2019 Naufragios Coloniales Caribe PDF
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Y ARQUEOLOGÍA DESDE EL
CARIBE COLOMBIANO
*Esta investigación hizo parte de las ponencias presentadas durante el 1er Simposio Internacional
de Historia Marítima. Navegaciones Atlánticas: Rutas, embarcaciones y gentes de mar, efectuado en Bogotá
en octubre de 2017. Para la elaboración de este texto se utilizó principalmente la investigación
titulada Naufragios y puertos marítimos del Caribe colombiano, siglo XVI al siglo XVIII (Pérez y
Romero 2005) y algunos informes técnicos de programas de arqueología preventiva para proyectos
de hidrocarburos costa afuera – offshore, elaborados por el autor (Pérez 2013a; 2013b; 2014).
Resumen
Abstract
The article presents the most significant aspects of an anthropology thesis that
demonstrated that the colonial maritime shipwrecks in the Caribbean Sea were
events with important social and economic repercussions rarely analyzed by
the human sciences in Colombia. The relevance that colonial maritime shi-
pwrecks have had for this country is reviewed in order to propitiate the deve-
lopment of the discipline of underwater archaeology and to establish in the
legal scope that may or may not be considered as underwater cultural heritage.
Likewise, it is demonstrated how in the disproportionate eagerness to recover
or rescue the cargoes of sunken ships, in Colombia, expeditions have been
financed, exploration permits granted and laws enacted, without it seeming
clear the cultural purpose of these companies.
Keywords: navigation, colonial shipwrecks, Caribbean sea, underwater cultural heritage, un-
derwater archaeology, Colombia.
Resumo
Introducción
La navegación a vela de tiempos históricos1 y sus naufragios2 son temas de limitado
conocimiento por parte de dirigentes, investigadores y público en general. Por
esto, no se comprende la importancia histórica y cultural de este tipo de acciden-
tes, se desconocen las tipologías y consecuencias de estos siniestros y tampoco se
tiene certeza de cuáles son las disciplinas interesadas en estudiar estos sucesos y
para qué lo hacen. Podría afirmarse que, en términos generales, se ignora cuál es
el patrimonio cultural –tangible e intangible– vinculado con la navegación atlán-
tica y sus diferentes manifestaciones.
Ante tan desafortunado escenario, durante los años 2001 y 2003 los estudiantes de
antropología de la Universidad Nacional de Colombia – sede Bogotá, Juan Felipe
Pérez Díaz y Luis René Romero Castaño, con la dirección de la antropóloga Mo-
nika Therrien, decidieron llevar a cabo una investigación a la que titularon Nau-
fragios y puertos marítimos en el Caribe colombiano, siglo XVI al siglo XVIII.
1 El concepto de tiempos históricos hace alusión al periodo de la historia humana donde aparece la documentación
escrita (Fagan y Orser, 1995, pp. 5-20). Para el caso americano, dicha documentación inicia con la llegada de los
europeos a América en 1492. En Colombia, la secuencia histórico cultural establecida y empleada desde la aca-
demia para la subdivisión de estos tiempos corresponde a los periodos denominados como: conquista y colonia
(1508 época de las gobernaciones a 1810 en el que el Nuevo Reino de Granada pasa del dominio español al dominio
criollo), independencia (1810-1819) y república (1819 a la fecha).
2 En el texto se empleará solo la palabra naufragio para referirse al hundimiento de una embarcación en el océano
sin que esto suponga el desconocimiento de la existencia de términos como pecios o especies naufragas; expresiones
empleadas en la literatura académica y jurídica para referirse a este tipo de siniestros.
