Discurso Sobre El Origen de La Monarquia

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D I S C U R S O

SOBRE EL ORIGEN DE LA MONARQUÍA

SOBRE LA NATURALEZA

BEL GOBIERNO ESPAÑOL.

T A R A SERVIR D E INTRODUCCIÓN

Á LA OBRA

TEORÍA DE LAS CORTES.

POR
EL DR. D. FRANCISCO MARTÍNEZ MARINA,
CANÓNIGO DE LA IGLESIA DE SAN ISIDRO
PE MADRID , E INDIVIDUO DE NUMERO
DE LAS ACADEMIAS ESPAÑOLA
Y DE LA HISTORIA. ......

M A D R I D
EN LA I M P R E N T A DE COLLADO
AÑJUI813.
• uberiorem securioremque mate—
riam senectuti sefosvi: rara temporum felicítate,
•ubi sentiré quce velis, etgine sentías dicere lieet.
Corn. Tacit. Hist. lib. I . ° I.
(3)

D I S C U R S O
SOBRE EL ORÍGEN DE LA MONARQUÍA,
X SOBRE LA NATURALEZA
D E L GOBIERNO ESPAÑOL.

i. ¿ J i los hombres tuvieran s e -


guridad de que los R e y e s y P r í n c i -
pes de la tierra habian de cumplir fiel-
mente los sagrados deberes de tan s u -
blime dignidad y oficio , c u y o fin j a -
mas pudo ser otro que hacer á sus
subditos felices y b i e n a v e n t u r a d o s , y
regir con d u l z u r a , mansedumbre y
justicia los pueblos encomendados á
su v i g i l a n c i a , sacrificando sus i n t e r e -
ses y pasiones al bien p ú b l i c o , é i m i -
tando el e s t i l o , la sabiduría y la b o n -
dad con que el gran D i o s y padre de
los hombres gobierna todo el u n i v e r -
so ; la monarquía absoluta ó el gobier-
no de uno en quien estuviese deposi-
tada la plenitud de la soberanía í n t e -
gramente sin limitación ni restricción
a l g u n a , sería el mejor de todos los
gobiernos y el mas digno de ser abra^
zado por todas las sociedades y n a -
ciones.
A 2
2. U n centro único de poder s o -
berano es el medio mas oportuno y
eficaz para mantener la unión de los
c i u d a d a n o s , para comunicar á todos
los resortes de la máquina política
aquel movimiento a c t i v o , regular y
u n i f o r m e , que es la vida del cuerpo
s o c i a l , y á las leyes el carácter de
fuerza y de magestad que necesitan
para ser respetadas. E l M o n a r c a como
soberano , como legislador y como
executor de las leyes , armado con
ellas y con la fuerza militar evitará
fácilmente las injusticias, los desórde-
nes , las v i o l e n c i a s , las insurrecciones
y tumultos p o p u l a r e s , y quanto sea
.capaz de turbar el orden público y la
amable tranquilidad. E l secreto en las
d e l i b e r a c i o n e s , el sigilo en ios conse-
j o s , la uniformidad en los principios,
l a combinación en los 'planes, la a c t i -
vidad en las medidas , la, celeridad en
la e x e c u c i o n , son calidades c a r a c t e -
rísticas y tan peculiares, del gobierno
a b s o l u t o , que difícilmente .se podrían
hallar en las formas mixtas y menos en
las aristocráticas ó populares.
3. ¿Pues en qué consiste que los
hombres de todos países, de todas las
edades y de todos los s i g l o s , bien lejos
de dexarse halagar de tan hermosa y
brillante teoría odiaron eternamente
ese linage de g o b i e r n o ; y las s o c i e -
dades p o l í t i c a s , los pueblos y n a c i o -
nes aunque tan diferentes en l e n g u a s ,
caracteres , c o n d i c i o n e s , usos y c o s -
tumbres se convinieron en proscribirle
para siempre? ¿ C ó m o es que los s a -
bios y pedagogos del espíritu h u m a -
no , que echaron los cimientos de la
moral pública y p r i v a d a , y crearon
en cierta manera el nobilísimo arte de
regir convenientemente á los hombres,
después de haber examinado á las l u -
ces de la razón y de la experiencia t o -
das las formas de gobierno posibles, y
pesado en justa balanza sus ventajas,
inconvenientes y resultados reproba-
ron de común acuerdo el gobierno ab-
soluto , y ni aun le dieron lugar entre
las formas legítimas , antes le califi-
caron de monstruoso, violento y t i -
ránico ?
4 . C o n o c í a n muy bien estos c l a -
ros varones y estaban íntimamente
convencidos, que el dificilísimo arte de
gobernar u n a gran nación exige t a n -
tas prendas y bellas calidades en el
P r í n c i p e , tantos t a l e n t o s , luces y c o -
nocimientos, tantas virtudes , modera-
ción , prudencia , f o r t a l e z a , constan-
cia , amor á la j u s t i c i a , á la h u m a n i -
dad y á la p a t r i a , que sería imposi-
ble hallarlas reunidas y hermanadas
en un i n d i v i d u o , y que solo u n Á n -
g e l enviado de D i o s pudiera poseer-
las. Sabían que la autoridad soberana
depositada en una sola persona s u j e -
t a á todas las flaquezas h u m a n a s , á
todas las sorpresas de la amistad, de
l a intriga y de la adulación , á todos
los delirios del o r g u l l o , á todos los
furores de l a a m b i c i ó n , pasiones i n d o -
mables , y que no reconocen modera-
ción ni l í m i t e s , especialmente q u a n -
do se hallan en la cumbre de la domi-
nación y del m a n d o , por necesidad se
habia d e convertir en ruina y d e s -
trucción del género humano.
5. Á todos los Príncipes que a s -
piraron al gobierno absoluto , ó que
lograron por medios artificiosas y v i o -
lentos reasumir el supremo imperio,
se puede justamente aplicar lo que
de nuestros R e y e s decia en el siglo
x v r u n escritor español, varón d o c t o ,
grave y piadoso. " E s t o s que agora
» n o s mandan reynan para s í , y por
j i l a misma causa no se disponen ellos
5? para nuestro provecho , sino buscan
v s u descanso en nuestro d a ñ o . " ( i ) .
E l hombre de b i e n , que purgado el
ánimo de temor y esperanza, y c o l o -
cado sobre l a alta cima de la i m p a r -
cialidad registra los anales del mundo
y examina las vicisitudes de los siglos
y las revoluciones de los antiguos y
modernos imperios , halla en todas
partes exemplos y pruebas convincen-
tes de tan amarga y desconsolante v e r -
dad. L a historia no ofrece á su c o n s i -
deración y á su vista mas que e s c e -
nas t r á g i c a s , horrorosos quadros de los
males y desastres causados por el o r -
g u l l o , por la ambición y ferocidad de
los Príncipes soberanos: ciudades a s o -
l a d a s , provincias destruidas , reynos
devastados : todos los derechos , todos
los principios de sociabilidad y las
mas sacrosantas leyes holladas : aquí
crueles conspiraciones, allí tumultos
p o p u l a r e s , y en todas partes guerras
sangrientas sin n ú m e r o , y los h o m -
bres inocentes y pacíficos víctimas de

(i) Fr. Luis de León. Nombres de Christo-


Rey.
la tiranía. U n corazón sensible' que
aprecia como es justo la dignidad del
h o m b r e , sé arredra y desfallece con
este espectáculo, derrama lágrimas so-
bre la virtud desgraciada, sobre el t a -
lento perseguido y sobre el ingenio
menospreciado, y exclama : ¿ de d ó n -
de han venido los tiranos? ¿ C ó m o se
multiplicaron los ' violentos opresores
de la humanidad? ¿ Q u i é n les ha dado
la existencia y el poderío para a t o r -
mentar á los mortales ? D i o s , ó el l i -
bre consentimiento de los hombres,
de donde se derivan todos los d e r e -
chos del reyno y del imperioJ
6. D e D i o s nació la verdad , el
orden , la justicia y la libertad: la l i -
b e r t a d , madre de v i r t u d e s , estímulo
de industria y de a p l i c a c i ó n , fuente
de riquezas, germen de luces y s a b i -
duría , plantel de grandes hombres,
principio de l a gloria , prosperidad y
eterna duración de los imperios. L a
autoridad política , justa y templada,
sin la qual no puede haber sociedad
n i existir ninguna nación ni estado,
es efecto de pactos y convenciones
humanas : los hombres la crearon.
Pero el despotismo y la tiranía ó el
gobierno a b s o l u t o , que todo es u n o ,
n o ha tenido origen n a t u r a l , es u n
monstruoso resultado del abuso del jus-
to poder y de la legítima autoridad,
parto revesado de la injusticia, de la
v i o l e n c i a , de la fuerza a r m a d a , del
e n g a ñ o , de la seducción , de la per-
fidia , de la ambición de los que m a n -
d a n , y de la ignorancia y estupidez y
abatimiento y superstición de los que
obedecen.
7. E l Criador y padre benéfico de
los hombres los dotó de razón , i n t e -
ligencia y libertad. E l hombre i n d e -
pendiente , libre é inmortal debe r e s -
petar en sí mismo y en sus semejan-
tes la imagen de la D i v i n i d a d : nadie
t u v o jamas ni pudo tener derecho para
degradar la dignidad humana. D i o s
quiso también ser legislador de los
h o m b r e s , no para oprimirlos sino para
asegurar su v i d a , sus derechos , sus
preeminencias y su libertad. L a l e y
•divina, la ley natural llamada así por-
que se encamina á proteger y conser-
v a r las prerogativas naturales del
.hombre, y porque precede á todas las
convenciones y al establecimiento de
las sociedades y de las leyes positivas
(10)
é instituciones políticas , no empece a
l a libertad é independencia de las
criaturas racionales , antes por el con-
trario la guarece y la defiende. L e y
e t e r n a , inmutable , fuente de toda
j u s t i c i a , modelo de todas las leyes,
base sobre que estriban los derechos
del h o m b r e , y sin la qual sería i m -
posible que hubiese e n l a c e , orden
ni concierto entre los seres inteli-
gentes.
8. D e l a n t e de esta l e y , así como
en el acatamiento de su divino autor,
todos los hombres son iguales , todos
hermanos y miembros de la g r a n f a -
milia de que D i o s es el común p a -
dre. N i n g u n o está autorizado para
romper los lazos de esta fraternidad,
ni para obrar contra los intereses y
derechos de sus miembros. N i n g u n o
puede alegar justo título para dar l e -
yes ni para dominar á sus hermanos.
N i D i o s ni la naturaleza confiaron este
poderío sino á los padres respecto d e
aquellos á quienes dieron el ser y la
existencia. Esta es la mas antigua y
mas sagrada autoridad que se halla
entre los hombres, así como la o b e -
diencia de los hijos á sus padres es el
primer exemplo de subordinación y
dependencia.
9. Porque el estado primitivo de
los hombres no fué u n estado de liber-
tinage ó de licencia : ni se puede d e -
cir que hayan sido absolutamente l i -
bres é independientes sino con relación
á los establecimientos políticos y á los
diferentes géneros de gobiernos intro-
ducidos posteriormente en la s o c i e -
dad. Y y o ignoro el motivo que han
tenido algunos escritores para f a t i g a r -
se en probar difusamente una verdad,
que ni los filósofos ni los juriscon-
sultos han negado hasta ahora. ' T o -
dos confiesan que los hombres d e b i e -
ron reconocer siempre u n legislador
supremo y u n a l e y de naturaleza. Y
si bien al principio del mundo y por
espacio de muchos siglos no hubo n a -
ciones ni grandes sociedades, ni R e -
y e s , ni P r í n c i p e s , ni t i r a n o s , p r u e -
b a que estos establecimientos fueron
obra de los hombres : mas todavía
siempre hubo aun desde el principio
a l g ú n linage de sociedad : sociedad
c o n y u g a l , sociedad doméstica , xefés
ó cabezas de familia , ministros de
D i o s , intérpretes y executores de su
l e y , para regir y gobernar c o n v e n i e n -
temente la pequeña grey encomenda-
da á su cuidado. D e consiguiente es
necesario reconocer derechos , o b l i g a -
ciones y mutuas dependencias entre
marido y m u g e r , entre padres é hijos,
entre amos y criados, virtudes s o c i a -
les , cierto género de subordinación y
u n gobierno doméstico.
1 0 . Si los hombres , fieles á los
deberes que les impone la ley natural,
hubieran v i v i d o siempre juntos como
hermanos, y procurado exercitarse en
las virtudes pacíficas, y hacer por amis-
tad lo que al presente solo se hace por
temor ó por i n t e r é s , no tendrían n e -
cesidad de- otra forma de gobierno ni
de recurrir á las leyes positivas para
interpretar y esclarecer la sabia l e y
de naturaleza , y para obligar á su
observancia, ni de constituir la a u -
toridad pública y las grandes socieda-
des políticas. Empero después de la
dispersión -del género humano , h a -
biéndose extrañado mutuamente los
hombres no tardaron mucho en mirar-
se como enemigas. Olvidados de la
l e y y corrompidos por las pasiones se
entregaron á los vicios : las guerras,
las violencias , robos y latrocinios c o -
menzaron á reynar : muchos hombres
aguerridos con el exercicio de perse-
guir los animales salvages hicieron
uso de este arte dañino para destruir á
sus semejantes; y el bárbaro derecho
del mas fuerte prevaleció y fué subs-
tituido al de naturaleza.
II. A s í que la necesidad de d e -
fenderse de las bestias feroces , y de
hombres mas feroces que las mismas
b e s t i a s , obligó á muchas familias á
reunirse en sociedad para socorrerse
mutuamente y asegurar su vida , per-
sonas y bienes baxo la protección de
las, leyes y de la autoridad política.
P o r q u e , como dice u n filósofo, la
multiplicación de los hombres y la
comodidad de la v i d a mas depende de
v i v i r en sociedad que de la n a t u r a l e -
za ; y si es . tan excesivo su número
comparado con el de los animales sil-
vestres , consiste en que los hombres
se han reunido en s o c i e d a d , a y u d a -
do y defendido recíprocamente. M a s
esta reunión no se pudo executar sin
introducir una desigualdad real entre
los miembros de la asociación y sin
que precediesen deliberaciones hechas
(H)
de común acuerdo baxo ciertos p a c -
tos y condiciones tácitas ó e x p r e -
sas , que fueron como las primeras
leyes fundamentales de los primitivos
g o b i e r n o s , y el origen de todos los
reglamentos políticos que sucesiva-
mente se fueron estableciendo , de
donde también nacieron las d i f e r e n -
tes formas de gobierno adoptadas li-
bremente por las naciones.
1 2 . D i g o libremente , porque ni
D i o s ni la naturaleza obligan á los
hombres á seguir precisamente este ó
el otro sistema de g o b i e r n o , á n i n g u -
no reprueban , á ninguno dan la p r e -
ferencia , qualquiera de ellos siendo
acomodado al clima , al genio y ca-
rácter de los pueblos y á las circuns-
tancias y extensión del i m p e r i o , pue-.
d e procurar el bien g e n e r a l , el inte-
rés común y la salud p ú b l i c a , ley s u -
prema de todos los estados y c i m i e n -
to firmísimo de los derechos de la so-
ciedad y la regla que fija e v i d e n t e -
mente la extensión y objeto de la a u -
toridad pública y los deberes de los
miembros del cuerpo social. L a l e y
de naturaleza , que es la voluntad
misma del Criador , reprueba el d e s -
(15)
potismo igualmente que la anarquía,
y los excesos de la libertad así como
losi abusos del poder. D i c t a imperio-
samente la subordinación, y la o b e -
diencia á las leyes y á los magistra-
d o s ; porque no es dable que pueda
subsistir ninguna nación sin leyes , ni
«stas ser provechosas y saludables,
si no hay en l a república personas s u -
ficientemente autorizadas para h a c e r -
las observar. S u autoridad debe ser
sagrada é inviolable , de otra suerte
no tendría imperio sobre los pueblos,
ni éstos motivo sólido para respetar-
la. E l orden social emana e s e n c i a l -
mente de la n a t u r a l e z a ; pero su f o r -
ma es variable de muchas maneras,
y pende de pactos y convenciones a r -
bitrarias.
1 3 . L a historia de las naciones y
de los gobiernos nos ofrece una se-
rie jamas interrumpida de pruebas de-
mostrativas de esta verdad. ¡ Q u é d i -
ferencias ! ¡ Q u é variedades tan n o t a -
bles entre las formas de gobierno i n s -
tituidas así por los reynos y grandes
imperios, como por las pequeñas s o -
ciedades y estados de corta extensión!
¡ q u é revoluciones políticas! ¡ qué m u *
(i6)
¿lanzas en la constitución de un m i s -
mo e s t a d o , de u n mismo imperio! S o l o
el pueblo h e b r e o , éste pueblo , ésta
sociedad creada por el mismo D i o s ,
¿ quántas alternativas no ha e x p e r i -
mentado en su sistema de gobierno
y a republicano, y a m i x t o , y a monár-
q u i c o , y a aristocrático? ¿ P u e s qué di-
remos de los gobiernos de los estados
d e G r e c i a y de los de E s p a r t a , Atenas
y Roma?
1 4 . ¿ Y quién osaría reprobar a l -
g u n a de estas formas legítimas de
gobierno , ó acusar á las naciones
que las han admitido de crimen c o n -
tra la ley divina , ó de atentado c o n -
tra la n a t u r a l e z a ? ¿ P o r ventura está
y a decidido qual de aquellas c o n s t i -
tuciones es la mejor y mas conforme
al fin y blanco de la sociedad políti-
ca ? Los sabios de todos los tiempos,
después de haberlas discutido y exa-
minado porlijamente sus bellezas y
f e a l d a d e s , sus virtudes y v i c i o s , to-
davía no han probado de un modo
convincente qual de ellas es la mejor:
aun no se ha decidido , ni acaso se
podrá decidir j a m a s , la importante
cuestión de la preponderancia. S o l a -
menté se han convenido en un pun-'
to , que es condenar el gobierno a b -
soluto y despótico. L a sociedad p o l í -
tica es u n establecimiento de b e n e -
ficencia , u n preservativo contra el
c o n t a g i o de la corrupción general d e
la especie h u m a n a , un puerto en que
los hombres pacíficos creyeron poder
asegurar sus r i q u e z a s , derechos y l i -
bertades. T o d o s los sistemas de g o -
bierno que se encaminan á este fin son
buenos y loables , y solo es digno de
la pública execración el que se dirige
ai abatimiento y ruina de los c i u d a -
danos. T a l fué la opinión de todos los
filósofos, de todos los sabios de G r e c i a
y R o m a , varones insignes que en v i r -
t u d del mas profundo conocimiento,
del corazón humano y de la n a t u r a - '
leza de la sociedad política.y d e . p r o - ;
lijas investigaciones sobre el origen,
progresos y decadencia de los impe-f
ríos , apoyadas en la experiencia' y en
la historia general de las naciones^
elevaron la razón humana a l mas alto
grado de perfección posible , .crearon
la ciencia del g o b i e r n o , y merecieron
ios gloriosos dictados de maestros de
la sabiduría política,, de conservadore-s
s
(r8)
de los nombres , y vengadores de los
derechos de la especie humana.
1 5 . Sin e m b a r g o , en estos últimos
siglos , y señaladamente en los t i e m -
pos de convulsiones políticas y en c i r -
cunstancias de una guerra declarada
entre el despotismo y la l i b e r t a d , t u v o
el gobierno monárquico absoluto, sus
defensores y apologistas 5 y no han f a l -
tado hombres, ilustrados que prostitu-
y e n d o su h o n o r , ! r e p u t a c i ó n . y fama,
y abusando de su literatura y talentos
los. sacrificaron á: la. falsedad y al e r -
ror , y postrados ante el í d o l o . d e la.
tiranía hicieron los mayores esfuerzos
para erigirla en divinidad , y por m e -
dio de paralogismos, de p r e o c u p a c i o -
nes absurdas y de> imposturas g r o s e -
ras: fascinar á. los mortales desnatu-
ralizar: la razón h u m a n a , sofocar los
sentimientos generosos , y apagar e l
instinto que aun á los. animales i n s -
pira la. naturaleza para oponerse, á sus
opresores. T a l fué. entre otros el c a -
ballero .Roberto F i l m e r , el qual en
los momentos de fermentación que pre-
cedieron á l a . célebre revolución i n -
glesa siguiendo algunas de las m.áx.i-.
?

mas de su paisano T o m a s Hobbes se;


(19)
propuso demostrar en su obra t i t u -
lada Patriarca, que en la sociedad
humana no hay ni puede haber sino
u n sistema de gobierno justo y equi-
tativo , á saber , e l gobierno monár-
quico, absoluto.: que es de institución
divina : que toaos los bo libres están
obligados á someterse s. él. en virtud,
de la inmutable l e y del C r i a d o r : que
áü.-nadie es permitido substraerse de
esta: soberana- autoridad , ni • pensar en
p'onerle lítriites , y que sería u n extra-
vÍQr el mas. criminal apartarnos de las
sendas que Dios y la naturaleza nos
han dexado trazadas.
• 1 6 . Esta 'paradoxa política , este
sistema tan absurdo y tanto mas i n -
concebible quanto y a antes de.su n a -
cimiento el célebre H o o k e r había d e -
mostrado la falsedad de sus principios,
aunque sabiamente impugnado por dos
insignes filósofos ( i ) de la misma n a -
ción , se ha reproducido en nuestros
dias con adiciones y modificaciones,
sin otro objeto.que el de sostener el
vacilante gobierno t i r á n i c o , disfrazar

(I). Sidney : Discours sur le gouvernement.


