Museo Cerralbo. Itinerario Lujoso

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Elige tu Propio Museo

Amantes del Lujo


Texto y diseño:
Andrea López Azcona

Fotografías:
Ángel Martínez Levas, María Jesús del Amo y Archivo Digital
Museo Cerralbo

Departamento de Difusión y Comunicación


Museo Cerralbo
C/ Ventura Rodríguez, 17
28008, Madrid

NIPO 5551-11-001-7
2011
Elige tu Propio Museo

Os invitamos a conocer el Museo Cerralbo de una forma diferente. Ahora, es el Museo Cerralbo el que
se adapta a vuestra personalidad, estado de ánimo e intereses a través del los recorridos Elige tu propio
Museo.

El recorrido Amantes del lujo está dedicado a todos aquellos para los que el buen gusto y, en ocasio-
nes, la ostentación se convierten en el eje rector de su vida. Las obras y los espacios seleccionados os guia-
rán así a través de una historia del lujo a través de distintas épocas y que está presente en todo tipo de
ámbitos, como vivienda, ocio, viajes, higiene o transportes. Si eres un auténtico amante del lujo, sólo tie-
nes que seguir estos pequeños consejos.

1
Recorrido

Piso Entresuelo

Salón Comedor

Salón de Confianza

Piso Principal

Sala Árabe
Armería

Sala del Baño

Galería Segunda
Escalera de Honor

Comedor de Gala Salón Billar

2
Turismo de élite
El fenómeno turístico queda restringido hasta el siglo XX a las cla-
ses adineradas, por combinarse en ellas dos factores, disponibilidad
de tiempo libre y la capacidad económica.

El marqués de Cerralbo y su familia se convierten, así, en para-


digma de los viajeros aristocráticos, destacando sus recuerdos de
viajes que permiten conocer algunos de los destinos más chic del
Souvenir con forma de góndola momento. Tal es el caso de Venecia, destino ineludible de las éli-
Filigrama de plata/ mosaico tes desde fines del siglo XIX, donde era frecuente permanecer
Venecia una temporada en sus hoteles-balnearios. Un origen veneciano
1875-1925 tiene la lámpara de cristal de Murano con forma de góndola que
Salón de Confianza
decora el Salón de Confianza. Junto a ésta, aparecen por todo el Pa-
lacio lámparas de Murano, especialmente en las Galerías,que bien
podrían haber sido adquiridas por el Marqués en uno de sus nu-
merosos viajes a la ciudad. Además, en la vitrina de la sala, se lo-
caliza un souvenir , una góndola de filigrana de plata con un letrero
que dice “VENEZIA”.

En la misma balda, aparece un conjunto de vasitos turcos de metal,


los llamados zarf, que servían de soporte para colocar una tacita de
Zarf porcelana en la que se consumía el café. Estos vasitos remiten a su
Plata repujada y calada viaje familiar a Constantinopla, ciudad que se pone de moda,
Venecia gracias a la atracción por lo oriental que se vive en la centuria, y
1875-1900
Salón de Confianza
que la puesta en funcionamiento del Orient Express en 1883 sólo
viene a reforzar. De este exótico viaje, podemos contemplar sobre
una consola, una fotografía de Amelia, hija política del Marqués,
con el rostro semivelado, y una segunda, en la que aparaecen la
Marquesa, Inocencia, y su hija Amelia, con atuendo oriental; obras
del estudio de Abdullah Frères, fotógrafos oficiales de Su Ma-
jestad imperial, el Sultán Abdülhamit.

María Manuela Inocencia Serrano y


Cerver, marquesa de Cerralbo, y
Amelia del Valle y Serrano,
con atuendo oriental
Abdullah Frères
Constantinopla
1889
3
El retratista de moda
En el siglo XIX se asiste a la eclosión de la burguesía. Los bur-
gueses ansiaban equipararse a los aristócratas. De este modo, la fi-
gura del retratista se volvió trascendental para reflejar el status
social alcanzado por esta nueva y poderosa clase social.

