2ºborrador Final

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INTRODUCCION

El presente seminario de tesis desarrolla una investigación en torno al concepto


“solidaridad”. El interés y motivación por realizar un trabajo investigativo en torno a este
concepto, surge al constatar la vigencia y aplicación que se hace del mismo en el lenguaje
actual en una gran cantidad de contextos. Ciertamente hoy en día se trata de un término que
goza de popularidad. Nos damos cuenta, por los contextos en los cuales se aplica, que es un
concepto que hace referencia a una realidad importante. He ahí la razón que explica el
motivo para emprender esta investigación.

En variadas ocasiones escuchamos emplear el término con diferentes connotaciones


y aplicaciones, sin que exista un concepto claro de este valor tan importante para la
sociedad. Por esta razón creemos necesario investigar acerca de sus bases conceptuales, de
forma tal que pueda ser debidamente enseñado. Una buena comprensión y asimilación del
concepto, acompañado de dinámicas concretas de solidaridad, acercaría a los alumnos no
sólo a comprender, sino (que es lo más importante) a ser solidario.

El presente trabajo es una investigación de tipo cualitativa, en la que se empleará


una revisión bibliográfica descriptiva, que consistirá en analizar las definiciones de
solidaridad desde distintas perspectivas.

El Objetivo General del presente seminario es el siguiente:

Analizar las distintas definiciones de los autores citados anteriormente y cómo


éstas pueden articularse en la enseñanza de la religión en los colegios.

Los objetivos específicos, de acuerdo al objetivo general planteado son los


siguientes:

 Fijar el concepto de solidaridad en los autores mencionados.

 Establecer las relaciones pertinentes con la enseñanza de la misma en la clase de


religión.

 Finalmente, inferir su importancia en la formación de las nuevas generaciones y


para todos aquellos que quieran guiar sus vidas bajo el paradigma de la
solidaridad.

En nuestro trabajo recopilamos información acerca del estado de la investigación


actualmente en lo que respecta al tema elegido. En primer lugar, hicimos un trabajo
preliminar de carácter terminológico referente a la etimología de la palabra solidaridad;

1
también investigamos la relación con otros términos afines como: sociabilidad, igualdad,
justicia y caridad. En segundo lugar, recurrimos a las Sagradas Escrituras, Antiguo y
Nuevo testamento, con el fin de establecer una base teológica-escritural, fundamento de la
reflexión posterior.

Estudiamos el pensamiento del Papa Juan Pablo, porque lo consideramos un


maestro de solidaridad y porque fue quien guío a la Iglesia por casi veintisiete años; su
pontificado es un ejemplo de vida dedicada a la acción solidaria; su llamado y exhortación
hacia el amor al prójimo ha adquirido resonancia hasta más allá del mundo católico y
también más allá de su muerte. Además es una voz importante que la Iglesia tiene en estos
momentos y que nos ha servido de base sobre el tema elegido; también, todos los
integrantes de este trabajo hemos formado nuestros criterios a la luz de su mensaje.

Otro complemento importante en esta parte del trabajo, lo constituye el pensamiento


del teólogo católico jesuita Tony Mifsud. Para ello, nos basamos en su libro “Libres para
amar” .

Incorporamos un capítulo referentes a los modelos de solidaridad, según el pensador


español Luis A. Aranguren G.

En el capítulo siguiente, hacemos un análisis del concepto según como éste se


encuentra en tres autores laicos . Estos autores aportarán desde su propia realidad
contextual hacia el objetivo de esta investigación. El concepto laico aplicado a estos autores
dice relación con personas que reflexionan libremente desde un ámbito extraeclesial.
Creemos que en ellos puede haber también un importantes ideas para el esclarecimiento del
tema en estudio.

Terminaremos el trabajo con una reflexión sobre la educación de la solidaridad,


considerando que la enseñanza de los valores dice relación no sólo con el dominio
cognoscitivo, sino ante todo con el dominio afectivo-moral, como forma de vida, que se
traduzca en actos virtuosos en “la educación para la solidaridad”. En la parte cognitiva,
ciertamente la presente investigación constituirá un aporte al poder fijar el sentido del
concepto “solidaridad”. La parte valórica, dependerá de las metodologías implementadas
por los educadores en el dominio de afectivo-moral. La clase de religión se siente
especialmente interpelada en la misión de enseñar este valor, pues son precisamente los
valores la sustancia y fundamento de toda vida espiritual. Poseyendo el ser humano un alma
inmortal más valiosa que todo el oro del mundo, ésta es nutrida crece y se desarrolla en
virtud de valores sólidos y eternos.

Finalmente, presentamos las conclusiones en donde queremos entregar un


fundamento del por qué consideramos el concepto de solidaridad, perpetuado en la
doctrina social de la Iglesia católica, como el más cierto y el más completo, con alcances
trascendentes más que cualquier otro concepto de la misma.

2
CAPITULO I

Bases Bíblicas de la solidaridad.

1.1 Introducción: Aspectos preliminares de orden conceptual

El concepto solidaridad necesariamente se encuentra en conexión con otros


conceptos, tales como: sociabilidad, justicia, caridad. Pues bien, en este apartado
expondremos la relación entre el concepto en estudio y los demás conceptos mencionados.
Previamente, realizaremos un análisis e interpretación desde la perspectiva cristiana de la
definición etimológica de solidaridad, además de mencionar señeramente el hecho de que
la solidaridad constituye uno de los principios esenciales de toda organización social.

1.1.1.- Etimología

La palabra solidaridad es de origen latino; proviene del sustantivo “soliditas”, que


hace referencia a una realidad física compacta, sólida, cuyas partes integrantes comparten la
misma naturaleza y se encuentran inseparablemente unidas, ya que en su conjunto
conforman el todo.

En sentido cristiano, los seres humanos estamos unidos por el hecho de ser hijos de
Dios, razón por la cual todos poseemos la misma dignidad. Ante Dios, en sí mismos, y ante
los semejantes todos poseemos el mismo valor. Las diferencias en este punto no encuentran
3
justificación. En razón de esta filiación divina debiera reinar en los seres humanos un
verdadero sentido de fraternidad que nos impulse a buscar y procurar siempre el bien de los
demás.

En la actualidad es muy alentador que la palabra solidaridad posea gran popularidad


y sea utilizada en las más diversas esferas sociales; indudablemente tal popularidad y uso
refleja un interés casi universal de las personal por el bien del prójimo, lo cual es altamente
positivo. Sin embargo, es necesario no quedarse sólo en las buenas intenciones ni en una
lamentación de lo que le ocurre a los demás; la conciencia de solidaridad debiera
provocarnos para realizar acciones concretas de la misma. La actitud diaria de los
individuos en sus concretas interrelaciones personales debe situarse desde el paradigma de
la solidaridad. Se trata en definitiva de un cambio de mentalidad en el modo como
enfrentamos y construimos la existencia, que en el caso del ser humano es siempre de
carácter social.

La solidaridad constituye uno de los cinco principios que funda toda organización
política y social. Gracias a estos principios (autoridad, personalidad, subsidiaridad, bien
común), es posible construir con éxito y desarrollar cualquier esquema de organización
social. Toda sociedad puede prosperar y alcanzar sus fines propios si respeta y promueve
desde sí misma tales principios; la ausencia o debilidad en cualquiera de éstos trae consigo
directamente una repercusión sobre el conjunto social y en los individuos, provocando
quiebres y conflictos.

1.1.2.- Solidaridad y carácter social del ser humano

Es necesario señalar que la realidad de la solidaridad trasciende la visión parcial de


alguna religión determinada; su significación es de carácter universal con aplicación para
todo ser humano sin importar su cultura, raza o religión.

La razón de lo anterior radica en la comunidad de naturaleza de los seres humanos.


En efecto, la realidad de persona propia de la esencia misma de lo humano, nos conecta a
todos los individuos humanos en un mismo nivel y dignidad; cada cual, por el hecho de ser
persona, posee un valor inconmensurable. La solidaridad, por consiguiente, se desprende de
la naturaleza misma de la persona humana. No importa la condición social o cultural el
prójimo es un semejante con el cual comparto la misma naturaleza humana, merecedor de
todo mi respeto y preocupación.

Es esta misma unidad de naturaleza, señalada en el párrafo anterior, la razón del


carácter social del ser humano. Llegamos al mundo en el seno de la comunidad celular de la
familia y luego nos proyectamos y desarrollamos en la comunidad mayor que es la
sociedad. Es imposible realizar un proyecto de vida si no es en relación a otros y con otros.
Los seres humanos no somos islas, estamos unidos por nuestra naturaleza espiritual aún
cuando no haya conciencia de tal unidad. Por ello ser solidario significa compartir tanto los
buenos momentos como la carga y los problemas de los demás, pues también son mis
problemas.

1.1.3.- Solidaridad, igualdad y justicia

4
Existe una directa conexión entre la realidad de la naturaleza personal del ser
humano, la igualdad y la justicia.

La comunidad de naturaleza nos lleva a afirmar la igualdad radical que une a todos
los hombres, pues en cada individuo humano es necesario reconocer su dignidad como
persona. Es esta igualdad la que justifica impulsar cambios que conduzcan a eliminar
atropellos a la dignidad de la persona, tales como: discriminación, explotación, injusticias
sociales, porque de esa forma se promueve y posibilita el real desarrollo de los individuos
humanos como personas.

La solidaridad es propia de los seres humanos en cuanto personas; por ello, la


solidaridad nace del ser humano y va dirigida hacia seres humanos. Se trata de una
exigencia para la convivencia y construcción social.

La solidaridad es un imperativo de justicia. Aún cuando el concepto de justicia


posee una gran amplitud de aplicación y significado, en el presente caso hacemos uso del
concepto aplicado al ámbito social; es decir, estamos refiriéndonos a la justicia legal,
distributiva o social. También hacemos nuestro y coincidimos con el pensamiento clásico
de Aristóteles, Ulpiano y Tomás de Aquino 1; la solidaridad encuentra su razón de ser en la
virtud de la justicia que se aplica en los seres humanos, considerando la igualdad radical
existentes en éstos según su comunidad esencial y específica. Pero, la solidaridad encuentra
su plenitud en la virtud de la caridad.

La justicia es la virtud de retribuir a cada cual según corresponda, o, según Ulpiano,


“dar a cada uno lo suyo”2. Por ello, la solidaridad es un imperativo de justicia que deriva de
la igualdad radical. Estamos frente a una exigencia moral, porque es justo que cada cual
disponga de los medios para realizar una vida personal de crecimiento y desarrollo. Por esta
razón la ley, en los casos en que la contempla, la hace jurídicamente obligatoria, además de
ser siempre moralmente obligatoria. Pero, desde la perspectiva de la justicia en los términos
entendidos, la solidaridad se sitúa en un mínimo justificable. Ahora bien, si somos capaces
de sobrepasar tal mínimo, sin ninguna otra intención que ayudar al prójimo, accedemos a la
dimensión de la caridad, la más perfecta y luminosa de las virtudes, en la cual quedan
subsumidas y perfeccionadas todas las demás. Por esta razón, para el cristiano, la
1
Cfr. Diccionario Herder de Filosofía, Antoni Martinez Riu y Jordi Cortés Morato, Software de desarrollo:
Microsoft Multimedia Viewer 2.0 Microsoft Corp.

