Difusion Cerebral

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Hoy vamos a hablar de un tema que es bastante controvertido,

especialmente en el ámbito educativo, y que incluye a un gran


número de niños y niñas que tienen dificultades para poder
adquirir correctamente los diferentes hitos del desarrollo normal,
aunque su inteligencia general esté conservada. Estamos hablando
de el problema de la Disfunción Cerebral Mínima en los niños.

La disfunción cerebral mínima (también conocida por las siglas


DCM) comprende a todos aquellos niños y niñas que, como se ha
dicho en el párrafo anterior, tienen una capacidad intelectual
normal pero que presentan algún tipo de alteración en alguno de
los procesos cognitivos o de comportamiento, a raíz de algún tipo
de alteración en el sistema nervioso.

Los diferentes problemas que pueden presentar, además de una


falta de comprensión de su problemática real por parte del ámbito
educativo, de la sociedad o incluso dentro del ámbito familiar, son
alteraciones en el lenguaje, la memoria, la atención o eficiencia
psicomotora, entre otros.

Es importante tener en cuenta que la disfunción cerebral mínima


no tiene límites bien definidos, pero sí engloba una serie de
características que pueden ayudar a la hora de saber qué es lo que
le pasa al pequeño. El primero de ellos a tener en cuenta es que el
desarrollo intelectual es normal.

Otra de las características que ayudan a identificar si un niño tiene


disfunción cerebral mínima o no es que está causada por
alteraciones en el sistema nervioso, las cuales se manifiestan en
afectaciones en el desarrollo psicomotor del niño, en su desarrollo
del lenguaje y otros aspectos cognitivos.

Como suele ocurrir en muchas alteraciones infantiles, es muy difícil


decir de forma 100% segura que un niño tiene disfunción cerebral
mínima antes de los cuatro años de edad, si bien es cierto que
existen unos factores de riesgo que ayudan a clarificar un poco
qué es lo que le ocurre.

Entre estos factores de riesgo podemos encontrarnos la presencia


de alteraciones durante el embarazo, un parto
traumático, alteraciones perinatales, bajo peso al nacer,
antecedentes familiares, retraso en la adquisición de los diferentes
aspectos del desarrollo o incremento de los problemas
emocionales de conducta, entre otros factores.

La disfunción cerebral mínima puede persistir durante toda la


vida del pequeño, aunque con el paso del tiempo diferentes
dificultades (como por ejemplo, a nivel de aprendizajes) suelen
disminuir en intensidad, en mayor medida si se ha detectado a
tiempo el problema y se ha llevado a cabo una adecuada
intervención de atención temprana.

Es importante considerar que el nivel de exigencia que tienen


nuestros hijos durante la etapa escolar suele requerir una mayor
relevancia de los mecanismos de aprendizaje que muchas veces
están mal asentados en niños que tienen la problemática que nos
ocupa.

Entre las diversas alteraciones que nos podemos encontrar en esta


amplia categoría podemos encontrarnos con trastornos
psicomotores (como pueden ser por ejemplo hiperactividad o
dificultades de la motricidad gruesa), dificultades de
aprendizaje, alteraciones del lenguaje o trastornos emocionales o
de conducta.

Como podéis comprobar, en la disfunción cerebral mínima infantil


podemos encontrarnos con un variado número de patologías
incluidas en ella que comparten la presencia de alteraciones del
sistema nervioso en niños con inteligencia normal.

Actualmente, el problema de la disfunción cerebral mínima en


los niños es un tema que está muy al día, aunque también está
rodeado de mucha controversia porque, al ser tan difuso su límite
con otros problemas del desarrollo de los niños que podemos
encontrarnos, no son pocas las personas que son reacias a
emplear este termino.

No obstante, nadie puede negar que los profesionales del ámbito


educativo van a encontrarse muchas veces con ciertos niños y
niñas que tienen alguna dificultad en aspectos perceptivo-
motrices, lingüisticos, cognitivos o de comportamiento, debidos a
alteraciones en el sistema nervioso, pero que tienen su inteligencia
intacta, y que es muy importante saber cómo actuar con ellos para
poder desarrollar al máximo, y de una forma óptima, todas sus
aptitudes.

Foto | jepoirrier en Flickr En Bebés y más | La importancia del


ambiente en el desarrollo del bebé, Cómo saber si nuestro hijo
necesita apoyo en la escuela, Plasticidad cerebral y atención
temprana.
La disfunción cerebral puede aparecer manifestándose con una combinación
de deficiencias en diferentes áreas del cerebro como la del lenguaje, la memoria, la
atención, la percepción, la conceptualización, la acción motora o el impulso.

Debido a la amplitud de trastornos infantiles que pueden encajar en la definición de la


disfunción cerebral, el término suele asociarse a cerca de cincuenta denominaciones
distintas. Algunas de estas hacen referencia a la parte orgánica del problema que se
presenta, como un daño o una lesión cerebral, un impedimento neurológico mínimo…
Por el contrario, otras denominaciones hacen referencia a las consecuencias de sufrir este
tipo de trastornos, como serían los trastornos relacionados con el aprendizaje, la dislexia o
el síndrome conductual hiperkénico.

Hoy en día, el síndrome de la disfunción cerebral mínima se ha ido delimitando en la


práctica clínica y, aunque no existen datos concluyentes, una gran cantidad de personas
investigadoras y clínicas lo consideran una etiología neurológica.

