Etica y Derechos Humanos

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cuadernos de

ÉTICA Y DERECHOS
HUMANOS
70 ANIVERSARIO DE LA
DECLARACIÓN UNIVERSAL
GISELA GINER ROMMEL
Ética y Derechos Humanos

Gisela Giner Rommel


Gisela Giner Rommel

COORDINADOR DE
“CUADERNOS DE ÉTICA EN CLAVE COTIDIANA”
— Enrique Lluch Frechina.
Profesor en la Universidad CEU Cardenal Herrera
CONSEJO ASESOR
— Rafael Junquera de Estéfani.
Facultad Derecho UNED (España)
— Antonio Fuertes Ortiz de Urbina.
Investigador médico (España)
— Luis Mesa Castilla.
Institución Juan XXIII de Granada (España)
— Marta Iglesias López.
Asociación para la Solidaridad (España)
— Jerónimo Peñaloza Bastos.
Rector de la Fundación Universitaria San Alfonso (Colombia)
— José Luis Pareja.
Director Centro Residencial para Personas Mayores Ntra. Sra. del P. S.

DIRECCIÓN – REDACCIÓN – ADMINISTRACIÓN


— Fundación Europea para el Estudio y Reflexión Ética
C/ Félix Boix, 13
28036 Madrid (España)
www.funderetica.org | fundraising@funderetica.org

ISBN: 978-84-284-0815-8
DEPÓSITO LEGAL: M-7091-2019
ISSN: 2341-0388

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«Ética y Derechos Humanos»

Índice
1. ¿Por qué hablamos de Ética y Derechos Humanos?
¿Qué relación existe entre ambas realidades?
El valor del ser humano: la dignidad ......................................... 5
2. Derechos Humanos. ¿Qué son los Derechos Humanos?
Naturaleza de los Derechos Humanos ....................................... 13
3. Situación actual de los Derechos Humanos.
Principales problemas a los que hoy “se enfrentan”
la dignidad y los Derechos Humanos ......................................... 19
3.1. Globalización ......................................................................... 21
3.2. Terrorismo .............................................................................. 31
3.3. Infancia y Derechos Humanos ............................................... 37
3.4. Mujer y Derechos Humanos ................................................... 47
3.5. Bioética y dignidad humana ................................................... 57
Conclusión ........................................................................................ 69

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«Ética y Derechos Humanos»

1. ¿Por qué hablamos de Ética y


Derechos Humanos? ¿Qué relación
existe entre ambas realidades?

El valor del ser humano:


la dignidad

Cualquiera que sea la perspectiva que esco-


jamos para acercarnos a los conceptos de ética y
dignidad, esta nos llevará irremediablemente a la
misma constatación, ya sea desde la filosofía ética,
el ámbito jurídico, la antropología o la sociología,
pronto nos daremos cuenta que ambas realidades
se encuentran concatenadas, unidas junto a una ter-
cera que además se erige como fenómeno cultural
universal: los derechos humanos. Existe por tanto
una evidente relación entre todas, vinculación que
debemos desentrañar como primera tarea, antes de
comenzar a adentrarnos más profundamente en su
significación. La forma más sencilla de hacerlo, y
más en nuestro mundo marcadamente visual, es uti-
lizando una imagen: la ética sería el campo, la tierra
convenientemente abonada con reflexiones, ideas
y concepciones sobre lo humano que permitieron
en un momento dado de nuestra historia hacer bro-
tar la semilla de una primera idea de dignidad del
hombre. Inicial raíz de la cual emergió un pequeño
brote que fue creciendo, alimentado del “abono”
que cada generación humana aportaba a la concep-

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Gisela Giner Rommel

ción de dignidad y persona. Nuevos pensamien-


tos, percepciones y propuestas éticas que pulen y
perfeccionan esta semilla de dignidad y ensanchan
sus contornos materiales y subjetivos. Permitieron
el desarrollo de un árbol que nos fue dando mayor
cobijo y bajo cuya sombra se fueron protegiendo
cada vez más seres humanos diferentes. La razón la
encontramos en la propia naturaleza del ser huma-
no, en sus rasgos ontológicos que lo definen como
tal: ante todo anhelamos la felicidad. Pero este afán
privado solo se culmina en comunidad, en socie-
dad, pues somos frágiles y débiles y necesitamos
a los demás. En estas coordenadas surge la prime-
ra constatación de que la felicidad individual solo
Edificamos la es posible a través de la felicidad social y política.
ciudad para Como dijo Sófocles, edificamos la ciudad para que
que la ciudad la ciudad nos edifique como humanos. No se trata
nos edifique a solo de una arquitectura física sino metafórica: una
nosotros como arquitectura vital, una forma de entendernos y re-
humanos. lacionarnos a la que denominamos ética y derecho.
Decimos una forma porque nada en el hombre es
absolutamente contingente. A diferencia de los ani-
males como las hormigas, que siempre construirán
su hormiguero de igual forma, en el hombre nada
está fijado de antemano: la historia de la humanidad
es, en realidad, la de la humanización del hombre,
biografía ética en la que ensayamos y probamos
diferentes modos de entendernos y relacionarnos
entre nosotros. Somos como indicó Nietzsche ni-
chtfesgestellte tiere (animales no prefijados), esen-
cialmente indeterminados o inacabados. Por ello
libres, con infinitas posibilidades de “ser”, capaces

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«Ética y Derechos Humanos»

de construir nuestro propio proyecto vital y de deci-


dir sobre nuestros actos. Por tanto, capaces a su vez
de valorarlos éticamente en términos de bondad o
maldad. Ya en el Renacimiento, Pico de la Miran-
dola pone en boca de Dios una sentencia célebre:
“Ni celeste ni terrestre, ni mortal ni inmortal, así te
hemos creado para que puedas ser tu propio creador
y constructor. A ti solo te hemos dado la libertad de
crecer y desarrollarte según tu propia voluntad”. La
ética entonces no es sino la reflexión racional sobre
ese rasgo esencialmente humano: la rama de la fi-
losofía que precisamente se encarga del estudio de
la acción del hombre en relación con el bien, la vir-
tud, la felicidad y el deber. A través de su dinámica
fundamentamos un sistema ético determinado para
su aplicación a nivel social e individual. Es precisa-
mente en el seno de estas cavilaciones donde surge
una primera idea o preludio de la concepción de
dignidad humana que actualmente manejamos y
disfrutamos. Así podríamos explicar la ineludible
unión entre ambas.
Sin embargo, y retomando nuestra imagen, no
podemos caer en la ilusión de que la vida de nuestro
árbol haya sido siempre fácil, sino todo lo contra-
rio, siglos de esterilidad de ideas, fanatismos, gue-
rras, totalitarismos e injusticias ancladas en nuestra
psique y perpetuadas en el tiempo, como la escla-
vitud o la inferioridad de la mujer, ralentizaron su
crecimiento, lo hicieron renquear e incluso estar al
borde de la muerte, la grave “tormenta” que supuso
el nazismo y la Segunda Guerra Mundial son un
ejemplo evidente. El intenso abono que significó

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Gisela Giner Rommel

la Declaración Universal de los Derechos Huma-


nos en 1948 da cuenta de la dinámica evolutiva del
hombre en materia ética: siempre aprendemos del
fracaso, del error y horror que nos produce nues-
tra inmensa capacidad de maldad. Esta realidad nos
permite lanzar una advertencia y justificar la tarea
futura más allá de estas líneas, que se considera sin
duda la más importante: la educación. La idea de
dignidad humana y su plasmación concreta en los
Derechos Humanos y en vertebración de una orga-
nización política basada en la Democracia, consti-
tuye el mejor regalo que como seres humanos nos
hemos podido dar. El bien más preciado y hermoso
construido por nuestra civilización, pero no olvide-
mos que sobre el esfuerzo, la lucha y el sufrimiento
de miles de personas. Porque la dignidad es en de-
finitiva una sublime idea de hombre “conquistada y
luchada” durante siglos, a la que todavía y tal vez
nunca podamos ponerle el cartel de final feliz.
Solo con informarnos un poco podemos tomar
conciencia de la multitud de amenazas que en for-
ma de cambio climático, transmutación genética
del hombre, terrorismo y terrorismo financiero, ca-
pitalismo feroz, trata de personas, corrupción, etc.,
asolan y atacan la dignidad del ser humano y sus
derechos más esenciales cada día. Precisamente se
dedican los últimos epígrafes de este cuaderno, a
abordar de forma más detallada esta intensa proble-
mática. Por tanto, y retomando el hilo, es un bien
que ante todo debemos cuidar y proteger, porque
también puede desaparecer. No podemos caer ni en
una actitud de candoroso “buenismo”, ni lo que tal

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«Ética y Derechos Humanos»

vez sea peor aún: la marea de la indiferencia de una


sociedad materialmente acomodada, que se limita
a disfrutar de unos derechos sin preguntarse ni de
dónde vienen ni hacia dónde van .Y para ello la me-
jor arma es, sin duda, la concienciación. Significa
depositar en cada niño el testigo de nuestra historia,
que consideramos ineludible si queremos entender
con profundidad qué significan la dignidad y los
derechos humanos. Siempre
aprendemos
La educación ética también nos lleva a la idea de del fracaso,
que existe un deber de cada generación, no solo de del error y
proteger lo ya alcanzado (y las nuevas generaciones horror que
se enfrentan a unos problemas de magnitud colo- nos produce
sal, ya lo hemos leído más arriba) sino de recorrer nuestra
un nuevo trecho en el camino de nuestra evolución inmensa
moral. Llevar la idea de dignidad hacia nuevos ho- capacidad de
rizontes de significación más omnicomprensivos. maldad.
Otras interesantes y problemáticas cuestiones
surgen cuando nos adentramos en el estudio de la
dignidad y los derechos humanos, son las voces crí-
ticas de distinta intensidad que hacen hincapié en
sus “defectos”: su excesivo enfoque racionalista, su
marcado antropocentrismo, su indiferencia hacia
las nuevas revelaciones científicas sobre la realidad
biológica del ser humano y su marcado occidenta-
lismo. Se trata de objeciones que sin duda deben
“pensarse” y discutirse en el panorama actual del
pensamiento filosófico. Estas incluyen incluso for-
mulaciones que someten a nuestros conceptos a una
dura discusión crítica, sobre todo como categoría
ontológica, irrefutable y exclusivamente humana,
tal y como afirman filósofos de la talla de Peter Sin-

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Gisela Giner Rommel

ger, Hugo Tristam o John Harris, entre otros. Rorty,


una de las voces más significativas, llega a afirmar
que la declaración de la dignidad humana por enci-
ma de la animal “no es más que la petulancia injus-
tificada de una especie que sabe hablar”. Sin duda,
cuando nos adentramos en su estudio, nos topamos
casi literalmente con las grandes problemáticas que
son fuente de encendidas e interminables discusio-
nes a las que también debemos acercarnos aquí: el
carácter general, vago e impreciso del propio con-
cepto de dignidad humana y derechos humanos. Su
uso y abuso ideológico, siendo coartada de legiti-
mación de las más variopintas exigencias éticas y
políticas. O su explotación retórica en casi todos los
discursos que se precien de modernos, lo que ha lle-
vado a muchos pensadores de nuestro tiempo a til-
darlos de simple ornamento decorativo, que lamen-
tablemente cumplen una finalidad exclusivamente
estética y metafórica, pero vacía de contenido.
La propuesta que encierra este cuaderno no va
tan lejos en la crítica. Es cierto que debemos refor-
mular, repensar la dignidad y sus derechos; la tarea
primordial de la filosofía, como bien advierte Sin-
ger, es precisamente cuestionarse y meditar crítica-
mente los presupuestos básicos de nuestra época.
Ello se torna evidente al comprobar, por ejemplo,
el desastroso deterioro medioambiental al que nos
ha llevado un concepto de dignidad tan antropocén-
trico y excluyente (solo estamos nosotros). O las
nuevas revelaciones científicas, como la influencia
de la herencia genética y, en general, de la dinámica
biológica en el comportamiento humano y por ende

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«Ética y Derechos Humanos»

en capacidad de decisión y su libertad, cuestión El dolor


que afecta de lleno a nuestra comprensión filosófi- histórico
co-ética del hombre como ser esencialmente libre, es un serio
con capacidad de decisión moral y por tanto digno. argumento
¿Lo somos realmente o estamos atrapados en nues- fundamentador
de una ética
tra dinámica biológica con un futuro ya escrito en
para la
nuestros genes? Esta interesante cuestión se retoma
dignidad y
al final de estas líneas junto con otras problemáticas los Derechos
de actualidad. Humanos.
Sin embargo, a pesar de la constatación de que
nuestros conceptos son problemáticos en sí y por
sí mismos, ello a nuestro juicio solo da cuenta de
su interesante complejidad. Desde estas líneas es-
tamos completamente de acuerdo en afirmar con
Elizari, Peces-Barba, Marina, Habermas y tantos
otros filósofos que la dignidad humana constituye
la piedra angular de la ética occidental y el valor
troncal ineludible e indisponible de toda sociedad
pluralista y democrática. La idea de que todo hom-
bre es portador de manera incondicional e inaliena-
ble de dignidad, un valor absoluto en el cual todos
somos iguales, es una forma de “autocomprensión”
ética que consideramos, ante todo y a pesar de la
diversidad de voces críticas y desencuentros con-
ceptuales, absolutamente irrenunciable. La funda-
mentación práctica ad negationem, tanto histórica,
como en un ejercicio de imaginación (pensemos en
la crueldad de las guerras mundiales del siglo XX o
un mundo política y económicamente ensamblado
sin la barrera de contención que supone la dignidad
humana) constituye sin duda la mejor coartada. El
dolor histórico es un serio argumento como funda-

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Gisela Giner Rommel

mento de la ética que nunca debemos desatender ni


menospreciar. Después de tantos caminos empren-
didos por el hombre a la hora de organizar su vida
que le han llevado al sufrimiento, por lo menos sa-
bemos lo que no queremos.
La dignidad se vertebra llenándose del conteni-
do a través de los Derechos Humanos. Estos supo-
nen la materialización de la dignidad humana en
diferentes ámbitos y aspectos de la vida. A través
de ellos ejercemos nuestra dignidad y respetamos
la dignidad del otro. Y a ellos nos dedicamos preci-
samente en las siguientes líneas.

