Hijas de Caciques
Hijas de Caciques
Hijas de Caciques
Por tanto entre 1581, fecha de la última disposición del virrey Toledo y
1619, cuando se fundaron los colegios, la situación había evolucionado.
Poco a poco, el dinero de las comunidades vino a ser la solución, pese
a los principios de amparo y protección de los indios que había intentado
mantener el Consejo de Indias. Ante la constante negativa de la Corona,
de la Iglesia y de los encomenderos a participar, no quedaba otro
remedio que quitar a los indios las sumas necesarias para la educación
de sus caciques. Sin embargo, algunas conciencias se resistieron a ello.
Uno de los oidores de la Real Audiencia, Don Francisco de Alfaro, y el
fiscal Cristóbal Cacho de Santillana propusieron que los encomenderos
pagasen la mitad de los gastos “por la obligación que tienen de darles
Doctrina”
Oposición en el cusco
El recién nacido colegio de San Borja fue objeto de una protesta general
de los vecinos y encomenderos que se oponían tajantemente a su
fundación. Si bien el colegio de Lima tenía el apoyo del arzobispo,
enardecido extirpador, y hubo una alianza tácita entre el Virrey, el
arzobispo y la Compañía; en el Cuzco no fue lo mismo. Los vecinos
encargaron su defensa al entonces joven abogado Antonio de
Cartagena, que representó sus agravios ante la Audiencia.
Consideraban que no había ninguna necesidad de un colegio para los
caciques en el distrito, puesto que los curacas eran todos buenos
cristianos y los curas todos buenos “lenguas”, por ser nativos. Por otra
parte, sacar dinero de las cajas de comunidad era condenarlos a una
tragedia. El verdadero motivo de los encomenderos era el de perder
control en la sociedad indígena pues a su criterio los indios no eran
personas asi que por que se les iba a permitir la educación ya que
consideraban una inversión absurda por parte de la corona
UBICACIÓN
ÚLTIMA MUDANZA
Hijas de caciques
Huamán Poma, por su parte, exigía que las mujeres e hijas de los
caciques principales aprendieran latín como los varones (1989: 740).
Criticaba que: 218 «don Francisco de Toledo mandó en sus ordenanzas
que los dichos muchachos de la dicha doctrina entrasen a la doctrina de
edad de cuatro años y que saliese de seis años y no declara muchachas
sino muchachos, ni doncellas […]». (1989:446)
En una época aún más tardía, a fines del siglo XVIII, la rebelión de
Túpac Amaru reveló cacicas de mucho valor y fama, el caso de María
Teresa Choque huanca merece ser evocado. Hija del cacique Diego
Choque huanca, colegial de San Borja que luchó contra el rebelde
Los beaterios
Pero también existía según Kathryn Burns otra solución, los beaterios
que las familias nobles podían fundar sin depender de una orden
religiosa y a donde solían mandar a sus hijas a educarse en la
perspectiva de lograr la reputación de decencia y religiosidad que las
alzaba a la altura de las familias criollas. Al estudiar el ejemplo del
beaterio de la Santa Trinidad en el Cuzco, que había sido fundado por
indios nobles para huérfanas pobres, y que observaba unas reglas
severas de aislamiento del mundo y vida cristiana, llega a la conclusión
que estos beaterios, despreciados por los criollos, ofrecían a las jóvenes
indias la posibilidad de lograr un estatus de poder que los conventos les
negaban, puesto que podían llegar a ser abadesas y administrar sus
propios bienes.