William Walker, El Predestinado, Libro 2, Nicaragua PDF
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LIBRO SEGUNDO:
NICARAGUA
7. Llegada
EN JUNIO de 1854, cuando Walker se encargó del Cornmercial Ad-
uertiser, se recibieron noticias en San Francisco de que fuerzas de-
mocráticas habían comenzado una revolución en Nicaragua que la
registraría en su historia como la guerra civil que trajo a Walker co-
mo penitencia. El periodista Byron Cole, empleado con Walker en
el Acluertiser, le sugirió en frecuentes conversaciones que se intere-
sara por Centroamérica en vez de Sonora. Cole era accionista de la
"Honduras Mining & Trading Company", compañía recién fundada
para explotar los yacimientos de oro del río Patuca en el oriente de
Honduras.
Cole partió para Honduras en agosto, en el Cortes, vía Nicara-
gua. Al pasar por León, capital de la revolución, los rebeldes y las
tropas del gobierno de Granada se encontraban tablas tras cuatro
meses de intensos combates y fuertes bajas. Cole entonces firmó un
contrato con el Director Supremo rebelde, licenciado Francisco Cas-
tellón, antiguo diplomático en Europa, para conseguirle 200 merce-
narios en California, regresó a San Francisco y se lo ofreció a Walker.
Después de modificar el contrato, convirtiéndolo en "concesión de
colonización" para burlar la ley de neutralidad, Walker renunció de
director del Journal en Sacramento y se fue a San Francisco a orga-
nizar su expedición a Nicaragua. Para sufragar los gastos, el 1 de
marzo de 1855 puso ala venta los 52,000 acres de terrenos concedi-
dos por Castellón a los mercenarios en el contrato de Cole, emitien-
do cien acciones de mil dólares que otorgaban 520 acres al compra-
dor de cada acción. La "Nicaragua Colonization Company" de
Walker nominalmente valía cien mil dólares, pero en realidad no va-
lía nada debido a un derrumbe en la bolsa de valores tras la quiebra
de varios bancos en California que, de súbito, paralizó toda posibili-
dad de préstamo. Además, el segundo duelo de Walker contribuyó a
retrasar los preparativos.
El lance de honor entre el coronel William Walker y el emplea-
do aduanero William H. Carter, se realizó el 13 de marzo de 1855 a
las siete de la mañana en San Souci, en los alrededores de San Fran-
cisco, en lo fino de un ventarrón que azotaba a la ciudad. Las cróni-
cas en los diarios no mencionaron la causa, pero, como todos los
empleados aduaneros pertenecían a la facción de Gwin del partido
demócrata, es de suponer que la "traición" de sus cofrades esclavis-
tas a Walker en Baja California dio origen al problema. Fue un duelo
a pistola, a ocho pasos de distancia. El primer disparo de Carter hi-
7. LLEGADA 47
8. Asesinato
EL MINISTRO de la Guerra de Castellón le ordenó al coronel Félix
Ramírez que se incorporara a Walker con 200 hombres para la expe-
dición a Rivas. Ramírez era leal a Muñoz y cuando el Vesta zarpó só-
lo llevaba 110 nativos y los 55 norteamericanos de la Falange. El 27
de junio en la noche desembarcaron en El Gigante, bahía solitaria
treinta kilómetros al Norte de San Juan del Sur, puerto terminal de la
Ruta. A medianoche, la columna inició su marcha hacia el interior
con la Falange al frente, Ramírez en la retaguardia y los cargueros
con las municiones tapadas por cueros en el centro. Además de sus
armas, los soldados llevaban en las mochilas provisiones para dos
días, pues Walker pensaba cubrir veinticinco kilómetros sobre sen-
deros silenciosos en la selva, y tomar Rivas por sorpresa el 28 en la
noche. Pero no lo lograría.
Antes que Walker zarpara de El Realejo, el vicecónsul inglés en
León, Thomas Manning, envió un correo avisándole al general Co-
rral en Managua que Walker iba sobre Rivas. El correo (un alemán)
cruzó las líneas leonesas con salvoconducto del general Muñoz.
Manning era el intermediario en las pláticas de paz entre Muñoz y
Corral, y consideraba perjudicial para el país la presencia de Walker
en Nicaragua. Muñoz consintió que Castellón enviara a Walker so-
bre Rivas, confiado en que ahí sufriría una aplastante derrota. Ade-
más, al distraer la atención de Corral en el Sur, Muñoz mejoraba la
posibilidad de derrotar a los legitimistas en otro frente.
Corral, en Managua, no perdió tiempo en prepararle una calu-
rosa acogida a Walker en Rivas. Inmediatamente envió al coronel
Manuel del Bosque con sesenta cívicos por el Gran Lago de Nicara-
gua en una goleta de Granada a San Jorge, los que llegaron a Rivas
el 27 al mediodía, horas antes de que Walker desembarcara en
Gigante. Bosque tomó el mando de la ciudad, donde había sólo
veinte cívicos.
