La Historia de La Contabilidad

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LA HISTORIA DE LA CONTABILIDAD.

Objeto y alcance de la contabilidad y de su historia

La contabilidad es una actividad tan antigua como la propia Humanidad. En efecto,


desde que el hombre es hombre, y aun mucho antes de conocer la escritura, ha
necesitado llevar cuentas, guardar memoria y dejar constancia de datos relativos a su
vida económica y a su patrimonio: bienes que recolectaba, cazaba, elaboraba, consumía
y poseía; bienes que almacenaba; bienes que prestaba o enajenaba; bienes que daba en
administración; etc.

En este sentido, recientes investigaciones como las de Denise Schmandt-Besserat y,


sobre todo, las de Hans Nissen, Peter Damerow y Robert Englund (1990), arqueólogos
e historiadores de la antigua Mesopotamia, permiten afirmar, que los primeros
documentos escritos que se conocen, constituidos por millares de tablillas de arcilla con
inscripciones en caracteres protocuneiformes, elaboradas hace más de 5.000 años,
contienen tan sólo números y cuentas, sin textos ni palabras. Este hecho hace concluir a
los citados investigadores que la escritura debió de surgir, hacia el año 3300 a.J., para
satisfacer la necesidad que sentían los antiguos habitantes de Mesopotamia de registrar
y dejar constancia de sus cuentas. No fue, pues, el deseo de legar a la posterioridad el
recuerdo de hazañas guerreras, relatos de héroes o dioses, o de plasmar normas jurídicas
para su permanente constancia y cumplimiento, lo que motivó el nacimiento de la
escritura, como se creía hasta ahora, sino simple y llanamente la necesidad de recoger y
conservar las cuentas originadas como consecuencia de procesos productivos y
administrativos.

Desde esos primeros tiempos, las actividades de registro contable se han venido
sucediendo ininterrumpidamente, aunque sólo a partir de los siglos XIV y XV se
conservan testimonios escritos con un carácter regular y relativamente abundante. Los
datos contenidos en la documentación contable, aun la más antigua y fragmentaria, son
cuantitativos y exactos, y no digamos ya en el caso de las contabilidades modernas
llevadas por partida doble, en las que los datos se presentan formando un todo
coherente, completo e íntimamente interrelacionado. Por ello, su estudio e
interpretación permiten arrojar una luz muchas veces enteramente nueva e insospechada
sobre hechos histórico que, a falta de ellos, habían sido explicados de manera errónea o
insuficiente.

No hace falta ir muy lejos para encontrar ejemplos de esta nueva luz proporcionada por
el análisis histórico-contable. Al afrontar el estudio del Imperio español de los siglos
XVI y XVII la historiografía mundial ha tendido a centrarse en aspectos relacionados
con el poderío militar y político que a España le proporcionó la inmensa riqueza en
metales preciosos procedentes de las Indias. Pero la moderna investigación del aparato
contable y organizativo de la Real Hacienda castellana ha descubierto y llamado la
atención sobre el relevante papel jugado en todo este contexto por la formidable
organización administrativa del Imperio, creada totalmente ex novo, sin precedentes de
ninguna clase, y que luego sirvió de modelo a todos los sistemas de dominio colonial
que siguieron al español. De este modo, la investigación histórico-contable ha colocado
en el primer plano de la investigación histórica a la organización de la Administración
castellana de esa época, revelándola como uno de los factores más significativos para
conocer con profundidad y explicar la evolución y vicisitudes del Imperio.

De igual modo, la investigación histórico-contable ha mostrado el conocimiento e


interés de los poderes públicos españoles de esa época por las prácticas contables de los
mercaderes, hasta el punto de dictar con una antelación de más de doscientos años sobre
sus más inmediatos seguidores la primera legislación en el mundo imponiendo a los
comerciantes la obligación de llevar libros de cuentas y de hacerlo precisamente por el
método de partida doble (pragmáticas de Cigales de 1549 y de Madrid de 1552). Con
esta legislación, que fija un hito y supone uno de los grandes momentos estelares de la
historia de la contabilidad española en el contexto mundial, se pretendía impedir o, al
menos, aminorar la salida fraudulenta de metales preciosos más alla de nuestras
fronteras, habida cuenta del rastro indeleble que la contabilidad por partida doble dejaba
de todas las operaciones.

