Vampiros en La Literatura

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Vampiros en la
literatura
género literario
Una ilustración de Carmilla, de Sheridan le Fanu, una
de las principales obras de la literatura de vampiros.

La presencia de los vampiros en la


literatura abarca un campo literario
centrado en torno a la figura del vampiro y
los elementos asociados a la misma, con
diversas variantes. Aunque figuras y
personajes vampíricos con diversos
rasgos han aparecido en la mitología, la
cultura oral y la literatura desde la
antigüedad la primera aparición del
vampiro literario moderno se produjo en
las baladas góticas del siglo XVIII,
saltando al ámbito de la novela con The
Vampyre de Polidori (1819) y
posteriormente se popularizaría como
figura de los relatos de terror. La historia
de Carmilla (1872) de Sheridan Le Fanu
resultó muy influyente en el género, así
como para perfilar la imagen del vampiro
gótico, pero sin duda la obra maestra y
completa del género es Drácula de Bram
Stoker (1897). Desde el siglo XX las
historias de vampiros se han diversificado,
no sólo aportando elementos nuevos, sino
también introduciendo elementos de otros
géneros como las novelas de suspenso,
fantasía, ciencia ficción y otros géneros
menos habituales. Además de las
tradicionales criaturas no muertas
bebedoras de sangre, el vampirismo se ha
extendido a otro tipo de seres como
alienígenas o incluso animales. Otros
“vampiros” de ficción se alimentan de
energía vital en lugar de sangre.

Historia del género


El mejor estudio académico realizado a la
fecha sobre el origen real de los vampiros,
donde se demuestra que la creencia
surgió como tal a fines del siglo XVII en un
reporte de la revista Mercure de France
como criaturas de la imaginación
marcadamente diferentes de otras en la
historia, es el trabajo del investigador
francés Koen Vermeir (El trabajo se puede
consultar en los enlaces externos al final
de esta página).

El siglo XVIII …

La literatura vampírica hunde sus raíces en


una fiebre sobre los vampiros que se
extendió por Europa a principios del siglo
XVIII, especialmente en el período entre
1720-1740. En diversos espacios
comenzaron a moverse peculiares
historias sobre exhumaciones de no-
muertos, con testigos letrados y jurídicos
titulados en varios lugares de Europa
Oriental, como Arnold Paole en Serbia,
durante el gobierno de la dinastía de los
Habsburgo.[1] Pero más allá de la
superstición, el vampiro se abrió paso a
las tradiciones folklóricas donde halló un
terreno propicio para quedarse. Canciones
sin autor evocaban sus hazañas en los
países de Europa Oriental, cuando una
revista alemana, editada en Leipzig
consagró en 1748 un número dedicado a
los vampiros. El vampiro no se refería a
ninguna historia de muertos vivientes, sino
la del valiente amante que amenazaba con
galantería a su amada con convertirse en
un vampiro y vengarse de ella visitando su
habitación por las noches para demostrar
que su amor era más fuerte que las
cristianas enseñanzas.

Estas primeras canciones solían ser de


temática amorosa y muestran a personas
que regresan de la tumba para visitar a
sus seres queridos y causar su ruina de
una forma o de otra. No se trata tanto de
un “contagio” vampírico como una magia
póstuma bien producida por maldiciones o
juramentos incumplidos los que provocan
la aparición de los no muertos. En cierto
sentido, se trata de una influencia de “la
Danza de la Muerte” medieval, en la que
ésta viene a buscar a los vivos sin
importar su situación ni posición social.
Retrato de Gottfried August Bürger por Rosmäsler,
1827.

Posteriormente es Gottfried August


Bürger, el creador de la “balada artística”
alemana y uno de los mayores
representantes del movimiento conocido
como Sturm und Drang, quien realiza el
primer tratamiento literario de la
superstición del vampirismo. En Lenore,
poema publicado en 1773, relata la
historia de una joven, que al final de la
Guerra de los Siete Años, se angustia por
no tener noticias de su prometido. A
medianoche golpean su puerta. Lenore
desciende y reconoce enseguida a su
amado, que viene a buscarla para casarse
con ella; él la sienta en su caballo y
galopan vertiginosamente a la luz de la
luna, atravesando paisajes espectrales. La
muchacha quiere saber por qué cabalgan
tan rápido; el novio espolea y dice: Denn
die Toten reiten schnell (“Porque los
muertos viajan deprisa”) (que será citada
por Bram Stoker en Drácula). Lenore
responde: “Deja a los muertos tranquilos”.
Cerca del amanecer entran a un
cementerio; mientras el caballo avanza el
novio va perdiendo su forma humana y el
lecho nupcial se revela como el nicho en la
que yace el esqueleto del novio. Un cortejo
de espectros danza una ronda macabra y
repite la tardía advertencia: “No hay que
medirse con Dios.”
Johann Wolfgang Goethe.

En 1797 Johann Wolfgang Goethe publica


La Novia de Corinto, una expresión del
conflicto entre paganismo y cristianismo.
Los familiares de la mujer muerta en la
historia son cristianos, mientras que el
joven y sus parientes son paganos. Para
escribir su historia Johann Goethe se basó
en un episodio del “Libro de los Prodigios”
de Flegón de Tralles, un autor griego del
siglo I d. C. donde se narraba la historia de
Filinea, una bella joven que, tiempo
después de ser enterrada, fue sorprendida
en el lecho de un extranjero llamado
Macates. En la versión de Goethe, que
presenta algunos puntos de contacto con
el argumento de “La religiosa” de Diderot,
publicada en 1796, la muchacha muere de
pena porque sus padres no la dejan
casarse y quieren encerrarla en un
convento. Para vengar la dicha arrebatada,
abandona por la noche el sepulcro, se
presenta en la habitación de su prometido
y, tras gozar con él como jamás lo ha
hecho en vida, lo vampiriza. Cuando es
descubierta, la muchacha vuelve a morir y
sus parientes rompen la maldición
quemando su cuerpo fuera de las murallas
de la ciudad.

Algunos críticos sostienen erróneamente


que Goethe pudo haberse inspirado en la
historia de Menipo Licio y la Empusa,
referida por Filóstrato en el libro cuarto de
su “Vida de Apolonio de Tiana”, obra
escrita en el siglo II d. C. Según Filóstrato,
un joven filósofo, que se dirige de
Cencreas a Corinto, se encuentra de
camino con el espectro de una bella mujer
fenicia. La dama lo invita a su casa y le
promete que si se queda a vivir con ella, le
dará de beber el mejor vino, cantará y
bailará para él y ningún mortal se atreverá
a molestarlo jamás. El joven acepta la
propuesta y, luego de gozar de los
encantos de la muchacha, decide casarse
con ella. A la boda asiste, entre otros
invitados, Apolonio, que se da cuenta de
que la novia es una Empusa y que todo su
atavío, como el oro de Tántalo del que
habla Homero, es mera ilusión;
desenmascarada, la Empusa llora y desea
que Apolonio guarde silencio, pero él no se
deja conmover y sigue nombrándola hasta
que sus vestidos, su cuerpo y la casa
misma, con todo lo que contiene, se
desvanecen al instante.
Samuel Taylor Coleridge.

Lenore de Bürger gozó de gran


popularidad en Gran Bretaña hasta el
punto de contar con siete traducciones,
entre ellas una de Walter Scott e inspiró a
Samuel Taylor Coleridge para su
Christabel. Este poema de 1797 es la
primera mención a los vampiros en la
literatura inglesa y cuenta la historia
sobrenatural de una muchacha que vive en
un castillo gótico en compañía de un
padre que añora a su esposa muerta. Una
noche, en medio del bosque, Christabel
encuentra a Geraldine, bellísima hechicera,
que la convence de que la lleve a dormir a
su alcoba. La joven se siente atraída por la
extraña y mientras comparten el lecho,
tiene un sueño en el que se ve
vampirizada, al pie de un viejo roble por
una mujer con ojos de serpiente. Por la
mañana, su padre reconoce a Geraldine,
en cuyo rostro cree descubrir a la hija
perdida de un viejo amigo y se enamora de
ella. Christabel, celosa de un amor que la
excluye, ruega a su padre que eche a la
intrusa, pero no lo consigue y acaba
siendo despreciada. Coleridge publicó
“Christabel” en 1816 sin haberlo
concluido. Las reseñas en los periódicos
de la época fueron principalmente
negativas y apuntaron, sobre todo, a la
ambigua esencia de Christabel, que no se
parecía a ninguna de las heroínas
conocidas. Un crítico anónimo se
preguntó: “¿De qué trata todo esto? ¿Cuál
es la idea? ¿Lady Geraldine es una
hechicera o un vampiro? ¿Es un hombre?
¿Es ella, él o eso?”. La trama, con
sugerencias de lesbianismo e incesto
dejó, sin embargo, una profunda huella en
la literatura inglesa del siglo XIX, como
puede verse en “Carmilla” de Joseph
Sheridan Le Fanu. La influencia de
Coleridge sobre la narrativa vampírica se
hizo sentir también a través de su famosa
“Rima del viejo marinero”, incluida en el
libro Baladas líricas que editó junto a
William Wordsworth y Robert Southey, de
la que se ha dicho que inspiró a Bram
Stoker el viaje en barco de Drácula desde
Turquía hasta las costas de Inglaterra.[2]

