0% encontró este documento útil (0 votos)
262 vistas15 páginas

Cap 3 Joe Arroyo Rey Del Carnaval

Este documento describe la vida y carrera musical de Joe Arroyo, un artista colombiano conocido como "El rey del Carnaval de Barranquilla". Explica cómo Arroyo se inspiró en las historias y ritmos afrocaribeños de su ciudad natal de Cartagena para desarrollar su estilo único. También destaca cómo Arroyo eligió a Barranquilla como su hogar musical y se convirtió en la voz emblemática del Carnaval de la ciudad, fusionando ritmos como la salsa, el fandango y la champeta. Finalmente, resal
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
262 vistas15 páginas

Cap 3 Joe Arroyo Rey Del Carnaval

Este documento describe la vida y carrera musical de Joe Arroyo, un artista colombiano conocido como "El rey del Carnaval de Barranquilla". Explica cómo Arroyo se inspiró en las historias y ritmos afrocaribeños de su ciudad natal de Cartagena para desarrollar su estilo único. También destaca cómo Arroyo eligió a Barranquilla como su hogar musical y se convirtió en la voz emblemática del Carnaval de la ciudad, fusionando ritmos como la salsa, el fandango y la champeta. Finalmente, resal
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 15

61

Joe Arroyo:
El rey del Carnaval
Si algún artista nació predestinado para el Carnaval de Barranquilla,
ha sido Joe Arroyo. Cuando niño, en el barrio Nariño de su nativa Car-
tagena, aprendió de sus mayores historias de esclavitud y cimarronaje,
entendió el reto cotidiano de los pescadores que apelaban a la dinamita
para afrontar la miseria y soñó con elevar su voz en un escenario para
salir de la pobreza. Como muchos de su generación, utilizó su voz en
vez de sus puños para abrirse paso en el ring de la vida. Fue una vida
dura, llena de privaciones, que no ahogó su voz de contralto que rivali-
zaba con Celia Cruz, Pete Rodríguez o Bobby Cruz. Al mirar el inmenso
mar desde Tesca o Chambacú, se nutrió para siempre del sabor de las
Antillas.

Ya en su adolescencia, recorrió la geografía de la Costa, llenándose


de motivos viscerales para cantar. Conoció las bandas jubilosas de la sa-
bana, y la poesía y la picaresca del acordeón corralero. Entonces sucedió
Universidad Simón Bolívar

el encuentro más inesperado. En Barranquilla se enteraron de que había


un jovencito que nada tenía que envidiar a los monstruos de la salsa
neoyorkina, incluido Héctor Lavoe.

Su indumentaria era la de un mulato hippie con pantalones cortos y

[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]


[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

toda una parafernalia propicia para el escenario de la verbena de Car-


naval. Eros hizo el resto: la joven urbe con alma salsera encontró por fin
el ídolo que había buscado en Jairo Likasalle, en Jackie Carazzo, en los
cantantes de Pacho o de la gran Sonora del Caribe. Álvaro José se con-
virtió en la voz de un sentimiento innovador que pronto alcanzó talla
internacional. Además, el Joe que triunfaba en las pastas sonoras de Me-
dellín, con Fruko y sus Tesos, eligió a Barranquilla como objeto de sus
deseos y sus pregones, y la ciudad lo reclamaba desde entonces en cada
celebración carnestoléndica, pidiéndole temas salseros y música irreve-
rente para la remembranza pagana de Baco, convertido en dios Momo.

Desde los Carnavales de la década de 1970, hasta la primera década


del siglo XXI, Barranquilla encontró en la vigorosa voz del cartagenero
al intérprete ideal para emular la constelación de cantantes del imperio
de la salsa; fue entonces cuando Joe recorrió triunfante todos los confi-
nes del hemisferio y de Europa representando a su ciudad nativa y a la
que había elegido con un nuevo sonido salsero y tropical.

Más tarde vendría la apuesta definitiva de Joe con su propio ancestro


cultural. La salsa no desaparecía de su horizonte, solo que con su propia
agrupación La Verdad señaló un nuevo derrotero a su destino al apelar
a la fusión con lo caribeño y lo terrígeno. Aparecen el fandango, el chan-
dé, la primigenia champeta, crea el joesón y empieza a “arrollar” con su
innegable talento en cada Carnaval.

