Carta A Nayib
Carta A Nayib
Carta A Nayib
Un buen populista sabe que el pueblo aplaudirá por la renovación en el Centro de San
Salvador mientras no pregunte cuánto tendrá que pagar de deuda pública por los
farolitos al cabo de unos años.
Estimado bachiller:
Estimado bachiller, yo creo que los salvadoreños que nos esmeramos por
engrandecer a nuestro país estamos más ocupados en entender la realidad para
hacer propuestas de cambio serias que en andar fomentando la desconfianza en las
instituciones públicas y en pintarnos clavos en las muñecas para jugar al mártir
redentor.
TE¿Por qué no te sinceras con el pueblo y le explicas que después del
anarquismo viene el totalitarismo y la dictadura? ¿O es que tampoco pusiste
atención en las clases de historia? Ya sé que siempre ha sido más atractivo hacer
vandalismo social que permanecer dos horas sentado en una biblioteca, pero yo te
ruego, estimado bachiller, que lo que no pudiste comprender en las aulas no lo
destruyas afuera de ellas. Ya sabemos que los partidos políticos están llenos de
corrupción —tú, que estás adentro del peor de todos, lo debes saber mejor que
nadie— pero, vamos, que por acabar con los ratones no le vas a prender fuego a
toda la casa. Además, no te recomiendo ponerle fuego a la madriguera cuando de
sobra sabes que la madriguera es tuya y que tienes allí muchos amigos.
Sé que el pueblo está despechado por nuestro sistema político, todos los estamos;
pero, querido bachiller, no vale hipotecar el dolor de un país para hacer con él
negocios electorales. Además, no concibo que puedas condenar un sistema político
del cual formas parte ¡Y mira en qué parte! Ya sé que en la crisis los pobres creemos
hasta en la lotería, pero esta vulnerabilidad no justifica que le vendas al pueblo
estupefacientes cargados de buena publicidad (solo te falta poner a bailar a niños
cubanos y terminar con algo como “el cambio sigue”), esto no es como el negocio de
las discotecas (con el símil quizá nos entendemos mejor, puede que te suene más
familiar que la vida universitaria).
Yo reconozco que haces un buen manejo de las redes sociales. No cabe duda de que
cuando se ambiciona la presidencia, frente a un pueblo consumista vale más
contratar buenos asesores en marketing para que vendan tu imagen como quien
vende comida rápida, que contratar profesionales serios que te ayuden a diseñar un
verdadero plan de gobierno. Tú ya sabrás lo rentable que es hacerle chanchullo al
fisco y a probidad, negocio por el que estás dispuesto a cambiarte de partido y de
ideología política, y como te veas en la necesidad, hasta de religión. Así que,
¡ánimo! Aunque, en lo que a mí respecta, te daría el consejo de Gepetto: “Pinocho,
deja el circo y ve a la escuela”.