Robert Southey, poeta inglés


Si bien Robert Southey, compuso su
monumental poema épico Thalaba el
Destructor, posteriormente a Coleridge
(1797-1800), lo publicó antes. Oneiza, la
amada muerta de Thalaba, el protagonista,
se convierte en una vampira, aunque
semejante suceso es secundario a la
trama principal. Southey cuenta cómo el
héroe penetra en la bóveda de su esposa
Oneiza, durante una medianoche de
tormenta, acompañado de su suegro. En
un resplandor de azufre ve levantarse a la
difunta del sarcófago, con las “mejillas
lívidas”, los “labios azules” y “un terrible
brillo en la mirada”. Aunque cuenta con un
anillo mágico que le confiere poder sobre
los muertos, Thalaba está a punto de
sucumbir a su hechizo, cuando el padre de
la joven atraviesa el “cadáver del vampiro”
con una lanza. Según consigna el propio
Southey en su edición anotada del poema,
la escena se inspira en “Viaje al Levante”
de Tournefort y en el famoso caso del
vampiro Arnold Paole referido por el abate
Calmet.
El siglo XIX …

Lord Byron en traje albanés, pintado por Thomas


Philips en 1813.

Durante el cambio de siglo continúan


publicándose baladas góticas que utilizan
la figura del vampiro. En su poema épico El
Giaour, fragmento de un cuento turco
(1813) Lord Byron alude al vampiro como
figura trágica condenada a beber la sangre
y a destruir la vida de sus seres queridos.
Es posible que se basara en el poema
recientemente publicado de Robert
Southey.

But first, on earth as vampire sent,


Thy corse shall from its tomb be rent:
Then ghastly haunt thy native place,
And suck the blood of all thy race;
There from thy daughter, sister, wife,
At midnight drain the stream of life;
Yet loathe the banquet which perforce
Must feed thy livid living corse:
Thy victims ere they yet expire
Shall know the demon for their sire,
As cursing thee, thou cursing them,
Thy flowers are withered on the stem.

Pero la mayor contribución de Byron a la


historia del género vampírico tuvo menos
que ver con su obra literaria que con la
dramatización de su vida. Una noche de
verano de 1816, mientras pasaba una
temporada en Villa Diodati cerca del lago
Ginebra, acompañado de Percy B. Shelley,
Mary Godwin, Claire Clairmont y
especialmente John William Polidori , su
biógrafo, secretario y médico privado,
Byron desafió a los presentes a escribir
una historia de fantasmas. El juego tuvo
como consecuencia que el propio Byron
terminara por convertirse, en virtud de una
serie de equívocos y desplazamientos, a la
vez en autor apócrifo y protagonista
auténtico del primer cuento de vampiros
de la literatura europea. La historia de
Byron, que dejó inacabada, era un
enigmático relato sobre el misterioso
destino de un aristócrata llamado
Augustus Darvell en su viaje a Oriente.
John William Polidori tomó este relato de
Byron y lo extendió y completó,
constituyendo la base de El Vampiro
(1819). La propia vida decadente de Byron
se convirtió en el modelo del protagonista
no muerto, Lord Ruthven, que muestra los
rasgos del vampiro romántico: un atractivo
aristócrata de astucia y encanto malignos,
una criatura de tez pálida y hábitos
nocturnos. En contraste, el vampiro del
folklore popular era un monstruo horrible,
hinchado de sangre, y nada atractivo.
Supuestamente Polidori habría tomado el
nombre de Lord Ruthven de la novela
Glenarvon, de Lady Carolina Lamb.[3] No
obstante la moda de los vampiros no
comienza a extenderse en Inglaterra hasta
unas décadas después a raíz del éxito y
difusión de la obra de Charles Nodier.
Entre las muchas publicaciones populares
cabe destacar el penny dreadful, o folletín
por entregas de Varney el Vampiro o El
Festín de Sangre (1845), obra de autor
discutido, que durante dos años prolongó
sus sangrientas aventuras en 109
entregas semanales y 220 capítulos. El
protagonista vampírico, Sir Francis Varney,
es el primer vampiro literario que adopta la
escena clásica de entrar por una ventana
para beber la sangre de una joven
dormida. Durante el resto del siglo XIX los
escritores ingleses siguieron
contribuyendo al género en La verdadera
historia de un vampiro (1894) donde el
conde Eric Stenbock realiza una parodia
de Carmilla. La buena Lady Ducayne de
Mary Elizabeth Braddon (1896) asocia el
género con la técnica de las transfusiones
de sangre.

Charles Nodier.
Charles Nodier, precursor del
romanticismo y que tradujo al francés el
relato de Polidori, escribió una secuela no
autorizada de la historia titulada Lord
Ruthwen ou les Vampires (Lord Ruthven o
Los Vampiros) (1820), un melodrama
teatral escrito bajo el seudónimo de
Cyprien Bérard. Esta versión tuvo una gran
popularidad en gran parte de Europa y
convirtió al vampiro en la figura de Lord
Ruthven en personaje de comedias,
ballets, óperas y otros espectáculos como
el Polichinela vampiro estrenado en el
Circus Moris en 1822; relacionado con el
auge paralelo del vaudeville, en el período
posterior a la Restauración
postnapoleónica. También sería adaptado
al inglés por James Planché como El
Vampiro o la Novia de las Islas (1820),
ambientado en Escocia o en la ópera
alemana Der Wampyr del compositor
Heinrich Marschner, que situó la historia
en Valaquia. Charles Nodier había vivido
durante un tiempo en Liubliana, capital de
las Provincias Ilíricas (actual Eslovenia),
donde había conocido varias leyendas
eslavas. A su regreso a París tras la caída
de Napoleón Bonaparte, se ocupó de
difundirlas a título de curiosidad en un
pequeño volumen titulado Infernaliana en
1822.

La moda de los vampiros en Francia debe


mucho a la Disertación del abad Calmet,
un ensayo sobre los rumores sobre
vampirismo y muertos vivientes de Europa
Central y Oriental aparecido en 1746.
Prosper Mérimée publica en 1827 La
Guzla, un volumen recopilatorio de
leyendas con un capítulo dedicado al
vampirismo. Théophile Gautier describe en
La muerta enamorada (1836) a la mujer
vampiro como una mujer fatal, un
elemento reiterado en poemas y escritos
posteriores. Otro autor francés que se une
a la moda del género es Alexandre Dumas
padre, presente en el célebre estreno del
Vampiro de Nodier y Carmouce en el
Théâtre de la Porte Saint-Martin en 1820.
Dumas padre publica en 1849 La dama
pálida, donde describía un castillo situado
en los montes Cárpatos, habitado por un
vampiro en el marco de una historia
novelesca, que perdería varios fragmentos
en sucesivas reimpresiones. En 1865 Paul
Féval publica La vampira, basada en un
relato anterior de 1825 del barón de
Lamothe-Langhon. En la novela de Féval
se mezclan hechos históricos con las
peripecias de una extraña mujer que se
desdobla para disimular su vampirismo.
Féval continúa tratando el tema en otros
relatos como El Caballero Tenebroso
(1860), La Ciudad de los Vampiros (1867)
Por su parte Guy de Maupassant escribió
en 1876 El Horla cuya historia se ambienta
con la presentación de un caso clínico,
que en la incipiente ciencia psiquiátrica el
siglo XIX comienza a ser considerado
como un síntoma de perturbación mental.
Marie Nizet en El capitán vampiro, muestra
a un oficial ruso, Boris Liaotukine, como
vampiro.
E.T.A. Hoffmann.

El romanticismo alemán también utiliza la


figura del vampiro, representado en el
relato de E. T. A. Hoffmann, titulado
Vampirismo (1819), incluido en una
antología y Deja a los muertos en paz
(1823) de Ernst Salomo Raupach. Por su
parte Ludwig Ritter escribe El vampiro o La
novia muerta, basado en la adaptación de
Charles Nodier de El Vampiro de Polidori.
En 1884 Karl Heinrich Ulrichs escribe
Manor, en la que por primera vez el
vampirismo aparece como una metáfora
directa de la homosexualidad masculina.

La moda del vampirismo literario también


se extiende a los Estados Unidos en el
siglo XIX. El relato estadounidense más
antiguo es The Black Vampyre: A legend of
St. Domingo (1819), escrito bajo
seudónimo y posiblemente en reacción a
la popularidad de El vampiro de Polidori.
Se trata de un relato curioso, de estilo
cómico y con un fondo abolicionista de la
esclavitud. También posee la peculiaridad
de que es el primer relato en el que
aparece un vampiro negro. Sin embargo,
se trata de un relato excepcional, y la
mayoría de las historias de vampiros de
Estados Unidos se decantan por la figura
de la mujer vampiro que regresa de la
tumba. Entre estos relatos destaca
Berenice de Edgar Allan Poe (1835). En El
Misterio de Ken (1883) Julian Hawthorne
traslada la leyenda a Irlanda, asociándola
con el mito de La Llorona, muy popular en
México y en el sur de los Estados Unidos.
Francis Marion Crawford utiliza el tema de
la novia difunta en Italia, vinculando al
vampiro con la idea de una sustancia
maldita, inaprensible y sin contornos.
Retrato de Alekséi Konstantínovich Tolstói.