Joe, enamorado de Barranquilla, concibió estos versos a la ciudad


que eligió como morada al pregonar hasta su muerte: “En Barranquilla
me quedo”. Álvaro José se hizo acompañar de músicos de la ciudad y
de la región Caribe, como Charlie Plá, Alberto Barros, Hugo Molina-
Universidad Simón Bolívar

res, Chelito de Castro, Juventino Ojito, Ricardo “el Pin” Ojeda, Álvaro
Paba, Carlos Piña y otros tantos, para brindar felicidad a los bailadores
barranquilleros, pero también expresando su rebeldía a través del canto
étnico que constituyó la parábola histórica de su raza: ‘La rebelión’, que
le abrió las puertas de Europa y lo hizo un bardo universal.

62
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

Joe es un artista que describió para nuestro regocijo, el firmamento


turquesa del Caribe, que cantó con inmensa ternura a la mujer costeña,
que propuso nuevas formas de disfrutar los cantos del río, en los home-
najes a las juglares Irene Martínez, Estefanía Caicedo, que exaltó en cada
fandango con gratitud a la plaza de Majagual en Sincelejo, y que invitó a
los bailadores a brindar un festivo homenaje y una oración reconocien-
do que todo lo que había logrado se lo debía a Dios.

EL MENSAJE SOCIAL Y EXISTENCIAL DE JOE ARROYO


Resulta imperativo, cada vez más, abordar la obra de nuestros ar-
tistas con criterio académico, en el marco de la historia y las ciencias
sociales, y mucho más cuando su música es festiva e invita a la lúdica
búsqueda del júbilo y la alegría. Habitualmente, si bien reconocemos
que Joe Arroyo es uno de los grandes monarcas del Carnaval, evocado y
bailado después de su muerte, soslayamos el contenido ético y estético
de sus canciones y aún más la semántica que acompaña su lírica. Un
autor que ha seguido una línea de crítica social en medio de la convo-
catoria al goce de la fiesta es nuestro Joe Arroyo, conocido en el mun-
do por sus aportes al canto étnico, donde hace transparente el ancestro
afrodescendiente de su alma caribeña.

EL CANTO ÉTNICO
En primer lugar, hay que entender que el acento racial de las can-
ciones de Joe, surge de lo más auténtico de la entraña popular negra y
mulata de Cartagena, que durante tres siglos fue escenario de la impor-
tación de esclavos por parte de los europeos; de suerte que ya a finales
del siglo XVIII la Costa Caribe presentaba la mayor población negra
Universidad Simón Bolívar

del Virreinato (25 % de la totalidad en el censo de 1778); de allí el peso


cultural afrocaribe que se expresa en su música, el arte y el folclor. Hoy,
más del 70 % marginal de las ciudades de la región procede de las mez-
clas negras, mulatas y mestizos acanelados, tendencia que persiste con
algunos matices en toda la Costa.

63
[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

Fue tan determinante el papel de los negros y mulatos, que estudio-


sos como Alfonso Múnera, Marixa Lasso y Aline Helg, entre otros, al
interpretar el proceso de independencia, reconociendo la participación
decisiva de los mulatos de Getsemaní en noviembre de 1811, bajo el
comando de Pedro Romero y los artesanos del arrabal. Estos autores
invitan a una tarea reconstructiva que incorpore a los negros, mulatos y
mestizos, es decir, a todos los sectores sociales y culturales, en la trama
de la historia.

Joe Arroyo es, sin duda, un descendiente de esta actitud vital, y la ha


manifestado de forma elocuente en su música. Más adelante, tendremos
oportunidad de mostrar cómo respetados investigadores internacionales,
como Mark Sawyer, han estudiado la lírica de Joe Arroyo y han encon-
trado en temas como ‘Rebelión’ que este invita a reescribir la historia de
su raza [en América], ya que ubica conscientemente al cuerpo de la negra
azotada por el amo español en un contexto de violencia superando el tra-
dicional imaginario que considera el cuerpo de los negros y negras como
objetos de placer y deseo para el consumo. Lo que se cuestiona aquí es la
falsa disyuntiva entre la sabrosura y el mensaje, ya que nuestros pueblos
herederos de la copla española la incorporaron a sus pregones africanos
de júbilo y tristeza, a lo sagrado y a lo pagano. Así como Joe canta: “es-
pañol que le diste duro al negro, sin razón tu ira con él descargaste…”,
también interpreta temas románticos y críticas sociales.

