Cimentaciones en Suelos Dificiles
Cimentaciones en Suelos Dificiles
Cimentaciones en Suelos Dificiles
CIMENTACIONES
DOCENTE
CARLOS ANDRÉS ORDOÑEZ
POR
LAURA TATIANA OBANDO ARANGO
FECHA
27/02/2020
FACULTAD DE INGENIERIAS
POLITECNICO COLOMBIANO JAIME ISAZA CADAVID
MEDELLIN-ANTIOQUIA
2020
OBJETIVOS
Identificar los principales suelos difíciles existentes con sus características, su
tratamiento y su origen para así realizar una correcta clasificación del suelo.
Realizar un correcto diagnóstico de las cimentaciones de acuerdo al tipo de
suelo identificado teniendo en cuenta sus riesgos y peculiaridades.
SUELOS EXPANSIVOS
Y entre otros aspectos importantes como: peso específico seco del suelo,
características plásticas del suelo, potencia del estrato activo, fatiga de la
expansión
Contenido de Coloides
Dentro de los materiales que tiene un tamaño inferior a 74 micras están los
limos y las arcillas. Desde el punto de vista del tamaño se considera arcillas
aquellos materiales que tienen un tamaño inferior a 2 micras (0.002 mm),
siendo necesario para su determinación la realización de un ensayo
hidrométrico.
La magnitud de la expansión que experimenta una arcilla está vinculada con la
cantidad de partículas de tamaño arcilla presente en el suelo.
Los suelos arcillosos, que son los potencialmente expansivos, son muy difíciles
de “prehumectar” siendo lo más factible que el agua penetre a través de fisuras,
etc., no lográndose una humectación pareja del suelo.
Este método de “inundación previa” puede resultar útil para la cimentación
mediante losas, construcción de pavimentos, canales, etc., pero no es adecuado
para cimentaciones aisladas (tipo patín)
La razón es que el prehumectar el suelo conlleva a reducir en una forma muy
significativa los parámetros resistentes del suelo, lo que lo hace inadecuado
para el apoyo de cimientos aislados.
Sustitución del Suelo Expansivo: Una alternativa simple de cimentar una losa
o un patín en un material expansivo es remplazar el material expansivo por otro
que no lo sea.
La experiencia indica que si el suelo natural sobre el que se está apoyando el
cimiento consiste en más de 5 pies (aprox. 1.50 mts) de suelo granular del tipo
(SC-SP), que a su vez se apoya en un suelo altamente expansivo no existe
riesgo de movimiento en la fundación cuando apoyamos la misma sobre este
material granular.
Se debe tener en cuenta qué material colocar, qué espesor tendría ese relleno y
en qué área debajo de la fundación se extendería esa sustitución, el primer
requerimiento es, obviamente, que el material no sea expansivo, eso lo
cumplen los suelos cuya clasificación varía desde los materiales del tipo GW
a los deltipo SC.
Los materiales granulares que podemos considerarlos “limpios”, es decir con
escasa cantidad de finos, aquellos cuya clasificación de acuerdo al S.U.C.S.
varía del tipo GW a SP, tiene una permeabilidad tal que el agua podría llegar
hasta los materiales subyacentes arcillosos y expansibles.
Una alternativa para mejorar el potencial expansivo del suelo sería el poder
mezclar el material granular con el suelo emplazado en sitio. Si bien dicho
método es teóricamente razonable, en la práctica se hace muy dificultoso la
mezcla de material granular con arcillas de bajo contenido de humedad. Se
necesita maquinaria especial, sobre todo por la dificultad de disgregar los
“terrones” de arcilla a tamaños adecuados, lo que lleva a costos tan caros como
otros procedimientos en los que se obtienen mejores resultados como la
estabilización con suelo cal o suelo cemento.
La principal razón por la cual un relleno artificial de un material seleccionado
no es tan efectivo como el apoyar sobre una masa de suelo granular en estado
natural, es por la extensión del mismo debajo de la fundación en uno y otro
caso. Cuanto mayor sea el área en que efectuamos el reemplazo, más efectivo
resulta el relleno.
SUELOS LICUABLES
Durante el proceso en que actúa la fuerza exterior, por lo general una fuerza
cíclica sin drenaje, tal como una carga sísmica, las arenas sueltas tienden a
disminuir su volumen, lo cual produce un aumento en la presión de agua en los
poros y por lo tanto disminuye la tensión de corte, originando una reducción
de la tensión efectiva.
Los suelos más susceptibles a la licuefacción son aquellos formados por
depósitos jóvenes (producidos durante el Holoceno, depositados durante los
últimos 10,000 años) de arenas y sedimentos de tamaños de partículas
similares, en capas de por lo menos más de un metro de espesor, y con un alto
contenido de agua (saturadas). Tales depósitos por lo general se presentan en
los lechos de ríos, playas, dunas, y áreas donde se han acumulado arenas y
sedimentos arrastrados por el viento y/o cursos de agua. Algunos ejemplos de
licuefacción son arena movediza, arcillas movedizas, corrientes de turbidez, y
licuefacción inducida por terremotos.
Según cual sea la fracción de vacío inicial, el material del suelo puede
responder ante la carga bien en un modo de ablandamiento inducido por
deformación o alternativamente sufrir endurecimiento inducido por
deformación. En el caso de suelos del tipo ablandamiento inducido por
deformación, tales como arenas sueltas, los mismos pueden alcanzar un punto
de colapso, tanto en forma monótona o cíclica, si la tensión de corte estática es
mayor que tensión de corte estacionaria del suelo. En este caso ocurre
licuefacción de flujo, en la cual el terreno se deforma con una tensión de corte
constante de valor reducido. Si el terreno es del tipo endurecimiento inducido
por deformación, o sea arenas de densidad moderadas a altas, en general no
ocurrirá una licuefacción por flujo. Sin embargo, puede presentarse un
ablandamiento cíclico a causa de cargas cíclicas sin drenaje, tales como cargas
sísmicas. La deformación durante cargas cíclicas dependerá de la densidad del
terreno, la magnitud y duración de la carga cíclica, y la magnitud de inversión
de la tensión de corte. Si es que ocurre una inversión de la tensión, la tensión
de corte efectiva puede ser nula, en cuyo caso puede occurrir el fenómeno de
licuefacción cíclica. Si no ocurre inversión de las tensiones, no es posible que
la tensión efectiva sea nula, en cuyo caso puede occurrir el fenómeno de
movilidad cíclica.
Si bien los efectos de la licuefacción han sido comprendidos desde hace mucho
tiempo, los ingenieros y sismólogos han tenido un recordatorio sobre su
relevancia a partir de los terremotos de 1964 ocurridos en Niigata, Japón y
Alaska. El fenómeno también jugó un papel muy importante en la destrucción
del Distrito de la Marina en San Francisco durante el terremoto de Loma Prieta
ocurrido en 1989.
Además del tipo de terreno, para que se produzca este fenómeno, el nivel
freático debe encontrarse cerca de la superficie, la compacidad de los
materiales suele ser baja (NSPT<20) y la intensidad del terremoto alta.