El Caso de Junin Dictadura
El Caso de Junin Dictadura
El Caso de Junin Dictadura
Resumen:
Por último, intentaremos mostrar que esas políticas implementadas por el régimen
local, a pesar de presentarse discursivamente consustanciadas con los principios
rectores del “Proceso de Reorganización Nacional”, no estuvieron exentas de
ciertas contradicciones inherentes a los mismos. Esto avala el planteo de que si
bien la censura y la represión cultural fueron piezas claves, necesarias para el
triunfo del proyecto de reestructuración social sostenido por los militares en el
poder (Avellaneda, 1986; Invernizzi y Gociol, 2005; Funes, 2006; Ansaldi, 2006),
estuvo lejos de existir una correspondencia unívoca entre la política nacional,
provincial y municipal en la implementación de las normativas existentes
(Rodríguez, 2010; Rodríguez-Zapata, 2009).
Los orígenes de COART y su relación con los gobiernos del período 1966-1976
Es necesario recordar que el “Nuevo Teatro”, fundado hacia fines de la década del
cuarenta por Alejandra Boero y Pedro Asquini, se caracterizó por una actitud
progresista y de velada oposición al peronismo. Si bien para el momento de su
surgimiento, “en un clima de oscurantismo cultural estos teatros eran vistos como
pequeños bolsones de resistencias” es dable reconocer que “Perón, aunque
reconocía esta oposición indirecta no impuso una censura rigurosa y los teatros
tuvieron mucha libertad” (Sigal 1991: 103). Debido a la profunda influencia que los
representantes del “Nuevo Teatro” ejercieron sobre los integrantes de COART,
puede resultar pertinente sostener que la impronta antiperonista, propia de esta
entidad señera del Teatro Independiente, fue transmitida de una u otra manera a
estos artistas locales, quienes en ningún momento, ni siquiera hacia fines de los
sesenta y principios de los setenta, cuando los vientos de cambio progresistas
soplaban a favor del peronismo, llegaron a simpatizar con este partido.
Con el arribo de los años sesenta, comenzó una etapa de apertura, de cambios y
cuestionamientos sociales, éticos y estéticos, que llevaron a muchos directores y
actores del Teatro Independiente, a incorporar en sus presentaciones autores y
obras inscriptas tanto dentro de un teatro de vanguardia y experimentación –que
se desarrollaba a la luz de las búsquedas iniciadas en el Instituto Di Tella, con las
producciones de Eduardo Pavlosky (Espera Trágica, El Señor Galíndez) y de
Griselda Gambaro (El Desatino, El Campo)– como dentro de un estilo definido
como“realismo social o reflexivo”, representado por Soledad para Cuatro de
Ricardo Halac, Nuestro Fin de Semana de Roberto Cossa o Réquiem para un
Viernes a la Noche de Germán Rozenmacher. El conservadurismo y autoritarismo
propiciado por el Onganiato generó que algunos de estos autores comenzaran a
verse cuestionados y censurados.
Para cubrir el nuevo cargo de Director de Cultura fue elegido el profesor de música
Rodolfo Alleva, quien se destacaba en la comunidad por haber sido el creador y
director del Coro Polifónico local. Al asumir, Alleva mantuvo una reunión con los
miembros de COART en la cual se establecieron, entre otros, los siguientes
acuerdos:
En julio de 1970, ante el recambio del poder Ejecutivo en los tres niveles de
gobierno, fue designado como Intendente el Coronel (Re) Eduardo Juan Degano. Si
bien muchas de las secretarías municipales fueron ocupadas por nuevos
funcionarios provenientes de Mar del Plata –ciudad de donde provenía Degano– en
la Dirección de Cultura fue ratificado el profesor Alleva. En el transcurso de ese
año, los conflictos entre la Dirección de Cultura y COART fueron cobrando
intensidad. A la denuncia pública de sus representantes hacia el Director de
Cultura, materializada a través de una carta abierta a la población, se sumó un
petitorio por vía legal al Intendente, en el cual se le solicitaba con carácter
urgente la concreción de una reunión en la que se pudieran discutir abiertamente
las políticas a seguir en materia cultural. Si bien no hemos encontrado constancia
de lo tratado en dicha reunión, dos meses después, el gobierno municipal otorgó
exclusivamente a COART la finalización, dirección y administración del Teatro
local “La Ranchería”, sin aportar la municipalidad ayuda económica alguna. Entre
las causas que motivaron tal decisión, el decreto establecía “las dificultades que
en el ámbito comunal surgen por carencias presupuestarias y de disponibilidad de
personal para la organización de programas seriados de actividades artísticas y/ o
culturales”. Por lo tanto, el hecho de que un militar retirado a cargo de la
intendencia haya otorgado a una institución civil como COART las instalaciones del
teatro municipal, cuando ya existía una Dirección de Cultura, puede ser explicado
en primer lugar por las dificultades económicas por las que atravesaba el gobierno,
en segundo lugar por el reconocimiento público, del que gozaban a nivel local, la
mayor parte de los integrantes de COART. Finalmente, un tercer factor puede ser
el hecho de que el propio Intendente Degano, al ser oriundo de Mar del Plata, y no
conocer los entretelones de la sociedad juninense haya decidido delegar la
finalización y administración del teatro a esta institución de la sociedad civil, con
el fin de alivianar la carga económica del municipio, y de dar una respuesta a la
denuncia pública formulada por COART.