El estudio de la historia de la contabilidad proporciona, asimismo, una visión


desconocida e inesperada del rey Felipe II, que, con la imagen hierática y distante que la
historia le ha asignado tradicionalmente, era capaz, sin embargo, de estar perfectamente
al corriente de las prácticas mercantiles de su tiempo y de interesarse profundamente
por ellas. A él se debe la incorporación a la Administración pública de relevantes
hombres de negocios para aprovechar sus conocimientos, así como la introducción en
1592, tras un intento fallido en 1580, de la contabilidad por partida doble para llevar las
cuentas centrales de su Real Hacienda, como primer gran país en el mundo, en lo que
constituye otro de los momentos estelares de la historia de la contabilidad en España.
Estos hechos dan idea del grado de interés y atención con que en la Corte española se
seguían las novedades en el mundo mercantil y financiero.

La decadencia generalizada del comercio ultramarino de Cádiz en las primeras décadas


del siglo XIX tras la pérdida de las colonias americanas, ocasionando el rápido declive
de la ciudad que perdió su status de gran metrópoli próspera y opulenta, ha constituido
desde siempre uno de los tópicos de nuestra historia económica contemporánea. Sin
embargo, el reciente estudio de la documentación contable de una empresa comercial
gaditana establecida en el año 1730 y que se ha mantenido viva hasta nuestros días ha
puesto de manifiesto que sus años de mayor prosperidad y actividad con
Hispanoamérica fueron precisamente los de la segunda mitad del siglo XIX. No debió
de ser, pues, tan fatal y absoluta la decadencia mercantil de Cádiz como consecuencia
de la emancipación colonial americana. Este es otro ejemplo de cómo la investigación
de las fuentes contables ha venido a corregir y arrojar sombras sobre las percepciones
históricas establecidas, que habrá que revisar.

Citemos, para finalizar este breve repaso de ejemplos en los que la investigación
histórico-contable ha venido a completar o, incluso, a cambiar el signo de las
interpretaciones históricas recibidas, un caso en el que los estudios de historiadores
españoles de la contabilidad han contribuido a desacreditar una teoría ampliamente
extendida entre los historiadores de la empresa norteamericanos: la de que las técnicas
avanzadas de gestión empresarial, y entre ellas la contabilidad de costes, habían surgido
en el siglo XIX como consecuencia de la presión ejercida por la libre competencia entre
las grandes empresas. Los archivos contables de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla
han venido a demostrar cómo, en los siglos XVII y XVIII, una gran empresa en régimen
de monopolio estatal practicaba ya un riguroso control de costes y unas desarrolladas
técnicas de gestión.

Pues bien, ¿por qué si las ventajas de incorporar al análisis histórico-económico el


estudio e interpretación de la documentación contable parecen tan evidentes y
proporcionan resultados tan gratificantes, la historia de la contabilidad, pese al auge
experimentado en los últimos años, es relativamente tan poco conocida y practicada
todavía...? La respuesta debe buscarse, tal vez, en las dificultades técnicas que la
contabilidad ofrece al no iniciado, dificultades que se multiplican cuando lo que hay que
interpretar requiere el conocimiento de las técnicas vigentes en determinados períodos
del pasado. Esta dificultad ha dado lugar, precisamente, a que algunos hayan dado a la
historia de la contabilidad el apelativo de ingeniería de la historia económica, por
considerarla su parte más difícil, intrincada y recóndita, como efectivamente así es.
Tales dificultades técnicas son las que han motivado que muchos historiadores
económicos hayan soslayado y sigan soslayando en sus investigaciones los aspectos
histórico-contables para no introducirse en un terreno resbaladizo que no conocen bien.

Evolución de la contabilidad hasta llegar a la partida doble

Las anotaciones contables se diferenciaron desde el principio al objeto de adaptarse a


dos finalidades fundamentales: primera, la de satisfacer la obligación de agentes y
factores de rendir cuentas a sus principales acerca de la gestión de los bienes y
haciendas confiados a su cuidado, y, segunda, la de seguir de cerca la marcha global de
los propios negocios o actividades. Aunque con numerosos puntos de contacto y
solapamiento, ambas finalidades dieron lugar a dos distintos sistemas de registro
contable, con características propias y específicas.