La consideración del retratista venía determinada por los cargos


que ocupara, siendo el de Pintor del Rey, el más relevante. Fede-
rico de Madrazo y Kunt (1815-1894), hijo del afamado pintor
José de Madrazo, fue así Pintor de Cámara de la Reina Isabel II y
alcanzó un éxito inigualable como retratista de la alta sociedad ma-
drileña.

Federico de Madrazo introduce en nuestro país el retrato burgués,


Matilde de Aguilera y Gamboa con modelos en posturas relajadas y actitudes espontáneas cerca-
Federico de Madrazo y Kunt nas al espectador. Los retratos de Madrazo se distinguen por la co-
1873 rrección y la elegancia del dibujo y por la distinción del colorido,
Salón de Confianza
con los que logra reproducir con inigualable veracidad la piel hu-
mana, joyas, textiles y elementos de mobiliario.

4
La hora del baño
Hasta el último tercio del siglo XIX, era infrecuente encontrar la
sala de baño como cuarto independiente. Se imponía, por contra,
el aseo personal a través de elementos móviles en las alcobas, como
testimonia el conjunto de jarro y palangana, presente en el Dor-
mitorio del Marqués.

El desarrollo del sistema de alcantarillado y la aparición del


agua corriente marcan un cambio esencial en la forma de con-
cebir el aseo, dando lugar a la aparición del cuarto de baño. La ex-
cepcional presencia de esta pieza era concebida a fines del siglo
XIX como un auténtico lujo, como pone de relieve el hecho de
que en el Palacio Cerralbo esta estancia no esté ubicada en el Piso
Bañera
Entresuelo, donde se desarrollaba la vida cotidiana, sino en el Piso
Mármol
1825-1900 Principal destinado a la fiestas y recepciones.
Sala del Baño
El cuarto de baño se convierte así en un elemento de ostentación
frente a los invitados del Palacio, aspecto que la gran bañera de
mármol pone de relieve, con su suntuoso aspecto, al descansar la
pila, al igual que el escabel de acceso sobre garras de león.

El paseo de la reina
La silla de manos, llamada chaise à porter en Francia y sedan-
chair en Inglaterra, vivió su apogeo durante los siglos XVII y
XVIII, periodo en el que se fue convirtiendo paulatinamente en
un vehículo urbano, de uso casi exclusivamente femenino. Eran
también las sillas de manos un símbolo de distinción social, no en
vano solían llevar el escudo de armas del personaje en un lugar
destacado, generalmente en la puerta, y eran transportadas a mano
por dos o cuatro lacayos en ciudades y palacios.

En las sillas de manos se advierte la evolución de los estilos artís-


ticos dieciochescos, alcanzando su máximo punto de pomposidad
en época rococó, periodo al que se adscribe la pieza del Museo
Cerralbo, como se advierte en sus formas sinuosas y en el empleo
de flores y rocallas como motivos ornamentales.

Este derroche decorativo, junto a la riqueza de los materiales em-


Silla de manos pleados, hizo que las sillas de manos fueran duramente persegui-
Francia
das por diversas pragmáticas contra el lujo, produciéndose su
Hacia 1750
Armería desaparición a comienzos del siglo XIX. 5
Placer burgués
El fumoir, smoking-room o fumadero es un espacio que se in-
corpora a la arquitectura doméstica occidental durante el siglo
XIX, como producto de la colonización europea en Oriente y
África que traen consigo el interés por las tierras lejanas y míti-
cas.

En la naciente sociedad burguesa, en la que se asiste a una sobre-


valoración del ocio, se generan toda una serie de nuevas activida-
des con la etiqueta “a la manera de Oriente”. Sin duda, la más
significativa es la costumbre de fumar, tanto en la popular nar-
guileh, como cigarrillos, siendo los turcos los más lujosos y ex-
clusivos.

La impresión de que fumar es un acto casi deliciosamente prohi-


bido, venía a subrayarse en los fumoirs, en los que el humo se des-
lizaba a través de las yeserías árabes y otros objetos que venían a
Vista detalle de la Sala Árabe crear una atmósfera embriagante. Aparecen, entre éstos, todo tipo
de elementos exóticos, conforme al coleccionismo ecléctico de la
época.

