Congreso de Viena
Congreso de Viena
Congreso de Viena
“ELGRAN MAESTRO”
Chamache Santos
Año lectivo:
2019 I BIMESTRE
DEDICATORIA:
ii
AGARDECIMIENTO:
iii
I. INTRODUCCIÓN:
iv
v
CAPITULO I:
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ANTECEDENTES:
Derrotado en Leipzig, Bonaparte se retiró lentamente con su ejército,
perseguido por los aliados —Inglaterra, Austria, Rusia y Prusia- que en el
tratado de Chaumont (marzo de 1814), habían constituido una Liga
permanente, la cual no debía disolverse ni aún en el caso de obtenerse la
victoria. Simultáneamente, Napoleón rechazaba las últimas propuestas de paz,
formuladas en Chatillon, y el 31 de marzo, el zar Alejandro I y el emperador
Federico - Guillermo III de Prusia, entraron en París tras una dura resistencia.
Napoleón contaba todavía, en Fontainebleau, con un ejército de sesenta mil
hombres, pero instado por sus mariscales, el 11 de abril renuncio a favor de su
hijo, el rey de Roma. Los aliados no aceptaron la renuncia, lo resolvieron tras
algunas dudas, la restauración borbónica y acordaron a Bonaparte una irónica
soberanía sobre la isla de Elba, hacia donde partió luego de despedir a su
guardia, en el patio de Fontainebleau, el 20 de abril de 1814. Entretanto,
Talleyrand había sabido tornarse hombre indispensable. Permaneció en París
en medio del derrumbe y. pudo influir el ánimo del zar, que se hospedó en su
casa. El 30 de mayo firmaba, en representación de Luis XVIII, con las cuatro
grandes potencias enemigas, la “primera, paz de París". Dicho tratado fijaba
como fronteras de Francia las que tenía en noviembre de 1792, con algunos
cambios favorables, que significaban cierto pequeño aumento territorial. Al
mismo tiempo, se convocaba a un Congreso en Viena, para resolver" la
situación política. De Europa. Por dos artículos secretos, Francia se
comprometía a reconocer la distribución territorial que los aliados convinieran;
y todos, a sostener la independencia de los estados germanos y su unificación
federativa. La circunstancia europea era tensa por demás. El descontento
cundía en las provincias belgas y renanas, anexadas a países protestantes y
castigadas por el paso de diferentes ejércitos; los pequeños estados
germánicos, que excedían de trescientos, temían verse absorbidos por los
grandes y permanecían en guardia; los antiguos y los nuevos cantones suizos
disputaban constantemente; en España, Fernando VII había reasumido sus
facultades absolutas y perseguía a los liberales, incluyendo antiguos partidarios
suyos. Llegó hasta violar la soberanía francesa para apresar a Mina en Bayona,
lo que provocó la ruptura de relaciones con Luis XVIII. En Italia, el panorama
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era todavía más confuso: Pío VII reintegraba todos sus derechos a la Compañía
de Jesús, y regia con mano dura los estados pontificios; Murat, admirado de
verse todavía en el trono de Nápoles, intentaba negociar con Bonaparte, al que
oficialmente había traicionado. La sombra del gran corso aún gravitaba sobre
Europa, y los sectores liberales, multiplicados en los últimos tiempos, y
refugiados en la clandestinidad de las logias, no parecían dispuestos a aceptar
una restauración absoluta. Inglaterra tenía, como siempre, una táctica
diplomática propia. Afectada por su crecimiento industrial, deseoso de ganar
mercados, dueña de los mares, aunque en conflicto bélico con Estados Unidos,
ejercería esa función arbitradora que la ha caracterizado en el manejo de la
política europea. Los soberanos coaligados se reunieron en Londres para
festejar la victoria y ratificar su amistad y alianza. Pero no trataron allí ningún
problema de intereses, difiriendo para Viena el balance de sus largos veinte
años de lucha con Francia y el modo de encarar tan extraordinarios cambios
como los que se habían operado en aquel lapso.
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CAPITULO II:
LOS PARTICIPANTES Y SUS CONFLICTOS:
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editor Johan Frederic Cotta, en un verdadero alarde de representación funcional.
