Modelos Blended Learning en Educación Superior PDF
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Resumen
En este trabajo exponemos un análisis crítico-pedagógico de un conjunto de modelos
blended learning (b-learning), tanto aquellos cuyo foco es el nivel e intensidad de uso
de la tecnología, así como aquellos centrados en lo pedagógico, los que configuran una
nueva modalidad de aprendizaje. El b-learning conforma una dualidad pedagógica y
tecnológica, que combina la enseñanza tradicional y la enseñanza de base tecnológica
con una gran variedad de los métodos pedagógicos y las diferentes formas de la
tecnología, la cual se encuentra en expansión y se impone como una tendencia cada
vez mayor entre instituciones de educación superior y probablemente se convierta en la
norma en la educación en los próximos años. Por ello, junto con abordar modelos que
dan cuenta de la amplitud de usos de la tecnología en la modalidad b-learning,
acentuamos el análisis en siete modelos cuyo énfasis de innovación lo colocan en lo
pedagógico, estos son: octogonal de Khan, 3-C de Kerres y Witt, estratégico de
comunicación educativa de Peñalosa, modalidades de aprendizaje de Wenger y
Ferguson, tres fases de aprendizaje de Roberts, incremento de la pedagogía de
Graham, MoSal-b de Vásquez.
1. Introducción
La rápida aparición de innovaciones tecnológicas en el último medio siglo (en particular
las tecnologías digitales) ha tenido un enorme impacto en las posibilidades de
aprendizaje presencial y en línea, acercando a ambos entornos. Las tecnologías de la
comunicación ahora nos permiten tener interacciones sincrónicas que ocurren en tiempo
real con casi los mismos niveles de fidelidad como en el entorno presencial. En la
dimensión de lo humano, hay un creciente interés en facilitar la interacción humana en
forma de equipo apoyada por la colaboración, las comunidades virtuales, la mensajería
instantánea, los blogs, etc. Tal como lo señala Graham (2006), si bien es imposible ver
todo lo que depara el futuro, podemos con bastante certeza visualizar la tendencia que
la mezcla de sistemas de aprendizaje irá en aumento. Incluso serán tan omnipresentes
que, finalmente, quizás dejaremos de usar la expresión blended learning. Pero
independientemente de lo que se decida denominar b-learning en el futuro, es evidente
que el fenómeno de la mezcla de modalidades de aprendizaje está aquí para quedarse.
XVII Encuentro Internacional Virtual Educa Puerto Rico 2016
Las nuevas tecnologías han producido una inflexión reciente que no amenazan la figura
y rol del profesor ni la instancia presencial, cara a cara, sino que se está revitalizando,
constatado a partir de los resultados de un considerable número de estudios de uso de
tecnologías en la educación superior en la última década. Vemos cómo facilitan el
acceso a la información y la interacción con el profesor, con los demás estudiantes y
con los recursos en los espacios virtuales. El aula sigue siendo una piedra angular de la
sociedad en la transmisión de la cultura y la preparación de las personas para su
adecuado desempeño. Hemos crecido con el salón de clases, no hay nadie que, en
momento u otro, no haya deseado estar a solas con el maestro, para atraer toda su
atención, para aprender lo máximo. En los espacios virtuales usamos la metáfora de
aula virtual, otra “aula” que se puede integrar con el aula presencial, por tanto con la
tecnología podemos dar continuidad al aula presencial. Varios investigadores (Cubides
y Martín García, 2014; George-Palilonis, 2009; Ling, 2010; Morán, 2012; Poon, 2013;
Turpo y Hernández, 2014), están comprobando el valor de la presencialidad ya como
una instancia superior de encuentro, como plenaria y a su vez, los espacios virtuales un
lugar y tiempo de interacción, de colaboración y preparación para el encuentro cara a
cara con el profesor y los demás estudiantes.