En los países de Europa Oriental, el mito


del vampiro también es tratado por varios
autores, en el marco de la recuperación
folklórica producida por la efervescencia
nacionalista del siglo XIX, aunque estos
relatos literarios raramente trascienden
sus fronteras. Destaca el autor serbio
Milovan Glišic.[4] En 1835 el ruso Nikolái
Gógol publica El Viyi, tomando muchos
elementos del folklore de su país,
presentando la ignorancia y la pobreza
como causa de la superstición. El relato
de Alekséi Konstantínovich Tolstói, Upiros,
fechado en 1841, es una farsa cruel y
apocalíptica de la aristocracia rusa, cuyos
miembros decrépitos viven de baile en
baile, celebran orgías criminales en la
soledad de sus castillos y se nutren de la
sangre de sus hijos. También escribió La
familia del vurdalak, que aunque adopta los
rasgos del relato de terror, no puede
abstraerse de ciertos elementos
paródicos.

Sin embargo, los elementos decisivos y la


fama que configuran el género vampírico
tradicional proceden de autores
irlandeses. El primer autor irlandés que
contribuye al género es Charles Maturin
que publica Melmoth el errabundo (1820)
con influencias de Goethe y Byron.
Melmoth no es un vampiro tradicional,
sino más bien un ser inmortal angustiado
por la carga de los años, y que está
inspirado en la figura legendaria del Judío
Errante.

Entre los autores irlandeses también


destaca Joseph Sheridan Le Fanu, autor
de relatos sobrenaturales y en especial su
novela Carmilla aparecida entre 1871-1872
en una revista londinense, un relato
cargado de fascinación erótica lésbica y
que motivaría sucesivas adaptaciones
cinematográficas en el siglo XX,
convirtiéndose en uno de los relatos más
famosos y conocidos del género.

El relato de “Carmilla” está ambientado en


el ducado de Estiria, que recoge la
experiencia de una joven aristócrata que
es seducida paulatinamente por una mujer
vampiro que bebe lentamente la sangre de
sus víctimas hasta matarlas. El tono
erótico contiene una carga sexual muy
sutil, mostrando que la no muerta está
encadenada a su pasión prohibida de la
misma forma que al deseo de sangre. El
relato, aparte de estar ambientado como
un testimonio personal de la protagonista,
posee varios elementos extraídos del
folklore popular, como los amuletos contra
los vampiros, el horario nocturno o la
estaca utilizada para acabar con su vida.
Una novedad introducida en el relato y que
en ocasiones será utilizada en el género
cinematográfico es que Carmilla está
obligada a utilizar su nombre con todas
sus letras, aunque tenga que cambiarlo
para ocultar su identidad: Carmilla-
Mircalla-Millarca.
Drácula …

Portada de la primera edición de Drácula de 1897.


Bram Stoker.

Drácula (1897) del autor irlandés Bram


Stoker ha sido considerada como la obra
cumbre de la literatura de vampiros,
reuniendo en sí muchos elementos de las
obras vampíricas del siglo XIX en un
conjunto coherente y unificado. En la
novela el vampirismo es tratado como una
enfermedad sobrenatural (una especie de
posesión demoníaca contagiosa), con
insinuaciones eróticas, sangre, muerte y
un estilo marcadamente victoriano, donde
enfermedades como la tuberculosis y la
sífilis eran muy conocidas y temidas. Una
década antes, en 1888, Jack el destripador
y sus asesinatos de prostitutas habían
creado un ambiente muy proclive a los
relatos sangrientos.

El nombre del Conde Drácula (al que


Stoker había pensado inicialmente llamar
Conde Wampyr o Conde de Ville, pero lo
desechó por demasiado obvio), fue
inspirado por un personaje real e histórico,
Vlad III Draculea, también conocido como
Tepes (El Empalador), un destacado
voivoda valaco del siglo XV. Sin embargo,
el personaje literario de Stoker posee
varias diferencias importantes. No es un
noble valaco, sino szekler, y su castillo
está situado en el Paso del Borgo en
Transilvania, y no en Curtea de Arghes, en
Valaquia, donde gobernó. Stoker introdujo
en su novela abundantes referencias
folklóricas, como el horario nocturno, la
tierra profanada, y aportó otros elementos
de su cosecha, relacionando al vampiro
con los murciélagos bebedores de sangre
de Sudamérica.

Stoker se inspiró en muchas obras


vampíricas anteriores, como Carmilla, en
varios mitos y leyendas de Europa Oriental
así como el personaje histórico del
voivoda valaco. Como el autor Le Fanu,
creó seductoras mujeres vampiro como
Lucy Westenra. En la novela también
aparece una gran aportación al género
vampírico: el cazador y experto en
vampiros Abraham Van Helsing, que junto
con Drácula se convertirá en un arquetipo
de personajes similares en el género.
Concluida la novela en 1897, Stoker la
envió a su hermana, que la consideró
“espléndida”. Pronto se convirtió en un
rotundo éxito literario, adaptándose poco
después al teatro y al cine.

El siglo XX …
Sobre todo tras la publicación de
“Drácula”, la figura del vampiro se
convierte en un elemento de referencia de
la literatura de terror, sobre todo a partir de
su difusión popular en el teatro y el cine,
pero trascendiendo más allá hacia otros
géneros literarios como la ciencia-ficción,
fantasía, etc. Resulta poco menos que
imposible hacer un repaso exhaustivo de
los numerosos relatos, novelas y cuentos
sobre vampiros surgidos durante el siglo
XX, ya sea como figura principal o
elemento secundario de la trama, aunque
se pueden destacar algunas figuras y
obras importantes:

Una de las primeras asociaciones del


vampirismo con la ciencia-ficción es El
prisionero del planeta Marte (1908) y su
secuela La guerra de los vampiros (1909),
obra del autor Gustave Le Rouge, donde se
describe una raza de marcianos
humanoides con alas de murciélago y que
beben sangre.

Howard Phillips Lovecraft situó el


vampirismo en muchos de sus relatos, ya
sea como característica de sus criaturas
de otros mundos o como parte de rituales
de magia póstuma en El caso de Charles
Dexter Ward y en La Tumba. En 1926
Lovecraft publicó El intruso, el primer
relato en el que el vampiro es a la vez
personaje y narrador.

Otro ejemplo destacado en la literatura


vampírica de ciencia-ficción es Soy
Leyenda (1954) del autor estadounidense
Richard Matheson, en la que el
protagonista Robert Neville sobrevive en la
ciudad de Los Ángeles, en un mundo
afectado por una plaga que lenta pero
irremediablemente ha aniquilado a la
humanidad. Poco después los muertos
reviven como vampiros pero sin sed de
sangre, y sólo algunas de las
convecciones folklóricas funcionan contra
ellos. Las criaturas no pueden exponerse
al sol, sienten aversión al ajo y pueden ser
eliminadas mediante estacas de madera.
Finalmente Neville se encuentra con una
muchacha superviviente que logra
atravesar su desconfianza y que provoca
que el protagonista sea capturado por los
vampiros, que han comenzado a
reconstruir la civilización desde sus
propias peculiaridades. En el mundo
nuevo de los vampiros no hay lugar para
Robert Neville, que pertenece a otro
tiempo y que es considerado un monstruo,
una leyenda que los vampiros deben
destruir para seguir adelante.

Durante la segunda mitad del siglo XX el


género vampírico continúa, evolucionando
pero al mismo tiempo aferrándose a sus
clichés tradicionales. Destaca la saga
romántica-gótica de Barnabas Collins
(1966-1971) de la autora Marilyn Ross,
vagamente basada en la serie de
televisión Dark Shadows emitida por los
mismos años. Los vampiros de esta saga
son representados como héroes trágicos
en lugar de monstruos tradicionales.
Stephen King.

En 1975 sale al mercado El misterio de


Salem's Lot, uno de los principales éxitos
comerciales de Stephen King, considerado
uno de los maestros de la literatura de
terror. En principio se trata de una historia
de vampiros de corte clásico, con
evidentes paralelismos con Drácula,
incluyendo una lúgubre y fantasmagórica
mansión, un no muerto auténtico y
desapariciones en medio de una tranquila
ciudad de la Costa Este de Estados
Unidos. En 1977 el autor escribió un relato
corto titulado “Una para el Camino”, en el
que un matrimonio y su hija quedan
atrapados en el coche por causa de la
nieve en Jerusalem´s Lot. Otras novelas
de Stephen King, aunque no directamente
relacionadas con los vampiros, sí tienen
un marcado o sutil contenido vampírico
como “Los Tommynockers”, en la que unas
criaturas de origen extraterrestre se
apoderan lentamente de los cuerpos de
los seres humanos.