Rivas no era zona de guerra: todas las tropas regulares del de-
partamento (ochenta soldados) estaban en San Juan del Sur. Bos-
que reclutó cincuenta cívicos más (para un total de 130 combatien-
tes), construyó barricadas y dispuso sus defensas. El 28, al atarde-
cer, recibió noticia de haberse visto una embarcación por la costa
cerca de El Gigante. Entonces despachó veinticinco batidores en
esa dirección. Un aguacero torrencial retardó el avance, tanto de los
filibusteros como de los cívicos, y en Tola, aldea quince kilómetros al
Norte de Rivas, los batidores se detuvieron a esperar que amainara
52 WILLIAM WALKER EL PREDESTINADO / LIBRO SEGUNDO: NICARAGUA
9. Victoria
EN SU SEGUNDA expedición al Departamento Meridional Walker
llevó 50 falanginos y 120 nativos. El Vesta entró en la bahía de San
Juan del Sur el 29 de agosto al anochecer; los filibusteros desembar-
caron la siguiente mañana sin problemas, pues las tropas legitimis-
tas evacuaron San Juan y corrieron a proteger Rivas en cuanto vie-
ron al bergantín en el puerto. Ese mismo día llegó de Granada Par-
ker H. French, a tomar el vapor para San Francisco. French era otro
líder esclavista del partido Know-Nothing de Crabb y Fisher en Cali-
fornia y andaba en Nicaragua de agente de dicho grupo, evaluando
la situación. Además, era un pillo de marca mayor que había co-
menzado su carrera pública durante la expedición de López a Cuba
en 1850 y la terminaría en la cárcel durante la Guerra de Secesión,
catalogado como uno de los espías sureños más peligrosos y astu-
tos.
French dejó larga cola de incidentes delictivos en Texas y Méxi-
co, antes de arribar a California en 1852. En Chihuahua, fuera de su
reputación, perdió un brazo, destrozado por las balas de compañe-
ros que estafó. De ahí en adelante se le llamó "el coto French". El co-
to French fue un éxito instantáneo en California. Se hizo abogado
de buena clientela en cuanto llegó. Al cabo de un ario era ya diputa-
do por San Luis Obispo en la Asamblea estatal, legislador promi-
nente en 1854 y líder conspícuo del partido Know-Nothing de
Crabb y Fisher en 1855.
Los esclavistas Know-Nothing se aprestaron a reforzar a Walker
apenas salió de San Francisco en el Vesta, y cuando él iba para El Gi-
gante ya ellos tenían en California su Asociación de Colonización
Centroamericana, bajo el liderazgo de French, lista a enviarle reclu-
tas. Mas al recibir la inesperada noticia de la derrota en Rivas,
French viajó a Nicaragua con su sirviente mulato, Tom, para evaluar
la situación sobre el terreno.
French y Tom desembarcaron en San Juan del Sur el 28 de ju-
lio. Aunque los legitimistas tenían sospechas bien fundadas de que
el coto era filibustero, French se las arregló para viajar a Granada,
bajo guardia, donde Tom se encargó de propalar los fabulosos deta-
lles de la habilidad de su amo como artillero. En consecuencia, las
autoridades estaban ansiosas de contratar los servicios de un exper-
to, fuere coto o no, que tiro a tiro —según su sirviente— daba el ca-
ñonazo en el blanco a dos kilómetros de distancia. Según French
mismo, los comisionados del gobierno le propusieron nombrarlo
9. VICTORIA 57
10. Terrorista
EN CUANTO tomó Granada, Walker dirigió un Manifiesto a los ni-
caragüenses, prometiendo protección al hombre laborioso, seguri-
dad al ciudadano, impulso a las artes, ciencias y agricultura y, en fin,
el conservar y hacer conservar el orden. Al mismo tiempo, envió
propuestas de paz a las autoridades municipales, estipulando las si-
guientes condiciones:
1. Guillermo Walker será nombrado Director Provisorio de la
República por el término de un mes. Enseguida se convocará a elec-
ciones.
2. Se respetarán todos los derechos de personas y propiedades
y se echará un velo sobre todos los delitos políticos.
3. Guillermo Walker será el Comandante en Jefe del ejército.
Al recibir estas propuestas equivalentes a un ultimátum, los
munícipes, presididos por el Prefecto, se reunieron en la Sala Con-
sistorial el domingo 14 de octubre y considerando la crítica posición
en que se encontraba la ciudad, aceptaron los términos del filibuste-
ro. El comportamiento de Walker este primer día en Granada, res-
paldó por completo sus promesas: personalmente impidió y riguro-
samente prohibió a Valle el pillaje usual de la ciudad y el asesinato
general de los prisioneros. En el sermón de la misa mayor el domin-
go en la parroquia, el padre Agustín Vijil se hincó de rodillas ante las
perspectivas halagüeñas de una paz duradera que, de lograrse —di-
jo— convertiría a Walker en "el enviado de la Providencia ... iris de
concordia, ángel tutelar de la paz y estrella del Norte de las aspira-
ciones de un pueblo atribulado".
