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MECANICA
El presente artículo es una actualización al mes de enero del 2006 del Capítulo de los Dres. Carlos
M. Luna y Ricardo J. Gené, del Libro Medicina Intensiva, Dr. Carlos Lovesio, Editorial El Ateneo, Buenos
Aires (2001)
CONCEPTO
Tabla 1. Criterios para definir una neumonía nosocomial grave (American Thoracic Society)
Al menos dos de los siguientes criterios:
1. Frecuencia respiratoria >30/min en presencia de oxígeno suplementario
2. Presión parcial de oxígeno <60 mmHg recibiendo >35% de oxígeno, presión parcial de
anhídrido carbónico >48 mm Hg y pH <7,3
3. Volumen de orina <80 mL/4 horas, excepto que exista otra explicación o que el paciente se
encuentre en diálisis
4. Cambios en el estado mental (delirio agudo)
Por otra parte, una neumonía se considera severa cuando se asocia con alguna de las
siguientes condiciones: la necesidad de admisión a terapia intensiva; presencia de insuficiencia
respiratoria (necesidad de ventilación mecánica o empleo de una FiO 2 de más del 35% para obtener
una saturación de oxígeno superior al 90%); rápida progresión radiológica o presencia de lesiones
multilobares o cavitadas; o finalmente, evidencia de sepsis severa o shock séptico.
EPIDEMIOLOGÍA
La frecuencia de NAV depende del tiempo de estadía en la unidad (frecuencia a los 7 días:
15,8%; frecuencia a los 14 días: 23,4%), del empleo de asistencia ventilatoria (12,5 casos por 1.000
pacientes-día en comparación con 20,5 casos por 1.000 ventilador-días), así como de la duración de
la ventilación mecánica. En el estudio de Langer y col., el riesgo de NAV aumentó del 5% en
pacientes que recibieron ventilación por cinco días a más del 68,8% en aquellos que recibieron
ventilación por 30 días. El riesgo actuarial de NAV alcanza a 6,5% en el día 10 de ventilación y
aumenta a 28% al día 28. Sin embargo, en un estudio del Canadian Critical Care Trials Group, se
informó una disminución diaria del riesgo de NAV durante la ventilación mecánica (3% por día
durante la primera semana versus 1% por día a partir de la tercera semana), lo que indica que los
sobrevivientes de largo tiempo en la UTI presentan un riesgo intrínseco menor por día para
desarrollar una NAV que aquellos que son ventilados por corto tiempo. Debido a que la mayoría de
los pacientes son ventilados por corto tiempo, aproximadamente la mitad de todos los episodios de
NAV ocurren dentro de los primeros cuatro días de ventilación mecánica. El proceso de intubación
por si contribuye al riesgo de infección, y cuando los pacientes con falla respiratoria son tratados con
ventilación no invasiva, la neumonía nosocomial es menos frecuente.
Otros factores de riesgo también presentan una dependencia similar del tiempo, siendo el
riesgo asociado con el empleo de antibióticos del 0,30 al día 5 y aumenta al 0,89 al día 20, indicando
que la magnitud del efecto protector de la exposición a antibióticos disminuye con el tiempo. De
acuerdo al último informe del Nacional Nosocomial Infection Surveillance System, la incidencia
media de NAV (episodios/1.000 días de ventilador) en EE.UU. entre enero 2002 y junio 2003 fue
mayor en las unidades neuroquirúrgicas (15,1), quirúrgicas (9,9) y de quemados (9,6) que en las
médicas (5,5) y respiratorias (4,2).
FACTORES DE RIESGO
Tabla 2.- Factores independientes de riesgo para NAV identificados por análisis de
multivariancia en estudios seleccionados.
Factores del huésped Intervenciones médicas Otros factores
Albúmina sérica < 2,2 g/dl Empleo de bloqueantes H2 con o sin Estación del año:
Sexo masculino antiácidos Invierno
Edad ≥ 60 años Agentes paralizantes, sedación continua
Colonización gástrica y pH intravenosa
SDRA Empleo de > 4 unidades de sangre
EPOC, enfermedades pulmonares Monitoreo de presión intracraneana
Coma o deterioro de conciencia Ventilación mecánica > 2 días
Quemaduras, trauma Presión positiva de fin de espiración
Fallo orgánico múltiple Cambios frecuentes de los circuitos
Sinusitis del ventilador
Severidad de la enfermedad (APACHE) Empleo previo de antibióticos
Aspiración gástrica oculta Transporte fuera de UTI
Colonización del tracto respiratorio Reintubación (sólo por extubación
superior accidental)
Sondas nasogástricas
Posición supina
Con mucho, la intubación es el mayor factor de riesgo para el desarrollo de NAV,
aumentando la incidencia de 7 a 21 veces. Se admite que el término “neumonía asociada con el tubo
endotraqueal“ sería más exacto para describir esta condición, ya que es aceptado que los pacientes no
adquieren la neumonía del respirador. De acuerdo con Torres y col., la reintubación se asocia con una
incidencia de neumonía del 47%, en comparación con un 10% de un grupo control.
Los dos factores mayores identificados como factores de riesgo independientes para el
desarrollo de NAV por organismos resistentes a los antibióticos son la duración de la ventilación
mecánica y el empleo previo de antibióticos. Además de la relación existente entre la exposición a
antibióticos y el riesgo de desarrollo de NAV, un aspecto importante es la influencia de los
antibióticos sobre la etiología de esta patología. En un estudio designado a definir la influencia del
empleo previo de antibióticos en la etiología y mortalidad de la NAV, Rello y col. demostraron la
existencia de una distribución distinta de microorganismos en pacientes que habían recibido
terapéutica antibiótica previa. Este factor se asoció con una mayor mortalidad. Los cocos Gram
positivos representaron el 49,1% de los aislamientos en pacientes que no habían recibido tratamiento
antibiótico, y 13,4% en aquellos que lo habían recibido. Por el contrario, los bacilos Gram negativos
fueron aislados más frecuentemente en pacientes que habían recibido terapéutica antibiótica (69,2%
vs 19,6%). La P. aeruginosa fue el microorganismo más frecuente en este grupo, constituyendo el
prevalente en pacientes que desarrollaron neumonía luego de recibir tratamiento antibiótico. Por otra
parte, el empleo previo de antibióticos fue el único factor que influenció la mortalidad en forma
independiente.
El empleo previo de antibióticos, sin embargo, desaparece totalmente como factor de riesgo
significativo de muerte cuando el agente etiológico es incluido en la ecuación de regresión. Esto
sugiere que el aumento asociado en la mortalidad, en pacientes expuestos a antibióticos, es causado
por la selección de organismos más letales.