Ante tales limitantes, se decidió plantear un estudio en el que se usarían las fuen-
tes históricas y académicas como ejes de la investigación para que, posteriormen-
te, con la arqueología se aportaran datos sobre aspectos no asequibles o comple-
mentarios a la información escrita. Así las cosas, el reto del trabajo correspondió
a la localización y correcto uso de la gran variedad de registros documentales que
3 Durante el desarrollo de la tesis de grado se empleó el término de patrimonio cultural sumergido para definir el
conjunto de evidencias humanas, con valoración cultural y arqueológica, que se encuentran total o parcialmente
en contextos acuáticos como el mar y aguas continentales. En este artículo, se hará uso del término patrimonio
cultural subacuático y no el de patrimonio cultural sumergido para marcar la diferencia conceptual que existe
en dicha materia, entre la definición de la convención de la UNESCO de 2001 y la Ley 1675 de 2013 de la legislación
colombiana.
daban cuenta tanto de naufragios como de la relación de estos, con hechos histó-
ricos y comerciales de los puertos marítimos del Nuevo Reino Granada4.
4 El Nuevo Reino de Granada o La Nueva Granada fue la denominación genérica que la monarquía española de los
siglos XVI al siglo XVIII asignó a los territorios del norte de América del Sur para su administración y gobierno.
Estas nominaciones, con algunas transformaciones, fueron también utilizadas para llamar a las primeras divi-
siones políticas de carácter republicano asignadas a este territorio. Actualmente, buena parte de los territorios
que pertenecieron a La Nueva Granada, conforman la actual República de Colombia.
5 En la obra de Oviedo, en su libro titulado Infortunios y naufragios acaecidos en los mares de las Indias, islas y Tierra Firme del mar
Océano, se encuentran datos de dos naufragios en el mar Caribe colombiano. El rango temporal de la obra Oviedo
es de hasta principios del siglo XVI sin que existan datos posteriores a esa fecha.
6 En este trabajo se hacen referencia a eventos ocurridos en territorio norteamericano y la región sur del continen-
te americano, pero no se reportan naufragios para el territorio del Nuevo Reino de Granada.
1991); Naufragios en la Carrera de Indias durante los siglos XVI y XVII (Pérez-Mallaína, 1997)7
y La recuperación de pecios en la Carrera de las Indias (De Castro, 2001).
Resultados de la Investigación
Se ha considerado oportuno respetar el orden de los contenidos de la monografía
de grado para presentar los resultados de la investigación en este artículo, enun-
ciada en líneas anteriores, como las áreas del conocimiento cubiertas por el traba-
jo. Sin embargo, sólo se incluirán algunos de los datos más significativos e ilus-
trativos de cada tema y no se presentará información relacionada con los estudios
de caso de los nueve naufragios documentados en el AGN, pues este trabajo supe-
ra los objetivos e intereses académicos de este artículo.
Tal vez, uno de los casos más nombrados de estos rescates es el de Nuestra Señora de
Atocha. Una empresa dirigida por el Sr. Mel Fischer, que tuvo un lema que evidencia
el espíritu, motivación y metodología del trabajo “Vamos a ser millonarios en cosa de
una semana” (Mathewson III, 1988 y Sinclair, 2002). Sin embargo, la exploración y
recuperación de la carga principal del Atocha duró 16 años. Algunos elementos de
poco valor comercial, pero con un gran significado cultural y arqueológico fueron
10 Para la presentación de antecedentes, se redactó una versión breve y actualizada, que incluye bibliografía desde
el año 2003 hasta el 2018.
11 Denominados también como cazatesoros.
Los pocos trabajos que se han desarrollado en el país, tanto de corte académico
como preventivo, se han concentrado especialmente en el mar Caribe y en la loca-
lización e investigación de naufragios del periodo colonial. La bahía de Cartagena
de Indias y sus inmediaciones, en su calidad de principal puerto marítimo duran-
te la época colonial para el Nuevo Reino Granada, ha sido un lugar privilegiado
para el desarrollo de actividades vinculadas con la arqueología subacuática o el
patrimonio cultural subacuático, en detrimento de otros espacios marítimos del
12 Ni siquiera lo fue la declaración del expresidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, del
27 de noviembre de 2015, en la que anunció la localización exacta del naufragio del galeón San José. Es de señalar
que, a la fecha, no se han sido socializadas las motivaciones científicas de la campaña que implementó el Estado
colombiano para la localización del naufragio.