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«Ética y Derechos Humanos»

2. Derechos Humanos

¿Qué son los Derechos Humanos?


Naturaleza de los Derechos
Humanos

Si recurrimos a nuestro árbol del epígrafe an-


terior como imagen que nos permitía una mejor
comprensión de la relación entre ética, dignidad
y derechos humanos, diremos que estos últimos
constituyen los frutos, la cosecha en que se ma-
terializa y se concreta la conquista de la dignidad
humana. En este sentido, existe prácticamente un
consenso en todos los ámbitos, ético, político y ju-
rídico, en cuanto a su vigencia y protección. No es
extraño por tanto que el discurso de los derechos
humanos se haya convertido en el marco ético por
excelencia, en un canon o guía de justicia de los
derechos positivos y de nuestra forma de organi-
zación política. A este conjunto se suma la idea de
democracia, estrechamente ligada a las nociones de
dignidad y derechos humanos, de tal forma que el
respeto de todas ellas determina si nos encontramos
o no ante un país, estado o sociedad, civilizado o
no. La progresiva concienciación ética social sobre
los derechos humanos y su necesaria traslación al
derecho positivo vigente constituyen el intento más
ambicioso de la humanidad a lo largo de su historia
de construir un orden social, político y jurídico más

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Gisela Giner Rommel

Es justo, que asegure de forma estable la paz y la con-


prácticamente vivencia y el respeto a la dignidad de todos.
imposible
Fácilmente apreciamos que estas constataciones
acercarse a
desbordan lo estrictamente académico y encierran
la dignidad y
los derechos
una valoración positiva que invita al activismo y
humanos por al compromiso social. Es prácticamente imposible
la puerta de la acercarnos a la dignidad del hombre y sus derechos
neutralidad. por la puerta de la neutralidad o asepsia. Llevan
aparejadas una evidente carga ideológica de la que
tampoco queremos ni podemos prescindir. No se
trata de diseccionar el objeto de estudio. Este en-
cierra una idea de valor absoluto de lo humano que
se despliega en cada uno de los derechos conquis-
tados: libertad, igualdad, etc. Este énfasis en cuan-
to a su necesaria presencia, protección y desarrollo
constituye una actitud casi generalizada, lo cual es
muy positivo: sin esa previa concienciación, sin
esa “cultura de derechos humanos” no sería posi-
ble mantenerlos, por más que nos empeñáramos en
su positivización en textos jurídicos. Sin embargo,
no existe un consenso en cuanto a su definición, es
decir a la pregunta de por qué tiene el hombre estos
derechos, lo que esconde en realidad posturas muy
diferentes en lo que respecta a su fundamentación.
Para muestra, las casi infinitas propuestas definito-
rias de los derechos humanos de las que hemos es-
cogido tan solo algunas:
• “Conjunto de exigencias y pretensiones éti-
cas que corresponden a todos los seres hu-
manos por el simple hecho de ser personas”.

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«Ética y Derechos Humanos»

• “Un derecho humano es por definición algo


de lo que nadie puede verse privado sin gra-
ve afrenta a la justicia, hay ciertas acciones
que jamás son permisibles, ciertas libertades
que nunca deben coartarse, ciertas cosas que
son sagradas”.
• “Conjunto de facultades o instituciones que,
en cada momento histórico, concretan las
exigencias de la dignidad, la libertad y la
igualdad humanas, las cuales deben ser reco-
nocidas positivamente por los ordenamientos
jurídicos a nivel nacional e internacional”.
Como vemos, conceptualizar y fundamentar los
derechos humanos nos lleva inevitablemente al ma-
nejo y profundización en aspectos y cosmovisiones
filosóficas que tienen como protagonista al hombre
mismo. Detrás de una determinada definición se
encuentra en realidad una determinada propuesta
moral, una concepción del hombre determinada, lo
que convierte al consenso en esta materia en tarea
imposible: existen dificultades de encontrar tanto
un fundamento racional, una fundamentación con-
cluyente, porque la cuestión de los derechos hu-
manos es siempre abierta y susceptible de nuevos
desarrollos, ni tampoco una fundamentación uni-
versal en todos los espacios y contextos culturales,
cuestión crítica que ha acompañado a los derechos
desde sus inicios.
Es por ello que muchas voces abogan por que-
darse en la superficie: en la perspectiva funcional
y abordar los derechos humanos desde el consenso

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Gisela Giner Rommel

Los derechos que prácticamente existe en lo que respecta a su ne-


humanos no cesaria presencia y a la necesidad de asegurar en el
tienen esencia futuro una más efectiva protección y garantía. Cier-
fuera de la tamente, aunque es una postura práctica, pronto
realidad, se chocará con las dificultades que surgen en el ámbito
forjan junto al
jurídico en lo que respecta a su regulación normati-
hombre.
va cuando las concepciones y fundamentaciones de
fondo son dispares, cuestión que afecta de entrada
a la propia concepción de qué entendemos por de-
rechos concretos como la libertad o la igualdad. Es
decir, las diferentes fundamentaciones éticas punto
de partida o telón de fondo, evidenciarán también
regulaciones jurídicas diferentes.
Sin embargo, con estas limitaciones debemos
convivir y creemos que desde una postura que se
felicite por los logros conseguidos. Que tienda
puentes de entendimiento, más allá las divergencias
conceptuales, hacia su vigencia plena y total de los
derechos humanos como horizonte de posibilidad
real. Desde estas líneas se mantiene (como ya se
ha desarrollado en torno a la dignidad humana) una
argumentación historicista de los mismos: los dere-
chos tienen que ver con exigencias, anhelos y ne-
cesidades de los hombres en un contexto histórico
determinado, que expanden su contenido material y
su titularidad a lo largo de los siglos y se van con-
figurando y desarrollando con la progresiva huma-
nización misma del hombre, pues, ¿qué le importa-
ba a un esclavo en Roma sus derechos políticos y
sociales si ni tan siquiera tenía derecho a su propia
vida? Los derechos humanos no tienen una esencia
fuera de la realidad, se forjan junto al hombre. Este

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«Ética y Derechos Humanos»

es el concepto que se maneja pero siempre desde


una actitud dialogante, receptiva y sumamente va-
lorativa de otras fundamentaciones y visiones éti-
cas, en la convicción compartida de que la dignidad
y los derechos humanos deben ser entendidos, en
todo caso y en definitiva, como una lucha por la
emancipación humana en la que todavía tenemos
mucho que avanzar. Y precisamente por este últi-
mo aspecto, la realidad de los derechos humanos
en nuestra actualidad, con sus aspectos positivos
negativos, en especial a las distintas problemáticas
y amenazas que conforman el panorama actual y
el objeto de la discusión ética, política y social de
nuestro tiempo, dedicamos las líneas siguientes.

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«Ética y Derechos Humanos»

3. Situación actual de los Derechos


Humanos

Principales problemas a los que


hoy “se enfrentan” la dignidad y
los Derechos Humanos

La situación actual que viven los derechos hu-


manos es compleja y por tanto nada fácil de resu-
mir en unas cuantas ideas o líneas. Por una parte
constatamos avances importantes, como por ejem-
plo, en materia de abolición de la pena de muerte.
Cuando en 1977 Amnistía Internacional inició su
campaña contra la misma solamente 16 países la
habían abolido. En 2013, más de 140 países así lo
han hecho, y varios de los que no la han abolido,
ya no la aplican en la práctica. La creación de una
Corte Penal Internacional donde se instruyen y juz-
gan los casos más graves de violaciones de dere-
chos humanos, constituye otro hito importante del
que debemos congratularnos. Sin embargo, si nos
aproximamos a un análisis de la situación de los de-
rechos humanos a la luz de los acontecimientos de
nuestra actualidad, desde la perspectiva de los co-
lectivos más vulnerables, como los niños, las mu-
jeres, las minorías étnicas o sexuales, refugiados e
inmigrantes, el balance general dista mucho de ser
positivo, quedando patente el enorme trecho que
nos queda por recorrer todavía. Sirva de ejemplo la
gestión europea de los refugiados que ha ocasiona-

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Gisela Giner Rommel

do la guerra en Siria, dominada por la indiferencia,


y generadora de una auténtica crisis institucional y
moral que ha puesto de manifiesto las carencias de
la Unión Europea.
Como un agua subterránea que impregna todo
encontramos, subyacente a los demás conflictos,
“el problema” por antonomasia: la pobreza. La si-
tuación de extrema vulnerabilidad a la que avoca
a una grandísima parte de la población del planeta
es tal, que supone no solo la negación del más ele-
mental derecho a la alimentación y a la vida, sino a
otros tan importantes como la educación, el trabajo,
la salud, en un círculo vicioso difícil de romper. A
ello se le une la situación de discriminación de la
mujer en el mundo, con enormes diferencias en las
distintas regiones del planeta. Mientras que en oc-
cidente la igualdad formal entre hombre y mujer es
una realidad y las reivindicaciones se centran en el
empoderamiento de la mujer, en otras muchas re-
giones del planeta la discriminación comienza ya en
el ámbito jurídico, negándose a la mujer derechos
tan elementales como los políticos, la educación,
Como un agua
subterránea
el acceso al mundo laboral, la libertad sexual y a
subyacente la propia imagen, etc. A ello se le une la violencia
encontramos machista que sufren las mujeres, bajo infinidad de
“el problema”: formas: abusos, agresiones sexuales, tortura, malos
la pobreza. tratos y asesinato, que suelen quedar impunes. Ca-
sos de violación y asesinato de mujeres en la India
en el 2012 y 2013, que llevaron a grandes distur-
bios por su crueldad; los asesinatos de mujeres en
México y en otras partes del mundo, la violación
de mujeres como arma de guerra, el matrimonio

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«Ética y Derechos Humanos»

forzado de menores de edad, la trata de mujeres,


etc., constituyen verdaderas lacras intolerables de
las que tampoco nos libramos en occidente: lejos de
disminuir el número de muertes de mujeres por vio-
lencia machista, esta sigue siendo constante a pesar
de las distintas políticas que se han intentado llevar
a cabo para su erradicación.
Con todo y a pesar de que estas realidades no
son en absoluto nuevas y acompañan al hombre a
lo largo de su historia, tres nuevas coordenadas o
factores sí que han condicionado enormemente la
situación actual de los derechos humanos: la globa-
lización, el terrorismo y el desarrollo de las nuevas
biotecnologías. A todo ello, y de forma más porme-
norizada, dedicamos los siguientes epígrafes.

