Mi Dios Propio
Mi Dios Propio
Mi Dios Propio
Religión, religioso
Para Beck, estos dos términos, aunque tienen relación gozan de una distinción
notable, y al mismo tiempo, se deben ajustar a todo movimiento, pues sólo basta un
“número creciente de fieles”2 para que exista religión, no hay definición ontológica sino
exclusivamente práctica, haciéndola ver como “un conjunto de símbolos, ritos y rituales
entrelazados, y a la vez, diferenciados entre sí”3. Este diferenciados, se entiende aquí como
el punto de partida para responder a la individualización que se vive; es decir, al conectar
las supuestas diferencias de todos los movimientos y/o religiones, se podrá descubrir
una conexión que unirá opiniones, alejando el prejuicio “occidental sobre la vida y la
vivencia religiosa de culturas y continentes ajenos”4.
De ahí que, religión sea un sustantivo y religioso un adjetivo. El sustantivo es
simplemente una elección dramática y radical de “o-esto-o-lo-otro”5, mientras que el
ensalzado adjetivo es “tanto-esto-como-lo-otro”. El Dios personal sólo puede practicarse,
asimilarse, vivirse si este realmente es algo propio. Por ello, define claramente lo religioso
desde la vía negativa: “ser religiosos no implica formar parte de un grupo u organización
determinados; más bien indica una determinada actitud respecto a las cuestiones
existenciales del ser humano en el mundo”6.
1
Cf. U. BECK, El Dios personal (Paidós, Barcelona 22017) 57.
2
Ibid., 58.
3
Ibid.
4
Ibid.
5
Ibid., 59.
6
Ibid.
Beck, muestra la intención de la reflexión y su búsqueda; ante una religión,
definida desde la contradicción de las fronteras, es la sociología de la religión la encargada
de “hacer caer y construir de nuevo las fronteras entre personas y culturas”7, pues lo
fundamental en todas las religiones es la ambivalencia entre tolerancia y violencia.
7
Ibid., 61.
8
Ibid., 62.
9
Ibid., 64.
10
Ibid.
11
Cf, ibid., 65
12
Ibid., 66.
13
Cf. Ibid., 70.
14
Ibid., 71.
15
Ibid., 72
de las religiones monoteístas. El Dios propio es superado por la persona como Dios, la
persona piensa a Dios, la persona relaciona a Dios…
2) La cosmopolitización
Denominamos cosmopolitización a la erosión de las claras fronteras que separan
mercados, estados, civilizaciones, culturas y sobre todo los universos vitales de los
diversos pueblos y religiones, así como la situación resultante de ella, es decir: la
confrontación involuntaria a escala mundial con el Otro extraño. Aunque es evidente
que las fronteras no han desaparecido, lo cierto es que se han vuelto imprecisas y
permeables a corrientes de información, capital, riesgo y también a las personas, pero en
menor medida.
¿Acaso no es cosmopolitización otra palabra más para designar eso que en boca
de todos se llama globalización? Mi respuesta es no. Globalización es algo que tiene
lugar “ahí fuera”, la cosmopolitización, en cambio, sucede “en el interior” de lo nacional,
de lo local, incluso de la propia biografía e identidad.
La cosmopolitización abarca la fusión, abolición y levantamiento de fronteras que
caracteriza a las grandes religiones desde su origen; el concepto y los fenómenos de la
cosmopolitización no son fijos ni espacial ni temáticamente. El concepto no está ligado
al cosmos o al globo ni lo abarca todo en absoluto. El principio de la cosmopolitización
se localiza y practica más bien en temas específicos: organizaciones trasnacionales,
familias y vecindades transnacionales, en forma de criminalidad cosmopolita de trabajo
cosmopolita, sin olvidar la gestión de fronteras de las religiones.
El universalismo cristiano se basa en el único punto de vista que cuenta; aquel
ante el cual todas las demás fronteras y distinciones sociales se desvanecen: la salvación
eterna del hombre y su alma.
El universalismo religioso promete, pues, superar las jerarquías existentes y,
hasta aquí, se caracteriza por una tolerancia estructural. Ahora bien, al demonizar al
mismo tiempo a los infieles, abre nuevas trincheras entre las religiones y crea potenciales
de violencia de difícil contención, por eso el universalismo religioso, al igual que
cualquier otro, tiene como rasgo distintivo la intolerancia estructural.
Por el contrario, el cosmopolitismo religioso se diferencia de las formas
mencionadas por hacer del reconocimiento de la otredad religiosa una máxima del
pensamiento, la convivencia y la manera de actuar. El cosmopolitismo religioso no
considera la religión ajena, la religión de los extraños, algo amenazador, desintegrador
o fragmentador, sino más bien algo enriquecedor que hay valorar por lo tanto
positivamente. Hay un cierto egoísmo en la religiosidad de los Otros en la propia
vivencia religiosa aprende más sobre sí mismo y los Otros.
Mientras el universalismo religioso discrimina entre fieles e infieles, el
cosmopolitismo religioso distingue entre no creyentes y fieles de otras creencias en toda
su respectiva diversidad; con el cosmopolitismo religioso se sienta un principio de
tolerancia general.
Diferencia entre cosmopolitismo religioso descriptivo y normativo
El cosmopolitismo descriptivo aspira a proporcionar una nueva perspectiva a la
sociología y las ciencias humanas, una perspectiva que haga posible observar los
contradictorios de la supresión, pluralización y construcción de nuevas fronteras en el
ámbito religioso.
