Irene García

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Selección: 11 de sep 2015

Además de agradecerle a quienes me invitan siempre, y aunque no suelo hacer


esto, decido dedicar esto a mi papá, Orlando García, pues el pasado mes se
cumplieron 14 años de su muerte, es decir, el tiempo se ha sobrepasado a sí
mismo y son más los años sin él que con él, y aunque suene cliché debo decir que
a pesar de eso, cada vez lo percibo más de cerca y más humano.
Pero sobretodo, recuerdo que el 11 de sept de 2001 miraba el televisor, mientras
pasaban la noticia de dos torres gemelas que habían sido bombardeadas y
repetían una y otra vez su derrumbe, nunca me sentí tan identificada con una
noticia de El Informador, como con esa. Pues a mí me habían bombardeado el 28
de agosto de ese mismo año y desde entonces aún no se detiene mi propio
derrumbe, que no siempre es tragedia, si no causa de una reconstrucción continua
de lo que estoy siendo.
Efecto de contar

Toda historia… Bueno, algunas historias


Acaban Con un beso o nunca acaban.
Se tornan oscilantes, densas,
de un espesor indigerible.
Se estancan en la garganta, se solidifican
y aguijonean las sienes
mientras se castran lo sueños hasta dejar de sentirse.

Hay historias que empiezan con un libro o nunca empiezan.


Se abren cada vez con un urdir de manos entre páginas y
se silencian cuando duermen las solapas.
Hay historias que para ser son leídas o si no
nunca se cuentan.
Se vuelven tartamudas, dubitativas,
anhelantes.
Se ahogan en la imposibilidad de decirse.
Son letra ilegible sobre letra.

Hay historias que se acercan y no suceden.


Hay las que optan por diluirse.
Hay las que se toman de la mano para atravesar ciudades
y otras que deciden despedirse en cada puente, muelle, puerto.
Se asumen frontera.
Se asumen ciudadano no grato para amar en otras tierras.

El límite de la muerte es la mirada.

“Mi única crítica posible es la elección que voy haciendo;


estos poemas son mis amores, mis
bebidas, mis tabacos;
sé que los critico como se critica lo que se ama, es decir, muy mal,
pero en cambio los acaricio
y los voy juntando para esas horas en que algo llama desde el
pasado, busca volver,
resbala en el tiempo,
devuelve o reclama”.
Julio Cortázar

Mi única crítica posible es deshacerme,


lo que voy siendo cobra formas de
ciudad, juego,
beso, riesgo.

Me siento sobre el ocio, me levanto.


Contemplo hileras de libros
que desde ese momento
empezaron a pertenecerme.

Me encuentro con una imagen que desconocía,


ceño fruncido, labios reducidos
mirada inaprensible
extensas olas de barba adornando
y desordenando el rostro:
imagen limitada al reverso de las páginas.

¡Toc, toc!
¿Quién llama desde las palabras?
Busco una historia distinta desinhibida
ya no de niños, ya no de princesas, algo menos fantástico
algo menos inverosímil.

Busco una historia distinta


que me hable -también- de mi historia.
Que me explique el orden de los días
el movimiento de la tierra
el concepto lógico de morir:
esta irremediable consecuencia de quedarse solos.

-Escritor, edifícame una historia -sin ruegos-,


que me arme y exhiba,
que me muestre, me contemple, me desmonte.

-Escritor, constrúyeme palabras museos:


pared donde colgarme.
Espacio donde postrarme, donde cesar la existencia
hasta la mirada.

-Escritor, olvídame en estatua.


Que se extingan el cuerpo, las certezas,
que se desplome la fe,
pero no olvides describirme en la mirada.

Marítimo
Tu nombre está hecho de vocales escondidas en los árboles,
entonces está lleno de pájaros y vuelo.
Tu nombre está hecho de una salida al mar –impredecible-
al norte de un lago que soñó ser río y olvidó cerrarse.

Tu rostro se asoma en un día que no tiene fin,


como la copa de una ceiba solitaria y primaveral.

Tu voz es brisa inescrutable.


Me navega por falsos mares,
me sumerge bajo intempestivos corales.
Me abandona
de momento.

El tiempo es un cuerpo flotante,


estoy a plena mar,
lo miro sobre mí, sobre nosotros: olvido.
Su sombra no es sombra.
Y entonces se reanima, se sumerge, se hunde, me alcanza, me distancia.
El mar ya no es mar profundo, estoy abandonando el sueño, la sensación de mirarte, de
volverte.
El tiempo me emerge.
Me deja a medio soñar.

Tu voz se deforma con el sol:


murmullo, susurro, silencio.
Tu rostro se asfixia sin el mar:
estremecimiento, silencio.
Tu nombre sigue abarcando esta manera de ser inmensidad.
Vuelves, de momento.

LADO B.

Yo no quería escribirte un poema


porque tienes poco qué ver
con el lenguaje encriptado
de quien disimula lo que siente.

Sin cuido de los detractores,


puedo decirte que pocas
veces la poesía no es
una simulación
apenas.

Yo quería soñarte en los espacios


vacíos que se forman entre
la espera, la mirada, el humor
y clientes que nunca entienden lo que compran.

Sin cuido de los detractores, puedo decirte que apenas


entendemos nada o
algo.
Y sin embargo, ansiaba
convertirme en azar,
en rompecabezas,
en tablero de ajedrez
en el cual pudieras poner tus piezas.
Ser algo definitivamente desarmable, divisible…
E invitarte a des
cons
tru
ír
te.

Perderme de a poco.
Poco a poco:
Amuleto informe
Historia a hurtadillas
Personajes sin contexto
Cúmulo de pronombres,
ciudades, direcciones.
Un azar con destino,
un azar con encuentros.

Yo no quería escribirte
enamoramientos apocalípticos
besos suicidas
amores ridículos

Yo quería ser olfato,


no la absurda simulación de quien huele.
Yo quería ser miradas,
no la proyección empañada
de un ojo empequeñecido que te mira.

Ansiaba ser una invención de Villanueva:


edificio enorme cundido de puertas
por las cuales pudieras atravesarme
por completo.

Recorrer pasillos clausurados


hasta el derrumbe.
No quería ficcionarte.
No quería la forma, la fórmula...
Quería que nos inventáramos hasta la deformación.

También podría gustarte