Común a las dos clases de registros fue, en un principio, el carácter bilateral de las
anotaciones, que consideraban simplemente la relación entre dos personas, el dueño de
los libros y un tercero. Pero mientras el primer sistema se mantuvo en este
planteamiento bilateral, el segundo fue evolucionando en busca de un grado cada vez
mayor de integración, de multilateralidad, hasta que las anotaciones abarcaron todas las
operaciones del dueño de los libros, ofreciendo una visión completa e interrelacionada
de sus negocios.

No se crea por ello, sin embargo, que el primer sistema no evolucionó. Lo hizo y se fue
perfeccionando, pero conservando siempre su carácter bilateral, que le restaba utilidad
para su empleo como método de registro, memoria y gestión empresariales. Por ello, su
utilización se desarrolló sobre todo al servicio de las Administraciones públicas. En
efecto, su planteamiento se ajustaba perfectamente a la necesidad de controlar la
actuación de los funcionarios y de las personas a las que se encomendaba una misión
que involucrase la recepción, entrega y manejo de los dineros o bienes públicos. En los
reinos de Castilla, estas prácticas contables originaron, ya avanzada la Edad Media, el
llamado sistema de Cargo y Data, que se ha mantenido en la Administración de una
forma u otra hasta bien entrado el siglo XX.

Por lo que respecta a la segunda modalidad de registros contables, es decir, los


destinados a facilitar una visión de la marcha de los negocios y actividades,
mantuvieron en lo esencial un carácter bilateral posiblemente hasta los siglos XI o XII.
A partir de estas fechas se van introduciendo, poco a poco, elementos integradores. La
integración completa no se consigue, sin embargo, hasta finales del siglo XIII o
comienzos del XIV con el descubrimiento de la contabilidad por partida doble. Este
sistema contable -que es el que todavía hoy, en los tiempos de la tecnología informática,
se utiliza como método insustituible, gozando de la misma lozanía que en sus mejores
tiempos-, integra e interrelaciona todos los elementos que constituyen el acervo
patrimonial, Caja, Mercaderías, Deudores, Acreedores, etc., registrando tanto los
cambios de estructura del patrimonio, es decir, aumentos, por ejemplo, de Mercaderías
con una correlativa disminución de la Caja debido a una compra en efectivo de aquéllas,
como las variaciones en el volumen total del patrimonio, representado por la cuenta de
Capital. Esta fue, precisamente, la gran innovación aportada por la partida doble, pues
las anteriores modalidades solamente registraban los cambios de estructura del
patrimonio. Desde nuestra óptica la cuestión puede parecernos obvia y elemental, y tal
vez lo sea, pero lo cierto es que la ultimación del nuevo planteamiento requirió siglos de
esfuerzos y tanteos, constituyendo una auténtica revolución conceptual, un cambio de
filosofía contable.

El carácter completo y omnicomprensivo de la contabilidad por partida doble hizo que


cobraran sentido medidas adicionales para garantizar la fiabilidad de los libros. Así, se
constituyó en norma consuetudinaria y aun legal, en algunos casos, el hecho de que los
libros Diario y Mayor, libros típicos y principales de la partida doble, estuvieran
encuadernados, no contuvieran tachaduras, no se dejaran hojas ni espacios en blanco,
etc., todo ello al objeto de que no pudieran introducirse hojas nuevas ni sustituirse las
originales, ni tampoco pudieran anularse partidas anteriores o intercarlarse asientos
nuevos. Asimismo, se generalizó la práctica de autenticar los libros en los Consulados u
otras organizaciones de mercaderes. De este modo, los libros de cuentas cobraron fuerza
probatoria ante los tribunales de justicia.

Primeros tiempos de la historia de la contabilidad

La historia de la contabilidad comprende actualmente no sólo el estudio de la evolución


de las técnicas contables, sino también el de la organización y las técnicas de gestión y
control empresarial, que forman un todo con la organización contable instrumentada, así
como el de las operaciones reflejadas en los registros de cuentas. Dentro de este ámbito,
la historia de la contabilidad no descuida lógicamente el estudio del pensamiento y la
enseñanza contables, ni el de la formación de la profesión contable y el establecimiento
de grupos corporativos profesionales, o el análisis de la legislación y disposiciones que
regulan la actividad contable. Más allá aun, el historiador moderno de la historia de la
contabilidad se preocupa por identificar e investigar las interacciones producidas entre
las estructuras del mundo contable y su entorno cultural, político y socioeconómico.
Pero no siempre se ha concebido la historia de la contabilidad con un contenido tan
amplio.