Eócke : Du ¡mvernement civil,
T, 2
(20)
su o d i o s i d a d , obscurecer los derechos
y prerogativas naturales del hombre,
esparcir una densa nube que intercep-
tando las comunicaciones de la l u z no
nos dexe ver lo que cumple á nuestro
provecho, entorpecer los movimientos,
retardar los pasos que hemos dado ha-
cia el b i e n , adormecernos en los e r -
rores y preocupaciones de nuestra
mala e d u c a c i ó n , y que ha fortificado-
l a superstición , arrancar de nuestras 1

manos el precioso don de la libertad


que apenas empezamos á asir ,' y en-
volvernos en todos los males del m o -
ribundo despotismo.
1 7 . N o es esta ocasión oportuna
para refutar seriamente tan desvariado
sistema. Los sabios y personas ilustra-'
das no necesitan de nuestras reflexio-
nes para despreciarle; y los i g n o r a n -
tes no se hallan todavía en estado de
comprehenderlas. Sin embargo para
precaver los funestos resultados d e
aquella doctrina, y los males que p r o -
pagada por agentes interesados puede
producir en los hombres sencillos é i n -
cautos , haré una breve digresión c i -
ñéndome precisamente á mostrar la fla-
queza y debilidad del cimiento sobre
(a O
que se ha. levantado y estriba aquel
ruinoso edificio.
18. Las sociedades p o l í t i c a s , d i -
cen , los reynos y los imperios son
obra de la n a t u r a l e z a , y no del c i e g o
acaso ni de l a libre elección ó i n v e n -
ción de ios hombres. Las mas p o p u l o -
sas naciones casi nada en su origen,
así como los grandes r i o s , se han
derivado de u n corto número de in-
dividuos de una sola f a m i l i a , c r e -
cieron sucesivamente por la reunión
de muchos pueblos y ciudades , las
quales debieron su origen al conjunto
de varias f a m i l i a s , así como éstas a l
padre común del género humano. D i o s
le dotó dé i n t e l i g e n c i a , y le confirió
un poderío r e a l , absoluto é ilimitado
sobre su posteridad: todos sus descen-
dientes quedaron obligados á r e c o -
nocer y respetar la soberana a u t o r i -
dad paternal derivada de la misma na-
turaleza , y confirmada por l a ley i n -
violable del Criador. L a . primera f a -
milia que hubo en el mundo fué el
primer p u e b l o , y el primer .padre el
primer soberano. Multiplicadas las f a -
milias se multiplicaron las sociedades
y. los estados, siempre baxq el gQbierno
( )
22

del xefe subalterno ó del padre que


les d i o el s e r , c u y a autoridad comu--
nicada por la generación era la misma
y del mismo linage que la del autor ó
padre universal de la sociedad. Estos
xefes ó cabezas de familia fueron
los primeros R e y e s , soberanos absolu-
tos y legisladores de sus pequeños es-
tados , y gozaron de todos los d e r e -
chos ,-' de todos los atributos de la s o -
beranía sin dependencia de pactos y
convenciones h u m a n a s : gobierno que
fué y debe ser según las intenciones
del Criador el fundamento, el modelo
y la norma de todos los gobiernos.
L a autoridad política no es mas
que un desarrollo de aquella a u t o r i -
dad primitiva y original : á ninguno
es permitido introducir otras formas
ni variar el plan trazado por el s u -
premo legislador de los hombres.
1 9 . E s t e sueño ó mas bien delirio
político se desvanece con las reflexío*
;

nes siguientes. La autoridad paterna y


el gobierno patriarcal, el primero sin
d i i d a ' y ;único que por espacio, de m u -
chos siglos existió entre los hombres,
no tíéne-semejanza
;
ni conexión esen-
cial'bbnUa autoridad política ni.con la
(*3)
monarquía absoluta ni con algunas de
las formas legítimas de gobierno adop-
tadas por las naciones en diferentes
edades y tiempos. L a autoridad p a t e r -
na se puede y debe considerar baxo de
dos aspectos, ó como calidad inheren-
t e al padre como p a d r e , derivada de
l a misma paternidad y según la r e l a -
ción que dice á s u s hijos m e n o r e s , que
no habiendo todavía llegado á la edad
de discreción son incapaces de regirse
á sí mismos, ó como atributo ó dere-
cho de cabeza de familia y con respec-
to á los diferentes miembros de ella,
hijos emancipados, mugeres de ést'oSj
n i e t o s , parientes, criados,' domésticos
y familiares. '
20. L a autoridad paterna baxo la
primera consideración proviene de la
naturaleza¿ precede á toda convención,
es independiente de t o d o pacto , inva-
riable j incomunicable, imprescriptible,
circunstancias qué dé -ninguna manera
convienen ni son aplicables á l a auto-
ridad'política y menos' á la monarquía
absoluta. Este género dé gobierno le
introduxo el t i e m p o , la necesidad y el
libre consentimiento de los hombres:
es variable en sus formas y sujeto á
(*4)
mil vicisitudes. L a autoridad suprema
de qualquier estado ó nación es única
dentro del mismo e s t a d o , e x c l u y e toda
autoridad p ú b l i c a , y no es compatible
con otro supremo poderío. A l c o n t r a -
rio la autoiidad paterna es la misma
h o y que en tiempo de A d á n y de l e s
patriarcas: ha existido y existirá siem-
pre idéntica é invariable en todos los
paises del m u n d o , en todos los estados
y sociedades,. y se acomoda con todos
los gobiernos.
2 1 . E s propiedad esencial de l a
monarquía que el supremo poderío
esté depositado e n una sola persona;
•pero la autoridad paterna reside en
d o s : porque no es peculiar del padre,
ni le corresponde exclusivamente: la
madre exerce la. misma superioridad é
imperio sobre sus hijos, y estos deben
así al u n o como.al otro i g u a l respeto,
sumisión y obediencia: porque el poder
y la autoridad de • los padres proviene
de la obligación que tienen de p r o -
veer á la conservación y perfección del
fruto de la sociedad c o n y u g a l ; y no
puede haber duda en que es un deber
de ambos á dos cuidar de la seguridad
de la vida de los hijos, c r i a r l o s , ali -
m e n t a r l o s , cultivar su espíritu y p r o -
.veer á sus necesidades durante la i m -
perfección de su infancia y minoridad
y hasta que recobren el uso de la r a -
zón y con ella la libertad natural. L a
subordinación y obediencia de los h i -
j o s á aquellos de quienes recibieron l a
existencia se funda en la generación,
á la qual concurre y contribuye la m a -
dre por lo menos tanto como el padre.
D e aquí es que las leyes positivas de
D i o s mandan á los hijos honrar y o b e -
decer así á la madre como al padre.
Honra á tu padre y á tu madre ( i ) . Hi-
jos, obedeced a vuestros- padres y á vues-*
tras madres (2).
22. E l S o b e r a n o , el depositario de
l a autoridad política baxo qualquier
forma de gobierno es legislador, tiene
sobre sus subditos derecho de vida y
m u e r t e , y puede castigar con el u l t i -
mo suplicio á los delinqüentes. Pero
los padres no exercen este imperio s o -
bre sus hijos, los quales faltos de r a -
z ó n y de libertad propiamente no están
sujetos á l e y : ni pueden disponer de
su v i d a , porque son unos meros execur

(2) Exod. x x .
(2) Epist. ad Ephe.
\ ¿

tores de la ley de naturaleza que les


obliga baxo la mas estrecha responsa-
bilidad á procurar por todos los m e -
dios posibles la conservación de la
obra del Criador. E l niño recien n a c i -
do dice un sabio naturalista, i n c a -
?

paz todavía de usar de sus facultades,


de sus ó r g a n o s , y de servirse de sus
sentidos, necesita de todo genero de
socorros: es una v i v a imagen de la
miseria y del dolor , y mas débil en
aquellos primeros tiempos que n i n g u -
no de los animales : su vida incierta
y vacilante parece que debe acabar
por momentos, y solo muestra la fuer-
za y actividad necesaria para explicar
con llantos y gemidos sus necesidades
y provocar de este modo la conmisera-
ción y los desvelos de sus semejantes.
Perecieran irremediablemente si la b e -
néfica Providencia no hubiese c o n s t i -
tuido á los padres guardadores y g o -
bernadores de sus hijos , y confiádoles
la disciplina de su educación y perfec-
ción en el orden físico y moral para
que algún dia puedan ser útiles á sí
mismos y á sus semejantes.
2 3. Son pues los padres en los d e -
signios de la Providencia otros tantos
instrumentos para la execucion del
gran plan de la propagación y ' m u l t i -
plicación de la especie humana. E l po-
derío de los padres mas es un privile-
g i o de los hijos que Una prerogativa
d é l a p a t e r n i d a d , y no es tanto una
dignidad como una carga y un y u g o
sumamente pesado. Por eso grabó el
C r i a d o r en s u c o r a z o n un amor tierno
-y generoso capaz de contener y t e m -
plar los excesos y abusos del poder y
de esforzarlos para sufrir las i n c o m o -
didades , tolerar. los trabajos y vencer
las dificultades inseparables del oficio
d e padre. Este afectuosísimo amor que
la naturaleza les ha inspirado prueba
evidentemente que su fin y blanco no
fué darles u n poder entero ni a u t o r i -
zarlos para gobernar arbitrariamente
-y sin límites , sino que este poder y
•gobierno fuese subordinado al bien y
provecho de los hijos y á la salud y con-
servación de estos preciosos gérmenes
de la repoblación del género humano.
24. L a autoridad política es per-
manente y perpetua asT'como la s o -
ciedad 5 pero la de los 'padres tiene sus
l í m i t e s , es temporal y sé halla ceñida
por la naturaleza á-un corto período.
(28)
Se funda en el derecho de t u t e l a , l a
qual fenece con la minoridad. Los h i -
jos no están ligados á los padres ni s u -
jetos á sus órdenes ni pendientes de su
v o l u n t a d sino por el tiempo que nece-
sitan de ellos para su c r i a n z a , e d u c a -
ción y perfección: estos lazos son s e -
mejantes á las fajas y mantillas de que
necesita l a flaqueza de la n i ñ e z : l a
edad robusta liberta á los niños de t o -
dos esos embarazos y opresiones. P o r
el mismo estilo l u e g o que la disciplina
de la educación cesa y los hijos llegan
á sazón de razonar y de proveer á su
conservación y subsistencia y de p o -
derse gobernar á sí mismos, aquel lazo
natural se disuelve. Exentos los hijos
y libres del imperio y jurisdicion de
sus padres, y estos de los cuidados que
debían á sus hijos, recuperan su inde-
pendencia y el estado de libertad n a -
tural.
2 5 . Entonces el hijo puede dexar
la casa p a t e r n a , aspirar á ser p a d r e , y
usando del l e n g u a g e de nuestros e s -
critores , á formar u n nuevo estado y
constituirse l e g i s l a d o r , rey y s o b e r a -
no de esta pequeña sociedad: tal es
el derecho q u e la. naturaleza otorgó á
los hijos, y que el divino autor de ella
expresó al principio del mundo q u a n -
d o d i x o : el varón dexará á su padre y
ó su madre, y se allegará ó juntará á
su muger ( i ) . Bien es verdad que la
l e y natural jamás dispensó á los hijos
de la obligación de honrar á sus p a -
dres , y que éstos en virtud de la m i s -
ma l e y conservan siempre el derecho
de exigir de ellos los afectos de amor
y gratitud. Este sagrado derecho es
perpetuo é irrevocable, y aquella obli-
gación subsiste en todo tiempo , en
todo l u g a r , en todas las circunstan-
cias y condiciones de la vida. N u n c a
puede haber causa ni motivo justo
para que los hijos olviden los b e n e f i -
cios recibidos , ó para dexar de corres-
ponder á aquellos de quienes r e c i b i e -
ron la vida , la crianza y la educación
con los a u x i l i o s , consuelos y con to¿
dos los oficios que dicta la piedad y el
reconocimiento.
26. Pero esta obligación no se
opone á la independencia y libertad
de los h i j o s , porque no es u n deber
de justicia rigurosa, sino u n o de aque-
llos oficios que los jurisconsultos y mo-
(1) Genes, i r , 24.
(30)
ralistas llaman imperfectos. Este d e -
ber filial no pone el cetro en manos
del p a d r e , ni le comunica el poder
soberano de m a n d a r , ni obliga al hijo
á obedecer. L a gratitud no induce s u -
jeción l e g a l y rigurosa : ni el b e n e -
ficio es suficiente ni legítimo t í t u l o ,
para la d o m i n a c i ó n , ni autoriza al
autor para dar leyes á los que le han
r e c i b i d o , ni p a r a . e x i g i r de ellos la
obediencia y sumisión. U n M o n a r c a ,
el mas grande M o n a r c a , está o b l i g a -
do así. como qualquier otro hombre,
del pueblo á honrar y respetar á sus
p a d r e s ; mas este deber no le estrecha
á someterse al gobierno de e l l o s , ni
deprime ni disminuye en manera a l -
g u n a su real autoridad.
27. A u n q u e la de los padres como
padres fenece con la minoridad de los
hijos, y éstos recobran con el uso de la
razón su libertad, é independencia , y
pi-.eden separarse de la casa y familia,
paterna-, y constituir un n u e v o estado
ó incorporarse en otra sociedad , sin
embargo es verisímil que muchos: de
ellos habrán preferido en' aquellos c a -
lamitosos tiempos continuar en la mis-
ma familia y someterse . v o l u n t a r i a -
m e n t e , y por razones de convenien»
cía propia al gobierno doméstico. E l
deseo de conservarse, el primero y
el mas necesario y vehemente de t o -
dos los que naturaleza inspiró á los
hombres : la ansiedad de proveer á.
las necesidades que comienzan des-,
pues de las de la infancia : el temor
de los peligros, y riesgos de la e x p a -
triación : la incertidumbre del éxito
d e . un n u e v o establecimiento : el
amor á la propiedad y sobre todo la
fuerza de la costumbre: la f a m i l i a r i -
dad y continuado trato con h e r m a -
nos y parientes : los sagrados lazos
de la amistad y de la sangre : las
dulzuras y atractivos d e . l a sociedad,
doméstica ; y la confianza en el amor
p a t e r n o , determinarían á los hijos á
continuar en e l l a , y á elegir este me-,
dio como el mas seguro para ser f e -
lices y conservar el don precioso de
la libertad. ;
28. Por las mismas razones de i n -
terés y de conveniencia muchos h o m -
bres libres se sometieron al gobierno
patriarcal y se incorporaron en estas
grandes familias esperando encontrar
e n ellas medios de subsistencia, p r o -
teccion y seguridad. U n a asociación
formada voluntariamente no pugna
con los derechos naturales del h o m -
b r e , antes por el contrarío los prote-
g e y asegura. Bien puede un hombre
libre sin menoscabo de su libertad
contraer ciertas obligaciones , y ceder
parte de su derecho por las ventajas
que de esto le pueden sobrevenir. U h
hombre libre se constituye criado de
otro vendiéndole temporalmente sus
servicios por cierto sueldo ó salario
e n que se han convenido. E n virtud
de este contrato se contraen muchas
obligaciones entre ambos ; el uno de
obedecer y observar la disciplina do--
m é s t i c a ; el otro de mandar b a x o las
condiciones pactadas. E l padre ó c a -
beza de familia no adquiere dominio
sobre el c r i a d o , debe tratarle con d u l -
z u r a , y no exigir dé él sino lo e s t i p u -
lado en el tratado.
29. Así se formaron las grandes fa-
milias , así adquirieron v i g o r , fuerza
y extensión. Estos son los fundamen-
tos del gobierno patriarcal, y las r a z o -
nes en que estriba la autoridad de los
padres como xefes ó cabezas de f a m i -
lia,. S u podorío baxo de esta considera-
(33) .
cion no proviene inmediatamente de l a
naturaleza ni de una l e y expresa del
C r i a d o r , sino de pactos y c o n v e n c i o -
n e s , del consentimiento tácito ó e x p r e -
so de los hijos, criados, domésticos y
de todos los miembros de esta s o c i e -
dad. Otorgaron al padre como mas a n -
ciano , mas prudente y experimentado
el derecho de -mandar y de componer
las mutuas diferencias por principios
de equidad y buena r a z ó n , tínico i n -
térprete de l a justicia y de la ley n a -
tural. S u gobierno mas era una p r o -
tección y salvaguardia que un freno ó
rigurosa sujeción. L a fuerza coactiva
estaba reducida á la persuasión y á dar
consejos y buenos exemplos. N o g o z a -
ba de poder l e g i s l a t i v o , ni podía h a -
cer leyes obligatorias y p e r p e t u a s , ni
fulminar pena de muerte contra n i n -
g u n o , ni disponer de las personas ni
de sus propiedades. N o exercia poder
absoluto sobre toda la f a m i l i a , porque
no le tenia sobre ninguno de sus
miembros. Es pues evidente que la
autoridad paterna de quálquier m a -
nera que se considere no tiene r e l a -
ción ni semejanza con la monarquía
absoluta: difiere esencialmente de ella
. (34)
en su c o n s t i t u c i ó n , en sus principios,
medios y fines : solo se puede decir
:

con a l g ú n fundamento que el g o b i e r -


n o patriarcal y la economía de la
sociedad doméstica influyó ocasional-
mente en el establecimiento de la a u -
toridad p o l í t i c a , y fué u n imperfecto
modelo y como el primer ensayo dé
los gobiernos p o p u l a r e s , y señalada-
mente de la monarquía moderada,
con quien tiene en algunas cosas m u -
cha semejanza é íntimas relaciones.
.. 30. Consiste esta semejanza: p r i -
mero , en que. así como muchas p e r -
sonas libres reconocieron,: un xefe de
familia,, y se;sometieron v o l u n t a r i a -
mente y por razones de interés y de
;

conveniencia á la autoridad paterna,


del mismo modo un gran número de
.familias conociendo la imperfección y
debilidad de este género de gobierno,
y atraídos de las ventajas de-una aso-
ciación mas numerosa, resolvieron c o n -
federarse m u t u a m e n t e , multiplicar l a
f u e r z a , fundar pueblos y ciudades, e s -
tablecer urt centro de poder !y una a u -
toridad pública , y depositarla en a l -
gunas personas señaladas ó en una
sola á quien hubiese hecho: recomen-
dable :e! t a l e n t o , la virtud y el m é r i -
t o . L o s gobiernos políticos de q u a l -
q u i e r - n a t u r a l e z a ó forma que haya
sido su constitución original no se pue-
den haberestablecido sino por conseno
timiento c o m ú n , por deliberación, por
a c u e r d o , por consejo de todos : ni es
comprehensible el principio d é l a e x i s -
tencia de ios supremos magistrados de
las sociedades-nacientes j ;no a c u d i e n -
do á- la elección y voluntad del p u e -
b l o , - f u e n t e ^ de todo poder políticoj
las familias . que trataron de formar
cuerpo de comunidad antes d é l a r e u -
nión eran en cierta manera soberanas
é-independientes-las unas de las otras,
y compuestas de personas l i b r e s ; n i n -
.guna- de ellas ni sus xefes tenían deT-
rechp -al imperio ni al mando : entre
.todos -los hombres no hay uno siquie-
ra autorizado por ley divina ó n a t u -
r a l , ni que pueda alegar justo t í t u -
lo para exercer sobre otros hombres
libres autoridad l e g í t i m a , justa y . r a -
zonable , sino, en virtud de pactos e x -
presos ó -tácitos, y de un< consenti-
miento espontáneo y voluntario.
3 1 . S e g u n d o : . conviene !a. s o c i e -
dad política-.con. la natural y domés-
c 2
(36)
tica , en que así como la autoridad de
los padres se encamina á la coriser-i.
v a c i o n de los hijos , por el mismo
estilo la de los R e y e s ó magistrados
supremos de qualquier nación es u n
oficio penoso , difícil , complicado,
c u y o fin y blanco no puede ser otro
que el bien y la prosperidad de los
miembros de todo el cuerpo social.
L a s gentes juiciosas , y que no han
•llegado á perder el sentido c o m ú n ,
deben confesar que todo poder h u -
m a n o , q u e los gobiernos y autorida-
des públicas no fueron establecidas
para c o m o d i d a d , descanso, placer y 1

gloria de los que g o b i e r n a n , , sino


para salud y felicidad de los g o b e r -
nados. E n todas las controversias r e -
lativas á la extensión del poder de los
• P r í n c i p e s e s necesario examinar y dis-
cutir no lo que les es ventajoso y
glorioso como se ha hecho-hasta ahora
en vilipendio de la dignidad humana,
mas solamente lo que e s í í t i l al público
y lo que cumple á la sociedad. Bien
-considerada la grandeza de un P r í n -
c i p e , de u n Monarca y su alta d i g n i -
dad , no es mas que una honrosa s e r -
vidumbre. Dígase quanto se quiera en
(37)
j

loor y ensalzamiento de sus personas


y oficio : dénseles los magníficos y
pomposos títulos de R e y e s , E m p e r a -
dores y Soberanos: prodigúemeles los
dictados de Altezas y Magestades;
anúnciese por todas partes que sus
personas son i n v i o l a b l e s , augustas y
s a g r a d a s : háblese de ellos como de
hombres d i v i n o s , baxados del cielo,
y no reconocientes superior en la tier-
r a : en medio de tan brillante aparato
en que t u v o gran parte la adulación
y la v a n i d a d , el R e y ó magistrado su-
premo debe sacrificarse por el bien de
su pueblo como el padre -y la madre
por la conservación de la vida de sus
h i j o s ; y así como los padres son r e s -
ponsables á D i o s de su negligencia ó
.deL abuso de su poder, los R e y e s son
. responsables de su descuido no s o l a -
mente á D i o s , . sino también á la s o -
ciedad de quien recibieron el poderío
y el imperio.
32. Tercero : en la sociedad n a -
tural ó doméstica, .los hombres libres
que, se sometieron á este género de
g o b i e r n o , tienen derecho á la conser-
, vacion de, su libertad , y á exigir del
Príncipe, de la familia el cumplimien-
to del pacto y condiciones que inter-
vinieron en el acto de la asociación; y
•en el caso de no cumplírselas , r o -
tos por el mismo hecho los lazos,
que estrechaban los miembros de la
comunidad con su cabeza , pueden
separarse de él y negarle la o b e d i e n -
cia , y recobrar su libertad. D e l m i s -
mo modo quando un M o n a r c a , ó el
magistrado supremo de la sociedad d i -
vil no desempeña las sagradas o b l i g a -
ciones de tan augusto ministerio , ' n i
cumple las condiciones del pacto q u e
fueron como las leyes fundamentales
de la constitución del estado , antes
abusando del poder y de la a u t o r i -
dad que se le había confiado paira b e -
neficio común y remedio de l ; s ma-
les de la sociedad, la convírtierori en
opresión de los ciudadanos, enmultipli-
car.sus desgracias y en destrucción del
estado ; puede éste tomar medidas de
precaución , proveer á • su seguridad,
separarse de su x e f e j obligarle á abdi-
car la c o r o n a , y aun si pareciese c o n -
veniente constituir diferente forma de
gobierno. 1

33. Bien conozco qué muchos E s -


pañoles, privados de las luces 'de la
(39)
conveniente educación que todo go^-
.bierno justo debe proporcionar á los
que nacen y se crian para ser útiles
ciudadanos , sumidos en la mas p r o -
funda ignorancia de los principios de
sociabilidad y de los derechos del
h o m b r e , imbuidos desde .la - niñez en
máximas destructoras que así se e n c a -
minan á abolir las primeras ideas de
libertad como á fortificar la opinión
de la soberana y absoluta autoridad
de los R e y e s , y á difundir el dogma
de una ciega y pasiva o b e d i e n c i a , y
ia indispensable -necesidad de sufrir
yf¡n silencio el y u g o de la tiranía : h a -

bituados á estos o b j e t o s , ideas y m á -


ximas consagradas por el uso de toda
la vida , y á no oir sino los ecos de la
mas v i l y supersticiosa a d u l a t i o n , se
escandalizan solo: con el nombre de
pactos , convenios , tratados , d e r e -
chos del pueblo , l i b e r t a d , leyes fun-
• d a m e n t a l e s , obligaciones y responsa-
• bilidad de los Monarcas. Los agentes
del despotismo- hicieron >los m a y o -
res esfuerzos- para, desacreditar esa
d o c t r i n a , y ' que (recayese sobre ella
toda la odiosidad de su p o n z o ñ o -
so origen,,,- el <jual .isegun dicen no
(4o)
pudo ser otro que la razón desvaria-
da y la moderna é irreligiosa filosofía.
34. Empero así-en. esto como en
otras muchas cosas se engañan y e n -
gañan á los demás: el pacto social no
es obra de la filosofía ni invención del
ingenio h u m a n o , es tan antiguo como
el mundo. L a sociedad civil es e f e c -
to de un convenio , estriba en un con-
trato del mismo modo que la sociedad
c o n y u g a l y la sociedad doméstica.
N o me permite la naturaleza de este
escrito recoger las pruebas y d o c u -
mentos que demuestran l a verdad de
este axioma político ; mas todavía n »
omitiré el testimonio de un grande
h o m b r e , y c u y a autoridad á nadie
puede ser sospechosa, la d e l , príncipe
de los teólogos escolásticos Santo T o -
más de A q u i n o , el qual en la edad
m e d i a , época m u y remota de la del
nacimiento de la nueva filosofía, y
como quinientos años antes que el c i u -
dadano de Ginebra publicase su c é l e -
b r e o b r a , establece el contrato social
como é l , fundamento de la sociedad
política., y le da tanta, fuerza que no
duda asegurar.(1) que si el Príncipe
(r) Primo qúidem ¿'¡si ád jus-rriultitüdínis
(40
abusase tiránicamente de l a potestad
regia y quebrantase el pacto , p u -
diera e l pueblo aun quando se le h u -
biese antes sometido perpetuamente,
•refrenar y aun destruir su autoridad,
disolver el gobierno y crear otro n u e -
v o por la manera que lo hicieron los
Romanos quando arrojando á T a r q u i -
no del trono proscribieron la m o n a r -
quía y crearon el gobierno consular
ó la república. •
35. ¿'Qué mas diremos? sino que
el mismo Dios y criador de los h o m -

a l i c u j u s p e r t i n e a t s i b i p r o v i d e r e d e r e g e , non i n -
justa a b e'ndem r e x institutus p o t e s t d e s t r u í ,
v e l refrsenari ejus p o t e s t a s , si p o t e s t a t e regia
t y r a n n i c é ab'ütatur. N é c p u t a n d a ést t a l i s m u l -
t i t u d o infideliter a g e r é t y r a n n u m d e s t i t u e n s ,
c t i a m si e i d e m in p e r p e t u u m se a n t e s u b j e c e —
r a t : q u i a h o c ipse m e r u i t i n m u l t i t u d i n i s regi-
m i n e se non fidelitér g e r e n s , u t e x i g i t r e g í s
- officium , q u o d ei p a c t u m á subditis non s e r v e -
t u r . Sic R o m a n i T a r q u i n i u m s u p e r b u m , q u e m
in r e g e m s u s c e p e r a n t , p r o p t e r ejus e t filiorum
t y r a n n i d e m á r e g n o ejeceru'nt substituía m i n o -
r i , scilicet c o n s u l a r i a p o t e s t a t e . Sic e t i a m D q -
mitianus., qui modestissimis imperatoribus
Vespasia'nó patri , e t Tito fratri ejus s u c c e s s e -
' rat-, d ú m tyranriidefn e f t e r c e t , á senátu r o m a -
r