Anne Rice.
La humanización definitiva del vampiro se
produce en la popular saga de Las
Crónicas Vampíricas (1976-2003), una
serie de novelas de la autora Anne Rice de
Nueva Orleáns. En 1969 escribió un relato
breve titulado Entrevista con el vampiro
(también traducido como Confesiones de
un vampiro), que convertiría en novela en
1973 y se convertiría en otro de los
clásicos de la literatura de vampiros. En la
primera novela, su protagonista Louis
refleja el dolor de su larga existencia. En
principio el libro fue rechazado por varias
editoriales y no sería publicado hasta
1976, convirtiéndose en un rotundo éxito
de ventas. Posteriormente, y a raíz de este
éxito, Anne Rice continuaría publicando el
resto de las novelas de la saga,
presentando a nuevos personajes en los
que destaca el caprichoso Lestat de
Lioncourt, que acaba absorbiendo el
protagonismo de la saga. Al mismo
tiempo la autora publica otros relatos
independientes sobre vampiros,
concluyendo la saga con la publicación de
Cántico de sangre (2003). Desde el año
2014 ha vuelto a retomar la saga con una
serie de novelas con Lestat como
protagonista.

Entrevista con el vampiro es una narración


muy interesante debido a la exploración
psicológica de la psique del personaje
principal, así como la sugerencia de
ambigüedad sexual y homoerotismo que
se extiende por todo el relato, con diversos
detalles sobre la naturaleza de los no
muertos, sus miedos y su irrefrenable
eternidad, que los lleva a la locura y el
desaliento. Y todo contado en forma de
una entrevista que un joven periodista le
hace a Louis, el narrador vampiro.

El ansia (1981) de Whitley Strieber incluye


los elementos de la sexualidad
transgresora y examina la biología de los
vampiros, sugiriendo que sus capacidades
especiales son el resultado de las
propiedades físicas de su sangre,
sugiriendo que los vampiros son una
especie separada que evolucionó de
forma paralela a los humanos. Esta novela
cuenta la historia de una antigua vampira,
que alimentándose de la sangre de sus
víctimas consigue sobrevivir hasta las
noches actuales. Esta criatura vampiriza a
sus amantes, que tras varios siglos
comienza a envejecer rápidamente, por lo
que la vampira los momifica y encierra en
ataúdes.

En la saga del Necroscopio (1986) de Brian


Lumley, el autor mezcla a los vampiros
con elementos de ciencia-ficción y de los
mitos de Cthulhu. El protagonista, Harry
Keogg es un Necrocospio, una persona
capaz de comunicarse con los muertos,
que durante la guerra fría trabaja para los
servicios secretos británicos contra los
soviéticos. Los vampiros de la saga son
parásitos alienígenas, procedentes de una
extraña dimensión, que poco a poco se
apoderan del cuerpo y mente de sus
víctimas, proporcionándoles extraños
poderes mentales y la capacidad de
manipular la carne y los tejidos.
Brian Stableford en su novela El imperio
del miedo (1988), establece un mundo
ucrónico, en el siglo XVII. Los vampiros
han creado un orden feudal en Europa,
gobernando como señores absolutos. El
científico Noell Cordery estudia los
orígenes del vampirismo, lo que termina
provocando una revolución social. En el
epílogo, ambientado a finales del siglo XX,
uno de los protagonistas hace una
reflexión sobre la inmortalidad y sobre la
evolución del mundo a partir del
descubrimiento de Cordery.
Poppy Z. Brite.

El alma del vampiro (1992) de Poppy Z.


Brite revisita los elementos del género.
Los vampiros de Brite son criaturas
amorales y depredadoras, una especie que
parasita a la raza humana pero separada
de ella y que con el paso del tiempo se ha
ido pareciendo cada vez más, hasta el
punto de poder moverse bajo la luz del sol,
aunque manteniendo la sed de sangre y su
longevidad.

En su saga El año de Drácula (1992) el


autor Kim Newman también introduce el
vampirismo en un mundo ucrónico, en el
que el Conde Drácula ha triunfado en su
viaje a Inglaterra en 1897, tomando el
control de la monarquía británica, y los
vampiros pasan abiertamente a formar
parte de la sociedad. La saga continúa en
varios libros posteriores, haciendo guiños
a los clásicos literarios y cinematográficos
del género.

Una trama bastante recurrente ha


consistido en mezclar el vampirismo con
relatos de misterio, suspense e intriga
como en Cazadores Nocturnos (1988) de
Barbara Hambly o La saga de la sangre de
Tanya Huff (1991-1997).
El siglo XXI …

La literatura de vampiros continúa con


buena salud con el cambio de siglo, con
aportaciones nuevas y bizarras cada año,
aunque el género comienza a acusar las
consecuencias de una sobresaturación.
Muchas series han incluido a los vampiros
como protagonistas o elementos de la
trama, ya sea en la ciencia-ficción, la
fantasía, el romance, el erotismo, etc.

Las novelas de suspense y vampiros son


quizás la parte del género más recurrente,
destacando en este siglo la serie
fantástica de Harry Dresden (2000-) de Jim
Butcher y la saga de Sookie Stackhouse
(2003-) de Charlaine Harris, que introduce
elementos cómicos y paródicos.

En el campo de literatura juvenil la


literatura de vampiros a menudo ha
abordado el tema del romance
sobrenatural, que muestra las relaciones
amorosas entre vampiros y humanos.
Normalmente en este tipo de literatura la
figura del vampiro aparece especialmente
humanizada y despojada de la mayor
parte de los rasgos monstruosos y
transgresores que lo caracterizan. Darren
Shan escribió una serie de doce libros
(2000-2004) sobre un niño del mismo
nombre que el autor que se convierte en
ayudante de un vampiro. Stephenie Meyer
creó una serie sobre una adolescente
llamada Bella Swan y su novio vampiro
Edward Cullen; Crepúsculo, iniciada en
2005. Ellen Schreiber creó otra serie
adolescente sobre Raven Madison y su
novio Alexander Sterling, también el
mismo año. En el 2008 Claudia Gray inicia
la Saga Medianoche que se basa en la
relación entre Bianca Olivier y Lucas Ross.
Por otra parte, también se encuentra
Christine Feehan, autora de la saga oscura
(de unos quince libros) como por ejemplo
"El príncipe oscuro" en donde la
protagonista es una joven llamada Raven y
se va a la región de los Carpatos, sin saber
que se encontraría con un enigmatico
hombre que poco a poco se apodera de su
vida.
Juegos de rol como Vampiro: la
mascarada, Ravenloft o Warhammer
también han inspirado novelas sobre
vampiros, aunque siempre destacando el
contexto del juego y no tanto el
vampirismo en sí.

Låt Den Rätte Komma In (“Déjame entrar”)


(2004) es una novela de terror del autor
sueco John Ajvide Lindqvist, que ha
encontrado buenas críticas y describe la
relación entre un niño de 12 años y una
niña vampira de 200 años y que tiene lugar
en un suburbio de Estocolmo.

La novela de Peter Watts Blindsight (2006)


también ha explorado un origen científico
para los vampiros, describiéndolos como
una rama evolutiva de la humanidad que
no se han convertido en la especie
dominante del planeta debido a un
obstáculo en su desarrollo que los ha
hecho vulnerable a la geometría
euclidiana.
El Conde Drácula también continúa
inspirando novelas tradicionales del
género como La Historiadora (2005) de
Elizabeth Kostova o Fangland (2007) de
John Marks. En el año 2009 fue publicada
la novela Drácula, el no muerto, una
secuela de Drácula, obra de Dacre Stoker,
descendiente de Bram Stoker, en
colaboración con Ian Holt, un estudioso de
la figura literaria del vampiro.

La saga de ciencia ficción de George


Willson The Fempiror Chronicles (2009-
actualidad) también ha explorado un
ángulo científico para los vampiros,
convirtiéndolos en una raza de guerreros
modificados genéticamente. El "Fempiror"
original no bebía sangre, pero la mutación
derivada de él adquirió esa característica.

El autor Oliviu Craznic de Rumania


(Eurocon 2012 Encouragement Award),
publicó en el año 2010 una novela de
vampiros que ganó el Premio Nacional de
Literatura Visul (El Sueño), el Premio
Galileo Science Fiction&Fantasy y el
Premio Proliteratura. La novela se titula
...Si la sfarsit a mai ramas cosmarul (...y al
final la pesadilla sobrevivió). La novela,
narrada en un escenario histórico, cuenta
la historia del noble Arthur de Seragens,
que asiste a una boda en un castillo en el
que se ve atrapado en una red de locura y
crímenes, a medida que los invitados
mueren a su alrededor, asesinados por un
enemigo inhumano.

La literatura de vampiros en
el mundo hispano
Horacio Quiroga.

La península ibérica no es afectada por la


"fiebre del vampirismo" del siglo XVIII, y
por lo tanto, salvo la respuesta de algunos
autores ilustrados, como el padre Benito
Jerónimo Feijoo, denunciando la
existencia de los vampiros como un
fraude, el tema no encuentra un eco
excesivo en la literatura española y
portuguesa, y por extensión,
latinoamericana. En conjunto, el
vampirismo iberoamericano es realista y
racionalista en un marco esotérico, y sólo
en las últimas décadas han comenzado a
extenderse historias que imitan otros
modelos sobrenaturales.