3.1. Globalización
Desde un punto de vista global, las contradic-
ciones del sistema económico imperante, el capi-
talismo en su versión neoliberal, causan una hon-
da y triste perplejidad: como indica Ziegler, si un
extraterrestre visitara la tierra no podría entender
cómo en un planeta que cuenta con recursos para
alimentar al doble de la población, todavía se con-
sienta que haya personas que mueran de hambre.
De hecho, aproximadamente cada 10 segundos
muere por este motivo un niño menor de diez años,
cuestión que podría acabarse si tan solo empleára-
mos un diez por ciento de la cantidad que el mundo
destina al gasto militar y armamentístico, a este fin.
En el mismo sentido, un informe del Instituto In-

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Gisela Giner Rommel

ternacional de Estocolmo para la Preservación de


la Paz, ponía de manifiesto en 2010 que el gasto
mundial en armas superó en 90 veces al de la lucha
contra el hambre. Estos números ilustran dramáti-
camente cuáles siguen siendo las prioridades de la
agenda de los gobiernos en el mundo.
Si a la mayoría de los habitantes del planeta la
situación les parece dramáticamente injusta, ¿qué
es lo que efectivamente nos impide una mejor y
más justa distribución de riquezas que acabe con
el hambre y la desnutrición y con la persistencia
de enfermedades de fácil curación? La respuesta es
evidente: los criterios que la economía liberal ha
impuesto, sobre todo a partir de los años setenta
del pasado siglo XX y de cuyas consecuencias ya
nos advirtió Polanyi en los pasados años setenta en
su obra El sustento del hombre: la instauración del
mercado como ideología y fundamento de nuestra
sociedad. Todas las dimensiones de la vida humana
se han reducido al mecanismo de oferta-demanda,
de tal forma que ya no nos encontramos en una eco-
nomía de mercado sino en una sociedad de mer-
cado. La eficiencia y ganancia de cada individuo
El mercado se mide su valía social, bajo el dogma de la escasez,
ha instaurado lo que nos hace competir hasta la extenuación. Este
como nueva
dogma sirve además como coartada perfecta para el
ideología y
recorte de derechos y la degradación de las condi-
fundamento
de nuestra
ciones de vida. Y dentro de este sistema la globali-
sociedad. zación ha jugado un papel fundamental como pilar
o instrumento que ha servido precisamente para la
extensión sin fronteras de la ideología y políticas
neoliberales.

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«Ética y Derechos Humanos»

Por eso, la relación del fenómeno globalización


con el neoliberalismo económico más que estre-
cha es directa: los postulados más importantes de
la misma se resumen en el llamado Consenso de
Washington enunciados por el estadounidense John
Williamson. Se basan en cuatro pilares, siendo el
primero precisamente la apertura de los mercados
o globalización. François Houtart, nos aporta una
definición muy completa de las misma: “la globa-
lización es un proceso económico con apoyo po-
lítico, militar y cultural, que se inicia en los años
setenta al constatarse una rentabilidad decreciente
causada por la disminución de la productividad.
Para aumentar su acumulación, el capital ha tenido
que desarrollar dos estrategias principales: dismi-
nuir la parte del trabajo en el producto social (lo
que se hace con diversos instrumentos: reducción
de salarios reales, desregulación, disminución del
seguro social, debilitamiento de las organizaciones
sindicales), y disminución del Estado en su papel
de redistribuidor de riquezas y árbitro social. Los
principales mecanismos de la globalización econó-
mica residen en la integración de los procesos de
producción y distribución, que eluden las fronteras;
la concentración de la producción, la distribución
y la comunicación en manos de grandes empresas
cada vez menos numerosas; el predominio del ca-
pital financiero, y, por último, las extensiones de las
fronteras del capitalismo, tanto geográficas como
tecnológicas. El resultado de las políticas neolibe-
rales ha sido una redistribución de la riqueza a favor
de las clases más pudientes”. Ello ha significado

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Gisela Giner Rommel

para los países pobres el desarme de sus economías


nacionales a favor de los países más poderosos eco-
nómicamente, al aumentar las importaciones de es-
tos en perjuicio de su propio producto nacional.
El segundo pilar del Consenso de Washington, lo
constituiría la reducción del déficit presupuestario,
que se ha traducido en un desmantelamiento de los
servicios públicos y su entrega a multinacionales,
cuyo objetivo es por encima de todo el beneficio
económico, en ámbitos tan importantes como la sa-
lud. En la misma línea encontramos las estrategias
de privatización de las empresas públicas, entre-
gando su gestión a multinacionales o medidas de
Idolatría al debilitamiento del Estado, como reducción de su
libre mercado funcionariado. Se trata de una idolatría al impera-
que de libre no tivo del llamado “libre mercado” que de libre no
tiene nada. tiene nada.
En el ideario neoliberal subyace una prerroga-
tiva de fondo tan asombrosamente sencilla como
letal: la obtención del máximo beneficio para las
empresas y las élites económicas sin contar con las
necesidades del ciudadano, que se convierte en una
pieza más para la consecución de este fin. De ahí
que algunos críticos como Harvey sentencien que
en realidad el neoliberalismo es un “proyecto de
clase” camuflado bajo la retórica de la libertad in-
dividual, la responsabilidad personal, la privatiza-
ción y el libre mercado. El incremento drástico de
las desigualdades es el resultado de aplicar políticas
económicas que, al prescindir del elemento estabili-
zador y redistribuidor del Estado, producen efectos
sociales devastadores. Sin ir más lejos, en España

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«Ética y Derechos Humanos»

en la última crisis, Unicef alertaba que 2.267.000


niños vivían bajo el umbral de la pobreza, así como
de la existencia de 760.000 hogares con niños don-
de ningún adulto trabajaba. La brecha entre ricos
y pobres no ha hecho más que ensancharse: desde
la jefatura de investigaciones del Banco Mundial
se advertía ya en 2012 que el 10% de la población
más rica percibía un 56% de la renta mientras que
el 10% de la más pobre tan sólo el 0,7%. Otro dato
más: la pobreza en los suburbios estadounidenses,
país estandarte del neoliberalismo, aumentó un
64% en los años de la crisis económica. Como indi-
ca el historiador Tony Judt en su libro, Algo va mal,
en la actualidad un alto ejecutivo de una empresa
internacional gana 900 veces más que un empleado
medio, cuando en los años sesenta la proporción era
tan solo de 66 veces más. Los graves perjuicios no
solo afectan a estas desigualdades en el ámbito eco-
nómico de los ciudadanos: el desprecio a la sosteni-
bilidad ambiental de este modelo está poniendo en
grave riesgo la futura pervivencia de nuestro plane-
ta y reduciendo cada vez más el Estado de Derecho
y los valores democráticos.
Estos principios son los que han inspirado las
políticas liberales, y lo que buscan no es otra cosa
que crear el clima adecuado para la realización de
grandes negocios y sobre todo para la especulación
financiera, en un modelo que privatiza los benefi-
cios pero que aspira a socializar los gastos. Estas
políticas han ocasionado además enormes costes
sociales, llevando a muchos países sumidos en se-
rias crisis económicas a buscar ayuda de organiza-

25
Gisela Giner Rommel

ciones económicas internacionales a cambio de im-


poner más políticas neoliberales, con debilitamien-
to de sus economías y de sus servicios públicos,
que se ha precarizado. Casos como el de France
Telecom con el suicidio de 24 de sus trabajadores
entre 2008 y 2009 constituyen la punta del iceberg;
la tasa de suicidios ha aumentado en multitud de
países y se encuentra estrechamente vinculada a la
crisis económica, la pobreza y el paro; en Grecia,
por ejemplo, en 2008 al doble de lo habitual. En
España, recordemos el drama de los desahucios,
que se visibilizó a causa de varios casos de suicidio
de afectados. El aumento de la siniestralidad labo-
ral, como consecuencia del empeoramiento de las
condiciones de trabajo constituye otro precio más a
pagar por la sociedad. Las muertes, minusvalías y
enfermedades son costes que las empresas externa-
lizan para presentar balances brillantes en sus cuen-
tas de resultados. Además, el factor más valorado
en ellas es el despido de trabajadores con el objeti-
vo de aumentar la rentabilidad. El deterioro social
es evidente, pues supone poner al ciudadano y a la
sociedad al servicio de los poderes económicos con
el sacrificio de derechos laborales, en primera línea,
pero también otros. Como indica Miguel Osset, es
la globalidad de los derechos humanos la que se en-
cuentra amenazada, produciéndose graves vulnera-
ciones a artículos concretos de la Declaración Uni-
versal de Derechos Humanos. Por ejemplo, el art.
26 que consagra el derecho a la educación, amena-
zado por la creciente privatización de la enseñanza
pública y por la concepción, para el neoliberalismo,

26
«Ética y Derechos Humanos»

de que se trata, no de un derecho ciudadano, sino de


“un mero instrumento para proporcionar mano de
obra cualificada al mercado laboral”.
La crítica desde el ámbito social y del pensa-
miento hacia este modelo económico, incapaz de
dar una respuesta adecuada a las necesidades hu-
manas, se está extendiendo por todo el planeta; des-
de diferentes movimientos y plataformas sociales
se critica, no la globalización en sí misma, sino la
gestión de la misma bajo el imperativo neoliberal.
Autores como Richard Sennett sentencian: “un
régimen que no proporciona a los seres humanos
ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no
puede preservar por mucho tiempo su legitimidad”.
La escritora hindú Arundhati Roy más drástica aún
determina: “Cada vez queda más claro que la viola-
ción de los derechos humanos es una parte necesa-
ria e inherente del proceso de poner en práctica una
estructura económica y política injusta y coercitiva
en el mundo. Sin la violación de los derechos hu-
manos a escala masiva, el proyecto neoliberal se
mantendría en el reino de ensueño de las políticas”.
Los distintos movimientos críticos hacia esta
forma de globalización apuestan en cambio por
una globalización muy distinta: globalización de
derechos humanos, de la justicia, del reparto más
equitativo de las riquezas, de conseguir unas condi-
ciones mínimamente dignas para todos y de buscar
nuevos modelos de economía sostenible, de garan-
tizar por tanto a todos los seres humanos una serie
de derechos humanos básicos que los conviertan
en ciudadanos del siglo XXI. En cuanto a los pro-

27
Gisela Giner Rommel

pios argumentos críticos que se alzan desde estas


distintas voces, llama la atención que los mismos
son augurados cínicamente por el propio centro del
sistema neoliberal que afirma que, mientras que
este modelo de globalización prosiga, aumentará la
distancia entre los ricos y los pobres, y con ella, el
malestar social, la inestabilidad política, la aliena-
ción, el extremismo cultural, étnico y religioso y
la violencia que suele acompañarlo y cómo no, el
terrorismo. El Premio Nobel de Economía Joseph
Stiglitz determina que “la globalización, tal y como
ha sido defendida, a menudo parece sustituir las
antiguas dictaduras de las élites nacionales por las
nuevas dictaduras de las finanzas internacionales”.
Muchas voces se alzan en contra de este sistema
económico injusto, que como ya relató el Informe
Guissé y que fue publicado por la Comisión de De-
rechos humanos de la ONU en 1997:“han origina-
do sufrimientos inhumanos y contraproducentes en
las poblaciones deprimidas de los países deudores”.
Como ejemplo, prácticas que se vienen llevando a
cabo en países africanos en virtud de acuerdos por
los cuales se compran tierras por un precio irrisorio
para el vertido y enterramiento de residuos tóxicos,
Se está lo que constituye una grave violación al derecho al
abriendo paso medio ambiente sano y el derecho a la salud de sus
un concepto poblaciones. La gravísima vulneración de los dere-
interesante: chos humanos que estas prácticas representan, en
el de crimen una actitud depredadora y antisocial del mercado
económico económico, en un uso casi psiquiátrico del térmi-
contra la no, han motivado también nuevas reivindicaciones
humanidad. ciudadanas, formulaciones filosóficas como la ya

28
«Ética y Derechos Humanos»

descrita de Peter Singer y propuestas económicas


alternativas. Se va abriendo paso un concepto su-
mamente interesante en este sentido: el de crimen
económico contra la humanidad, que ya han tratado
varios autores. La antigua profesora de Administra-
ción de Empresas en la Harvard Business School,
Soshana Zuboff, en su artículo titulado La crisis
es una estafa y un crimen económico contra la hu-
manidad, denuncia que es precisamente la falta de
regulaciones lo que ha hecho posible que algunas
empresas reciban ayudas y subvenciones, a pesar
de las consecuencias negativas que su actuación ha
tenido para millones de personas. Ello es celebra-
do por el neoliberalismo, pues le ha permitido un
viraje de la Economía hacia su progresiva “finan-
cierización” y el dotarla de un amplio componente
especulativo (de economía-casino), propiciador de
burbujas económicas que finalmente estallan, de-
jando un enorme sufrimiento en la ciudadanía en
forma de pérdida de empleo, de vivienda, ahorros,
pensiones de jubilación, etc., la crisis que reciente-
mente sufrimos (que todavía seguimos pagando),
tuvieron consecuencias desastrosas de las que ni
las empresas financieras ni sus especuladores se
hicieron responsables. Son los mercados, indican
los expertos. Como nuevamente expone Shosha-
na Zuboff, “el hecho de que los responsables de la
crisis nieguen las consecuencias de sus acciones
demuestra ‘la banalidad del mal’ y el ‘narcisismo
institucionalizado’ en nuestras sociedades. Es una
muestra de la falta de responsabilidad y de la ‘dis-
tancia emocional’ con que han acumulado sumas

