El Ayuno

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EL AYUNO.

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y
lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque
misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo”. Joel
2:12-13.
Jesús dijo: “. . . y entonces ayunarán”. Mateo 9:15.
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez
y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”. Lucas 21:34., Jonás 3 y Mateo
9:14-17.
I. ¿QUÉ ES EL AYUNO?
Para los convertidos al cristianismo es: un acto de humildad, duelo, humillación, sumisión, obediencia,
adoración, unción, sin probar alguno o ningún alimento para sujetar o subyugar nuestra carne
debilitándola y tener un acto de dependencia hacia Dios para fortalecer nuestro espíritu.
El Nuevo Diccionario de la Biblia dice (en resumen): “Abstinencia de alimentos por un tiempo
determinado.
El ayuno es un ejercicio espiritual establecido por Dios .
El ayuno es un precepto establecido por Dios. Lo primero que debemos entender es que el ayuno no
es una cuestión de si usted lo desea o no, sino de un precepto establecido por el Señor para su
pueblo.

La primera vez que la escritura hace referencia a esta práctica es en Éxodo 24:18; 34:18 y Deuteronomio
9:9 cuando Moisés estuvo en el Sinaí “cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua”.
Y la primera vez que aparece la palabra “ayunar” en las Escrituras es en el libro de los Jueces 20:26-27.
El ayuno puede incluir abstinencia de otras cosas además de los alimentos.
David, por ejemplo, “pasó toda la noche acostado en tierra”, sin bañarse, ni ungirse, ni cambiar de ropa,
cuando oraba por la vida del hijo que había tenido de Betsabé (2Samuel 12:15-20).
Se corre también el peligro de caer en esta práctica como mero ritualismo o exhibicionismo, sin el
acompañamiento de un espíritu humillado y buscador de justicia (Isaías 58:3-4. Mateo 6:16)”.
El ayuno es un ejercicio espiritual en el que un individuo o una comunidad se abstienen de comida.

Las personas ayunaban por diversas razones. Lo hacían, por ejemplo, para prepararse antes de
recibir un mensaje de Dios y antes de ir a cumplir una misión especial de Dios.
Pero lo hacían también con motivo de la muerte de un ser querido o para conmemorar catástrofes
nacionales; y para implorar la ayuda de Dios, discernimiento o perdón.

2.JESÚS Y EL AYUNO
“Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas,
sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto; te recompensará en público”
(Mat.6:17-18)
Jesús lo ordenó y nosotros tenemos que hacerlo para alcanzar la madurez espiritual.
El Señor dice: “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los
hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto; te
recompensara en público” (Mat.6:17-18)

FACTORES QUE IMPIDEN AYUNAR A LOS CRISTIANOS.


1.- La falta de conocimiento, práctica e interés sobre este tema. (Oseas 4:6).
2.- La oposición satánica para que no se hable ni se practique. (Mateo 17:21).
3.- El placer y el trabajo en que están ocupados los cristianos. No hay tiempo. (2Timoteo 3:4).
4.- La falta de resultados en el pasado. Muchos no obtuvieron en el pasado lo que deseaban al practicar
el ayuno y la oración. Pensando que no es tan efectiva la abandonan, cuando lo mas seguro es que haya
algo en sus vidas que necesita ser tratado. (Santiago 4:2).
5.- Las adicciones que han invadido a la comunidad. Hay muchas sustancias aceptadas socialmente que
producen de una ligera a moderada dependencia. Este tipo de sustancias a veces se les clasifica como
drogas blandas. Los cristianos que no pueden dejar de fumar, tomar calmantes, tomar bebidas con
alcohol, necesitan ayunar para romper estas cadenas. Pero las personas acostumbradas a dichas
sustancias suelen sufrir malestares físicos durante el ayuno.
6.- El temor a no comer. El dominio del espíritu de glotonería. (Filipenses 3:17-19; Lucas 21:34;
Proverbios 23:21).
7.- El espíritu egoísta de la época. (Proverbios 16:26).
Muchos ayunan para conseguir beneficios propios, pero ¿quién ayuna por su nación, por sus líderes, por
su comunidad, por los inconversos, por las sectas?
1. El ayuno no es una práctica distintivamente judía o cristiana
Existe en muchas religiones. Por ejemplo, el ayuno musulmán durante el Ramadán, así como el intenso
ayuno propio de la alta casta brahmánica del hinduismo, o la cuaresma católica.
En ocasiones se ha utilizado también como arma política de protesta, conocido también como huelga de
hambre.
Uno de los ejemplos más famosos fue Hahatma Gandhi, que vivió de 1869 a 1948, y que dedicó más de
30 años a hacer una cruzada pacífica a favor de la independencia de la India.
Su familia y su cultura hindú alimentaron su pasión por el ayuno como arma política.
A todo esto hay que añadir a personas que practican algún tipo de ayuno por los beneficios que puede
tener para su salud, o sencillamente por motivaciones estéticas.

