269 - Arquitectura Del Renacimiento PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 20

1

Arquitectura del Renacimiento

Italia

- La arquitectura del Renacimiento podemos dividirla en dos momentos


determinados por sus dos siglos de existencia: la arquitectura del Quattrocento y la
del Cincuecento.

Al igual que la pintura o la escultura, la arquitectura del siglo XV es un


ejemplo muy apropiado de una fase de experimentación y transformación de la
sociedad europea y por lo tanto de su gusto estético. Lo que caracteriza por lo tanto
los primeros testimonios del nuevo estilo es su originalidad, su referencia directa o
indirectamente a modelos visuales del pasado grecorromano.

La arquitectura a comienzos del siglo XVI alcanza su perfección formal en la


que se consiguen edificios de una calidad estética notable, acorde a los nuevos
tiempos y al pensamiento contemporáneo. El estilo equilibrado y clasicista se
proyecta hasta mediados del siglo, momento en que el modelo entra en crisis y se
produce una ruptura con la estabilidad anterior buscando efectos visuales más
exóticos y dinámicos.

- La sociedad florentina del siglo XV experimenta unos cambios revolucionarios


desde el punto de vista social. Los florentinos a través de las grandes familias de
comerciantes de la ciudad salen de las guerras entre güelfos y gibelinos fortalecidos,
y convertidos en el territorio más importante en el norte de Italia, controlando
2

todas las rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres. La nobleza


terrateniente cae en desgracia, y los burgueses y comerciantes imponen en la ciudad
sus gustos y afán por un arte más vinculado al realismo que creían ver en los modelos
de la Antigüedad, frente al arte cortesano, refinado de las Cortes góticas europeas,
próximo al Gótico internacional vigente.

Los Mediccis, los Rucellai, los Tornabuoni o los Strozzi controlan la ciudad, y
su riqueza se vuelca en prestigiar a estas dinastías de comerciantes. Desde comienzos
de siglo la construcción tiene un periodo de expansión, acompañada por el gran
número de artistas de la ciudad, muchos de ellos, expertos en arquitectura. Todos
ellos experimentan, dialogan con los estilos de la Antigüedad, en especial el arte
romano y lo que denominamos paleocristiano. Conscientemente eliminan todos los
vestigios que aún pervivían de la tradición gótica en el siglo anterior. A ello hay que
añadir el descubrimiento a comienzos del siglo del manuscrito con el texto de los
Diez libros de Arquitectura de Vitrubio, auténtico compendio de los
conocimientos arquitectónicos romanos del siglo I d. C.

- A comienzos del siglo XV hay un edificio emblemático de la ciudad a medio


construir: la Catedral de Santa María de las Flores. El cabildo no se pone de
acuerdo en el modo de finalizar la obra. Sobre todo, plantea problemas cerrar el
crucero ya que su amplitud exige un cimborrio o una cúpula de grandes
dimensiones. Finalmente deciden convocar un concurso de ideas y proyectos para
tomar una decisión. Y eligen la idea de un orfebre, recientemente derrotado en el
concurso de las puertas de bronce del Baptisterio: FILIPPO
BRUNELLESCHI. Brunelleschi no ha construido jamás pero sus conocimientos
sobre la materia son sólidos. Además demuestra ser un buen conocedor de los
sistemas constructivos romanos. Y de hecho, la Cúpula no es en apariencia un
edificio marcadamente clásico: usa mármoles de varios colores, se encuentra
ligeramente apuntada y en algunos aspectos recuerda a los cimborrios del románico
y gótico itálicos. La genialidad de Brunelleschi estriba en el método. Brunelleschi
aplica el muro-pantalla tal y como se podían ver en muchas ruinas romanas, por
ejemplo, el Coliseo de Roma. Es decir que realmente lo que Brunelleschi diseña son
dos cúpulas, una dentro de la otra, unidas por tirantes y pequeñas vigas que dejan
una cámara de aire entre ambas, de modo que ambas sirven de sostén la una de la
otra. El tambor es en esencia un "anfiteatro", al que se le añadieron mediante
tirantes (señalados por ser de piedra blanca) un casquete apuntado y la linterna, que
recuerda las bizantinas. A continuación como en la arquitectura bizantina rebaja el
peso de la cúpula total hasta el suelo añadiendo unas exedras, técnica bien manejada
por los bizantinos.
3

Tras la construcción del prodigio de la Cúpula, recibió numerosos encargos,


todos ellos procedentes de la burguesía comercial florentina y de los círculos
eclesiásticos. A continuación realiza dos magistrales basílicas, casi gemelas, la de
Sancti Espíritu y la de San Lorenzo, donde mezcla la planta basilical paleocristiana
con elementos netamente romanos, el uso de arquitrabe y arco en las capillas
laterales, las bóvedas de arista en las naves laterales, la techumbre con casetones, las
ventanas en forma de óculos, o sencillamente los órdenes clásicos en las columnas.
Incorpora dos novedades propias: el uso de una bicromía muy característica de grises
y blancos e insertar un trozo de entablamento entre el capitel y el arranque del
arco. Aparte de las dos obras señaladas son muy interesantes el Hospital de los
Inocentes, la Capilla Pazzi en Santa Croce, en la que inserta una portada a modo de
arco de triunfo romano, inaugurando de este modo este tipo de fachadas, y los
primeros cuerpos del Palacio Pitti, donde introduce el muro de almohadillado, de
enorme éxito.