29
Gisela Giner Rommel

Los mercados millonarias quienes ahora niegan cualquier relación


deben estar al con el daño provocado. Culpar solo al sistema no
servicio de la es aceptable, como no lo habría sido culpar de los
sociedad y no crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los
al revés. cometieron”.
Culpar exclusivamente a los mercados es real-
mente quedarse en el borde del problema. Por ello,
resulta necesario clarificar y conceptualizar la no-
ción de crimen económico y dotarlo de los meca-
nismos, instituciones y garantías que permitan lo-
calizarlo y perseguirlo. Ahondar en su significado
e incorporarlo al discurso ciudadano que resulta
esencial para seguir construyendo una democracia
que también en sentido económico sea más fuerte.
Como indica Polanyi se trata de hacer visible a los
ciudadanos la necesidad de regular los mercados
para que estén al servicio de la sociedad y no al
revés. Islandia resultó ser un ejemplo interesante:
lejos de socializar las pérdidas por motivos de in-
terés general como hicieron muchos países, entre
ellos España, permitió que los bancos asumieran
las pérdidas y con ello la responsabilidad por sus
políticas y acciones y que sus responsables fueran
castigados.
Para terminar, destacar una interesante propues-
ta que realizaron dos relatores de la Organización
de las Naciones Unidas, Manfred Nowak y Martin
Sheinin: crear una Corte Internacional para juzgar
a empresas multinacionales que lleven a cabo prác-
ticas que supongan vulneraciones graves de los de-
rechos humanos.

30
«Ética y Derechos Humanos»

3.2. Terrorismo
Al acercarnos a la preocupante y compleja pro-
blemática relativa al terrorismo y la lucha contra el
mismo, se evidencian de entrada dos cuestiones; la
primera, la estrecha relación entre el terrorismo (y
en general el aumento de la inseguridad, la violen-
cia y los fanatismos de cualquier signo) y el siste-
ma neoliberal capitalista, consecuencias como vi-
mos aceptadas como tales desde el propio discurso
neoliberal. La segunda, la enorme incoherencia e
irracionalidad entre las políticas que se han llevado
a cabo para combatirla y el resultado final de las
mismas, que ha provocado más muertes, más esca-
lada de violencia y más daño a la democracia que el
propio problema del terrorismo en sí, lo que nos lle-
va a defender la idea de que la estrategia utilizada
ha constituido un profundo fracaso. Ya lo denunció
el anterior presidente de Estados Unidos, Barack
Obama: Guantánamo había creado más terroristas
fuera, que los que estaban dentro de ella.
El hito histórico que marcó la diferencia lo cons-
tituyó sin duda alguna el atentado del 11 de sep-
tiembre de 2001 contra las torres gemelas de Nueva
York. Este suceso dramático, que podríamos califi-
car de acontecimiento fundacional, dio el pistole-
tazo de salida a las políticas antiterroristas que han
supuesto un cambio del mundo en todos los senti-
dos: todos apreciamos que vivimos en un planeta
más inestable, inseguro y confrontado, en el que se
han recortado importantes derechos fundamentales
en aras de la seguridad. Uno de los problemas de
fondo lo constituye el concepto de “seguridad” que

31
Gisela Giner Rommel

Estados Unidos exportó tras los atentados del 11S:


una noción de seguridad militar más ligada al tér-
mino de seguridad de la nación (denominada por
ello Doctrina de la Seguridad Nacional) que a la
seguridad y bienestar de las personas. Un concepto
relacionado más bien con el estado de guerra per-
manente, que, unido al de “guerra preventiva”, de-
terminará las políticas y las decisiones que se toma-
ron en el futuro posterior al 11 de septiembre, con
las graves consecuencias para la paz, la seguridad
y la convivencia de las naciones, culturas y religio-
nes. Como ya puso de manifiesto la ONU debería-
mos barajar un concepto de seguridad relacionado
con las personas, en el sentido de protegerlas contra
las amenazas de la pobreza, el hambre, las enfer-
medades, el analfabetismo, que al final redundarían
muy positivamente en la seguridad nacional. Sin
embargo, desgraciadamente caminamos en sentido
opuesto: tras el 11S se suceden una serie de acon-
tecimientos marcados por esta trágica experiencia,
pero también por las nuevas políticas que, con el
telón de fondo de esta doctrina de la seguridad, iban
a determinar el rumbo de una nueva era: la guerra
de Irak dio el pistoletazo de salida al “todo vale”
en la lucha contra el terrorismo, desde los informes
falsos que motivaron la declaración de guerra y
la invasión de Estados Unidos y el resto de países
aliados hasta la propia invasión y actuación militar
que supuso un amplio desprecio al Derecho Inter-
nacional de los Derechos Humanos y al Derecho
Internacional Humanitario. El balance final: un país
con decenas de miles de muertos, heridos y mutila-

32
«Ética y Derechos Humanos»

dos, con sus infraestructuras devastadas y enormes Obama


conflictos sociales e inestabilidad política. denunció que
Guantánamo
Efectivamente, la guerra de Irak supuso un cam-
había creado
bio de rumbo en el modo de afrontar una guerra y
más terroristas
de combatir el terrorismo que se situó en el terreno fuera que los
de la venganza: torturas y humillaciones como las que estaban
que se llevaron a cabo en la cárcel de Abugraím, dentro de ella.
ejecuciones y asesinatos de presos, condenas sin
ningún tipo de juicio, amedrentar a la población
civil con destrucción de sus infraestructuras civi-
les, prueban que no se trata de casos puntuales, sino
de una estrategia sistemática enmarcada bajo este
nuevo enfoque sin cortapisa en la lucha, que ha ge-
nerado como respuesta más odio hacia el mundo
occidental, sentimiento que será difícil de remitir.
Otro de los efectos de esta ha tenido su proyec-
ción jurídica en la tergiversación expansiva que
está sufriendo el concepto de terrorismo, que se ha
estirado enormemente. La elasticidad se la otorgan
“conceptos satélite” como entorno, radicalización
y colaboración, que consiguen expandir la noción
de terrorismo hasta incluir en él desde simples con-
ductas disidentes y proactivistas de derechos hu-
manos, hasta reivindicaciones antisistema que aun-
que en ocasiones radicales, no deberían etiquetarse
como terrorismo. Paralelamente se ha producido un
inflamiento del concepto seguridad cuyos límites
quedan desdibujados, lo que permite su utilización
como justificación de medidas y regulaciones que
claramente atentan contra el derecho de protesta,
crucial en un sistema democrático. En aras de la
seguridad se ha permitido el traslado de detenidos

33
Gisela Giner Rommel

En muchos en vuelos clandestinos por presunto terrorismo a


países las países donde la tortura es una práctica habitual. La
políticas caza y ejecución de Bin Laden llevada a cabo por
migratorias se Estados Unidos y la ejecución salvaje de Gadafi
abordan bajo suponen una actuación totalmente opuesta a la que
la perspectiva
se espera de un Estado democrático, de derecho y
de la seguridad
civilizado, que con independencia de la gravedad
nacional.
de los hechos, cuestión fuera de duda, debe en todo
caso capturar a los delincuentes y someterles a jui-
cio.
El Comité de Derechos Humanos de las Nacio-
nes Unidas, en el examen periódico de seguimiento
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Po-
líticos de octubre 2008, señalaba su preocupación
por el alcance potencialmente excesivo de las defi-
niciones de terrorismo que figuran en el Código Pe-
nal español y pedía al Estado que definiera el terro-
rismo más restrictivamente, de manera que el tipo
penal se aplique a conductas inequívocamente te-
rroristas. También el aumento desproporcionado de
condenas por atentado contra la autoridad y altera-
ción del orden público, constituye una realidad que
pone en peligro la libertad de expresión y de reu-
nión, vital en una sociedad democrática. Desgracia-
damente, encontramos multitud de ejemplos de esta
tendencia: Argentina aprobó en diciembre de 2011
una nueva ley antiterrorista. En ella se criminaliza
la protesta social con la posibilidad de asimilarla a
terrorismo. De hecho, esa ley se aplicó para repri-
mir las protestas ciudadanas que se dieron en 2010
y 2011 en la provincias de La Rioja, Catamarca y
Tucumán contra la actuación de empresas mineras.

34
«Ética y Derechos Humanos»

El fiscal recurrió a la figura de terror público para


acusar a los manifestantes. En 2009, el Washington
Post revelaba que el FBI incluía 400.000 nombres
en sus listas de terroristas. Islandia fue amenazada
por Inglaterra de aplicar la ley antiterrorista cuan-
do en plena crisis financiera en 2008 congeló las
cuentas de 300.000 ciudadanos británicos para ase-
gurar las de sus ciudadanos. Muy criticado ha sido
también el documento 8570/10 que en 2010 aprobó
la Unión Europea por el que se instaba a vigilar a
cualquier persona sospechosa de haberse radicali-
zado. El documento asimila radicalización a terro-
rismo en una confusión interesada; lo que hace un
terrorista es utilizar métodos basados en el terror:
matar a personas o amenazar con hacerlo. Y eso es
algo que puede llevarse a cabo bajo el paraguas de
cualquier idea, ya sea nacionalista, anticapitalista,
religiosa, etc. Lo que le convierte a uno en terrorista
no es ser independentista, anticapitalista, católico
o islámico, sino matar o aterrorizar en nombre de
cualquier idea.
La visión de la inmigración se ha vista también
negativamente repercutida después del 11S. En mu-
chos países las políticas migratorias han pasado a
ser consideradas bajo la perspectiva de la seguridad
nacional, lo que ha conllevado a adoptar mayores
medidas de control e incluso de militarización de
fronteras. En Estados Unidos se ha adoptado la pos-
tura de considerar a los inmigrantes, sobre todo los
procedentes de determinados países, como terro-
ristas en potencia. La llegada de Donald Trump a
la presidencia de Estados Unidos ha supuesto una

35
Gisela Giner Rommel

vuelta de tuerca más; uno de los puntos definitorios


(y más polémicos) de su campaña fue precisamente
la inmigración, a la que considera fuente de la ma-
yoría de problemas de su país. El tono muchas ve-
ces despectivo que emplea y las medidas desorde-
nadas, desproporcionadas y viscerales que plantea,
muy del gusto del “nativismo pro americano” de los
estadounidenses blancos de la clase trabajadora no
dejan de ser preocupantes: construcción de un muro
en la frontera de Méjico, sufragado por este últi-
mo, la deportación a miles de emigrantes con an-
tecedentes delictivos (incluyendo como inmigrante
criminal no solo a los condenados, sino también a
los simplemente detenidos), arremeter contra las
llamadas ciudades santuario y sus inmigrantes ile-
gales con medidas draconianas como la separación
de familias, reducir al 50% el número de refugiados
admitidos, suprimir programas humanitarios como
el que se puso en marcha tras el terremoto de Hai-
tí, etc. Su primera medida, una orden ejecutiva que
prohibía la entrada a Estados Unidos de viajeros
procedentes de determinados países, marcó la di-
rección de su política: un proceso desordenado, sin
planificación, consenso ni debate y desafiante de la
burocracia, que se topó con una amplia respuesta
de protesta por parte de la ciudadanía y del resto de
El drama de poderes públicos.
los inmigrantes
En Europa, el drama de los inmigrantes que lle-
que llegan
gan en pateras desde las costas de África parece
en pateras se
topa con la
no incumbir a la Unión Europea. Ante esta indife-
indiferencia rencia europea, sin respuesta política o estrategia
europea. común, son los países miembros de la cuenca del

36
«Ética y Derechos Humanos»

mediterráneo quienes deben gestionar en solitario


esta desgracia que desborda por su magnitud. Asis-
timos con estupor a la primera negativa de un país
europeo, Italia, a permitir el atraco de un barco per-
teneciente a una ONG que portaba más de 600 náu-
fragos a los que había socorrido en alta mar, contra-
viniendo las leyes humanitarias internacionales. El
panorama desatado tras los atentados del 11S, y del
que solo se ha descrito la punta del iceberg, aumen-
ta en occidente el ambiente de temor, inseguridad y
de prejuicio, permitiendo tácitamente el progresivo
aumento del racismo, la “islamofobia” y las postu-
ras contrarias a la inmigración. Somos testigos de
un aumento significativo de respaldo ciudadano ha-
cia partidos de ultraderecha partidarios de medidas
aún más represivas contra los extranjeros. Ello a su
vez provoca una reacción de reafirmación cultural
por la otra parte, en ocasiones radical y fanatizada,
caldo de cultivo ideal para la captación de nuevos
miembros por parte de grupos terroristas.