Aprobada su propuesta por los munícipes, Walker envió comi-
sionados a convencer a Corral, en Rivas, de que firmara la paz. Y
para halagar al General legitimista, Walker aparentó ser magnáni-
mo: gentilmente le cedió el puesto de Director Provisorio a Corral;
pero, naturalmente, William Walker sería el jefe del ejército para
conservar "el orden" en la nación. Walker en persona le dio las ins-
trucciones al Ministro norteamericano John H. Wheeler y lo mandó
a Rivas con el Ministro de Guerra legitimista don Juan Ruiz, a quien
tenía preso y quien se comprometió a regresar una vez cumplida su
misión ante Corral. Wheeler y Ruiz zarparon de Granada en La Vir-
gen el domingo 14 de octubre en la noche.
Corral había previsto el uso del vapor por los filibusteros. En
cuanto supo que Walker había desembarcado en San Juan del Sur,
el 30 de agosto le ordenó al agente de la Compañía del Tránsito en
62 WILLIAM WALKER EL PREDESTINADO / LIBRO SEGUNDO: NICARAGUA
CORRAL FIRMÓ el Tratado de Paz con Walker esa misma tarde. Ahí
se estableció un Gobierno Provisorio con don Patricio Rivas, legiti-
mista, de Presidente, Corral de Ministro de Guerra y Walker de Co-
mandante en Jefe del ejército. A petición de Walker, se estipuló que
los artículos de la Constitución de 1838 referentes a la naturaliza-
ción continuaban vigentes. Los ejércitos legitimista y democrático
se unirían para formar un solo ejército al mando del ciudadano nica-
ragüense William Walker, con la divisa "Nicaragua Independiente"
en un listón celeste. En cuanto firmó, Corral regresó a Masaya a pre-
pararse a cumplir con el acuerdo.
Las guarniciones legitimistas en el Fuerte San Carlos y el Castil-
lo de la Inmaculada se retiraron y los pasajeros varados en Granada
partieron para Nueva York. El agente de Garrison, Macdonald, le
entregó a Walker, en calidad de préstamo, veinte mil dólares en lin-
gotes para echar a andar al nuevo gobierno (tomándolos del oro
que iba de California para Nueva York). El coto French, Comisario
de Guerra de Walker, firmó en nombre de "Nicaragua Independien-
te", hipotecando lo que la nación habría de recibir de la Compañía
del Tránsito en el futuro.
1D. TERRORISTA 67
11. Predestinado
EN CUANTO el general William Walker prestó el juramento de ley
como Comandante en Jefe del Ejército de la República, su megalo-
manía gélida quedó encarnada en la ley. La primera víctima fue un
irlandés llamado Patrick Jordan y la segunda el propio Ministro de
Guerra, general Ponciano Corral. Jordan fue uno de los "cincuenta
y ocho fundadores de la República" que llegaron a Nicaragua en el
Vesta, soldado de Walker en las batallas de Rivas, La Virgen y Gra-
nada. El 1 de noviembre, tomado de licor, por puro gusto mató de
un balazo a un muchacho nicaragüense. En el acto fue arrestado,
juzgado y condenado a muerte; y el 3 de noviembre lo fusilaron. Los
ruegos de sus camaradas, de sacerdotes, de ciudadanos y hasta de
la madre del muchacho, que lo perdonó, no pudieron conmover a
Walker decidido a enseñarles a los nativos que el Comandante en
Jefe castigaba al infractor de la ley con justicia inflexible.
Corral cayó cinco días después de Jordan. El General legitimis-
ta era masón y se ilusionó creyendo que Walker también lo era. Con
la ayuda de DeBrissot y Hornsby (quienes eran masones de alto gra-
do), Walker se aprovechó de la equivocación de Corral para ganar-
se su confianza durante las negociaciones que culminaron en el tra-
tado. Al firmar el documento, Corral se expresó entusiasmado muy
en alto de Walker, de su caballerosidad y nobles sentimientos. Al to-
mar posesión el Presidente Rivas, nombró su gabinete a corno lo
quiso Walker, comenzando con Parker H. French de Ministro de Ha-
cienda. Corral de súbito se dio cuenta de que el comandante en jefe
William Walker era el gobierno y que el presidente Patricio Rivas con
el resto del gabinete eran simples títeres.
El 1 de noviembre, angustiado, les éscribió a Guardiola (ya pre-
sidente de Honduras) y Xatruch, pidiéndoles socorro contra Walker.
Corral envió las cartas a través del coronel Tomás Martínez en Ma-
nagua, quien las despachó a Comayagua con un correo. El correo
resultó ser enemigo velado de los legitimistas. En vez de llevar las
cartas a Honduras, se las llevó a Valle en Granada. Valle se las dio a
Walker. El 4 de noviembre, Walker pasó revista, desarmó y desban-
dó a las tropas legitimistas en Granada. El 5 echó preso a Corral,
acusándolo de alta traición y de conspirar contra el gobierno. En
franca violación de la Constitución y del Código Penal de Nicara-
gua, Walker sometió a Corral a consejo de guerra. Exhibiendo de
cuerpo entero su personalidad autócrata, William Walker convocó
al Consejo de Guerra y nombró a los miembros del tribunal; presen-
11. PREDESTINADO 69
tó la acusación; testificó ante la Corte en contra del acusado; fue la
autoridad a quien la Corte recomendó clemencia; y fue quien con-
firmó la sentencia de muerte, nombró el verdugo, señaló la hora y
escogió el lugar de la ejecución: el 8 de noviembre al mediodía, fren-
te a su cuartel general en la plaza.