Creemos que uno de los factores que pueden explicar este alejamiento, o la no
participación de COART en el gobierno peronista fue el explícito antiperonismo de
muchos de sus miembros, o tal vez su poca simpatía no hacia al peronismo en sí,
sino hacia el ala derecha peronista. Esto último se entiende si se tiene en cuenta
que, promediando el año 1973, en Junín, desde el primer momento de la vuelta a
la democracia, fueron cobrando importancia grupos de jóvenes militantes que,
nucleados en la Juventud Sindical Peronista (JSP) comenzaron a desarrollar un
accionar violento, convirtiendo a COART en su blanco perfecto (2).
Los motivos que nos impulsaron a tomar dicha determinación fueron los
siguientes:
1°) El cometido del recital no cumplía ninguna función social o cultural acorde
al momento en que vive el país que es de unidad y reconstrucción nacional.
2°) El contenido de las canciones era de protesta y de corte marxista. Creemos
que la protesta no cabe porque desde el 11 de marzo nuestro pueblo es
gobierno y no podemos aceptar ideologías extrañas confabuladas con la
sinarquía internacional ajenas a nuestras tradiciones y religión (3).
La violencia con esta gente era moneda común hacia la década del 70 [...]
provocaban siempre [...] cuando gana el FREJULI ganan poder, entraban a los
cuarteles como pancho por su casa, todos lo sabíamos, sabíamos que nos
seguían, eso era muy bravo, por alguna filtración familiar que trabajaba en los
servicios nos enteramos que nos estaban haciendo una ambientada, es decir,
una investigación que hacían los servicios para saber con quién andabas, qué
hacías, dónde vivías... (4).
En su proclama de asunción, la Junta militar que tomó el poder tras el golpe del 24
de marzo de 1976, a la vez que declaraba caducos los mandatos del Presidente de
la Nación y de los gobernadores y vice-gobernadores de las provincias, disponía la
disolución del Congreso Nacional, de las Legislaturas provinciales y de los Concejos
Municipales. Sin embargo, la altisonancia discursiva de estas afirmaciones, suele
soslayar la complejidad que imperó en el plano de lo concreto, en los distintos
niveles gubernamentales, especialmente en lo que refiere a los gobiernos
municipales. En este sentido, el nivel de lo micro, de las políticas municipales, fue
dotado de una importancia mayor de la que usualmente le suelen otorgar los
relatos nacionales sobre el período en cuestión. De hecho, la legislación producida
por funcionarios de la dictadura, demuestra que “la figura del municipio aparecía
como la solución a muchos problemas, especialmente por su importancia para la
determinación de los mecanismos de participación de la comunidad” (Rodríguez,
2010).
A pesar del reconocimiento del que gozaban estas personas en una comunidad de
medianas dimensiones, como era Junín en ese entonces, por el término de una
semana, ninguno de los diarios locales da cuenta de la desaparición de alguna de
ellas. Recién el 1° de febrero aparece en uno de los matutinos locales un
comunicado oficial del Comando de la Subzona 13, dando a conocer la nómina de
detenidos. Dicho comunicado se expresaba en los siguientes términos:
Yo no estaba de ninguna manera en los planes del operativo de los secuestros, tal
es así que ni ellos mismos tenían idea de que mi detención eliminaba el secreto
de que la operación quedara confinada al cerco informativo del Comando de la
Subzona 13. Lo de la Gerencia General de Racing, aunque parezca exagerado, me
daba en ese momento un grado de cierta notoriedad, porque la presidencia de
Rodríguez Larreta había iniciado un camino espectacular en términos de
adquisiciones futbolísticas y Racing estaba en la plana mayor de todos los diarios
y al mismo tiempo se trataba de una institución con una enorme legión de
simpatizantes social, económica y políticamente muy importante. Además yo
estaba dentro, por así decirlo del estado mayor nacional desarrollista, lo que
motivó la intervención directa de Frondizi. Mi hermano viajó a Buenos Aires y a
las pocas horas, Don Arturo tomó conocimiento e inmediatamente habló con
Suárez Mason, Jefe del Primer Cuerpo con jurisdicción en la Subzona 13. Estas
Subzonas actuaban de forma autónoma [...] La intervención de Frondzi y Suárez
Mason dio lugar al envío de una auditoría a la unidad militar de Junín, con un
teniente que, si no me equivoco, se llamaba Herrero y que determinó el carácter
irresponsable del operativo (6).