PATRIMONIO RÍTMICO Y FOLK


Joe Arroyo, después de inscribirse con éxito en la salsa con Fruko
y sus Tesos y los Latin Brothers, y de mostrarse como compositor, se
encaminó desde los años 80, con su orquesta La Verdad, hacia otras bús-
Universidad Simón Bolívar

quedas rítmicas tanto en el Caribe colombiano como en la cuenca anti-


llana; de allí surge esa fascinante mixtura entre los aportes continentales
e insulares, que le dieron un sonido innovador a su trabajo, que resultó
como toda obra de arte, en un trabajo único e irrepetible.

64
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

Ello no es óbice para que también se nutra de lo más auténtico del


venero folklórico y popular, lo que exigió una permanente investigación
de raíces antropológicas; así, extrayendo además de los porros y cum-
bias de la tierra, incursiona en el chandé, el bullerengue, la chalupa y la
tambora de las cantadoras del río Magdalena. Joe Arroyo da un soni-
do internacional a los temas de Estefanía Caicedo, Irene Martínez y La
Chula; con ellas recrea la nostalgia campesina:

Yo no soy de por aquí, yo soy de tierra morena,


donde canta el chavarrí y le responde la sirena.

La lucidez de Joe Arroyo radica en que a pesar de ser, sin ninguna


duda, el mejor intérprete de salsa en Colombia, optó por la diversidad
y la riqueza rítmica del Caribe y de su entorno natural antillano; allí las
resonancias del reggae jamaiquino, de la soka, el merengue y el compass
haitiano, llenen de matices multicolores el escenario de la “noche de
arreboles” y alienten la nostalgia vespertina que, según Benítez Rojo,
todos los caribeños compartimos.

En síntesis, el genio de Joe Arroyo le permitió desenvolverse en con-


vocatorias afroantillanas que involucran salsa y otros ritmos caribeños; su
música discurre entre las ciudades que ama: Cartagena y su Barranquilla
querida. Sus creaciones entrañan su compromiso con los carnavales que
goza La Arenosa. Sus cantos a Cartagena se refieren a su historia, su bahía,
sus alcatraces, sus gentes y sus calles, a las fiestas de Noviembre, al barrio
Nariño y sus leyendas de pescadores. De su clave y su bongó emerge el
homenaje a la vida cotidiana de boxeadores, beisbolistas, obreros, pre-
sidiarios, champetúos y héroes populares, con sus sueños e infortunios.
Universidad Simón Bolívar

Todos rodeados del paisaje marino y la belleza sensual, pero natural, de


las mujeres caribeñas destinatarias de la inspiración perenne. Todo lo que
sabe al entorno que amó, se expresa con cumbias y fandangos sabaneros,
maestranzas, cantos y tamboras del río, y música romántica, especialmen-
te empleando el “Joesón”, mezcla caribeña de su inspiración.

65
[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

En Maestranza No. 1 declara con Estefanía Caicedo sus vivencias de


la tragedia social que con estoicismo viven los negros de su entorno; son
verdaderos relatos vivos de dolor:

En el barrio de Nariño este caso sucedió:


Palenque vendió su casa pa’ comérsela en arroz [...]
Negro, no te pongas bravo porque te digan negrito,
Negros fueron los tres clavos… que le pusieron a Cristo.

O en Suave bruta:

Avisan de Bocachica que en el cantil de Medina


se fue a morir Salinas, tirando dinamita.

LA TRAMA SOCIOCULTURAL
Las preocupaciones temáticas de Joe Arroyo van acompasadas con
las elecciones rítmicas que hemos mencionado, y tienen la característica
de poseer una percepción muy propia de su entorno y de su ubicación
en el mundo, desde su condición de hombre rumbero y bohemio del
Caribe que viene de la barriada marginal. Su léxico castizo lo mezcla
con la jerga propia de las polvorientas esquinas de Cartagena o Barran-
quilla; le escribe por igual al poeta que canta asombrado frente al pai-
saje, al joven repleto de sueños que busca en la ciudad la superación de
las amarguras que le deparó la miseria heredada. O, como lo dice en
‘Lamento zambo’, ‘La quiero negra’, ‘En la sementera’, a los campesinos
desplazados del agro costeño:

Se marcha el chico y hasta el mayor,


todos comienzan la migración:
se van los Pérez, los Olivares,
Universidad Simón Bolívar

los de la finca de Pantaleón;


se queda solo el platanal
y las fruticas ’e mamey.
Abandonaron el campo
como si perdieran la fe.