En los ojos del pueblo de Granada, Corral (mulato, hijo de es-
clava) era excelente persona. Pero en la Corte no estaba el pueblo
de Granada sino los norteamericanos esclavistas del ejército de
Walker encabezados por Hornsby; Abogado Acusador, Fry; y Abo-
gado Defensor, iel famoso coto French! Tras hacer la solemne pan-
tomima del juicio, en cuestión de minutos condenaron a muerte a
Corral. Pero hasta esa Corte recomendó clemencia para el reo y en-
seguida le llovieron a Walker las peticiones para que conmutara la
sentencia. Recibió los ruegos de los extranjeros residentes en Gra-
nada; del clero; de los notables; del padre Vijil; de las hijas de la vícti-
ma y su Mama Goyita hincadas de rodillas con los brazos al cielo im-
plorándole por la vida de Corral. De acuerdo a E. J. C. Kewen, es-
clavista amigo de Walker y testigo presencial, la escena fue en reali-
dad conmovedora y a todo mundo impresionó el semblante frío e
impasible de Walker. No se le vio mover un solo músculo en aquel
rostro plácido y sereno, mientras sus ojos grises observaban todo
detalle, indiferentes, sin la menor emoción. Walker, por fin, conce-
dió posponer la ejecución del mediodía a las 2 PM., a cuya hora, el 8
de noviembre de 1855, un pelotón de filibusteros al mando del cojo
Charles H. Gilman fusiló a Corral. Las gentes de Granada, en su in-
mensa mayoría mujeres, se agolparon sobre el cadáver, cortándole
la cabellera en pequeños rizos y empapando pañuelos y telas en la
sangre, para guardarlos de reliquias. Pocos días después, Wheeler
anotó en su Diario: "Muchas personas (nativas) abandonando Gra-
nada". Y, con los naturales del país huyendo de sus lares, bandadas
de norteamericanos acudían a Nicaragua a reemplazarlos.
El Ministro norteamericano Wheeler proclamó oficialmente su
lealtad a Walker el 10 de noviembre, cuando con toda solemnidad
reconoció el nuevo gobierno de Walker-Rivas en nombre de Esta-
dos Unidos. El reconocimiento se celebró al día siguiente con un
suntuoso banquete en la residencia de don Carlos Thomas, rico co-
merciante jamaiquino por largo tiempo vecino de Granada.
El esclavista Know-Nothing E. J. C. Kewen envió entonces al
San Francisco Herald la historia del "Predestinado de los Ojos Gri-
ses". De acuerdo a Kewen, el 13 de noviembre, mientras él delibera-
ba con el Comandante en Jefe, se presentó al despacho una delega-
ción de indios matagalpinos. Llegaban a rendir pleitesía al nuevo
gobierno y a expresar su gozo por haberse restaurado la paz. Todos
70 WILLIAM WALKER EL PREDESTINADO / LIBRO SEGUNDO: NICARAGUA
12. Hermaniticos
LA FALTA de fondos y una epidemia de fiebre mortal, parecida a la
fiebre amarilla, debilitaron los esfuerzos de Walker para formar su
ejército. Comenzando en diciembre, las defunciones en aumento
diezmaron sus fuerzas. En enero de 1856 la mortandad fue de seis o
siete diario en el ejército. La mayoría de los refuerzos apenas llega-
ron a llenar los vacíos causados por la peste. Un asiento en el Diario
del Ministro John H. Wheeler narra la situación: "Lunes 25 de febre-
ro —Mucha enfermedad en Granada —Diez ataúdes pasaron por
mi casa a la lúgubre música del `Venite Adoremus' seguidos por las
tropas. Mi corazón está oprimido lo bastante sin estas dolorosas es-
cenas". Al entrar marzo Walker se aprestaba con cerca de 1,200 nor-
teamericanos, soldados y civiles listos a empuñar las armas, a defen-
der su dominio del ataque de sus vecinos. Mas la amenaza era sólo
de Costa Rica, ya que en esos momentos ni Guatemala ni El Salva-
dor ni Honduras daban señales de disponerse a atacar su flanco
Norte. El vecino del Sur era algo muy diferente.
Con una población concentrada en la meseta central de 3,000
a 5,000 pies de altura sobre el nivel del mar, Costa Rica, en muchos
aspectos, presenta marcadísimos contrastes con Nicaragua. Los be-
neficios de la paz y la introducción del cultivo del café en la década
de 1830 acentuaron la diferencia. Sus 100,000 habitantes eran casi
todos de raza blanca y laboriosos; cada familia tenía su finquita de
café o caña de azúcar. Había seguridad de vida y bienes. No existía
deuda pública, ni extranjera ni doméstica. En la primera mitad de la
década de 1850, mientras a Nicaragua la desolaban las guerras in-
testinas, Costa Rica continuaba en su carrera de prosperidad y pro-
greso. Varios centenares de inmigrantes alemanes proveyeron de
valiosos artesanos y mecánicos a la emprendedora nación y ade-
más suministraron tecnología europea moderna a la Milicia y al
cuerpo de artillería. Porque, llena de paz y prosperidad, Costa Rica
se preparaba sin embargo para la guerra. Por ley, todos los varones
de 15 a 60 años de edad prestaban servicio militar obligatorio en la
Milicia.