(del latín iustitia, justicia, conformidad con el derecho, ius) Término de difícil definición concreta por la
multiplicidad de significados, que se extienden desde el ámbito religioso (justicia como «justificación» por la fe)
al social (justicia legal, distributiva, social), al privado (justicia como virtud), al público e institucional (justicia
como poder judicial); el término abarca los diversos enfoques con que se ha tratado a lo largo del tiempo,
aunque modernamente tiende a entenderse como referida al ordenamiento social justo: una teoría de la
justicia viene a ser una teoría de la sociedad justa.(..)
. Para Aristóteles, la justicia (*46"4@Fb<0, dikaiosýne) es virtud: virtud total, que engloba todas las demás
virtudes éticas, y consiste en la observancia de la ley (justicia legal) y virtud parcial, que divide en justicia
distributiva y correctiva o conmutativa; la primera regula la distribución de cargas y premios en la sociedad, y
la segunda las relaciones personales (Ética a Nicómaco, 1129 a-1131 a). La justicia legal aristotélica se (..) se
orienta, sin resonancias religiosas, al bien común de la sociedad. Ulpiano (hacia 223 d.C.), al definir el
derecho como el arte de lo bueno y de lo justo, enumera las características de este tipo de vida: «vivir de
forma honrosa y acreditada, no perjudicar a los demás y dar a cada uno lo suyo» (Digesto, I,1,10,§ 1). Tomás
de Aquino, principal exponente de la filosofía escolástica medieval reitera las distinciones de Aristóteles,
fundamenta la justicia legal (social) en la ley eterna y, a la justicia particular que Aristóteles llamaba correctiva,
la llama conmutativa.
2
Cfr. op.cit

5
solidaridad no se reduce a dar sólo lo justo, es decir, lo mínimo exigible, ni tampoco a dar
movido por una exigencia externa, sino a dar sin otra explicación que buscar el bien del
prójimo en forma totalmente gratuita y desinteresada.

1.1.4.- Solidaridad y Caridad

La solidaridad se enriquece y alcanza su plenitud cuando se convierte en caridad,


que es la virtud teologal por antonomasia3, seguida por la fe y la esperanza. Consiste la
caridad en donación desinteresada, al punto de llegar a dar la vida por otros. No se trata
solo de bienes materiales, sino de la vida entera: tiempo, disposición, paciencia, compañía,
servicio…

Para que haya solidaridad se requieren dos personas: la necesitada y la solidaria.


Acompañada de la caridad, la solidaridad no surge por una motivación externa de un
cumplimiento legal, sino por una motivación propia absolutamente gratuita que emana
desde el centro espiritual de la persona al experimentar empatía con el necesitado. Mediante
la empatía hay un situarse en el lugar del otro y experimentar sus padecimientos, lo que
lleva a un condolerse por sus desdichas y sentir misericordia. A su vez, el sentimiento de
misericordia es lo que mueve a muchos a ejecutar acciones solidarias de beneficio,
asistencia o ayuda al necesitado, puesto que el necesitado es nuestro prójimo, nuestro
semejante, es un “otro yo”. ¿Pero, quién es el necesitado y quién el prójimo? El necesitado
es el desvalido, razón por la cual precisa de ayuda externa. En cierto sentido, todos los seres
humanos somos unos desvalidos que existimos única y exclusivamente sostenidos por la
gracia de Dios. En relación al prójimo, éste es el “próximo”, es decir, el que está cerca, a
nuestro alrededor, aquel con el que nos interrelacionamos y topamos a diario.

La caridad es la plenitud, es la consumación, es lo escatológico; nada hay más


allá de la caridad, la cual nos llama incluso a amar a los enemigos. Si existiera conciencia y
voluntad por vivir en la dimensión del amor caritativo, se volverían innecesarias las
cárceles, las fronteras y los ejércitos; y el prepararse para la guerra no tendría sentido.
Como dice la Biblia: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No
levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra (…) Serán vecinos
el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán
juntos, y un niño pequeño los conducirá”4

1.2.- Bases bíblicas en el Antiguo Testamento

3
Cfr. 1ª Cor. Cap XIII. El Apóstol Pablo en esta epístola, en el capítulo señalado, identifica las tres virtudes
teologales: fe, esperanza y caridad, de la cuales la caridad ocupa el primer lugar, seguida de la fe y la
esperanza.
4
Cfr. Is. 2,4; Is 11,6

6
En las Sagradas Escrituras, la realidad de la solidaridad no aparece designada con el
vocablo “solidaridad”, sino con otros términos afines, como por ejemplo: misericordia 5,
compasión6, benignidad7, gracia8, amor9, caridad. Ciertamente, el signo material lingüístico
en cuestión para designar la realidad subyacente, no posee tanta relevancia como la realidad
de fondo designada10.

Las Sagradas Escrituras constituyen una fuente infinita de recurso para aprender y
fundamentar acerca de la solidaridad. De hecho, la Biblia es la palabra de Dios que
encuentra su condensación o culmen en el Verbo hecho carne, que por amor salva a la
humanidad doliente afectada por el pecado original. En este sentido es posible afirmar que
la Biblia es un libro que habla de la solidaridad de Dios para con el hombre. Aún más, en la
Biblia Dios interpela y compele al hombre para el ejercicio de la solidaridad entre los
propios seres humanos11.

Es tal la importancia del amor y la solidaridad en los textos bíblicos, que ya en el


libro del Deuteronomio12 Dios mismo le comunica a su pueblo Israel la importancia y
trascendencia del amor. Ciertamente en este contexto adquiere el sentido de un precepto,
que es lo que hemos conocido con el nombre de “mandamiento”. Pero no se trata de un
mandamiento más, sino del mandamiento principal y más importante, lo cual queda
reflejado en la forma gráfica como el texto deuteronómico lo expone. Del mensaje del
texto podemos colegir que del ejercicio o no ejercicio del mandamiento divino se producen
importantes consecuencias para el bienestar físico y espiritual del hombre. Por ejemplo, se
nos dice que: “Estos son los mandamientos, preceptos y normas que Yahveh vuestro
Dios ha mandado enseñaros para que los pongáis en práctica (….), a fin de que temas
a Yahveh tu Dios, guardando todos los preceptos y mandamientos que yo te prescribo
hoy, tu, tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida, y así se prolonguen tus días” 13 Pues
bien, la práctica del mandamiento conduce a una prolongación de la vida; en sentido
contrario, mutatis mutandis, el incumplimiento de una praxis de amor con nuestros
semejantes, impide la promesa de días extras de vida. La práctica del mandamiento me
conduce a vida; el ignorarlo, la muerte. Aún más, el texto continúa comunicando nuevas
promesas para aquel que lo lleva a la práctica: “Escucha Israel; cuida de practicar lo que

5
Cfr. Gn. 19,16- 24,12- 24,49- 32,10- 43,14 Ex. 15,13- 20,6- 33,19- 34,6
Dt. 5,10- 7,9- 30,3 Jos. 2,12 Jue. 2,18 Rt. 1,8 1 S. 15,6- 20,14
2 S. 2,6- 7,15- 9,1- 24,14 2 R 13,23
Esd. 3,11 Neh. 9,17- 9,31- 13,14- 13,22 Job. 10,12 Sal 13,15- 17,7- 18,50- 23,6- 25,16- 26,3- 31,21-
32,10- 33,5- 36,5- 36,7- 36,10- 37,21- 40,10- 41,4- 42,8- 52,1- 57,10- 63,3- 67,1- 72,13- 77,9- 85,7-
89,1- 89,14- 89,33- 90,14- 92,2- 100,5- 103,4- 103,17- 106,7- 119,76- 119,88- 142,2- 145,9
Pr. 3,3- 14,21- 16,6- 19,22- 21,21 Is. 16,5- 33,2- 49,13- 54,7- 54,8- 54,10- 60,10- 63,7
Jer. 12,5- 31,3- 31,20- 32,18- 42,12 Lm. 3,22 Ez. 5,11- 7,4 Dn. 9,9- 9,18- Os. 6,6- 12,6- 14,3
Mi. 6,8 Hab. 3,2 z 1,16- 7,9
6
Cfr. Dt. 13,17 2 S 12,22 Job. 19,1 Jon 1,6
7
Cfr. 2 S 2,36; Sal. 18,35;
8
Cfr. Ex. 3,21; Rt. 2,10; Pr. 1,9- 3,14- 3,22- 13,15- 31,30; Os. 14,4 ; Zac 12,10
9
Cfr. Sal 91,14; Pr. 10,12- 15,17; Is. 63,9; Jer. 31,3; Os. 11,14;
10
Este mismo fenómeno lo encontramos en los textos seleccionados más delante de los autores
Charletworth, Buscaglia y Singer, especialmente Buscaglia, quien reflexiona a partir del concepto de “amar
a los demás”.
11
Cfr. Oseas 6,6: “Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos”
12
Cfr. Deuteronomio 6, 1-13
13
Cfr. Id. 6, 1-2

7
te hará feliz y por lo que te multiplicarás (..) en la tierra que mana leche y miel” 14.
La buenaventura es, por consiguiente, la consecuencia de la práctica del amor. Israel había
sido libertado de Egipto, de un estado de servidumbre y se dirigía hacia una tierra nueva,
hacia una tierra de abundancia. Luego el texto agrega: “Amarás a Yahveh tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Queden en tu corazón estas
palabras que yo te he dicho hoy: Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto
si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; las atarás a tu mano
como una señal y serán como una insignia entre tus ojos; las escribirás en las jambas
de tu casa y en tus puertas” 15. Como nos podemos dar cuenta, el texto citado es bastante
gráfico para expresar la importancia del mandamiento: deber tenerse presente en todo
momento, debe ser asimilado al punto de convertirse en parte integral de nuestro ser y
accionar; también debe ser comunicado principalmente a nuestros hijos y a todos aquellos
con los que tenemos ocasión de interrelacionarnos.

1.3.-Bases bíblicas en el Nuevo testamento

Para establecer bases conceptuales respecto de la solidaridad, en el Nuevo


testamento sobresalen, por la profundidad y trascendencia de su mensaje, los siguientes
textos:

a) El Sermón del Monte16


b) El relato de la viuda pobre17
c) La parábola del buen samaritano18
d) La visita de María a Elisabet19
e) La preeminencia de la caridad20
f) El mandamiento principal21
g) El juicio final en los discursos escatológicos22
h) Primera epístola del Apóstol Juan.

Constituyen los textos seleccionados verdaderos faros o antorchas espirituales,


cuyas luces23 pueden guiar a todo individuo en el peregrinar de esta vida.

CAPÌTULO II

14
Cfr. Id. 6,3
15
Cfr. Id. 6, 5-9
16
Cfr. Mt. 5, 1-12; Lc. 6, 20-23
17
Cfr. Lc. 21, 1-4
18
Cfr. Id. 10, 30-37
19
Cfr. Id. 1,39
20
Cfr. 1 Cor. 13, 1-13
21
Cfr. Mt. 22,35; Mc 12, 28-31; Lc. 10, 25-28; Jn. 13, 34-35
22
Cf. Mt. 25, 31-46
23
Cfr. Sal 119, 105 “Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero”.

8
LA SOLIDARIDAD SEGÚN LOS AUTORES JUAN PABLO II Y TONY MIFSUD

2.1..- El Papa Juan Pablo II.

