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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

I
REVISTA LOTERÍA

II
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Los sucesos del 9 de enero de 1964


Antecedentes históricos

III
Bajo criterio editorial
se respeta la ortografía de los textos
que presentan arcaísmos
propios de su Edición Príncipe.

Por la naturaleza de este proyecto editorial,


algunos textos se presentan
sin ilustraciones y fotografías
que estaban presentes en el original.
•••••
Revista Lotería
Los sucesos del 9 de enero
Antecedentes históricos

Biblioteca de la Nacionalidad
AUTORIDAD
DEL CANAL DE PANAMÁ
PANAMÁ 1999
REVISTA LOTERÍA

Editor
Autoridad del Canal de Panamá

Coordinación técnica de la edición


Lorena Roquebert V.

Asesoría editorial
Natalia Ruiz Pino
Juan Torres Mantilla

Diseño gráfico y diagramación


Pablo Menacho

Impresión y encuadernación
Cargraphics S. A.

972.87
S18 Los sucesos del 9 de enero de 1964. Antecedentes
históricos.— Panamá: Autoridad del Canal, 1999.
v7. 332 págs.; 24 cm.— (Colección Biblioteca de la
Nacionalidad)
Los datos fueron tomados de la Revista Lotería No.
191, de octubre de 1971.
ISBN 9962-607-07-8
1. MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES— PANAMÁ
2. NUEVE DE ENERO—HISTORIA 3. PANAMÁ—
RELACIONES EXTERIORES—ESTADOS UNIDOS

La presente edición se publica con autorización de los propietarios


de los derechos de autor.

Copyright © 1999 Autoridad del Canal de Panamá.

Reservados todos los derechos.


Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio,
sin permiso escrito del editor.

Printed in Colombia - Impreso en Colombia

La fotografía impresa en las guardas de este volumen muestra una vista


de la cámara Este de las esclusas de Gatún, durante su construcción en enero de 1912.

BIBLIOTECA
DE LA NACIONALIDAD
Edición conmemorativa
de la transferencia del Canal a Panamá
1999

VI
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

BIBLIOTECA
DE LA NACIONALIDAD

A
esta pequeña parte de la población del planeta a la que nos ha tocado
habitar, por más de veinte generaciones, este estrecho geográfico del
continente americano llamado Panamá, nos ha correspondido, igual-
mente, por designio de la historia, cumplir un verdadero ciclo heroico que cul-
mina el 31 de diciembre de 1999 con la reversión del canal de Panamá al pleno
ejercicio de la voluntad soberana de la nación panameña.

Un ciclo incorporado firmemente al tejido de nuestra ya consolidada cultu-


ra nacional y a la multiplicidad de matices que conforman el alma y la concien-
cia de patria que nos inspiran como pueblo. Un arco en el tiempo, pleno de
valerosos ejemplos de trabajo, lucha y sacrificio, que tiene sus inicios en el
transcurso del período constitutivo de nuestro perfil colectivo, hasta culminar,
500 años después, con el logro no sólo de la autonomía que caracteriza a las
naciones libres y soberanas, sino de una clara conciencia, como panameños,
de que somos y seremos por siempre, dueños de nuestro propio destino.

La Biblioteca de la Nacionalidad constituye, más que un esfuerzo edito-


rial, un acto de reconocimiento nacional y de merecida distinción a todos aque-
llos que le han dado renombre a Panamá a través de su producción intelectual,
de su aporte cultural o de su ejercicio académico, destacándose en cada volu-
men, además, una muestra de nuestra rica, valiosa y extensa galería de artes
plásticas.

Quisiéramos que esta obra cultural cimentara un gesto permanente de re-


conocimiento a todos los valores panameños, en todos los ámbitos del queha-
cer nacional, para que los jóvenes que hoy se forman arraiguen aún más el
sentido de orgullo por lo nuestro.

Sobre todo este año, el más significativo de nuestra historia, debemos


dedicarnos a honrar y enaltecer a los panameños que ayudaron, con su vida y
con su ejemplo, a formar nuestra nacionalidad. Ese ha sido, fundamentalmen-
te, el espíritu y el sentido con el que se edita la presente colección.

Ernesto Pérez Balladares


Presidente de la
República de Panamá

VII
REVISTA LOTERÍA

VIII
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

El 9 de Enero de 1964
y sus antecedentes históricos

E l 9 de Enero de 1964 constituye un hito en el transcurrir del


proceso histórico panameño. Hay un salto cualitativo en dos
direcciones: por un lado, los panameños y sus gobernantes, enfrenta-
rán la problemática nacional en la determinación definitiva de la cau-
sa del conflicto de las relaciones panameño-norteamericanas; por otro
lado, los sectores populares en general, avanzarán definitivamente en
la comprensión de que su situación socioeconómica y política, está
enraizada en el insoslayable devenir y afianzamiento de un Estado
nacional soberano e independiente.
¿Cómo pudo surgir un acontecimiento tan trascendente? ¿Por qué
el 9 de Enero pudo reunir tantas contradicciones a la vez?
La nación en su desarrollo, es relativamente inagotable. El desconoci-
miento de nuestra prehistoria impide la comprensión de las indubitables e in-
agotables luchas y resistencia constantes durante el período colonial por parte
de nuestros indígenas y los nuevos grupos sociales, sobre todo los negros;
ambos han sido marginados por nuestros historiadores con excepciones nota-
bles y brillantes. En todo caso, los textos históricos utilizados en la enseñanza
patria, no ubican el motor de nuestros avatares históricos en esos grupos y
mucho menos sus contradicciones y luchas: ¡CRASO ERROR!
Cuando observamos las innumerables luchas y movimientos
reinvindicativos de los indígenas y negros; las contradicciones entre
los grupos criollos y mestizos; los enfrentamientos entre minifundistas
azuereños y latifundistas de Veraguas y Coclé; las posturas contrarias entre libe-

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REVISTA LOTERÍA

rales y conservadores durante el siglo pasado; las posiciones disímiles entre los
bandos liberales; las luchas del arrabal santanero; la oposición de los negros y
gentes de color al proyecto autonomista y federalista liberal; todo ello, nos lleva
de la mano hacia la búsqueda de más información y nuevas líneas interpretativas
de la Clío panameña.
Durante el movimiento del 28 de Noviembre de 1821, aparte de la
clarinada santeña, es incuestionable que los sectores negros y de co-
lor, siempre una mayoría demográfica en la zona de tránsito y otros
lugares, fueron marginados, tal cual deja entrever con claridad Don
Mariano Arosemena en sus Apuntamientos Históricos. De más está decir que
la esclavitud perdurará en Panamá como institución, al igual que en Colombia,
hasta entrados los años cincuenta, aunque cada vez más obsoleta e innecesa-
ria.
En efecto, lo anterior motiva que el federalismo prohijado por los
sectores comerciantes —la burguesía comercial—, quienes domina-
ban la economía del Istmo; ejercían el poder político mediante los
cabildos de Panamá y Portobelo —a más de su alianza con los latifun-
distas del interior, a partir del siglo XVIII—; y primaban socialmente
—reflejado en las características urbanas de la ciudad de Panamá y en
sus usos y costumbres—, junto al dominio ideológico creciente me-
diante el liberalismo y el positivismo; repetimos, ese liberalismo, ese autono-
mismo económico y político, ya plasmado en el Acta de Independencia de
España y en el posterior Reglamento de Comercio Libre, no va a contar con el
apoyo y el entusiasmo de la mayoría de la población de la zona de tránsito.
Resulta claro que, aunque la burguesía comercial llevase a cuestas el avance
nacional panameño, los mayoritarios sectores de color únicamente observa-
ban su explotación y las cadenas y grillos que aún tenían que soportar. Es por
ello que, en 1826, la gente del arrabal de la capital brindará su apoyo al centra-
lismo boliviano, contrario a las apetencias anseatistas de la burguesía comer-
cial, que seguía pugnando por los mismos elementos anteriores a la indepen-
dencia de España: librecambio, franquicias comerciales, camino transístmico.
Pero con el agravante de un factor relativamente nuevo, el proteccionismo de
las grandes potencias. Por supuesto, este proteccionismo, que los grupos do-
minantes istmeños promovían con entera voluntad en aras del interés comer-

X
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

cial, se trocará posteriormente en un abierto protectortado, sobre todo en la


emergencia del imperialismo norteamericano a finales del siglo XIX.
Asímismo, en 1830, un hombre de color, el Coronel José Domingo Espi-
nar, Ex-Secretario y ferviente partidario del Libertador Simón Bolívar, tratan-
do de reconstruir la Gran Colombia a partir del Istmo de Panamá, contará con
el masivo apoyo de la gente de color de “extramuros” en la ciudad de Panamá,
quienes marchan por “intramuros” blandiendo “la peinilla” —el machete— y
dando loas a Bolívar y a Espinar. Este movimiento de Espinar reune contradic-
ciones de clase, raciales y nacionales innegables; no cuenta con el apoyo de la
burguesía comercial —blanca de “intramuros”—; pero enfatiza en su declara-
ción principal, las particulares condiciones geográficas del Istmo de Panamá y
su vocación transitista y comercial.
Es fundamental retener estos primeros pasos del movimiento popu-
lar y sus efectos nacionales, para analizar y evaluar las características posterio-
res del mismo en el momento de la presencia norteamericana, a mediados del
siglo XIX. La burguesía comercial monopolizaba no sólo la actividad económi-
ca, sino también los principales cargos públicos —de alguna manera, en medio
de la crisis socioeconómica que vivía el Istmo, se burocratizó crecientemente—
; además ocupaba los cargos de elección popular tanto en Panamá como en
Colombia; al mismo tiempo, eran propietarios y dirigían los principales diarios y
periódicos de la época: El Comercio Libre, El Panameño, Los Amigos del País,
y demás.
A mediados del siglo XIX, la burguesía comercial propugnaba y
aupaba, en aras del comercio y los servicios, la presencia extranjera,
sobre todo norteamericana. Ellos estaban al tanto del interés yanqui en una
ruta transístmica por el Istmo y, figuras como José de Obaldía ya habían
participado en la organización de compañías para tal efecto, a finales de los
años treintas. También, si observamos la correspondencia diplomática y con-
sular de norteamericanos, ingleses y franceses, apreciaremos actitudes incon-
fundibles de los comerciantes panameños, proclives al transitismo. En igual
forma, la correspondencia de panameños (Herrera, M. Arosemena, etc.,) los
artículos de periódicos y las declaraciones oficiales de viajeros que visitaron el
Istmo.
La expansión norteamericana sobre México y el temor colombiano a la

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REVISTA LOTERÍA

independencia del Istmo —sobre todo después del Estado Libre del Istmo de
1840-41—, confluyen en El Tratado Mallarino-Bidlack, origen institucional y
contractual de todas las causas de conflicto entre Panamá y los E.U.: En su
Art. 35°. aparecen los problemas del intervencionismo, el libre tránsito norte-
americano y la garantía de la neutralidad del Istmo. Más, este tratado recoge e
impulsa elementos y factores que ya se venían dando en Panamá y Colombia:
los acuerdos de Colombia con Francia, Inglaterra y EU. en materia económi-
ca; las concesiones para investigar y construir una ruta transístmica a través
del Istmo; las negociaciones que culminan en la construcción del ferrocarril
transístmico (Garella, Mateo Klein, etc); los intereses de las navieras inglesas
y norteamericanas.
Resulta un contrasentido separar todos estos hechos de lo sucedido
en el Istmo de Panamá a mediados del siglo XIX. Luego del contrato Stephens-
Paredes, la construcción del ferrocarril es un hecho entre 1850-55. La burguesía
comercial tiene discrepancias y contradicciones con las clases dominantes colom-
bianas, pero no son antagónicas las mismas. Las reformas liberales en Colombia,
cuentan con el apoyo y colaboración de panameños ilustres: Mariano Arosemena,
Tomás Herrera, Justo Arosemena. Y, se entiende perfectamente ya que se trataba
de implementar el librecambio, la eliminación de aranceles, la secularización social,
la desmoralización de bienes de “manos muertas”, la enseñanza laica, y demás
medidas de corte liberal benthamista y lancasterianas cónsonas con las aspiracio-
nes de las clases rectoras panameñas.
En el mismo sentido, en medio de la presencia catalizadora norte-
americana mediante la construcción del ferrocarril, el movimiento po-
pular panameño cobra nuevos bríos. Las actitudes discriminatorias y
prepotentes de los agentes de la compañía; el mal trato de los trabajado-
res de la vía; la presencia de trabajadores extranjeros (sobre todo chinos
y, en su mayor cantidad, antillanos); los salarios insuficientes; las malas
condiciones de salubridad; la ausencia efectiva de las autoridades co-
lombianas y panameñas; y, el creciente desempleo a medida que se cons-
truye la obra; llevan a una coyuntura muy especial, donde los sectores
populares de la zona de tránsito ven con mucha más claridad que sus problemas
van ligados a la problemática nacional panameña.
No es que los sectores populares tuvieran conciencia clara de sus

XII
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

intereses y necesidades en general, y mucho menos conciencia nacional


clara, pero resulta evidente que comienzan a tenerla. Las primeras huel-
gas de trabajadores se dan entre 1850-55; desde 1849, en adelante, se
dan los primeros enfrentamientos entre panameños y norteamericanos,
registrados por panameños (T. Herrera, Justo Arosemena), extranjeros y
colombianos; se organiza una especie de “policía” dirigida por Ran
Runnels, Zachrison y Totten, cuyo principal papel era perseguir a los
negros. En fin, los sectores populares comienzan a identificar sus inte-
reses con los del país... y los sectores dominantes panameños, con clari-
dad, comienzan a tenerles cada vez mayor temor.
En medio de todos estos sucesos, Justo Arosemena, plantea desde
la perspectiva de la burguesía comercial y en la óptica liberal y positi-
vista, su ópusculo El Estado Federal de Panamá, fundamento geo-
gráfico, político e histórico de la categórica constitución nacional
panameña. Don Justo Arosemena sustentó epistolarmente, en varias
ocasiones, el futuro de un Panamá independiente y soberano; pero en
la coyuntura de mediados del siglo XIX, con la omnímoda presencia
yanqui y su concreción en el Tratado Mallarino-Bidlack de 1846 y el
Contrato Stephens-Paredes sobre el Ferrocarril, esta “Teoría de la Nación
Panameña” apuntaba al federalismo y a la protección contra la muy probable
anexión de E.U.
La realidad nacional al culminar la construcción del ferrocarril
era sintomática: desempleo masivo de trabajadores; crisis política a
finales de 1854, con el rechazo de los “liberales blancos” de la capi-
tal, al encumbramiento de un gobernador de origen interiorano (Urrutia
Añino) con la subsiguiente acefalia del puesto en la capital; guerra civil en la
zona central del Istmo, entre minifundistas de Azuero dirigidos por Pedro
Goitía, y latifundistas de Coclé y Veraguas (Fábrega, Chiari); y guerra civil en
Colombia, la “Dictadura de Melo”, en 1854, donde los dos principales líderes
del bando librecambista partidarios de la eliminación de los aranceles protec-
cionistas, son panameños: José De Obaldía, presidente encargado, y Tomás
Herrera, como Jefe de las Fuerzas militares: dos miembros de la burguesía
comercial. El bando librecambista resulta triunfador.
Así surge a la historia nacional el Estado Federal en 1855. Y rápidamente,

XIII
REVISTA LOTERÍA

J. Arosemena a la presidencia del mismo al no lograrse la verdadera autonomía


económica en su constitución, lo que precipita el ascenso (Calvo) al poder en
el Istmo. El escenario estaba preparado para el Incidente de la Tajada de San-
día, el 15 de abril de 1856.
La Tajada de Sandía, primera intervención yanqui en Panamá, es
sólo la gota que derramó el “vaso de agua” ya reseñado. Sus efectos podrán
verse hasta el presente. Los sectores populares rechazan la prepotencia norte-
americana y atacan su símbolo más evidente, las oficinas de la Panamá Rail
Road Company; los norteamericanos intervienen y tratan de lograr concesio-
nes estrafalarias mediante el tratado Herrán-Cass de 1857: autonomía de Pana-
má y Colón bajo control de E.U; las islas de la bahía (Naos, Perico, Flamenco
y Taboga) para estaciones carboneras; en fin, el protectorado. A raíz de estos
sucesos, J. Arosemena plantea la neutralidad del Istmo (1857) mediante un
anteproyecto de ley presentado al Congreso Colombiano.
Con todo, las fuerza populares aprovecharán el Estado Federal para orga-
nizarse mediante líderes de su propio cuño. El gobierno de Obaldía, a finales
de los años cincuenta del siglo XIX, será enfrentado por el arrabal y, cuando
se da la guerra civil en Colombia, a inicios de los años sesenta, ese mismo
arrabal se opondrá al gobernador Santiago De La Guardia, conservador con
apoyo liberal, y apoyará a las tropas colombianas del Presidente Tomás Cipriano
de Mosquera que, desconociendo El Convenio de Colón, intervendrá en Pana-
má desconociendo nuestra autonomía económica y política.
En la segunda mitad del siglo XIX, los sectores populares rechazarán las
múltiples intervenciones norteamericanas y buscarán sus propias conquistas.
Líderes como Buenaventura Correoso, Rafael Aizpuru y Pedro Prestán esta-
rán en la palestra. Ahora, en medio del Estado Federal y la ultrafederalista
Constitución de Ríonegro, las fuerzas populares panameñas tienen un mayor y
mejor escenario. Inclusive surge un “Partido Liberal Negro”. La llamada anar-
quía durante el federalismo (1855-85) parece resultante de la emergencia de
los sectores populares, en vez del ultrafederalismo de por sí.
En todo caso, en 1885, cuando Rafael Núñez suprime el federalismo, los
que se oponen con vehemencia son los sectores populares. Y es la interven-
ción norteamericana, en contubernio con los sectores dominantes paname-
ños, lo que logra capturar a Pedro Prestán, injustamente acusado del incendio

XIV
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

de Colón, en las costas colombianas, traerlo en un buque yanqui a Colón,


entregarlo a las autoridades colombianas en el Istmo y su juzgamiento y muer-
te sobre los rieles del ferrocarril transístmico.
La consiguiente degradación del Istmo entre 1885 y 1903, preparará el
camino para la insurgencia liberal entre 1899-1901, liderizada por hombres
como Belisario Porras, ferviente anti imperialista, y Victoriano Lorenzo, de-
fensor de los indígenas y campesinos. Sólo la intervención de E.U. impidió la
consagración del triunfo liberal en todo Panamá, esgrimiendo el tratado
Mallarino-Bidlack, e impidiendo la posible independencia del Istmo, habidas
cuentas de los soportes programáticos del liberalismo en defensa de la sobera-
nía colombiana. La paz de Wisconsin, con su préambulo por un tratado del
canal, fue la antesala del tratado Herrán-Hay y el tratado Hay-Bunau Varilla;
pero más aún, fue el aldabonazo de la independencia de 1903, mediatizada y
con el protectorado de E.U., solicitado por los prohombres del tres.
Las fuerzas populares panameñas, diezmadas y con la supresión de sus
principales líderes (Porras fue exilado y Lorenzo fusilado) no pueden enfren-
tar el tipo amañado de independencia. Sólo Buenaventura Correoso, en El
Lápiz, periódico liberal, se opone al Artículo 136°. de la Constitución de 1904.
Hubo otros panameños: Lisandro Espino, Salomón Ponce Aguilera, J. D. Mos-
cote, Carlos A. Mendoza; quienes en diversos momentos y circunstancias
contemporáneas, también se opusieron de alguna manera. Por supuesto, pe-
saba mucho la actitud patriótica de Porras, Ardila, Soto y Patiño, entre otros.
Sin embargo, tocará a los diversos gobiernos de Belisario Porras, abrir
causas institucionales (políticas y educativas), para que nuevas generaciones
de panameños enfrenten las intervenciones norteamericanas y luchen por la
soberanía nacional. Mientras los sectores dominantes panameños pedían la
intervención de E.U., tanto en gobierno como en oposición, el pueblo se resis-
tía al desarme de la Policía Nacional en 1916; la toma de Chiriquí y Veraguas
de 1918-20; y, la intervención en la guerra de Coto en 1921.
Ahora se dan otros elementos. A partir de 1914, hay un creciente desem-
pleo en Panamá al irse construyendo el canal; en la Zona del Canal impera la
discriminación social, laboral y salarial; hay una nueva ríada de obreros ex-
tranjeros y antillanos; hay una creciente organización obrera en el área canale-
ra; el liberalismo y conservatismo se desmoronan constitutiva e ideológica-

XV
REVISTA LOTERÍA

mente; surge una cada vez más consciente clase media; las intervenciones
yanquis son cada vez más afrentosas.
En la década de 1920-30, surgen la Federación Obrera, el Sindicato Gene-
ral de Trabajadores, la Liga Inquilinaria, el Movimiento de Acción Comunal.
Los norteamericanos eliminan unilateralmente el Convenio Taft y los comer-
ciantes y casatenientes panameños se pliegan al tratado de 1926. El problema
social y el problema nacional se entrelazan con fuerza: la clase dominante
panameña suprime la lucha inquilinaria solicitando la intervención yanqui... y
agradeciéndola. El pueblo responde con el rechazo del tratado de 1925; se
organiza con el partido feminista y la primera federación de estudiantes; sur-
gen también los partidos Socialista y Comunista, entre finales y comienzos de
los años veinte y treinta, respectivamente.
En los años treinta, la clase media, luego del Golpe de Estado de 1931,
liderizado por Acción Comunal, encumbra a líderes como Harmodio Arias y
Juan Demóstenes Arosemena. Es así que se funda la Universidad de Panamá y
se logra el tratado Arias-Roosevelt de 1936 que, sin eliminar las causas del con-
flicto, trae ciertas concesiones en lo económico, político y laboral. La presiden-
cia de Arnulfo Arias en 1940-41, trae aparejado el rechazo del artillamiento de
naves de bandera panameña y las pretensiones de E.U. en cuanto a sitios de
defensa en Panamá durante la 2a guerra mundial. La consecuencia es el derroca-
miento de Arias y la firma del convenio Fábrega-Wilson, el cual permite a E.U.
más de 130 sitios de defensa de E.U. en Panamá durante la guerra.
Sin embargo, a inicios de los años cuarenta, el movimiento popular se
organiza en la Federación de Estudiantes de Panamá (F.E.P.), el Frente Patrió-
tico de la Juventud y, los diversos gremios docentes y profesionales, quienes
logran junto a los partidos de izquierda el rechazo del Convenio de Bases Filós-
Hines de 1947 y preparan el camino para nuevas luchas políticas, sociales y en
pro de la Soberanía.
Bajo la represión y el militarismo Remonista, se logra el Tratado
Remón-Eisenhower de 1955, con meras ganancias económicas para
la clase dominante, algunas ventajas económicas y laborales y, sin eliminar las
causas del conflicto. El pueblo panameño, con dignidad, se levanta en 1958 y
1959, siembra banderas y exige la soberanía y la jurisdicción sobre la Zona del
Canal. El movimiento estudiantil, gremial y profesional, los trabajadores y la

XVI
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

intelectualidad, los políticos honestos, dan la clarinada: o se eliminan las cau-


sas del conflicto en las relaciones panameño-norteamericanas, o la marea po-
pular arrastrará a una solución mediante acontecimientos cruentos.
A finales de los años cincuenta e inicios de los sesenta, el Movimiento del
Cerro Tute y la Huelga de las Bananeras, indican los caminos a seguir. El
movimiento estudiantil de 1958 y el Pacto de la Colina, no logran todos sus
cometidos; pero, junto a lo anterior preparan el escenario del 9 de Enero de
1964. Desde ese ángulo, en un mundo caracterizado por el movimiento
descolonizador, tercermundista y No Alineado, el acuerdo incumplido de ban-
deras, por parte de E.U., sólo podía traer como consecuencia el levantamiento
estudiantil y popular del 9 de Enero de 1964.

ROLANDO E. HERNÁNDEZ S.

XVII
REVISTA LOTERÍA

XVIII
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

L a Lotería Nacional en homenaje a la gesta


revolucionaria del 11 de octubre, fecha que
marca el inicio de las reivindicaciones po-
pulares y la afirmación nacional, presenta en este
número los documentos históricos más importantes
relacionados con la lucha que a través de la historia
ha librado el pueblo panameño por su soberanía, a
lo largo y lo ancho del territorio nacional.
Esta recopilación incluye gran parte de la do-
cumentación que la Revista Lotería editó en 1964,
en dos tomos, con motivo de los sangrientos suce-
sos de Enero, de ese año, en que Panamá fue vícti-
ma de una brutal agresión por parte de los Estados
Unidos de América, y la hemos complementado
con nuevos y valiosos documentos, con el interés
de que la edición reúna lo fundamental para el
conocimiento de la historia de la lucha panameña
por la soberanía nacional.

XIX
REVISTA LOTERÍA

XX
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Editorial1

“S eñores: Hace más de veinte años que el águila del Norte dirige su
vuelo hacia las regiones ecuatoriales. No contenta ya con haber
pasado sobre una gran parte del territorio mejicano, lanza su atrevida mirada
mucho más acá. Cuba y Nicaragua son, al parecer, sus presas del momento,
para facilitar la usurpación de las comarcas intermedias, y consumar sus vas-
tos planes de conquistas un día no muy remoto.
Entre tanto, señores, Colombia duerme. La esforzada heroína, a quién
vuelven inquietos sus ojos los otros pueblos hermanos, parece descuidada, y
como si no viese o no temiese las garras del águila que amenaza prenderse al
cuello del cóndor. Colombia duerme. Pero no: tranquilizaos. No es el sueño de
la indiferencia; es el sueño de la confianza en su poder. Colombia duerme, pero
va a despertarse. ¿No veis que se mueve? Un secreto instinto le ha gritado que
el momento supremo se acerca. Ella tiene toda la conciencia de su deber y de
su fuerza. Colombia empieza a despertar, y los que prevalidos de su letargo
han osado tocar a sus puertas por el Occidente, se sobrecogerán de temor al
verla nuevamente en pié.
No hay duda que hemos cometido grandes imprudencias. Olvi-
dando el carácter y la propensión de nuestros vecinos, les hemos en-
tregado, por decirlo así, el puesto del comercio universal, que el genio
de Isabel y de Colón habían ganado para nuestra raza. Pródigos en concesio-
nes a la compañía empresaria del camino interoceánico, generosos hasta el

1 Versión completa del memorable discurso que pronunciara el Dr. Justo Arosemena en ocasión del
banquete que se le brindó al señor Teodoro Gómez de la Torre, Ministro Plenipotenciario del Ecuador,
la noche del 20 de julio de 1856, en Bogotá. Este texto editorializó el N° 191 de la Revista Lotería —
octubre de 1971— de donde han sido extraídos los escritos que conforman este volumen

XXI
REVISTA LOTERÍA

extremo con especuladores implacables, no comprendimos que dar el territo-


rio era dar el señorío, y que dar el suelo para obras permanentes y costosas era
casi dar el territorio.
Pero aún es tiempo, si Colombia despierta. Aún pueden salvarse nuestra
raza y nuestra nacionalidad. Aún pueden quedar para la especie los sentimien-
tos generosos, el noble entusiasmo, la rica imaginación y el indomable heroís-
mo. Aún puede salvarse todo lo que nuestra imprevisión nos ha dejado. La
opulenta Península, ceñida por dos océanos, puede aún formar nuestro valio-
so patrimonio. Aún puede encerrarse allí y medrar por largos siglos nuestra
importante raza.
No lo olvidemos, sin embargo: para cumplir ese destino que intenta con-
trariar la raza enemiga, necesitamos de una condición. Necesitamos crear y
consolidar nuestra nacionalidad en el sentido político. Enhorabuena, que el
conjunto de pueblos a que ligan lazos morales de religión, idioma, hábitos,
vicios y virtudes, se tenga por nacionalidad bajo esos respectos. Yo entenderé
siempre que si esos pueblos no establecen un Gobierno común, la nacionali-
dad política no existe, y que sin ella, la nacionalidad de raza, como la raza
misma, son del todo precarias.
Los norteamericanos lo han comprendido así desde el principio. Lo que
ellos llaman su destino manifiesto, que no es sino una desmedida ambición, se
funda no tan sólo en la alta idea que tienen de sí mismos, sino también en la
feliz combinación de sus instituciones políticas. Desde su independencia vis-
lumbraron, acaso por instinto, que un estado republicano pide estrechos lími-
tes; pero que la aglomeración indefinida de pequeños Estados, puede asegurar
para el todo la propia índole republicana, sin impedir la extensión de la nacio-
nalidad hasta donde lo permita la continuidad del territorio.
Nosotros, los hijos de España, sucesores de ella en el inmenso patrimonio
que arrancó a la barbarie, pudimos y debimos imitar la conducta de nuestros
adversarios, dueños del Norte y sucesores del frío Bretón. Lo que el cálculo
hizo por la Confederación del Norte, el tiempo, la experiencia y el peligro
deben hacer por la confederación del Sur. Parece que la Providencia hubiese
creado las dos porciones de este Continente para repartirse entre dos grandes
pueblos, dos grandes razas y dos grandes civilizaciones, separadas por un
istmo estrecho, y destinadas a vivir en paz, cambiando sus ideas, sus virtudes,

XXII
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

sus productos y sus adelantos.


Pero no es esa la única misión de las dos grandes Confederaciones que
han de encerrar todo el porvenir y toda la gloria de dos razas. Tienen otra aún
más portentosa, que la ley de la población y la marcha imperturbable de la
civilización humana, indican con harta claridad. Ellas ofrecerán a sus herma-
nos del antiguo mundo, teatro del despojo, del privilegio y la opresión, un
vastísimo campo de industria y propiedad, de libertad y progreso.
Tal es la suerte deparada a las dos grandes nacionalidades que se dividirán
el Continente. Siga la del Norte desarrollando su civilización, sin atentar a la
nuestra. Continúe, si le place, monopolizando el nombre de América hoy co-
mún al hemisferio. Nosotros, los hijos del Sur, no le disputaremos una deno-
minación usurpada, que impuso también un usurpador. Preferimos devolver al
ilustre genovés la parte de honra y de gloria que se le había arrebatado; nos
llamaremos colombianos; y de Panamá al Cabo de Hornos seremos una sola
familia, con un solo nombre, un Gobierno común, y un designio.
Para ellos, señores, lo repito, debemos apresurarnos a echar las bases y
anudar los vínculos de la gran Confederación Colombiana. Miembros de va-
rios Estados de los que hoy dividen la inmensa Península, me hacen el honor
de escucharme; y a todos ellos doy mi grito de alarma, para que al separarnos
con el abrazo de la amistad, prometamos volver a unirnos pronto, convertidos
en ciudadanos de una misma nación, grande y libre, sabia y magnánima, rica y
poderosa”.
Desde su lejana tribuna del Sur, contestaba Francisco Bilbao, el
rebelde iluminado de Chile, a tan nobles ideales, con su opúsculo
sobre el Congreso Federal de las Repúblicas Hispano — America-
nas. ¿Quién ha brillado más en la historia de la Grecia? — pregunta-
ba.— “Poseedora en alto grado de todos los elementos y condiciones
que pueden presentar al hombre en la plenitud de sus facultades aso-
ciadas y en el goce completo de la personalidad, sucumbe por la divi-
sión y la división apaga la luz que su heroísmo contestara. Nosotros
nacemos, y al nacer, en la cuna nos asaltan las serpientes. Tenemos, como
Hércules, que ahogarlas; — y esas serpientes son la anarquía, la división, las
pequeñas nacionalidades. El campo nos provoca para realizar los doce traba-
jos simbólicos del héroe. Los monstruos espían en la selva de nuestras pre-

XXIII
REVISTA LOTERÍA

ocupaciones la hora y la propagación del letargo. Las columnas de Hércules


están hoy en Panamá. Panamá simboliza la frontera, la ciudadela y el destino
de ambas Américas. Unidos, Panamá, será el símbolo de nuestra fuerza, el
centinela de nuestro porvenir. Desunidos, será el nudo gordiano cortado por el
hacha del yanki y que le dará la posesión del imperio, el dominio del segundo
foco de la elipsis, que describen la Rusia y los Estados Unidos en la geografía
del globo.
Además del interés que tenemos en unirnos para desarrollar la
República y dar una marcha normal a las naciones, además de la glo-
ria que nos espera si arrebatamos la iniciativa de este momento histó-
rico, exhausto de libertad en viejo mundo, los intereses geográficos,
territoriales, la propiedad de nuestras razas, el teatro de nuestro genio,
todo eso nos impulsa a la unión, porque todo está amenazado en un porvenir,
y no remoto, por la invasión, ayer jesuitica, hoy descarada de los Estados
Unidos.
Walker es la invasión, Walker son los Estados Unidos. ¿Espera-
mos que el equilibrio de fuerza se incline de tal modo al otro lado, que
la vanguardia de aventureros y piratas de territorio llegue a sentarse
en Panamá? Panamá es el punto de apoyo que busca el Arquímedes yanki
para levantar a la América del Sur y suspenderla en los abismos para devorarla
a pedazos. Ni la antigua Colombia bastaría a contener el desborde sajón, una
vez rotos los diques, dueños de la llave de los dos océanos y de las costas y
desembocaduras de los grandes ríos...”.

XXIV
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Los sucesos del 9 de enero


de 1964

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

I
Problemática internacional entre Panamá y los
Estados Unidos en el siglo XIX y XX
Informe de Francisco de Fábrega
sobre el Incidente de la Tajada de Sandía

GOBIERNO DEL ESTADO


PODER EJECUTIVO

NOTA
dando cuenta al Poder Ejecutivo de la República de los sucesos del
15 del corriente.

República de la Nueva Granada.— Gobernación del Estado.— Número


99.— Panamá, a 22 de abril de 1856. Sr. Secretario de Estado del
despacho de Relaciones Exteriores.
Tengo que pasar por la pena de instruir a U. de un acontecimiento
tan desagradable como inesperado, ocurrido a las inmediaciones de
esta ciudad la tarde del 15 del corriente i el cual, según todas las conjeturas,
dará orijen a una seria cuestion internacional.
Los documentos que en copia legalizada tengo el honor de incluir
a U, contienen los pormenores bastantes para que U. pueda formarse idea de la
naturaleza i proporciones del acontecimiento a que me refiero. Dichos
documentos son: 1° declaraciones tomadas por varios funcionarios de
instrucción a los testigos José Manuel Luna, Sebastián Díaz, Miguel Habrahan,
José María Borbúa, Federico Clare, Pedro Obarrio Pérez, José María Rodríguez,
Richard Agling, Juan Mercado, T. B. Wiliams i Alexander Henriquez; 2° notas
del Prefecto del departamento de Panamá i del Jefe de la jendarmería, relativas
a los espresados acontecimientos; 3° relaciones de los naturales i estranjeros

3
REVISTA LOTERÍA

muertos o heridos en la contienda; 4° protesta del Superintendente del Ferro-


carril, i mi contestación.
Mas aunque estos documentos, como ya lo dije, arrojan de sí suficiente
luz acerca de la naturaleza i proporciones del desastre que lamentamos, tengo
sin embargo que detenerme a hacer a U. algunas esplicaciones que acaso le
sean útiles en el debate diplomático a que pueden dar lugar estos sucesos.
Comprenderá U., por la nota o protesta del Superintendente del Ferrocarril,
Sr. G. M. Totten, que se trata de pintar el desastre del 15 como un hecho
premeditado con el objeto de robar i matar: que se trata también de afrentar a
estas poblaciones suponiendo obra de los hijos de ella todos los crímenes
cometidos en aquella aciaga noche; i que se trata por último de hacer recaer
sobres las autoridades del país, i principalmente sobre mí, la responsabilidad
de aquellos hechos, por no haber procurado impedirlo (se dice), i por haber
mandado hacer fuego sobre las oficinas de la Compañía.
Que el acontecimiento de que me ocupo fué un hecho impremeditado,
subitáneo, lo están diciendo todos los pormenores relacionados en las
declaraciones de que remito a U. copia. I esas declaraciones, entre las cuales
se hallan las de algunos empleados del Ferrocarril, no solo demuestran lo
impremeditado i subitáneo de aquel acontecimiento, sino que dejan ver bien
claro, que los causantes del desórden fueron los mismos pasajeros, que armados,
como lo están ordinariamente, de pistolas, hicieron uso de ellas en aquella
ocasión con la facilidad i prontitud con que lo ejecutan casi siempre. Los
naturales, irritados al ver heridos i suponer muertos a algunos de su compatriotas,
se abalanzaron sobre los agresores; i unos i otros, movidos, ya por la profunda
antipatía de las dos razas, ya por la necesidad de la propia defensa, se
persiguieron, se atacaron i se dañaron recíprocamente, prolongando la lucha
por más de tres horas.
Refujiados en el Ocean Hotel, en el Pacific House, o sea hotel de McFarland,
en la tienda de McAllister, i en la casa de la Compañía, todos o la mayor
parte de los pasajeros que se hallaban por aquellos lugares, i entre ellos los
mismos que habian causado i fomentado el desórden i que desde los mismos
edificios continuaban ofendiendo a los naturales ya reunidos en consider-
able número, hubieron éstos de forzar las puertas de aquellos
establecimientos, destruyendo cuanto encontraron a su paso i dejando abierto

4
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

libre i ancho campo a los ladrones, que más tarde aparecieron en la escena.
Porque fué despues de lo más recio de la contienda; fué cuando la aten-
ción de las autoridades i de la jendarmería estaba toda entera contraída a salvar
las vidas de los pasajeros,trasladándolos al pequeño vapor Taboga, a la casa
del Estado llamada del Washington i a algunas de particulares; fué entonces,
digo, que empezó a ejecutarse el saqueo de las oficinas de la Compañía i de los
tres establecimientos comerciales que dejo mencionados.
La pretensión de hacer pasar todos estos crímenes como obra de los hijos
del país, es de todo punto injusta, pues se sabe mui bien que existen hoi entre
nosotros multitud de perversos de diversas naciones, que hacen un papel mui
principal en escenas como las que estoi describiendo.
Se me imputa por el Sr. Totten no haber hecho esfuerzo alguno para evitar
los desastres esperimentados; i llega su lijereza hasta aseverar que en mi presencia
se despojó a las personas de los valores que llevaban consigo. Yo no he visto
despojar a ninguna persona: temí sí que lo fueran algunas que eran conducidas
por jentes que me parecían sospechosas, i personalmente ocurrí a protejerlas.
Los despojos de esa clase que hayan podido hacerse, lo serían a merced de la
gran confusión que reinaba ; i pretender que la autoridad pudiera evitar esos
delitos, es pretender que en la Nueva Granada se haga lo que ningún Gobierno
de la tierra, por poderoso que sea, ha podido ni podrá hacer jamás.
Cuando se supo en la ciudad la noticia de lo que pasaba en la Ciénaga, i
más aún cuando mis ajentes i yo llegamos allí, ya había trascurrido mucho
tiempo, i el desórden había adquirido proporciones formidables. Era i fué de
todo punto imposible alejar de aquel teatro a los naturales enfurecidos contra
los pasajeros; i era i fué de todo punto imposible también contener a estos
últimos. Ahí lo están diciendo las declaraciones de extranjeros i granadinos.
Los naturales, en su ciega exaltación, i preocupados en su mayor parte con la
idea de que aquello era una intentona de los filibusteros, por la circunstancia de
hallarse en la ciudad algunos de esos aventureros, acusaban de traicion a las
autoridades, porque se les exhortaba en el sentido de la paz. Las deplorables
antipatías políticas que nos dividen daban pábulo a aquellas absurdas sospechas.
Más de una vez se expresó la intención de venir a la ciudad a forzar los almacenes
donde hubiese armas para tomarlas: i yo tengo la convicción, Sr. Secretario,
de que el más insignificante incidente pudo en aquella aciaga noche haber dado

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REVISTA LOTERÍA

a la contienda nuevas i no menos terribles faces. Solo los que conozcan las
condiciones actuales de esta población, podrán apreciar las peligros de todo
linaje que se corrieron en aquella infausta ocasión.
Parece que cuando se dice que yo no hice nada para impedir o contener los
desórdenes, se supone que era yo quien personal i materialmente debía hacerlo
todo. Parece que no solo se desconocen los esfuerzos que hice por mi parte en
favor de la seguridad jeneral, sino que se desconocen también los del Prefecto
del departamento, los del Alcalde de la ciudad, los del Rejidor de Santa Ana i los
del Jefe de la jendarmería, quienes siendo mis ajentes i hallándome yo presente,
no podían proceder sino por mis órdenes, con mi acuerdo, o con mi aquiescencia.
¿Se dirá que el Prefecto, el Alcalde, el Regidor i el Jefe de la jendarmería tampoco
hicieron nada? No, esto no podrá decirse: los documentos que en copia acompaño
a U. demuestran bien el celo, la actividad, la buena voluntad con que todos i cada
uno de esos funcionarios procuraron llenar sus deberes en aquella situación
dificilísima.
Mas respecto de la jendarmería, se le acusa (protesta del Sr. Totten)
de haber hecho fuego sobre la casa de la Compañía, i de haber ayudado
al saqueo.
Fuí yo (se dice) quien dió la órden de hacer fuego sobre la casa de la
Compañía: i en esto no hai rigorosa exactitud. Cuando excitado por el Secretario
del Cónsul americano me diriji a la espresada casa, donde se me hizo entender
que se hallaba dicho Cónsul, i se hizo fuego sobre mí i los que me acompañaban,
hiriendo a dos de éstos, retrocedí como era natural: i encontrando a pocos pasos
al Jefe de la jendarmería con su fuerza, le di órden de que marchase a ocupar
aquella casa (estas fueron mis palabras). El Jefe de la jendarmería me interrogó:
—¿I si me hacen fuego? Hágalo Ud. también, fué mi contestación.
La casa de la Compañía era la última que mantenía el fuego que alimentaba
i prolongaba aquel desórden: por eso fué que marchó sobre ella la jendamería.
I si ésta usó de sus armas para ocuparla, fué (nadie podrá negarlo) porque los
pasajeros armados que permanecian en ella, no dejaron de hacer uso de las
suyas, hasta que entrando aquella fuerza en la casa, se rindieron a discreción.
Hubo, es verdad, un número considerable de malvados que entrando en tropel
por las diversas puertas de aquel edificio, intentaron cebarse en la sangre de la
multitud de personas rendidas o indefensas que allí se encontraban ; pero este

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

infame hecho, no solo no puede imputarse a la autoridad ni a la jendarmería,


sino que suministra una prueba mas del interes i de la eficacia con que se
ocurrió a dar protección a las vidas de tantos desgraciados, siendo, como es
sabido de todos, que tanto las autoridades como la jendarmería i algunos ciu-
dadanos humanos i valerosos no tuvieron desde aquel instante otro pensamiento,
otro deseo, otro interes que el de arrancar de aquel funesto sitio i poner en
seguridad a los infelices objetos de tan horrible saña.
La jendarmería no ayudó al saqueo, como se dice vagamente. Puede ser
que alguno de sus individuos haya cometido en aquella noche alguna acción
vergonzosa; pero esto, aun bien averiguado, no podria constituir un cargo
colectivo como el que se pretende arrojar sobre dicho cuerpo. Lo que hai de
cierto es, que la jendarmería se componía de solo veinte i cinco hombres, con
los cuales era humanamente imposible que la autoridad hubiera atendido a
todo. Sucedió entonces lo que sucede en todos los paises cuando la situación
que se trata de dominar es superior a los medios de que puede disponerse para
conseguirlo.
Yo me horrorizo, Sr. Secretario, contemplando hasta dónde puede
llegar la injusticia de los hombres, al ver que ha podido haber quien supo-
niéndome con la facultad, es decir, con los medios de impedir crímenes tan
espantosos, me niegue la voluntad de haberlos empleado. I desde luego, yo no
me ocuparia de refutar imputaciones tan absurdas: yo no me ocuparia de des-
vanecer cargos tan inicuos, si no me moviera a ello el deseo de suministrar al
Gobierno de mi patria cuantas noticias, cuantos detalles, cuantas particulari-
dades puedan serle de alguna utilidad en el caso que se anuncia jeneralmente, i
que por mi parte no temo, de una cuestión internacional.
Diferentes veces el pueblo de Chagres, el de la Furnia i el de Colon han
sido teatro de escándalos, de desastres semejantes al que acaba de tener lugar
en esta ciudad. Aquí mismo se recuerda todavía con horror el 18 de mayo de
1850. I en ninguna de esas ocasiones, ni el Gobierno de los Estados Unidos, ni
otro alguno, han entablado reclamaciones de ninguna clase, sin duda porque
en su alta justicia han comprendido que tales acontecimientos tienen su oríjen
i su esplicacion en causas que no son en manera alguna imputables a nuestro
Gobierno. Por esto he dicho que por mi parte no temo hoi una cuestion, es
decir, un conflicto internacional.

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REVISTA LOTERÍA

Antes de terminar debo infomar a U., que despues de los suce-


sos de que acabo de darle cuenta, han llegado a este puerto dos
vapores de California, con los intereses i el número de pasajeros
de costumbre, sin que en el desembarco i tránsito de unos i otros
haya ocurrido la mas leve novedad. Aunque la Gobernacion no
temia ningun ataque a tales intereses i pasajeros, creyó convenien-
te, sin embargo, que una regular fuerza estuviese presente en la
estacion a la hora del desembarco, proponiéndose con esta medida
inspirar confianza a los transeuntes, i complacer a los Ajentes de
las Compañías de vapores i del Ferrocarril.
Sírvase U. dar cuenta con esta nota al Ciudadano Vicepresiden-
te, encargado del Poder Ejecutivo, i admitir las seguridades de la
alta consideración con que me repito de U. atento servidor.

FRANCISCO DE FÁBREGA.

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

El Incidente de la Tajada de Sandía


PorERNESTOJ.CASTILLEROR.

E l 15 de abril de 1856 arribó al puerto de Colón el vapor Illinois condu-


ciendo cerca de un millar de pasajeros de nacionalidad norteamericana.
Venían al Istmo de tránsito para California a fin de engrosar el número de los
“buscadores de oro” que por decenas de millares invadían la región aurífera
que en 1848 cediera México a los Estados Unidos.
A las 4, poco más o menos, de ese día, los vagones de la Compañía del
Ferrocarril vaciaron sobre Panamá su cargamento humano, la mayor parte del
cual quedó por los alrededores de la Estación, entonces situada en la barriada
llamada La Ciénaga, cerca del lugar por donde habían de embarcarse esa mis-
ma noche en el vapor Taboga para seguir viaje marítimo hacia el Oeste.
Un americano llamado Oliver, pidió a José Manuel Luna, vendedor de
frutas, una tajada de sandía que luego de devorarla no la quiso pagar. Por el
insignificante valor de un real, que era el precio de la fracción de sandía, se
suscitó una disputa entre los dos hombres y Oliver sacó imprudentemente una
pistola para intimidar al frutero. Luna no se arredró a la vista del arma, sino
que a su vez cogió su cuchillo de partir frutas y se enfrentó al yanqui, resuelto
a hacer respetar su vida y sus derechos.
Un connacional del americano que presenciaba la escena, tranzó a tiempo
la discusión pagando el real de la disputa. En esto un peruano natural de Piura,
llamado Miguel Habrahan, creyendo en peligro al panameño, por solidaridad
racial quiso intervenir en favor de Luna, lo cual chocó a Oliver, quien haciendo
uso del arma, disparó contra el peruano, aunque sin causarle herida. Este se
lanzó entonces sobre su agresor y luchó hasta arrebatarle la pistola, echando a
correr con ella. Oliver acompañado de otros yanquis que se habían acercado
al alboroto salieron detrás de Habrahan. Entonces varios hombres del pueblo,

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REVISTA LOTERÍA

viendo perseguido al peruano, intervinieron a su vez en defensa del fugitivo y


agredieron con puños, piedras y garrotes a los yanquis. A las voces de ¡help!
¡help! ¡help! que daban éstos, otros americanos se les unieron y se entabló así
una lucha entre yanquis y criollos.
De las fondas y cantinas que había alrededor de la Estación, llenas de
pasajeros, salieron éstos para tomar parte en la pelea; y de las casas de vecin-
dad corrieron los panameños para reforzar a los suyos. La lucha adquirió
proporciones de batalla campal.
Los panameños en compañía de varios latinos, enardecidos, acudían de otros
barrios al lugar del combate del que participaron al punto. Los yanquis buscaron
entonces refugio en el Hotel Mac Farland, inmediato al lugar de la acción, donde se
defendieron haciendo fuego de pistolas sobre sus atacantes. Muchos disparaban
desde la misma Estación.
Tal fue el alboroto, que el Cura de Santa Ana, Pbro. Domingo Jiménez,
atribulado mandó tocar “fuego” por las campanas del templo. La llamada de
las campanas aglomeró una multitud en el lugar del combate. El motín cambió
su aspecto por una lucha de barricadas al atrincherarse el pueblo panameño en
las aceras frente a los edificios donde estaban refugiados sus contendores
disparando sus armas.
En este estado las cosas, se presentó la autoridad. Vino un piquete de
soldados acompañado del Gobernador del Estado don Francisco de Fábrega,
del Cónsul norteamericano Sr. Teodoro de Sablá, de don Pedro de Obarrio
Pérez, etc., los cuales fueron recibidos con una andanada de tiros disparados
desde la Estación, quedando heridos los dos últimos caballeros y perforado
por una bala el sombrero del Gobernador. Con ayuda de la fuerza pública, el
populacho asaltó entonces la Estación, la que fue tomada violentamente.
Habiéndose mezclado entre los combatientes una cantidad de negros anti-
llanos que por la cesación de los trabajos de la Compañía del Ferrocarril vaga-
ban por los barrios bajos, éstos se dedicaron al pillaje de la mercancía guarda-
da en los depósitos. El resultado del motín, fue de 17 muertos y 30 heridos de
una y otra parte.
Como consecuencia de tan lamentable suceso el Gobierno de los
Estados Unidos presentó una serie de reclamaciones al Gobierno gra-
nadino. Concretamente sus exigencias fueron las siguientes:

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

1.- Cesión en plena propiedad a los Estados Unidos de las islas de


Taboga, Taboguilla, Uraba, Flamenco, Naos, Perico, etc., para esta-
blecer una estación naval en la Bahía de Panamá;
2.- Pago de los daños por la destrucción y robo de la mercadería
que había en la Estación del Ferrocarril e indemnización a las fami-
lias de los norteamericanos muertos y heridos en el combate;
3.- Renuncia en favor del Gobierno americano a los derechos del
Gobierno granadino por la concesión del Ferrocarril transístmico; y
4.- Establecimiento a uno y otro lado de la línea del Ferrocarril de
una zona entre costa y costa de diez millas de ancho, incluyendo en ella
las ciudades de Panamá y Colón, las cuales constituirían dos municipa-
lidades independientes, controladas hasta cierto punto por los Cónsules
norteamericanos y bajo la protección de los Estados Unidos.
Como tan absurdas pretensiones fueron rechazadas enérgicamente por el
gobierno de la Nueva Granada, los Estados Unidos enviaron al Istmo los bar-
cos de guerra Cyano, Fulton y St. Mary, con tropas de desembarco para
ocupar el territorio panameño demandado. La Nueva Granada protestó airada
por esta exhibición de fuerza, como por la injusticia de las reclamaciones. Dio
una brillante batalla diplomática y logró que los Estados Unidos aceptaran so-
meter sus demandas al dictamen de una Comisión Mixta. Ésta condenó a la
República de la Nueva Granada a pagar $412,394 oro como indemnización y
el ruidoso pleito por la tajada de sandía quedó finalizado. Con la renta misma
que pagaba el Ferrocarril, de $250,000 anuales, se canceló la deuda.
Así terminó el trágico incidente provocado por el peruano Habrahan, quien
por solidaridad racial quiso defender al frutero de Parita contra la agresión
brutal de un yanki tramposo.


BIBLIOGRAFÍA

RINCÓN HISTÓRICO— Selecciones de Mundo Gráfico por Ernesto J. Castillero R. y Juan Antonio Susto.
Panamá. — Volúmenes I, 1947, pgs. 90-92.

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REVISTA LOTERÍA

Convención de Constantinopla

Firmada el 29 de Octubre de 1888.


Relativa a la libre navegación del Canal Marítimo de Suez.

E n el nombre de Dios Todopoderoso, S. M. la Reina del Reino Unido de


la Gran Bretaña e Irlanda, Emperatriz de la India; S. M. el Emperador
de Alemania, Rey de Prusia; S. M. el Emperador de Austria, Rey de Bohemia
etc., y Rey Apostólico de Hungría; S. M. el Rey de España, en su nombre la
Reina Regente del Reino; el Presidente de la República Francesa; S. M. el Rey
de Italia; S. M. el Rey de los Países Bajos, Gran Duque de Luxemburgo etc.;
S. M. el Emperador de Todas las Rusias; y S. M. el Emperador de los Otomanos;
deseando establecer, por medio de una Convención, un sistema definido desti-
nado a garantizar en todo tiempo para todas las Potencias, el uso libre del
Canal Marítimo de Suez, y completar de ese modo el sistema bajo el cual la
navegación de ese Canal ha sido colocada por Firmán de S. Majestad Imperial
el Sultán, fechado el 22 de Febrero de 1886 (2 Zilkade, 1282), y sancionando
las concesiones de Su Alteza el Khedive, han nombrado como sus Plenipoten-
ciarios, a saber: (aquí siguen sus nombres).
Quienes, habiéndose comunicado unos a otros sus respectivos plenos
poderes, que hallaron en debida y buena forma, hanse puesto de acuerdo so-
bre los siguientes artículos:

ARTÍCULO I
El Canal Marítimo de Suez estará siempre abierto y será libre, tanto en
tiempo de paz como en tiempo de guerra, para los navíos de comercio o de
guerra, sin distinción de banderas.

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

En consecuencia, las altas partes contratantes convienen en no estorbar


en forma alguna el libre uso del canal, tanto en tiempo de guerra como en
tiempo de paz.
El canal no será jamás sometido al ejercicio del derecho de bloqueo.

ARTÍCULO II
Las altas partes contratantes, reconociendo que el Canal de Agua
Dulce es indispensable para el Canal Marítimo, toman nota de los compromi-
sos de Su Alteza el Khedive con la Compañía Universal del Canal de Suez en lo
que concierne al canal de Agua Dulce, compromisos que están estipulados en
la convención que lleva fecha del 18 de Marzo de 1863, que contiene una
exposición y cuatro artículos. Se comprometen a no obstaculizar, en forma
alguna, la seguridad de ese canal y sus ramales, la operación de los cuales no
quedará expuesta a ninguna tentativa de obstrucción.

ARTÍCULO III
Las altas partes se comprometen, del mismo modo, a respetar la
planta, establecimientos, edificios y talleres del Canal Marítimo y del Canal de
Agua Dulce.

ARTÍCULO IV
Permaneciendo abierto el Canal Marítimo como pasaje libre en
tiempo de guerra, aun para los barcos de guerra de beligerantes, conforme a
los términos del Artículo I del presente Tratado, las altas partes contratantes
convienen en que ningún derecho de guerra, acto de hostilidad o que tenga por
objeto obstruir la libre navegación del canal, será cometido en el canal ni en
sus partes de acceso, así como dentro de un radio de tres millas marítimas
alrededor de esos puertos, aun cuando el Imperio Otomano sea uno de los
poderes beligerantes.
Los navíos de guerra beligerantes no podrán reavituallarse ni hacer almace-
najes a bordo, en el canal y sus puertos de acceso, excepto hasta donde pueda
serles estrictamente necesario. El tránsito de los antedichos navíos por el ca-
nal se efectuará con el menor retardo posible, de acuerdo con las reglas vigen-
tes, y sin más intermisión que la resultante de las necesidades del servicio.

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REVISTA LOTERÍA

Su permanencia en Puerto Said y en el fondeadero de Suez no excederá de


veinticuatro horas, excepto en caso de accidente. En tal caso estarán obliga-
dos a zarpar tan pronto como le sea posible. Un intervalo de veinticuatro horas
habrá de transcurrir siempre entre el zarpe o salida de un barco beligerante
desde uno de los puertos de acceso y la partida de un barco perteneciente a la
potencia hostil.

ARTÍCULO V
En tiempo de guerra las potencias beligerantes no desembarcarán ni em-
barcarán dentro del canal y sus puertos de acceso, ni tropas, ni municiones, ni
materiales de guerra. Pero en caso de algún obstáculo accidental en el canal,
los hombres pueden ser embarcados o desembarcados en los puertos de acce-
so, por destacamentos que no excederán de 100 hombres con la cantidad
correspondiente de material de guerra.

ARTÍCULO VI
Las presas o botines estarán sometidas, en todo respecto, a las mis-
mas reglas de guerra de beligerantes.

ARTÍCULO VII
Las potencias no mantendrán ningún navío de guerra en las aguas
del canal (inclusive el Lago Timsah y los Lagos Amargos). Sin embar-
go podrán estacionar navíos de guerra en los puertos de acceso de
Puerto Said y Suez, pero el número de ellos no excederá de dos por
cada potencia.
Este derecho no podrán ejercerlo los beligerantes.

ARTÍCULO VIII
Los agentes de las potencias signatarias del presente tratado, residentes en
Egipto, estarán encargados de vigilar por su ejecución.
En caso de cualquier evento que amenace la seguridad del libre paso por el
canal, se reunirán a convocatoria de tres de entre ellos y bajo la presidencia de
su Decano, con el fin de proceder a las necesarias comprobaciones. Informa-

14
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

rán al gobierno del Khedive sobre el peligro que ellos crean haber percibido, a
fin de que ese gobierno pueda dar los pasos oportunos para asegurar la protec-
ción y libre uso del canal. Cualesquiera que sean las circunstancias, se reuni-
rán una vez al año para tomar nota de la ejecución del tratado.
Las reuniones últimamente mencionadas tendrán lugar bajo la presidencia
de un comisionado especial nombrado con tal objeto por el gobierno imperial
otomano. Un comisionado del Khedive podrá también tomar parte en la re-
unión y podrá presidirla en caso de ausencia del comisionado otomano.
Exigirán especialmente la supresión de cualquier obra, o la dispersión de
cualquier reunión, que se hayan formado en cualquiera de las orillas del canal
y cuyo efecto u objeto pueda ser obstaculizar la libertad y la completa seguri-
dad en la navegación (por el canal).

ARTÍCULO IX
El gobierno egipcio, dentro de los límites de las autorizaciones o
poderes resultantes del Firmán y bajo las condiciones que se estipu-
lan en el presente tratado, tomará las medidas necesarias para asegu-
rar la ejecución de dicho tratado.
En caso de que el gobierno egipcio no tenga medios suficientes a
su disposición, llamará al gobierno imperial otomano, el cual tomará
las medidas necesarias para responder a dicho llamamiento, dará no-
ticias de ellos a las potencias signatarias de la Declaratoria de Lon-
dres del 17 de Marzo de 1885, y si fuere necesario, concertará con
ellas sobre el asunto.
Las disposiciones de los artículos IV, V, VII y VIII no serán obstáculo
para las medidas que hayan de tomarse en virtud del presente artículo.