Aunque ya en los siglos XVI, XVII y XVIII se encuentran obras que, al tratar de la
contabilidad y la teneduría de libros, contienen alguna referencia a aspectos concretos
de la historia de las técnicas contables o la mención de algún autor concreto, el estudio
sistemático de la historia de la contabilidad, propiamente dicho, comienza más tarde, a
mediados del siglo XIX. En sus primeros tiempos, hasta finales del primer tercio del
siglo XX, la historia de la contabilidad se concibe fundamentalmente como el estudio de
los autores y los tratados contables del pasado, aunque no faltan algunos estudios
aislados sobre libros de cuentas. El tema absolutamente prioritario es el de la evolución
de las técnicas contables y la identificación y señalamiento de las novedades que se
producen dentro de ellas. Son trabajos claramente realizados por estudiosos de la
contabilidad, interesados casi exclusivamente por la evolución y progreso de su
disciplina.

Los primeros años del segundo tercio del siglo XX abren una nueva etapa de la
investigación histórico-contable, en la que se va despertando paulatinamente un interés
cada vez más amplio y generalizado por el descubrimiento y estudio de fuentes
primarias, es decir, de los libros de cuentas de las respectivas épocas (De Roover, 1937).
Tal circunstancia propicia la ampliación del campo de estudio de la historia de la
contabilidad que, en contacto directo con los libros de cuentas, no sólo se interesa ya
por las prácticas y técnicas contables pretéritas, sino también por su participación en las
técnicas empresariales de dirección, administración y control, de las que se las considera
expresión genuina, y finalmente por el estudio de las operaciones registradas en los
libros, junto con el del contexto en el cual las mismas tienen lugar. La historia de la
contabilidad comienza así a contextualizarse y a interesar a estudiosos ajenos a la
profesión contable. Es más, se empieza a estudiar el papel de la contabilidad en la
propia configuración del entorno. En especial, se presta atención al papel de la partida
doble, junto a otras innovaciones propias de la época renacentista italiana, como factor
interactivo en las profundas transformaciones en el ámbito de la organización comercial
producidas en la Baja Edad Media. Dichas transformaciones constituyeron, por su
importancia, lo que se ha dado en llamar la Revolución comercial del siglo XIII, que fue
estudiada detalladamente por Raymond de Roover (1942, 1965). Esta Revolución
supuso una profunda renovación en los modos, usos, técnicas y formas de entender y
practicar los negocios, marcando un verdadero hito en la historia económica, no sólo
por el extraordinario auge que experimentaron las transacciones mercantiles, sino
sustancialmente y, sobre todo, por los profundos y revolucionarios cambios
experimentados, que llevaron consigo la transformación del pequeño capitalismo
doméstico en el incipiente capitalismo comercial de los grandes hombres de negocios
sedentarios, demasiado ocupados, sabios e importantes para viajar de feria en feria
ofreciendo sus mercancías.

Este proceso que, en gran parte, fue causa desencadenante de la decadencia de las ferias
de la Champaña, auténtico eje de la vida comercial de la época, trastocó el equilibrio de
poderes mercantiles en Europa, relegando a un segundo plano a los comerciantes
flamencos, para colocar en lugar preeminente a los hombres de negocios italianos,
verdaderos protagonistas de la Revolución comercial, que armados de las nuevas
técnicas de organización, gestión y control de los negocios, que desarrollaron y
dominaron antes que nadie, e imbuidos de la nueva mentalidad, perfectamente
conscientes de las inmensas posibilidades que su capacidad y las nacientes
circunstancias les abrían, no dudaron en romper con el antiguo sistema, dejando de
acudir a las ferias y estableciendo, en su lugar, filiales permanentes en Flandes, Francia,
España, Inglaterra, etc., con lo que se convirtieron en monopolizadores directos del
comercio exterior de media Europa. Hasta ese momento el comercio de la Europa
central y meridional con los países orientales había pasado principalmente por las ferias
de la Champaña. Allí llevaban a vender los mercaderes italianos los productos
adquiridos en Oriente, que eran comprados por los comerciantes flamencos para su
distribución en la Europa central y occidental. A su vez, los flamencos vendían allí los
productos adquiridos en los países de esa zona, que en gran parte eran comprados por
los mercaderes italianos para su reventa en Oriente.