-no. iaterem.ptus est, ó m n i b u s quaa p e r v e r s é R p —


manis_ f e c e r a t per senátus c o n s u l t u m ^usté e t
salübr'itV in i r r i t u m r e v o c a t i s . J3e regimine
fíintípúmlíb. I ,taf. vi. . ,
(4»)
t r e s habiendo determinado formar u n
p u e b l o , u n gobierno político , y una
república la primera que hubo en el
mundo y por ventura el modelo de
.todas las demás , puso por cimiento y
•base de su constitución el contrato
.social. San P a b l o - d i c e que habiendo
•Moysés hecho leer en presencia de todo
•el pueblo el libro comprehensivo de las
condiciones de la a l i a n z a , c o g i ó u n a
porción de sangre de becerro y de c a -
brito mezclada con a g u a , en la que
mojó un h i s o p o , y rociando con él al
volumen y al pueblo , dixo : este es el
.signo de la alianza que habéis hecho
. con Dios. E l solemne pacto hecho en
él desierto entre el supremo y s o b e -
.rano Ser y los Israelitas muestra el
aprecio que la misma D i v i n i d a d hacia
del hombre y de su libertad.
36. Últimamente la unidad de p o -
d e r , circunstancia peculiar del gobier-
. no patriarcal ,,y de la sociedad d o m é s -
tica , sirvió de exemplar para el esta-
blecimiento de la monarquía : dio la
i d e a , - y fué como el modelo de esta
sencilla forma dé gobierno : los e s c a -
sos monumentos históricos que,-,sé c o n -
servan de las primitivas sociedades, p a -
, . . . . .
; . (43)
diucas convencen que es la primera y
•mas antigua , y la razón y la filosofía
•persuaden que no pudo suceder de
otra m a n e r a ; porque los hombres no
acostumbran hacer sino' lo que han
visto hacer á otros : obran casi siem-
pre por imitación , y rara v e z á c o n -
seqüencia de serias meditaciones y
profundos razonamientos. Sus ideas
son análogas á los principios de la
-educación y á las de sus maestros , y
regularmente piensan como aquellos
•con quienes se han criado ó tratado
familiarmente , y son m u y pocos los
que llegan á elevarse sobre el i m p e -
rio de las preocupaciones ¡- y de los
usos y costumbres á que están a v e -
• zados. •'
37. -Así que quando muchas fami-
lias se convinieron en formar socieda-
des es cosa natural que depositasen la
autoridad pública y el supremo p o d e -
río en una Sola persona y no en m u -
chas. A - l o s pueblos no les podia ocur-
rir todavía el sublime pensamiento de
'gobernarse-por sí mismos, porque ca-
recían de las luces necesarias para o r -
ganizar una república, y ni aún tenián
idea de este linage de g o b i e r n o , del
(44)
•qual acaso estaña privado el género
humano si los abusos del poder monár-
quico y los inevitables males de la m o -
narquía no hubieran causado mas ade-
lante aquella revolución. Siendo pues
la autoridad paterna una imagen de
l a monarquía, fué esta adoptada g e -
neralmente , la consagró el u s o , y los
hombres se. connaturalizaron con ella
sin preveer sus inconvenientes, ni i m a -
ginar que pudiese haber otro mejor g o -
bierno.
38. L a historia de las primeras
edades confirma la verdad de estos
pensamientos. Los escritores de la a n -
tigüedad solo hablan de R e y e s para
expresar los depositarios de la a u t o r i -
dad pública: B a b i l o n i o s , A s i r i o s , E g i p -
. c i o s , Elamitas y las diferentes socieda-
des que se establecieron en la P a l e s t i -
na y en las margenes del Jordán se
gobernaron por R e y e s . L o mismo se
puede asegurar de los Chinos y de t o -
dos los pueblos de o r i e n t e , así como
de otras muchas asociaciones que se
formaron en G r e c i a . Homero habla de
sus R e y e s y pondera las prerogativas
y ventajas de la monarquía sin dar
muestras de tener conocimiento de. otro
.„ (45)
género de gobierno. A u n las famosas
repúblicas de E s p a r t a , T e b a s , C o n a -
to , A t e n a s , R o m a y C a r t a g o con otras
m u c h a s , fueron en Su origen reynos
mas ó menos extendidos y florecientes
gobernados por sus respectivos Monar-
c a s , los quales se sucedieron unos á
otros sin interrupción por -espacio de
varios siglos;
39. Empero conviene mucho a d -
vertir que el nombre R e y , Monarca,
Emperador y otros semejantes, i n v e n -
tados para-designar los supremos m a -
gistrados de las monarquías y de los
imperios, Son hombres de oficio, y su
natural significación, fuerza y energía
es regir y g o b e r n a r : mas no envuelven
u n a idea de poder fixa-, - u n i f o r m é y
constante. E l objeto representado .por
aquellos vocablos ¿quán 'diferente es
en Inglaterra y Suecia dé el qué e x -
presan en M a r r u e c o s , T u r q u í a y F r a n -
c i a ? - E l significado de R e y de España
1

-en el siglo x v n i ¿ e n qué se parece al


que tenia en la edad medía? Los que
-para exaltar la autoridad regia se han
fundado en la fuerza de esta n o m e n -
1

clatura incurrieron en grandes absur-


dos. j Q u é n i a y o r . d e s p r o p ó s i t o que lo
(4<0
que sobre esta razón dice ahora en
nuestros dias y en el pais de la libertad,
u n - E s p a ñ o l ? • " . R e y y Soberano son
» d o s palabras sinónomas- en' el d i c c i o -
» n a r i o de todos los poeblos de Euro-.
;;pa , y executar y servir son tan s e -
?>mejantes .en el entender de todos los
« h o m b r e s , que para ka ¡lar diferencia
JJ entre las dos cosas se necesita un tra.-
jjtado filológico, moral y político. Y
« c o m o lo que no se entiende se spstie-
j?ne mal en materias prácticas,, ni-ha
??habidp _«i habrá R e y e s que sean m e -
>; ros e x e c u t o r e s . "
4 0 . , Las acaloradas controversias é
importantes discusiones sobre la sobe-?
ranía,, sobre el poder legislativo y s o -
bre la extensión d é l a autoridad de los
R e y e s se terminarían m u y en breve si
no abusasemos.de los n o m b r e s , y si con
este abuso no confundiésemos las ideas,
y con ellas.todos los d e r e c h o s , y si
el hilo de los discursos, comoidicta e l
arte, de r a z o n a r , se tomase de l a . m i s -
ma fuente de. donde naturalmente se
deriva aquella autoridad. L a ,asocia-
ción civil es efecto de un c o n v e n i o , la
regalía un. oficio instituido. en .benenV
cio p ú b l i c o , los Reyes, hechura de los
(47)
pueblos, c u y a v o l u n t a d l e s dio el s e r , y
cuyos dones y trabajos los mantienen.
L a extensión de la autoridad regia,
sus modificaciones y restricciones pen-
den de aquel c o n v e n i o , de la consti-
tución del estado y de la v o l u n t a d del
pueblo en - quien reside originalmente
toda la autoridad pública : digo que
el pueblo es el manantial de toda a u -
t o r i d a d , porque de otra manera ni po-
dría crear los R e y e s ni darles la i n -
vestidura del supremo poderío : s i e n -
do un axioma que nadie puede dar lo
que no t i e n e , ¿quál fué pues la a u -
toridad que los antiguos pueblos otor-r
garon á sus R e y e s ?
.41., Si subimos , hasta el na ci -
miento de las m o n a r q u í a s , y c o n s u l -
tamos las primitivas constituciones de
los estados monárquicosi, hallaremos
que la autoridad regia estuvo m u y l i -
mitada , fué lo que debió s e r , y en
riada es comparable con la que ahora-,
según el diccionario de la adulación,
corresponde á los R e y e s por derecho.
L o s antiguos Monarcas no fueron le-r
gisladores.de los p u e b l o s , y su p o d e -
-río no tanto se extendía á hacer l e -
>yes quanto á proponerlas y executar-
:
4 ( 8)
las. El poder de hacer leyes, y de pro-
ponerlas imperiosamente á los miem-
bros de una sociedad política corres-
ponde tan perfecta y privativamente
á la misma sociedad, que si un P r í n -
cipe ó p o t e n t a d o , sea el que se q u i e -
ra sobre la tierra , exerce este poder
por su arbitrio y sin una comisión
expresa recibida inmediata y personal-
mente de Dios , ó por lo menos d e r i -
vada del consentimiento de aquellos
á quienes impone las leyes , es v i o -
lento-usurpador de los derechos del
hombre , y su conducta una mera ti-
ranía. E l valor de las leyes de qual-
quier naturaleza que sean pende del
consentimiento de la sociedad •: la
aprobación pública es la que las hace
legítimas. E l Soberano legislador de
la sociedad humana , el mas digno de
ser acatado y o b e d e c i d o , dexó á los
R e y e s y Príncipes de la tierra u n ad-
mirable exemplo de moderación y de
respeto á la libertad del h o m b r e , quan-
do después de haber propuesto á la
nación judaica la divina ley y la cons-
titución de la república, haciendo que
se leyese el volumen comprehensivo
-de ella ; ante la m u c h e d u m b r e , esperó
(49)
ía aprobación y consentimiento . de
todo el pueblo.
4 2 . Los antiguos R e y e s nunca fue-
ron .considerados como Soberanos que
dominan á sus subditos , sino como
ciudadanos empleados en dirigir á sus
i g u a l e s : porque al formarse las socie-
dades, y . aun después de constituidaSj
fué necesario que los Príncipes r e c o -
nociesen en las familias otros tantos
depósitos de autoridad de que los p a -
dres y cabezas de familia no d e b i e -
ron ni pudieron privarse absolutamen-
te , ni los R e y e s exigir de ellos que
renunciasen el derecho que compete
naturalmente á todo hombre libre de
entender en la conservación de la vida,
de la propiedad y de la libertad. A s í
:

la autoridad de los Príncipes no pudo


ser absoluta y despótica, sino ceñida
.por los usos y costumbres ,. y t e m p l a -
da por la de los xefes ó cabezas de
familia , sin c u y o acuerdo, nada se
acostumbró practicar en los antiguos
gobiernos. E n todos ellos el pueblo
congregado y reunido deliberó y
t u v o grande influencia en los n e g o -
cios y asuntos de utilidad pública.
4 3 . Consta de la sagrada E s c r i -
H
(í°)
tura ( i ) que Homar , R e y de Sichen,
deseando ratificar u n tratado de c o n -
federación que le habian propuesto los
hijos de J a c o b , y cuyas condiciones
le eran m u y satisfactorias, no consin-
tió en las proposiciones hasta h a b e r -
las manifestado al pueblo y obteni-
d o su consentimiento. A c h i s , R e y de
los Filisteos ( 2 ) , é íntimo amigo de
D a v i d , trataba de que le acompañase,
y prestase auxilio en una expedición
militar. L o s principales del pueblo no
aprobaron la solicitud del M o n a r c a ,
ni consintieron que aquel extrangero
viniese á tener parte en el combate.
L a sumisión que el R e y manifestó en
esta c o y u n t u r a conformándose con la
v o l u n t a d del pueblo muestra c l a r a -
mente que su autoridad era mas s e -
mejante á la de los R e y e s de L a c e d e -
m o n i a , que á la de un Monarca a b s o -
l u t o y despótico.
4 4 . E l antiquísimo exemplar que
nos conservó Herodoto (3) de D e y o -
c é s , á quien los Medos eligieron por
su R e y después de haber sacudido el
(1) Genes, cap. x x x i v .
(2) I. Reg. cap. x x i x .
(3) Lib. 1 , cap. XCVJ y sig.
y u g o de los A s i r l o s , con otros seme-
jantes de la historia, ofrecen bastan-
tes luces para conocer el origen de los
Monarcas , sus principales oficios , y
la extensión de su autoridad , r e d u c i -
da á administrar justicia á los p u e -
blos , y defenderlos de las violencias
de sus enemigos. Los R e y e s p r o p i a -
mente no eran más que executores de
las leyes y defensores de la patria,
jueces del pueblo y generales de los
exércitos. T a l era la autoridad R e a l
entre todas las naciones quando los
Israelitas pidieron á D i o s un R e y , se-
g ú n parece de las razones que a l e g a -
ron para esta novedad política : Et
erimus nos quoque sicut omnes 'gentes:
et judicabit nos Rexnosier , et egredie-
tur ante nos , ét pugnabit bella nostra
"pro nobis ( i ) .
4 5 . E n el antiguo reyno é i m p e -
rio de E g i p t o c u y o gobierno fué v e r -
daderamente m o n á r q u i c o , el poder de
los R e y e s estuvo m u y ceñido por la
constitución y leyes fundamentales:
éstas ademas de reglar el orden de s u -
ceder en él t r o n o , confiaban la a d m i -

(x) I. Reg. cap. vftr , v. 30.


i) 2
nistracíon de justicia á un cuerpo de
ciudadanos c u y a autoridad podia c o n -
trabalancear la de los Faraones. Los
jueces en el dia de su instalación h a -
cían juramento de no obedecer al R e y
caso que les mandase dar a l g u n a sen-
tencia injusta. E l colegio de los treinta
q u e residía en T e b a s , tenia grande i n -
fluencia en el gobierno. Las provin-
cias enviaban á la corte de tiempo en
tiempo diputados para examinar y dis-
cutir los negocios del estado, señalada-
mente los que decían relación al teso-
ro nacional. Los R e y e s no podian e x i -
g i r arbitrariamente de sus subditos
n i n g ú n género de contribución. L a
clase sacerdotal velaba de oficio sobre
l a inversión de los' caudales públicos,
y las nomarquias tenían derecho d e
prestar ó negar su consentimiento para
los n u e v o s impuestos. , •
4 6 . A u n en el A s i a , c u n a del des-
potismo , el gobierno no era arbitrario.
T e n í a n los Babilonios y Asirios ( 1 )
tres consejos creados por el cuerpo de
la nación para regir el reyno j u n t a -
mente con los Monarcas, Y . es bien

(I) Strab. l i b . x v l , pAg. 1082.


sabido por lo que refiere- el profeta
D a n i e l que los R e y e s de Pérsia y de
M e d i a , aunque gozaban de la p r e r o -
g a t i v a de sancionar las leyes- p r o p u e s -
tas por la n a c i ó n , u n a v e z sancionadas
no podían"dexar de llevarlas á e f e c t o ,
;

y de ponerlas en- exécucion; " T o d o s


3;los presidentes del reyno , dice Da-
1

aniel ( 1 ) , " m a g i s t r a d o s , gobernadores,


«potentados-yi capitanes han -acorda-
n d o i de" común deliberación p r o m u l -
j j g i r un edicto R e a l y confirmarlo. . .
J.) A h o r a , ó - R e y , confirma el edicto
ny firma la escritura para que no se
« p u e d a mudar . c o n f o r m e á la ley de
JJ Media y de Persiá. Por esta razón
vel R e y D a r í o firmó la escritura y el
n e d i c t o . " Y coirío D a n i e l hubiese p r o -
cedido contra el tenor de- esta-ley , y
-acusado-ante el Monarca"'de sü trans-
gresión tratase éste de salvarle , le d i -
xeron aquellos varones sepas , ó
j j R e y , que es ley;de M e d i a - y de P e r -
?3.sia que: ningún'decreto ú ordenanza
» q u e el R e y confirmare puede ser- inu-
ndada." ••
.•47. Si de las' vastas regiones dé

(i) Daniel-cap; VI;


África y de A s i a , c u y a historia p o l í -
tica envuelta en mil fábulas y desfi-
gurada por la credulidad es tan poco
conocida , nos trasladamos á E u r o p a ,
hallaremos que la monarquía templa-
d a y moderada era l a forma de g o -
bierno generalmente recibida en .sus
diferentes estados. L o que dice Home-
ro acerca de la constitución del r e y -
n o de l t a c a , de el de l o s F e a c i o s , y
algunos o t r o s , ofrece bastantes luces
para formar idea del gobierno de los
estados políticos de .su tiempo. E l de
los G r i e g o s , hablando con propiedad>
era mixto de monarquía ^oligarquía
y democracia. L o s R e y e s deben consi-
derarse como xefes de una especie de
república en donde los negocios se d e -
ciden ; á pluralidad de v o t o s : porque
h a b i a juntas públicas en que el p u e -
blo congregado desplegaba su a u t o r i -
dad , y deliberaba sobre los asuntos
del estado, N a d a podían .decidir los
R e y e s por sí solos , sino que estaban
obligados á proponer los negocios al
consejo ó senado compuesto de los
principales del pueblo y después de
concluidos dar parte á la asamblea
antes de la execucion. ,Así que - la
(5 5)
preeminencia y condecoración de u n
R e y de G r e c i a estaba casi reducida á
ser el presidente y como el principal
miembro del cuerpo p o l í t i c o : g o z a b a
del derecho de juntar el p u e b l o , y era
el primero que daba su dictamen. Pero
el mas peculiar oficio de los R e y e s y
en que consistía esencialmente la p r e -
rogativa de su d i g n i d a d , era el mando
de las tropas en tiempo de g u e r r a , y
la superintendencia de la religión.
48. Q u a n popular h a y a sido el g o -
bierno monárquico de los Griegos se
demuestra por e l célebre establecimien-
to del consejo de los Amphicciones, de
que tanto se ha escrito y hablado por
historiadores , humanistas y filósofos.
A m p h i c c i o n , Principe sabio y amante
de su p a t r i a , considerando la situación
y circunstancias políticas de la G r e c i a ,
y que dividida en muchas soberanías
independientes no solo estaba sujeta á
guerras intestinas y turbaciones i n t e -
riores , sino también á ser oprimida por
los pueblos bárbaros que la rodeaban;
para ¡precaver tan inminentes riesgos
puso todo su conato en unir y enlazar
los diferentes estados de la G r e c i a por
medio de una junta ó asociación c o -
m u n , á fin de que unidos con los e s -
trechos vínculos de la amistad p r o c u -
rasen promover el interés general, o p o -
ner la fuerza á los enemigos de' la p a -
tria y hacerse respetar de las naciones
circunvencinas.
4 9 . L o s antiguos consideraron el
consejo de los Amphicciones como si
dixeramos las cortes ó estados g e n e r a -
les de la G r e c i a y de las doce ciudades
que habían entrado en esta confedera-
ción. C a d a una enviaba á las grandes
juntas dos d i p u t a d o s , y las mas p o d e -
rosas no gozaban de preeminencia sobre
las demás. Se congregaban en T e r m o -
piles dos veces' al año en primavera y en
otoño. Los diputados que componían
tan augusta asamblea representaban el
cuerpo de la n a c i ó n , y teñían poder
absoluto para concertar y resolver todo
jquanto les pareciese ventajoso á la c a u -
sa común. E l prudente Monarca' t u v o
l a satisfacción de ver que los efectos
de este establecimiento correspondie-
ron á sus intenciones y esperanzas: que
los pueblos se multiplicaban y .crecían
en gloria y prosperidad, y que el esta-
do se habia hecho formidable á los
bárbaros.
(57) ..
5 - E n P a r í s , donde tan pronto se
o

adoptan las verdades y sanas doctrinas


como los-mas groseros errores, se p u -
blicaron en el año de 1804 las investi-
gaciones de un escritor Francés que
intentó -demostrar que el -objeto dei
consejo de los Amphicciones era p u r a -
mente religioso, y que sus acuerdos y
determinaciones- no tuvieron conexión
con el estado político de la G r e c i a ,
sino con el culto sagrado y ceremonial
del templo de B e l f o s . Este pensamien-
to no es nuevo , porque hace bastantes
años que Condillac ( 1 ) no creyó' d e -
berse mirar aquel consejo corrió u n a
asamblea política d o n d e - l o s G r i e g o s
tratasen d é l o s negocios del- estado y
de los medios de hacerse -formidables
iá los bárbaros, lo qual sería suponen
en los Griegos demasiada previsión, y
es difícil de comprehender que t u v i e -
sen y a miras tan extendidas.'Sin e m -
bargo en cosas de hecho tiene para mí
mucha mas fuerza la autoridad de los
-antiguos que la de C o n d i l l a c , á quien
respetaré siempre; -Demóstenes y E s -
•trabon nos conservaron algurios d e c r e -

:
(r) C o u r s d ' e t u d e t o m , iv, lib. 1,'cbapit; xn.
(58)
tos de aquella gran junta. Dionisio Ha-
licarnaseo habla de ella como de los
estados generales de la Grecia. D e -
móstenes asegura que en uno de aque-
llos decretos el consejo de los Amphic-
ciones se llama sinedrio ó consejo c o -
m ú n de los G r i e g o s , y Cicerón le nom-
bra commune Grcecite concilium.
;i. Los A t e n i e n s e s , así como los
R o m a n o s , adoptaron desde el princi-
pio el gobierno m o n á r q u i c o ; y la his-
toria de estas dos n a c i o n e s , las mas
insignes del u n i v e r s o , nos ofrece u n a
serie de R e y e s continuada hasta el e s -
tablecimiento de sus respectivas r e p ú -
b l i c a s , y c u y a sucesión l l e g ó en Ate-r
ñas hasta C o d r o , y en R o m a hasta
Tarquino, el s o b e r b i o , espacio como
de trescientos años. S u autoridad no
t u v o mayor extensión que l a de los
Monarcas Griegos. R ó m u l o después de
haber echado los cimientos de la c i u -
dad que a l g ú n dia habia de ser la ca?-
pital del mundo , estableció de a c u e r -
do con los principales del pueblo su
forma de gobierno. S e g ú n descripción
q u e . d e .él hicieron los antiguos histo-
riadores , tenia mucho mas de r e p u -
blicano que de monárquico. L a corona
(59)
era electiva y el pueblo e r q u e elegía
los Reyes. L a soberanía propiamente
residía en los comicios ó congresos ge?t
nerales de la n a c i ó n , en los quales
se confirmaban ó desechaban las leyes,
y se decidían los asuntos de guerra y
p a z ; y el pueblo creaba los m a g i s t r a -
dos y conferia todos los empleos p ú -
blicos. N i n g u n a autoridad, ningún p o -
der se consideraba legítimo sino quando
emanaba de la voluntad: del pueblo. E l
senado creado por aquel Príncipe, g o -
zaba de gran consideración y podero-
so influxo en todos los negocios del
estado. L a s prerogativas de la dignir-
dad R e a l estaban m u y limitadas. E l
R e y era el xefe de la r e l i g i ó n , m a -
gistrado supremo de la c i u d a d , g e n e -
ral nato del exército y presidente del
s e n a d o , donde no tenia mas que u n
v o t o como los otros senadores.
52. Este género de gobierno c e l e -
brado por los primeros p o e t a s , h i s t o -
:

riadores y filósofos como, él mas aná-r


l o g o á la. naturaleza .del. hombre s o -
.cial y á l a d i g n i d a d - d e los seres i n -
teligentes y libres^ nq solamente se hizo
:

general ,en el mundo antiguo, sino que


verisímilmente se hubiera perpetuado
sin alteración eri todos los estados'y
naciones como se - verificó en las del
norte de Europa-, si los -Principes'ele-
vados al solio por la opinión y- fama
d e sus talentos^y v i r t u d e s , ' f i e l e s á las
sagradas obligaciones de tan alto o f i -
cio-, conservaran la reputación qué tan
justamente adquirieron en los tiempos
heroicos y la santidad que les ha dado
'la historia ó l a fábula. Época feliz'en
que- todavia no se conocían én las
cortes y palacios dé los R e y e s el Or-
g u l l o , la ambición ni la c o d i c i a , crue-
les- tiranos de-la sociedad h u m a n a , ni
aún había nacido el injusto espíritu
dé d o m i n a c i ó n , espíritu que corrompe
las.-:costumbres-, propaga la i n m o r a l i -
dad , abate las almas y preparadla r u i -
na de las naciones: ni se pensara en
.condecorar á ningún Monarca, c o n el
exorbitante d i c t a d o ' d e señor natura!
•dé los hombres. - " '
53. • N u n c a fué ni puede ser- s ó l i -
•doi-ni durable e l ' í é s p e t o que se funda
en- títulos facticios-'y vanos ,' y menos
oh que es una-coñséqüencia d é l a i l u -
sión , causada por exteriores- condeco-
raciones y fastuosos: a p a r a t o s ¡ s i n o eí
:

que-ñace d e t amor- de- los pueblos y del


(<ÍI)
reconocimiento de la virtud y del mé-
rito; Mientras los R e y e s no se a p a r t a -
ron de: las sendas que la ley y v o l u n -
tad común les habian t r a z a d o , en tanr
to que respondieron, á la confianza de
los ciudadanos fueron cordialmenté aca-
tados, merecieron l a pública veneración
y los gloriosos títulos de pastores de
los hombres, defensores de los derechos
de la sociedad y padres.; de-la patria. •
54. Como quiera duró poco tiem-
po la moderación de los P r í n c i p e s , y
se puede asegurar con harto f u n d a -
mento que en todas las sociedades p o -
líticas se ha verificado lo que en la
república de los H e b r e o s , cuyos R e -
y e s , tan imprudentemente deseados
por el pueblo , al cabo le dieron é l
justo castigo de su inconsiderada pre-
cipitación y motivos de arrepentimien-
to , tan justo como vano y tardío;
Porqufe. desde el momento m i s m o . d e
su creación atentaron, contra las leyes
mas sagradas, ofendieron la D i v i n i d a d ,
expusieron la vida y libertad de los
c i u d a d a n o s , y su perversa conducta
aceleró la ruina de la nación y la
pérdida de su existencia política. E s
cosa natural que haya, sucedido esto
(62)
mismo en todas las m o n a r q u í a s ; por-
que acostumbrados los Príncipes á
mandar y los subditos á o b e d e c e r , n a -
cieron poco á poco los abusos de la
a u t o r i d a d , y con la servil condescen-
dencia de unos y con la torpe desidia
de o t r o s , y con la criminal pereza é i n -
dolencia de todos se multiplicaron los
desórdenes del supremo magistrado,
creció su altanería y ambición , se
introduxo insensiblemente lo que se
llamó d o m i n i o , y se fué afirmando
progresivamente el poder absoluto y
con él la opresión y la tiranía.
55. Los pueblos imbéciles y estú-
pidos que no tuvieron la suficiente
energía para conservar su dignidad y
defender sus prerogativas , ni para t o -
mar medidas de precaución contra las
demasías de los R e y e s , ni para o p o -
nerse en tiempo oportuno á sus em-
presas tiránicas, perdieron la libertad
c i v i l y política , se familiarizaron con
l a opresión hasta amar sus cadenas,
dexaron de ser naciones. Otras mas
generosas y amantes de su i n d e p e n -
dencia , y que por dicha todavía c o n -
servaban el uso de razonar, y no h a -
bían llegado á perder el carácter de
firmeza, ni los sentimientos de honor,
ni las virtudes públicas que solamen-
te nacen , medran y florecen en e l s u e -
lo y clima de la l i b e r t a d , bien lejos
de echar en olvido los derechos y p r e -
rogativas de la dignidad humana ó de
dexarse oprimir de los t i r a n o s , h i c i e -
ron esfuerzos heroicos para contener
su desenfrenada c o n d u c t a , y se v i o
desde l u e g o encendida una gloriosa
lucha entre el despotismo y la libertad,
l u c h a en que vencidos los R e y e s f u e -
ron arrojados del trono por incorregi-
b l e s , y hasta sus nombres odiados y
aborrecidos. R e y y tirano eran p a l a -
bras sinónimas entre los ciudadanos de
R o m a y G r e c i a , y entre todos los
sabios.
56. E l descrédito de' la monarquía,
y la odiosidad de los Monarcas c u n -
dió por toda la haz de la t i e r r a , y
á consequencia de esta revolución p o -
lítica hemos visto nacer los gobiernos
aristocráticos y democráticos , y p r o -
pagarse entre todas las naciones c u l -
tas y s a b i a s , tanto que hubo tiempo
en que era necesario viajarhas'ta P e r -
sia para encontrar alguna monarquía.
U n o de los objetos mas interesantes
(64)
que ofrece á nuestra consideración la
historia política de la sociedad h u m a -
na en las quatro ó cinco centurias que
precedieron i a era v u l g a r es el e n c e n -
dido amor que en esta é p o c a , época
de los progresos de la r a z ó n , de las
l u c e s y ó d e l a sabiduría, tuvieron los
hombres á la libertad, y quanto s u p i e -
ron apreciar este dulce y precioso don
del C r i a d o r , y los prodigiosos esfuer-
zos que hicieron por conservarle. C o m -
b a t í a n con la espada en la mano h a s -
ta exponer gustosamente su vida por
destruir los tiranos y por vengar los-
derechos naturales del hombre.
5-7. España fué uno de los países
donde, asi como en nativo suelp se han
conservado y florecido mas bien que
en otro .alguno estas virtudes heroi-
cas. Por • lo menos es cierto que los
Españoles no c e d i e r o n ' á ninguna h a -
x i o n del.universo en amor, por la l i -
bertad y/rT. acaso, sobrepujaron á todas
en fortaleza y constancia para d e f e n -
d e r l a . - D e r r a m a d o s por los; diferentes
valles y distritos que e n . l a península
forman, los. ríos; y. cordilleras., y c u y o s
linderos ,y mojones, parece hallarse d e -
;;

signados por la: misma i i a t u r a l e z a , no


( « O
constituían.-cómo, ahora una sola na-»
cion sino otros tantos pequeños esta-
dos quantos eran aquellos distritos h a -
bitados. A l g u n a s sociedades estaban
reducidas á un solo pueblo como C á -
d i z , S a g u n t o y N u m a n c i a . Otras .ocu-
paban paises mas extendidos como l a
Celtiberia , Bética y Lusitania. L o s
habitantes de estas regiones tenían sus
leyes p r o p i a s , usos y costumbres y a
comunes , y a variadas y diferentes.
M a s todos convenían en ser i n d e p e n -
d i e n t e s , en gozar de libertad y en v i -
vir, en la dichosa ignorancia de l a
opresión y de la t i r a n í a : porque j a -
mas habían conocido R e y e s ni S e ñ o -
í e s , Príncipes ni tiranos. Se g o b e r n a -
ban popularmente siguiendo las, c o s -
tumbres del pais y la práctica de sus
mayores:, confiaban la composición de
SMS litigios y diferencias á la p r u d e n -
cia de los a n c i a n o s , y la defensa del
territorio á a l g ú n cacique ó v a r ó n
acreditado por su i n t r e p i d e z , valor y
esfuerzo.
.58. A s í que quanto nos han dicho,
los antiguos y modernos historiadores
acerca de la existencia , sucesión y . c a -
tálogo de los R e y e s de España en esta
(«<0
é p o c a , es u n sueño poético' y tan f a -
buloso como la descripción del r e i n a -
d o de A r g a n t o n i o , s u s trescientos años
de v i d a , y ochenta del mas prudente
y afortunado gobierno. ¿Cómo es c r e í -
b l e que si hubieran existido R e y e s e n
E s p a ñ a , las potencias soberanas que,
trataron de invadirla ó por lo menos
sus comandantes y generales dexaseri
de entablar negociaciones con ellos?
¿ ó que los historiadores no nos h u b i e -
sen conservado la memoria de estas
conferencias , negociaciones , c o n v e -
nios y tratados ? Se sabe por el c o n t r a -
rio , que los pueblos eran los únicos
soberanos á quienes las potencias b e - ;

ligerantés dirigían su v o z y sus p r o -


clamas': 4os pueblos los que d e l i b e r a -
:

b a n en común sobre todos los n e g o -


cios políticos y militares : los pueblos
íós qué ratificaban los tratados , a d -
mitían las proposiciones ó las d e s -
echaban.
'. 59. Q ü a n d o los Españoles g o z a -
ban tranquilamente de tan feliz s i t u a -
ción y de las r i q u e z a s ' d e este b i e n -
aventurado pais y de los copiosos
frutos que casi naturalmente les o f r e -
cía uno de los mejores climas del m u n -
(¿7) .
d o , dos naciones las mas célebres en
los fastos de la historia por su Sabi-
duría , por su poder y por sus g r a n -
des virtudes y vicios vinieron á t u r -
bar su reposo. L a fama de aquellas
'riquezas que habia- v o l a d o hasta las
extremidades de la tierra encendió p r i -
mero Ta codicia-de C a r t ' a g o , potencia
marítima- c u y a prosperidad y e x i s t e n -
cia política pendía de especulaciones
mercantiles y de la extensión de su
c o m e r c i o , y después la ambición de
R o m a que aspiraba á dominar en todo
é l universo. A m b a s á dos pusieron sus
miras interesadas sobre la conquista
de ésta r e g i ó n , y se dirigieron á ella
con 'sus éxércitos para asegurar la p r e -
sa que ansiaban con vehemencia. Espa-
ña -se convirtió desde luego en teatro
d e . e n v i d i a y emulación , de furor y
de zelos entre R o m a y Gartago , y las
dos repúblicas combatieron con el ma-
y o r encarnizamiento sobre el derecha
de propiedad de esta bella porción de
l a E u r o p a , y a u n disputaron en ella
el imperio del universo.
6o. Si en tan crítica situación c o n -
tentos los Españoles con ser t r a n q u i -
los espectadores de los a c o n t e e i m i e n -
E 2
tos que ofrecía tan grande escena d e T

x á r a n consumirse á las dos naciones


rivales , y reunidas sus fuerzas h u b i e -
ran cargado después sobre las tristes
reliquias de los exércitos extrangeros,
sin duda lograrían arrojarlos del s u e -
l o patrio y frustrar sus intentos. Pero
esta prudente inacción n o se a c o m o -
daba con su belicoso carácter ni con
sus preocupaciones é ideas. Confiados
e n la generosidad de los R o m a n o s , que
miraban como fieles aliados , y persua-
didos que con el auxilio de ellos c o n -
seguirían su i n d e p e n d e n c i a , quisieron
ser actores en aquellas sangrientas es-
c e n a s é instrumentos activos en todas
las empresas, y tener la gloria de con-
t r i b u i r á la ruina de los Cartagineses,
c u y a s arterías, violencias y p r o c e d i -
mientos tiránicos les concillaran el pú-
blico aborrecimiento.
. 6 1 . M a s l u e g o que llegaron á bar-
runtar el insidioso y falaz carácter de
los Romanos y á desdubrir el misterio
de su iniqua p o l í t i c a , y que el blanco
principal de sus designios era e n s e ñ o -
rearse de todo el p a i s y reducir sus
habitantes á la mas vergonzosa s e r v i -
d u m b r e , escandecidos de tan gran p e r -
<«9)
fidia, inquietos por el peligro de p e r -
der su independencia, poniendo ante
sus ojos todos los horrores de la t i r a -
nía y la gloria y opimos frutos de u n a
santa insurrección, sus almas g e n e r o -
sas resuelven resistir á los vencedores
del mundo prefiriendo la muerte á l a
pérdida de su amada libertad. D e s d e
este momento la historia de España
ofrece u n a serie continuada de sucesos
prodigiosos, revoluciones extraordina-
rias y acciones memorables, c u y a a l -
ternativa t u v o en espectacion á todas
las naciones del universo. N i n g u n a de-
fendió con tan obstinada resistencia
hi con tan esforzado ardimiento sus
h o g a r e s , prerogativas y-derechos.
6 2 . Los Romanos emplean en tan
ardua empresa la s e d u c c i ó n , el e n g a -
ñ o , la perfidia, las caricias, las p r o -
mesas , las a m e n a z a s : todos los r e c u r -
sos de la p o l í t i c a , de la sabiduría y
ciencia militar, los exércitos vencedo-
res del mundo y los mas insignes c a p i -
tanes del orbe los Escipiones, P o m p e -
y ó é l g r a n d e , J u l i o César y A u g u s t o i
Sin embargo los Españoles sostuvieron
la guerra casi por espacio de doscien-
tos a ñ o s : resistencia tanto mas p r o d i -
(70)
glosa q'uanto no fué de toda la nación
r e u n i d a , en c u y o caso hubiera sido
imposible que los enemigos realizasen
sus intentos. L a división entre pueblos
y distritos fomentada oportunamente
por la política romana fué la que abrió
la puerta y facilitó sus conquistas. L o s
E s p a ñ o l e s , dice E s t r a b o n , para resis-
tir i sus enemigos no formaron u n
plan bien combinado de c a m p a ñ a ,
n u n c a reunieron sus fuerzas ni junta-
ron numerosos exércitos. M a s c ó n todo
eso aunque separados y divididos pro-
longaron la guerra disputando el ter-
reno palmo á palmo mas por la d e s -
treza y Constancia que por el número
de combatientes.
• 6 3 . E n los dos siglos que duró esta
g u e r r a , dice P a t e r c u l o , corrieron t o r -
rentes de sangre romana con afrenta
y peligro de sus exércitos. Las armas
españolas elevaron á Sertorio á tan alto
grado de poder que por espacio de
cinco años fué un problema imposible
de decidir quiénes eran mas poderosos
en las a r m a s , los Españoles ó los R o -
m a n o s , ó qual de los dos pueblos eh
fin se habla de rendir y . obedecer a l
otro. M u c h a s veces un solo distrito,
(7i)
.una ciudad sola puso en consternación
t o d o el poder romano, y fué un escollo
•en que peligró la reputacionjdei i m p e -
r i o . E n pocos años había conquistado
e l Á f r i c a , la G r e c i a , el E g i p t o , el A s i a ,
e l P o n t o , la M a c e d o n i a , la A r m e n i a y
las Galias;"pero España atacada antes
;que todas no pudo ser r e n d i d a , dice
J u s t i n o ,: hasta que A u g u s t o , d u e ñ o
¿ e l o r b e , trajeo sus armas y exércitos
-Victoriosos contra esta nación b e l i c o -
.sa é i n v e n c i b l e , y entonces no sin
•afrenta d e las, águilas^ romanas los C á n -
t a b r o s y Asturianos fueron remora de
.sus v u e l o s , tanto que, e l . E m p e r a d o r
mas poderoso que mandaba en persona
.el;.exército.casi;allegó á,desespérate de
.la. rendición.de.estas dos pequeñas.pro-
.vincias ,. de. cuya; sujeción.ptendia. la
;¡ja/. del universo. M a s aLcabor A u g u s -
t o íuy.0 l¿.;gl.Qr¿a]yrla fortuna de t r i u n -
far. 4 $ ¡los.lúltisíiOiScaimientos -de- la; ¡liber-
jta4 eajaáola ¿ c o n ; lo q u a i toda E s p a ñ a
Sujetó eLdafti^fesil y u g o , d e l . v e n c e d o r ,

t-é.su idi4ma^.rií0s^atóes vícosíumbres


(

y tey.&iddisq ¡szvú?& .b <Y¡h^í' •• =


e-(^4-,h Esta gr4tti*ey-plueion. -.- Hfia,.de í) i

im.mas Éxírij^ii^ri^sc^ue-^^efrece
la historia de la sociedad humana,
anunciaba otra no menos considerable
é importante por sus conseqüencias y
resultados; Las naciones tiranizadas
por los Rónranos debían preveerla , y
con ésta previsión concebir esperanzas
de recobrar su libertad. Porque exís*-
tian todavía-sobre la tierra a l g u n a s
gentes l i b r e s , en c u y o p'a-is' no habíais
podido penetrar ni la ambición ni los
exéréitos'del imperio , y solamente e s -
peraban'ocasión oportuna- para satis*-
facer su o d i o , y dexarse caer sobre
los opresores de la libertad pública ,-y
v e n g a r en ellos l o s ' a g r a v i o s que h a -
bían hecho á la especie humana. ••"
E l g o b i e r n ó - d é R o m a y a ái* -
1

tes dél imperio de Augusto'-había con~


;

traído defectos q u e preparaban su di¿-


solución,' L a s inmensas riquezas de
:

todo el orbe acumuladas en aquélla


capital corrompieron' íáS'costumbres',
;

afemina-ron los espíritus, y enervaron


-las almas. G o n , e l ' despotismo-dé-los
:

Emperadores y - sia' dispendioso y >fr-í¿- :

v o l o luxo 'sa "fftül(>ifvliéárí)ri los vicios,


1 r

se extinguió el espíritu público-, y- se


ágoátaron'"lasí<várariite|; virtudes; que
baMan'^lievadcíla?rüpúM-ka-á tan;altó
grado de poder y de'gloria. Este c u e r -
po inmenso, lánguido y casi i n a n i m a -
do caminaba con pasos-acelerados á su
d e s t r u c c i ó n : circunstancias que i n s p i -
raron á los pueblos b á r b a r o s , á q u i e -
nes^ el terror del nombre romano t u v o
p o r mucho tiempo amedrentados y e n -
cerrados ¿orno fieras en un ángulo 'del
norte de Europa , la audacia de i n v a -
dir unos estados y provincias mal g o -
bernadas ¡¡ y cuyos'dueños habian p e r -
dido e l .Vigor y la fuerza necesaria
para conservarlas y defenderlas.
- 66; C o n efecto á principios d e l ' s i -
g l o v. de la era cristiana los S u e v o s ,
los A l a n o s , los Vándalos , los G o d o s
y otros pueblos bárbaros de la a n t i -
gua: Germariía ,~ salieron del sépteri-
¡trion é inundaron á manera de i m p e -
tuoso tórrente las regiones del m e d i o -
d í a , invadieron la capiíáT'del mundój
- d e v a s t á r o n l a Italia y las provincias
•del i m p e r i o , atravesaron los Pirineos,
•y se establecieron éh E s p a ñ a . L o s V I -
áogodos mas civilizados , mas políticos
y mas felices que las otras gentes de
su mismo origen lograron v e n c e r l a s , y
-arrojarlas de la península del mismo
modo . q u e á los imperiales , disolve*
el. gobierno, -romano , destruir hasta
los cimientos del soberbio edificio po-
lítico levantado con los recursos de
muchos siglos , c o n los esfuerzos d e
todas las naciones , y á costa de m u -
chos millares de víctimas h u m a n a s y
sobre sus ruinas y . escombros formar
de,todas las provincias de España y
d e las de A q u i t a n i a . e n las G a l i a s u n
estado floreciente que á pesar, de l a
rusticidad y . b a r b a r i e de estos';-tiem-
pos se conservó con h o n o r , y reputa^
cion por espacio.:de tres siglos,, •-,
( •
,67. Esta e s - l a , g l o r i o s a y m e m o -
;

rable época del nacimiento d e la m o -


narquía E s p a ñ o l a , época, en que ha
comenzado entr,e nosotros, un, n u e v o
orden de cosas, nuevas leyes , nuevas
instituciones,-.,-, n u e v a . juris.píudencia,
;;

nuevas costumbres ,. n u e v a forma de


:

g o b i e r n o , . nueva.' co!nstitucion..Impor-
:

t a mucho y- nos, es^iabspluíamente.ne-


cesario subir y llegar hastaj-tan •.seña-
lado . periodo,-de la ¡historian n a c i o n a l ,
y consultarle si deseamos ayerigua.r la
naturaleza d e l gobierno español y de
¿sus leyes fundamentales y;-.el .origen .de
Jas. costumbres, ¡patrias : allí e.sQo'ntra-T-
•remos las s e m i l l a s T d e l . o r d e n .social:qf
los fundamentos¡ del sistema" político,
y de la constitución de los diferentes
estados y ,reynos . que simultánea ó
sucesivamente se formaron , crecieron
y florecieron en la península.
- 68. Los conquistadores de .Espab-
i l a , ó á decirlo mas bien., los r e s t a u -
radores de la libertad española t u v i e -
ron la docilidad de someterse;á la d i -
rección de varones prudentes ,. y de
seguir las-máximas d é l a ilustrada p o -
lítica e p i s c o p a l , lo que contribuyó en
g r a n manera á templar los restos.de su
natural barbarie, á dulcificar .sus.cos-
tumbres , rectificar sus i d e a s , -y á que
atinasen,con e l - b l a n c o de sus deseos,
que era organizar u n gobierno • libre,
justo y moderado, y cimentarle sobre
bases firmes é inalterables. A s í q u e po-
niéndose dé acuerdo c o n los sabios y
principales miembros de la. nación,
desechadas las .'formas republicanas
adoptaron y establecieron él gobierno
monárquico templado, mixto de a r i s -
tocracia y democracia ,-siguiendo en
.esto como en,otras muchas cosas no
solo las costumbres germánicas,, sino
.principalmente las 'instituciones p o l í -
ticas y constitución maríárquica..de los
tiempos heroicos de G r e c i a y Roma*
6 9 . L a monarquía española e r i g i -
da por este - modelo recibió mejoras
considerables: los poderes estuvieron
mejor d i s t r i b u i d o s , y las juntas n a -
cionales mas bien organizadas. E l R e y
tenia el poder e x e c u t i v o en toda su
e x t e n s i ó n , y gozaba de las p r e r o g a t i -
vas dé convocar los congresos del r e y -
n o , de sancionar las l e y e s , de n o m -
brar los magistrados públicos , y d e
j u z g a r las causas de estado con a c u e r -
d o de su consejo. L a s grandes juntas
populares que en todas las monarquías
antiguas se consideraron como parte
esencial de su constitución , f u n d a -
mento de l a libertad pública , freno
del despotismo , excelente preservati-
v o contra la arbitrariedad , y como e!
mas poderoso remedio de los males i n -
teriores del e s t a d o , tuvieron igual r e -
putación en la monarquía gótica. N o
se componían como entre G r i e g o s , R o -
manos , Germanos y otras naciones, de
todo el pueblo. E l congreso nacional
español era un cuerpo formado de r e -
presentantes ó de las personas mas s e -
ñaladas de la nación. E n este cuerpo
residía el. poder l e g i s l a t i v o ; y aunque
(7?)
el pueblo no t u v o v o t ó ni i n t e r v e n -
ción éü las deliberaciones, ni en la f o r -
mación de las l e y e s , todavía siempre
se consideró como circunstancia n e c e -
saria para é l valor de ellas que se n o -
tificasen ala m u c h e d u m b r e , y que ésta
prestase su aprobación y c o n s e n t i -
miento»
, 7 0 . Los R e y e s en el día de su a d -
venimiento al trono debían presentar^
$e en la asamblea general para jurar
solemnemente. en ella la constitución
y las leyes fundamentales de la m o -
n a r q u í a , de c u y a observancia eran
responsables á la nación. A c o s t u m b r a -
ban á entrar en todas las juntas con
rnagestuosó a p a r a t o , pero siempre con
demostraciones las mas respetuosas ha-
cia el augusto c o n g r e s o , y presentar-
le u n tomo ó. cuaderno c o m p r e h e n -
sivo de los principales puntos que . c o n -
venía discutir y r e s o l v e r , sujetando l a
L

determinación á la prudencia y s a b i -
d u r í a de sus vocales. L a autoridad del
cuerpo representativo se extendía á t o -
dos los asuntos políticos-, económicos
y gubernativos del r e y n o : confirmaba
la elección de los P r í n c i p e s : ratifica-
ba los actos d e . r e n u n c i a s , cesiones ó
, (78)
abdicaciones de la corona : velaba s o -
bre la reforma de los abusos y desorden
nes públicos , y sobre los procedimien-
tos de los magistrados y tribunales. T o -
d o ciudadano que se-creia oprimido ó
agraviado tenia derecho para dirigirse
-al congreso en prosecución de Su cau^-
sa y á pedir satisfacción y c u m p l i -
miento de justicia. Sin l a aprobación
d e l cuerpo representativo no se podían
imponer c o n t r i b u c i o n e s , ni declararse
l a g u e r r a , n i hacerse la p a z , ni a c u -
ñarse • nueva' - moneda , ni alterarse l a
l e y ideóla a c t u a l y corriente. T a l fué
1

en suma l a constitución política del


reyno gótico y de los estados m o n á r -
quicos' ,qiíe. en la -edad media se f u n -
daron en, España : sistema tan exce-*
lentemente constituido, que y o no cieó,
dice M o n t e s q u i e u , que haya existido
sobre l a tierra otro tan bellamente tem-
p l a d o y combinado e n l o d a s sus p a r -
t e s ; . y es ¡cosa prodigiosa '-que la cbr¿
r u p c i o h del • gobierno de un puebfo
:

conquistador, hubiese producido el m e -


jor gobierno-imaginable.• '• «
... 71./ '. Destruido el--imperio "gótico y
disuelto. SU -gobierno por un concurso
d.e.causas-políticas y^morales que-to-í
i á v i a ignoramos y que convendría m u -
cho averiguar para escarmiento de la
presente generación y de toda la p o s -
teridad j se levantó sobre sus ruinas
en menos de tres años él de los Ara-',
bes ó Mahometanos : revolución p r o -
digiosa qué forma en la historia de Es- !