Tras la genial contribución de Brunelleschi, otros artistas interesantes que


podamos destacar serían:

MICHELOZZO MICHELOZZI, autor del Palacio Medicci-Ricardi,


palacio prototipo de los que proliferan en Italia del Norte, con tres pisos, una
cornisa con un alero muy resaltado, almohadillado en el primer piso, planta
cuadrada con patios interiores a los que se abren unas galerías porticadas, semejantes
4

a los claustros.

LEON BATTISTA ALBERTI, erudito y tratadista vinculado al Vaticano.


Escribió varios tratados, algunos de ellos de gran valor histórico y documental como
De re aedificatoria, una versión modernizada del libro de Vitrubio, De Pictura,
tratado muy importante puesto que por vez primera sistematiza los conocimientos
sobre la perspectiva lineal, e incluso un pequeño compendio De Sculptura.

Como arquitecto dejó algunos diseños y proyectos muy interesantes. Así


tenemos su proyecto para la iglesia de San Andrés de Mantua, donde proyecta una
planta en cruz latina sin naves laterales y con las capillas añadidas a los lados entre
los contrafuertes, planta bien conocida en el Gótico franciscano o de los dominicos,
pero en el que Alberti aporta como novedad la cubrición del crucero con una
cúpula sobre pechinas. Esta planta se convertirá en la apropiada para la iglesia
católica posterior a la Contrarreforma, planta extendida por los jesuitas, de ahí su
sobrenombre de plantas jesuíticas. En alzado introdujo la bóveda de cañones con
casetones, tal y como todavía se podía ver en las ruinas de la Basílica de Majencio en
Roma. Por último, continúa el interés de Brunelleschi por las fachadas semejantes a
Arco de Triunfo, y eso mismo es lo que elabora en la fachada de San Andrés.

En la fachada de Santa María Novella de Florencia, sin embargo su aportación


es más sutil y más influyente a posteriori. La iglesia ya estaba construida y la
fachada se ajustaba a la planta basilical gótica, de modo que el piso superior debía de
ser más estrecho que el inferior puesto que cubría la altura de la nave central
mientras que las laterales y las capillas tenían una altura inferior. De modo que el
artista dividió la fachada en dos pisos: un primer piso alargado cono arcos de medio
punto y medias columnas de orden clásico, y en un segundo piso, más estrecho
donde se inserta el rosetón y se remata con un tímpano triangular clásico. Por
último para salvar la diferencia entre los dos pisos, situó dos modillones apoyados en
el segundo piso que sirve como apoyo entre la estrechez de un piso y la longitud más
ancha del otro.
5

Otros ejemplos notables de su arquitectura son el Templo Malatestiano de


Rímini, con fachada al modo de un arco de triunfo, el Palacio Rucellai de
Florencia, donde se dividen los pisos mediante la superposición de órdenes, o la
insertación del sistema de arco y arquitrabe de origen romano.

- En el siglo XVI como ya se dijo se asienta el lenguaje clásico, no sólo en Italia


sino en el resto de Europa. Las formas arquitectónicas del lenguaje clásico como son
el arco de medio punto, las bóvedas de arista y de cañón recubiertas de casetones, los
órdenes clásicos en pilares, pilastras y columnas, asimismo los arquitrabes con frisos,
la horizontalidad del edificio, producto de la subdivisión en pisos, la fachada rítmica
usando el sistema de arquitrabe y arco, la cubrición de ventanas y vanos con un
frontón triangular o semicircular, la aplicación del orden rústico visto en algunas
edificaciones romanas, y en definitiva, la decoración con guirnaldas, labor a
candelieri, grutescos o motivos pompeyanos. En los albores del siglo se han
publicado y sistematizado en algunos tratados muchos motivos decorativos, sistemas
constructivos y tectónicos, redescubiertos a través de la observación de los restos
arqueológicos.

El periodo clásico del Renacimiento se alcanza en el comienzo del siglo XVI.


Sin duda alguna tenemos que considerar la figura de BRAMANTE, arquitecto de
origen milanés, que conoció bien a Leonardo da Vinci en su primera etapa de
formación. Antes de desplazarse ya en su madurez a Roma, realizó algunos de los
edificios más destacados de Milán, todavía dentro de la arquitectura del
Quattrocento. El ejemplo más maduro de su primera etapa es el Convento de Santa
María de la Gracia, en cuyo refectorio trabajó Leonardo da Vinci pintado su
célebre fresco de la Última Cena. Hacia 1502 se traslada a Roma por mandato del
Papa Julio II. En ese momento recibe el encargo más importante: la construcción
de la nueva Basílica de San Pedro sustituyendo a la vieja basílica paleocristiana, que
había sido derribada. Bramante diseña un edificio de planta centralizada, que
transforma radicalmente la visión tradicionalmente rectangular o basilical de la
iglesia cristiana occidental. Sus referencias o precedentes se encuentran en los viejos
Martiria paleocristianos, y especialmente en la arquitectura bizantina, de la que
extrae el valor del elemento de la cúpula, a la que le va a conceder especial
protagonismo en su proyecto. De este modo, su versión era un edificio en planta de
cruz griega, con una gran cúpula en el centro dominando el espacio interior, y los
brazos de la cruz transformados en exedras para sujetar el espacio central. Su idea
original valoraba el espacio centralizado con cúpula como metáfora de la luz divina
y el poder de Dios como centro. La luz principal que inundaba el altar mayor sería
de este modo la que surge de la cúpula en las ventanas del tambor y de la linterna.
Para ello, imbuido de la filosofía neoplatónica entendía que el vehículo plástico más
directo eran dos formas geométricas caracterizadas por su perfección: el cuadrado y
el círculo, verdaderos protagonistas y mensajeros del mundo de la Divinidad, llenos
de equilibrio y contención.
6