13 Son las manifestaciones relacionadas con la actividad marítima tanto construcciones, como objetos y creaciones
inmateriales, que pueden verse reflejados en los puertos, astilleros, en las viviendas, en las embarcaciones, en
las artes de pesca, la ingeniería marítima enfocada a las técnicas, saberes y conocimientos del trabajo, en las
canciones y tradición oral; además de las relaciones que se han tejido a lo largo de la historia entre el mar y las
comunidades que vivieron y viven de él.
Según un informe especial publicado por la revista Semana y titulado “La isla del teso-
ro”, la compañía norteamericana Pacific Geographic Society, en el año de 1994, ganó
una licitación para rescatar los restos de los cuatro barcos naufragados de La Flota
de Tierra Firme de 1605. De esta intervención no se conocen informes, la relación de
elementos extraídos, la metodología de trabajo o la forma como se encontraron y
dejaron los yacimientos arqueológicos.
14 Nueve estudiantes de pregrado de la carrera de antropología de las universidades de Los Andes, del Cauca y la
Nacional, sede Bogotá; una estudiante de la carrera restauración de la universidad Externado y diez miembros de
la Armada Nacional, cinco suboficiales y cinco oficiales.
15 La ubicación del yacimiento se hizo gracias a la información suministrada por miembros del CIOH y no como
resultado de un proceso de prospección arqueológica.
Dibujo elaborado por el antropólogo Omar Ricardo Peña, estudiante del cur-
so de Cartagena del 2001, con base en los datos del levantamiento arqueoló-
gico efectuado en el naufragio.
Ilustración 1. Recreación artística del
naufragio del navío El Conquistador
El mismo año, Carlos del Cairo, presentó el trabajo titulado “Arqueología subacuá-
tica de los restos de una construcción militar del siglo XVII en Tierrabomba (Cartagena de Indias):
Batería de la Chamba, en el que se identificó, registró y analizó una estructura mili-
tar del siglo XVIII, a partir de metodologías arqueológicas de tierra y agua. En su
investigación se encontraron artefactos de distinto uso como un cañón sumergi-
do, fragmentos de ladrillos, cerámica y ecofactos, así como piedras coralinas que
fueron usadas para la construcción de la estructura militar (Del Cairo 2004).
16 Aunque el título de la monografía supone la presentación de un mapa arqueológico, esto no fue posible debido a
las limitaciones legales que en la fecha operaban para efectuar reconocimientos, localización y referenciación de
sitios arqueológicos subacuáticos.
Este caso es uno de los ejemplos más claros y actualizados, de cómo intereses per-
sonales y privados, apoyados por toda la maquinaria del estado, planificaron una
ruta de trabajo para modificar, tanto a nivel académico y legal, los sustentos bási-
cos de los conceptos de patrimonio cultural y arqueológico de la Nación18. El cáncer
del galeón San José hizo metástasis en el ámbito legal, posibilitando la creación en el
2013, de una legislación especial para normalizar y regular las intervenciones sobre
el patrimonio cultural sumergido. Así, el alto gobierno, asesorado por los funcio-
narios de sus entes culturales en su infinita sabiduría, estableció la fórmula legal
para que quien intervenga el Patrimonio Cultural Subacuático,19 pueda obtener
un aprovechamiento económico por su supuesto interés filantrópico.
17 Sobre el galeón San José existe abundante bibliografía. Se encuentran tanto libros, como una gran variedad de
artículos de revistas y prensa. La publicación de estos últimos aumentó entre los años 2015 y 2018. De la vasta
información al respecto se recomienda revisar la investigación de Carla Rahn (2010), las declaraciones de Juan
Guillermo Martín (ver, por ejemplo: Robles 2017) y los artículos y demandas de Antonio José Rengifo (ver, por
ejemplo: Rengifo 2017).