Ahora bien, el establecimiento, por parte de los mercaderes italianos, de filiales en las
principales plazas europeas occidentales, Brujas, París, Londres, etc., para vender
directamente sus productos y dejar de acudir a las ferias, fue propiciado, entre otras
cosas, por el descubrimiento y utilización de la contabilidad por partida doble, que
proporcionó un marco sistemático para sintetizar y ganar una visión general, completa y
rápida de la situación y marcha de los negocios a ellas encomendados. Ello permitió que
la apertura y el mantenimiento de sucursales permanentes en territorios alejados de la
oficina principal, en una época de comunicaciones muy imperfectas, no supusiera un
riesgo excesivo, ya que sus operaciones podían ser controladas a distancia.

Consolidación, auge y revolución epistemológica y metodológica

Las últimas dos décadas del siglo XX se han visto sacudidas por una conmoción en el
seno de la disciplina que nos ocupa que ha dividido en dos a los historiadores de la
contabilidad y ha tenido efectos estimulantes sobre el interés despertado por el estudio
de la disciplina. Me refiero a la aparición de la "nueva historia de la contabilidad", que
surge con fuerza y como un movimiento confrontativo con la historia de la contabilidad
tradicional, abriendo un agrio debate epistemológico y metodológico sin precedentes.

La "nueva historia de la contabilidad" constituye un fruto más, tardío, de los


movimientos postmodernos de relativismo y contestación a los cánones y
planteamientos culturales heredados, movimientos que durante las últimas décadas han
invadido todos los ámbitos intelectuales y artísticos. Dentro de su medio específico, la
"nueva historia de la contabilidad" ha nacido del ayuntamiento y maridaje de las nuevas
ideas epistemológicas y metodológicas sobre la historia en general con el nuevo
paradigma crítico radical de investigación de la contabilidad, de clara orientación
marxista.

Como circunstancia curiosa, debe señalarse que los fundadores de la nueva historia
tienen a gala proclamar que su grupo no está compuesto por historiadores, sino por
sociólogos, politólogos, etnólogos, ideólogos, etc., queriendo, posiblemente, hacer
hincapié con ello en el carácter multidisciplinar de sus investigaciones.

La "nueva historia de la contabilidad" no constituye, en realidad, una escuela o un


cuerpo unitario de doctrina, sino un conjunto variado de enfoques y formas de entender
la disciplina que, a menudo, muestran importantes diferencias entre sí. Pero, en
cualquier caso, lo cierto es que sus partidarios comparten unas ideas y tendencias
comunes que hacen que este conjunto de enfoques y planteamientos se distinga de las
formas tradicionales en que la historia de la contabilidad se había venido entendiendo y
practicando.

Los dos grandes rasgos distintivos de la "nueva historia de la contabilidad" en relación


con la "tradicional" son posiblemente los siguientes: En primer lugar, la pérdida de la fe
en la posibilidad de alcanzar la objetividad en el estudio y descripción de los hechos
históricos. En segundo lugar, el abandono de la idea de que la contabilidad, lo mismo
que las demás actividades humanas, está sujeta a un proceso más o menos lineal de
progreso continuado bajo el estímulo de las necesidades de adaptación a los
requerimientos del entorno. Los adeptos de la "nueva historia de la contabilidad" niegan
la existencia de este proceso evolutivo hacia el progreso y por ello postulan que lo
significativo, lo que debe estudiarse, no son los cambios evolutivos, sino las situaciones
de ruptura, de interrupción, de retroceso. Por otra parte, no creen tan importante la
adaptación de la contabilidad a los requerimientos del mundo exterior, como la forma en
que la contabilidad ha contribuido y sigue contribuyendo a influenciar su entorno y, por
ende, la configuración y evolución de la sociedad.