ETIOLOGÍA
Los gérmenes capaces de producir una NN o una NAV se dividen en: a) microorganismos
habituales o núcleo (S. aureus meticilino-sensible, Klebsiella spp, E. coli, Proteus spp, Serratia
marcenses, H influenzae y S. pneumoniae), ocasionan neumonía en pacientes con NAV de comienzo
temprano (dentro de los primeros cuatro días de internación) o en pacientes con NAV de comienzo
tardío que no tienen factores de riesgo de curso complicado; y b) otros microorganismos
(Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter sp., Staphylococcus aureus meticilino-resistente,
Enterobacteriaceae, hongos, gérmenes anaerobios, Legionella pneumophila). Estos se presentan en
pacientes con NAV de comienzo tardío o que tienen factores de riesgo de curso complicado,
independientemente del momento de comienzo de los síntomas. Si bien la concomitancia del uso de
ventilación mecánica en alguien que presenta una neumonía nosocomial es de por sí un factor de
riesgo, algunas situaciones tales como empleo previo de antibióticos, administración de corticoides,
y situaciones como coma, diabetes o aspiración, deben hacer sospechar la presencia de los patógenos
del segundo grupo.
Los ancianos, en particular los alojados en institutos geriátricos, representan una población
especial de pacientes susceptibles a neumonía. Estos pacientes presentan un espectro de gérmenes
que simulan los presentes en la NN tardía. En un estudio de 104 pacientes mayores de 75 años con
neumonía severa, El-Solh halló como agentes más frecuentes de neumonía el S. aureus (29%),
bacilos entéricos Gram negativos (15%), Streptococcus pneumoniae (9%) y Pseudomonas (4%).
La incidencia de NN producida por gérmenes resistentes a múltiples drogas se ha
incrementado dramáticamente en los pacientes hospitalizados, especialmente en las unidades de
terapia intensiva y en pacientes trasplantados. Los factores para colonización e infección con
patógenos resistentes incluyen el empleo de antimicrobianos en los últimos 90 días, la
hospitalización por cinco o más días, la frecuencia elevada de resistencia en la comunidad o en la
unidad hospitalaria en estudio, la residencia en guarderías o geriátricos, el tratamiento dialítico y el
empleo de drogas inmunosupresoras. La prevalencia de patógenos resistentes varía según la
población de pacientes, el hospital, y el tipo de unidad de terapia intensiva, lo que explica la
necesidad de contar con datos de vigilancia locales.
PATOGENIA
Los mecanismos por los cuales los microorganismos pueden llegar a la vía aérea inferior
produciendo una NAV incluyen microaspiración, aspiración masiva, inhalación de aerosol infectado,
y más raramente progresión por vía hematógena desde un sitio distante de infección o por
contigüidad desde un sitio cercano (Fig. 1). Si el inóculo es pequeño, es eliminado por los
macrófagos alveolares y el clearance mucociliar; si es mayor, requiere de la participación de los
granulocitos reclutados por quimiotaxinas; y si es muy importante y/o las defensas del huésped son
superadas, las bacterias pueden proliferar y causar neumonía.
Aspiración Inhalación
Infección transtorácica
Bacteriemia primaria Bronquiolitis
Posible traslocación digestiva
Bronconeumonía focal
Bacteriemia secundaria o multifocal
SRIS Mecanismos de defensa
Disfunción orgánica no sistémicos y pulmonares
pulmonar Bronconeumonía
confluente
Absceso pulmonar
Una vez que los gérmenes acceden al pulmón, el daño tisular resulta tanto de la toxicidad
bacteriana directa como de la respuesta inflamatoria del huésped. La magnitud del daño depende del
equilibrio entre la virulencia bacteriana y la respuesta inmune. El pulmón es defendido por los
macrófagos alveolares, que ingieren las partículas inhaladas y las eliminan ya sea por trasporte hasta
el sistema mucociliar o a los ganglios linfoides regionales. Los macrófagos alveolares fagocitan y
digieren las bacterias y liberan péptidos y lípidos mediadores. Estos inician y amplifican la respuesta
inflamatoria y reclutan neutrófilos, monocitos y linfocitos en el espacio alveolar. Los macrófagos
alveolares también estimulan el proceso de reparación y contribuyen a la resolución de la
inflamación. Con pequeños inóculos bacterianos, los macrófagos y los polimorfonucleares eliminan a
los microbios, y la expresión de citoquinas se compartamentaliza en el sitio de infección. A medida
que el inóculo bacteriano aumenta, los organismos proliferan a pesar de la respuesta celular y de
citoquinas locales. Cuando la carga bacteriana es grande, las citoquinas se expresan en la circulación
sistémica. En adición, la ventilación mecánica puede promover el pasaje de microbios y citoquinas a
la circulación sistémica.
ANATOMIA PATOLÓGICA
Los datos histológicos han demostrado varias características de la NAV útiles para evaluar
el resultado de los métodos diagnósticos, tales como el hallazgo de que el proceso es generalmente
multifocal, involucrando ambos pulmones, generalmente en los segmentos posteriores e inferiores.
Los estudios postmorten también han demostrado que la NAV generalmente se encuentra en
diferentes fases de evolución en diferentes sitios al mismo tiempo. La terapéutica antibiótica puede
influenciar el número de bacterias hallado en el tejido pulmonar, y los pacientes que han muerto a
pesar de una terapéutica prolongada pueden tener organismos resistentes a los agentes utilizados,
mientras que pacientes sometidos a una terapéutica adecuada durante 24 a 72 horas antes de la
muerte, pueden presentar cultivos negativos. La naturaleza multifocal de la NAV sugiere que el
lavado broncoalveolar y el aspirado endotraqueal pueden proveer muestras más representativas que
el cepillo recubierto (ver más adelante). Debido a la naturaleza bilateral difusa de la NAV y a la
predominancia en las zonas dependientes del pulmón, los estudios a ciegas pueden ser tan adecuados
como las muestras tomadas por métodos broncofibroscópicos.
HISTORIA NATURAL
Intuitivamente se puede afirmar que la NAV requiere ser tratada con antibióticos, y que la
falta de esta terapéutica reduce notablemente la posibilidad de sobrevida de los enfermos, aunque por
razones obvias esto no ha podido ser demostrado en estudios clínicos. Si bien la NAV aparece como
una enfermedad potencialmente reversible que debería responder a los antibióticos, esta respuesta en
muchos casos no ocurre. La falta de respuesta a los antibióticos se debe a distintas razones, entre las
cuales se encuentran la enfermedad de base, la falta de adecuación del tratamiento antibiótico y la
severidad de la injuria pulmonar y/o sepsis acompañantes de la infección. Las denominadas muertes
atribuibles a la NAV son aquéllas que ocurren sin que medie mejoría del paciente hasta el momento
de la muerte.
Algunos factores se asocian con mayor mortalidad, incluyendo la presentación como una
neumonía necrotizante rápidamente evolutiva, la presencia de bacteriemia, y el aislamiento de ciertos
microrganismos tales como P. aeruginosa, Acinetobacter sp y S. aureus meticilino resistente. La
aparición de una NAV en un paciente ventilado puede duplicar la mortalidad e incrementar el tiempo
de estadía hospitalaria.