Su armamento era con mucho el mejor y el más moderno de
Centroamérica. En 1854, el cónsul costarricense en Londres envió
tres remesas de pertrechos a Puntarenas: 500 rifles Minié, de último
modelo, 11,200 libras de balas, 100,000 cartuchos, 10,000 libras de
pólvora, 8 piezas de artillería de diversos calibres con todos los acce-
sorios y abundantes balas de cañón. Tal estado de preparación mili-
12. HERMANITICOS 75
tar respaldaba con la fuerza a los designios del Presidente Juan Ra-
fael Mora de incorporar la ruta del canal de Nicaragua dentro de las
fronteras costarricenses. Las exportaciones de café y el comercio de
Costa Rica eran casi exclusivas con Inglaterra y en buques ingleses;
pero había el gran inconveniente de que los embarques tenían que
ir por el Pacífico y la larga ruta del Cabo de Hornos. Esa falta de co-
municación con el Atlántico dio impulso a los designios costarricen-
ses de apoderarse de la ruta de Nicaragua. La debilidad de ésta,
asolada por las luchas fratricidas, y el apoyo de su socio comercial,
Inglaterra, le abrieron enseguida el camino a Costa Rica para apo-
derarse del río San Juan y del Gran Lago de Nicaragua.
Antes de la batalla de La Virgen, Costa Rica no vio peligro en
Walker. En San José más bien consideraban a los filibusteros como
aliados fortuitos, ya que distraían la atención del gobierno de Gra-
nada, facilitándole a Costa Rica el avance de sus planes para pose-
sionarse de la ruta del Tránsito. Después de la batalla del 29 de junio
de 1855 en Rivas, las autoridades costarricenses no sólo permitie-
ron que los cincuenta soldados leoneses del coronel Ramírez regre-
saran a León vía Costa Rica, sino que les dieron pasaje gratis de
Puntarenas a El Realejo para que siguieran con Walker. Pero la ima-
gen de éste cambió de la noche a la mañana tras la captura de Gra-
nada, cuando de súbito se convirtió en amenaza real, y el 20 de no-
viembre el Presidente Mora dio la alarma en una proclama patrióti-
ca. Mora, sin embargo, no movió un dedo para marchar en auxilio
de Nicaragua, pues estaba comenzando el corte y en los cafetales
había una excelente cosecha; nueve millones de libras, equivalentes
a un millón de dólares. El Presidente Juan Rafael Mora y sus dos
hermanos Jose Joaquín y Miguel eran los mayores cafetaleros de
Centroamérica y sabían que se debía recoger la cosecha antes de
comenzar la guerra.
Prevenido de la situación al Sur de la frontera, el 17 de enero
de 1856 Walker le escribió al Presidente Mora, asegurándole que no
albergaba intenciones hostiles hacia las repúblicas centroamerica-
nas y expresando sus fervientes deseos de paz y concordia entre
Costa Rica y Nicaragua. Al no recibir contestación, dos semanas
después envió una comisión a cargo del mayor Louis Schlessinger a
dialogar con Mora, buscando posponer el ataque que veía venir
mientras continuaba aumentando sus fuerzas. Schlessinger, uno de
los pocos filibusteros que sabían algo de español, viajó acompaña-
do del coronel Manuel Argüello (el jefe legitimista en la batalla de Ri-
vas), a quien Walker encargó convencer a los nicaragüenses exilia-
dos en Costa Rica para que regresaran a sus hogares. Los comisio-
nados de Walker viajaron por tierra a Guanacaste (entonces llama-
76 WILLIAM WALKER EL PREDESTINADO / LIBRO SEGUNDO: NICARAGUA
petaban.
Francotiradores de ambos bandos en techos y en campanarios
—los norteamericanos en la Parroquia y los costarricenses en la igle-
sia de San Francisco— cobraron numerosas víctimas. Para las once
de la mañana, ya Walker estaba claro del fracaso en su intento de
desalojar a Mora de Rivas. Y cuando los refuerzos costarricenses co-
menzaron a llegar de San Juan del Sur y La Virgen, Mora pasó a la
ofensiva: por la tarde los costarricenses le pegaron fuego al Mesón
de Guerra en el costado occidental de la plaza, sacando de ahí a los
filibusteros. La lucha cesó al caer la noche. Protegido por la oscuri-
dad, a la una de la mañana Walker montó en bestias al herido que
pudo y en sigilo se retiró de Rivas, dejando al pie del altar en la Pa-
rroquia a quince o veinte heridos de muerte. Cuando los costarri-
censes atacaron al amanecer, sus bayonetas acabaron con los fili-
busteros que encontraron.
El pilón de cadáveres al pie del altar se sumó a los centenares
de muertos en suelo rivense durante las últimas veinticuatro horas.