Ya avanzado el siglo XIX, y debido a la


influencia del romanticismo y otras
corrientes artísticas europeas, algunos
autores incluyen la figura del vampiro de
forma muy dispersa y ocasional en sus
obras. El nicaragüense Rubén Darío trata
el tema en Thanatopía (1893). La escritora
gallega Emilia Pardo Bazán escribe
Vampiro (1901), un relato corto en el que
un aristócrata setentón se casa con una
joven para recuperar la salud y la juventud
perdida, absorbiendo su vitalidad hasta
matarla. Siguiendo el patrón de un caso
médico el autor peruano Clemente Palma
cuenta una historia de un joven aquejado
por una extraña enfermedad en Las
vampiras (1913). También merece la pena
destacar al autor uruguayo Horacio
Quiroga, quien entre sus cuentos y relatos
de terror incluye en ocasiones vampiros o
temas vampíricos como en El almohadón
de plumas (1905), El vampiro (1927) y
otros relatos.

El autor gallego Alfonso Castelao escribió


Un ollo de vidro. Memorias dun esquelete
(1922) donde en clave humorística
relaciona la figura del vampiro con un
cacique, que aún después de muerto sigue
alimentándose de la miseria de los vivos.
Otro escritor gallego que realizó una breve
incursión en la narrativa de vampiros es
Wenceslao Fernández Flórez con su
cuento El claro del bosque (1922), de
género fantástico, en el que un viajante se
ve forzado a pasar la noche en una cabaña
perdida en medio de un bosque, habitada
por Ricardo Mans y sus tres hijas, Otilia,
Octavia y Ofelia, descubriendo el
protagonista con posterioridad que se
trata de una especie de vampiros
psíquicos con capacidad para introducirse
en el sueño de sus víctimas.

En Vampyr (2009); de Carolina Andújar, se


relata una historia gótica de misterio,
intriga, amor y venganza; retoma varios
aspectos del vampiro tradicional y de la
historia a cerca de la condesa sangrienta.
La historia se contextualiza en la Europa
del siglo xix donde su protagonista en su
afán por descubrir los secretos de los
despiadados enemigos que han
despertado su sed de venganza se
encuentra en el centro del odio de una
vampira y al encuentro de un amor
inmortal.

Entre los autores más recientes destaca la


autora española Clara Tahoces, que con
su novela Gothika (2007), una historia de
vampiros con elementos tradicionales,
ganó el premio Minotauro. El cineasta
Guillermo del Toro en colaboración con
Chuck Dougan comienza La Trilogía de la
Oscuridad (2009), en las que tratará la
figura de los vampiros asociado a una
pandemia vírica. El escritor español
Fernando Gómez Hernández es el autor de
El vampiro de Cartagena (2010) obra
satírica que narra las andanzas de un
ataúd que recorre la península de
Cartagena a La Coruña con un vampiro en
su interior. También Fernando Gómez
Hernández es autor de Los vampiros de
papel (2016) donde hace un recorrido por
los 200 años de la literatura de vampiros
mezclando novela con ensayo.
En Brasil las novelas vampíricas del autor
André Vianco disfrutan de gran
popularidad desde el comienzo de su
carrera literaria en el año 2000.

Desde finales de la década del año 2000


en general se aprecia una creciente
imitación por parte de los autores
hispanos del estilo de los best-sellers y
obras de éxito anglosajones, destacando
en especial obras de romance
sobrenatural, y otras similares, una
tendencia literaria asimismo extendida a
otros países.

En el año 2010 el autor argentino Pablo De


Santis publica Los anticuarios, en la que
presenta una versión renovada del mito
del vampirismo, sin perder la esencia, en la
que los vampiros son criaturas solitarias y
melancólicas que sobreviven
obsesionados por los objetos del pasado
procurando ocultarse de los mortales.

En 2014, el escritor y comunicador


peruano, Micky Bane tras más de diez
años de trabajo, saca a la luz la novela
Blaine, primera parte de la futura saga
Crónicas de un vampiro real, publicada por
Munay Editores en Lima, destacando por
redefinir la imagen del vampiro,
devolviéndoles el aura gótica que fueron
perdiendo a través de los años tras la
temática juvenil de principios del siglo XXI.

La figura del vampiro también alcanza el


cómic hispano, aunque tardíamente, ya a
finales del siglo XX, con obras como Boy
Vampiro o Yo, vampiro (1992), de Carlos
Trillo y Eduardo Risso y, El baile del
vampiro (1997) de Sergio Bleda.

En 2019, el escritor mexicano Juan Carlos


Quezadas obtuvo el Premio Nacional de
Literatura Juvenil FeNal-Norma con su
novela Donde nadie oye mi voz, que narra
la historia de un adolescente, cuyo padre
es un vampiro[5].

El vampiro literario en otras


perspectivas
También han surgido ocasionalmente
algunas perspectivas no occidentales
sobre la figura del vampiro como la novela
The Gilda Stories (1991) de la activista
Jewelle Gómez, con una protagonista
negra y bisexual; Brown Girl In The Ring
(1998), de Nalo Hopkinson, en la que
aparece Soucouyant, un vampiro del
folklore caribeño y la trilogía de los
Inmortales Africanos de la autora
Tananarive Due: My Soul to Keep (1995),
The Living Blood (2001) y Blood Colony
(2008). La escritora Octavia E. Butler
también trata el tema vampírico en su
última novela Fledgling (2005).

Literatura académica o
erudita
Portada de Conceptos racionales y cristianos sobre
vampiros o chupasangres (1733).

Los escritos que intentan compilar y


analizar racionalmente el tema vampírico
con argumentos filosóficos, teológicos y
científicos, aparecen en Europa en los
siglos XVII y XVIII cuando varias oleadas
de rumores u anécdotas sobre apariciones
vampíricas (probablemente incidentes de
epidemias e histeria colectiva) barrieron
numerosos países de Europa Oriental.
Esto produjo un interés generalizado en el
tema, que llegaría a ser comentado por
escritores de la talla de Voltaire, Descartes
y Rousseau o el padre Benito Jerónimo
Feijoo.
Quizás el primer tratado o libro de ensayos
publicado en Europa sobre vampiros fue el
titulado "Conceptos racionales y cristianos
sobre vampiros o chupasangres" escrito en
1733 por Johann Christoph Harengerg
filósofo, teólogo e historiador alemán.[6]
Pero uno de los autores más reconocidos
sobre el tema fue el monje benedictino
francés Dom Augustin Calmet (1672-
1757), abad de Senones, destacado
exégeta e ideólogo de la Inquisición que
escribió, entre otras muchas obras, un
libro titulado El Mundo de los Fantasmas
que incluye el ensayo titulado Negociación
y explicación de la materia y características
de los Espíritus y los Vampiros, y así de los
retornados de la muerte en Hungría,
Moravia, etc. Con esta obra,[7] Calmet
realizó la primera diferenciación clara
entre los vampiros, por una parte, y los
demás espíritus y demonios, por otra, y
plantea si el vampiro está realmente
muerto, o mediante qué mecanismo es
capaz de escapar de la tumba, y qué clase
de energía mueve su cuerpo, llegando a
conclusión de que, a pesar de su
naturaleza maligna, los vampiros son
seres creados por Dios. Igualmente el
abad señala que el mero hecho de ser
pagano no era causa suficiente para
convertirse en vampiro, pues de lo
contrario los romanos y griegos, que
adoraban a dioses paganos, se habrían
transformado todos en vampiros.

La obra de Augustin Calmet alcanzó gran


divulgación y fue criticada por muchos
autores de la Ilustración. También serviría
como referencia posterior para muchos de
los autores y escritores que utilizaron el
vampiro como figura literaria.

En 1820 el editor Chez Masson publicó en


París "Histoire des vampires et des
spectres malfaisans: avec un examen du
vampirisme" de autor anónimo pero que
algunos atribuyen al famoso escritor
ocultista francés Collin de Plancy y en el
cual se propone una visión racionalista del
mito.

En Inglaterra el tema del vampirismo fue


tratado en “The Vampire. His Kith and Kin”
(1928) y en El Vampiro en Europa (1929)
por Montague Summers, quien realiza
estudio sobre el tema y describe un
recorrido de la presencia vampírica a lo
largo de la historia, desde la Antigua
Grecia hasta la época moderna, a través
de los diversos países de Europa.

Juan Gómez-Alonso, doctor en Neurología,


realizó su tesis doctoral sobre el mito del
vampirismo y su relación con la rabia. A
partir de esta tesis publicaría el libro Los
vampiros a la luz de la medicina. (1995).
Rasgos de los vampiros
literarios

Philip Burne-Jones, The Vampire, 1897.

Los rasgos del vampiro literario han


evolucionado a partir de los repulsivos
monstruos del folclore popular, criaturas
bestiales y de rasgos desagradables,
sujetos a extrañas limitaciones y con
comportamiento depredador, que se trata
de simples cadáveres animados. La tez de
estos vampiros suele ser rojiza e
hinchada, sobre todo después de haber
bebido sangre.