Bramante murió sin ver


terminados más que los pilares de
sujeción de la gran cúpula. Pero nos
ha dejado una pequeña obra
maestra símbolo de los nuevos
tiempos en la arquitectura. Me
refiero a la iglesia o capilla de San
Pietro in Montorio, construida en
el mismo lugar donde dice la
leyenda que fue crucificado San
Pedro. Bramante, al igual que en
San Pedro del Vaticano, vuelve a
utilizar la planta circular o
centralizada, en este caso
mezclando sabiamente la planta del
Tholos grecorromano, aprendida
en las ruinas del templo de Tívoli,
y la fuerza de la cúpula que sitúa
en un piso superior. De este modo
consigue una admirable síntesis de
motivos tradicionales (el orden
toscano del peristilo, el arquitrabe con triglifos y metopas en el friso, con elementos
nuevos e innovadores, esencia del arte del Renacimiento (como son la cúpula
dividida en tres partes, tambor, cúpula y linterna, la balaustrada del segundo piso,
los nichos cubiertos en su parte superior con una decoración de venera). Sin duda el
sentido del equilibrio, la economía de medios decorativos que se traduce en una
mayor solemnidad y grandeza, resaltada por la columnata y por el espacio cerrado
donde se inserta, sirvieron de inspiración a numerosos arquitectos hasta bien entrado
el siglo XIX.

MIGUEL ÁNGEL también se convirtió en arquitecto cuando recibió el


encargo de proyectar algunos edificios para los Mediccis, sus mecenas. Esta etapa
final de su trayectoria artística se convierte en un momento de verdadera síntesis
entre los elementos de la mejor tradición bramantesca de equilibrio y serenidad, y el
uso que hace de esos elementos de un modo poco convencional, llevando a sus
últimas consecuencias sus posibilidades plásticas, y por lo tanto abriendo el camino
hacia la arquitectura del Manierismo y en definitiva del Barroco.

Su primera obra, nunca realizada, fue el soberbio proyecto de fachada para la


basílica de San Lorenzo de Florencia, construida un siglo antes por Brunelleschi.
En ella proyectaba dos cuerpos de la misma anchura, con el arquitrabe
retranqueado en la separación de los dos pisos y jugando de un modo más dinámico
con los volúmenes y los detalles arquitectónicos y decorativos. A continuación
explora las posibilidades del lenguaje arquitectónico en el encargo para construir la
Biblioteca Laurenciana de Florencia, donde lleva a cabo una entrada asombrosa,
7

llena de paradojas y contradicciones, que ahondan en la crisis formal de la


arquitectura clásica. Todas las palabras, es decir, todo el vocabulario formal procede
de la Antigüedad, pero varía la sintaxis, la combinación del vocabulario. Planteada
en un lugar realmente angosto, parece apilar las ventanas, las columnas embutidas,
dando la sensación de pesadez, todo ello en contradicción con las ménsulas en forma
de modillón que parecen, en un ejercicio de inverosimilitud, sostener todo el
entramado arquitectónico. El centro lo ocupa la gran escalinata resuelta en dos
partes: una primera en la que hay tres escaleras, una central de bajada, o así parece
incitar a los usuarios por su forma abierta en curva hacia fuera, y otras dos laterales
con escalones rectos, separadas por balaustradas; en la segunda parte, de acceso a las
salas de lectura, dos modillones salvan el espacio de las tres escaleras, teniendo a
continuación un solo pasillo con una escalera idéntica a la central de la primera
parte. La escalinata rebosa dinamismo, que se combina con la opresión que ejerce la
acumulación en un espacio estrecho, y las paradojas estrictamente plásticas con que
confunde conscientemente lo tectónico y lo decorativo. Es un juego de ilusiones.

En su vejez, recibe el encargo, que no llegó a


ver concluido, de continuar las obras de San
Pedro del Vaticano, para la que diseña su famosa
Cúpula. Miguel Ángel volcará toda su atención
en la cúpula, de modo que elimina las exedras de
Bramante y reduce a pequeñas linternas las
cúpulas que debían de escoltar a la central. Todo
ello redunda en la magnificación de la gran cúpula
que tenía pensado diseñar, y que es la que vemos
hoy en día. Tiene tres cuerpos como todas pero en
especial en la transición del tambor y la cúpula
propiamente dicha introduce cierto dinamismo.
Así por ejemplo, en el tambor diseña unas
ventanas donde combina alternativamente frontones curvos y triangulares, pero
entre ellas avanza como en los arcos de triunfo romanos las columnas que de este
modo quedan exentas y apoyadas sobre un trozo de entablamento más avanzado.
Además multiplica las columnas y las coloca en parejas lo que vuelve a insistir en su
idea de la estrechez, en la creación de fuertes contrastes de luz y sombra con los que
juega, al igual que con una estatua suya. Después en una zona de transición esculpe
unos motivos de guirnaldas hasta el casquete semiesférico, con los desagües decorados
con motivos de frontones y tarjetas decorativas; remata la cúpula con una linterna
donde vuelve a reproducir la repetición de las columnas. Todo en la cúpula es
contradictorio, es majestuosa pero pesada, es una estructura de la que emana
equilibrio y a la vez, la luz solar la transforma a cada hora que pasa, la hace
cambiante, con el transcurrir del sol (donde especialmente se ve es en el interior,
donde la luz nunca entra de un modo idéntico), debido a la sutileza con la que juega
con el claroscuro.
8

- Con Miguel Ángel la arquitectura no volvió a ser lo que fue con Bramante y
sus seguidores. En la segunda mitad del siglo XVI entramos en una fase en la que
aparece la inestabilidad, la ruptura con las convenciones, el juego ingenioso con
algún elemento arquitectónico. Es la arquitectura manierista, que paulatinamente
deja paso al Barroco donde de nuevo entramos en una fase estrictamente
experimental, al menos en Italia y Centroeuropa.

