Ellis
Ellis
Ellis
Conductual (TREC)
Mª Ángeles Ruiz, Marta Isabel Díaz y Arabella Villalobos
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1. Introducción
2. Origen histórico
6. Resumen
7. Bibliografía recomendada
8. Referencias bibliográficas
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Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales
7 Mª Ángeles Ruiz, Marta Isabel Díaz y Arabella Villalobos
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Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)
Mª Ángeles Ruiz, Marta Isabel Díaz y Arabella Villalobos
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Palabras clave
s Terapia Racional Emotiva Conductual s Ansiedad perturbadora
s Modelo ABC s Emociones desadaptativas
s Pensamiento irracional s Filosofía de vida
s !NSIEDADDEL9O s 3ALUDPSICOLGICA
s %STILOTERAP£UTICO s 2ELACINCONELPACIENTE
Objetivos
Este capítulo ha sido escrito con el objetivo de que el lector o lectora...
Conozca e identifique las influencias y el marco conceptual que dan origen
a la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)
Conozca los principios básicos de la TREC
Conozca e identifique las fases del proceso de terapia, así como la estructu-
ra de las sesiones
Reconozca la importancia y el papel, que en este marco, adquiere el estilo
terapéutico y la relación con el paciente
Conozca las principales técnicas de intervención que forman la Terapia
Racional Emotiva Conductual y su aplicación en cada fase
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Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales
7 Mª Ángeles Ruiz, Marta Isabel Díaz y Arabella Villalobos
1. Introducción
La creencia de que los problemas psicológicos derivaban probablemente de una
historia de condicionamiento inapropiada sirvió de base a la primera generación de
terapeutas de conducta para el desarrollo de tratamientos basados en los principios
operantes y del condicionamiento clásico, no obstante, el modelo subyacente estí-
mulo-respuesta fue puesto en entredicho con relativa rapidez acusado de no dar
cuenta de la complejidad de la conducta humana, así mismo, el fracaso de estas
intervenciones al ser aplicadas a problemas del estado de ánimo como la depresión
abrió la puerta a la cognitivización de la Terapia de Conducta y así al comienzo de la
llamada segunda generación.
El interés de la Terapia de Conducta por las variables y modelos cognitivos permi-
tió captar la atención de autores como Albert Ellis, quien procedente de otras orien-
[HJPVULZ WZPJV[LYHWt\[PJHZ OHIxH LTWLaHKV H TVKPÄJHY Z\ MVYTH KL PU[LY]LUPY HS
tomar en consideración elementos cognitivos, encontrando en el viraje que estaba
dando la Terapia de Conducta el caldo de cultivo para seguir desarrollando sus tra-
bajos. Albert Ellis cuenta con el crédito de haber formulado el primer sistema de
terapia cognitivo-conductual denominado Terapia Racional Emotiva Conductual,
J\`VVIQL[P]VLZTVKPÄJHYSVZUJSLVZJVNUP[P]VZKPZM\UJPVUHSLZPKLHZPYYHJPVUHSLZ
que subyacen a los estados de perturbación psicológica.
2. Origen histórico
Albert Ellis (1913-2007), como ya se ha señalado, fue el creador de la Terapia
Racional Emotiva Conductual (TREC) y uno de los pioneros de la Terapia Cogniti-
vo Conductual. Presentó en 1957 un modelo de intervención psicoterapéutica
que denominó Terapia Racional (Ellis, 1957) en el que enfatizaba el papel de las
creencias en el desarrollo de los trastornos emocionales, defendiendo activamen-
te que el cambio de creencias irracionales puede conducir a un cambio emocio-
nal y conductual. En 1961, cambió el nombre de su enfoque a Terapia Racional
Emotiva para destacar que, contrario a las críticas que se venían realizando, no
era una terapia centrada exclusivamente en las creencias de los pacientes, sino
que también se prestaba una especial atención a las emociones que experimenta-
ban. Posteriormente en 1993 volvió a sustituir el nombre por el de Terapia Racio-
nal Emotiva Conductual para resaltar que la conducta es igualmente un objetivo
de tratamiento y que técnicas conductuales se han utilizado desde el principio
como procedimientos de intervención habitual.