2. La práctica del ayuno estaba muy extendida entre los judíos


A nivel nacional, la religión judía sólo tenía un día de ayuno obligatorio, el del día de las expiaciones.
Era el día en que la nación entera confesaba su pecado (Lv 16:29-34) (Lv 23:26-32).
Pero para muchos judíos el ayuno era una práctica regular que tenía gran reconocimiento social.
Era como un indicador que servía para medir su espiritualidad. Recordemos las palabras del fariseo en
el templo y cómo se enorgullecía delante de Dios de que "ayunaba dos días a la semana" (Lc 18:12).
Y también su práctica de "demudar sus rostros para mostrar a los hombres que ayunaban" (Mt 6:16).
Por lo tanto, no es de extrañar que en su actitud legalista llegaran a censurar al Señor y sus discípulos
porque no mostraban el mismo nivel de ascetismo que ellos observaban: "¿Por qué tus discípulos no
ayunan?".
3. El ayuno por causas equivocadas
El ayuno implica abstenerse de cosas legítimas como comer, beber o mantener relaciones sexuales
dentro del matrimonio, con el fin de buscar a Dios.
Por lo tanto, de todo lo anterior se desprende que lo realmente importante no es ayunar, sino la razón
por la que ayunamos. Si nuestras motivaciones no son las correctas, no agradaremos a Dios.
En el Nuevo Testamento se nos cuenta de cuarenta hombres que se juramentaron bajo maldición a no
comer ni beber hasta que hubieran dado muerte al apóstol Pablo (Hch 23:21).
Este es un ejemplo extremo de una malvada motivación para el ayuno.
También, como hemos mencionado antes, muchos judíos en la época de Jesús ayunaban con el fin de
parecer superiores a los demás. Por status espiritual…
Los musulmanes están obligados a ayunar durante todo el mes de ramadán. Durante ese período está
prohibido comer o beber durante el día, pero no así por la noche. Curiosamente, hablando en una ocasión
con un cristiano de Marruecos, afirmaba que estaba comprobado que durante el mes de ramadán se
consumían muchos más alimentos que en cualquier otro mes del año.
No parece que tenga mucho sentido dejar de comer durante el día para hacerlo por la noche.
Aunque quizá el caso más grave era el de los fariseos que planteaban el ayuno como una buena obra que
les llevaría a alcanzar la salvación.