3.3. Infancia y Derechos Humanos


Los niños y las niñas son titulares de los dere-
chos que garantiza la Declaración Universal de De-
rechos Humanos, junto con el resto de Disposicio-
nes, Tratados y Convenciones que los desarrollan y
profundizan. Su condición de menores los convier-
te en los miembros humanos más vulnerables y más
necesitados de protección, de ahí que instrumentos
jurídicos específicos como la Convención de De-
rechos del Niño de las Naciones Unidas formulen,

37
Gisela Giner Rommel

además, derechos particulares y propios que tratan


de protegerles en el camino hacia su pleno desa-
rrollo como individuos humanos. La Convención
constituye la primera ley internacional sobre los
derechos del niño y por tanto de obligado cumpli-
miento para los países firmantes. Es el tratado de
derechos humanos más ratificado de la historia: 195
países así lo han hecho, la gran totalidad, menos
Sudán del Sur y Estados Unidos. Ostenta rango de
ley y carácter vinculante, siendo por tanto de obli-
gado cumplimiento por parte de los países firman-
tes. Estos deben incluir todos los aspectos de la
Convención en sus leyes nacionales sobre derechos
y protección a menores.
Como indica la propia Convención, “El niño,
por su falta de madurez física y mental, necesita
protección y cuidados especiales, incluso la debi-
da protección legal, tanto antes como después del
nacimiento”. Su Preámbulo destaca cuál es el obje-
tivo principal de las Naciones Unidas en el ámbito
de la Infancia que materializa a través de Unicef:
“el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad, debe crecer en el seno de la familia,
en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”.
El principal objetivo de Unicef consiste en proteger
los derechos de niños y niñas, para contribuir a re-
solver sus necesidades básicas y ampliar sus opor-
tunidades a fin de que alcancen su pleno potencial.
La Convención sobre los Derechos del Niño de-
fine a los menores como todo ser humano menor de
18 años y contempla tres tipos de derechos:

38
«Ética y Derechos Humanos»

• De protección, como el derecho a la vida, a


la convivencia familiar o contra todo tipo de
abuso, violencia o explotación laboral.
• De provisión, como el derecho a cuidados
sanitarios, a un medio ambiente saludable o
a los recursos para un adecuado desarrollo
físico, mental, espiritual, moral y social.
• De participación, como el derecho a una
identidad y nacionalidad, a recibir informa-
ción o a opinar con libertad.
Estos derechos se basan a su vez en cuatro prin-
cipios fundamentales: la no discriminación; el in-
terés superior del menor; el derecho a la vida, la
supervivencia y el desarrollo; y el derecho a la par-
ticipación.
A diferencia de otras normas internacionales, la
Convención incluye de forma explícita y con gran
claridad los derechos económicos, sociales y cul-
turales:
• A la salud, a la educación y a la protección a
través del acogimiento institucional o fami-
liar cuando el menor no tiene familia o esta
no puede asumir su cuidado.
• A la justicia y a la presunción de inocencia.
• A no ser reclutado o reclutada para participar
en conflictos armados.
• A que las tradiciones sociales, culturales o
religiosas no interfieran en su salud.
• A un nivel de vida adecuado para su pleno
desarrollo personal.

39
Gisela Giner Rommel

La firma de esta Convención ha supuesto un es-


paldarazo importante a la concepción del niño como
un ser pleno en dignidad y derechos, así como el
valor fundamental de la infancia y la necesidad de
garantizar su protección y desarrollo. Sin embargo,
aunque se han producido avances importantes en
esta materia que son innegables, millones de niños
y niñas son víctimas de violaciones de sus dere-
chos humanos más básicos, y ello cada día. Llama
la atención nuevamente las enormes desigualdades
existentes en materia de protección de la infancia
en las distintas regiones del mundo. Las cifras aun-
que siempre aproximadas, resultan escalofriantes:
• Más de 1 millón de niños y niñas en conflicto
con la ley se encuentran en centros de de-
tención. En algunos países (como Pakistán,
Yemen, Arabia Saudí, Irán, Nigeria, Sudán,
Filipinas, China, República Democrática del
Congo), se aplica la pena de muerte a los me-
nores de edad.
• 1,2 millones de niños y niñas todos los años
son víctimas del tráfico de seres humanos
con destino a la explotación laboral y sexual.
Millones de
• 300.000 niños y niñas han sido reclutados
niños y niñas por grupos armados y fuerzas gubernamen-
son víctimas de tales en 20 conflictos en todo el mundo.
violaciones de • Cada año, multitud de niñas corren el ries-
sus derechos go de sufrir mutilación genital en diferentes
humanos más países del mundo. Hasta la fecha, entre 100 y
básicos, y ello 130 millones de mujeres y niñas han sufrido
cada día. mutilación genital.

40
«Ética y Derechos Humanos»

• Más de 110 millones de niños en el mundo, La mayoría de


dos terceras partes de los cuales son niñas, agresiones y
no van a la escuela. violaciones no
se denuncia
• Más del 80% de los 35 millones de refugia-
porque se
dos y desplazados en el mundo son mujeres, ejercen en el
niños y niñas. entorno más
Es difícil creer que existan personas, comuni- próximo del
dades, instituciones u organismos que deliberada- niño.
mente puedan torturar o maltratar a un niño. Sin
embargo, cada día demasiados niños sufren abusos
y violencia en las más variadas formas y no solo en
escenarios bélicos: en las escuelas, en las institu-
ciones creadas para ellos y hasta en su propia casa.
Es cierto que desgraciadamente existe una eviden-
te relación entre la situación política y económica
que envuelve a un niño y las oportunidades rea-
les que el entorno y el sistema le ofrecen, pero no
nos llevemos a engaño. En España, la última crisis
económica se saldó con más de un millón de niños
en situación de pobreza. En nuestro país, muchas
voces se alzan con la reivindicación de una ley de
protección integral del menor que le ampare ante
situaciones de violencia. Los datos resultan una vez
más escalofriantes: desde el 2010, 100 menores han
muerto de manera violenta. En 2016 se registraron
37.500 denuncias por delitos contra los menores,
desde acoso escolar hasta agresiones sexuales. Es-
tos datos son la punta del iceberg: la mayoría de
agresiones y violaciones no se denuncia porque se
ejercen en el entorno más próximo del niño. Tienen
una duración media de cuatro años, lo que eviden-
cia una falta de mecanismos de prevención y de-

41
Gisela Giner Rommel

tección de los mismos. Ello conlleva a que solo un


15% de casos de violencia sexual se denuncie,
mientras que el Consejo de Europa estima que en-
tre un 10% a un 20% de la población infantil ha su-
frido violencia sexual en su infancia. Los trámites
procesales a los que se tiene que enfrentar un niño
suponen otro escollo más: la media del proceso ju-
dicial suele durar tres años, en la que los menores
deben testificar hasta cuatro veces, permaneciendo
en muchas ocasiones en contacto con el agresor du-
rante este periodo.
La violencia en las aulas, que se manifiesta a
través del acoso escolar o bullying constituye otra
vulneración preocupante. Se calcula que aproxima-
damente uno de cada cuatro niños o adolescentes
lo ha sufrido en su etapa escolar. La capacidad de
maltrato psicológico y las consecuencias negativas
de este en forma de depresión, baja autoestima, an-
siedad, bajada del rendimiento escolar se ha visto
gravemente aumentada cuando este asedio se lleva
a cabo mediante el uso de las nuevas tecnologías,
en lo que se denomina ciberbullying o grooming
(cuando se lleva a cabo por un mayor de edad hacia
un menor). Sin embargo, la tecnología también ha
constituido una herramienta eficaz para prevenir y
detectar el ciberacoso. Uno de los primeros ejem-
plos de tecnologías contra el acoso escolar surgió
en el año 2007 en Finlandia, fue el llamado mé-
todo KiVa. Este programa se aplica en el 90% de
los colegios finlandeses y se ha exportado a otros
países europeos. En España se están tomando dife-
rentes medidas y adoptando distintos recursos para

42
«Ética y Derechos Humanos»

atajar este problema. Las distintas Comunidades Millones de


Autónomas y el Ministerio de Educación han di- niños en todo
señado protocolos de actuación e intervención ante el mundo están
situaciones de acoso escolar, maltrato infantil, o de atrapados en
violencia de género en el ámbito educativo. A su un ciclo inter-
generacional de
vez, el Instituto Nacional de Tecnologías de la Co-
desventaja que
municación (INTECO) ha publicado la Guía legal
pone en riesgo
sobre ciberbullying y grooming. su futuro.
Por lo que respecta al resto del mundo, los datos
anteriormente expuestos nos han enunciado cuáles
son las violaciones más serias que encontramos
todavía plenamente vigentes. Comenzando por la
pena de muerte aplicada a menores de 18 años,
que a pesar de estar prohibida por la ley interna-
cional, todavía se sigue aplicando en distintos Es-
tados: Irán ejecutó en 2014 a personas condenadas
por delitos cometidos cuando eran menores de 18
años, y en 2013 Arabia Saudí y Yemen ejecutaron
a niños por debajo de esa edad. En 2014 había per-
sonas condenadas a muerte que eran menores cuan-
do ocurrieron los hechos juzgados, en ocho países:
Arabia Saudí, Egipto, Irán, Maldivas, Nigeria, Pa-
kistán, Sri Lanka y Yemen. China, Filipinas, Repú-
blica Democrática del Congo y Sudán contemplan
la pena máxima a menores.
Por otra parte, la violencia sexual tiene múltiples
expresiones en todos los continentes. En África y
Asia suele producirse en conflictos armados y en
relaciones sociales y familiares, persistiendo en va-
rios países africanos la mutilación genital femeni-
na y, en ambos, el matrimonio a temprana edad o
infantil. En América se asocia con frecuencia a la

43
Gisela Giner Rommel

delincuencia organizada, en la que se incardina la


trata y la esclavitud sexual en conflictos armados.
Resulta muy preocupante el aumento de las viola-
ciones y abusos sexuales en este continente en los
últimos años. En Europa, encontramos violencia en
el ámbito familiar, destacando a su vez la realidad
del tráfico de personas con fines de explotación se-
xual en varios países, incluida España. Otra viola-
ción flagrante la constituye la utilización de niños
soldado en los conflictos bélicos que continúa sien-
do una triste realidad: se reclutan menores en la ca-
lle mientras juegan, en la escuela o forzados a salir
de sus casas en presencia de sus padres. Los meno-
res resultan ser muy útiles: obedecen sin rebelarse,
resulta fácil tanto fanatizarlos como reemplazarlos
y son buenos como señuelos y como detectores de
la posición enemiga. Se les utiliza como porteado-
res de munición y otros enseres y también como
objetos sexuales.
La anterior descripción de las violaciones de de-
rechos más graves no obsta para analizar, tal y como
viene haciendo Unicef a través de sus informes, la
situación general de los menores en el mundo y el
panorama sigue siendo muy grave. Extraemos al-
gunas conclusiones de su último informe:
• “Todos los niños y las niñas tienen derecho
a una oportunidad justa en la vida. Sin em-
bargo, millones de niños en todo el mundo
están atrapados en un ciclo intergeneracional
de desventaja que pone en riesgo sus futuros
y el futuro de sus sociedades”.

