Cattaruza T8

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 Modos en que se relacionan memoria e historia.

Se puso atención en el proceso


por el cual la memoria, el olvido, los recuerdos, su producción y su poder se instalaron
en un lugar relevante de la agenda historiográfica en las últimas décadas del siglo XX.
Esa transformación de la memoria en objeto de estudio de la historia y las
representación del pasado, que exhiben dimensiones políticas y sociales.
Fue hacia mediados de los años setenta cuando, en los ámbitos historiográficos
europeos y norteamericanos, la memoria comenzó a transformarse en un frente de
investigación en ascenso.Pierre Nora, La nueva historia, sostenía que "la memoria es un
problema histórico reciente"(…) "El análisis de las memorias colectivas puede y debe
convertirse en la punta de lanza de una historia que se precie de contemporánea", es
decir, una historia que asumiera plenamente los desafíos del presente.
En 1980 Annales publicó el dossier titulado "Archives orales: une autre histoire?", cuyos
artículos estaban dedicados en gran parte a la memoria; dada la posición de la revista,
el hecho es significativo. La historigrafia norteamericana consideraba la memoria como
una investigación todavía más amplia( revista Historia y Pasado).
De este modo, entre mediados de los años setenta y mediados de los ochenta, la
memoria social no sólo conquistó legitimidad como objeto de estudio entre los
historiadores, sino que también se volvió un campo muy frecuentado. Se contaba con
investigaciones de base empírica fuerte y con propuestas programática.
Se situaba no sólo el interés académico, sino también una tendencia de mayor
envergadura y amplio arraigo social, en procesos y climas culturales muy vastos. En esa
línea, sostuvo Nora en 1984 que la razón principal de la promoción de la memoria es
como un agente dinámico y única promesa de continuidad residía en que "el pasado ya
no es la garantía del porvenir. Rossi manifestó a comienzos de los años noventa que el
actual, casi espasmódico interés por la memoria y el olvido estaba vinculado a las
siempre nuevas dificultades que se interponen a nuestros intentos de conectar, de un
modo aceptable, el pasado presente y futuro.
La década de 1970, opinan estos historiadores, el fin de las tres décadas decrecimiento
económico sostenido en el mundo capitalista, las dificultades que sufría el Estado de
bienestar, la crisis de grandes interpretaciones que hallaban en el pasado la clave para
vislumbrar los futuros posibles, la coyuntura social y cultural cambió.
El gran movimiento social y estatal de apelación al pasado que asumía muchas
manifestaciones -entre las que se contaban los estudios de los historiadores sobre la
memoria-, habría sido entonces uno de los resultados de aquel cambio. Europa se
desplegó un gran "ciclo memorial" luego de la Segunda Guerra Mundial; "tras una fase
de 'amnesia'" se "iniciaría una recuperación de la memoria una efervescencia
Memorial. En algunos relatos, la caída de la Unión Soviética desató una "liberación de
la memoria" que reforzó aquellas tendencias. Con los previsibles matices nacionales, se
habría pasado así del olvido a la cultura de la memoria. Se reformularon los discursos
de la memoria, políticamente muy críticos e inclinados a la recuperación de
tradiciones.

 En Argentina entre 1976 y 1983, durante la dictadura militar, la historia universitaria


no tomó nota del movimiento que, en el horizonte internacional, comenzaba a hacer
de la memoria un campo de investigación. Ello se explica tanto por el tipo de historia,
muy tradicional, que los profesores preferían en general, como por la cerrazón
ideológica que exhibía la mayoría de ellos. Luego de la dictadura, la historia económica
y social al estilo de los años sesenta tuvo presencia, mientras comenzaba a finalizar en
Europa la primera década de crecimiento de los estudios sobre la memoria colectiva.
Pronto se organizaron proyectos de historia oral en la UBA, se crearon programas
semejantes y en 1993 tuvo lugar el Primer Encuentro Nacional de Historia Oral.
Fue sólo en la segunda mitad de los años noventa principios del 2000 cuando la
memoria irrumpió con fuerza en la historiografía argentina, en un proceso en el que
jugaron un papel destacado intelectuales provenientes de otras disciplinas. Ejemplos:
vigésimo aniversario del golpe impulsaron la producción de relatos testimoniales
sobre el terrorismo de Eestado, violencia política yel exilio. En 1999 se creó la
Biblioteca Memoria,el Archivo de la Memoria de la Universidad Nacional del Sur y del
prpgrama Memoria Abierta, iniciativa de varios organismos de derechos humanos que,
con la participación de científicos sociales e historiadores, habiam organizado archivos
muy importantes.
A lo largo de la década abierta en 2000 se produjo una ampliación de investigaciones
y publicaciones referidas a la memoria, acompañada por la celebración de encuentros
científicos y la organización de posgrados dedicados al tema. No abundan trabajos de la
acción estatal sobre la memoria muchos de quienes se dedican a estos problemas son
miembros de una generación de historiadores cuya formación como estudiantes
transcurrió en tiempos de la democracia, que maneja una biblioteca de referencia
actualizada y tiene vínculos académicos con el exterior. Los movimientos de
historiadores animados por la convicción de que la relación pasado-presente es fuerte
y estrecha.
Más allá de la las peculiaridades nacionales,"actores y víctimas de toda clase y condición,
rindiendo testimonio de su experiencia personal", suscitó inquietud en algunos
historiadores. Cada individuo o grupo "casi pretendía ser su propio historiador".
Los argumentos de la memoria y los objetos culturales en los que se expresaba
-entrevistas, testimonios puestos por escrito, autobiografías- fueron convertidos en uno
de los polos de una supuesta disputa con la versión del pasado ofrecida por la historia.
Las alternativas entre representaciones del pasado construidas de modo diverso y con
objetivos distintos no se redujo, ni se reduce hoy a pesar de algunos cambios, a un
conflicto entre la historia y la memoria, ambas uniformes, entre historiadores y
testigos o participantes. Los actores y las representaciones en juego son muchos más.
La memoria deja de ser concebida como opuesta, "inferio"superior", a la historia, y
ambas pasan a ser plurales: los discursos históricos y los de la memoria son aquí modos
de referencia al pasado entre otros existentes, que cuentan con notas y cualidades
particulares y diferenciadas, tanto como lo son sus objetivos.
Así como los productos de la memoria poseen a veces el poder de dar sosiego, de animar
o de conjurar parcialmente el olvido, es necesario que quienes concebimos de cierto
modo la tarea del historiador recuperemos el objetivo propio, que es ofrecer cuando
menos un bosquejo explicativo, unas respuestas construidas con rigor, aun si son
provisorias, a las preguntas formuladas al pasado.
Trata "la verdad como una incertidumbre", intentar unaflexión histórica, entendida en
estos términos, sobre el padado; como condición obligatoria la toma de distancia frente
a los relatos de la memoria, un testimonio como los demás. Esa operación de
establecimiento de distancia crítica será además útil cuando, como puede ocurrir
pronto, también la memoria de los victimarios comience a expresarse con más
frecuencia. El testimonio puede proporcionar datos, pero razones no.

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