Es así como el sistema tradicional del aula presencial, da la posibilidad al alumno para
discutir y compartir con otros sus experiencias en grupo. En la relación alumno-realidad
las personas conforman el contexto de aplicación. Esta relación, en la que se basa un
entorno de aprendizaje realmente efectivo, dista mucho de la asociación alumno-
pantalla con la que se identifican la mayoría de las primeras soluciones e-learning, las
que han adolecido de la interacción entre los participantes y del apoyo presencial, ya
que falta el contacto con la figura de un profesor cercano que guíe al alumno, que
supervise su progreso, que motive para el aprendizaje, que no se limite a resolver sus
dudas e incidencias técnicas, sino que le enseñe a aprender y que favorezca el
compromiso, se aleja bastante de la figura del “tutor virtual” cuya labor queda, en
muchas ocasiones, reducida a la resolución de incidencias. Hasta ahora nos hemos
formado esencialmente en modalidades presenciales, pero hoy en día, “los seres
humanos somos seres analógicos atrapados en un mundo digital” (Sáez, 2004: 183).
Sin embargo, los nuevos escenarios mixtos no son contemplados del todo en la teoría
educativa existente (Burgos, 2007). Si su diseño deja pasar por alto la teoría de la
educación, entonces estamos en peligro de dejar el aprendizaje al azar (Jones, 2007),
en otras palabras, el valor del b-learning hay que demostrarlo por motivos pedagógicos,
ya que la tecnología no debe estar en primer plano, sino que su objetivo debe ser apoyar
el diálogo en el aprendizaje, cuidando la mezcla de los avances tecnológicos y
pedagógicos (Jones, 2007, Morán, 2012; Poon, 2013), por tanto, los diseños
representan procesos dinámicos, en lugar de productos estáticos (Falconer, 2007), con
una gran variedad de posibles formas de combinar las actividades presenciales y en
línea que afecta a la sinergia entre los dos componentes (Deltori, 2007). El uso
pedagógico va a venir dado por la finalidad, intencionalidad que tenga el docente. Esta
preocupación se constata que está siendo abordada por las universidades, ejemplo de
ello es el estudio de Tirado, Pérez y Aguaded (2011) que abarca cuatro universidades
andaluzas en el que concluyen que la necesidad de una reconceptualización del modelo
pedagógico universitario, que requiere una reestructuración del modelo didáctico
tradicional hacia estrategias de innovación, cooperación y construcción compartida del
conocimiento.
E-learning:
Clases en línea, virtual
Integración INTERACCIÓN
presenciales
COLABORACIÓN
Esto refleja que el advenimiento del b-learning, dado los avances tecnológicos y los
cambios que se le está demandando a la universidad, es muy reciente. Se constata un
cambio en la preocupación en la temática de los investigadores que abordan el b-
learning desde el estudio de la instalación de plataformas tecnológicas por parte de las
instituciones, su funcionamiento técnico, hacia a las adaptaciones y percepciones de los
profesores y alumnos. Hoy ya forman parte de la estructura de las instituciones de
educación superior con lo cual los temas de investigación están transitando, se están
moviendo hacia los aspectos metodológicos y pedagógicos y cómo impactan en el logro
de los aprendizajes comprometidos, hacia una confluencia tecnopedagógica (Turpo y
Hernández, 2014). Frente a estos desafíos en a educación superior, El-Mowafy, Kuhn y
Snow (2013) proponen que el b-learning puede mitigar algunos de esos retos.
La capacidad potencial de las TIC es más que meros artefactos o instrumentos, son
capaces de generar nuevos, contextos, escenarios diferentes, entornos de aprendizaje,
adaptados a las características y niveles de las personas en formación aporta su
carácter como mediadores en los procesos de aprendizaje e incluso sus posibilidades
para modificar la interactividad generada (De Pablos, 2012). De tal manera que, en el
campo educativo, la calidad vinculada al uso de las tecnologías en realidad se relaciona
en buena medida con la calidad de la interactividad, como factor clave en los procesos
de enseñanza-aprendizaje.
