Lo Afro en América Andina de Catherine Walsh PDF
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en América Andina
Lo Afro en América andina: Reflexiones en
torno a luchas actuales de (in)visibilidad,
(re)existencia y pensamiento
Por
Catherine Walsh
u n iver s i da d a n d i na s i m ó n b o l í va r, qu i to, e c ua d or
biografía
Catherine Walsh es profesora principal y directora del doctorado en Estudios Culturales
Latinoamericanos de la Universidad Andina Simon Bolivar, Sede Ecuador, donde tam-
bién dirige el Taller Intercultural y la Cátedra de Estudios de la Diáspora Afro-Andina.
Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Pensamiento critico y matriz
(de)colonial (Quito, UASB/Abya Yala, 2005); “Interculturality and the Coloniality of
Power. An ‘Other’ Thinking and Positioning from the Colonial Difference,” (en Colo-
niality of Power, Transmodernity, and Border Thinking, R. Grosfoguel, J.D. Saldivar, and
N. Maldonado-Torres, eds.). Duke University Press, en prensa); “Shifting the Geopolitics
of Critical Knowledge: Decolonial Thought and Cultural Studies ´Others´”, Cultural
Studies, 2007, en prensa; “Afro Andean Thought and Diasporic Ancestrality” (en Shifting
the Geography of Reason: Gender, Science and Religion, Marina Banchetti and Clevis
Headley (eds.) London: Cambridge Scholars Press, en prensa); y “The (Re)Articulation
of Political Subjectivities and Colonial Difference in Ecuador: Reflections on Capitalism
and the Geopolitics of Knowledge,” Nepantla 3.1, 2002.
Journal of Latin American and Caribbean Anthropology,Vol. 12, No. 1, pp. 200–212. ISSN 1935-4932, online ISSN 1925-4940.
© 2007 by the American Anthropological Association. All rights reserved. Please direct all requests for permissions to photo-
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http://www.ucpressjournals.com/reprintinfo/asp. DOI: 10.1525/jlaca.2007.12.1.200
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Una historia de negación, ocultamiento,
minimización, sumado a esto el racismo
que por su parte sirve de justificativo
al propio colonialismo. [Todo] eso aconteció
con el pueblo negro, su historia, su cultura,
su esencia de seres humanos se ha nutrido
permanentemente de relaciones violentas de
negación al derecho de la diversidad,
de la existencia como pueblo.1
Hablar de lo afro en América Andina parece ser una anomalía. Una anomalía que,
a pesar de las recientes movilizaciones identitarias, los reclamos jurídicos y las
luchas de visibilidad, sigue en los imaginarios de la región y de las naciones que for-
man parte de ella. Una anomalía que encuentra su verdad en las prácticas de
racismo, exclusión y discriminación que permanecen vivas dentro de las esferas
sociales y políticas, como también de las educativas y académicas.
De hecho, hay poco reconocimiento que ésta región, típicamente imaginada
como indígena y mestiza, es también poblada por un gran número de descendientes
africanos. Los pueblos de origen africano constituyen alrededor de 15 millones2,
geográficamente situados en las costas del pacífico y del caribe, en las ciudades de la
sierra y en los valles inter-andinos, incluyendo los yungas de Bolivia donde solo hace
muy poco tiempo fueron contados en los censos nacionales como indígenas; actual-
mente se constan en la recolección de datos simplemente como “otros” (ver Angola
a continuación). Imaginar pueblos afros a 2.800 metros como es el caso de ciudades
como Quito o Bogotá, o más alto aún en el caso de La Paz, es poner cabeza abajo la
noción todavía presente en América Latina, de que los negros son solo gente de la
costa. También es evidenciar la subalternización territorial y la racialización espa-
cial construidas en la misma noción de lo “Andino”.
A pesar de su presencia significativa, los pueblos afrodescendientes han per-
manecidos afuera de las construcciones e imaginarios tanto de “lo andino” como de
“la nación”; sus historias y pensamiento negados y silenciados con relación a las cul-
turas criollas y blanco-mestizas, como también a las culturas indígenas. Recordado
aquí es el “sentimiento de no existencia” sobre el cual habló Frantz Fanon (1961), un
sentimiento que a la vez apunta la relación enredada que sigue construyéndose
entre raza, saber y ser en esta región del mundo.
No obstante, y como hacen claros los artículos de este número de “Actualidades”,
el problema no es simplemente la exclusión de los afrodescendientes dentro de la
construcción de “lo andino”, sino y más significante, el impacto que esta exclusión
ha tenido con relación a la subjetividad, la identidad y el pensamiento y, por ende,
Exclusión y (re)existencia
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cultural, política y económica de los negros, como también a su exclusión dentro de
la construcción (teórica, discursiva) de la modernidad.