44
«Ética y Derechos Humanos»

• “A nivel mundial, los niños constituyen cerca


de la mitad de los casi 900 millones de perso-
nas que viven con menos de 1,90 dólares por
día. Sus familias luchan para brindarles la
atención básica de la salud y la nutrición que
requieren para tener un buen comienzo en la
vida. Estas privaciones dejan huellas irrever-
sibles; en 2014, alrededor de 160 millones de
niños presentaban retraso en el crecimiento”.
• “Las vidas y el futuro de millones de niños
están en peligro. Debemos tomar una deci-
sión: invertir en los niños que están quedan-
do marginados o enfrentar las consecuencias
de un mundo aún más dividido e injusto”.
Tal y como indica el informe, a pesar de los
avances que también se han obtenido en la lucha
contra la pobreza y la marginación infantil, si no se
encauzan nuevas políticas más drásticas, en el año
2030:
• 167 millones de niños vivirán en la extrema
pobreza.
• 69 millones de niños menores de cinco años
morirán entre 2016 y 2030.
• 60 millones de niños en edad de acudir a la
escuela primaria seguirán sin escolarizar.
Como bien expone Unicef, “se puede juzgar el
alma de una sociedad por el modo en que trata a
los más vulnerables. Se puede predecir el futuro
de una sociedad –sus perspectivas de crecimiento
sostenible, de estabilidad y de prosperidad compar-
tida a largo plazo– por la medida en que brinda a

45
Gisela Giner Rommel

cada niño una oportunidad justa en la vida. Dar a


cada niño esa oportunidad justa es la esencia del
progreso equitativo”. Promover la equidad consti-
tuye, además de una obligación moral, un impera-
tivo de orden práctico a la par que estratégico que
contribuye a romper los ciclos intergeneracionales
de desventaja, reduciendo así las inequidades que
socavan todas las sociedades. Se trata de llegar
a todos los niños y niñas, para así romper con el
círculo vicioso que encierra a muchos niños en un
bucle de pobreza y falta de condiciones mínimas,
arrastrado y heredado durante generaciones. Apos-
tar por una educación de calidad desde temprana
edad, que nivele las enormes diferencias (o desfa-
ses como indica el informe) existentes en el mundo.
Llegar significa también acabar con las privaciones
de atención posnatal que impiden a muchos niños
no sobrevivir a sus primeros días. Con el hambre y
la malnutrición que impide alcanzar el pleno desa-
rrollo de las capacidades físicas y cognitivas de mi-
llones de niños. Terminar con la falta de educación
y el trabajo y la explotación infantil que priva a los
niños de adquirir las habilidades necesarias para
tener éxito en el mundo laboral y poder asimismo
proporcionar esos mismos medios educativos a sus
hijos. Y acabar con la falta de protección frente al
conflicto, la violencia o el maltrato, la explotación
y la discriminación. Lo contrario supone inequidad,
que amenaza a las sociedades de todo el mundo: los
niños no pueden romper por sí mismos estos cír-
culos viciosos en que se ven envueltas sus propias
vidas y muy probablemente no podrán sino trans-

46
«Ética y Derechos Humanos»

mitir estas mismas condiciones a sus propios hijos.


Las sociedades en las que ellos viven quedan a su
vez privadas de las contribuciones que estos niños
podrían haber realizado. Si no se atajan estas dife-
rencias se harán todavía más grandes y con ellas el
panorama de un mundo más injusto y por tanto más
conflictivo y violento.

3.4. Mujer y Derechos Humanos


La relación de la mujer y los derechos humanos
sigue siendo, lamentablemente hoy en día, la de
una larga discriminación. Existe en mayor o menor
Se puede juzgar
medida en todos los países del mundo y además en el alma de una
muchas ocasiones en modalidades complejas, que sociedad por
unen al hecho de ser mujer otras “circunstancias el modo en que
agravantes” como la condición socioeconómica, la trata a los más
etnia, la edad, las discapacidades, etc. Es por ello vulnerables.
que millones de mujeres del mundo entero siguen
siendo víctimas de diversas modalidades de discri-
minación y violación flagrante de sus derechos más
básicos:
• Discriminación económica y cultural, que
les impide el acceso a las propiedades, como
tierra y vivienda, y a formarse laboralmente
para el desempeño de una profesión que les
otorgue independencia económica. Ello se
traduce en opciones vitales más reducidas y
pobres, siempre supeditadas al mantenimien-
to económico por parte del padre o del ma-
rido.

47
Gisela Giner Rommel

• La violencia de género que afecta, según Na-


ciones Unidas, al menos al 30% de la pobla-
ción femenina.
• Negación de derechos relativos a la salud se-
xual y reproductiva, que es controlada en el
caso de las niñas y mujeres por los Estados o
las familias. El aborto se encuentra prohibi-
do en muchos países en todos los casos, con
penas de hasta 50 años de cárcel. Aunque los
derechos sexuales de las niñas y adolescen-
tes son superiores a las tradiciones y religio-
nes, aproximadamente tres millones de niñas
en el mundo corren el riesgo de sufrir muti-
lación genital femenina cada año. Llama la
atención que en Europa todavía existen ma-
trimonios forzados y precoces (unos 180.000
al año). Se calcula que 100 millones de niñas
en el mundo se habrán casado antes de 2021.
• En materia de libertad de expresión, búsque-
da de información, disfrute del arte y la cul-
La relación tura y el deporte, o la elección de la forma de
entre la mujer vestir, se le es negada a muchas mujeres en
y los derechos el mundo.
humanos sigue Sin embargo, la igualdad de género constituye
siendo hoy en
uno de los pilares y valores centrales de las Nacio-
día en muchos
nes Unidas. De hecho, su Carta afirma como uno de
lugares la
de una larga
sus principios fundamentales la de la igualdad de
discriminación. derechos para hombres y mujeres. La necesidad de
fomentar el respeto y proteger los derechos huma-
nos de las mujeres se convierte en una de las tareas
fundamentales de los Estados firmantes y por tanto

48
«Ética y Derechos Humanos»

de su responsabilidad. Como indica la ONU, para


lograr esto es preciso, en primer lugar, una com-
prensión exhaustiva de las estructuras sociales y las
relaciones de poder que condicionan las leyes y la
política; pero también, la economía, la dinámica so-
cial y la vida comunitaria y familiar. Es necesario
además romper con los estereotipos de género, a las
mujeres se les sigue valorando según ideas precon-
cebidas, es decir, por lo que deberían ser, y no como
seres humanos únicos, con sus propias necesidades,
aspiraciones y deseos.
A pesar de esta triste realidad, lo cierto es que la
discriminación por motivos de género se encuentra
expresamente prohibida en la mayoría de los trata-
dos de derechos humanos, también en el Pacto In-
ternacional de Derechos Civiles y Políticos y en el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, So-
ciales y Culturales; concretamente en el artículo 3
de ambos. Además, existe un tratado internacional
que específicamente se dedica a proteger y hacer
efectivos los derechos de las mujeres, como es la
Convención sobre la Eliminación de todas Formas
de Discriminación contra la Mujer. El control del
cumplimiento de dicha Convención es competencia
del Comité para la Eliminación de la Discrimina-
ción contra la Mujer, compuesto por un número de
23 expertos independientes procedentes de los dis-
tintos Estados que lo forman. Estos deben presentar
informes cada cuatro años, que serán examinados
por el Comité, quien a su vez puede investigar si-
tuaciones de vulneración sistemática o grave contra
los derechos de las mujeres. En 1994 las Naciones

49
Gisela Giner Rommel

Unidas decidieron nombrar un relator especial que,


como experto independiente, investiga las causas
y consecuencias de la violencia contra la mujer y
recomienda y promueve soluciones para su erradi-
cación.
Sin embargo, como demostrábamos antes con
cifras, la realidad dista mucho de adecuarse a lo ex-
puesto en dichos Tratados. Los conflictos bélicos
y las situaciones de inestabilidad política suponen
además una agravación de las estructuras de discri-
minación sobre las niñas y mujeres preexistentes.
Suelen conllevar un aumento de violencia en todas
sus formas, pero sobre todo en la sexual, como una
“táctica de guerra” más que se perpetúa incluso des-
pués de acabado el conflicto bélico. A falta de es-
tructuras políticas, sociales y familiares estables, la
comunidad se desenvuelve en una “anarquía” que
normaliza la violencia de género y la ley del más
fuerte. Asimismo, los conflictos aumentan el tráfico
y la trata de niñas y mujeres y la explotación “para
la guerra” de las mismas, en todo tipo de servicios,
sobre todo sexuales. La ausencia de prestaciones
sanitarias y educativas básicas se agrava para las
mujeres, que deben afrontar obstáculos adiciona-
les (miedo a agresiones, amenazas) para recibir
atención médica y educativa, soportando mayores
cargas domésticas y de manutención de los hijos
a su cargo. En muchas ocasiones se ven obligadas
a buscar fuentes alternativas de manutención, in-
cluyendo el trabajo sexual, que les obliga a quedar
expuestas a un mayor riesgo de embarazos indesea-

50
«Ética y Derechos Humanos»

dos, enfermedades de transmisión sexual, lesiones


por violencia sexual, mortalidad materna, etc.
Pero las mujeres no solo son víctimas en el con-
flicto y la inestabilidad políticas. Como demuestra
la historia, también luchan por sus derechos en la
mayoría de escenarios bélicos, como activistas,
denunciantes de vulneraciones de derechos o en la
resistencia. Esta función que realizan las propias
mujeres en muchos lugares del mundo constituye
un verdadero acto de valentía; las consecuencias
de este activismo suelen suponer mayor riesgo por Los conflictos
su condición, exponiéndose a amenazas y vulnera- bélicos suponen
ciones de derechos específicos. Se considera muy una agravación
a menudo que su tarea pone en riesgo los pilares de las
tradicionales de una determinada cultura o religión estructuras de
y que su comportamiento desafiante constituye una discriminación
deshonra y una amenaza. Se les condena al ostra- sobre mujeres
cismo y a la estigmatización o se las amenaza, no preexistentes.
solo a ellas sino también a sus hijos y familias. Las
sanciones también llegan a ser de tipo penal.
Debería proporcionárseles, por parte de la Co-
munidad Internacional, rápidos mecanismos de
protección internacionales, que protegieran a las
activistas de derechos humanos. La Declaración
sobre los Defensores de Derechos Humanos, apro-
bada por la Asamblea General de la ONU en 1998,
reconoce la valiosa labor de hombres y mujeres,
muchas veces en circunstancias más que adversas
en su lucha, y estipula la necesidad de proporcionar
apoyo y protección específicos a los mismos en el
contexto de su labor. Recalcar que la Declaración
impone a los defensores de los derechos humanos

51
Gisela Giner Rommel

la obligación de llevar a cabo actividades de carác-


ter pacífico.
Sin embargo, la tarea que muchas mujeres rea-
lizan en los conflictos que envuelven a sus comu-
nidades, a favor de la paz y de la seguridad, suelen
pasarse por alto, desaprovechándose esta gran ca-
pacidad. Incluso una vez transcurrido el conflicto,
el enorme potencial de las mujeres en la reconstruc-
ción política, social, económica y familiar de los
países afectados, es por lo común desechado por
las diversas instancias promotoras. Se pierde así un
activo muy positivo en la tarea de recuperación y
restauración de un país, que además supondría una
nueva posibilidad esperanzadora para las mujeres:
convertirse en agentes activos para modificar es-
tructuras, normas, usos y costumbres obsoletas y
conseguir un mayor disfrute de sus derechos huma-
nos. La ONU es consciente y ha manifestado en nu-
merosas Resoluciones la repercusión desproporcio-
nada que los conflictos armados ejercen sobre niñas
y mujeres, estableciendo mecanismos para prevenir
y responder a la violencia sexual. Además, en ellos
se reitera la función esencial de las mujeres en la
reconstrucción de la paz, la necesidad de abordar
la situación de las mismas tras el conflicto y la de
incorporar la perspectiva de género en estas labores
de reconstrucción.
Lamentablemente la violencia contra las muje-
res no sólo se produce en escenarios bélicos. Con-
tinúa siendo una lacra social que afecta a todos los
países del mundo. La lucha de las mujeres durante
decenios por convencer a la opinión pública de que

52
«Ética y Derechos Humanos»

esa violencia constituye una violación de derechos


humanos y no un asunto privado, culminó con ins-
trumentos jurídicos como la Convención sobre la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer, de
1993. En ella se define la “violencia contra la mu-
jer” como “todo acto de violencia basado en la per-
tenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener
como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual
o psicológico para la mujer, así como las amenazas
de tales actos, la coacción o la privación arbitraria
de la libertad, tanto si se producen en la vida pú-
blica como en la vida privada”. Ese mismo año, en
la Declaración y Programa de Acción de Viena, se
reconoció que la erradicación de la violencia contra
la mujer en la vida pública y privada constituye una
verdadera obligación de derechos humanos. La que
entonces se denominaba Comisión de Derechos
Humanos condenó la violencia de género por pri-
mera vez en 1994 y ese mismo año designó a un El enorme
Relator Especial sobre la violencia contra la mujer, potencial de las
que investiga sus causas y consecuencias. La Con- mujeres en la
ferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la reconstrucción
Mujer, que tuvo lugar en Beijing en 1995, ratificó política, social,
las conclusiones de la Conferencia de Viena y situó económica y
familiar de
a la violencia contra las mujeres como uno de sus
los países
ámbitos esenciales de preocupación.
afectados, es
Es cierto que en esta materia se han logrado por lo común
enormes progresos. Sobre todo en el cambio de desechado.
conciencia a nivel social: la violencia machista ya
no es considerada cada vez en más países como un
asunto privado perteneciente al ámbito familiar y
en el que el Estado no debe inmiscuirse. El giro en

53
Gisela Giner Rommel

la concepción y tratamiento de la violencia de gé-


nero es evidente: se trata de una verdadera lacra so-
cial que debe ser atajada desde la prevención, me-
diante la educación, hasta la eficaz protección de la
mujer que la haya sufrido. Sin embargo, a pesar de
los esfuerzos, las cifras relativas a la violencia so-
bre las mujeres son simplemente sobrecogedoras.
Evidentemente ha cambiado su visión social en un
giro de 180 grados, pero los instrumentos y marcos
jurídicos que se han puesto en marcha para erra-
dicarla en la práctica no están dando el resultado
esperado. Las víctimas de violencia machista han
crecido en España en los últimos años y superan ya
las 150.000 en 2017, frente a las 134.462 de 2016
y las 123.725 de 2015. También existe una tenden-
cia al aumento de menores implicados, tanto como
víctimas como agresores. Un dato esperanzador lo
constituye el descenso de mujeres asesinadas o el
mayor número de denuncias y condenas. En este
sentido, la Fiscalía General del Estado, en su última
Memoria Anual, considera muy positivo este au-
mento, pero recuerda que, según la macroencues-
ta de violencia contra la mujer de 2015, los casos
sin denunciar constituían un 65%. Además, solo un
1,44% de las denuncias fueron presentadas por fa-
miliares o amigos, aunque un 81% de las víctimas
relata haber informado a terceros de esta situación.
La cifra de asesinatos de mujeres víctimas de sus
parejas o exparejas bajó en 2017, alcanzó su máxi-
mo histórico en 2008 con 76 víctimas, se situó en
2016 en su registro más bajo, con 44, y se mantuvo
por debajo de cincuenta en 2017.