Las bajas costarricenses fueron tan elevadas, que el 13 de abril el Al-
to Mando en Rivas impuso censura total, prohibiendo el envío de la
correspondencia privada a San José. En su informe del 15 de abril,
Mora dio la cifra de 110 muertos costarricenses, incluyendo los heri-
dos mortales que aún no habían fallecido, pero pareciera que nadie
anotó sus nombres y la lista oficial de los héroes ticos que perdieron
la vida en Rivas el 11 de abril de 1856 permanece desconocida has-
ta hoy. La lista de los heridos (270 nombres, más veinte o treinta que
no fueron hospitalizados) la elaboró el mismo 15 de abril el Dr. Car-
los Hoffman, Cirujano Mayor del Ejército Costarricense. En su libro,
Walker puso las bajas ticas en 200 muertos y 400 heridos.
En cuanto a las pérdidas de Walker, copió el informe del 13 de
abril de su Ayudante General: 58 muertos, 62 heridos y 13 desapa-
recidos, sumando 133 bajas. En su informe del 15, Mora puso las
bajas de Walker en, por lo menos, 400 muertos y heridos: los costa-
rricenses contaron 81 cadáveres norteamericanos y por los prisio-
neros supieron que Walker había echado como 150 muertos en va-
rios pozos, los que Mora mandó a inspeccionar y encontraron llenos
de cadáveres.
Aunque en ambos bandos lucharon y murieron nicaragüenses,
estas bajas se desconocen.
Los costarricenses quedaron dueños del campo de batalla. No
obstante, lo duro del combate les impidió perseguir a Walker, quien
regresó a Granada sin problemas, y, al final de cuentas, ganó la ba-
talla con los cadáveres que echó en los pozos: en pocos días, el sumi-
nistro de agua putrefacta en Rivas desató una epidemia de cólera
12. HERMANITICOS 81
13. Abrazos
LAS TRES REPÚBLICAS centroamericanas al Norte de Nicaragua
reaccionaron ante la amenaza de Walker mucho después que Costa
Rica. Las distancias y barreras geográficas brindaban a Guatemala,
El Salvador y Honduras cierta sensación de seguridad que dismi-
nuía la urgencia del peligro. Además, ninguna de la tres repúblicas
compartía los designios costarricenses sobre la ruta del canal en el
río San Juan, por lo que no tenían ese poderoso incentivo para in-
tervenir.
Guatemala, bajo el presidente vitalicio, capitán general don
Rafael Carrera, era el bastión del conservatismo en Centroamérica.
Carrera tenía suficientes recursos y se daba perfecta cuenta de la
amenaza filibustera, pero encontrándose Guatemala separada de
Nicaragua por El Salvador y Honduras, no tenía prisa de embarcar-
se en una costosa campaña bélica lejos de sus fronteras. El hombre
fuerte de Honduras, general Santos Guardiola, subió a la presiden-
cia el 17 de febrero de 1856. Guardiola albergaba recuerdos indele-
bles de su debacle del 3 de septiembre de 1855 en La Virgen y se di-
ce que consideraba invencibles a los yanquis, por lo que no deseaba
intervenir en Nicaragua, llegando hasta al extremo de prohibir que
en Honduras se hablase mal de los norteamericanos. En El Salvador
hubo elecciones y el 12 de febrero de 1856 tomó posesión el presi-
dente Rafael Campo. Campo simpatizaba con los legitimistas grana-
dinos; era respetable por su honradez, pero tímido y sencillo.
Al inicio de la guerra con Costa Rica, a Nicaragua la rodeaban
Carrera, Campo, Guardiola y Mora blandiendo una sólida bandera
conservadora sobre una alianza en ciernes contra Walker. Dentro de
Nicaragua, los patriotas conservadores (serviles, legitimistas o cha-
morristas) se oponían tenazmente al filibustero. Walker, consciente
de esta situación, el 10 de marzo de 1856 lanzó una proclama "A los
Centroamericanos", declarando su "enemistad eterna al partido
servil y á los Gobiernos serviles de la América-Central". Enseguida,
ordenó que las tropas del Ejército de la República usaran la divisa
roja en vez de la celeste.
Esta ostentación de los colores liberales y el permiso que luego
otorgó de trasladar el gobierno de Granada a León, fueron a propó-
sito para asegurar y reforzar el apoyo leonés a Walker durante la
guerra que se avecinaba. El gobierno se trasladó a León el 25 de
marzo. El 30, el Presidente Patricio Rivas lanzó una proclama "A los
nicaragüenses", declarando que el traslado del gobierno al Depar-
13. ABRAZOS 83
tamento Occidental era para ponerse en contacto más inmediato
con los Gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala, con
quienes Nicaragua sólo deseaba "buenas inteligencias y una amis-
tad leal y sincera". Con esas miras, ya había enviado comisiones
para celebrar tratados de alianza y amistad.
