técnicas fue categorizada y validada mediante la
triangulación de fuentes.
Las conclusiones que hace la investigadora de lo observado durante todo el proceso señalan
que;
El intercambio de puntos de vista para la realización de las actividades permitió que se
manifestara el conflicto cognitivo, lo cual benefició el desarrollo de conocimientos y
posibilitó, a la vez, la reestructuración de los esquemas de conocimiento.
La responsabilidad asignada a cada miembro de los equipos y el reconocimiento de la tarea
individual como aporte al grupo, posibilitó que los estudiantes fuesen más activos y
cooperativos en las tareas desarrolladas.
Se apreció que los estudiantes más integrados a los grupos, eran los más favorecidos en los
planos académico y social. Con el trabajo desplegado en cada equipo se evidenció que los
compañeros se enseñaban unos a otros, así como la aceptación de las diferencias, ya que la
interacción que se promueve en el trabajo del equipo tiene como base la igualdad.
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El trabajo colaborativo fue aplicado a las cuatro actividades que conforman la asignatura; las
dos primeras se dividían en la producción de un texto y una presentación oral, la tercera
correspondía a la redacción grupal de un artículo científico, y en la cuarta (equivalente al
examen) debían redactar un texto de manera individual.
En las primeras dos actividades orales, los alumnos debían poner en práctica el conocimiento
adquirido en una asignatura anterior, relacionado con las características de un buen orador, ante
lo cual sus compañeros de grupo debían retroalimentar positivamente cada vez que uno de ellos
exponía, permitiendo desarrollar honestidad, respeto y buena comunicación interpersonal.
134 LILLO
En las primeras dos actividades escritas, los textos se redactaban de forma individual y luego
se sometían al juicio de los compañeros de grupo, quienes retroalimentaban los errores que
detectaran. Luego el docente seleccionaba uno de los textos del grupo al azar y la calificación que
este recibía se aplicaba al resto de los miembros, así se incentivaba la preocupación de cada
miembro por la calidad del trabajo realizado por el resto de los integrantes. En el caso de la
tercera actividad, el artículo se confeccionaba de manera grupal, por lo que era necesario que
todos los miembros del grupo se involucraran de igual forma. Anteponiéndose a la posibilidad de
que esto no ocurriera, el grupo debía documentar las interacciones y el aporte que cada integrante
realizara en el proceso de elaboración. Aunque se dieron casos de alumnos que no lograron
involucrarse y terminaron trabajando solos, lo que conllevó, generalmente, a obtener resultados
deficientes debido a la falta de apoyo grupal. Para el examen, aunque la elaboración y evaluación
eran individuales, antes de ser entregado, se exponía al grupo de trabajo para recibir sugerencias
y correcciones.
La autora concluye que las actividades descritas permiten “alcanzar metas de aprendizaje
cognitivo a la vez que desarrolla diversas habilidades”, en este caso, relacionadas con la
comunicación oral y escrita, además de las que actúan en las diversas interacciones.
su aprendizaje?” (p. 2). El autor planteó la hipótesis que sí es posible, mediante actividades en
clases donde el profesor realice problemas de tipo conceptual y cuya resolución se logre a partir
de la discusión en grupos de alumnos, libremente constituidos.
El análisis realizado por el investigador de los efectos que produjo la intervención arroja los
siguientes resultados;
a. Previo a la intervención, el número de alumnos que asistían al curso oscilaban entre cincuenta
y sesenta, disminuyendo considerablemente en el transcurso del cuatrimestre, hasta que al
final asistían regularmente a clases entre diez o veinte estudiantes. Luego de la intervención,
la asistencia se mantuvo durante todo el cuatrimestre entre cuarenta y cincuenta alumnos.
b. En relación a la participación, evaluada a través de la cantidad de respuestas (correctas e
incorrectas) dadas por los alumnos, aumenta después de la discusión con los compañeros, en
un porcentaje promedio de 26% en el primer ciclo, a un 40% en el segundo ciclo. Esto señala
que el hecho de discutir con los compañeros, ayuda a cada alumno a tomar partido por alguna
de las opciones presentadas. Según el autor, esto se debe a que “en muchas ocasiones el
136 LILLO
estudiante, delante de una situación problemática como puede ser una pregunta de test o la
resolución de un problema, queda colapsado y no sabe por dónde empezar. Así pues, la
discusión con los compañeros ayuda a superar esta primera situación de bloqueo… La
práctica habitual docente universitaria no fomenta la participación, por lo que el estudiante no
encuentra el ambiente propicio para manifestar públicamente sus opiniones. Así pues, parece
claro que la experiencia que presentamos contribuye a que el estudiante universitario
participe activamente en las actividades de clase” (pp. 4-5).
c. En relación a acertar la respuesta correcta, al comparar el primer ciclo de respuestas
(individual) con el segundo (luego de discutir en grupo), los aciertos aumentan
considerablemente en la mayoría de las ocasiones luego del segundo ciclo, de 16% a un 29%
en promedio, presentando incluso una ocasión en donde nadie pudo dar la respuesta correcta
en el primer intento, mientras que en la segunda, acertó un 15% de los estudiantes. Otro
análisis relevante en relación a esta comparación, es que un número significativo de
estudiantes modifica su elección de la opción que considera correcta a la pregunta planteada,
después de discutir con sus compañeros, por lo que el autor concluye que la discusión entre
compañeros mejora el aprendizaje de los alumnos, además de darles seguridad sobre sus
respuestas.