El cosmopolitismo normativo pugna por hacer del principio de tolerancia
religiosa general objeto de reflexión y praxis.
III. VINCULACIÓN
Beck se acerca a los problemas de la nueva sociedad, que no son los mismos que
describía la sociología de las sociedades precedentes, la posmoderna asume una carga de
riesgo en su propia identidad que encierra una grave contradicción: el peligro de
supervivencia de la especie. Mientras Brague, busca las claves de la comprensión de lo
que nos pasa remontándose más allá del moderno proyecto ilustrado, hasta la ilustración
medieval; Spaemann muestra que la pérdida del concepto teleológico de naturaleza,
constituye la clave de toda la dialéctica que surca la modernidad. Más cercano a Beck
está Habermas que apoya la idea de una completa transformación de la crítica del
conocimiento en crítica de la sociedad; y con el tema “cosmo”, Sloterdijk, ofrece una
confrontación de la falsa conciencia ilustrada, ya que la globalización cínica no es una
fase superior del capitalismo ni un modo de producción distinto en el mundo, es ante
todo un modo diferente de existir.
En el tema de “religión”, Beck asegura que no es más que un conjunto de impactos
que influyen en la sociedad, necesarios para poder definir lo que es. Brague, por el
contrario, reconoce que lo que definimos por religión, lo hemos hecho desde el
cristianismo. Spaemann, ve en la modernidad que la auténtica paradoja, está en que es el
relativismo lo que hoy se esconde detrás de la palabra tolerancia y no el término religión,
pues si hoy alguien manifiesta una convicción firme, se le llama intolerante. Para
Habermas, el politeísmo sólo surge en las civilizaciones primitivas, las grandes religiones
monoteístas aparecen con civilizaciones más desarrolladas. Por ello, la religión debe
moverse en el mismo universo de discurso y en un diálogo permanente con todos los que
se mueven en la búsqueda de la verdad ético-existencial. Finalmente, Sloterdijk, considera
que la religión, a través de un tejido simbólico pretende dar respuesta a acontecimientos
como la muerte, la presencia del mal y la pregunta por el sentido; pero al retirar la
religión del seno de la sociedad, no se ha generado un nuevo tejido inmunológico que
nos proteja de las agresiones metafísicas.
IV. INTERPELACIÓN
“El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan darle
a las generaciones futuras razones para vivir y razones para esperar”.
(GS, 31)
La reflexión sobre la vida es compleja. Presentar una visión enmarcada, produce
a la vez, un sistema contrario a su misma esencia; alguien dijo que “el lenguaje de la
verdad debe ser, sin duda alguna, simple y sin artificios” (Séneca), pero profundizar sobre
la propia existencia es también necesario.
Con este pensamiento, deseo establecer un vínculo con Beck. A mi juicio: “un
pensador de la rotonda”. En él descubro, una especie de obsesión literaria por encajar
varias teorías; un descontrol sociológico, tiene un hecho fenomenológico e intenta
explicarlo desde realidades no contables; finalmente, un sembrador de contenidos; sin
saberlo, da esperanza en sentidos variados: el fracaso del secularismo, la religión es
dimensión constitutiva, las relaciones son religiosas en su origen, conexiones, anhelo,
pretensiones, respuestas…
Gaudium et spes, asegura que el porvenir está basado en razones, justamente para
vivir y esperar; dos dimensiones esenciales de la religión que vive de la Verdad y no que
la busca en actitud depredadora, como si ella estuviera fundamentada en otra realidad.
Esto es de profundo ánimo ante las situaciones que se desencadenan en la actualidad: ¿y
qué hago yo?, pues “el error no se manifiesta tal cual es, por temor de que, apareciendo
desnudo, sea reconocido; sino que, adornándose artificiosamente de un vestido de
verosimilitud, obra de modo que aparece a los ojos de los ignorantes más verdadero que
la verdad misma” (San Ireneo).
Como venezolano, no puedo dejar de comprobar que la caída de la dignidad
humana, la contaminación de los valores democráticos y la tendencia a reducir la fe al
ámbito privado en mi país, es extensión de concepciones como las de Beck. Ya en el siglo
XIX, el médico, filósofo y siervo de Dios, José Gregorio Hernández, decía -al escribir su
obra Elementos de Filosofía- que “el alma venezolana es esencialmente apasionada por
la filosofía. Las cuestiones filosóficas la conmueven hondamente, y está deseosa siempre
de dar solución a los grandes problemas que en la filosofía se agitan y que ella estudia
con pasión”16. Y me pregunto: ¿dónde se perdió este amor por el saber? ¿qué secularismo
nos absorbió? En su última visita, Juan Pablo II, decía que “Venezuela ocupa un lugar
de relieve en un gran continente lleno de esperanza”17, pero advirtió eficazmente: “no se
debe olvidar que el proceso de empobrecimiento material conduce muchas veces a un
empobrecimiento moral y espiritual de las personas y de los grupos sociales,
16
J. HERNÁNDEZ, Elementos de filosofía (El Cojo, Caracas 1912) 800.
17
JUAN PABLO II, Discurso a los responsables de la vida social, cultural, política y económica (10 de febrero
de 1996).
especialmente de los jóvenes y adolescentes”18. Muchos de esos jóvenes de 1996, son los
funcionarios que gobiernan hoy la nación. Entonces, ¿qué “esperanza” damos como
cristianos al continente y al mundo?
18
Ibid., 2