18 El 30 de julio del 2013 se reglamentó la Ley 1675 que modifica los artículos 63, 70 y 72 de la Constitución Política
de Colombia en cuanto al manejo del Patrimonio Cultural Sumergido de la Nación. En 2014, el Ministerio de
Cultura mediante acto administrativo reglamentó los procedimientos para la exploración, intervención, apro-
vechamiento económico, conservación y curaduría del patrimonio cultural sumergido, a través del Decreto 1698.
Actualmente, se cuenta con el Decreto 1080 del 26 de mayo de 2015 del Ministerio de Cultura, mediante el cual
se compilan las normas de carácter reglamentario que hacen referencia al procedimiento y manejo de los bienes
culturales de la Nación. En lo referente al patrimonio cultural sumergido interesa observar en el decreto 1080 de
2015, la recopilación de los decretos 264 de 1963, 833 de 2002, 763 de 2009 y 1698 de 2014.
19 Mayúsculas y negrita utilizadas para enfatizar los valores arqueológicos y culturales intrínsecos de dicho patri-
monio.
20 No es el propósito de este artículo elaborar un estado del arte de los programas de arqueología preventiva del país
vinculados con el patrimonio cultural subacuático. Sin embargo, para contextualizar las aseveraciones de este
párrafo y para aquellos interesados en profundizar en la materia, se recomienda consultar en la biblioteca espe-
cializada del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
21 Varias de estas entidades han sido gestadas y lideradas por los participantes del curso de Cartagena del 2001.
22 Se destacan dentro del grupo de actores institucionales la Fundación Argos (liquidada en la actualidad), la Fun-
dación Proyecto Navío “F.P.N”, la Fundación Terra Firme, la Fundación Apalaanchi, el programa de arqueología
de la Universidad Externado de Colombia (Bogotá) y los docentes e investigadores de arqueología de la Universi-
dad del Norte (Barranquilla).
Entre los siglos XIII y XVIII la náutica23 tuvo avances importantes en campos como
la cosmología, la física, el invento de instrumentos de navegación, la práctica de
métodos de cartografía náutica y la navegación de altura24 y cabotaje25 que abona-
ron en el conocimiento geográfico del planeta. A la par de estos avances, evolu-
cionaron también los métodos y las técnicas de construcción naval desde formas
empíricas y artesanales transmitidas por generaciones de carpinteros tradiciona-
les de ribera, hasta la institución oficial y formal de métodos de construcción con
normas de arqueamiento, fórmulas exactas y medidas unificadas. Dichos méto-
dos oficiales de construcción naval, sin lugar a dudas, fueron el producto de la
convergencia de saberes.
Es claro que el medio que hizo posible dicho intercambio fue la navegación, la
vía de comunicación los océanos, y los vehículos utilizados las embarcaciones de
gran tonelaje impulsadas por el viento y las corrientes marinas. Dichas estructu-
ras móviles se consolidaron como obras de ingeniería y arte; producto y reflejo de
las diferentes condiciones económicas, políticas, técnicas, naturales, culturales y
comerciales desarrolladas en tierra firme.
23 Se entiende por náutica todo lo relacionado con la ciencia y el arte de la navegación (RAE, 1734). La náutica es
considerada ciencia porque se sustenta en conocimientos y saberes físicos, matemáticos, oceanográficos, carto-
gráficos, astronómicos, entre otros; y arte por la destreza que debe tener un navegante para afrontar los peligros
inherentes a la navegación. El empleo de este término integra todos los aspectos técnicos y sociales asociados con
la navegación.
24 Es aquella navegación que se hace por mar fuera de la vista de la tierra, y en la que se utiliza, para determinar la
situación de la nave, la altura de los astros (RAE, 2011).
25 Navegación o tráfico que se hace por las inmediaciones y a vista de la costa y el mar (RAE, 1832), generalmente
entre los puertos de un mismo país.