Junto a las facilidades de acceso a los entornos virtuales, las posibilidades de las
plataformas on-line son muy variadas y su utilización no entraña grandes dificultades
(Castañeda, 2006; Castillo, 2008; Mondéjar, 2007; Poon, 2013). Los alumnos tienen una
imagen positiva y tienden a mejorarla debido a que les facilita el trabajo grupal, el registro
de la información y el refuerzo de los contenidos (Rodrigues, Pavan y Casales, 2012;
Ruiz, 2008; So, 2013). En los resultados de su investigación de una experiencia b-
learning, Pérez Navío (2008) y Poon (2013) concluyen que los estudiantes resaltan la
sencillez de su aprendizaje y uso, así como la versatilidad en el manejo de tiempos y
espacios de aprendizaje, la facilidad para acceder a contenidos, tareas, exámenes
desde cualquier lugar y en cualquier momento. Así mismo, mencionan que permite la
integración y recuperación rápida de la información, facilita la planeación y organización
de los cursos y la administración eficiente de la información, optimiza tiempos, facilita la
comunicación entre maestros y alumnos.
Como hemos examinado, las nuevas tecnologías han posibilitado la configuración del
b-learning como una nueva modalidad de aprendizaje. Es así como el modelo de Area
(2006) ubica el b-learning en uno de cuatro niveles de integración y uso de Internet en
la enseñanza universitaria, en un continuum que va de lo simple a lo complejo. Las
formas de uso e integración de Internet pueden oscilar entre la elaboración de pequeñas
experiencias docentes (por ejemplo, publicar una página web con el programa de la
asignatura) hasta la creación y puesta en funcionamiento de todo un sistema de
formación a distancia online, desarrollado institucionalmente por una universidad (Area,
2006:17).
Por su parte, en su modelo Allen, Seaman y Garrett (2007) establecen cuatro tipos de
formaciones según la proporción del contenido entregado en línea, entre los que ubican
el b-learning, llegando a precisar un porcentaje de referencia amplio:
Blended Aprendizaje
Aprendizaje online learning offline
Si bien las cuatro categorías de modalidades de aprendizaje que aporta Jones (2007)
se pueden homologar con las de Area (2006) y a las de Allen et al (2007), sin embargo
la diferencia está en que no ubica el b-learning como un punto intermedio entre el uso
básico de las TICs y un uso intensivo de las tecnologías en línea, sino como un
continuum del b-learning que facilita la práctica y adopción de tecnología por parte de
los profesores, coincidiendo con Graham (2006) en la omnipresencia de las tecnologías,
sin importar en qué grado se usan. Por ello, Jones (2007) inicia su modelo b-learning
con la categoría de uso básico de TIC, desde el uso de Power Point, Excel, Word, e-
mail y bases de datos. El acceso a recursos de aprendizaje facilitados a través de la
web corresponde a la categoría e-reforzado. La siguiente categoría la denomina "E-
centrado", corresponde al uso del debate, pruebas de evaluación en línea y materiales
interactivos. E-intensiva es la última categoría en el continuo, donde la enseñanza y el
aprendizaje se entregan en conjunto en línea junto a la inducción cara a cara (Figura 4).
El entorno que incluye actividades, recursos con los que interactúan las
personas, además posibilita la interacción de las personas entre sí. Evitar el
colocar los materiales en la red, como si la función fuese sustituir o
complementar una clase magistral por una reproducción de sus contenidos en
forma escrita.
El entorno es un espacio en el que el sujeto desarrolla competencias básicas
como la capacidad de autorregular el aprendizaje.
El entorno debe ser rico en recursos de modo que pueda determinar sus
necesidades de formación, encontrar los recursos que pueden ayudarle a
solucionarlas y aplicarlos de modo efectivo.
Proporcionar al entorno de herramientas comunicativas e informativas,
dotándolo de un carácter “tutorial”.
Dotar el entorno de flexibilidad, de modo que profesores y estudiantes se
encuentren cómodos en él, que puedan utilizarlo adaptándolo a sus necesidades
y características.