Una vez controlada la infección, van mejorando lentamente los hallazgos clínicos, las
anormalidades del laboratorio y finalmente la radiografía. Luego de curada la infección, pueden
persistir grados variables de secuela radiológica y funcional. Algunos pacientes con ventilación
mecánica prolongada pueden presentar episodios repetidos de NAV.
DIAGNÓSTICO
La segunda dificultad mayor para el diagnóstico de una NAV es que la presencia de signos
sugestivos de neumonía no es específica ni de valor diagnóstico en los pacientes ventilados. La
presencia de signos de infección o de infiltrados pulmonares frecuentemente es causada por otras
causas en los pacientes en asistencia respiratoria mecánica. Por ejemplo, inevitablemente existen
secreciones purulentas en pacientes en asistencia respiratoria prolongada y esto no indica
específicamente la presencia de una neumonía bacteriana. Cuando se presentan infiltrados en la
radiografía de tórax, es difícil diferenciar entre edema pulmonar cardiogénico, atelectasias, contusión
pulmonar, infarto y neumonía en un paciente en ARM.
Pugin y col. han propuesto un escore clínico de infección pulmonar (CPIS) (Tabla 3). El
mismo incorpora seis variables clínicas fácilmente accesibles para determinar la “posibilidad“ de que
determinados hallazgos clínicos en un paciente determinado sean debidos a una neumonía. El escore
se calcula en forma basal evaluando las primeras cinco variables: temperatura, recuento leucocitario,
secreciones traqueales, oxigenación y carácter de los infiltrados pulmonares. A las 72 el CPIS se
calcula en base a todas las variables, teniendo en cuenta la progresión de los infiltrados radiográficos
y los resultados del aspirado traqueal.
Aunque los criterios clínicos sirven para establecer la sospecha de una NN o una NAV, la
confirmación de la presencia de la neumonía es mucho más dificultosa, y los parámetros clínicos no
pueden ser utilizados para definir la etiología microbiológica de la neumonía. El diagnóstico
etiológico generalmente requiere del cultivo de secreciones provenientes del tracto respiratorio
inferior; rara vez puede ser realizado por el cultivo de sangre o líquido pleural. Los cultivos del tracto
respiratorio incluyen el aspirado traqueal, el lavado broncoalveolar o los especímenes obtenidos por
catéter recubierto. En conjunto, la sensibilidad de los hemocultivos es menor del 25%, y cuando son
positivos, los organismos pueden originarse en una fuente extrapulmonar en un gran porcentaje, aun
en presencia de una neumonía nosocomial.
Tabla 3.- Cálculo del escore clínico de infección pulmonar (Pugin y col., modificado por
Singh N. y col. y Fartoukh M. y col.)
Puntaje CPIS 0 1 2
Secreciones traqueales Ausentes Presentes, no purulentas Abundantes y purulentas
Infiltrados radiológicos Ausentes Difusos o en parches Localizados
Temperatura °C ≥36,5 y ≤38,4 ≥38,5 y ≤38,9 ≥39 y ≤36
Leucocitos, mm3 ≥4.000 y ≤11.000 ≤4.000 y ≥11.000 ≤4.000 y ≥11.000 y formas en
banda ≥50%
PaO2/FiO2 mm Hg >240 o SDRA ≤240 sin evidencias de SDRA
Microbiología Negativa Cultivos positivos Tinción de Gram positiva y
cultivos positivos
Progresión de los Sin progresión Progresión radiográfica,
infiltrados pulmonares radiográfica excluyendo ICC y SDRA
El CPIS al inicio se calcula con las primeras cinco variables. El CPIS a las 72 horas se calcula
incluyendo todas las variables. Un escore de más de seis al inicio o luego de incorporar los resultados
bacteriológicos y la secuencia radiográfica se considera sugestivo de neumonía.
Pueden ser usados diferentes métodos para el diagnóstico bacteriológico de una neumonía
(Tabla 4). Las dificultades inherentes al diagnóstico clínico de la NAV han llevado a numerosos
investigadores a postular el empleo de métodos diagnósticos invasivos, incluyendo el cultivo de
especímenes obtenidos mediante técnicas broncoscópicas, tales como el cepillo recubierto y el
lavado broncoalveolar, para certificar tal diagnóstico. Sin embargo, en ausencia de un gold standard
definitivo para el diagnóstico de la NAV, el valor de estos exámenes es incierto, y su empleo en la
práctica diaria continúa siendo controvertido.
Tabla 4.- Métodos de diagnóstico de la neumonía nosocomial
a. Hemocultivos
b. Examen bacteriológico de esputo
c. Punción transtraqueal
d. Aspirado traqueal no cuantitativo o cuantitativo
e. Lavado broncoalveolar o cepillo protegido a ciegas
f. Fibrobroncoscopía con lavado broncoalveolar o cepillo protegido
g. Punción pulmonar transparietal con aguja
h. Biopsia pulmonar a cielo abierto
i. Serología para virus, hongos y patógenos intracelulares
Los cultivos cuantitativos de especímenes obtenidos por técnicas broncoscópicas son útiles
para distinguir la colonización, caracterizada por un recuento de colonias bajo; de la infección, con
alto recuento de colonias. Los mismos pueden ser realizados tanto en el material obtenido con un
cepillo protegido como con el lavado broncoalveolar (LBA). Se debe tener presente que al momento
actual, no existe consenso unánime sobre el hecho que el empleo de técnicas broncoscópicas
disminuya la mortalidad en pacientes con sospecha de NAV. También se debe considerar el costo del
procedimiento y el hecho que algunos hospitales carecen de un broncoscopista entrenado durante las
24 horas del día, lo cual dificulta el empleo rutinario de esta metodología.
A pesar del riesgo potencial involucrado en realizar una broncoscopía en pacientes
ventilados, la adherencia estricta a las contraindicaciones formales, y el manejo adecuado de los
problemas sistémicos y la adaptación del ventilador se asocian con una baja incidencia de eventos
adversos. El diámetro interno del tubo endotraqueal debe ser al menos 1,5 mm mayor que el
diámetro externo del broncoscopio. Todos los pacientes intubados deben ser sedados, y
probablemente, paralizados temporariamente con un agente de corta acción. La trombocitopenia
severa debe ser corregida, y deben ser administrados fluidos para corregir la eventual hipotensión. La
fracción de oxígeno inspirado debe ser elevada al 100%, la frecuencia respiratoria debe ser colocada
en un mínimo de 20 respiraciones por minuto, el flujo inspiratorio pico debe ser colocado a más de
60 l/min, y las alarmas de presión pico deben ser aumentadas a un nivel que permitan una adecuada
ventilación. Si la hipoxemia es severa, se debe recurrir a la PEEP. Las técnicas broncoscópicas
pueden realizarse sin mayores restricciones en casi todos los pacientes, no obstante debe tenerse en
cuenta que la presencia de una PaO2 menor de 70 mmHg con FiO2 mayor del 70%, broncoespasmo
activo, inestabilidad hemodinámica y recuento de plaquetas menor de 20.000, son situaciones que
elevan el riesgo de tales procedimientos.
