Neurofisiología Del Sueño PDF
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Sueño No MOR
Fase 1 (ahora denominada N1): Esta fase corresponde con la somnolencia o el
inicio del sueño ligero, en ella es muy fácil despertarse, la actividad muscular
disminuye paulatinamente y pueden observarse algunas breves sacudidas
musculares súbitas que a veces coinciden con una sensación de caída
(mioclonías hípnicas), en el EEG se observa actividad de frecuencias mezcladas
pero de bajo voltaje y algunas ondas agudas (ondas agudas del vértex).
Fase 2 (ahora denominada N2): En el EEG se caracteriza por que aparecen
patrones específicos de actividad cerebral llamados husos de sueño y complejos
K; físicamente la temperatura, la frecuencia cardiaca y respiratoria comienzan a
disminuir paulatinamente.
Fases 3 y 4 o sueño de ondas lentas (en conjunto llamadas fase N3): esta es la
fase de sueño No MOR más profunda, y en el EEG se observa actividad de
frecuencia muy lenta (<2 Hz).
Sueño MOR
Ahora es llamado fase R y se caracteriza por la presencia de movimientos
oculares rápidos; físicamente el tono de todos los músculos disminuye (con
excepción de los músculos respiratorios y los esfínteres vesical y anal), así
mismo la frecuencia cardiaca y respiratoria se vuelve irregular e incluso puede
incrementarse y existe erección espontánea del pene o del clítoris. Durante el
sueño MOR se producen la mayoría de las ensoñaciones (lo que conocemos
como sueños), y la mayoría de los pacientes que despiertan durante esta fase
suelen recordar vívidamente el contenido de sus ensoñaciones.
Un adulto joven pasa aproximadamente entre 70-100 min en el sueño no MOR
para después entrar al sueño MOR, el cual puede durar entre 5-30 min, y este
ciclo se repite cada hora y media durante toda la noche de sueño. Por lo tanto,
a lo largo de la noche pueden presentarse normalmente entre 4 y 6 ciclos de
sueño MOR.
El sueño en el aprendizaje y la memoria
Diversos estudios tanto experimentales como clínicos han demostrado que el
sueño tiene efectos positivos sobre distintos tipos de memoria.
De todos los sistemas de memoria, la evidencia más consistente respecto al
efecto positivo del sueño se ha observado en 2 tipos de memoria: la memoria
declarativa (memoria que es fácilmente expresada verbalmente: información de
hechos y eventos), y la memoria procedimental (memoria acerca de habilidades
y destrezas motoras).
Hasta el momento prácticamente no existe ninguna evidencia que sugiera lo
contrario (es decir, que el sueño favorezca el olvido o la alteración de la memoria
previa).
Algunos estudios sugieren que la duración del sueño parece no tener relación
con el efecto positivo sobre la memoria, ya que se demostró que incluso
brevísimos periodos de sueño (o siestas) de hasta 6 minutos de duración son
capaces de provocar una mejoría significativa en la retención de información. Sin
embargo, también es prudente señalar que una mayor duración del sueño se
asocia con una mejor retención de la información al compararlo con un periodo
más breve de sueño. El tiempo entre el aprendizaje y el periodo de sueño
también parece influir sobre el resultado en la memoria, algunos estudios
sugieren que un intervalo corto (3 horas) entre el aprendizaje y el sueño parece
ser mejor que un intervalo más largo (10 horas).
Evidencias experimentales y clínicas sugieren que el sueño No MOR
principalmente favorece la consolidación de la memoria declarativa (dependiente
de la participación del hipocampo), mientras que el sueño MOR parece favorecer
la consolidación de la memoria procedimental (independiente del hipocampo).
Sin embargo, también existe evidencia que sugiere que este efecto es
independiente de la fase de sueño y el tipo de memoria.