Uno de los principales autores eclesiales que ha estudiado el tema de la solidaridad,


destaca en la Encíclica Centesimus Annus como positivo “el sentimiento más vivo y la
mayor sensibilización que existe en todo el mundo frente a los derechos del individuo y
también de las naciones. También destaca el hecho de que actualmente existe más
conciencia de la necesidad de “actuar para corregir los graves desequilibrios existentes
entre las diversas áreas geográficas del mundo”24. Todo esto el Pontífice lo reflexiona al
analizar los grandes acontecimientos mundiales de los años 89 y 90,

El término de la Guerra Fría y de la política de bloques y los positivos pasos hacia el


desarme dados por las potencias mundiales, han cambiado positivamente el panorama de la
política mundial. El Papa, por ello, no puede menos que regocijarse frente a los felices
acontecimientos de los años 89 y 90: la caída del Muro de Berlín y la unificación alemana,
y la paulatina liberación política de los países de Europa Oriental y Central de la órbita
soviética. Poco después, en diciembre de 1991, se produce el desaparecimiento de la
U.R.S.S., que sellaría el fracaso del “socialismo real” en el mundo. El Pontífice se alegra de
que “en casi todas partes se haya llegado a la caída de semejante “bloque” o imperio a
través de una lucha pacífica, que implica solamente las armas de la verdad y la justicia”25

Constituye también un gran avance en el respeto de los derechos humanos en el


mundo, que a lo largo de los años 80, hayan ido cayendo, poco a poco, en América Latina,
Asia y África, los regímenes dictatoriales y opresores, y que, en muchos de estos países se
esté dando comienzo a un camino de transición difícil pero fecundo hacia la democracia,
para el logro de una mayor participación y justicia social26

El Papa se refiere a la ayuda importante y, en algunos casos decisivos, que ha


proporcionado la Iglesia en estas situaciones “con su compromiso a favor de la defensa y
24
Cfr. Centesimus Annus, 21
25
Cfr. Id. 23
26
Cfr. Id. 23

9
promoción de los derechos del hombre”27. “…donde posturas partidarias ofuscaban la
conciencia de la común dignidad humana, la Iglesia ha afirmado, con sencillez y energía
que todo hombre, sea cuales sean sus convicciones personales, lleva dentro de sí la imagen
de Dios y, por lo tanto, merece respeto”28.

Positivos son también los avances en Legislación Laboral, realizados por los
Estados en el mundo; y esto gracias a una actividad sindical honesta y consciente del peso
gravitacional de sus demandas en la economía de los países29.

Es destacable, además, como positiva, la toma de conciencia mundial frente al


problema ecológico y la paulatina, aunque lenta, preocupación de los gobiernos y la
sociedad entera por solucionar los problemas derivados de la explotación indiscriminada de
los recursos naturales, contaminación y destrucción del medio ambiente30.

Pero, lo más promisorio y positivo como avance es, sin duda, que “el mundo actual
está cada vez más consciente de que la solución de los graves problemas nacionales e
internacionales no es sólo cuestión de producción económica o de organización jurídica o
social, sino que se requiere precisos valores ético-religiosos, así como un cambio de
mentalidad, de comportamiento y de estructuras”31

Sin embargo, queda mucho por hacer. El Reino de Dios hay que seguir
construyéndolo. Lo que se declara en la letra o en las palabras, aún no se traduce en la
práctica como sería de desear.

Basta una ojeada superficial al mundo de hoy para darnos cuenta que hemos
distorsionado gravemente el Proyecto Original de Dios: adoramos el dinero, el poder, el
prestigio social, falsos ídolos, y hemos pisoteado a su imagen y semejanza que es el
hombre, no reconociendo su dignidad primordial.

Muchos aspectos de la realidad del mundo que hoy vivimos coinciden,


lamentablemente, con las injusticias y maldades del mundo pagano que nos describe San
Pablo en su epístola a los Romanos.32

Desde la perspectiva eclesial, según el autor en estudio, el tema de la solidaridad


encuentra un amplio campo de aplicación: pobreza, opresión en los países menos
desarrollados por la situación de la deuda internacional, el consumismo, el flagelo de la
droga, la violencia, y la guerra.

Respecto de la pobreza, el Papa Juan Pablo II, a cien años de la Rerum Novarum,
encíclica en la cual el Papa León XIII denuncia la crueldad del capitalismo con duras
palabras, reitera: “A pesar de los grandes cambios acaecidos en las sociedades más
avanzadas, las carencias humanas del capitalismo, con el consiguiente dominio de las

27
Cfr. Id.23
28
Cfr. Id.22
29
Cfr. Id.16
30
Cfr. “Paz con Dios, paz con toda la creación”, Mensaje de Juan Pablo II a la Jornada Mundial de la
Paz; 1-1-1990; I, 1.
31
Cfr. Centesimus Annus, 60
32
Cfr. Romanos 1, 18-32

10
cosas sobre los hombres, están lejos de haber desaparecido; es más, para los pobres, a la
falta de bienes materiales, se ha añadido la del saber y la del conocimiento, que les impide
salir de su estado de humillante dependencia…por desgracia, la gran mayoría de los
habitantes del Tercer Mundo vive aún en estas condiciones”33.

En 1989, la Asamblea Ecuménica de Europa, en su Documento Final, nos conmovió


con una escalofriante cifra: “Más de 900 millones de seres humanos no pueden satisfacer
hoy día las necesidades elementales de la vida…”34.

Y, sin embargo, “con los progresos de la ciencia y de la técnica, hay en el mundo lo


necesario para que todos reciban lo suficiente para una vida digna. Pero mientras en los
países de la abundancia se derrochan los alimentos, a tal punto que las leyes frenan su
producción, hay muchedumbres que sufren o mueren de hambre. La riqueza acumulada no
encuentra el modo de llegar a quienes tienen una necesidad urgente”35.

En nuestra América Latina, el problema de la pobreza ha sido denunciado con


fuerza por la II Conferencia del CELAM en Puebla, en 1979:

“Comprobamos como el más devastador y humillante flagelo, la situación de


inhumana pobreza en falta de vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre,
el desempleo y el subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas,
forzadas y desamparadas”36.

Frente al drama de la pobreza, el libre mercado no lo es todo; es necesaria la


solidaridad en las comunidades nacionales y en la comunidad internacional. La libertad
nada es si no es guiada por la caridad.

Es indudable que las soluciones de la pobreza material deben surgir de la economía,


y la Iglesia reconoce la positividad del mercado y de la empresa 37. “Da la impresión que,
tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado sea el
instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades.
Sin embargo, esto vale sólo para aquellas necesidades que son solventables, con “poder
adquisitivo”, y para aquellos recursos que son “vendibles”, esto es, capaces de alcanzar un
precio conveniente. Pero existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el
mercado… Es preciso que se ayude a esos hombres necesitados a conseguir los
conocimientos, a entrar en el círculo de las interrelaciones, a desarrollar sus aptitudes para
poder valorar mejor sus capacidades y recursos”38. Es necesario que la solidaridad sea un
parámetro de la economía de los países.

Del mismo modo, “a nivel internacional hay que romper las barreras y los
monopolios que dejan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos,
individuos u naciones, las condiciones básicas, que permitan participar en dicho

33
Cfr. Centesimus Annus 33
34
Asamblea Ecuménica Europea, Justicia y paz para toda la creación, en DOCLA Nº 100, Enero a Marzo
1990, p28
35
BIGO, Pierre, S.J.; “La Encíclica Centesimus Annus”; en Mensaje Nº 399, p.169
36
Cfr. Documento de Puebla, 29
37
Cfr. Centesimus Annus 43
38
Cfr. Centesimus Annus, 34

11
desarrollo…Es necesario que las naciones fuertes sepan ofrecer a las más débiles
oportunidades de inserción en la vida internacional”39.

“No es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivocado el estilo de vida que se
presume como mejor, cuando está orientado a tener y no ser, y que quiere tener más no
para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone como fin en sí
mismo. Por esto es necesario esforzarse por implantar estilos de vida, a tenor de los cuales,
la búsqueda de la verdad, la belleza y el bien, así como la comunión con los demás
hombres para un crecimiento común, sean los elementos que determinen las opciones del
consumo, de los ahorros y las inversiones”40

En relación a la deuda internacional, el pago de esta deuda contraída con los países
desarrollados, es otro de los problemas que aflige actualmente a los países pobres del
mundo.

Al respecto el Papa nos señala: “Es ciertamente justo el principio que las deudas
deben ser pagadas. No es lícito, sin embargo, exigir o pretender su pago, cuando vendría a
imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al hambre y a la desesperación a
naciones enteras… No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con
sacrificios insoportables. Es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o
extensión de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la
subsistencia y al progreso”41.

Respecto del vicio del consumo, el Papa con su sabia luz nos señala que la ansiedad
por tener cosas, adquiriéndolas insaciablemente, sin que exista una necesidad objetiva de
ellas, guiada sólo por la moda y la propaganda comercia, es uno de los males de nuestro
tiempo.

El sujeto alienado en la obsesión del poseer ciertos objetos identificados por la


propaganda como los que confieren mayor prestigio social, se convierte en objeto al ser
presa de fácil convencimiento.

La propaganda crea en el consumidor falsas necesidades para, de esta manera,


introducir continuamente nuevos productos al mercado, o aumentar las ventas de los que ya
existen. Otro recurso de la propaganda es el desvalorizar o dejar obsoletos ciertos objetos,
con el fin de que el consumidor sienta la necesidad de renovarlos, sin que esto sea
realmente necesario.
Su Santidad Pablo VI, en 1971, en su Carta Apostólica “Octogesima Adveniens”,
nos ponía en guardia contra “la competencia desmedida que, utilizando los medios
modernos de la publicidad, lanza continuamente nuevos productos y trata de atraer al
consumidor, intentando crear necesidades de lo superfluo, mientras amplísimos estratos de
la población no pueden satisfacer sus necesidades básicas”42.

39
Cfr. 35
40
Cfr.36
41
Cfr 35
42
Cfr. Octogésima Adveniens, 9

12
Para solucionar este problema, declara Juan Pablo II en 1991 43, “es, pues, necesaria
y urgente una gran obra educativa y cultural, que comprenda la educación de los
consumidores para un uso responsable de su capacidad de elección, la formación de un
profundo sentido de responsabilidad en los productores y sobre todo en los profesionales de
los medios de comunicación social, además de la necesaria intervención de las autoridades
públicas”.

En lo que se refiere al flagelo de la droga, ésta es una lacra que afecta especialmente
a los países desarrollados, pero que, actualmente, también alcanza dimensiones alarmantes
en nuestros países de América Latina. El fenómeno de la droga es visto por Juan Pablo II
como “un ejemplo llamativo del consumismo”44.

La droga, así como la pornografía, y otras formas de consumismo, al explotar la


fragilidad de los más débiles45, pretende llenar el vacío espiritual que caracteriza a los
hombres de hoy.

En relación a la violencia, ésta tiene rostros diferentes. Se ejerce no necesariamente


con golpes: la más generalizada es privar a una persona o a un grupo de ejercer sus
derechos.

Según se limite al ámbito privado, o si se afecta a todo el grupo, podemos distinguir


entre una violencia personal y una violencia social.

Es violencia personal el ignorar a otro, la dureza de trato, la insensibilidad al


sufrimiento ajeno, la aceptación de la injusticia o el atropello. Son violencias las groserías,
las amenazas, las calumnias. Es violencia la agresión física: golpes, castigos, lesiones leves
o graves, hasta llegar al homicidio. Hay violencia también en la competitividad exagerada:
se quiere estar siempre antes que los otros, tener y poder siempre más.

Esta violencia personal se da no sólo entre las personas sin lazos de afecto o familia,
sino también entre las que sí los tienen, como la llamada violencia doméstica. Son
dramáticamente numerosos los niños maltratados por sus propios padres y las mujeres
castigadas por sus propios esposos.

La delincuencia y el terrorismo son las formas más visibles de la violencia social.