ARTÍCULOX
De manera similar las disposiciones de los artículos IV, V, VII y VIII no
serán obstáculo para las medidas que S. M. el Sultán y S. A. el Khevide en
nombre de S. M. Imperial y dentro de los límites concedidos por el Firmán,
pueda creer necesario tomar para asegurar con sus propias fuerzas la defensa de
Egipto y el mantenimiento del orden público.
En caso de que S. M. I. el Sultán, o S. A. el Khedive, hallaren necesario

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REVISTA LOTERÍA

aprovecharse de las excepciones que este artículo prevé, las potencias signa-
tarias de la Declaración de Londres serán notificadas de ello por el gobierno
imperial otomano.
Es entendido, del mismo modo, que las disposiciones de los cuatro artí-
culos antes mencionados no ocasionarán, en ningún caso, obstáculo alguno
para las medidas que el gobierno imperial otomano pueda creer necesario
tomar con el fin de asegurarse, con sus propias fuerzas, la defensa de sus
otras posesiones situadas en la costa oriental del Mar Rojo.

ARTÍCULO XI
Las medidas que hayan de ser tomadas en los casos que prevén los artícu-
los IX y X del presente tratado, no serán obstáculo para el libre uso del canal.
En los mismos casos queda prohibida la construcción de fortificaciones per-
manentes que contraríen las disposiciones del artículo VIII.

ARTÍCULO XII
Las altas partes contratantes, por medio de la aplicación del principio de
igualdad en lo que respecta al libre uso del canal, principio que forma una de
las bases del presente tratado, convienen en que ninguna de ellas tratará de
obtener, con respecto al canal, ventajas o privilegios territoriales o comerciales
que puedan pactarse. Además, los derechos de Turquía como poder territorial
quedan reservados.

ARTÍCULO XIII
Con la excepción de las obligaciones expresamente previstas en las cláu-
sulas del presente tratado, los derechos soberanos de S. M. I. el Sultán, y los
derechos de inmunidades de S. A. el Khedive, resultantes del Firmán, no que-
dan afectados en forma alguna.

ARTÍCULO XIV
Las altas partes contratantes convienen en que los compromisos
resultantes del presente tratado no serán limitados por la duración de los actos
de concesión de la Compañía Universal del Canal de Suez.

16
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

ARTÍCULOXV
Las estipulaciones del presente tratado no serán obstáculo para las medi-
das sanitarias en Egipto.

ARTÍCULO XVI
Las altas partes contratantes convienen en llevar el presente tratado a
conocimiento de los Estados que no lo han firmado, para invitarles a que
accedan a él.

ARTÍCULO XVII
El presente tratado será ratificado, y las ratificaciones serán canjeadas en
Constantinopla, dentro del término de un mes, o antes si fuere posible.
En fe de lo cual, los respectivos plenipotenciarios han firmado el presente
tratado y le han puesto sus respectivos sellos de armas.
Dado en Constantinopla el día 29 del mes de Octubre del año de 1388.

Por Gran Bretaña, (L.S.) W. A. White


Por Alemania, (L.S.) Radowitz
Por Austria Hungría, (L.S.) Calice
Por España, (L.S.) Manuel Fernández G.
Por Francia, (L.S.) A. Blanc
Por Italia, (L.S.) G. de Monteballo
Países Bajos, (L.S.) Gus. Keun
Por Rusia, (L.S.) Nélidow
Por Turquía, (L.S.) M. Said


BIBLIOGRAFÍA

ERNESTOCASTILLEROPIMENTEL:PanamáylosEstadosUnidos—Panamá.1953,pgs.XXIX-XXXII.
REVISTA “LOTERÍA” — Panamá Segunda Epoca. — Volumen 1. No. 10. Septiembre 1956, pgs. 63-67.
MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES.— Panamá. Memoria. - 1961, Anexos pg.1
DIÓGENES A. AROSEMENA G: Historia Documental del Canal de Panamá.— Panamá. 1962, pgs.
107-114.

17
REVISTA LOTERÍA

Exposición

Presentada al Secretario de Estado de los Estados Unidos de América por


el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República de
Panamá.

Legación de Panamá.— Número 6.— Washington, 11 de Agosto de 1904.


Excelencia:
He recibido instrucciones de mi Gobierno para hacer ante el ilustrado Go-
bierno de Vuestra Excelencia las gestiones conducentes a obtener una solución
satisfactoria de las dificultades que, inesperadamente, han surgido entre las autori-
dades de la República y el señor Gobernador de la Zona del Canal, con motivo de
la interpretación que este último le ha dado a algunas de las cláusulas del conve-
nio sobre el Canal Ístmico celebrado entre los dos países, el día 18 de Noviembre
último.
Varios son los puntos en que tal discrepancia ha ocurrido y es indispensable
desde luego hacer apreciaciones generales sobre el convenio en su conjunto,
para poder aplicar en cada caso la interpretación más conforme con la armo-
nía entre sus diversas cláusulas; más en consonancia con declaraciones anterio-
res hechas por el ilustrado Gobierno de Vuestra Excelencia, y más convenien-
tes para mantener la cordialidad que entre los dos países ha existido desde que
el mío entró a formar parte de la familia de las naciones.
Como antecedente imprescindible de la convención Varilla-Hay es necesa-
rio tener presente el tratado Hay-Herrán, celebrado el 22 de Enero de 1903,
aprobado por el Senado de los Estados Unidos, y rechazado por la República
de Colombia.
Ambos tratados fueron celebrados con el mismo objeto principal:
facilitar a los Estados Unidos la construcción de un canal para naves entre los
mares Atlántico y Pacífico. Ni en uno ni en otro caso fue el pensamiento de las

18
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

altas partes contratantes celebrar un convenio de cesión de territorio ni de


renuncia absoluta de soberanía por parte de alguna de ellas. El ilustrado Go-
bierno de Vuestra Excelencia, para poner en claro ante el mundo, y muy espe-
cialmente ante las naciones de Centro América, el objeto real de las negocia-
ciones que dieron por resultado la celebración del tratado Hay-Herrán, hizo la
declaración formal y categórica contenida en el artículo IV que dice así:
“Los derechos y privilegios concedidos a los Estados Unidos por los tér-
minos de esta Convención no afectarán la soberanía de la República de Co-
lombia sobre el territorio dentro de cuyos límites habrán de ejercerse tales
derechos y privilegios. El Gobierno de los Estados Unidos reconoce en un
todo esta soberanía y rechaza toda pretensión de menoscabarla de manera
cualquiera o de aumentar su territorio a expensas de Colombia o de cualquiera
de las Repúblicas hermanas de Centro y Sur América; pues desea, por el
contrario, robustecer el poder de las Repúblicas en este continente y promo-
ver, desarrollar y conservar su prosperidad e independencia”.
Esa declaración solemne, hecha en documento público del más elevado
carácter, cual es un tratado entre naciones, envuelve en concepto de mi Go-
bierno la promesa perpetua de una línea de conducta generosa y noble por
parte de los Estados Unidos, promesa que no ha quedado destruida por el
hecho de no existir el tratado Hay-Herrán; pues la declaración en que está
incorporada expresa el propósito de seguir una política franca y leal, aceptada
y confirmada después por el Senado de los Estados Unidos, que es la más alta
corporación legislativa de este país. Esa declaración, como Vuestra Excelen-
cia sabe, tuvo por objeto hacer desaparecer el temor que en las Repúblicas
Americanas existe de una absorción más o menos remota por parte de esta
Nación, tan poderosa en todos los sentidos; y ella influyó de modo decisivo en
el Gobierno de mi país para aprobar sin reservas y sin modificaciones la Con-
vención Varilla-Hay.
Considerando mi Gobierno que esa declaración tan solemne como espon-
tánea tiene el carácter de perpetua y definitiva, confía en que el ilustrado Go-
bierno de Vuestra Excelencia interpretará el convenio sobre el canal Ístmico
del modo más armónico y consecuente con ella, y en esa convicción paso a
exponer a Vuestra Excelencia otras observaciones más específicas.

19
REVISTA LOTERÍA

I
El Convenio sobre el Canal Istmico no importa cesión de territorio ni
traspaso absoluto de soberanía.
La simple lectura del artículo IV del tratado Hay-Herrán, que es
antecedente de inapreciable valor, pues en él se expresa la intención de los
Estados Unidos al negociar con Colombia, es suficiente para establecer la
verdad de la proposición que acabo de enunciar; pero hay además, para sus-
tentarla, poderosas razones deducidas del Convenio Varilla-Hay que en la ma-
yor parte de sus cláusulas es idéntico al Hay-Herrán. En efecto, como antes he
tenido el honor de observar a Vuestra Excelencia, en esta misma nota, ambos
convenios versan sobre la concesión a los Estados Unidos del uso, ocupación
y control de ciertas tierras y aguas para facilitar la construcción, conservación,
explotación, sanidad y protección de un canal marítimo entre el Atlántico y el
Pacífico. Este es el pensamiento principal y dominante en ambos actos; en nin-
guno de ellos se ha usado expresión alguna que implique traspaso del dominio
absoluto sobre el territorio, ni mucho menos la transferencia de la Soberanía.
Esa concesión podría haber sido hecha por Colombia, antes del 3 de No-
viembre de 1903, y por la República de Panamá, después de esa fecha, a
cualquiera compañía o asociación legal, sin que por el hecho de su otorga-
miento pudiera pretenderse derecho al pleno dominio sobre la faja de terreno
en que la obra iba a ejecutarse, ni mucho menos al ejercicio de una soberanía
absoluta.
La relación jurídica en ese supuesto, lo mismo que en el presente caso,
sería la que existe entre un arrendador y un arrendatario. Únicamente por ser
el arrendatario otra República, puede haber confusión respecto del carácter y
de la esencia de las relaciones contractuales creadas por el Convenio.
Si la intención de las altas partes contratantes hubiera sido en uno o en
otro de los dos casos a que me he venido refiriendo, la cesión absoluta del
dominio y de la soberanía sobre el territorio, ambos tratados podrían haberse
reducido a dos artículos: uno en que se especificara la cosa vendida, y otro en
que se expresara el precio de la venta; pero comprendiendo ambas partes que
ese no era el caso, y penetrados de que otra era la intención, viéronse obliga-
dos a fijar, en lo posible, las relaciones entre el arrendador y el arrendatario,
teniendo en cuenta las circunstancias peculiares de aquella negociación tras-

20
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

cendental y las necesidades que podrían surgir por la naturaleza misma de la


obra que se iba a emprender.
Así por ejemplo, tratándose de una empresa de indiscutible conveniencia,
en la que van a invertirse considerables sumas del tesoro federal de los Esta-
dos Unidos, y con motivo de la cual pueden surgir controversias diarias en
razón de los trabajos; ¿hubiera sido cuerdo por parte de Colombia primero, y
de Panamá, después, exigir la posesión de una jurisdicción absoluta sobre
todas esas cuestiones y pretender el poder exclusivo de fallarlas y decidirlas
cuando una de las partes era una nación extraña?
Era natural, pues, que alguna provisión se estableciera a ese respecto, y de
allí seguramente nació el pensamiento de conferir a los Estados Unidos la
facultad de establecer un Poder Judicial restringido en la Zona.
En el tratado Varilla-Hay esa concesión fue más amplia que en el tratado
Hay-Herrán; pero tampoco es absoluta.
El artículo III del tratado Varilla-Hay, único en que se trata de derechos de
soberanía, establece que los Estados Unidos poseerían y ejercerían los dere-
chos, poder y autoridad que la República de Panamá les concedió sobre la
Zona, como si ellos fueran soberanos en el territorio; pero esa expresión
lleva implícita la idea de que no lo son, y aunque en la parte final del artículo se
agrega “con entera exclusión del ejercicio de la República de Panamá de tales
derechos soberanos, poder y autoridad”, tales palabras, que se encuentran en
evidente contradicción con las que preceden, deben ser interpretadas de acuerdo
con otros artículos posteriores del convenio que demuestran la intención real
de los contratantes.
En el artículo VI, por ejemplo, se trata de los derechos de propiedad de
particulares en la Zona y se ha convenido que todo daño causado con motivo
de las concesiones hechas a los Estados Unidos, o por razón de la construc-
ción, conservación, explotación, sanidad y protección del Canal y de sus obras
auxiliares sean investigadas, apreciadas y decididas por una comisión mixta
nombrada por los dos países y cuyas decisiones serán finales. Si los Estados
Unidos poseyeran la soberanía sobre la Zona, con exclusión absoluta de la
República de Panamá, esta cláusula sería inexplicable.
Por el artículo X, la República de Panamá se obliga a no imponer ni a permitir
que se impongan contribuciones o impuestos de ningún género, ya sean naciona-

21
REVISTA LOTERÍA

les, departamentales o municipales sobre el Canal mismo o sobre el Ferrocarril u


obras auxiliares o sobre sus remolcadores y buques como tampoco sobre los
empleados, obreros y otros individuos al servicio del Canal, del Ferrocarril y obras
auxiliares; pero de esa estipulación se deduce que sí conserva la facultad de impo-
ner esas contribuciones sobre las propiedades y personas no comprendidas en la
excepción.
Según el artículo XII, la República de Panamá está obligada a permitir la
inmigración y el libre acceso a las tierras y talleres del Canal y de sus obras
auxiliares de todos los empleados y obreros de cualesquiera nacionalidades
que lleguen contratados ya, o en busca de trabajo, y se obliga a considerarlos
como exentos del servicio militar.
De conformidad con el artículo XIII, los Estados Unidos pueden importar
a la Zona, y a las tierras auxiliares del Canal, libres de derechos por parte de la
República de Panamá, toda clase de naves, dragas, máquinas, etc, etc., nece-
sarias y convenientes para la construcción, explotación, sanidad y protección
del Canal y de todo lo necesario para los obreros, empleados y sus familias.
Cabe observar acerca de ese artículo, lo mismo que he observado sobre el
artículo X.
Y por último fue convenido entre las partes, según el artículo XXIII, que
los Estados Unidos disfrutarían del derecho de emplear para la protección del
ferrocarril, del Canal y de sus obras auxiliares, sus propias fuerzas de mar y de
tierra y podrían construir fortificaciones con este objeto.
Como se deduce de esas estipulaciones contenidas en cláusulas posterio-
res al artículo III y todas en términos claros, precisos y perentorios, la Repú-
blica de Panamá conserva aún parte del Poder Judicial de la Zona del Canal; se
ha comprometido a permitir la entrada a la Zona del Canal de ciertos
inmigrantes, lo cual implica que si la cláusula no existiera, ella podía impedirlo;
se ha obligado a no poner contribuciones al Canal ni a sus obras auxiliares etc.,
etc., lo cual demuestra que si no fuera por la renuncia especial contenida en el
artículo, conservaría su derecho soberano para imponerlas; ha convenido en
admitir la introducción a la Zona, libres de derechos de importación, de los
artículos necesarios para el Canal, las obras auxiliares y los empleados en
ellas, obligación que no puede contraer sino quien tiene la facultad y el derecho
de poner tales gravámenes, y por último ha autorizado a los Estados Unidos

22
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

para usar sus fuerzas de mar y de tierra en el caso de que fuesen indispensa-
bles para la protección del Canal, lo cual necesariamente supone que, si esta
cláusula no existiera, los Estados Unidos no tendrían tal facultad.
Ninguna de las estipulaciones que he enumerado tendría razón de ser si la
República de Panamá hubiera renunciado al dominio de la Zona y a sus dere-
chos de soberanía en absoluto; pero su intención no fue nunca renunciar a
esos derechos, ni los Estados Unidos han tenido el propósito de adquirirlos,
pues ellos, muy al contrario, han declarado que no pretenden aumentar su
territorio a expensas de Colombia ni de ninguna otra República de Centro y
Sud América y nada hay que justifique la más remota sospecha de que tal
declaración no es sincera.
En los tratados públicos no puede admitirse la existencia de cláusulas
inútiles ni contradictorias, las que aparecen como inútiles, deben ser interpre-
tadas de modo que produzcan algún efecto; y las que son contradictorias,
deben interpretarse teniendo en cuenta el tenor de las últimas, porque es de
suponerse, como dice Woolsey, que ellas expresan la última idea o pensamien-
to de las partes.
Si existiere alguna contradicción entre las cláusulas sobre las cua-
les acabo de llamar la atención de Vuestra Excelencia y la III del Con-
venio Bunau-Varilla-Hay, es claro que las últimas deben prevalecer, porque son
más específicas y más claras y porque están más conformes que aquélla con
las demás cláusulas del mismo Convenio y con la política externa de los Esta-
dos Unidos en relación con las naciones sur y centro americanas.
Mi Gobierno estima que el pensamiento de las partes contratantes está
obscuro en todo cuanto se refiere a estas delicadas cuestiones del dominio y
de la soberanía; pero después de un estudio cuidadoso puede llegarse a la
conclusión de que los dos países ejercen conjuntamente la soberanía sobre el
territorio de la Zona del Canal y que en los casos expresamente especificados
en el Convenio Bunau-Varilla-Hay el uso de tal derecho le corresponde a los
Estados Unidos, en virtud de delegación de la República de Panamá: pero en
todo aquello en que el Convenio guarda silencio, los derechos de la República
de Panamá permanecen inalterables y completos.
Tal situación, que daría lugar a constantes conflictos si se prolongara, re-
quiere la celebración de un convenio aclaratorio discutido por las partes con el

23
REVISTA LOTERÍA

espíritu conciliador que ha prevalecido hasta ahora en las relaciones de los dos
países y a ello está dispuesto el Gobierno del mío.
Pasando ahora a las cuestiones especiales que se han suscitado,
permítame Vuestra Excelencia que las trate separadamente.

II
Puertos
En la Zona del Canal, tal como está descrita en el artículo II del
Convenio Bunau-Varilla-Hay, no se comprenden las ciudades de Panamá y Colón
ni sus puertos adyacentes; las unas y los otros han sido expresamente excluidos
de dicha Zona y por consiguiente, aun aceptando por concesión el supuesto de
que los Estados Unidos poseyeran el derecho de soberanía sobre ella, tal derecho
no podría extenderse a lo que por el mismo convenio se considera excluido de su
jurisdicción.
Restaría en relación con este asunto considerar dos cosas:
1° Si los Estados Unidos tienen facultad según el Convenio Bu-
nau-Varilla-Hay para habilitar como puertos propios de él cualquier lugar com-
prendido dentro de la Zona y abrir al comercio del mundo aún con detrimento
de los intereses de la República de Pananá.
2° Si en el supuesto de existir esa facultad los Estados Unidos pueden
extenderla hasta declarar puertos propios de él y sometidos a su jurisdicción,
cualquiera o parte de cualquiera de los que actualmente existen pertenecientes
a la República de Panamá, aun incluyendo los mismos exceptuados por el
artículo II del Convenio.
Desde luego es de rigor observar que el establecimiento de un puerto y su
habilitación para el comercio del mundo, es una facultad inherente al soberano
del territorio; y, como ya he demostrado en la primera parte de esta nota que
los Estados Unidos no disfrutan de la soberanía absoluta de la Zona, sino de los
derechos especiales concedidos por el Convenio Bunau-Varilla-Hay, es claro
que no reside en los Estados Unidos tal facultad.
En previsión, sin duda, de la necesidad que los Estados Unidos pudieran
llegar a tener de puertos durante la época de la construcción del Canal y des-
pués de estar éste al servicio del comercio, la República de Panamá conviene
en ceder a los Estados Unidos, según se ve en la parte final del artículo IX, el

24
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

derecho de usar los puertos y ciudades de Panamá y Colón como lugares de


anclaje, de reparación de naves, de carga y descarga, depósito y trasbordo de
cargamentos, ya en tránsito ya con destino al servicio del Canal.
Los puertos de Panamá y Colón son, por la naturaleza del terreno, las entradas
mismas del Canal. Siendo así, la idea de otros puertos para el mismo uso o destino
no debió presentarse a la consideración de los negociadores; y como por el Conve-
nio, los Estados Unidos tienen derecho a usarlos, reconociéndolos como pertene-
cientes a la República de Panamá, es claro que no están facultados para declararlos
como puertos propios y sujetos a su jurisdicción exclusiva. Obvio es que tampoco
puedan los Estados Unidos según el convenio declarar que una porción mayor o
menor de esos puertos, está bajo su autoridad, sólo porque se emplee la ficción de
un nombre diverso, como puerto de Ancón o puerto Cristóbal.
El Puerto de Panamá es uno solo, que comprende todas las costas
que rodean a la ciudad, las islas cercanas, y todas las aguas que bañan
esa porción del territorio Nacional. A ese Puerto en toda su amplitud se refiere el
artículo II del Convenio Varilla-Hay, y dentro de sus límites queda comprendido
el lugar que se conoce con el nombre de La Boca. Como parte del puerto de
Panamá, La Boca queda excluida de la Zona del Canal; pero, por la misma
circunstancia, ese lugar puede ser usado por los Estados Unidos para cargar,
descargar, depositar y trasbordar cargamentos en virtud del derecho que se les
ha otorgado para ello.
Lo mismo acontece con el puerto de Colón. El lugar llamado Cristóbal no es
sino un barrio de la ciudad; allí no hay nada que pueda considerarse, ni abusando
de las palabras, como un puerto distinto; y por consiguiente, todo él está bajo la
jurisdicción exclusiva de la República de Panamá; pero los Estados Unidos tienen
el derecho de usarlo como lo estipula el tantas veces mencionado artículo IX del
Convenio.
Si al uso de ese derecho se hubieran limitado las autoridades de la
Zona, su posición sería inobjetable y mi Gobierno habría cumplido con el mayor
empeño las obligaciones que le incumben; pero, las cosas han ocurrido de diver-
so modo. El señor General G. E. Davis ha dictado una disposición, sin duda de
carácter legislativo, por la cual convierte en puertos de la Zona, los lugares de La
Boca, en Panamá, y de Cristóbal en Colón; los declara abiertos al comercio
universal y sometidos a su jurisdicción exclusiva con prescindencia absoluta de

25
REVISTA LOTERÍA

la República de Panamá, y sin tener en cuenta la cláusula que excluye de la Zona


a las ciudades de Panamá y Colón, junto con sus puertos adyacentes.
Mi Gobierno no puede aceptar tal situación por considerarla contraria al
espíritu y a la letra del Convenio Varilla-Hay, y tiene la convicción de que el
procedimiento adoptado por las autoridades de la Zona no ha obedecido a
instrucciones que recaigan precisamente sobre el punto que ha originado esta
penosa controversia, sino que ha tenido origen en sugestiones locales.

III
Aduanas
También ha dispuesto el señor General Davis, en su carácter de
autoridad superior de la Zona del Canal, el establecimiento de Adua-
nas en los mismos lugares que ha habilitado como puertos, y ha puesto en
vigor la tarifa de importación que actualmente rige en esta República.
No hay ninguna cláusula de la Convención Varilla-Hay, que permita a los
Estados Unidos el establecimiento de aduanas en los puertos de Panamá y
Colón, ni el cobro de derechos de importación en ningún lugar de la Zona del
Canal. Tal facultad lo mismo que la referente a los puertos, reside en el sobe-
rano del territorio y los Estados Unidos no poseen la soberanía absoluta que
podría darles derecho al establecimiento de un sistema fiscal propio.
La parte de sus derechos de soberanía que la República de Panamá ha
concedido a los Estados Unidos por consideraciones de orden elevado, se ha
referido a todo lo necesario y conveniente para dar al Canal eficaz protección,
en paz o en guerra; para mantener libre y abierto al comercio universal, y para
impedir el uso indebido por una potencia extraña. También ha concedido la
República de Panamá el uso de sus derechos para establecer una administra-
ción pública que mantenga el orden interno de la Zona del Canal, a efecto de
que los trabajos no se interrumpan y el servicio no sufra cuando el Canal esté
concluido; pero no ha sido el pensamiento de ninguna de las partes que los
Estados Unidos convirtieran la Zona del Canal en fuente de recursos fiscales,
estableciendo altas tarifas aduaneras aun en contra de la República de Panamá,
que es la dueña del territorio, y quien aún posee sobre éste derechos que no ha
renunciado.
Muy al contrario de eso, en varios artículos del Convenio Varilla-Hay, se

26
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

encuentra consignada la voluntad de las partes en el sentido de que la Zona del


Canal fuera un territorio enteramente abierto y libre al comercio, y en ese
concepto la República de Panamá contrajo obligaciones que de otro modo no
se explicarían.
El artículo IX del Convenio consagra el principio de la franquicia de las
entradas del Canal y de las ciudades de Panamá, y Colón (ciudades y entradas
que son las mismas como antes he dicho) a efecto de que ni en una ni en otra
se exigieran derechos de peaje, tonelaje, anclaje, faro, muelle, etc., etc., sobre
las naves que pasarán el Canal con excepción de los derechos que los Estados
Unidos impusieran por el uso del Canal y otras obras, o que la República de
Panamá estableciera sobre las mercaderías destinadas al consumo del resto de
la República.
Si a esa estipulación se agrega la contenida en el artículo XIII, en virtud de
la cual la República de Panamá permite a los Estados Unidos la introducción a
la Zona libre de impuestos de Aduana y de cualesquiera otros, de todo lo
necesario para la construcción, servicio, explotación, sanidad y protección del
Canal y de sus obras auxiliares, es evidente que los Estados Unidos antes de
obtener la aceptación de esa cláusula, no se consideraban con derecho para
introducir a la Zona sus propias máquinas, materiales, provisiones, etc , etc.,
sin pagar a la República de Panamá los impuestos establecidos: y si tal es el
caso, mucho más claro es que no pueden establecer una tarifa propia que, en
definitiva, viene a ser contra la República de Panamá y especialmente contra
sus principales ciudades.
Interpretando esas cláusulas de modo que se armonicen unas con
otras, puede llegarse a la conclusión de que si alguna tarifa de adua-
nas puede establecerse en los puertos de Panamá y Colón, o sea en las entra-
das del Canal, sobre la importación de artículos comerciales destinados a ser
usados o consumidos en la Zona, tal tarifa le corresponde a la República de
Panamá y no a los Estados Unidos, pues ella sólo se ha obligado por el artículo
XIII del Convenio a permitir que los Estados Unidos importen “en cualquier
tiempo a dicha Zona y obras auxiliares, libres de derechos de aduana, impues-
tos, contribuciones y gravámenes de toda clase y sin ninguna restricción toda
clase de naves, dragas, máquinas, carros, maquinarias, instrumentos, explosi-
vos, materiales, abastos y otros artículos necesarios y convenientes para la

27
REVISTA LOTERÍA

construcción, conservación, servicio, sanidad y protección del Canal y de sus


obras auxiliares, y todas las provisiones, medicinas, vestidos, abastos y otras
cosas necesarias y convenientes para oficiales, empleados, obreros y jornale-
ros al servicio o en el empleo de los Estados Unidos y “para sus familias”; de
modo que toda introducción hecha a la Zona, de mercaderías o efectos no
comprendidos en la excepción que el artículo establece en términos claros y
categóricos, es decir, toda introducción que no sea hecha por los Estados
Unidos sino por particulares no empleados en el Canal, puede ser gravada por
la República de Panamá.
Esa es la interpretación más conforme con el carácter general de la Con-
vención sobre el canal Ístmico, pues no debe perderse de vista que, el objeto
de ella no es ceder por una parte ni adquirir por otra extensiones territoriales ni
recursos fiscales o rentísticos; el fin contemplado es la construcción de un
canal y todo cuanto se estipula en el Convenio tiene por objeto facilitar esa
construcción, no entorpecerla

IV
Correos
En la Zona del Canal se han establecido oficinas de correos y se usan en
ellas, para el exterior, estampillas de valores diversos a los que actualmente usa
la República de Panamá. Como los valores de esas estampillas son menores en
la Zona, y no se ha puesto ninguna restricción en su venta, el público ocurre a
comprarlas y a portear allá su correspondencia, ocasionándole a la República
un quebranto muy considerable en esa renta nacional.
Mi Gobierno considera que los Estados Unidos pueden tener un servicio
doméstico de correos dentro de la Zona; pero no pueden despachar correos
para el exterior del país, pues tal derecho le corresponde a la República de
Panamá.
***
Hechas las observaciones que anteceden en las cuales me he esforzado en
presentar la cuestión por su lado jurídico, ciñéndome a las cláusulas del Con-
venio Varilla-Hay, creo oportuno exponer al ilustrado Gobierno de Vuestra Ex-
celencia, otras fases del asunto que son no menos dignas de consideración.
Aun suponiendo que el Convenio Varilla-Hay pudiera interpretarse en el

28
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

sentido de conceder a los Estados Unidos el derecho de establecer puertos,


aduanas y correos en la Zona del Canal; aun dando por claro y definitivamente
reconocido en favor de los Estados Unidos el derecho absoluto al dominio y a
la soberanía sobre el territorio; si el ejercicio de esos derechos redundara en
daño grave e irreparable para la República de Panamá, y produjera un estado
de ruina comercial y económico que las partes no tuvieron en mira ocasionar,
pues nadie contrata para hacerse a sabiendas un perjuicio incalculable y sin
remedio, debería ser motivo de grave meditación para el Gobierno de Vuestra
Excelencia y para este país en donde prevalecen un profundo espíritu de jus-
ticia y un elevado sentimiento de equidad, el poner en vigor medidas como las
de que me ocupo, que producirían aquellos resultados y que darían golpe de
muerte a mi país, sin producir ningún beneficio para los Estados Unidos.
Bien sé que el sentimiento no debe entrar para nada en negociaciones de
este género; pero aun viendo el asunto por el lado de las conveniencias más
egoístas, ¿qué interés pueden tener los Estados Unidos en que la República de
Panamá se arruine económicamente, en que su posición financiera sea insos-
tenible, por la desaparición de sus recursos fiscales, y que, al fin se vea inca-
pacitada de cumplir ante el mundo las obligaciones inherentes a una nación
libre y soberana? ¿No está por el contrario en el interés de los Estados Unidos
propender al desarrollo de la República de Panamá y contribuir a su prosperi-
dad y engrandecimiento?
Si las disposiciones dictadas sobre puertos, aduanas, y correos continua-
ran en vigor, las ciudades principales de la República de Panamá perderían la
importancia que siempre han tenido como lugares de tránsito y todo el comer-
cio se desviaría de ellas para centralizarse en los puntos que los Estados Uni-
dos escogieran para ello, en forma de puertos. Las rentas que por tal motivo
percibe hoy la República y las que de modo indirecto recibe por el tráfico, des-
aparecerían por completo. Hoy mismo sucede ya que las Compañías de vapo-
res del Pacífico no quieren despachar sus naves sino para el llamado puerto de
Ancón, y se niegan a recibir carga para el llamado puerto de Panamá: de modo
que, si las cosas siguen así, las ciudades dichas quedarán pronto convertidas
en lugares inhabitados, aislados de todo contacto comercial directo con el mun-
do, es decir, quedarían en condición inferior a la que tenían antes de celebrarse
el tratado en que cifraban la esperanza de su mejoramiento y progreso.

29
REVISTA LOTERÍA

Si en la Zona del Canal siguiera en vigor la tarifa establecida contra toda


introducción de mercaderías que no proceda de los Estados Unidos, la indus-
tria del comercio que hasta ahora ha florecido, desaparecería por completo, o
quedaría reducida, acaso, a la importación de lo necesario para los empobreci-
dos pueblos del Interior de la República. En efecto, artefactos americanos
llegarían a nuestros mercados y allí pagarían el correspondiente impuesto; no
podrían, pues, competir con los que llegan libres a la Zona. Los artefactos que
Panamá recibe de Europa no podrían cruzar la Zona y venderse en ella sino
pagando una alta tarifa, y, por consiguiente, estarían sujetos a un doble im-
puesto que los colocaría en desventajosa situación.
Las industrias nativas encontrarían también en la tarifa de la Zona
una valla infranqueable, y, así, el daño causado con ella sería mayor para la
República de Panamá que para cualquiera otro país.
Ni las cosas más necesarias para la vida, ni los artículos de más continuo
uso y consumo producidos en el país, podrían cruzar la línea divisoria, sin
sufrir recargos considerables que, en definitiva, serían prohibitivos.
Con golpe tan rudo dado al comercio y a las industrias nativas, las rentas de la
República de Panamá desaparecerían; y como por el Convenio del Canal tiene
contraída ciertas obligaciones que limitan recursos fiscales de todo género y ciertas
responsabilidades que implican gastos de consideración, el prospecto que se le
presenta a mi país es de debilidad, de pobreza y de atraso, en vez del porvenir
brillante que los mismos Estados Unidos han tenido en mira labrarle cuando le han
extendido su mano generosa y le han ofrecido su apoyo leal y eficaz en horas de
infortunio.
Mi Gobierno no cree que el de Vuestra Excelencia haya tenido el
propósito de causar a la República tan inmensos e irreparables daños; muy al
contrario confía en que bastará la exposición de ellos para que cese la situa-
ción creada y se pongan las bases de una vida común en la cual se consulten
los intereses de los dos países cosa que no es imposible sino muy al contrario,
muy hacedera.
Pero antes de que se llegue a esa convención final que debe comprender
muchos detalles y de la cual podré tratar a Vuestra Excelencia en otra oportu-
nidad, por ahora me limito a solicitar de Vuestra Excelencia que, haciendo uso
de las facultades administrativas de que esta investido, y con el objeto de

30
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

poner término a la delicada situación que atraviesa la República de Panamá,


imparta las órdenes del caso a efecto de que se suspendan las disposiciones
dictadas por las autoridades de la Zona del Canal, en lo referente a puertos,
aduanas y correos, hasta tanto que sobre ellas se llegue a un acuerdo que
consulte los intereses comunes.
Doy a Vuestra Excelencia seguridad completa de que el Gobierno de mi
país tiene el deseo más vehemente y más sincero de llegar a ese arreglo, en
términos nobles y satisfactorios para los Estados Unidos.
Con sentimientos de alta consideración y respeto soy de Vuestra Excelencia,
obsecuente servidor,

J. D. DE OBALDÍA


BIBLIOGRAFÍA

SECRETARÍADEGOBIERNOYRELACIONESEXTERIORES.—Panamá.Memoria1907,pgs.227-235.
EUSEBIO ANTONIO MORALES: Ensayos, documentos y discursos. — Panamá. 1928 pgs. 61-80.
RODRIGO MIRÓ G: Documentos fundamentales para la historia de la nación panameña - Panamá. 1953,
pgs. 413-430.
REVISTA “LOTERÍA”. Panamá Segunda Época —Volúmen III, número 33, agosto.1958, pgs. 23—34
DIÓGENES A. AROSEMENA G: Historia Documental del Canal de Panamá. 1962, pgs. 255-271.

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REVISTA LOTERÍA

Nota-Protesta del Dr. Garay al Departamento


de Estado de los Estados Unidos
WASHINGTON, Agosto 24 de 1921.— Excelentísimo Señor: Tengo el
honor de acusar recibo de las muy importantes comunicaciones que se ha
servido dirigirme Vuestra Excelencia con fechas 18 y 23 de los corrientes. En
la primera de ellas transcribe Vuestra Excelencia el texto del despacho que Su
Excelencia el Ministro de los Estados Unidos en Panamá recibió instrucciones
de comunicar a mi Gobierno el 18 del actual, a propósito de la determinación
del Gobierno de los Estados Unidos de no seguir interponiendo su mediación
amistosa entre Panamá y Costa Rica en el sentido de obtener de Costa Rica
que demorara por más tiempo la toma de posesión de los territorios del Pací-
fico que le adjudicó una parte del laudo proferido por el Presidente de Francia
el 11 de Septiembre de 1900. Esa comunicación ha visto la luz pública en
diferentes diarios de esta capital y su contenido es universalmente conocido.
En la segunda nota transcribe Vuestra Excelencia el texto de la respuesta
que ha dado el Gobierno de los Estados Unidos a la aclaración solicitada por mi
Gobierno en relación con la comunicación anterior sobre si debía entender que
el Gobierno de los Estados Unidos se apartaba del conflicto y dejaba a Panamá
en libertad de entenderse con Costa Rica en el terreno de las armas o si, por el
contrario, ese Gobierno estaba dispuesto a impedir de todos modos que se reno-
varan las hostilidades entre Panamá y Costa Rica. Esa respuesta también perte-
nece ya al dominio público y sería superfluo reproducir aquí su contenido.
Simultáneamente con estos despachos, es público y notorio que el Go-
bierno de Vuestra Excelencia ha enviado a Panamá un batallón de marinos con
el propósito de mantenerse listo a desembarcar en el territorio en disputa en
caso de que Panamá intente defenderse del despojo que contra ella se va a con-
sumar, imponiéndole así, por medios coercitivos, la orden perentoria que el Go-
bierno de los Estados Unidos le ha impartido de que acepte, mal de su agrado, la
mitad meridional del Laudo Loubet, sin previo amojonamiento y sin haberse

32
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

resuelto previamente por un tribunal imparcial y competente si la República está


obligada o no a cumplir en forma fragmentaria un laudo arbitral que desde el
primer momento estuvo dispuesta —y lo está todavía— a cumplir en su totali-
dad. En vista de las comunicaciones arriba citadas y de la demostración de
fuerza que las respalda, mi Gobierno ha resuelto retirar sus autoridades del terri-
torio en litigio y cortar la comunicación telefónica que existe entre las poblacio-
nes de Coto y Progreso. Al notificar a Vuestra Excelencia esta resolución que
razones de fuerza mayor le imponen a mi Gobierno, Vuestra Excelencia me ha de
permitir que la acompañe de algunas consideraciones pertinentes.
La Misión Especial que el Excelentísimo Señor Presidente de la República
de Panamá me dio el encargo de desempeñar ante el Gobierno de Vuestra
Excelencia, ha sido ante todo una misión de amistad, de paz, y de panameri-
canismo. Desde la primera audiencia que Vuestra Excelencia se dignó conce-
derme en su Despacho, le puse de manifiesto que la situación difícil porque
atraviesan en estos momentos las relaciones entre nuestros dos países era el
campo más propicio para que aquellos sentimientos de buena voluntad y soli-
daridad continental pudieran ejercitarse y hacer obra fecunda. Me esforcé por
llevar al ánimo de Vuestra Excelencia la convicción de que una solución vio-
lenta de las diferencias legales que mediaban entre Panamá y Costa Rica ten-
dría consecuencias acaso más funestas para los Estados Unidos que para
Panamá, porque el espectáculo del débil oprimido suscita siempre las simpa-
tías de las almas nobles y los corazones generosos, en tanto que el gesto duro
del fuerte despierta aversión y odiosidad. Hice ver a Vuestra Excelencia que
países tan estrechamente vinculados entre sí como los nuestros, debían con-
vivir en un ambiente de cordialidad y buen entendimiento y que someter a mi
país a una imposición en un litigio de fronteras en que los Estados Unidos no
eran parte, sería un atentado contra la soberanía y dignidad de Panamá, que
ese pueblo, amigo de los Estados Unidos, no olvidaría jamás. Mis llamados
vehementes a la moderación, al empleo de medios pacíficos y legales para
resolver el conflicto: arbitraje, arreglo directo, mediación de potencias conti-
nentales imparciales y desinteresadas, etc., se inspiraron en el más sincero y
mejor intencionado propósito de preservarle a esta gran democracia america-
na del Norte, la simpatía y la buena voluntad de un pueblo de cuya lealtad ha
recibido pruebas señaladas el Gobierno de los Estados Unidos. Casi todas esas

33
REVISTA LOTERÍA

razones y otras destinadas a poner de relieve que una solución basada en la


fuerza sería contraria a los propósitos de pacificación centroamericana que
persigue el Gobierno, de los Estados Unidos, porque sembraría entre los pue-
blos limítrofes los gérmenes de un odio inextinguible, fueron consignados en
el Memorándum que tuve el honor de someter a la consideración de Vuestra
Excelencia en Junio último. Pero Vuestra Excelencia se ha mostrado inaccesi-
ble a esas sugestiones pacifistas y ha preferido precipitar el desenlace colo-
cando en la balanza del conflicto el poder militar o naval de los Estados Unidos
e inclinándola a favor de Costa Rica y en contra de Panamá.
EL TIEMPO ES EL MEJOR JUEZ DE LOS ACTOS DE LOS HOMBRES Y DE LOS
PUEBLOS. ÉL DIRÁ SI LOS MEDIOS CONCILIADORES Y AMISTOSOS RECO-
MENDADOS POR ESTA MISIÓN RESPONDÍAN O NO A UNA NOCIÓN CLARA
DE LA VERDADERA NATURALEZA DEL CONFLICTO Y A LOS ANHELOS DE
PAZ, TRANQUILIDAD Y TRABAJO QUE SE HACEN SENTIR HOY EN ESA RE-
GIÓN DEL ISTMO. EN PRESENCIA DE LA ACTITUD INEQUÍVOCA ASUMIDA
POR EL DEPARTAMENTO DE ESTADO DE E.E. U.U., PANAMÁ SE VE OBLIGADA
A SOMETERSE A SU DURO DESTINO; PERO EN SU MISMA DEBILIDAD EN-
CUENTRA ENERGÍAS SUFICIENTES PARA CLAMAR AL CIELO CONTRA LA
INJUSTICIA Y LA VIOLENCIA A QUE SE LA SUJETA. Y PARA DECLARAR QUE
MIENTRAS PALPITEN CORAZONES PANAMEÑOS EN EL MUNDO, CONSERVA-
RA VIVA LA HERIDA PROFUNDA INFERIDA A SU DIGNIDAD Y A SU ALTIVEZ
Y MIRARÁ CON ANSIEDAD HACIA EL PORVENIR EN ESPERA DE ESA JUSTICIA
REDENTORA QUE HOY SE LE DENIEGA, PERO QUE LLEGARÁ PARA ELLA
ALGÚN DÍA POR INEXORABLE DESIGNIO DE DIOS.
Los actos que ejecute el Gobierno de Costa Rica amparado por el de los
Estados Unidos, serán impotentes para matar o debilitar el derecho de Panamá
a seguir ocupando el territorio panameño del STATUS QUO fronterizo mien-
tras las objeciones legales que ha formulado contra la validez del fallo White no
sean examinadas y resueltas por jueces imparciales y desinteresados; y los
hechos de que va a ser teatro el territorio disputado del Pacífico sólo demues-
tran que en el estado actual del mundo, la fuerza rige todavía las relaciones de los
Estados y que los derechos de los pueblos sólo valen en razón directa de los
rifles, ametralladoras y cañones con que cuenten para respaldarlos. El Gobierno
de los Estados Unidos, asumiendo poderes que no le confiere el Tratado del
Canal, ni las leyes, ni la Constitución de Panamá, ha actuado como tribunal
judicial en este conflicto y, decidido sin pedimento de parte que las excepciones
alegadas por Panamá contra la validez del Fallo White son infundadas.

34
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

El Gobierno de los Estados Unidos interpretando a su arbitrio y


extensivamente el Tratado del Canal, y prescindiendo del derecho que
tiene la otra parte contratante a interpretar el Tratado de que es signa-
taria, le señala límites a la República de Panamá sin la intervención ni
el consentimiento de ésta. El Gobierno de los Estados Unidos, por
último, dando un paso de grandísimas consecuencias para el porvenir
de la causa del arbitraje, acaba de constituirse en Poder Ejecutivo Internacio-
nal compeliendo a otras soberanías al cumplimiento de los fallos arbitrales. Mi
Gobierno considera estos hechos como otros tantos excesos de poder que
afectan hondamente la independencia y soberanía de la Nación Panameña, y
de la manera más formal y solemne protesta contra ellos ante el Gobierno de
Vuestra Excelencia.
No obstante los hechos cumplidos y la natural depresión que ellos
han dejado en el ánimo de esta Misión, su confianza en el espíritu de
justicia del pueblo de los Estados Unidos permanece inquebrantable:
y esa fé profunda no habría flaqueado un instante aun cuando del seno
de esta gran democracia no hubieran surgido aún, como han surgido ya, vo-
ces favorables a la causa de Panamá, voces que mañana se harán más percep-
tibles, encauzando la corriente de la opinión pública y determinando el acto
reparador que mi país se promete en un porvenir más o menos cercano.
Al abandonar el suelo de los Estados Unidos, permítame Vuestra Excelen-
cia que le manifieste una vez más mi reconocimiento por sus cortesías y
deferencias durante el desempeño de mi Misión, y le reitere al mismo tiempo
las seguridades de mi más alta y distinguida consideración,

NARCISO GARAY.

Excelentísimo señor Charles E. Hughes, Secretario de Estado de los


Estados Unidos, Washington, D. C.
(Memoria de Relaciones Exteriores.— 1922— Tomo I. Panamá, Im-
prenta Nacional.— 1923.—Páginas 378-381).

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REVISTA LOTERÍA


BIBLIOGRAFÍA

SECRETARÍADERELACIONESEXTERIORES,Panamá.Memoria.1923.TomoI,pgs.378-381.
REVISTA“LOTERIA”.Panamá— SegundaÉpoca,volúmen.IV,número48Noviembre1953,pgs.25—29.

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
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Medio Siglo de Relaciones Entre Panamá


y Los Estados Unidos
Por RICARDO J. ALFARO
ex-Presidente de la República de Panamá.

Las relaciones entre Panamá y los Estados Unidos son las más íntimas y
estrechas que pueden hallarse entre dos naciones. Tienen carácter único y han
determinado en el derecho internacional circunstancias peculiares no siempre
bien comprendidas y con frecuencia mal interpretadas. Estas circunstancias
nacen del hecho de que la vida internacional de la República ha girado princi-
palmente alrededor de la convención celebrada entre Panamá y los Estados
Unidos para la construcción del canal interoceánico, sueño de los siglos, aspi-
ración perenne de los panameños y motivo de preocupaciones intensas por
parte de las grandes potencias marítimas del mundo. Por virtud de aquella
convención, la República de Panamá concedió a los Estados Unidos el uso,
ocupación y administración de una faja de su territorio situada entre las ciuda-
des de Panamá y Colón, a lo largo de la cual corre la vía marítima que pone en
comunicación las aguas del océano Atlántico con las del Pacífico. Esa faja
de tierra sobre la cual conserva su soberanía inmanente la República de
Panamá, pero sobre la cual ejercen los Estados Unidos los poderes jurisdic-
cionales que les concedió el tratado de 1903, está habitada por una pobla-
ción constituida esencialmente por personas consagradas al manejo de la
vía interoceánica y sus familias. Esa población, conforme al susodicho tra-
tado, goza de privilegios y exenciones de orden fiscal que hacen de ella una
comunidad privilegiada al lado de otra no privilegiada y por esa causa se han
venido creando desde los comienzos de la vida de la República problemas
que todavía no han hallado solución. De allí la divergencia latente que existe
con respecto a la aplicación e interpretación del tratado, que no ha sido posible

37
REVISTA LOTERÍA

eliminar en el medio siglo que lleva la República de su ingreso al concierto de


las naciones.
Ciertamente, la causa determinante del movimiento separatista de 1903
fue el rechazo por el Senado colombiano del tratado del canal celebrado por
Colombia con los Estados Unidos a comienzos de 1903, unido al anhelo tradi-
cional del pueblo panameño de que se construyera la vía intermarina en la cual
cifraba su redención económica y su prosperidad. Pero es error muy difundi-
do el de creer que la independencia de Panamá fue promovida y llevada a cabo
exclusivamente mediante la acción arbitraria de un Presidente de los Estados
Unidos, secundado por un intrigante extranjero que mantenía contacto con los
revolucionarios panameños.
Tal creencia, parte de la leyenda negra que las pasiones políticas y una
propaganda intensa han forjado alrededor de Panamá, no puede ser más infun-
dada. En el drama secular en que se ligan la obra del canal interoceánico y la
independencia del Istmo de Panamá, muchos historiadores, escritores y co-
mentaristas han tenido en cuenta todos los personajes del elenco, menos el
verdadero protagonista del drama: el pueblo de Panamá. Se ha olvidado, se ha
ignorado o se ha callado el hecho de que el movimiento secesionista de 1903
fue el sexto que se llevó a cabo en el Istmo de Panamá. El pueblo istmeño
alcanzó su emancipación de España “por su propia virtud”, como dijo Bolívar,
en el año de 1821. Se unió voluntariamente a la Gran Colombia, la esplendorosa
entidad política formada entonces por los territorios de las actuales repúblicas
de Venezuela, Colombia y Ecuador; y cuando en 1830 comenzaron las con-
vulsiones que determinaron la disgregación de la Colombia de Bolívar, y un esta-
do crónico de agitación en la Nueva Granada, comenzaron también los movi-
mientos autonomistas naturales en un pueblo que desde los tiempos de la Colonia
había tenido individualidad geográfica y administrativa. Así se produjeron los
movimientos más o menos efímeros de 1830, 1831, 1840 y 1861, a más del
hecho sustancial de la creación del Estado Soberano del Istmo en 1855, afirma-
ción concreta del espíritu autonomista del pueblo panameño, continuada y co-
rroborada por la constitución federal de 1863, que mantuvo en Panamá —a lo
menos en derecho y en teoría— el principio de la autonomía local.
Era, pues, el Istmo panameño, tierra donde no podía menos de germinar
en un momento dado la simiente de la emancipación. Ese momento sobrevino

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

cuando el Senado colombiano rechazó el tratado Herrán-Hay, porque los pana-


meños veían en la construcción del Canal su única esperanza de redención en
la espantosa postración económica en que estaban sumidos. A ella los habían
llevado, por una parte, la suspensión de los trabajos del canal por los empresa-
rios franceses, y por la otra, la desastrosa “guerra de los mil días”, que desde
1899 hasta 1902 había dejado en nuestro suelo una estela de sangre, de odios
y de ruina. Los incidentes y vicisitudes de aquella guerra no solamente habían
avivado las pasiones entre liberales y conservadores, entre gobiernistas y re-
volucionarios. También habían reencendido resquemores entre colombianos e
istmeños, supeditados éstos por aquéllos en las filas de los ejércitos comba-
tientes y en los cargos de la administración pública. En aquella época aciaga el
antagonismo era profundo entre los colombianos del Istmo y los del resto del
país. Poco los unía, mucho los separaba. El vínculo político no era bastante
para contrarrestar la tendencia atávica a la autonomía regional. Ni podía tam-
poco sobreponerse a intereses y sentimientos conflictivos que los sucesos
habían intensificado.
En este ambiente y en estas circunstancias era lógico que se manifestara
una vez más el anhelo separatista y que renacieran los impulsos de 1821, de
1830, de 1831, de 1840 y de 1861. La separación se consumó porque tenía
hondas raíces en la historia, en la geografía, en la economía, en los intereses y
en los sentimientos del pueblo de Panamá. Es por lo tanto insensatez supina
sostener, como lo han hecho historiadores y escritores mal documentados o
mal inspirados, que la independencia de Panamá en 1903 fue obra de la arbitra-
riedad de Teodoro Roosevelt. No es así, por más que este mismo hubiera
lanzado en alguna ocasión una frase tan inexacta como imprudente y ligera,
pero que ha servido para justificar denuestos contra su autor y contra la na-
ción panameña.
Mas no es el fin de este artículo analizar ni refutar la leyenda negra
antipanameña. Ésta es tarea que requiere las páginas de uno o más volúmenes.
Las anteriores observaciones son tan sólo incidentales a la exposición del he-
cho de que la secesión de 1903 estuvo necesariamente ligada a la celebración
de un tratado con los Estados Unidos para la apertura del canal transístmico, y
de que consecuencialmente, las relaciones de Panamá y los Estados Unidos
tienen como base inevitable ese tratado y los efectos de su interpretación y

39
REVISTA LOTERÍA

aplicación. De allí la necesidad de examinar sus orígenes, sus efectos y la


verdadera intención de las partes.
Antecedente indisputable del tratado entre Panamá y los Estados
Unidos fue el que esta nación había celebrado antes con Colombia. El tratado
Herrán-Hay, suscrito después de largas negociaciones, con frecuencia llenas
de acrimonia, aseguraba al fin la construcción del canal por los Estados Uni-
dos. Al comenzar el presente siglo y después del fracaso de la empresa france-
sa, el mundo había llegado a la conclusión de que desde el punto de vista
puramente comercial y financiero, la obra del canal interoceánico no podía
constituir un incentivo para el capital privado. Se había llegado asimismo al
convencimiento de que solamente un gobierno que tuviera en la obra un inte-
rés supremo vinculado a su defensa nacional, que dispusiera asimismo de los
recursos económicos necesarios para emprenderla y que no diera considera-
ción primordial a las posibilidades de lucro, estaba en capacidad de llevarla a
término. Ese gobierno era el de los Estados Unidos de América. Así lo com-
prendió el de la Gran Bretaña y así fue como se vio a la poderosa Albión, reina
de los mares, señora de un imperio en cuyos dominios no se ponía el sol,
primera potencia marítima del mundo que cifraba interés vital en el canal que
era como dijo Pim “la llave de los océanos”, renunciar a los derechos que se
había asegurado en 1850 por medio del tratado Clayton-Bulwer, consentir en
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la abrogación de ese tratado y dejar las manos libres a los Estados Unidos para
construir entre los dos océanos un canal abierto a las naves de todas las ban-
deras pero sujeto a su sola autoridad y fortificado.
El tratado Herrán-Hay representaba, pues, la culminación de los esfuerzos
diplomáticos de Colombia por lograr para sí las mayores ventajas posibles,
y la concreción del anhelo universal de que se ejecutara esa obra que habría
de acortar distancias, acrecentar el comercio y estrechar las comunicacio-
nes en el globo terráqueo. Para Panamá el tratado significaba la redención
económica, las nuevas oportunidades de trabajo y de negocios, la afluencia
de población, el incremento de numerario, el desarrollo general, en suma, el
retorno de la prosperidad. No entraban en el cálculo de los panameños los
millones que habían de pagarse por la concesión, los cuales se esperaba
ingresarían íntegros al tesoro colombiano, ni siquiera la anualidad que susti-
tuía la que pagaba la Compañía del Ferrocarril, porque de ésta Panamá solo

40
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

percibía un 10%, no obstante ser esta renta producto exclusivo de su terri-


torio. Panamá sólo vislumbraba como beneficio directo las perspectivas de
trabajo, de negocios, de progreso y de florecimiento.
Era, por consiguiente, un tratado sustancialmente igual al Herrán-Hay, lo
que los panameños esperaban sería pactado con los Estados Unidos para ase-
gurar la construcción del canal. Mas no sucedió así. Panamá, actuando bajo el
peso de circunstancias casi equivalentes a fuerza mayor, hubo de aceptar un
tratado mucho más oneroso que lo que era para Colombia el tratado Herrán-Hay.
En ese hecho tienen su fuente las diferencias que han caracterizado las relacio-
nes de los dos países, virtualmente desde su iniciación.
Consumada la independencia, reconocida la República por los Estados Uni-
dos y por número considerable de las principales potencias de América, Europa
y Asia, la Junta de Gobierno Provisional acreditó como Ministro ante el Gobierno
de los Estados Unidos al ingeniero francés Philippe Bunau-Varilla, antiguo Direc-
tor de la Compañía Universal del Canal Interoceánico, quien se había distinguido
por su dinamismo, su talento y su habilidad en la célebre “batalla de las rutas”, la
que libraron políticos y hombres de ciencia ante la opinión pública de los Estados
Unidos cuando se debatía si el canal interoceánico debía excavarse por Nicara-
gua o por Panamá. En aquella pugna había triunfado la ruta panameña. A ello se
debió la expedición de la Ley Spooner que ordenaba al Gobierno entablar en
primer término negociaciones con Colombia y si no obtenía de esta nación con-
diciones satisfactorias para los Estados Unidos, negociar con Nicaragua. El inte-
rés de Bunau-Varilla en pro del canal panameño lo había identificado con la causa
de la separación de Panamá y a esa causa había aportado su acción y en un
momento dado su crédito para el efecto de que los separatistas obtuvieran fon-
dos de que había necesidad urgente. Además de su prestigio científico, era valor
adicional en Bunau-Varilla la circunstancia de ser un hermano suyo el Director
del influyente diario parisiense “Le Matin”. Reunía pues aquel hombre un cúmu-
lo de aptitudes y de fuerzas que lo hacían un auxiliar valioso para los revolucio-
narios panameños.
Por estas razones estimo injustificadas las censuras que se han hecho a la
Junta de Gobierno por haber nombrado a un extranjero como su primer repre-
sentante diplomático ante la Casa Blanca. Las revoluciones aceptan cualquiera
ayuda, venga de donde viniere. En los anales de las independencias de todos

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REVISTA LOTERÍA

los países de América abundan los nombres de próceres originarios de otras


tierras. Resplandecen en la historia de la emancipación norteamericana los
nombres gloriosos de Lafayette, de Rochambeau, de Kosciusko y de Von
Steuben. Organizador de la marina argentina lo fue el irlandés Brown, como lo
fue de la colombiana el holandés-curazaleño Brion y de la chilena el inglés Lord
Cochrane. En los ejércitos libertadores de la Gran Colombia hubo una Legión
Británica y una Legión Irlandesa. Edecanes directos de Bolívar fueron Daniel
Florencio O’Leary y Bedford Wilson. En la historia de las luchas cubanas des-
cuellan el caraqueño Narciso López y el dominicano Máximo Gómez. El realista
Iturbide consumó la obra de la independencia de México, que no pudo consoli-
dar el heroísmo de Hidalgo y de Morelos. Y en los levantamientos de toda la
América tropezamos continuamente con los nombres de héroes extranjeros que
venían a ayudar revoluciones en las nuevas tierras donde se abrían para la huma-
nidad claros horizontes de libertad y de esperanza. Lo injustificable no fue pues,
el nombramiento de Bunau-Varilla Lo injustificable fue que ese hombre, deposita-
rio de la confianza de la nueva nación, no hubiera sido leal a sus intereses vitales.
Por otra parte, la Junta de Gobierno no confió a Bunau-Varilla sin reserva
alguna la celebración del trascendental pacto. Nombró para que lo asesorara
una Comisión compuesta nada menos que por el jefe de la revolución, Dr.
Manuel Amador Guerrero, y el miembro de la Junta de Gobierno, Federico
Boyd, a quienes se agregaba el insigne jurista Pablo Arosemena. Pero
Bunau-Varilla se burló de la Junta de Gobierno y de la Comisión Asesora.
Desentendido de los intereses de Panamá, su única mira fue la de celebrar un
tratado tan extremadamente ventajoso para los Estados Unidos que no hubiera
el menor riesgo de que el Senado le negara su ratificación. Le interesaba el
canal; no la suerte de la República. Así, con el dinamismo, la habilidad y la
audacia que le eran características, se dedicó a una doble tarea: por una
parte, llevar al ánimo del Secretario de Estado John Hay la convicción de
que la venida de la Comisión Asesora a Washington era fruto de intrigas
cuyo resultado iba ser que se entorpeciera, se dificultara y se pusiera al
borde del fracaso la negociación del tratado del canal. Por la otra parte,
impresionar a la junta de Gobierno de Panamá con informes, apreciaciones
y vaticinios amenazadores a efecto de que se le dieran poderes plenos para
la pronta celebración del tratado, porque dadas las circunstancias que él esbo-