Dentro de la arquitectura manierista podríamos destacar a SERLIO, autor de


un tratado sobre arquitectura de enorme difusión, pero especialmente a JACOBO
BAROZZI DE VIGNOLA, quien aparte de publicar otro compendio muy
interesante de arquitectura (la Regole delli cinque ordine d'archittetura) proyecta
en la segunda mitad del siglo uno de los edificios más emblemáticos de la nueva
arquitectura católica. Me refiero a la iglesia de la Compañía de Jesús en Roma,
popularmente conocida como Il Gesú. En planta recupera los experimentos de
Alberti en San Andrés de Mantua, una nave única con capillas entre contrafuertes
y un enorme crucero donde insertar la cúpula; en alzado sigue usando la bóveda de
cañón con ventanas en forma de lunetos, que ya se había insertado en la tradición
arquitectónica anterior. Finalmente, en la fachada aboga no por el arco de triunfo
sino por una discreta combinación de la fachada de Alberti para Santa María
Novella y los juegos decorativos y estructurales del proyecto de Miguel Ángel para
la fachada de la basílica de San Lorenzo.

Hemos dejado para el final, al último gran arquitecto del Renacimiento, alejado
de Florencia y Roma, que actúa en el norte de Italia, en el Véneto. ANDREA
PALLADIO, quien asimismo publicó otro tratado de gran interés científico,
convirtió la arquitectura en el escenario teatral ideal para las ideas de sensualidad y
juego lúdico que emana del arte veneciano en aquellas décadas del siglo XVI.
Venecia se levanta sobre la ilusión o el espejismo de estar edificada sobre el agua. Su
sociedad está llena de esta fantasía. Nada es lo que parece y todo se recrea en un
juego entre lo visual y lo real: lo que vemos puede no ser verdad y lo que es real no
se ve. Su pintura se recrea en los efectos más coloristas, más patentes en la realidad,
pintura donde se confunden los contornos, donde se pierde el equilibrio entre lo
imaginario, lo trascedente y lo visual y aparente. Es una sociedad que concede una
fuerte primacía a lo rural o rústico, a lo paisajístico. En Venecia y su contorno se
idealiza el paisaje y se inventa el jardín; se redescubre la villa rústica y se reinventa
los teatros de la Antigüedad. Y el arquitecto de aquella sociedad fue Palladio.
9

Palladio reinventa la villa


rústica. En su obra maestra de
la Villa Rotonda de Vicenza,
el edificio es centro de un
jardín, del parque. El
propietario tiene vista a todos
los confines de su territorio
puesto que no existe una
fachada propiamente, sino
que Palladio ha abierto su
edificio a todos los lados al
conferirle cuatro fachadas,
resaltadas cada una con un
pórtico avanzado semejante a
los peristilos de los templos
romanos. El centro lo ocupa
una cúpula de fisonomía
semejante a la del Panteón de
Roma. En Villa Bárbaro en
Treviso, Palladio abre su villa como un pórtico, como telón de fondo a las huertas y
jardines del espacio alrededor, con un cuerpo central y dos galerías a los lados. El
interior combina los juegos de trampantojo gracias a la inestimable colaboración del
pintor Veronés, quine pinta galerías abiertas al paisaje que no son, puertas por las
que se asoman personajes en lugares imprevistos, todo ello buscando un efecto de
irrealidad, de confusión en el que camina por el palacete.

En Vicenza también realiza dos obras fundamentales: el revestimiento de la


Basílica gótica y el Teatro Olímpico, en la primera utiliza la fachada clásica con la
repetición en serie de un mismo motivo decorativo; pero introduce el motivo
palladiano, tan difundido en la arquitectura del Renacimiento. Este consiste en la
alternancia de un trozo de arquitrabe, el arco y otro trozo de arquitrabe, todo ello
cobijado bajo la estructura del arquitrabe principal que separa los cuerpos o pisos.
En el Teatro Palladio imagina un escenario en perspectiva, auténtica ficción, en el
que vemos unas calles que se alejan en la lejanía, pero que están diseñadas de tal
modo que realmente el espacio es estrechísimo.

En Venecia, diseñó algunas de sus iglesias más interesantes, como San Giorgio
Maggiore, donde introduce por vez primera el orden gigante, que elimina los pisos y
cuerpos y funde en una sola escenografía toda la fachada, aspecto que ejerce gran
poder de atracción en los arquitectos del Barroco.

Palladio ejerció una enorme influencia, en todos los estilos posteriores hasta bien
entrado el siglo XIX. De hecho, en Inglaterra su arquitectura clasicista recibió el
nombre de Neopalladianismo.
10