Cotta atacó la censura y defendió el reconocimiento internacional de los
derechos de autor. .. Alejandro y Federico- Guillermo eran quienes actuaban con
mayor cohesión. Seguros de su poder, pretendían anexarse respectivamente
Polonia y Sajonia, cuyo monarca había estado aliado con Napoleón. Inglaterra
de momento no advirtió el proyecto; Austria sí, pero lo calló con el propósito de
desbaratarlo sin necesidad de afectar la alianza. El 16 de setiembre se reunieron
los plenipotenciarios de las cuatro naciones, aunque el zar y el rey de Prusia
llegaron nueve días después, en medio de lo que Gentz denominó
despectivamente “una turbamulta”. Los “cuatro” decidieron bien pronto dirigir los
asuntos entre sí, aceptando sólo formalmente la intervención de los demás
congresales. Talleyrand, que llegó a Viena el 24, venía con amplísimos poderes;
el rey sólo le encomendó que expulsase a Murat del trono de Nápoles y lo
devolviese a los Borbón, fiándose para todo lo demás, en el talento de su
personero. Al trascender el acuerdo secreto de los cuatro “grandes”, los estados
menores se inquietaron, temerosos de ser excluidos o sacrificados. Talleyrand
no vaciló en abrazar la causa de Sajonia contra Rusia y Prusia, y en presentarse
como campeón del derecho y del principio de legitimidad. Así pidió que se
insertase una declaración, estableciendo que la labor del Congreso tenía como
base “el derecho público de Europa", a lo que se resistían los austríacos bajo el
pretexto de que era “obvio”, pero en verdad deseando violarlo para anexarse
Sajonia. Tras una sesión muy borrascosa, 'Talleyrand admitió que se
constituyese la “Comisión de los ocho”, o sea las potencias signatarias de la paz
de París: los cuatro aliados, más Francia, España, Portugal y Suecia; aunque
sostuvo que sólo el Congreso en pleno podía otorgarle facultades. Trataba así
de diluir la influencia de los vencedores, con el mayor número. La inauguración
se postergó hasta el 1° de noviembre, pero tampoco se produjo en esa fecha,
porque la Comisión de los Ocho instituyó otro comité para que revisase los
diplomas y luego propusiera un estatuto interno, Habría también comisiones para
la cuestión alemana, la suiza, la italiana, la libertad de los negros, la navegación
fluvial, etc. De modo que las reuniones plenarias, con las que amagaba
Talleyrand, nunca se concretaron; él mismo perdió interés en cuanto fue admitido
a las decisiones.
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CAPITULO III:
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CAMBIOS DEL MAPA POLITICO:
Austria, según el cual, cada uno se comprometía a integrar con cincuenta mil
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extranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón. Desde el año de
1700 hasta el día, Alegría y Charlain, Madrid 1843.Un amplio extracto de
los textos francés y portugués aparece incluido en CARLOSCALVO,
“Colección completa de los tratados, convenciones, capitulaciones,
armisticios y otros actos diplomáticos de todos los Estados de la América
latina comprendidos entre el Golfo de México y el Cabo de Hornos, desde
el año de 1493 hasta nuestros días”, Durand, París 1862, tomo V, pág. 350
y sigtes'; y tomo VI, pág. 6 y sngtes. 37 Insaciable, Prusia obtuvo las
provincias rhinianas constituyéndose junto con Baviera que recibió el
palatinado. En centinela de la frontera francesa. También anexó la
Pomerania sueca, que en principio Suecia canjeaba a Dinamarca por
Noruega. Prusia “compensó” a los daneses con el pequeño ducado de
Lauenburg. Abarcaba así, casi sin interrupción, del Mosa al Niemen. Austria
rechazó las provincias belgas, ricas pero muy lejanas, y para colmo vecinas
de Francia, prefiriendo el Veneto y el Milanesado, hasta el Tesino, y toda la
costa dálmata.