42
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

zaba, de no hacerse así, la recién nacida República estaba en peligro inminente


de perder su independencia.
En medio de esta red de intrigas, la negociación y firma del tratado del
Canal se consumó en tres días.
El 15 de Noviembre de 1903 el Secretario Hay envió un proyecto de con-
vención al Ministro Bunau-Varilla Este proyecto estaba formulado en lo gene-
ral sobre la estructura del tratado Herrán-Hay, pero le imponía a Panamá
condiciones más onerosas. La anchura de la Zona del Canal, que en ese
tratado se había fijado en diez kilómetros, en la nueva convención se elevó
a diez millas. Así, de una sola plumada, con el cambio de una sola palabra,
y dado que la milla equivale a 1600 metros, a Panamá se le aumentó en un
60% la concesión de jurisdicción territorial. Había suprimido además el Se-
cretario Hay en su proyecto la cláusula que excluía de la Zona las dos ciuda-
des de Panamá y Colón. Había suprimido también las cláusulas declaratorias
de que las concesiones hechas en beneficio de la obra del canal no significa-
ban merma de la soberanía colombiana. Había suprimido igualmente la re-
versión a Panamá de las tierras concedidas a la Compañía del Ferrocarril de
Panamá por los gobiernos de la Nueva Granada y de Colombia que queda-
ban fuera de la Zona y fuera de las ciudades de Panamá y Colón, hasta la
extensión de 150.000 hectáreas. También dejaba el proyecto en blanco la cifra
de la indemnización de diez millones de dólares que el Gobierno de los Estados
Unidos se obligaba a pagar por las concesiones y privilegios que recibía, hecho
de significación alarmante en momentos en que había en Estados Unidos quienes
proponían que se diera a Colombia la mitad de la indemnización con el objeto de
aplacarla. La cláusula relativa a los acueductos y albañales de Panamá y Colón,
según la cual esas obras debían pasar gratis a poder de Colombia al cabo de
cincuenta años, fue modificada en el sentido de que Panamá pagaría el valor de
ellas en el mismo término. Se reemplazaba la jurisdicción civil y criminal mixta
colombo-americana que estipulaba el tratado Herrán-Hay con la jurisdicción ex-
clusiva de los Estados Unidos. Por último, el proyecto imponía a Panamá una
nueva carga que era la obligación de dar en venta o arrendamiento las tierras que
fueran necesarias para estaciones navales o carboneras sobre las aguas de los
dos océanos.
En honor a la verdad y para vindicación parcial de Bunau-Varilla debe reco-

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nocerse que él impugnó la inclusión de las ciudades de Panamá y Colón en la


Zona del Canal, la disminución de la indemnización global de los diez millones y
la supresión de la reversión de los millares de hectáreas de tierras concedidas a la
Compañía del Ferrocarril de Panamá. Así consta en un pliego de observaciones
que presentó al Secretario Hay el 17 de Noviembre. Pero en esa misma fecha le
presentó también un contraproyecto en el cual trabajó febrilmente, asesorado
por un abogado neoyorquino llamado Frank D. Pavey. Y fue en ese contraproyecto
donde Bunau-Varilla comprometió de manera gravísima los intereses de la Repú-
blica al sustituir todas las cláusulas anteriores relativas a la jurisdicción puramen-
te policiva y judicial con la fórmula del artículo III, según la cual Panamá conce-
día sobre la Zona del Canal los “derechos, poder y autoridad que los Estados
Unidos tendrían y ejercerían si fueran los soberanos del territorio con entera
exclusión de la República de Panamá en el ejercicio de tales derechos soberanos,
poder y autoridad”. Hállase aquí una oración condicional de negación implícita,
según la cual queda expresado que los Estados Unidos no son soberanos en la
Zona del Canal. Pero el lenguaje omnicomprensivo, injurídico e imprudente de
esa estipulación ha servido de base para interpretaciones del tratado que no pue-
den sostenerse en presencia de otras estipulaciones del mismo, pero que de
hecho han infligido daño incalculable a la República y han imposibilitado hasta
ahora un acuerdo definitivo, equitativo y mutuamente satisfactorio.
Diversas autoridades de los Estados Unidos han venido dando al artículo
III, considerándolo aisladamente, un alcance que para Panamá es inadmisible.
Panamá por su parte sostiene que el contexto general del tratado y la armonía
que debe existir entre sus diferentes cláusulas ponen de manifiesto que del
mismo modo que quedó reservada la nula soberanía de Panamá sobre la Zona
le quedó a salvo el derecho de ejercer su jurisdicción fiscal en todos aquellos
respectos que quedan fuera de las exenciones y privilegios pactados de mane-
ra expresa. Esta divergencia fundamental no ha sido eliminada de las relacio-
nes de Panamá con los Estados Unidos y se manifiesta perennemente en las
reclamaciones del comercio de Panamá contra las actividades comerciales del
Gobierno de los Estados Unidos en la Zona, y en varios otros respectos.
El contraproyecto de Bunau-Varilla, como era natural, satisfizo plenamen-
te al Secretario Hay y ante las instancias del primero y sus incesantes preven-
ciones contra la Comisión panameña, que ya llegaba a Nueva York en camino

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para Washington, el Secretario Hay invitó a Bunau-Varilla a que viniera a su


residencia particular a las seis de la tarde del 18 de Noviembre. Allí encontró
Bunau-Varilla al funcionario encargado de las ceremonias y formalidades ane-
jas a la firma de los tratados públicos y allí lo invitó el Secretario Hay a conver-
tir en tratado el contraproyecto. En esa noche, en ese lugar y en esa forma se
firmó la “Convención del Canal Ístmico”. Unas dos horas después llegaban los
Comisionados panameños a Washington. Bunau-Varilla los saludó con la noti-
cia fulminante del hecho cumplido.
No permiten los límites de esta reseña entrar en detalles acerca de los
sucesos y circunstancias posteriores: las interpelaciones y reproches de los
Comisionados al plenipotenciario; las representaciones de los mismos al Se-
cretario Hay: las explicaciones y manifestaciones de los estadistas america-
nos, según las cuales las estipulaciones del tratado no tenían significación
alguna ante la buena voluntad de los Estados Unidos hacia la nueva República
y el porvenir esplendoroso que brindaba a ésta el hecho asegurado de la reanu-
dación de los trabajos del Canal: la alarma producida por la noticia sensacional
de que el enviado colombiano, General Reyes, ofrecía ratificar sin modifica-
ciones y aún sin compensación el tratado Herrán-Hay bajo la condición de que
volviera el Istmo a la dominación de Colombia, las consecuencias que tendría
para la naciente nacionalidad el grave paso de rechazar un tratado firmado por
un plenipotenciario suyo en pos de todo lo ocurrido en Colombia y en Panamá
como repercusión del rechazo de la convención Herrán-Hay: las ideas que
dominaban la moral internacional de la época, y, en fin, todo el cúmulo de
circunstancias que después de maduras consideraciones decidió tanto a los
Comisionados como a la Junta de Gobierno Provisional a inclinarse ante el
hecho cumplido y decidirse por la ratificación del tratado, que se efectuó el 2
de Diciembre de 1903.
Es evidente que la inexperta diplomacia de la infancia de la República, en
medio de las circunstancias apremiantes de aquel momento histórico y dado lo
complejo de las relaciones que creaba o era susceptible de crear el pacto de
1903. no pudo vislumbrar todas sus consecuencias. Se tenía fé en la actitud
amistosa y prometedora de los estadistas norteamercianos. Se confiaba en
que no obstante las cláusulas alarmantes del tratado, los Estados Unidos —
como lo manifestó más tarde Teodoro Roosevelt— no ejercerían poderes

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mayores que los que estrictamente necesitaban para construir y manejar el


canal. No tardaron mucho los acontecimientos en revelar la realidad de aque-
llas consecuencias.
El tratado fue sometido a la consideración del Senado en medio de la
efervescencia reinante. Allí encontró desde luego la oposición candente de los
antiguos partidarios de la ruta de Nicaragua y en general la de los adversarios
políticos del Presidente Roosevelt. Apoyaba a éste una robusta mayoría de los
senadores republicanos, pero surgió entre algunos el pensamiento de introdu-
cir modificaciones al tratado con la mira de aclarar ciertos puntos del mismo
en forma favorable a las mayores ventajas para los Estados Unidos. El Secre-
tario Hay se oponía decididamente a que se entrara en el camino de las modi-
ficaciones y el 20 de Enero de 1904 dirigió al Senador Spooner una carta en la
cual le decía:
“...Como está ahora, tan pronto como el Senado vote, tendremos un trata-
do que en lo principal es muy satisfactorio, ampliamente ventajoso para
los Estados Unidos, y debemos confesar con la cara que podamos po-
ner, no tan ventajoso para Panamá. Si modificamos el tratado, el período
de unanimidad entusiasta que según dije a Cullom sólo sobreviene una vez en
la vida de una revolución, habrá pasado, y allí habrán entrado en el nuevo
campo de la política y de la polémica. Usted y yo sabemos muy bien cuán-
tos puntos hay en el tratado que todo patriota panameño objetaría”.
Había surgido en aquellos días la cuestión de lo que debía entenderse por
“puertos adyacentes” a las ciudades de Panamá y Colón. Bunau-Varilla, en
nota que dirigió al Departamento de Estado, definió la cuestión en la forma
más favorable a los Estados Unidos. Gobierno y pueblo istmeños considera-
ban que el “puerto adyacente” a la ciudad de Panamá era el de La Boca, que
desde la construcción del muelle erigido allí por la Compañía del Ferrocarril
había reemplazado el antiguo fondeadero de Flamenco para la carga y descarga
de naves de alto bordo. La declaración de Bunau-Varilla dejaba a Panamá sin
puerto para su comercio exterior por el lado del Pacífico pues definió como
“puerto adyacente” a la ciudad capital, la abierta y nada profunda bahía encerra-
da entre las puntas de Calafate y de Paitilla, que solamente puede utilizarse por
pequeñas naves para el comercio de cabotaje.
Ratificada la Convención por el Senado y canjeadas las ratificaciones,

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entró en vigencia el 24 de Febrero de 1904.


La primera controversia acerca de la interpretación del tratado del Canal
surgió cuando poco tiempo después de traspasada la Zona del Canal a la juris-
dicción de los Estados Unidos, se expidió en nombre de ese Gobierno en Junio
de 1904, una Orden Ejecutiva por medio de la cual se declaraba la Zona abierta
al comercio del mundo: se ponía en vigor en ese territorio el arancel proteccio-
nista vigente a la sazón y generalmente conocido bajo la denominación de
“Tarifa Dingley”; se declaraban puertos terminales del Canal los de Ancón (La
Boca) y Cristóbal y se establecían en esos puertos aduanas y oficinas postales.
Aquella Orden Ejecutiva echaba por tierra todas las esperanzas que Pana-
má había cifrado en la obra del canal. La simple concesión del “uso, ocupa-
ción y control” de la Zona quedaba transformada en cesión territorial absoluta
que hacía de aquella faja una colonia norteamericana dentro del Estado pana-
meño. El arancel Dingley cerraría la puerta a los productos panameños, que
debían hallar su natural mercado en la Zona del Canal y en las naves que
utilizan la vía interoceánica. Surgía la visión de una competencia desigual y
ruinosa entre la débil economía de la naciente República y una zona abierta al
comercio universal bajo la égida del más rico gobierno del mundo. Surgían
asimismo las más pesimistas sospechas acerca de las verdaderas intenciones
de los Estados Unidos en el Istmo.
Alarmado el gobierno de la República ante la amenaza que representaba
aquella Orden Ejecutiva para la economía, para la misma vida nacional,
protestó vivamente contra ella. Encendida fue la controversia que surgió
alrededor de esa Orden y muy especialmente acerca del hecho de que el
puerto de La Boca quedaba incluido en la Zona del Canal. Las alegaciones
de Panamá en este punto se estrellaban contra la definición formulada por
Bunau-Varilla, cuyo alcance pareció haber pasado inadvertido a la Canci-
llería panameña. Basta decir que en ella expuso Panamá su inteligencia de
las estipulaciones del tratado y el alcance limitado que a su juicio tenían
sus cláusulas, principalmente el artículo III, relativo a “los derechos, po-
der y autoridad” de los Estados Unidos en la Zona del Canal. La tesis
panameña quedó expuesta en nota del Ministro Obaldía que había prepara-
do el eminente Consejero Jurídico de la Legación, Dr. Eusebio A. Mora-
les. En Octubre de 1904 contestó esa nota el Secretario Hay, refutando

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con gran prolijidad todos los argumentos panameños y atribuyendo al an-


tedicho artículo alcance absoluto e ilimitado. La nota del Secretario fue
dura, inflexible, contundente. En ella descargó Hay los más fuertes golpes
de su dialéctica, sacando todo el partido posible de frases equívocas o de
errores explicables de las inexpertas autoridades panameñas. Quedó así
planteada la divergencia sobre puntos de vista extremos, pero entre ellos
se interpuso la acción conciliadora del Presidente Teodoro Roosevelt.
El 19 de Octubre de 1904 el Presidente dirigió a su Secretario de Gue-
rra, William H. Taft, una carta en que le encargaba trasladarse al Istmo,
conferenciar con el Gobierno panameño y tratar de hallar una solución al
conflicto surgido. En aquel noble documento el Presidente Roosevelt decía
inter alia:
“Los Estados Unidos van a conferir al pueblo de la República de Panamá
grandes beneficios mediante el gasto de millones de dólares en la construcción
del canal. Pero este hecho no debe cegarnos hasta el punto de impedirnos ver
la importancia de ejercitar los derechos que se nos han dado conforme al
Tratado con Panamá en forma que evite que surjan ciertas sospechas, por
infundadas que sean, acerca de nuestras intenciones en el futuro. No tene-
mos la menor intención de establecer una colonia independiente en medio
del Estado de Panamá, o de ejercer funciones gubernamentales más de lo
que es necesario para permitirnos construir, mantener y hacer funcionar el
canal convenientemente y sin peligros, de acuerdo con el derecho que nos ha
conferido el tratado. Lo que menos deseamos es estorbar los negocios y la
prosperidad del pueblo de Panamá”.
A fines de Noviembre vino Taft al Istmo. Era un jurista insigne y un
estadista prestigioso. En la historia de los Estados Unidos es el único hombre
que ha ocupado la Presidencia de la Nación y de la Corte Suprema de Justicia.
Su cuerpo de gigante bueno encerraba un cerebro de primer orden y un cora-
zón abierto a la magnanimidad y la comprensión. En su mente no tenían cabida
las mezquindades del summum jus que hacen violencia al sentido eterno de la
equidad. Era el hombre a propósito para el ajuste de una controversia entre la
gran potencia norteña y la pequeña República que daba sus primeros pasos en
la vida internacional.
En conferencias celebradas durante unos cinco días quedó arreglado el

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conflicto en forma que disipó los temores mortales de los panameños. La


Orden Ejecutiva de Junio de 1904 fue revocada. A la Zona sólo se importarían
mercaderías de conformidad con el tratado, para los fines del canal y del
personal de la empresa. Se declaró libre el tráfico y el tránsito entre el territorio
de la Zona y el resto de la República. El servicio postal se haría con sellos de
Panamá sobrecargados “Canal Zone” y suministrados por la República al
40% de su valor nominal. Se limitó al carbón y al petróleo la libre importa-
ción por los Estados Unidos para la venta a las naves. Se dictaron varias
medidas para dar efectividad a todo lo pactado. El comercio istmeño se
sintió liberado de la amenaza que pesaba sobre él. El Doctor Belisario Po-
rras, comentando los acuerdos, exclamó emocionado: “No perecerá nuestra
República”.
Tales fueron los acuerdos conocidos en la historia por la denominación de
Convenio Taft. Más tarde los defiende él brillantemente ante el Senado de su
patria. Allí sostiene con su autoridad de jurista que los términos del tratado reser-
van a Panamá la soberanía de la Zona. Allí expone con calor el derecho, la justicia
y la razón que asisten al comercio panameño para aspirar a hacer negocios con
la Zona y con los habitantes de la Zona. Allí proclama la necesidad de que pana-
meños y norteamericanos convivan en la amistad y en la comprensión.
Bajo la vigencia del Convenio Taft las relaciones emanadas de la cons-
trucción del canal son en general cordiales. Panamá escucha nuevas mani-
festaciones de amistad de labios de los más altos voceros del gobierno esta-
dounidense. En 1906, el gran estadista Elihu Root visita a Panamá durante
su memorable gira por diversos países de Sur América. En el recinto de la
Asamblea Nacional describe un refulgente porvenir de la República en estos
términos:
“Estamos empeñados juntos en la realización de una grande y trascenden-
tal empresa, de una empresa que ha sido el sueño no sólo de los antiguos
navegantes que colonizaron primero vuestras costas sino también de la parte
más progresista de la humanidad por espacio de cuatro siglos. La realización
feliz de esta empresa hará de Panamá el verdadero centro del comercio
mundial: os hallaréis cerca de la más grande de las vías comerciales: se
restablecerá algo más de las antiguas glorias del istmo y el porvenir de esta
empresa encierra para vosotros, riqueza, prosperidad y oportunidades de

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educación, de cultivo de relaciones con todo el mundo, tal como nunca ha


tenido ningún pueblo.
En aquel mismo año, Teodoro Roosevelt, rompiendo la tradición de que
nunca había salido un Presidente del territorio nacional, hizo una visita a la
República y contestando a un discurso del Presidente Amador se expreso así:
Quiero hacer mías con todo el énfasis posible las palabras de Mr. Root y
reiterar lo que ya os dije: que el único deseo de Estados Unidos con respecto a
la República de Panamá es el de verla crecer en riqueza, en población, en
importancia, hasta tanto llegue a ser, como lo deseamos vehementemente, una
de las Repúblicas cuya historia refleje honor sobre todo el mundo occidental
Durante los veinte años de vigencia del Convenio Taft dos cosas se desta-
caron en el cuadro de las relaciones de Panamá con los Estados Unidos: el
régimen de la intervención y las quejas continuas del comercio y del Gobierno
de Panamá por el abuso del privilegio de comprar en los comisariatos de la
Zona y el contrabando incontenible e incontenido entre dos jurisdicciones divi-
didas solamente por una línea trazada sobre el pavimento.
La intervención de los Estados Unidos para el mantenimiento del orden
público en Panamá tenía base contractual. Los estadistas norteamericanos la
consideraban como una necesidad imprescindible para la realización de la
empresa canalera, en vista de las contiendas civiles que habían agitado
crónicamente a Colombia y al Istmo. La aceptaban los estadistas panameños,
que ansiaban tranquilidad para su pueblo y estabilidad para su gobierno des-
pués de una trágica historia de revoluciones, motines y trastornos que habían
culminado en la cruenta y larga “guerra de los mil días”. Estuvo pues en la
lógica del tiempo y de los sucesos que se pactara el derecho de intervención en
la convención Hay-Bunau-Varilla y que se consignara ese mismo derecho en la
Constitución de 1904. El nuevo Estado, harto de sangre, de lágrimas y de
ruina, tenía ansia de paz. Como lo dijo una vez Pablo Arosemena, “renuncia-
mos valerosamente al derecho de matarnos”.
Se creía, por otra parte, que la causa de las revoluciones intestinas eran
exclusivamente las pasiones de hombres y partidos y que el efecto de ellas se
eliminaba introduciendo en las luchas políticas la intervención de un gobierno
amigo como elemento de imparcialidad y justicia. Sin embargo, el sistema
tuvo dolorosos resultados. La experiencia demostró que lo único que se logra-

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ba era pasar de la parcialidad propia a la posible parcialidad extraña y que así


entre los intervenidos como entre los interventores podían surgir simpatías y
antipatías. Por eso, aquel varón sagaz que fue Calvin Coolidge, en el discurso
que pronunció en La Habana en el acto de la inauguración de la Sexta Confe-
rencia Panamericana dijo estas palabras llenas de sabiduría: “Es mejor que el
pueblo cometa sus propios errores a que venga algún otro a cometerlos en
lugar suyo”.
Se efectuaron bajo la vigilancia de los Estados Unidos las elecciones de
1908, de 1912 y de 1918. El partido vencido se quejó invariablemente de que
la intervención había sido parcial en favor del partido vencedor. En 1918 fue
necesario que después de la intervención en los comicios se llevara a efecto,
ante una especie de tribunal arbitral constituído por funcionarios norteameri-
canos, una revisión del proceso electoral para determinar sus resultados. Pero
no fue lo peor el hecho mismo de la intervención. Rasgo deplorable del sistema
fue la convicción que se apoderó del ánimo de hombres y partidos de que el
factor esencial de su éxito político eran las simpatías de las autoridades norte-
americanas. Así surgió la tendencia a convertir la Legación de los Estados
Unidos en centro a donde convergían las aspiraciones políticas. Y más deplo-
rable aún fue que la creencia arraigada de que la intervención se producía
siempre en favor de la oposición y contra el gobierno trajera como consecuen-
cia que la exaltación política llegara en ocasiones al extremo de que se solicita-
ra al Gobierno de los Estados lo que en la serenidad sólo podía considerarse
como una vergüenza nacional.
Contra el régimen de la ingerencia extranjera sobrevino una reacción salu-
dable en lo nacional y en lo internacional. En la Conferencia de La Habana se
había producido enardecido debate que puso de manifiesto la aversión de la
gran mayoría de las naciones del continente al sistema de la intervención uni-
lateral. Hacia 1930 Henry L. Stimson, precursor de la Política del Buen Vecino,
abandonaba resueltamente la práctica de las intervenciones de todo género. En
1931 se produjo en Panamá el movimiento armado del 2 de Enero, y el Gobier-
no de los Estados Unidos se abstuvo de intervenir. En 1933, consolidada ya la
política rooseveltiana, se adoptó en la Conferencia de Montevideo la Conven-
ción sobre Derechos y Deberes de los Estados, en la cual se incorporó el
postulado —hoy universal— de que “ningún Estado tiene el derecho de inter-

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venir en los asuntos internos o externos de otro Estado”. En 1936, un tratado


con Cuba abolió la llamada Enmienda Platt que permitía diversas formas de
ingerencia en ese país, y en ese mismo año el Tratado General celebrado con
Panamá abrogó la cláusula que autorizaba la intervención.
En materia de relaciones surgidas de la aplicación del tratado en la Zona
del Canal, fueron continuas las quejas de Panamá con motivo de las activida-
des comerciales de los Estados Unidos. El desarrollo cada día mayor de los
Comisariatos destinados al abastecimiento de los empleados del Canal, el abu-
so del privilegio de comprar en esos establecimientos, el incentivo enorme
para el contrabando y las dificultades casi insuperables para reprimirlo, fueron
materia principal de la correspondencia y de las gestiones diplomáticas de
Panamá durante todo este período. No se manifestaba adverso a remediar
esos males el Gobierno de Washington, pero la situación se mantenía estacio-
naria cuando no empeoraba. Con todo, puede afirmarse que las relaciones de
carácter general se mantenían dentro de una órbita alentadora de cortesía y de
cordialidad.
En 1917 los Estados Unidos declararon la guerra a los imperios centrales, que
bajo la hegemonía de la dinastía Hohenzollern constituían una amenaza para la paz
y la libertad del mundo entero. Panamá se hizo beligerante 24 horas después de los
Estados Unidos y con toda decisión y lealtad hizo causa común con éstos y con las
demás potencias aliadas.
El motivo de diferencia más grave durante este período fue la actitud de
los Estados Unidos en el conflicto sobre límites surgido con la República de
Costa Rica. Fuerte presión ejerció el Departamento de Estado sobre Panamá
con el objeto de obligarla a reabrir la casi secular disputa de fronteras que
había sido resuelta por un laudo arbitral proferido en 1900 por el Presidente de
Francia Emile Loubet. Panamá se negó categóricamente a reabrir la contro-
versia jurídica, porque ello habría implicado desconocimiento del laudo Loubet
que había sido incorporado en la constitución de la República y cuya validez
intrínseca no podía ser cuestionada. Así, pues, sobre la base inconmovible de
la validez del Laudo, Panamá convino, por la Convención Anderson-Porras
de 1910, en someter la cuestión de interpretación del laudo, en la parte de la
línea fronteriza que quedaba en la vertiente atlántica, a la decisión del Chief of
Justice de la Corte Suprema de los Estados Unidos, Honorable Edward D.

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

White. En 1914 profirió éste un fallo en que declaraba nulo el fallo Loubet y
trazaba una frontera que no tenía un solo punto de contacto con la que el
árbitro francés había establecido en la región indicada, por donde se ve que el
Chief of Justice anuló el acto que debía interpretar y resolvió una cuestión que
no le había sido sometida. Ante un caso de exceso de jurisdicción que Panamá
consideraba evidente por sí mismo, y que entrañaba nulidad del fallo White, el
Gobierno panameño declaró que no podía considerarse obligado por el mis-
mo. Así lo comunicó a los gobiernos de Costa Rica y de Estados Unidos,
como también al propio Chief of Justice, y Panamá continuó ocupando en la
vertiente del Pacífico territorios que el laudo Loubet había adjudicado a Costa
Rica, pero que Colombia y Panamá habían ocupado siempre conforme a un
statu quo que no había cesado jurídicamente. Esa situación se mantuvo desde
1914 hasta Febrero de 1921, cuando Costa Rica invadió con fuerzas armadas
los susodichos territorios y se rompieron las hostilidades entre las dos repúbli-
cas vecinas. Panamá recuperó con sus fuerzas la región invadida, y los Esta-
dos Unidos mediaron en forma que produjo la suspensión de las hostilidades.
Sobrevino luego una controversia entre Panamá y el Gobierno mediador. La
República sostenía la tesis de la nulidad del fallo White por exceso de jurisdic-
ción. Estados Unidos alegaba que el fallo era válido y exigía la entrega a Costa
Rica de los territorios recuperados por Panamá. Ante la firme negativa pana-
meña de efectuar tal entrega, Estados Unidos anunció el despacho del acora-
zado Pennsylvania para hacer efectiva su exigencia. Confrontada así Panamá
con el poder naval de los Estados Unidos hubo de someterse a la fuerza a
abandonar el territorio disputado, no sin protestar ante el mundo por lo que
consideraba una violación a su soberanía. Estos sucesos, como es natural,
produjeron en el Gobierno y en el pueblo panameño hondo resentimiento que
no pudo menos de tener repercusión deplorable en sus relaciones con los
Estados Unidos.
El Convenio Taft no tuvo la forma de un pacto ordinario. Quedaron con-
signados los acuerdos en una serie de Órdenes Ejecutivas expedidas por el
Gobierno de los Estados Unidos y una serie correspondiente de decretos dic-
tados por el Gobierno de Panamá. Pero a los ojos de la República, cualquiera
que fuera su forma, existía entre las dos naciones un acuerdo bilateral que no
podía quebrantarse sino por la voluntad de las dos partes. No obstante, el

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Gobernador de la Zona del Canal en sus informes reclamaba la abrogación del


Convenio Taft y enderezaba principalmente sus objeciones contra lo estipula-
do en materia de sellos de correos para el servicio postal de la Zona, que aquel
funcionario calificaba de “tributo” injustificado que pagaban los Estados Uni-
dos a Panamá. Poderosos intereses norteamericanos proyectaban además es-
tablecer en la Zona del Canal, el negocio de almacenes de depósito para la
distribución de mercancías en grande escala y para ese proyecto el Convenio
Taft era un obstáculo. Cualquiera que fuesen las fuerzas que se movieran
contra el Convenio Taft, el hecho es que a principios de 1924 el Gobierno de
Washington decidió su abrogación, es decir, anunció su propósito de revocar
las Órdenes Ejecutivas que lo constituían por parte suya. Tal abrogación signi-
ficaba para Panamá grave amenaza, porque eliminado el Convenio Taft, surgía
la perspectiva de que se aplicara el tratado del Canal conforme a la interpreta-
ción expuesta en la nota del Secretario Hay de Octubre de 1904.
El Gobierno de la República, en consecuencia, se opuso decididamente a
la anunciada acción de los Estados Unidos y reclamó que no debía procederse
a la abrogación sin que se celebrara con anterioridad un tratado subrogatorio
del Convenio Taft que asentara sobre bases permanentes y equitativas las rela-
ciones creadas por la construcción y el funcionamiento del canal. Estas ins-
tancias panameñas no tuvieron efecto y el Gobierno de Estados Unidos abrogó
unilateralmente el Convenio Taft en Mayo de 1924.
Se avino, sin embargo, el Departamento de Estado a entrar en negocia-
ciones con Panamá para la celebración de un nuevo tratado permanente. Estas
negociaciones fueron largas y difíciles. No se manifestó el Departamento de
Estado dispuesto a suavizar las durezas del pacto de 1903 y a convenir con
carácter permanente en cláusulas que aseguraran las aspiraciones de Panamá
en materia de actividades comerciales en la Zona del Canal. Por el contrario,
proponía un límite de tiempo exiguo para las llamadas “cláusulas comercia-
les”, las que brindaban algunas garantías al comercio y al Gobierno de Pana-
má, en tanto que reclamaba la perpetuidad para las que favorecían el interés de
los Estados Unidos. Exigió además el Departamento la extensión de la jurisdic-
ción norteamericana sobre la parte de la ciudad de Colón denominada Nuevo
Cristóbal. Esta y otras exigencias de los voceros del Gobierno de Washington
produjeron por un tiempo un estancamiento de las negociaciones. Reanudadas

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en 1925 y tras ardua lucha que se prolongó por un año más, se llegó al mo-
mento en que el Gobierno Panameño se vió ante el dilema de volver a relacio-
nes basadas en la interpretación. Hay de 1904, o aceptar un tratado claramente
insatisfactorio pero que a lo menos aminoraba las durezas de aquella interpre-
tación. En estas condiciones se firmó el tratado de Julio de 1926, que el Go-
bierno presentó a la Asamblea Nacional como lo más que había podido obtener
después de sus intensos esfuerzos de dos años. La Asamblea Nacional por
voto unánime resolvió abstenerse de ratificar el tratado hasta tanto pudieran
obtenerse condiciones más satisfactorias.
La espantosa depresión económica que abatió a los Estados Unidos y al
mundo entero desde el derrumbamiento de la Bolsa en Octubre de 1929 hasta
los comienzos de la administración de Franklin D. Roosevelt en 1934, tuvo,
como era natural, honda repercusión en la República de Panamá. Los proble-
mas resultantes de las actividades del Gobierno de Estados Unidos en la Zona
del Canal se aguzaron a tal extremo que en Octubre de 1933 el Presidente de
Panamá, Dr. Harmodio Arias, decidió hacer viaje a Washington con el objeto
de exponer personalmente al Presidente Roosevelt la necesidad urgente de
tomar medidas tendientes a evitar que aquellas actividades siguieran afectando
la vida económica de Panamá en forma tan grave.
Materia de las conversaciones entre los dos Presidentes fue: la expansión
incesante de los Comisariatos y de los almacenes militares denominados Post
Exchanges; los suministros ilimitados a las naves; las ventas de productos
panameños —principalmente carnes y cerveza— a la Zona del Canal; los efec-
tos ruinosos e inequitativos de la llamada Economy Act (Ley de Economía)
que tendía a cerrar la puerta a diversos productos del suelo y de la industria
panameños; la repatriación de obreros extranjeros sin trabajo llevados al Istmo
por el Gobierno de los Estados Unidos, y algunos otros asuntos que sería
prolijo enumerar.
Las conversaciones tuvieron como resultado una declaración conjunta
que incorporó postulados ya reclamados por Panamá desde Enero de 1924,
pero que no hallaron entonces eco favorable. Esos postulados eran en lo sus-
tancial, que la Zona del Canal debía ser ocupada exclusivamente para los fines
de la vía marítima y que Panamá debía estar en capacidad de asegurar para su
propio desarrollo las ventajas inherentes a su posición geográfica. Por medio

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REVISTA LOTERÍA

de Órdenes Ejecutivas se tomaron medidas tendientes a remediar la situación y


las relaciones entre los dos países tomaron nuevo impulso de cordialidad y de
buena inteligencia. Sin embargo, no desaparecieron del todo los problemas
existentes y más adelante surgieron problemas nuevos.
A raíz de su toma de posesión, el Presidente Roosevelt decretó el retiro del
oro de la circulación y la desvalorización del dólar, reduciendo esta unidad
monetaria al 59.6% de su valor anterior. Cuando en Febrero de 1934 el Go-
bierno de los Estados Unidos debió hacer el pago de la anualidad de 250.000
dólares en moneda de oro estipulada en el tratado de 1903, remitió a la Repú-
blica un cheque en dólares desvalorizados. Panamá rechazó el cheque y recla-
mó que de acuerdo con el tratado vigente el pago debía hacerse “en moneda de
oro de los Estados Unidos”, la cual no podía ser sino la que existía en 1904.
Siguíose una controversia en que los funcionarios de los Departamentos de
Estado, del Tesoro y de Justicia sostenían el derecho de los Estados Unidos de
pagar en la nueva moneda y la Legación de Panamá, en un pliego de 25 propo-
siciones, sostenía la tesis contraria.
Fue en aquella coyuntura cuando el Departamento de Estado, defiriendo el
anhelo manifestado por Panamá desde 1924 de que se celebrara un nuevo
tratado subrogatorio del Convenio Taft, manifestó a la Legación de Panamá en
Washington, su disposición de efectuar una revisión general de todas las cues-
tiones pendientes entre las dos naciones, con el objeto de determinar si era
posible la celebración de un nuevo tratado general mediante el cual se pusieran
en mejor pie y con carácter permanente las relaciones entre Panamá y Estados
Unidos.
El Gobierno panameño, como era natural, acogió complacido la
iniciativa revisionista del Departamento de Estado y así se entró en las nego-
ciaciones que culminaron en la firma del Tratado General suscrito en Marzo
de 1936. Largas y laboriosas fueron aquellas negociaciones. Duraron aproxi-
madamente dos años y durante ellas celebraron 110 conferencias las comisio-
nes negociadoras. Y si bien cada parte defendió con valor sus puntos de vista,
prevaleció un espíritu de justicia, de franqueza y de comprensión mediante el
cual se alcanzaron soluciones mutuamente satisfactorias que llevaron la cor-
dialidad panameño-americana a su más alto nivel.
Cláusulas fundamentales del nuevo tratado son las que estipulan que Pa-

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

namá y los Estados Unidos —las dos naciones que hicieron posible la cons-
trucción del canal interoceánico— deben disfrutar equitativamente los benefi-
cios de esa obra y las que reconocen el derecho de Panamá a gozar de los
beneficios inherentes a su posición geográfica. Se declaró cumplida la obliga-
ción de Panamá de conceder tierras fuera de la Zona para la construcción
del canal, obligación que había sido pactada sin límite de tiempo ni de espa-
cio por la conversación de 1903. Se establecieron reglas diversas para im-
pedir las compras indebidas en los comisariatos y almacenes del ejército, y
se restringieron las ventas a las naves. Se abrogó la garantía de la indepen-
dencia de Panamá que en el pasado había dado pábulo a que se pusiera en tela
de juicio la plenitud de su soberanía. Se abolió la cláusula que daba a los
Estados Unidos el derecho de intervenir para el mantenimiento del orden públi-
co. Se fijó el pago de la llamada “anualidad del canal”, a partir de 1934, en
suma que equivale con un pequeño exceso a la cantidad estipulada en dólares
oro del peso y ley vigentes en 1904. Se reafirmó y se dió permanencia al
principio de la igualdad de oportunidades y de trato entre ciudadanos paname-
ños y norteamericanos empleados en el Canal. Se consagró la norma de la
cooperación, previa consulta, en caso de conflagración internacional, para la
defensa de la República, del canal y de su neutralidad. Se acordó el trazado de
un corredor de jurisdicción panameña a través de la Zona del Canal, con el fin
de asegurar la continuidad de esa jurisdicción a todo lo largo de la carretera
transístmica entre las ciudades de Panamá y Colón.
La conflagración desencadenada sobre el mundo por la demencia criminal
de Adolfo Hitler y de sus congéneres de los dos ejes puso nuevamente a la
República al lado de los Estados Unidos. El mismo día en que se consumó el
ataque de Pearl Harbour, el Gobierno panameño, actuando como beligerante,
comenzó a tomar dentro de su territorio las medidas necesarias para la seguridad
del Canal y de la Repúbica. Durante todo el curso de la guerra cooperó en
forma amplia y leal con los Estados Unidos. Se establecieron más de ciento
treinta bases dentro de su jurisdicción, las cuales fueron desocupadas o
entregadas a Panamá después de la guerra, cuando ya no eran necesarias.
Durante todo el término de las hostilidades no se registró ni en la República
ni en la Zona un solo acto de espionaje, de sabotaje o de deslealtad. Prevale-
ció no solamente entre los dos gobiernos sino también entre los dos pueblos el

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REVISTA LOTERÍA

más amplio espíritu de solidaridad ante el peligro. Y de parte de los Estados


Unidos se manifestó una noble disposición de corresponder con magnanimidad
a la amistad de Panamá y a los sacrificios que ella se impuso para hacer posible
la construcción del canal.
Este espíritu tomó forma concreta en el llamado Convenio de los Doce
Puntos, acuerdo ejecutivo celebrado en 1942, que junto con los problemas de
la cooperación para fines de defensa arregló otras importantes cuestiones,
tales como el de la comunicación por puente o túnel a través del canal y la
reversión a la República de Panamá de las tierras que usufructuaba la Compa-
ñía del Ferrocarril en las ciudades de Colón y Panamá por virtud de la conce-
sión de la Isla de Manzanillo hecha a esa Compañía por el gobierno de la Nueva
Granada conforme al contrato de 1850. Los derechos de Panamá a la rever-
sión de estas tierras habían sido traspasados a los Estados Unidos por el trata-
do de 1903.
Hecha abstracción de las cuestiones emanadas de la construcción y fun-
cionamiento de la vía marítima, puede afirmarse que las relaciones entre Pana-
má y los Estados Unidos son en lo general cordiales. Panamá tiene confianza
en el espíritu de justicia y de juego limpio del pueblo norteamericano, siente
admiración sincera por sus virtudes y reconocer que Estados Unidos es el
baluarte y la esperanza de los hombres libres de todo el mundo en la presente
hora histórica, preñada de temores y de vicisitudes. Panamá y Estados Unidos
son como dos hermanos a quienes une el vínculo de la fraternidad pero sepa-
ran intereses que no han logrado armonizar. Las fricciones que ha habido entre
los dos países nacen casi exclusivamente del hecho de que sus relaciones
tienen por base un tratado desigual y duro que comprometió gravemente el
porvenir de Panamá. Pero debe reconocerse que ha contribuido a suavizar
durezas y a consumar reparaciones, la obra conciliadora y justiciera de esta-
distas comprensivos como Teodoro Roosevelt, William H. Taft, Henry L.
Stimson, Cordell Hull, Sumner Welles, y sobre todo ese adalid de la democra-
cia y del derecho que fue Franklin Delano Roosevelt.
El cincuentenario de la personería internacional de la República encuentra
a Panamá y a los Estados Unidos aprestándose una vez más para efectuar una
revisión general en el campo de sus relaciones, con la mira de eliminar de ellas,
hasta donde sea posible, todo motivo de fricción o desacuerdo. La iniciativa de

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

la revisión fue tomada por el Presidente de Panamá, Coronel José Antonio


Remón Cantera, movido por una convicción fervorosa de que Panamá no
recibe una participación equitativa en los beneficios que la obra del canal debe
proporcionar a las dos naciones que la hicieron posible, y de que hay problemas
palpitantes cuya justa solución no debe prolongarse por más tiempo.
El Tratado General de 1936, con ser manifiestamente satisfactorio, no
resolvió todas las cuestiones pendientes entre los dos países: resolvió algu-
nas, como lo dice su preámbulo de manera expresa. Por otra parte, entre las
normas establecidas por aquel pacto hay varias que no han tenido todavía en la
práctica aplicación efectiva y completa. Tal acontece con el principio de la
igualdad de oportunidades y de trato entre los ciudadanos de Panamá y de
Estados Unidos que trabajan en la Zona del Canal. Los panameños se quejan de
que existe, de hecho, respecto de ellos una discriminación que debe desapare-
cer. Hay problemas viejos y problemas nuevos. No es aventurado pensar que
unos y otros tienen origen en los defectos de un pacto básico que no fue
negociado en condiciones propicias a la equidad y a la armonía. Duras como
son sus cláusulas para Panamá, más duras son aún las interpretaciones a que
han dado lugar sus incongruencias. Ningún tratado entre pueblos libres puede
asentarse sobre la desigualdad entre las ventajas y las cargas, porque entonces
las relaciones que crea no son de beneficio mutuo sino de opresión de una
parte por la otra.
El cincuentenario de la República coincide con una hora de franca cor-
dialidad en las relaciones de Panamá y Estados Unidos. Por encima de las
divergencias se manifiestan el respeto mutuo y el deseo de conciliar intereses.
Mediante la realización de ese deseo se logrará que esas relaciones sean tan
genuinamente amistosas como son estrechas, y tan justas y fecundas como
merecen serlo las de dos naciones vinculadas por el éxito de una empresa que
solo debe ser para ellas fuente común de satisfacción y orgullo.

Ginebra, 25 de Julio de 1953.


Año del Cincuentenario.

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REVISTA LOTERÍA


BIBLIOGRAFÍA
RODRIGO MIRÓ G: Panamá, 50 años de República, Panamá, 1963, pgs. 111—140.
RICARDO J. ALFARO: Medio siglo de relaciones entre Panamá y los Estados Unidos Panamá. Imprenta
Nacional, 1959, 40 páginas.

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CRONOLOGÍA DE LA AGRESIÓN

—1958—
VIERNES, 2 DE MAYO:
Un grupo de estudiantes de la Universidad de Panamá, entran pacíficamente
en la Zona del Canal, siembran setenta y cinco banderas panameñas sobre el
césped de los jardines y cantan el Himno Nacional.

—1959—
MARTES, 3 DE NOVIEMBRE:
Diputados, profesores universitarios y de colegios secundarios, estu-
diantes y particulares panameños, distribuidos en varios grupos, entran a
diferentes lugares de la Zona del Canal portando la bandera panameña, colo-
can la enseña patria en el césped, en los postes del alumbrado y en las esclu-
sas de Miraflores, y cantan el Himno Nacional.

—1963—
LUNES, 7 DE ENERO:
La Comisión Negociadora, integrada por el Lic. Galileo Solís, Ministro
de Relaciones Exteriores; doctor Octavio Fábrega, exministro de Relacio-
nes Exteriores; Joseph Farland, Embajador de Estados Unidos en Panamá,
y General Robert Fleming, Gobernador de la Zona del Canal de Panamá,
anuncia que se ha llegado al acuerdo de izar la bandera panameña en todos
los sitios de la Zona del Canal en donde sea izada la bandera de los Estados
Unidos.

LUNES, 30 DE DICIEMBRE:
El General Robert Fleming, Gobernador del Canal de Panamá, anuncia
que la bandera de Panamá será izada, al lado de la de Estados Unidos, en
determinados sitios de la Zona del Canal a partir del 1° de enero. Agrega
que la bandera de los Estados Unidos no será izada más, frente a las escue-
las reservadas para estudiantes estadounidenses, ni en otros lugares públi-
cos en donde habitualmente era izada.

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

II
Los sucesos de 1964
1. Los pasos del agresor
—1964—

VIERNES, 3 DE ENERO:
El policía zoneíta Carlton Bell iza la bandera de los Estados Unidos, sin
acompañarla de la bandera panameña, frente al Monumento a los Héroes de la
Guerra, en Gamboa, en abierta violación de la orden dictada por el Gobernador
Fleming en el sentido de que la bandera norteamericana no fuera izada en ese
sitio.

MARTES, 7 DE ENERO:
Estudiantes de la Escuela Superior de Balboa izan la bandera de
los Estados Unidos frente a ese plantel, sin acompañarla de la bandera
panameña, y se rebelan físicamente contra las autoridades civiles y
policivas que tratan de hacer cumplir la orden del Gobernador Fleming
en el sentido de que no sea izada la bandera norteamericana en ese
sitio.

MIERCOLES, 8 DE ENERO:
El Consejo Cívico, compuesto por residentes estadounidenses de la
Zona del Canal, aprueba por unanimidad la actitud de los estudiantes
zoneítas y niega acatamiento a la orden del Gobernador Fleming en el
sentido de que no sea izada en ese sitio la bandera norteamericana.

JUEVES, 9 DE ENERO:
1. Durante todo el día: estudiantes de la Escuela Superior de Bal-

63
REVISTA LOTERÍA

boa y sus padres montan guardia en torno al asta colocada frente al plantel
para impedir que las autoridades del Colegio o la Policía bajen la bandera de los
Estados Unidos, izada por ellos.
2. 5:00 p.m.: un grupo de doscientos estudiantes del Instituto Nacional de
Panamá, varones y niñas, entran a la Zona del Canal, visitan a las autoridades
locales estadounidenses y obtienen permiso para izar la bandera panameña y
cantar el Himno Nacional de Panamá al lado del asta colocada frente a la
Escuela Superior de Balboa.
3. 5:30 p.m.: En su marcha hacia la Escuela Superior de Balboa, los estu-
diantes institutores son detenidos por un grupo de agentes de policía de Balboa.
Amistosamente, acuerdan que sólo una delegación de cinco estudiantes llegue
hasta la Escuela Superior de Balboa a cumplir la misión para la cual habían
recibido autorización.
5:45 p.m.: Mientras sus compañeros los aguardan fuera de su vista a unos
dos metros de distancia, los cinco institutores tratan de cantar el Himno Na-
cional de Panamá al lado del asta en donde ondea la bandera de los Estados
Unidos, rodeada por más de dos mil estudiantes y padres de familia de ese
colegio. Los institutores son abucheados, primero, y luego la multitud se lanza
sobre ellos, tratan de arrebatarles la bandera y, al no conseguirlo, la desgarran
y la pisotean.
Cuando los institutores tratan de defenderse con puños y punta- piés, los
agentes de Policía de la Zona los repelen a toletazos. Con lágrimas de impoten-
cia, los institutores se retiran hasta donde están sus compañeros, perseguidos
por los estudiantes zoneítas.
6:00 p.m.: Los doscientos estudiantes institutores, perseguidos aún por
estudiantes, padres de familia y policías de la Zona del Canal, se repliegan
hacia la Avenida Cuatro de Julio y se defienden con piedras de sus perse-
guidores.
6:30 p.m.: La noticia se extiende inmediatamente a lo largo de la línea
limítrofe y centenares de nuevos estudiantes y particulares panameños acuden
al rescate de los institutores perseguidos. Indignados por la ofensa inferida a la
Bandera Nacional, lanzan piedras contra los estudiantes y particulares zoneítas.
Caen los primeros heridos. Ascanio Arosemena, estudiante de la Escuela Pro-
fesional, recoge a un compañero herido y trata de sacarlo del lugar de la balacera,

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

y es alcanzado por una bala de rifle. Se produce, así el primer muerto por la
agresión armada de la policía zoneíta.
7:00 p.m.: Decenas de heridos caen bajo las balas de los revólveres y
fusiles de la Policía Zoneíta, reforzada por particulares de ese sector también
atacando con armas de fuego. Los estudiantes se repliegan, pero vuelven con
nuevas banderas, atacando con piedras y palos, volcando nuevos automóviles
y trepando la cerca de acero conocida como “Muralla de Berlín”, en abierto
desafío al ataque de los zoneítas.
7:30 p.m.: Millares de estudiantes y particulares panameños salen de to-
dos los puntos de la ciudad y se lanzan, portando banderas, por todos los
sectores límites con la Zona del Canal. La avalancha de gente es tan poderosa,
a pesar de no llevar armas, que la Policía de la Zona del Canal es doblegada por
el número y pide la ayuda del Ejército de los Estados Unidos acantonado en la
Zona del Canal.
8:00 p.m.: Las fuerzas armadas de la Zona del Canal entran en acción con
armas pesadas y de largo alcance. Fusiles, ametralladoras y tanques se extien-
den a lo largo de todo el sector limítrofe y disparan incesantemente contra la
multitud indefensa. El número de heridos y de muertos crece incesantemente
y muchos se desangran durante horas antes de que puedan ser recogidos bajo
las ráfagas de las ametralladoras estadounidenses, que disparan incluso contra
las ambulancias que portan la bandera de la Cruz Roja.
9:00 p.m.: El Hospital Santo Tomás anuncia que no tiene espacio para más
víctimas y pide la cooperación de los hospitales particulares y del Hospital del
Seguro Social para que atiendan los heridos. Todo el personal médico y de
enfermeras ha sido movilizado y centenares de hombres y mujeres están do-
nando sangre.
10:00 p.m.: El Presidente de la República, que ha pedido a las auto-
ridades militares de la Zona del Canal que cese la matanza de panameños
indefensos, sin que su petición sea atendida, anuncia que el Gobierno Na-
cional ha roto relaciones con Estados Unidos, y que se ha pedido al personal
de la Embajada de Panamá en Washington que regrese a Panamá a la mayor
brevedad posible.
12:00 p.m.: Durante toda la noche ha seguido el ataque de las ametralla-
doras y los tanques del Ejército de los Estados Unidos, que se concentra sobre

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REVISTA LOTERÍA

la Plaza del Palacio Legislativo, el cruce del Tívoli, el área del Instituto Nacio-
nal y otros sectores limítrofes. Casi todos los muertos y heridos caen dentro
del territorio que no forma parte de la Zona del Canal y las balas estadouniden-
ses hacen blanco dentro de la residencias particulares de Panamá y en las
paredes del propio Palacio Legislativo.

VIERNES, 10 DE ENERO:
6:00 a.m.: Durante todas las horas de la madrugada, ha continuado el
violento ataque de las fuerzas militares estadounidenses. Se anuncia un total de
diez muertos y cerca de doscientos heridos registrados en los hospitales. Los
heridos leves han sido atendidos en sus propios hogares.
7:00 a.m.: Se anuncia oficialmente que el Gobierno Nacional ha girado
instrucciones a sus embajadores para que denuncien ante la Organización de
Estados Americanos y ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
la agresión armada, no provocada, de que ha sido víctima el pueblo paname-
ño por parte del Ejército de los Estados Unidos acantonado en la Zona del
Canal.
12:00: Durante todo el día y la noche han continuado los choques esporá-
dicos entre el Ejército de los Estados Unidos y las enardecidas multitudes
panameñas. El número de muertos llega a trece y el de los heridos asciende a
más de trescientos.

SÁBADO, 11 DE ENERO:
Los llamamientos a la cordura logran restaurar la calma en el agotado
pueblo panameño, pero las tropas invasoras siguen en estado de combate en
los límites zoneítas.
En Colón se inician nuevos choques de estudiantes y particulares contra
las fuerzas militares de Estados Unidos, que penetran en el propio territorio de
la ciudad de Colón para perseguir a los manifestantes.
El Ejército de los Estados Unidos toma posesión del Puente de las Améri-
cas, cierra las vías de comunicación de la capital con el interior de la República
impide la comunicación también entre Panamá y Colón, lo que hace que no
pueda llegar a la ciudad atlántica el plasma sanguíneo que reclama el único
hospital de aquella ciudad, abarrotado de heridos.

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Se anuncia, sin que llegue a ser realidad, felizmente que las autoridades
militares de Estados Unidos planean cortar el agua a las ciudades de Panamá
y Colón.
Se informa oficialmente que en Panamá y Colón han muerto 21 personas
y han sido heridas alrededor de quinientas, como saldo total de la agresión
armada del ejército estadounidense contra el pueblo panameño.

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REVISTA LOTERÍA

2. Testimonio oficial
LOS SUCESOS DE NOVIEMBRE DE 1959
Antecedentes de la Agresión sufrida por Panamá en enero de
1964

Para una debida comprensión de los dolorosos sucesos de los pri-


meros días de enero de 1964, es indispensable hacer referencia a los hechos
ocurridos durante los días 3 y 4 de noviembre de 1959, ya que ambos inciden-
tes guardan gran similitud y fueron originados por idénticos motivos que aún
subsisten y que constituyen causas permanentes de fricción entre los residen-
tes de la Zona del Canal y el pueblo panameño.
Panamá ha sostenido, en forma invariable, que retiene la soberanía sobre
el territorio de la Zona del Canal y como consecuencia de ello, ha sido perenne
aspiración de su pueblo y su Gobierno, el ver flamear la bandera panameña en
esa faja del territorio nacional. Por su parte, los residentes de ascendencia
norteamericana de la Zona del Canal, inclusive las fuerzas de policía, se han
opuesto, en forma sistemática y por todos los medios a su alcance, a que la
bandera panameña sea izada en la Zona.
Los sucesos ocurridos en el mes de noviembre de 1959, se encuentran
relatados en los siguientes términos en la Memoria presentada a la Asamblea
Nacional en 1960 por el Ministro de Relaciones Exteriores, Licenciado Miguel
J. Moreno Jr.:
“Desde algunas semanas antes del clásico día en que celebramos
nuestro nacimiento a la vida independiente, o sea el 3 de Noviembre, dis-
tintos sectores de la opinión pública manifestaron su propósito de dirigirse
a la Zona del Canal en esa fecha, en forma individual y no en grupos con-
centrados, con el fin de plantar allí la bandera panameña como símbolo de
nuestra soberanía.
En efecto, en la mañana del día 3 de noviembre de 1959, se inició la

68
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

marcha pacífica hacia la Zona del Canal, de pequeños grupos de ciudada-


nos que portaban sendas banderas panameñas. Las autoridades policivas
de la Zona del Canal, parecían estar dispuestas a permitir dicho tránsito
pacífico por la Zona, razón por la cual era lógico esperar que no se produ-
jeran actos de violencia. Esta actitud de parte de las autoridades policivas
de la Zona del Canal fue confirmada por el Capitán Manuel José Hurtado,
de la Guardia Nacional quien pudo establecer en conferencia que celebró
con el Jefe de la Policía de la Zona del Canal, Mayor Darden, antes de
efectuarse la marcha, la buena disposición de las autoridades zoneítas.
Como consecuencia algunos panameños lograron transitar pacíficamente
por la Zona del Canal portando la bandera nacional sin que ocurrieran
disturbios de ninguna naturaleza. Sin embargo, de manera inesperada cam-
bió la actitud de las autoridades de la Zona del Canal. Una contraorden
dejó sin efecto las disposiciones del Mayor Darden y se impartieron ins-
trucciones en el sentido de no permitir que ningún ciudadano panameño
cruzara el límite. Este súbito cambio de actitud tuvo el efecto de provocar
la resistencia de los panameños, que en ningún momento habían tratado
de hacer presión para entrar en la Zona.”
La situación cobró en seguida mayor gravedad cuando un miembro de las
fuerzas policiales norteamericanas le arrebató la bandera panameña a uno de
nuestros conciudadanos, para acto seguido vejarla en presencia de los mani-
festantes. El panameño portador de la bandera fue víctima ahí mismo de actos
de agresión por parte de varios de los miembros del Cuerpo de Policía de la
Zona del Canal. Fue esta conducta de las autoridades zoneítas la que enardeció
los ánimos de los panameños que con razón se sintieron ofendidos por el
ultraje que habían hecho a la dignidad nacional en la bandera de la Patria. Los
ánimos se caldearon aún más cuando las fuerzas policiales de la Zona respon-
dieron a las manifestaciones de indignación de los panameños con el empleo
de bombas lacrimógenas, de mangueras de agua y armas de fuego. A ésto
vino a agregarse para hacer todavía más crítica la situación, la entrada en
escena de destacamentos de las fuerzas armadas de los Estados Unidos ha-
ciendo un despliegue exagerado y por demás innecesario, de su poderío militar
y su disposición de apostarse en el límite con bayoneta calada en actitud de
impedir la entrada a la Zona del Canal. Sobrevino así la refriega en la cual

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REVISTA LOTERÍA

resultaron heridos —algunos de bala y de bayoneta— más de cuarenta ciuda-


danos panameños. De ahí en adelante los acontecimientos se desarrollaron
con una rapidez que hizo imposible toda acción para contenerlos, hasta culmi-
nar en los actos ejecutados frente a la Embajada de los Estados Unidos cuando
un grupo de panameños arrió la bandera norteamericana que flameaba en el
edificio de dicha Representación Diplomática.
Gracias a la eficaz y patriótica intervención de la Guardia Nacional se
logró restablecer en las últimas horas de la tarde el orden público en la ciudad
capital.
Aparentemente los sangrientos sucesos de los primeros días de noviembre
de 1959, demostraron al Gobierno de los Estados Unidos que el enarbolamiento
de la bandera panameña en la Zona del Canal se había convertido en un espino-
so problema emocional, que agravaba las tensas relaciones existentes entre los
dos países con motivo del Tratado de 1903, y al que era necesario encontrarle
solución adecuada si se quería mantener un clima amistoso entre los habitan-
tes de la Zona y el pueblo de Panamá. En el mes de septiembre de 1960, el
Presidente Eisenhower, permitió que la bandera panameña fuera izada conjun-
tamente con la norteamericana en el triángulo Shaler. Pocos años después, el 7
de enero de 1963, se llegó a un Acuerdo entre los dos Gobiernos, por medio
del cual la bandera panameña sería enarbolada conjuntamente con la norte-
americana en todos los lugares de la Zona del Canal en que ésta es izada por las
autoridades civiles. A pesar de que este Acuerdo no satisface las aspiraciones
panameñas, ya que en él no se contempla el enarbolamiento del pabellón nacio-
nal ni en las bases militares ni en las naves que cruzan el canal, los norteame-
ricanos se resistieron a acatarlo. Fue, precisamente, la resistencia por parte de
la policía y de residentes de la Zona del Canal a dar cumplimiento a este Acuer-
do, la causa inmediata que desató la agresión de los días 9, 10 y 11 del pasado
mes de enero.
Los sangrientos sucesos ocurridos el 3 de noviembre de 1959 de-
muestran que el problema del no enarbolamiento de la bandera panameña en
la Zona del Canal se ha convertido en una causa permanente de fricción
entre los zoneítas y la población panameña; causa esta que, agravada por los
resentimientos que en los panameños origina el Tratado de 1903 y la interpre-
tación que los Estados Unidos da a sus cláusulas, es susceptible, en cualquier

70
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

momento, de producir nuevos brotes de violencia, con su secuela de muertos


y heridos, como ocurrió los días 9, 10 y 11 del pasado mes de enero.

NARRACIÓN DE LOS SUCESOS DE ENERO DE 1964


LOS HECHOS QUE PROVOCARON LA AGRESIÓN
Los orígenes inmediatos de los lamentables sucesos ocurridos durante los
días 9, 10 y 11 de enero, se encuentran en la actitud de no acatamiento a las
órdenes del Gobernador de la Zona del Canal, que adoptaron los residentes de
dicha Zona y miembros del cuerpo de policía, cuando en los últimos días del
mes de diciembre de 1963 este funcionario trató de dar cumplimiento al acuer-
do concertado entre los Gobiernos de Panamá y los Estados Unidos un año
antes, el 7 de enero de 1963, relativo al enarbolamiento de la bandera paname-
ña en la Zona del Canal. Según dicho acuerdo, la enseña de Panamá debe ser
enarbolada conjuntamente con la norteamericana, en todos los sitios de la
Zona del Canal, donde es izada la bandera de los Estados Unidos por las auto-
ridades civiles.
Por razones que desconocemos, las autoridades de la Zona del Canal de-
moraron cerca de un año en intentar dar pleno cumplimiento al acuerdo sobre
las banderas. Más aún, con el fin de desplegar el menor número posible de
banderas panameñas en la Zona, procedieron, en violación del acuerdo, a re-
mover arbitrariamente varias astas de sitios donde tradicionalmente había sido
izada la bandera norteamericana; tales como frente a la residencia del Gober-
nador y frente al edificio de la Capitanía del Puerto. Siguiendo esta política, en
los primeros días del mes de enero del presente año, el Gobernador de la Zona del
Canal ordenó la remoción de las astas en que es izada la bandera de los Estados
Unidos frente a las escuelas públicas y otros lugares.
El asta situada en la plaza de Gamboa, en la región central de la
Zona del Canal, era una de las que debían ser removidas. Sin embargo en
dicho lugar el sargento Carlton Bell al mando de las fuerzas locales de Poli-
cía, se negó a cumplir la orden del Gobernador. Este policía continuo por
varios días izando exclusivamente la bandera norteamericana en Gamboa,
con el aplauso de los zoneítas, y la abierta complicidad de sus superiores
quienes no tomaron ninguna medida para obligar a este miembro de un institu-
to armado de los Estados Unidos a cumplir las órdenes superiores recibidas.