España

- El siglo XVI puede ser considerado como uno de los momentos de esplendor
de las artes en España y concretamente de la arquitectura. La finalización de la
Reconquista en 1492 llevó al pueblo español a nuevas metas y empresas. Por un lado
la Corona de Aragón inició su expansión por el Mediterráneo, apoderándose del
Reino de las Dos Sicilias, de Cerdeña y Córcega. Al oeste los castellanos comienzan
su conquista de ultramar y colonizan las Américas. En Castilla especialmente todo
es riqueza y ascenso de la burguesía mercantil. Los productos castellanos tienen una
buena acogida en el mercado interior y el comercio con Flandes enriquece de
manera notable a las grandes familias Castilla y de la cornisa cantábrica. No es
ninguna casualidad que uno de los mejores retablos de origen flamenco esté ubicado
en Laredo, puesto que éste era uno de los puertos desde los que se enviaba la lana de
las ovejas merinas castellanas con destino a Flandes. Debido a las herencias recibidas
el joven Carlos I de España, hijo de la reina Juana, hija de los Reyes Católicos,
comienza a reinar en 1516 en todo el territorio peninsular a excepción de Portugal,
en Flandes, en el Franco Condado, en 1523 recupera el Milanesado y algunos
territorios del norte de Italia, el reino de las Dos Sicilias, con Nápoles, y todas las
posesiones del Norte de África recientemente conquistadas por los castellanos, así
como las colonias americanas. Posteriormente es nombrado Emperador de
Alemania, con lo que el viejo Imperio, si bien nominalmente se incorpora a los
territorios dominados por éste. La conclusión es evidente en la política nacional. La
región más rica, más creativa, y donde pone las bases de su ambicioso poder va a ser
Castilla, que se hace cargo del ideal imperial. Los jóvenes castellanos o emigran a
América o se incorporan al servicio del Emperador como funcionarios o militares.
La lengua franca de los ejércitos imperiales será el español. La nobleza se incorpora
para gobernar en nombre del emperador regiones distantes como virreyes o
gobernadores, o son enviados como embajadores a las diferentes cortes europeas.
Rápidamente llegan a España las novedades de Italia en materia de arte y de
refinamiento. Si hay una época en la que España se impregna de la cultura más
avanzada por entonces, sin duda es el siglo XVI, el verdadero Siglo de Oro de la
política y de la economía.

Siempre se ha dicho que la economía española era decadente y no sufría ningún


tipo de comparación con otras monarquías y estados. Este dato se ha revelado como
falso absolutamente. Si existe un estado moderno, que ha dejado de lado el
Medievo, ése es España y más concretamente Castilla. Otro dato a tener en cuenta,
es el enorme gasto en nuevas construcciones en toda la península y especialmente en
Castilla. Todavía sorprende que en pueblos hoy pequeños y sin ninguna importancia
política fueran focos donde el mejor arte de Europa creara obras maestras del
Renacimiento europeo. Así es difícil, por no decir imposible, ver alguna ciudad
renacentista en toda Europa parangonable a Úbeda (Jaén), o es muy interesante ver
como palacios ejecutados con verdadero refinamiento cortesano se encuentren en
Cogolludo (Guadalajara) o Viso del Marqués (Ciudad Real). Los pueblos castellanos
11

se llenan de edificios y el urbanismo adquiere un desarrollo notabilísimo. Andalucía


asimismo se convierte en centro europeo de las mejores artes edificatorias. No se
puede hablar del Renacimiento europeo sin mencionar los edificios de Granada,
Sevilla o Jaén.

Por eso lo primero que hay que decir es que si hay un país donde cuaja el nuevo
estilo fuera de Italia es sin lugar a ninguna duda en España. Es más algunas de las
realizaciones más significativas del Renacimiento se sitúan en España.

- Dicho esto no debe extrañar la abundancia de testimonios arquitectónicos en


este periodo, algunos de ellos de calidad sobresaliente. Pero tendremos que hablar
de etapas en que España se va incorporando paulatinamente al conocimiento pleno
del lenguaje formal renacentista. Los estudiosos se ponen de acuerdo en considerar
tres etapas en la formación y evolución de la arquitectura española del
Renacimiento.

1) Una primera, el Plateresco, que abarca aproximadamente el último decenio


del siglo XV hasta el primer tercio del siglo XVI. Durante este periodo sigue
conviviendo con las últimas manifestaciones del Gótico Flamígero que mantiene la
Iglesia como estilo propio. Conviene subrayar en este punto que las Catedrales de
Segovia y Salamanca son del siglo XVI.

2) Hacia la década de 1530 se empiezan a construir los primeros edificios


siguiendo el estilo impuesto en el Cinquecento, y por tanto, en un estilo en el que se
maneja a la perfección el lenguaje clásico. Se conoce con el nombre de Purismo. En
este momento el Renacimiento sustituye paulatinamente al Gótico.

3) Con la llegada al trono de Felipe II y su decisión de construir un Monasterio


dedicado a la victoria de San Quintín, el Monasterio del Escorial, entraríamos en
una fase que se prolonga en el siglo XVII: el estilo se denomina Escurialense o
Herreriano, derivado del autor del monasterio.

- El Plateresco recibe su nombre del parecido que guarda con la labor de los
plateros, debido a la riqueza de los ornamentos y a su profusión decorativa. Desde el
punto de vista arquitectónico se encuentra muy vinculado al estilo gótico tardío, y
más concretamente al estilo hispano-flamenco o isabelino. Desde el punto de vista
estructural no supone ninguna innovación notable, y sigue utilizando las mismas
plantas, arcos y bóvedas de crucería que se venían haciendo durante el siglo XV.
Incluso se mantiene con cierto vigor la idea de la fachada-retablo.

La diferencia fundamental estriba en el repertorio decorativo. Ahora los


artistas trabajan con nuevos motivos ornamentales como son en general todos los
grutescos y la labor a candelieri, guirnaldas, putti,..., conocidos por obras traídas de
Italia y por algún que otro manual o libro de grabados o dibujos. En la recepción de
los motivos renacentistas podemos destacar la llegada a España de elementos como
12

columnas, puertas y ventanas contratadas y trabajadas en Italia y enviadas a España.