El 7 de mayo del mismo año Ariel Nelson De Siervo, Normando Di Sábato, Rubén
Américo Liggera, Ana María Rinaldi y Alberto Pedro Silva recobraron su libertad.
Los últimos detenidos, Armando Álvarez y Jorge Cerutti fueron liberados casi un
año después de su detención.
Podría ser la intolerancia hacia los artistas, por ejemplo hacia la cultura.
Nosotros habíamos hecho un espectáculo musical-poético [en julio de 1973], y
llega una patota de esas que estaban en Junín [...] interrumpe el espectáculo y
nos trata de comunistas, de bolches [...] y ese fue el tono de una época
intolerante.
Febrero de 1977 fue el telón que nos acabó a todos...una historia violenta que
arranca el día que se hace razzia en el Teatro de la Ranchería...esos tilingos
después nos entregaron a los milicos...se tomaron revancha...
Sólo tiempo después, hacia 1987, algunos de sus miembros intentaron volver a
conformar un movimiento artístico, a partir de la creación del grupo “Juglares”.
Sin embargo, las condiciones en las que se desarrolló este grupo distaron mucho de
las que habían caracterizado a COART. En primer lugar, la adhesión con la que
contó por parte de los grupos artísticos fue prácticamente efímera, sólo unos
pocos ex-integrantes de la Coordinadora se plegaron a esta nueva agrupación, la
cual se limitó a la programación de “Café Concert” y a organizar esporádicas obras
teatrales; en segundo lugar, el problema mayor provino de que ya no tenían un
lugar físico en el cual poder realizar estas actividades; la carencia de un local o
sala teatral, los llevó a tomar como lugar de reunión la propia casa de uno de sus
impulsores; esto determinó que la capacidad espacial del lugar fuera sumamente
reducida lo que condicionó de antemano la cantidad de público presente. En este
sentido podemos decir que la última dictadura en Junín se tradujo en un golpe a
un tipo específico de cultura, dado que erosionó por completo la capacidad de
aunar nuevamente en un único movimiento a los grupos artísticos locales.
Un recorrido por los periódicos locales del período y por los propios Boletines
Municipales, emanados del poder ejecutivo, dan cuenta de la intención del
gobierno de desplegar –o por lo menos convencer de ello, mediante profusos
discursos, a la población– una serie de innovaciones y prácticas en materia
cultural, tendientes a lograr el pleno avance y fomento de las actividades
culturales en la sociedad juninense. Las mismas fueron subvencionadas con fondos
del propio municipio, a través de la Dirección de Cultura de la comuna, lo cual
refleja el afán del régimen local de impulsar políticas culturales capaces, por un
lado, de mejorar su imagen y construir consenso en la población, y por otro, de
eliminar del pasado a COART y legitimar la represión a sus integrantes. Por lo
tanto, una de las características más significativas de la última dictadura en Junín,
fue el impulso que le otorgó al plano cultural a pesar de los reiterados reclamos de
los funcionarios de la Subsecretaría de Cultura –dependiente del Ministerio de
Cultura y Educación– por los escasos presupuestos con los que contaba el
organismo.
Una de las principales medidas que tomó el gobierno municipal para acrecentar su
legitimidad fue la emisión de “Boletines Municipales” bimensuales que detallaban
de modo explícito todas las tareas efectuadas por los diferentes funcionarios,
cobrando especial relevancia lo atingente a eventos culturales y obras públicas.
Estos boletines se emitieron durante todo el gobierno de Sahaspé, el cual concluyó
en junio de 1982, luego de la derrota de Malvinas.
Creemos que con miras a lograr ese propósito, el régimen local no sólo invisibilizó
la existencia de esta coordinadora de arte, que había dominado la esfera pública
tiempo atrás, sino que vio la necesidad de reprimir a quienes hacían un tipo de
cultura considerada subversiva, desarrollando simultáneamente una “cultura
oficial” capaz de rebatir y soslayar toda la tradición artística que venía guardando
la sociedad juninense desde mediados de la década del sesenta. De hecho, los
espectáculos artísticos presentados a partir de la etapa dictatorial distaron mucho,
en términos cualitativos y tipológicos, de los desarrollados otrora por COART. De
esta manera, se incentivaron y promovieron mayoritariamente presentaciones de
orquestas sinfónicas –entre las que se contó la Orquesta Sinfónica Nacional– de
grupos folklóricos regionales, de exposiciones pictóricas de artistas capitalinos y
del interior del país. También se llevaron a cabo cursos de danzas folklóricas,
jornadas de historia Argentina a cargo de Félix Luna, y talleres y concursos
literarios inspirados en el bicentenario de la Campaña del Desierto, y el 152°
aniversario de la ciudad de Junín. Esto cobra sentido si se tiene en cuenta que en
todos estos boletines se vislumbra una premeditada omisión de la existencia de
COART, y de todo el movimiento artístico previo, originado por él. Asimismo,
ninguno de esos documentos oficiales menciona lo que en ese momento acontecía
con la mayor parte de quienes conformaban dicha entidad. De hecho, para el
momento de la publicación del primer boletín, muchas de esas personas habían
sido recientemente “blanqueadas” y puestas a disposición del Poder Ejecutivo,
después de haber pasado sendos meses de detención clandestina y salvajes
torturas.