Considerar la importancia de los aspectos emocionales en la comunicación
humana. Y valorar especialmente lo que en este aspecto nos aportan ciertas
acciones presenciales.
Mucha de la información ya está en Internet o en libros y revistas. Centrarse en
las actividades que permitirán a los alumnos desarrollar las competencias
requeridas. No limitar el desarrollo de su capacidad de buscar, valorar,
seleccionar, estructurar la información.
No descuidar la potencialidad del lenguaje audiovisual.
Todas estas condiciones del entorno tecnológico aportadas por Bartolomé (2002, 2004,
2008) son compatibles con modelos didácticos muy diferentes. Por ejemplo, es posible
crear un entorno b-learning con este modelo tanto si trabajamos por proyectos,
centrados en problemas o a partir de temas o actividades. Igualmente podemos utilizarlo
si nos planteamos objetivos como si nos orientamos a competencias específicas.
Aunque sí Bartolomé parte de una concepción del currículum flexible y centrado en el
sujeto.
Entonces, más que buscar puntos intermedios o intersecciones entre los modelos
presenciales y en línea, García Aretio (2004) y Burgos (2007) coinciden en señalar que
se trata de integrar, armonizar, complementar y conjugar los medios, recursos,
tecnologías, metodologías, actividades, estrategias y técnicas más apropiadas para
satisfacer cada necesidad concreta de aprendizaje, tratando de encontrar el mejor
equilibrio posible. Lejos de atender a una y otra por separado, el b-learning las entrelaza
y ofrece, así mayor proximidad y continuidad al alumno, disfrutando de la ventaja de los
dos espacios de formación.
Poon, 2013), dado que el desarrollo de las TIC y las nuevas formas de acceder al
conocimiento, plantean la necesidad de diseñar nuevas propuestas formativas (Morán,
2013). La web 2.0 es una tecnología centrada en el usuario, en la producción, en la
interacción que contribuye a crear un entorno de aprendizaje colaborativo. Estas
herramientas estimulan la experimentación, reflexión y la generación de conocimientos
individuales y colectivos, favoreciendo la conformación de un entorno virtual de
interactividad. Reyero et al (2008) nos advierte sí de los peligros de las nuevas
tecnologías, al concebirlas como la panacea docente, estos instrumentos no son la
panacea de la educación como tampoco lo fue en su momento la pizarra o más
recientemente el proyector de trasparencias. Además el exceso de optimismo
tecnológico y pedagógico de algunos docentes al considerar que introduciendo más
recursos y posibilidades técnicas en la instrucción, puede generar la ilusión que van a
ayudar conseguir automáticamente mejores resultados.
Tal como ha ido evolucionando la tecnología, el b-learning es una tendencia cada vez
mayor entre instituciones de educación superior y probablemente se convierta en la
norma en la educación en los próximos años, según lo que afirman El-Mowafy et al
(2013). Se ha comenzado a cambiar la naturaleza de la enseñanza y el aprendizaje a
través de una adecuada mezcla de aprendizaje cara a cara y tecnologías de la
información, que han afectado el aprendizaje al proporcionar un medio de acceso a
recursos en línea. Sin embargo, sólo mezclar tecnologías de la información teniendo
como referencia el aprendizaje presencial no es suficiente para explotar las
potencialidades de la modalidad mixta. Para tener éxito, el b-learning necesita un
modelo pedagógico basado en las teorías del aprendizaje y estrategias pedagógicas.
Un buen ejemplo de diseño de estrategias de aprendizaje es el trabajo que realiza
Marcelo et al (2011) en torno a la sistematización de patrones de actividades en la
universidad, los que están disponibles en un repositorio.