Un mes antes, Costa Rica, por su parte, había enviado también
un ministro plenipotenciario ante los gobiernos de Guatemala, El
Salvador y Honduras, buscando formar una alianza ofensiva y de-
fensiva contra Walker. Urgido por el enviado costarricense y por las
noticias de la invasión de Schlessinger a Costa Rica, Carrera final-
mente decidió actuar contra Walker. El Consejo de Estado aprobó
por unanimidad su decisión en sesión extraordinaria a principios de
abril, y Carrera solicitó permiso a El Salvador para el pase de sus tro-
pas hacia Nicaragua. El 15 de abril, El Salvador no sólo otorgó el
permiso sino que expresó estar listo a unir fuerzas con Guatemala y
propuso que Honduras también enviara tropas.
La vanguardia del ejército guatemalteco, 800 hombres al man-
do del general Mariano Paredes, salió de la capital el lunes 5 de ma-
yo de 1856. Con las tropas guatemaltecas desfilando por su territo-
rio, el ejército salvadoreño se movilizó, para acompañarlas. El 7 de
mayo, el gobierno salvadoreño en Cojutepeque dirigió una nota al
Presidente Rivas en León, pidiéndole que rompiera con Walker. Ri-
vas se negó a hacerlo. La brecha entre León y Cojutepeque parecía
insalvable. Desde principios de abril, el enviado nicaragüense había
tratado en vano de presentar credenciales y su gobierno le había or-
denado regresar a León. Naturalmente, las relaciones entre León y
Guatemala no eran mejores, y empeoraron más aún cuando el Mi-
nistro de Relaciones leonés el 20 de mayo envió un ultimátum a Ca-
rrera, exigiéndole que reconociera oficialmente al gobierno del pre-
sidente Rivas.
Ése era el panorama que Walker veía al salir de Granada el 31
de mayo a cerciorarse personalmente de la situación en León. El co-
rresponsal del Picayune de Nueva Orleáns, Charles Callahan, lo
acompañó en el viaje y narró las incidencias: el batallón de rifleros
salió de Granada temprano en la mañana; Walker y su Estado Ma-
yor, escoltados por dos compañías de batidores, lo hicieron al me-
diodía y pernoctaron en Masaya, donde el general Domingo de
Goicouría (filibustero cubano) cayó enfermo de cólera morbo. De-
jando a Goicouría en Masaya, Walker siguió hacia León y, de acuer-
do a Callahan, su marcha fue apoteósica. En todas partes la pobla-
ción entera lo recibió con vivas, salvas, cohetes y triquitracas
—cuenta el corresponsal.
Al arribo en León, a la 1:30 PM. del 4 de junio, media ciudad
84 WILLIAM WALKER EL PREDESTINADO / LIBRO SEGUNDO: NICARAGUA
14. iAdelante!
SIMULTÁNEOS AL recibimiento de Walker en León, ciertos eventos
también propicios a su causa ocurrieron en Estados Unidos, tras el
arribo el 29 de abril en Nueva York del Orizaba con pasajeros y noti-
cias de Nicaragua. Las noticias en primera plana de que millares de
costarricenses armados por los ingleses trataban de expulsar a los
norteamericanos al grito de guerra de "'Muerte a todos los yan-
quis!", naturalmente despertaron un fervor patriótico a favor de
Walker.
Dos pasajeros importantes llegaron en el vapor: el mayor John
P Heiss y el padre Agustín Vijil. Heiss era Mayor en la Milicia de Ten-
nessee además de periodista, Jefe de Redacción del Washington
Union durante la administración del Presidente James K. Polk y des-
pués dueño del New Orleans Delta, en el que se identificó con el fili-
busterismo cubano. A su llegada de Nicaragua, se dijo que el Presi-
dente Pierce lo había enviado a Granada para que regresara a Wa-
shington con un representante oficial del gobierno Walker-Rivas. El
padre Vijil era ese representante, escogido por Walker y nombrado
por Rivas durante la corta estadía de Heiss en Granada. Cuando las
noticias de Nicaragua llenaban, pues, los diarios en Nueva York,
Heiss iba ya camino a Washington a entregar los despachos del Mi-
nistro Wheeler en el Departamento de Estado y una carta de William
Walker al senador John B. Weller, de California, partidario de los es-
clavistas sureños.
Weller habló en el Senado el 1 de mayo, urgiendo el reconoci-
miento del gobierno Walker-Rivas, y procedió a leer en público la
larga carta de Walker mientras los colegas escuchaban atentos, en
silencio. En la carta, fechada en Granada el 15 de abril, Walker des-
plegó su típica línea de propaganda, presentándose como patriota
norteamericano en guerra con Costa Rica e Inglaterra, y cuando di-
versos senadores y congresistas apoyaron la causa de Walker en
ambas cámaras, el corresponsal en Washington del New York Tribu-
ne comentó que Walker no era un filibustero solitario sino un agente
en la vanguardia expansionista de la esclavitud. Los amigos sureños
de Walker presionaron políticamente para el reconocimiento oficial
del gobierno Walker-Rivas. En el gabinete, Jefferson Davis y otros
sureños estaban a favor, mientras el Secretario de Estado William L.