El sistema de flotas españolas funcionó desde el 16 de julio 1561 hasta 1737 y estu-
vo regido por los vientos y las corrientes marinas. En 1564, el Rey Felipe II decretó
que cada año partirían para América dos flotas. La flota que zarpaba a finales de
abril o principios de mayo se dirigía a Nueva España, y la de agosto a Tierra Fir-
me. Salían del puerto de Sevilla o Cádiz para luego llegar hasta las costas de Áfri-
ca, y de allí, proseguir a las Canarias. Luego, tomaban rumbo a las Antillas Me-
nores o en algunos casos hasta Trinidad y Tobago, la isla Dominica o Guadalupe,
de donde se dirigían a Veracruz en México o Portobello en Panamá haciendo esca-
la en Cartagena. A partir de las pequeñas Antillas, la flota de Tierra Firme seguía
al Cabo de la Vela, y de allí a Cartagena de Indias en donde permanecía por unos
días, luego hacía su última escala en Portobello o Nombre de Dios y regresaba
de nuevo a Cartagena, de donde se dirigía a La Habana para reunirse con la flota
de Nueva España, y así regresar a Europa antes del comienzo de la época de
huracanes (Cipolla, 1999; Haring, 1984; Lucena, 1992; Martínez, 1999; Patiño,
1991; Pérez-Mallaína, 1992; Pérez y Romero, 2005; Serrano, 1991).
Los contrabandistas fueron los principales beneficiados con las fallas que poseía
el comercio entre América y España. Las colonias españolas americanas eran tan
costosas de sostener y difícil de administrar desde territorio europeo, que muchas
potencias europeas decidieron desarrollar una política de poder, consistente en
atacar al comercio extranjero o ampliar y asegurar el propio. El poder se ejerció ya
no sólo en tierra sino también en mar abierto. Aparecieron en el Caribe embar-
caciones de piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros; ladrones de mar, auspi-
ciados por las diferentes monarquías europeas, en su gran mayoría protestantes
(Splendianni et al., 1997; Vila, 2001).
Una de las características de las diferentes sociedades que han habitado en es-
tos territorios, es que, desde tiempos prehispánicos, han estado involucradas en
complejos tejidos culturales y comerciales con el área andina y mesoamericana, y
también, con sociedades europeas y africanas en el periodo colonial. El comercio
de larga distancia, generado en esta área, unió en una compleja red a diferentes
sociedades y subregiones del Caribe potenciando diversos niveles de cultura y for-
mas económicas (Pérez-Mallaína 1992).
Las características marítimas de este territorio han hecho que las sociedades
(prehispánicas, hispánicas y republicanas) que han habitado en esta zona forjen
su tecnología, cultura material, valores y creencias en relaciones de tipo anfibio,26
que las diferencian de las comunidades que han habitado y poblado los territorios
selváticos y andinos cercanos a esta región.
26 Para más información acerca de las culturas anfibias de la costa Caribe colombiana ver Borrero (2007) y los traba-
jos de Orlando Fals Borda.
es decir, cierta tendencia a inclinarse, como algo natural a lo que estaba por fuera
del orden hispánico.
■■ El naufragio colonial
El naufragio fue una situación a la que se tenía que enfrentar cualquier persona o
barco que quisiera navegar por las rutas comerciales que se crearon durante el pe-
ríodo colonial. A pesar de eso, no alteró de un modo significativo el tráfico con las
colonias americanas. Pero, por ser un fenómeno de gran importancia en el cam-
po jurídico, económico y social presenta varias características que ningún otro
accidente o hecho histórico de este período posee (De Castro, 2001, p. 107). Cada
suceso de este tipo afectó a la sociedad de los siglos XVI, XVII y XVIII en diferentes
niveles y maneras.