Pero también ejercen violencia social los medios de comunicación de masas al exaltar las
“hazañas” que un hombre realiza con la fuerza de sus puños o de sus armas o cuando se
hace justicia por sus propios medios castigando y asesinando. En este sentido, el cine y la
televisión son medios típicos de exaltación de la violencia. También se ejerce violencia a
través de los medios de comunicación social cuando se ataca o difama a personas o grupos
o se burla respecto de situaciones o personas. Vehículos de este tipo de violencia son en
especial, los medios escritos.

Pero hay también otras violencias sociales cuya acción no se advierte con claridad.
Es una violencia “permitida” o no reconocida como tal o que se considera justificada.
43
Cfr. Centesimus Annus 36
44
Cfr. Id.
45
Cfr. Id.

13
Tal es la violencia institucionalizada o establecida que es la injusticia social.
Sistemas económico-sociales que no dan a todos las mismas oportunidades de desarrollo
humano, y establecen a través de leyes inicuas, u otras veces, mediante la falta de ellas,
privilegios y garantía sólo para algunas capas de la sociedad.

Es el caso también de la violencia política, cuando pretende imponer un


determinado proyecto político impidiendo la proposición de proyectos alternativos o
discrepantes y silenciando las voces disidentes.

Hay también una violencia llamada revolucionaria, que procede de la convicción de


que las propias ideas no podrán triunfar dentro del régimen establecido o de que nunca se
logrará convencer a la opinión pública para que les dé el apoyo necesario.

Hay también una violencia represiva que, más allá de imponer el legítimo respeto al
orden público y al bien común, justifica todos los medios y tolera la violación de los
derechos humanos (atropellos, torturas, intimidaciones, secuestros, muertes) para obtener
información, y para crear un clima de terror que desaliente o dificulte cualquier
manifestación opositora.

Y, por último, la violencia social más grave de todas, la más radical y temible de las
violencias: la guerra, que legitima, de alguna manera, todas las violencias contra el que se
considera enemigo, en especial la muerte de personas y la destrucción de los bienes.

En relación al monstruo de la guerra, es necesario confesar que constituye el mayor


atentado en contra de la solidaridad. No existe mayor peligro en contra de la solidaridad
que la guerra. Con la guerra todos los valores caen; se entroniza el odio y el deseo de
venganza. Pero, es necesario reflexionar, el por qué del surgimiento de la guerra

Lamentablemente, la guerra y las amenazas de guerra caracterizan aún a nuestro


mundo.

Desde 1945 a la fecha, período falsamente denominado de la post-guerra, han tenido


lugar más de cien guerras… y los enormes arsenales de armas nucleares, clásicas y de todo
orden, que existen en el mundo, constituyen una permanente amenaza para toda la raza
humana46.

Con ocasión del conflicto del Golfo Pérsico, el Papa exclamó: “¡Nunca más la
guerra!¡Nunca más la guerra que destruye la vida de los inocentes, que enseña a matar y
trastorna igualmente la vida de los que matan, que deja tras de sí una secuela de rencores y
odios y hace más difícil la justa solución de los mismo problemas que la han provocado!”47.

Es lamentable, por ello, “que las Naciones Unidas no hayan logrado hasta ahora
poner en pie instrumentos eficaces para la solución de los conflictos internacionales como
alternativa a la guerra, lo cual parece el problema más urgente que la comunidad
internacional debe resolver”48.
46
BIGO, Pierre, S.J.: “La Encíclica Centesimus Annus”; en Mensaje Nº 399, p. 169.
47
Cfr. Centesimus Annus, 52
48
Cfr. Id. 21

14
Es fundamental tener presente que la raíz de la guerra “son las injusticias,…las
frustraciones de legítimas aspiraciones, la miseria, o la explotación de grandes masas
humanas desesperadas (...)”49

2.1.1.- El Concepto de solidaridad en las encíclicas Sollicitudo Rei Socialis; Centesimus


annus; Laborem exercens.

Hemos elegido al Papa Juan Pablo II, como referente de la solidaridad, pues él
estuvo siempre en los lugares donde más se le necesitaba, a modo de ejemplo su visita a
Chile, cuando la situación política era bastante problemática. Juan pablo II, ha pasado a la
historia como “Maestro de la solidaridad” por su preocupación por todos los pueblos del
mundo, particularmente de los menos favorecidos.

La solidaridad de la cual el Papa nos dio ejemplo, es la que nos impulsa estudiar en
profundidad su obra plasmada en las tres encíclicas sociales, como son: Laborem
Excercens, Sollicitudo Rei Sociales, Centesimus annus, que nos han parecido más
pertinentes, pues hacen alusión concreta a lo que encierra el concepto de solidaridad, que
más que un concepto se hace vida en los hombres y particularmente en el mensaje de Juan
Pablo II, al pueblo encomendado por el creador.

El Papa hace vida la solidaridad y nos impulsa a hacer vida en nuestra labor de
docentes la buena educación de la solidaridad en nuestros niños y jóvenes

La Iglesia siempre ha estado preocupada de los problemas del hombre en el mundo,


especialmente de los más débiles, por ello, el Papa Juan Pablo II, en las encíclicas Laborem
Excercens, Sollicitudo Rei Sociales, Centesimus annus, hace alusión a la solidaridad, como
valor esencial para que el hombre asuma y potencie la capacidad de amar a su prójimo,
encomendado por el creador.

El Papa Juan Pablo II al publicar la encíclica Sollicitudo Rei Socialis, ha tenido en


cuenta la realidad del momento histórico, que estaba ocurriendo en la época, especialmente
con la caída de las utopías, lo que generó una cadena de problemáticas no previstas, por las
naciones más ricas del mundo, es así como en este contexto que el Papa articula y presenta
la iluminación de estas realidades. También la solidaridad es un tema de importancia para
la encíclica, pues ella es uno de los pilares para el desarrollo de los pueblos desde una
perspectiva cristiana, de ahí la importancia de analizar como el Papa desarrolla este
concepto.

La Iglesia se ha planteado desde siempre las problemáticas que aquejan a los


hombres y en la encíclica, al acercarse, al tema de la solidaridad señala como las naciones
poderosas manejan los recursos para mantener hegemonías que lo único que hacen es
prevalecer el poderío sobre las naciones menos poderosas y la protección de su propia
seguridad

49
Cfr. Id. 52

15
Entre las propuestas para lograr tal fin, Su Santidad Juan Pablo II nos propone un
cambio de actitud, que en el vocabulario cristiano, le llamamos conversión:

¿Y de qué cambio de actitud se trata?


La actitud fundamental para encaminar la historia humana, hace la Paz y el
desarrollo es la actitud solidaria.

La solidaridad no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas


cercanas o lejanas, sino la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien de
todos y de cada uno, para que todos seamos verdaderos responsables de todos.

Una actitud positiva hacia la solidaridad contiene entre sí, o implica, el desarrollo de
actitudes positivas hacia el conjunto de valores cristianos, de los cuales destacaremos: el
respeto, el servicio y el perdón.

Este ejercicio de una actitud solidaria comienza por el Respeto, es decir, “ella es
válida solo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas”50, cuando
considerando al otro en un plano de igualdad como Hijo de Dios, se le escucha, se le
comprende y se le valora, dándole la oportunidad de participar desde su propia cultura y
originalidad en todos los planos de la actividad humana. La participación de todos en las
condiciones de mayor igualdad posibles, debe ser una realidad no solamente en relación
con la elaboración del proyecto de desarrollo del propio país o sector, sino en todas y cada
una de las etapas en su ejecución y en sus resultados.

Para continuar con una actitud solidaria que se concreta en una disposición efectiva
hacia el Servicio, la cual tiene lugar, esencialmente, a través del trabajo. La tarea de
construir la tierra es obra del trabajo solidario de toda la humanidad. Trabajo que humaniza
al que lo ejecuta en la medida en que a través de el puede desarrollar su creatividad,
adquirir autonomía e identidad social y participar con los demás hombres en una tarea
común. Trabajo que hace al hombre co- creador con Dios y co- redentor con Cristo y a
través del cual se alcanza el desarrollo que permite la anhelada justicia social.

Y esta solidaridad culmina en una actitud positiva hacia el perdón “A la luz de la fe,
la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimensiones
específicamente cristianas de gratuidad total, perdón y reconciliación”51.

Cuando somos capaces de pedir perdón y de perdonar, y así reconciliarnos con


aquel a quien le hicimos daño y con quien nos ha ofendido, entonces el prójimo se
convierte en la imagen viva de Dios, prójimo que fue rescatado por la sangre de Jesucristo
y que es objeto de acción permanente del espíritu Santo y que, por tanto, ha de ser amado
con el mismo amor con que le ama el señor.

En la formación y desarrollo de actitudes positivas hacia el respeto a la dignidad


humana, hacia el servicio a nuestro prójimo y hacia el perdón y reconciliación con nuestro
hermano, está la base para la construcción de un modelo de unidad del género humano: La
civilización del amor.

50
Sollicitudo rei Socialis 39
51
Cfr 40

16
“Este supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, uno en tres
personas, es lo que los cristianos expresamos con la palabra comunión”52 (Común – Unión)

La Encíclica Laborem Excercens, desde la problemática del trabajo, realiza un fino


análisis de la solidaridad, pues muchos escritos tienden a hacer de ella un valor casi como
un concepto más de una frase, sin embargo, Juan Pablo II además del contenido lo define
en la acción. Así los trabajadores en la medida que toman conciencia de las problemáticas
comunes comienzan a solidarizar y a buscar caminos de mejoras, por lo cual la solidaridad
es un concepto vivo, es decir, que es capaz de mover las conciencias y de crear acciones
que permitan un mejoramiento de las condiciones laborales, las cuales se concretarán en
realidades de justicia, de creatividad, de libertad, de humanización de la persona. Entonces
el contenido de la solidaridad, planteado por el Papa tiene que ver con la común unión ante
los problemas y la capacidad de unirse solidariamente, es decir, que la unión sea sólida y
profunda, que permita trascender a los egoísmos y formas individuales de enfrentar los
problemas y transformar la realidad.
La solidaridad desde la enseñanza del Papa, es un valor dotado de un contenido
activo, que no se queda solamente en la formulación, sino que es una realidad que se
articula en la concreción de ideas que aseguran mejoras para la persona.
Sin embargo, también señala el Papa que hay situaciones en donde la ideología hace
que se pierdan los objetivos o se mantengan situaciones de problemas que no colaboran con
la dignidad del hombre, así la solidaridad también puede ser mal entendida o utilizada con
fines egoístas.

Por ello el Papa hace hincapié en que la unión de los hombres permitirá la mejora
de las condiciones laborales, pero para ello es necesario que la solidaridad este al centro de
los procesos, sólo así se tendrá un orden constructivo y solidario

“Pero al mismo tiempo, sistemas ideológicos o poder, así como nuevas relaciones
surgidas a distintos niveles de la convivencia humana, han dejado perdurar injusticias
flagrantes o han provocado otras nuevas.”53

“Hoy, en la práctica, tales recursos sirven para asegurar que cada uno de los dos
bloques pueda prevalecer sobre el otro, y garantizar así la propia seguridad.”54

Igualmente el Papa critica que en nombre de la seguridad, se postergue la posibilidad


de ser solidarios con las naciones menos ricas, lo cual en sí es una distorsión que no
permite el pleno ejercicio de la solidaridad

La posibilidad de que estos derechos del trabajo se vean respetados en la práctica es


un asunto complejo. La Iglesia no nos habla fuera de la realidad, la toma en cuenta y la
entiende. Así es como Juan Pablo II en su documento más extenso sobre el trabajo humano,
Laborem Excercens, deja muy en claro que el asunto de la justa remuneración no solo está

52
Sollicitudo rei socialis 39
53
Laborem Excercens nº 8 Pág. 47
54
Sollicitudo Rei Socialis; Juan Pablo II; Ilades – San Pablo; 1993; Nº 23; P. 172

17
en manos del empresario que contrata, sino que esta depende de múltiples factores de
orden nacional e internacional55.