Ellis fue un hombre polifacético, como señala Warren (2007), un hombre del rena-
JPTPLU[V,Z[\KP}ÄSVZVMxHJVTW\ZV}WLYHZ`V[YHZWHY[P[\YHZT\ZPJHSLZLZJYPIP}UV]L-
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Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)
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+LZ\MVYTHJP}UWZPJVHUHSx[PJH,SSPZYLZHS[HSHPUÅ\LUJPHKLSVZ[YHIHQVZKL(KSLY
(1927) sobre el papel desempeñado por los sentimientos de inferioridad. La impor-
tancia concedida a la ansiedad del ego, la repercusión del interés social en el bien-
estar psicológico, o la tendencia de los seres humanos a establecer metas y propósi-
[VZ ZVU \U JSHYV YLÅLQV KL SHZ HWVY[HJPVULZ KL (KSLY H SH ;9,* 0N\HSTLU[L SH
PUÅ\LUJPHKLSHZPKLHZKL2HYLU/VYUL` ZVIYLSH¸[PYHUxHKLSVZKLILYLZ¹ZL
hace evidente en la importancia atribuida en el marco conceptual de la TREC al pen-
samiento absolutista, dogmático y evaluativo en el malestar emocional. También
KLZ[HJH JVTV M\UKHTLU[HS SH PUÅ\LUJPH KL SVZ WYPTLYVZ [LYHWL\[HZ KL JVUK\J[H
(Dunlap, 1932; M.C. Jones, 1924; Watson y Rayner, 1920). Las técnicas conductua-
les han sido desde los comienzos una parte fundamental del paquete de técnicas
que ya se utilizaban en el proceso de la llamada inicialmente Terapia Racional. Más
aún, Ellis valoró la efectividad de las técnicas conductuales utilizándolas para supe-
rar sus problemas de timidez con las mujeres y su miedo a hablar en público, así
como en las terapias sexuales y de pareja que llevaba a cabo antes de formular la
Terapia Racional. A medida que la Terapia de Conducta iba desarrollando nuevas
técnicas de contrastada efectividad, la TREC iba incorporando aquellas que facilita-
ban sus objetivos terapéuticos de cambio.
-\UKHTLU[VZ[L}YPJVZ`ÄSVZ}ÄJVZ
La TREC considera al ser humano como un organismo complejo y biopsicosocial
con una fuerte tendencia a establecer metas y propósitos y tratar de conseguirlos. Las
dos metas básicas son a) permanecer vivo, y b) obtener el mayor bienestar posible y evi-
tar el malestar innecesario. De estas metas básicas se derivan todo el resto de submetas
que las personas se van proponiendo a lo largo de la vida y que, además de proporcio-
narles felicidad, les permiten da cierto sentido a su vida (Ellis, 1962, 1979a, 1984a).
Cuando los individuos intentan conseguir sus metas, en los distintos ambientes
que conforman su entorno, se van encontrando con acontecimientos activadores
(X\LSLZWLYTP[LUVKPÄJ\S[HUSHJVUZLJ\JP}UKLZ\ZTL[HZLUM\UJP}UKLSHZ]HSV-
raciones que realicen de estas situaciones estimulares. Para analizar las interrelacio-
nes entre acontecimientos, cogniciones y consecuencia, Ellis (1984) propone el
modelo ABC: Los acontecimientos activadores (A) por sí mismos no provocan conse-
cuencias emocionales, conductuales o cognitivas (C); éstas dependerán de cómo se
perciba o interprete (B) dicho acontecimiento activador. En otras palabras “A” son los
acontecimientos activadores a los que respondemos, “C” la respuesta cognitiva,
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emocional o conductual que damos y “B” las creencias que tenemos sobre “A” que
son las que explican en mayor medida nuestra respuesta “C”, siendo, “B” el media-
dor fundamental entre “A” y “C”.
;HTIPtUSHPUÅ\LUJPHKL(ZVIYL)`*`KL*ZVIYL(`)LZ[mJSHYHTLU[LYLJV
nocida en esta terapia. A pesar de la importancia concedida a las creencias racionales
e irracionales (B), la Terapia Racional Emotiva Conductual insiste en la constante inte-
racción entre A, B y C. Un elemento activador (A), por ejemplo una enfermedad o un
acontecimiento trágico, puede producir directamente consecuencias emocionales,
conductuales y cognitivas (C) y generar, al mismo tiempo, una serie de creencias (B).
