Dictadura Militar
Dictadura Militar
Dictadura Militar
Fueron 7 años de oscuridad, de censura y de represión. Todos los 24 de marzo los argentinos recuerdan
el día en que comenzó la dictadura militar en 1976. Una época en que primaron las desapariciones
consentidas por un terrorismo de estado.
La muerte de Juan Domingo Perón en 1974 dejó el terreno abonado para que Argentina perdiera su
curso político y económico. Entre peronistas había fracturas y un segmento de las Fuerzas Armadas
desaprobaba el relevo presidencial de ‘Isabelita’, como se le conocía a María Estela Martínez, la viuda de
Perón.
Varias veces la exhortaron a que renunciara, pero ella se atornilló en la legalidad de su mandato como
presidenta de Argentina. Con los ánimos caldeados, el 24 de marzo de 1976, las fuerzas militares de
Argentina se tomaron el poder. Un golpe de estado encabezado por el general Jorge Rafael Videla. El
problema real vino más adelante. Para la Junta Militar era pertinente eliminar a todos aquellos
individuos y colectivos que fueran traidores al régimen.
No necesariamente tenían que ser guerrilleros marxistas leninistas. Cualquiera de izquierda, con un
pensamiento político comunista, era perseguido. Así murieron sindicalistas, políticos, artistas,
intelectuales, poetas, entre muchos.
Incluso murieron personas que nada tenían que ver con una corriente política de izquierda o de derecha.
Tan solo tuvieron la mala suerte de aparecer en las listas que perseguía el régimen militar.
Antecedentes
A partir del 30 de abril de 1977, las madres de muchas de las víctimas, que dejaba la represión
sanguinaria de la dictadura militar, comenzaron a protestar.
Sin embargo, todo tipo de alteración público-social era prohibida y castigada. Así que decidieron juntarse
pacíficamente en la Plaza de Mayo, para marchar en círculo, portando en sus cabezas pañoletas blancas
y, en otros casos, los pañales de papel de sus hijos. Con las fotos de los desaparecidos, las madres de la
Plaza de Mayo despertaron la indignación de la comunidad internacional.
La dictadura encontró en la organización del Mundial de Fútbol en Argentina el vehículo ideal para
revalidar al régimen frente a la opinión pública.
Lo importante era ganar a toda costa el certamen y así reavivar el sentimiento nacionalista, gracias a una
selección que para entonces contaba con figuras de la talla de Mario Alberto Kempes y Daniel Pasarella.
No obstante, el pase a la final del seleccionado albiceleste dependía de un triunfo sobre Perú, por más
de 4 goles. Argentina venció por 6 goles a 0, a un seleccionado peruano que se conocía por ser un rival
de peso.
Entre pasillos, quedó latente el posible caso de corrupción de la dictadura argentina hacia los dirigentes
peruanos, comandado por Rafael Videla y secundado por el exsecretario de Estado de los Estados
Unidos, Henry Kissinger. Finalmente, Argentina se coronó campeón al ganarle la final a Holanda. El
pueblo vibraba de emoción, bajo el miedo de un terrorismo de estado.
En 1982 la armada argentina invade las Islas Malvinas y las reclama como territorio austral. Se desata,
por ende, una guerra contra los ingleses. La Inglaterra de Margaret Thatcher fue severa y desplegó su
poderosa armada que en pocos meses venció las ansias soberanas argentinas.
De esta forma, se detona una crisis al interior de la Junta Militar. Reynaldo Bignone, el último dictador al
mando del régimen, se ve obligado a entregar el poder y a llamar a elecciones. El 30 de octubre de 1983
se restaura la democracia en Argentina. Raúl Alfonsín es electo presidente, y comienza a enjuiciar a
cadena perpetua a los principales responsables de estos 7 oscuros años por lo que atravesó el pueblo
argentino.