René Lew 5 Equivocidades

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René Lew,

Para el cartel Equivocidades,


el 11 febrero 2012
(5ª entrega)1
(traducción r)

Condiciones de suplencia en la recursividad

La recursividad, es también necesaria a la significancia, no es sin embargo una


apuesta ganada en psicoanálisis. Y buen número de analistas supuestos hacen impase
sobre la recursividad. Por ello están en una práctica psicoterapeútica. La recursividad se
impone de modo funcional, cuando se hace la pregunta por lo que suple la recursividad.
Parto en resumidas cuentas de lo que podría ser un testimonio común : que la
suplencia de una función opera a través de su objetalización. Esta objetalización
corresponde a la toma en extensión de la función. Dicho de otra manera, esta
objetalización suple a la función en intensión : la reemplaza. Pero esta no es una
verdadera suplencia, puesto que se trata siempre de la misma función, considerada o en
intensión, o en extensión. Tenemos entonces que discutir la recursividad funcional que
opera entre intensión y extensiones diversas, y escritas así :

(intensión → (intensión → extensión)).

El problema es doble y paradojal :


- concierne en primer lugar a la consideración de la erradicación de las funciones
subjetivas como tales (en intensión : goce, pulsión, deseo, palabra, identificación…) ;
esta erradicación pasa por su presentación únicamente objetal (si no objetivante :
ontológica), es decir en extensión : esos objetos pueden entonces ser suprimidos como
lo hace la lógica canónica2;
- pero para suplir en más a esta erradicación (compensando la falta que induce),
se pasa sin embargo por esta misma extensionalización. Dicho de otra manera, si se
admite que toda función es en si (es decir considerada únicamente en intensión)
recursiva3, la suplencia a la forclusión de esta recursivididad es en si misma recursiva,
pero esta vez apoyada únicamente sobre las extensiones de esta función. Esto subraya (y
justifico por allí mi punto de vista) que – toda función siendo, por “naturaleza” función
significante – la recursividad tiende a la significancia –la cual sólo puede ser recursiva.
Pero la extensión, sin salir de esta recursividad, de la que ella es uno de los modos, abre
sin embargo a su ocultación (por lo menos). En efecto la recursividad de una función se
funda sobre sí misma (en intensión), o sobre su objeto (que es su extensión). Este
segundo caso da motivo a una sustitución cualquiera. La primera recursividad
(intensional) es más metonímica que la segunda (más metafórica). En este segundo
caso, es suplida a la función por su único objeto, omitiendo llamar a ello la razón
funcional.

1 Este texto precisa ciertos puntos dejados en espera desde mi intervención en el IIº Coloquio franco-
brasileño de Lyon (11 y 13 noviembre 2011) sobre la función Padre y su erradicación política e
ideológica
2 Ver la entrega nª 3 : “Lógicas de la recursividad”
3 Sé bien que tengo una concepción “extensiva” de la recursividad, pero subrayo así la razón significante
de toda función.

1
Es necesario entender aquí que de hecho no hay suplencia a una función en
intensión (ni directa ni indirectamente). Es tanto más evidente cuando esta suplencia
concierne a una función que habría integrado esta suplencia como imposible
presentando esta imposibilidad como su propia negatividad. Por ejemplo, es el caso de
las funciones llamadas de la castración o de la ausencia de relación sexual. Más
generalmente, una suplencia, siendo ella misma una función, no hace sino volver a
plantear la pregunta de lo que puede ser la suplencia de una función en intensión. Lo
más cómodo es entonces pasar a la objetalización de la función y considerar que el
objeto suple a su falta de objeto. Es así que se pasa del objeto de la pulsión al objeto de
la angustia, del objeto del goce al objeto del deseo, del falo simbólico (funcional) al falo
imaginario (objetal), de la función de la palabra a los objetos de los discursos, etc. Es así
también como se vuelve evidente en la gramática, cuando no se puede definir el sentido
de un verbo sino utilizando otro verbo (ese que pone indefinidamente la fijación de la
definición) o se lo transforma en sustantivo, es decir en objeto, a distancia, de todas
maneras, de lo que es un verbo. A pesar de su inaccesibilidad en intensión una función
puede, por supuesto, ser accesible en extensión : el objeto que la transcribe (o la
representa: Vertretung) la hace accesible.
En resumen, esta recursividad misma de la suplencia se funda como tal de una
ausencia de suplencia en la recursividad, como Lacan lo avanza en diversos “niveles” :
no hay significante que se signifique a sí mismo, no hay Otro del Otro, no hay verdad
sobre la verdad, no hay transferencia de la transferencia, ni acto del acto… Esta
ausencia de suplencia en la recursividad concierne entonces también a las funciones
significantes o aquellas de alteridad, así como las funciones de verdad o de
transferencia.
La cuestión se complica en efecto a causa de la propia estructura recursiva de la
suplencia :
(recursividad → (recursividad→ suplencia)).