54
«Ética y Derechos Humanos»

Otro punto importantísimo en esta materia lo


constituye el acceso de la mujer al poder econó-
mico y político. Se trata del acceso a los recursos
productivos, la posibilidad de ostentar la propiedad
y el dominio sobre la vivienda, la tierra y el salario
y de acceder al mundo laboral son básicos para una
igualdad real y práctica entre hombres y mujeres.
A pesar de la importancia que tiene el disfrute de
estos derechos, muchas mujeres carecen de la se-
guridad en la tenencia de estos bienes. Las leyes
discriminatorias impiden todavía a muchas mujeres
en el mundo rural registrar tierras y vivienda a su
nombre, cuya titularidad es del marido, padre o her-
mano. Ello conlleva a que sean siempre marginadas
en los procesos comunitarios de toma de decisio-
nes, llevados a cabo por terratenientes hombres, lo
que determina también la categoría social y el con-
trol y gestión de los recursos e ingresos del hogar.
Esta desventajosa posición económica de la mujer
le genera una dependencia estructural de los hom-
bres en relación al acceso a los recursos que genera
a su vez mayor exposición a la violencia y a la to-
lerancia a la misma. Los prejuicios de género tam-
bién impregnan a la administración oficial y tienen
como consecuencia la marginación de las mujeres
de la adopción de decisiones relativas a políticas y
programas sobre tierras y viviendas. Tanto la De-
claración Universal de Derechos humanos (arts. 16,
17 y 25), como el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (art. 26, con cláusula exhaustiva
contra la discriminación de la mujer), proclaman la
igualdad de toda persona en el acceso a la propie-

55
Gisela Giner Rommel

El acceso de dad y en el disfrute de los derechos matrimoniales.


las mujeres a Asimismo, la Declaración y Plataforma de Acción
los recursos de Beijing contiene el compromiso de los Estados
productivos es de “adoptar reformas legislativas y administrativas
básico para para proteger el derecho de la mujer al acceso ple-
una igualdad no y equitativo a los recursos económicos, incluido
real y práctica
el derecho a la herencia, la posesión de tierras y
entre hombres y
otras propiedades, el crédito, los recursos natura-
mujeres.
les y las tecnologías apropiadas”. Sin embargo, hoy
por hoy, este punto constituye la gran asignatura
pendiente en el mundo: el acceso de la mujer a los
recursos productivos, al ámbito laboral, al disfrute
de la propiedad, generaría unos efectos colaterales
esta vez sumamente beneficiosos en ámbitos como
la violencia de género, la pobreza, el acceso a la
educación, etc.
Un gran escollo en materia de igualdad la cons-
tituyen los estereotipos de género. Se trata de un
prejuicio o imagen generalizada acerca de las ca-
racterísticas o atributos que se presupone que deben
acompañar a hombres y mujeres en su condición de
tales, sobre todo en cuanto a las funciones socia-
les que deben desempeñar. Su utilización, en mu-
chas ocasiones de forma inconsciente, resulta muy
nociva cuando la misma imposibilita o limita a las
mujeres a desarrollar sus facultades personales o
su carrera profesional o simplemente cumplir sus
aspiraciones, deseos y decisiones vitales según su
propio proyecto de vida. Los estereotipos pueden
ser directamente negativos: “las mujeres son irra-
cionales”, o aparentemente positivos: “las mujeres
son más protectoras”. Sobre la base de este último,

56
«Ética y Derechos Humanos»

por ejemplo, la opinión o presión social puede for-


zar a la mujer a cargar ella sola con la responsabi-
lidad por el cuidado de los hijos. Al asignar a una
persona por su pertenencia al grupo social femeni-
no características, atributos, funciones específicas,
es decir un determinado “rol”, limitamos el derecho
de las mujeres a desarrollarse según sus propias de-
cisiones, preferencias, deseos, metas o creencias,
en un modo de ser preconcebido según lo que esa
sociedad o comunidad entienda de antemano que
comporta “ser mujer”. En ocasiones incluso, los
prejuicios constituyen la antesala justificadora de
violaciones muy graves de derechos: la opinión de
que la mujer constituye un “objeto sexual” del mari-
do trae como consecuencia la falta de penalización
en muchos países de la agresión sexual marital. La
cuestión se agrava para determinado grupo de mu-
jeres, como aquellas que se encuentran en prisión,
mujeres indígenas o de grupos étnicos minoritarios,
mujeres de castas inferiores, mujeres que adolecen
de alguna discapacidad o mujeres inmigrantes.

3.5. Bioética y dignidad humana


Si por algo se caracteriza nuestra era, lo es sin Podremos
duda alguna por la posición hegemónica que ocupa mejorar
la tecnología en ella: constituye ciertamente una ca- genética-
racterística o condición definidora de nuestra socie- mente al ser
humano en un
dad actual. Sin embargo, esto no es nuevo, la histo-
salto cualitativo
ria de la evolución social, moral, política y econó-
hacia el
mica del ser humano se encuentra indisolublemente “super-
unida y ha caminado de la mano de los históricos hombre”.

57
Gisela Giner Rommel

avances tecnológicos: desde el descubrimiento del


fuego, la invención de la rueda, la escritura, la im-
prenta, etc. Ciertamente, la tecnología ha abierto al
ser humano desconocidos horizontes de posibili-
dad, como nuevos escenarios donde desarrollarse
humanamente. Sin embargo, lo insólito hasta ahora
es que nunca antes la tecnología había alcanzado la
omnipresencia y el ritmo casi frenético que marcan
su rumbo actual. Es realmente impensable interac-
tuar en cualquier ámbito de la vida humana (desde
el personal, familiar, educativo, de ocio, al laboral)
de forma satisfactoria sustrayéndose del uso de las
nuevas redes sociales. Valga un ejemplo, el olvido
de nuestros dispositivos móviles un día entre se-
mana cualquiera constituye una fuente de estrés y
puede ocasionar un desastre en la organización y
el desarrollo de las actividades diarias, como todos
hemos podido comprobar alguna vez.
La hondura y el calado de las transformaciones
que prometen, por ejemplo, las biotecnologías, son
tales que afectan a nuestra propia esencia y “auto-
comprensión” en lo que hasta ahora entendíamos
que significaba “ser hombre”. También el alcance
de sus posibilidades no abre campos y perspectivas
a todos los niveles, impensables hasta hace poco.
Como muestra un ejemplo: podremos nada menos
que alterar de raíz, es decir genéticamente, nuestra
especie y “mejorarla” en un salto cualitativo de gi-
gante en nuestra evolución hacia el “superhombre”.
Podemos interferir y alterar el lento curso evolutivo
de las especies hacia metas y resultados insospe-
chados, pero también, imprevisibles. Se ha abierto

58
«Ética y Derechos Humanos»

la “caja de Pandora” se ha descubierto “la piedra


filosofal” de la naturaleza, el código genético que
nos permite jugar a ser dioses, no solo gobernar el
mundo vegetal y animal como reyes de la creación,
sino transformarlo desde su raíz primigenia. Ello
abre multitud de interrogantes y dilemas de orden
ético, filosófico y, cómo no, religioso: ¿Qué alcan-
ces éticos, sociales o históricos tendrá todo este
nuevo potencial tecnocientífico? ¿Quién tomará el
mando de su rumbo? ¿Qué modelo de felicidad es-
conde esta nueva tentación eugenésica? ¿Será es-
trictamente terapéutica o se deslizará poco a poco
hacia una mejor dotación genética de la especie
humana de acuerdo con los gustos estéticos, éticos
o necesidades del momento? ¿A quién se le aplica-
rá, habrá dos especies humanas distintas? ¿Cómo
afectará ello a las relaciones familiares y sociales?
¿Existe la neutralidad genética o nos encaminamos
a un nuevo tipo de selección genética racista? ¿Sur-
girán nuevos patrones discriminatorios basados en
supuestas “deficiencias” genéticas? En otros ámbi-
tos de la bioética surgen también interrogantes ante
las posibilidades que la tecnología en el ámbito de
la salud ofrece: ¿Es lícito mantener con vida a una
persona aplicándole terapias médicas hasta el “en-
carnizamiento”? ¿Podemos decidir de antemano
la trayectoria sanitaria que queremos para el final
de nuestra vida y qué tratamientos seguir o no?
¿Cuándo podemos afirmar que una vida no merece
ser vivida? ¿Somos responsables ante las genera-
ciones futuras por el uso y abuso de los recursos
naturales y la destrucción del planeta?, etc. Estas

59
Gisela Giner Rommel

son solo unas cuantas preguntas que nos asaltan y


que trascienden decididamente el ámbito puramen-
te científico. La fascinante y compleja problemática
que suscitan las nuevas biotecnologías y los posi-
bles escenarios de futuro que plantean, han llamado
a la puerta de la filosofía ética de forma urgente,
¿Qué modelo incapaces de solucionar estos interrogantes. Son,
de felicidad evidentemente, cuestiones éticas. Y la filosofía, que
esconde la parecía relegada a un segundo plano, al no tener
nueva tentación cabida en un mundo que a un ritmo trepidante fun-
eugenésica? ciona bajo los parámetros de utilidad, practicidad,
rendimiento y tecnología, ha tenido que sacudirse
el polvo y salir a la palestra. Con un discurso y mé-
todos nuevos, más prácticos y enfocados a dar con-
cretas respuestas o, por lo menos, las herramientas
necesarias para conseguirlas.
Por otra parte, el progreso tecnológico del
que estamos siendo protagonistas nos convierte
en responsables directos del acelerado deterioro
medioambiental, la desaparición de innumerables
especies vegetales y animales y la destrucción ma-
siva de hábitats de valor ecológico incalculable.
Cada vez somos más conscientes de la estrecha e
indisoluble unión entre todo lo vivo (la genética ya
se ha encargado de demostrárnoslo). La necesidad
de preservarlo se convierte así en la reivindicación
más fuerte de nuestra era. Aquí está la paradoja:
siendo la generación humana más ecológica y cons-
ciente del valor del mundo natural, asistimos impo-
tentes a su progresiva destrucción y con ella la de
nosotros mismos. Impotentes porque hemos subido
al tren del progreso que se despliega en todas nues-