Pero sin dejar de considerar las complejas situaciones de política económica, la


palabra determinante de la doctrina social de la Iglesia con respecto a los derechos del
trabajador nos conmina a considerarlos por encima de todo: “La realización de los
derechos del hombre que trabaja no puede estar condenada a constituir solamente un
derivado de los sistemas económicos, los cuales, a escala más amplia o más restringida se
dejan guiar, por sobre todo, por el criterio del máximo beneficio. Al contrario, es la
consideración de los derechos objetivos del trabajador, intelectual, industrial y agrícola, lo
que debe constituir el criterio adecuado y fundamental para la formulación de toda la
economía, bien sea en la dimensión de toda la sociedad y de todo Estado, bien sea en el
conjunto de la política económica mundial 56.

La Encíclica Centesimus Annus, publicada por el Papa Juan Pablo II el 1 de Mayo de


1991, con ocasión de cumplirse 100 años de la Encíclica “Rerum Novarum” de León XIII,
el año 1881. En esta conmemoración el Papa quiere resaltar la vigencia del mensaje
expresado hace 100 años por su antecesor, con ello quiere, también hacer un llamado a
revisar las relaciones entre los hombres y cómo ellas se articulan en medio de una sociedad
cambiante y con graves problemas sociales, en donde una gran cantidad de naciones no
logran alcanzar el desarrollo ni el bienestar mínimo para su población, lo que significará
poner atención fundamental en los pueblos que sufren y en las personas mas pobres de la
humanidad.

Ante el panorama delicado y complejo que vive la humanidad el Papa resalta el valor
de la solidaridad como una forma de acortar la brecha entre los que tienen mucho y los
muchos que tienen poco.

“De esta manera el principio que hoy llamamos de solidaridad y cuya validez, ya sea
en el orden interno de cada nación, ya sea en el orden internacional, he recordado en la
Sollicitudo Rei Socialis (34), se demuestra como uno de los principios básicos de la
concepción cristiana de la organización social y política.”57

Así el Papa invita a las personas y naciones a tener presente el valor de la solidaridad
para que este sea el pilar fundante de todo el constructo institucional y discursivo, que
posibilitará establecer una sociedad cada vez más justa y de hermanos que se ayudan
mutuamente, que en sí es la concepción cristiana de la vida.

Junto a ello, el Papa establece que la solidaridad es una realidad que trasciende las
tiendas políticas, pues ellas han llevado a atrocidades en nombre de la solidaridad, como lo

55
Laborem Excercens nº 16
56
Laborem Excercens nº 17 Pág. 67
57
Centesimus Annus; Juan Pablo II, 1 de Mayo de 1991; Ilades San Pablo; 1993; P. 287.

18
verifica en lo sucedido en Polonia, donde la solidaridad no formaba parte de su plan de
gobernar, sino primaban los intereses particulares y egoístas.

“Entre los numerosos factores de la caída de los regímenes opresores, algunos


merecen ser recordados de modo especial... sistemas que pretenden ser expresión del
gobierno y, lo que es más, de la dictadura del proletariado da comienzo con las grandes
revueltas habidas en Polonia en nombre de la solidaridad.”58

Juan Pablo II, recuerda su patria natal y los sufrimientos que significó un régimen
totalitario y dictador, que a partir de una premisa de ayuda y protección al pueblo, sólo
hicieron más desagradable la vida de las personas. Entonces el concepto de solidaridad
debe ser aplicado de forma tal cual es y no como la tienda política lo interprete, esto
planteado por el Papa además de ser un llamado de atención a los regímenes de izquierda,
es también un recuerdo para los modelos de corte capitalista, pues a partir de la historia
quiere enseñar que en nombre de la solidaridad no se puede agredir a una persona o pueblo,
sino que al contrario se debe dignificar a cada ser humano, sea quien sea y más aun ser
solidario entre todos, para así conseguir una sociedad mejor cada día.

La llamada del Papa a la humanidad es a dejarse iluminar por la concepción cristiana,


siendo esta un aporte a la reflexión y posibilidad de crear una verdadera solidaridad entre
los hombres de todos los pueblos.

“Es necesario iluminar, desde la concepción cristiana, el concepto de alienación,


descubriendo en él la inversión entre los medios y los fines: el hombre, cuando no
reconoce el valor y la grandeza de la persona en sí mismo y en el otro, se priva de hecho de
la posibilidad de gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad
y comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios.”59

A su vez el Papa llama a dejar la alineación pues ella es un impedimento para


concretar la solidaridad
“Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción
y consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa
solidaridad interhumana.”60

La alienación es una realidad que impide el pleno cumplimiento de la solidaridad,


entonces se hace necesario que los medios de producción y consumo sean rearticulados de
tal manera que posibiliten la plena solidaridad, cuestión que se puede apreciar, también, en
las dinámicas que adquiere el consumismo ilimitado.

El Papa Juan Pablo II hace un trabajo muy sutil para no caer en una defensa del
capitalismo, sino mas bien iluminar las relaciones sociales independientemente del sistema
imperante, es así como se adentra en las dinámicas de la producción y como estas son una

58
Cfr. Nº 23; P. 310.
59
Cfr Nº 41; P. 349.
60
Cfr Nº 41; P. 350.

19
cadena de solidaridad cuando se tiene presente los medios y fines y que estos vayan en
vista a un bienestar de las personas en su plenitud.

“Colabora, asimismo, en la actividad de los que trabajan en la misma empresa e


igualmente en el trabajo de los proveedores o en el consumo de los clientes, en una cadena
de solidaridad que se extiende progresivamente.”61

Lo que afirma el Papa se hace realidad siempre y cuando se respeten y se siga una
forma de producción que no anteponga la eficacia de la producción por sobre o en
desmedro del hombre.

“La propiedad de los medios de producción, tanto en el campo industrial como


agrícola, es justa y legítima cuando se emplea para un trabajo útil; pero resulta ilegítima
cuando no es valorada o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas
ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino
más bien de su compresión, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de
la solidaridad en el mundo laboral (87). Este tipo de propiedad no tiene ninguna
justificación y constituye un abuso ante Dios y los hombres.”62

La encíclica Centesimus Annus es dirigida especialmente al mundo del trabajo y


cómo este se articula con los sistemas de economía que prevalecen en la actualidad, sin
embargo en medio de esa realidad el tema de la solidaridad es una urgencia, para así lograr
una verdadera y real muestra de la construcción del reino de Dios, a lo cual están llamados
los hombres de buena voluntad, desde la proximidad de la solidaridad, entendida esta como
un valor, como una virtud que hermana a los hombres en las relaciones de la construcción
del mundo.

Las encíclicas antes citadas presentan el concepto de solidaridad de una manera


amplia, apoyadas en el hombre como sujeto dinámico, co- creador con Dios y su prójimo
mediante el trabajo que realiza en la sociedad; donde no existen barreras para apoyar al
pobre como al necesitado y que las naciones tengan un objetivo a seguir, apoyarse
mutuamente, respetando su cultura e identidad entre los pueblos. Donde la técnica y la
ciencia vayan en beneficio de un bien común sin límites, basado en el hombre y su
dignidad de imagen y semejanza de Dios, libre de toda contradicción con el plan de Dios
(pecado) como oposición a la vocación a la que ha sido llamado. Por eso el Papa hace un
llamado a la fuente del Evangelio e invita a la conversión.

2.2.- El concepto solidaridad en Tony Mifsud.

El teólogo católico Tony Mifsud quien desde el ámbito eclesial plantea en su libro
“Libres para amar”, el tema de la solidaridad bajo el título de “El horizonte de la

61
Cfr Nº 43; P. 356.
62
Cfr Nº 43; P. 356.

20
solidaridad”. Sucesiva y gradualmente se va realizando el tratamiento de los distintos
aspectos del tema central. Así, por ejemplo, en un primer momento, encontramos lo
referente al concepto y su evolución. Luego, el pensamiento de la Iglesia basado
principalmente en las encíclicas sociales “Laborem Exercens” (1981), “Sollicitudo Rei
Socialis” (1987) y “Centesimus Annus” (1991). Los dos últimos temas tratados son “la
dimensión ética de la solidaridad” y “la opción por los pobres”. Las cuales coinciden con
las seleccionadas por nosotros para este estudio.

La Iglesia se concibe a sí misma como un sacramento, esto es, como un “signo de


la unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” 63 es decir, los seres humanos
formamos un todo compacto, dada nuestra unidad de naturaleza y la común filiación divina.
Por esta razón, estamos llamados a construir la existencia y el futuro en comunión solidaria
con nuestros semejantes, ya que éstos son nuestros hermanos unidos por el lazo de la
comunión creatural, fraternal y eclesial en tanto miembros del cuerpo místico de Cristo, si
bien en algunos casos no sacramental (pues no todos se declaran cristianos), no obstante
partes al fin y al cabo del mismo cuerpo según las semillas del verbo presentes en toda
criatura y en toda la creación.

En “Gaudium et Spes” (citado también por el autor) 64, se nos revela que las tristezas
y las alegrías, las angustias y las esperanzas de los pobres y de todos cuantos sufren son
también comunes a Cristo y por ende a los discípulos de Cristo. Jesús, en cuanto Dios
hecho hombre, comprende totalmente al hombre, razón por la cual “no hay nada
verdaderamente humano que no encuentre un eco en su corazón” 65. Los seres humanos,
reunidos en Cristo, gracias al cual recibimos salvación y conformamos una unidad, estamos
comisionados de llevar la Buena Nueva del evangelio de salvación a los demás hombres. Es
esta una misión de solidaridad: nos sentimos conmovidos por la necesidad de salvación de
aquellos que no conocen a Cristo, y a su vez, aspiramos a que tengan acceso a la verdad de
Cristo; si un hermano es el que está encadenado y cegado por el pecado, es un deber
solidario para con aquel el ser instrumento del Espíritu Santo por medio del cual el mensaje
de salud del evangelio pueda llegar al corazón del hermano necesitado.

En otro sentido, el ejemplo de solidaridad de Jesús viene a ser el paradigma a seguir


por todo aquel que se declara cristiano. Por ello, el cristianismo más que una religión, es un
sistema de vida, en el cual el carácter solidario se ve expresado y desplegado en la multitud
de actos que conforman la vida cotidiana de todo aquel que dice ser seguidor de Cristo. El
mensaje evangélico nos enseña “si me amáis, guardaréis mis mandamientos” 66. Y el
mandamiento principal no es otro que “el amor ágape”, es decir, el amor de donación y
gratuidad.

Respecto del concepto “solidaridad”, Tony Mifsud nos señala que éste ha
evolucionado desde un sentido jurídico hacia uno social y cultural. En este último sentido,
que es lo que interesa, hace referencia a dos aspectos: el deber del individuo hacia el todo
social, y la exigencia de interrelaciones solidarias entre los seres humanos, conforme a la
común dimensión social de todos estos.

63
Cfr. Lumen Gentium NFL, citada por el autor.
64
Cfr. Gaudium et Spes Nº1
65
Cfr. 1
66
Cfr. Jn. 14, 15

21
Respecto de lo primero, se habla de justicia social o de justicia legal, a la cual todos
deben responder, pues la ley impone una obligación al respecto. Fuera del ámbito estricto
de la justicia, sólo se promueven actos de solidaridad en los particulares, ya que cada
individuo es libre y por ello responsable de sus actos. Hace falta un sentido de superar la
ley y adoptar un estilo de vida impregnado por el valor de la solidaridad, como se ha
señalado antes.