El cepillo protegido (CP) es un dispositivo desarrollado por Wimberley a fines de los ´70.
La mayoría de los estudios indican que un crecimiento de 103 ufc/ml (correspondiente a una
concentración inicial de 105 a 106 microrganismos por ml en las secreciones respiratorias estudiadas)
es el umbral más seguro para el diagnóstico de neumonía. Según varias series de estudios la
sensibilidad de los cultivos del CP oscila entre el 64 y el 100% y su especificidad entre el 69% y el
100%. Este procedimiento suele usarse para dirigir el tratamiento. Los estudios realizados buscando
la reproducibilidad del método demostraron discordancia en el 24% de los pacientes. En una serie,
valores de cultivos próximos al límite (>102 <103) mostraron un crecimiento igual o mayor de 103 en
el 35% de los casos, cuando se repitieron los exámenes 72 horas después.
El LBA investiga una porción mayor del parénquima pulmonar que el cepillo protegido,
alcanzando aproximadamente a un millón de alvéolos. Un recuento de colonias de 10 4 refleja una
concentración de 105 a 106 bacterias por ml de la muestra original del LBA. La sensibilidad varía
entre el 42 y el 93%, siendo la sensibilidad media del 73%. La especificidad varía entre el 45 y el
100%, siendo la especificidad media del 82%. Las implicancias clínicas de estos resultados es que el
cultivo del LBA no es diagnóstico de neumonía en un cuarto de los casos, y que el diagnóstico es
incorrecto en alrededor del 20% de los casos.
El líquido del LBA puede ser una muestra ideal para el estudio microscópico, incluyendo:
1) Tinción de May-Grünwald-Giemsa para recuento diferencial y porcentaje de organismos
intracelulares (OIC); 2) Tinciones de Gram, Ziehl-Nielsen, hidróxido de potasio y metenamina-plata;
3) Tinción para fibras elásticas y 4) Citología por la técnica de Papanicolau. El material de LBA
para ser útil para el diagnóstico bacteriológico debe contener <1% de células epiteliales planas y >
10% de polimorfonucleares. La presencia de >80% de neutrófilos y ≥2% de OIC correlaciona con el
diagnóstico final de neumonía nosocomial. Algunos investigadores como Chastre y col. mostraron
que en pacientes con ≥5% de OIC, la tinción de Gram del extendido del especimen del LBA permite
predecir los gérmenes demostrados luego en el cultivo.
Shorr y col., por su parte, en un metaanálisis destinado a evaluar la utilidad de los métodos
invasivos en el diagnóstico de la NAV, concluyen: 1) los métodos invasivos no alteran la mortalidad,
ya que la misma está determinada fundamentalmente por la adecuada elección inicial del tratamiento
antimicrobiano, el cual no puede ser establecido por los métodos invasivos, por lo menos en el
momento inicial; 2) los métodos invasivos afectan el empleo y la prescripción de antibióticos en dos
sentidos: a) el régimen antimicrobiano puede ser modificado una vez obtenidos los resultados de los
cultivos, permitiendo que aquellos enfermos que no responden al tratamiento empírico inicial puedan
recibir un tratamiento adecuado, identificando un patógeno no cubierto por el régimen inicial; y b)
reducir la cobertura antibiótica en aquellos casos en los cuales los gérmenes son susceptibles y
pueden retirarse antibióticos no necesarios. Con los resultados de los cultivos, el médico puede
potencialmente reducir el número y el espectro de los agentes utilizados para el tratamiento de la
NAV.
PREVENCIÓN
Las pautas que deben ser seguidas para prevenir el desarrollo de NAV (Tabla 5), incluyen
medidas de control de infecciones tales como el aislamiento de los pacientes infectados con
gérmenes multi-resistentes, el lavado de manos, la detección de epidemias de infección nosocomial;
el uso racional de antibióticos evitando generar resistencia; la limitación y el cuidado en la práctica
de intervenciones tales como el aspirado traqueal o la intubación traqueal o nasogástrica; y la
instrumentación de algunas medidas preventivas activas tales como la colocación del paciente en
posición sentado, la aspiración continua de secreciones subglóticas, la implementación de medidas
quinésicas y otras prácticas activas de rol aún controvertido, que incluyen la decontaminación
selectiva gástrica o el uso de sucralfato en lugar de antiácidos para prevenir el sangrado gástrico.
Tabla 5.- Sumario de medidas de prevención de NAV (modificado de Heyland D. y col.)
Intervenciones Recomendaciones
Ruta de intubación endotraqueal Es recomendable el empleo de la ruta orotraqueal
Investigación sistemática de sinusitis maxilar Debido a la escasa evidencia, no es recomendable
Ventilación no invasiva Debe ser utilizada en pacientes que no tienen
contraindicaciones
Frecuencia de cambios de los circuitos del ventilador No realizar cambios sistemáticos
Tipo de humidificación de la vía aérea Utilizar intercambiadores de calor y humedad
Frecuencia de cambios del humidificador No hay evidencias para realizar recomendaciones
Sistema de succión endotraqueal Utilizar sistemas cerrados de succión
Drenaje de secreciones subglóticas Considerar empleo de tubos endotraqueales con canal
de aspiración de secreciones subglóticas
Tiempo de la traqueotomía Sin evidencias suficientes para realizar
recomendaciones
Empleo de camas cinéticas Considerar el empleo de camas cinéticas
Protocolo de retiro de ARM Sin evidencias suficientes para realizar
recomendaciones
Nutrición enteral versus parenteral Cuando está indicado el soporte nutricional, utilizar
nutrición enteral
Tiempo y nivel de pH de la nutrición enteral Sin evidencias suficientes para realizar
recomendaciones
Nutrición con dietas inmunomoduladoras Sin recomendaciones
Ruta de nutrición enteral Utilizar sondas de pequeño diámetro, especialmente
en posición semisentado. No se han reconocido
diferencias significativas entre nutrición gástrica y
postpilórica
Agentes de motilidad intestinal Sin evidencias suficientes para realizar
recomendaciones
Posición del cuerpo Utilizar posición semisentada en ángulo de 45°
Profilaxis de úlceras por estrés Si es necesaria, la profilaxis del sangrado por estrés
con antagonistas H2 o sucralfato es aceptable
Empleo de antibióticos profilácticos incluyendo Sin evidencias suficientes para realizar
decontaminación selectiva recomendaciones
Control de la glucemia Es recomendable la terapéutica insulínica intensiva
para mantener los niveles de glucosa entre 80 y 110
mg/dl en pacientes en UTI para reducir la incidencia
de infecciones, la duración de la ARM, la estadía en
UTI, la morbilidad y la mortalidad
Recientemente, el Centers for Disease Control and Prevention (CDC) y el Hospital Infection
Control Practices Advisory Committee (HICPAC) han propuesto una serie de guías para la
prevención de neumonías asociadas con la asistencia médica (MMWR Recomm Rep 2004:53(RR-
2):1-36).