El ejemplo en este sentido más característico sería sin duda el envío desde Génova
de todos los elementos decorativos del Castillo de la Calahorra (Granada), encargo
de la familia de los Mendoza. Entre los libros que llegan a España en los primeros
años del siglo tenemos que mencionar el célebre Códex Escurialensis, traído a
España hacia 1508 por el primer Marqués de Cenete, primogénito del Cardenal
Mendoza, y constructor del Castillo de la Calahorra. En él podemos ver todo un
repertorio de motivos decorativos, frisos y bajorrelieves en general de origen
romano.

Aquí entra otro factor muy a tener en cuenta como es la relación entre el nuevo
estilo y una de las familias más poderosas de España por aquellos años: los Mendoza.
Entre los miembros de esta familia en aquellos años sobresale sin duda alguna el
Cardenal-Arzobispo Primado de Toledo, el ambicioso don Pedro González de
Mendoza (muerto en Toledo en 1495), hijo del Marqués de Santillana. Los
hermanos e hijos naturales del cardenal gobernaban como señores feudales sobre una
gran parte de la Alcarria y de la provincia de Guadalajara en general, donde
descansaba su poder. Todavía nos es dado poder contemplar su esplendor pasado en
el maravilloso Palacios de los duques del Infantado de Guadalajara, pieza maestra
del arte palaciego del final del gótico. Fue en torno a los Mendoza y en la provincia
de Guadalajara especialmente donde brota la incipiente semilla del Renacimiento
en España.

Por ello los


primeros testimonios artísticos del Renacimiento se encuentran vinculados a la
personalidad del arquitecto de los Mendoza: LORENZO VÁZQUEZ DE
SEGOVIA. Formado en la tradición artística gótica, nunca manejó con elegancia
y soltura el vocabulario artístico que le imponían los Mendoza, quienes mantenían
fuertes lazos de unión con Italia (varios de ellos fueron embajadores de los reyes
castellanos en Roma). A este arquitecto se debe la primera manifestación del nuevo
estilo, el Palacio del Segundo conde de Tendilla de Cogolludo (Guadalajara), donde
13

se agolpan los elementos renacentistas (el almohadillado, los trofeos y guirnaldas


decorativas, la labor a candelieri de los frontales de las columnas,...) con aspectos
estrictamente góticos (como el uso de ventanas geminadas). Otras obras suyas de
gran interés son la fachada del Colegio de Santa Cruz (Valladolid), y el Convento
de Franciscanos de Mondéjar (Guadalajara).

A comienzos del siglo se


extiende el nuevo estilo por
toda Castilla y por Andalucía.
Los ejemplos más interesantes se
concentran en Toledo y
Salamanca. Así en Toledo una
obra maestra del nuevo estilo
sería la fachada del Hospital de
Santa Cruz (fundación del
Cardenal Mendoza), donde el
arquitecto anónimo sigue
usando la fachada retablo
precedente pero usando el
vocabulario arquitectónico de
un modo muy particular.
Dentro del propio Hospital
inicia su labor constructiva uno
de los grandes arquitectos de la
primera mitad del siglo en
España: ALONSO DE
COVARRUBIAS. Aquí
emprende la realización del patio y la escalera de acceso al segundo piso de dicho
patio. La escalera concretamente se convierte sin lugar a dudas en una joya por
cuanto el artista maneja la ornamentación de labor a candelieri en las columnas
adosadas y en las pilastras, los casetones con decoraciones de rosas dentro, o el
almohadillado decorado con la cruz de la orden de los Hospitalarios con un
refinamiento y una elegancia exquisita. En la baranda aparece por vez primera los
balaustres, finamente esculpidos.

Aunque no se encuentre en Toledo del mismo arquitecto tenemos también una


de las obras más espectaculares del Plateresco: la sacristía de la Catedral de Sigüenza
(Guadalajara), en la que coloca en cada uno de los casetones de la amplia bóveda una
cabeza distinta, mostrando la diversidad y la cantidad de personas redimidas por
Jesucristo. Posteriormente el arquitecto continuaría su labor dentro del Purismo.

El otro enclave Plateresco de gran importancia sería la ciudad de Salamanca


donde a principios de siglo la iniciativa constructiva alcanza cotas inigualables. De
este momento conservamos la fachada de la Universidad, verdadero prodigio
escultórico, con bajorrelieves extraídos de un repertorio iconográfico de grabados de
14

la época, y que semeja más un tapiz en piedra que cualquier otra cosa; también hay
que destacar la fachada del Convento de San Esteban, obra de JUAN DE
ÁLAVA, donde continúa la tradición de la fachada-retablo, al igual que en su
obra siguiente la fachada de la Catedral de Plasencia (Cáceres); en un tono más
discreto y ya casi en la fase purista podemos mencionar el Patio del Colegio de los
Irlandeses de PEDRO DE IBARRA. En Salamanca también comienza su
actividad uno de los arquitectos más notables de este periodo, RODRIGO GIL
DE HONTAÑÓN, quien planifica el Palacio de Monterrey, y en el que intenta
de un modo extraño aplicar sus conocimientos sobre el palacio italiano del
Quattrocento, intento fracasado sin duda.

Fuera de estas dos ciudades tenemos


ejemplos incontables como los de la
ciudad de Burgos (la Escalera dorada de
la Catedral de DIEGO DE SILOÉ),
de Zaragoza (la fachada de Santa
Engracia), Sevilla (el Ayuntamiento de
DIEGO DE RIAÑO), etcétera.