También – y esto no es sin efecto explicando la dificultad para aprehender el


inconsciente – la suplencia a una función de censura es censurante ella misma. Ella se
mantiene funcional, como la censura. Una censura que de hecho mantiene bien oculta
(censura) su acción.

En definitiva,
1. no hay suplencia a una función como tal y sobre todo si ella es subrayada
por su negatividad, como lo es una función de censura ;
2. la suplencia a una función (negativa) de censura es ella misma censurante
(negativante) ;
3. pero como la censura de una función es imposible directamente, no hay
tampoco suplencia a esta censura, entonces el devenir de imposibilidad se inscribe
recursivamente en el mismo aspecto censurante de esta imposibilidad, tocando esta vez
a otro objeto y no a una de las extensiones directas de la función en juego ; se puede
aquí imaginar una censura, política, religiosa, que toca a una obra de arte (sublimación).
Por eso, más allá de toda suplencia de una función, lo que parece en primer lugar
suplir en su razón negativa (su vaciamiento en particular) es el objeto que la transcribe
en extensión, y también, los objetos próximos a aquella respecto de los cuales la
función a la cual se busca suplir ha desplazado su traducción directa. En particular la
suplencia de una función de censura es ella misma censurante, pero entonces como

2
objeto (así una obra de “arte pompier”* viene a ocupar el lugar de una franca obra de
arte).
El francés no se equivoca frente a esta alternativa entre censura imposible e
imposibilidad censurante. Por una parte, se “suple” sea algo censurable o a alguien
ausente, transitivamente, tomando su lugar (como suplente). Por otra parte, se puede
proponer (y principalmente, si no exclusivamente, como objeto) como suplemento en el
seno del dispositivo función-objeto en juego. Es toda la diferencia de “suplir” a “suplir
a…”. Más aún cuando digo que el objeto permite introducir la función, con algo de
fijeza, esta entrada puede ser un impacto para el sujeto.

Resumo y retomo este asunto, con el fin de ampliarlo :

- a. Lo que parece suplir a una función en su negatividad (en el franqueamiento de


una solución de continuidad) es el objeto que la transcribe en extensión
conservando esta negatividad en su conformación ;
- b. la suplencia a una función de censura es ella misma censurante como objeto, y
este objeto viene a tomar el lugar de otro más bien metonímicamente ; una
certeza asegura entonces la suplencia como eficaz : esta eficacia es pues la
suplencia a un objeto aún funcional por otro que ya no lo es.

Desde entonces se entiende (hay que decirlo) que la secuencia de los objetos a
vienen a suplir a la vez a la castración – es decir suplementa la función fálica – y, al
mismo tiempo, conserva la negatividad de esta función ( x.x → x.x ) en su
transcripción en faltas. Más exactamente, si la representancia (Repräsentanz) freudiana
se transcribe en objeto por vía de la representancia (Vertretung, según Frege), entonces
la toma en cuenta de la representancia en objeto (su transcripción, dicho de otra manera
el producto de esta Repräsentanz, como función fálica, por la Vertretung) es un efecto
funcional a la potencia 2 :

Repräsentanz x Vertretung → objeto,


Φ x Φ → objeto a.

La topología en esto es clara : como identificable (modulo su vecindad) a la banda de


Moebius de partida, su corte puede ser recortado (si entonces se la amplía), y así
sucesivamente, con cada etapa la caída de un objeto :

* “art pompier” denominación peyorativa para referirse al academicismo francés de la


segunda mitad del siglo XIX. Tomado de Wikipedia [N. de la T.]