71
REVISTA LOTERÍA

La prensa de los primeros días de enero le dió amplia publicidad al desaca-


to del sargento de policía de Gamboa. Siguiendo su ejemplo, los estudiantes
hijos y nietos de norteamericanos de ocho colegios y escuelas de la Zona del
Canal se negaron también a acatar las órdenes del Gobernador. Azuzados por
sus padres y amparados por los policías, hicieron guardia permanente ante las
astas situadas frente a los planteles de enseñanza, e impidieron que las bande-
ras norteamericanas fueran arriadas por las autoridades. Durante los días 7
y 8 de enero los estudiantes y adultos zoneítas llevaron a cabo manifestacio-
nes ante la residencia del Gobernador para exigirle el enarbolamiento de la
bandera norteamericana en violación al convenio suscrito con Panamá. La
actitud asumida por la policía y los estudiantes zoneítas fue ampliamente
difundida por la prensa local, lo cual acusó gran descontento entre los sec-
tores estudiantiles y ciertos grupos de ciudadanos panameños. El descon-
tento era explicable, por tratarse no tanto de actos de rebeldía contra las
autoridades de la Zona del Canal, sino por la no disimulada complacencia
con que esas mismas autoridades toleraban tales actos de rebeldía, que im-
plicaban también el incumplimiento de un convenio celebrado entre los Es-
tados Unidos y Panamá.
Los acontecimientos a que antes se ha hecho referencia demuestran que
existía entre los civiles y policías zoneítas, un estado de insubordinación con-
tra las órdenes del Gobernador, y que éstos se encontraban dispuestos a llegar
a todos los extremos inclusive al empleo de la violencia, con el fin de evitar que
fuera cumplido el convenio suscrito con Panamá sobre el enarbolamiento de la
bandera panameña en la Zona del Canal. Tal era el estado de excitación en que
se encontraban los zoneítas, que el propio Gobernador Fleming se vió precisa-
do a hacerles un llamado público pidiéndoles que no continuaran oponiéndose
al cumplimiento de los convenios internacionales celebrados con Panamá por
el Gobierno de los Estados Unidos: Dicho comunicado fue entregado a la
prensa en la mañana del día 9, algunas horas antes de que se iniciaran los
sangrientos sucesos que hoy lamentamos, y en parte, dice así:
“Creo que es innecesario que me refiera extensamente a las responsabili-
dades que recaen sobre los ciudadanos de Estados Unidos, de sujetarse a
los compromisos oficiales de su Gobierno. Sí me gustaría, sin embargo,
hacer énfasis en que aquí en la Zona del Canal, donde nuestros actos están

72
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

sujetos al escrutinio directo de ciudadanos de otros países, tenemos una


responsabilidad mayor.
Solicito la cooperación de todos los ciudadanos de Estados Unidos en
estos momentos para honrar los compromisos de nuestro país, demos-
trando buena fe mediante nuestras propias acciones. Debemos dar el ejem-
plo y algunas de nuestras acciones recientes no han sido ejemplares a la
luz de compromisos internacionales de Estados Unidos”.
Es oportuno hacer notar que horas después de expedir el comunicado de
prensa, el Gobernador Fleming partió para los Estados Unidos. El Gobernador
decidió abandonar la Zona del Canal a pesar de que tenía pleno conocimiento del
estado de insubordinación en que desde hacía más de una semana se encontra-
ban los policías y otros habitantes de la Zona y el descontento de los panameños
ante su incapacidad para hacerse obedecer. Salió del aeropuerto en los precisos
momentos en que se iniciaban los primeros incidentes entre estudiantes zoneítas
y panameños, dejando el Gobierno de la Zona del Canal en manos de elementos
identificados con los grupos zoneítas insubordinados.
La ausencia del Gobernador Fleming durante la trágica noche del 9 de
enero, se hizo sentir aún más, debido a la circunstancia de que desde el mes de
agosto no existía Embajador de los Estados Unidos acreditado ante el Gobier-
no de Panamá.
Fueron estos actos de insubordinación de la policía de la Zona del Canal,
de desacato de los estudiantes zoneítas y sus padres, la complacencia de las
autoridades norteamericanas, las causas inmediatas de los trágicos sucesos de
los días 9, 10 y 11 de enero.

LOS ESTUDIANTES PANAMEÑOS EN LA


ESCUELA DE BALBOA
El día 9 de enero de 1964 al terminar sus clases a las 4 de la tarde unos
doscientos (200) estudiantes del Instituto Nacional, entre jóvenes varones y
señoritas, se dirigieron a las oficinas del Director del Plantel para solicitarle la
bandera panameña perteneciente al Colegio con el fin de izarla en el asta de la
Escuela de Balboa para dar así cumplimiento simbólico al Convenio existente
entre los Estados Unidos y Panamá. Cabe advertir que ya, el día anterior, una
Delegación de estos estudiantes se había acercado a la Escuela de Balboa para

73
REVISTA LOTERÍA

informar sus deseos a las autoridades de dicha escuela, las que se manifesta-
ron anuentes a que se realizara el acto. El Director del Instituto Nacional, una
vez cerciorado de que los estudiantes contaban con la anuencia de las autori-
dades del Colegio de Balboa y de que se trataba de un acto pacífico de
reafirmación de la soberanía de Panamá en la Zona del Canal, les hizo entrega
de la bandera del plantel.
Cabe observar que los estudiantes, antes de partir para la Zona del Canal,
tomaron la precaución de informar al doctor Arturo Morgan Morales, Jefe de la
Sección de Relaciones con los Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Ex-
teriores, de la manifestación pacífica que iban a llevar a la Escuela de Balboa.
También conviene observar que el Tercer Jefe de la Guardia Nacional,
Comandante Urrutia, habló telefónicamente con un Teniente de la Guardia
Nacional después que la manifestación estudiantil había ingresado al territorio
de la Zona del Canal; y fue informado por éste de que la marcha de los estu-
diantes se desarrollaba en plan normal y pacífico.
En forma pacífica y ordenada, sin armas y vistiendo el uniforme del cole-
gio, sin cometer ningún acto hostil o de irrespeto a las personas o a la propie-
dad, los estudiantes se dirigieron portando la bandera panameña a los predios
de la escuela superior de Balboa ubicada en la Zona del Canal, con el propósito
de izarla frente a dicha escuela. Luego de bajar las escalinatas del edificio de la
Administración de la Zona del Canal, fueron detenidos por un piquete de poli-
cía que les cerró el paso hacia la Escuela de Balboa.
Luego de un largo parlamento entre los estudiantes y el jefe del pelotón de
policías, éste accedió a que un grupo de seis estudiantes panameños se acer-
cara con la bandera nacional hasta el lugar en que se encuentra el asta frente al
edificio de la Escuela. El oficial de policía había dado plenas seguridades a los
seis estudiantes de que si se separaban del resto del grupo, la policía los prote-
gería para que izaran la bandera panameña y cantaran el Himno Nacional, sin
ser molestados por los estudiantes zoneítas y sus padres, quienes, en número
creciente, se venían congregando en el edificio de la Escuela Superior de Balboa
y en el sitio en que se encuentra el asta de la bandera.
En cumplimiento del acuerdo a que se llegó con el jefe de los
policías, la comisión de seis jóvenes panameños sosteniendo la bandera des-
plegada y el gallardete del Colegio y un cartelón con la leyenda “Panamá es

74
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

soberana en la Zona del Canal”, se dirigió al lugar en que se encuentra el asta


frente al edificio de la Escuela. Al llegar fueron recibidos con visibles muestras
de hostilidad de parte de los estudiantes zoneítas y sus padres. Al intentar los
seis jóvenes panameños cantar el himno, fueron abuchados y silbados por los
zoneítas, quienes procedieron luego a rodearlos y agredirlos físicamente. En la
trifulca los seis estudiantes panameños que portaban la bandera de su Patria
fueron empujados y golpeados por los estudiantes zoneítas azuzados por sus
padres. Inexplicablemente los policías, en lugar de proteger a los panameños,
como había prometido su jefe, se sumaron a la agresión de que éstos eran
víctimas, tratando de sacarlos a la fuerza del área en que se encuentra el asta
de la bandera. En el curso de esta agresión física, un policía zoneíta destrozó
de un golpe de tolete la enseña Patria de la República de Panamá.
Ante empujones y golpes de policías y civiles zoneítas, los seis estudian-
tes panameños fueron obligados a retroceder hasta donde se encontraban sus
compañeros.
Al intentar los miembros del grupo de estudiantes panameños socorrer a
sus seis compañeros, fueron agredidos con toletes por las fuerzas policíacas y
obligados a retirarse a la ciudad de Panamá, con la bandera nacional desgarra-
da y hostigados por dos automóviles radio patrullas con policías zoneítas. En
el curso del largo trayecto fueron objeto de burlas, insultos y golpes por parte
de adultos zoneítas.

LA AGRESIÓN DE LA POLICÍA ZONEÍTA


EN EL LÍMITE
Al llegar los estudiantes a la ciudad de Panamá aproximadamente a las seis y
treinta de la tarde, (6:30 p.m.) acosados por los zoneítas y con la Enseña de su
Patria rota por la policía extranjera, se formaron, espontáneamente, grupos de
ciudadanos que, sin portar armas de ninguna naturaleza, trataron de introducirse a
la Zona del Canal con el único propósito de izar banderas panameñas en esa faja del
territorio nacional.
Los grupos de ciudadanos panameños fueron de inmediato rechazados
por el fuego combinado de las fuerzas de policía armadas de revolver cali-
bre 38 y de civiles zoneítas armados de escopetas de cacería. En esta ac-
ción cayeron los primeros heridos panameños de bala. La noticia de los

75
REVISTA LOTERÍA

sucesos se esparció rápidamente por toda la ciudad capital y al poco tiempo,


nuevos grupos de ciudadanos sin armas fueron acercándose por diversos
sectores a la Avenida que sirve de límite entre la ciudad de Panamá y la Zona
del Canal, en un vano intento de introducirse a la Zona, con el único fin de
izar la bandera panameña. Estos grupos fueron de inmediato agredidos por
la policía y civiles zoneítas armados, causándoles, en las primeras horas de
la noche del día 9, más de cien heridos y seis muertos de bala. El primero en
caer fue el estudiante Ascanio Arosemena de veinte años (20) de edad, quien
recibió, de un policía zoneíta, un balazo calibre 38 especial que le atravesó el
pulmón derecho y la aorta, mientras se encontraba con la bandera panameña
en el sector de la estación del ferrocarril.
Los panameños fueron obligados a replegarse a jurisdicción panameña,
por los contornos del Palacio Legislativo y calles circunvecinas, en la ciudad
de Panamá. Los zoneítas continuaron disparando hacia la ciudad, causando
nuevas bajas a la población civil y consumando la agresión al territorio na-
cional al cruzar el límite jurisdiccional en diversos sitios. Importa señalar
que en esta oportunidad, y a diferencia de lo ocurrido en los disturbios de
los días 3 y 4 de noviembre de 1959, la policía zoneíta no intentó siquiera
emplear mangueras de agua para detener a los manifestantes panameños y
usó poco los gases lacrimógenos. Como lo demuestran los protocolos de
autopsia de las víctimas y los partes médicos de los numerosos heridos, el
arma más empleada fue el revólver calibre 38 de reglamento de la Policía de
la Zona del Canal. Todo lo cual indica que no se recurrió a los medios usuales
de represión en casos de tumultos civiles, sino que se recurrió de inmediato,
sin necesidad y con sevicia al empleo de las armas de fuego contra una pobla-
ción inerme.
Es de importancia recalcar que un número apreciable de las bajas ocurri-
das durante las primeras horas de la noche del 9, fueron jóvenes que portaban
banderas. Ello demuestra que el fuego de la policía y de los civiles zoneítas
estaba particularmente dirigido contra quienes pretendían hacer flamear la ban-
dera panameña y que el verdadero objetivo de la acción armada era el impedir
que el Emblema Nacional fuera enarbolado en la Zona del Canal.
Conviene señalar que a pesar de lo que se ha publicado en ciertos despa-
chos de prensa extranjera, en ningún momento grupos numerosos de ciudada-

76
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

nos panameños trataron de entrar a la Zona del Canal para atacar a las perso-
nas y destruir propiedades. En realidad, se trataba de grupos pequeños de
ciudadanos indignados que llevando a la cabeza a un joven que portaba la
bandera, pretendían introducirse en la Zona y plantar allí, la Enseña Nacional.
Es cierto que en el curso de los sucesos varios automóviles de propie-
dad norteamericana fueron atacados e incendiados por panameños en el
límite. Pero no es menos cierto que tales hechos son inevitables, cuando un
pueblo indefenso, que guarda graves y viejos resentimientos, es agredido y
su Enseña Patria desgarrada por extranjeros en su propio suelo como ocu-
rrió el día 9 de enero. Además, también es cierto que autos panameños
fueron abaleados por tiros de militares entre ellos una ambulancia que con-
ducía heridos al hospital.

EL EJÉRCITO NORTEAMERICANO
ENTRA EN ACCIÓN
Aproximadamente a las ocho de la noche (8:00 p.m.) del 9 de enero, el
General O’Meara asumió el mando supremo del territorio de la Zona del Canal;
y poco después, el Ejército de los Estados Unidos de América, en arreos de
combate y tanques entró en acción a lo largo de las Avenidas Kennedy y 4 de
julio. No obstante, la población civil panameña, enardecida por la agresión no
provocada, de las fuerzas norteamericanas, en pequeños grupos y sin portar
armas, continuó tratando de introducirse en la Zona del Canal con el único
propósito de izar banderas panameñas.
Sin embargo, el fuego de armas automáticas y fusilería de las unidades del
ejército a todo lo largo del límite jurisdiccional fue tan cerrado, que los grupos
de ciudadanos se retiraron al sector panameño. A pesar de ello, las tropas
norteamericanas, que en más de una oportunidad cruzaron a nuestra jurisdic-
ción, continuaron disparando contra la población y el territorio panameño.
Este hecho lo demuestran, a más de los proyectiles extraídos de los muertos
y heridos, los numerosos impactos de bala calibre 30 que se encuentran en el
Palacio Legislativo, las estructuras vecinas y hasta en el cordón de la acera de
la calle 3 de noviembre.
Ráfagas de ametralladoras y de fusilería de largo alcance disparadas desde
el sector de la Avenida Kennedy y las inmediaciones del Hotel Tívoli mataron e

77
REVISTA LOTERÍA

hirieron a civiles panameños que se encontraban en la Avenida Central y la


calle 3 de Noviembre, a varios cientos de metros de la línea limítrofe con la
Zona del Canal. En ocasiones, fue imposible socorrer a los civiles panameños
heridos para ser enviados a los hospitales y centros de primeros auxilios, debi-
do al fuego cerrado del Ejército de los Estados Unidos contra la población y
territorio panameños.
Durante las últimas horas de la noche del 9 de enero y la madrugada y
mañana del día 10, continuaron sucediéndose los actos de agresión armada del
Ejército de los Estados Unidos contra la indefensa población civil panameña.
El fuego de fusilería y las ráfagas de ametralladoras barrían, en forma esporá-
dica pero sistemática, el área bajo jurisdicción panameña comprendida entre
Avenida Kennedy y 4 de Julio y la Calle 3 de Noviembre, calle “J”, Calle
Jerónimo de la Ossa y el sector llamado “El Chorrillo”. El número de bajas
sufridas por la población civil panameña por el fuego de unidades del Ejército
incluye varios muertos y más de cien heridos, durante la noche del día 9 y la
mañana del 10, la mayoría de ellos adolescentes.
Al entrar el Ejército en acción, helicópteros de la Fuerza Aérea norte-
americana, en flagrante violación del espacio aéreo panameño, volaban a baja
altura sobre sitios escogidos de la ciudad capital, contribuyendo con ello, a
aumentar la confusión y el desasosiego entre la población. Durante las horas
de la mañana del día 10, aviones a reacción de la Fuerza Aérea de los Estados
Unidos volaron repetidas veces a baja altura, sobre la ciudad de Panamá con el
evidente propósito de crear pánico.
La presencia de tropas del Ejército de los Estados Unidos, con tanques y
equipo de combate en el sector de las Avenidas Kennedy y 4 de Julio durante
el día 10 de enero, así como las descargas que hacían a la población civil que
se encontraba en las áreas vecinas de la ciudad de Panamá, eran del todo
innecesarias, y tenían como efecto, el excitar a la población panameña. Estos
hechos los comprendió la Comisión Interamericana de Paz, al punto de que la
primera medida que tomó, al llegar a Panamá, fue la de pedirle al gobierno
norteamericano que suspendiera el fuego y retirara las tropas del límite con la
ciudad de Panamá.

78
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

LOS SUCESOS DE LA CIUDAD DE COLÓN


En la ciudad de Colón, los disturbios se iniciaron en la noche del 9 de
enero, una vez que las noticias del agravio infligido a la bandera y los ataques
de que habían sido víctimas los estudiantes del Instituto Nacional, se difundie-
ron entre la población. Grupos de civiles colonenses, la mayoría de ellos ado-
lescentes, siguiendo el ejemplo de los panameños, trataron de introducirse en
territorio bajo jurisdicción norteamericana con el propósito de enarbolar en él
la bandera nacional. Y al igual que en la ciudad capital, fueron despiadadamente
agredidos con el fuego de las armas de la policía y del Ejército de los Estados
Unidos, así como de civiles zoneítas armados.
En la ciudad Atlántica los sucesos se desarrollaron, principalmente en las
Calles 11 y 12 y Avenida Bolívar, entre el edificio denominado “Templo Ma-
sónico” y el antiguo Comisariato ubicado en la Calle 11. La Guardia Nacional
trató de impedir que los ciudadanos panameños hicieran incursiones al territo-
rio bajo jurisdicción norteamericana, portando la bandera nacional. No obstan-
te, algunos panameños sin armas, burlando los esfuerzos de la Guardia Nacio-
nal, lograban internarse en la Zona con banderas. Al igual que en la Capital, la
reacción de la policía y de las unidades del Ejército de los Estados Unidos fue
violenta, sin recurrir previamente, a los usuales métodos de represión en caso
de disturbios callejeros, atacaron a los panameños con el fuego de revólveres,
armas automáticas y fusilería.
Es importante recalcar que al igual que en la ciudad capital, las tropas del
ejército norteamericano con equipo de combate y bayoneta calada invadieron
el territorio bajo jurisdicción panameña. Uno de los sitios en que la tropa ex-
tranjera se internó en Colón fue en calle 12 frente a los edificios “Templo
Masónico” e “YMCA”.
Durante los días 9, 10 y 11 de enero los ataques de las unidades del Ejér-
cito de los Estados Unidos a la población civil colonense desarmada y en
jurisdicción panameña ocasionaron numerosas víctimas y daños materiales. Es
de notar que la mayoría de los muertos y heridos de la ciudad de Colón recibieron
impactos de proyectiles calibre 30, disparados por rifles “Garard” o “M-l” que
son usados por el Ejército Norteamericano. En muchos edificios de la ciudad de
Colón pueden apreciarse los numerosos impactos de proyectiles calibre 30. Va-
rios panameños fueron heridos con bayoneta por las tropas norteamericanas.

79
REVISTA LOTERÍA

La acción de los norteamericanos contra la población colonense tuvo como


consecuencia 141 heridos y tres muertos; la niña Maritza Alabarca de seis
meses de edad; un estudiante Carlos Renato Lara de 18 años y el Sargento
Celestino Villarreta de 43 años de edad de la Guardia Nacional quien fue muer-
to de bala cuando trataba de apaciguar los ánimos de los civiles panameños
exaltados por la masacre de que eran víctimas.
Es de notar que la población civil zoneíta del sector Atlántico también
tomó parte activa en los ataques contra los panameños. En grupos de 20 y 30
los zoneítas merodeaban por los límites con la ciudad de Colón, azuzaban a los
soldados y policías y protegidos por éstos agredían con armas de fuego a los
civiles panameños que pretendían pasear la Bandera Nacional en territorio bajo
jurisdicción norteamericana.
Con las bajas ocurridas en la ciudad de Colón el número de las víctimas
panameñas de la agresión norteamericana alcanzó a 21 muertos y más de 400
heridos.
Los actos de agresión armada contra el territorio y la población
civil panameños ejecutados por las fuerzas de los Estados Unidos en la ciudad
de Colón los días 10 y 11 de enero y en la ciudad de Panamá el día 10 del
mismo mes ésto es más de doce horas después de haberse iniciado los prime-
ros disturbios, son pruebas irrefutables de que en esos días la tropa agredió a
la población panameña cumpliendo órdenes emanadas de las más altas autorida-
des norteamericanas que para ese entonces, se encontraban plenamente ente-
radas de los acontecimientos que ocurrían en Panamá. No es posible, pues,
atribuír dichos ataques a orden precipitada impartida en el lugar de los hechos
por oficiales de menor gradación.

OCUPACIÓN DEL CORREDOR DE COLÓN POR FUERZAS


NORTEAMERICANAS
En el sector Atlántico, a más de los ataques armados no provocados,
antes relatados, fuerzas armadas de los Estados Unidos ocuparon el llamado
Corredor de Colón. Dicha ocupación constituye un acto de agresión contra la
República de Panamá e implica una violación de los tratados existentes entre
los dos países.
En efecto, el tránsito por la carretera transístmica, que une las ciudades

80
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

de Panamá y Colón, fue cerrado al ocupar unidades del Ejercito norteameri-


cano, la noche del día 9 y los días 10 y 11 de enero, el Corredor de Colón.
Dicho Corredor se encuentra bajo jurisdicción panameña de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 3° de la Convención sobre el Corredor de
Colón, suscrita en el año de 1950 entre los gobiernos de Panamá y los
Estados Unidos.
Este acto constituye una clara intromisión de las fuerzas armadas de los
Estados Unidos en territorio bajo plena jurisdicción panameña. El cierre de la
Carretera Transístmica, que es la única vía de comunicación terrestre, implica
además, una agresión de tipo económico contra Panamá y Colón e impidió
hasta el envío de plasma sanguíneo y asistencia médica que se requería con
urgencia en la ciudad de Colón para atender a las víctimas de la agresión del
Ejército Norteamericano en el sector Atlántico. El Corredor de Colón fue abierto
al tránsito debido a gestiones efectuadas por la Comisión Interamericana de
Paz ante las autoridades norteamericanas.

CIERRE DEL PUENTE DE LAS AMÉRICAS


Inmediatamente después de iniciarse los disturbios en la tarde del día 9
de enero, fuerzas del Ejército de los Estados Unidos ocuparon el Puente de
las Américas sobre el Canal de Panamá y lo cerraron al tránsito de vehícu-
los. Con esta acción la ciudad de Panamá quedó aislada del resto del territo-
rio nacional por varios días, medida que contribuyó a agravar la tensa situa-
ción existente entre los dos países.
El cierre del Puente de las Américas al tráfico, constituye una violación
del artículo 6° del Tratado de 1903, que concede a Panamá el derecho de
libre tránsito por las vías de comunicación terrestre de la Zona del Canal.
Además, este acto tuvo el alcance de una agresión económica contra la
República de Panamá, ya que al impedirse el tránsito en el Puente de las
Américas los dos centros urbanos de mayor población, las ciudades de Pa-
namá y Colón, quedaron aisladas y sin comunicación terrestre con las re-
giones agropecuarias del interior de la República.

81
REVISTA LOTERÍA

LA GESTIÓN OFICIAL

Panamá, Enero 10 de 1964.

Su Excelencia Juan Bautista de Lavalle,


Presidente del Consejo de la Organización
de los Estados Americanos,
Unión Panamericana.
Washington, D. C.

En el día de hoy la República de Panamá ha sido víctima de un ataque


armado no provocado contra su territorio y su población civil y cometido por
las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América acantonadas en la
Zona del Canal el cual ha dejado un saldo de varios muertos y más de cien
heridos panameños y creado una situación que pone en peligro la paz en
América. Dicha agresión sufrida por Panamá ha sido desatada sin que me-
diara acto hostil alguno por esta situación. Ruego a Vuestra Excelencia se
sirva reunir inmediatamente al Órgano de Consulta a fin de que de conformi-
dad con lo dispuesto en el Artículo Sexto y en el Ordinal A del Artículo Nove-
no del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca acuerde las medidas
que deban ser tomadas para contener la agresión y mantener la paz y la segu-
ridad del Continente.
GALILEO SOLIS,
Ministro de Relaciones Exteriores
de la República de Panamá.

Panamá, 10 de Enero de 1964.

Señor Secretario de Estado:

En nombre del Gobierno y Pueblo de Panamá presento a Vuestra Exce-


lencia, formal protesta por los actos de despiadada agresión llevados a cabo
por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América acantonadas en
la Zona del Canal, contra la integridad territorial de la República y su pobla-

82
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

ción civil indefensa durante la noche del día de ayer y la mañana de hoy.
La injustificada agresión a que antes me he referido, sin paralelo en la
historia de las relaciones entre nuestros dos países, ha tenido hasta ahora para
nosotros los panameños un trágico saldo de diez y siete muertos y más de
doscientos heridos. Además, los edificios y bienes situados en ciertos sectores
de la ciudad de Panamá colindantes con la Zona del Canal, han sufrido
daños de consideración como consecuencia de los incontrolables actos agresi-
vos de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
La forma inhumana como la policía de la Zona del Canal y luego como las
Fuerzas Armadas norteamericanas agredieron a una romería de no más de cin-
cuenta jóvenes estudiantes de ambos sexos de escuela secundaria, que pretendía
desplegar en forma pacífica la enseña nacional en esa faja de territorio pana-
meño, carece de toda justificación. El incalificable incidente ha revivido episo-
dios del pasado creíamos no volverían a ocurrir en tierras de América.
Los condenables actos de violencia que motivan esta nota no pueden ser
disimulados y menos tolerados por Panamá. Mi Gobierno consciente de su res-
ponsabilidad, hará uso de todos los medios que ponen a su alcance el Derecho,
el Sistema Regional Américano y los Organismos Internacionales, con el fin de
lograr justa indemnización por las vidas truncadas, por los heridos y por los
bienes destruídos, la aplicación de sanciones ejemplares a los responsables de
tales desmanes y las seguridades de que en el futuro ni las Fuerzas Armadas
acantonadas en la Zona del Canal ni la población civil norteamericana residen-
te en esa faja de territorio nacional, volverán a desatar semejantes actos de
agresión contra un pueblo débil y desarmado, pero decidido en la defensa de sus
derechos inalienables.
Finalmente, cumplo con informar a Vuestra Excelencia, que debido a los
sucesos a que antes me he referido, el Gobierno de Panamá considera rotas sus
relaciones diplomáticas con su Ilustrado Gobierno, y en consecuencia, ha im-
partido instrucciones a Su Excelencia el Embajador Augusto G. Arango, para
que regrese cuanto antes a la Patria.
Aprovecho la oportunidad para manifestar a Vuestra Excelencia las se-
guridades de mi más alta consideración.
GALILEO SOLIS,
Ministro de Relaciones Exteriores.

83
REVISTA LOTERÍA

NOTA DE FECHA 10 DE ENERO DE 1964 DIRIGIDA


AL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE SEGURIDAD POR EL
REPRESENTANTE PERMANENTE DE PANAMÁ
En nombre del Gobierno de la República y en mi capacidad de Embajador de
Panamá, Representante Permanente de mi país ante las Naciones Unidas, tengo
el honor— de acuerdo con los Artículos 35 ordinal 1° y 34 de la Carta funda-
mental de las Naciones Unidas— de pedir a Vuestra Excelencia que me permita
ejercer la prerrogativa de solicitar una reunión del Consejo de Seguridad a la
mayor brevedad posible, a fin de examinar asuntos urgentes que se relacionan
con la grave situación que existe entre Panamá y los Estados Unidos de América
por razón del Canal que se encuentra enclavado en nuestro territorio.
Esta trágica situación que vivimos hoy en el Istmo de Panamá ha sido
causada por las repetidas amenazas de agresión y agresiones consumadas
que ha llevado el Gobierno de los Estados Unidos de América en la Repúbli-
ca de Panamá lesionando la soberanía territorial y la integridad de nuestro
territorio y constituyendo de hecho un grave peligro a la paz y seguridad
internacional.
Los hechos más graves, por permitirme citar únicamente los más sobresa-
lientes, fueron los llevados a cabo por la intolerancia del ejército de los Esta-
dos Unidos de América acantonado en la Zona del Canal el día 3 de noviem-
bre de 1959, dando por resultado un saldo de 80 heridos. Desde el día de ayer
Panamá es víctima de una agresión sangrienta que ha dejado un saldo de 20
muertos y más de 300 heridos, poniendo en peligro la paz y la seguridad interna-
cional.
Si esta situación continúa empeorando, el estado de alarma, de inseguri-
dad y violencia ha de continuar, razones por las cuales pedimos que con todo
el respeto que merecemos como nación libre, independiente y soberana y den-
tro del principio del derecho internacional, intervenga la Organización de las
Naciones Unidas, a fin de que estos actos de agresión sean considerados por
el Consejo de Seguridad que usted, dignamente representa.

(Firmado) Aquilino E. BOYD,


Embajador, Representante Permanente
de Panamá ante las Naciones Unidas.

84
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Como complemento a mi nota de hoy en la que solicito una reunión de


emergencia del Consejo de Seguridad para que conozca el caso de la agresión
de que está siendo víctima la República de Panamá por parte de los Estados
Unidos de América, expreso a Vuestra Excelencia, muy respetuosamente, que
Panamá desea intervenir en la sesión de emergencia que Vuestra Excelencia ha
convocado para esta noche y solicita que se le conceda la facultad de partici-
par en la referida sesión.
Hago propicia la ocasión, etc.
(Firmado) Aquilino E. BOYD,
Embajador, Representante Permanente
de Panamá ante las Naciones Unidas.

ORDEN DEL DÍA PROVISIONAL DE LA 1086a. SESION DEL


CONSEJODESEGURIDAD

Que se celebrará en la Sala del Consejo de Seguridad en la Sede (Nueva York),


el viernes 10 de enero de 1964, a las 21.30 horas.
1. Aprobación del orden del día.
2. Carta de fecha 10 de enero de 1964 dirigida al Presidente del Consejo
de Seguridad por el Representante Permanente de Panamá ante las Naciones
Unidas (S/.5509).

TELEGRAMA DEL 10 DE ENERO DE 1964, DIRIGIDO AL SECRETA-


RIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS POR EL SECRETARIO
GENERAL ADJUNTO DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS
ESTADOS AMERICANOS

Cúmpleme transmitirle de conformidad Artículo 54 Carta Naciones Uni-


das texto comunicado expedido Comisión Interamericana de Paz, en sesión
celebrada tarde de hoy:
“El Presidente de la Comisión Interamericana de Paz convocó hoy a las
tres de la tarde una reunión especial pedida conjuntamente por los Gobiernos
de Panamá y de los Estados Unidos.
“La Comisión es parte del sistema interamericano para la preservación de

85
REVISTA LOTERÍA

la paz y se reunió para estudiar los sucesos ocurridos en Panamá durante la


noche del nueve al diez de enero. Anotó considerar inmediatamente el proble-
ma y, con la anuencia de las partes, decidió ocuparse del caso y esta misma
noche trasladarse a Panamá para estudiar la situación y recomendar las medi-
das tendientes a la solución del conflicto.
“La Comisión, que está formada por Argentina, Colombia, Estados
Unidos, República Dominicana y Venezuela, que la preside, decidió pedir al
Consejo de la Organización de los Estados Americanos que, de acuerdo con lo
dispuesto en los Artículos 10 y 11 del Estatuto designe un miembro que susti-
tuya a los Estados Unidos, que es parte del conflicto.”
Reitero a Vuestra Excelencia, etc.
(Firmado), William Sanders,
Secretario General Adjunto.
Organización de los Estados Americanos.

SESION DEL CONSEJO DE SEGURIDAD,


del viernes 10 de enero de 1964.
EL PRESIDENTE: Acabo de recibir una carta del representante permanen-
te de Panamá ante las Naciones Unidas solicitando que se le conceda participar
en la consideración de la cuestión que el Consejo tiene ante sí. Si no hay
objeción, invitaré al representante de Panamá a que tome asiento a la mesa del
Consejo.
.... EL PRESIDENTE: De acuerdo con un pedido del representante de Panamá,
el cual ha sido distribuído como documentos 5509, esta sesión del Consejo de
Seguridad ha sido convocada para examinar la cuestión que acaba de ser in-
cluída en nuestro orden del día.
El primer orador inscrito para hacer uso de la palabra es el repre-
sentante de Panamá.
.... Sr. BOYD (Panamá): Por instrucciones del Gobierno que preside Don
Roberto Chiari, de la República de Panamá, de cuya capital he llegado hace
pocas horas, he solicitado esta reunión de emergencia del Consejo de Seguri-
dad a fin de denunciar ante este máximo organismo político de las Naciones
Unidas el hecho de que la República de Panamá está siendo víctima de un
ataque armado no provocado contra su territorio y su población civil, cometi-

86
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

do por las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América acantonadas en


la Zona del Canal de Panamá, y que semejante ataque ha dejado hasta este
momento un saldo de 20 muertos y más de 300 heridos, creando así una
situación que pone en peligro la paz en el hemisferio occidental.
Se trata, sin duda alguna, de un acto de agresión de que está siendo vícti-
ma Panamá sin que haya mediado acto hostil alguno de parte del Gobierno o
del pueblo o de los ciudadanos panameños.
No es éste el primer acto de agresión cometido en los últimos años por los
Estados Unidos de América contra la República de Panamá.
El 3 de noviembre de 1959, cuando un número de ciudadanos panameños
ordenadamente y en forma pacífica paseaban la bandera nacional por parte del
territorio de la Zona del Canal de Panamá, soldados y policías norteamericanos
agredieron de manera brutal a los pacíficos manifestantes, y como resultado
de tal agresión se produjeron sangrientos incidentes que tuvieron repercusión
internacional y dejaron un saldo de más de 80 heridos. Aquí presento al Con-
sejo un legajo con las pruebas de la mencionada gesta.
Los actos de agresión de que en estos momentos es víctima Panamá
hicieron crisis en la noche de ayer y han continuado en forma sangrienta
durante el día de hoy. Las provocaciones inmediatas que los engendraron fue-
ron iniciadas hace algunos días por parte de estudiantes y ciudadanos norte-
americanos que residen en la Zona del Canal y que se conocen con el nombre
de “zoneítas” en español o “zonians” en inglés. La población norteamericana
de la Zona del Canal de Panamá, formada por estos llamados “zoneítas” o
“zonians” se ha caracterizado siempre por su hostilidad hacia la nación y el
pueblo panameños, por su intransigencia, por sus prejuicios raciales y por su
desprecio no sólo a las costumbres, tradiciones y leyes panameñas, sino a las
propias leyes y obligaciones de los Estados Unidos de América cuando éstas
no son del agrado de tales “zoneítas”, o en alguna forma reconocen, aunque
sea levemente, alguno de los legítimos derechos de Panamá en relación con el
canal que lleva su nombre.
En virtud de un acuerdo existente sobre la República de Panamá y los
Estados Unidos de América, las banderas de ambos países deben flamear con-
juntamente en determinados lugares y edificios de la Zona del Canal. Pues
bien, los señores “zoneítas” se han dedicado a impedir que tal acuerdo sea

87
REVISTA LOTERÍA

cumplido, y ante la pasividad y tolerancia excesiva de las autoridades norteame-


ricanas de la Zona del Canal de Panamá han venido saboteando el cumplimiento
de los convenios que establecen que ambas banderas deben ser izadas en la Zona
del Canal.
En un gesto de complacencia ilegítima hacia los “zoneítas”, el Gober-
nador norteamericano de la Zona del Canal de Panamá decidió arbitrariamente,
o sea, en desconocimiento abierto de los acuerdos establecidos, que no se
izara en algunos de los edificios de la Zona del Canal ni la bandera panameña ni
la norteamericana. Sin embargo, estudiantes norteamericanos que hacen estu-
dios en escuelas situadas en la Zona del Canal de Panamá decidieron, por sí y
ante sí, izar sólo la bandera de los Estados Unidos en dichas escuelas.
Semejante acto de desprecio hacia un acuerdo internacional y de desafío
al pueblo y a la nación de Panamá produjo profundo disgusto en la comunidad
panameña, y como consecuencia de tal desagrado, ayer, en horas de la tarde,
varios estudiantes y ciudadanos panameños optaron por izar la bandera pana-
meña en aquellos lugares en que legalmente debe ser izada.
La respuesta de la policía de la Zona del Canal y de las fuerzas militares
acantonadas en dicha Zona fue la de ametrallar a los pacíficos manifestantes
panameños, dejando el saldo sangriento que he mencionado. Semejantes actos
de asesinato en masa se han repetido durante el día de hoy y continúan. Por las
precauciones que ha tomado la Guardia Nacional de Panamá se han evitado
desgracias mayores a los norteamericanos que allá residen.
La Zona del Canal de Panamá es una franja de territorio de cinco millas a
cada lado del Canal que jamás ha sido vendida, cedida, permutada, arrendada
o en forma alguna enajenada a los Estados Unidos de América. Tampoco ha
sido objeto, ni podría serlo, de conquista o anexión por parte de estos. Por
tanto, Panamá siempre ha mantenido y mantiene su soberanía en tal Zona, en
la cual ha concedido ciertos derechos a los Estados Unidos de América, indis-
pensables y limitados para la construcción, mantenimiento, saneamiento y pro-
tección de ese servicio público internacional que es el Canal de Panamá.
Sin embargo, desde 1903, año en que se consumó la Convención del
Canal Istmico, los Estados Unidos de América se han venido arrogando, gra-
dual y unilateralmente, funciones y prerrogativas que, de acuerdo con los
instrumentos contractuales internacionales vigentes, no les corresponden. Por

88
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

otra parte, el Departamento de Estado ha escuchado con oídos sordos las


reclamaciones de Panamá o ha optado por tomar medidas paliativas y engaño-
sas que, en vez de resolver el problema, lo han ido agravando y complicando
progresivamente. Como excusa del Departamento de Estado, se da a veces la
de que los Estados Unidos no pueden tratar estas cosas bajo presión por parte
de Panamá. Y otras veces se alega que debemos esperar para el logro de un
nuevo tratado la construcción de un proyecto nuevo para un canal a nivel. En
suma: el Gobierno de los Estados Unidos de América nunca ha prestado la
debida atención a las reclamaciones panameñas y ha menospreciado los es-
fuerzos que por largos años han venido haciendo todos los patriotas paname
ños para reconquistar los legítimos derechos de Panamá con respecto al Canal
que lleva su nombre.
A pesar de esto, Panamá siempre ha procedido dentro de los más puros
principios de derecho internacional, y a pesar de que tanto la llamada Conven-
ción del Canal Istmico de 1903 como casi todos los demás convenios
complementales de la misma son un tanto lesivos a Panamá, mi Gobierno los
ha cumplido siempre escrupulosamente hasta ahora.
No podemos decir lo mismo de los Estados Unidos de América, pues a
pesar de que el Tratado de 1903 fue prácticamente impuesto a Panamá, los
Estados Unidos sólo han cumplido aquellas partes del mismo que han tenido a
bien cumplir y en la forma como les ha venido en gana, y lo han interpretado en
muchos casos —puedo afirmar— unilateralmente.
Así, a pesar de que el Tratado de 1903 establecía claramente que los
Estados Unidos debían pagar a Panamá una anualidad de 250.000 dólares en
oro, los Estados Unidos se negaron a pagarlos en oro un buen día y manifes-
taron que a partir de ese momento los pagarían en billetes ya depreciados.
Panamá se negó a recibir tal anualidad y por muchos años dejó de perci-
birla, hasta que en 1936, por medio de otro Tratado, los Estados Unidos logra-
ron que Panamá aceptara recibir, en vez de 250.000 dólares oro, 430.000
dólares en moneda de papel depreciado.
Esto que doy no es más que un ejemplo de uno de los tantos casos en que
los Estados Unidos de América ostensiblemente se han negado a cumplir aquellas
cláusulas del Tratado de 1903 que no les convienen en un momento dado; y
pensar que ese Canal, por el que Panamá recibe tan exigua anualidad, deja a los

89
REVISTA LOTERÍA

Estados Unidos de América una entrada anual bruta de alrededor de 100 millo-
nes de dólares!
Todas estas son fuentes de descontento que han ido exacerbando
los ánimos.
A toda persona que visita a Panamá, no puede menos que resultar chocan-
te y deprimente ver el contraste de miseria, enfermedades y hambre que se
observan en el sector panameño contiguo al Canal y el alto standard de vida
de que disfrutan los zoneítas quienes, entre otras cosas, monopolizan el 90%
de todos los puestos bien remunerados en el Canal, mientras que los paname-
ños tienen el 90% de aquellos puestos de inferiores salarios.
En vista de todas estas provocaciones hechas a través de los años y que
han tenido un estallido en el día de ayer y hoy, los panameños consideramos
como héroes nacionales a todos los compatriotas que han perdido la vida en la
agresión de ayer y que ha continuado hoy.
Deploramos el derramamiento de sangre, pero sabemos que ello
significa la más noble contribución de la nueva generación panameña
al logro de las aspiraciones nacionales. América y el mundo así lo han
comprendido y así nos han expresado en solidaridad.
La Zona del Canal de Panamá no debe continuar bajo el status presente,
que es y será motivo de discordia permanente.
Panamá no puede seguir sometido a tratados inicuos impuestos
contra sus intereses y lesivos a su propia vida.
Es imperativo que el status del Canal de Panamá cambie, ya sea
que éste se nacionalice, pasando a pertenecer al Estado en cuyo territorio se
halla enclavado, o se internacionalice, reconociéndose a Panamá —como ocu-
rre en los canales internacionales— una situación preferencial en relación con
el mismo, pues la democracia no se practica ni se enseña a base del descono-
cimiento de los débiles.
Por eso pedimos la intervención del Consejo de Seguridad y esperamos
que no sólo se nos devuelva la paz y la tranquilidad, sino que se busquen
soluciones permanentes que garanticen el bienestar y el desarrollo económico
de la nación panameña.
Sr. BOYD (Panamá): Panamá ve con beneplácito la proposición formulada
por el representante del Brasil y estima que la misma no tiene nada de incom-

90
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

patible con la actuación que en estos momentos lleva a cabo el Comité de Paz
de la Organización de las Estados Americanos.
La delegación panameña desea dar las gracias más expresivas a los repre-
sentantes que han manifestado su simpatía por las víctimas que han caído en
esta gesta memorable por la consolidación de la nacionalidad panameña; y al
Presidente, en particular, le da las gracias más afectuosas, por la forma
decidida y el fino tacto con que ha sabido presentar la cuestión ante el
Consejo que dignamente preside, porque es para nosotros, los paname-
ños, un aliciente muy grande el tener un representante de Bolivia al frente
del más importante órgano político de las Naciones Unidas en este mo-
mento de prueba.
EL PRESIDENTE: No tengo más oradores inscritos. Los representantes
conocen y muchos de ellos han dado su apoyo a la sugestión del representante
del Brasil en el sentido de autorizar al Presidente del Consejo de Seguridad para
que dirija un llamamiento a los Gobiernos de Estados Unidos y de Panamá a fin
de que tomen inmediatamente las medidas más convenientes para que cesen el
fuego y el derramamiento de sangre.
Si no hay objeción a la propuesta del Brasil, la consideraré aceptada.
EL PRESIDENTE: Me propongo levantar la sesión, pero antes
creo interpretar el sentimiento de los representantes del Consejo al expresar la
complacencia y el reconocimiento por el elevado espíritu con que los repre-
sentantes de Panamá y de los Estados Unidos han considerado este asunto.
Al mismo tiempo, también siento viva complacencia en destacar el interés
y agradecer la valiosa e importante contribución que los miembros del Consejo
han mostrado en este delicado problema, lo cual demuestra que el Consejo de
Seguridad en el futuro ha de atender cualquier cuestión que implique una alte-
ración de la paz.
Por último, al levantar la Sesión lo hago en el entendido de que la cuestión
planteada por el representante de Panamá continúa sometida a la atención del
Consejo de Seguridad.
Se levanta la sesión a las 0.35 horas del sábado 11 de enero de 1964

***

91
REVISTA LOTERÍA

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL EXCELENTÍSIMO


SR. MIGUEL J. MORENO JR., EMBAJADOR, REPRESENTANTE DE
PANAMÁ EN LA SESION EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO DE
LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS
CELEBRADA EL 31 DE ENERO DE 1964.

Señor Presidente:
Séame permitido reiterar ante este honorable Consejo la vocación
panamericanista de la República de Panamá y la voluntad de su Gobierno y de
su pueblo de contribuír a que la Organización de los Estados Americanos
cumpla su misión de salvaguardar la paz en el Continente.
Mi Gobierno ha solicitado la convocación del Organo de Consulta para
que este alto organismo internacional conozca de la agresión cometida contra
mi país por los Estados Unidos de América; y por otra parte, para que acuerde
respecto de esa agresión, las medidas que sean adecuadas y eficaces, con el
fin de garantizar la terminación de esos actos y asegurar el mantenimiento de
la paz, de conformidad con las cláusulas del Tratado Interamericano de Asis-
tencia Recíproca y de la Carta de la Organización de los Estados Americanos.
En concepto del Gobierno y del pueblo de Panamá, esos actos pueden
volver a manifestarse mientras subsistan las causas que los motivaron.
Debo por ello exponer ante el Consejo los hechos dolorosos que sirven de
base a nuestra gestión y la forma en que ocurrieron.
Señalaré para empezar un antecedente muy importante: El Comunicado
Conjunto del 7 de enero de 1963, contiene el compromiso contraído por las
partes de que la bandera panameña sería izada en la Zona del Canal, en todos
los sitios en que la administración hiciera ondear la bandera de los Estados
Unidos. En el proceso de cumplir con esta obligación, las autoridades de la
Zona del Canal adoptaron la política de reducir el número de lugares donde era
costumbre izar la bandera de los Estados Unidos. Por ejemplo: entre los sitios
suprimidos se encontraba la residencia del Gobernador, el Tribunal Distritorial,
la Capitanía del Puerto y los colegios de Balboa, en el sector del Pacífico, y de
Cristóbal, en el del Atlántico.
Surgió entonces una actitud rebelde en los estudiantes del Colegio de Balboa,
cuyos alumnos son en su inmensa mayoría norteamericanos; y desafiando las

92
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

órdenes dictadas por sus propias autoridades, decidieron izar su bandera fren-
te al edificio de la escuela
La noticia apareció en la prensa y provocó enseguida una reacción adver-
sa en la República. Algunos jóvenes panameños, alumnos del Instituto Nacio-
nal que es el plantel principal de enseñanza secundaria en la capital, concibie-
ron la idea de ir a Balboa a izar frente a ese Colegio, el pabellón nacional. En
conversación con el Subdirector de la escuela este funcionario les solicitó que
no tomasen a mal la actitud de los estudiantes. Los jóvenes panameños acep-
taron una proposición de un Capitán de la policía zoneíta en el sentido de que
sólo una delegación reducida de ellos, se adelantara a cantar el Himno Nacional
de Panamá, mientras el resto, en un grupo de unos 150 a 200 jóvenes eran
mantenido a distancia por la policía de la Zona del Canal. Al acercarse al asta
de la bandera, el grupo que representaba a los estudiantes panameños fue
recibido con rechiflas y gritos ofensivos. No contentos con esto, los estudian-
tes zoneítas y sus padres atacaron de hecho a los jóvenes panameños, secun-
dados por agentes de su propia policía.
En la refriega el pabellón panameño fue vejado y desgarrado por los nor-
teamericanos. Acto seguido los estudiantes del Instituto Nacional se vieron
forzados a regresar al territorio bajo jurisdicción panameña, perseguidos por
los civiles y los policías zoneítas.
Eran aproximadamente las seis de la tarde. La noticia de lo ocurrido se
difundió en la capital y ante el espectáculo de la enseña patria desgarrada y
de los jóvenes panameños ultrajados, se congregaron espontáneamente en el
límite entre Panamá y la Zona, grupos de ciudadanos que se solidarizaron
con los estudiantes y que trataron de entrar en la Zonal del Canal con el
único propósito de colocar banderas panameñas en esa faja del territorio
nacional. Allí les cerraron el paso con el fuego combinado de la policía y de
los civiles norteamericanos. Se produjeron los primeros heridos. La noticia
cundió alarmante por toda la ciudad y nuevos grupos se dirigieron desarma-
dos a la Zona del Canal, con el fin de izar allí la bandera panameña y fueron
nuevamente agredidos con saña por la policía y los civiles zoneítas arma-
dos. Cayeron los primeros muertos y aumentó el número de los heridos. Los
panameños fueron obligados a replegarse en los alrededores del Palacio Legis-
lativo y en las calles circunvecinas.

93
REVISTA LOTERÍA

Poco a poco, a eso de las ocho de la noche, las fuerzas del ejército de los
Estados Unidos de América, acantonadas en la Zona del Canal, entraron en acción
con equipo de combate en la avenida limítrofe. El General O’Meara, Jefe del Co-
mando Sur del Ejército de los Estados Unidos, asumió la responsabilidad del mando
supremo en el territorio de la Zona del Canal. El ataque inhumano de un ejército bien
armado no quebrantó el patriotismo de los panameños. La población ya enardecida
por la agresión brutal e injustificada del poderoso ejército, acudió en nuevos grupos
que insistían en entrar a la Zona con banderas panameñas. La acción criminal de los
tanques de guerra y de las armas pesadas hizo la situación más desesperada. Las
armas de largo alcance disparaban desde la avenida limítrofe segando vidas de
panameños congregados a varios cientos de metros de distancia del límite; el fuego
cerrado del poderoso ejército hacía casi imposible socorrer a los heridos y trans-
portarlos a los hospitales. A esto hay que agregar la violación flagrante del espacio
aéreo panameño por helicópteros y aviones de la Fuerza Aérea norteamericana que
volaban a baja altura sobre la capital, contribuyendo así a aumentar la confusión y
el desasosiego entre la población.
Durante la noche del día 9 de enero y la madrugada y la mañana del día 10
se mantiene prácticamente un estado de guerra entre el ejército de los Estados
Unidos y la población civil panameña, que por grupos de miles se acercaban al
Palacio Presidencial pidiendo armas.
Las ráfagas de ametralladoras y el fuego de fusilería barrían en forma
constante el área bajo jurisdicción panameña comprendida entre la Avenida
Central y la avenida limítrofe. Las bajas ocurridas entre la noche del día 9 y la
mañana del 10, llegan a 17 muertos y más de doscientos heridos, entre ellos un
buen número de estudiantes.
Los sucesos de Panamá tuvieron su repercusión en la Ciudad de Colón y
se iniciaron en esa ciudad del Atlántico graves disturbios cuando se conoció la
agresión cometida en la ciudad capital. La población civil se solidarizó con sus
hermanos de Panamá y trató de entrar al territorio bajo jurisdicción norteame-
ricana con el propósito de izar allí la enseña patria. La agresión se repitió en el
escenario de Colón con la misma saña que en Panamá, por unidades del Ejér-
cito de los Estados Unidos con armas de fuego automáticas.
El total de víctimas de la agresión ascendió a 21 muertos y más de 300 heridos.
A la agresión armada no provocada se suma la agresión económica. Ce-

94
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

rraron el tráfico normal del Puente de las Americas cortando así la comunica-
ción de las ciudades de Panamá y Colón con las poblaciones del interior de la
República, lo que produjo la paralización del tránsito entre los centros urbanos
y las regiones agropecuarias con graves daños para la economía nacional. El
cierre del Puente de las Americas constituye un acto violatorio del Artículo 6°
de la Convención del Canal Istmo de 1903, que reafirma el derecho de Panamá
al libre tránsito por las vías públicas que atraviesan la Zona del Canal.
Las fuerzas armadas norteamericanas cerraron igualmente el tránsito del
llamado “Corredor de Colón”, lo que prácticamente impide toda comunicación
entre las ciudades de Panamá y Colón. Dicho Corredor se halla bajo la jurisdic-
ción panameña, de conformidad con lo dispuesto en el Artículo 3° de la Con-
vención sobre el Corredor de Colón suscrito en 1950. Este acto implica una
clara intervención armada de parte de los Estados Unidos en el territorio pana-
meño. El cierre de la Carretera Transístmica, que es la única vía de comunica-
ción terrestre entre las dos ciudades, a más de los perjuicios causados a la
economía panameña, impidió el envío de plasma sanguíneo y del personal
médico que era de urgente necesidad en el sector atlántico para la atención de
las víctimas de la agresión norteamericana.
Señor Presidente, permítame formular algunas explicaciones adicionales
a los hechos que acabo de reseñar. Es necesario que se conozca toda la infa-
mia de que estuvo revestida la agresión.
Señor Presidente, este Consejo es el Tribunal que la conciencia de Améri-
ca ha constituído aquí para que el crimen cometido en Panamá contra un
pueblo débil e indefenso no quede sin recibir la debida sanción. Por eso quiere
Panamá que se conozcan los detalles y toda la saña con que fue cometida. Una
agresión, señor Presidente, es un delito internacional que todos los pueblos
condenan, pero ese delito es aún más grave si se comete, como en el caso de
Panamá, que ha tenido por años en su casa al agresor, que ha sido su amigo y
su aliado. El crimen de la agresión ha dejado un saldo trágico de muertos y
heridos en Panamá, y me temo que pueda sepultar para siempre la fe en la
fraternidad continental. Panamá ha demostrado a través de los 60 años de
relaciones con los Estados Unidos por razón del Canal, su buena fe, su lealtad
para con el aliado que ocupa esa faja de su territorio que se denomina Zona del
Canal. Panamá ha defendido sus derechos respetando siempre el principio

95
REVISTA LOTERÍA

superior de la solidaridad continental. Ningún país del mundo, ningún país de


América, puede tener mejores pruebas de nuestra lealtad a ese principio, que
los Estados Unidos. A pesar de nuestras diferencias en el campo de nuestras
relaciones no ha podido señalarse de parte de un panameño un acto de sabotaje
en la Zona del Canal. No hemos vacilado nunca en la defensa de nuestros
derechos, pero lo hemos hecho dignamente y sin posiciones mezquinas. Ya
comprenderá la América entera lo que significa para Panamá que a su conduc-
ta de aliado y amigo se le haya correspondido con una agresión sin justifica-
ción alguna; que la reclamación de sus derechos haya encontrado como res-
puesta la voz de la metralla. Los pueblos de América no pueden dejar de con-
siderar el pago que Panamá ha recibido por su lealtad y por su amistad sincera
para los Estados Unidos de América.
A jóvenes estudiantes que entran en un territorio que es parte inte-
grante de la República, se les recibe con la metralla y con la muerte.
Lo que pudo haberse solucionado como un acto de policía, dio origen a un
exagerado despliegue de poderío militar por parte de una Gran Potencia, que
hizo alarde de su fuerza ante un pueblo inerme.
Y debo insistir en este cuadro, señor Presidente: por un lado un
pueblo desarmado, y por el otro un ejército que cuenta con el más
poderoso armamento que se conozca. A la metralla, los estudiantes
panameños, que no tenían dónde conseguir armas, responden con pie-
dras mientras las balas siembran la muerte a su alrededor. No había provocación,
estaban en su Patria, sólo querían ejercer el derecho a que la bandera paname-
ña ondeara en un territorio que es parte integrante de la República.
Hay un aspecto de esta trágica situación, señor Presidente, que deseo
destacar: el movimiento de los estudiantes panameños no fue preparado, sur-
gió espontáneamente cuando llegó a Panamá la noticia de que los estudiantes
del Colegio Superior de Balboa habían izado la bandera americana ante el cole-
gio, con prescindencia de la bandera nacional. Nació una intención pura en el
alma de los estudiantes panameños: que la bandera panameña ondeara junto
con la norteamericana, porque la Zona es territorio panameño y porque así lo
habían acordado los dos Gobiernos el 7 de enero de 1963. Tan espontáneo, tan
improvisado es el movimiento, que ni siquiera cuentan con la bandera que han
de llevar a la Zona. Se acercan al Rector del Colegio y le piden la bandera del

96
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

plantel. ¡De cuánta sinceridad y de cuánta dignidad está revestida esta escena!
El Rector les entrega el pabellón del colegio y les recomienda que lo cuiden por
lo que significa en la tradición gloriosa del Instituto Nacional. Si no hubiera
existido una intención noble, los estudiantes le habrían ocultado al Rector sus
proyectos. El Rector no ve en esto nada que pueda causar un conflicto. Los
estudiantes no pretenden otra cosa que llegar al Colegio Superior de Balboa en
actitud pacífica y enarbolar allí, porque tienen derecho, el emblema de la patria
y entonar el himno nacional. Pero surge la soberbia de esa población de
emigrados que se llaman zoneítas que se cree superior a los panameños
oscuros de piel, y que en casa ajena, quieren tener más derechos de los que
le han sido concedidos. Y esa soberbia es respaldada por un ejército, con el
uso de la fuerza.
La agresión armada no fue un acto de irreflexión, ni precipitado, que deba
imputarse a la soldadesca irresponsable. Si así hubiera sido no habría llegado a
los extremos que he señalado ni habría causado todos los muertos y heridos
que causó. Si la policía y los soldados hubieran actuado sin órdenes de sus
jefes, la agresión habría cesado por mandato superior, una vez ocurridas las
primeras bajas. Pero no fue así. He ahí, señor Presidente, señores del Consejo,
la responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos; por las muertes y por
los daños causados durante los luctuosos sucesos del 9 y 10 de enero de
1964.
Insisto señor Presidente, en que el delito de agresión, que es en sí muy
grave, resulta aun más grave en el caso que motiva la denuncia de Panamá,
porque se trata de la agresión de la potencia más poderosa del mundo a un país
débil y desarmado. Y todavía más; la agresión, no provocada, lleva a la muerte
a jóvenes estudiantes indefensos.
Todos los países de América conocen la historia de nuestras relaciones
con los Estados Unidos de América. Panamá se ha esforzado de buena fe y
siempre en forma amistosa, en eliminar las causas de fricción entre nuestros
dos países. Su posición ha sido mal interpretada y su buena fe ignorada en
forma reiterada. El pueblo de Panamá, paciente y noble, ha esperado sin
asumir actitudes violentas a que se le hiciera justicia. Todo esfuerzo ha sido
inútil, toda actitud de confianza ha sido burlada, todo acuerdo logrado ha sido
incumplido. Es esto, señor Presidente, señores del Consejo, lo que va minando

97
REVISTA LOTERÍA

la confianza recíproca entre los gobiernos y los pueblos.