Esos accidentes navales son considerados como cápsulas de tiempo por cuanto
encierran la historia de un barco en particular, pero estas naves también están
asociadas a actividades sociales, económicas e incluso simbólicas que brindan in-
El Atlántico fue, para los navegantes de la época colonial, una zona vasta donde
había presencia de grandes fuerzas sobrenaturales, en la que la imaginación, los
temores y las fantasías de la gente de este período, podían tener un espacio vivo.
Por esta razón, era una verdad generalizada que las causas de los naufragios se
encontraban en la magia y en los mandatos divinos (Pérez-Mallaína, 1992 y 1997;
Serrano, 1991).
Una causa frecuente de los naufragios coloniales era el fuego. Para esa época,
los buques que navegaban por los mares de la tierra, además de tener el casco
de madera, eran dotadas de aparejos27 embreados, velas de cáñamo y mercancía
inflamable como pólvora, que en la gran mayoría de embarcaciones se transporta-
ba envasada en barriles de madera. Transportar este tipo de elementos no habría
sido un problema, si estos elementos no hubieran estado siempre expuestos al
fuego o a lámparas de aceite en cercanía de una llama, pero, dentro de un barco,
debía existir fuego y no siempre, se tomaban las precauciones necesarias para no
incendiar la embarcación (Pérez-Mallaína, 1992; Serrano, 1991).
Por otra parte, los fraudes cometidos en la construcción de galeones y barcos mer-
cantes fue otro de los factores que incidieron en la generación de accidentes mari-
nos que terminaron en naufragios. Serrano Mangas, en su libro Función y evolución
del galeón, establece dos motivaciones principales para la realización de los fraudes
que, aunque se realizaban desde tiempo atrás, alcanzó su mayor popularidad du-
rante la segunda mitad del siglo XVII (Serrano, 1985).
Por último, se deben nombrar los ataques de piratas, el corso y las batallas navales
como acciones humanas que dejaron en el fondo del mar muchas embarcaciones
del período colonial.
Al conocer las causas de un naufragio se puede tener una idea de las dimensiones
del accidente pues, no es lo mismo una embarcación encallada en un bajo de are-
na que un buque ido a pique, o un hundimiento causado por los varios disparos
de un cañón enemigo. Las principales consecuencias de estos sucesos se podrían
sintetizar en:
El Rey fue el principal interesado en recuperar las cargas perdidas en el mar (Pé-
rez-Mallaína, 1997; Serrano, 1991). La mercancía, en la época de la Colonia y la
Conquista, representó el bien más preciado. La carga tenía prioridad de salvarse
aún por encima de los pasajeros y tripulación de un barco. Durante un naufragio
las barcas de salvamento estaban ocupadas con toda seguridad por bulas, oro,
mercadería fina, plata, esclavos antes que por marineros, mujeres, niños o sim-
ples pasajeros.
Cuando la pérdida era total, los dueños del barco y los comerciantes buscaban ser
indemnizados. No se debe perder de vista que la gran mayoría de las embarcacio-
nes de las armadas reales eran de propiedad particular y habían sido alquiladas a
sus dueños. La corona se hizo responsable de las labores de salvamento y de hacer
una repartición justa de las pertenencias recuperadas. De este modo, La Casa de
Los asientos para bucear en los naufragios fueron de dos clases. El primero fue el
que se producía inmediatamente ocurrido el naufragio. En estos eventos las enti-
dades monárquicas propiciaron la búsqueda y se basaban en la legislación sobre
rescate de buques de la época. El segundo, consistió en contratos a entes privados
en los cuáles se negociaba el porcentaje de ganancias sobre los bienes recupera-
dos en el buceo. En este tipo de asuntos siempre existieron otros intereses económicos
diferentes a los de la recuperación de mercancía naufragadas.