La forma en la que participa el sueño promoviendo la consolidación de la
memoria no se conoce con precisión (consolidación en este contexto se
conceptualiza como el proceso mediante el cual la información de corto plazo –
lábil y limitada– pasa a convertirse en información de largo plazo –más resistente
e ilimitada-). Sin embargo, la observación de que las mismas áreas cerebrales
que se ven activadas durante el aprendizaje de una tarea son nuevamente
activadas durante el sueño (principalmente durante el sueño No MOR) e incluso
siguiendo la misma secuencia de activación, ha llevado a proponer que durante
el sueño se realiza una recapitulación o reactivación de la información
previamente aprendida, con lo cual se favorece la consolidación. En apoyo a esta
hipótesis se ha demostrado que la reactivación de la memoria durante el sueño
No-MOR a través de la exposición a estímulos aromáticos que previamente se
habían presentado durante aprendizaje mejora significativamente el recuerdo de
la misma, además de que la hace más resistente a la interferencia.
La mayor parte de los estudios sobre sueño y memoria han sido realizados en
adultos, pero algunos estudios realizados en niños, ancianos y adolescentes
parecen comprobar el mismo efecto positivo del sueño sobre la memoria. Sin
embargo, estudios en pacientes ancianos sugieren que los efectos positivos del
sueño sobre la memoria procedimental disminuyen con la edad mientras que
permanecen sin cambios para la memoria declarativa, además de que estos
pacientes parecen resultar más resistentes a los efectos deletéreos que ejercen
la privación y fragmentación del sueño sobre la memoria. En otro estudio se
demostró que el sueño no sólo tiene un efecto sobre la información aprendida
previamente sino que también mejora las capacidades de aprendizaje durante el
día siguiente al periodo de sueño, en otras palabras el sueño previo también
mejora las habilidades diurnas de aprendizaje del día siguiente.
Existen diversas formas de pérdida de sueño:
a) La privación de sueño, que quiere decir la suspensión total del sueño por un
periodo (> 24 horas).
b) La restricción del sueño, que significa una disminución del tiempo habitual de
sueño, generalmente de forma crónica.
c) La fragmentación del sueño, que significa la interrupción repetida
(despertares) de la continuidad del sueño.
Todos estos tipos de alteraciones del sueño han demostrado afectar distintas
funciones cognitivas y variedades de memoria en mayor o menor grado.
Funciones Cognitivas afectadas con la perdida de sueño
Sueño y alcohol
Aunque la farmacología del alcohol es compleja, en general puede considerarse
como un depresor del sistema nervioso central. Se ha demostrado que inhibe o
disminuye la actividad de los receptores glutamatérgicos de tipo NMDA y los
canales de calcio tipo L, mientras que aumenta la actividad de los receptores
GABAA, los de glicina y los receptores serotoninérgicos de tipo 5HT3.
El alcohol por sus efectos relajantes y sedantes con frecuencia es utilizado por
las personas como un hipnótico (sustancia que favorece o induce sueño) muy
accesible e inocuo. Sin embargo, la mayor parte de los estudios clínicos han
demostrado que el consumo de alcohol en realidad se relaciona con una menor
duración del sueño e incluso con trastornos del mismo. Por ejemplo, en un
estudio se demostró que un mayor consumo de alcohol (7-14 copas a la semana)
disminuye significativamente la duración del sueño (< 6 h). Estudios en pacientes
alcohólicos han demostrado que, tanto en los periodos de consumo como en los
de abstinencia, tienen una elevada frecuencia de trastornos del sueño que van
desde el insomnio hasta la apnea del sueño; es importante señalar que en estos
pacientes los trastornos del sueño pueden persistir hasta 3 años después de
haber suspendido el consumo de alcohol, además de que la presencia de
trastornos del sueño se relaciona fuertemente con el desarrollo de depresión y
de recaídas en el consumo de esta sustancia. Un estudio reciente confirmó el
efecto negativo del alcohol sobre la duración total del sueño, pero además
demostró que incluso si se consumen dosis bajas de alcohol (< 80 ml) durante
la noche puede existir un efecto de “rebote” con un incremento del estado alerta
en la segunda mitad de la noche, fragmentación del sueño, así como un
incremento de la fatiga diurna.