paña una época no menos señalada que


la dé las invasiones d e los Romanos y
b á r b a r o s , y acaso mas c o n s i d e r a b l e ,
era por la rapidez y extensión de l a
conquista , ora por la felicidad en la
execucion de tan ardua empresa, ó bierí
por la sabiduría con que sé fundó y con-
solidó el imperio y gobierno sarracéni-
co en la mayor parte dé la península.
• 7 2 . Por Segunda v e z sé vieron los
Españoles amenazados de l á t i r a n í a , y;
expuestos á perder su independencia
y en el duro compromiso ó' de some-
terse vergonzosamente al yilgo' del ven-;
cedor ó de preferir loa horrores de la"
g u e r r a , y los inminentes' peligros' y'
costosos sacrificios de iína insurrección,"
:

Las reliquias de la nobleza goda é i n -


numerables cristianos' que no habían
olvidado l a s prerogativás de su d i g n i -
dad ' personal,, ni perdido .la simplici-
;

dad de- las primitivas costumbres ni el


# (8o)
amor de la religión , de la patria'ní dé
sü libertad , emulando las virtudes de
sus antepasados buscan un asilo en las
montañas pirenaicas para defenderla
desde allí con su sangre. Armados con
l a fuerza que inspira la verdadera pie-
dad y una constitución libre y el in-
nato deseo de gloria que ha d i s t i n g u i -
do siempre á los Españoles en todos.los
periodos de la historia, forman la atre-
vida resolución de restablecer las i n s -
tituciones y leyes patrias , y reedificar.
Sobre ellas el desmoronado edificio del
gobierno y libertad española : la d i v i -
na Providencia se les mostró tan f a v o -
rable que pudieron , conseguir que !a
naciente monarquía resistiese á los i m -
petuosos acometimientos y violentas
irrupciones de los aguerridos exércitos,
:

a g a r e n o s , i las injurias de los tiempos


y á .las vicisitudes de los siglos. L o s
Españoles^ con; tan prósperos" sucesos-
trataron np y a de.defenderse , sino.de
incomodar y . o f e n d e r . a l común e n e m i -
g o , y arrojarle del suelo que tan Sa-
crilegamente había, profanado. ;
73. ¿ o s progresos de las armas,
cristianas hub.ieran sido mas, rápidos,
la d e c a d e n c i a d e la', morisma p r e c i p i -
(8i)
ía.da y su r u i n a . i n e v i t a b l e , . s i . l a mas
grosera ignorancia y una monstruosa
1

reunión de errores políticos no llega-


ra á entorpecer las operaciones milita-
res y á esterilizar los heroicos.pero
mal combinados esfuerzos de la nación.
Se e c h ó , e n o l v i d o desde luego aquella
;

ley fundamental de la monarquía.es-


pañola que el rey no debe ser uno é i n -
divisible. E n virtud de esta ley dicta-,
da poí la mas sana y sabia política d e - ,
bieran Ios-Españoles haber reunido t o -
das sus fuerzas dirigiéndolas á un m i s -
mo f i n , establecer un centro común,
y único de poder y una autoridad que.
encaminase todas las operaciones, que,
combinase los planes, que diese i m p u l -
so á la máquina, que aprovechase las,
ocasiones y sacase el partido posible,
de los errores y divisiones del enemigo.
7 4 . M a s por desgracia, sucedió todo,
lo contrario: porque desde.el Pirineo
oriental hasta el occidental se consti-,
tuyeron casi á u n mismo tiempo otros
tantos estados políticos quantos fueron
los lugares de refugio y los caudillos,
de la insurrección.;La historia nos.ha-
b l a de las monarquías y R e y e s de A s -
t u r i a s , de N a v a r r a , de A r a g ó n , de los.
F
Condes soberanos de B a r c e l o n a , y pos-
teriormente de los réynos de Castilla
y de Portugal. ¿Corno se habia de es-
perar que un cuerpo d e s u n i d o , d e s -
. m e m b r a d o , sin interés c o m ú n , sin una
cabeza respetable y capaz de dirigirle
pudiese obrar con vigor ? M a y o r m e n -
te después que los R e y e s sacrificando
los intereses de la sociedad á su a m b i -
c i ó n , y echando en olvido los deberes
de la religión y de la justicia e n c e n -
dieron entre sus subditos las pasiones
que mas chocan con la unión c i v i l ,
con la tranquilidad interior y con el
orden público: la rivalidad, la e m u l a -
ción , los z e l o s , la envidia, el odio y la
venganza envolvieron aquellos estados
en todos los males de la anarquía, la dis-
c o r d i a , la destrucción, la guerra c i v i l
perpetua y e t e r n a , cuyas sangrientas
escenas nos representa la historia.
j<¡. T o d a s las empresas y o p e r a -
ciones militares que hasta el siglo x i
se exec ufaron contra los enemigos de
la religión y de la patria fueron m u y
débiles y casi de ninguna importancia.
E l reyno de A s t u r i a s , que era el mas
considerable, no pudo en tres siglos
extender sus. conquistas sino hasta :
L e ó n , donde fixó su asiento la corte
fluctuando siempre entre temores y so-
bresaltos. Las campañas que se t u v i e -
ron en éste período no fueron decisivas
n i muy señaladas por sus resultados, y
mas bien se deben calificar de incursio-
nes rápidasy momentáneas que de ope-
raciones emanadas de unsistema bien
combinado. Los Mahometanos fueron
atacados en'infinitas ocasiones por los
Príncipes y caudillos de los estados cris-
tianos á la v e z , y no simultáneamente
según convenia : así fué fácil á los ene-
migos á pesar de sus parcialidades y
divisiones intestinas sostenerse y c o n -
servar su existencia política en E s p a -
ña , y prolongar por espacio de o c h o
siglos la guerra que se pudiera haber
terminado felizmente en ocho años.
7 6 . É l sistema civil y político no
fué menos defectuoso en todas sus par-
tes que el sistema m i l i t a r ; pues a u n -
que los R e y e s Alonso V , Fernando el
M a g n o , y Alonso V I publicaron en t o -
dos su'S' estados la constitución y las
leyes fundamentales de la antigua mo-
narquía ",'la fiereza d é l a s costumbres^
l a ' i g n o r a n c i a y rusticidad de los s i -
glos y las desenfrenadas pasiones frus-
F 2
(8 )
4

traron los. conatos de aquellos PrineÍT-


pes y los efectos . de la l e y , impidie-
ron los progresos de la razón y de las
l u c e s , entorpecieron los pasos que se
debieran dar de la barbarie á l a . c i v i -
lización , rompieron todos los lazos de
sociabilidad, y multiplicaron los prin-
cipios y causas del desorden y de la
anarquía. L a inmoralidad habia l l e g a -
do á su c o l m o : no se conocía moral
pública. C o n las turbulencias y c o n -
vulsiones internas y con las guerras
desoladoras los habitantes se acosturn.^
braron.á la sangre , á la carnicería, á
toda suerte de horrores y desgracias;
y familiarizados con la crueldad esta-
b a n muy distantes de conocer , y mu-
cho mas de desear los medios de m e -
jorar la suerte de la triste humanidad.
L o s robos,.latrocinios, violencias, i n -
justicias , la disolución, el libertinage,
todas las pasiones andaban sueltas sin
que hubiese recurso .para.contenerlas
y refrenarlas. . -
7 7 . . L a mejor constitución del mun-
do pierde su fuerza, é imperio, las l e -
yes mas sabias enmudecen , son .estéri-
les ó aprovechan muy poco para a s e -
gurar el.orden y . l a tranquilidad i n t e -
. («O ... : .
r'ior del estado y proporcionar al c i u -
dadano las dulzuras y ventajas de l a
sociedad q^ando l o s abusos llegan á
substituirse á las l e y e s , y á ocupar su
lugar : qúando el supremo magistrado
por-'"debilidad ó' m e n g u a ' d e pod£r no
las pone én execucion : t> si" por d e s ' T

cuido , ' ignorancia ó condescendencia


tolera excesos que se encaminan á apen-
car la autoridad p ú b l i c a , introducir'1¿
insubordinación ó violar los derechos"
S e l c í u d á d a n o y y á-trastornar los p r i n -
cipios de, la armonía social y los f u n -
damentos de la pública libertad.
R

;
7 8 . Esto' es puntualmente l o qtté
se verificó e.ri los tres' primeros sigl'oá,
del restablecimiento dé',íás rho'narqúíai
cristianas; " P o r ' u n a ' cónséqüéncia d e l
1

sistema'iriiíítar, los C o n d e s ó l o s B a r o -
nes y los' caudillos ísubaltertíos d e l o s 1

exércitos nacionales aspirab'an a la! i n -


dependencia: y á lá dómihacióri j ' a
aprovecharse-de los frutos de las c o n -
quistas y '.victorias , á enriquecerse á
1 1

costa del pueblo , y á'levantar su f o r -


:

tuna sobre "la pobreza- del ciudadano:


1

Las máximas orgullosás"y tiránicas de


la-aristocracia militar- habían violado
l a inmunidad- del Principe , envilecido
la dignidad R e a l , y casi,anonadado, l a
magestad del trono. Los Reyes no po-,
dian desplegar sus facultades con l a
conveniente e n e r g í a , ni poner en exe-.
cucion las. leyes saludables , ni p r o t e -
ger al desvalido, ni castigar al culpan
do. Habían perdido hasta el ex.ercicio
del poder e x e c u t i v o , pues necesitaban
contar con la voluntad y con el auxí-.
lio de los Barones y de los grandes
para emprender una g u e r r a , , ó,.para
continuarla después de . haberla., co-.
menzado. ... .
7 9 . Entonces la nobleza heredita-
r i a , esta clase^,. siempre . enemiga....del
p u e b l o , esta plaga del orden ..sociaL,
formó en medio de la nación otra n a -
ción , o t r o estado, un cuerpo numeroso,
inquieto y t u r b u l e n t o , c.^yas p r e t e n -
siones ambiciosas y espíritu de ins.u-.
bordinacion..estaba e n , p e r p e t u o cho-,
que asi. con, la autoridad del Príncipe,
como con los. derechos del pueblo, L a
corrupción general de los tiempos y
l a relaxacion de costumbres habja t a m -
bién desfigurado la religión , c o n t a m i -
nado el santuario,y penetrado hasta los
mismos, asilos de virtud. Los sacerdo-
tes y. los, monges que predicaban á los
(87)
fteles el desprecio de los bienes t e m -
porales y la - proximidad del fin del
m u n d o ,-.lejos de confirmar esta d o c t r i -
na con el exemplo la desacreditaban
con su conducta..El clero aspiró a n -
siosamente al reyno temporal, á a c u -
mular infinitas riquezas y á hacer
una gran fortuna mundana , y pudo
lograr poner en contribución á todos
los p u e b l o s , substraerse de las leyes
del estado., influir en todos los a s u n -
tos, de gobierno , sacudir el y u g o de
la jurisdicción .civil , extender prodi-
giosamente su autoridad y usurpar
en muchos puntos la del magistrado
público. E s t e desorden se introduxo
por g r a d o s , al principio por concesión
gratuita, d e ios P r í n c i p e s , los.quales
quisieron dar con esto un-testimonio
público de respeto y veneración hacia
el carácter sacerdotal. E l cuerpo ecle-
siástico convirtió esta gracia é i n d u l -
gencia en exención legal y en un d e -
recho irrevocable que .sostuvo cpn obs-
tinación y pertinacia, con las armas
espirituales, y á veces con las t e m -
porales. . ...
, So. Estos cuerpos poderosos rara
v e z se u n i a n , para promover el bien
común siiib- para multiplicar el mal)
!

para eludir la fuerza, de la ley , o b s -


truir las vias de la j u s t i c i a c o n t u r b a r
él orden d e ' la sociedad y agravar la'
miseria pública. Como unos y otros
aspiraban al engrandecimiento y a l a
dominación, por necesidad habían de
chocar en sus pretensiones é intereses^
y este choque produxo entre-los miem-
bros de aquellas clases desconfianzas^
divisiones y odios implacables. E l des-
potismo aristocrático y sacerdotal estu-
vieron en perpetua lucha , y se c o m -
batían con la misma furia que las olas
del tempestuoso mar". E l derecho del
mas fuerte y las costumbres erigidas
en ley autorizaban á estos contendor
res para defender sus causas : cada,
qual giraba'Sobre los principios de sti
clase y alegaba las leyes dé su códi-*
g o . Los g r a n d e s , el código militar ó
de la tiranía : la nobleza , fel código
del honor bárbaro y d e -la vengan-?
; 1

za privada : el c l e r o , el código p o n t f
i c i o ; y no respetaba para el pueblo'
sino el código de la paciencia y de la
esclavitud. Situación peligrosa en que
las violentas convulsiones y-perpetuos
1

combates de todos los-elementos dé- l a


máquina política anunciaban- la próxi-
ma ruifia del cuerpo social:
8 í . Por fortuna afínes del siglo x i
1

sé l l e g ó á^-divisar en-Castilla un rayo


de luz que^ penetrando por medio de
tan densas tinieblas indicó í los E s p a -
ñoles encamino que'" convertía seguir,
y los recursos dé qué sé debían a p r ó f
:

vechár g a r a salvación de la patria.


:

T r e s acontecimientos políticos m u y
notables'"-verificados eñ áqúélla época
;<

contribuyeron eficazmente á este fin,


así c o m o ' á mejorar ta suerte de' lbs
hombres y cambiar el aspecto de l a ' r e -
pública. P r i m e r o , lá monarquía antes
e l e c t i v a - s e hizo hereditaria , con lo'
quál renacieron las ideas de sumisión-'
política-, se estrecharon -los-lazos q u é
;

unen los-miembros del estado'con' l a


corona ; se reanimó* la confianza p ú -
blica , - los R e y e s se^hiciér-ori respeta-
bles , recuperaron sus prerógativás y
adquirieron toda lá coílsidéracion' de-r
; ;

b i d a ' á ^ l a ' d i g n i d a d móñá-rqüicá..1


-
1
82I Segundo : el reyho de Leort
se uriió-felizmente-cori é l ' C o n d a d o d é
Castilla en la cabeza d é Fernando' é l
M a g n o ; y mas adelante -se juntaron
aííibas^-cófOrias en---Don'' Alonso "V-Ij
gran caudillo de Castilla y terror de
las lunas A f r i c a n a s , que t u v o la g l o -
ria de empajar los exércitps enemigos
hasta mas allá del T a j o , y d e fixar la
;

silla de su imperio en T o l e d o , plaza


reputada por inconquistable: y p o s t e -
riormente empuñó los dos cejrps F e r -
nando III , Príncipe a f o r t u n a d o , que
siéndole el cielo favorable , y b e n d i -
ciendo sus armas,con las gloriosas é
importantes conquistas de J a é n , C ó r -
doba , Sevilla ,; Murcia y el A l g a r b e
l o g r ó abatir, el orgullo mahometano,
lanzar los Moros, de C a s t i l l a , e n c e r -
rarlos dentro de los estrechos, límites
de Granada , y extender los términos
de, la monarquía desde el uno al otro
m a r : circunstancias que influyeron e f i -
cazmente en los progresos de la p o l í -
tica , reanimaron el espíritu nacional,
y dieron actividad., fuerza y energía
al gobierno, •.
_ 8,3. T e r c e r o : las grandes: juntas
del reyno conocidas en lo antiguo con
el nombre de C o n c i l i o s , en el-sigL) x n
con el de Curias, y desde F e r n a n d o III
con el de C o r t e s , y compuestas sola-
mente de eclesiásticos y Barones , ó de
las dos clases de nobleza y. clero , re-
cibieron nueva organización y mejoras
Considerables-. E l pueblo porción la
mas útil y numerosa de la sociedad
c i v i l , y á ¡cuyo bien todo: debe estar
subordinado: el p u e b l o , cuerpo .esen*.
ci.al y el mas respetable de¡ .la m o n a r -
q u í a , de Ja quaj los otros no son mas
que unas dependencias y partes a c -
cesorias :. ej pueblo ,• que realmente es
la nación, misma y en quien reside la
autoridad,soberana, fué llamado al au-
gusto congreso,,-adquirió; el-derecho
de v o z y voto en las cortes.,,de que
habia estado, p r i v a d o , tuyo, parte .en
Jas. deliberaciones y- solo .él formaba
;r

la representación. n a c i o n a l : revolución
política que,. prodúxo • los.; mas, .felices
resultados >. y preparó la .regeneración
de la monarquía.; Castilla comenzó en.
cierta manera á ser n a c i ó n , y á o c u -
par un lugar m u y señalado entre las.
mas cultas y civilizadas.
84. Porque los ilustres varones d i -
putados por los c o n c e j o s , ciudades y
pueblos para llevar su v o z en las c o r -
tes correspondiendo á la confianza de
sus comitentes y. animados.de zelo por
el .bien público siempre cuidaron p r o -
curarle. Superiores á sí-mismos y á to-,
das las pasiones llenaron l o s deberes
de padres -de la p a t r i a , de' défensores
; !

de los derechos del hombre 'y del c i u -


dadano 'y tlé los intereses'de la s o c i e -
dad. Respetaran á los M o n a r c a s , pro-
tegieron 'Sus prerogativas ^'ensalzaron
;

la autoridad- R e a l abatida é insultada 1

por el orgullo é insolencia" de los p o -


derosos , sin olvidarse de reprehender!
1

los vicios d é l o s Príncipes', de enfre-


:

nar sus demasías y de oponer u n a b a r - :

rera contra lti's irrupciones de la arbi-«


trariedadí '•"- ' ' ;
•• ' " . . " ' !
;,w

8 £ . L a primera diligencia''fué ar-


: ;

rancar de' t a i z los males envejecido^


que los pasados siglos de- barbarie y
de ignorancia, de opresión'y-de injus-
:

ticia habían introducido en la socie-


dad. Los representantes dé las c o m u n i -
dades emprendieron guerra ; abierta!
1 1

contra-' él -despotismo' aristocrático y


contra todos los opresores" de 'la l i b e r -
tad del pueblo', rriode*áróri ¿u osadía, v

contuvieron -él ímpetu de sus ambicio-


sas é interesadas e m p r e s a s , ' mostraron
la injusticia' de sus- pretensiones, "íá
exorbitancia'dé sus privilegios•', Ta de-
masía é ilegitimidad' de sus a d q u i s i -
ciones." y quanto pugnan-'cóír el orden
¡social ,• coa. la .prosperidad del estado
y con. la. libertad de los pueblos. D e -
clamaron con heroica firmeza contra
los escandalosos excesos del clero y de
l a s corporaciones eclesiásticas,,. contra
Íos abusos de su autoridad, contra su
conducta.inquieta y t u r b u l e n t a , con-
t r a sus usurpaciones monstruosas, c o n -
tra la multiplicidad de los frayles, c o n -
tra sus máximas interesadas y política
mundana y supersticiosa.
86. Si los padres de la patria no
consiguieron desterrar todos los a b u -
sos , .remediaron muchos males é h i -
cieron quanto se pudo en beneficio de
l a humanidad. Pedir en aquellos t i e m -
pos una reforma completa y que las
cortes triunfasen de los enemigos del
bien común seria pedir un imposible.
L a s cortes, hallaron obstáculos i n v e n -
cibles enrías grandes pasiones de m u -
chos hombres unidos en. cuerpos p o -
derosos y formidables , interesados en
una misma c a u s a , apoyados en la fuer-
z a irresistible de la costumbre , en sus
conexiones y riquezas , en el crédito
de su e s t a d o , en la reputación de su
virtud verdadera ó s i m u l a d a , en f a l -
sas y absurdas opiniones religiosas pro-
, .(94) , ,
pagadas con singular artificio baxrj
apariencia de verdad , eh su -prepon-
derante influxo en el 'gobierno y s o -
bre las conciencias, en la debilidad da
los Príncipes, en la superstición de los
poderosos y en la credulidad, sencíllei
y falsa devoción de los fieles. ¿ C ó m o
nuestros mayores habían de conseguir
vencer estos monstruos quando n o s o -
tros en la época de los progresos de lá
filosofía y de la política , en días de
tantas luces , de tantos desengaños, de
tantos exemplos de las naciones s a -
bias , no hemos podido consumar esta
o b r a ? ¿ N o es así que todavía se en4
cuentran en nuestro suelo para d e s -
honra y descrédito de la nación y del
gobierno vestigios de aquellos desór-
denes.y raices profundas que aun h o y
influyen efizazmente sobre nuestra for-
t u n a , sobre nuestra comodidad y s o -
bre nuestra existencia? -" '
87. L a providencia de las cortes sé
extendía á todas las necesidades públi-
cas , • á todos los ramos del gobierno
civil y p o l í t i c o , á todos los objetos i n -
teresantes al estado : nada sé ocultaba
á su previsión y v i g i l a n c i a : nada h a -
bía en que su zelo no pusiese la mano.
(95)
Asentaron las bases y sólidos p r i n c i -
pios sobre que debia girar el e x e r c i -
cio del poder judicial. Establecieron
reglas fixas para precaver la a r b i t r a -
riedad y uniformar el curso y m é t o -
do de los procedimientos judiciales.
Deslindaron las facultades de los j u e -
ces y magistrados: organizaron los j u z -
gados inferiores y los Supremos t r i -
bL.nales de la corte y el consejo de
los R e y e s . Levantaron el edificio de
la legislación española, y publicaron
sucesivamente y ségun lo exígian las
circunstancias esas leyes que aun v i -
ven en nuestros dias, y á falta de otras
mejores forman todavía el código n a -
cional.
88. C o n ellas y con sus sabias p r o -
videncias económicas y gubernativas
lograron mejorar las costumbres y la
moral pública y p r i v a d a , desterrar de
la sociedad los miembros inútiles, los
o c i o s o s , vagamundos y h o l g a z a n e s ,
peste de la república ; intimidar á los
facinerosos y perturbadores del orden
social, y asegurar la tranquilidad i n t e -
rior y la libertad del c i u d a d a n o ; p r o -
mover la aplicación y la industria 5 f o -
mentar la a g r i c u l t u r a ; multiplicar la
p o b l a c i ó n ; alentar el tráfico y - c o m e r -
cio interior, y con él las riquezas del
estado. L a constancia con que los r e -
presentantes de la nación sostuvieron
los d e r e c h o s , propiedades y recursos
de los pueblos y las sabias ordenanzas <
que publicaron para su gobierno m u -
nicipal convirtieron muchas v i l l a s ,
asiento en otro tiempo de la tiranía
y de la pobreza , en repúblicas p o d e -
rosas y florecientes. Las cortes c r e a -
ron en cierta manera esas populosas
ciudades de C a s t i l l a , esas ricas p l a -
zas de comercio tan célebres en E u r o -
pa , de c u y a gloria y prosperidad ape-
nas ha quedado mas que una v a n a
sombra.
.89. Las cortes no solamente l a -
braron los fundamentos de la gloria
y felicidad de l a r e p ú b l i c a , también
:

Su política , prudencia y sabiduría se


extendió á consolidar el grandioso,edi-
ficio que habían levantado y á soste-
nerle tantas veces como se vio comban
tido de furiosas tempestades,y e x p u e s -
to á los mayores riesgos y peligros.
E l augusto congreso nacional fué en
todas ocasiones el puerto de refugio
y de seguridad donde se guareció l a
n a v e de Castilla. ¿ Q u i é n salvó la p a -
tria en los calamitosos tiempos de los
interregnos , de las vacantes del trono
y de la minoridad de los R e y e s ? Las
cortes. ¿ Q u i é n apaciguó las borrascas
y violentos torbellinos excitados f r e -
qüentemente en Castilla por. l a a m b i -
ción de los poderosos que aspiraban
:

al imperio y al mando? Las corte?.