Respecto de los segundo, la solidaridad constituye una exigencia antropológica dada


la naturaleza social del ser humano. El “yo” sólo es realizable y concebible al interior de
una comunidad. El “yo” sólo se entiende dentro de una red de interrelaciones con otros que
comparten su misma naturaleza, configurando de esta forma el “nosotros”, condición sine
que non para la realización del yo. No existe otra alternativa: la vida se construye con otros
y para otros. El ermitaño no viene a ser sino aquel que reniega de su ser social por
naturaleza y estanca su crecimiento y desarrollo como persona.

Por otra parte, este mismo autor analiza las encíclicas sociales del Papa Juan Pablo
II; entregando una visión rigurosa del contenido de estas. En la primera encíclica
“Sollicitudo Rei Socialis" (1987), la cual en el Nº 40 expone como principales ideas, lo
siguiente:67


La solidaridad es una virtud cristiana

Con las cualidades cristianas de la gratuidad, el perdón y la reconciliación, la
solidaridad tiende a superarse a sí misma.
 El prójimo, rescatado por la sangre de Jesucristo, se convierte en imagen viva de
Dios.
 La conciencia de paternidad común, y con ello de hermandad de todos los hombres
en Cristo, confiere a nuestra forma de ver y entender el mundo, la vida y la
existencia, un nuevo paradigma.
 Se percibe un nuevo modelo de unidad, más allá de los vínculos naturales. Es este
modelo el que debe en definitiva inspirar la solidaridad.
 Cristo al hacernos libres, nos impulsa a convertirnos en siervos de todos.
 El proceso de liberación se concreta en el ejercicio de la solidaridad, es decir, del
amor, del servicio al prójimo, especialmente al más necesitado.
 No se trata de un sentimiento pacato por el mal que aqueja a otras personas,
cercanas o lejanas.
 La solidaridad es una determinación firme y perseverante por ir en ayuda del otro,
para que de esta forma todos seamos verdaderamente responsables de todos.
Por las razones mencionadas, la solidaridad no es un sentimiento pasajero, sino que
debe consistir en el carácter propio de todo cristiano, en tanto que en el prójimo se descubre
a Cristo mismo. Además, en el prójimo se reconoce la dignidad de persona, creado a
imagen y semejanza del mismo Dios.

Si el prójimo es reconocido en su valor como “persona”, no es entonces un


instrumento para explotar, abandonándolo cuando ya no sirve. Se trata de un semejante
invitado por Dios, al igual que todos, al “banquete de la vida”.

67
Mifsud, Tony; Libres para amar; Pág. 45

22
Por otra parte, hoy en día aumenta en el mundo y en las sociedades la conciencia de
una interdependencia entre los seres humanos, lo cual conlleva a un aumento de la
conciencia por la necesidad de la práctica de la solidaridad. La solidaridad viene a ser el
verdadero y único camino para el desarrollo de todos y un deber para con los pobres, en
tanto estos están ofendidos en su dignidad humana.

En relación a los documentos del Episcopado Latinoamericano 68, siguiendo al autor,


es posible destacar las siguientes ideas:

La presencia de estructuras injustas acusa la falta de solidaridad en los responsables


de tales estructuras.
 Es necesario despertar un sentido dinámico de solidaridad
 Mediante la Eucaristía, el Señor alimenta espiritualmente a su pueblo fortaleciendo
su comunión y por ende su sentido solidario.
 La solidaridad cristiana en primer lugar es fidelidad a Dios. Quien no es solidario,
no demuestra ser fiel a Dios.
 En virtud de la solidaridad se busca un nuevo orden económico, social y político.
 La solidaridad es preocupación central de la educación cristiana.
 Un renacido en el Espíritu reconoce en el prójimo a un hermano; es solidario con
todos los hombres, especialmente con los que más sufren, con los pobres y
despojados de este mundo.
 Se debe agudizar la conciencia de solidaridad hacia los pobres, para hacer propias
sus luchas, opresiones, desdichas, injusticias.
 Es necesario luchar por la promoción humana del pobre, respetando su dignidad y
enseñándole a ayudarse a sí mismo.
 Para la Iglesia la solidaridad es un deber, es decir, es una exigencia de la fe para
lograr la fraternidad humana y sobrenatural. Los problemas que hay en el mundo
solo pueden ser solucionados desde un compromiso y praxis solidaria.
Tony Mifsud nos aporta elementos de análisis ético y teológico respecto al concepto
solidaridad, los cuales nos parecen muy relevantes tener presentes en nuestro quehacer
educativo. Por esta razón esbozamos las principales ideas:

 A lo largo de la Biblia y en la totalidad de la tradición teológica, la caridad


se presenta como la síntesis perfecta del ethos cristiano, ya que en ella
confluye el amor a Dios y el amor al prójimo.
 Jesús se identifica con los más débiles de la sociedad presentándose como su
hermano.
 El evangelio nos presenta un estilo de vida basado en la caridad, pues el
amor a Dios necesariamente pasa por el amor al prójimo.
 Actualmente la solidaridad viene a ser la expresión ética adecuada de la
caridad, más aún, es el cumplimiento de la caridad. La solidaridad se
traduce también en un estilo de vida
 Para la ética cristiana, la solidaridad es un concepto teologal, pues se trata de
la experiencia de un Dios que se revela solidario para con la humanidad.

68
Cfr. Documento de Medellín, Puebla y Santo Domingo

23
 La solidaridad divina se revela como un compartir, es decir, un estar con, y
un ser para, es decir, un don de sí.
 La mayor demostración de amor, entendido como donación, es poder dar la
vida por los demás, y Jesús es el ejemplo de ello.
 Dios es uno y trino en el amor; la solidaridad encuentra su raíz en el mismo
misterio trinitario
 También la solidaridad se hace compromiso humano, pues los seres
humanos estamos llamados a amarnos de la misma forma como Dios nos ha
amado (cfr. Jn. 13, 34-35)

Respecto de la dimensión ética de la solidaridad, señala:

 Contraponer el valor y virtud de la solidaridad con el valor y principio de la


libertad individual. La libertad unida a una confianza ciega en las leyes
económicas, constituye el valor fundamental de las corrientes liberales y
neoliberales.
 Creer que solo es una forma de encubrir conflictos sociales producto de
situaciones estructurales de injusticia. Este es lo que afirma el pensamiento de
inspiración marxista.
 En el campo católico, aún cuando se entiende como una reivindicación de la
persona y de los pueblos, puede no obstante confundirse con una actitud
paternalista y pietista centrada únicamente en la limosna y la asistencia
privada.

Un correcto enfoque conceptual de la solidaridad en cuanto instancia ética,


imprescindiblemente debe contener los siguientes aspectos:

 La solidaridad emana de la condición social de la naturaleza humana. El


hombre no puede realizarse como persona si no es en relación a otros: sus
semejantes. Quien no es solidario se convierte en un solitario.
 La solidaridad es una necesidad social, pues la pobreza y las injusticia no
son otra cosa que gérmenes de violencia e inestabilidad para el conjunto
social.
 La solidaridad se construye a partir de la empatía y se hace realidad en el
compartir.
 La solidaridad es la síntesis entre el amor y la justicia; la solidaridad integra
la subjetividad del amor y la objetividad del compromiso.
 La solidaridad nace de la gratuidad, que lleva a comprender la vida como
servicio al prójimo.
 La solidaridad se hace estilo de vida, ya que comporta una manera de ser y
actuar.
 La solidaridad reconoce la igualdad fundamental de todo individuo humano
respetando su alteridad. Se evitan de esta forma dos extremos: una

24
exasperada diferenciación (discriminación) y un igualitarismo nivelador
(masificación)
 Hay una exigencia hacia una opción por el pobre, pues en ello se verifica la
autenticidad de la empatía.

El teólogo Mifsud, lleva la temática de la solidaridad al complejo campo de la


pobreza como un lugar teológico, desde donde hacer la reflexión de la teología moral
social, para poder articular la solidaridad como uno de los principios de interpelación y de
cambio para la sociedad, desde la mirada en cristo como liberador y Señor de los pobres
“El pobre es Cristo. La opción por los pobres para un cristiano se convierte en una
exigencia ética, pues en el pobre habita Cristo. Quien dice amar a Dios y no ama a su
hermano, es un mentiroso. Mientras haya alguien que padezca necesidad, cualquiera sea la
clase de necesidad, hay una responsabilidad social, la cual es mayor en aquellos que dicen
profesar la fe cristiana.”69
También nos enfrenta con la pregunta fundamental para definir el lugar de la reflexión y
como esta se articula y define
“¿Quiénes son los pobres?
El pobre es el menesteroso, es decir, el que sufre necesidades de lo necesario para
vivir. Aunque también el término se aplica a otras clases de pobreza, el pobre es el que
padece carencias socio-económicas, las cuales le impiden desarrollar su vida de una forma
digna. La pobreza puede ser individual o bien colectiva, afectando esta última a toda una
comunidad. La superación de la pobreza siempre debe situarse dentro de circunstancias
concretas sociales, temporales, culturales.”70
Luego de la definición lleva el tema a las causas estructurales de la pobreza señalando

“Las causas de la pobreza pueden ser individuales, como por ejemplo, la falta de
virtudes (laboriosidad, esfuerzo, tenacidad, honestidad, credibilidad…) o bien la presencia
de antivalores (egoísmo, individualismo, exitismo, indolencia social…); también, la causa
puede ser natural (un terremoto), y también, estructural, como aquellos sistemas que pocas
oportunidades de promoción social manifiestan a sus integrantes, discriminación, exclusión,
distribución injusta de la riqueza. Este tipo de pobreza es la que genera pobreza masiva:
desocupados, sub.-ocupados, mendigos, explotación, bajos salarios, etc.”71

69
Cfr. 56.
70
Cfr 63
71
Cfr 63

25
CAPITULO III

MODELOS DE SOLIDARIDAD SEGÚN LUIS A. ARANGUREN G.

26
Para profundizar el tema de la solidaridad hemos querido incluir a Luis A.
Aranguren G., quien en su libro “Reinventar la solidaridad” 72, nos plantea la existencia de
cinco modelos básicos de solidaridad. Estos son:

3.1 La solidaridad como necesidad.


 Comienza cuando se toma conciencia del mal uso de los recursos naturales o
destrucción de ellos. Desde un punto de vista “Moral”, es una solidaridad que se
acoge como temor a la destrucción de los recursos naturales del planeta y que
benefician a todos. Aquí podrían aplicarse las guerras, que producen muchas
veces efectos irreversibles en la tierra..

3.2 La solidaridad como espectáculo y como bien de consumo:

 Se fundamenta “…en la reacción emocional de placer que produce el ayudar


desde la comodidad de un gesto indoloro” 73. Situación bien utilizada en nuestro
país. Se trata de una solidaridad más bien masiva donde se desconoce la
persona, y se atiende la necesidad que existe. Lo que puede suceder es que la
solidaridad sea un mero sentimentalismo y lo que busco es tranquilizar mi
conciencia frente al sufrimiento o dolor. En ocasiones puede tomarse como
modelo de “consumo de solidaridad”, una solidaridad en ocasiones, desprovista
de esfuerzo y entrega. El autor dice “la solidaridad vale si no cuesta; vale si
presenta un rostro amable y hace sentirse a gusto”74. Y agrega “Es un modelo en
donde no existe la implicación personal (pues) el compromiso que se adquiere
es mínimo.”75

3.3.-La solidaridad como campaña:

 La razones por la que surge pareciera ser razonables, al no poder los ciudadanos
participar directamente en acciones que mejoren las condiciones de vida de
personas en necesidades, aportando una ayuda en dinero o especies. Según el
autor la solidaridad como campaña es una forma legítima de solidaridad. Es útil
y genera una subjetividad consciente socialmente. Más tiene ciertas debilidades.
Por mencionar algunas, fomenta la exposición mediática de la desgracia ajena y
acentúa la solidaridad como respuesta inmediata a una situación de máxima
urgencia76.

