Capitulo Palacio Memoria
Capitulo Palacio Memoria
Capitulo Palacio Memoria
El palacio de la memoria
http://hdl.handle.net/20.500.11777/2441
http://repositorio.iberopuebla.mx/licencia.pdf
EL PALACIO DE LA MEMORIA
Entre los años 85 y 86 a. C. se publicó en Roma una adaptación de las enseñanzas griegas
sobre la retórica. Este campo se organizaba en un conjunto de orientaciones para la práctica
del discurso oral con fines persuasivos. Los estudiosos identifican el desarrollo de una
conciencia retórica en la antigua Grecia que alcanzó una importancia capital en todos los
ámbitos sociales, y que derivó en la oratoria helena como una práctica del buen discurso y la
buena ciudadanía. Este arte se expandió después en el incipiente mundo occidental.
Previamente, en el 93 a. C., Marco Herenio fue elegido cónsul o magistrado de la antigua Roma.
Su elección fue célebre en aquel tiempo porque se impuso al noble Lucio Marcio Filipo, el cual
era reconocido por ser un romano elocuente y diestro en las prácticas oratorias. Herenio,
plebeyo, ganó de alguna forma la denominación, aunque su retórica fuera pobre o al menos
incomparable con la de Marcio Filipo. La Rhetorica ad Herennium, o Retórica a Herenio, fue la
obra romana que recogió las orientaciones griegas sobre la retórica. La autoría no está clara,
se atribuía a Cicerón, pero los estudiosos discuten si el autor fue Elio Stilón o Cornificio.
Esta obra, si bien latina, se alinea a la disciplina y clasificaciones retóricas griega. Se compone
de cuatro libros, uno de los cuales hace referencia a la importancia y arte de la memoria. El
orador tenía que ser capaz de recordar con precisión su discurso, así como los elementos e
informaciones pertinentes; conforme más información recordara (y mejor y más adornadamente
la expusiera) se valoraba mejor su desempeño y su calidad moral. Pero, ¿cómo hacían los
antiguos aprendices para desarrollar el arte de la memoria y el recuerdo? La Rhetorica ad
Herennium expone, entre otras cosas, una técnica de memorización –una mnemotecnia- que
en los últimos años y con los últimos descubrimientos neurocientíficos, ha cobrado fuerza
especialmente en la educación y las ciencias del aprendizaje.
Todos hemos tenido la experiencia de tratar de recordar una lista de compras con frustrantes
resultados. Parte de la razón es porque nuestros intentos de memorización son “en frío”, es
decir, intentamos registrar la información de manera puntual, rígida, sin relevancias y sin
conexiones entre los elementos o sin reconocimiento de patrones, componentes claves de la
inteligencia. La técnica ancestral que establece la Rhetorica se llama el Método de “Loci”,
también conocido como el “Palacio de la Memoria”, el cual se basa en dos operaciones: la
visualización y la asociación. Como su nombre sugiere, el método propone asociar las ideas o
los objetos que deseamos memorizar con escenarios imaginados, especialmente escenarios o
locaciones (loci) conocidos, como las habitaciones o espacios de nuestra casa (palacio) o algún
camino bien conocido, como la ruta al trabajo, la escuela o al parque.
En nuestros sistemas educativos la memoria ha sido desacreditada, pues durante mucho tiempo
en la educación tradicional se impuso, de una forma muy simplista, como equivalente al
aprendizaje: si un alumno era capaz de repetir (especialmente en un examen) lo transmitido por
el docente o el libro “mostraba” dominio y aprendizaje. Esta perspectiva ha sido superada en el
discurso, aunque todavía existe la tendencia a centrar en la repetición, no en la explicación o
en la ejecución, el desempeño clave del estudiante. Lo anterior no debe derivar en eliminar la
memoria como habilidad clave del aprendizaje, sino en entenderla de otra manera e incorporarla
estratégicamente en la enseñanza.