¿ Q u i é n extinguió las discordias , f a c -
ciones y parcialidades , ó sosegó las
convulsiones interiores, las asonadas
é insurrecciones ó apagó el fuego de
las guerras civiles que no pocas veces
--conduxeron la nación al borde del
precipicio? Las cortes. ¿ Q u i é n dirigió
la república y llevó las riendas del
gobierno , quando el supremo magis-
trado no tenia talentos ni manos para
manejarlas , como sucedió en los d e s -
graciados reynados de los ineptos y es-
túpidos Príncipes Fernando I V , J u a n 11
y Enrique I V ? Las cortes. A las cortes
se debe todo el b i e n , la conservación
del estado , la existencia política de la
monarquía y la independencia y liber-
tad nacional. E n fin las cortes sembra-
ron las semillas y prepararon la c o s e -
cha de:, los abundantes y sazonados
G
frutos recogidos y allegados por las
robustas y laboriosas manos de los i n -
signes Príncipes D o n F e r n a n d o y D o ñ a
I s a b e l , que tuvieron la gloria de e l e -
v a r la monarquía española al punto
de su mayor explendor y engrandeci-
miento.
90. Si los Príncipes de la d i n a s -
tía austríaca , q u e . extinguida la casa
de Castilla fueron llamados por la ley
de sucesión á ocupar el solio de E s p a -
ñ a , hubieran imitado la conducta de
los R e y e s C a t ó l i c o s , seguido sus p a -
sos , corregido los defectos de su g o -
bierno , introducido las convenientes
reformas y dado muestras de amor á la
nación y de respeto á la constitución
y á las l e y e s , ¿ qual seria la situación
política de la m o n a r q u í a , su influxo,
su crédito y reputación en todos los
estados y sociedades de Europa ? M a s
aquellos Príncipes extrangeros desde
l u e g o que vinieron á España d e s e n -
tendiéndose de las obligaciones mas
sagradas, sin miramiento á las costum-
bres , á la constitución ni á las leyes
del pais solo trataron de disfrutar este
p a t r i m o n i o , de esquilmar esta heredad,
de disipar sus r i q u e z a s , de prodigar
{99) •
los bienes y la sangre de los c i u d a d a -
nos en guerras destructoras que nada
importaban á la nación ni por sus mo-
tivos ni por sus conseqüencias. I m b u i -
dos en todas las máximas del despotis-
m o deseaban establecerle por base de
su g o b i e r n o ; para lo qual fué n e c e s a -
rio deprimir la libertad n a c i o n a l , c h o -
car con la constitución y declarar g u e r -
ra á las c o r t e s , abatir su autoridad,
apocar su i n f l u x o , entorpecer sus. ope-
raciones , y desacreditándolas preparar
su destrucción.
oí. Y a en el siglo x v , reinando en
F r a n c i a Luis X I , se miraban las asam-
bleas nacionales como peligrosas y c o n -
trarias á la autoridad R e g i a . Habiendo
determinado aquel Monarca hacer guer-
ra al D u q u e de B o r g o ñ a , y destruir
este Príncipe si pudiese , quiso a c r e -
ditar su conducta y justificar sus p r o -
cedimientos, ó por lo menos aparentar
que no le movian otros principios que
los de la razón y la equidad. Para
e s t o , dice Comines ( i ) , no le faltó
valor ni pretexto , y mandó juntar los
tres estados de su reyno en la asam-

(I) M e m o r . lib. m , cap. D


G 2
(ico)
-Mea de Toürs en el año: de 1 4 7 0 , lo
que nunca había hecho a n t e s , ni des-
pués hizo. Pero la convocatoria para
este congreso se dirigió solamente á
personas señaladas, de quienes el R e y
tenia confianza que no se opondrian á
l o que de su parte se le propusiese. Este
. P r í n c i p e , dice el mismo historiador,
promovió en gran manera el despotis-
m o y levantó la R e a l autoridad hasta
u n punto al qual nunca le habían po->
dido llevar sus predecesores. Para ello
era necesario desacreditar y deprimir
l a libertad .nacional y las juntas de
.los estados , y no faltaron aduladores
que quando mas adelántese trató de con-
vocarlas ,, predicaban ser perjudiciales
. al R e y y al reyno. A l g u n o s hombres
de menos calidad y virtud ( 1 ) , añade
C o m i n e s , dixeron repetidas veces ser
crimen de lesa magestad tratar de que
h a y a estados generales en F r a n c i a , por
quanto á su parecer se encaminan á
deprimir la autoridad R e a l : como quie-
ra que los que esto dicen son. los que
, cometen aquel crimen contra D i o s , con-
.. tra el R e y , y la causa pública.

(1) I b i d . l i b . v, cap. xix. .


( I 0
0
9 2 . Este fué en todos tiempos ' e l
í e n g u a g e de los déspotas. Carlos I y
F e l i p e II su hijo para serlo á su salvo
y sin oposición ni resistencia , y a que
no osaron abolir las cortes ni profanar
u n derecho nacional tan caro y tan
s a g r a d o , ni chocar con el uso y c o s -
tumbres de casi once siglos que las au-
t o r i z a b a , ni atentar contra una de las
leyes fundamentales que las prescribia¿
procuraron sagazmente cohartar sus fa-
cultades , variar sus f o r m a s , enervar
la fuerza de los ayuntamientos y d e s -
organizar estos célebres cuerpos m u n i -
cipales , de cuyos miembros se c o m p o -
nían los, congresos nacionales, corrom-
per los procuradores y convertirlos en
instrumentos de tiranía. Los a d u l a d o -
res y promotores del despotismo t r a t a -
ron desacreditar las cortes, y á p r i n c i -
pios del siglo XVII se miraban con t a n -
to desprecio por los p a l a c i e g o s , que
D o n D i e g o de Saavedra t u v o que h a -
cer la apología de ellas ( 1 ) diciendo;
" E n España con gran 'prudencia están
J> constituidos diversos consejos para
55 el gobierno de los "reinos y provin-
• ' ;•• ' • '' • • 1• ". . .-
00 En-.pr. LV.
O ) 3

« c i a s , y para las cosas mas importan-


« t e s d é l a monarquía. Pero no se debe
«descuidar en fé de su buena i n s t i t u -
« c i o n : porque no hay república tan
« b i e n establecida que no deshaga el
« t i e m p o sus fundamentos ó los d e s -
«morone la malicia y el abusó. N i
«basta que esté bien ordenada cada
« u n a de sus p a r t e s , si alguna v e z no
« s e juntan todas para tratar de ellas
«mismas y del cuerpo u n i v e r s a l ; y así
« p o r estas consideraciones hacen las
«religiones capítulos provinciales y
« g e n e r a l e s , y la monarquía de la I g l e -
«sia concilios. Estas juntas harán mas
« u n i d o el cuerpo d é l a monarquía para
«corresponderse y asistirse en las n e -
«cesidades. C o n estos fines se c o n v o -
« c a b a n los concilios de Toledo., en los
« q u a l e s n o solamente se trataban las
«materias de r e l i g i ó n , sino también
« l a s del gobierno dé C a s t i l l a . " Y aña-
de en otra parte : " n o puede ser-feliz
« e l imperio c u y o gobierno e s a b s o l u -
« t o y arbitrario; y los que por una
« v i l adulación dieron á la autoridad
« d e los Príncipes una extensión ilimi-
« t a d a chocaron con uno de los pr:n-
«cipios fundamentales de la soberanía
(103)
» q u e es la seguridad y prosperidad
" d e l i m p e r i o , y por lo que toca á E s -
» p a ñ a con las leyes primitivas y p a c -
a t o s esenciales á la constitución o r i -
" g i n a i de estos reynos , los quales d e -
»>bierbn tener parte , y la tuvieron
" s i e m p r e por medio de las cortes g e -
" n e r a l e s en la g o b e r n a c i ó n , ora por el
" c o n s e j o , ora exerciendo verdadera
" a u t o r i d a d soberana respecto de aque-
" lias causas en c u y a acertada r e s o l u -
" c i o n iba la prosperidad de la m o n a r -
"quía."
9 3 . Esta excelente doctrina a u n -
que anunciada por u n hombre concep-
t u a d o generalmente de sabio y j u i -
cioso no podia y a ser provechosa p o r -
que chocaba con la opinión pública.
Los consejeros y ministros , y todos
aquellos por c u y o s ojos y oidos v e n
y oyen los R e y e s les ocultaban estas
verdades a m a r g a s , ó se las,desfigura-
b a n , ora fuese por interés ó por a d u -
lación , ó por temor y cobardía. E s t a -
ban persuadidos los Príncipes que su
v o l u n t a d era la suprema l e y del e s t a -
d o . R e y n a n d o F e l i p e I V se creía que
l a convocación de los reynos era u n
acto libre del S o b e r a n o , y como dice
(i o ) '4

un escritor c o e t á n e o , no estriba en
algún derecho positivo sino en una
mera condescendencia y tolerancia:
siempre que los R e y e s llaman a c o r t e s
es para los negocios de mayor u t i l i -
dad y conveniencia suya. E n los r e y -
nos de L e ó n y Castilla no hay mas
fuero ni pacto entre los vasallos y los
Príncipes que la absoluta justificada
voluntad de los R e y e s .
94. E n el siguiente reynado c o n -
tinuaba el descrédito de las cortes así
entre los palaciegos y cortesanos como
entre los literatos. E l jurisconsulto
D o n Francisco Ramos del M a n z a n o
que escribía por este tiempo se d e c l a -
ró contra e l l a s , y en su obra titulada
Reynados de menor edad indicó los in-
convenientes de su celebración, en lo
qual acreditó no. estar bien instruido
sobre la naturaleza de la constitución
política de Castilla ni tener exactos
conocimientos de nuestra historia n a -
cional. L a gran reputación de este.Doc-
t o r , m u y superior á su mérito,, arras-
tró á m u c h o s „ á pensar que las cortes
:

eran inútiles y.¡aun perjudiciales. C o n -


siderando en la citada obra ( 1 ) las tur-
(i) Reynados de menor edad , pág. 1 8 5 .
bulentías' causadas en Castilla por íá
ambición d e . l o s Condes de Lara qué
1

aspiraban contra derecho á la tutela


del R e y D o n E n r i q u e , hijo heredero
de D o n Alonso V I I I , dice que para
aquietar las turbaciones , y precaver
las calamidades que amenazaban y ase-
gurar el acierto " e l i g i ó un medio
^siempre aventurado en reyriados de
5?menor e d a d , y en que solo "se debe
entrar á mas no poder y qu ando no
j>hay regencia determinada por' el R e y
JJ difunto ó por la ley para los reynos,
j j q u e fué llamar á cortes los reynos eri
5? B u r g o s . " •
9 5 . Y mas adelante ( 1 ) con m o t i -
v o de las tormentas levantadas en la
menor edad'de Fernando I V y de la
guerra civil que a m e n a z a b a , dice que
la R e y n a D o ñ a María , tutora de su
hijo en virtud del testamento del R e y
D o n Sancho " c o n igual providencia,
5>y aconsejada de los prelados y maes-
t r e s de las órdenes y otros ricos-hom-
s>bres que la asistían , hizo llamamien-'
sito de cortes para Valladolid para ase-
s*gurar mas con la jura y'ac'etacion de

(í) Ibid. p á g . 220.


(io6)
« l o s teynos el establecimiento del R e y
« s u hijo en la c o r o n a . . . y para c o n -
5? vencer y deshacer con satisfacción
« d e las mismas cortes las asonadas, y
«siniestras, voces del Infante D o n E n -
« r i q u e . . Bien .que este medio de las
«cortes que en aquella ocasión como
« e n otras se abrazó por la necesidad
« d e afianzar con el consentimiento de
« l o s subditos la entrada de u n r e y n a -
« d o c o n t r o v e r t i d o , se acompañó t a m -
« b i e n entonces del peligro y perjui-
« c i o s que la soberanía R e a l suele e x -
«perimentar en la unión y representa-
« c i o n de u n cuerpo de rey n o s , mayor-
« m e n t e en gobiernos de menor edad y
«flaca autoridad y tiempos t u r b a d o s . "
9 6 . Y en otra parte ( 1 ) refiriendo
l a división que hubo en las cortes de
P a l e n c i a de 1 3 1 3 sobre la elección de
tutores eligiendo unos al Infante D . P e -
dro y otros á D . J u a n dice : " a c u e r d o
« s i n duda desacordado y peligroso h a -
« c e r de un reyno d o s , y dividirle á
«trozos entre los tutores. Pero tales
« s u e l e n ser los desórdenes de una
« m e z c l a de hombres desunida ó con-

(1) Reynados de menor e d a d , pág. 24?,


_(io )7

jjcejo de concejos con quien obra el


•>•> poder , el interés y las pasiones lo
jjque no la justicia y la r a z ó n . " F i -
nalmente dice que para dar cierta f o r -
ma en el gobierno de estos reynos en
l a menor edad de Enrique III " s e
•» acordó por los del consejo del R e y
« s u padre que se llamasen cortes para
sjMadrid , medio que entonces pareció
?>no poderse excusar por hallarse el
« R e y Enrique sin padres y sin tutores
» n i forma de regimiento para sus r e y -
u n o s , y sin que sé supiese habérsele
5? nombrado ó proveido por testamento
» de su padre. Pero medio en que siem-
« p r e se experimentaron i n c o n v e n i e n -
t e s , y mayores en tiempos turbados
« y reynadós de menor e d a d . "
9 7 . Mientras los literatos desacre-
ditaban las c o r t e s , los R e y e s que las
•miraban con ceño dexaron de c o n v o -
carlas. Los aduladores de los P r í n c i -
pes y enemigos de la libertad nacional
y de los derechos del hombre p u d i e -
ron gloriarse, y decir como decían á
fines del siglo x v n i con tanta osadía
como desvergüenza :' e l ' , .fastuoso,
íf

55 vano y estéril aparato de las cortes


« c e s ó en Castilla para siempre. Hace
" c a s i dos siglos que la l e y relativa á
" e s t e punto estuvo sin observancia
« c a l l a n d o y consintiéndolo la nación.
" E l rey no no ha reclamado este d e r e -
" c h o . E n nuestros dias solo se c o n o -
" c e n las cortes convocadas v o l u n t a -
r i a m e n t e por los R e y e s para la s o -
»'lemne j u r a de los Principes.de A s t u -
r i a s : juntas de mas ostentación que
" u t i l i d a d , de pura ceremonia y c u m -
p l i m i e n t o . ¿ Y: qué ventajas han r e -
jjsultado ó puede prometerse la nación
" d e esos ayuntamientos tumultuarios,
" d e esos congresos en que un corto
" n ú m e r o de ciudades y villas p r i v i l e -
g i a d a s * atraídas y ganadas con e s p e -
" r a n z a segura del premio de su a b a -
t i m i e n t o estaban prontas á condes-
c e n d e r en quauto se les propusiese?
; " N a d a pues importa echar en perpe-
" t u o olvido unas cortes en que los re-
p r e s e n t a n t e s del pueblo no .tenían
" m a s acción ni derecho que el de p e -
" d i r y suplicar: Congresos inútiles, i n -
" f r u t u o s o s , y que no han producido
" m a s que turbaciones y- m a l e s . "
98. N o satisfecho el gobierno a r -
bitrario con haber violado.tan d e s c a -
radamente la ley fundamental de l a
(io ) 9

monarquía que dictaba imperiosamen¿


te la celebración de cortes en los c a -
sos en ella indicados , se mandó por
el ministro de Gracia y Justicia al r e -
dactor y á los individuos encargados
de la edición,del código nacional c o -
nocido con el título de Recopilación,
obra indigesta y sembrada de errores
y contradicciones ( i ) , fárrago de l e -
gislación y de historia , que suprimie-
sen en la novísima edición aquella y
otras leyes ( 2 ) constitucionales y sa-
gradas : hecho políticamente sacrilego
y el mas criminal en sus fines y d e -
signios , que no pudieron ser otros que
borrar de la memoria de los hombres
aquel precioso monumento , baluarte
en otro tiempo de la libertad nacional,
y que ni aun restase idea de tan c é l e -
bres congresos.
9 9 . R o t o el dique que tenia como

( 1 ) V é a s e l o q u e sobre este propósito h e m o s


p o d i d o d e c i r en e l E n s a y o h i s t ó r i c o - c r í t i c o s o -
b r e la a n t i g u a l e g i s l a c i ó n , n ú m . 4 5 6 y 4 5 8 .
(2) L a s e c h a m o s d é m e n o s l u e g o q u e se p u -
blicó aquel código , aunque ignorábamos las
c a u s a s d e su o m i s i ó n . Se d e s c u b r i ó este m i s t e -
r i o d e i n i q u i d a d e n l a sesión d e l d i a 2 6 d e E n e -
ro d e 1 8 1 1 d e las c o r t e s g e n e r a l e s y e x t r a o r -
d i n a r i a s . V é a s e e l t o m , 3 d e l D i a r i o d e dicha:.,
p i g . 106 y sig.
(no)
represado el ambicioso furor de los
P r í n c i p e s , y que pudo contener por
espacio de muchos siglos las i r r u p c i o -
nes y tentativas del poder arbitrario,
la generosa y libre España se vio casi
de repente anegada en todos los males
de la tiranía,.males que describe ( i )
bellamente D o n Alonso el Sabio d i -
ciendo : " los tiranos aman mas de f a -
« c e r sn pro maguer sea á daño de la
« t i e r r a , que la procomunal de todos,
« p o r q u e siempre v i v e n á mala sospe-
55 cha de la perder. E t porque ellos p u -
«diesen cumplir su entendimiento mas
«desembargadamente... usaron de su
«poder siempre contra los del pueblo
« e n tres maneras de artería : la p r i -
« m e r a es que punan que los del su
«señorío sean siempre nescios et m e -
« d r o s o s , porque quando átales fuesen
« n o n osarían levantarse contra ellos
« n i n contrastar sus voluntades : l a
« s e g u n d a que hayan desamor entre sí
« d e guisa que non se fien unos d o -
«tros , ca mientra en tal desacuerdo
« v i v i e r e n non osarán facer alguna f a -
« b l a contra él por miedo que non

(i) L. x, t l t . i, P a r t . w.
( " O
" g u a r d a r i e n entre sí f e r i i n poridat:
" l a tercera razón es que punan de los
«facer pobres... Et sobre todo esto
^siempre pufiaron los tiranos de a s -
" t r a g a r á los poderosos et desmatar á
" l o s sabidores, et vedaron siempre en
" s u s tierras confradías et áyüntamieni-
jjtos de los h o m e s . "
i o o . Se multiplicaron: progresiva-
mente estos males durante- el g o b i e r -
no de los Príncipes austríacos : c r e -
cieron y echaron hondas raices en el
pasado siglo : llegaron á colmo y c a r -
garon' de lleno sobre nosotros baso el
último reynado. E l mayor- de todos
por sus conseqüencias, el mas p e l i g r o -
so , el mas incurable , y - e l origen de
nuestras presentes desgracias y de las
que amenazan á la posteridad es la
general y crasa ignorancia en que e s -
taba España acerca de su arriesgada
situación' y del infeliz estado de sus
verdaderos intereses. Y a c i a el pueblo
español en un profundo olvido de sus
p r e r o g a t i v a s , de su dignidad y d e sus
derechos: sin las primeras nociones de
libertad civil y p o l í t i c a , sin ideas de
constitución ni de leyes fundamentales
ni de c o r t e s , sin saber que estas h a -
bian sido, en todos tiempos el apoyo
de la monarquía y el remedio de los
males pqliticos.de la nación , no r e c o -
nocía mas ley que la voluntad del M o -
narca y los caprichos de sus ministros.
Habituado, i-sufrir silenciosamente las
.humillantes vexaciones del despotis-
m o , á arrastrar las pesadas cadenas de
l a tiranía ,,-y-;aun .persuadido que era
u n d e b e r . s u y o tolerar todos los d e s -
órdenes - d e l : g o b i e r n o , en medio de
ellos, v i v.ia,entregado á vanas c o n f i a n -
zas , y se creia. f e l i z : ni.le inquietaba
el temor, de perder su independencia,
ni le acometía el, deseo de recuperar
.su libertad.
1 0 1 . . Sin embargo el estado p r e -
ternatural y v i o l e n t o en que se h a l l a -
ba la república no podia ser durable.
Q u a n d o los vicios y desórdenes del g o -
"bierno llegan á cierto, p u n t o , ' y los
a-busos á chocar con los principios
constitutivos del orden,social es indis-
pensable ó que el estado los corrija ó
que la sociedad perezca. Las i n q u i e t u -
des y agitaciones de todos los g o b i e r -
nos de E u r o p a , los movimientos c o n -
vulsivos de todos los cuerpos políticos
d e esta . parte. d e l . m u n d o . , las ideas
("3)
ambiciosas y empresas afortunadas del
xefe de uno de los mayores imperios,
las alteraciones que hemos visto v e r i -
ficarse en muchos estados, eran otros
tantos síntomas que anunciaban la
proximidad ó de una extraordinaria
revolución en España ó de grandes
mudanzas y reformas en su constitu-
ción y gobierno. E n uno y otro caso
convenia mucho difundir las luces,
preparar la nación é instruir al pueblo.
102. C o n este fin publiqué en el
.año de 1808 el Ensayo histórico-crítioo
sobre la antigua legislación de los rey-
nos de León y Castilla: fruto de p r o l i -
jas investigaciones sobre nuestra juris-
prudencia nacional y de la mas seria
y combinada meditación de hechos
históricos , memorias y documentos
preciosos poco conocidos, olvidados ó
despreciados por nuestros escritores,
sin embargo de que en ellos se encuen-
tran las semillas de la libertad espa-
ñola y los fundamentos de los d e r e -
chos del ciudadano y del hombre. M e
propuse por objeto principal de aque-
lla obra trazar u n quadro de nuestras
antiguas instituciones y de las leyes
mas notables de los quadernos y c ó d i -
E
, ("4)
gos nacionales con sus luces y som-
bras , á fin de promover la reforma de
nuestra j u r i s p r u d e n c i a , y mostrar la
absoluta necesidad que habia de la co-
pilacion de un n u e v o código civil y
criminal. T a m b i é n se han indicado en
ella los medios adoptados por nuestros
padres para conservar su i n d e p e n d e n -
cia y las principales leyes f u n d a m e n -
tales de la monarquía española y de
l a a n t i g u a constitución de C a s t i l l a ,
para que el público las conociese , y
conociéndolas hiciese de ellas el d e -
b i d o aprecio , y suspirase por su r e s -
tablecimiento y diese algún paso para
mejorar de situación.
103. E n lo u n o y en lo otro h u b o
tan poca libertad como demasiado r e -
celo y temor; y fué necesario paliar las
dolencias y males i n v e t e r a d o s , ocultar
muchas verdades , disfrazar las ideas
. y reservar su genuina exposición para
tiempo mas favorable y oportuno. Por-
que entonces ¿quién osara descubrir
los vicios y desórdenes del gobierno
a r b i t r a r i o , hablar de c o r t e s , de consti-
t u c i ó n , de derechos nacionales , de p o -
ner límites á la desmesurada autoridad
de los R e y e s y refrenar su despotismo ?
104. A pesar de la moderación,
cautela y precauciones con que he
procedido en la extensión de mis ideas,
de las que fué necesario sacrificar mu-
chas al s i l e n c i o , la obra se consideró
por unos c o m o novedad peligrosa, por
otros como una indecorosa censura del
gobierno. Y si bien todos hacían su
' e l o g i o , pero muchos aseguraban que
no sería posible obtener la necesaria
licencia para su publicación. Por f o r -
t u n a se cometió el examen de ella á
u n ilustrado ministro del Consejo R e a l ,
que tan dignamente ocupa hoy un alto
puesto en el g o b i e r n o ; y con su c e n -
sura , que mas bien se puede llamar
e l o g i o , se publicó quando y a las t r o -
pas francesas ocupaban la capital del
• r e y n o y el gobierno español c a m i n a -
b a apresuradamente á su total d i s o l u -
c i ó n : acaecimientos poco favorables á
, las letras, y que impidieron que la obra
se propagase por las provincias y c i u -
dades del r e y n o , y que apenas se c o -
nociese , salvo en Madrid.
10;. U n a reunión de circunstan-
cias inesperadas é i m p r e v i s t a s , y la
mas afortunada c a s u a l i d a d , hizo que
los exércitos franceses evacuasen en fin
H 2
(n6)
de J u l i o de 1808 la capital y provin-
cias que tenían ocupadas en el c e n -
tro del r e y n o , y que al cabo se r e -
concentrasen en un estrecho ángulo
del P i r i n e o , dexando libre casi todo
el suelo e s p a ñ o l : momento precioso
que convenia aprovechar establecien-
d o desde l u e g o un gobierno sólido,
a c t i v o , emprendedor y capaz de l l e -
v a r adelante la grandiosa y dificilísi-
ma empresa de salvar la patria. A los
sabios correspondía disponer los á n i -
mos , extender las sanas ideas y a y u -
dar al gobierno preparando la opinión
y destruyendo los obstáculos que á
los nuevos establecimientos suelen opo-*
ner las preocupaciones v u l g a r e s , y la
fuerza de la costumbre y los vicios d é l a
esclavitud. Los talentos aprovechando
entonces una coyuntura tan favorable
á la libertad de escribir y pensar, des-
plegaron sus facultades y derramaron
sus luces indicando con mas ó menos
solidez el camino que convenia seguir
y los medios que era necesario a d o p -
tar. L o s escritos publicados en esta r a -
zón mostraron mas bien el buen deseo
y zelo de sus autores que su instruc-
ción en el estudio de la historia y de
la moral p ú b l i c a : á excepción de
uno ú otro de m é r i t o , los mas se t u -
vieron en poca estima. E s probable
que el patriotismo , el zelo y la e m u -
lación hubiese multiplicado y mejora-
do los escritos; pero la suprema j u n -
ta central comenzó á obrar imitando
la conducta de los d é s p o t a s , c o n s a -
grando el error y perpetuando la i g -
norancia y entorpeciendo los m o v i -
mientos progresivos del espíritu h u -
mano.
106". Entre tanto ni se consolida-
ba el gobierno ni habia un plan s a -
biamente combinado para perseguir ó
contener los exércitos de Bonaparte
que no dormia ni se descuidaba, ni tro-
pas bien provistas , disciplinadas y
aguerridas para executarlo caso que
le hubiese. Las juntas provinciales l l a -
madas supremas agitadas de diferen-
tes pasiones obraban separadamente y
siempre por principios opuestos é i n -
tereses encontrados , y de consiguien-
te sin aquel espíritu de unión en que
consiste la fuerza del cuerpo político,
y que es como el alma de las g r a n -
des empresas. L a central establecida
en Aranjuez trataba mas de su e x í s -
. „ ( i i 8
)
tencia política y de asegurar su a u -
toridad exigiendo imperiosamente del
Consejo R e a l y de los pueblos el r e -
conocimiento y la o b e d i e n c i a , que de
salvar la p a t r i a : momento peligroso
que amenazaba segunda invasión mas
rápida y funesta que la primera, y que
tenia tan consternados los ánimos de
los buenos , como engreidos y s a t i s -
fechos los ambiciosos , los aduladores,
los egoístas , enemigos domésticos mas
ominosos que las mismas huestes del
exército invasor. Entonces fué q u a n -
d o persuadido que todo ciudadano debe
sacrificarse por la causa de la patria,
extendí un papel c u y o objeto era mos-
trar entre otras cosas la absoluta n e -
cesidad que había de establecer pron-
tamente un gobierno legítimo y c o n s -
titucional , y que el primer paso d e -
bía ser juntar cortes generales y r e u -
nir la representación n a c i o n a l , para
que la nación c u y a era la g l o r i a , el
interés y el p e l i g r o , tomase de c o -
mún acuerdo una resolución acertada
y medidas convenientes para c o n s o -
lidar el género de gobierno que le p a -
reciese mas ventajoso en tan crítica
situación.
107. A u n q u e el trabajo estaba con-
cluido tuve motivos para usar de c a u -
tela , tomar medidas de precaución y
no partir de ligero á dar al público
la obra. M e contuvo por una parte
la desunión que se notaba entre v a -
rios individuos de la junta central y
las muestras que iba dando de despo-
tismo , y por otra la circunstancia de
estar presidida por u n antiguo minis-
tro , m u y intrigante , artero , suspicaz
y gran promotor del gobierno a r b i -
trario. D i c t a b a pues la prudencia t a n -
tear los v a d o s , tomar consejo y c o n -
sultar si sería bien ó mal recibida la
obra por parte del g o b i e r n o , á c u y o
fin comuniqué mis ideas con el E x c e -
lentísimo Señor D o n Gaspar de J o v e -
llanos , individuo de aquella junta 5 y
declarándole el plan y contenido de
mi e s c r i t o , concluía después de m u -
chas razones con la siguiente exposi-
ción. M e parece que he dicho bastante
para que todo hombre sensato y aman-
te de la patria y de la verdad se per-
suada hasta e l convencimiento de la
importancia y ventajas de nuestras c o r -
tes , de que ellas fueron como el alma
del gobierno e s p a ñ o l , el baluarte de
(120)
la libertad castellana , saludable f r e -
no del despotismo y la parte mas esen-
cial de nuestra constitución, y que sin
apartarnos de ella no podemos dexar
de convocarlas en las circunstancias
tan críticas en que nos hallamos , ma-
yormente siendo muy fácil reunir la
representación nacional y todos los pro-
curadores de las ciudades y pueblos de
v o t o , coyuntura ( i ) que acaso no se
logrará jamas. H o y mas que nunca apre-
mia la necesidad y estrecha la o b l i g a -
ción. Porque si las cortes están r e c o -
mendadas y autorizadas por la costum-