3.4.-La solidaridad como cooperación.

 Basada en la intuición de que el bienestar de la minoría (de personas, de grupos,


de países) se basa en la situación de exclusión de la mayoría.

72
Cfr. Reinventar la solidaridad. Voluntariado y educación. Luis A. Aranguren G. Primera edición. 1998.
Imprenta SM. Madrid.
73
Cfr. Id. Pg. 5
74
Cfr. Id. Pg. 8
75
Cfr. Id.
76
Cfr. Id. op.cit. pg. 20

27
 Se expresa en un país a través de acciones de estado y Organizaciones No
Gubernamentales (ONG). Posee ciertas características que son propias de esta
solidaridad como por ejemplo, formulación de Proyectos, estudios realizados
para mejorar e intervenir frente a ciertas situaciones que se deben mejorar o
superar.

 En Chile, ejemplos de este tipo de solidaridad serían los programas de entidades


publicas, como el Fondo de Desarrollo e Inversiones Social (Fosis), y proyecto
avanzados de agencia privada, como el Hogar de Cristo. Una de las debilidades
que posee esta Solidaridad es que puede generar poca conciencia para un
cambio social, se le puede asignar la misión solo a una parte, ejemplo de ello
puede ser que se diga que el Hogar de Cristo atienda a todos los niños en
situación de vulnerabilidad de sus Derecho.

3.5. -Solidaridad como encuentro:

Esta se caracteriza por, primero, problematizar y cuestionar la realidad que genera


pobreza. Implica también encontrarse con el mundo del dolor y la injusticia social y no
quedarse indiferente, se debe actuar de otro modo. El encuentro debiera transformarse en
una actitud decidida hacia la solidaridad como pilar del proyecto de vida personal.

Este modo de solidaridad nace de la experiencia de encuentro afectante con la


realidad del otro, herido en su dignidad de persona y que se nos manifiesta como no-
persona desde el momento en que es tratado como cosa, como excluido, como nadie.

Aquí las acciones se tendrían que encauzar desde un proceso de promoción humana,
respetando la integridad de la persona y apoyando las capacidades que poseen. Los
proyectos sociales son medios de crecimiento y desarrollo humano de aquellos con los que
se intenta caminar.

“El modelo ético que preside esta solidaridad parte efectivamente del supuesto de
que el otro no es una persona que está en las mismas condiciones que yo. En definitiva,
reconoce la diferenciación con el otro, el dominado, excluido o maltratado. Solo habrá
solidaridad efectiva cuando el otro sea reconocido en su dignidad herida, maltratada o
humillada. Esto pasa por el encuentro efectivo y afectivo con el otro, y pasa por la
inmersión y la contextualización del encuentro en nuestra cultura”77.

Este tipo de solidaridad supone un compromiso y una entrega permanente,


compromiso responsable y coherente con lo que se expresa y con lo que se da. Supone una
entrega permanente entre colaboradores y destinatarios.

77
Cfr. Id. op. cit. pg 80

28
CAPITULO IV

EL CONCEPTO “SOLIDARIDAD” EN TRES AUTORES LAICOS

4.1.- Definición de la palabra laico78

“Laico”, del latín laicus, tiene relación con las personas no pertenecientes al clero o
al estado religioso. A pesar de su definición en forma negativa, para la Iglesia el laico no es
aquél que tiene menor categoría. Todos los cristianos se incorporan a la Iglesia por el
bautismo. Tres son los estados en los que el cristiano puede ejercer su misión dentro de la
Iglesia: sacerdotal, religioso y laico.

A los laicos se les encomienda en especial, gestionar los asuntos temporales y


ordenarlos según el designio de Dios, a través del ejercicio de su profesión o trabajo civil.
Este reparto de tareas dentro de la Iglesia, les proporciona una mayor capacidad para estar
presente, a través de sus miembros, en las distintas estructuras sociales.

4.2.- Explicación de los autores estudiados.

Para estudiar el concepto de solidaridad en el mundo laico hemos decidido trabajar


con: Max Charleswort, Leo Buscaglia y Peter Singer, ya que los tres autores mencionados
plantean la temática desde el mundo neoliberal, coincidiendo en varias problemáticas,
además de trabajar temas similares. Llama la atención el hecho de que estos autores

78
Enciclopedia Encarta, 2006

29
situados en contextos geográficos diferentes (Inglaterra, Australia, Estados Unidos),
coincidan en su materia de reflexión. Su común pertenencia cultural (mundo anglosajón,
cultura de libre mercado), es otro de los factores que nos llamó la atención para
seleccionarlos en la presente investigación.

Estos tres autores provienen de culturas cristianas, no necesariamente de orden


católica-apostólica-romana. En ellos se acusa un conocimiento de principios cristianos. Sin
embargo, por situarse dentro de las categorías modernas de un pensamiento libre, el
concepto “laico” aplicado a estos autores lo entenderemos en el sentido de “laico
extraeclesial”, pues no poseemos constancia de aplicarles el concepto de “creyente
católico”.

4.3.- La solidaridad según Leo Buscaglia en “Amar a los demás”

Para el autor la palabra solidaridad surge a propósito de una reflexión sobre el


sentido e importancia del amor al prójimo en una profunda reflexión sobre el sentido e
importancia en una sociedad agobiante, denigrante y en suma deshumanizante de
desamparo existencial, que padece un sin número de personas de todas las edades en
nuestra sociedad individualista y solitaria, una sociedad en donde se han entronizado
valores inhumanos producto del individualismo y materialismo económico. Se trata de una
situación transversal que cruza todas las esferas sociales, afectando a toda clase de personas
sin importar género o edad. Así, por ejemplo, se relata el caso de un joven de 25 años que
fue encontrado muerto en su departamento dos meses después de su deceso sin que nadie se
diera cuenta de su ausencia.
“Recientemente leí que un hombre joven, de alrededor de veinticinco años, fue
encontrado muerto en su departamento cerca del predio de la Universidad de Miami, de la
que era estudiante. Se informó que había sido visto por última vez antes del día de Acción
de Gracias. Cuando lo encontraron llevaba dos meses muerto. Ni siquiera lo habían
extrañado en Navidad. En la puerta de su departamento habían dos notificaciones de
desalojo y su televisor estaba encendido.”79

Para el autor la solidaridad es compleja en las relaciones interpersonales y para


asumir responsablemente mi entrega a los demás es necesario aprender a amar. De ahí su
empeño por conocer acerca de los principios que rigen estas dinámicas.

Si el amor es lo que impulsa a la solidaridad, para que haya más personas con
corazón solidario, es necesario que haya más personas capaces de amar. Por ello, el
conocimiento acerca de lo que es el amor es absolutamente necesario: “Sin el conocimiento
de lo que es el amor, terminamos viviendo juntos con odio, temor, soledad y continuamos
hiriéndonos unos a otros por ignorancia” 80

Los seres humanos no somos islas. Necesariamente la existencia se construye con


otros en el día a día al interior del seno de una comunidad. La pregunta que en este punto se
formula el autor es si efectivamente estamos preparados para construir relaciones estables y
fructíferas. Si la solidaridad fluye necesariamente de por sí como expresión del amor al
prójimo, es importante por consiguiente entender la relevancia y trascendencia del amor
79
Leo Buscaglia, Amar a los demás, Emecé, Buenos Aires, Argentina, 1995
80
Cfr. op. cit. Pg. 21

30
como única opción para construir una vida sana y próspera en conjunto con nuestros
semejantes. El solo hecho que existan personas sufriendo, no puede dejarnos en la
indiferencia.

Sin embargo, aún existiendo abundante información sobre el amor y la solidaridad,


persiste una gran ignorancia y un escaso compromiso para asumir la vida desde esta
perspectiva. Ciertamente no se trata sólo de preceptos o de conocimientos teóricos; estamos
más bien frente a una actitud ante la vida, actitud que requiere esfuerzo y acción. Aún así, el
conocimiento es necesario, porque de ese modo nuestra acción es libre de la ignorancia y
del error involuntario.

La comprensión de lo que implica el “amor al prójimo”debiera impulsarnos al


ejercicio de la solidaridad para con el que sufre y padece injusticia. En otras palabras la
solidaridad es tener la capacidad empática y “simpática” para poder reír o llorar con otros.
Es esta misma capacidad la que motiva incluso a arriesgar la propia vida para salvar la de
otro. Pero, no se trata de un sentimiento racional o meditado, sino que nace desde el fondo
del espíritu y va dirigido incluso hacia personas extrañas.

Sin las cualidades arriba mencionadas, aún cuando se tenga la mayor de las
fortunas, una excelente salud, fama o renombre, la vida pierde todo significado; la felicidad
o la infelicidad dependen de nuestro compromiso y capacidad de amar.

4.4.- La solidaridad según Max Charleswort en: “Bioética en una sociedad liberal”

Para el autor el actuar solidario depende de la libre decisión de cada miembro de la


comunidad, ya que su postura es defender la autonomía personal, lo cual significa que cada
hombre debe elegir por sí mismo la manera de actuar de una forma ética o moralmente
aceptada, según lo que dicte su conciencia.

Otra manera que tiene el autor de ver la solidaridad, tiene relación con la preocupación
por los demás en momentos difíciles, señalando que cada hombre tiene el derecho a elegir
el momento de su muerte o el derecho a morir con dignidad, como él mismo lo señala
citando a Mc Cornick:
“El individuo teniendo como primera obligación su propia salud tiene también por ello el
derecho a los medios necesarios básicos para el cuidado de la misma más específicamente
el derecho de autodeterminación para la aceptación o rechazo del tratamiento”81

El problema surge en situaciones en que la gente involucrada no puede tomar


decisiones autónomas, ni designar o nombrar apoderados, tal es el caso de los niños recién
nacidos. Según el autor, para tomar una decisión en estas situaciones es importante
estudiar la calidad de vida que tendrá ese pequeño a largo plazo.

Cabe acotar que la calidad de vida del paciente depende de la propia decisión o
juicio del mismo sobre el propósito significativo y valor de su vida. Pero, la decisión de

81
Richard A. Mc Cormick, Legislation and the living will, Pág. 406, citado por Charlesworth, Pág. 45

31
seguir un tratamiento o esperar la muerte en el caso de menores de edad, la explicación
anterior resulta muy compleja. Si se piensa que el fundamento de esta decisión es el
bienestar del neonato, el autor señala, aunque no estamos de acuerdo, que es un acto
solidario, ya que se busca el bienestar de ese pequeño.

Pensando en el bienestar de los demás, Charlesworth defiende temas como el


aborto, la eutanasia y el vientre de alquiler. De esta forma el autor entiende la solidaridad de
una manera totalmente distinta a lo señalado por el Papa Juan Pablo II.

4.5.- La solidaridad según Peter Singer en: “Etica para vivir mejor”

Para el autor Peter Singer la solidaridad está relacionada con la formación de cada
individuo, afirmando que la falta de solidaridad radica en que la mayoría de la gente no
tiene una idea clara de lo que significa llevar una vida ética, teniendo una base para pensar
en como hemos de vivir.