3
banda de Mœbius x corte banda de Mœbius (corte prolongado)

banda bilátera

es decir :

corte x corte corte (sujeto)

objeto

Como para el goce que no es nunca tan prohibido como cuando se aproxima a
ello, la suplencia a una función de censura no hace sino desplazar (Verschiebung sobre
el objeto, él mismo metonímico) esta función, sin anular nada de la censura.
Es así como la ideología neoliberal censura supliendo lo que erradica. Llamo
síntoma a esta suplencia que pone al descubierto lo que el síntoma (esta suplencia como
metáfora, esta vez) viene a enmascarar. Lo que se oculta, es el sinthome como modo de
lo modal, existencial e intensional, de los diversos registros, real, imaginario y
simbólico de la extensión. Se comprende entonces que la ideología neoliberal proponga
constantemente nuevos objetos de consumo, buscando con ello ya no dejar aparecer la
función propiamente subjetiva.
Este embrollo de la censura neoliberal (la erradicación de la que hablo en el
título de la exposición a la que me refiero en la nota 1) con lo que allí suple, incluso
cuando constituye la censura es a la vez allí censurado (como función que pasa al
objeto) y censurante (como objeto que toma el paso sobre la función), este embrollo
tiende a hacer trampantojo, sobre todo cuando un objeto reemplaza a otro. De cualquier
manera se trata de un circuito cerrado, círculo vicioso en particular, tal como el objeto
de la censura hace censura y que la función de la censura suscita su objeto. Ese círculo
vicioso, como lo entiendo, corresponde a la lógica del capital que censura, pero, puesto
que es liberal, tiene la apariencia de no tocarlo, y no poner en obra los objetos sino en la
oposición de toda función, incluso la función de censura. Sea lo que sea, esto no vale tal
cual sino en el neoliberalismo. Pues el totalitarismo (por ejemplo nazi, para quedar en el
dominio del capitalismo) recusa radicalmente toda función intensional, toda
subjetividad, todo goce narcisista (fálico). El campo de concentración es su punta, pero
la globalización neoliberal hace globalmente de la Tierra entera un campo donde las
extensiones no son mejor repartidas (alimento y pesticidas, por ejemplo).
El círculo vicioso va al encuentro de la recursividad y entonces del escapamiento
significante.4
Si la censura sobre la recursividad es recursiva, según las elecciones definitorias
de la recursividad significante dadas en la introducción del texto citado en la referencia,
es que la censura se refiere a la censura para operar, pero ella opera así en suplemento a
lo que ella es como función de censura, pero esta vez como objeto censurante : como el
forclusivo es siempre sustantivo, cuando la discordancia es funcional, se puede decir

4 Tengo aquí un discurso inverso al de Russell en los Principia

4
que la gramática toma en cuenta esta diferenciación haciendo posible la función de
censura. Luego es una cuestión de anáfora : deslizamiento de un objeto sobre otro y de
uno relativo sobre un referente. Sólo la posición psicoseada reconoce este embrollo
siderante : imposibilidad de determinar la referencia (incluso recursiva), cuando la
posición delirante elige la certidumbre racional de la referencia convencida5.
En la hipótesis – difícil de sostener, pero plausible – de una forclusión radical, el
objeto cesa de ser funcional y deviene francamente patológico. Como prueba, los
objetos alucinatorios, incluso delirantes – que incluye el cuerpo en la llamada
esquizofrenia.
Pero, fuera de esta última hipótesis, un equívoco se mantiene en la forclusión
(censurante, pero por el momento…) en lo que induce un real – o allí se opone,
entendiendo que la forclusión está siempre anudada a la discordancia (con positividad y
negatividad asociadas).

Nota:

Trad.
Elsa Andrade Heymann, rev. 13.02.2013, rev. 25.06.2013,
(con Cecilia Sosa, el 27.06.2013(
nueva rev. 20.01.2016

5 S. Rochester & J.R. Martin, Crazy Talk, Plenum Press, 1979.

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