Por ejemplo, un accidente de tráfico en el que se pierde un brazo (A) puede producir
consecuencias negativas (C), como depresión, temor a los coches, pérdida del traba-
jo, evitación a la gente, imposibilidad de hacer deporte, sentimientos de ser muy des-
graciado, inútil, etc. y generar “creencias irracionales” (B) del tipo “nunca encontraré
trabajo debido a mi mutilación”, “nadie me querrá”, “jamás podré ser feliz”, etc. Las
consecuencias derivadas de A (sentimiento de frustración, depresión, etc.) pueden a
su vez influir, igualmente, en la activación o creación de creencias irracionales (B), por
ejemplo, del tipo: “me siento fatal, no puedo soportarlo”, “esto es tan horrible que
nunca lo superaré”, etc., que a su vez pueden influir nuevamente en C incrementando
la sensación de malestar y convirtiendo la valoración realizada sobre el estado emo-
cional en una nueva consecuencia (C) de mayor intensidad (Ruiz, 1993).
,UKLÄUP[P]HWVKYxHKLJPYZLX\LSVZZLYLZO\THUVZUVW\LKLU[LULYL_WLYPLU
cias (A) sin hacer inferencias, valoraciones o interpretaciones sobre ella (B) que
siempre tendrán algún tipo de consecuencias (C). Sin embargo, difícilmente se per-
cibe, interpreta o valora (B) y se actúa, se siente o se piensa (C) si no hay ningún ele-
mento activador (A).
Reconociendo, por tanto, está interrelación, la TREC se ha centrado en resaltar la
repercusión que las Creencias Racionales e Irracionales (B) tienen en las conse-
cuencias emocionales y en la consecución de las metas y propósitos.
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,SSPZ HKLÄLUKLX\LSHZJYLLUJPHZPYYHJPVUHSLZKLJH[HZ[YVÄZTVIHQH[VSL-
rancia a la frustración y depreciación global, se derivan de las demandas o exigen-
cias absolutistas de los debería o tendría. Wessler (1984) sin embargo considera
que los cuatro tipos de creencias pueden ser primarios y en ocasiones ser los pen-
samientos irracionales relacionados con demandas y exigencias absolutistas (debe-
YxH[LUKYxHSVZX\LZLKLYP]LUKLHSN\UVKLSVZV[YVZ[YLZJH[HZ[YVÄZTVIHQH[VSL-
rancia a la frustración y depreciación de uno mismo). No obstante, más reciente-
mente, DiLorenzo, David y Montgomery (2007) aportan evidencia empírica que
avala la hipótesis de Ellis sobre el carácter primario de los pensamientos de deman-
KH`L_PNLUJPH`LSJHYmJ[LYZLJ\UKHYPVKLSHZL]HS\HJPVULZJH[HZ[YVÄZ[HZSHIHQH
tolerancia a la frustración y la depreciación. Finalmente, Dryden, David y Ellis
(2010) asumen la interdependencia de las creencias absolutistas por un lado, y por
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V[YVKLSVZWLUZHTPLU[VZJH[HZ[YVÄZ[HZIHQH[VSLYHUJPHHSHMY\Z[YHJP}U`KLWYLJPH-
ción, considerándolos como dos caras de la misma moneda.
1. Todos los seres humanos tienen algún tipo de pensamiento irracional y de autoderrota.
2. Pensamientos irracionales que tienen que ver con creencias absolutistas y generan perturbación emocional se
encuentran en personas de todas las culturas.
3. La mayoría de las conductas autodestructivas que llevamos a cabo, por ejemplo, postergar actividades y
responsabilidades (procastinación), o la falta de autodisciplina son contrarias a lo que tratan de enseñar los
padres, profesores o medios de comunicación.
4. Incluso las personas más brillantes e inteligentes a menudo, después de renunciar a pensamientos irracionales,
suelen adoptar otros nuevos igualmente irracionales.
5. Incluso las personas que se oponen enérgicamente a diferentes creencias irracionales (e.g. ideologías o pen-
samientos absolutistas), a menudo suelen caer en la misma irracionalidad (e.g. rechazo de esos pensamientos
o creencias absolutistas con argumentos también absolutistas).
6. Tomar conciencia de la irracionalidad de los pensamientos, sentimientos o conductas sólo ayuda parcialmen-
[LHTVKPÄJHYSVZ
7. Los seres humanos suelen volver a sus hábitos y patrones de conducta de autoderrota incluso aunque hayan
trabajado duramente para superarlos.
8. Las personas a menudo encuentran más fácil aprender conductas de autoderrota que de autosuperación.
9. Los terapeutas que se supone deberían preferiblemente ser buenos modelos a seguir de racionalidad, a menu-
do actúan irracionalmente en su vida personal y profesional.
10. Las personas con frecuencia se engañan a si mismos creyendo que ciertas malas experiencias nunca les ocu-
rrirán a ellos.
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