Los modelos que revisaremos en adelante, coinciden parcialmente con algunas de las
ocho dimensiones de Khan (2007), lo cual permite valorar a este como un modelo
integrador de la perspectiva de la gestión institucional, la provisión de los recursos, el
modelo pedagógico, el uso de tecnologías y la dimensión ética. La multiplicidad de
modelos refleja la riqueza y la plena etapa de desarrollo de la modalidad b-learning, así
como las multiplicidades de perspectivas y aportes que se nos presenta para configurar
modelos b-learning pertinentes a las experiencias formativas a implementar. Además,
se explica por lo que señalamos al inicio con Graham (2006), como la importante
expansión del b-learning se ha debido a las innovaciones tecnológicas efectuadas por
las universidades, sobre la base del avance de las tecnologías y la experiencia y uso de
los alumnos y profesores de éstas, cuyas investigaciones están en pleno proceso de
exploración evaluando el impacto del uso pedagógico.
Las tres etapas del ciclo de aprendizaje incluyen elementos que están estrechamente
relacionados con las teorías del aprendizaje. La conceptualización se asocia con el
desarrollo cognitivo de la teoría del aprendizaje ya que se centra en los conceptos y sus
relaciones. La fase de construcción está relacionada con la teoría del aprendizaje
constructivista, ya que tiene por objeto la construcción de nuevos conocimientos y su
utilización en la realización de actividades basadas en tareas. La fase de diálogo se
basa en la teoría social del aprendizaje situado, ya que tiene que ver con el diálogo, la
colaboración en grupo y la discusión.
El modelo puede ser adaptado para clasificar tres usos del b-learning. Se realiza un
mapeo del aprendizaje en un ciclo de los resultados del modelo de aprendizaje
combinado en tres niveles diferentes (Figura 9):
Las tres etapas del ciclo de aprendizaje de Roberts (2003) se pueden vincular, integrar
y enriquecer con la perspectiva del modelo de Vaughan (2010), quien propone como
estrategia para los modelos b-learning, la generación de comunidades de investigación,
ya que considera que históricamente, este ha sido el ideal de todos los ambientes de
aprendizaje en la educación superior. Las comunidades de investigación son los lugares
donde todos los participantes con sus visiones se pueden expresar al mismo tiempo.
Vaughan (2010) concibe el aprendizaje como un problema de investigación que impulsa
la necesidad de aprender, a través de la participación en la generación de un discurso
crítico, con la auto-dirección de estrategias, el desarrollo de métodos de investigación y
la reflexión a lo largo de la experiencia de aprendizaje.
Los componentes teóricos y prácticos que integra e interrelaciona entre sí MoSal-b, son
los siguientes (Figura 11):
El rol del docente como mediador en el contexto de MoSal-b es, en primer lugar, ofrecer
a los alumnos las condiciones propicias para aprender, las ocasiones para practicar los
esquemas existentes, o sea, la manera de actuar y controlar mejor las operaciones, la
posibilidad de automatizar cierta parte de lo aprendido; en segundo lugar, el papel del
docente es el de desarrollar esquemas nuevos, esto es, nuevas conceptualizaciones,
nuevas reglas de acción, los objetivos y las tareas todavía no habituales. Cada vez que
los estudiantes actúan, no sólo están haciendo algo, sino convirtiéndose en algo.
6. Conclusiones
El b-learning es una tendencia cada vez mayor entre instituciones de educación superior
y probablemente se convierta en la norma en la educación en los próximos años. Esta
expansión del b-learning se ha debido a las innovaciones tecnológicas. En el pasado,
los dos entornos de aprendizaje arquetípicos, presencial y en línea, cada uno con sus
métodos, han permanecido muy separados abordando las necesidades de los
diferentes públicos, hoy se integran configurando al b-learning como una nueva
modalidad de aprendizaje.
Dado que las tecnologías resultan rápidamente obsoletas, no se trata de ganar una
carrera tecnológica, sino de pensar cuáles son los marcos pedagógicos más adecuados
para que las tecnologías tengan sentido y puede considerarse una paradoja, que las
nuevas tecnologías han producido una inflexión reciente que no amenazan la figura y
rol del profesor ni la instancia presencial, cara a cara, sino que la está revitalizando,
abriendo oportunidades de innovación pedagógica y didáctica.
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