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García Márquez
El pueblo recibe con frecuencia las visitas de los gitanos. Su líder, Melquíades,
trae siempre artefactos y objetos que obsesionan a José Arcadio Buendía.
A Macondo llega la peste del insomnio, la cual trae consigo la del olvido. Un
brebaje de Melquíades pone fin a la peste. El éxito es tal que el gitano se
queda a vivir en Macondo, tiempo en el cual escribe unos pergaminos que solo
serán descifrados muchos años depués.
El patriarca, José Arcadio Buendía, vuelve a encontrarse con el fantasma de
Aguilar y enloquece. La familia, entonces, lo amarra a un árbol del patio
trasero, donde morirá de un infarto.
Arcadio había sido el fruto de una relación de amantes entre José Arcado hijo y
Pilar Ternera, regente de un prostíbulo. Fue criado en casa de sus abuelos a
condición de que se le ocultara su origen. Creció pensando ser hijo del gran
patriarca. Cuando es nombrado jefe de Macondo, Arcadio se vuelve un dictador
y tiraniza el pueblo. Muere fusilado por los conservadores.
Con el tiempo, Aureliano firma un tratado de paz, tras el cual intenta suicidarse.
Regresa a Macondo, donde pasará el resto de su vida haciendo y rehaciendo
pescaditos de oro.
Marco Cabras: Ilustración del coronel Aureliano Buendía en su retiro militar,
haciendo y rehaciendo pescaditos de oro.
A partir de ese momento, el pueblo sufre lluvias constantes por casi cinco años.
Úrsula, la matriarca centenaria que ha cuidado de toda la familia, espera el fin
de las lluvias para morir y descansar el paz.
Entre tanto, regresa de Europa su tía Amaranta Úrsula, casada con Gastón. Sin
saber de su parentesco, ambos se enamoran, Gastón se va pero ella queda
embarazada.
Durante el parto, en el que ella muere, da a luz a un niño con cola de cerdo.
Aureliano intenta buscar ayuda, pero al no encontrar más que a un cantinero,
se emborracha y se queda dormido. Cuando despierta y regresa, el niño ha
sido devorado por las hormigas.
García Márquez también dialoga con los valores de una cultura atravesada por
toda suerte de relatos míticos y religiosos, que tienen un gran poder
significativo. Le da voz a los prejuicios, a las supersticiones más vivas y fuertes,
y a las imágenes bíblicas del catolicismo, naturalizadas en el imaginario
popular latinoamericano: un pecado original que espera su castigo, una
asunción y un diluvio son apenas algunos de estos símbolos.
Pero García Márquez da un paso más allá cuando otorga nombres similares a
cada personaje. Con este hecho, recalca el peso de la herencia, de la memoria,
del mandato de los ancestros, el peso de la historia y la cultura.
El amor y la historia
Pero, ¿qué pueden hacer estas fuerzas, estas imágenes, contra el paso del
tiempo? ¿Qué pueden, acaso, contra la naturaleza? ¿Qué pueden contra el
misterio de los símbolos y de la imaginación? ¿Qué pueden contra el destino
humano?
Ese mismo año, el escritor inicia su carrera como columnista, y a lo largo del
tiempo trabaja para los diarios El Universal y El Heraldo de Barranquilla, El
Espectador y para la revista Mito.
1955.- La hojarasca
1961.- El coronel no tiene quien le escriba
1962.- La mala hora
1967.- Cien años de soledad
1970.- Relato de un náufrago
1972.- La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela
desalmada
1975.- El otoño del patriarca
1981.- Crónica de una muerte anunciada
1985.- El amor en los tiempos del cólera
1989.- El general en su laberinto
1992.- Doce cuentos peregrinos
1994.- Del amor y otros demonios
2004.- Memoria de mis putas tristes
2010.- Yo no vengo a decir un discurso
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