Disfemia o Tartamudez
Disfemia o Tartamudez
Disfemia o Tartamudez
La tartamudez o disfemia es un trastorno del habla (no un trastorno del lenguaje) que se caracteriza
por interrupciones de la fluidez del habla, bloqueos o espasmos, que se acompañan normalmente de
tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés. Estas disfluencias o bloqueos son la expresión
visible de la interacción de determinados factores orgánicos, psicológicos y sociales.
1. La etapa de las repeticiones iniciales: Se trata de repeticiones y vacilaciones del niño que está
empezando su aprendizaje del lenguaje. Suele ocurrir alrededor de los 3 años de edad.
2. La etapa de las repeticiones convulsivas. Ocurre cuando el niño emite repeticiones más lentas
y espasmódicas. Es llamada de tartamudez de transición y suele ocurrir cuando el niño tiene 6 a 7
años.
Tratamiento de la tartamudez
Tareas como ir a comprar el pan, hablar o leer en clase, o llamar por teléfono, pueden convertirse en
una verdadera y enorme pesadilla para los niños. Por esa razón, es necesario que se diagnostique la
tartamudez lo antes posible, para que el niño pueda desarrollarse y tener una evolución más
completa.
Consistirá en entrenar las habilidades de fluidez del habla del niño, a través de un terapeuta del
lenguaje, aparte de tratar los aspectos conductuales del niño.
Tratamiento y prevención
El tratamiento de elección para la disfemia es logoterapia con elementos de psicoterapia. Se
utilizan varios procedimientos:
TECNICAS
En la evaluación clínica se pondera el peso de los distintos factores (la carga genética, el
desarrollo psíquico y del lenguaje del niño, el inicio y la evolución de la disfluencia, la
frecuencia y el tipo de disfluencia respecto al paradigma tensión-fragmentación del habla, el
estatus comunicativo familiar y social y el efecto de la interacción sobre la fluidez del niño). Se
evalúa la gravedad del trastorno en función de las características de la disfluencia, la presencia
o ausencia de problemas asociados, la preocupación en el niño o en el entorno y el riesgo de
desarrollar una tartamudez.
ACTIVIDADES DE RELAJACION
El niño/a se acuesta en una superficie plana con los ojos cerrados, y le movemos lentamente
los brazos, piernas y cabeza.
En la misma posición, el niño/a realiza, de un modo suave, ejercicios de contracción –
extensión del cuerpo y de las distintas partes del cuerpo
Otros ejercicios de relajación son el bostezo, el bostezo con la boca cerrada y la relajación del
cuello y de la cara, intercalando relajaciones breves y largas.
Arrugar la frente. Sentir la sensación de tensión por encima de las cejas y en el puente de la
nariz. Relajar poco a poco.
Cerrar fuertemente los ojos. Notar la sensación de tensión por debajo de los párpados y en el
interior y exterior de cada ojo.
Abrir los ojos lentamente.
Realizar el mismo ejercicio anterior guiñando un solo ojo, primero el derecho y posteriormente
el izquierdo.
ACTIVIDADES DE RESPIRACIÓN
Respirar concentrándose en que el aire inspirado se dirija a la parte inferior de los
pulmones.
Hablar y leer despacio, pero sin exagerar; emplear frases cortas y sencillas; no interrumpir, hay
que aceptar sus tiempos.
Realizar ejercicios de evocación de las palabras y ejercicios con frases sencillas. Por ejemplo,
se pueden realizar juegos verbales como: ¿Con qué sonido comienza la palabra gato? ¿Qué letras
forman la palabra gato? ¿Cómo hace el gato?
El uso de gesto acompañado al habla. El uso de gestos con las manos y brazos al hablar, de
una manera armónica y expresamente exagerada. Este procedimiento modifica la actitud en la rigidez.
Grabarle cuando hable despacio y cuando habla deprisa, para que él se oiga y empiece a ver
las diferencias.
Cantar con él y de nuevo grabarle para que se escuche y que vea que cuando canta no
tartamudea.
Explicarle que esto sucede porque cantando “gestiona” mejor la cantidad de aire a expulsar.
Trabajar con el niño la respiración diafragmática (que aprenda a hacer una respiración profunda
en la que el aire llegue al diafragma o a la tripa).
Hacer ejercicios de soplo, como hinchar globos, soplar velas, soplar con pajitas… de esta forma
conseguiremos fortalecer los órganos fonadores.
Alargar las vocales al hablar. Esto sobre todo lo podemos hacer mientas el niño lee.
Trabajar el turno de palabras, como por ejemplo, empezamos una frase, paramos y le pedimos
al niño que él la termine.
No olvidemos que el tratamiento de la disfemia conlleva un trabajo junto a los padres, a quienes
les facilitamos pautas dirigidas a modificar el modelo comunicativo dentro del entorno familiar.
Relajación corporal
La técnica más usada en relajación para tratar la tensión en pacientes con disfemia es la
conocida Relajación Progresiva de Jacobson. Aquí, usamos la tensión voluntaria y relajación de
todos los grupos musculares con la idea de crear conciencia del cambio que se produce en nuestro
cuerpo, aprendiendo a disminuir la ansiedad relajando dicha tensión producida de manera consciente.
Entonación y melodía
Con este tipo de tarea, tratamos de realizar conversaciones dándole una melodía como si de una
canción se tratara. Lo ponemos en práctica en frases, con trabalenguas, chistes, poemas etc. La
melodía en el habla disminuye el tartamudeo. De este modo, en ocasiones introducimos canciones o
el uso de karaoke en sesiones de logopedia como actividad extra.
Es muy importante, llevar a cabo las técnicas de habla aprendidas fuera de las sesiones de logopedia
para generalizarlas en todos los contextos comunicativos. Posteriormente, se aconseja realizar
sesiones puntuales como seguimiento y control del proceso terapéutico.