A partir del siglo XIX el vampiro tiende a


humanizarse, adquiriendo la figura de un
aristócrata pálido, romántico, elegante y
de un atractivo sexual ambiguo y en
ocasiones trasgresor. Como los vampiros
del folklore los vampiros románticos
necesitan beber sangre y no necesitan
comida, agua ni oxígeno. En ocasiones
son por completo incapaces de comer
comida humana. Estos vampiros adoptan
y fingen comportamientos humanos, para
camuflarse entre sus potenciales víctimas
y evitando ser descubiertos. No obstante,
tanto vampiros folklóricos como literarios
suelen ser afectados por las mismas
limitaciones como símbolos religiosos,
ajo, estacas, etc. En los primeros relatos, y
desapareciendo progresivamente, suele
aparecer cierta influencia lunar, que
permanece en los límites temporales de
actividad de los vampiros. Aunque con
excepciones, por lo general se trata de
criaturas con hábitos nocturnos.

Drácula ha sido el principal referente para


establecer los rasgos vampíricos
tradicionales: el vampiro de esta novela
puede cambiar de forma a voluntad (lobo,
murciélago, polvo y niebla), también puede
trepar sobre superficies verticales como
los muros de su castillo como un lagarto.
Otro rasgo muy extendido e introducido
por Stoker es la incapacidad del vampiro
para reflejarse en los espejos, que no se
encuentra en el folklore. Drácula también
tiene dientes afilados y sus labios son
especialmente rojos.[8]

También en Drácula, el cazador de


vampiros Abraham Van Helsing afirma que
un vampiro puede ser destruido
atravesando su corazón con una estaca de
madera, preferiblemente de espino blanco,
sumergiéndolo en una corriente de agua o
incinerándole. El cuerpo del vampiro debe
ser decapitado, su boca rellenada con
ajos, agua bendita y reliquias, el cuerpo
despedazado y entonces quemado y las
cenizas esparcidas a los cuatro vientos.
La destrucción de la vampira Lucy
Westenra sigue el proceso de estaca en el
corazón, decapitación y ajo en la boca,
pero sin embargo, el Conde Drácula es
destruido con un cuchillo kukri, no con una
estaca de madera. Según el folklore
tradicional y la propia novela de Drácula la
luz del sol no es fatal para los vampiros,
aunque prefieren actuar de noche. Drácula
se pasea durante el día, aunque parece
incómodo y no utiliza sus poderes, como
convertirse en murciélago o niebla, que
podría utilizar para escapar de sus
perseguidores cuando es atacado en su
refugio durante el día en el relato.[9]

En las novelas y relatos del siglo XX se


aprecia una tendencia hacia una
progresiva humanización de los vampiros,
y los diversos autores eligen diversos
rasgos, desechan otros o inventan algunos
nuevos, al mismo tiempo que se
desarrollan teorías objetivas para justificar
su existencia. Algunos ni siquiera son
muertos vivientes, sino especies distintas
a la humana.

Algunos vampiros literarios pueden volar,


bien sea mediante una levitación
sobrenatural o mediante su capacidad
para convertirse en murciélagos. Algunas
tradiciones sostienen que un vampiro no
puede entrar en una casa a menos que
sea invitado por su propietario. Por lo
general sólo necesita ser invitado una vez
para entrar y salir a voluntad. En algunas
historias los vampiros deben regresar a su
ataúd o a su “tierra natal” antes del
amanecer para descansar. Otros colocan
tierra en sus ataúdes, sobre todo cuando
necesitan desplazarse fuera de sus
hogares. En Carmilla la vampira duerme en
un ataúd lleno de sangre en lugar de tierra.

Según el folklore, una de las protecciones


contra los vampiros es arrojar un puñado
de granos de trigo o cereal cerca de las
camas, pues se dice que si un vampiro se
tropieza con ellos se verá obligado a
contarlos uno tras otro hasta terminar. La
aplicación más conocida de este rasgo
aparece en el Conde Drake o Conde Contar,
un personaje del show infantil de Barrio
Sésamo. Este rasgo también ha aparecido
en la serie televisiva de Expediente X y en
la novela Carpe Jugulum de Terry
Pratchett.
Otros vampiros muestran poderes
mágicos que les permiten controlar a los
animales, el tiempo atmosférico, o crear
ilusiones. Sólo en algunas ocasiones la
figura del vampiro se asimila con la del
hechicero.

En resumen puede decirse que desde sus


encarnaciones como monstruosos
cadáveres animados en el folklore popular
a partir del siglo XVIII la figura del vampiro
va adquiriendo cada vez más rasgos
humanos, convirtiéndose poco a poco en
un elegante adversario, un antihéroe
trágico, o incluso adquirir más emociones
y rasgos humanos. En cierto sentido, la
evolución de la literatura de vampiros
avanza hacia una progresiva
"humanización".

En contraste, sin abandonar sus rasgos


monstruosos, algunos escritores han dado
una visión "científica" del vampirismo en
sus obras. En El tapiz del vampiro el
protagonista es un parásito de una
especie diferente a la humana, que se
camufla entre sus presas para evitar ser
descubierto. Otra explicación científica
bastante habitual es considerar el
vampirismo como una especie de virus o
epidemia, que modifica los rasgos de sus
víctimas impulsándolas a consumir
sangre.

El medio vampiro …

Aunque por lo general debido a su estado


no muerto los vampiros folklóricos y
literarios son estériles, el Dampiro, Dampir,
Dhampyr o Dampil es el descendiente de
la unión entre un vampiro y un ser humano
en el folklore serbio y de otros lugares de
los Balcanes. Este híbrido posee la
capacidad de detectar a los vampiros, y
algunos individuos que afirmaban ser
dhampiros a menudo recorrían las aldeas
de los Balcanes poniendo sus habilidades
al servicio de los campesinos a cambio de
regalos y dinero.

Esta figura folklórica también ha sido


introducida en la literatura, aunque en
época más reciente, no apareciendo hasta
la segunda mitad del siglo XX, y en su
mayor parte en cómics.[10]

Blade (1973), un personaje de Marvel


Comics es un dhampiro, un individuo
que posee los poderes de un vampiro
pero ninguna de sus debilidades. La
madre de Blade fue mordida por un
vampiro mientras estaba embarazada, y
Blade cambió durante el embarazo.
D, un personaje del anime japonés
aparecido a principios de 1980, es un
dampiro, hijo del amor entre su padre, el
rey de los vampiros, y una mujer mortal.
Poseído por un espíritu diabólico, D se
ha convertido en un cazador de
vampiros, luchando contra sus instintos
depredadores en un mundo post-
apocalíptico.
Harlan Draka, protagonista del cómic
italiano Dampyr de Mauro Boselli y
Maurizio Colombo, es un hombre que
pretende ser un dhampiro folklórico a
cambio de dinero, hasta que descubre
que en verdad es hijo de un vampiro y
una mujer. Su naturaleza medio
vampírica le permite combatir a los
vampiros, y viaja por el mundo para
destruirlos.
Bruno Dhampiro, protagonista de la
novela (2008) de Rosa Gil, es un niño
huérfano que descubre que en realidad
es un semivampiro y que tiene poderes
excepcionales. Lo malo es que quien le
proporciona esta información es su
padre adoptivo, un vampiro que
pretende utilizar las habilidades de
Bruno para convertirlo en su esclavo y
usarlo en la guerra que quiere
emprender contra los humanos.
Renesmee Carlie Cullen de la novela
Amanecer (2008) de Stephenie Meyer es
la hija concebida por un vampiro
(Edward Cullen) y una humana (Bella
Swan, posteriormente Cullen) . Tiene la
capacidad de transmitir sus
pensamientos a quienes toca, nace con
todos sus dientes y envejece de forma
anormalmente rápida. Cuando alcanza
unos siete años detiene su crecimiento
y adquiere la inmortalidad.
Como se ha mencionado, en algunos
relatos de vampiros, estos son una
especie diferente, que se reproduce
sexualmente. Poppy Z. Brite en El alma
del vampiro establece que los vampiros
son capaces de mezclarse con los
humanos, y aunque los vampiros más
viejos retienen algunos rasgos
legendarios, los híbridos son cada vez
más parecidos a los humanos. El
nacimiento de los vampiros suele
provocar la muerte de sus madres,
vampiras o humanas, pues cuando se
desarrollan comienzan a devorarlas
desde dentro.
Christian Blaine, protagonista de la
novela Blaine (2014), mientras narra su
vida a través de los siglos, cuenta sin
complicaciones que existen cuatro tipos
de vampiros en el Mundo Oscuro:
Nobles (vampiros de sangre pura),
Plebeyos (vampiros cuya sangre fue
mezclada con la de su Hacedor), Mitad
mortales (hijos de padre vampiro y
mujer mortal, dado que la compleja
procreación vampírica destruiría
cualquier fluido corporal masculino en
su camino hacia el óvulo de una mujer
vampiro) y los freaks (un tipo de
vampiros primitivos). Se denota
claramente que los vampiros de sangre
pura son hijos de padres símiles a su
naturaleza (padre y madre) y por lo tanto
son aptos para crear vida), así como los
varones con mujeres mortales.
Dakaria, Silvania y Franz Tepes de la
trilogía Las hermanas vampiro (película),
como su serie de libros homónima.
Bibliografía
Sin pretender ser exhaustiva, a
continuación se expone una lista de varias
obras del género literario del vampirismo,
desde diversos ángulos y calidad.