En la adopción de estos planteamientos antievolutivos han tenido especial importancia


las ideas de Michel Foucault, que, de una manera u otra, han influido en casi todos los
adeptos a la "nueva historia de la contabilidad", ejerciendo en algunos de ellos un
influjo tan fuerte que los ha configurado como un grupo específico dentro del conjunto.
En el contexto que nos ocupa, las ideas de Foucault que más han afectado a los nuevos
historiadores de la contabilidad en general han sido las relativas a las relaciones saber-
poder y al papel de la disciplina en la sociedad de nuestros días. En efecto, desde que la
Humanidad hiciera estallar a finales del siglo XVIII el corsé de los gobiernos
autoritarios para hacer valer los ideales de libertad, las capas dirigentes de la sociedad
han tenido que ir arbitrando nuevas formas indirectas de disciplinar y gobernar a sus
miembros. La contabilidad forma parte de este proceso, que Foucault ilustra a partir del
Panopticon de Jeremy Bentham, es decir, de esa prisión circular en la que los guardianes
pueden ver y vigilar a los presos sin ser vistos, de forma que éstos se sientan
constantemente vigilados. La contabilidad directiva o de gestión ofrece a los
foucaultianos un ejemplo patente de este proceso dentro del contexto contable, pues
dicho sistema permite observar el funcionamiento de toda la organización y asegurar la
vigilancia y el control del comportamiento y rendimiento de sus trabajadores.
Naturalmente, para los foucaultianos, la contabilidad de gestión no ha sido desarrollada
por motivos de racionalidad puramente económica, sino más bien como consecuencia
de esa búsqueda, nunca explicitada por las capas dirigentes, de medios de disciplina,
control y vigilancia sociales.

Por otra parte, el derrumbamiento y rechazo de la llamada "ilusión de la objetividad"


-"that noble dream", como la califica burlonamente Peter Novick- han hecho restar
importancia a la investigación y exposición de los hechos histórico-contables y han
cambiado la actitud del nuevo historiador hacia los mismos. No se trata ya de "dejar
hablar a los hechos por sí mismos", sino de formular interpretaciones apriorísticas que
puedan ser verificadas por los hechos. La reflexión teórica debe preceder, así, siempre a
la búsqueda y recopilación de los hechos. Esta posición es la que hace que los nuevos
historiadores de la contabilidad desprecien la investigación en archivos y la búsqueda de
fuentes primarias,que tachan de inútil y anticuaria, mero anhelo de acumular erudición
vacía y sin sentido, proclamando que la única actividad histórica con verdadera
significación es la interpretación de los hechos. Aunque, acto seguido, ponen de
manifiesto claramente sus verdaderos intereses, pues, en su afán de socavar los
cimientos culturales del mundo occidental al objeto de edificar una sociedad más justa,
más solidaria y más igualitaria, no se esfuerzan en ocultar que la única interpretación de
los hechos que les interesa es la que parte de los planteamientos marxistas de
explotación y lucha de clases.

Es difícil prever lo que traerá el futuro, pero las modas pasan y las pugnas ceden. Sólo
lo auténtico permanece. Esto es lo que ocurrirá, posiblemente, con esta pugna en el seno
de la historia de la contabilidad, cuando las ideas postmodernistas hayan demostrado su
inconsistencia y se haya comprendido que negar la posibilidad de lograr una dosis
suficiente de objetividad en la investigación histórica supone la negación misma del
conocimiento histórico. Del debate actual quedará simplemente el impulso dado al
estudio y a la divulgación de la historia de la contabilidad.

Conclusión

De lo dicho en las páginas anteriores ha de retenerse la idea de que la historia de la


contabilidad es una parte fundamental de la historia económica y, más aun, de la
historia en general. Su campo de investigación no se limita, en modo alguno, al estudio
de la evolución de las técnicas contables, sino que penetra en la misma entraña de los
planteamientos de organización y dirección de las instituciones, de la significación, uso
y alcance de los instrumentos mercantiles, del funcionamiento de los mercados, etc.,
proporcionando una visión desde dentro, desnuda y objetiva. Por ello, difícilmente es
posible una comprensión profunda y completa de los fenómenos económicos y sociales
si no se estudian desde una óptica que incluya el enfoque histórico-contable. Solamente
la dificultad de los conocimientos técnicos requeridos para la práctica de la historia de la
contabilidad ha impedido hasta ahora que la misma se generalizase y se reconociera su
utilidad e importancia. El creciente interés que está despertando esta disciplina en todo
el mundo indica que se está empezando a tomar conciencia de sus posibilidades. Ello
permite presagiar que estamos asistiendo al nacimiento y consolidación de una nueva
disciplina dentro de la historia económica, la historia de la contabilidad, una disciplina
difícil y compleja, sin duda, pero que irá cobrando cada vez mayor importancia, de
forma que los historiadores económicos del futuro difícilmente podrán prescindir de su
concurso si quieren realizar su labor adecuadamente.

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