66
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

Pero, indudablemente, la musa del gran autor que había en Joe em-
pieza a florecer con su propia agrupación desde 1981; allí ciertamente ha
sido reconocido el mensaje social y político de ‘La Rebelión’, que le per-
mitió al cantante un reconocimiento universal, como se verá enseguida.

‘REBELIÓN’: UNA OBRA MAESTRA PERDURABLE


La grandeza de nuestros artistas y compositores se aprecia por sus
obras perdurables. Solo los que trascienden lo episódico de una tempo-
rada de fiestas, se convierten en símbolos de un conjunto social. Es el
caso de Joe Arroyo, uno de los protagonistas indiscutibles de la música
del Carnaval de Barranquilla que ha pasado a la posteridad por un tema
que no se inscribe en la picaresca tradicional e irreverente, sino que con-
duce a la reflexión aun en la atmósfera risueña de nuestras fiestas. Se
trata de ‘Rebelión’, canto al ancestro de esclavos del artista en cada una
de sus presentaciones, que quizás sin proponérselo ha alcanzado un im-
pacto universal al convertirse en objeto de análisis de la ciencia política
norteamericana.

Ha sido muy grato para mí encontrar en Internet un estudio galardona-


do y especializado de Mark Q. Sawyer, PhD de la Universidad de California,
titulado: “Du Bois’ Double Consciousness versus Latin America Exceptio-
nalism: Joe Arroyo, Salsa and Negritude”, Western Political Science Associa-
tion Annual Meeting, Portland, Oregon, March 2004 (Award for Best Paper
in Black Politics) [La Doble conciencia de Du Bois frente al excepcionalis-
mo latinoamericano: Joe Arroyo, salsa y negritudes].

En el mencionado trabajo, Sawyer —profesor asistente de UCLA


(Universidad de California), doctor en Ciencia Política de la Universi-
Universidad Simón Bolívar

dad de Chicago y quien forma parte del Departamento de Ciencia Po-


lítica y del Center for African American Studies de la Universidad de
California—, retoma un clásico aporte conceptual de Web Du Bois, pio-
nero en la lucha por la Justicia Social para los afroamericanos denomi-
nado la doble conciencia, según el cual, los Estados Unidos de América,

67
[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

ha tenido una histórica incapacidad para aceptar la condición humana


de los negros norteamericanos, propiciando que este numeroso grupo
racial haya perdido su historia para verse a través de la versión oficial
blanca europea y protestante de la realidad (WASP), constituyéndose en
el “otro”, cuya cultura había que civilizar.

Según Du Bois, siempre se experimenta esa dualidad: un americano,


un negro, dos almas, dos pensamientos, dos esfuerzos irreconciliables, dos
ideales en pugna dentro de un solo cuerpo oscuro, cuya sola fortaleza per-
tinaz le evita ser despedazado. Esta peculiaridad del negro afronortea-
mericano ha alimentado, según Mark Sawyer, una creciente literatura
que ha tendido a diferenciar el caso de la inclusión-exclusión política
en Estados Unidos del acontecer latinoamericano, tomados como casos
ejemplares a Cuba y Brasil, para sostener que los afrolatinos conquis-
taron, por su participación en las luchas de independencia, una mayor
integración con los ideales en procura de una igualdad política, cultural,
social y económica. Con evidencias empíricas que abarcan estudios en
Cuba postrevolucionaria, República Dominicana y Puerto Rico. Sawyer
demuestra que, si bien los negros de Latinoamérica eran unos patriotas,
históricamente han sufrido una “discriminación inclusionaria” que les
ha vedado o limitado un acceso al poder político, social y económico,
razón por la cual han participado en las luchas contra la desigualdad y
la opresión racial.

Uno de los campos donde la gran población afrodescendiente en


América Latina ha logrado imponer la fortaleza de su legado es el de
la cultura, donde se ha producido una amalgama que recoge elemen-
tos lingüísticos, musicales y gastronómicos, para no hablar de manifes-
Universidad Simón Bolívar

taciones artesanales y organológicas, que reciben aportes de las razas


comprometidas en el abrupto encuentro colonial.