Así, en el fumoir del Palacio Cerralbo conviven yeserías de la Al-


hambra, kilims turcos, armaduras samurais, armas e intrumentos
musicales del Pacífico, una narguileh turca o una pipa de fumar
opio china. Ésta última fue adquirida por el Marqués en una su-
basta en París en 1877. Se acompaña de un mueble con objetos re-
lacionados con esta práctica, caso de las boquillas de barro
esmaltado de forma bulbosa que se sitúan sobre repisas, mientras
que los cajones acojen un punzón, unas cuchillas, unas tijeras y una
brucha. Mención aparte merece el característico diván, en el que
los caballeros se recostaban para disfrutar del placer de fumar y
Pipa de fumar opio y objetos en el que podemos imaginar a personajes de la talla de Baudelaire
de fumador o Flaubert e, incluso, al mismísimo Conde de Montecristo.
Guangzhou (Cantón, China)
S. XIX
Sala Árabe

6
Vestir la mesa
El banquete como medio de reunión social adquiere en el siglo
XIX su máximo esplendor, pues se convierte en un medio de ma-
nifestación de poder y riqueza, al tiempo que permite integrar en
torno a la mesa a distintos personajes de interés.

Es, por tanto, en esta centuria cuando surge el comedor como es-
tancia independiente, diferenciándose el comedor de diario, de
mesa oblonga o circular, reservado a la familia y a los agapés in-
Vista detalle del Comedor de Gala formales, y el Comedor de Gala, en cuya larga mesa se sirven
las cenas de etiqueta en la que los anfitriones despliegan todo el
boato.

En este contexto, la mesa se ornamenta ostentosamente según unas


rígidas reglas, que tienen su origen en las mesas reales. En el siglo
XVIII, aparecen, así, en la Corte los surtout de table, entendiendo
por éstos un conjunto de elementos que se disponen en el “ca-
mino de la mesa”, que es como se denomina en España al espacio
del mantel que queda libre de platos y copas.

En época de Carlos IV, y conforme al gusto neoclásico del mo-


mento, se imponen los surtout de table que adquieren formas ar-
quitectónicas, destacando los trabajos del Real Laboratorio de
Piedras Duras del Buen Retiro. Este es posiblemente el origen de
un templete, elaborado con serpentina y mármoles de tonos ocres
y rosáceos, que se sitúa sobre la vitrina de joyas de la Galería Pri-
mera.

En el siglo XIX, se asiste a un cierto aburguesamiento de los sur-


tout de table, imponiéndose los modelos destinados a acoger fru-
tas y dulces. A esta categoría, pertenece el conjunto de fruteros,
dulceras y pies de frutero que se expone sobre la mesa del Come-
dor de Gala. Una fotografía de una cena servida en 1891, muestra
que éste era su detino, mientras que la pieza central acogía unas flo-
res, siendo ésta una novedad importante que comienza a introdu-
cirse en la decoración de mesas. Aparece, asimismo un candelabro,
elemento que permitía crear bonitos efectos a reflejar las luces
sobre el metal dorado y el cristal.
Centro de mesa, dulcera y fruteros,
pertenecientes al conjunto de surtout
de table del Comedor de Gala
S. XIX
Vestir la mesa

Christian Franzen y Nissen


Palacio Cerralbo de Madrid
1891
Archivo Fotográfico Museo Cerralbo
Diversiones palaciegas
El billar se origina, en sentido estricto, en el siglo XV, cuando bajo
el reinado de Luis XI, se introduce una mesa con bandas para prac-
ticar un juego de pelotas impulsadas por palos. Desde este mo-
mento, el billar comenzó a popularizarse en las cortes europeas,
para alcanzar su máximo apogeo entre los aristócratas franceses
del siglo XVIII; costumbre que testimonia Chardin en la afamada
obra Una partida de billar.