Existen tres etapas en el desarrollo de la disfunción cerebral mínima:

 Retraso evolutivo hasta los 6 o 7 años, edad en la cual comienza a normalizarse el


desarrollo.
 Nuevas dificultades en la escolarización, como en la lectura o la escritura.
 Trastornos de conducta que se agudizan en la preadolescencia, pero que
comienzan a suavizarse una vez superada esta.
Debido a que los niños afectados por el trastorno de disfunción cerebral no presentan
niveles bajos en su coeficiente intelectual, son conscientes de las limitaciones que sufren,
por lo que tienden a experimentar frustración e impotencia frente a sus fracasos.

Con frecuencia esta frustración viene acompañada de ansiedad de carácter intenso y


presentan, además, poca tolerancia a dicha ansiedad, lo que empeora la situación.
Los problemas que pueden aparecer son los siguientes:

 Apatía, depresión, pérdida de la actividad, procesos regresivos… Los niños con


personalidad hipoactiva son los que presentan en mayor medida los problemas de
adaptación durante la adolescencia.
 Desintegración. Se produce una desorganización de la actividad afectiva, así como
una pérdida de las aptitudes abstractivas. Todo ello se traduce en perplejidad,
impulsividad e irrefrenabilidad. En ese caso hablamos de la hiperkinesia.

Causas de una disfunción cerebral


La disfunción cerebral mínima se relaciona a menudo con el daño cerebral. Las
exploraciones neurológicas han demostrado que existe cierta anormalidad neurológica en
la mayoría de los pacientes que han sido diagnosticados con este trastorno.
Los antecedentes han indicado que se produce una alteración que puede ser de origen
traumático o inflamatorio, durante el nacimiento o poco tiempo después. Este tipo de
alteraciones pueden deberse a:
 Un desarrollo incorrecto, como una desviación estructural.
 Daño a las estructuras del sistema nervioso central, provocado por traumas,
infecciones…
 Un mal funcionamiento pero sin presentar modificación estructural. Puede aparecer
por algún tipo de interferencias en los momentos críticos del desarrollo de cada
función.

El síntoma que mejor permite identificar la disfunción cerebral mínima es la falta de


atención, ya que se observan irregularidades con gran facilidad en un
electroencefalograma. Otros trastornos relacionados son los siguientes:

 Trastornos de percepción: inversión del campo sensorial; incapacidad para


seleccionar estímulos; disociación, es decir, capacidad deficiente para relacionar las
partes y el todo, etc.
 Trastornos cognitivos: del lenguaje, falta de memoria repentina, relaciones
conceptuales basadas en estereotipos, etc.
 Trastornos de conducta: motores, como la dificultad para la coordinación o
hiperactividad; inhibición deficiente; impulsividad que impide ver las consecuencias
de sus actos; personalidad temeraria e incontrolada, agresividad, etc.

Para el diagnóstico de la disfunción cerebral deben incluirse una serie de pruebas


concretas, ya que debe valorarse el cuadro total. Estas incluyen un anamnesis, que busca
descubrir un retraso madurativo, trastornos de conducta o de aprendizaje; una exploración
neurológica y un electroencefalograma, para evaluar las funciones motora, sensorial,
integrativa y cognitiva.

Otras pruebas son el EEG, que permite obtener un trazado que demuestra la
desorganización del aprendizaje, una exploración psicológica evaluando la capacidad
para la lectura y un test guestáltico visomotor de Bender y del dibujo de una figura
humana.

Las pruebas deben realizarse preferiblemente a partir de los seis años, ya que en edades
más tempranas existe una escasa diferenciación psíquica con respecto a la organicidad.

Tratamientos para una disfunción


cerebral
En los casos de disfunción cerebral mínima, debe realizarse un planteamiento individual
que permita identificar los déficits específicos de cada uno de ellos, ya que no existe una
homogeneidad.
Los tratamientos para estos trastornos abarcan diferentes ámbitos, como son los
siguientes:

 La pedagogía curativa y el adiestramiento específico: busca la reorganización


funcional, por medio de ejercicios de coordinación motora. Se recomienda prestar
atención a los procesos que pueden intervenir durante el aprendizaje, en lugar de
centrarse en el contenido que se va a enseñar.
 El manejo y la estructuración del medio: la privación sensorial se produce
principalmente cuando se da una sobreestimulación y no cuando la estimulación es
escasa.
 Medicamentos: la medicación debe elegirse y dosificarse cuidadosamente para
cada caso. Puesto que no se trata de una enfermedad, el tratamiento principal debe
centrarse en la educación y mejora de las habilidades del niño o niña y no en la
administración de sustancias.
 Psicoterapia y asesoramiento: se busca impulsar la autoestima del niño/a
ayudándole a madurar emocionalmente, para calmar sus reacciones frente a la
frustración (agresividad, negativismo, etc. ).

La rehabilitación en estos trastornos es larga, pero la madurez y el desarrollo permiten


mejorar de manera significativa los problemas que se presentan con la disfunción cerebral.
Si se diagnostica antes de los seis años, el pronóstico de recuperación es muy favorable.

El tratamiento no sólo debe incluir al niño o niña sino también a su familia, mostrándoles
una visión clara del problema para que puedan cooperar en la reeducación. Durante al
adolescencia se suele agudizar la problemática, por lo que es una etapa especialmente
sensible.

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