La ficha técnica creada para sistematizar la información recopilada sobre los nau-
fragios investigados, corresponde a una tabla organizada en dos columnas y once
filas. En la primera columna se asignaron las diferentes categorías explicativas
elegidas de acuerdo con las necesidades de la investigación y la segunda colum-
na contiene la información encontrada de cada naufragio. El propósito de tales
fichas fue facilitar la consulta, homogenizar los datos a buscar para cada acciden-
te, así como organizar cronológica y espacialmente cada uno los naufragios cata-
logados. El formato de tablas permitió hacer un registro histórico del accidente,
NUMERO1 85
AÑO 2
25 de marzo de 1789
LUGAR3 Bajos de Salmedina (Cartagena)
RUTA 4
Guinea-Cartagena
NAVE 5
Fragata San Antonio alias Belmouth
TRIPULACIÓN Y/O PASAJEROS 6
Capitán de la fragata Luis Ferrer y Boni.
CARGAMENTO7 159 esclavos negros del rey
CAUSA 8
Impacto contra un bajo
-A.G.I. Santa Fe 573.
REFERENCIA EN ARCHIVO9
-A.G.N Milicias y Marina, tomo 54, 20,
Francisco Ojeda. Tesoros bajo el mar. España: Editores
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA10
Extremeños, 1999, p. 184.
Al parecer la causa humana del impacto, fue el
OTROS11 desconocimiento de la entrada a Bocachica. En la
embarcación se efectuaron trabajos de rescate.
Fuente: Pérez y Romero, 2005.
1
Código asignado al naufragio de acuerdo al orden cronológico en que acaeció dicho suceso. También el número
sirve de guía de ubicación del siniestro en el mapa histórico realizado.
2
Refiere a la fecha en la que ocurrió el naufragio.
3
Sitio donde ocurrió el naufragio. En la base de datos aparecen algunas veces las zonas geográficas “exactas” del
accidente y en otros, simplemente se asoció el naufragio a una región geográfica.
4
Trayecto que tenía asignado la embarcación.
5
Características tipológicas de la embarcación
6
Refiere al nombre de las personas que viajaban en la embarcación.
7
Da cuenta del tipo de mercancía que se transportaba.
8
La forma en la que naufragó la nave.
9
Referencia las fuentes primarias en donde se localizaron los datos del naufragio.
10
Referencia las fuentes secundarias donde se localizaron los datos del naufragio (autor, fecha de edición del
trabajo y páginas).
11
Información que complementa la información del accidente como: algunas referencias históricas, yacimientos
con estudios arqueológicos o lugares expoliados.
Mapas Históricos
34 Entidad oficial que desde 1975 ha venido realizando las cartas náuticas del estado colombiano.
Ilustración 3. Detalle del mapa con la ubicación de naufragios de la bahía de Cartagena de Indias
Al igual que en la base de datos, en los mapas se agruparon los naufragios por
siglos y dentro de estas dos cartas náuticas se crearon cuatro convenciones temá-
ticas para ilustrar los accidentes marítimos. Cada siglo fue representado por un
modelo de barco característico de cada período, enmarcado en un círculo y su ta-
maño en el mapa varía según la escala de las otras convenciones de la carta náuti-
ca en donde se encuentran ubicados. Para una mejor lectura de las convenciones,
cada siglo fue identificado con un color.
Conclusiones
La navegación a vela durante el comercio oceánico del período colonial, tres siglos
después de Colón, fue la forma más peligrosa de transporte jamás imaginada.
Además de los naufragios, estaban los ataques de piratas, las malas condiciones
alimentarías y sanitarias, las epidemias y los fraudes en la construcción de las
embarcaciones que hacían de la navegación de altura, una actividad en donde se
podía encontrar la muerte fácilmente. Era muy factible pues, que un barco sobre-
viviera a todas las dificultades del mar; pero muchas veces terminaba bajo la mira
de un cañón de un barco pirata, que sólo ofrecía dos opciones: entregar el barco o
combatir hasta la muerte sin importar el precio que tuviera que pagarse.