Der vampir de Heinrich August


Ossenfelder (1748).
Lenore de Gottfried August Bürger
(1773).
Die Braut von Korinth de Johann
Wolfgang Goethe (1797)
The Giaour de Lord Byron (1813).
Christabel de Samuel Taylor Coleridge
(1816).
The Vampyre de John William Polidori
(1819).
The Lamia de John Keats (1819).
The Black Vampyre de Uriah D'Arcy
(seudónimo de autor desconocido)
(1819).
Vampirismus de E.T.A. Hoffmann (1821).
Infernaliana de Charles Nodier (1822).
Laβ die Toten ruhn de Ernst Raupach
(1823)
The Skeleton Count, or The Vampire
Mistress de Elizabeth Caroline Grey
(1824)
Вій de Nikolái Gógol (1835)
La Morte Amoreuse de Théophile Gautier
(1836).
Sem´ya Vurdalaka de Alekséi
Konstantínovich Tolstói (1839)
Upyr de Alekséi Konstantínovich Tolstói
(1841)
Varney the Vampire or The Feast of Blood
de James Malcolm Rymer y Thomas
Preskett Prest (1847).
Histoire de la Dame pâle de Alexandre
Dumas (1849).
Les Métamorphoses du vampire de
Charles Baudelaire (1857).
The Mysterious Stranger Anónimo.
Traducido del alemán de una obra
alemana igualmente anónima de 1855,
apareció en la revista inglesa Odds and
Ends en (1860).
Le Chevalier Ténèbre de Paul Féval
(1860).
La Vampire de Paul Féval (1865).
La Ville Vampire de Paul Féval (1867).
The Vampire Cat of Nabeshima de
Algernon Bertram Freeman-
Mitford(1871).
Vampyr de Jan Neruda (1871).
Carmilla (1872) de Sheridan le Fanu.
The Fate of Madame Cabanel de Eliza
Lynn Linton (1880).
Manor:Eine Novelle de Karl Heinrich
Ulrichs (1884).
Le Horla de Guy de Maupassant (1887).
The Grave of Ethelind Fionguala (también
Ken´s Mistery) de Julian Hawthorne
(1887).
A Mystery of the Campagna de Anne
Crawford von Rabe (1887).
A Kiss of Judas de Julian Osgood Field
(1893).
The True Story of the Vampire de Eric
Stenbock (1894).
The Parasite de Arthur Conan Doyle
(1894).
Lilith de George MacDonald (1895).
Good Lady Ducayne de Mary Elizabeth
Braddon (1896).
Drácula de Bram Stoker (1897).
Dracula´s Guest de Bram Stoker (1897)
(publicado en 1914)
The Tomb of Sarah de F. G. Loring
(1900).
Vampiro de Emilia Pardo Bazán (1901).
Luella Miller de Mary Eleanor Wilkins
Freeman (1902).
Grettir at Thorhall-Stead de Frank Norris
(1903).
Count Magnus de Montague Rhodes
James (1904).
Il vampiro de Luigi Capuana (1904).
The House of the Vampire de George
Sylvester Viereck (1907).
Le prisonnier de la planète mars de
Gustave Le Rouge (1908)
La guerre des vampires de Gustave Le
Rouge (1909)
The Lair of the White Worm de Bram
Stoker (1911).
For the Blood is the Life de Francis
Marion Crawford (1911).
Wampir (1911) de Wladyslaw Reymont.
The Room in the Tower (1912) de E.F.
Benson.
Las vampiras (1913) de Clemente
Palma.
The Adventure of the Sussex Vampire de
Sir Arthur Conan Doyle (1924).
Bewitched de Edith Wharton (1927).
El vampiro de Horacio Quiroga (1927).
The Dark Castle (1931) de Marion
Brandon.
Revelations in Black (1933) de Carl
Jacobi.
Domnosoara Christina (1935) de Mircea
Eliade
The Grinning Ghoul Robert Bloch (1936).
I, The Vampire de Henry Kuttner (1937).
There were no Asper Ladies (1946) de
Eugene Ascher.
Heredity (1947) de David H. Keller
The Girl with the Hungry Eyes (1949) de
Fritz Leiber.
Blood Son (también Drink my blood) de
Richard Matheson (1951)
I Am Legend de Richard Matheson
(1954).
The Longest Night de Ray Russell
(1960).
Some of Your Blood de Theodore
Sturgeon (1961).
Las noches del Espíritu Santo en Las
noches lúgubres de Alfonso Sastre
(1963).
Pages from a Young Girl's Diary (1973)
de Robert Aickman.
Salem's Lot de Stephen King (1975).
The Space Vampires de Colin Wilson
(1976).
One for the road de Stephen King (1977).
The Black Castle de Les Daniels (1978).
Red as Blood de Tanith Lee (1979).
The Vampire Tapestry de Suzy McKee
Charnas (1980).
The Hunger de Whitley Strieber (1981)
The Keep de F. Paul Wilson (1981).
They Thirst de Robert McCammon
(1981).
Castle Dubrava (1982) de Yuri Kapralov.
The Curse of the Vampire (1982) de Karl
Alexander.
Fevre Dream de George R. R. Martin
(1982).
The Dragon Waiting por John M. Ford
(1983).
Little Dracula series by Martin Waddell &
Joseph Wright (1986-2001).
Yellow Fog de Les Daniels (1986)
Those Who Hunt The Night de Barbara
Hambly (1988).
The Empire of Fear de Brian Stableford
(1988).
The Night Flyer de Stephen King (1988).
Those of My Blood (1988) de Jacqueline
Lichtenberg
Carrion Comfort de Dan Simmons
(1989).
The Stress of Her Regard de Tim Powers
(1989).
Fiends de John Farris (1990).
The Gilda Stories de Jewelle Gómez
(1991).
Vampire$ de John Steakley (1991).
The Silver Kiss de Annette Curtis Klause
(1991).
Lost Souls (1992) de Poppy Z. Brite.
Darkness on the Ice de Lois Tilton
(1993).
The Vampyre: Being the True Pilgrimage
of George Gordon, Sixth Lord Byron de
Tom Holland (1995)
Supping with Panthers de Tom Holland
(1996).
The Hunger and Ecstasy of Vampires de
Brian Stableford (1996).
"The Kiss" (1996) de Kathryn Reines.
Dracula the Undead de Freda Warrington
(1997). Una secuela conmemorativa del
centenario de la publicación de Drácula.
Vampirrhic de Simon Clark (1998).
Carpe Jugulum de Terry Pratchett
(1998).
Brown Girl In The Ring de Nalo
Hopkinson (1998).
Shiki de Fuyumi Ono (1998).
Cowboy and The Vampire: A Very
Unusual Romance de Clark Hays y
Kathleen McCall (1999).
The Travelling Vampire Show de Richard
Laymon (2000)
El palacio de la noche eterna de José
María Latorre (2003)
Sunshine de Robin McKinley (2003).
What Big Teeth You Have: A Vampire Tale
de Jimmy Autrey (2004).
Låt Den Rätte Komma In de John Ajvide
Lindqvist (2004).
The Historian de Elizabeth Kostova
(2005).
Fledgling de Octavia Butler (2005).
The Book of Renfield: A Gospel of Dracula
de Tim Lucas (2005).
Non mi uccidere de Chiara Palazzolo
(2005).
Operation Vampyr de David Bishop
(2005).
Thirteen Bullets de David Wellington
(2006).
The Nymphos of Rocky Flats de Mario
Acevedo (2006).
Morrigan's Cross, Dance of the Gods y
Valley of Silence (The Circle Trilogy) de
Nora Roberts (2006).
Renfield de Barbara Hambly (2006).
Blindsight (2006) de Peter Watts.
Baltimore, or The Steadfast Tin Soldier
and the Vampire de Mike Mignola y
Christopher Golden (2007).
Fangland de John Marks (2007).
The Society of S (2007) y The Year of
Disappearances (2008) de Susan
Hubbard.
Death by the Drop de Timothy W. Massie
(2008).
Dracula´s Heir de Sam Stall (2008).
Twelve de Jasper Kent (2009).
Dracula's Return de David Logan (2009).
Release de Nicole Hadaway (2009).
Sombras de una vieja raza de Alejandro
Guardiola Refoyo (2009).
Dracula, the Un-Dead de Dacre Stoker e
Ian Holt (2009).
Ánimas al alba de Amanda Vázquez
(2009).
Vampiro de José de la Rosa (2009).
Blood Oath de Christopher Farnsworth
(2010).[11]
Vampiros: guía de supervivencia de
Manuel Jesús Zamora (2010).
Entre nosotros de Juan Ignacio Carrasco
(2010).
Blood and Sunlight: A Maryland Vampire
Story de Jamie Wasserman (2010).
Vampyr de Carolina Andújar Editorial:
Belacqva (2009).
… și la sfârșit a mai rămas coșmarul de
Oliviu Craznic (2010).
Los anticuarios de Pablo De Santis
(2010).
Modern Marvels - Viktoriana por Wayne
Reinagel (2011).
En la ciudad de los muertos por José
María Latorre (2011).
Blaine por Micky Bane (2014).
Los archivos de Van Helsing por Xavier
B. Fernández (2017).