Lo que Panamá presenta ante ustedes es la causa de la justicia. Esperamos
que el veredicto de América le haga honor a su condición de Continente de la
libertad y de la justicia. El Continente Americano es una fuerza de balance en la
política internacional; pero para mantener esa condición enaltecedora es nece-
sario que se haga justicia en su propio suelo. La agresión, señor Presidente, no
puede ser instituída como medio de silenciar las justas reclamaciones de los
pueblos. El pueblo de Panamá ha demostrado que no está dispuesto a resignar-
se con la injusticia, y que no aceptará que se acalle su voz con el fuego de las
metrallas. Para que eso suceda, sería necesario que desapareciera la nación
panameña.
Señor Presidente, el caso de Panamá es el caso de América. El
panamericanismo que tuvo su cuna en Panamá con el Congreso Anfictiónico
de Bolívar, no puede perecer con la institución de la fuerza como instrumento
de política internacional. A mi país le preocupa que la historia de nuestras
relaciones con los Estados Unidos pueda fundarse en la fuerza, que América y
el mundo no podrían tolerar. La experiencia dolorosa sufrida por Panamá en
los primeros días de enero de 1964 es una advertencia a la Organización de los
Estados Americanos. Si a Panamá no se le hace justicia me temo que la fe y la
esperanza de nuestros pueblos se derrumbe totalmente con perjuicio para la
convivencia pacífica en América. Lo ocurrido en Panamá debe incitar a la
convivencia pacífica en América. Lo ocurrido en Panamá debe incitar a la
meditación sobre la suerte futura de la solidaridad continental. Si es la fuerza la
que va a regir en lo futuro las soluciones de los conflictos que puedan surgir
entre nuestros países y los Estados Unidos, habremos sepultado para siempre
el sistema jurídico americano, que representa un patrimonio valioso para la
comunidad continental. Pensemos que las instituciones del Derecho Interna-
cional Americano constituyen la defensa de la América débil. Su justa aplica-
ción en el caso de Panamá ha de robustecerlas.
Mi Gobierno ha invocado el Tratado de Asistencia Recíproca que es el
instrumento con que América puede preservar la paz en el Continente.
Fiel al principio de que el recurso de la fuerza para la solución de las
controversias entre los Estados, es contrario al derecho internacional
americano, el Tratado de Río señala la obligación de no recurrir a la amena-

98
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

za ni al uso de la fuerza en sus relaciones internacionales.


En contravención al Tratado de Asistencia Recíproca, los Estados
Unidos han recurrido en sus relaciones con Panamá al uso de la fuerza armada
y han tratado de silenciar con las armas las reclamaciones muy justas de la
Nación Panameña. Y la agresión cometida se mantiene latente en el límite que
separa a la Zona del Canal del resto de la República. Ahí están las Fuerzas
Armadas de los Estados Unidos en actitud alerta para detener al pueblo de
Panamá en el ejercicio de sus derechos. Ese es el mayor peligro, señor Presi-
dente. La agresión no ha cesado; la agresión está latente, y saldrá a la superfi-
cie en cuanto los panameños exijan el cumplimiento por parte de los Estados
Unidos de las obligaciones contraídas con Panamá. Viviremos bajo la amenaza
constante del ataque armado norteamericano. ¿Pueden los países hermanos de
América dejar a Panamá abandonada a su propia suerte, a merced de la volun-
tad de una potencia engreída con su poderío y que ha demostrado que está
dispuesta a no reconocer a la nación panameña sus derechos y, lo que es peor,
a obligarla a someterse a la injusticia por medio de la fuerza? La agresión,
insisto señor Presidente, no ha cesado.
Hago, señor Presidente, un llamado solemne a los países hermanos de
América para que con la condena de la agresión de que ha sido objeto mi país,
salvemos la fe de nuestros pueblos en la eficacia del sistema jurídico
interamericano. La causa de Panamá es la causa de América, porque es la
causa de la justicia frente a la fuerza y del derecho de los débiles frente a la
prepotencia del fuerte. De lo que se resuelva en el caso de Panamá dependerá
el futuro de ese principio que todos defendemos de la igualdad soberana de los
Estados grandes y pequeños, débiles y poderosos.
Y ahora, señor Presidente, se nos va a decir, sin duda, que no hubo tal
agresión; que las fuerzas militares de los Estados Unidos actuaron en legítima
defensa y que fueron ellos las víctimas de la agresión. Pero nadie en el mundo lo
creerá, porque Panamá ni siquiera tiene un ejército; y un país sin ejército no está
en capacidad de agredir militarmente a los Estados Unidos ni a ninguna otra
potencia, grande o pequeña. No era posible que los estudiantes con piedras
recogidas en el momento, al borde del camino, lograran atemorizar a la
mayor potencia del mundo, hasta obligarla a tomar medida alguna más allá
de las normales de policía, para restablecer el orden público y mantener la

99
REVISTA LOTERÍA

tranquilidad social. Pero no hay nada más peligroso que un pueblo chico
acorralado, sobre todo cuando ese pueblo es noble y es patriota y cuando su
acción está movida por la voluntad heroica de defender sus derechos. En
consecuencia, tengo el honor de presentar a este honorable Consejo el pro-
yecto de resolución que me permito hacer llegar al señor Presidente, con el
ruego de que ordene su lectura por la Secretaría.

ANUNCIO OFICIAL DEL CONSEJO DE LA “OEA”


El presidente de la Comisión General del Consejo de la Organización de
Estados Americanos actuando provisionalmente como Organo de Consulta,
se complace en anunciar que los representantes debidamente autorizados de
los gobiernos de la República de Panamá y de los Estados Unidos de América
han convenido en nombre de sus gobiernos en una declaración conjunta que
en los idiomas español e inglés se transcribe a continuación:
“De conformidad con las amistosas declaraciones anexas de los Presiden-
tes de los Estados Unidos de América y de Panamá del 21 y 24 de marzo de
1964 respectivamente, que coinciden en un sincero deseo de resolver favora-
blemente todas las diferencias entre los dos países.
Reunidos bajo la presidencia del señor Presidente del Consejo y luego de
reconocer la valiosa cooperación prestada por la Organización de los Esta-
dos Americanos a través de la Comisión Interamericana de Paz y de la De-
legación de la Comisión General del Órgano de Consulta, los representantes
de ambos gobiernos han acordado:
1.— Restablecer relaciones diplomáticas.
2.— Designar sin demora embajadores especiales con poderes sufi-
cientes para procurar la pronta eliminación de las causas del conflicto
entre los dos países, sin limitaciones ni pre-condiciones de ninguna clase.
3.— En consecuencia, los embajadores designados iniciarán de
inmediato los procedimientos necesarios con el objeto de llegar a un convenio
justo y equitativo que estaría sujeto a los procedimientos constitucionales de
cada país.
El Presidente de la Comisión General del Órgano de Consulta hace constar
que las partes están de acuerdo en que ambos textos son igualmente auténticos y
que las palabras “convenio” en la versión en español y “Agreement” en la versión

100
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

en inglés abarcan todas las posibles formas de compromisos internacionales.

TEXTO DE LA TRADUCCIÓN HECHA POR LA SECRETARÍA DEL


CONSEJO DE LA O. E. A. DE LAS DECLARACIONES DEL
PRESIDENTE JOHNSON
Es motivo de profundo pesar la actual incapacidad para resolver nuestras
diferencias con Panamá.
Nuestros dos países están ligados no sólo por un convenio o un interés
determinado. Estamos unidos en un sistema interamericano cuyo objetivo es,
en las palabras de la carta, el de proveer mediante su mutua comprensión y su
respeto por la soberanía de cada uno, el mejoramiento de todos.
De conformidad con los muchos tratados y declaraciones que forman la
estructura de dicho sistema, hemos sido por mucho tiempo aliados en la lucha
por fortalecer la democracia y mejorar el bienestar de nuestro pueblo.
Nuestra historia es testigo de esta esencial unidad de interés y de credo.
Panamá ha acudido sin vacilaciones a nuestro lado dos veces en este siglo
cuando nos vimos amenazados por la agresión. El 7 de diciembre de 1941
Panamá declaró la guerra a quienes nos atacaron aun antes de que nuestro
propio Congreso tuviese tiempo de hacerlo. Desde esa guerra Panamá de
lleno se ha unido a nosotros y a nuestras Repúblicas hermanas, para forjar
los convenios y los objetivos de este continente.
Hemos tenido también una relación muy especial con Panamá, ya que ha
compartido con nosotros los beneficios, la carga y la responsabilidad de man-
tener el Canal de Panamá como línea vital de defensa y clave de la prosperidad
hemisférica. Todas las naciones libres están agradecidas por el esfuerzo que
ha dedicado a esa tarea.
A medida que cambian las circunstancias, a medida que la historia va
forjando nuevas actitudes y aspiraciones hemos analizado periódicamente esta
relación especial.
Estamos plenamente conscientes de que las demandas que hace el Go-
bierno de Panamá y la mayoría del pueblo panameño no surgen de malicia
o del odio hacia los Estados Unidos de América. Se fundan en un hondo
sentido de las necesidades sinceras y justas de Panamá. Es, por lo tanto,
nuestra obligación, como aliados y compañeros, la de reexaminar estas

101
REVISTA LOTERÍA

demandas y satisfacerlas sea tanto justo como posible.


Estamos prontos para hacerlo.
Estamos preparados para reexaminar todas las diferencias que ahora nos
dividen y todo problema que el gobierno panameño desee presentar.
Estamos preparados a hacerlo en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
Tan pronto como sea invitado por el gobierno de Panamá, nuestro Em-
bajador se pondrá en camino. Designaremos también un Representante Espe-
cial, quien llegará con plenos poderes para tratar cualquier dificultad.
Se les encomendará la responsabilidad de buscar una solución que reco-
nozca las demandas razonables de Panamá y proteja los intereses de todas
las Naciones Americanas en el Canal. No podemos determinar, —aún antes
de nuestras consultas, la mejor forma que pueda tomar dicha solución —
sin embargo, sus instrucciones no impedirán ninguna solución que sea justa
y se sujete a los procesos constitucionales pertinentes de nuestros dos go-
biernos.
Espero que sobre esta base podamos comenzar a resolver nuestros pro-
blemas y avancemos al encuentro de los verdaderos enemigos de este hemis-
ferio: El hambre y la ignorancia, la enfermedad y la injusticia. Sé que el Presi-
dente Chiari comparte esta esperanza. Pues a pesar de los desacuerdos actua-
les, los valores e intereses comunes que nos unen son mucho más fuertes y
más duraderos que las diferencias que hoy nos dividen.

TEXTO DE LAS DECLARACIONES


DEL PRESIDENTE CHIARI
“Considero muy interesantes las declaraciones del Presidente Johnson. En mu-
chos aspectos sus apreciaciones sobre las relaciones entre Panamá y Esta-
dos Unidos son constructivas. Ambos países se encuentran vinculados muy
de cerca por el común interés de la vía interoceánica. Durante las dos gran-
des guerras mundiales Panamá y Estados Unidos unieron sus esfuerzos y,
proporciones guardadas, contribuyeron a la victoria de la causa de la demo-
cracia como sistema de Gobierno.
No obstante lo anterior, ambas naciones han tenido serias dificultades debi-
do a cláusulas contractuales existentes desde 1903 que lesionan la dignidad de
Panamá. Es allí donde está la causa de los graves conflictos que en la actualidad

102
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

nos mantienen distanciados. Si el Canal exige la convivencia sincera de paname-


ños y norteamericanos, si para las dos naciones implica derechos y deberes, no
comprendo por qué se elude la necesidad de ir al fondo de la cuestión para
erradicar las causas de conflicto, sin precondiciones ni limitaciones, animados
ambos Gobiernos por el deseo de solucionar una vez por todas las diferencias y
los problemas que afectan las relaciones amistosas y sinceras que deben y tienen
que prevalecer entre ambos pueblos, precisamente por la existencia del Canal,
obra a la cual están vinculados los dos países.
Con acierto reconoce el Presidente Johnson en su declaración, que no hay
malicia ni odio en los reclamos de Panamá, porque son justos y sinceros. Del
texto de sus declaraciones se desprende el propósito de que las relaciones se
restablezcan y designar representantes especiales para solucionar estos asun-
tos. Si esto nos ha de llevar a un convenio justo y equitativo, yo estoy dispues-
to a actuar en ese sentido. Por ello reitero mi apoyo a la fórmula anunciada por
la O. E. A. Llegaríamos así a una solución clara, a una definición precisa de las
obligaciones y de los derechos de las dos naciones, para resolver en esa forma
todos sus problemas y diferencias, que nos traería un clima de sincera y estre-
cha convivencia, indispensable para la seguridad continental, y la estabilidad
del sistema democrático.
Mientras ambos países se ponen de acuerdo y se llenan los trámites cons-
titucionales correspondientes, es obvio que cada uno —cumplirá sus deberes
y obligaciones a fin de no entorpecer las operaciones de la vía interoceánica”.

TEXTOS OFICIALES SOBRE LA DENUNCIA


PANAMEÑA ANTE EL CONSEJO DE SEGURIDAD
NACIONES UNIDAS, Nueva York. — El Departamento de Información
de la Organización de las Naciones Unidas dio a la prensa los siguientes textos
oficiales relacionados con la sesión del Consejo de Seguridad en la cual el
Representante de Panamá, Aquilino E. Boyd, denunció “el hecho de que la
República de Panamá está siendo víctima de un ataque armado no provocado
contra su territorio y su población civil, cometido por las Fuerzas Armadas de
los Estados Unidos acantonadas en la Zona del Canal de Panamá”.
Carta de fecha 10 de Enero de 1964 dirigida al Presidente del Consejo de Seguri-
dad por el representante permanente de Panamá.

103
REVISTA LOTERÍA

En nombre del Gobierno de la República y en mi capacidad de Embajador de


Panamá, Representante Permanente de mi país ante las Naciones Unidas, tengo el
honor —de acuerdo con el artículo 25 ordinal 1° y 34 de la Carta fundamental de
las Naciones Unidas— de pedir a Vuestra Excelencia que me permita ejercer la
prerrogativa de solicitar una reunión del Consejo de Seguridad a la mayor brevedad
posible, a fin de examinar asuntos urgentes que se relacionan con la grave situación
que existe entre Panamá y los Estados Unidos de América por razón del Canal que
se encuentra enclavado en nuestro territorio.
Esta trágica situación que vivimos hoy en el Istmo de Panamá ha sido
causada por las repetidas amenazas de agresión y agresiones consumadas que
ha llevado a cabo el Gobierno de los EE. UU. de América en la República de
Panamá lesionando la soberanía territorial y la integridad de nuestro territorio y
constituyendo de hecho un grave peligro a la paz y seguridad internacional.
Los hechos más graves, por permitirme citar únicamente los más sobre-
salientes, fueron los llevados a cabo por la intolerancia del ejército de los Esta-
dos Unidos de América acantonado en la Zona del Canal el día 3 de noviembre
de 1959, dando por resultado un saldo de 80 heridos. Desde el día de ayer
Panamá es víctima de una agresión sangrienta que ha dejado un saldo de 20
muertos y más de 300 heridos, poniendo en peligro la paz y la seguridad
internacional.
Si esta situación continúa empeorando, el estado de alarma, de inseguridad
y violencia ha de continuar, razones por las cuales pedimos que con todo el
respeto que merecemos como nación libre, independiente y soberana y dentro
del principio del derecho internacional, intervenga la Organización de las Na-
ciones Unidas, a fin de que estos actos de agresión sean considerados por el
Consejo de Seguridad que usted dignamente representa.
(fdo.) AQUILINO E. BOYD
Embajador, Representante Permanente
de Panamá ante las Naciones Unidas.

Versión taquigráfica
EL PRESIDENTE: Acabo de recibir una carta del representante permanente
de Panamá ante las Naciones Unidas solicitando que se le conceda participar en
la consideración de la cuestión que el Consejo tiene ante sí. Si no hay objeción,

104
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

invitaré al representante de Panamá a que tome asiento a la mesa del Consejo.


EL PRESIDENTE: De acuerdo con un pedido del representante de Pana-
má, el cual ha sido distribuido como documento S/5509, esta sesión del Con-
sejo de Seguridad ha sido convocada para examinar la cuestión que acaba de
ser incluida en nuestro orden del día.
El primer orador inscrito para hacer uso de la palabra es el representante
de Panamá.
SR. BOYD (Panamá): Por instrucciones del Gobierno que preside Don
Roberto Chiari, de la República de Panamá, de cuya capital he llegado hace
pocas horas, he solicitado esta reunión de emergencia del Consejo de Seguri-
dad a fin de denunciar ante este máximo organismo político de las Naciones
Unidas el hecho de que la República de Panamá está siendo víctima de un
ataque armado no provocado contra su territorio y su población civil, cometi-
do por las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América acantonadas en
la Zona del Canal de Panamá, y que semejante ataque ha dejado hasta este
momento un saldo de 20 muertos y más de 300 heridos, creando así una
situación que pone en peligro la paz en el hemisferio occidental.
Se trata, sin duda, alguna, de un acto de agresión de que está siendo
víctima Panamá sin que haya mediado acto hostil alguno de parte del Gobierno
o del pueblo o de los ciudadanos panameños.
No es este el primer acto de agresión cometido en los últimos añospor los
Estados Unidos de América contra la República de Panamá.
El 3 de Noviembre de 1959, cuando un número de ciudadanos paname-
ños ordenadamente y en forma pacífica paseaban la bandera nacional por parte
del territorio de la Zona del Canal de Panamá, soldados y policías norteamerica-
nos agredieron de manera brutal a los pacíficos manifestantes, y como resulta-
do de tal agresión se produjeron sangrientos incidentes que tuvieron repercu-
sión internacional y dejaron un saldo de más de 80 heridos. Aquí presento al
Consejo un legajo con las pruebas de la mencionada agresión.
Los actos de agresión de que en estos momentos es víctima Panamá hicie-
ron crisis en la noche de ayer y han continuado en forma sangrienta durante el
día de hoy. Las provocaciones inmediatas que los engendraron fueron iniciadas
hace algunos días por parte de estudiantes y ciudadanos norteamericanos que
residen en la Zona del Canal y que se conocen con el nombre de “zoneítas” en

105
REVISTA LOTERÍA

español o “zonians”, en inglés. La población norteamericana de la Zona del


Canal, de Panamá, formada por estos llamados “zoneítas” o “zonians”, se ha
caracterizado siempre por su hostilidad hacia la nación y el pueblo panameños,
por su intransigencia, por sus prejuicios raciales y por su desprecio, no sólo a
las costumbres, tradiciones y leyes panameñas, sino a las propias leyes y
obligaciones de los Estados Unidos de América cuando éstas no son del agra-
do de tales “zoneítas”, o en alguna forma reconocen, aunque sea levemente,
alguno de los legítimos derechos de Panamá en relación con el canal que lleva
su nombre.
En virtud de un acuerdo existente entre la República de Panamá y los
Estados Unidos de América, las banderas de ambos países deben flamear con-
juntamente en determinados lugares y edificios de la Zona del Canal. Pues
bien, los señores “zoneítas” se han dedicado a impedir que tal acuerdo sea
cumplido, y ante la pasividad y tolerancia excesiva de las autoridades norteame-
ricanas de la Zona del Canal de Panamá han venido saboteando el cumplimiento
de los convenios que establecen que ambas banderas deben ser izadas en la Zona
del Canal.
En un gesto de complacencia ilegítima hacia los “zoneítas”, el Gobernador
norteamericano de la Zona del Canal de Panamá decidió arbitrariamente, o sea,
en desconocimiento abierto de los acuerdos establecidos, que no se izara en
alguno de los edificios de la Zona del Canal ni la bandera panameña ni la norte-
americana. Sin embargo, estudiantes norteamericanos que hacen estudios en
escuelas situadas en la Zona del Canal de Panamá decidieron, por sí y ante sí,
izar sólo la bandera de los Estados Unidos en dichas escuelas.
Semejante acto de desprecio hacia un acuerdo internacional y de desafío
al pueblo y a la nación de Panamá produjo profundo disgusto en la comunidad
panameña, y como consecuencia de tal desagrado, ayer, en horas de la tarde,
varios estudiantes y ciudadanos panameños optaron por izar la bandera pana-
meña en aquellos lugares en que legalmente debe ser izada.
La respuesta de la policía de la Zona del Canal y de las fuerzas militares
acantonadas en dicha Zona fue la de ametrallar a los pacíficos manifestantes
panameños, dejando el saldo sangriento que he mencionado. Semejantes actos
de asesinato en masa se han repetido durante el día de hoy y continúan. Por las
precauciones que ha tomado la Guardia Nacional de Panamá se han evitado

106
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

desgracias mayores a los norteamericanos que allá residen.


(La Estrella de Panamá, domingo 19 de enero de 1964)

LA HISTÓRICA NOTA POR MEDIO DE LA CUAL


PANAMÁ ROMPIÓ CON EE. UU.
Publicamos a continuación el texto de la histórica nota por medio de la
cual el Gobierno de Panamá rompió relaciones diplomáticas con el Gobierno
de los Estados Unidos de América el día 10 del presente mes de enero.
Dicha nota fue enviada en horas de la tarde del día 10 de enero, directa-
mente al Departamento de Estado por teletipo, y al día siguiente el Licenciado
Eloy Benedetti, Asesor Jurídico de la Cancillería, le entregó personalmente, a
las 3 de la tarde, el original de la nota al entonces Encargado de Negocios de
los Estados Unidos, señor Wallace Stuart.

Panamá, 10 de Enero de 1964.

Señor Secretario de Estado:

En nombre del Gobierno y Pueblo de Panamá, presento a Vuestra Exce-


lencia formal protesta por los actos de despiadada agresión llevados a cabo
por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América acantonadas en la
Zona del Canal, contra la integridad territorial de la República y su población
civil indefensa durante la noche del día de ayer y la mañana de hoy.
La injustificada agresión a que antes me he referido, sin paralelo en la
historia de las relaciones entre nuestros dos países, ha tenido hasta ahora para
nosotros los panameños un trágico saldo de diez y siete muertos y más de
doscientos heridos. Además, los edificios y bienes situados en ciertos secto-
res de la ciudad de Panamá colindantes con la Zona del Canal, han sufrido
daños de consideración como consecuencia de los incontrolables actos agre-
sivos de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
La forma inhumana como la policía de la Zona del Canal y luego como las
Fuerzas Armadas norteamericanas agredieron a una romería de no más de cin-
cuenta jóvenes estudiantes de ambos sexos de escuela secundaria, que preten-
dían desplegar en forma pacífica la enseña nacional en esa faja de territorio

107
REVISTA LOTERÍA

panameño, carece de toda justificación. El incalificable incidente ha revivido epi-


sodios del pasado que creíamos que no volverían a ocurrir en tierras de América.
Los condenables actos de violencia que motivan esta nota no pueden ser
disimulados y menos tolerados por Panamá. Mi Gobierno, consciente de su
responsabilidad, hará uso de todos los medios que ponen a su alcance el Dere-
cho, el Sistema Regional Americano y los Organismos Internacionales, con el
fin de lograr justa indemnización por las vidas truncadas, por los heridos y por
los bienes destruidos, la aplicación de sanciones ejemplares a los responsables
de tales desmanes y las seguridades de que en el futuro ni las Fuerzas Armadas
acantonadas en la Zona del Canal ni la población civil norteamericana residente
en esa faja de territorio nacional, volverán a desatar semejantes actos de agre-
sión contra un pueblo débil y desarmado, pero decidido en la defensa de sus
derechos inalienables.
Finalmente, cumplo con informar a Vuestra Excelencia, que debido a los
sucesos a que antes me he referido, el Gobierno de Panamá considera rotas las
relaciones diplomáticas con su Ilustrado Gobierno, y en consecuencia, ha
impartido instrucciones a Su Excelencia el Embajador Augusto G. Arango,
para que regrese cuanto antes a la Patria.
Aprovecho la oportunidad para manifestar a Vuestra Excelencia las segu-
ridades de mi más alta consideración.
GALILEO SOLÍS,
Ministro de Relaciones Exteriores.
(La Estrella de Panamá, sábado 18 de enero de 1964)

108
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

3. 1964 en la opinión nacional

RELATO OBJETIVO DE LO OCURRIDO EN BALBOA


EL JUEVES 9 DE ENERO
Por GUILLERMO GUEVARA PAZ,
Alumno del VI Año de Letras del Instituto Nacional.

Como reportero del periódico Impacto del Instituto Nacional el miércoles


anterior al día de los sucesos, me apersoné a las oficinas de la Escuela Supe-
rior de Balboa para investigar lo relativo a la actitud de los muchachos de este
plantel en lo referente al problema de la bandera.
El Rector del plantel nos remitió a las oficinas del señor Baldwin en el
edificio de la administración; este señor me informó que la permanencia de la
bandera americana sin la compañía de la nacional era un acto ilegal y que sólo
permanecía flameando por la tenacidad de los estudiantes que impedían que
fuese arriada. Después de esta entrevista me dirigí a los campos de la escuela
para entrevistar a los estudiantes que custodiaban la bandera; éstos informa-
ron que no les importaba que ambas banderas flamearan juntas y que lo único
que les importaba era tener su bandera frente a su colegio, cosa que me pare-
ció perfectamente lógica y así lo hice saber a mis compañeros organizadores
de la manifestación a la Zona del Canal la tarde del jueves como a eso de las
tres. El compañero Francisco Díaz consiguió una autorización por escrito, como
Secretario General de la Asociación Federada del Instituto Nacional, del Rector
del plantel, profesor Dídimo Ríos, quien conjuntamente con la autorización nos
entregó la bandera que había sido utilizada en los movimientos del 12 de diciem-
bre del 48, en los de mayo del 58 e igualmente en los del 3 de noviembre del 59,
bandera que sólo se utilizaba en la parada del 4 de noviembre, ya que tiene para
nosotros un gran valor sentimental puesto que en ella se encuentran manchas
de sangre de los mártires de la Federación de Estudiantes de Panamá.

109
REVISTA LOTERÍA

A las 4:50 p.m. salimos del Instituto Nacional un grupo de alumnos de


ambos sexos, alrededor de doscientos estudiantes entonamos el Himno del
Instituto Nacional. Al pasar frente al hospital Gorgas le pedí a los compañeros
que en ordenada fila marchaban tras la bandera, que guardasen silencio ya que
cruzábamos frente a un hospital. Silencio que se rompió cuando frente a la
casa del Gobernador entonamos las notas del Himno Nacional. Para ese enton-
ces delante de nosotros marchaban dos radio patrullas. Al llegar al edificio de
la Administración y descender por las escalinatas del mismo me dirigí a los
compañeros para recordarles una vez más que esta era una manifestación
cívica que efectuábamos con pleno derecho y justificada razón. A punto de
cruzar la calle que está frente al cuartel de bomberos, y ya a la vista de la
solitaria bandera americana, fuimos detenidos bruscamente por la policía
americana que portaba largos toletes y cascos de tipo militar. Esto, lógicamen-
te, alteró a los muchachos, tanto por la forma brusca de la policía, como por
lo injustificado del acto. Eramos conscientes de que no estábamos alterando la
paz. El capitán a cargo de la operación pidió dos representantes para conferen-
ciar; el compañero Díaz y yo fuimos escogidos como tales. Por conocer me-
dianamente el inglés, fui el que realmente llevó a cabo la conferencia. Deseaba
saber el capitán qué queríamos, por lo que le informé que tan sólo deséabamos
cantar el Himno Nacional frente a nuestra bandera y junto a la americana. Nos
informó que sólo cuatro estudiantes podrían realizar lo antes dicho y que el
resto debía permanecer donde nos encontrábamos.
Tras explicárselo a los muchachos, y convencerlos de que si bien no era
lo más justo, era lo más sensato ceder ante la imposición del capitán, seleccio-
namos a los cuatro que habrían de llevar la bandera, más un porta estandarte y
un compañero con un letrero que decía: “PANAMÁ ES SOBERANA EN LA
ZONA DEL CANAL”. Por sugerencia de unos compañeros pedí al Capitán
protección, para nuestros seis compañeros, del grupo de “zonians” que per-
manecían en el balcón y en la entrada principal del colegio, a lo que contestó
que si algún norteamericano insultaba o irrespetaba a nuestros delegados, él
personalmente lo haría arrestar. Partieron escoltados y llegaron justo a unos
pasos del asta, cuando súbitamente aparecieron cientos de estudiantes y ADUL-
TOS que llenaron el pasto donde está erigida el asta, rodeando a nuestros
compañeros. Nosotros, contenidos por la policía, los perdimos de vista, no

110
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

recelando de la actitud de los “zonians” por creer que su actitud se debía tan
sólo a la curiosidad, pero súbitamente comprendimos que algo malo ocurría
por la gritería que se desató por parte de los “zonians”.
Pero, ¿qué ocurrió realmente? El porta estandarte, compañero Carranza lo
describe así: “Estrecharon lentamente el cerco. Uno gritó, luego otro y luego
todos. Empezaron a empujarnos y a tratar de arrebatarnos la bandera, mien-
tras nos insultaban. Un policía dio un toletazo que rasgó la bandera. El capitán
trató de llevarnos a donde estaban ustedes (nosotros). En el trayecto a través
de la turba múltiples manos halaron y rasgaron la bandera”.
Mientras tanto ignorando lo ocurrido permanecíamos ya inquietos y ex-
pectantes esperando el regreso de nuestros compañeros. Finalmente, apare-
cieron con lágrimas en los ojos ante la ofensa inferida. El grupo de institutores,
impotentes como yo, sintió que se le aguaron los ojos y que una rabia sorda
nos subía desde adentro. Para ese entonces, la mayoría de nuestros compañe-
ros se habían retirado, reduciendo notablemente el número de estudiantes.
Pese a eso, y a que los policías ya habían sido reforzados nos lanzamos hacia
adelante, en un intento de proteger la enseña patria; movimiento que generó
una lluvia de palos repartidos por los policías sobre nosotros, en un pasto sin
una piedra ni un palo con que defendernos. Alguien gritó, señalando la bandera
americana en lo alto del edificio de la Administración a nuestras espaldas,
bandera a la cual nos dirigimos. Desgraciadamente, trás la árdua subida, y en
los momentos de liberar la cuerda que la mantenía en lo alto, dos radio patrullas
se lanzaron sobre nosotros y, formando una “V” protegieron la bandera a la vez
que desenfundaban sus armas. Perseguidos por dos radio patrullas emprendi-
mos el regreso apedreando las luces eléctricas y tirando los tinacos de basura a
la calle, con el fin de obstaculizar la persecución de los radio patrullas.
El compañero Rogelio Hilton, Presidente de la Sociedad de Graduandos, y
yo, como Vice-Presidente de la misma, cerrábamos prácticamente la retirada del
grupo, que al pasar frente al nuevo edificio en construcción del Gorgas arranca-
ba el andamiaje y lo lanzaba a la calle, cosa que me hizo suponer que el ruido que
escuchábamos como cohetes, era el producido por el andamiaje al desplomarse.
Más tarde frente a la escuela de Ancón escuchamos nuevamente el ruido, esta
vez más nutrido, cosa que nos hizo comprender que eran disparos.
Los dos radio patrullas que nos seguían no disparaban. Los tiros venían

111
REVISTA LOTERÍA

como de las casas que están junto a la iglesia episcopal en las cuales se encon-
traban numerosos adultos “zonians”. Después de lo cual cruzamos la Avenida
4 de Julio, encontrándonos con un grupo de ciudadanos panameños especial-
mente en la piquera de calle “J” que, advertidos por los primeros compañeros
que llegaron y por los tiros que escuchaban nos esperaban alarmados.
En ese momento ví el reloj, y eran las 7 y 20 p.m.
(La Estrella de Panamá, martes 14 de enero de 1964)

“LA DESOBEDIENCIA CÍVICA” DE LOS ZONIANS,


FUE ENORME EN SUS CONSECUENCIAS
Monseñor Marcos G. McGrath, Vicario Capitular de Panamá ha dirigido
la siguiente carta al expresidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman,
en relación con declaraciones ofensivas del expresidente norteamericano a
nuestro país.
Panamá, 10 de enero de 1964

Su Excelencia
Harry S. Truman
Hotel Carlyle
Madison Avenue and 76th St.
New York City, N. Y.
Estimado señor Truman:
Informaciones de la Prensa Asociada aparecidas esta mañana atribuyen a
usted algunos comentarios que podrían fácilmente desviar la opinión del públi-
co norteamericano sobre recientes sucesos en Panamá. Su prestigio en los
Estados Unidos y en el mundo da a sus comentarios una gran audiencia; sin
embargo, me temo que estas eran declaraciones informales, aparentemente
hechas a periodistas durante su caminata matutina; y posiblemente sin tener
conocimiento pleno de esta ocasión específica. En aras de la exactitud permí-
tame tratar de hacer una aclaración a usted y a sus escuchas norteamericanos
y extranjeros.
Usted dice que “los estudiantes norteamericanos tienen tanto derecho como
cualquiera a su opinión en cuanto a hacer flamear la bandera de los Estados
Unidos”; esto es por supuesto cierto. Pero usted también dice que “pienso que

112
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

tienen razón: ....no los culpo.... por sus actos”; sin embargo, el derecho a una
opinión no da derecho similar de ponerla en práctica. Si esto fuera así ninguna
ley podría ser aplicada en lugar alguno. En el caso presente, a pesar de todas
las opiniones en contra, hace dos años el (demócrata) Presidente de los Esta-
dos Unidos John F. Kennedy, celebró un acuerdo formal con el Presidente de
Panamá. Roberto F. Chiari, en el sentido de que en cualquier lugar donde la
bandera de los Estados Unidos flameara en frente de un edificio público en la
Zona del Canal, la bandera panameña debe flamear a su lado. Esto tiende cla-
ramente a reconocer un cierto grado de jurisdicción conjunta, sea cual fuere la
explicación dada sobre el asunto. El acuerdo estipuló que ambas banderas
serían izadas en esta forma en frente de un número limitado de edificios públi-
cos, número que luego fue aumentado. Creo que ahora asciende a 17. Quedó
en manos del Gobernador del Canal, General Robert Fleming el determinar la
localización. Con sus asesores él escogió edificios públicos en la Zona (en
donde hay bastantes) pero excluyó las escuelas. He allí el problema. El Presi-
dente de los Estados Unidos y el Gobernador de la Zona del Canal han decidido
un asunto práctico que afecta gravemente las relaciones de los Estados Unidos
y de Panamá por ser simbólico de todo el problema de la jurisdicción. Cual-
quier ciudadano puede tener y hasta expresar una opinión contraria, pero qué
sucede a la obediencia cívica si decimos que tiene derecho a actuar en un
asunto tan importante en contra de lo decidido por las autoridades legítima-
mente constituidas?”.
El actual conflicto en Panamá, tan lamentable en cuanto a las muertes, los
heridos y los daños a la propiedad, y tan nocivos al ambiente de buena volun-
tad existente entre los Estados Unidos y Panamá y muchos de sus ciudadanos,
fue ocasionado por la desobediencia cívica de un pequeño grupo de estudian-
tes en la Zona del Canal, estimulados por otros, incluyendo algunos de sus
mayores, Ellos festinaron la situación, acampando en la escuela, izando y arriando
la bandera con honores, etc.; pero esto no era un juego. El Gobernador de la
Zona del Canal ordenó que la bandera fuera arriada. Èl tenía que arriarla o izar
la bandera panameña, y para ello habría tenido que volver a consultar y cam-
biar la lista de los edificios públicos escogidos para que ondearan ambas ban-
deras en contra de la decisión tomada por él y sus consejeros y bajo presión de
un grupo de estudiantes. Los estudiantes rehusaron obedecer la orden de arriar

113
REVISTA LOTERÍA

la bandera. Evitando usar la fuerza los funcionarios, que creo que eran bombe-
ros de la Zona del Canal (la estación de bomberos está al frente de la escuela)
prefirieron no hacer nada. El Gobernador, sin embargo, tenía que hacer cum-
plir la ley. Habló en televisión explicando por qué los ciudadanos norteamerica-
nos debían acatar las leyes de los Estados Unidos. El asunto había adquirido en
veinticuatro horas gran importancia tanto en los periódicos en español como
en los publicados en inglés. Era obvio que se estaba incubando un problema. A
los dos días grupos de estudiantes panameños entraron a la Zona del Canal
portando la bandera panameña, como gesto sencillo del patriotismo. Fueron
enfrentados por un grupo grande de estudiantes norteamericanos y el proble-
ma comenzó. Cómo se desarrolló y cuáles son los juicios que debían hacerse
sobre las acciones buenas o malas de las autoridades de la Zona del Canal y de
Panamá, de la prensa y radio, de la policía y las fuerzas armadas de la Zona del
Canal, de las turbas disgustadas en Panamá, de los inescrupulosos elementos
que se infiltraron en estas turbas causando pillaje y destrucción que perjudica a
Panamá, etc., estas son cuestiones que usted no puede juzgar bien desde lejos y
que aún nosotros aquí debemos esperar para poderlas sopesar debidamente.
Lo cierto es que el incidente despertó en Panamá una fuerte conciencia
nacional.
En lo que respecta a sus observaciones sencillamente quiero ha-
cerle notar, con todo respeto, que el acto original de desobediencia
cívica, no importa lo pequeño que parecía en aquel momento a quie-
nes participaron en él, fue enorme en sus consecuencias y que es peli-
groso brindarle apoyo.
Además, Señor Truman, es también de lamentar que muchos nor-
teamericanos atribuyan cualquier problema similar al que ahora tene-
mos en Panamá a una obra exclusivamente comunista. Usted no ha
hecho esto, pero gran parte de la prensa norteamericana, sí. Esto es
desafortunado para todos nosotros. Es claro que los comunistas tratan
de tomar ventaja de estas situaciones para sus fines y que quisieron
hacerlo en Panamá como en otras partes. Pero también es claro que
hay en juego hondos sentimientos de valor nacional que ningún pana-
meño puede ignorar. Sería beneficioso para toda colaboración amis-
tosa entre Estados Unidos y Latinoamerica en el futuro, tan esencial

114
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

para la prosperidad pacífica de nuestro hemisferio, que la prensa nor-


teamericana y las figuras prestantes y representativas de los Estados
Unidos percibieran más claramente los ideales de los pueblos
latinoamericanos, especialmente en tiempos de crisis, aunque la cri-
sis sea un conflicto con los Estados Unidos. Hay dificultades en am-
bos lados: tanto el norte como el sur deben tratar de desarrollar mayo-
res conocimientos y respeto mutuo. Pero a veces la clave del conflicto
está precisamente en el hecho de que muchos buenos ciudadanos nor-
teamericanos, jamás han estado en posición de apreciar los mejores
intereses de nuestras naciones. Todo esto exacerba el sano nacionalis-
mo de nuestros países contra los Estados Unidos y lo convierte fácil-
mente en instrumento popular de los comunistas en otros grupos extremados.
Esta es una situación crítica cuando los Estados Unidos deben tratar con
un mundo en donde existe gran cantidad de naciones subdesarrolladas que
están desesperadamente ansiosas de adquirir madurez económica, social y
política. A usted se le atribuye una declaración en el sentido de que Panamá no
existiría como una nación si los Estados Unidos no hubieran gastado tanto
dinero construyendo el canal. Además de ser ésta una exagerada simplifica-
ción de la historia (el movimiento de independencia de Panamá se remonta al
siglo diecinueve) encierra una apreciación que no me parece muy acertada.
Ella implicaría que la ayuda económica a una nación da base a derechos sobre
su soberanía; o de existir dicha dependencia que la misma no debería cambiar
aunque el pueblo en cuestión desarrollara una mayor madurez nacional.
Estas y otras cuestiones similares requieren de parte de las figuras represen-
tativas de los Estados Unidos un enorme esfuerzo de comprensión. La figura de
John F. Kennedy resultó tan simpática para América Latina porque era el símbo-
lo de todos los que así se esfuerzan.
Con todo respeto y consideración quedo de Usted,
Sinceramente,
MARCOS G. McGRATH, C.S.C.
Obispo Vicario Capitular de Panamá
(El Panamá América, Domingo 19 de Enero de 1964)

115
REVISTA LOTERÍA

RESPALDO AL GOBIERNO Y AL PUEBLO.


LA SOCIEDAD CÍVICO CULTURAL DE BETANIA
Publicamos a continuación la resolución siguiente enviada por la Sociedad
Cívico Cultural de los Altos de Betania, cuyo texto es del tenor siguiente:

RESOLUCIÓN N° 2
(de 10 de Enero de 1964)

LASOCIEDADCÍVICOCULTURALDELOSALTOSDEBETANIA,
CONSIDERANDO:
1°—Que el día de ayer 9 de Enero de 1964, la Bandera Nacional fue
ignominiosamente ultrajada y nuestro pueblo vilmente masacrado por ciuda-
danos y soldados de los Estados Unidos.
2°—Que debido a la masacre del día de ayer cometida por las fuerzas
armadas del ejército de los Estados Unidos acantonadas en la Zona del Canal
de la República de Panamá, han resultado algunos ciudadanos panameños muer-
tos y heridos.
RESUELVE:
1°—Respaldar al Gobierno Nacional y al Pueblo Panameño en
su actitud asumida como protesta al ultraje inferido por los Norte-
americanos a nuestra soberanía.
2°—Unirse al Duelo Nacional y compartir con las madres de los
caídos en esta gesta patriótica, el dolor que nos embarga en estos
momentos.
3°—Solicitar al Gobierno y al Pueblo Panameño que no reanude
las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos hasta tanto no
sean reconocidos nuestros derechos sobre la Zona del Canal, como
pueblo soberano y libre.

JULIO S. GARCÍA MORÁN,


Presidente.
(La Estrella de Panamá)

116
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

COMUNICADODELACORTESUPREMADE
JUSTICIA
Los suscritos, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, consideran-
do la gravedad de la situación en que se encuentra el país con motivo de los
sucesos que desde ayer en la tarde se vienen desarrollando a causa de la acti-
tud asumida por las autoridades de la Zona del Canal de Panamá, estimamos de
nuestro deber dirigirnos, aunque sea en breves palabras, al pueblo panameño y
especialmente al de esta ciudad y la de Colón.
Deseamos, en efecto, hacer llegar nuestra voz a los compatriotas, en so-
licitud respetuosa de que, de acuerdo con la excitativa del Excelentísimo Se-
ñor Presidente de la República, a quien la Constitución Nacional atribuye
específicamente la dirección de las Relaciones Exteriores, contribuyan a res-
tablecer el orden y un clima de calma que haga posible los efectos del empeño
del Gobierno Nacional por hacer valer nuestros derechos y particularmente el
respeto a la dignidad de la República.
Juzgamos, por las iniciativas adoptadas ya por el Òrgano Ejecutivo, me-
diante la Cancillería, que esa defensa está sinceramente garantizada en el plano
oficial y que el pensamiento de todos los panameños en cuanto a la necesidad,
urgencia e importancia de la misma es algo debidamente tomado en cuenta por
el Gobierno de la República.
Es preciso, que se imponga la cordura, para evitar que siga siendo
derramada la sangre del pueblo panameño cuyo sacrificio es ya evi-
dentemente notorio.

Panamá, 10 de Enero de 1964.


El Presidente de la Corte,
Germán López.
El Presidente de la Sala Civil,
Angel L. Casís.
El Presidente de la Sala Penal,
Demetrio A. Porras.
El Secretario General,
Francisco Vásquez G.

117
REVISTA LOTERÍA

Los Magistrados,
Ricardo A. Morales, Andrés Guevara Tall, Gil Tapia E., Luis Morales
Herrera, Víctor A. de León, Manuel A. Díaz Escala.
(La Estrella de Panamá, lunes 13 de enero de 1964)

LA UNIVERSIDAD ENVÍA CABLE AL PAPA


CABLE URGENTE A SU SANTIDAD PABLO VI,
CIUDAD DEL VATICANO ROMA
Indignados ante la masacre de indefensos compatriotas que se está con-
sumando en estos precisos momentos por obra del Ejército de los Estados
Unidos de América acantonado en la Zona del Canal de Panamá, recabamos los
buenos oficios e intervención humanitaria urgente de Vuestra Santidad en defen-
sa sagrados derechos humanos y más elementales principios cristianos para que
se restablezca la paz y la serenidad en todo el territorio de nuestro país y se eviten
mayores sacrificios de sangre mediante inmediato retiro soldados apostados en
los límites de la Zona y enarbolamiento bandera panameña en la Zona del Canal a
la par de la de Estados Unidos de América conforme lo acordado entre los go-
biernos de Panamá y los Estados Unidos de América.
Respetuosamente,
Rector y Profesores de la Universidad de Panamá.

LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA HISTORIA

CONSIDERANDO:
Que en los días 9 y 10 del corriente mes se han desarrollado trascenden-
tales acontecimientos en la Zona del Canal, que afirman en su máxima expre-
sión nuestra nacionalidad, nuestra independencia y nuestra soberanía.
Que la juventud panameña, con una conciencia cívica, clara y positiva, ha
sido víctima de atropellos incomprensibles que revelan el desconocimiento de
derechos firmemente consignados, y que a la vez han hecho mártires de esos
ideales a un grupo de numerosos ciudadanos.

118
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

RESUELVE:
Declarar que los días 9 y 10 de enero de 1964, son Fechas Máximas de
afirmación ciudadana.
Manifestarse de acuerdo con las medidas justas, prudentes y patrióticas
del Gobierno Nacional, y
Adherirse al unánime respaldo a estas medidas, y confiar en los
organismos internacionales, obligados con soluciones justas de este grave
problema, contribuya a la solución conveniente al pueblo panameño.
Panamá, 10 de Enero de 1964.
El Presidente: Catalino Arrocha Graell.
El Secretario: Juan Antonio Susto.

CIRCULAR DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA


HISTORIA SOBRE LOS SUCESOS DE ENERO DE 1964

Panamá, 31 de Marzo de 1964.

Muy distinguidos señores.


Nuestra Academia ha considerado oportuno y conveniente, dirigirse a to-
das las instituciones culturales o académicas afines, para relatar en forma
veraz y fundamentada, los antecedentes de los trágicos sucesos acaecidos en
esta capital, durante los días 9, 10 y 11 de Enero del año en curso.
Como genialmente expresara el vidente y Libertador Simón Bolívar en su
carta del 17 de Febrero de 1826 para el Ministro de Relaciones Exteriores de la
Gran Colombia, don José Rafael Revenga, comentando la participación de la
Gran Bretaña en el Congreso Anfictiónico de Panamá del mismo año, para los
Estados decía, el “Nacer y robustecerse es lo primero; lo demás viene des-
pués. En la infancia necesitamos apoyo, que en la virilidad sabremos defender-
nos....” Panamá, al igual que muchas de sus hermanas del Continente, sin
excluir a los propios Estados Unidos de América, para afianzar su insurgencia
a la vida independiente, “necesitó el apoyo” de su hermana mayor que para
desgracia nuestra aprovechó su “necesidad” e impuso por sus “garantías”
exigencias que en esos días los fundadores de la República no estaban en
condiciones de rechazar.

119
REVISTA LOTERÍA

Desde 1821, cuando el Istmo rompió las cadenas del coloniaje que le
ataba a la Corona Española, por su restringida área geográfica, su escasa po-
blación y la extensa longitud de sus costas en ambos océanos, hubo menester
de “apoyo” y “protección”, encontrándolos entonces en la inmensa gloria de
Bolívar y en los poderosos ejércitos de la Gran Colombia. Sin embargo, bien
pronto las ligaduras al Gobierno Central resultaron demasiado ajustadas y sus
hijos acordaron cortarlas en el año de 1830, bajo la dirección del General
Istmeño José Domingo Espinar. Atendiendo la gratitud y respeto que le mere-
cía el Libertador, el Istmo reconsideró su determinación y a su apremio, se
reintegró a la unión bolivariana. Muerto el Padre de Colombia, el Istmo buscó
su total independencia, convencido ya de lo inoportuno de la asociación con
un gobierno central cuyos administradores no comprendían o no querían com-
prender y apreciar su noble destino, y del cual estaba separado por las muy
difíciles comunicaciones de entonces. Los granadinos permitieron y hasta pro-
piciaron la separación de Venezuela y Ecuador, pero se aferraron al Istmo,
reconociendo talvez su debilidad material y su alto valor geográfico. Así se
frustraron los movimientos separatistas de 1831, 1840 y 1861.
Los fundadores de la República de 1903, estaban, pues, bien compenetrados
de la sabiduría contenida en el concepto del Libertador expresado al Ministro
Revenga, en la carta del 17 de Febrero de 1826 arriba citada. Y buscaron el
“apoyo” de la gran democracia Norteña, sin pensar que ésta, en asocio del
extranjero funesto que tenía la representación de nuestros intereses en Was-
hington, le impondrían tan onerosas condiciones, como las contenidas en el
Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903.
De esta injusta convención, en cuya negociación no lograron participar
los panameños, y en cuya aplicación los poderosos socios Norteños han im-
puesto siempre su interpretación, increíblemente antojadiza unas veces, y ne-
gándose o dejando de cumplir sus obligaciones en otras, nacen todas las difi-
cultades de nuestras relaciones con los Estados Unidos de América, y de nuestro
desenvolvimiento como Nación, libre e independiente.
Desde 1904 cuando se inicia su aplicación, surgen los malos entendidos, las
presiones norteamericanas y las protestas panameñas. En la ocasión inicial de
1904, Roosevelt manda su Ministro de Guerra a Panamá a estudiar la situación
y resolver, si fuere posible, el problema planteado. Y el Ministro Taft se ve

120
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

forzado a expresar el 1° de Diciembre de 1904 que: “Esta visita ha sido de


intenso interés y una de las más agradables sorpresas para mí; la verdad es
que a los habitantes de Panamá, y a la nación Panameña, no se les ha hecho
justicia.
Y es un placer para mí corregir la impresión que los detractores de su
país habían hecho en mi mente, y estoy seguro, en la mente de aquellos que no
han investigado de cerca los hechos”. (1904).
Los panameños, a partir de entonces, venimos haciendo constantes
representaciones ante el Gobierno de Washington para una interpretación
justa de los tratados, para un trato justo, para evitar abusos y extralimitaciones
como la ocupación militar de la Provincia de Chiriquí, en 1918, distante ésta más
de 300 kilómetros de la faja canalera, etc... lográndose muy magros avances
apenas en 1936 y 1955. Las constantes solicitudes panameñas motivaron el
envío a Panamá, en ocasiones, de representantes especiales del Presidente de los
Estados Unidos como en los casos del Dr. Milton Eisenhower y del Sr. Adlai
Stevenson. Ambos representantes informaron al presidente de turno en los Esta-
dos Unidos, que el trato dado a los panameños era injusto para un socio leal y
cumplido, soberano sobre la faja territorial ocupada por el Canal, que jamás ha
traicionado sus compromisos. Denunciaron también ante sus mandantes los en-
viados especiales, la situación “sui generis” de los residentes norteamericanos en
la Zona del Canal, situación que contraviene específicamente los postulados del
Presidente Teodoro Roosevelt quien expresó: “Nosotros no tenemos la más leve
intención de establecer una colonia independiente en el centro de la República de
Panamá, o de ejercitar las funciones de Gobierno en grado mayor que el necesa-
rio para colocarnos en posición de construir, proteger y beneficiarnos por el
canal, de acuerdo con los derechos concedidos a nosotros por el tratado, y la
última cosa que deseamos es obstruir el comercio y la prosperidad de los habi-
tantes de Panamá”. (Octubre 18, 1904).
Todos estos agravios los han venido sufriendo y soportando los pana-
meños alentados con la promesa de que serían corregidas las anomalías de-
nunciadas por nuestros voceros en Washington, tras esporádicas y violentas
manifestaciones de descontento en la Zona Panameña ocupada y administrada
por los representantes y funcionarios de los Estados Unidos.
A fines del año 1963 los propios funcionarios encargados de cumplir los

121
REVISTA LOTERÍA

acuerdos entre Panamá y Estados Unidos en la Zona del Canal, cediendo a


presiones de los “Zoneítas” dictaron providencias que cumplían solo “parcial-
mente” el acuerdo sobre la enarbolación del Pabellón Panameño en las instala-
ciones de la dicha Zona. Aún esta providencia fue “desatendida” por estudian-
tes zoneítas en la escuela de Balboa dentro de esa jurisdicción. El Sr. Goberna-
dor de la Zona en lugar de hacerse obedecer, pues dispone de todos los ele-
mentos necesarios para ello, envía a la prensa un “comunicado” criticando la
conducta de sus subordinados y “denunciando” a los cuatro vientos que no le
“quieren obedecer”. Los estudiantes panameños solicitan y obtienen permiso
de la autoridad competente de la Zona del Canal para izar la bandera Panameña
en el lugar que le corresponde. Al realizar el acto son violentamente obstaculi-
zados por elementos zoneítas en presencia de los representantes de esa auto-
ridad, policías y profesores zoneítas, y el Pabellón Panameño es ultrajado,
rasgándolo. Los estudiantes panameños cruzan el límite jurisdiccional, buscan
al resto de sus compañeros y regresan a la zona a vengar la afrenta recibida.
Los zoneítas, con tantísimos medios a su alcance, recurren, ¡algo increíble!
en hora infeliz, al empleo de su ejército y armas de fuego...., para repeler a los
civiles panameños, totalmente desarmados, ya que la Guardia Nacional fue
atinadamente impedida de actuar por las autoridades panameñas, a fin de evi-
tar una innecesaria matanza de panameños ya que no podemos oponernos en
campo abierto al ejército más poderoso del mundo de hoy.
El Presidente de Panamá, en gesto que le honra, y con el respaldo unáni-
me de todos los panameños procedió a romper las relaciones diplomáticas
con los Estados Unidos y denunció por medio de nuestros representantes en la
O.E.A. y en las N.N. U.U., la agresión de que había sido objeto nuestro País.
La investigación exhaustiva realizada por la Comisión de Paz primero y la
Comisión Especial después, enviadas a Panamá por la O.E.A. han llevado al
mundo el convencimiento de la justicia de la causa y posición panameña, a
pesar de las noticias amañadas transmitidas por las agencias informativas nor-
teamericanas. La causa del malestar existente entre Estados Unidos y Panamá
reside en las cláusulas para nosotros injustas del Tratado del Canal, y en la
aplicación antojadiza y falta de cumplimiento por los Estados Unidos de los
acuerdos que a ellos les obligan; debemos añadir que la política equivocada de
“colonizar” la Zona del Canal y “discriminar” entre los “norteños” y los “pana-

122
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

meños” contribuye en no poca medida a hacer insoportable la carga que nos


impuso el “apoyo” requerido en nuestro alumbramiento como República. Los
panameños, acostumbrados al sacrificio, han alcanzado la “virilidad” señalada
por el vidente de Jamaica y Casacoima, y han resuelto defender ante los tribu-
nales nacionales, sus derechos tantas veces ultrajados por los socios que de
nosotros solo han recibido, beneficios, lealtad y cooperación.

Academia Panameña de la Historia.


Catalino Arrocha Graell,
Presidente.
Juan Antonio Susto,
Secretario Perpetuo.

DECLARACIÓN DE LOS OBISPOS DE PANAMÁ ANTE


LA GRAVE CRISIS QUE CONFRONTA EL PAÍS

Los suscritos Obispos de Panamá, considerando la grave crisis porque


atraviesa el país, y con el único fin de contribuir a su justa solución, hemos
creído oportuno reunir las siguientes declaraciones que ya hemos hecho en
nuestras respectivas diócesis:
1)—Sinceramente lamentamos los hechos violentos ocurridos en
los días 9 al 11 de Enero, y extendemos nuestras más sentidas condolencias y
oraciones a todos los afectados de una y otra parte.
2)—Reconocemos las justas aspiraciones del Gobierno y del pue-
blo panameño en favor de un mejor trato para la República que corresponda a
su dignidad de pueblo libre y soberano. Queremos recordar a este propósito
las terminantes palabras de S.S. Juan XXIII: “Las mutuas relaciones entre los
pueblos deben ajustarse a la norma de la libertad; norma que excluye el que
alguna de las naciones tenga derecho a interferir indebidamente en (los) intere-
ses (de otra). Por el contrario todas las naciones han de ayudar a las demás a
que adquieran plena conciencia de sus propias funciones, actúen con empren-
dedora iniciativa y sean en todos los campos artífices de su propio progreso”.
(De la Encíclica, Pacem in Terris).
3)—Es necesario llegar pronto a la solución de la presente crisis. Por eso

123
REVISTA LOTERÍA

hacemos un llamado a los ciudadanos de buena voluntad tanto de Panamá


como de los Estados Unidos para que deponiendo recelos armonicen sus ideas
y resoluciones en bien mutuo que dará por resultado la tranquilidad de los
ánimos y el triunfo de la justicia, de la amistad y de la paz. Pero hacemos
también un llamado a nuestros fieles para que conservando unidas todas las
fuerzas vivas de la nación no permitan que se desvíe en contra de los mismos
panameños un conflicto que ya ha costado tantas vidas y que en lugar de
acentuar nuestra soberanía podría hundirnos en el comunismo internacional
so pretexto de un nacionalismo exagerado.
4)—Debemos, por lo mismo, olvidar todo odio y resentimiento y reprobar
toda manifestación contraria a la ley de Dios y las leyes de Panamá. Maravillo-
samente se expresó el Papa Pío XII en estas palabras que hizo suyas S.S. Juan
XXIII: “No es en la revolución, sino en una evolución bien planeada donde se
encuentra la salvación de la justicia. La violencia nunca ha hecho otra cosa que
destruir, no edificar; encender las pasiones, no aplacarlas. Acumulando odios
y ruinas, no sólo no ha logrado reconciliar a los contendientes, sino que los ha
llevado a la dura necesidad de reconstruir lentamente, con imponderable traba-
jo, sobre los escombros amontonados por la discordia, la vieja obra destrui-
da”. (De la Encíclica Pacem in Terris).
5)—Nuestros sentimientos patrióticos deben manifestarse mediante una
vida ejemplar, llena de fe en Dios y de amor a nuestros hermanos, especial-
mente los más necesitados. Debemos, por lo mismo, recordar que el patriotis-
mo que brilla en estos momentos de crisis debe ejercerse en todo momento de
la vida nacional; y aprovechamos de esta ocasión para llamar a todos los que
se consideran patriotas a que trabajen denodadamente para mejorar las condi-
ciones materiales y espirituales de vida de todos los panameños, según las
fuertes y sanas exigencias de la doctrina social de la Iglesia.
6)—Para implorar la asistencia divina sobre todos los que tienen la res-
ponsabilidad de llevarnos a una solución justiciera de la presente crisis, señala-
mos el domingo 26 de Enero, como Día de Oración por la Patria y por la Paz;
e invitamos a todos nuestros fieles a que recen por estas intenciones en todas
las Misas que se celebrarán a través de la República, en las cuales también se
leerá este comunicado, y los invitamos de manera especial a la Misa Campal
que se celebrará el mismo día a las cinco de la tarde en el Parque de la Inde-

124
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

pendencia, frente a la Iglesia Catedral de la Ciudad Capital. Oficiará la Misa


Monseñor Marcos G. McGrath, C.S.C., Vicario Capitular de Panamá; predi-
cará Monseñor Tomás Clavel M., Obispo de David.

MARCOS G. McGRATH, C.S.C.,


Obispo Titular de Ceciri, Vicario Capitular de Panamá.
TOMÁS A. CLAVEL M.,
Obispo de David.
JOSÉ M. CARRIZO V.,
Obispo de Chitré.
JESÚS SERRANO, C.M.F.,
Obispo Titular de Ipseli, Vicario Apostólico del Darién.
(La Estrella de Panamá, domingo 26 de enero de 1964)

PRONUNCIAMIENTO DEL LIC.