La contribución del negro que llegó como esclavo pareciera ser menos valiosa y nega-
tiva [en comparación con la del indígena]. El negro trajo consigo su sensualidad, su
superstición y su naturaleza primitiva. No está en condiciones de contribuír a la
creación de cultura alguna, sino de obstruirla por medio de la influencia cruda y
viviente de su barbarie (Mariategui 1995:246)
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Claro es que desde el cimarronaje de los siglos XVIII y XIX hasta el cima-
rronaje actual, los pueblos afrodescendientes de la región andina han resistido y
desafiado este orden, construyendo maneras de re-existir, de re-vivir y re-sentir la
diferencia y la nación de otro modo. Al contraste de los indígenas cuyas luchas
recientes encuentran su enfoque principal en la transformación de las estructuras
e instituciones estatales y sociales (una forma de de-colonialidad de lo de afuera),
las luchas afro-andinas tienden partir más de asuntos enraizados en la existencia
misma que con la transformación política y social (aunque eso también se
mantiene como meta).
Para los afrodescendientes de la región, el proceso es más bien desde adentro: la
afirmación, el fortalecimiento y re-existencia (y por ende la de-colonialidad) “casa
adentro” como paso necesario y anterior a lo de afuera. Como afirma Juan García,
es “despertar el sentido de pertenencia de ser negro . . . y retomar el poder vital nece-
sario para ponernos en términos iguales”5. El hecho de que esta afirmación y for-
talecimiento incluyen la recuperación y reconstrucción de memoria y conocimiento
colectivos (ver García 2003 y León 2003), incluyendo el “pensamiento cimarrón”
(Walsh y León, en prensa)6, revela la operación de una apuesta epistémica que tam-
bién esta ligada, aunque en forma diferente, a procesos de transformación social y
política. El sitio principal para este trabajo, incluyendo para las maneras “otras” de
re-existir, y de re-vivir y re-sentir la diferencia y la nación, se encuentra en los esfuer-
zos comunitarios de desarrollar una educación propia o afro-orientada, lo que se
conoce como etnoeducación.
Por eso mismo y como argumenta Barbarita Lara, lideresa y rectora del Colegio 19
de Noviembre de La Concepción en la Cuenca de Chota/Mira, “los primeros fun-
damentos [de la etnoeducación] deben ser epistémicos—conocimientos y saberes
propios que tengan la base en los saberes de las comunidades—los que nos
mantienen aquí como seres humanos para confrontar las desigualdades”9. Por lo
tanto, se dicen que la etnoeducación es una forma de liberación, una manera de
enfrentar la colonialidad del poder, del ser y también del saber; “un esfuerzo de los
pueblos excluidos para visualizar, construir y aplicar un proyecto donde las aspira-
ciones y los criterios culturales de ese pueblo, son el fundamento”10. En sí y como
hace claro García,“etnoeducar es autodeterminación, equivale a lograr conocimien-
tos y puesta en vigencia de valores, según las necesidades de la comunidad y del
pueblo que la articula como saber colectivo”11.
Claro es que en la manera que está conceptualizada, la propuesta y apuesta de
la etnoeducación no debe limitarse a las escuelas y colegios sino que también tomar
en cuenta el espacio de la universidad, un espacio en el cual el afro ha tenido poco
o nada de presencia, tanto por los problemas del acceso (reflejado en el porcentaje
bajo de asistencia), como por su perspectiva epistémica hegemónica que es
eurocéntrica y monocultural. Es esta perspectiva que ha venido negando y descon-
tando que las comunidades negras también son productores de conocimiento.
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Partiendo de esta necesidad de abrir la universidad a otras perspectivas y formas
de pensamiento, hemos venido construyendo desde 2001, espacios dentro de la
Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, dirigidos al diálogo, al estudio y
a la reflexión en torno al pensamiento crítico desde y con relación a lo afro. Es en
este contexto que la construcción de una relación entre los procesos etnoeducativos
y la universidad surge, inicialmente no por programas o cursos sino por pedido a
líderes y organizaciones de las comunidades, al establecer un espacio para el diálogo
entre grupos afros en un terreno “neutral” a las organizaciones, enfocado en temas
cruciales en este tiempo, incluyendo identidad, territorio, derechos colectivos y
etnoeducación12 Luego se establece relaciones directas con algunas organizaciones
y comunidades donde la petición de coordinar talleres etnoeducativos y abrir espa-
cios de diálogo y debate han sido frecuentes.