- Hacia 1530 la arquitectura


renacentista española da un giro hacia
una expresión más austera y alejada del
exceso plateresco todavía muy medieval.
El arquitecto comienza a proyectar
siguiendo de cerca los modelos de la
Antigüedad y del Renacimiento
italiano. Este acercamiento tiene un
hito interesante: la publicación en
español de las Medidas del Romano de
DIEGO DE SAGREDO en Toledo
en 1526. Las Medidas del Romano
fueron el primer compendio del libro de
Vitrubio en una lengua romance fuera de Italia. Desde ese momento se aprecia un
cambio en la sociedad española de la época. A partir de entonces los nobles, el clero
y la realeza gustan de construir edificios de proporciones equilibradas y en el que el
ornamento no domina abrumadoramente la composición de fachadas e interiores. El
periodo se caracteriza por la introducción de motivos típicamente renacentistas
como el almohadillado en el primer piso, la alternancia de órdenes clásicos, el
sistema mixto de arquitrabe y arco repetido formando series en fachadas y patios, la
ménsula en la clave del arco para decorarlo, los casetones en cúpulas y bóvedas, la
introducción paulatina de lunetos y ventanas termales, las decoraciones con tondos
en las enjutas de los arcos, los tímpanos triangulares y semicirculares cobijando los
vanos, los motivos palladianos, etcétera.

El Purismo a diferencia del Plateresco se localiza en todo su esplendor en


15

Andalucía. En este sentido las provincias de Jaén y Granada se convierten en


centros que irradian su influencia estilística más allá del Océano Atlántico, hasta
América.

El primer
arquitecto que asume
un estilo radicalmente
clásico es DIEGO DE
SILOÉ, quien se
traslada desde Burgos,
su ciudad natal hasta
Granada, donde recibe
el encargo de continuar
las obras de la Catedral.
Siloé se encontró que la
planta del edificio se
había planteado como
una réplica de la
Catedral de Toledo, previsiblemente construida por tanto en gótico. El respeta los
cimientos pero en alzado elabora todo un conjunto de novedades que erigen a la
Catedral en el primer edificio catedralicio del nuevo estilo. Las novedades más
interesantes serían el uso del arco de medio punto y los pilares con columnas
adosadas de orden corintio y fuste acanalado; al igual que Brunelleschi inserta un
trozo de arquitrabe entre los capiteles y el arranque de los arcos fajones y los
formeros. La capilla mayor la destaca al separarla mediante un encuadre a modo de
arco de triunfo y desarrolla una planta semicircular siguiendo las pautas de la planta
centralizada renacentista. Tras su trabajo en la Catedral va a proyectar la iglesia de
los Jerónimos de Granada, donde sigue investigando con un gran espacio
centralizado con cúpula y abandonando la planta rectangular medieval. Su última
obra no la llegó a ver terminada pero sin duda se erige en una de las obras cumbres
del Renacimiento español. El Secretario personal del Emperador don Francisco de
los Cobos decide edificar una capilla-panteón en su ciudad natal, Úbeda, la Capilla
del Salvador. Siloé planea una
planta completamente
circular a semejanza de un
Martiria paleocristiano, o un
mausoleo romano.
Posteriormente a la muerte
de Siloé continúa su obra su
gran discípulo ANDRÉS
DE VANDELVIRA
quien decide por cuestiones
culto extender el círculo
añadiendo tres tramos de
bóveda y alargando las
16

dimensiones de la Capilla. Allí en la Sacristía por vez primera deja de lado las
bóvedas de crucería y construye bóvedas vaídas, una de las características de su
estilo. Vandelvira siguió trabajando en la ciudad jiennense donde proyecta el
Hospital de Santiago, verdadero antecedente del Monasterio del Escorial.
Trasladado a Jaén comienza las obras de la Catedral, donde proyecta una planta con
testero cuadrado de gran influencia en las catedrales andaluzas e hispanoamericanas.
La Sacristía, única pieza que llegó a ver concluida, es posiblemente una de las obras
maestras del Renacimiento europeo, donde se condensa sabiamente el orden clásico,
con la simpleza decorativa que va a dar paso a la siguiente fase artística. Otras
catedrales que se construye a imitación de las de Jaén y Granada son la de Málaga,
la de Córdoba, la de Guadix o la de Baeza.

En la misma Granada en el tiempo en que Siloé trabaja llega procedente de Italia


PEDRO MACHUCA, quien recibe el encargo del Emperador de edificar un
Palacio junto a la Alhambra. Machuca expresa en el palacio una belleza clásica en
estado puro: planta centralizada con la originalidad de que exteriormente es
cuadrado y el patio interior, caso único, circular, aplicando de este modo las dos
plantas perfectas de la tradición renacentista, la alternancia de tímpanos, el motivo
palladiano en la entrada, el almohadillado, las ventanas en forma de óculo,...
17

Fuera de Andalucía destaca la


producción de ALONSO DE
COVARRUBIAS en Toledo
donde emprende las obras de la
Puerta de la Bisagra, verdadera
entrada de la ciudad a modo de
arco de triunfo, el Alcázar donde
plasma un edificio con una
desornamentación que anuncia los
rigores escurialenses, y su obra
maestra, el Hospital de Afuera o
Tavera, donde llega a ejecutar el
Patio dividido en dos espacios porticados con bóvedas de arista y superposición de
órdenes en los dos pisos.
Otro de los arquitectos
que ya vimos en el Plateresco
y continúan construyendo en
esta fase es RODRIGO
GIL DE HONTAÑÓN
que en esta etapa proyecta la
fachada de la Universidad de
Alcalá de Henares, donde
consigue una composición
armoniosa utilizando
selectivamente todos los
motivos decorativos del
acerbo renacentista

- El último tercio contempló la difusión de una versión estrictamente española del


Renacimiento. La llegada de Felipe II al trono cerró las puertas de los españoles
para estudiar fuera de las Universidades extranjeras a excepción de Bolonia. Esta
medida junto con otras permitió un desarrollo y una evolución interna de la vida
cultural y artística española. Junto con estas medidas algunos artistas italianos y
flamencos continuaron llegando a la península. Dos arquitectos que habían
emigrado a Italia regresan y se convierten en los verdaderos protagonistas del nuevo
estilo, JUAN BAUTISTA DE TOLEDO y JUAN DE HERRERA, ya que
sucesivamente van a recibir el encargo de construir la obra más importante de este
periodo el Monasterio de San Lorenzo del Escorial (Madrid).