Si bien la cultura y, entre sus manifestaciones, la música en América


Latina recibieron el fuerte contingente rítmico y organológico de África,

68
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

que llegó a conquistar su presencia vigorizando los aportes melódicos


de Europa y los cantos rituales indígenas, Sawyer, apoyado en Du Bois,
sostiene que en América Latina, y particularmente en el Caribe, persis-
te la discriminación y la inequidad extensiva a los sectores mestizos y
mulatos de los sectores marginales rural y urbano, lo que explica que
no hay una disolución de las diferencias. En Colombia, a lo sumo, se
acepta que regiones como el Caribe, con fuerte presencia negra, pueden
descollar en la fiesta y el folclor, que es funcional para la diversión, pero
los hilos del poder han estado ligados por siglos a los blancos, a pesar
del inevitable mestizaje.

Diversos autores abordan un conjunto temático afín con Peter Saw-


yer; es el caso de Wade, quien en su libro Música, raza y nación asigna
al mestizaje y el hibridismo manifestaciones de la consolidación de la
identidad nacional como pluriétnica y multicultural; igual procede Nés-
tor García Canclini.

En una postura más radical, Sawyer se inscribe en la generación que


examina, desde el punto de vista de los afrodescendientes, aspectos de la
cultura, y las interacciones de raza, género y política tanto en la América
del Norte como en la de influencia latina. Una de sus características es
la reivindicación del legado de Web Du Bois y de C.L.R. James, quienes
han sido los intelectuales orgánicos del movimiento de la “diáspora afri-
cana” que busca reescribir la historia negra en América Latina.

En esa pesquisa, Sawyer hace uso, entre otras, de la teoría de la “doble


conciencia” de Web Du Bois, para contrastarla o verificar con los ins-
trumentos de las Ciencias Sociales y Humanas, entre ellas la Historia,
Universidad Simón Bolívar

si sus premisas se cumplen en el mundo de la América ibérica, gala y


lusitana. Sus trabajos, por eso, versan sobre diversas expresiones políti-
cas de los afrolatinos, que estarían sujetas al mestizaje o manifestaciones
excepcionales en la literatura y la música de negros que no se sujetan al
sincretismo, al melting pot o a la deculturación.

69
[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

El hallazgo importante para el Caribe colombiano consiste en que el


máximo intérprete de nuestra música popular afroantillana, Joe Arro-
yo, adquiere una gran dimensión analítica para Sawyer, porque invita a
rescribir la Historia negra en su clásica obra ‘Rebelión’. Observemos el
análisis del profesor investigador de la Universidad de California, que
contrasta el aporte del cartagenero original con la tradición salsera y
merenguera que considera el cuerpo de los negros y negras, como objetos
de placer y deseo para el consumo ya sea del sexo o con metáforas ali-
menticias que hablan de ricura y de sabor. A diferencia de estos, destaca
Sawyer, Joe Arroyo ubica conscientemente al cuerpo de la negra azotada
por el amo español en un contexto de violencia.

Según el autor norteamericano, el mérito de Arroyo se acrecienta


por cuanto verso por verso, la canción cuestiona la percepción de una
historia de Colombia unificada, y saca a relucir la historia de opresión
y luchas que marcan en especial la historia afrocolombiana. De hecho,
afirma que nuestro ídolo replantea en ese trabajo la presencia que tradi-
cionalmente se le asignaba a la mujer en la música salsa. Sawyer invita
a hacer una lectura profunda del tema porque, según él, constituye un
fuerte cuestionamiento sobre las representaciones tradicionales de lo
negro en la música salsa.

Emprende Sawyer, por tanto, un recorrido de cada frase de la can-


ción desde la invitación, en la que Joe habla con su voz de tenor: “Quiero
contarles, mi hermano, un pedacito de la historia negra, de la histo-
ria nuestra, caballero...”; paso a paso traduce para sus lectores acadé-
micos ingleses toda la canción, en una ponencia académica que realiza
en Portland (Oregon), mostrando cómo Arroyo desliga la experiencia
Universidad Simón Bolívar

negra del contexto nacional y plantea la africanidad de los esclavos, en


contraste con lo español y con la cultura europea que disuelve la “demo-
cracia racial”.