MIGUEL J. MORENO

14 de Enero de 1964.
Excmo Sr.
Don Roberto F. Chiari
Presidente de la República, Panamá, R. P.
Señor Presidente:
Ante la inhumana e injustificada agresión, de las fuerzas armadas
de los Estados Unidos contra ciudadanos panameños pacíficos e inde-
fensos, interesados sólo en reafirmar una vez más nuestros derechos
soberanos sobre el territorio panameño de la Zona del Canal, la ciuda-
danía respaldó con unidad patriótica la decisión del gobierno de la Re-
pública, de proceder a la ruptura de las relaciones diplomáticas con el
gobierno de los Estados Unidos y de manifestar que estas relaciones no
se reanudarían hasta tanto se nos dé la seguridad absoluta de que dentro
de breve tiempo habrán de iniciarse las negociaciones con el propósito
de lograr un nuevo status jurídico para el Canal de Panamá, que consul-
te debidamente los intereses del soberano territorial.
Tal medida y tal declaración fueron la contribución más efectiva

125
REVISTA LOTERÍA

para que la protesta, la indignación y la confusión de los primeros momentos


difíciles no se desbocara por los caminos del caos.
A ese respecto, señor Presidente, es indudable que el rompimiento de
relaciones diplomáticas debe ajustarse a la práctica internacional, para
que esa medida que mereció el respaldo nacional al gobierno, cumpla a
cabalidad su noble función y robustezca la firmeza del paso oficial.
Por ello, con el debido respeto de ciudadano y de patriota, vengo a solici-
tar de usted tenga a bien perfeccionar la ruptura de las relaciones diplomáti-
cas mediante el retiro inmediato del personal de nuestra misión diplomática
en la capital norteña y el de la misión diplomática norteamericana en Pana-
má, y la designación de la nación amiga que se encargue de nuestros asun-
tos en Washington. La ruptura de relaciones diplomáticas implica también la
suspensión de toda comunicación directa entre los dos gobiernos, la cual
tendrá que hacerse a través de una tercera nación.
El cumplimiento de estos requisitos, que no hacen sino completar y per-
feccionar la decisión de usted, abrirá sin duda el cauce de la serenidad para
que todos unidos enfrentemos esta nueva época de la nacionalidad panameña,
que habrá de exigir de todos los panameños, su más acendrado concurso.
Igualmente quiero hacer público nuestro respaldo a su decisión de que no
serán reanudadas las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, hasta
tanto se hayan acordado en forma oficial las negociaciones para la celebración
de un nuevo tratado general en el cual se eliminen todas las injusticias que aún
existen en nuestras relaciones con los Estados Unidos y se eviten así para
siempre nuevas e inusitadas agresiones como la que acabamos de sufrir los
panameños en nuestro propio territorio.
Con el mismo respeto me permito destacar la necesidad de que se man-
tenga el cargo de agresión en el Consejo de Seguridad de las Naciones Uni-
das, sin aceptar ninguna propuesta que coloque a la nación agredida en
igualdad de condiciones con la nación agresora; y de que se mantenga,
asimismo, la acusación de agresión en el Consejo de la Organización de
Estados Americanos sin condiciones suspensivas de ninguna naturaleza, hasta
tanto el organismo regional, o en su defecto, el organismo mundial, haya
tomado las medidas necesarias para condenar la agresión, imponer las san-
ciones adecuadas y exigir las garantías indispensables para que no vuel-

126
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

van a repetirse por parte de Estados Unidos nuevos actos de agresión.


En esta hora crucial para la Patria hay que consolidar las medidas
que merecen la confianza del pueblo en el Gobierno Nacional, para
enfrentarse a la injusticia, y el ataque armado contra la esencia de
nuestra nacionalidad. Y en el mantenimiento franco y completo de
tales decisiones se encuentra la garantía de esa patriótica y firme uni-
dad nacional, que es la única que podrá lograr la reparación honrosa a
que tenemos derecho y la concertación de nuevos pactos que satisfa-
gan las aspiraciones nacionales hoy rubricadas con la sangre y el do-
lor de nuestro pueblo.
Soy de usted con toda consideración y respeto,

MIGUEL J. MORENO JR.


(El Panamá América. — miércoles 15 de enero de 1964)

LA RAÍZ HISTÓRICA DE NUESTRA CAUSA


—Un Estudio de CARLOS IVÁN ZUÑIGA—
La agresión sufrida por la Nación panameña ha brindado la oportunidad de
comprobar tanto el espíritu de unidad de nuestro pueblo como la continuidad
histórica de nuestras demandas básicas. Generalmente a los panameños se
nos acusa de amar la improvisación. Pero en el asunto del Canal hay tres
preocupaciones constantes: la preocupación de la soberanía, la preocupación
de la neutralidad y la preocupación por la perpetuidad. Se podría decir que
estas preocupaciones también las tuvo, superlativamente, el negociador co-
lombiano del siglo pasado.
Es conveniente, en estos momentos, arrancar de la pasión y del dolor una
tregua para exponer puntos de vista que pretenden orientar y que confirman que
el panameño no improvisa en el asunto del Canal.
Los Contratos celebrados
En el siglo pasado, Colombia suscribió numerosos contratos con
personas o naciones que tenían por objeto abrir un canal interoceáni-
co por algún punto del Istmo de Panamá. Tales contratos, decretos o
acuerdos son los siguientes: 1) El de 27 de mayo de 1835, suscrito con

127
REVISTA LOTERÍA

Carlos, Barón de Thierry. 2) el de 29 de mayo de 1838, celebrado con ciuda-


danos franceses y granadinos. 3) el de 18 de julio de 1851 celebrado con los
señores Manuel Cárdenas, Florentino González, Ricardo de la Parra y Benja-
mín Baggle, 4) El de 1° de julio de 1852 firmado con Patricio Wilson, Juan
Anderson y otros. 5) El de 28 de abril de 1855 suscrito con José Gooding y
Ricardo Vanegas. 6) El de 25 de enero de 1865 celebrado con Henry Duestbury.
7) El de 14 de enero de 1869 celebrado entre Colombia y los Estados Unidos. 8)
El de 26 de enero de 1870 firmado entre Colombia y los Estados Unidos. 9) El de
1878 celebrado con la Compañía Francesa del Canal Inter-Oceánico y el Gobier-
no de Colombia. Este contrato fue prorrogado en tres ocasiones: años de 1890,
1892 y 1900. 10) El de 22 de enero de 1903 denominado Herrán-Hay firmado
entre Colombia y los Estados Unidos.
En el siglo actual, Panamá, ya como República, otorgó su primera conce-
sión concretada en el Tratado Hay-Bunau-Varilla, tratado que, como se sabe,
sufrió modificaciones en los años de 1936 y 1955.

LAS TRES CONSTANTES


a)—La lucha por la soberanía.
En el siglo pasado, Colombia en sus diez concesiones dejó en
claro que la soberanía sobre la zona canalera no se cedía. Todos los
Decretos, Leyes o contratos citados conservaban cláusulas garantes
de la continuidad Soberana de Colombia. Sin duda, prevalecía el de-
seo de que la otra parte contratante garantizara en cierto modo la de-
pendencia del Istmo a Colombia. Pero, objetivamente existió ese cui-
dado fundamental. En los pactos con los Estados Unidos esa preocu-
pación fue mucho más explícita. En efecto, en el Tratado de 1870,
negociado a nombre de Colombia por don Justo Arosemena y don
Jacobo Sánchez, se decía de modo muy ejemplar:
“Artículo X. Tan pronto como el Canal, con sus dependencias o anexidades
esté construido, la inspección, posesión, dirección y manejo de él pertenece-
rán a los Estados Unidos de América, y serán ejercidos por ellos sin ninguna
intervención exterior, pero sin jurisdicción ni mando alguno sobre el territorio
o sus pobladores. Los Estados Unidos de Colombia conservarán su soberanía
política y jurisdicción sobre el Canal y territorio adyacente; pero no sólo per-

128
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

mitirán sino que garantizan a los Estados Unidos de América conforme a la


Constitución y leyes vigentes en Colombia, el goce pacífico y tranquilo y la
administración, dirección y manejo del Canal como queda dicho. Pero esa
garantía no difiere; bajo ningún respecto de las que en general conceden las
leyes colombianas a todas las personas y a todos los intereses comprendidos
en el territorio de Colombia; y si para obtener mayor seguridad necesitare y
pidiere la empresa alguna fuerza pública extraordinaria, la proporcionará el
Gobierno de Colombia a costa de la misma Empresa”.
A la luz de esta disposición, los Estados Unidos no tenían ni jurisdicción ni
mando sobre el territorio concedido o sobre sus pobladores. Y Colombia, con
su poder soberano con sus propias fuerzas, garantizaba el goce pacífico y la
administración del Canal. Esto es, constituía el ejercicio del clásico concepto
de soberanía y del cual no tenemos para qué ni por qué apartarnos en los
actuales momentos.
Importa advertir que este Tratado de 1870 fue firmado por ambos
países, aprobado por el Senado colombiano con modificaciones, mas no así
por el de los Estados Unidos. Pero valga apuntar que en un momento de la
diplomacia norteamericana se aceptó una cláusula concebida en términos equi-
vocados sobre el sentido y alcance de la soberanía del Estado territorial.
En el Tratado Herrán-Hay de 1903 quedó establecido, en su artículo IV, que
los derechos y privilegios concedidos a los Estados Unidos “no afectarán la
soberanía de la República de Colombia sobre el territorio dentro de cuyos linde-
ros habría de ejercer tales derechos y privilegios”.
No es del caso recordar aquí las incidencias que provocaron el
rechazo del Tratado Herrán-Hay, así como todas aquéllas que sirvieron de
base para que Bunau Varilla negociara a nombre de Panamá estipulaciones
como la contenida en el artículo III del Tratado General de 1903, hoy vigente.
Lo cierto es que la cláusula III se aparta de todos los textos conocidos al
disponer lo siguiente:
“La República de Panamá concede a los Estados Unidos en la
Zona mencionada y descrita en el artículo II, de este Convenio y den-
tro de los límites de todas las tierras y aguas auxiliares mencionadas y
descritas en el citado artículo II, todos los derechos, poder y autoridad
que los Estados Unidos poseerían y ejercitarían si ellos fueran soberanos del

129
REVISTA LOTERÍA

territorio dentro del cual están situados dichas tierras y aguas, con entera
exclusión del ejercicio de tales derechos soberanos, poder o autoridad por la
República de Panamá”.
Se puede observar, sin mayor esfuerzo, los términos equívocos
usados en la redacción de la cláusula. Son los tradicionales modos
como la diplomacia norteamericana ha elaborado sus acuerdos para luego in-
terpretarlos a su mejor conveniencia. Para los Estados Unidos, el artículo III
símboliza la cesión de la soberanía. Nuestro país no participa de tal tesis.
Sobre la dudosa redacción del artículo II ha, dicho el Dr. Ricardo J. Alfaro, en
el año de 1953:
“Hállase aquí una oración condicional de negación implícita, según
la cual queda expresado que los Estados Unidos no son soberanos en la
Zona del Canal de Panamá. Pero el lenguaje omnicomprensivo, injurídico e im-
prudente de esa estipulación ha servido de base para interpretaciones del tratado
que no pueden sostenerse en presencia de otras estipulaciones del mismo, pero
que de hecho han infligido daño incalculable a la República y han imposibilitado
hasta ahora un acuerdo definitivo, equitativo y mutuamente satisfactorio”
El propio doctor Alfaro, en esta ocasión, explicó de qué manera la traduc-
ción de este artículo III al castellano difería del texto inglés, en detrimento de
los intereses de Panamá. Al igual que ahora con la intervención de la Comisión
de Paz de la OEA y con el significado que para los efectos de la Diplomacia
tienen los términos discutir y negociar. (En los archivos de la cancillería exis-
ten documentos que confirman esta sutil, pero sustancial diferencia).
Pero lo importante en la interpretación de esta cláusula es que ella lleva ya
sesenta años de polémica constante, como que en ella radica la esencia de uno
de los problemas básicos.
En efecto, cuando aún no se había secado la tinta usada en la fir-
ma del tratado, ya Panamá reclamaba su soberanía en la Zona del
Canal y en el Canal. El 11 de agosto de 1904 nuestra Legación en
Washington planteaba al Departamento de Estado la necesidad de in-
terpretar y aclarar conceptos del Tratado, entre ellos la cláusula III. El
Departamento de Estado por oficio de 24 de octubre del mismo año
daba respuesta a las justas demandas panameñas con artificios y cíni-
cos argumentos. Nos reconocían, en vías de discusión, que éramos

130
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

“soberanos titulares” en la Zona del Canal, pero nos advertían que tal
pretensión se parangonaba a un “cetro sin valor”. La controversia ofi-
cial sobre este punto no ha tenido pausa. En la prensa, en el foro, en
todo sitio útil para discurrir, el panameño, en su hora, ha sabido plan-
tear el reclamo de la soberanía. En el mismo año de 1904, don Nico-
lás Victoria sostuvo una célebre polémica con don Tomás Arias en la
cual se puntualizó el por qué Panamá nunca dejó de ser soberana en la
Zona del Canal. Y desde entonces, año de 1904, la historia de Panamá
es fecunda en luchas, individuales o colectivas, en alegatos, en agre-
siones por la reivindicación clara de una soberanía sobre el Canal y su
Zona como la concebía don Justo Arosemena en 1870.
b)—La lucha por la neutralidad.
Antonio José Uribe, en carta dirigida al Ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia, el 19 de Junio de 1902, exponía todo el itine-
rario de la devoción neutralista sobre la vía canalera. En lo concer-
niente decía el Dr. Uribe:
“Nada se dijo sobre este punto en los actos legislativos de 1835 y
1838, pero sí fueron expresas las citadas instrucciones del Dr. Ospina
en las cuales se exigía que los gobiernos contratantes deberían compro-
meterse “a garantizar con su poder la neutralidad de la vía, que deberá
estar siempre expedita para todas las naciones”. Lo mismo establecie-
ron los artículos 14, 15 y 16 de los decretos legislativos de 1851, el 12,
13 y 14 de las leyes de 1852 y 1855, el 9 y el 10 de la ley de 1866, el VII
del Contrato de 1868, el cual estipula además en el artículo XVIII, que
los dos gobiernos contratantes harían esfuerzos para solicitar la amistad
y garantía de las demás naciones en favor de la neutralidad del canal y
de la soberanía de Colombia sobre el istmo; la neutralidad se exigió
también en los artículos 6°. y 7° de la Ley 35 de l876".
Sobre neutralidad también tuvo sus cláusulas el Tratado de 1870,
aun cuando no tan rígidamente como en los textos anteriores, pues
obedecían a un vuelo diferente.
Ya en nuestra República, el mismo criterio de neutralidad de la
vía, expresado por el doctor Uribe, quedó establecido en el artículo
XVIII del Tratado General de 1903. Ese Artículo dispone:

131
REVISTA LOTERÍA

“El canal una vez construido, y sus entradas, serán neutrales a perpetuidad
y estarán abiertos a la navegación en las condiciones establecidas en la Sección
1a del artículo III del Tratado celebrado entre los Gobiernos de los Estados
Unidos y la Gran Bretaña, el 18 de noviembre de 1901 y de conformidad con las
demás estipulaciones del mismo”.
Desde 1903 hasta 1936, a pesar de muchísimas situaciones de he cho intro-
ducidas por los norteamericanos que hacían peligrar el sentido de la neutralidad
del Canal, se tenía la confianza de que todos los países concebían al Canal como
vía neutral. Sin embargo, el Tratado General de 1936 incorporó en la cláusula
frases ambiguas con relación al concepto de neutralidad, y en la práctica así se
ha comprobado.
Por tanto, desde 1936 hasta el día de hoy, ha sido objetivo de la Nación
panameña la efectiva neutralidad del Canal. El desarrollo y perfeccionamiento
de las armas mortíferas y el ningún afán expansionista o belicista de nuestra
Nación, han llevado a muchos sectores a sugerir la extensión de la neutralidad
permanente de la vía a todo el Istmo de Panamá, exactamente como lo ha
hecho Suiza sin menoscabo de ningún atributo de su soberanía.
c)—La lucha contra la perpetuidad
Los privilegios concedidos a los Estados Unidos debían tener un
plazo, toda vez que los contratos de vigencias infinitas equivalen a ven-
tas. Colombia en el siglo pasado se esmeró por registrar en cada contra-
to un término de expiración de los privilegios. El contrato de 1835 fue
de 50 años; el de 1838 fue de 60 años, el de 1851, de 59 años; los de 1852 y 1878
fueron de 99 años, los de 1869 y 1870 fueron de 100 años. El tratado Herrán-
Hay fijó igual plazo de 100 años, pero prorrogables.
En todos estos tratados, a excepción del Herrán-Hay, se establecía que al
expirar el plazo de los privilegios el Canal pasaría a poder de la República de
Colombia.
En el Tratado General de 1903, los Estados Unidos aprovechó todas las
circunstancias de menoscabo de la personalidad de la naciente República para
imponer un Tratado leonino sin plazos, rompiendo todos los precedentes his-
tóricos. Incluyó, como se sabe, la cláusula de concesión a perpetuidad.
La lucha del pueblo panameño contra la vigencia de la cláusula ha sido cons-
tante pero en los últimos quince años es que está tomando mayor vehemencia.

132
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Se ha impugnado la perpetuidad por humillante y porque en materia de


Derecho Internacional, no se estila, entre naciones, contratar sin plazos, y
también porque una manera pacífica de nacionalizar el canal se encuentra
fijando los plazos a las concesiones de privilegios.
La lucha contra la perpetuidad es la lucha de la nacionalización del
Canal. Históricamente la fijación de plazos constituye el anhelo de ob-
tener a la larga lo que es parte de nuestro patrimonio geográfico. Lo que
ayer era una aspiración “a la larga”, hoy es un objetivo presente, actual.
Epílogo
El 9 de enero de 1964 hijos del país sufrieron y murieron en defensa de la
soberanía panameña en la Zona del Canal. En los precisos momentos en que
morían, la Universidad de Panamá aprobó en su Consejo de Profesores una
Resolución orientadora, que ratificaba los siguientes objetivos históricos de la
Nación y pueblo panameños;
a) Defensa y mantenimiento de la soberanía en la Zona del Canal.
b) Concertación de pactos de neutralidad, con todas las potencias
del mundo.
c) Nacionalización del Canal.
El mensaje de la Universidad y la lucha del pueblo simbolizan,
como queda expuesto, más de un siglo de diplomacia y el sacrificio
constante de muchas generaciones en persistente defensa de la dignidad na-
cional. Sólo los que desconocen estos capítulos de nuestra vida son capaces
de sugerir, ayunos de patriotismo, que nuestras jornadas reivindicadoras tie-
nen su fuente en consignas extra-nacionales. Nuestras jornadas son nuestras
y tienen su origen en nuestras propias realidades, de país dependiente, pero
que se nutre vitalmente de sus propias necesidades y de su propia historia llena
de ricas experiencias por el logro de una Patria libre y de los panameños.
Panamá, 17 de Enero de 1964.
(La Estrella de Panamá, domingo 19 de enero de 1964)

133
REVISTA LOTERÍA

DECLARACIÓN DEL COLEGIO DE ABOGADOS


El Tratado de 1903 lleva en sí la ruda impronta de una Política Inmoral,
y los que le siguieron se enmarcaron dentro del mismo
Espíritu de Injusticia del Tratado Original
El Colegio Nacional de Abogados de Panamá, frente a los dramáticos e
históricos momentos que vive la patria, cruelmente agredida por las fuerzas
militares norteamericanas enclavadas en nuestro propio territorio, eleva ante el
mundo civilizado su voz de protesta por la agresión de que han sido víctimas
nuestro pueblo, nuestra soberanía y nuestra dignidad nacional.
Los hechos que convulsionan al país y que llenan de estupor la conciencia
mundial, encuentran su raíz en la mentalidad colonialista que los Estados Uni-
dos de América aplica en el tratamiento de los problemas resultantes del canal
interoceánico. La reiteración de esa mentalidad ha vuelto a dejar un saldo de
sangre, violencia y muerte y amenaza con ensombrecer aún más las perspec-
tivas de paz y de convivencia internacional entre los pueblos. Por ello, el Cole-
gio Nacional de Abogados de Panamá no puede pasar inadvertida la gravedad
de los hechos que asoman en el panorama de nuestras relaciones con los
Estados Unidos de América y estima propicia la ocasión para dejar oír su voz
orientadora ante la opinión nacional y del mundo.
A juicio del Colegio Nacional de Abogados de Panamá, los hechos que
enlutecen y desprestigian a los Estados Unidos de América, demarcan la
inevitabilidad de una revisión integral de nuestra política exterior y, en particu-
lar, en relación con el Canal de Panamá y la necesidad de formular una acti-
tud y práctica internacionales más conformes con los intereses nacionales y
poner al desnudo la política negativa hacia Latinoamerica que postula el
Departamento de Estado. En la base de esta nueva política exterior debe
estar el principio de que la presencia de los Estados Unidos de América en la
Zona del Canal no sólo es incompatible con nuestra soberanía sino con la
tranquilidad del país y la paz hemisférica. Los hechos de sangre ejecutados
por las tropas norteamericanas prueban la total incapacidad de la población
civil y militar de la Zona del Canal para la dirimencia pacífica de nuestros
conflictos y, animadas por la soberbia y la superioridad militar, han abierto las
puertas para un futuro de violencia, agresiones, intranquilidad y resquemores.
Los hechos han venido a demostrar la necesidad de una política exterior

134
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

vigorosa, agresiva e independiente por parte del Estado panameño al que no le


han faltado pruebas de la desconsideración del Departamento de Estado ante
nuestras indeclinables aspiraciones soberanas.
Ante la realidad que se deja expuesta, el Colegio Nacional de
Abogados de Panamá estima conveniente la adopción perentoria de las si-
guientes medidas:
1°—Denuncia de todos los tratados que regulan nuestras relaciones con
los Estados Unidos de América.
El Tratado de 1903, que lleva en sí la ruda imprenta de una políti-
ca inmoral, fue un instrumento necesariamente frágil y transitorio que ha sal-
tado en pedazos al impacto del movimiento nacional que hoy vive la República.
Los que le siguieron se enmarcan dentro del mismo espíritu de injusticia del
tratado original.
Frente a esta situación, y con base en el reiterado incumplimiento de los
mismos, el gobierno nacional no puede aplazar por más tiempo la denuncia
de dichos convenios comunicando al de los Estados Unidos de América su
firme decisión de no acatarlos en lo sucesivo.
2°—Denuncia de la agresión ante la Organización de Estados America-
nos, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
3°—Inmediatas representaciones diplomáticas ante los gobiernos de to-
dos los Estados, sin excepción alguna, pidiendo el apoyo para nuestras de-
mandas.
4°—Todo representante diplomático panameño debe provocar urgentes
conferencias de prensa para denunciar la agresión y la injusta política norte-
americana en la Zona del Canal de Panamá.
5°—Establecer relaciones diplomáticas y comerciales con todos los
Estados como reafirmación de soberanía y de independencia exterior.
6°—Promover la movilización de todas las fuerzas vivas del con-
tinente a fin de crear una atmósfera continental propicia a la solución favorable
de las demandas panameñas.
7°—Mantenimiento de la ruptura de relaciones con los Estados Unidos de
América mientras no se satisfagan las siguientes exigencias mínimas:
a) Desmilitarización de la Zona del Canal de Panamá;
b) Nuevas negociaciones para la regulación del Canal Interoceánico;

135
REVISTA LOTERÍA

c) Indemnización por los daños a las personas y bienes ocasionados por


las fuerzas militares y policivas de los Estados Unidos.
8°—Coadyuvar a la formación de un Comité Nacional de Coordi-
nación que oriente al país en la presente crisis.
9°—Apelar a los Colegios de Abogados del Continente con el fin de pro-
mover una movilización hemisférica que se exprese en el repudio decidido a la
agresión brutal de que estamos siendo víctimas los panameños.

Jorge Illueca,
Presidente.
Manuel García Almengor,
Vicepresidente.
Carlos del Cid,
Tesorero.
Dr. Ascanio Miranda,
Secretario.
Mario Galindo H,
Vocal.
Carlos Bolívar Pedreschi,
Vocal.
Ricardo Alonso Rodríguez,
Vocal.
Lic. Rodrigo Molina
Sub-Secretario.

136
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

ORACIÓN FÚNEBRE
—Pronunciada en la Catedral de Panamá por el Pbro. Carlos Pérez Herrera, el
domingo 12 de enero de 1964—.

Excelentísimo Señor
Vicario Capitular
Excelentísimo Señor
Presidente de la República
Excelentísimos Señores
Hermanos todos:
Solamente han pasado cincuenta días de aquella mañana en que nos reuni-
mos todos en este mismo templo, para llorar la desaparición trágica del Exce-
lentísimo Señor Presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy,
cuya muerte conmoviera profundamente a nuestro pueblo como que presin-
tiera la tragedia que con la extinción de su vida se cernía sobre la patria pana-
meña y que ha sido la triste realidad en estos primeros días del año de 1964.
Voz de amargura y llanto en la mirada mustia de la patria que llora a sus
hijos inmolados ante el altar sagrado del Ancón, acongojan a este pueblo pana-
meño, hermano en el dolor, acorraladado en la injusticia y sangrante por la
herida del corazón que un día se abriera para beneficio del mundo.
Una vez el Señor Dios bajó al monte Sinaí y entregó a Moisés las tablas de
su ley. ¡Amarás a tu Dios! ¡No matarás! ¡No levantarás falsos testimonios!
fueron algunas de sus divinas ordenanzas. Siglos más tarde su hijo Jesucristo
dijo a las muchedumbres sedientas de amor y de justicia: Si quieres la salva-
ción, guarda esos mandamientos. Pasaron los tiempos y el Sinaí que fuera el
símbolo de la justicia y de la ley, se convirtió a la servidumbre del imperio de
los faraones. ¡La historia religiosa como la historia política de los pueblos se
repite! Dios nos dio la tierra para que la habitáramos y formáramos pueblos.
Por los cauces invisibles de la herencia hemos llegado a consolidar una
nación: la nación panameña, país de agricultores, pescadores, comerciantes,
pequeños industriales, obreros, intelectuales y estudiantes. ¡No somos un país
guerrero, no somos un país de guerrilleros! Somos una nación que busca por
entre las leyes humanas la promoción social y espiritual a la que está llamada
por las leyes divinas, conscientes en verdad de nuestra debilidad militar pero

137
REVISTA LOTERÍA

también de nuestra dignidad humana y de nuestro privilegio geográfico.


El nuestro es un pueblo de cristianos; ¡los mandamientos de Moisés rigen
para nosotros que los hemos aceptado voluntariamente! El Cerro Ancón es
nuestro Sinaí: ángel cautivo en cuyo pecho hace eco la voz del mar que nos
trae de otras playas amigas mensaje de consuelo y solidaridad en el dolor.
Àngel de nuestra ciudad que abanica las heridas con la brisa de sus alas para
cicatrizarlas y restañarlas....
Ante tamaña tragedia resuenan en nuestros oídos los truenos del profeta Jere-
mías: “Vox in Rama audita est, ploratus et ululatus multus...” Se oye una voz en la
ciudad, de gemidos y llanto amargo: es la madre que llora a sus hijos y rehusa
consolarse porque ya no existen...
“Cese tu voz de llorar, dice el profeta, y tus ojos de derramar lágrimas
pues será recompensada tu pena: hay esperanza para tus días venide-
ros pues tus hijos recuperarán la tierra que les pertenece” (Jer. 31,15).
Permitidme señores que ante este espectáculo que contrista nuestra alma,
que supera la capacidad emocional de todo un pueblo, que parece comunicar-
nos ese frío glacial que envuelve a nuestros compatriotas caídos en el campo
del honor, busque un cauterio y una razón de esperanza en las sabias ense-
ñanzas legadas por Juan XXIII, cuando nos dice que: “la paz en la tierra,
profunda aspiración de los hombres de todos los tiempos no se puede ase-
gurar si no se guarda íntegramente el orden establecido por Dios”, un orden
fundamentado en la verdad y en la justicia que regula las relaciones entre las
comunidades políticas. Si estas comunidades tienen derecho a la existencia,
al propio desarrollo, a los medios aptos para alcanzarlos; si tienen además el
derecho a defender la buena reputación y los honores que les son debidos,
tienen también el deber de respetar en las otras comunidades todos esos dere-
chos y evitar las acciones que constituyan una violación de los mismos.
Por cierto puede suceder y de hecho acontece que pugnen entre sí las
ventajas y provecho que las naciones intentan obtener; pero las diferencias allí
nacidas no se han de zanjar recurriendo a la fuerza ni al fraude, sino a la
comprensión recíproca como corresponde a los seres humanos, al examen
cuidadoso de la verdad y a las soluciones equitativas. Es pues fácil compren-
der que la ausencia de esta sensibilidad, en la moral internacional, nos llene de
estupor y de profunda tristeza por la sangre generosa de nuestros héroes, con

138
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

la que han ceñido a la cintura de nuestra joven república una túnica de rosas
escarlatas.
La Iglesia Católica de Panamá, como dijo nuestro jefe espiritual, el Excmo.
Señor Vicario Capitular, como madre que es la Iglesia llora los sufrimientos de
sus hijos y se adhiere al luto nacional .... Yo os invito, compatriotas paname-
ños a unirnos todos en la plegaria al Padre Dios, para pedirle que envíe sobre
nosotros su espíritu, en este momento crítico de nuestra historia, para que
sepamos con dignidad y amor, lograr la paz y la justicia que ha sido prometida
a los hombres de buena voluntad. He dicho.
(La Estrella de Panamá, lunes 13 de enero de 1964)

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

4. 1964 en la opinión internacional

INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS PIDE


PANAMÁ EN MENSAJE PARA LA ONU

MÉXICO D. F., 24 (AP).—El ex-Presidente mexicano Lázaro Cárdenas


se opone a la excavación de un canal interoceánico a través del Istmo de
Tehuantepec. En una carta a la revista Siempre Cárdenas contestó una propo-
sición del legislador norteamericano Mike Mansfield.
El ex-Presidente manifestó que esta idea ha sido resucitada para ayudar a
Estados Unidos a resolver sus dificultades con Panamá. Declaró que México
no puede financiar tal proyecto y no debe aceptar fondos extranjeros para
financiarlo porque esto amenazaría la soberanía mexicana, endeudando al país
con potencias extranjeras.

NUEVA YORK, 24 (AP).—Un profesor norteamericano de His-


toria sugiere que se establezca una Comisión Internacional para operar el Ca-
nal de Panamá.
Eso, dice Robert A. Potash, de la Universidad de Massachusetts, podría
resolver el problema entre los Estados Unidos y Panamá.
Potash, en una carta publicada en el New York Times, sugiere que la Comi-
sión sea compuesta de naciones que tienen costas en el Atlántico y en el Pací-
fico: los Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Guatemala, Nicaragua,
Costa Rica y Panamá.
Potash dijo que tal arreglo reconocerá la soberanía de Panamá y Pana-
má puede conceder a la Comisión permiso para operar el Canal. Propuso
que Panamá perciba un porcentaje de los ingresos del Canal y que la Comi-
sión adiestre e incorpore panameños en todas las fases de la operación.

141
REVISTA LOTERÍA

UN HECHO DESGRACIADO EN LA HISTORIA DE


LA AMÉRICA LATINA

La prensa rusa deplora el “terror sangriento”. L. Unita dice: “matanza


por demostraciones colonialistas, arrogantes, provocativas y chauvinistas”.
NUEVA YORK, enero 11 — (UPI) — Los diarios matutinos de esta ciu-
dad publican hoy titulares en primera plana y artículos editoriales en relación
con la crisis en Panamá.
El Herald Tribune dice en sus titulares: “Estallido en Panamá —Johnson
actúa para restaurar la paz— turbas rechazadas”. Su artículo editorial se titula
“Tragedia sin sentido en Panamá” y dice que “Estados Unidos, en virtud de un
tratado y de necesidades nacionales perentorias, ejerce autoridad sobre la Zona
del Canal, el Canal y sus servicios deben ser protegidos contra la agresión
abierta y la acción de las turbas”.
Después de exhortar a Estados Unidos a mantener una asociación amisto-
sa con Panamá, el artículo subraya: “Estados Unidos dirige el canal y no puede
permitir que el canal dirija a Estados Unidos”.
El Daily News dice en su titular: “Panamá rompe con Estados Unidos — la
ONU convocada”. Su artículo editorial dice que “desde 1903 Estados Unidos posee
la Zona del Canal de Panamá, en virtud de tratados que dan a Estados Unidos
soberanía a perpetuidad.... pero desde que el canal se inauguró en 1914— y cada
vez más en los últimos años— políticos surtidos y nacionalistas panameños han
venido tratando de reducir el control norteamericano en esa zona.. confiamos en
que el gobierno norteamericano no sea presionado para disculparse o hacer apresu-
radas concesiones”.
El The New York Times publica titulares a ocho columnas que dicen “Panamá
actúa para anular tratados sobre el Canal— embajada de Estados Unidos evacua-
da— 20 muertos en incidentes — Johnson exhorta la calma— la OEA mediará.
En su artículo editorial, El Times dice que “la explosión en Panamá constituirá
un hecho desgraciado en la historia de América Latina..Éste no es un momento
para perder la cabeza. Panamá no puede denunciar el Tratado de 1903, como
amenazó el Presidente Chiari, de la misma manera que Estados Unidos no puede
enviar batallones de infantes de marina para liquidar a los agitadores panameños”.
“.... La gravedad del hecho y sus efectos en todo el hemisferio no pueden

142
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

ser subestimados. Es parte de la tragedia que los elementos de violencia y


extremismo han introducido desde hace mucho tiempo.
“.... Hace falta firmeza, pero principalmente para que los gober-
nantes panameños mantengan la ley y el orden satisfaciendo a su pue-
blo oprimido y llegar con Estados Unidos a una solución de avenen-
cia para mantener una asociación honesta.

CABLEGRAMA AL PRESIDENTE DE COLOMBIA

Doctor
Guillermo León Valencia
Presidente Colombia
Bogotá
Sobrecogidos pena pérdidas vidas estudiantes panameños, inter-
pretando sentimientos embarga colombianos residentes este país, vin-
culado su pueblo sangre, amistad, compañerismo; trabajo, dirigímosnos
respetuosamente su Excelencia fin manifestarle veríamos complacidos nues-
tra Colombia coadyuvara gestiones Panamá tendientes encontrar solución de-
corosa inmediata sangrientos disturbios conmueven América.
Compatriotas: Arturo Gómez Castro, Daniel Lozano, Pablo Emilio De Ar-
cos, Néstor Romero, Dionisio Jiménez, Severo Ceballos, Cayetano Barrios, Je-
sús Ahumada, Benjamín Aristizabal, Jesús Colorado, Joaquín Arrunategui,
Prudencio García, Rafael Zúñiga, Nepomuceno Velásquez Ortiz, Julián Padilla,
Jorge Beltrán, Jorge García.
Panamá, enero 12 de 1964.

MEDIO SIGLO DE INJUSTICIAS — “CHIARI NO ES


UN AGITADOR O UN FANÁTICO”, J. Figueres

CAMBRIDGE, Massachusetts, enero 11, (UPI). — El ex-presidente de


Costa Rica, José Figueres, dice que los tumultos de la Zona del Canal de
Panamá son consecuencia de diferencias que tienen medio siglo de existencia
pero añadió que “las negociaciones directas resolverán el incidente”.

143
REVISTA LOTERÍA

Figueres se encuentra aquí en calidad de profesor visitante de la Universi-


dad de Harvard. Manifestó que los tumultos “son una verdadera indicación de
los sentimientos nacionalistas panameños”.
Hizo esas declaraciones en una entrevista que transmitió la estación de
radio de Harvard.
“Existe la creencia —dijo— de que los Estados Unidos se apode-
raron por la fuerza de la Zona del Canal y se aprovecharon de su fuerte posi-
ción. El sentimiento de injusticia ha permanecido (en Panamá) durante medio
siglo”.
Figueres añadió que el incidente de la bandera era sólo uno de
toda una serie de acontecimientos parecidos. Añadió sin embargo,
que confiaba en que se llegara a un acuerdo pacífico.
“Los Estados Unidos —manifestó— no están tratando, cuando
tratan con el Presidente Roberto Chiari, con un agitador o un fanático.
Las negociaciones directas resolverán el incidente y se restablecerá el
derecho de los panameños a mantener su bandera junto con la bande-
ra de los Estados Unidos.
(El Panamá América, sábado 11 de enero de 1964)

AFIRMAN EN EUROPA: LA CRISIS CANALERA


PONE EN PELIGRO SEGURIDAD DEL MUNDO
Por K. C. Thaler

LONDRES, enero 11 — (UPI) — Gran Bretaña mostró hoy solidaridad


con Estados Unidos sobre la explosiva situación panameña.
En fuentes diplomáticas se expresó pesar por el choque ocurrido
en la Zona del Canal de Panamá, así como ansiedad respecto de sus
amenazadoras consecuencias políticas y estratégicas.
“El gobierno británico está observando la situación estrechamen-
te y con preocupación”— se dijo en fuentes oficiales.
Algunos diplomáticos temen que de prolongarse el conflicto, pudiera
hacer de Panamá un blanco prometedor “para los métodos cubanos”.
La preocupación tanto aquí como en otras capitales de Euro-

144
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

pa Occidental, se inspira en la importancia estratégica del Canal de Pa-


namá para todo occidente.
“No es esta una situación de la que puedan excluirse las naciones
de Europa Occidental y en particular Gran Bretaña”— declara el pe-
riódico conservador Daily Telegraph, reflejando, aparentemente, el punto de
vista del gabinete del Primer Ministro, Sir Alec Douglas-Home.
La oficina del exterior se limitó a exponer que estaba recibiendo informes
de su representante en Panamá sobre los choques, aunque se abstuvo diplo-
máticamente de comentar la situación.
Sobre todo se abstuvo de ofrecer consejo a Estados Unidos acerca de
cómo encarar el problema.
Se cree que la actitud británica se inspira en parte en el deseo de evitar
cualquier posible equívoco sobre “tardío resentimiento” relacionado con el
conflicto del Canal de Suez y las discrepancias ocurridas en aquella ocasión
entre Gran Bretaña y Estados Unidos.
Aun la prensa se refirió sólo muy superficialmente al caso de la
incautación del Canal de Suez por el Presidente de Egipto, Abdel Gamal
Nasser, pese a las protestas de Londres y las negativas del gobierno de
Washington a respaldar la política británica en aquel problema.
El criterio de observadores británicos competentes es que la aten-
ción primordial debe ser enfocada hacia la cesación más rápida posible de la
lucha presente en la Zona del Canal, y al mismo tiempo fijar la vista sobre un
pronto arreglo político que, según sugieren los comentaristas diplomáticos,
deberá ser de carácter “generoso”.
El influyente London Times sugiere por su parte en un editorial, que
como custodio de una gran ruta acuática internacional, Estados Unidos
tiene “deberes más allá de engrasar sencillamente las compuertas del
Canal.”
La prensa en general, así como los expertos británicos familiarizados
con la situación, rinden tributo al esfuerzo de EE.UU. en Panamá,
acreditándosele el desarrollo de una campaña de buena voluntad en el pasa-
do, en tanto que Panamá se ha beneficiado grandemente, aunque de manera
indirecta, con el canal.
No obstante, se reprocha a Washington haber pasado por alto tanto

145
REVISTA LOTERÍA

el elemento nacionalista como las discrepancias entre los que todo lo


tienen y los que de todo carecen en la región, situación que se dice
agravada por un flujo de riqueza sin igual.
Los estrategas a quienes preocupa el amplio aspecto de las compli-
caciones políticas, hablan en sus comentarios de hoy sobre la “inviola-
bilidad” del Canal de Panamá, señalando la necesidad de “desenmasca-
rar y erradicar” a las fuerzas que han provocado el conflicto con que obviamente
insinuaron influencias inspiradas por Fidel Castro.
El diario Times da una nota de franca advertencia:
“El valor comercial y la importancia estratégica del canal, ha-
cen de Panamá blanco prometedor de los métodos cubanos”.
Detrás de esa advertencia se vislumbra el temor a una situación en que:
“algún otro país” pudiera impedir el rápido tránsito de los navíos de Estados
Unidos de uno a otro océano.
La reacción comunista frente a los acontecimientos panameños ha sido
cautelosa hasta ahora.
La actitud inicial soviética fue situarse al lado de la “demanda de
Independencia” de Panamá “y su derecho al territorio de la Zona del Canal.”
Esto confirma la táctica comunista ante el planteamiento de cualquier cri-
sis internacional importante. El Kremlin, evidentemente, está dejando transcu-
rrir el tiempo, aunque los diplomáticos observan, como indicio esperanzador,
la ausencia, hasta ahora, de ataques directos a EE.UU. y al Presidente Lyndon
B. Johnson personalmente.
El diario gubernamental Izvestia empleó esta noche un gran título en
primera página diciendo “el Canal de Panamá es de los panameños”, y
en el artículo que sigue, encabezado por el subtítulo de “demanda justi-
ficada”, Izvestia se hace eco del pedido de Panamá sobre nacionalización
del Canal, o que se le ponga bajo control internacional.
“Los yanquis disparan contra los manifestantes”.
“Póngase fin a la represión” — dicen otros títulos de primera pá-
gina de Izvesta esta noche.
A continuación afirma que “la conmoción de Panamá ha alarmado a Esta-
dos Unidos causando un estado de semipánico”. Señala además que “esta es la

146
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

primera gran crisis que encara el Presidente Johnson en la política latinoamerica-


na de Estados Unidos desde el fracaso de la invasión cubana de Bahía Cochinos”.
(El Panamá América, domingo 12 de enero de 1964)

PROFESIONALESDECOLOMBIAYVENEZUELA
CON NOSOTROS
Para su publicación hemos recibido las siguientes cartas, una del Dr. Jai-
me Pedraza, de Colombia y otra del Dr. Luis Caropreso Ponce, en donde
hacen pública su solidaridad con nuestro país y ofrecen sus buenos oficios
para coadyuvar en la lucha de nuestra Patria:

Bogotá, 11 de enero de 1964.


Excelentísimo Señor
Roberto F. Chiari,
Presidente de la República de Panamá
Panamá

Excelentísimo Señor:
Como colombiano, he seguido con profunda emoción patriótica los he-
chos que se vienen desarrollando en Panamá y, en consecuencia, cumplo con
el elemental deber de ponerme total e incondicionalmente a órdenes del Go-
bierno de Panamá para todo aquello en que pueda serle útil.
Es esta la oferta cordial, sincera y desinteresada de un simple ciudadano
de Colombia que, como millones de colombianos, ama y respeta a Panamá
como a cualquier sector de la Patria.
De tiempo atrás los Gobiernos de Colombia y de Panamá han descuidado
lamentable y sensiblemente el cultivo de nuestras relaciones, pero ese descui-
do no ha destruido los vínculos de sangre, de cultura, de espíritu y de historia
que hacen de nuestros pueblos una sola y gran Nación.
Nosotros recordamos con cariño y con agradecimiento a los gobernan-
tes panameños que tuvimos, a los Ministros de Estado y Diplomáticos que
con tacto y con sabiduría nos representaron y a sus legisladores que aún
nos rigen, puesto que nuestro Código de Comercio no es otro que el del
antiguo Estado de Panamá.

147
REVISTA LOTERÍA

Por todas esas razones sentimos en carne propia las ofensas que se irroguen
a Panamá; y los sufrimientos de ésta son también los nuestros; nuestra solida-
ridad es total.
Tuve, en años pasados, la fortuna de conocer Panamá y Colón y las tie-
rras aledañas, desafortunadamente por muy pocos días, pero sí los suficientes
para poder decir que pisé su suelo, bebí sus aguas, respiré su aire y gocé de su
generosa hospitalidad en forma tal que en ningún momento me sentí extranje-
ro. Por eso ahora, como millones de colombianos, gustosamente pongo en
manos de S.E. mis modestos bienes y la vida misma, si fuere necesaria para la
defensa de los derechos panameños.
Hago llegar a S. E., y por su digno conducto al Pueblo de Panamá y espe-
cialmente a las familias de los mártires de la Patria de quienes puede decirse
como se ha afirmado de nuestro común héroe, el estudiante y sabio Francisco
José de Caldas, que “descendió al patíbulo para ascender a la inmortalidad”, mi
más sentida expresión de solidaridad.
Soy de S. E, admirador y servidor y permítame considerarme tam-
bién su compatriota,

DIRECCIÓN:
Calle 17 No. 4-81 Oficina 206
Teléfono 34 55 24
Doctor Jaime Rafael Pedraza, ABOGADO. Miembro de número del
Colegio de Abogados y del Colegio de Canonistas de Bogotá.
BOGOTÁ D. E., Colombia.

ELIMPERIALISMONORTEAMERICANOES
EL MÁS FEROZ ENEMIGO DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO,
AFIRMAMAO
TOKIO, enero 13 (AP)—China Comunista lanzó hoy una serie de decla-
raciones oficiales, calificando a Estados Unidos de “agresor”, y asegurando su
apoyo a Panamá en la disputa entre ese país y Estados Unidos por la Zona del
Canal.
Mao Tse Tung, Presidente del Consejo de Ministros, dijo que “el pueblo
chino está firmemente del lado del pueblo panameño y apoya plenamente su

148
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

justa acción al oponerse a los agresores norteamericanos y procurar recuperar


su soberanía sobre la Zona del Canal”.
Su declaración, difundida por Radio Pekín añadió:
“La heroica lucha que está siendo actualmente librada por el pueblo de
Panamá contra la agresión norteamericana y en defensa de su soberanía na-
cional, es una gran lucha patriótica”.
“Los planes agresivos del imperialismo norteamericano para dominar el
mundo entero, siguen una línea continua desde Truman, a través de Eisenhower
y Kennedy a Johnson.”
La radio dijo que el Presidente Liu Shao Chi y el Primer Ministro Chou
En Lai cablegrafiaron un mensaje conjunto al Presidente de Panamá, expre-
sándole su “más fuerte indignación ante las agresivas atrocidades norteame-
ricanas al burlar la soberanía nacional de Panamá y masacrar al pueblo pa-
nameño”.
“Extendemos nuestra congoja más sentida a los patriotas panameños
masacrados por las tropas norteamericanas, y nuestra más sincera simpatía a
los familiares de los héroes caídos y a aquellos que resultaron heridos” dijo la
trasmisión.
Un mensaje similar fue enviado por Chu Teh, Presidente del Comité Per-
manente del Congreso a Jorge Rubén Rosas, Presidente de la Asamblea Na-
cional panameña, añadió la declaración.
Mao afirmó que “el imperialismo norteamericano es el más feroz enemi-
go del pueblo del mundo” en Asia, Latinoamérica y África, y que aún ame-
naza a la Unión Soviética y a los otros países comunistas.
“Aun hacia sus aliados en Europa Occidental, América del Norte y Oceanía,
el imperialismo norteamericano sigue la política de la ley de la jungla, tratando
de uncirlos a su yugo” afirmó el líder rojo.
Continuó: “Hallando oposición en todas partes el imperialismo
norteamericano se ha colocado en la posición de enemigo del pueblo
en todo el mundo y se ha aislado cada vez más”.
“Las bombas atómicas y de hidrógeno en manos de los imperialistas norte-
americanos, nunca pueden amedrentar a pueblos que no están dispuestos a ser
esclavizados.”

149
REVISTA LOTERÍA

ESTUDIANTES Y OBREROS DE CHILE APOYAN A


PANAMÁ Y CONDENAN LOS ACTOS DE
AGRESIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS

SANTIAGO DE CHILE, enero 12. (AP). — Chile hizo retornar ayer de


inmediato a su Embajador en Panamá, Teófilo Reyes, quien se encontraba aquí
en visita de descanso.
Tal medida se adoptó debido a los incidentes entre Estados Unidos y
Panamá.
Entre tanto, organismos estudiantiles y sindicales emitieron declaraciones
condenando tales sucesos.
La Federación de Estudiantes de Chile manifestó que se solidari-
za con el “pueblo y estudiantes de Panamá por la enérgica defensa de
los sagrados derechos a mantener su suelo patrio libre de la intervención
foránea”. Pide también que Chile repudie la supuesta actitud agresiva de Esta-
dos Unidos.
La Unión de Federaciones Universitarias de Chile, por su parte,
dijo que repudia “enérgicamente los hechos y condena la lentitud y parsimonia
con que ha actuado el gobierno norteamericano en reprimir la actitud de sus
fuerzas en la Zona”.
El Partido Comunista entregó otra declaración en la que manifies-
ta “su apoyo” al gobierno del Presidente panameño Roberto Chiari.
(La Estrella de Panamá, lunes 13 de enero de 1964)

MÁS PAÍSES LATINOAMERICANOS APOYAN LA


POSICIÓN DE PANAMÁ

MONTEVIDEO, enero 11, (UPI). — Uruguay resolvió aprobar en princi-


pio la solicitud de la República de Panamá, para que se convoque al organismo
de consulta de la OEA y a una comisión investigadora de los recientes sucesos
registrados en Panamá.
En tal sentido y luego de intensas consultas realizadas por el Mi-
nistro de Relaciones Exteriores, Alejandro Zorrilla de San Martín, se

150
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

resolvió enviar instrucciones al embajador uruguayo a las medidas enuncia-


das. Con base a esta nota, cuyo texto se mantiene en reserva, el canciller
mantuvo entrevistas con el presidente del Consejo, Señor Manuel Fernández
Crespo y otros consejeros nacionales de la mayoría y de la minoría.
Por su parte, el Encargado de Negocios de Panamá, Andrés Álvarez, acom-
pañado por el Agregado Cultural, realizó una visita a la prensa capitalina para
dar a conocer algunos aspectos de los sucesos contenidos en despachos ofi-
ciales enviados por el Ministro de RR. EE. de su país. En dichas comunicacio-
nes se expresa que “la República ha sido objeto de un ataque armado no pro-
vocado contra su territorio y su población civil, cometido por las fuerzas
armadas de los Estados Unidos de América acantonadas en la Zona del Canal,
el cual ha dejado un saldo de veintidós muertos y más de trescientos heridos y
creado una situación que pone en peligro la paz de América”.
BUENOS AIRES, enero 13, (UPI). — Dirigentes del movimiento del dic-
tador exilado Juan D. Perón enviaron ayer un mensaje al Presidente de Pana-
má, Roberto Chiari, donde le expresan su solidaridad en relación con los inci-
dentes ocurridos en ese país.
“Ante la agresión sufrida —dice— reciban ustedes, gobierno y pueblo
panameños, nuestra incondicional solidaridad de argentinos y de justicialistas,
que en esta hora dolorosa rendimos tributo a la bandera panameña cuyos colo-
res enaltecidos por la sangre reflejan la indestructible voluntad de nuestras
naciones de defender su dignidad, asegurar su independencia y promover la
justicia social e internacional de Latinoamérica”.
El movimiento juvenil de agitación y lucha de la Unión Cívica Radical del
Pueblo, partido del Presidente Arturo U. Illía, dijo que “los estudiantes pana-
meños inmolados por la guardia pretoriana del imperialismo norteamericano
en la Zona del Canal de Panamá configuran una salvaje agresión a los derechos
humanos y a la soberanía de los países Latinoamericanos”.
El Movimiento Nacional de la Juventud Demócrata Cristiana resolvió dar
su solidaridad a todos los jóvenes panameños enrolados en “este proceso re-
volucionario”.
(El Panamá América, Lunes 13 de Enero de 1964)

151
REVISTA LOTERÍA

DEL CASO PANAMÁ-ESTADOS UNIDOS


MÉXICO, Enero 12 (AP).—Unos 60 panameños que viven aquí hicieron
ayer una manifestación pacífica contra las acciones de Estados Unidos en la
Zona del Canal.
Se reunieron ante la estatua de uno de sus próceres, Justo Arosemena, en
un parque de aquí y escucharon varios discursos. Posteriormente una organi-
zación extremista de izquierda, la Central Campesina Independiente, emitió
una declaración acusando a Estados Unidos de “inigualable voracidad”.
SANTO DOMINGO, enero 12 (AP).—Estudiantes universitarios y
normalistas quemaron ayer en la calle una bandera norteamericana, en
una manifestación de solidaridad para con los estudiantes panameños.
Fuerzas policíacas disolvieron el grupo de estudiantes, cuando trató
de constituirse en piquete frente a la Embajada de los Estados Unidos, alegan-
do que no tenían permiso.
Los manifestantes afirmaron que esa prohibición constituía un
atentado contra la libre expresión de pensamiento y la libertad de tránsito.
CAIRO, enero 12 (AP).—Los periódicos egipcios dedicaron hoy cintillos
desplegados a los problemas de Panamá, y algunos dijeron que Panamá debía
de nacionalizar el canal tal como hizo el Presidente Nasser con Suez en 1956.
“La nacionalización del Canal de Panamá nos parece una solución conve-
niente y justa, y cualesquiera temores que puedan tener los Estados Unidos
sobre el funcionamiento del canal o la libertad de paso, probarán ser tan injus-
tificados como los temores ingleses y franceses en 1956”, dice el periódico en
inglés Egyptia Gazette.
Dice el periódico que el pueblo panameño “está ahora preparado para
ejercer su soberanía sobre el Canal, a menos que los Estados Unidos reconoz-
can esto, y aprendan la lección de 1956, el futuro traerá allí más problemas y
derramamientos de sangre”.
El influyente diario Ahem dice tener “entera confianza en que el pueblo de
Panamá puede alcanzar su independencia y liberación. Las medidas que Pana-
má ha adoptado en la esfera internacional merecen pleno apoyo”.
MADRID, enero 12 (AP).—El órgano falangista Arriba dice hoy en un
editorial que los disparos a panameños por las fuerzas norteamericanas en la
Zona del Canal “representan un regreso a la época de severo colonialismo”.

152
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Arriba es el único diario matutino madrileño que comenta los sucesos de


Panamá. Pero todos dieron gran importancia a los informes de ese incidente,
incluyendo las reacciones de sus corresponsales en Washington y Londres
“El sentimiento nacional hierve fuertemente en las almas de los pueblos
americanos”, dice Arriba. “Quienes no entienden eso no están preparados
para mejorar sus relaciones con pueblos que tienen tan vigorosa personalidad”.
En otro comentario firmado por Nuel De Meredia, el diario falangista dice
que Panamá luchaba por su derecho a izar la bandera en territorio sobre el cual
tiene soberanía, y que la postura de los Estados Unidos “era tradicional pero
inconcebible”.
“A los panameños que cayeron estos días en defensa de la integri-
dad de su país”, agrega De Meredia, “los lloramos nosotros”.
BUENOS AIRES, enero 12 (AP).—El Ministro de Relaciones Exteriores
Miguel Ángel Zavala Ortiz dijo a los periodistas que espera tener una respuesta
lista “hoy o mañana” a la nota panameña pidiendo la cooperación de Argentina
en el arreglo de la disputa de la Zona del Canal.
Según fuentes del Ministerio de Relaciones, la Cancillería panameña envió
notas a todos los gobiernos americanos ayer pidiendo ayuda en buscar una
solución a la situación en Panamá.
TOKIO, enero 12 (AP).—La China comunista hizo patente hoy su apoyo
a los panameños, en la disputa entre los Estados Unidos y el gobierno del
Presidente Roberto F. Chiari sobre el control de la Zona del Canal.
El órgano oficial de China roja, Diario del Pueblo, acusó en un editorial a
los Estados Unidos “por la bárbara masacre del pueblo de Panamá”. El edito-
rial fue citado por la agencia de noticias Nueva China.
Dice el periódico que las manifestaciones y actos de violencia en Panamá
fueron “prendidos por la violencia y derramamiento de sangre propios de
Washington”.
“Latinoamérica ha disparado su primer rayo esta primavera”, dice
el editorial.
“El Presidente Johnson habla mucho de un mundo sin guerra. ¿Pero acaso
la actuación de los Estados Unidos en Panamá no ofrece un cuadro bastante
claro del mundo en que sueñan los círculos dirigentes norteamericanos? Qué
raro resulta, ante esto, que algunos que se autocalifican de marxistas-leninistas

153
REVISTA LOTERÍA

aplaudan el mensaje de Johnson al Congreso norteamericano sobre el estado


de la unión”.
QUITO, enero 11 (AP). — “Creemos que Panamá y los Estados Unidos
podrán solucionar la eruptiva situación en términos que satisfagan a la digni-
dad de los dos países y al buen entendimiento general del continente”, expresa
hoy El Comercio en un editorial sobre los disturbios en la Zona del Canal de
Panamá.
Agrega que se había considerado que las “justas demandas pana-
meñas” para que su bandera flamee en la Zona del Canal habían sido
superadas, pero que ello no ha sido ratificado.
El Telégrafo, de Guayaquil, dice que un incidente entre estudiantes que
actuaron con la vehemencia propia de la juventud “no debió jamás degenerar
en los dolorosos acontecimientos que todo el continente lamenta”.
Agrega que faltó cordura, estuvo ausente la serenidad y se violaron las
normas de ponderación.
El Telégrafo destaca que es alentador el hecho de que Panamá y los Esta-
dos Unidos hayan aceptado los buenos oficios de la Comisión de Paz de la
OEA.
TOKIO, 12 (AP).—Uno de los principales diarios japoneses exhortó hoy
a los Estados Unidos a ser consistentes en la disputa del Canal de Panamá con
su actitud en la crisis de Suez para evitar la acción militar.
(La Estrella de Panamá, lunes 13 de enero de 1964)

TEMAS DEL DÍA —TRAGEDIA EN PANAMÁ


—Editorial de El Tiempo de Bogotá, el día 11 de enero de 1964—
Son de veras dolorosos y casi absurdos los hechos ocurridos en
Panamá en la noche del jueves y en la madrugada de ayer, durante los cuales
fueron muertos en choques que no han debido producirse nunca, varios estu-
diantes panameños que intentaron izar la bandera de su país junto a la de los
Estados Unidos, que estudiantes norteamericanos de la Zona habían izado.
Como se recordará, este problema de las banderas había sido resuelto,
con espíritu eminentemente justiciero, por una determinación del nunca bien
llorado Presidente Kennedy, quien dispuso que en la zona podían y debían
izarse las dos banderas. ¿Por qué a raíz de la tragedia de Dallas —palpitante

154
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

aún la emoción del gran duelo— se suscita de nuevo este conflicto? Inverosí-
mil como es, resulta todavía más imposible imaginar las finalidades de seme-
jante actitud, inexplicable e inadmisible.
Naturalmente el gobierno del Presidente Chiari, en un acto de legítima
defensa de sus compatriotas —nuestros hermanos panameños— y de su so-
beranía, ha procedido a invocar el Pacto de Río y ha pedido —pleno de razo-
nes— la convocatoria del órgano de consulta de la OEA, simultáneamente con
el retiro inmediato de su Embajador en Washington. Al gobierno del Señor
Chiari lo asiste la justicia para obrar como ha obrado, y seguramente su actitud
será interpretada con respeto, inclusive por el propio gobierno estadouniden-
se, que debe entenderla y apreciarla en sus exactas dimensiones de equidad.
Naturalmente no cabe responsabilizar a las autoridades de Washington de
lo que ha sido un acto absurdo —imperdonable— de las autoridades militares
de la Zona. Pero quisiéramos estar seguros de que el primero en rechazar
semejante conducta, torpe y precipitada, habrá de ser el Presidente Johnson,
cuyo espíritu de entendimiento con la América Latina se pone en dura prueba
en esta emergencia.
Confiamos en que el Consejo de la OEA estudiará serena y am-
pliamente todas las incidencias del problema y en que lo ocurrido no
irá más allá de lo que de suyo ha sido brutal y amargo. En nombre de la paz y
de la soberanía de estas naciones y de la indispensable solidaridad continental
—que por fortuna tienen su protección jurídica en el sistema regional— hay
que formular votos porque estos sucesos tengan adecuada sanción y satisfac-
ción sin reservas, y no vayan a convertirse en nueva inquietud y nuevo que-
branto para un hemisferio que ya empezaba a verse liberado de viejos resabios
imperialistas.
Como partidarios fervorosos de una política de entendimiento y de mutuo
respeto con los Estados Unidos —base de la unidad hemisférica— no po-
demos dejar de declarar, sin embargo, que en esta hora estamos con la repúbli-
ca hermana en su demanda justiciera y soberana, y entrañablemente con ella
en el dolor que la aflige.