Se ha establecido hipotéticamente que los organismos patógenos del tracto gastrointestinal
colonizan el estómago o el tracto respiratorio y son aspirados al pulmón antes del desarrollo de la
NAV. En este contexto, las estrategias de prevención se han categorizado como aquellas que
involucran la vía aérea, el circuito del ventilador y el manejo de secreciones, y aquellas que
involucran el tracto digestivo (Fig. 2).
Fig. 2.- A. Estrategias para prevenir la NAV: manejo de la vía aérea, de los circuitos del
ventilador y de las secreciones. B. Estrategias para prevenir la NAV: manejo del aparato
gastrointestinal.
Los pacientes tratados, además, presentaron un menor tiempo de estadía en la UTI, y menos
pacientes fueron colonizados con gérmenes Gram negativos resistentes. Si estos hallazgos se
confirman, la técnica de decontaminación selectiva intestinal seguramente volverá a ocupar un lugar
importante en la metodología de prevención de la NAV en terapia intensiva.
MORTALIDAD
Aun cuando han ocurrido cambios importantes que incluyen avances en el diagnóstico,
aparición de nuevos antibióticos, desarrollo de mejores técnicas de asistencia respiratoria mecánica,
disposición de procedimientos más eficientes en la desinfección de los equipos respiratorios y más
adecuados métodos para el control de infecciones; la mortalidad de la NAV se mantiene elevada. Las
explicaciones que se han propuesto para justificar la persistencia de una elevada mortalidad incluyen:
la edad cada vez más avanzada de los enfermos atendidos en las UTI; la aplicación de nuevas y
complejas técnicas quirúrgicas, antes no intentadas en este tipo de pacientes que derivan en el uso de
ventilación mecánica; y el uso de inmunosupresión, cada vez más frecuente en el tratamiento de
varias enfermedades (inmunológicas, malignas, trasplante de órganos). Todos estos factores
incrementan tanto la incidencia como la gravedad de la NAV. En este sentido, cabe destacar la mayor
incidencia y gravedad de la neumonía asociada al Síndrome de dificultad respiratoria aguda.
Existen numerosos estudios que han descrito un aumento de la mortalidad en los pacientes
en UTI que desarrollan infecciones nosocomiales, pero alguno de estos pacientes podrían haber
muerto independientemente de la presencia de la infección, por lo que no todas las muertes deberán
ser atribuidas a la infección.
Puesto que la causa de muerte en los pacientes con infección nosocomial es multifactorial,
la mortalidad cruda y la atribuible pueden diferir en forma considerable. Por ejemplo, Freeman y
McGowan informaron un OR para la mortalidad cruda de la infección nosocomial de 4.0, pero luego
de controlar los casos en función de la severidad de la enfermedad de base, no pudieron demostrar un
exceso de mortalidad. En efecto, puesto que los factores de riesgo para infección nosocomial y los
factores de riesgo para muerte están directamente relacionados, la severidad de la enfermedad de
base puede influenciar ambos eventos, especialmente confundiendo los efectos en pacientes con una
mayor gravedad. Cuando se mide la severidad de la enfermedad de base de acuerdo a un sistema
pronóstico (APACHE II, SAPS II, SOFA), el mayor impacto de la infección nosocomial sobre la
mortalidad se produce en aquellos pacientes con enfermedad moderada, mas que en aquellos con
enfermedad leve o extremadamente grave. Esto es indicativo que los pacientes con un pronóstico
relativamente bueno a priori son los que más se benefician con un diagnóstico y tratamiento precoz y
efectivo. Los pacientes con enfermedad leve se recuperaran independientemente de la presencia de
infección, mientras que aquellos con una enfermedad grave morirán independientemente de la
presencia de la infección.
En el caso de los pacientes con neumonía nosocomial, la mortalidad cruda puede ser tan alta
como 70%, pero la American Thoracic Society ha definido el término mortalidad atribuible como el
porcentaje de muertes que no hubieran ocurrido en ausencia de esta infección. Esta definición
implica la presencia de dos componentes para la mortalidad. Primero es el impacto del tratamiento
antibiótico apropiado y en tiempo, que puede contribuir a que algunos pacientes sobrevivan a la
infección. En este caso, el término mortalidad atribuible hace referencia a la posibilidad de que, con
un tratamiento adecuado, la neumonía pueda no asociarse con un aumento en la mortalidad, en
particular en aquellos pacientes con enfermedades de gravedad moderada. Sin embargo, los pacientes
con ciertos microorganismos infectantes (Ej. Pseudomonas aeruginosa), pueden no ser tratables en
forma adecuada, y en adición, estos organismos pueden promover alteraciones fisiopatológicas
propias en el parénquima pulmonar. En estos casos, la mortalidad atribuible hace referencia tanto al
proceso neumónico y sus consecuencias, así como a la eficacia o no de la terapéutica.
Los factores de riesgo en los pacientes con neumonía nosocomial pueden ser separados en
aquellos para el desarrollo de infección, aquellos que influyen la mortalidad cruda, y aquellos que
influyen sobre la mortalidad atribuible. Los factores de riesgo que influyen la mortalidad cruda son el
tipo de UTI (médica vs quirúrgica), edad, tipo y severidad de la enfermedad de base, tiempo de
comienzo de la neumonía, patente radiográfica, severidad de la neumonía, presencia de patógenos
respiratorios de alto riesgo, insuficiencia respiratoria, shock o tratamiento antibiótico inadecuado.
Los factores de riesgo para la mortalidad atribuible incluyen la severidad de la neumonía, la
virulencia del agente etiológico y el empleo de tratamiento antibiótico inadecuado. En este sentido,
un estudio reciente de Moine y col. comprobó que en el caso de la NAV de comienzo tardío, la
misma contribuye a la mortalidad unicamente cuando el tratamiento antibiótico empírico no es
apropiado.
La importancia de la infección por P. aeruginosa es debida a su asociación con el exceso
de morbilidad y mortalidad. El principal coco Gram positivo asociado con mortalidad atribuible en la
NAV es el estafilococo meticilino-resistente. En este caso el rol de los antibióticos es crucial. Los
factores predisponentes para NAV causada por estafilococo meticilino-sensible y meticilino-
resistente son totalmente diferentes. En un estudio, todos los pacientes con NAV causada por
estafilococo meticilino-resistente habían recibido tratamiento antibiótico previo, comparado con
solamente el 21% de aquellos con infección causada por estafilococo meticilino-sensible (Rello y
col.). Tres factores de riesgo asociados con neumonía por estafilococo meticilino-resistente son
iguales a los descriptos para P. aeruginosa: 1) exposición a antibióticos, 2) EPOC, y 3) asistencia
respiratoria prolongada. En la NAV de etiología polimicrobiana, existe una fuerte asociación entre
estafilococo meticilino-resistente y P. aeruginosa. Esto soporta la hipótesis que el empleo previo de
antibióticos se asocia con la selección de microorganismos resistentes y de alta letalidad.