Es claro que las naves naufragadas con sus artefactos y estructuras, son indicati-
vos de hechos aparentemente aislados en lugares específicos y, además, reflejan
las actividades que se desarrollaban entre varios continentes o entre diferentes
áreas de un mismo territorio. Por lo tanto, cualquier acercamiento a los restos de
una embarcación colonial, debe considerar el análisis y la interpretación de todos
estos aspectos para no realizar trabajos parciales. Los elementos del pasado su-
mergido, son evidencia material de las actividades humanas que son susceptibles
de ser investigadas e interpretadas por parte de los científicos sociales, como los
arqueólogos.
Bibliografía
Fuentes primarias
Brito, Bernardo Gómez de. (1735). Historia trágico–marítima. Lisboa: Officina da Congregaçaõ
do Oratorio.
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Madrid: Dastín.
Ledesma, Pedro de. (1986). Pesca de perlas y busca de galeones [Edición facsímil]. Madrid: Mi-
nisterio de Defensa.
35 Este trabajo de grado en el año 2003 fue reconocido con mención meritoria por el departamento de antropología de la
Universidad Nacional de Colombia – sede Bogotá. Posteriormente en el año 2004, obtuvo el tercer puesto dentro
del concurso Mejores trabajos de grado de la Universidad Nacional (2003-2004). Posterior a ello, en el 2005, la investigación
fue galardonada a nivel internacional en México, con el primer puesto del concurso Premios al Pensamiento Caribeño
(2003-2004), Área de pensamiento Antropológico, otorgado por el Estado Libre y Soberano de Quintana Roo, la Universi-
dad Quintana Roo y la UNESCO. A hoy, 16 años después de su realización, muchas de sus consideraciones refe-
rentes a la concepción, protección y gestión estatal del patrimonio cultural subacuático siguen vigentes.
Oviedo y Valdés, Gonzalo Fernández de. (1535). La Historia General y Natural de Indias. En: José
Amador de los Ríos (Comp.) Tomo 5. Madrid: Imprenta de la Real Academia de
la Historia.
Normativa
Congreso de Colombia. (30 de diciembre de 1959). Por la cual se dictan medidas sobre de-
fensa y conservación del patrimonio histórico, artístico y monumentos públicos
de la Nación. [Ley 163 de 1959].
Congreso de Colombia. (7 de agosto de 1997). Por la cual se desarrollan los artículos 70, 71 y
72 y demás artículos concordantes de la Constitución Política y se dictan normas
sobre patrimonio cultural, fomentos y estímulos a la cultura, se crea el Minis-
terio de la Cultura y se trasladan algunas dependencias. [Ley 397 de 1997]. DO:
43.102.
Congreso de Colombia. (12 marzo de 2008). Por la cual se modifica y adiciona la Ley 397 de
1997 –Ley General de Cultura– y se dictan otras disposiciones. [Ley 1185 de 2008].
DO: 46.929.
Congreso de Colombia. (30 de julio de 2013). Por medio de la cual se reglamentan los ar-
tículos 63, 70 y 72 de la Constitución Política de Colombia en lo relativo al patri-
monio cultural sumergido. [Ley 1675 de 2013]. DO: 48.867.
Presidente de la República de Colombia. (12 de febrero de 1963). Por el cual se reglamenta
la Ley 163 de 1959 sobre defensa y conservación del Patrimonio Histórico, Artísti-
co y Monumentos Públicos de la Nación. [Decreto 264 de 1963]. Do: 31.025
Presidente de la República de Colombia. (26 de abril de 2002). Por el cual se reglamenta
parcialmente la Ley 397 de 1997 en materia de Patrimonio Arqueológico Nacional
y se dictan otras disposiciones. [Decreto 833 de 2002]. DO: 44.786
Presidente de la República de Colombia. (10 de marzo de 2009). Por el cual se reglamentan
parcialmente las Leyes 814 de 2003 y 397 de 1997 modificada por medio de la Ley
1185 de 2008, en lo correspondiente al Patrimonio Cultural de la Nación de natu-
raleza material. [Decreto 763 de 2009]. DO: 47287
Presidente de la República de Colombia. (5 de septiembre de 2014). Por medio del cual se
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