Los Compositores Del Neorrealismo
Los Compositores Del Neorrealismo
Los Compositores Del Neorrealismo
Influencia de Rossellini:
En mi caso, como en el de tantos otros, hubo de
pasar un tiempo para que en París, a raíz de un ciclo
que la Cinemateca dedicó a su obra, descubrir,
aunque fuera con retraso -con retraso, siempre-, el
verdadero alcance de la aventura de Rossellini.
Después de ver Paisá, Germania, anno zero,
Stromboli, Europa 51, Viaggio in Italia y Francesco,
giullare de Dio, uno comprendía por qué una imagen
cinematográfica ya sólo podía ser bella a fuerza de ser necesaria, es decir, de ser justa.
De ese conjunto de películas se desprendía un arte del esbozo, del trazo rápido, de la
literalidad de las cosas, que hacía del despojamiento su principal rasgo, y cuyas formas
aparecían presididas por el signo de lo fragmentario, de lo inacabado. Apunte del
natural, relato en primera persona, ensayo, cuaderno de notas o diario íntimo, la
Modernidad venía hacia nosotros, espectadores, de la mano de Ingrid Bergman, una de
las grandes estrellas del firmamento de Hollywood, ofrecida en holocausto por el propio
Rosellini, que en la falda de un legendario volcán, al despertar de una pesadilla,
contemplando el paisaje que la rodeaba, termina exclamando: "¡Qué misterio! ¡Qué
belleza! (Víctor Erice)
Luchino Visconti:
Nacido en Milán (1906). Se licenció en letras,
trabajó como decorador teatral y como ayudante de
dirección de J.Renoir (1936-1940). Durante su
estancia en París descubrió el gran cine soviético,
cuya influencia se verá en La terra trema (1948). Se
inició como director con Obsesión (Ossessione,
1942), que señaló el nacimiento del neorrealismo, y
dentro de cuya línea realizó: La tierra tiembla (La
terra trema, 1948) y Bellísima (1951). Su capacidad para recrear ambientes y episodios
históricos, su vena melodramática y su refinada cultura se revelaron en Senso (1955).
Il gattopardo (1963):
Adaptación de la novela de Guiuseppe Tomasi di Lampedusa. Participaron en el guión
Suso Cecchi d'Amico, Enrico Medioli, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa y
Luchino Visconti. Se encargó de la fotografía Giuseppe Rottuno. En el reparto destacan
Burt Lancaster (Príncipe Fabrizio de Salina), Alain Delon (Tancredi Falconieri),
Claudia Cardinale (Angelica Sedara) y Paolo Stoppa (Calogero Sedara). Giorgio
Bassani le reprochaba el hecho de propugnar pesadamente los temas más decandentistas
de la novela. La solución escénica de expresar la decadencia y las desilusiones de la
aristocracia siciliana, la extinción de la llama garibaldina y la llegada al poder de una
burguesía vulgar y ambiciosa, a la larguísima secuencia en el palacio Salina, entre el
hedor de las letrinas y el aroma de miles de flores, es brillante, y admirable el ingenio
con que se utilizan las catorce salas del palacio como si fueran un decorado único, cuyas
columnas, paredes o puertas abren o cierran secuencias en un inventivo equivalente del
montaje cinematográfico tradicional.
Michelangelo Antonioni:
Nacido en Ferrara (1912). Practicó la crítica cinematográfica y colaboró con la
revista Cinema. Fue coguionista de Un piloto regresa (Un pilota ritorna, 1942), de
Rosellini, y de caza trágica (Caccia tragica, 1947), de Giuseppe De Santis, y ayudante
de dirección de Marcel Carné en Los visitantes de la noche (Les visiteurs du soir, 1942).
Entre 1943 y 1950 realizó diversos documentales y cortometrajes. En 1950 dirigió su
primer largometraje Crónica de un amor (Crónaca de un amore), a la que siguió Los
vencidos (Il vinti, 1952), con tres episodios sobre la juventud delincuente de
posguerra; La señora sin camelias (La signora senza camelie, 1953), sobre el ascenso y
fracaso de una estrella de cine; un episodio encuesta sobre varios suicidas frustrados, de
la película Amor en la ciudad (Amore in città, 1953), adaptando la novela de
Pavese Entre mujeres solas (Tra donne sole). A partir de aquí se inicia su etapa de
madurez creadora, con El grito (Il grido, 1958), sobre la alienación sexual de un obrero,
que le lleva a perder su conciencia de clase y le arrastra al suicidio. El tema de la
alienación de los sentimientos, con sus corolarios de incomunicación, soledad y
angustia, reaparecen en ambientes burgueses en La aventura (L'avventura, 1960), La
noche (La notte, 1961), El eclipse (L'eclisse, 1962) y El desierto rojo (Il deserto rosso,
1964), en color. Emplea en sus películas un argumento mínimo, para analizar
minuciosamente el comportamiento de sus personajes; se vale de los planos largos, la
composición en profundidad, los paisajes y los objetos para crear y sugerir climas y
conflictos de naturaleza psicológica.