Felipe II tras la victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín decide
construir un edificio en honor del santo de aquel día victorioso: San Lorenzo. Nada
más llegar a España comienza a planificar la construcción de un inmenso
monasterio-palacio en la sierra, en las cercanías de su nueva capital, Madrid. El
18

palacio-monasterio tenía una fuerte tradición en la arquitectura cortesana. Los


Reyes Católicos habían erigido el Convento de Santo Tomás de Ávila a fines del
siglo XV, y existían algunos edificios de características similares. De hecho ordena a
la orden religiosa de los Jerónimos que se trasladen al nuevo monasterio, orden
religiosa muy vinculada al patronazgo monárquico. Tras elegir el lugar adecuado, el
rey hace acopio de artesanos y capitales e inicia su erección en 1563. El primer
arquitecto del complejo fue JUAN BAUTISTA DE TOLEDO que plantea la
planta que todavía se conserva: un gran rectángulo dividido en su centro por la
basílica y el patio central que enlaza con la puerta de entrada sobre la que se
levantaría la Biblioteca. A la izquierda según se mira desde la entrada principal se
dividió la construcción en dos cuadrados, uno delante para Seminario y Colegio, y la
del fondo como residencia de los reyes o palacio que debía de abrazar por la espalda
la basílica; a la derecha, el primer cuerpo sería el claustro con la clausura, y al fondo
el claustro principal, llamado de los Evangelistas con las habitaciones del servicio a
la Basílica (Sacristía, Salas Capitulares). Otro de los objetivos de la edificación del
Monasterio era construir un panteón para guardar los restos de los reyes de España,
para lo que se levantó ligeramente el altar mayor para abrir un espacio bajo éste a
modo de cripta para panteón real.

Juan Bautista de Toledo al morir dejó los muros y cimientos de una pequeña
parte del edificio. A continuación le sigue JUAN DE HERRERA que decide
edificar la Basílica en planta de cruz griega dominado por una enorme cúpula, al
estilo romano tal y como había aprendido en Italia. A su vez decidió levantar torres
en las esquinas y ángulos usando las formas de las torres flamencas, los chapiteles,
que se van a convertir en un elemento esencial del paisaje castellano. La obra quedó
concluida hacia 1591.

Simbólicamente los constructores del Escorial concibieron el Monasterio como


la reconstrucción del Templo de Salomón, como la había descrito el jesuita
19

Villalpando basándose en la descripción de las escrituras. De modo que el patio


delante del templo sería el atrio de entrada al Santuario, por lo que se decidió
colocar las imágenes de los reyes de Israel coronando la fachada del templo. La idea
era transmitir que Felipe II era el nuevo Salomón, rey lleno de sabiduría que se
convertía en el defensor de la verdadera Fe católica.

Desde el punto de vista


formal el edificio se
caracteriza por la total
ausencia de motivos
decorativos. El edificio se
queda en las estructuras
sencillas sin más decoración
característica que el tímpano
que corona la fachada y las
bolas que jalonan todo el
conjunto. Los órdenes
utilizados son el toscano y el
jónico, los más austeros y se
busca en especial crear una
escenografía que resalte la
grandiosidad de la
monarquía española, a
continuación se comenzó la
decoración mediante
pinturas de todo el recinto.

El propio Juan de
Herrera proyectó la
inacabada Catedral de Valladolid y otros edificios más relacionados con la ingeniería
como el Puente de Segovia de Madrid.

La influencia del edificio fue perdurable, de modo que el estilo que se crea en el
último tercio del siglo se extendió hasta mediados del siglo XVII, en que empieza a
fundirse con los modelos del Barroco. Los arquitectos formados con Juan de
Herrera extendieron el nuevo credo artístico. Un buen ejemplo de ello será
FRANCISCO DE MORA, aparejador de de Juan de Herrera que edifica el
Convento de San José de Ávila, donde crea un tipo de fachada en tres cuerpos, con
un primer piso con un ingreso con arcos de medio punto formando un pequeño
atrio, un segundo cuerpo con la ventana y el bajorrelieve de la advocación y un
tercer piso con remate en frontón y decoración de bolas. Asimismo planificó el
soberbio conjunto urbanístico de Lerma, auténtica obra maestra del estilo donde se
edifican numerosos edificios en este estilo. Su sobrino JUAN GÓMEZ DE
MORA, como ya hemos dicho, extiende el estilo escurialense en el siglo XVII.
20

Señalar por último que el nuevo estilo se adecuaba muy bien a los
planteamientos estéticos que emanaban de la Contrarreforma católica y de las
nuevas órdenes religiosas que exigían austeridad y severidad en sus edificios y
conventos. Es el estilo de los jesuitas, de los carmelitas, de los oratorianos, en
definitiva de la nueva religiosidad que surgirá de la crisis religiosa del siglo XVI.

También podría gustarte