TRATAMIENTO
Numerosos estudios han evaluado diferentes técnicas diagnósticas con el fin de mejorar la
aproximación terapéutica. Esquemáticamente, seis estrategias diferentes han sido descriptas para
establecer el diagnóstico y el eventual tratamiento en pacientes con sospecha de NAV, a saber:
1. Evaluación clínica exclusivamente sin muestras bacteriológicas
2. Evaluación clínica asociada con terapéutica de corta duración
3. Evaluación clínica asociada con cultivos cualitativos de secreciones traqueales
4. Evaluación clínica asociada con cultivos cuantitativos de secreciones traqueales
5. Evaluación clínica o bacteriológica asociada con técnicas no broncoscópicas para
el examen de secreciones del tracto respiratorio inferior
6. Evaluación clínica y bacteriológica asociada con el uso de broncoscopio para
obtener material con un cepillo recubierto protegido o mediante lavaje
broncoalveolar
Ninguna de estas estrategias ha demostrado ser superior a cualquiera de las otras. Si bien se
pueden usar las normativas de tratamiento elaboradas por distintas reuniones de consenso para el
manejo de las neumonías nosocomiales, la mayoría de los hospitales han establecido sus propias
recomendaciones para la terapéutica. Es razonable que así ocurra, por el hecho de que cada lugar
tiene su flora predominante como causal de la enfermedad, con una sensibilidad antibiótica propia.
El conocimiento de los patógenos locales asociados con la NAV en cada UTI y su patente local de
resistencia contribuyen a la selección del régimen empírico. Para ello, es imprescindible que cada
UTI tenga un programa de vigilancia epidemiológica local, ya que varios estudios indican que los
patógenos son progresivamente más resistentes y más difíciles de tratar.
Las muertes atribuibles a neumonía pueden ser prevenidas con un diagnóstico temprano,
una apropiada terapéutica y efectivas medidas de profilaxis. Para poder contribuir a disminuir la
mortalidad de los pacientes internados en Terapia Intensiva con NAV, los antibióticos deben ser
administrados a tiempo. Para alcanzar este objetivo, el tratamiento inicial debe ser necesariamente
empírico en aquellos con sospecha clínica de NAV. En un documento reciente de la American
Thoracic Society, se propone un algoritmo para el inicio de terapia empírica en los pacientes con
neumonía hospitalaria (Fig. 3).
NO SI
Los factores que se deben reconocer para definir el tratamiento antibiótico son: a) la
gravedad de la neumonía; b) la presencia de enfermedades asociadas o complicaciones presentes, c)
el tiempo desde el momento de la internación y la aparición de la neumonía (antes o después de los
cinco días) y d) la exposición previa a antibióticos. A pesar de tomar en cuenta todos estos factores,
se estima que el rango de terapéutica no adecuada oscila entre el 21 y el 68%. En la Tabla 7 se
indican los puntos que deben determinar el manejo de los pacientes con neumonía asociada a
ventilador, y que se conocen en la literatura como Estrategia de Tarragona.
Debido a que la NAV es una infección grave, el uso a tiempo de una adecuada
antibioticoterapia debería influir favorablemente en la sobrevida. Sin embargo, es posible que los
antibióticos muestren una eficacia limitada debido a que en algunos casos los pacientes pueden llegar
a estar demasiado graves como para beneficiarse de un tratamiento antibiótico seguro, con probada
eficacia contra él o los gérmenes responsables de la infección. El momento en que el tratamiento es
iniciado parece ser crítico para reducir la mortalidad de los pacientes con NAV. Luna y col. e
Ibrahim y col. demostraron que existe una clara tendencia hacia una menor mortalidad cuando el
tratamiento antibiótico es iniciado temprano en el curso de una NAV; y que los pacientes con una
neumonía letal cuya terapéutica fue retrasada más de 48 horas mueren antes que aquéllos tratados
más precozmente.
Los pacientes que desarrollan neumonía no asociada al respirador, sin factores de riesgo
inusuales y con curso clínico leve a moderado, es probable que estén infectados por gérmenes
habituales (S. aureus, Klebsiella spp, E. coli, Proteus spp, Serratia marcensens, H influenzae y S.
pneumoniae). Este grupo de microrganismos puede ser tratado con monoterapia usando
cefalosporinas de segunda generación (cefuroxima), cefalosporinas de tercera generación no
antipseudomonadales (ceftriaxone, cefotaxima), βlactámicos con inhibidor de βlactamasas, o las
nuevas quinolonas. Cuando estos pacientes son capaces de recibir medicación por boca, pueden ser
tratados con terapéutica oral luego de que inicialmente respondan al tratamiento inyectable. En
pacientes con curso clínico leve a moderado pero con factores de riesgo inusuales, si se considera
que puedan estar involucrados gérmenes anaeróbicos, es conveniente agregar al régimen precedente
metronidazol u ornidazol, clindamicina ó βlactámicos con un inhibidor de βlactamasas. Si entra en
consideración el S. aureus, especialmente si existe la posibilidad de meticilino-resistencia (pacientes
en coma, traumatismo de cráneo, influenza reciente, historia de drogadicción intravenosa, diabetes
mellitus, insuficiencia renal, empleo previo de antibióticos), deberan emplearse antibióticos
específicos. Cuando se encuentran presentes múltiples factores de riesgo, incluyendo hospitalización
prolongada, antibioticoterapia previa, o internación en unidades de Terapia Intensiva, los agentes
etiológicos pueden ser P. aeruginosa o Acinetobacter sp., y en esta situación debe utilizarse una
combinación de antibióticos con actividad anti-pseudomonadal.
En pacientes con NAV, cuando no existen factores de riesgo para patógenos especiales, no
existió antibioticoterapia previa y el comienzo ocurre dentro de los cuatro primeros días de
internación, la gravedad es menor y los patógenos probables incluyen S. aureus meticilino-sensible,
Klebsiella spp, E. coli, Proteus spp, Serratia marcensens, H influenzae y S. pneumoniae. Este es el
caso habitual en pacientes jóvenes previamente sanos como los politraumatizados, especialmente en
accidentes viales. Este grupo de microrganismos puede ser tratado con monoterapia usando
cefalosporinas de segunda generación (cefuroxima), cefalosporinas de tercera generación
(ceftriaxone, cefotaxima), βlactámicos con inhibidor de βlactamasas, las nuevas quinolonas
(moxifloxacina, levofloxacina) o ertapenem.