60
«Ética y Derechos Humanos»

tras facetas humanas, nos resulta casi imposible


bajar de él a no ser que lo hagamos como “nuevos
ascetas” que prescindiendo de la tecnología dan la
espalda al mundo.
Por eso la filosofía ha tenido que reinventarse y
abandonar esa especie de ensimismamiento teórico.
Si históricamente se había preocupado por demos-
trar y magnificar la diferencia esencial y el enorme
salto cualitativo que existía entre el ser humano y
el resto de seres vivos, las revelaciones científicas
de los últimos siglos han dado al traste con esta vi-
sión antropocéntrica de nosotros mismos, en la que
se encuadra lógicamente también nuestra dignidad
exclusiva y excluyente. Como indica Freud, tres
han sido las grandes humillaciones a la soberbia
humana: con Copérnico tuvimos que aceptar que
no somos el centro del universo, Darwin y su teoría
evolucionista nos devolvió al reino animal con el
que compartimos el proceso de selección natural y
Freud nos mostró el poder del subconsciente y las
pulsiones humanas en nuestras decisiones vitales,
no gobernadas estrictamente por la razón. La gené-
tica sería la cuarta: la molécula de ADN constitu-
ye el sustrato general de la vida, lenguaje genético
universal que compartimos con el resto de seres
vivos y que por tanto nos “hermana” con ellos. La
filosofía no puede dar la espalda y obviar estas re-
velaciones científicas. Su visión va vaciándose de
argumentos, y nos obliga a quitarnos la corona que
sobre todo desde el Renacimiento nos habíamos
impuesto. ¿Significa esto también poner en tela de
juicio la condición libre y por tanto ética humana,

61
Gisela Giner Rommel

su dimensión cultural y espiritual y acogernos a una


visión estrictamente cientificista, “todoexplicativa”
de nuestra realidad? ¿Podemos afirmar como Wat-
son que nuestro destino ya no lo leeríamos en las
estrellas sino en los genes?
Pues bien, es la propia genética la que nos da la
respuesta, precisamente en su dinámica: el ADN le-
jos de constituir un código cerrado y sentenciador,
se revela más bien como una realidad abierta, ma-
leable, influenciable por condiciones externas como
el ambiente y la cultura. Entonces deja un margen
de apertura, de indeterminación y desprogramación
humana que precisamente posibilita el reino de la
libertad, de la autonomía, de la ética, la cultura y la
acción consciente, elegida y creadora del hombre.
Estos rasgos que tanto maravillaron a los filósofos
humanistas fundamentaron la dignidad humana.
Aunque pareció en un primer momento que la ge-
nética ensombrecía estos rasgos sublimes en una
especie de “conquista del espíritu” es precisamente
todo lo contrario, en la propia naturaleza del geno-
ma humano, abierto y flexible como sustrato sobre
el cual cada ser despliega su humanidad de manera
única e irrepetible, encontramos las raíces, la base
biológica de la condición libre, ética y cultural del
ser humano en que se cifra su dignidad. También de
la igualdad de todos los seres humanos: se trata de
una reafirmación desde el poder de verdad que ha
adquirido en nuestra civilización el conocimiento
científico. Sin embargo, también los hallazgos ge-
néticos nos obligan a dar un giro filosófico hacia
la tierra, hacia la naturaleza: si compartimos con

62
«Ética y Derechos Humanos»

el resto de seres vivos la misma sustancia vital, el La última


ADN, debemos avanzar y evolucionar hacia una humillación
nueva idea de hombre, como una especie más, in- a la soberbia
tegrada en continuidad indisoluble con el todo de humana la
la vida genética universal. La dignidad entonces no constituye la
debería tampoco ser un concepto exclusivo ni ex- genética: nos
cluyente a la especie humana, urge modificar las hermana con el
coordenadas que hasta ahora marcaban el rumbo en mundo animal.
nuestra relación con el medio natural y el resto de
especies. Modificar nuestro discurso ético, “repen-
sar”, como indica el filósofo Peter Singer, los pa-
rámetros éticos sobre los cuales hemos construido
nuestra civilización.
En este contexto de revelaciones científicas y
nuevos escenarios surge efectivamente la llamada
bioética (neologismo acuñado por el filósofo Jahr y
utilizado posteriormente por Potter en 1971) como
un nuevo saber interdisciplinar, propio de la cultura
del siglo XX, que precisamente al comenzar a otor-
gar relevancia moral a la relación de los humanos
con otros seres vivos y con la naturaleza en gene-
ral, exige una ética aplicada que dé respuesta a las
diferentes cuestiones y problemáticas que en dicha
relación se plantean. Cada siglo debe reconstruir
su propia ética y revisar sus teorías y paradigmas
heredados, a la luz de los nuevos conocimientos
adquiridos. El siglo XX supuso un salto espectacu-
lar en este sentido; por ejemplo, en dicho siglo se
sentaron las bases de la física atómica, pero tam-
bién ese conocimiento llevó al ser humano a lanzar
dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki,
con lamentables consecuencias que pudimos con-

63
Gisela Giner Rommel

templar con horror gracias a la fotografía y el resto


de medios audiovisuales. La capacidad técnica al-
canzada por las sociedades humanas de poder por
primera vez exterminar la vida de la faz de la tie-
rra, le llevó a replantearse esta idea sagrada de la
neutralidad de las ciencias (con Hitler se pusieron
al servicio del ideario nazi un sinfín de conclusio-
nes pseudocientíficas entre ellas la llamada “raza
aria”) y el despertar una conciencia general tam-
bién novedosa: la idea de “responsabilidad” en el
uso de las diferentes tecnologías. Como indicó Jahr
reformulando la clásica de Kant que se erigió como
principio canónico de la acción ética, debemos in-
cluir en ella a todos los seres vivos, no solo a los
humanos, en un nuevo imperativo: el “imperativo
bioético”. Tres nuevos postulados vertebran enton-
ces esta disciplina:
• No todo lo técnicamente posible puede ser
éticamente aceptable.
• Debemos aplicar la tecnología científica res-
petando siempre la dignidad humana.
• Debemos asumir la idea de responsabilidad
hacia la vida en general y en la preservación
del medio natural y la diversidad genética y
biológica, responsabilidad que se proyecta
por primera vez hacia las generaciones futu-
ras.
El informe Belmont, redactado en Estados Uni-
dos en 1978, recoge de forma explícita unos prin-
cipios éticos claros que deben orientar la actividad
investigadora biotecnológica: el principio de auto-

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«Ética y Derechos Humanos»

nomía o respeto a las personas, el principio de be-


neficencia u obligación de hacer el bien al paciente
y el principio de justicia que implica el trato igua-
litario y la imparcialidad en la distribución de los
recursos de los cuidados, de los beneficios y ries-
gos. A su vez, esta conciencia humana de vulnera-
bilidad de toda vida ante la capacidad destructiva
de su nuevo poder tecnológico le lleva a vertebrar
una serie de principios éticos en torno a la “respon-
sabilidad”:
• La necesidad de respetar el ser humano como
persona individual y como miembro de la es-
pecie Homo sapiens.
• La responsabilidad de las actuales generacio-
nes hacia las generaciones futuras.
• La vigencia de los principios universales de
igualdad y no discriminación en el ámbito de
los descubrimientos sobre el genoma huma-
no.
• La protección de la identidad del ser huma-
no, considerando el genoma humano patri-
monio de la humanidad.
• La selección de las características genéticas
o de los rasgos del fenotipo mediante la mo-
dificación genética solo es lícita si va enca-
minada a la prevención de enfermedades he-
reditarias graves.
• El derecho a la participación en los benefi-
cios que proporciona el progreso biotecnoló-
gico, sin limitaciones basadas en diferencias
culturales, geográficas o de recursos.

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Gisela Giner Rommel

Por último, dejamos perfilados algunos de los


temas más interesantes a los que se dedica la bioé-
tica aunque sea a modo de enunciados, que pueden
ser objeto de profundización posterior por el lector:
Eugenesia; Clonación; Huellas genéticas; Alimen-
tos transgénicos; Nuevas tecnologías reproducti-
vas; Eutanasia: desarrollo sostenible; Tecnologías
convergentes; Establecimiento de prioridades en la
investigación científica y en la distribución de to-
dos estos recursos biotecnológicos.

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«Ética y Derechos Humanos»

Conclusión
Este pequeño cuaderno ha pretendido analizar
el camino emprendido por el hombre hacia la con-
quista de sus derechos y el respeto de su dignidad.
En este viaje se han andado muchas millas, algunas
ciertamente difíciles, como las guerras mundiales
que asolaron Europa y dejaron un panorama desas-
troso en el pasado siglo XX, pero también se han
dado otras llenas de logros y conquistas, como la
Declaración Universal de Derechos Humanos, un
hito sin precedentes. Sin embargo, no quisiéramos
cerrar el círculo de este relato de la ética y los de-
rechos humanos sin remover nuevamente las con-
ciencias, haciendo hincapié en lo que todavía queda
por hacer. Un dato escalofriante: si en la convic-
ción de cualquier ciudadano se encuentra la idea de
que la esclavitud ha sido erradicada, nada más lejos
de la realidad. Hoy en día hay más esclavos que
nunca, tratándose de una realidad que en multitud
de formas y variantes ha atrapado a miles de seres
humanos, incluso a niños. Cierto es que en nuestro
entorno cultural no poseemos esclavos, nos horro-
riza solo pensarlo. Pero indirectamente, a través de
nuestra cultura de consumo que se puede resumir
en “bueno, bonito, barato y mucho” fomentamos
en otros lugares del mundo condiciones laborales
y sociales sencillamente lamentables, por pura des-
conexión emocional. Mucho podemos hacer como
consumidores: una actitud responsable y no ciega
ante los productos que adquirimos y una exigencia
de que se respeten unas condiciones generales hu-

67
Gisela Giner Rommel

Nos planteamos manas en su fabricación, cambiarían radicalmente


la futura este panorama.
“amortalidad”
Por eso, esta conclusión, más que un “broche fi-
del ser humano
nal”, constituye un punto de fuga hacia donde de-
cuando existen
demasiadas
bemos dirigir nuestros esfuerzos. Entendemos que
personas con debe ser la solidaridad el nuevo marco ético que
verdaderas dé un nuevo giro e impulso a las conquistas de la
carencias dignidad y los derechos humanos: precisamente la
básicas. conciencia de nuestra vulnerabilidad, de nuestra
fragilidad y nuestra unión en la misma con el res-
to de seres vivos en una interdependencia sine qua
non es ahora más patente que nunca. Frente al in-
dividualismo y al “capitalismo salvaje” que gobier-
nan nuestro mundo cabe oponer este valor humano:
aúna compasión y generosidad en la construcción
de todas nuestras relaciones sociales, personales y
con la naturaleza. De eso se trata, si comenzamos
este cuaderno utilizando la imagen de un gran árbol
bajo cuya sombra cada vez damos cobijo a más se-
res vivos en dignidad y en derechos, este valor, la
solidaridad, debe constituir la savia nueva que per-
mita crecer su copa en la idea que ya apuntó sabia-
mente Séneca, con quien nos despedimos: “No hay
bien alguno que nos deleite si no lo compartimos”.

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«Ética y Derechos Humanos»

Gisela Giner Rommel


Es doctora en Derecho. Profesora de Derecho en el Centro Aso-
ciado a la UNED de Denia (Alicante). Es abogada ejerciente. Hizo
su tesis doctoral sobre Dignidad Humana y Genética, especializán-
dose en temas relacionados con la Bioética, la Ética y los Derechos
Humanos. En este momento pertenece al Grupo de Investigación
Aula Internacional de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos.

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Gisela Giner Rommel

Otros números de Cuadernos de ética


en clave cotidiana:
Nº 11: Paseos para hacer en compañía. José Luis Pareja Rivas.
Nº 10: Internet y las redes sociales, aspectos éticos. Margarita Martín
Martín.
Nº 9: Ética y vida: La bioética. Rafael Junquera Estefani y Ana María
Marcos del Cano.
Nº 8: Los agentes de la Cooperación Internacional al Desarrollo. Una
mirada ética. Patricia Rodríguez González.
Nº 7: Videojuegos, gamificación y reflexiones éticas. Margarita Martín
Martín y Luis Fernando Vílchez Martín.
Nº 6: Función Social de la empresa: Una propuesta de evaluación ética.
Elisa Marco Crespo y Enrique Lluch Frechina.
Nº 5: Ética del Cuidado y Mayores. Los cuidados a las personas mayores
desde un horizonte ético y en la búsqueda de la calidad de vida. Rosario
Paniagua Fernández.
Nº 4: Introducción a la Ética Familiar. Victor Chacón, CSsR.
Nº 3: Interpelación ética de las mujeres que ejercen la prostitución. Mª
Luisa del Pozo.
Nº 2: Ética y Escuela. Juan José Medina Rodríguez y Mª Isabel
Rodríguez Peralta.
Nº 1: Bases éticas para la mejora de nuestra organización económica y
política. Enrique Lluch Frechina y Rafael S. Hernández.
Nº 0: El Don que transforma, una mirada moral desde el carisma
redentorista. Carlos Sánchez de la Cruz.
Puedes descargarlos en la página web: http://funderetica.org/cuadernos/
Puedes comprarlos en la página web: https://pseditorial.com/

70
cuadernos de

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