d. Los estudiantes manifestaron la sensación de haber aprendido más con la dinámica
implementada, en comparación con lo que se hacía anteriormente.
e. Se apreció mayor atención por parte de los alumnos en las clases, lo que se cree, es debido a
que los estudiantes son conscientes de la evolución de su aprendizaje a medida que este va
ocurriendo, sin que sea necesario evidenciarlo ante el profesor o sus compañeros.
f. Otro aspecto beneficiado fue la interacción entre compañeros y entre alumno-profesor. En
relación a lo último, la dinámica permitía al profesor retroalimentar a los alumnos de forma
inmediata luego de que estos plantearan sus respuestas, y además mantener un seguimiento
constante del progreso en el aprendizaje del curso.
El autor además realiza las siguientes conclusiones en base a los resultados y a la actividad;
Este tipo de iniciativas colaborativas mejora el rendimiento académico, incluso en cursos
numerosos.
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Discusión
Tras la presente revisión, es posible concluir que el aprendizaje del alumno, como individuo,
se alimenta del proceso y del resultado construido por el grupo de trabajo en el que se encuentra
inserto, obteniendo de esta forma resultados de mayor calidad y mayor aprendizaje, en
comparación a lo que podría lograr cada alumno trabajando individualmente. Bajo la misma
línea, la construcción del conocimiento en grupo, permite hacer más heterogéneo el aprendizaje,
sin que esto signifique necesariamente perjudicar el aprendizaje de los alumnos “más
aventajados”, pero sí beneficiando a los alumnos con rendimiento o desempeño inferior.
Por otra parte, en relación al aprendizaje colaborativo, desde pequeñas intervenciones como la
realizada por Bohigas (2009) hasta el diseño del programa completo de una asignatura como el de
Coll et al. (2006) demuestran la efectividad de esta metodología en términos de la participación y
motivación de los alumnos, desarrollo de competencias, principalmente aquellas relacionadas con
el trabajo en equipo, y el aprendizaje logrado, en comparación con metodologías tradicionales
como la clase magistral.
Sin embargo, la evidencia presentada recalca la importancia de tener presente los requisitos y
factores que influyen en el éxito al utilizar esta metodología. Diseñando las actividades a realizar
de forma previa, junto con la(s) forma(s) de evaluación, lo que debe ser explicado a los alumnos,
para que comprendan el propósito y el mecanismo de la metodología.
Por otra parte, la decisión de utilizar el aprendizaje colaborativo, debe estar sujeto a factores
como el contenido o la materia del ramo, la capacidad o disponibilidad del docente para actuar
como mediador y guía, la disposición del alumnado para trabajar en equipo, entre otros factores.
138 LILLO
Es importante recalcar que el aprendizaje colaborativo no tiene una forma única, y por lo
mismo, es flexible la forma de ser aplicado, permitiendo que el docente realice cambios durante
el proceso. Sin embargo, resulta primordial un buen diseño y planificación previa a la aplicación
de la metodología, que considere todos los aspectos relevantes para facilitar el aprendizaje
colaborativo, que además dé paso a que se generen productos o resultados que puedan tener una
trascendencia útil y constituyan evidencias de un aprendizaje significativo.
Dado que los alumnos cambian, generando grupos distintos, que a su vez crean diversos
climas en el aula, resulta necesario una constante adaptación de ciertos elementos de la
metodología, por tanto, quien decida implementar esta metodología activa, debería obtener el
máximo de provecho de la evaluación, utilizándola para valorar o calificar el trabajo de los
alumnos y además para realizar cambios que mejoren la actividad en aplicaciones futuras,
obteniendo así una estructura flexible.
Como se ha señalado, uno de los desafíos que plantea esta metodología es que como está
pensada para pequeños grupos, al aplicarla en la sala de clases, puede dar como resultado un
aprendizaje diferenciado entre los subgrupos (o grupos pequeños) por lo que es necesario
cuestionarse cómo promover y evaluar la transferencia interindividual del aprendizaje adquirido
en el proceso, y no sólo focalizarse en evaluar el resultado final. Esta es una situación que
pudiese ser investigada, ya que, sin duda resulta relevante para una implementación más efectiva
de este método, con garantías de que todos los alumnos logren recoger los aspectos relevantes de
cada proceso, o que les haga sentido a ellos en su propia construcción del conocimiento
Otras líneas de investigación que podrían ser establecidas a partir del presente documento
dicen relación con el estudio de los factores culturales que faciliten la implementación del
aprendizaje colaborativo en el contexto de la educación superior, que disminuya la resistencia al
cambio por parte del docente y/o de los alumnos ante una metodología innovadora. Esto puede
ser especialmente relevante en alumnos de primer año, ya que es probable que de este modo
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facilitemos su aprendizaje y adaptación a la vida universitaria mediante una metodología con las
características ya descritas.
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