Recordamos la parábola que el Señor contó de un fariseo y un publicano que entraron en el templo a
orar (Lc 18:9-14).
Mientras que el publicano sentía vergüenza por sus pecados y no se atrevía a levantar sus ojos al cielo, el
fariseo fue adelante para explicar las buenas obras que hacía y por las que se creía merecedor de ser
justificado.
Notemos que una de esas buenas obras de las que presumía el fariseo era el ayuno, que practicaba dos
veces por semana. Quedaba claro que él pensaba que podría salvarse por sus buenas obras, aunque el
Señor dejó claro en aquella ocasión como en todas las demás, que eso no iba a ser así, y contra todo
pronóstico, él afirmó que quien salió del templo justificado fue el publicano.
En la mente del religioso está el pensamiento de que el ayuno y otras obras similares sirven para
compensar aquellos incumplimientos de la ley divina.
Por ejemplo, recuerdo una conversación con un musulmán al que le pregunté qué hacía cuando pecaba
para conseguir ser perdonado por Dios, a lo que él me contestó que buscaba la forma de compensar su
mala obra con otra buena como el ayuno.
Los religiosos tienen la tendencia a razonar así.
¿Por qué ayunar?
Debemos preguntarnos cuáles serían las razones por las que deberíamos ayunar. La Biblia nos
ofrece varias:
1. En ocasiones tenía que ver con la negación y humillación de uno mismo como
expresión de arrepentimiento.
Nehemías reunió al pueblo "en ayuno y cilicio", y "estando en pie, confesaron sus pecados" (Neh 9:1-2).
La ciudad de Nínive, arrepentida por la predicación de Jonás, proclamó ayuno y se vistió de cilicio (Jon
3:5).
Daniel buscó a Dios en oración y ruego, con ayuno, cilicio y ceniza, oró al Señor su Dios e hizo confesión
de los pecados de su pueblo (Dn 9:3-4).
Saulo de Tarso después de su conversión, afligido por su persecución de Cristo, durante tres días no
comió ni bebió (Hch 9:9).
2. También se relacionaba con la dependencia de Dios
Tiene que ver con ocasiones especiales en las que necesitamos buscar a Dios para pedir alguna
dirección o bendición particular.
Para ello nos alejamos del alimento y otras distracciones para concentrarnos en ello. Es por esta
razón que el ayuno y la oración aparecen normalmente juntos.
Moisés ayunó en el monte Sinaí inmediatamente después de que fue renovado el pacto mediante el cual
Dios tomaba a Israel para ser su pueblo (Ex 24:18).
Josafat, viendo los ejércitos de Moab y Amón que avanzaban hacia él, "humilló su rostro para consultar
a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá" (2 Cr 20:1-3).

La reina Ester, antes de exponer su vida al acercarse al rey, instó a Mardoqueo a reunir a los judíos y
"ayunar" por ella, mientras ella y sus doncellas hacían lo mismo (Est 4:16).

Esdras "publicó ayuno" antes de conducir a los desterrados de vuelta a Jerusalén, "para afligirnos delante
de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho" (Esd 8:21-23).

Nuestro Señor Jesucristo mismo ayunó inmediatamente antes de comenzar su ministerio público (Mt
4:1-2).
La iglesia de Antioquía ayunó antes de enviar a Pablo y Bernabé en el primer viaje misionero (Hch 13:1-
3).
Pablo y Bernabé ayunaron antes de designar ancianos en cada nueva iglesia que fundaban (Hch 14:23).

3. El ayuno de Juan el Bautista y sus discípulos.


En el pasaje que estamos estudiando vemos que Juan el Bautista es presentado como un hombre que
ayunaba. De él se dice que "ni comía ni bebía" (Mt 11:18), lo que indica que practicaba el ayuno con
mucha frecuencia.
En su caso, el ayuno reflejaba un deseo de buscar a Dios y esperar ansiosamente la manifestación del
reino de Dios. Y como vemos, enseñó a sus discípulos a hacer lo mismo.
¿Por qué no ayunaban los discípulos de Jesús?
Esta fue la pregunta que le hicieron a Jesús los fariseos y los discípulos de Juan el Bautista. Él les
respondió con una metáfora: "Los amigos del novio no pueden ayunar mientras el novio esté con
ellos".
Como ya hemos señalado más arriba, el ayuno en el Antiguo Testamento se asociaba, por lo general,
con el luto.
Era una expresión de pena y desesperación, en muchos casos debido a algún pecado. Pero en ese
momento en que el Mesías ya había venido, era una situación demasiado alegre como para mezclarla
con el ayuno.
Pero al mismo tiempo que contestaba a su pregunta, Jesús estaba haciendo una tremenda afirmación
sobre sí mismo: en el Antiguo Testamento, Dios se presentaba con frecuencia como el esposo de su
pueblo Israel (Is 62:5) (Ez 16:8) (Os 2:19-20), y en este momento Jesús está diciendo que él mismo
era ese Esposo que Israel estaba esperando.
Juan el Bautista ya había reconocido este mismo hecho (Jn 3:28-29).
Por lo tanto, la pregunta que hicieron los fariseos acerca de por qué los discípulos de Cristo no
ayunaban, indicaba con claridad que no entendían que el Mesías ya había venido y que estaba en
medio de ellos en la Persona de Jesús.

