Unidad 1 - Terapia de Pareja
Unidad 1 - Terapia de Pareja
Unidad 1 - Terapia de Pareja
Introducción
La pareja ha evolucionado constantemente durante la historia y es tal vez en el siglo recién pasado
donde más relevante y rápido ha sido este cambio.
Dos son los cambios centrales que han influenciado la situación actual de la pareja: la modificación
de la estructura y organización social y el desarrollo de la biotecnología.
Cada vez lo que entendemos por pareja o familia tiene que ser redefinido. La tasas de divorcio
aumentan y las de nupcialidad disminuyen, cada vez más gente tiene como opción de vida no tener
pareja, sin embargo el 80% de los hombres divorciados y el 70% de las mujeres en Estados Unidos
se casan de nuevo (Cherlin 1981 cit. en Fisher, 1996). Así lo que considerábamos una familia
tradicional (esposo-trabaja, esposa-no trabaja e hijos) es cada vez menos frecuente y algunos
estudios lo sitúan alrededor del 33% (INE Chile 1990). La fuerte aparición de posturas feministas,
relaciones de pareja homosexuales y los desafíos del estilo de vida de la postmodernidad nos
enfrentan a nuevos requerimientos y a la creatividad que parejas y terapeutas tenemos que
desplegar y flexibilizar para dar soluciones nuevas y antiguas a problemas nuevos y antiguos.
La consulta de pareja y el considerar que los conflictos de pareja requieren de un apoyo experto es
relativamente breve en la historia de la psiquiatría y la psicología. Los factores que han llevado a
hombres y mujeres a privilegiar los aspectos emocionales del matrimonio por sobre los
contractuales, han influenciado el hecho de que hoy las personas que viven en pareja quieren ser
felices.
La búsqueda natural de ayuda es intentar utilizar los recursos propios de la pareja, las redes
familiares y sociales. Si éstas no resultan, se recurre a diversas formas de consejería, ya sea a través
de recursos religiosos, sociales o de “counseling informado” (consejería familiar). Sólo si todo lo
anterior no da resultado se consulta a un profesional de salud mental, cuando esto es posible.
¿Y qué hacen los profesionales de salud mental con esto? Es tan sólo hace relativamente poco
tiempo que la psicoterapia se comenzó a preocupar específicamente de los problemas de pareja.
Los problemas del individuo y la familia recibieron más atención de la psicoterapia. Así no es de
extrañar que muchas de las técnicas y modelos terapéuticos usados con las parejas provengan de
modelos que inicialmente fueron diseñados para las terapias individuales y familiares, y sólo con
posterioridad se “adaptaron” para ser aplicados en las parejas.
Los principales modelos de terapia de pareja en la década de los 90 según el estudio de Jonhson y
Lebow (2000) son:
No obstante lo anterior, existen dos elementos que nos deben hacer replantear dichos resultados.
Primero, los estudios de seguimiento muestran una declinación de los resultados con el tiempo y
segundo, la dificultad en definir qué es lo que se va a considerar “éxito” en una Terapia de Pareja.
Las relaciones son lazos de apego, una terapia eficaz debe abordar la seguridad en la
relación, la confianza, la accesibilidad y la capacidad repuesta de cada miembro.
El cambio implica una nueva experiencia del ser, nueva experiencia de los demás y nuevos
eventos de relación.
Patrones de interacción rígidos crean y reflejan estados emocionales. Es sistémico.
La emoción es el objetivo y el agente de cambio.
El terapeuta es un consultor de procesos.
A las personas se les ayuda a enfrentar las dificultades de la forma más óptima, según cómo
pueden, dadas sus circunstancias actuales, no se patologiza la conducta. Los miembros no
están enfermos, no calificados, solo están atrapados en formas habituales de tratar las
emociones.
Shadish y cols., (1993), mostraron un efecto de 0.95. Baucom y cols., en 1998 encontraron que el
42% de las parejas que recibieron un tratamiento combinado cognitivo y conductual obtuvo una
mejoría de la relación. Como dije anteriormente hay numerosos trabajos que apoyan el efecto de
las intervenciones en el cambio de las parejas, no obstante hay voces más críticas respecto de los
resultados. Gottman y cols., en 1999 en una evaluación de estudios de metaanálisis, cuestionan los
altos efectos y plantean que en parte, éstos pueden ser explicados por el deterioro que sufren las
parejas del grupo control. Jacobson y cols. (1993), encuentran que de las parejas con resultados
positivos en la terapia, un 30-50% recaen a los dos años. Así en el análisis de los trabajos hecho por
Gottman se estima que la terapia de pareja es efectiva en alrededor de un 35% y de éstas recae al
segundo año un 30-50%.
Si le preguntamos a las parejas al alta si les sirvió la terapia de pareja, sobre el 80% responderá que
sí, pero los resultados efectivos y medibles son sólo de un 35%. Holtzworth-Munroe, (1988) condujo
un estudio de seguimiento de dos años y dividió las parejas en dos grupos, el de los que mantenían
los cambios (mantenedores) y los que recaían. El 80% de los mantenedores y el 100% de los que
recaían habían manifestado su satisfacción con el resultado de la terapia, (lo cual indica lo poco
confiable que son los estudios de “consumer reports”) y sólo el 6% manifestó que la terapia no había
sido útil.
Ha demostrado tener una efectividad similar o superior a algunos modelos conductuales, pero lo
más destacable fue que en los estudios de seguimiento los cambios aún se mantenían a los cuatro
años post-terapia. (Liddle, 2004).