Muestra Sawyer cómo, mediante el relato del matrimonio africano,

70
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

nuestro cantautor convierte a la mujer en centro de la protesta política y


las luchas históricas, enalteciendo su condición; por otra parte, destaca
que al asignar al esposo negro que toma venganza de la afrenta (“¡No le
pegue a mi negra...!”), el carácter de “guapo”, lo convierte en “adalid” o
en héroe de una causa política, a diferencia del discurso del negro “go-
zón” o perezoso que se ha acuñado.

En una brillante conclusión, el profesor Mark Sawyer destaca las


contribuciones musicales de Joe Arroyo, que adquiere la estatura de un
autor a escala universal. Sinteticemos:

1. Joe Arroyo desvirtúa la historia oficial tradicional que margina-


liza lo negro, y por el contrario reivindica las vivencias de afro-
descendientes como relatos con contenidos histórico-críticos.
2. Utilizando un género musical caracterizado por el mito de la de-
mocracia y el mestizaje racial como la salsa, permite una crítica
a quienes asignan a Norteamérica las “muestras de identidad y
resistencia negras”.
3. Por su condición de artista colombiano popular y famoso, Joe Arro-
yo logra demostrar la existencia de una “discriminación inclusiona-
ria en la música y en las sociedades latinoamericanas”; sus cancio-
nes son “formas fractarias de respuestas a la opresión y la cultura”.
4. Joe llama a una segunda aproximación a la historia colombiana
mostrando las diferencias, la violencia y la opresión.
5. Las propuestas musicales de Arroyo se inscriben en una relec-
tura de la democracia racial en la música y se vinculan con ex-
presiones como el rap hispano, o el reguetón puertorriqueño, o
el olodum brasileño; yo agregaría la champeta cartagenera, que
Universidad Simón Bolívar

incuba formas de protesta racial y política.

Por mi parte, considero que al ligar la canción ‘Rebelión’ de Joe Arro-


yo con las teorías del gran autor negro Web Du Bois, Sawyer y la “diás-
pora africana”, y al presentar su obra en universidades norteamericanas,

71
[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

se enaltece el trabajo surgido del espíritu de un artista genial que, con


sus medios de expresión musical, ha logrado trascender la escena local,
para convertirse en un protagonista internacional de la cultura, como
portador de unas ideas que han permitido que estudiosos internaciona-
les se ocupen de sus cantos de reivindicación de una raza cuya fortaleza
histórica nos hace gozar, pero también nos invita a pensar y a actuar. La
reflexión de catedráticos universitarios norteamericanos sobre estos te-
mas como ‘Rebelión’, que hemos gozado y seguiremos bailando en Car-
naval, ofrecen un nuevo ángulo de análisis y obligan a que Barranquilla
brinde un reconocimiento elocuente a quien ha sido el Supercongo de
nuestra magna fiesta, y del cual a veces parecemos olvidar su grandeza.

Esta vocación hacia lo étnico no la abandona aun con trabajos de


otros autores, como el magnífico tema de José Jeremías Rivas ‘Blanco y
negro’, donde abunda en las desventuras de la esclavitud del siglo XVII.
En esta misma orientación de los ancestros africanos, se desenvuelve el
trabajo ‘Llanto ven, llanto va’:

Raza blanca que maltrató...


a mi gente que del África llegó...
Construyeron las murallas
de mi bella Cartagena,
Amarrados con cadenas,
Ahí libraron su batalla.

En el tema ‘Mi libertad’, ofrece una sugestiva e “imaginada” visión de


la participación mestiza en la gesta del 11 de noviembre desde el pueblo
en el marco de:

A Cartagena y Palenque llegó mi raza africana


Universidad Simón Bolívar

que derramó su sangre todita a la orilla del mar


Cargándole al español todo el oro que llevó
y tan solo le ha dejado su tambor;
al indio lo mancilló, al negro lo esclavizó
Confundiéndose lágrimas con su voz.

72
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

Como la India Catalina, fue virtuosa su vida


y Cartagena con hambre todita se liberó,
fue en un 11 de noviembre,
indios farotos anunciaron, llenos del espíritu de libertad.