En el resto de los pacientes con NAV, tanto en las de comienzo temprano con factores de
riesgo (hospitalización previa a la admisión en UTI, empleo de antibióticos o de corticoides,
presencia de enfermedad pulmonar estructural, inmunosupresión, etc.), como en las de comienzo
tardío, son comunes las infecciones producidas por Acinetobacter sp., P. aeruginosa y S. aureus
meticilino-resistente. Estos son los pacientes que se encuentran con mayor frecuencia, teniendo una
mortalidad particularmente elevada, especialmente en los casos en que inicialmente son tratados con
antibióticos inadecuados. El cambio de la terapéutica antimicrobiana una vez que se dispone de los
resultados bacteriológicos no reduce el riesgo aumentado de mortalidad hospitalaria asociado con un
régimen inicial inapropiado. Por lo tanto, la selección de la terapéutica inicial es un aspecto
importante del cuidado de estos pacientes. La terapéutica recomendada en pacientes con NN, NAV o
HCAP con factores de riesgo para gérmenes resistentes incluye una cefalosporina
antipseudomonadal (cefepime o ceftazidima) o un carbapenem antipseudomonadal (imipenem o
meropenem) o un βlactámico asociado a un inhibidor deβlactamasas (piperacilina-tazobactam)
asociado a una fluoroquinolona antipseudomonadal (ciprofloxacina o levofloxacina) o un
aminoglucósido (amikacina o gentamicina). En caso de presencia de factores de riesgo para
estafilococo aureus meticilino resistente se deberá agregar linezolid o vancomicina. La vancomicina
es una droga poco efectiva para el tratamiento de la neumonía por estafilococo meticilino resistente,
siendo una mejor alternativa el linezolid. En este sentido, un estudio reciente de Wunderink y col.,
que analizó en forma retrospectiva los resultados de estudios destinados a comparar la vancomicina y
el linezolid en el tratamiento de la neumonía asociada al respirador, comprobó que la terapéutica con
linezolid se asoció con una significativamente mayor sobrevida e índice de curación clínica
comparativamente con la vancomicina (sobrevida 80,0% vs 63,5% y curación clínica 59,0% vs
35,5%). De todos modos, debe advertirse que este tratamiento puede diferir en los diferentes
hospitales, tomando en cuenta la epidemiología de la NAV y la sensibilidad a los antimicrobianos de
los distintos microorganismos. Se ha sugerido que cada UTI debe recoger datos similares para
establecer su propio “mejor regimen empírico inicial“ adaptado a la susceptibilidad antibiótica de la
flora local.
El uso del tratamiento antibiótico se relaciona con el pronóstico y la mortalidad de la
neumonía nosocomial en las UTI de dos maneras: por un lado los antibióticos pueden favorecer el
desarrollo de neumonía debida a gérmenes resistentes a los mismos; por otro lado, el uso de un
tratamiento antibiótico adecuado influencia favorablemente el pronóstico. El concepto de adecuación
del tratamiento antibiótico acepta diferentes definiciones. La terapéutica antimicrobiana discordante
se define como el fracaso en administrar al paciente al menos un antimicrobiano con actividad in
vitro contra los gérmenes aislados dentro de las 24 horas de la admisión. En el caso de la NAV
causada por P.aeruginosa, la terapéutica apropiada debe incluir al menos dos antibióticos con
actividad in vitro contra este patógeno, ya que si el único antibiótico efectivo es un aminoglucósido,
la terapéutica no será realmente apropiada.
El uso previo de antibióticos ha sido considerado por varios autores como un hecho
asociado a una mayor mortalidad en los pacientes que ulteriormente desarrollan neumonía. Los
antibióticos pueden producir cambios en la distribución de los microorganismos, induciendo al
desarrollo de infección por patógenos asociados con una alta tasa de resistencia y mortalidad. Rello y
col. demostraron que los pacientes que no habían recibido antibióticos antes de la aparición de una
NAV tenían una menor mortalidad y que el grupo de patógenos potenciales era menos complejo
(mayor frecuencia de gérmenes Gram-positivos y H. influenzae y menor frecuencia de bacilos Gram-
negativos, excluyendo al H. influenzae). Varios autores han reconocido que la mortalidad de
pacientes con neumonía nosocomial está fuertemente influenciada por la adecuación del tratamiento
antibiótico empírico inicial. Algunos estudios han sugerido que la modificación que se practica a la
antibioticoterapia según los resultados hallados en los cultivos bacteriológicos iniciales es tardía y no
alcanza a tener influencia sobre la mortalidad. Estudios más recientes han mostrado que la
mortalidad en pacientes afectados de neumonía nosocomial producida por microorganismos
resistentes al tratamiento empírico inicial tienen mayor mortalidad tanto para la neumonía de
comienzo temprano como para la de comienzo tardío.
La evolución óptima de los pacientes con NN puede ser lograda con una combinación de
una terapéutica inicial apropiada y de un régimen terapéutico adecuado. Para lograr una terapéutica
adecuada, es necesario no sólo utilizar el antibiótico correcto, sino también la dosis óptima y la ruta
de administración correcta, para asegurar que el antibiótico penetre en el sitio de infección; y la
utilización de terapéutica combinada si es necesario. En el manejo de la NAV, es importante utilizar
dosis de antibióticos que se hayan demostrado efectivas en los ensayos clínicos. En la Tabla 8 se
indican las dosis comúnmente recomendadas para el tratamiento de la NAV en pacientes con función
renal normal.
Antibiótico Dosis
Cefalosporinas antipseudomonadales
Cefepime 1-2 g cada 8-12 horas
Ceftazidima 2 g cada 8 horas
Carbapenemes
Imipenem 50 mg cada 6 horas o 1 g cada 8 horas
Meropenem 1 g cada 8 horas
βlactámico + inhibidor de βlactamasa
Piperacilina-tazobactama 4,5 g cada 6 horas
Aminoglucósidos
Gentamicina 7 mg/kg/día
Amikacina 20 mg/kg/día
Quinolonas antipseudomonadales
Levofloxacina 750 mg día
Ciprofloxacina 400 mg cada 8 horas
Vancomicina 15 mg/kg cada 12 horas
Linezolid 600 mg cada 12 horas
Los objetivos del tratamiento de los pacientes con infecciones graves son: tratar al paciente
en forma eficiente, rápida y segura, por una parte; y evitar el empleo inapropiado y prolongado de la
terapéutica antimicrobiana para evitar el desarrollo de resistencia, por otra.
La mayoría de los episodios de NAV son tratados inicialmente con desconocimiento del
agente causal, en un paciente críticamente enfermo y en ocasiones con inestabilidad hemodinámica.
Por lo tanto, el empleo de antibióticos de amplio espectro y de combinaciones terapéuticas es
imprescindible. La exposición de microorganismos susceptibles a concentraciones subinhibitorias de
antibióticos constituye una de las causas más probables de la emergencia de resistencia a partir de la
supervivencia de un gran inóculo de microorganismos, debido a la muerte incompleta por las dosis
subóptimas. Por tanto, se deben utilizar los antibióticos apropiados a las dosis terapéuticas máximas
por el menor periodo de tiempo posible consistente con la resolución de la infección.
Es fundamental que esta estrategia inicial sea reevaluada luego de pocos días, cuando se
dispone de mayor cantidad de datos clínicos y bacteriológicos. En este momento, y a la luz de los
resultados de los tests de susceptibilidad, es posible suspender el empleo de alguno de los
antibióticos inicialmente empleados o cambiarlo por otros con un espectro menor.
Tabla 9.- Estrategias propuestas para el manejo de pacientes con sospecha de NAV.