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Confederación. Los órganos ‘de gobierno eran dos: una Asamblea Ordinaria
o consejo permanente, donde la representación de los confederados se
concentraba en diecisiete miembros con voto: los estados importantes, más
los pequeños príncipes cuya diputación aparecía unificada, igual que las
antiguas ciudades libres. Decidía las leyes y asuntos ordinarios y de
competencia. Independientemente, la Asamblea General, integrada por
sesenta y nueve miembros, cuyo número de votos correspondía a su
importancia, resolvería sobre las leyes fundamentales, y podía reformar —
sólo por unanimidad- el pacto federal. ‘La vinculación entre ambos
organismos está prevista por el art. 59 del Acta Final, que dice: “La cuestión
de. Si un negocio debe ser discutido por la Asamblea General conforme a
los principios establecidos, se decidirá en Asamblea ordinaria a pluralidad
de votos. “La misma asamblea preparará los proyectos de resolución que
hayan de presentarse a la Asamblea general, y proporcionará a ésta todo lo
necesario para su adopción o no admisión. Se decidirá a pluralidad de votos
tanto en la Asamblea ordinaria como en la Asamblea general; pero con "la
diferencia de que en la primera bastará la pluralidad absoluta, en tanto que
en la otra serán precisas dos terceras partes de votos para formar la
pluralidad. Cuando en la Asamblea ordinaria ocurra empate de votos,
decidirá la cuestión el presidente. Sin embargo, siempre que se trate de
aceptación o cambio de leyes fundamentales, de instituciones orgánicas, de
derechos individuales o de asuntos de religión, no bastará la pluralidad de
votos, ya sea en Asamblea ordinaria, ya en Asamblea general. ‘“La dieta es
permanente, puede sin embargo suspender sus sesiones por un término
fijo, que no ha de exceder de cuatro meses, cuando haya terminado los
asuntos sometidos a su deliberación. Las disposiciones ulteriores relativas
a suspensión de sesiones, y al despacho de los negocios urgentes que
pudieren ocurrir durante la suspensión, se reservan a la dieta que se
ocupará de ellos al redactar las leyes orgánicas". El derecho germánico no
se unificó situación que tanto habría de influir en las concepciones de
Savigny ni se creó un tribunal supremo. Cada estado mantendría sus
embajadores, y su independencia fiscal, lo que hizo manifestar a Frederic
von List, que acababan de levantarse treinta y ocho barreras arancelarias.
Además de convertir a Alemania en esa maquinaria pesada e inoperante,
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Metternich consiguió insertar el Acta Federal en el Acta Final del Congreso,
para colocar a la Confederación baja la tutela de las grandes potencias.
Italia; en cambio, siguió despedazada, la zona más rica en poder de Austria.
Cerdeña ofició de “estado tapón” entre potencias mayores al recibir Génova.
Las legaciones fueron transferidas a la Santa Sede. María Luisa intercedió
ante su padre para que se le diese Parma o Luca, y los obtuvo,
sometiéndolos en consecuencia a los Hapsburgo. Un imprudente ultimátum
de Murat, cuando todo parecía resuelto a su favor y Talleyrand, por
descuido, estaba sin aliados en la única causa que interesaba directamente
a Luis XVIII, precipitó su caída; Nápoles finalmente fue devuelto a los
Borbón.
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posesiones menores, como el protectorado sobre las islas jónicas, la de
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CAPITULO IV:
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LA NAVEGACION FLUVIAL:
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conformarse todos a los reglamentos concernientes a la policía de
esta navegación, que se. Formarán de un modo uniforme para todos
y tan favorablemente como sea posible al comercio de todas las
naciones". La redacción provino de Humboldt y no era tan liberal
como aparentaba. Concordaba con el art. 1 del anexo concerniente
a la navegación del Rhin, y prevaleció sobre la del representante
inglés, lord Chaucarty, que proponía: “El Rhin se hallará abierto al
comercio y a la navegación de todas las naciones, de modo que bajo
ambos aspectos, su uso no puede ser prohibido a nadie". Como es
notorio, el texto de Humboldt libera solamente el comercio, mientras
que el de Chaucarty, el comercio y la. Navegación. Por otra parte, el
estatuto fracasó porque establecía la libertad del Rhin “hasta el mar",
suscitándose una polémica entre los Países Bajos y los demás
estados ribereños. Estos entendían que tal expresión significaba “alta
mar", y los Países Bajos que, por el contrario, aludía a la línea de las
mareas, lo que reducía en su provecho la libertad de navegación. Los
convenios de Maguncia (1831) y Mannheim (1868) perfeccionaron el
régimen renano. El Acta limitó algunos abusos tarifarios. Su art.114
prohibía establecer “en parte alguna derechos de etapa, de escalada
o de arribada forzosa. En cuanto a los ya existentes sólo se
conservarán, si los. Estados ribereños, no tomando en cuenta el
interés local del lugar o país en que estén establecidos, los
conceptuase necesarios o útiles a la navegación y al comercio en
general".
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II. CONCLUSIONES:
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ANEXO:
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Cap. I:
Cap. II:
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Capitulo III:
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