GEORGE, Stefan
GEORGE, Stefan
GEORGE, Stefan
diciembre de 1933) fue un poeta y traductor alemán. Su estética se caracteriza por un “ethos” aristocráti-
co y espiritual de raigambre nietzscheana, en el que resuena el vitalismo de la “voluntad de poder”, mien-
tras que su poética del “arte por el arte” propugna que el objeto de la poesía es distanciarse del mundo,
mostrándoe afín al hermetismo predicado por Mallarmé: la escritura de George se acerca al Simbolismo
francés, con con muchos de cuyos representantes, desde Stéphane Mallarmé a Paul Verlaine mantuvo
contactos. De hecho sus versos, en los que se unen una sensualidad formal en el estilo con un contenido
espiritual-esotérico en los temas, se vierten además en un lenguaje provisto de una ortografía inventada y
aun con una especial tipografía ornamental. George, que además de poeta destacó también como traduc-
tor al alemán de Dante Alighieri, William Shakespeare y Charles Baudelaire; fue un importante puente
entre el siglo XIX y el Modernismo alemán. Innovó con experimentos métricos (con la puntuación y con la
tipografía) y enriqueció el lenguaje poético con extrañas y oscuras alusiones.
Nacido en un pueblo junto al Rin, su familia se trasladó a la cercana ciudad de Bingen, donde su padre,
que había sido posadero, se convirtió en un acaudalado comerciante de vinos. George asistió a la escuela
de humanidades de Darmstadt y, más adelante, estudió durante tres años en la Universidad de Berlín.
Gran viajero, sus primeros destinos al extranjero fueron Londres, Italia y, muy especialmente, París, donde
conoció a los poetas simbolistas franceses, sobre todo a Stéphane Mallarmé, quien se convirtió en su mo-
delo: la literatura alemana de la época se movía entre un clasicismo formalista y un naturalismo elemental
que repelían por igual a George, que convencido de que la interpretación órfica de la tierra es la tarea del
poeta y, considerando que todo lo que es sagrado, ha de seguir siéndolo, ello significaba que la poesía
debe envolverse de misterio; de ahí que la poética de Mallarmé, de poseía pura sin relevancia social, fue-
ron para el joven George una auténtica revelación.
Aunque Stefan George no fue en puridad un esteticista sino un poeta moral y político que, de hecho, fue
considerado por sus contemporáneos una especie de sacerdote-profeta de una nueva era: él, desde lue-
go, creía en la función mesiánica de la poesía; y congregó en torno suyo a un grupo de escritores, artistas
e intelectuales que fueron conocidos como miembros del Georgekreis (círculo de George). El famoso
Círculo se nutría fundamentalmente de amigos de su edad y más jóvenes, que conformaban un grupo de
camaradas en el que, empero, cual si se tratase de una secta, el augusto maestro George era venerado
por sus discípulos. Habiendo muchos jóvenes, no es de extrañar que se difundieran ciertos rumores sobre
la homosexualidad en el grupo, pero hay que decir que las innegables inclinaciones del maestro no sobre-
pasaron nunca el límite platónico: muy significativo fue el caso de su relación con Max Kronberger, un
estudiante de humanidades de 14 años de edad al que abordó en una calle de Munich y que se sintió ha-
lagado cuando un hombre que le había estado mirando se dirigió a él y le pidió permiso para tomar una
foto de su "interesante" cabeza; surgió de ahí una glorificación poética que recuerda la deificación que
Adriano hizo de Antinoo: Georg convirtió a “Maximino” en estandarte de su rumbo poético, como lo ex-
presa una famosa poesía contenida en su volumen Der Siebente Ring (El séptimo anillo, 1907).
Políticamente anunció un nuevo reino que sería dirigido por las élites intelectuales y artísticas, unidas por
su fidelidad a un líder más poderoso; como, además, en su poesía se ponía énfasis en el autosacrificio, el
heroísmo y el poder, obtuvo sobre todo popularidad en círculos conservadores; si bien, en contra de lo
que se ha dicho a veces, no tuvo relaciones con los nazis: George declinó la oferta de Goebbels de aceptar
el ministerio de cultura, y el hecho es que se autoexilió a Suiza y -se sabe- que algunos de los que lidera-
ron la Resistencia Alemana contra Hitler eran miembros de su círculo.
Desde muy pronto, el objetivo de George no fue tanto el arte en sí mismo como su puesta al servicio de
un éthos y una visión política opuestos a la realidad de un Imperio alemán dominado por los prusianos y
que contrastaba con su propia idea de Alemania: denigrando a un tiempo y a una sociedad que conside-
raba viles y decadentes, por estar hundidos en el utilitarismo comercial y poner en práctica políticas bru-
tales, luego barnizadas de retórica meramente decorativa. Por eso, George no se dejó arrastrar por el
entusiasmo militarista de sus compatriotas cuando estalló la Primera Guerra Mundial y, en los turbulen-
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tos años de la posguerra, se convirtió en un referente para una buena parte de los miembros de las gene-
raciones más jóvenes my críticas, tales como el desencantado y vitriólico Klaus Mann, que le profesó pro-
funda admiración: “Stefan George el Templario.., militante profético e inspirado caballero..., y único capaz
de cabalgar la negra ola del nihilismo que amenaza con devorar nuestra cultura, operando la la reconcilia-
ción del ethos griego con el cristiano". Por eso, George abandonó la Alemania hitleriana para asentarse en
el extranjero, muriendo en Suiza.
Amigo suyo, pero fuera del Círculo y ajeno a su influencia literaria, fué Hugo von Hofmannsthal, uno de los
más importantes escritores modernistas austriacos, que tenía 17 años cuando lo conoció un George de
23: mantuvieron correspondencia durante años. Por otra parte, George fue un rewferente para Kafka.
Su colección de poemas más recordada fue Algabal (Heliogábalo, 1892), por el emperador romano; pero
hubo otras destacadas: El año del alma, 1897; El tapiz de la vida, 1899; El séptimo anillo, 1907; La estrella
del pacto, 1914; o El nuevo reino, 1928. Además, muchas de sus poesías fueron musicalizadas por varios
músicos de la Segunda Escuela de Viena.
POEMAS
Cada obra me lleva hacia la muerte. de todo surge este rojo y el llanto;
Casi me llamas con estas ideas; las imágenes que siempre huyen
nuevos discursos me enredan: y en bella lejanía prosperan
deber y beneficio, –cuando la fría claridad mañana amenace.
lo otorgado y lo prohibido;
DE HELIOGÁBALO
2
Las palomas vuelan asustadas hacia el techo.
“Muero conforme, pues que mi rey tembló”.
Ancho puñal ya se hunde en su pecho.
Con verde zaguán juega la roja charca.
EL SEÑOR DE LA ISLA
3
ELLORA*
(*) Antigua ciudad del centro de la India, donde se encuentran los restos de 35 templos budistas,
brahmánicos y jainas.
HIMNOS
LA ALFOMBRA
LA PALABRA
5
Antaño, yo emprendía el viaje
con una joya rica y delicada.
Mi mano huyó
y mi patria nunca ganó el"tesoro...
Las palabras engañan – huyen, de las salas a las que quiero entrar
sólo el canto se apodera del alma – de los titanes de las pródigas leyendas.
pero si no te pierdo ¡Mofaos de mi suave trabajo!
sé mi falta y mi perdón. Pero primero debo admitir
Dejadme como al niño la sabiduría, que entre sueños te he visto
como al niño de los pueblos cantarines y desde el alma te llevo.
LLAMA
6
Oh, madre de mi madre, y excelentísima…
FIN