¿Deben ayunar los cristianos en la actualidad?


Algunos piensan que el ayuno no es para la época de la iglesia, y argumentan diciendo que en el Nuevo
Testamento apenas se menciona.
Además, la comida se presenta como algo positivo, y se trata el ascetismo como un arma débil contra
los apetitos de la carne (Col 2:20-23).
Incluso hay algunos que advierten de que en los últimos tiempos vendrían apóstatas que prohibirían
abstenerse de alimentos (1 Ti 4:1-5).
Sin embargo, estos argumentos parecen muy débiles cuando los comparamos con la evidencia
positiva.
Por ejemplo, el Señor Jesucristo en el Sermón del Monte incluyó el ayuno entre los pilares de la piedad
juntamente con la oración y la limosna (Mt 6:1-18).
Y dio por hecho que sus discípulos sí que ayunarían.
Fijémonos cómo comienza su exhortación: "Cuando ayunéis" (Mt 6:16).
De hecho, él mismo ayunó en algunas ocasiones de las que tenemos constancia (Lc 4:2). Y también
encontramos diversas ocasiones en que la iglesia ayunaba después de la ascensión de Cristo (Hch 13:1-
3) (Hch 14:23) (2 Co 6:5) (2 Co 11:27).
Es más, en el pasaje que estamos considerando ahora, dice lo siguiente: "pero vendrán días cuando el
esposo les será quitado, y entonces ayunarán".
Ahora bien, ¿qué quiso decir el Señor con esto?
El Señor estaba anticipando que llegaría el momento en que les sería quitado.
Eso hace referencia en primer lugar a su muerte, pero en este contexto, quizá sea preferible pensar
mejor en su ascensión al cielo.
En este período de ausencia del Señor, mientras la Iglesia espera su segunda venida, es cuando los
creyentes son llamados a ayunar.
Con esto coincide el hecho de que Jesús definiera su segunda venida como la venida del esposo: "¡Aquí
viene el esposo; salid a recibidle!" (Mt 25:6). Así que, desde su ascensión al cielo, los creyentes ayunan
a fin de concentrarse más en la oración que clama por el retorno de la segunda venida de Jesús.

El ayuno cristiano
En conclusión, debemos decir que el ayuno cristiano no puede ser planteado como una buena obra
que nos ayuda a ganar la salvación. Somos salvos por la obra de Cristo en la cruz, y no podemos añadir
nada a esto. Tampoco puede ser practicado con el fin de ganar el favor de Dios, puesto que ya contamos
con él desde el mismo momento en que aceptamos a Cristo. Recordemos el razonamiento del apóstol
Pablo: "si Dios nos dio a su propio Hijo, ¿cómo no nos dará con él todas las demás cosas?" (Ro 8:32).
Desde esta perspectiva, es absurdo plantear el ayuno como una forma de forzar a Dios para que haga
lo que le pedimos, puesto que él nos ama y desea intensamente bendecirnos.
Pero como hemos visto, la iglesia debe ayunar en este tiempo como una expresión de su anhelo por
estar con el Esposo. Desea la consumación final del matrimonio ya establecido. En este sentido,
podríamos decir que el ayuno cristiano es hambre de la plenitud de Dios (Ef 3:19).

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