En España, Fernando VII fue un gran aficionado, como prueba la


deliciosa mesa de billar que se conserva en la Casita del Labrador
del Palacio de Aranjuez, al igual que su nieto Alfonso XII, que
mandó construir una soberbia sala de estilo inglés en el Palacio
Real.

La nobleza del momento no es ajena a las costumbres reales e in-


corpora en sus viviendas salas de billar, caso de la presente en el Pa-
lacio Cerralbo. En ella, aparecen un conjunto de divanes con
reposapiés extraíbles para contemplar el juego, si bien todo el pro-
tagonismo recae en la espléndida mesa de billar. Se trata de una
mesa de roble, con ornamentación a base de aplicaciones de bronce
dorado y dibujos en marquetería, consistentes en hojarascas y flo-
res, pájaros que picotean mariposas, y rostros bufonescos. En ori-
gen estuvo dotada de seis troneras, cuatro en las esquinas y dos en
el centro de los lados mayores, estructura tradicionalmente ligada
al denominado billard à blouses o billar inglés. En algún momento,
las troneras se condenaron con piezas de madera sobre las que se
extendió la bayeta del tablero, restringiendo las posibilidades al
billar de carambolas o francés.

En el billar, el silencio marcado por los suaves sonidos de las bolas,


Mesa de billar la penumbra que circunda a la mesa, contrastando con la luz que
Francia cae directamente sobre el tapete y el ritmo pausado marcado por
Hacia 1855 la alternancia de jugadores sólo viene a subrayar la nobleza del
Salón Billar juego.

7
Diversiones palaciegas

Christian Franzen y Nissen


Palacio Cerralbo de Madrid
1891
Archivo Fotográfico Museo Cerralbo
Heráldica en el hogar
La intencionalidad de personalizar las obras dejando constancia
del encargante o propietario, mediante la inclusión de su escudo
se remonta al siglo XIII, aunque cobra auge en los siglos XIV y XV.
Es en este momento, cuando se configuran los escudos o blaso-
nes nobiliarios en la Europa feudal que permitían identificar a
cada linaje en la Corte, en las celebraciones festivas y en los com-
bates. Del mismo modo, el emblema o escudo familiar comienza
a estar presente en todo tipo de elementos arquitétonicos y de ob-
jetos de uso cotidiano e, incluso, en la indumentaria del servicio,
perpetuándose esta costumbre en nuestros días.

Escudo de armas de la La Escalera de Honor aparece presidida por el escudo de armas


Casa de Cerralbo de los Marqueses de Cerralbo. A la derecha, las de la Marquesa,
Escayola estucada
doña Inocencia Serrano y Cerver, y a la izquierda las de don En-
Hacia 1893
Escalera de Honor rique de Aguilera y Gamboa, que, además de Marqués de Ce-
rralbo, era Marqués de Almarza y de Campo Fuerte, Conde de
Alcudia, de Villalobos y de Foncalada. Destaca la presencia de un
águila sobre el todo, que hace alusión a la rama de los Aguilera;
elemento que se repite en diversos puntos del edificio, como en
el techo de esta estancia.

En la vitrina florentina de la Galería Segunda, se localiza, por su


Enfriador de copas parte, un enfriador de copas. Se trata de una pieza producida
Fábrica de Alcora en la fábrica de Alcora que presenta el escudo de Felipe V, ya que
S. XVIII se encargó para completar la vajilla de Compañía de Indias del
Galería Segunda Monarca que actualmente se encuentra dispersa en diversas insti-
tuciones, como el Museo Arqueológico Nacional, el Palacio Real
de Madrid o el Museo Nacional de Artes Decortivas.

En la Galería Segunda aparecen también cuatro jarrones de por-


celana china de estilo Imari que pertenecieron a Antonio de
Orleans, Duque de Montpensier, y que presentan el escudo de la
muy ilustre Casa de Orleans.

Jarrones del Regente


Porcelana china/ Estilo Imari
China
S. XIX
8 Galería Segunda
El lujo es una necesidad que empieza
cuando acaba la necesidad.

Gabrielle Coco Chanel

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