Reflexiones finales
Hemos sostenido la hipótesis de que hubo en Junín un hecho clave que permitiría
demostrar las intenciones del último régimen dictatorial, a nivel local, de
desestructurar al ámbito artístico representado por COART. Cimentamos esta
hipótesis en el hecho de que de las catorce personas secuestradas entre la noche
del 24 de enero de 1977 y los días inmediatamente posteriores a esta fecha, y que
hoy se cuentan como sobrevivientes, la mayoría formaba parte activa de esta
Coordinadora, y los que no desarrollaban ninguna actividad artística, estaban
vinculados a ella, por mantener relaciones de amistad con sus miembros. Además,
y como quedó consignado, la importancia de este hecho es aún mayor, si se tiene
en cuenta que no hubo, en la ciudad, otros secuestros masivos como el
anteriormente citado.
Notas
1. Carta abierta de COART a la comunidad: “COART informa a la opinión pública”.
10 de febrero de 1971. Volver
2. Aquí encontramos una discrepancia con la historiografía nacional del período. El relato
nacional ha considerado al retorno de Perón –y concretamente al episodio de Ezeiza del 20 de
junio de 1973– como la fecha a partir de la cual “los jefes sindicales encabezaron la ofensiva
contra la juventud combativa” (De Riz, 2000: 140), y por lo tanto, la brevedad del gobierno de
Cámpora ha sido definida por antonomasia, como “la primavera camporista”; en Junín, por el
contrario, la derecha peronista fue la facción que logró imponerse desde el primer momento de
la vuelta a la democracia. Prueba de ello es que grupos militantes de la J.S.P cometieron durante
el bimestre junio-julio de 1973 siete atentados e intervenciones contra diferentes instituciones
estatales, partidarias y civiles locales (Zapata, 2009).Volver
3. Carta de la Juventud Sindical Peronista enviada al diario local La Verdad, publicada bajo el
título “Los sucesos ocurridos en la Ranchería”, (29/07/1973). Un informe detallado sobre este
acontecimiento se encuentra a su vez en un memorando de la DIPBA del 31/07/73. Archivo de la
Comisión Provincial por la Memoria. Volver
4. Testimonio de Rubén Liggera, músico y escritor miembro de COART. Liggera era uno de los
artistas presentes en el teatro “La Ranchería” en el momento de la interrupción del espectáculo.
Entrevista con la autora en septiembre de 2006. Volver
5. El resto de los partidos que conformaban la Subzona 13 eran: General Villegas, General Pinto,
Leandro N. Alem, General Arenales, Colón, Pergamino, San Nicolás, Ramallo, San Pedro,
Baradero, San Antonio de Areco, Suipacha, Chivilcoy, 25 de Mayo, 9 de Julio, Lincoln, Carlos
Tejedor, Rivadavia, General Viamonte, Rojas, Salto, Bartolomé Mitre, Capitán Sarmiento,
Chacabuco y Bragado. Volver
6. Benito Gorgonio de Miguel. Testimonio extraído del libro El orden de las Tumbas, del autor
local Héctor Pellizi, Ed. Las tres lagunas, Junín, 2007, pp. 234. El subrayado es mío. Volver
Bibliografía
Águila, Gabriela, 2008. “La dictadura militar Argentina: interpretaciones, problemas, debates”,
enPáginas. Revista digital de la Escuela de Historia de la UNR, año 1, n° 1, Rosario.
Hobsbawm, Eric, 1994. Historia del siglo XX. Buenos Aires, Crítica.
Pellettieri, Osvaldo, 2003. Historia del teatro argentino en Buenos Aires, Vol. IV.
Buenos Aires, Galerna.
Quiroga, Hugo [1994] 2004. El tiempo del Proceso. Conflictos y coincidencias entre
políticos y militares, 1976-1983. Rosario, Homo Sapiens.
Sigal, Silvia, 1991. Intelectuales y poder en la década del sesenta. Buenos Aires,
Punto Sur.
Terán, Oscar, 1991. Nuestros años sesenta. Buenos Aires, Punto Sur.
http://www.revistaafuera.com/articulo.php?id=133&nro=8#texto5