(i) L a j u n t a c e n t r a l multiplicó" los m a l e s d e


Ja n a c i ó n por no h a b e r a p r o v e c h a d o esta f e l i z
c o y u n t u r a , en c u y a r a z ó n e x c l a m a b a un p a -
t r i o t a : " l o d e c i m o s con d o l o r : el h a b e r p e r d i -
-,do esa c o y u n t u r a f a v o r a b l e d e c o n v o c a r l a
R e p r e s e n t a c i ó n n a c i o n a l ha sido la causa tínica
,de todos los m a l e s q u e h a n s o b r e v e n i d o d e s -
,pues L a s o l a c o n v o c a c i ó n de c o r t e s h u b i e —
,ra b a s t a d o para a u m e n t a r la a c t i v i d a d d e unas
, p r o v i n c i a s , p a r a e n c e n d e r l a i n s u r r e c c i ó n en
jOtras, p a r a a t e r r a r á n u e s t r o s e n e m i g o s . Una v e z
• c o n g r e g a d a s h u b i e r a n v i s t o q u a n t a es la f u c r -
5 (z a d e una n a c i ó n q n e e m p i e z a á e x e r c e r sus
. d e r e c h o s y á o b e d e c e r por l e y e s los m a n d a t o s
,de la v o l u n t a d g e n e r a l m a n i f e s t a d a p o r m e d i o
,',de sus r e p r e s e n t a n t e s . ' Y un I n g l e s amigr»
-

n u e s t r o d e c i a sobre el m i s m o propósito: "i pesar


,,del v i v í s i m o i n t e r é s q n e he t o m a d o s i e m p r e en
„ l a s cosas d e E s p a ñ a , y a h a t i e m p o q u e casi
(tai)
bre y ley v i v a del r e y n o , ¿ no a c a -
bamos ahora de jurar solemnemente l a
observancia de estas leyes y c o s t u m -
bres? S i como se ha dicho en oficio
dirigido al Consejo R e a l , la nación
debe tener hoy mayor inflnxo que
nunca en el gobierno , y debiera d e -
cir toda la influencia de que es c a -
paz , ¿se podrá esto verificar sin q u e
se reúnan en cortes generales los p r o -
curadores de los comunes , concejos y
a y u n t a m i e n t o s , únicos representantes
del reyno según ley y costumbre?
108. Sabe m u y bien V . E . que f a l -

„ l a h u b i e r a m i r a d o c o m o p e r d i d a á n o ser p e r -
e q u e d e un d i a á otro espero v e r l a s r e s u l t a s
„ d e l r e m e d i o q u e en m i c o n c e p t o h a d e d e c i d i r
„ s i es d e v i d a ó m u e r t e , q u i e r o d e c i r las cor-
etes. E l r e m e d i o e r a i n f a l i b l e a p l i c a d o e n t i e m -
„ p o , y l a p r u e b a e v i d e n t e d e su eficacia es l a
„ r e s i s t e n c i a i n m e n s a q u e se ha o p u e s t o á su uso
. „ n o o b s t a n t e los c l a m o r e s d e l a n a c i ó n . Si h a c e
„ a ñ o y m e d i o se h u b i e r a n r e u n i d o l a s c o r t e s l a s
,.cosas d a b a n t i e m p o d q u e la e x p e r i e n c i a e n -
s e ñ a s e e l r u m b o q u e este c u e r p o n a c i o n a l d e -
. ,ibia e l e g i r p a r a s a l v a r l a p a t r i a . A u n q u e sus
, , p r i m e r o s pasos h u b i e r a n sido dudosos y v a c i -
l a n t e s , los s e g u n d o s p o d r í a n ser m a s firmes y
^ d e c i d i d o s ; y en e l d i a h a b r í a e n E s p a ñ a u n
„gobierno indudablemente legítimo , consolida-
d o en l a confianza p ú b l i c a . " Esto se e s c r i b í a
mediado el año d e 1 8 1 0 .
( l 2 2 )
tando el Monarca no por eso falta ni
d e x a de existir la n a c i ó n , en la qual
permanece como en su centro la a u -
toridad soberana. N i n g ú n particular
ni particulares pueden en este caso
aspirar á ella ni exigir de los otros
la obediencia. Las provincias y reynos
de que se compone la monarquía son
partes de ia asociación g e n e r a l , y n i n -
g u n a puede variar el orden estableci-
d o ni eximirse de la sujeción á las
leyes ni desentenderse de respetar las
autoridades establecidas ni crear otras
nuevas. Las juntas llamadas provincia-
les y supremas por santo y bueno q u e
h a y a sido el blanco de su institución
no pueden calificarse sino de cuerpos
tumultuarios y monstruosos, y hablan-
do propiamente y según el tenor de
nuestras l e y e s , no son mas que unas
asonadas prohibidas por constitución
como usurpadoras de la legítima a u -
toridad. L a junta central gubernativa
del reyno es u n resultado de a q u e -
llas , y no ha sido convocada l e g í t i -
mamente ni representa ( i ) de n i n g u n a

( i ) L a j u n t a c e n t r a l no representa v e r d a d e r a
y p r o p i a m e n t e á los ¡ r e y n o s , a u n q u a n d o sus
m u n i c i p a l i d a d e s h a y a n r e c o n o c i d o l a s j u n t a s se
( 3) I 2

manera la nación , y su autoridad y


fuerza legal no tanto viene de las cau-
sas que le dieron el ser quanto d e l
consentimiento espontáneo de los p u e -
blos que la respetaron y reconocieron.
109. ¿Pues quien en tan p e l i g r o -
sa situación ha de llevar el peso d e l
gobierno y hacerse temer y respetar
de todos los miembros de la sociedad,
y así de los propios como de los e x t r a -
ñ o s ? L a nación legítimamente repre-
sentada. ¿ Y cómo se ha de formar
esta representación? Reuniéndose los
procuradores no de dos , quatro ó mas
provincias, sino de todas, elegidos le-
galmente y autorizados con poderes
suficientes en la forma que prescriben
nuestras leyes y como se ha practicado
por una continuada serie de g e n e r a -

tablecidas en la capital de cada u n o . P o r q u e


ni todos l o s p u e b l o s h a n n o m b r a d o estas j u n t a s ,
ni aun los d e las capitales hablando e n g e n e r a l
h a n e l e g i d o sus m i e m b r o s , ni en estos n o m b r a -
m i e n t o s se ha t e n i d o c o n s i d e r a c i ó n á las c l a s e s
y e s t a m e n t o s d e m a n d a d o s p o r la c o n s t i t u c i ó n .
N o se p u e d e p o r t a n t o d a r A su r e p r e s e n t a c i ó n
e l título d e nacional. Dictamen del Señor Jove—
llanos sobre la I n s t i t u c i ó n d e l n u e v o gobierno:
en Aranjuez á 7 de octubre de 1 8 0 8 . Núm. 5 del
apéndice á su M e m o r i a publicada, en la Coruña año
de 1 8 1 1 .
(134)
clones y siglos. Q u a n t o se h a g a , q u a n -
to se exe'cute de otra manera y c o n -
t r a el tenor de aquellas l e y e s , á no
ser que la nación entera haya tenido
por conveniente derogarlas ó modi-
ficarlas , será i l e g í t i m o , arbitrario y
violento. ¿ Y qué prescriben nuestras
leyes , usos y costumbres ? Q u e en los
hechos grandes y arduos se junten cor-
tes generales ó la nación entera. ¿ Y
qué suceso tan g r a n d e , qué caso mas
a r d u o , mas crítico y delicado que el
presente ? ¿ H u b o jamás tanta necesidad
de deliberación y consejo? ¿ N o sería
justo oir la v o z y v o t o de la nación
en una causa en que va su g l o r i a , su
interés y su existencia? ¿ N o lo d e -
seaba así el R e y Fernando ? ¿ E n s e -
mejantes casos y otros aun de menor
gravedad no se observó constantemen-
te aquella práctica en Castilla ? A s í
consta de los documentos de nuestra
historia (i) y de las actas de aquellos

(i) Parece imposible , dice b e l l a m e n t e u n


e s c r i t o r n u e s t r o , q u e s i e n d o las cortes una c o s a
t a n f r e q i i e n t e en nuestra h i s t o r i a , q u e h a b i e n -
do sido el í d o l o d e l o r g u l l o c a s t e l l a n o y el p r i -
v i l e g i o m a s g l o r i o s o d e todos los E s p a ñ o l e s ,
s o l o se o y e r a n u n a s v o c e s v a g a s d e q u a n d o e n
(ta ) 5

célebres c o n g r e s o s , monumentos p r e -
ciosos del zelo y patriotismo de los
Castellanos y de su independencia y
l i b e r t a d ; pero monumentos descono-
cidos y sepultados baxo la sombra del
olvido por la vil a d u l a c i ó n , por el v a n o
t e m o r , por el espíritu de interés y por
l a política suspicaz del gobierno minis-
terial.
no. A esta exposición y demás
razones que la acompañaban me c o n -
testó S. E . desde Aranjuez á 4 de O c t u -
bre de i 8 o 3 d i c i e n d o : " a b u n d o en el
a s e n t i d o de vmd. sobre la libertad de
" escribir , y mas aun sobre la necesi-
" d a d de poner en claro la importante
" q ü e s t i o n que me indica : ¿porque si
" a h o r a n o , quándo ? Esta necesidad
" e s tanto mayor quanto la represen-

q u a n d o q u e c l a m a r a n por e l l a s , y q u e s i e m -
p r e h a y a h a b i d o un p a r t i d o poderoso en la r e -
v o l u c i ó n española q u e f a v o r e c i e s e las i d e a s d e l
gobierno, p a r a no j u n t a r l a s . M u c h a p a r t e t e n i a
e n esto la a m b i c i ó n d e los q u e m a n d a b a n ó dfe
los q u e aspiraban íi m a n d a r ; pero ¿ q u i é n h i z o
q u e la n a c i ó n c a l l a s e q u a n d o v i o q u e la j u n t a
Qentral se d e s e n t e n d í a d e la c o n v o c a c i ó n ó la
p o s t e r g a b a ? La p o c a idea q u e t e n í a n en g e n e -
r a l los E s p a ñ o l e s d e la eficacia d e l r e m e d i o .
El Español, tom. I . , pág. 4 8 , 4 9 . Londres
1810.
(126)
« t a c i o n actual vino de un principio
« extraordinario, y se quiere extender
« m a s allá de donde pudiera siendo
« c o n s t i t u c i o n a l y completa. A h o r a si
« p u b l i c a r lo que en esto se escriba se
«permitirá ó n o , no acierto á a d i v i -
« n a r l o , porque palpo que los que te-
« m e n la l u z la a b o r r e c e n . " Anadia
que las cortes estaban allí en gran d e s -
crédito hasta asegurarse que fueron
inútiles , y que no han producido mas
que turbaciones y males. Caso así
cierto como doloroso que hay h o m -
bres tan ciegos y preocupados por no
decir ignorantes ó malignos, t a n fami-
liarizados con los errores del pasado
gobierno y tan envejecidos en los v i -
cios y torcidas máximas de la política
ministerial, que para sacar de ellos a l -
g ú n partido convendría argüirles no
tanto con razonamientos como con
los hechos de la h i s t o r i a , reuniendo
con cierto método los principales s u -
cesos relativos á nuestras c o r t e s , á su
autoridad y organización , insistien-
do principalmente sobre los mas i n -
teresantes y análogos á las c i r c u n s -
tancias del dia. ¡ Q u e haya necesidad
de acudir á estos recursos en un m o -
(127)
mentó en que no había de haber e n -
tre nosotros mas que u n c o r a z ó n , u n
espíritu y un alma , ni reynar mas
que el amor á la v e r d a d , al R e y y á
la patria!
ni. A u n q u e y o no podía prome-
terme ni esperar gran fruto de este
trabajo que estaba y a c o n c l u i d o , sin
embargo por lo que mas adelante p u -
diera influir en la buena causa y por
complacer á S. E . se le remití para que
hiciese de él lo que le pareciese mas
c o n v e n i e n t e ; y habiéndole recibido
me contestó diciendo con fecha de
7 de octubre de 1808 : "contentísimo
«sobremanera estoy con el sabio e x -
« t r a c t o ( 1 ) que vmd. ha hecho de
«nuestras cortes con respecto al o b -

(1) P u b l i c ó p a r t e d e este escrito D. J . B l a n -


co W b i t e en el n. r . d e l c i t a d o p e r i ó d i c o , c o n
este e p í g r a f e : Caria sobre la antigua costumbre
de convocar las cortes de Castilla -para resolver
los negocios graves del reyno. Escribíala D.****
Entre varios motivos que t u v o para publicarla,
u n o d e e l l o s fué s e g ú n é l d i c e , " p o r q u e es á
„ m i p a r e c e r un a x i o m a p o l í t i c o q u e si E s p a ñ a
„ h a d e v o l v e r á su e x p l e n d o r a l g ú n dia , h a d e
„ s e r p o r m e d i o d e unas cortes b i e n o r g a n i z a -
b a s , y h a c e un s e r v i c i o á la E s p a ñ a t o d o e l
„ q u e t r a t a d e r e u n i r l a o p i n i ó n d e los E s p a -
bilóles e n f a v o r d e este objeto . „
(ia8)
" j e t o que tanto nos interesa en el dia,
" p u e s nada dexa que desear sobre la
" m a t e r i a , si y a no es la conclusión
" d e la serie que tan bien está d e s -
e m p e ñ a d a hasta los R e y e s C a t ó l i c o s .
" L a priesa con que aquí se v i v e , la
" a b s o l u t a falta de libros que hay en
" e s t e desierto, y sobre todo la igno-
r a n c i a de los hechos y resoluciones
" importantes verificados en lo a n t i -
" g u o y consignados en los q u a d e r -
" n o s de cortes de tan pocos estudia-
" d o s y c o n o c i d o s , me hizo buscar
" e n vmd. esta l u z de que me apro-
" v e c h a r é muy freqüentemente , a u n -
" q u e con mas zelo que f o r t u n a , pues
" q u e recelo que sean mas los que la
" a b o r r e c e n que los que la a m a n ; y no
«será para unos y otros pequeña d e s -
" g r a c i a el que no se aprecie en la
" p r e s e n t e c o y u n t u r a , porque la n a -
jjcion siente demasiado su fuerza y
" s u s derechos para que lleve en p a -
" t i e n c i a el empeño de negárselos."
1 1 2 . E n medio de esta corres-
pondencia literaria llegó el infausto
momento tan inesperado por los que
v i v í a n entregados á delirios y á una
falsa confianza , como temido por los
(129)
prudentes y. avisados que ni ignora*-
ban el e m p e ñ o , actividad y extraor-
dinarias fuerzas de Bonaparte , ni se
les ocultaba la debilidad de las n u e s -
tras y la inacción é impericia del g o -
bierno. E l exército francés atraviesa
rápidamente las llanuras de Castilla,
se arroja oasi de improviso sobre M a -
:

d r i d : Bonaparte acomete en persona


esta gran población como si fuera una
d é l a s primeras fortalezas de Europa:
la junta de Aranjuez llena de c o n s -
ternación h u y e precipitadamente bus-
cando un asilo en S e v i l l a , y la c a -
p i t a l después de una vana y temera-
j i a resistencia cae e n . poder de los
Franceses.
, 1 1 3 . , Prodigiosos fueron los esfuer-
zos que se hicieron para lanzarlos por
segunda y e z . d e -Madrid y de las p r o -
vincias interiores del reyno.: se apres-
ron c o n increíble celeridad , armas,
:

municiones¿ vestuario, y todo género


de pertrechos militares: .-se l e v a n -
taron casi por milagro enormes m a -
sas de combatientes, y se prodigaron
.inmensos,caudales y los tesoros del an-
.tiguo.-y. nuevo mundo. M a s torjo s©
. ha malogrado. por falta de dirección,
(i3o) .
de inteligencia y consejo, y por e x -
ceso de' confianza. Y no fué el m a -
y o r mal que aquellos extraordinarios
esfuerzos hubiesen quedado sin efecto
y sin f r u t o , ni que nuestros exércitos
hayan sido destruidos ó disipados y
las provincias invadidas y Ocupadas
sucesivamente por el enemigo , sino
mucho mas irreparable y •terrible por
sus conseqüencias el que habiendo
privado á la nación de ulteriores r e -
cursos , la reduxeron á un estado de
tanta debilidad , que qualquiera otra
menos constante y generosa, desespe-
rada de poder convalecer hubiera s u -
cumbido y sujetado el cuello al v e n -
1

cedor.
1 1 4 . Los varones prudentes al paso
que lloraban los infortunios y males
de la patria, en meció de ellos se e s -
forzaban cOn la idea Consoladora de
que á este tiempo táh borrascoso y
turbulento sucedería la' apacible c a l -
:

ma , y que la presente adversidad sería


pasagera y mérios peligrosa-que s a l u -
dable. C o n efecto la nación española
casi moribunda e n c o n t r ó ' e n sus mis-
mos males los principios d e ' r e s u r r e c -
ción y dé v i d a ; y así como las tempes-
(130
t a d e s , los volcanes y el continuado
choque de los elementos reaniman la
acción de la naturaleza y contribuyen
eficazmente á su conservación , fecun-
didad y p u r e z a , por el mismo estilo
el cúmulo de desgracias que sucedién-
dose unas á otras conturbaban el c o -
razón español y amenazaban a r r a s -
trar el estado hasta el último periodo
de la calamidad pública y aniquilar la
nación , fueron otras tantas medicinas
sadudables que contribuyeron á a l i -
mentar sus esperanzas, y á darle nuevos
alientos. Bonaparte hizo indirectamente
u n gran beneficio á la España quando
declaró y puso en execucion el p r o -
fundo y misterioso consejo de invadir-
la y.apoderarse del Príncipe Fernando,
y de todas las personas de la familia
reinante. Poique los Españoles ilusos
con una sombra de felicidad, y d e s -
lumhrados con lisonjeras esperanzas
apoyadas en el amable carácter de su
nuevo R e y , jamas hubieran pensado
en sacudir el y u g o de la mas injusta
opresion'ni en quebrantar las cadenas
de la esclavitud ni en una nueva r e -
volución política qual cumplia y n e -
cesitaba.el estado 5 y Fernando reina-
1 2
(132)
ria tan despóticamente como su padre.
1 1 ; . Empero Bonaparte fué el ins-
trumento de que se valió la P r o v i d e n -
cia para labrar nuestra felicidad y la
de las futuras generaciones. Porque
desorganizado y disuelto el antiguo
g o b i e r n o , si merece este nombre , y
desatados los lazos y rotos los v í n c u -
los que unían á la nación con su P r í n -
c i p e , pudo y debió pensar en r e c u p e -
rar sus imprescriptibles derechos, y en
establecer una excelente forma de g o -
bierno. S i Bonaparte desistiera del
proyecto de sojudgar la España , ó no
hubiera habido revolución, ó sus f r u -
t o s serian estériles. Los continuados
desastres de la presente g u e r r a , y el
círculo de infortunios y desgracias que
ha recorrido la nación en tan prolija
c a r r e r a , la obligaron á dar el paso por
donde debiera haber comenzado. L o s
Españoles con estos eficaces cáusticos
se vieron precisados á dispertar del
profundo y peligroso sueño en que y a -
cían , á deponer su presunción, á ser
mas prudentes y c a u t o s , á desconfiar
del gobierno , á fijar su atención sobre
la absoluta necesidad de un nuevo or-
den de cosas, á clamar por las cortes,
apelar á las cortes enmedio de tanta
angustia como á un manantial i n a g o -
table de recursos, y como á una s a -
grada áncora de la esperanza pública,
caminar baxo su sombra con saludable
energía hacia la amable y deseada l i -
bertad, y dirigirse á una santa revolu-
ción. T a l era el fruto que y o espera-
ba de nuestras desgracias y de los p r o -
digiosos exemplos de fortaleza., g e n e -
rosidad y constancia que la nación dio
al mundo universo enmedio de todas
e l l a s : y también preveía que tarde ó
temprano la Providencia habia de p r e -
miar aquellas virtudes con el i n e s t i -
mable bien de un gobierno s ó l i d o , de
un código de leyes justas y de una s a -
bia constitución.
I I 6. Penetrado de estas ideas y de
los mas vivos deseos de contribuir por
mi parte en quanto pudiese á la p r o -
secución de tan grandiosa empresa, en
aquellos tiempos de calamidad y a n -
gustia , quando la nación entregada á
sus agitaciones interiores no reconocía
otro estudio que el de salvar la patria,
quando solo se oían clamores y a l a r -
mas sanguinarias y no se presentaban
á la vista mas que horrorosos e s p e c -
tros , imagines y despojos de la muer-
t e , y el estruendo de las armas y el
furor de la guerra tenia en gran m a -
nera amedrentados los ánimos, procu-
ré buscar un asilo de paz en el p r o -
fundo silencio de mi retiro, para d e s -
de allí y a que mi edad y profesión no
me permitían tomar las armas en d e -
fensa de la patria, hacer guerra abier-
ta á la ignorancia , á la superstición
y fanatismo, y vencer las dificulta-
des que los enemigos del orden s o -
cial-, de la l u z y de la verdad h a -
bían de oponer á nuestra santa i n -
surrección.
117. A tina nación s a b i a , y que
ha hecho grandes progresos en las
ciencias morales y políticas le es fácil
después de vencidos los enemigos e x t e -
riores asegurar sus imprescriptibles d e -
rechos, echar los cimientas de su l i -
b e r t a d , y establecer el género de g o -
bierno que le pareciese mas convenien-
t e , ó bien acomodándose en todo ó en
parte á sus primitivas instituciones y
costumbres, ó siguiendo los principios
invariables de la naturaleza y del or-
den social, bases sobre que debe estri-
bar todo buen gobierno. Pero España
(135)
.estaba infinitamente distante de p o -
seer este grado de sabiduría y de l u z ;
porque el horrible despotismo de tres
siglos consecutivos aprovechando s a -
gazmente las preocupaciones, los e r r o -
res y delirios de la superstición y el
imperio que esta exercia sobre los e s -
p í r i t u s , después de interceptar las c o -
municaciones de la l u z , obstruir las
vías y cerrar todos los pasos del s a -
ber , y sofocar hasta las primeras ideas
y preciosos gérmenes de nuestra a n t i -
g u a independencia y libertad , de tal
manera llegó á envilecer y degradar el
corazón, español , que familiarizado
con sus cadenas las amaba y hacia m é -
rito de ser esclavo. Era pues necesa-
rio antes . de levantar el magestuoso
edificio de nuestra regeneración, p r e -
parar los espíritus, allanar los c a m i -
n o s , disipar los nublados , derramar
las l u c e s , y fijar la opinión pública s o -
bre las primeras verdades en que se
•apoyan los derechos del hombre y del
ciudadano.
118. Para la consecución de tan
importante objeto mucho convendría
publicar obras metódicas de moral y
de p o l í t i c a , propagar esta clase de.cor-
. . . . . (136) . _
hocimientos, darles la posible e x t e n -
sion y familiarizarlos en el pueblo.
H o y mas que nunca debemos ocupar-
nos en el estudio de la filosofía y de
la moral pública , estudio abandonado
y aun proscripto por la superstición y
por el despotismo. Hoy mas que nunca
estamos obligados en calidad de h o m -
bres y de ciudadanos á meditar con
toda, la energía de que es capaz n u e s -
tro espíritu sobre los principios y c a u -
sas así de la ruina y destrucción de
los grandes imperios como de su g l o -
ria y prosperidad. ¡ A h ! si la nación
estuviese iniciada en los misterios dé
esta divina c i e n c i a , si hubiera e n t r a -
do en este santuario ó por lo menos
saludado sus u m b r a l e s , ¡ quán rápida-
mente camináramos hacia el blanco y
término de nuestro santo propósito!
¡ C o n quanta facilidad se asentarían
las basas del edificio político que i n -
tentamos levantar! ¡ Q u é progresos no
hubiera y a hecho nuestra revolución!
Entonces la v e r d a d , perseguida por el
ignorante y obstinado fanatismo , d e s -
cubriendo su rostro sereno se dexaria
ver entre nosotros, presidiría nuestras
conversaciones, nuestras juntas , n u e s -
( 37)
r

tras deliberaciones y consejos: su v o z


agradable á todos sería acatada y s e -
guida por todos sin contradicción ni
resistencia. Los antiguos errores , las
preocupaciones, las ideas destructoras
del orden y del bien á que aspiramos
no osarían levantar c a b e z a , y sus par-
tidarios enmudecerían para siempre á
lo menos por no concillarse el odio pú-
blico y no atraer sobre sí la execra-»
cion del pueblo.
119. Mas por desgracia es tan e s -
casa y débil la luz que al presente res-
plandece entre nosotros, que no p u e -
de disipar las tinieblas y nublados que
obscurecen nuestro horizonte:aun pre-
ponderan los errores , prevalecen las
infundadas opiniones y viejas preocu-
paciones : la verdad gime todavía .opri-
mida y halla resistencia y oposición así
-de parte del pueblo como de muchos
miembros distinguidos de la sociedad
que por razón de su oficio, carrera,
profesión y estado debieran abrigarla,
protegerla y propagarla. ¡Quánto han
tenido que luchar y debatir algunos
varones ilustrados para establecer cier-
tas proposiciones que la r a z ó n , la n e -
cesidad y la salud pública obligaban á
. 038)
recibir unánimemente y en general
concordia como otros tantos axiomas
y principios incontestables ! Así que
mientras llega el feliz momento en
que se organice y se adopte un sabio
sistema de instrucción pública , hasta
tanto que las luces se difundan por to-
das las clases del estado es necesario
apelar á otros recursos y oponer á la
.común dolencia diferente género de
remedios : mayormente siendo cierto
que el nuevo plantel de sabiduría no
se puede perfeccionar de r e p e n t e , que
su fruto ha de ser siempre tardío y su
influxo muy l e n t o , y no es de e s p e -
rar que logre.disfrutar de él la g e n e -
ración presente,
120. Después de muchas y serias
meditaciones llegué á persuadirme que
el remedio mas. p r o n t o , y la medicina
mas eficaz para curar l a s enfermeda-
:

d e s envejecidas del pueblo y disponer-


le á recibir con agrado las verdades
que sirven de base al nuevo sistema
de g o b i e r n o , y á tomar interés en la
actual r e v o l u c i ó n , era instruirle en la
historia de las precedentes g e n e r a c i o -
n e s , proponerle los exemplos de sus
antepasados, mostrarle lo que fué la
(*39)
nación en otro tiempo , sus primitivas
instituciones, los preciosos elementos
del poder supremo de nuestros padres,
la energía con que lucharon contra el
despotismo por sostener sus derechos,
y los medios de que se valieron para
conservar su libertad é independencia.
N o porque y o haya pensado jamas que
la nación no tiene otros derechos que
los que gozaron nuestros m a y o r e s , ó
que no existan mas títulos para ase-
gurar la independencia y libertad n a -
cional que los que se hallan c o n s i g n a -
dos en los viejos y carcomidos p e r g a -
minos sepultados en el polvo de los
archivos , y mucho menos que la a n -
t i g u a constitución de Castilla fuese
perfecta y adaptable en todas sus p a r -
tes á la presente situación política,
sino por lo mucho que la conducta y
gloriosas acciones de nuestros antepa-
sados pueden contribuir á extender y
fixar la opinión g e n e r a l , á formar el
espíritu p ú b l i c o , á excitar los deseos
de la nación y á encaminarla por las
sendas de la felicidad. Los exemplos
de los antiguos que la generación pre-
sente mira con religioso acatamiento,
obran en nosotros con mas suavidad y
. r
( 4o")
eficacia que todas las lecciones de l a
s a b i d u r í a , y reprehendiendo s e v e r a -
mente nuestra estupidez y torpe desi-
dia nos provocan á deponer las d e s v a -
riadas opiniones de nuestra educación
corrompida, á pensar como ellos han
p e n s a d o , y á tomarlos por modelo de
nuestra conducta. E l pueblo incapaz
h o y de recibir todas las impresiones de
la luz y de comprehender los altos pen-
samientos y delicadas discusiones de l a
parte mas sublime de la filosofía , y
de adoptar ciertas máximas que por
principios de educación miraba como
anti-religiosas y reprobadas, no podrá
resistir á la fuerza y muda eloqüencia
de los exemplos que le dexaron sus
padres.
121. Es cosa averiguada que en la
política así como en la medicina h a y
paliativos y remedios preparatorios, que
si bien por su naturaleza no alcanzan
á curar el m a l , preparan y disponen
para el buen efecto de los que mas
adelante se emplearán en atacar la e n -
fermedad en su misma raíz. Este es el
fruto que me prometia del estudio y
examen de la historia de las primeras
edades de la m o n a r q u í a , y la idea que
040
a mi juicio se debe formar de nuestras
antiguas instituciones, y el fin que me
he propuesto en ofrecerlas al pueblo. E n
estos escombros y vestigios del a n t i -
g u o edificio, político podrá la nación
conocer lo que fué y lo que debe ser,
y tomar de allí lo útil y conveniente
y desechar lo perjudicial.
1 2 2 . C o n este propósito sin desis-
tir de mis primeras i d e a s , antes d e -
seando darles toda la posible e x t e n -
s i ó n , me ocupé por espacio de cinco
años consecutivos en reunir todas las
autoridades y tradiciones de nuestros
padres, y en recoger quantos documen-
tos análogos al asunto pude haber á
las manos. Examiné los historiadores,
reconocí prolijamente las crónicas c o -
locando en lugares oportunos los h e -
chos aislados y noticias dispersas que se
hallan en ellos; y leí detenidamente t o -
dos los cuadernos y actas de cortes de
que hay noticia hasta ahora. D e la com-
binación de todos estos hechos y de su
debida coordinación resultó la obra que
ahora publicamos. Se divide en dos
partes : la primera trata de la forma,
o r d e n , organización y mecanismo de
las cortes : la segunda abraza la h i s t o -
( l 4 2 j
ria de la antigua constitución de C a s -
tilla y los monumentos de la sobera-
nía del pueblo.
123. He añadido en lugares o p o r -
tunos algunas observaciones sobre la
constitución política de la monarquía
española sancionada por las cortes ge-
nerales y extraordinarias y promulga-
da en C á d i z en el año de 1 8 1 2 . N o
fué una crítica mordaz y atrevida ni
el espíritu de contradecir é impugnar,
lo que influyó en esta resolución , sino
el amor de la p a t r i a , de la gloria y
prosperidad n a c i o n a l , y un c o n v e n c i -
miento de que el camino mas fácil,
por no decir ú n i c o , para perfeccionar
nuestra constitución era poner en cía-,
ro y dar á conocer sus defectos ó v e r -
daderos ó imaginados. A s í que usando"
del derecho y libertad ,de escribir y
pensar que'he: recobrado por una s a -
bia l e y , expondré modesta y senci-
llamente mis sentimíeiitos solo con el.
deseo de contribuir por. mi parte á d i -
sipar ciertas Sombras que ofuscan y
obscurecen el bello quadro de la cons-
titución , con lo qual no creo se p u e -
dan dar por ofendidos los claros v a -
rones que tienen la gloria de. haberla
•(•143)
t r a z a d o : antes me parece que les b a -
ria notable agravio y amancillaría su
nombre y fama en atribuirles la d e b i -
lidad y arrogancia de creer su obra con-
sumada y perfecta y sus leyes infalibles
é inmutables, puesto que es bien sabido
por todos que sin embargo de lo mucho
que se ha trabajado desde el origen
mismo de la sociedad humana en dar
leyes justas á los hombres , en formar
proyectos y sistemas de gobierno y en
apurar quanto la política ha dictado'
sobre esta razón de mas atinado , s a - :

bio y p r u d e n t e , todavia después d e '


tantos siglos de tentativas , esfuerzos,
combinaciones y experiencias, n i n g u -
na nación puede lisonjearse de tener-
la fortuna y la gloria de una perfecta
constitución , para lo qual acaso sería
necesaria toda la sabiduría del s u p r e -
mo legislador de los hombres.
1 2 4 . L a ley y decreto que p r o h i -
ben toda innovación en los artículos
de la ley fundamental dice a s í : " h a s -
« t a pasados ochos años ( 1 ) después.de
«hallarse puesta en práctica la cons-'
« t i t u c i o n en todas sus partes, no se.

<i) T i t . x . c a p . u n i c . art. 3 7 5 .
(i44)
«podrá proponer a l t e r a c i ó n , adición
ÍMIÍ reforma en ninguno de sus artí-
» c u l o s . Pasados los ocho años después
" d e establecida la c o n s t i t u c i ó n , n i n -
" g u n diputado puede proponer en las
jjcortes modificación , reforma ó adi-
jjcion a l g u n a , sin que su respectiva
^provincia le haya conferido poder
" e s p e c i a l para e l l o ; y la provincia no
" podrá otorgar este poder sin que pre-
sjceda declaración y acuerdo de las
v c o r t e s que ha lugar á e l l o , y sin
3; que aquel decreto se circule por las
v> provincias."
12;. Mis ideas son tan diferentes
d e las que se expresan en esas c l á u -
sulas , y tan opuestas á las de los i l u s -
tres miembros de la comisión que e n -
tendió en extender aquellos artículos,
que bien lejos de tener por c o n v e -
niente esperar que pasen ocho años
para poder hablar de reforma de cons-
titución , y proponer adiciones ó m o -
dificaciones de varios artículos de ella,
y que en éste periodo nadie .pueda des-
plegar los labios y todos guarden
profundo s i l e n c i o ; estoy firmemente
persuadido que el bien g e n e r a l , la
prosperidad del estado y la seguridad
(145)
y libertad del ciudadano exige que
desde luego , al instante , en el p r e -
sente m o m e n t o , se tomen prudentes
m e d i d a s , y serias y activas p r o v i d e n -
cias para mejorarla : primeramente en
el orden , en el lenguage y en el e s -
t i l o ; p o r q u e , según advirtió un e s -
critor n u e s t r o , en ningún libro es mas
recomendable y necesario el orden y
enlaze de las i d e a s , la claridad de e x -
presiones , la pureza del lenguage , la
gravedad del estilo y la exactitud en
el método como en uno que se escribe
para formar el espíritu y el corazón
del c i u d a d a n o , y para que sea el c a -
tecismo del pueblo. L o segundo en dar
extensión y claridad á varios artículos
o b s c u r o s , y en añadir algunos otros
sumamente importantes para hacer
eterna é inmutable la ley fundamen-
t a l . E n c u y a razón convendria mucho
que las cortes cuidasen de encargar á
las provincias, á los principales a y u n -
tamientos del r e y n o , así como á los
literatos y personas i l u s t r a d a s , que
después de haber diligentemente e x a -
minado la constitución y hecho p r o -
fundo estudio sobre todas y cada u n a
de sus partes , propusiesen con s i n c e -
ridad y libertad á las cortes actuales y
Je
(i 0
4

á las sucesivas los defectos de ella,


acompañando una razonada exposición,
acerca de las mejoras de que pudiese ser
susceptible, de suerte , que sin perjui-
cio de la observancia de la c o n s t i t u -
ción , sin lo qual no puede haber g o -
b i e r n o , fuese principal la ocupación
del r e y n o , de los ciudadanos y de las
cortes en estos tres ó quatro primeros 1

años tratar seriamente de perfeccio-


narla.
12 6. Esta pretensión es tan r a z o -
nable y tan justa como la de una n a -
ción libre en orden á conservar sus
libertades é imprescriptibles derechos.
U n o de ellos y acaso el mas sagrado
es el de intervenir por medio de r e -
presentantes en la formación y . c o o r -
dinación de las l e y e s , y señaladamen-
te de la ley fundamental del estado.
Empero muchas provincias de España
y las principales de la,corona de C a s -
t i l l a , no influyeron directa ni indirec-
tamente en la constitución , porque
no pudieron elegir diputados ni o t o r -
garles suficientes poderes para llevar
su v o z en las cortes, y ser en ellas como
los intérpretes de la voluntad de sus cau-
santes. D e que se sigue , hablando l e -
galmente y conforme á reglas de d e -
(»47) •
t e c h o , que la autoridad del congreso
extraordinario no es g e n e r a l , porque
su v o z no es el órgano ni la expresión
de la voluntad de todos los c i u d a -
danos , y de consiguiente antes de
c o m u n i c a r l a constitución á los oue no
tubieron parte en ella y de exigirles
el juramento de g u a r d a r l a , requería la
justicia y el derecho; que prestasen su
consentimiento y aprobación lisa y lla-
namente , ó proponiendo las modifica-
ciones ( i ) y reformas que les parecie-
se por medio de diputados libremente
elegidos y autorizados con suficientes
poderes para entender en este punto
y en todo lo actuado en las cortes has-
ta el dia que se presentasen en ellas.
1 2 7 . Bien conozco, y es así verdad,
que el augusto congreso desde el m o -
mento mismo de su existencia llenó de
satisfacción y de g o z o á todos los E s -
pañoles: que desde l u e g o mereció la
confianza de los oprimidos pueblos d e
C a s t i l l a , y que entonces comenzaron

(1) V é a s e e l sabio y a t i n a d o d i c t a m e n q u e
s o b r e e s t e p u n t o e x t e n d i e r o n los q u a t r o i n d i -
:

v i d u o s d e la c o m i s i ó n d e c o n s t i t u c i ó n , M e n —
d i o l a , Morales Duarez, Jáuregui. y Fernandez
d e L e y b a , p r e s e n t a d o y l e í d o en las c o r t e s sin
f r u t o . Se p u b l i c ó en e l Español, t o m . í v . p. 3 8 9 .
4 (i 8)
á revivir nuestras amortiguadas e s p e -
ranzas. ¡ Q u á n grande fué el júbilo
de los patriotas al saber que se trata-
ba seriamente de formar la constitu-
ción política de la monarquía! ¡ C o n
qué ansia se buscaban los papeles p ú -
blicos comprensivos del proyecto de la
l e y constitucional y de las discusiones
relativas á este asunto y á todos los
de cortes! ¡ A quantos riesgos no e x -
puso este zelo á los c i u d a d a n o s ! Pues
y a , ¡ qué efervescencia , qué entusias-
mo por leer la constitución luego que
se supo haberse llevado hasta el cabo
y concluido felizmente! T o d o s l e v a n -
tamos los ojos y las manos al cielo
loando la providencia de Dios por tan
próspero suceso. Revosando alegría,
que se dexaba ver en los semblantes
de t o d o s , nos decíamos unos á otros:
y a tenemos constitución : todos la
recibimos con a p l a u s o ; y sin reparar
en derechos ni en formalidades legales
obedecimos el decreto de las cortes y
la juramos solemnemente: lo que se
verificó en todos los pueblos de L e ó n
y C a s t i l l a , sin que haya ocurrido caso
a l g u n o de oposición y resistencia que
y o sepa si no el de Orense en G a l i c i a :
caso tanto mas extraordinario quanto
O 49)
la persona que opuso dificultades no
era parte legalmente autorizada para
e l l o , y el reyno de G a l i c i a estaba s u -
ficiente y completamente representado
en las cortes.
1 2 8 . L a docilidad y buena fé de
l a nación exige i g u a l correspondencia
de parte de aquellos en quienes d e p o -
sitó su confianza. N o se pongan l í m i -
tes á sus derechos ni se abusé de su
generosidad. Hágasele conocer lo que
es y lo que p u e d e ; y si en virtud y
uso de sus facultades propusiese a d i -
ciones y reformas en la constitución,
trátese seriamente de efectuarlas a l m o *
m e n t ó , precediendo las convenientes
d i s c u s i o n e s . D i g o a l momento y no mas
adelante : porque entonces debe c e r -
rarse la puerta á toda innovación aun
l a mas m í n i m a ; porque entonces la li-.
bertad de poder alterar la ley funda-»
mental y de introducir reformas en
ella, sería exponerla á su ruina. ¿ P u e -
de haber motivo para dilatar estas i m -
portantes operaciones hasta pasados
ocho años ? Y o ciertamente no le e n -
cuentro , hallo sí que la j u s t i c i a , l a
necesidad , la utilidad pública y todas
las razones dictan que se emprenda
este trabajo al instante , que la d i l a -
cion no és p r u d e n t e , y sí muy p e l i -
grosa. Porque se haría manifiesto agra-
v i o á la nación en querer ó en tolerar
que sufriese por ocho años las funestas
conseqüencias de las malas leyes y d e -
fectuosas instituciones , y en privarla
dé los felices resultados que pudiera
producir una sabia reforma. Porque
conviene curar la enfermedad en su
principio y no dar l u g a r á que t o m a n -
do cuerpo y echando ondas raices se
riagaáhcurable. Los remedios tardíos
son siempre infructuosos y vanos. E l
p u e b l o , tenaz por carácter en conservar
l o que u n a v e z ha a d o p t a d o , no sería
fácil que familiarizado con los errores y
vicios arrostrase á abandonarlos.
129.!- ¿ Y quién sabe- .si: en estos
ocho: años podrán ocurrir c i r c u n s t a n -
cias y-sobrevenir acaecimientos p o l í -
ticos que impidan absolutamente h a -
cer las reformas intentadas? E n este
caso ¿quán- grande sería el pesar y el
arrepentimiento de la nación por no
haber aprovechado los momentos y
hecho, el uso conveniente de su a u t o -
ridad? ¿Entonces qué podríamos a l e -
gar en. nuestra defensa contra las j u s -
tas declamaciones del pueblo ? Las f u -
turas generaciones acusarán con so-?
('50 a

brada razón nuestro descuido nues-


tra d e s i d i a , nuestra indolencia, nues-
tra ignorancia y cobardía ; porque d e -
xamos ir'de las manos tan feliz c o y u n -
t u r a , porque no sacamos el partido
•posible de este paréntesis de libertad,
y de un tiempo tan oportuno y s a z o -
nado qual no se ha visto en los c a t o r -
ce siglos de la existencia política de
nuestra m o n a r q u í a , ni acaso se v o l v e -
rá á ver jamás. N o consintamos q u e
•nuestro nombre sea execrable a l a posr-
teridad. Lejos pues de nosotros la
-torpe p e r e z a , la sórdida adulación y
el vano temor. Respiremos el ayre de
libertad que nos ha enviado la P r o v i -
dencia para nuestro refrigerio; y e l e -
vándonos sobre todos los respetos y
consideraciones . humanas demos a l
-pueblo todo lo que le pertenece, todo
lo que l e . otorgan las leyes de la n a -
turaleza y d e la sociedad , y al R e y
h o n o r , veneración y la necesaria a u -
t o r i d a d soberana para gobernar c o n -
iforme á las leyes establecidas. L o mas
y a está h e c h o : el magnífico edificio
construido sobre cimientos firmísimos
se halla levantado: nada falta si no dar-
le la última mano, recorrerle y perfec-
cionarle.
Cu»)
130. Practicadas tan importantes
operaciones y agotados y a todos los
recursos de la prudencia y sabiduría,
establézcase con acuerdo y consenti-
miento de los ciudadanos una ley c u y o
objeto sea hacer la constitución inva-
riable y eterna. Entonces seria justo
q u e imitando la atinada conducta que
tuvieron los Lacedemonios con las l e -
y e s de L i c u r g o hiciésemos juramento
no solamente de observarla sino t a m -
bién de no abrogar ni alterar ninguno
de sus artículos. Entonces podríamos
anunciar á los pueblos con harto f u n -
damento una cosa semejante á lo que
respondió e l oráculo de Delfos consul-
tado por aquel legislador sobre el éxi-
to de sus l e y e s : España será feliz
mientras observe religiosamente su
constitución. Entonces sí que debería-
mos levantar u n monumento eterno
á nuestros legisladores, así como los
agradecidos ciudadanos de Esparta eri-
gieron á L i c u r g o un templo con su
altar donde todos los años le ofrecían
sacrificios como á un héroe.

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