En otras palabras los individuos llevan una vida centrada en sus propios intereses,
no porque sean egoístas natos, sino porque las alternativas les parecen inconvenientes,
turbadoras o, simplemente, carentes de sentido, llevando al individuo a un mundo
consumista, de lo cual se desprende el problema ecológico y señalando que la codicia
humana impide la solidaridad.

CAPITULO V

EDUCAR “EN” Y “PARA” LA SOLIDARIDAD

5.1.- ¿Por qué educar en valores?

Si entendemos por valores al conjunto de cualidades o actitudes que permiten elegir


aquellos aspectos de la realidad que son o parecen más óptimos, para dar sentido a la
existencia regular, guían y ordenan la vida de las personas. Se puede decir que hablar desde
esta mirada que el concepto de educación en valores va ligada a la enseñanza de los
Objetivos transversales. Según los planes y programas de la Educación Chilena, ante lo
anterior podríamos preguntarnos:
¿Qué son las enseñanzas transversales?

Consideramos que esta pregunta es fundamental para nosotros, futuros profesores


de Religión, en donde necesitamos actualizarnos constantemente. La enseñanza de los
transversales en el currículo escolar es una de las innovaciones significativas de la reforma
educativa chilena. Su inclusión supone una doble enseñanza, por un lado orienta a la
formación de las personas autónomas para su desenvolvimiento crítico en la sociedad, y por
otro lado valora lo que existe de las experiencias adquiridas a lo largo de los tiempos.

32
Desde lo anterior los Objetivos Transversales justifican su presencia en la educación en
valores, lo cual se puede apreciar en los siguientes puntos:

 Son enseñanzas orientadas a desarrollar en los alumnos una formación integral,


atenta a la dimensión ética y adquisición de las capacidades para la construcción de
la conciencia moral autónoma, es decir cuando las personas tienen la capacidad de
discernir frente a determinadas situaciones. Se pretende formar ciudadanos
responsables, conocedores de sus derechos y deberes comprometidos con la
sociedad, a la que le toca pertenecer. Para el logro de estos objetivos se parte de un
conflicto que le pueda permitir lograr un cambio de actitud, orientada hacia la
búsqueda de soluciones constructivas ante la problemática social.

 La enseñanza transversal busca dar la respuesta a la problemática existente que hoy


se considera fundamental según los tiempos en que se vivirá y más concretos aún
aquellas situaciones sobre las cuales la sociedad ha tomado conciencia y ha
reconocido como injustas, todo esto promueve la enseñanza que facilita una mirada
crítica sobre asuntos sociales que tienen particular interés para la sociedad.

 Para no redundar en lo abstracto cabe destacar que las enseñanzas transversales


tiene su importancia en conectar la escuela con la vida, de ello depende su gran
medida el que facilita los conocimientos necesarios para unir los conocimientos
académicos confrontadas con la vida misma.

 Subrayamos la necesidad de destacar que los Objetivos Transversales dejan la


puerta abierta a la incorporación de nuevos temas y problemas sociales importantes
actuales para intervenir en la problemática actual, ritos, desafíos y exigencias que
hoy se presentan.

33
CONCLUSIONES

1.- Un tema recurrente en todos los textos estudiados es que la solidaridad está centrada en
el hombre y en su dignidad de ser persona, es importante reconocer que los hombres no
estamos solos y que no podemos vivir solos, ya que el hombre es un ser social por
naturaleza y no puede alejarse de las personas, debiendo aprender a relacionarse.

No solamente la solidaridad abarca una entrega material, sino también, como lo


podemos constatar en el texto “Amar a los demás”, es una entrega personal, abierta al
diálogo y al perdón.

La solidaridad es sentir con el otro, ponerse en el lugar del otro, en otras palabras,
la solidaridad es misericordia en acción.

2.- La solidaridad es una virtud, entendiendo “virtud” en su doble acepción de “fuerza


interior” y “hábito conforme a una valor”. Esta fuerza interior es impulsada por la empatía,
sentimiento que nos permite situarnos en el lugar del otro y experimentar su necesidad que
lo hace afecto a recibir ayuda de otros.

La común naturaleza personal de los seres humanos, explica el sentimiento de


empatía, motor que impulsa a la compasión y por ende a la acción solidaria.

3.- La común situación de los seres personales humanos en el mundo, en cuanto


contingentes o criaturas, convierte al ser humano en un necesitado absoluto, objeto por
consiguiente de acción solidaria. En este sentido, Dios es el agente solidario absoluto, ya
que por amor salva al hombre.

4- De acuerdo a los dos puntos anteriores, es posible afirmar en términos filosóficos que en
los seres humanos existe una conexión ontológica horizontal, debido a la comunidad de
naturaleza personal; y también, una conexión ontológica vertical en tanto presentes en
nosotros las semillas del verbo eterno, en virtud de las cuales se ha producido el paso del
no ser al ser. Por esta razón, el ser o la existencia en el existente humano no es otra cosa que
un bien prestado a modo de encomienda para su debida administración. Por ello, este ser o
existencia, viene a ser el principio o valor fundamental, que se manifiesta en el hombre
como vida conciente y libre. En términos teológicos se trata del cuerpo místico de Cristo,
cuyos miembros conforman una unidad. No somos isla, sino un todo mancomunado; si un
elemento del todo está afectado por algo (injusticia, opresión, enfermedad…), el todo se
resiente. Por ello, no es posible la indiferencia frente al sufrimiento de seres humanos
cercanos o lejanos. Nadie queda exento de una ayuda solidaria; nadie es autosuficiente para
no situarse dentro de las coordenadas de la solidaridad recíproca.

Los seres humanos estamos llamados a amar a Dios a través de una profesión y
práctica de amor hacia su obra: la naturaleza y el hombre.

5.- La solidaridad es un tema recurrente entre los autores estudiados, aunque cada uno tiene
una base ideal diferente, lo que hace que existan diferentes preocupaciones por el ser
humano:

34
_ En el texto “Bioética en una sociedad liberal”, el autor busca mejorar
temas relativos a la ética de la salud o ética medica.

_ En el texto “Amar a los demás” el autor busca mejorar las relaciones


interpersonales, relacionando la solidaridad con la entrega hacia los
demás.

_ En el texto “Ética para vivir mejor” se plantea que la falta de solidaridad


nos lleva a una vida carente de ética, ya que nos hace permanecer
indiferentes a la gran cantidad de sufrimiento innecesario que existe hoy
día en el mundo.

6.- No podemos quedar indiferentes a la postura de Max Charlesworth, que difiere a las
entregadas por las encíclicas, quien en nombre de la solidaridad defiende temas tan
importantes como: el aborto, eutanasia y el vientre de alquiler, oponiéndose de manera
radical a los escritos del Papa Juan Pablo II quien en todo momento defiende el respeto por
la vida. Está dentro del espíritu del mensaje del Papa el que la vida humana debe ser
respetada y protegida de manera absoluta. Desde el primer momento de su existencia, el ser
humano debe ser reconocido en sus derechos de persona. La aparente tensión entre ser
solidario y el derecho de la vida se produce porque en Charlesworth la libertad posee valor
absoluto. En cambio, para un cristiano son la caridad y la vida los principios fundamentales
desde los cuales se miden todos los demás.

7- Crecer es importante, pero más importante es crecer en forma equitativa construyendo un


orden social que permita la convivencia pacífica de los pueblos. Teniendo un compromiso
de cooperación con todos los pueblos de la Tierra.

8.- El concepto de solidaridad perpetuado por la doctrina social de la Iglesia Católica es el


más cierto y el más completo y con alcances más trascendentes que cualquier otro
propuesto hasta el momento, ya que considera la total dignidad del individuo humano como
persona, preocupándose de una ferviente entrega personal al bien del prójimo, porque el
buen cristiano sabe que está en la tierra para servir y no para ser servido.

Según el concepto de solidaridad visto en las Encíclicas, se puede concluir lo


siguiente:

 En las Encíclicas queda de manifiesto que el desarrollo de las personas no


radica sólo en los bienes económicos, sino en una dimensión humana integral.

 Es necesario fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna; hacer crecer
efectivamente la dignidad y creatividad de toda persona, su capacidad de
responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada de Dios.
 El hombre debe trabajar por respeto al otro, incluyendo el respeto a la propia
familia, y a la sociedad a la que pertenece.

 Otro fundamento obtenido por las encíclicas dice relación con la paz y el
desarrollo, al que la Iglesia invita y promueve incansablemente.

35
 El trabajo humano posee tres connotaciones:

a) Es una actividad mediante la cual se extrae desde la naturaleza los bienes necesarios para
la subsistencia.
b) Es una forma por la cual el hombre puede realizarse como persona.
c) A través del trabajo, el hombre se convierte en un continuador de la acción creadora de
Dios.

9.- Como profesores de religión creemos muy necesario trabajar este valor con nuestros
alumnos, ya que para la sociedad reviste gran trascendencia el que cada uno de sus
integrantes lo lleve a la práctica, para así poder mejorar las problemáticas denunciadas en
las encíclicas. Ciertamente, la falta de este valor nos lleva a cometer muchos atropellos
tanto en lo laboral, familiar y social, produciéndose diferencias aterradoras entre un país y
otro, e incluso al interior de un mismo país y ciudad. .

10.- Esperamos que nuestra investigación sirva de reflexión y que surjan nuevas respuestas
a nuestras interrogantes: ¿Cuál es el significado profundo de ser solidario? ¿Los problemas
de nuestra sociedad surgen por la falta de solidaridad?. Los que tienen más riqueza, ¿les
obliga necesariamente a aportar más en bien de la sociedad? La solidaridad experimentada
en y por la fe, se hace solidaridad para con los otros en la historia de la vida cotidiana.
¿Cómo es posible, entonces, que continúe existiendo distancias entre las personas, entre los
que tienen más y los que tienen menos?

11.- Al finalizar este estudio, creemos necesario reconocer que nuestra investigación no
logra recoger la gran cantidad de textos que existen en torno al tema, ni fue nuestro
propósito agotar todos ellos. Sin desmedro de lo anterior, creemos que constituye una
aproximación para futuros profesionales que se interrogan ante este concepto de solidaridad
y su aplicación en la clase de religión.

BIBLIOGRAFÍA

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Carta Encíclica sobre “La preocupación social de la Iglesia”
Editorial: EDICIONES PAULINAS
Segunda Edición, Abril 1988

10 JUAN PABLO II
LABOREM EXERCENS
El trabajo humano
Editorial: EDICIONES PAULINAS
Año 1981

11 JUAN PABLO II
CENTESIMUS ANNUS
Editorial: EDICIONES PAULINAS
Segunda Edición, 1991

12 LEO BUCAGLIA
AMAR A LOS DEMÁS
37
Editorial: EMECE
Edición 1995

13 PETER SINGER
ÉTICA PARA VIVIR MEJOR
Editorial: ARIEL S.A. BARCELONA
Primera Edición 1995

14 MAX CHARLESWORTH
LA BIOÉTICA EN UNA SOCIEDAD LIBERAL
CAMBRIDGE UNIVERSITY PRESS
Edición 1993

15 SAGRADA BIBLIA DE JERUSALÉN


Editorial Española DESCLÉE
Edición 1976

16 PUIG ROVINA J. MARIA


MARTIN GARCIA X
La Educación Moral en la escuela
Teoría y práctica
Editorial Edebé.
17 HERNANDEZ SAMPIERI ROBERTO
FERNANDEZ COLLADO CARLOS
BATIPSTA LUCIO PILAR
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20 DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II


Gaudium et Spes

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