155
REVISTA LOTERÍA

NORTEAMERICANOSIDENTIFÍCANSE
CONPANAMÁ
De la Presidencia de la República hemos recibido, para su publicación, copias
fotostáticas de las siguientes cartas que ha recibido el Presidente de parte de ciudada-
nos norteamericanos que se han identificado con Panamá:
TRADUCCIÓN
Arnie Mason
KLBM Radio. La Grande, Oregon.
Para Presidente Chiari
Ciudad de Panamá.
Señor Presidente:
Yo, junto con muchos otros ciudadanos de los Estados Unidos me siento
sumamente preocupado por los hechos que han afligido a su nación en los últimos
días. Hablando con un compañero de trabajo hoy viernes 10 de enero, estuvimos
de acuerdo, como estoy seguro lo estarían muchos otros, en que los estudiantes
norteamericanos de la Zona del Canal deben ser llevados a un parque público y
azotados en las posaderas hasta que les sea imposible sentarse. Por supuesto, me
doy cuenta de que gran parte de esta frustración llega más hondo que el mero
enarbolamiento de la bandera de su país y del mío, pero sus compatriotas están
orgullosos de su país como nosotros lo estamos del nuestro, y las banderas de
ambos países son símbolos de ese orgullo. Honradamente, estoy casi avergonzado
de ser norteamericano desde el asesinato del Presidente Kennedy y (por) aconteci-
mientos como los ocurridos en su país que son causados básicamente por unos
cuantos estudiantes norteamericanos estúpidos que creen que los Estados Unidos
son, o que ser norteamericano es, un mayor timbre de orgullo que ser panameño.
Señor Presidente, confío en que nuestros dos países puedan ser siempre
amigos y que sean capaces de arreglar este asunto en una forma adulta y diplo-
mática que no sea degradante para ninguna de las partes.
El pueblo norteamericano no es tan duro e insensible como les gustaría
creer a muchos pueblos del mundo. Somos tan humanos como ustedes y
como todos los otros pueblos, y no deseamos despojar a nadie ni conquistar-
los ni hacerles daño. Deseamos ayudar, pero ¿cómo puede llegar esa ayuda
cuando unos pocos estudiantes norteamericanos estúpidos creen que porque
son norteamericanos son tanto mejores? Yo digo esto, enarbolen su bandera

156
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

con la nuestra, o permitan que la nuestra ondee con la de ustedes, pero que
ondeen juntas en amistad y comprensión.
Con cordialísimos saludos,
ARNIE MASON.
Locutor de Radio.

EL DIARIO EL MERCURIO DE CHILE OPINA SOBRE LOS SUCE-


SOS DE PANAMÁ

REPERCUSIÓN DE LAS INCIDENCIAS DE PANAMÁ

En los días transcurridos desde el trágico choque en la Zona del


Canal de Panamá se ha hecho luz acerca de los antecedentes que llegaron a
provocarlos. Una actitud de lamentable arrogancia de un grupo de estudiantes
norteamericanos llevó a prescindir del acuerdo que existía para izar banderas en
la Zona del Canal. A ella siguió la natural reacción de estudiantes panameños que
respondieron presentándose con su propio pabellón en dicha zona. Hasta ese
instante la dificultad podía haber admitido solución pacífica volviendo las cosas
al terreno de la mutua consideración pero ocurrió que el enardecimiento que
siempre acompaña a los defensores de un símbolo patrio hizo estallar los inci-
dentes. A la protesta de los estudiantes panameños por lo que estimaban una
humillación para su nacionalidad, se unió la adhesión multitudinaria de elementos
de todas clases y condiciones sociales, transformando el gesto del grupo estu-
diantil en una amenazante ocupación de recintos custodiados por tropas de Esta-
dos Unidos.
Faltó en este caso la mediación de una fuerza policial que hubiese podido
ejercer el control de las masas soliviantadas, con métodos preventivos. Los
cuerpos en pie de guerra no tienen esa misión y su intervención en estos casos
es, naturalmente, más severa y peligrosa. Así se explica que ante las repetidas
intimaciones que se dirigieron sin resultado a los que formaban la manifesta-
ción, y habiéndose producido ataques a la fuerza militar ésta procedió a hacer
uso de las armas con consecuencias luctuosas, que según el comunicado del
Comando Meridional Norteamericano dejaron un saldo de 16 muertos y 305
heridos de nacionalidad panameña.

157
REVISTA LOTERÍA

Un menor número de bajas en las fuerzas represivas y la comparación que


siempre se hace entre el país poderoso y el país pequeño representado en este
caso por los elementos que chocaron en la Zona del Canal han tenido por
consecuencia crear una atmósfera muy desfavorable para los Estados Unidos,
de la cual es reflejo la prensa del país y de todos los sectores del mundo.
Las manifestaciones hechas desde el primer momento por el Presidente
Johnson para abrir paso a la investigación de los sucesos y satisfacer el honor
lastimado de Panamá fueron seguidas de una declaración del Secretario de
Estado Dean Rusk, en la que reitera el propósito resuelto de su país de buscar
las mejores soluciones para el mantenimiento del Tratado bajo cuyo amparo
opera Estados Unidos el Canal de Panamá; agregando que antes de los inciden-
tes existía en Washington verdadera preocupación por prestar todo su apoyo
al mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo del Istmo.
La impresión que los sucesos causan en el país del Norte está reflejada en
las declaraciones del líder mayoritario del Senado Federal Mike Mansfield,
quien después de exhortar a que se reconozca cualquiera responsabilidad que
legítimamente recaiga sobre las fuerzas militares del Canal, expresó: “Somos
una nación poderosa, pero no una nación de matones. No somos nosotros
solamente los llamados a determinar quién tuvo la culpa en estos incidentes.
Habrá que hacerlo imparcialmente”.
Estas expresiones del parlamentario estadounidense indican que existe un
sentimiento general en orden a dar respaldo a la investigación de la Comisión de
Paz de la OEA, para obtener conclusiones definidas sobre el origen y desarrollo
de los luctuosos acontecimientos del jueves último. Y que a ello deben seguir
negociaciones entre los países hoy en conflicto para alcanzar un modus vivendi
que asegure a Panamá el cumplimiento del Tratado en condiciones más satisfac-
torias que las actuales y en todo compatibles con el ejercicio de su soberanía.
(El Panamá América, lunes 20 de enero de 1961)

158
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

PANAMÁ DEBE SER SOBERANA EN LA ZONA DEL CANAL.


COMENTARIOENELEXTERIOR

Por JULIO CÉSAR BORGES DUARTE.


Escritor y periodista venezolano.
(Publicado en El Tiempo de Bogotá)

Los recientes sucesos que han socavado la soberanía de la Repú-


blica de Panamá por parte del Ejército de los Estados Unidos de Norteamérica,
ponen muy en duda los sentimientos que el gobierno de los Estados Unidos
dice tener hacia Latinoamérica. Si por alguna circunstancia, la plausible ac-
titud del gobierno panameño ante esa agresión no recibiera el inmediato apo-
yo de los demás países del Continente, entonces nuestra América India es-
taría perdida para siempre.
Panamá ha sido agredida y el gobierno panameño ha roto con el de Esta-
dos Unidos, solicitando a la OEA que tome cartas en el asunto inmediatamente
y que se aplique el Tratado de Río de Janeiro.
El grito libertario que acaba de surgir en pleno corazón de nuestra Améri-
ca, el de los panameños, no debe quedar aislado porque ellos, con la misma
energía que en el año de 1821 se separaron del dominio español, y en el año de
1903 se desvincularon de la Gran Colombia Boliviana, ahora se han lanzado,
esta vez en lucha abierta contra el coloso del Norte, reclamando la absoluta
soberanía de Panamá como Estado ribereño sobre la Zona del Canal. Y en esa
lucha desigual no deben estar solos, pues los pueblos de América India ya han
empezado a despertar y ahora saben perfectamente que unidos lograrán, por la
fuerza de la razón, su verdadera independencia como naciones libres y sobera-
nas en todos sus factores.
¿Qué razones alegan los panameños al reclamar para Panamá la absoluta
soberanía sobre la Zona del Canal? Sin citar por ahora las opiniones de los
grandes juristas, que favorecen la tesis panameña de que la altiva República del
Istmo, como Estado ribereño, conserva su soberanía sobre la Zona del Canal,
analicemos el mismo documento que saca a relucir de vez en cuando el Depar-
tamento de Estado Norteamericano para tratar de demostrar lo contrario. En el

159
REVISTA LOTERÍA

Preámbulo del Tratado Hay-Bunau Varilla de 18 de noviembre de 1903, leemos


lo siguiente: “Deseando los Estados Unidos y la República de Panamá
asegurar la construcción de un canal para buques a través del Istmo de
Panamá, para comunicar los océanos Atlántico y Pacífico. ... y residien-
do efectivamente la soberanía de ese territorio en la República de Pana-
má, las Altas Partes contratantes han resuelto celebrar una Conven-
ción con tal objeto”.
De modo que en el propio texto de esa Convención, el Gobierno
norteamericano proclama que la soberanía de la Zona del Canal reside en la
República de Panamá.
En la Mesa Redonda sobre Canales Internacionales celebrada en la Uni-
versidad de Panamá en marzo de 1957 los mejores internacionalistas de Pana-
má, de México y del Continente favorecieron la tesis de la soberanía panameña
sobre la Zona del Canal. El señor Raúl Cervantes Ahumada, catedrático de
Derecho Marítimo, quien intervino brillantemente en esa ocasión como invita-
do de honor de la Universidad Panameña ha dicho: “El tratado de 1903 entre
Panamá y los Estados Unidos no enajenó la soberanía de Panamá sobre
la Zona del Canal. No puede haber enajenaciones de soberanía que no
sean explícitas”. El gran jurista mexicano se refirió en seguida a la frase del
Tratado que dice que los Estados Unidos actuarán sobre la Zona del Canal
“como si fueran soberanos”. Refiriéndose a esa misma expresión cuando in-
tervino en mesa redonda, don Vicente Sáenz decía: “La expresión “como si
fueran soberanos” y el pago de renta para el uso de tierras y aguas para la
construcción y el funcionamiento de la obra canalera, indican palmariamente
que los Estados Unidos no tienen derechos de soberanía en la Zona. Disponen
únicamente de jurisdicción limitada, en su carácter de arrendatarios de contra-
tistas, de concesionarios para un servicio público internacional”. Y el gran
internacionalista panameño y expresidente de la República de Panamá, Dr.
Ricardo J. Alfaro, refiriéndose a la misma expresión en su ensayo “Medio
Siglo de Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos” dice “Hállase aquí
una oración condicional de negación implícita, según la cual queda expresado
que los Estados Unidos no son soberanos en la Zona del Canal”.
¿Alegan los panameños la soberanía de Panamá sobre la Zona del Canal
únicamente para darse el gran gusto de enarbolar en toda esa zona el pabellón

160
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

panameño? ¡NO! Ese sería un gesto demasiado romántico. Lo que los paname-
ños desean es la soberanía en el justo sentido de la palabra, es decir, con todos
los derechos que a ellos les corresponden por ser los dueños del territorio. De
ninguna manera podría decirse, hoy día, que los únicos dueños del Canal de
Panamá son los norteamericanos, sencillamente porque lo construyeron.
En el Preámbulo del Convenio celebrado entre los Estados Unidos y Panamá,
repetimos, existen las ya citadas frases que no dejan lugar a dudas y que dicen:
...“residiendo efectivamente la soberanía de ese territorio en la Repú-
blica de Panamá, las Altas Partes contratantes han resuelto celebrar
una Convención con tal objeto”. El objeto, también citado en el Preámbu-
lo, es la construcción de un Canal. Trátase, pues, de dos socios que se
ponen de acuerdo para construir un canal. El uno, aportará su riqueza geográ-
fica y el otro, las posibilidades de hacer factible la obra. Tanto vale lo aportado
por el uno como lo aportado por el otro. Lo cual indica que a la hora de las
retribuciones, a ambos han de tocarle un exacto dividendo. Pero las cosas
ocurren y han ocurrido de forma muy diferente. No nos llamemos, pues, a
engaño. Los dividendos que las dos altas partes contratantes reciben, no equi-
valen al 50 por ciento de las entradas brutas como sería lo justo. Lo que
efectivamente recibe cada una de ellas no nos atreveríamos a decirlo, si no
fuera un hecho perfectamente demostrado por los estadistas. Asómbrese el
lector ¡Lo que reciben los Estados Unidos es más del noventa y nueve por
ciento! Panamá, en cambio, ¡sólo recibe 3 cuartos del uno por ciento! Así lo
demostró y consignó don Vicente Sáenz en la Mesa Redonda sobre “Canales
Interoceánicos” y en un artículo,“Los Canales Internacionales”, publicado en
el número 3 de Cuadernos Americanos de mayo y junio de 1957.
Más hemos de asombrarnos, pues es un hecho cierto que las exi-
guas sumas que Panamá recibe por concepto de ese ridículo dividendo son
miserables sumas de toma y daca, pues en una forma u otra regresan inmedia-
tamente al tesoro de los Estados Unidos. Los 250.000 dólares que Panamá
estuvo recibiendo como anualidad durante los primeros años de haberse cons-
tituido el Canal, correspondían a la suma que ya venía pagando el Ferrocarril
por una concesión anterior. En esas tierras, por las cuales la Compañía del
Ferrocarril pagaba la suma mencionada, ciertos propietarios panameños ha-
bían construído casa de inquilinato. Por no ser dueños de los terrenos, estos

161
REVISTA LOTERÍA

señores le pagaban terraje al Ferrocarril, terraje cuya suma, en total, corres-


pondía más o menos a la pagada por la Empresa. Las cosas continuaron de
igual manera cuando se hizo el Convenio para la construcción del Canal. Los
Estados Unidos siguieron pagando los antiguos $250.000 y los propietarios
particulares panameños le siguieron devolviendo una suma parecida como con-
cepto de terraje. Cuando en el año 1934 el Presidente Roosevelt decretó la
desvalorización del dólar, reduciéndolo al 59.6 por ciento de su valor anterior.
Panamá tuvo que sostener una lucha titánica para obligar a los Estados Unidos
a pagarle una suma equivalente a los 250.000 dólares oro que establecía el
Convenio. Ganada la batalla, subió el monto de dólares, pero la suma esencial
quedaba siendo la misma.
Cuando en el año de 1955 se firmó entre ambos países el Conve-
nio denominado Remón-Eisenhower, los Estados Unidos aceptaron pagar una
anualidad equivalente a 1.930.000 dólares; pero esa suma sigue siendo ficticia,
porque entre las devoluciones del 75 por ciento que se le descuenta por todo lo
que introducen al país y los 75.000 dólares que los Estados Unidos les cobran
a los panameños mensualmente por su propia agua (es decir, por el agua que
es propiedad de los panameños), resulta que lo que Panamá recibe tiene que
devolverlo a los Estados Unidos.
La justa retribución para los panameños sería la del cincuenta por ciento
de las entradas brutas, pero aún queda el asunto de la terrible discriminación
que existe en la Zona del Canal, no solamente de orden racial sino de salario.
Razón de sobra tienen los panameños para reclamar salario igual por igual
trabajo, lo cual no ocurre, ya que los norteamericanos, por el mismo trabajo
que hacen los panameños, ganan tres veces más.
Y como si la pequeña pero grande y noble República de Panamá fuera
nación conquistada, el gobierno de Washington sostiene en territorio pana-
meño un ejército de ocupación con sus cañones apuntando al corazón de los
panameños y no al Pacífico. Esto es insólito, pues sólo el Gobierno de Pana-
má tiene derecho a mantener vigilancia sobre su territorio con su Ejército
Nacional.
Estas son las razones básicas por las cuales el pueblo panameño en toda
ocasión se lanza en actitud suicida, si se quiere, pero valiente, contra las barrica-
das de bayonetas que el ejército invasor norteamericano coloca sobre sus pe-

162
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

chos, ya sangrientos por la tremenda desgarradura que la negociación de un


francés puso sobre ellos en el pasado.

DEL CASO PANAMÁ-ESTADOS UNIDOS

NUEVA YORK, enero 16, (AP). —El New York Times dice en un editorial
hoy, refiriéndose a las relaciones panameño-norteamericanas, que debe resistirse
la tentación de pensar que se haya arreglado la controversia sobre el Canal de
Panamá, por cuanto los asuntos en disputa han sido postergados. Añade que “se
necesitará el tipo más cuidadoso de diplomacia por ambos lados” para llevar las
cosas a través de dos elecciones presidenciales este año — la de Panamá en
mayo y la de los Estados Unidos en noviembre.
El periódico expresa que “los norteamericanos harían bien en hacer frente
al hecho de que el Tratado con Panamá tendrá que ser revisado. No necesita
haber apresuramiento respecto a esto, pero las relaciones en el período inter-
medio serán más suaves si se reconoce esta necesidad”.
El Herald Tribune declara que el “sentido común se afirma en Panamá. El
acuerdo para reanudar relaciones diplomáticas, que han de ser seguidas más
tarde por negociaciones sobre las quejas de Panamá, es una prueba de la res-
ponsabilidad y de la clase de estadista por parte del Presidente Chiari y su
gobierno. La crisis no ha terminado pero ha sido reducida”.
Añade que aun en el supuesto de que ambas partes trabajen de buena fe
hacia y en la conducción de las negociaciones, se deben esperar sorpresas,
dificultades y demoras. Dice que “los comunistas castristas y otros extremistas
tratarán de hacer estallar nuevas explosiones, con la esperanza de destruir la
actual tendencia hacia un arreglo”.
Manifiesta que lo importante es utilizar el acto favorable para es-
tabilizar la situación, reforzar la confianza entre las dos repúblicas y
avanzar tan pronto como sea posible hacia las negociaciones.
HONG KONG, enero 16, (AP). —La campaña de propaganda
anti-norteamericana iniciada por los comunistas chinos respecto a la
crisis de Panamá, se ha convertido en una importante campaña de carácter
nacional.
(La Estrella de Panamá, viernes 17 de enero de 1964)

163
REVISTA LOTERÍA

LIBERACIÓN NACIONAL, DE C. RICA, SE


SOLIDARIZA CON LAS DEMANDAS PANAMEÑAS

El Partido Liberación Nacional de Costa Rica, que es el Partido de Gobierno,


expidió en el día de ayer una declaración pública respaldando las aspiraciones
y demandas de Panamá en relación con el injusto Tratado de 1903. Esta decla-
ración fue publicada, en forma destacada por el diario La República del her-
mano país, y sus términos son los siguientes:
El PARTIDO LIBERACIÓN NACIONAL
al considerar los dolorosos acontecimientos de los últimos días en la hermana
República de Panamá,
DECLARAQUE:
1—Lamenta profundamente la pérdida de vidas que se ha producido con
motivo de los sucesos ocurridos en la Zona del Canal.
2.—Los convenios entre Panamá y Estados Unidos para la opera-
ción y administración de la Zona del Canal, fueron suscritos con evi-
dente injusticia que por muchos años ha perjudicado al pueblo pana-
meño.
3.—En tanto se mantengan en esos tratados normas con reminis-
cencias colonialistas, será difícil el establecimiento de buenas rela-
ciones permanentes entre norteamericanos y panameños, y existirá un
peligro latente contra la paz y la seguridad del hemisferio.
4.—El Partido Liberación Nacional apoya las justas demandas del
Gobierno de Panamá para la revisión total del tratado de 1903, en que
se reconozca la indiscutible soberanía de esa nación sobre la Zona del
Canal.
5.—El Partido Liberación Nacional tiene fe en la comprensión
de los actuales gobernantes de América, y en que podrá llegarse con
la buena voluntad de ambas partes, a un acuerdo equitativo que afian-
ce la solidaridad y amistad de las Américas
6.—Reitera su fe en que la mediación de los organismos internacionales co-
rrespondientes hará presente el anhelo hemisférico por encontrar justa solu-
ción al problema planteado.
San José de Costa Rica, 14 de enero de 1961.

164
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

DEL CASO PANAMÁ-ESTADOS UNIDOS

BOGOTÁ, enero 17 (AP) —Unos manifestantes izquierdistas desfilaron


hoy con una bandera panameña enlutada ante la Embajada de los Estados
Unidos.
Los manifestantes, del Movimiento Revolucionario Liberal, pasearon la ban-
dera y unos carteles pidiendo la devolución del Canal a Panamá, ante el edificio
céntrico en que está la Embajada.
Al cabo de unas dos horas, la policía dispersó a la gente y puso guardia
para impedir que se juntaran otra vez.
El MRL, que es partido de oposición dividido en facciones, ofreció 500
voluntarios esta semana para ir a pelear por el Canal de Panamá.
SAN JOSÉ, enero 17 (AP) —La embajada panameña aquí emitió un co-
municado ayer afirmando que “carecen de veracidad las declaraciones de la
Casa Blanca, el Departamento de Estado y el ejército norteamericano de que la
Zona del Canal fue atacada por estudiantes y pueblo panameños”.
La embajada declaró que el único propósito de éstos era izar la bandera
panameña en la Zona, movidos por sentimientos patrióticos debido a su profana-
ción. El Ejército de Estados Unidos causó la mayoría de las víctimas e internóse
en jurisdicción panameña. La posición panameña es invariable de no reanudar
relaciones hasta que el gobierno de Estados Unidos dé seguridad de la revisión
integral del Tratado del Canal.”
LIMA, enero 17 (AP) —La acción policial impidió anoche que un grupo
de 30 jóvenes apedreara el edificio de la Embajada de Estados Unidos.
El grupo había participado en un mitin de la Federación de Estudiantes de
solidaridad con Panamá. Tres jóvenes fueron detenidos.
BUENOS AIRES, enero 17 (AP) —La Cámara de Diputados de Argentina
rindió homenaje a los que murieron en el conflicto de la Zona del Canal de
Panamá con un minuto de silencio.
La acción fue adoptada ayer luego que varios oradores defendie-
ron a Panamá en su conflicto con Estados Unidos.
El diputado socialista Alfredo Palacios dijo a la Cámara de Diputados que
recordaran que Simón Bolívar “tenía la visión de que nuestra América estaba
expuesta al imperialismo norteamericano.” Añadió que la América Latina debe

165
REVISTA LOTERÍA

luchar por su completa independencia y libertad.


Otros oradores respaldaron a Palacios así como una declaración de apoyo
a los panameños del gobierno argentino.
CHARLESTON, Carolina del Sur. enero 17 (AP) —La fuerza aérea dijo
hoy que aun cuando 1,200 familias norteamericanas están siendo retiradas de
Panamá, 76 esposas y niños se han reunido con miembros de la fuerza aérea
en la Zona del Canal, desde que se iniciaron las manifestaciones anti-norte-
americanas la semana pasada.

UNIVERSITARIOS NICAS CONDENAN


ATROPELLOS

DENUNCIANTRATADOCHAMORRO-BRYAN
La Asociación de Estudiantes de la Escuela de Periodismo de Nicaragua,
reunida en sesión de emergencia para considerar la gravedad de los sucesos
sangrientos ocurridos en la Ciudad de Panamá en los días 9 y l0 del presente
mes, durante los cuales sucumbieron estudiantes, obreros y profesionales,
CONSIDERANDO:
Primero: Que es un hecho evidente la agresión de que ha sido víctima el
pueblo de Panamá por parte del Ejército de los Estados Unidos acantonado en
la Zona del Canal, consumándose con tal agresión un atentado incalificable en
contra de la vida, la seguridad y las libertades de nuestro pueblo hermano,
cuya soberanía ha sido violada una vez más por un ejército extranjero.
CONSIDERANDO:
Que pese a las declaraciones y tratados suscritos por el Gobierno norte-
americano, que garantizan la soberanía y los derechos del pueblo panameño,
todavía parece prevalecer en la mente de los gobernantes de Washington y del
Pentágono mantener en la República de Panamá un régimen de fuerza y de
ejércitos de ocupación.
CONSIDERANDO:
En vista de lo expuesto, alertamos de nuevo a nuestro pueblo sobre los
peligros que significaría para Nicaragua la ejecución del Tratado Canalero
Chamorro-Bryan, cuya realización en los términos suscritos expondría a nuestro
pueblo a sufrir los vejámenes, atropellos y muertes por parte del Ejército Norte-

166
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

americano, motivo por el cual los estudiantes de la Escuela de Periodismo de-


nuncian tan oneroso tratado.
ACUERDA:
Decretar 3 días de duelo en homenaje póstumo a quienes cayeron
en defensa de sus libertades y soberanía.
Condenar de la manera más enérgica los atentados y atropellos
cometidos por el Ejército de los Estados Unidos en Panamá en contra de la
vida, derechos y libertades del pueblo panameño.
Enviar un voto de solidaridad en la lucha que el pueblo hermano lleva a
cabo por mantener sus derechos soberanos, sus libertades y su independencia,
ASOCIACIÓNDEESTUDIANTESDELAESCUELADEPERIODISMODELAUNI-
VERSIDADNACIONALAUTÓNOMADENICARAGUA
(El Día, Panamá, viernes 17 de enero de 1964)

POR NUESTRAS RECLAMACIONES: APOYO


MUNDIALRECIBEPANAMÁ

SANTIAGO DE CHILE, enero (S.E.) —Compañeros estudiantes digna y va-


liente ha sido vuestra actitud. Juntos digamos, Panamá adelante.
Estudiantes panameños en Chile.
—o0o—
NUEVA YORK, EE.UU., enero (S.F.) —Los panameños en Nueva York nos
solidarizamos con nuestro pueblo y la acción de nuestro gobierno.
Firman: Luis R. Franco Castrellón. Silvestre Tenorio Ruiz, Leyda Castillo
Tenorio, Johny Anderson, Cleto Hernández, Alberto Jefferson, Nieves Alba,
Vicente Alba, Humberto Castillo, Julio López, María Moreno López, Tomás
Giscombe y muchos más.
—o0o—
CARACAS, Venezuela, enero (S.E.) —Ante hechos sucedidos agresión a
nuestro pueblo por potencia extranjera, panameños en Venezuela
solidarizamosnos ante causa común nos afecta, respaldando actitud gobierno
nacional solicitando éste, destituya norteamericano cónsul Panamá. Gracias.
Panameños.

167
REVISTA LOTERÍA

—o0o—
MÉXICO, Ciudad de México, enero (S.E.) —El Centro de Panameños en
México aprobó una resolución mediante la cual protesta por los actos de agre-
sión perpetrados por el Ejército de los Estados Unidos el 9 y 10contra el pue-
blo panameño. El Centro de Panameños en México se une al duelo nacional
por los héroes caídos en defensa de los derechos de nuestra patria; y resuelve
apoyar al pueblo y al gobierno nacional en su lucha para obtener justicia para
Panamá ante los tribunales internacionales. El centro realizó una manifestación
ante la estatua del patricio Justo Arosemena.
La resolución la firman Pablo T. Quintero Pinzón y Franklin Corro.
—o0o—
CARACAS, Venezuela, enero (S.E.) —Una manifestación realizada por
los estudiantes fue disuelta por las fuerzas policiales al prohibirla la Goberna-
ción del Distrito Federal. Los estudiantes protestaban por la agresión del ejér-
cito norteamericano contra el pueblo panameño. Los estudiantes fueron a la
Plaza Bolívar para colocar las banderas de Panamá y Venezuela, pero la policía
lo impidió.
—o0o—
MÉXICO, Ciudad de México, enero (S.E.) —La Central Campesina Inde-
pendiente, protestó contra los Estados Unidos, por los sucesos de Panamá. La
Central acusó a los Estados Unidos de imperialismo norteamericano y de
inigualable voracidad.
Exhortó a todos los sectores revolucionarios para que protesten por los
“infames asesinatos”.
—o0o—
MÉXICO, Ciudad de México, enero (S.E.) —Los estudiantes panameños
en ésta, manifestaron en un mitin que el Tratado de 1903 fue firmado en
condiciones que lo vician de nulidad agregaron que en aquella ocasión Estados
Unidos se aprovechó de la situación para imponer condiciones onerosas a
Panamá.
—o0o—
CARACAS, Venezuela, enero (S.E.) El periódico “La República” señaló en
una de sus ediciones que el inconsciente acto de unos jóvenes estudiantes

168
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

norteamericanos, azuzados por sus padres, en un colegio de la Zona del Canal,


consistentes en izar la bandera de los Estados Unidos, negándose a hacer lo
mismo con la panameña, fue el centro del origen de los incidentes que han
enlutado a Panamá.
—o0o—
MÉXICO, Ciudad de México, enero (S.E.) —La Organización Regional
Interamericana de Trabajadores (ORIT), lamentó los incidentes sangrientos
en Panamá.
—o0o—
LIMA, Perú, enero ( S.E.) —El Senado peruano adoptó una resolución lamen-
tando los cruentos sucesos de Panamá y formuló votos porque el Canal sea admi-
nistrado dentro del Sistema Regional Interamericano.
—o0o—
CARACAS, Venezuela, enero, (S.E.) —El redactor del diario El Univer-
sal, Alfonso Rumazo González, en un enjundioso artículo señala que Panamá
constituye una víctima de una oscura maniobra internacional. Y agrega que
los Estados Unidos se mantiene en Panamá como una potencia mantenedora
de un fraude económico y de un abuso de posesión de territorio que no les
pertenece.
(La Hora, Panamá. sábado 18 de enero de 1964)

LA AMÉRICA LATINA SE SOLIDARIZA


CONPANAMÁ

NACIONES UNIDAS, Nueva York, enero 20, (AP). —El Embajador de


Panamá, Aquilino Boyd, presionó hoy para que se tome una acción más
decisiva por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la disputa
panameña-estadounidense y expresó la posibilidad de solicitar una sesión
especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Presionó el caso de Panamá ante las delegaciones latinoamericanas en una
reunión a puerta cerrada celebrada aquí. Dijo después a los periodistas que
había recibido las seguridades de completa solidaridad de apoyo por parte de
las otras delegaciones latinoamericanas.

169
REVISTA LOTERÍA

Boyd dijo que viajaría a Washington para conferenciar con el nuevo


embajador de Panamá ante la Organización de los Estados Americanos (OEA),
Miguel J. Moreno, quien debe llegar mañana a Washington, según dijo Boyd.
Boyd y sus ayudantes se reunieron por más de dos horas con los principa-
les delegados del grupo en una pequeña sala de conferencias.
Boyd dijo que no estaba satisfecho con la acción tomada hasta el momen-
to por el Consejo de Seguridad. Se reunió el 10 de enero y decidió esperar los
esfuerzos de mediación por la Comisión Interamericana de Paz de la OEA.
Boyd dijo a un periodista que la tendencia seguida hasta ahora por la OEA
no estaba proporcionando una solución.
En declaración oficial dijo que había señalado al grupo las razones por las
cuales el asunto debería ser mantenido en la agenda del Consejo de Seguridad.
Dijo no obstante, que aun cuando tenía la esperanza de lograr un buen resul-
tado en la disputa, señaló que se debería explorar “una acción más enérgica
del Consejo” así como a la idea de convocar una sesión especial de la Asam-
blea General.
No señaló fecha para las reuniones.
Él y sus ayudantes dijeron que se escucharon fuertes expresiones de solida-
ridad de las delegaciones de Argentina, Uruguay, Colombia, Ecuador, Brasil y
Jamaica.
“Existe completa solidaridad”, dijo Boyd.
“Panamá expuso al grupo latinoamericano de las Naciones Unidas las razo-
nes que tiene para mantener vigente, en el Consejo de Seguridad, los cargos de
agresión contra los Estados Unidos de América, que formuló el 10 de enero de
1964.
“La delegación de Panamá sondeó las posibilidades de buen éxito para una
acción más enérgica del Consejo de Seguridad, así como también la convenien-
cia de pedir la convocatoria de una Asamblea General extraordinaria”.

BOLIVIA IRA A REUNIÓN DE CANCILLERES


LA PAZ, enero 20, (AP). —Bolivia asistirá a la reunión de Cancilleres Ame-
ricanos para considerar el problema del Canal de Panamá, si es que el Consejo de
la OEA decide convocarla, declaró hoy el Canciller José Fellman Velarde.
Fellman dijo que Bolivia “desea que se agoten todos los medios de acción

170
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

para procurar la solución de justicia que preserve la solidaridad continental”.


Los despachos de prensa desde Washington decían ayer que Panamá te-
nía el propósito de solicitar la convocatoria de esa reunión extraordinaria de
Cancilleres Americanos.
“Si nosotros estuviéramos dentro de la OEA”, dijo Fellman “votaríamos a
favor de la convocatoria”.
Bolivia abandonó el Consejo de la OEA el año pasado, luego de acusar a
ese organismo de lentitud en la solución de la disputa boliviano-chilena sobre
las aguas del río Lauca.
(La Estrella de Panamá, martes 21 de enero de 1964)

AHORAESPANAMÁ

Por considerarlo de interés para nuestros lectores, publicamos a continua-


ción un artículo de la prestigiosa revista mexicana Siempre, relacionado con
la crisis panameño-estadounidense. La revista Siempre asignó varios co-
rresponsales y fotógrafos para que cubrieran los hechos en nuestro país.

En 1903, mediante una “indemnización” de diez millones de dó-


lares y el compromiso de entregar una renta anual de doscientos cin-
cuenta mil dólares, el gobierno de los Estados Unidos tomó posesión
de una faja de territorio panameño, Estado segregado de Colombia,
para construir, mantener y usufructuar el Canal Interoceánico.
En aproximadamente cincuenta años de operación, los paname-
ños consideran que los Estados Unidos han recuperado con creces su inver-
sión, y en cambio ellos, soportando una ocupación militar y administrativa,
han recibido sólo las migajas.
Con el tiempo, el sentimiento nacionalista de los panameños ha
ahondado y las discrepancias por la forma de ejercer soberanía sobre
el territorio donde el Canal está instalado han dado margen a agrias y, frecuen-
temente, cruentas disputas.
En los últimos años, el colonialismo ha venido siendo barrido
violentamente en todo el mundo. Las naciones africanas surgen inde-
pendientes y en América Latina el imperialismo norteamericano, que

171
REVISTA LOTERÍA

pierde mercados en Asia y en Europa, pierde inexorablemente sustentación


política.
Francia e Inglaterra abandonaron ya, hace tiempo, sus pretendidos
derechos sobre Suez y Bizerta. Y en Panamá, pues, se considera que ha
llegado el momento de liberarse de una tutela por demás ominosa.
El pasado jueves 9 de enero, la chispa que encendió la pólvora fue
una acción de los estudiantes norteamericanos residentes en la Zona
del Canal, considerada ofensiva por los panameños, puesto que violaba el tra-
tado sobre el protocolo del izamiento de banderas y asumía proporciones de
reto. Cuando los estudiantes panameños, a su vez, quisieron contrarrestar la
ofensa con el izamiento de su propia bandera en la Zona del Canal bajo el
dominio yanqui, la riña estalló, el enojo se generalizó y la intervención, a fuego
graneado, de los soldados yanquis de la base del Canal contra la multitud
encrespada, dio al zafarrancho nivel de gravísima tragedia.
El presidente panameño Roberto F. Chiari rompió relaciones con los Esta-
dos Unidos y advirtió que no las reanudaría hasta que se revisaran las condi-
ciones del tratado. El embajador panameño ante la ONU, Aquilino Boyd, afir-
mó que habían sufrido una agresión injustificable, puesto que de insultados
habían sido apaleados luego; y el presidente norteamericano, Lyndon B. Johnson,
envió urgentemente a una comisión especial, encabezada por el recién nom-
brado Secretario de Estado para asuntos latinoamericanos, Thomas C. Mann
en su bautizo de fuego, para buscar un arreglo.
En el cese de fuego; luego de que los combates causaron numerosas bajas
entre los panameños, que a su vez respondieron con francotiradores y empuje
de muchedumbres al ejército yanqui de ocupación, haciéndole también bajas
considerables, se dispuso la vigilancia de la zona del Canal conjuntamente por
panameños y norteamericanos y el izamiento de banderas de uno y otro país
en las escuelas de la zona de fricción. Pero el aspecto fundamental del descon-
tento, el tratado de control del canal, se dejó pendiente. El Presidente Johnson
se negó a revisar su clausurado y el Secretario de Estado, Dean Rusk, trató de
eludir la responsabilidad manifiesta de su gobierno, acusando de avivar los
disturbios al “castrocomunismo”.
Muchos de los casi cuarenta y dos mil residentes norteamericanos en la
Zona del Canal fueron evacuados, en tanto que en Colón y Chiriquí los pana-

172
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

meños mostraban su descontento en manifestaciones iracundas. Las declara-


ciones del ex-presidente Truman, en el sentido de que los panameños no tie-
nen derecho a ninguna clase de protesta, porque “Panamá es obra de los Esta-
dos Unidos y ellos (los Panameños) deben estar agradecidos por ello”, tuvie-
ron franco descrédito cuando se consideró que la diferencia en sueldos y
medios de vida es brutal entre los norteamericanos huéspedes y los paname-
ños nativos, a más de que las ganancias por travesía de los barcos del Canal
son fabulosas sin que el país huésped haya gozado equitativamente de tales
beneficios.
Aquí en México, los disturbios panameños tuvieron repercusión. Un gru-
po de jóvenes estudiantes, reunidos el viernes 10 en la esquina de Morales y
Abraham González, donde fue sacrificado el líder comunista cubano Julio
Antonio Mella, vieron impedido su acto conmemorativo por la policía local
que, al mismo tiempo, resguardaba el no lejano edificio de la embajada norte-
americana, en previsión de ataques sorpresivos.
(La Hora, Panamá, miércoles 22 de enero de 1964).

EL CANAL DE LA MANCHA
—(Tomado de El Correo de Medellín)—

Por contraste, los episodios desatados en Panamá con costo de muchas


vidas y sangrías, en choques de piedra panameña y bala norteamericana, sirven,
entre otros acaecimientos, para relevar mucho más la grandeza de Lincoln, pero
también la de Woodrow Wilson, si bien nos da pena comparar a éste con el
ex-Presidente Truman, cuyas declaraciones de hace pocos días son turbias,
como el hongo de Hiroshima. Ha exclamado el sembrador de éste que Esta-
dos Unidos nada tiene que arreglar con Panamá, porque ¡“nosotros hicimos
a Panamá”!
En cambio, Woodrow Wilson, en sensacional oración pronunciada en sep-
tiembre 27 de 1913, dijo:
“Debe haber no un equilibrio de poder, sino una comunidad de poder; no
rivalidades organizadas, sino la paz común organizada.
“¿Estará obligada la fuerza militar de cualquier nación o grupo de naciones
a determinar la suerte de los pueblos sobre quienes no tienen derecho de man-

173
REVISTA LOTERÍA

dar, excepto el derecho de la fuerza?


“¿Serán libres las naciones fuertes para atropellar a las naciones débiles y
someterlas a sus fines e intereses?
“¿Serán regidos y dominados los pueblos hasta en asuntos internos, por la
fuerza arbitraria e irresponsable o por su propia voluntad y elección?
“¿Habrá una norma común de derecho y privilegio para todos los pueblos y
naciones o harán los fuertes lo que quieran y los débiles sufrirán sin remedio?
“El mundo no quiere “términos”. Desea el triunfo de la justicia y del trato
limpio”.
Pero como si lo anterior fuese corto como espíritu de nobleza, Wilson
expresó, además:
“¿Habrá alguna vez, en la justiciera Providencia Divina, otra lucha en la cual
no unos centenares de miles de hombres útiles de Norteamerica tendrán que
morir, sino tantos millones como sean necesarios para consolidar la libertad de-
cisiva de los pueblos del mundo!”
Panamá no ha podido ni puede escapar a la Historia. Y Estados Unidos
tampoco. ¡Ningún país! La Historia es un tremendo anillo inoxidable en cuyo
centro está el eje de la verdad, que es la que señala los procesos de los pueblos.
Y esto lo afirmamos al contemplar con angustia cómo a estas alturas de la
segunda mitad del siglo XX, vuelve a ser edificada —es reedificada, mejor—
la fuerza imperialista, cualquiera que sea su procedencia.
Hay elementos voraces cuya pluma acerada forma parte de esa clase de
garras. Lionel Gelber, por ejemplo, en su obra Peace by Power, La Paz y la
Fuerza, se atreve a clamar:
“¡Propongo una guerra por el poder... Todo depende del imperialismo de
que se trate... Así como un imperialismo italiano sería algo execrable, el ro-
bustecimiento del imperialismo norteamericano sería aclamado por los hom-
bres juiciosos y libres de todas partes!”
Esa expresión es una ancha desvergüenza. Y ello concuerda con
la contínua desgracia que acogota a los ciudadanos Panameños, no
importa que dentro de la Historia hayan sido víctimas de su propio invento, de
un acto que no confunde a las nuevas generaciones del Istmo, a las nacidas
luego de 1903, porque han llegado a la vida bajo una bandera propia que les
significa y simboliza soberanía y la soberanía implica dignidad.

174
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

La bandera panameña debe estar de hecho y de derecho en toda pulgada


telúrica del Istmo, inclusive y con mayores razones en la Zona del Canal. El
melancólico Lin Yu Tang precisa cómo “los norteamericanos no creen en la
libertad bastante a fondo y quienes consideran la libertad sin importancia para
los demás, ¡perderán su título de campeones de la libertad de su patria!”
La amistad de las naciones con la del Tío Sam, no tiene significado
patronal, sino de afinidades determinadas. Si se tratase sólo de bande-
ras, tenemos cómo los colombianos defendemos a la libertad y comba-
timos al comunismo internacional, pero sin estar necesariamente
sombreados por el lábaro de los Estados Unidos, sino al pie de la
tricromática enseña de la soberanía colombiana.
Admiramos a Estados Unidos por cuanto tiene de colosalmente admirable
y entendemos en la soberanía de Norteamérica la misma calidad que tiene la
del más pequeño territorio que conforma a otra nación. Claro que ello lo mira-
mos con los dos ojos. Decimos esto, al recordar cómo Hemingway, a su
regreso de la China, dijo que un oficial chino le manifestó “¿Sabe por qué el
inglés usa monóculo? Porque, así con un ojo ve lo que quiere ver y con el otro
no ve lo que no quiere ver”
Los hechos que contra los intereses panameños han sido desatados en
estos nuevos días de tristeza, sirven para crear nuevo clima de desconfianza
en torno a los Estados Unidos, caso gravísimo, sobre todo en estos tiempos de
bravías cerrazones. El mismo Lin Yu Tang ha dicho, meditando, con la cabeza
ladeada como una garza:
“¡No me preocupa que Norteamérica no sea capaz de establecer una hege-
monía de fuerza y de poder; me preocupa que pueda hacerlo!” Increíble que
vayamos a volver a fechas como aquéllas que obligaron al Presidente Porfirio
Díaz a exclamar en una proclama: “Pobrecito, mi Méjico: tan lejos de Dios y tan
cerca de los Estados Unidos”.
Con todo esto, es lógico pensar que la Estatua de la Libertad, fren-
te a Nueva York, tiene la antorcha apagada, con la bandera de la Jus-
ticia a media asta.
No obstante, la humanidad no ha de perder la esperanza de verse
caminando libertariamente. Los panameños no pueden seguir vivien-
do a empujones y con sus banderas marchitas. Y aspiran con justicia a

175
REVISTA LOTERÍA

que su soberanía no sea machacada más y que su Canal deje de ver el verda-
dero Canal de la Mancha...
porJUANROCALEMUS
(La Estrella de Panamá, miércoles 22 de enero de 1964)

LA SOCIEDAD DE PANAMEÑOS UNIDOS,


INC. DE NEW YORK,

CONSIDERANDO:
1. Que la Sociedad de Panameños Unidos, Inc. es una organización
apolítica integrada por panameños naturales.
2. Que los integrantes de la Sociedad de Panameños Unidos tienen cono-
cimiento íntimo de los desacuerdos existentes entre la República de Panamá y
los dirigentes de la Zona del Canal de Panamá.
3. Y que a consecuencia directa o indirecta de los desacuerdos, y
la falta de interés del Gobierno de los Estados Unidos a negociar un
tratado justo con la República de Panamá, han muerto por lo menos veinte
panameños.
4. Que estos jóvenes y estudiantes dieron sus vidas en defensa de
la Soberanía Nacional.

RESUELVE:
1. Lamentar, como en efecto lamentamos, la muerte prematura de nues-
tros valientes compatriotas.
2. Hacer saber a los representantes de Panamá ante las Naciones
Unidas, nuestro apoyo en su faena de presentar ante el mundo el punto de vista
Panameño.
3. Felicitar al Excelentísimo Presidente de la República de Panamá, Don
Roberto F. Chiari, por su fiel y firme representación de los ideales Panameños.
Dado en la ciudad de Nueva York a los veinte días del mes de
enero de 1964.

CARLOSGORDÓN
Presidente

176
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

CÓMO VE LA PRENSA MEXICANA EL CASO DE


AGRESIÓN A PANAMÁ

Hoy vamos a publicar, sin comentarios, el análisis que de la situación


panameña hace el periodista mexicano Victorio Ocampo, en su columna diaria
“Sugerencias”.

“DESGRACIADO INCIDENTE EN PANAMÁ”


porVICTORIOOCAMPO

El problema de Panamá es una de las tantas fístulas que quedan del poderío
del imperialismo yanqui que tanto lastimó el sentimiento hispanoamericano.
En la época colonial Panamá era parte del virreinato de la Nueva Granada,
fundado en 1739, y al obtener su independencia en 1821, voluntariamente se
anexó a Colombia. El expansionismo comercial de los Estados Unidos reque-
ría una fácil comunicación entre el Atlántico y el Pacífico, y después de estu-
diar diferentes proyectos, entre los que estuvo el de nuestro Istmo de
Tehuantepec, decidió abrir el canal, pero en obvio de dificultades promovió y
ayudó a la separación de Panamá, que constituyó una república independiente.
Esta ayuda no era desinteresada. Como pago de su segunda independencia, la
nueva república debería permitir la apertura del canal y ceder su uso a perpe-
tuidad a Estados Unidos. Claramente se ve que en el convenio al efecto formu-
lado, intervino la fuerza y en derecho puede considerarse que el tratado es nulo
por falta de libertad al celebrarlo.
En 1903 el imperialismo yanqui estaba en todo su apogeo. Pana-
má sin posible defensa, se vio obligada a ceder a perpetuidad la Zona del Canal,
renunciando a su soberanía. Actos de esta naturaleza han provocado siempre
motivos de distanciamiento entre las naciones y Panamá, pasados los prime-
ros momentos, ha reclamado sus derechos que Estados Unidos no está dis-
puesto a reconocer, aunque han venido celebrando nuevos convenios para
suavizar la situación: se aumentó el precio del arrendamiento por el uso del
Canal, y Eisenhower permitió que en la Zona se izaran las dos banderas, lo que
implícitamente significa el reconocimiento de la soberanía de Panamá.
Estas medidas no son sino paliativos al problema fundamental, como nos lo

177
REVISTA LOTERÍA

demuestran los últimos acontecimientos que se suscitaron precisamente con


motivo de que los estudiantes de algunas escuelas del Canal izaron las banderas
americanas que debían ondear junto con las panameñas. Esto lastimó el senti-
miento patriótico de los estudiantes de Panamá; enarbolaron su pabellón junto al
de Estados Unidos y se provocó el zafarrancho en el que han muerto ya varias
personas, ocasionando la ruptura de relaciones entre ambas naciones.
El incidente es lamentable por todos conceptos y afecta a las relaciones
continentales. Fue provocado sin la intervención de los gobiernos y por la
simple acción de unos estudiantes de ambas partes, lo que significa que la
situación es explosiva; puede provocarse un incendio con el menor pretexto, y
esto es lo que debe evitarse.
Las exigencias actuales son muy distintas a las de principios de
siglo, y es erróneo y perjudicial quererlas mantener más allá de su
tiempo. Comprendemos que Estados Unidos no quieran perder su in-
fluencia en una ruta marítima tan importante como es la comunica-
ción transístmica, pero es igualmente indiscutible el derecho de Pana-
má. El problema no puede resolverse con simples paliativos, tiene
que llegarse al fondo de la cuestión, y lo recomendable es que se llegue a
nuevos convenios que dejen satisfechas a ambas partes. Esto no es imposible
habiendo buena voluntad y comprensión mutuas de las nuevas exigencias de la
vida internacional. Deben liquidarse definitivamente todos los motivos de dis-
cordia. Nuestra paz y concordia continentales no pueden depender del mante-
nimiento de situaciones injustas, por convenientes que sean, y Estados Unidos
tiene la oportunidad de zanjar estas dificultades, que a no dudarlo se presentarán
con frecuencia. Johnson no ha declarado que hay que ver los problemas de la
paz con objetividad realista y no con simples promesas y palabras vanas. Espe-
remos, pues, que de una vez por todas se resuelva el problema de Panamá.
(El Día, Panamá, jueves 23 de enero de 1964)

178
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

C. RICA HA SENTIDO COMO PROPIA LA TRAGEDIA DE PANA-


MÁ, DECLARA EL MINISTRO CARRO

Entre el Ministro de Trabajo y Bienestar Social de Costa Rica, Licenciado


Alonso Carro Zúñiga y el Dr. Bernardino González Ruíz, nuestro Ministro de
Trabajo, Previsión Social y Salud Pública, se han cruzado las siguientes expre-
sivas notas, con motivo de los dolorosos sucesos que conmovieron al país:

15 de enero de 1964.
Señor Doctor
Bernardino González Ruíz
Ministro de Trabajo, Previsión Social y Salud Pública y Presidente de la Junta
Directiva de la Caja de Seguro Social.
Panamá, Rep. de Panamá.
Estimado Señor Ministro:
Con verdadero placer doy respuesta a su generosa carta de fecha 24 de
diciembre anterior, por medio de la cual expresa, a nombre de la Caja de Segu-
ro Social, el afecto y la solidaridad del pueblo panameño con el pueblo costa-
rricense con motivo de la grave Emergencia creada por la actividad del volcán
Irazú, que nos ha causado ya, no solamente considerables pérdidas económi-
cas, sino la que es más grave aún, la muerte de varios costarricenses y la
destrucción de centenares de viviendas.
Recibo, a nombre del Gobierno y del pueblo de Costa Rica, ese mensaje
fraternal, en todo su valor y sentido. Siempre el pueblo de Panamá se ha hecho
presente en todos los momentos difíciles que ha vivido el pueblo costarricense.
Eso compromete nuestra eterna gratitud.
Debo aprovechar esta oportunidad para expresar a usted, a su Gobierno y
al pueblo panameño, nuestra honda pena por los sucesos recientemente ocu-
rridos en ese hermano país, al sobrevenir el conflicto con la policía y ejército
norteamericanos en la Zona del Canal, que tan doloroso saldo de víctimas ha
dejado. En todos los momentos de este conflicto, el pueblo costarricense ha
sentido como propia la tragedia de Panamá, y ha sentido la muerte de los
panameños que resultaron víctimas en esas acciones, como si fueran parte de
nuestra propia Patria. Hemos expresado nuestros deseos más vehementes para

179
REVISTA LOTERÍA

que el conflicto se resuelva satisfactoriamente para los intereses de Panamá,


conforme a su legítima aspiración de ejercer su soberanía sobre la totalidad del
territorio panameño.
Aprovecho la oportunidad para reiterar a usted los sentimientos de mi más
distinguida consideración y suscribirme su atento y seguro servidor.
(fdo.) ALFONS0 CARRO ZÚÑIGA.
Ministro.

Enero 22 de 1964.
Estimado Señor Ministro:
Con emocionada gratitud correspondo a las expresiones de sincera sim-
patía y solidaridad que para la causa de mi patria, contiene su obligante nota de
15 del presente, que constituye uno de los más honrosos documentos que han
recibido el Gobierno y pueblo panameños, en estos días de dura prueba que
estamos viviendo.
Sus palabras en el sentido de que “el pueblo costarricense ha
sentido como propia la tragedia de Panamá” son la reiterada mani-
festación de una confraternidad que no tiene frontera y que identifica
a nuestros países en un destino común por los grandes imperativos de la
Historia y por la necesidad de unirnos cada vez más, para hacernos fuertes
frente a toda contingencia adversa mediante la razón del Derecho y la Justicia
que ningún poderío humano pueden supeditar.
Aprecio, en lo que valen, sus “deseos vehementes de que el conflicto se
resuelva satisfactoriamente para los intereses de Panamá, conforme a su
legítima aspiración de ejercer su soberanía sobre la totalidad del territorio
panameño”. Nada mejor, como aliento y esperanza, puede brindarnos la voz fraterna
de los hijos de Costa Rica, y ese mensaje que usted nos remite como intérprete
cabal de tanta hidalguía ha de acrecentar nuestra fortaleza moral frente al dolor de
la tragedia sufrida e impulsará nuestra lucha hasta lograr cuanto anhelamos, aun
cuando sea necesario vencer nuevos escollos de injusticia o incomprensión.
Fuera del tono protocolar de las despedidas, deseo sintetizarle en un fuerte
abrazo, cuánto estimamos sus palabras que son esencia de cariño y calor de
verdadera hermandad. En ese abrazo, más que dos Ministros, dos pueblos se

180
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

estrechan en estos momentos, cuando el uno está sufriendo los infortunios de


una contingencia telúrica demasiado cruel y el otro ha sido golpeado, rudamente,
por defender su inalienable soberanía en todo el territorio nacional.
Con toda consideración y afecto,
Dr. Bernardino González Ruiz,
Ministro de Trabajo, Previsión Social
y Salud Pública.

A Su Excelencia
Alfonso Carro Zúñiga
Ministro de Trabajo y Previsión, Social.
San José, Costa Rica.
(La Estrella de Panamá, jueves 23 de enero de 1964)

ELPROBLEMAPANAMEÑO-ESTADOUNIDENSE

El jueves 9 de los corrientes, estallaron disturbios en la Zona del Canal de


Panamá, protagonizados por estudiantes de secundaria de Balboa y de la Ciudad
de Panamá. En esos disturbios han intervenido las fuerzas armadas de Estados
Unidos, según informaciones cablegráficas. La violencia comenzó cuando mani-
festantes panameños trataron de izar la bandera de su patria en la Zona del Canal,
después que los estudiantes norteamericanos habían enarbolado la de su país,
desobedeciendo órdenes de las autoridades militares y civiles norteamericanas
de la expresada Zona.
Como resultado de tales hechos, Panamá ha roto sus relaciones diplomáti-
cas con Estados Unidos; han habido conversaciones telefónicas entre el Presi-
dente Johnson y el Presidente Chiari; ambos Presidentes han hecho llama-
miento a sus respectivos pueblos para que mantengan la cordura: el Presidente
norteamericano ha enviado a Panamá al Secretario de Estado para los Asuntos
Interamericanos, señor Thomas C. Mann, y al Secretario del Ejército, señor
Cyrus Vance, para iniciar conversaciones sobre la crisis con el Presidente de
Panamá, y la OEA ha enviado a Panamá con el mismo fin, a los miembros de
la Comisión Interamericana de Paz. Mientras tanto, se ha conseguido, al pare-
cer, el cese de la violencia.

181
REVISTA LOTERÍA

Lo anterior no es más que la periferia del problema panameño-esta-


dounidense, o mejor, las consecuencias de la naturaleza íntima del Tratado de
1903. No haremos referencia a los orígenes de ese Tratado ni a las circunstan-
cias en que él fuera firmado por Panamá y Estados Unidos el 18 de noviembre
del año citado; pero sí dirigiremos la mirada hacia el articulado de dicho Con-
venio para extraer y exponer las causas, no sólo de las violencias que han
estallado, últimamente en la Zona del Canal desde el 9 de este mes, sino tam-
bién de la lucha que Panamá ha venido sosteniendo para eliminar del Tratado
las cláusulas más duras y deprimentes para ella.
Para todos los panameños y los ciudadanos de otras nacionalidades, que
han estudiado el Tratado en referencia, los Artículos II y III del mismo contie-
nen las causas de la inquietud e inconformidad de la ciudadanía panameña, así
como de los disturbios que han ocurrido en diversas ocasiones, incluso los
que ahora son objeto de la atención mundial. En efecto, por el Artículo II,
Panamá concede a Estados Unidos, A PERPETUIDAD, el uso, ocupación y
control de una zona de tierra cubierta por agua para la construcción, manteni-
miento, funcionamiento y protección del Canal, objeto del Tratado, zona cuya
anchura es de diez millas, que se extienden a una distancia de cinco millas a
cada lado de la ruta del Canal construido; el uso, ocupación y control, también
A PERPETUIDAD, de cualesquiera otras tierras y aguas fuera de la zona
propia del Canal, que puedan ser necesarias y convenientes para la construc-
ción del citado Canal, o de cualesquiera canales auxiliares u otras obras nece-
sarias y convenientes para los mismos fines antes expresados; y también A
PERPETUIDAD todas las islas que se hallen dentro de los límites de la Zona
del Canal y el grupo de pequeñas islas en la Bahía de Panamá, llamadas Perico,
Naos, Culebras y Flamenco. Y por el Artículo III, Panamá concede a Estados
Unidos, en la Zona del Canal y dentro de los límites de todas las tierras y aguas
auxiliares mencionadas en el Artículo II, todos los derechos, poderes y auto-
ridad que Estados Unidos poseerían y ejercitarían SI DICHO PAÍS FUERA
SOBERANO DEL TERRITORIO DENTRO DEL CUAL ESTÁN SITUADAS
LAS TIERRAS Y LAS AGUAS MENCIONADAS EN EL ARTÍCULO II, CON
ENTERA EXCLUSIÓN DEL EJERCICIO DE TALES DERECHOS O AUTO-
RIDAD, POR LA REPÚBLICA DE PANAMÁ.
Por esos derechos y otros más que se conceden a Estados Unidos en el

182
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Tratado en cuestión, ese país se ha comprometido a garantizar y mantener la


independencia de Panamá, y esta nación, por el Artículo XIV de dicho Trata-
do, recibió Bs. 10.000.000.00 y ha estado recibiendo una anualidad de Bs.
250.000.00, que ahora ha sido aumentada a Bs. 1.930.000.00 después de una
lucha constante por alcanzar soluciones decorosas mediante los acuerdos de
1904, de 1936, de 1942 y de 1955, acuerdos que satisfacen, en parte, los
reclamos de Panamá tendientes a eliminar las cláusulas onerosas para la digni-
dad del país que contiene el Tratado. Sólo continúan en pie los problemas
relativos a la soberanía en la Zona del Canal —de la cual los panameños han
conseguido solamente que la bandera de su país sea izada con la norteamerica-
na en los edificios públicos de la Zona— y a la perpetuidad de las concesiones
estipuladas en el Artículo II del Tratado.
En cuanto a la cuestión de la soberanía de Panamá sobre la Zona del Canal,
puede decirse que hubo acuerdo general en la Mesa Redonda sobre los Canales
Internacionales, que tuvo lugar en la Universidad de Panamá, en junio de 1957,
pues se dijo en ella “que el punto es tan claro que no deja campo ni para la
discusión ni para la duda”. Dicen los juristas panameños que la fraseología del
Artículo III, que es de negación implícita, indica que Estados Unidos no es
soberano en la Zona del Canal, y que el Presidente de Estados Unidos y de la
Corte Suprema de Justicia de dicho país, William H. Taft, apoyó esa tesis ante el
Senado norteamericano en 1905 y que, posteriormente, han habido estudios de
prestigiados juristas estadounidenses y actos emanados de los tres poderes pú-
blicos del mismo país que mantienen igual concepto. Agregan los juristas pana-
meños que “el argumento superficial de que Estados Unidos pueden hacer en o
con la Zona todo lo que un soberano puede hacer en o con su propio territorio,
queda refutado con la sola consideración de que ellos no podrían vender ni
arrendar ni traspasar en forma alguna ese territorio, cuyo dominio y propiedad
no han adquirido por ningún título”. Y con respecto a lo manifestado por el
Presidente Wilson en 1914, en relación con la neutralidad del Canal, de que Esta-
dos Unidos ejerce soberanía en la Zona del Canal, los juristas panameños agre-
gan que esa declaración obedece a un error, a “una lamentable confusión entre la
soberanía, que es conjunto de competencias, y la jurisdicción, que es una ema-
nación de aquélla y que los Estados Unidos ejercen por concesión o delegación
del soberano, o sea Panamá”.