Condición clínica Estrategia de manejo Racionalidad
Paso 1: Evaluación inicial
Sospecha clínica de neumonía Obtención de secreciones respi- Los riesgos de un tratamiento
asociada al ventilador (basada en ratorias para cultivos cuantitativos retardado o inapropiado superan
los criterios clásicos o en un esco- (por aspirado traqueobronquial por los riesgos asociados con el
re clínico de infección pulmonar > muestras broncoscopicas); inicia- sobreuso de antibióticos
6) ción inmediata de tratamiento
antimicrobiano
Paso 2: Reevaluacion a 48-72 hs
Confirmación de la sospecha clíni- Continuación del tratamiento anti- Los beneficios terapéuticos en
ca de NAV (clínica, microbioló- microbiano, con ajuste de acuerdo términos de evolución son
gica o ambas) a los resultados de cultivos evidentes
Diagnóstico clínico posible, resul- No hay recomendaciones gene- Se deben considerar los riesgos de
tados de cultivos no significativos, rales firmes; decisión individual, la presión de selección y de la falta
y ausencia de sepsis severa o en general se continúa el de tratamiento en caso de infección
shock tratamiento
Los beneficios terapéuticos en
Identificación de un sitio no pul- Ajuste del tratamiento antimicro- términos de evolución son
monar de infección, o presencia de biano de acuerdo al sitio de infec- evidentes
sepsis severa o shock inexplicable ción y los resultados de cultivos
Sin riesgo para el paciente, reduce
El diagnóstico clínico de NAV es Discontinuación del tratamiento la presión de selección
improbable y los resultados de antimicrobiano
cultivos no son significativos; o se
confirma un diagnóstico alternati-
vo no infeccioso; ausencia de
sepsis grave o shock séptico
Aunque en la mayoría de los trabajos se toma como tiempo para reevaluar la respuesta al
tratamiento las 72 horas, no es claro en que medida este parámetro es apropiado. Basado en el escore
clínico de infección pulmonar (CPIS), se ha evaluado la respuesta al tratamiento antibiótico,
estableciéndose que la reducción del mismo por debajo de 6, lo que es compatible con una resolución
clínica y bacteriológica, generalmente se logra después del quinto día. Denessen y col. utilizan cuatro
parámetros para evaluar la respuesta al tratamiento en la NAV: 1) temperatura, 2) recuento
leucocitario, 3) PaO2/FiO2, y 4) cultivo semicuantitativo del aspirado traqueal. Utilizan como puntos
de corte para definir la resolución clínica y bacteriológica una temperatura igual o por debajo de
38°C, un recuento leucocitario menor de 10.000/mm 3, una PaO2/FiO2 mayor o igual a 250 y una
concentración de ≤102 ufc/ml del aislamiento inicial. La duración media para la resolución de la
temperatura fue de 5 días, 8 para la leucocitosis, 6 para obtener la PaO2/FiO2, y 10 para la reducción
del recuento bacteriológico. Los elementos más destacados de los estudios realizados es que el
momento de la respuesta al tratamiento es variable y puede diferir en función del o de los parámetros
considerados.
En vista de las dificultades para definir la respuesta al tratamiento, Torres y col. han
propuesto diferenciar cuatro niveles distintos de evaluación:
1. Parámetros clínicos básicos: estos incluyen la temperatura corporal, cantidad y
color de las secreciones respiratorias, y parámetros inflamatorios, tales como
recuento leucocitario, proteína C reactiva, y procalcitonina o interleuquina-6.
2. Parámetros que reflejan la insuficiencia respiratoria y la sepsis severa o el shock
séptico: estos incluyen la evaluación de los parámetros de ventilación mecánica
requeridos para lograr una apropiada oxigenación y el nivel de tratamiento
vasoactivo para preservar una apropiada disponibilidad de oxígeno.
3. Parámetros radiográficos: estos incluyen la extensión de los infiltrados durante el
curso del tratamiento.
4. Evolución microbiológica: incluye la identificación de los patógenos y la carga
bacteriana total luego de la iniciación de un tratamiento antimicrobiano empírico
inicial.
Los dos primeros niveles son fundamentales para establecer decisiones en cuanto al
cambio del tratamiento en caso de evolución no favorable. Los parámetros clínicos básicos son
criterios satisfactorios para evaluar la respuesta en ausencia de sepsis severa o shock séptico, y
pueden evaluarse a partir de las 72 horas. En caso de existir insuficiencia respiratoria severa o shock
séptico, sin embargo, es más apropiado reevaluar el tratamiento cada 24 horas, periodo en el cual se
deben producir cambios que permitan al menos sostener las funciones vitales. En contraste, los
criterios radiográficos son de lenta resolución, y los criterios microbiológicos habitualmente no
forman parte de la evaluación de la respuesta al tratamiento en la práctica clínica.
La falta de respuesta de la NAV al tratamiento antimicrobiano puede tener varias causas
potenciales relacionadas con la neumonía o con una condición concomitante pulmonar o
extrapulmonar, debido a que los pacientes críticos pueden presentar condiciones concomitantes que
produzcan una agravación de su estado clínico. Con propósitos puramente clínicos, las causas de
fracaso del tratamiento en la NAV pueden ser categorizadas en los siguientes grupos: inadecuado
tratamiento antibiótico, foco concomitante de infección, condiciones no infecciosas, y factores
relacionados con la respuesta del huésped (Tabla 10).
En el estudio reciente de Ioanas y col., las causas más frecuentes de falta de respuesta fueron
un tratamiento antibiótico inapropiado y la existencia de infecciones concomitantes a la neumonía,
debiendo destacarse que en el 36% de los casos no se encontró ninguna causa evidente para la falta
de respuesta. En el estudio descrito, la causa más frecuente de falta de respuesta al tratamiento estuvo
relacionada con microorganismos no cubiertos por el tratamiento antibiótico inicial, debido a un
tratamiento inapropiado o a la presencia de superinfección. Las cepas no cubiertas que se aislaron
con más frecuencia fueron las habituales de los pacientes que han estado varios días en UTI, tales
como S.aureus meticilino resistente, P. aeruginosa, y S. maltophilia. Ello confirma la necesidad de
obtener un diagnóstico microbiológico y exámenes de susceptibilidad en las neumonías adquiridas en
UTI para guiar el tratamiento antimicrobiano, en particular en aquellos pacientes que no responden al
tratamiento empírico. En los pacientes en los que no se encontró ninguna causa evidente de falta de
respuesta, fue característico que el cuadro clínico fuera severo de inicio, coexistiendo con SDRA,
falla multiparenquimatosa o sepsis.
La mejoría lenta pero progresiva no es un fracaso real del tratamiento sino una incapacidad
para responder dentro del tiempo esperado en la resolución de síntomas y signos. Existen tanto
razones relacionadas con el huésped como con el patógeno que pueden justificar esta situación. Los
pacientes ancianos, y las infecciones producidas por estafilococo meticilino resistente y
P.aeruginosa son una causa frecuente de retardo de curación.
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