Pero igualmente, también compuso temas de gran factura ideológica


y protesta ciudadana como ‘La Guerra de los callados’, que era un recla-
mo hacia los terroristas delirantes que sembraron en un mes de mayo de
bombas a Medellín a finales de los años ochenta y sometieron al silencio
a sus gentes:

La noticia se ha regado... ¿qué cosa será?


La guerra de los callados... declarada está.
Todo el mundo está enterado... confusión total.
La guerra mata al hermano... sin discriminar.
¡Ay! que pena, señores, todo el mundo en vela,
[...] las puertas están cerradas
[...] y selladas, las ventanas clavadas,
[...] lenguas inmovilizadas por la fuerza del terror...
la noche que la ciudad murió.

EL CANTO AL AMOR, AL DOLOR Y LA ENSOÑACIÓN DEL


CARIBE
Esta temática es una constante en la producción de Joe Arroyo. Sus
grandes amores han recibido versos de lira y otros adoptados pero escogi-
dos e interpretados por él en forma insuperable. Todo el Caribe disfruta de
estas creaciones que enmarcan su matizada voz de tenor con el adorno de
clásicos danzones y boleros, en la digitación mágica de los pianos de Chelito
de Castro, el Nene del Real o Hugo Molinares, que tienen la seducción de
noches y lunas tropicales, brindando serenatas a las amadas:
Universidad Simón Bolívar

Déjame que te cante, dulce como tu mirada...


Cómo me duele tu ausencia,
déjame que te cante,
la mariposa de tu jardín tiembla en la niebla.

73
[ CARNAVAL DE BARRANQUILLA. Patrimonio musical y danzario del Caribe colombiano ]

La profesión de fe romántica del Joe se expresa en escasos boleros: quizá


debió grabar un álbum de este ritmo tan latino y tan nuestro. Son memora-
bles temas como ‘Mary’, ‘Corazón romántico’ y ‘Noche de arreboles’:

Hay noches de arreboles que incitan al amor...


y en los alrededores se enciende el ardor,
son noches de ilusiones como hoy te llaman,
temblando de pasiones como hoy cual flama,
son noches que me llaman, que me dicen,
que me impulsan, que me dicen
que me entregue a la pasión.

TEMAS DE ALEGRÍA Y DOLOR


También hay temas donde la alegría del ritmo no permite ver el dolor
y la frustración; es el caso de ‘Por ti no moriré’, ‘Ella y tú’, o en los boleros
de excelente factura vocal ‘Volvió a mentir’, ‘Buenos días, tristeza’, etc.

Esta línea temática sobre la base del drama personal del artista alude
a sus éxitos y fracasos. En esa orientación están ‘Fuego en mi mente’,
‘Centurión de la noche’, ‘La noche’, ‘Musa original’, ‘Son apreta’o’, ‘A mi
Dios todo le debo’, ‘Droga’, que, si bien parten de una problemática sub-
jetiva, no dejan de tener un sello social, dado que están dirigidas a los
habitantes de la noche y a los bohemios irredentos, que creen en Dios,
tienen sus musas y viven seducidos por las noches tropicales.

En este capítulo se ha tratado de ofrecer una síntesis de la lírica del


legado del más internacional de los cantantes colombianos –Joe Arro-
yo–, que lo sitúan en el ámbito de los cantores sociales del Caribe, in-
merso en una visión crítica de la realidad desde su percepción especial
Universidad Simón Bolívar

que le permite un uso ambivalente, tanto del lenguaje popular de las


zonas marginales de las urbes de la Costa colombiana, como de giros
literarios en la búsqueda de un lenguaje poético para la canción tropical.

En el compositor Joe Arroyo encuentra el oyente y el bailador, el

74
Joe Arroyo: El rey del Carnaval
Jairo Solano Alonso • Rafael Bassi Labarrera

mensaje existencialista, el amor sublime, el desengaño amoroso, donde


demuestra –en su voz y en su lenguaje–, su amor al bailador, que es un
hombre del pueblo que sufre, ama y llora, pero que siempre está vivo en-
tre nosotros. Álvaro José Arroyo falleció en Barranquilla el 26 de agosto
de 2011 pero cumplió su promesa de quedarse en tierra barranquillera y
seguir alimentando con su voz cada uno de nuestros regocijos.

Universidad Simón Bolívar

75

También podría gustarte