183
REVISTA LOTERÍA

Respecto al hecho de que el Tratado de 1903 fue pactado a perpetuidad,


los juristas panameños dicen que es evidente que hay tratados que por su
naturaleza tienen esa característica, como los tratados de paz, los de límites,
los de garantía, los de neutralidad y los de traspaso o cesión de territorios, y de
ahí que la perpetuidad no es un elemento ajeno a la contratación internacional,
pero que es “injusto y erróneo pactar a perpetuidad prestaciones que para una
de las partes conservan su valor para siempre, en tanto que para la otra son
susceptibles de merma, alteración o depreciación, y así crecen inequitativamente
para una, los beneficios y para la otra, las cargas”. El Dr. Octavio Fábrega,
gran jurisconsulto panameño y ex Ministro de Relaciones Exteriores de su
país, en su intervención en la Mesa Redonda sobre los Canales Internaciona-
les, declaró sobre el particular que las exposiciones de sus colegas de los
países hermanos asistentes a la Mesa Redonda se ajustaban a los principios del
derecho internacional universalmente aceptados, agregando que se hacía ne-
cesario revisar esos principios ortodoxos de un derecho que se halla actual-
mente en plena evolución, para ajustarlos a más elevadas concepciones de
justicia y equidad que tengan primordialmente en cuenta los derechos del so-
berano territorial, y que, en consecuencia, el Tratado de 1903, que fuera pac-
tado a perpetuidad, no debe existir dentro de un derecho internacional revisado
sobre bases de justicia y equidad.
Tegucigalpa, D.C., 14 de enero de 1964.

CATEDRÁTICO MEXICANO TAMBIÉN SE


UNE A LA CAUSA

El Dr. Raúl Cervantes Ahumada, Catedrático de Derecho Marítimo de la Uni-


versidad Autónoma de México, Presidente de la Asociación Nacional de Abo-
gados de aquel país, y quien es bien conocido entre nosotros por su brillante
actuación en el Forum sobre Canales Interoceánicos, organizado por el Doc-
tor Diógeñes Arosemena G. en la Escuela de Temporada de nuestra Universi-
dad, ha enviado cablegrama al Excelentísimo Señor Presidente de la República
con motivo de la difícil crisis recientemente atravesada. Igualmente envió una
interesante carta al profesor Rogelio Sinán, Director Nacional de Cultura, en la
cual explica el sentimiento de solidaridad para con el pueblo panameño, por

184
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

parte del Foro mexicano. Ambas misivas las publicamos a continuación:


Excelentísimo Señor Roberto Chiari,
Presidente de la República,
Ciudad de Panamá:
Como Presidente Asociación Nacional Abogados de México y nombre
propio permítome expresarle sentimientos de solidaridad fraternal abogados
mexicanos motivo lamentable sacrificio estudiantes panameños. Esperamos
generosa sangre derramada, servirá para establecer reino Derecho y Justicia.
Admiramos heroica actitud gran pueblo panameño.
Dr. Raúl Cervantes Ahumada.

Señor Rogelio Sinán,


Universidad de Panamá,
Muy querido Rogelio:
Hemos seguido con dolorosa emoción los trágicos acontecimientos de
nuestra querida Panamá.
Muchas gracias por el envío de los periódicos.
Te envío copia del telegrama que a nombre de los abogados mexicanos
dirigí al Señor Presidente Chiari.
Tengo fe en que el sacrificio de los jóvenes panameños no será estéril y
que Panamá habrá de ver que un día se implanten el Derecho y la Paz en su
vejado territorio.
Un fraternal abrazo,
RAÚL.
Cabe agregar, además, que el Dr. Cervantes Ahumada también es Conse-
jero Particular del Presidente López Mateos; obtuvo el Primer Premio (Medalla
de Oro) por una disertación en la que hizo una magnífica defensa de la Sobe-
ranía de Panamá sobre la Zona del Canal y que fue clasificada como la “mejor
conferencia del año” en su país de origen.
(El Día, Panamá, viernes 24 de enero de 1964)

185
REVISTA LOTERÍA

EL CANAL DE PANAMÁ: UN MUNDO DE ORO Y


OTRODEPLATA

Por CIRILO MONTES ZÚÑIGA

En el Mundo de Oro viven los blancos de USA y unos pocos


privilegiados latinoamericanos; el idioma Español está proscrito
y las cabelleras rubias y los ojos azules asoman por todas partes.
En el Mundo de Plata moran los panameños, los latinoamerica-
nos, los indios de San Blas y los negros descendientes de los jamaiquinos
que los norteamericanos trajeron a Panamá para trabajar en la cons-
trucción del Canal. En este Mundo de Plata se habla el Español, algunos
dialectos de los indios y el inglés de los negros.
Una tarjeta amarilla, con el nombre del portador y el color de su
piel, determina el Mundo a que pertenece cada persona. Si la tarjeta
dice color “white” —blanco— un Mundo de Oro, y alegría está por de-
lante; pero si la tarjeta indica el color brown, moreno, o black, negro, un
Mundo de bajos salarios, de miseria y promiscuidad es el que se abre
para los hombres, las mujeres y los niños.
La sangre que ha corrido en estos días en la República de Panamá —más
de 20 muertos, estudiantes en su mayoría, y unos 300 heridos— es la primera
cuota de sacrificio al por mayor que los panameños han entregado en una
lucha declarada por reivindicar la soberanía de la Patria y la dignidad de sus
hijos. “Panamá, país nacido a la vida independiente sin luchas y sin sangre, sin
actos de heroísmo y sin el sacrificio de ningún mártir”, está ahora frente a la
dura prueba, convencida de que la Soberanía, la Libertad y la Independencia
no se logran a través de tratados fraudulentos, ni en cónclaves de paletó, levita
y copas de champaña.
Eusebio Morales, uno de los preclaros fundadores de la Patria Panameña,
dice que “aun entre los mismos promotores del movimiento independentista
había hombres que no creían en la permanencia de lo que estaban fundando y
para quienes lo esencial era resolver un problema económico inmediato y per-
sonal, antes que reconocer el espíritu y consagrar la existencia de una nacio-
nalidad”. “La debilidad del sentimiento de la propia nacionalidad, la falta de fe

186
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

en la propia existencia soberana, la falta de confianza en la propia capacidad


como entidad independiente, y el pesimismo más profundo respecto de los
destinos Nacionales”, son lacras que el doctor Eusebio Morales señaló a sólo
13 años de la proclamación de la República de Panamá; y esas faltas, sean
cuales fueren sus orígenes y sus protagonistas sean las que ahora se proponen
corregir y superar, a costa de todo sacrificio, las generaciones panameñas que
concurren a la lucha en este decisivo año de 1964.
El Mundo del Oro y el Mundo de la Plata en la Segunda Guerra Mundial.
Hasta finales de 1941, la lucha del pueblo panameño por conseguir un
mejor trato en la Zona del Canal había sido silenciosa, casi siempre circunscri-
ta a los estrechos linderos del territorio nacional y a los entretelones del pode-
roso State Departament y el débil Ministerio de Relaciones Exteriores de Pana-
má. Para 1936, Washington admite unas leves reformas al Tratado de 1903. Al
tenor del tratado Hay-Bunau Varilla, Panamá arrendó a perpetuidad a los Esta-
dos Unidos una faja de su territorio en la cual se construyó el famoso Canal
interoceánico. El mencionado documento fue firmado a sólo pocas semanas
de haberse proclamado la independencia, y en el mismo se conceden a los
ESTADOS UNIDOS TODOS LOS DERECHOS, PODER Y AUTORIDAD,
QUE AQUÉLLOS POSEERÍAN SI FUERAN SOBERANOS, CON ENTERA
EXCLUSIÓN DE LA REPÚBLICA DE PANAMÁ”.
Al producirse el ataque japonés a la fortaleza de Pearl Harbor, el 7
de diciembre de 1941, millares de soldados, aviones, barcos y submarinos
norteamericanos fueron desplazados hacia la Zona del Canal. Seguidamente,
millares de técnicos aumentaban el fardo humano en el territorio canalero y se
aceleraron y ampliaron grandes trabajos de defensa en la mencionada zona.
Por cada norteamericano que llegaba, aparecían cien y hasta mil panameños y
de otros países, deseosos de contribuir con su trabajo a la rápida construcción
de las obras de defensa que el Gobierno de los Estados Unidos proyectaba y
ejecutaba. Y fue entonces que, para su decepción, los latinoamericanos des-
cubrieron que el Canal de Panamá no era otra cosa que un rígido CAMPO DE
DOMESTICACIÓN, dirigido, administrado y comandado por unos hombres
que tenían los mismos prejuicios raciales que los Nazis de Hitler y para quienes
la Democracia era un sistema consagrado a hacer felices a los norteamerica-
nos blancos, relegando a modos de vida inferior a los hombres y mujeres de

187
REVISTA LOTERÍA

Panamá, y a los trabajadores que habían llegado de distintos países de la Amé-


rica Hispana.
Discriminación Racial y Operación de los Roles de Oro y Pla-
ta que conformaban dos Mundos.
Cuando los primeros grupos de trabajadores panameños y lati-
noamericanos se presentaron en masa a presentar sus servicios en la
Zona del Canal, éstos descubrieron el abismo de la discriminación,
no sólo racial, sino económica. Fueron alineados en grandes colas delante de
unas ventanillas, desde las cuales unos hombres y mujeres que sólo hablaban
inglés los interrogaban con aires de amos. Después de 2 y 3 días de llevar sol
y sereno, llenados los primeros requisitos, tomadas las huellas digitales, etc.,
fueron pasados, por grupos, a unos cuartos, en los cuales, completamente
desnudos, los hombres eran examinados exhaustivamente por enfermeros,
practicantes y posiblemente médicos, quienes tampoco hablaban el idioma
español ni los dialectos de los indios de San Blas. Finalmente, aquellos hom-
bres —entre quienes había obreros clasificados, semiprofesionales y estu-
diantes— recibían una Tarjeta Azul, denominada Identification Card en la que
constan nombre y apellido del poseedor, su nacionalidad, edad, peso, estatura
y, sobre todo, la raza.
Así, los panameños, los indios, los negros y los latinoamericanos
entraban en el Mundo de Plata. Viajarían en camiones descubiertos
todos los días a su trabajo, en cargamentos humanos; los que no tuvie-
sen vivienda ni familiares, vivirían en campamentos colectivos, den-
tro de la Zona del Canal, sin permiso para moverse a otros sitios;
comprarían en Comisariatos del llamado Silver Roll, pero sólo tendrían dere-
cho a hacer compras por 50 dólares quincenales; en caso de enfermedad
grave irían a hospitales distintos de los que usaban los norteamericanos; asis-
tirían a Iglesias y Capillas también discriminadas; y sus hijos, si los tenían en
edad escolar, podrían inscribirse en las escuelas destinadas a los niños de la
raza de color. Para la transportación de los sábados y domingos tenían autobu-
ses marcados con las palabras Silver Roll, ya que los otros transportes tenían
un letrero frontal que decía: White People Only, que significaba “para gente
blanca solamente”. Y por último, el salario que iba de 19 hasta 49 centavos de
dólar, pues los salarios del Gold Roll o Mundo de Oro comenzaban en 50

188
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

centavos, aun cuando la escala de sueldos era para los pocos latinos que ha-
bían sido incluidos en el Gold Roll.
Los sueldos de los norteamericanos —de los american citizens— comen-
zaban con los 95 centavos de dólar por hora, más 25 por ciento adicional por
servicios en el extranjero —foreing service—, paga que no recibían los pana-
meños —ni blancos, ni negros, ni indios ni morenos— no obstante que eran
considerados “extrangers” en la propia Zona del Canal de Panamá. Los norte-
americanos casados tenían los apartamientos y casas mejores; y los solteros
eran ubicados en los llamados bachellor quarters. Gozaban de comisariatos
ilimitados, de excelentes cines gratuitos, de mejores hospitales, de clubs para
divertirse, jugar y beber, y de restaurantes de primera y muy económicos. Sus
Iglesias y Capillas eran limpias y blancas; y sus hijos asistían a las mejores escuelas
que el mundo educacional de la época podía ofrecer.
Tal es la diferencia de aquellos dos mundos, el de Oro y el de Plata, que
coexistían en la estratégica y trágica Zona del Canal de Panamá. En las márge-
nes del Canal, en su cabecera pacífica y en su cabecera atlántica, Panamá y
Colón, las dos principales arterias comerciales de la República, colindan con la
Zona, una tierra que soberanamente es suya, pero en la cual ellos son extran-
jeros que en su inmensa mayoría se mueven en el Mundo de Plata.
Hechos ingratos de la discriminación racial en la Zona del Canal
La discriminación racial en la Zona canalera es ingrata, y no repara en categorías.
Ilustres panameños de tez cobriza, y ya no digamos los de ascendencia negra, han
pasado momentos de humillación en los establecimientos comerciales de la Zona.
De ahí que honorables familias panameñas sin pergaminos raciales se cohiban de
visitar, y aún desconocen, esa maravilla que es el Canal de Panamá. Fui testigo de lo
que le ocurrió a un distinguido político venezolano, quien fue echado de un Club
Restaurant por un Military Police (policía militar) por considerar que aquel sitio era
sólo para blancos. Igual le ocurrió a un destacado científico centroamericano. Con
sobrada razón el gran poeta colombiano Jorge Artel, en 1946 me decía: “No voy a
la guerra a matar nazis pues quiero reservarme para acabar con estos arios que
custodian esta tierra de Rogelio Sinán”. Sinán, poeta de gran sensibilidad, diplomático
y profesor universitario, terció en la charla para agregar: “Que Dios te oiga, Jorge
Artel, y que me permita acompañarte en tan redentora tarea”. Estas palabras, las de
Artel y las de Sinán, no eran salidas de buen humor, sino expresión íntima de dos

189
REVISTA LOTERÍA

valores de la intelectualidad americana, quienes, por otra parte, mantenían muy


contrarios puntos de vista en relación con el nacimiento de Panamá como República
Soberana.
Los sábados panameños, los soldados norteamericanos y los
cabarets, parques, cumbia, mejorana y tamborito.
Las noches sabatinas de los años de la segunda guerra mundial—1941 a
1946— que fue la época de la más aguda discriminación contra los
panameños, y al mismo tiempo el período más floreciente para el comercio
del país, abunda en hechos y contradicciones. Eran los tiempos en que
Panamá estaba sembrada por todas partes de cabarets y prostíbulos. La
ciudad que apenas tiene 90 mil habitantes y que vive un régimen de obscuridad,
es decir de black-out en el argot de guerra estadounidense, recibe una sola
noche más de 30 mil soldados dispuestos a divertirse, todos con sus carteras
repletas de dólares y todos decididos a disfrutar de ratos de intimidad con
las mamacitas que, contratadas o voluntariamente, pululan y repletan los
numerosos cabarets panameños y las casas de licencioso vivir que se abren
en toda la periferia de la ciudad, desde Calidonia hasta El Chorrillo, dos
barrios de insalubres cuarterías y de abundante población de color.
Una ciudad a obscuras, con 30 mil soldados sueltos, es una ciudad
tomada por un ejército ansioso de borrachera y de placeres. Así, para
complacencia de los dueños de cabarets y cantinas, es decir, para provecho
de una de las ramas mas fuertes del comercio panameño de los tiempos de
guerra, la ciudad nocturna se rinde en los brazos de los soldados, al son
de los tamboritos, al ritmo de la cumbia y la euforia que despierta la
mejorana. Pero los soldados yankis son niños malcriados y egoístas y
saben que ellos mandan, pues de ellos es el dinero. Intempestivamente se
cansan de la música panameña, o de la artista criolla que en el show del
cabaret canta una canción panameña. Comienzan con “muuuuu”, luego
arrecia la rechifla, para completar el escándalo con un colectivo y
desconcertante “sharap!”... “sharap!!!”.. ..“sharap!!”.... hasta que la
orquesta y la artista panameña se callan y los alegres muchachotes del
Army logran que les pongan música y canciones norteamericanas.
Pero esta actitud de los soldados norteamericanos no siempre encuentra
panameños receptivos a esta clase de política de buen vecino. Y entonces

190
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

surge el pereque, en medio de una lluvia de golpes, y de sillas y mesas que


cruzan a la refriega. La pelea es a golpes limpios, salpicada de insultos
que en repetidas ocasiones acusan roces entre el Gobierno de Panamá y
las omnipotentes autoridades de la Zona del Canal.
—¡Panameños negros! —ruge un soldado en la obscuridad.
—¡Yankis bandidos! —riposta un trompetista criollo.
—¡Matemos a estos patanes! —tercia un rabioso soldado puertorriqueño
que siempre va a favor de los panameños.
Al final, llega la Guardia Nacional de Panamá y la Policía Militar de la Zona
canalera. Diez heridos de ambas partes, un reguero de sangre panameña y
sangre americana y unas sillas destrozadas. La Guardia Nacional se lleva a los
panameños y la Policía Militar se lleva a sus soldados. Un universitario recla-
ma, dice que el hecho ha sido cometido en territorio panameño y que todos
deben ir presos a las cárceles panameñas. Los policías militares sonríen. Sa-
ben que ellos mandan aquí y mandan allá. Saben que si la Guardia Nacional
apresa a un norteamericano entonces el Comando General declarará a Panamá
of-limit lo que significa que los muchachos del Army recibirán órdenes de
abandonar la ciudad.
El estudiante panameño comprende la amarga realidad. Sin aque-
llos insolentes soldados, los cabarets y las cantinas se quedan solitarios y
Panamá se convierte en un cementerio. El dólar impone condiciones. A lo
lejos, en la madrugada, se escucha un tamborito:
“Panameño, panameño,
panameño, vida mía,
yo quiero que tú me lleves
al tambor de la alegría”.

Este Año es decisivo para la República de Panamá


El blanco traje “montuno” y la colorada “pollera” que los panameños y las
panameñas llevan como vestimenta típica en sus carnavales, se ha cambiado
ahora por un traje de medio luto y una falda gris. Los estudiantes panameños,
antes dicharacheros y mamadores de gallo, caminan silenciosos por la Aveni-
da Kennedy, antes Avenida 4 de Julio, borde fronterizo entre Panamá y la Zona
del Canal.

191
REVISTA LOTERÍA

Esta arteria limítrofe pasa frente a la antigua universidad panameña. Des-


de las ventanas de la Universidad los jóvenes ven a los marinos yankis. Una
bandera panameña fue arriada y destrozada por unos jóvenes estudiantes
norteamericanos de la Zona del Canal. Panamá ha entregado su primera cuota
de sangre al por mayor: Más de 20 muertos y 300 heridos constituyen el saldo
de los incidentes que se vienen desarrollando desde el l0 de enero de 1964.
La prensa de todo el mundo ha condenado la posición de los Estados
Unidos. Panamá reclama una revisión total del Tratado Hay-Bunau Varilla, Pues
considera que el status actual es violatorio de su soberanía. Con Panamá está
la opinión pública internacional y cuenta con el respaldo decidido de todos los
países americanos, desde México hasta la Argentina.
Por este Canal, que le ha partido en dos su territorio y que le ha arrebatado
su soberanía, Panamá recibió primeramente 250 mil dólares anuales; después,
el Presidente Roosevelt elevó la cuota a 430 mil, y hace apenas 10 años el
extinto presidente Remón obtuvo una anualidad de un millón con 930 mil dó-
lares. Pero la administración del Canal brinda a los Estados Unidos una renta
de más de 72 millones por año, siendo público y notorio que las entradas del
Canal han amortizado muchas veces el costo de su construcción.
(Tomado de la Revista venezolana Élite)
(La Hora, Panamá, sábado 25 de enero de 1964)

CÓMOEXPRESÓVENEZUELASOLIDARIDAD
CONPANAMÁ
Voceros del partido de gobierno y sindicatos,
piden arreglo benéfico para Panamá.

Por LUIS SERRANO REYES

CARACAS, Venezuela, (ORBE LATINOAMERICANA).—Un Documento


relacionado con la posición y criterio del partido Acción Democrática al cual
pertenece el Presidente Electo de Venezuela, Dr. Raúl Leoni, le fue entregado
al Embajador de Panamá en este país, Doctor Diógenes De la Rosa, en el
cual ese partido venezolano expresa su solidaridad con el gobierno y pueblo

192
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

de Panamá, lamentando los sucesos ocurridos en la Zona del Canal y abo-


gando por la revisión de los Estatutos que rigen el convenio entre Estados
Unidos y Panamá.
El texto del mencionado documento dice: “Acción Democrática, con motivo
de los graves sucesos ocurridos en Panamá expresa su solidaridad con el
pueblo y gobierno panameños en esta hora decisiva para su integridad y sobe-
ranía.
Los trágicos hechos que se sucedieron en ese país constituyen la
culminación de más de medio siglo de humillaciones e injusticias in-
fligidas al pueblo panameño, como resultado de la vigencia de métodos
imperialistas que lesionan la soberanía y la dignidad de la hermana República”.
Y prosigue el documento: “Al reiterar su apoyo a la nación panameña,
Acción Democrática considera necesario, además de las reparaciones que
por los citados sucesos deben adoptar los Estados Unidos, la revisión del
Estatuto del Canal para adaptarlo a la realidad y aspiraciones de Panamá y
de los demás pueblos de América”.
“Por su parte, la Confederación de Trabajadores expresó en otro comuni-
cado que el movimiento obrero de Venezuela está al lado del pueblo de Panamá
en estos trágicos momentos, donde han perdido la vida varios ciudadanos de
ese país en su lucha por defender el respeto a ideales y derechos que son
comunes a todos los pueblos latinoamericanos. La confederación de Trabaja-
dores de Venezuela aspira a que el Gobierno de los Estados Unidos adopte una
posición de justa comprensión y realice los actos de reparación necesarios que
contribuyan a la solución pacífica de los hechos, y aseguren en el futuro un
estado permanente de entendimiento entre los pueblos del Continente, y el
respeto mutuo a su soberanía, única forma de asegurar la paz y la convivencia
americana”.
La prensa venezolana le ha dado mucha publicidad también a las
declaraciones hechas en Buenos Aires, por el doctor Jóvito Villalta, líder del
partido Unión Republicana Democrática, en las cuales dijo que “todos los go-
biernos de este hemisferio deben aprovechar la oportunidad para adoptar una
actitud de solidaridad con el pueblo panameño. Esta actitud —dijo Villalta—
fortalecería al sistema Interamericano y mostraría al Gobierno de los Estados
Unidos el único camino que conduciría a una solución justa y duradera de este

193
REVISTA LOTERÍA

problema”. Pronunciamientos similares han hecho, sin excepción, los líderes


de los demás partidos venezolanos.
En estos días se hallan en Caracas varios periodistas de los Estados Uni-
dos, representantes de importantes rotativos norteamericanos. Uno de ellos,
Decano de Periodismo de la Universidad de Harvard, dijo que él, en varias
ocasiones, se había dirigido al Departamento de Estado de su país, señalando
que es conveniente revisar la posición de Estados Unidos en el Canal de Pana-
má y evaluar la posibilidad de su internacionalización. Dichas sugerencias no
han sido consideradas, como tampoco la crítica que se ha hecho a la mentali-
dad norteamericana de vivir separadamente en la Zona del Canal.
Todo indica que las predicciones del Decano de Harvard se han cumplido
y ahora la situación es explosiva en la Zona del Canal.
(El Día, Panamá, lunes 27 de enero de 1964)

UNA SOLUCIÓN EN PANAMÁ

En la edición del pasado 14 de enero, la revista Visión publica un intere-


sante editorial sobre Panamá y las relaciones con los Estados Unidos, el cual,
por considerar que trae planteamientos muy interesantes, lo publicamos a con-
tinuación:
No hay más tiempo para pensamientos estáticos, en Panamá o en
cualquiera otra parte de América Latina. El letargo burocrático y la
decisión tardía, a menudo tan característica de Washington, son en
gran parte responsable, de los motines, el derramamiento de sangre y la crisis
sobre la Zona del Canal.
Prácticamente todos los asuntos a los que ahora nos enfrentamos
bajo las peores condiciones posibles, fueron presagiados en 1958 después de
una visita de Milton Eisenhower. Fueron publicados en su documentado libro El
Vino es Amargo, el cual por doce meses estuvo en la lista de los libros más
vendidos en el último año. Pero también deletrea claramente en el libro, como el
deseo del Presidente Eisenhower y Kennedy de enderezar o corregir las injusti-
cias, fue obstaculizado por el Congreso, el Pentágono, y el Departamento de
Estado.
Todos los asuntos de controversia pueden aún ser negociables siem-

194
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

pre y cuando haya buena voluntad, y a despecho de los sentimientos paname-


ños todavía hay hoy una reserva de mutuo interés y amistad que pueden servir
de base. Donde los Estados Unidos no deben errar —y existe ese peligro— es
en pensar que Estados Unidos o puede doblegar a los panameños o satisfacer-
los en pequeñas cosas. Aunque algunas de las concesiones puedan herir el
orgullo nacional de los Estados Unidos, las concesiones reales tendrán que ser
hechas.
La soberanía titular de Panamá sobre la Zona del Canal tendrá
que ser reafirmada y todas las medidas para ello son honorables. Re-
sulta totalmente incomprensible que el izar las banderas de Estados Unidos y
Panamá juntas pueda causar un problema que amenaza la Zona del Canal y que
las relaciones de Estados Unidos y toda la América Latina se desajusten.
La entrada que recibe Panamá por su principal riqueza natural debe ser
aumentada sustancialmente, ya sea aumentando la renta anual por la Zona o
aumentando el peaje de los barcos que cruzan el Canal. Los Estados Unidos
deben enfrentarse al hecho de que 1.9 millones de renta anual por
nuestra base en Panamá es una de las más baratas del mundo y que se
siguen cobrando peajes tan bajos por el tránsito de los barcos que si, en
1914 eran satisfactorios, en la actualidad están fuera de toda realidad.
Todo el problema del personal panameño que trabaja en el Canal debe ser
re-examinado. Actualmente existe el sistema de igual salario para norteamerica-
nos y panameños, pero en realidad los mejores puestos y los aumentos progresi-
vos de los salarios se reservan exclusivamente para los norteamericanos.
Los EE.UU. deben discutir la devolución a Panamá de las tierras que no sean
necesarias para el funcionamiento del Canal. Este es un viejo problema que hiere el
sentimiento patriótico panameño. Cuando Estados Unidos pidió a Colombia autori-
zación para un canal, solicitó una franja de 10 kilómetros, pero en cambio cuando
Panamá se independizó con la ayuda norteamericana, esta solicitud cambió de
kilómetros a millas; este cambio ha molestado desde entonces a los panameños.
Al mismo tiempo los Estados Unidos deben dar los pasos necesarios para
poner su casa en orden. La reciente crisis trajo a la luz algunos factores sobre
la vida en la Zona del Canal y el funcionamiento de una política errada y espe-
luznante.
Primero, la dualidad de mando. En Panamá normalmente mantenemos un

195
REVISTA LOTERÍA

Gobernador en la Zona y un Embajador con igual rango. Sin embargo, el


Gobernador responde al Departamento de Defensa y el Embajador al Departa-
mento de Estado. Cuando estos dos Departamentos están en desacuerdo, los
Estados Unidos tienen dos diferentes políticas. El árbitro final en estos casos
debería ser el Presidente; pero los canales de influencia del Gobernador corren
a través del Congreso, así es que cuando el Presidente y el Congreso están en
desacuerdo la confusión es mayor. Por eso debe haber un solo hombre en
Panamá a cargo de la política que responda directamente a Washington.
El personal norteamericano en la Zona del Canal pertenece a la segunda y
tercera generación, quienes creen que viven en una isla norteamericana. Se puede
trazar un paralelo entre la Zona del Canal y los colonos franceses en Argelia, quie-
nes no solamente pelearon contra los árabes sino también trataron de sabotear a su
propio gobierno. Los llamados zonians deben ser removidos regularmente a los
Estados Unidos.
A pesar de la tensión que ha estado creciendo en Panamá y las próximas
elecciones presidenciales, a tres meses de distancia, no ha habido Embajador
aquí desde la renuncia del Sr. Joseph Farland, hace cuatro meses. Las fun-
ciones diplomáticas de los EE.UU. se encontraban en manos de funciona-
rios de segunda categoría y debe también notarse que Washington supo de
los acontecimientos dos días después de haberse suscitado. Washington, no
solo en Panamá, sino en la América Latina, debe llenar las vacantes de emba-
jadores inmediatamente.
Lo último y de legítimo interés que debe tener EE.UU. en relación con el
Canal, es mantener la vía fluvial siembre abierta, su funcionamiento bien diri-
gido y a un bajo costo. Desde el momento que tratemos el problema de dife-
rente manera —manteniendo nuestra bandera en la América Central— estare-
mos condenados como los ingleses en el Canal de Suez.
Para el común beneficio de los dos países, los EE. UU. deben quedarse en
Panamá por un futuro imprevisible. Hay sobradas razones para creer que el
Presidente Chiari y su gobierno, a pesar de los recientes acontecimientos,
piensan igual. Pero peleas y matanzas no salen de repente. Esta crisis viene
desde hace tiempo. Los hechos señalan claramente que esto viene desde tiem-
po atrás.
(El Panamá América, lunes 27 de enero de 1964

196
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

LOS EGIPCIOS SON PARTIDARIOS DE LA CAMPAÑA


POR SACAR EL CANAL DE PANAMÁ DEL CONTROL
DE ESTADOS UNIDOS

porGEORGEMcARTHUR

EL CAIRO, 26, (AP). —Cuando el Presidente Nasser se apoderó del Ca-


nal de Suez y precipitó una crisis mundial en 1956, algunas nerviosas voces en
el oeste dijeron: el Canal de Panamá será el próximo:
Esas voces, principalmente inspiradas por intereses comerciales y maríti-
mos en París y Londres, afirmaban que los egipcios no podían manejar el
Canal de Suez y buscaron el apoyo norteamericano para mantener una línea
dura contra Nasser. El gobierno estadounidense se negó y la invasión
franco-británica se convirtió en un desastre político.
Contra ese fondo, y ahora habiendo manejado el Canal con todo éxito, los
egipcios son acérrimos partidarios de los panameños en su brega por sacar al
Canal del control de Washington.
“El nacionalismo por fin alcanzó al pueblo de Panamá y está ahora dis-
puesto a ejercer su derecho de soberanía sobre el Canal como lo hizo el pueblo
egipcio en 1956. Y salvo que los Estados Unidos reconozcan eso y aprendan
algo de las elecciones de 1956, habrá sólo dificultades y derramamientos de
sangre en Panamá”, dijo la Gaceta Egipcia. Ese comentario es típico.
Al contrario del viejo Pacto de Suez entre una compañía privada y un
gobierno, el Canal de Panamá es un convenio entre gobiernos.
Aunque apoyada por los gobiernos europeos, la Compañía del Canal de
Suez era privada y obtuvo concesiones. En Suez la concesión era por un
período fijo de 99 años —en contraste del Tratado de Panamá que concede
control perpetuo a los Estados Unidos en la Zona.
Si el Presidente Nasser hubiera sido un hombre paciente, el Canal
de Suez habría pasado a control egipcio en noviembre de 1968 y al no
serlo ya pagó más de 81.2 millones de dólares en compensaciones.
La Compañía del Canal de Suez desde el comienzo buscó partici-
pación en el gobierno egipcio, y débiles gobernantes egipcios generalmente eran
frágiles oponentes para los europeos en el momento más alto del colonialismo.

197
REVISTA LOTERÍA

Tampoco fueron, los líderes egipcios, comerciantes muy astutos. Mane-


jaban mal los asuntos internos y el derrochador Jedive Ismail —que construyó
la ópera, nunca pagó al compositor Verdi la gran cuenta que le debía y agasajó
deslumbradoramente a la Emperatriz Francesa Eugenia— perdió sus acciones
originales en la Compañía, las que fueron adquiridas por Gran Bretaña. Los
ganadores fueron el Primer Ministro británico Benjamín Disraeli y su Empera-
triz Victoria que ya tenía la India y ahora conseguía una forma barata y rápida
de ir y volver de sus dominios en el Lejano Oriente.
En la era después de la Segunda Guerra Mundial, con la Compañía de
Suez, una de las empresas más sólidas entonces disponibles a los inversionistas
internacionales, se concedió al gobierno egipcio el siete por ciento de las entra-
das brutas —unos tres millones de dólares por año—. (El gobierno percibía
otros 12 millones mediante diversos impuestos).
Desde que Nasser se apoderó del Canal y lo nacionalizó, los ingresos del
gobierno han sido tremendos, pero es difícil decir cuánta es la ganancia.
En 1962, el Canal recibió unos 110 millones de dólares en divisas duras y
el año pasado, para el cual las cifras no se conocen, se estima que los ingresos
han sido un 10 por ciento más altos.
Los egipcios señalan esas estadísticas como prueba de que la vie-
ja Compañía del Canal nunca les dio una participación justa en los
ingresos.
Con orgullo, los egipcios también señalan la dirección del Canal
bajo las órdenes del Ingeniero Mahmud Yunes, uno de los revolucio-
narios originales de Nasser, diciendo que es mejor que nunca. El Ca-
nal es continuamente mejorado con instrumentos, tales como radares y es
continuamente profundizado. Antes de Nasser, sólo aceptaba barcos con cala-
do de 34 pies; ahora ha sido profundizado y puede aceptar buques de 37 pies
y pronto podrán hacerlo los buques de 39 pies.
Las estadísticas del Canal muestran mejoras de toda clase y un
aumento todos los años en los ingresos desde que está bajo dirección
egipcia.
(La Estrella de Panamá, lunes 27 de enero de 1964)

198
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

CIUDADANOSNORTEAMERICANOSCENSURAN
A SUS CONCIUDADANOS DE LA ZONA
—Un Comentario de RICHARD EDERI, en el New York Times—
—Traducción de La Estrella de Panamá—

PANAMÁ, enero 15, —Las simpatías de los 4.000 ciudadanos de los Esta-
dos Unidos en Panamá parecen haber estado abrumadoramente con los paname-
ños y contra los residentes de la Zona del Canal de Panamá, durante los aconte-
cimientos de la semana pasada.
Las conversaciones con distinguidos residentes norteamericanos aquí reve-
lan la fuerte tendencia de su parte a criticar a las autoridades de la Zona del Canal
y al comando del Ejército de los Estados Unidos por la violencia que eruptó.
Subrayando esto, existe cierta áspera crítica del aislado y privilegiado es-
tado de los 36.000 ciudadanos de los Estados Unidos en la Zona del Canal. Los
residentes norteamericanos en la República de Panamá creen que las condicio-
nes especiales en la Zona han creado una comunidad que es ostentosamente
ofensiva a los panameños y al mismo tiempo peligrosamente indiferente a sus
sentimientos.
Los norteamericanos entrevistados, que tratan diariamente con sus
empleados panameños, con sus colegas comerciantes, con funciona-
rios del gobierno y con amigos, están estupefactos por la naturaleza del inci-
dente que provocó el desorden.
Ésta fue la acción de algunos estudiantes de la Escuela Superior de Balboa al
desplegar la bandera norteamericana allí en un reto a las autoridades de la escuela
y luego el choque con un grupo de estudiantes panameños que trataron de izar la
bandera de su país al lado de ella.
En los desórdenes que siguieron, además de las bajas, las oficinas
de muchas firmas norteamericanas fueron incendiadas y saqueadas.
“Es horrible que todo esto haya pasado porque algunos muchachos des-
obedecieron la autoridad civil”, dijo Edward O’Connor, Presidente de la Socie-
dad Americana, a un grupo de comerciantes locales norteamericanos.
Lo que especialmente mortifica a los residentes norteamericanos aquí
es su convicción, ampliamente compartida por otros observadores, de
que gran parte de la comunidad de la Zona del Canal aprobó y aparente-

199
REVISTA LOTERÍA

mente alentó la actitud de sus hijos.


Joseph Harrington, hombre de negocios que ha vivido aquí muchos años
y es casado con una panameña, observó que sólo una semana antes un policía
zoneíta se convirtió casi en un héroe por haber izado la bandera norteamerica-
na desafiando órdenes.
MOTIVODELAPROHIBICIÓN
El motivo de la prohibición fue un acuerdo entre Estados Unidos y Pana-
má por el cual ambas banderas deberían ondear juntas excepto en las instala-
ciones militares. En aquellos lugares en que sólo había una asta, las autorida-
des zoneítas, por lo tanto, ordenaron que la bandera norteamericana fuera
removida.
El punto de vista prevaleciente entre la comunidad norteamerica-
na aquí, es el de que la Embajada de los Estados Unidos en Panamá no tiene
autoridad suficiente sobre lo que sucede en la Zona. “Aquí hay tres Jefes”, dijo
un hombre de negocios: “el Embajador, el Gobernador de la Zona y el General
en comando”.
Existe aquí el sentimiento de que el Gobernador de la Zona, el
Mayor General Robert J. Fleming Jr., tiende a ser frustrado en sus políticas
por las presiones locales zoneítas y que el General Andrew P. O’Meara, Jefe
del Comando Sur de los Estados Unidos, tiende a ser insensible a los senti-
mientos panameños.
Más todavía, la Embajada aquí ha estado vacante durante los últimos cin-
co meses. El último embajador, Joseph Farland, a quien muchos recuerdan
como un fuerte y efectivo representante, no ha sido reemplazado desde que
renunció. Muchos sostienen que si hubiera estado aquí, el señor Farland hu-
biera buscado los medios para evitar el choque del jueves.
“Yo he sabido que Farland gritó a un general por teléfono diciéndole: ¡Es-
cúcheme: su Jefe (General O’Meara) trabaja para mí!”, dijo un norteamerica-
no aquí.
PRIVILEGIOSOBSERVADOS
Un empleado bancario, describiendo la situación de los zonians, como se les
llama aquí, como “las generaciones de privilegios”, se queja de que muchos de ellos
rara vez vienen a Panamá. Los zonians consiguen alimentos, licores y cigarrillos en los
comisariatos a bajos precios y pagan tan poco, como 70 dólares por una casa de tres

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

recámaras. A pesar de esto, reciben una bonificación de 25% por trabajar fuera de los
Estados Unidos.
Lo que parece más peligroso para los muchos ciudadanos norte-
americanos aquí, es el hecho de que los zonians, que no dependen de Panamá
para empleos, compras, entretenimientos, seguridad o amigos, no necesitan
hacer los ajustes que los residentes aquí tienen que hacer. Muchos creen que
los zonians han desarrollado lo que un observador llama “un innato sentido de
irresponsabilidad”.
Quizás porque los norteamericanos residentes aquí se asocian, más
o menos íntimamente con los panameños, tienden a ver con alguna
simpatía la queja de este país acerca del Tratado del Canal, especial-
mente en asuntos tales como mejor paga y oportunidades para los
obreros panameños.
Esto contrasta con la firme hostilidad de casi la mayoría de los zonians
hacia las menores concesiones a las demandas de Panamá.
Los residentes norteamericanos aquí están lastimados por la at-
mósfera anti-norteamericana que ha sido creada por los incidentes del
jueves. Un norteamericano indicó, como signo de la insensibilidad zoneíta el
hecho de que las banderas panameñas están a media asta, las banderas en la
Zona no lo están.
El señor O’Connor, Presidente de la Sociedad Americana, dice
que los residentes norteamericanos aquí “tendrán que aceptar gran
cantidad de insultos y miradas airadas por cierto tiempo”.
“Tendremos que sobreponernos a esto y encontrar alguna fórmula
para hacer más fuertes los lazos con la comunidad panameña”.
(La Estrella de Panamá, martes 28 de enero de 1964)

NO HAY RAZÓN PARA QUE ESTADOS UNIDOS NO


ACEPTEREVISARELTRATADO
NUEVA YORK, enero 28, (AP). —El New York Times lamenta hoy en un
editorial que la interpretación de palabras y frases haya estancado un entendi-
miento con Panamá en la cuestión de la Zona del Canal, y añade que este es el
primer gran problema que el gobierno de Johnson enfrenta en sus relaciones
con el resto del hemisferio.

201
REVISTA LOTERÍA

Añade que no ve razón alguna por la cual los Estados Unidos no acepten
que se incluya la revisión del Tratado de 1903 con Panamá ya que “no hay
obligación alguna de fijar qué revisiones se considerarían. Ni aún los paname-
ños han adelantado demandas específicas”.
Dice que “los ojos de toda la América Latina miran hacia Was-
hington en este asunto y los sentimientos latinos favorecen generalmente a
Panamá”.
Después de indicar que los Estados Unidos son una potencia grande
y fuerte y Panamá chica y débil, manifiesta el editorial que “bien pue-
den los Estados Unidos hacer un gesto generoso para terminar con
esta “polémica” de palabras.

COSTARICAALMARGENDENEGOCIACIÓNSOBRECANAL
PORCENTROAMÉRICA
SAN JOSÉ, Costa Rica, enero 28, (AP). —El Presidente Francisco J.
Orlich afirmó que su gobierno se situará al margen de cualquier posible nego-
ciación o convenio sobre un nuevo canal interoceánico en Centro América,
dentro del tratado Bryan-Chamorro, al que impugnó por constituir una conce-
sión a perpetuidad y se manifestó en favor de su revisión.
El tratado Bryan-Chamorro involucra a Nicaragua y Costa Rica.
Simultáneamente se dio a conocer aquí que el diputado Nicara-
güense Juan Molina informó a la legislatura costarricense que el Con-
greso nicaragüense designó una comisión que estudiará la revisión
del tratado canalero y agregó que siendo Costa Rica parte afectada, la
insta a pronunciarse juntamente con los Congresos de Nicaragua y El
Salvador contra “el vergonzoso tratado”.
WASHINGTON, enero 28, (AP). —Una comisión del Senado discutió
hoy a puerta cerrada la posibilidad de construir otro canal interoceánico como
reemplazo o suplemento del de Panamá.
El Secretario Auxiliar de Estado para Asuntos Interamericanos,
Thomas Mann, compareció ante la comisión de comercio para informar sobre
la situación actual en la querella entre Panamá y los Estados Unidos por cues-
tión del canal.
El Presidente de la Comisión, Warren Magnuson, dijo a los periodistas

202
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

que se había discutido el asunto de un canal interoceánico al nivel del mar.


Mann dijo al salir que nada tenía que manifestar, pues ambos go-
biernos han convenido en abstenerse de declaraciones mientras la Comisión
Interamericana de Paz busca una solución.
Magnuson dijo que la política del gobierno sigue siendo mantenerse firme
en lo que toca al tratado del Canal, pero también con disposición de discutir
cualquier queja o problema.
Mann informó a la comisión sobre todos los aspectos del problema con
toda franqueza, dijo Magnuson. El asunto del nuevo canal ha sido mencio-
nado con frecuencia, dijo Magnuson, y repitió lo que ya se ha mencionado
en cuanto a ubicación: México, Panamá, Colombia, Nicaragua.
Opinó que para dentro de 20 años, en vista de la capacidad del
Canal de Panamá y el tráfico, sería mucho más barato construir otro canal a
nivel del mar.
Dijo que se ha sugerido un canal internacional, “pero queremos
estar seguros de poder recobrar lo que cueste”. También dijo que los
Estados Unidos están dispuestos a hablar de aumentar las cuotas de
peaje y dar mayor participación a Panamá.

ENSINGAPURELOGIANLALUCHADELOSPANAMEÑOS
SINGAPUR, enero 28, (AP).—El Partido de Extrema Izquierda de Singapur,
Barisan Socialis, elogió hoy en una declaración “la justa y ardua lucha” de los
panameños en la crisis de la Zona del Canal.
Añade la declaración que “confiamos que en la misma forma en
que el pueblo de la República Árabe Unida expulsó al imperialismo
Franco-Británico del Canal de Suez en 1956, en la misma forma el
pueblo panameño expulsará al imperialismo norteamericano de la Zona
del Canal”.
También expresó apoyo y solidaridad por los recientes levanta-
mientos en el África Oriental.
El Barisan Socialis es el mayor partido de oposición al Popular de Acción
Unida del Primer Ministro Kee Kuan Yew.
(La Estrella de Panamá, miércoles 29 de enero de 1964)

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REVISTA LOTERÍA

NUEVO FRACASO DE ESTADOS UNIDOS EN


AMÉRICALATINA
por JEAN MARC LEGER
(NOTA: Los diarios del Canadá francés han dedicado comentarios muy
objetivos sobre los sucesos de Panamá y han demostrado gran com-
prensión por la situación panameña. Transcribimos un comentario de
Le Devoir, prestigioso diario de Montreal, Canadá).
“Los graves acontecimientos que acaban de producirse en la Zona del
Canal y en la República de Panamá, son una nueva expresión de la crisis
latente en las relaciones entre los Estados Unidos y Panamá, después de la
última guerra mundial, y se encuadra por otra parte dentro del vasto movi-
miento de emancipación que sacude a la América Latina toda entera. Washing-
ton tiene a bien invocar la actividad “de elementos subversivos” y naturalmen-
te del comunismo en primer lugar: la conducta de sus representantes y de sus
tropas en la Zona del Canal suscita una amplia reprobación en la América
Latina y en muchos países occidentales. Es significativo que el gobierno del
Presidente Bethancourt, de Venezuela, que es violentamente anticomunista,
haya apoyado la queja puesta por Panamá ante la OEA y haya condenado el
comportamiento de la autoridad militar americana.
Detrás de la “guerra de las banderas”, que ha sido el pretexto in-
mediato de los incidentes de los últimos días, es preciso ver la situación de tipo
colonial que prevalece desde hace 60 años en la famosa “Zona del Canal”.
Washington difícilmente podrá sustraerse en adelante —como lo ha he-
cho hasta ahora— a la apertura de negociaciones para la conclusión de un
tratado que reemplace el Tratado leonino de 1903. Panamá ha denunciado el
tratado y ha reclamado la nacionalización o internacionalización del Canal así
como la supresión del enclave americano, esta verdadera colonia llamada “Zona
del Canal”. Ciertamente, a la luz del derecho internacional, la denuncia unilate-
ral de un tratado es inválida, pero las concesiones en las que hace 60 años,
Estados Unidos impuso su voluntad a la nueva República, así como las reac-
ciones de la América Latina y de un tercio del mundo, vuelven moral y políti-
camente insostenible una posición jurídicamente fuerte.
Las primeras reacciones del gobierno americano y de la prensa
americana indican que los Estados Unidos no están dispuestos de nin-

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

guna manera, por el momento, a considerar la abrogación del Tratado de 1903


sino a lo mejor, a modificar ciertas cláusulas.
El mantenimiento, aun en forma atenuada de la presencia americana, de
la soberanía americana en la Zona del Canal, provocará nuevamente, tarde o
temprano, incidentes todavía más graves que los de la última semana. Cuan-
do se trató del Canal de Suez, los americanos no retrocedieron en nada, ni
en presiones ni amenazas, para persuadir a sus aliados franceses y británi-
cos que se resignaran ante la ocupación y nacionalización de Suez por el
Egipto del Presidente Nasser: no deberían asombrarse después si la opinión
mundial entera les presiona a evacuar la Zona y el Canal de Panamá. En su
propio interés y en el interés de su posición en la América Latina y de su
prestigio mundial, los Estados Unidos deben abandonar su política conser-
vadora en relación con Panamá y renunciar a una tesis que es insostenible
en 1964. De lo contrario, harán los Estados Unidos el juego a los elementos
que pretenden combatir. Ya el medio-fracaso de la Alianza para el Progreso
había anulado la recuperación del prestigio registrado por los Estados Uni-
dos en estos últimos años. Hoy día se instala la desconfianza hacia los yankees
nuevamente. Bastará poca cosa para desencadenar en toda la América Lati-
na una violenta reacción de hostilidad hacia los Estados Unidos. Al reivindi-
car la desaparición del enclave (Zona del Canal) y la nacionalización o
internacionalización del canal, Panamá se ha asegurado el apoyo casi unáni-
me de América del Sur.
Para el Presidente Johnson se trata de una prueba que le ha veni-
do prematuramente: tendrá ocasión, a 10 meses de las elecciones pre-
sidenciales, de dar su talla El New York Times, a pesar de rechazar categórica-
mente la hipótesis de la nacionalización o internacionalización del Canal, admi-
tía que “Los Estados Unidos acababan de registrar un nuevo retroceso en su
esfuerzo por instaurar la estabilidad y el progreso de América Latina”.
(Del Le Devoir de Montreal, enero 13, 1964).

“LOS YANKEES TIENEN EL DON DE HACERSE DETESTAR


POR TODAS PARTES A DONDE VAN”, dice el periodista canadiense de la
Universidad Laval. El diario católico de la ciudad de Quebec, L’Action
Catholique, publica un extenso artículo del conocido periodista y profesor de

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REVISTA LOTERÍA

la Universidad Laval, Gastón Bernier, sobre Panamá, con ocasión de los re-
cientes acontecimientos. Después de un pormenorizado estudio histórico so-
bre el Canal de Panamá, al referirse a los hechos dolorosos, afirma el periodis-
ta Gastón Bernier: “Los americanos tienen el don de hacerse detestar en todas
partes a donde van. En Panamá, como en otros lugares. No saben vivir de
acuerdo con quienes tienen a su alrededor. Fácilmente exhiben su riqueza frente
a la miseria. Del lado de Panamá se encuentran niños mal alimentados, sin
instrucción. El desempleo es impotente. Del otro lado de la cerca hay “un
apacible oasis protegido por los marinos de uniforme aplanchadito” al decir de
Marcel Nidergang. La desigualdad no deja a los panameños indiferentes y se
intensifica por la discriminación de los norteamericanos. A menudo la pobla-
ción americana de la Zona del Canal viene del sur de los Estados Unidos, que
es muy sensible al color de la piel. En un medio tan heterogéneo como Pana-
má, la segregación sólo puede hervir a los autóctonos. La crisis actual se
resolverá como la de 1959. Panamá no puede pasarse sin las anualidades del
Canal y los dirigentes lo saben. Exigirán una participación mayor en los bene-
ficios y los Estados Unidos la acordarán. Después tendremos un Rende-vous
hasta la próxima crisis, pues la sensibilidad del latinoamericano no se deja
neutralizar por una pequeña ventaja material suplementaria”.
(L’Action Catholique, enero 15 de 1964).
(La Hora, Panamá, miércoles 29 de enero de 1964.)

COMENTARIOSDELAPRENSAEXTRANJERA

COMENTARIOS DEL NEW YORK TIMES


NUEVA YORK, Enero 30, (AP). —El New York Times dice hoy
editorialmente que Panamá “es tan obviamente irrazonable en la última fase de
su conflicto con Estados Unidos que está destruyendo la validez de su caso”.
Lamenta el “Times” que la posición de Panamá se haya endurecido y
que lo que hubieran aceptado hace ya varios días, evidentemente no lo quie-
ren ahora. Afirma que no es justo que Panamá insista en una revisión del
Tratado de 1903 sobre el Canal, sin especificar qué revisiones quieren “no
es justo que Panamá lleve a cabo negociaciones y aumente sus condiciones
cada vez que el otro lado hace concesiones. No es razonable pedir la capitu-

206
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

lación aun antes de que puedan celebrarse negociaciones”.


Dice el “Times” que tanto Panamá como Estados Unidos tienen cosas buenas
y malas y termina diciendo que “cuanto más tarde en arreglarse el conflicto,
más será el daño. Se requiere otro esfuerzo de Estados Unidos, pero el con-
flicto será insoluble si Panamá no cesa de demandar rendición incondicional:
Le corresponde a Panamá ahora hacer algunas concesiones”.

COLOMBIAAPOYARÁLAPETICIÓNPANAMEÑA
BOGOTÁ, enero 30, (AP). —Una fuente autorizada del Ministerio de
Relaciones Exteriores dijo esta tarde que Colombia apoyará la solicitud de
Panamá para una reunión de emergencia de Cancilleres de la Organización
de Estados Americanos.
La fuente dijo que Colombia votaría en favor de tal reunión, pero
señaló el gobierno aún no había recibido la solicitud oficial de apoyo por parte
del gobierno panameño.
Panamá decidió solicitar una reunión de Ministros de Relaciones
Exteriores de la OEA para procurar una solución a su conflicto con
Estados Unidos sobre el Canal, después del fracaso de las gestiones
de la Comisión de Paz del organismo Interamericano.

VENEZUELAENFAVORDELACONFERENCIA
DECANCILLERES
CARACAS, enero 30, (AP). —El Canciller Marcos Falcón Briceño se
pronunció hoy en favor de la Conferencia de Cancilleres de la OEA, solicitada
por Panamá para resolver sus diferencias con Estados Unidos en cuanto al
Canal.
Falcón reveló que se ha instruido al Embajador ante la OEA para que vote
en tal sentido. Refiriéndose al funcionamiento de la OEA, dijo “no se puede
echar la culpa al piano sino al pianista. Un piano con pianistas dictatoriales
suena muy mal”.

RESPALDOURUGUAYO
MONTEVIDEO, enero 30. (AP) —Uruguay apoyará la solicitud de Pana-
má para convocar al Organismo de Consulta de la OEA en su disputa referente

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REVISTA LOTERÍA

al Canal de Panamá y también, en principio, en la revisión del Tratado de 1903,


según anunció hoy el Canciller Alejandro Zorrilla de San Martín.
Las instrucciones correspondientes serán enviadas inmediatamente al
representante del Uruguay en la Organización de Estados Americanos.
(La Estrella de Panamá, viernes 31 de enero de 1964)

LONDRES, enero 1, (UPI) —La prensa soviética deplora hoy el “terror


sangriento’’ en Panamá, mientras que los editoriales de los diarios occidenta-
les dan distintas razones respecto del problema.
En la reacción inicial soviética, que evita todo ataque personal al
Presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson, el diario Trud dice, “todos
los pueblos de buena voluntad están al lado de los panameños que insisten en
la libertad de su pueblo y en sus derechos sobre el territorio de la Zona del
Canal”.
Por su parte, Komsomol Pravda dice “el sangriento terror ha reforzado
cien veces más la decisión del pueblo panameño a que se le devuelva la Zona
del Canal”.
En Europa Occidental, IL Tempo de Roma atribuye el problema a “propa-
ganda insidiosa” enérgicos actos de las autoridades militares norteamericanas
que quizás fueron demasiado impulsivas, y a la intervención de multitudes
fanáticas”.

208
LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

5. Consecuencias inmediatas
DECLARACIONES DE MORENO Y JOHNSON EN EL ACTO
DE LA PRESENTACIÓN DE CREDENCIALES

La siguiente es una versión extraoficial de las palabras del Emba-


jador Miguel J. Moreno con motivo de la presentación de sus cartas
credenciales:

“Señor Presidente:
Tengo el honor de entregar a Vuestra Excelencia mis cartas cre-
denciales como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la
República de Panamá ante el gobierno de los Estados Unidos, que
vos presidís con tanta competencia.
El pueblo y el gobierno de Panamá, presididos por Su Excelencia
Roberto F. Chiari, confían en que la reanudación de las relaciones
diplomáticas abrirá el camino a una nueva era de comprensión entre
los dos países.
Unidos por la tradición histórica que es la herencia común de to-
das las naciones de América, Panamá y los Estados Unidos se hallan
ligados por intereses muy especiales que se derivan de la existencia
del canal interoceánico. El gobierno y el pueblo de Panamá están se-
guros de que no hay problemas en las relaciones entre países amigos,
que no puedan ser resueltos con equidad y justicia. La amistosa vin-
culación entre Panamá y los Estados Unidos, debida al canal situado en el
territorio de la República de Panamá, debe sentar un ejemplo en la vida interna-
cional de lo que deben ser las relaciones entre países unidos por intereses
comunes. Permítame Vuestra Excelencia expresar la esperanza de que no sur-
girá nada que separe a nuestros países, y que será posible para nosotros cum-
plir el destino común que la historia nos ha señalado.

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REVISTA LOTERÍA

Es un gran honor para mí, Sr. Presidente, haceros llegar los saludos muy
cordiales que por mi conducto os envía Su Excelencia Roberto F. Chiari,
presidente de Panamá, y al mismo tiempo expresaros mis mejores deseos por
la prosperidad cada vez mayor de los Estados Unidos y por la ventura personal
de Vuestra Excelencia”.
La traducción extraoficial del texto de la respuesta del presidente
Johnson es la siguiente:
“Señor Embajador:
He recibido con gran satisfacción la carta en que el presidente de
la República de Panamá, Su Excelencia Roberto F. Chiari, le acredita
a usted como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de
Panamá en los Estados Unidos de América.
Recibo con el mayor gusto los saludos que le ha encargado que
me transmita su estimado presidente, y correspondo a ellos cordial-
mente. También confiamos que esta renovación de relaciones diplo-
máticas entre nuestros dos gobiernos abrirán el camino a la constante
comprensión mutua que ha caracterizado a las relaciones entre nuestros dos
pueblos.
El nombramiento de embajadores especiales debe significar una
comprensión aún mayor entre nosotros puesto que procedemos con el
verdadero deseo de resolver los complejos asuntos con que nos en-
frentamos. Avancemos con el espíritu tradicional de amistad y mutua
confianza que desde hace tiempo ha unido a nuestros dos países, pues
de esta forma podremos anticipar la continuación de una amistad que
se basa en el claro reconocimiento de nuestros intereses comunes,
que afectan a muchos otros pueblos y lugares.
Tenga la seguridad, señor Embajador, de que el pueblo de los Es-
tados Unidos continuará experimentando los sentimientos, hace tiempo
existentes, de cordial amistad hacia el pueblo de Panamá, que datan
de los primeros días de su independencia”.
(La Estrella de Panamá, viernes 8 de mayo de 1964)

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LOS SUCESOS DEL 9 DE ENERO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

DECLARACIÓNCONJUNTA
De conformidad con las amistosas declaraciones de los Presidentes de los
Estados Unidos de América y de la República de Panamá del 21 y 24 de marzo
de 1964, respectivamente, adjuntas a la presente, que coinciden en un sincero
deseo de resolver favorablemente todas las diferencias de los dos países;
Reunidos bajo la Presidencia del señor Presidente del Consejo y luego de
reconocer la valiosa cooperación prestada por la Organización de los Estados
Americanos a través de la Comisión Interamericana de Paz y de la Delegación
de la Comisión General del Órgano de Consulta, los Representantes de ambos
gobiernos han acordado:
1. Restablecer relaciones diplomáticas.
2. Designar sin demora Embajadores Especiales con poderes sufi-
cientes para procurar la pronta eliminación de las causas de conflicto
entre los dos países, sin limitaciones ni precondiciones de ninguna clase.
3. En consecuencia, los Embajadores designados iniciarán de inmediato
los procedimientos necesarios con el objeto de llegar a un convenio justo y
equitativo que estaría sujeto a los procedimientos constitucionales de cada
país.

Washington, D. C.
3 de abril de 1964.

Por los ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA


(fdo) Ellsworth Bunker
Por PANAMÁ
(fdo) M. J. Moreno Jr.

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