Sagas de ficción
Existen varias sagas de literatura de
vampiros, de calidad diversa. Tienden a
ser secuelas o protosecuelas en torno al
primer libro sobre las aventuras de algún
personaje en particular. Se indican los
años de publicación del primer libro y del
cierre de la serie, si procede.

Jim Butcher: The Dresden Files (2000).


No todas las novelas están
protagonizadas por vampiros, pues la
trama gira en torno a una guerra entre
vampiros y magos.
Nancy A. Collins: Sonja Blue series:
(1989-;).
Raven Dane: Legacy of the Dark Kind
(2005-)
MaryJanice Davidson: Undead (2004)
P. N. Elrod: Vampire Files series (1990)
Christine Feehan: Dark series (1999).
Christopher Golden: Saints and Shadows
Saga (1994-2003).
Laurell K. Hamilton: Anita Blake: Vampire
Hunter (1993).
Charlaine Harris: Sookie Stackhouse
(2001)
Kim Harrison: Hollows (2004)
Susan Hubbard: "Society of S" (2007)
Tanya Huff: "Blood Books" (1991-1997).
Charlie Huston: Joe Pitt casefiles (2005)
E. E. Knight: Vampire Earth (2003)
Karen Koehler: Slayer (2002).
Tanith Lee: The Blood Opera Sequence
(1992-1994).
Brian Lumley: Necroscope" (1986-1991;).
Stephenie Meyer Twilight (2005-2008)
Christopher Moore: A Love Story (1995-
2007).
Kim Newman:Anno Dracula" (1992)
Caridad Piñeiro: The Calling" (2004).
Anne Rice: Vampire Chronicles (1976-
2003).
Marilyn Ross: "Barnabas Collins" (1966-
1971).
Fred Saberhagen: Vlad Tepes (1975-
2002).
Darren Shan Cirque Du Freak
Maggie Shayne: Wings in the Night
(1993)
L. J. Smith: Vampire Diaries (1991)
Whitley Strieber: Hunger (1981-2002).
Freda Warrington: Bloodwine (1992)
Gene Wolfe: Urth: Book of the Short Sun
(1999-2001).
Chelsea Quinn Yarbro: Saint-Germain
(1978)
Guillermo del Toro y Chuck Dougan La
trilogía de la oscuridad (2009 - ).
Lorena Amkie; Trilogía Gótica (Gothic
Doll, Gothic Soul y Gothic Fate) (2010 -
2013)

White Wolf, una editorial de juegos de rol


ha publicado numerosas novelas y series
ambientadas en su Mundo de Tinieblas, y
en especial dedicadas a su principal juego,
Vampiro: la mascarada. Entre estas
novelas hay trilogías, relatos
independientes y series dedicadas a los
clanes vampiros del universo de juego.

Literatura infantil y juvenil


de vampiros
El vampiro ha adoptado una faceta más
amable en la literatura infantil, bien
utilizando su potencial cómico mediante la
parodia de sus costumbres y hábitos
tradicionales, o mezclándolo con otros
géneros, como la novela romántica
destinada a un público más adolescente.
En cierto sentido, en muchas novelas el
vampiro se muestra como un "adolescente
eterno", con libertad y eterna juventud,
elementos que resultan atractivos para
este tipo de público.

Der kleine Vampir una serie de Angela


Sommer-Bodenburg (1979).
La saga de "Night Huntress" de
Jeaniene Frost
La serie de "Bunnicula" series de
Deborah Howe and James Howe (1979).
The Vampire Diaries saga de L. J. Smith
(1991-1992)
The Silver Kiss de Annette Curtis Klause
(1992).
La serie de The Last Vampire de
Christopher Pike (1994)
Companions of the Night (1995) de
Vivian Vande Velde.
The Saga of Darren Shan también
conocida como la serie de Cirque Du
Freak (2000) de Darren Shan.
La serie de Crepúsculo de Stephenie
Meyer
La serie de Vampire Kisses de Ellen
Schreiber (2005).
La serie vampirates de Justin Somper
(2005)
Peeps de Scott Westerfeld (2005).
The Last Days de Scott Westerfeld
(2006).
Blue Bloods de Melissa de la Cruz
(2006).
La serie Vampire Academy de Richelle
Mead (2006)
Tantalize de Cynthia Leitich Smith
(2007).
La serie House of Night de P. C. Cast y
Kristin Cast (2007)
Uninvited de Amanda Marrone (2007).
The Chronicles of Vladimir Tod por
Heather Brewer.(2007)
Bruno Dhampiro de Rosa Gil (2008).
Saving Amy de Sarah Natalia Lee (2008).
Medianoche de Claudia Gray (2008).`
El beso del vampiro de Lynn Raven
(2009)
Vampyr de Carolina Andújar (2009)
The Reformed Vampire Support Group de
Catherine Jinks (2009).
The Vampire Diaries: The Return
continuación de la saga The Vampire
Diaries de L. J. Smith (2009-presente)
Unidos Por La Sangre primera novela de
la saga Unidos Por La Sangre de T. P.
Edmond (2013-presente)

Revistas
El género de los vampiros en sus diversas
manifestaciones artísticas ha llevado a la
aparición de varias publicaciones
periódicas como la revista 'Bite me'
(1999). En estas publicaciones suelen
aparecer entrevistas con actores,
escritores o personas relacionadas con el
género vampírico, noticias, comentarios
de películas y libros, etc. Otras revistas
actualmente desaparecidas son 'Crimson'
y 'The Velvet Vampyre' (Inglaterra),
'Journal of the Dark' (Estados Unidos).
Véase también
Vampiros en el cine
Vampiros en la historieta
Vampiros en la televisión
Creencias sobre vampiros

Referencias
1. Marigny, Jean (octubre de 1999). El
despertar de los vampiros. Barcelona:
Ediciones B. pp. 46-48. ISBN 84-406-
9373-7.
2. Leatherdale, C. (1993) Dracula: The
Novel and the Legend:46-9
3. A. Asbjorn Jon (2003) 'Vampire
Evolution', in Metaphor 3, 2003: 19-23
4. Glišic, Milovan, "Posle devedeset
godina" (Ninety Years Later)
5. «Juan Carlos Quezadas: ganador del
Premio FeNaL-Norma 2019» .
institutoculturaldeleon.org.mx.
Consultado el 29 de julio de 2019.
6. Vernünftige und christliche Gedancken
uber die Vampirs oder bluhtsaugende
Todten. Escrito por Johann Christoph
Harenberg. Publicado por Meissner,
1733. und Christliche Gedancken über
die Vampirs
7. "Dissertations sur les apparitions des
anges, des démons & des esprits et
sur les revenans et vampires de
Hongrie, de Boheme, de Moravie & de
Silesie ..."Escrito por Abbé de Sénones
Augustin Calmet Poupart.Publicado
por De Bure l'aîné, 1746.[1]
8. ref name="Skal99">Skal, p. 99
9. Nina Auerbach (1981) Our Vampires,
Ourselves: 119-47
10. M. J. Trow (2003) Vlad the Impaler:
56-57
11. Blood Oath: Una novela de suspense
político con vampiros.

Bibliografía
Antonio Ballesteros (2000) Vampire
Chronicle: historia natural del vampiro en
la literatura anglosajona. Zaragoza:
Unaluna. ISBN 84-922683-7-9
Christopher Frayling (1992) Vampyres:
Lord Byron to Count Dracula (1992) ISBN
0-571-16792-6
Freeland, Cynthia A. (2000) The Naked
and the Undead: Evil and the Appeal of
Horror. Westview Press.
Holte, James Craig. (1997) Dracula in
the Dark: The Dracula Film Adaptations.
Greenwood Press.
Melton, J. Gordon. (1999) The Vampire
Book: The Encyclopedia of the Undead.
Visible Ink Press.
Montague Summers (1928) The
Vampire: His Kith and Kin, (book
reprinted with alternate title: Vampires
and Vampirism ISBN 0-486-43996-8).
Chapter 5 - "The Vampire in Literature" is
reprinted in Clive Bloom (2007) Gothic
Horror: 108-126. Basingstoke: Palgrave
Macmillan.
M. J. Trow (2003) Vlad the Impaler.
Sutton: Stroud.

Enlaces externos
Bibliografía de ficción vampírica .
Las mil y una noches: Historia del
príncipe y la vampiro.
Texto español en Wikisource;
traducción de Vicente Blasco
Ibáñez.
Estudio académico de Vermier sobre el
origen real de la creencia en vampiros
Origen y Evolución de los Vampiros:
Monstruos de la Fantasía (artículo
académico) Consulta en
academia.edu Consulta en scielo.org

Datos: Q1425557
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title=Vampiros_en_la_literatura&oldid=122839154»

Última edición hace 3 días por Monjeedagar

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