Para poder entender mejor esta relación, es necesario mencionar unos prece-
dentes sobre el Fondo Documental Afro-Andino, espacio que va a ser un puente
entre la academia y las comunidades con sus procesos. El Fondo Documental Afro-
Andino (de aquí en adelante llamado Fondo Afro) es una iniciativa y convenio entre
la Universidad Andina Simón Bolívar y la organización de Procesos de Comunidades
Negras del Ecuador (PCN), en colaboración con otras organizaciones afroecuatori-
anas, que se propone mediante la documentación e investigación, difundir la vida e
historias de los pueblos afros, sus saberes y sus conocimientos, modos de vida, cos-
movisiones y legados culturales, trabajando una visibilidad de los pueblos de la diás-
pora afro en la región andina. El nacimiento del Fondo Afro en el 2002 fue posible
gracias a la entrega en comodato, por parte de PCN de un archivo fotográfico de más
de 8.000 fotos y una colección de más de 3.000 horas de grabación que contienen tes-
timonios de pobladores afroecuatorianos, material que durante treinta y cinco años
fue realizado y recopilado por un equipo de trabajo liderado por el historiador
afroesmeraldeño Juan García en varias comunidades del país.
En cierta forma esta relación con las comunidades le permite replantear o por lo
menos repensar desde la universidad el accionar en función a las necesidades de los
procesos de las comunidades. Y es en este accionar, es decir en la relación establecida
con las comunidades, que se empieza a poner en debate y discusión la necesidad de
intervenir “desde adentro” en la universidad, así enfrentando la condición histórica
de “no existencia” (Fanon 1961) de lo afro, su cultura, historia y conocimientos, en los
diferentes programas académicos. Mientras que la coyuntura del espacio del Fondo
Afro abrió unos intersticios para esta intervención, sirviendo inicialmente como
puente entre académicos e intelectuales y activistas de los movimientos afros, no
logró penetrar lo académico por su propia “exterioridad” a ello.
Esta intervención “desde adentro” no pretende establecer o promover una
política de inclusión—entendida ésta como la “incorporación” de “otras prácticas”
dentro de lo establecido (una suerte de multiculturalismo dentro de la academia en
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la única en la región que posiciona el pensamiento desde y con relación a lo afro
más allá de la formación de maestros. No obstante y basada en la experiencia ini-
cial de la mención y conversaciones con líderes de las organizaciones, hemos visto
la obligación de acercarnos aún más a las necesidades reales de los líderes y
docentes de las comunidades. Con esto en mente y entendiendo las dificultades que
presenta un régimen de estudio académico de tiempo completo, iniciaremos en
2007 una Cátedra de Etnoeducación e Interculturalidad con un enfoque que
podría relacionar el desarrollo de conocimientos en torno a lo afro, reflexiones
críticas sobre la realidad actual, con elementos ligados a la práctica. Empero el
desafío real, es pensar en cómo vivenciar una propuesta educativa que vaya más
allá de lo étnico-racial. Es decir, posicionar la etnoeducación no solamente como
un aprendizaje de lo negro sobre lo negro (sin dejar la necesidad e importancia de
eso), sino también como parte de un proyecto intercultural—como un espacio de
circulación de conocimientos afros y no-afros, con un aprendizaje vivencial entre
diferentes pero en condiciones que enfrentan la inferiorización con miras hacia la
transformación social.
De hecho, es la esperanza de esta transformación social, de un mundo andino
distinto, que anima las luchas actuales de los afrodescendientes de la región, luchas
que parten de la necesidad y derecho de no sólo existir sino también de vivir bien14
como seres humanos y como pueblos ancestrales. En este sentido, vale la pena recor-
dar y dar agencia a las palabras de dos intelectuales-activistas afroamericanos cuyas
vidas ejemplificaron estas luchas. Uno es el afrocolombiano y ekobio mayor Manuel
Zapata Olivella quien argumentó hace algunos años que: “Las cadenas ya no están
en los pies, sino en las mentes”, y el otro es W.E.B. Du Bois quien dijo que: “La igno-
rancia no es solo de letras sino de la propia vida”. Son estas cadenas y esta ignoran-
cia que persisten en la región andina; por eso mismo, al enfrentarlas y construir
sociedades justas no es responsabilidad únicamente de los afros sino de todos. Sólo
así podemos realmente hablar de lo afro en lo andino más allá de una simple mani-
festación del reconocimiento de corte multicultural, apuntando más bien a proyec-
tos interculturales dirigidos a la de-colonialidad del poder, del saber y del ser,
proyectos por y de la vida.