Marcy encabezaba la oposición. La prensa dijo que Heiss y el Presi-
dente Pierce ultimaron los detalles del recibimiento del padre Vijil en
reuniones secretas, sin que se dieran cuenta Marcy ni el secretario
88 WILLIAM WALKER EL PREDESTINADO / LIBRO SEGUNDO: NICARAGUA
15. Presidente
ABUSANDO FLAGRANTEMENTE sus poderes de Jefe del Ejército,
Walker, en cuanto entró en Granada el 20 de junio, nombró de facto
a Fermín Ferrer "Presidente Provisorio de la República" mientras se
realizaran las elecciones convocadas por el decreto del 10 de junio,
que el Presidente Rivas ya había anulado el 14, y que Walker ahora
declaraba, por sí y ante sí, "vijente en todas sus partes". Walker así-
mismo declaró nulos y de ningún valor todos los decretos, acuerdos
y órdenes del Presidente Rivas desde el 12 de junio en adelante. Fi-
nalmente, les previno a "nativos ó estranjeros", que quienes sumi-
nistrasen a Rivas "cualquiera clase de ausilio ya por medio de em-
préstitos ó contratas mercantiles, serán considerados como traido-
res á la Patria y juzgados conforme á las leyes marciales". El mismo
20 de junio lanzó una "Proclama al Ejército", en inglés, y al día si-
guiente un "Manifiesto a los pueblos de Nicaragua", en español,
anunciando que "el pasado Gobierno Provisorio [del Presidente Ri-
vas] no merece mas existencia. En nombre del pueblo, he por consi-
guiente declarado su disolucion, y he organizado un nuevo Gobier-
no Provisorio, mientras que la Nacion ejerza sus derechos naturales
elijiendo sus propios gobernantes".
Las decisiones ilegales de Walker se ejecutaron al instante. Su
Presidente Provisorio Ferrer tomó posesión en cuestión de horas
— el sábado 21 de junio de 1856— y "el pueblo", por arte de magia,
eligió a Walker Presidente de Nicaragua en los siguientes tres días:
en la farsa electoral del 22 al 24 de junio, los sufragios de las Sego-
vias, Matagalpa, Chontales y el Departamento Occidental fueron
amañados en su totalidad en Granada, y los "comicios" en la nación
entera eran sólo un simple tejido de mentiras y fraude. Uno de los
propios filibusteros de Walker consignó cómo se hizo aquel trucu-
lento embuste:
La reciente elección presidencial se verificó al estilo california-
no, rellenando las urnas, y no cabe duda de que le elección de
Walker fue fraudulenta. Todos sus soldados votaron, en viola-
ción a la ley. Mas no se contentaron con votar una vez, sino que
muchísimos votaron veinte y más veces. Y tras esa multiplica-
ción de sufragios, los cómputos que hicieron en Granada las
autoridades electorales fueron todos imaginarios. En algunas
localidades resultaron más votos que habitantes, incluyendo
mujeres y niños. Fue un abominable ultraje a los derechos de
los nicaragüenses.
15. PRESIDENTE 95
Residencia de Walker.
100
16. Conquista
AL CUMPLIR WALKER su primer mes como "Presidente" de Nica-
ragua, El Nicaraguense informó que era sorprendente la rapidez
con que Granada tomaba el aire y la apariencia de una ciudad nor-
teamericana. Echados los nativos de sus hogares, los hombres blan-
cos del Norte estaban apoderándose del país. De acuerdo al perió-
dico de Walker, la ola era irresistible:
...veremos un nuevo torrente de emigrantes, que vendrán en
esta dirección. Los hombres que han luchado hasta poner al
Oeste en su posición actual, los que han avanzado en la van-
guardia de la civilización hacia el Norte, Sur, oriente y occiden-
te, los que han empujado para atrás a la selva y a los indios,
esos hombres vendrán a Nicaragua y aquí veremos, y ella nos
dirá, que ellos no han olvidado su vieja misión de extender los
dominios de la recia raza americana.
El Destino Manifiesto en Nicaragua, racista hasta la médula,
había resonado antes en Texas y California, la conquista era su meta
y el triunfo era seguro, porque en los ojos de Walker:
...Los americanos en este país saben ... que la empresa no pue-
de fallar. Sienten que en fuerza física pueden fácilmente vencer
a todos los que se les opongan, y que moralmente son superio-
res a sus adversarios, como individuos y como raza, en forma
casi irresistible.
...Podríamos añadir, en verdad, que el americano más ignoran-
te tiene más inteligencia innata que la que la educación pueda
jamás impartir a los indios o a los mestizos centroamericanos
subdesarrollados.
En las tertulias semanales del Ministro John H. Wheeler en la
Legación, los filibusteros y las damas norteamericanas en Granada
"se divirtieron en la forma sana chapada a la antigua, peculiar de los
americanos". Se esperaba que las muchachas nicaragüenses asis-
tieran a las veladas, pero tras varias semanas ninguna había hecho
acto de presencia. El Presidente Walker dio su primen recepción el 9
de agosto. El Nicaraguense dijo que hablan asistido "señoritas espa-
ñolas" y "miembros de casi todas las familias españolas residentes
en la ciudad"; pero no mencionó un solo nombre. "El Presidente no
bailó, desilusionando a muchas de las presentes, sino que se lirnitó a
conversar amablemente con quienes buscaron la honra de su com-
pañía". En la segunda recepción de Walker, el 30 de agosto, "las da-
16. CONQUISTA 101