Notas
Quijano (ver Quijano 2000), su desarrollo y discusión ha venido tomado forma también en las numerosas
publicaciones de intelectuales ligados con lo que ahora se refiere como el proyecto de modernidad/
colonialidad/decolonialidad. Ver, por ejemplo, Escobar 2003; Maldonaldo-Torres 2004; Mignolo 2001;
Walsh 2005.
4Comentarios en el Seminario “Geopolíticas del conocimiento”, Universidad Andina Simón Bolívar,
febrero 2001.
6Nuestro uso de “cimarrón” aquí no tiene su enfoque en el sentido fugitivo del término sino en su
algunos dirigentes argumentan que tal oficialización es necesaria para llevar adelante un programa de
etnoeducación, otros argumentan que ésta destruiría su razón de ser política. Dentro del proyecto de ley
presentado al Congreso, se argumenta por la creación de: (1) la comisión Pedagógica Nacional de Asun-
tos Afroecuatorianos que se encargará de formular y ejecutar las políticas de etnoeducación para el
pueblo afroecuatoriano; (2) la Subsecretaria de Cultura Afroecuatoriana, la cual tendrá a su cargo la for-
mulación y ejecución de política de promoción, difusión de la cultura y tradiciones de los pueblos negros
o afroecuatorianos; y (3) el instituto Técnico Superior de Investigación de la Historia y Cultura Afroe-
cuatoriana y de la Casa de Cultura Afroecuatoriana. También propone que el Estado obligará la inclusión
de una materia sobre el aporte económico, cultural y político del pueblo afroecuatoriano en el pensún
de estudio en los niveles primarios y secundarios. Para una discusión más amplia sobre este asunto, véase
Walsh y León 2006.
8Según el censo nacional de 2001, los afroecuatorianos representan 5 por ciento de la población
nacional. Mientras que la escolaridad promedio para los blancos es 9,2, para los afroecuatorianos es a
penas 6,1. Los afroecuatorianos tienen tasas muy superiores en analfabetismo, y cifras muy bajas en com-
paración con el resto de la población en término del acceso a la educación a todos niveles pero especial-
mente con relación a la asistencia universitaria (4.7% en comparación con 11.2% de la población en
general y 16.5% para los blancos) (Walsh y Léon 2006).
9En Walsh y León 2006.
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12Ver Walsh y García 2001 para una descripción de estos procesos iniciales. Este texto también se
académico de integración de la Comunidad Andina de Naciones. En sí, sus alumnos son provenientes de
los cinco países de la región andina, permitiendo crear un ámbito de diálogo regional no usual en los
espacios universitarios. Este programa de mención fue parte en 2004–2005 del proyecto de las Cátedras
de Integración del Convenio Andrés Bello.
14El uso aquí de vivir bien” parte del sentido que le da Evo Morales, actual presidente de Bolivia:
“vivir bien es pensar no sólo en términos de ingreso per-cápita sino de identidad cultural, de comunidad,
de armonía entre nosotros y con nuestra madre tierra”(http://peoplesdialogue.org/es/node/171/print).
En este sentido, el “vivir bien” también apunta estos proyectos de re-existencia que hemos mencionado
anteriormente.
Referencias Citadas
Albán, Adolfo
en preparación Tiempos de zango y de guampín: transformaciones alimentarias, pro-
ductivas, y resistencias socio-culturales a partir del calendario gastronómico en
comunidades Afro-descendientes de los valles interandinos del Patía (sur de
Colombia) y Chota (norte del Ecuador), siglo xx, Tesis doctoral, Universidad
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De Friedemann, Nina
1992 Negros en Colombia: Identidad e invisibilidad. En Hacia nuevos modelos de rela-
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2003 Worlds and Knowledges Otherwise: The Latin America Modernity/Coloniality
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Fanon, Frantz.
1961 [1988] Los condenados de la tierra. México: Fondo de Cultura Económica.
León, Edizon
2003 (Re)presentación de lo negro desde lo negro: prácticas de significación para la
construcción de una memoria visual. Tesis de Maestría, Quito: Universidad
Andina Simón Bolívar.
Maldonado-Torres, Nelson
2004 The Topology of Being and the Geopolitics of Knowledge: Modernity, Empire,
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Mariategui, José Carlos
1995 El problema de las razas en la América Latina. En Textos básicos. José Carlos
Mariategui, ed. Pp. 210–257. México: Fondo de Cultura Económica.
Mignolo, Walter
2001 Local Histories, Global Designs. Princeton: Princeton University Press.
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