Discurso Sobre El Origen de La Monarquia
Discurso Sobre El Origen de La Monarquia
Discurso Sobre El Origen de La Monarquia
SOBRE LA NATURALEZA
T A R A SERVIR D E INTRODUCCIÓN
Á LA OBRA
POR
EL DR. D. FRANCISCO MARTÍNEZ MARINA,
CANÓNIGO DE LA IGLESIA DE SAN ISIDRO
PE MADRID , E INDIVIDUO DE NUMERO
DE LAS ACADEMIAS ESPAÑOLA
Y DE LA HISTORIA. ......
M A D R I D
EN LA I M P R E N T A DE COLLADO
AÑJUI813.
• uberiorem securioremque mate—
riam senectuti sefosvi: rara temporum felicítate,
•ubi sentiré quce velis, etgine sentías dicere lieet.
Corn. Tacit. Hist. lib. I . ° I.
(3)
D I S C U R S O
SOBRE EL ORÍGEN DE LA MONARQUÍA,
X SOBRE LA NATURALEZA
D E L GOBIERNO ESPAÑOL.
(2) Exod. x x .
(2) Epist. ad Ephe.
\ ¿
a l i c u j u s p e r t i n e a t s i b i p r o v i d e r e d e r e g e , non i n -
justa a b e'ndem r e x institutus p o t e s t d e s t r u í ,
v e l refrsenari ejus p o t e s t a s , si p o t e s t a t e regia
t y r a n n i c é ab'ütatur. N é c p u t a n d a ést t a l i s m u l -
t i t u d o infideliter a g e r é t y r a n n u m d e s t i t u e n s ,
c t i a m si e i d e m in p e r p e t u u m se a n t e s u b j e c e —
r a t : q u i a h o c ipse m e r u i t i n m u l t i t u d i n i s regi-
m i n e se non fidelitér g e r e n s , u t e x i g i t r e g í s
- officium , q u o d ei p a c t u m á subditis non s e r v e -
t u r . Sic R o m a n i T a r q u i n i u m s u p e r b u m , q u e m
in r e g e m s u s c e p e r a n t , p r o p t e r ejus e t filiorum
t y r a n n i d e m á r e g n o ejeceru'nt substituía m i n o -
r i , scilicet c o n s u l a r i a p o t e s t a t e . Sic e t i a m D q -
mitianus., qui modestissimis imperatoribus
Vespasia'nó patri , e t Tito fratri ejus s u c c e s s e -
' rat-, d ú m tyranriidefn e f t e r c e t , á senátu r o m a -
r
:
(r) C o u r s d ' e t u d e t o m , iv, lib. 1,'cbapit; xn.
(58)
tos de aquella gran junta. Dionisio Ha-
licarnaseo habla de ella como de los
estados generales de la Grecia. D e -
móstenes asegura que en uno de aque-
llos decretos el consejo de los Amphic-
ciones se llama sinedrio ó consejo c o -
m ú n de los G r i e g o s , y Cicerón le nom-
bra commune Grcecite concilium.
;i. Los A t e n i e n s e s , así como los
R o m a n o s , adoptaron desde el princi-
pio el gobierno m o n á r q u i c o ; y la his-
toria de estas dos n a c i o n e s , las mas
insignes del u n i v e r s o , nos ofrece u n a
serie de R e y e s continuada hasta el e s -
tablecimiento de sus respectivas r e p ú -
b l i c a s , y c u y a sucesión l l e g ó en Ate-r
ñas hasta C o d r o , y en R o m a hasta
Tarquino, el s o b e r b i o , espacio como
de trescientos años. S u autoridad no
t u v o mayor extensión que l a de los
Monarcas Griegos. R ó m u l o después de
haber echado los cimientos de la c i u -
dad que a l g ú n dia habia de ser la ca?-
pital del mundo , estableció de a c u e r -
do con los principales del pueblo su
forma de gobierno. S e g ú n descripción
q u e . d e .él hicieron los antiguos histo-
riadores , tenia mucho mas de r e p u -
blicano que de monárquico. L a corona
(59)
era electiva y el pueblo e r q u e elegía
los Reyes. L a soberanía propiamente
residía en los comicios ó congresos ge?t
nerales de la n a c i ó n , en los quales
se confirmaban ó desechaban las leyes,
y se decidían los asuntos de guerra y
p a z ; y el pueblo creaba los m a g i s t r a -
dos y conferia todos los empleos p ú -
blicos. N i n g u n a autoridad, ningún p o -
der se consideraba legítimo sino quando
emanaba de la voluntad: del pueblo. E l
senado creado por aquel Príncipe, g o -
zaba de gran consideración y podero-
so influxo en todos los negocios del
estado. L a s prerogativas de la dignir-
dad R e a l estaban m u y limitadas. E l
R e y era el xefe de la r e l i g i ó n , m a -
gistrado supremo de la c i u d a d , g e n e -
ral nato del exército y presidente del
s e n a d o , donde no tenia mas que u n
v o t o como los otros senadores.
52. Este género de gobierno c e l e -
brado por los primeros p o e t a s , h i s t o -
:
im.mas Éxírij^ii^ri^sc^ue-^^efrece
la historia de la sociedad humana,
anunciaba otra no menos considerable
é importante por sus conseqüencias y
resultados; Las naciones tiranizadas
por los Rónranos debían preveerla , y
con ésta previsión concebir esperanzas
de recobrar su libertad. Porque exís*-
tian todavía-sobre la tierra a l g u n a s
gentes l i b r e s , en c u y o p'a-is' no habíais
podido penetrar ni la ambición ni los
exéréitos'del imperio , y solamente e s -
peraban'ocasión oportuna- para satis*-
facer su o d i o , y dexarse caer sobre
los opresores de la libertad pública ,-y
v e n g a r en ellos l o s ' a g r a v i o s que h a -
bían hecho á la especie humana. ••"
E l g o b i e r n ó - d é R o m a y a ái* -
1
g o b i e r n o , . nueva.' co!nstitucion..Impor-
:
determinación á la prudencia y s a b i -
d u r í a de sus vocales. L a autoridad del
cuerpo representativo se extendía á t o -
dos los asuntos políticos-, económicos
y gubernativos del r e y n o : confirmaba
la elección de los P r í n c i p e s : ratifica-
ba los actos d e . r e n u n c i a s , cesiones ó
, (78)
abdicaciones de la corona : velaba s o -
bre la reforma de los abusos y desorden
nes públicos , y sobre los procedimien-
tos de los magistrados y tribunales. T o -
d o ciudadano que se-creia oprimido ó
agraviado tenia derecho para dirigirse
-al congreso en prosecución de Su cau^-
sa y á pedir satisfacción y c u m p l i -
miento de justicia. Sin l a aprobación
d e l cuerpo representativo no se podían
imponer c o n t r i b u c i o n e s , ni declararse
l a g u e r r a , n i hacerse la p a z , ni a c u -
ñarse • nueva' - moneda , ni alterarse l a
l e y ideóla a c t u a l y corriente. T a l fué
1
;
7 8 . Esto' es puntualmente l o qtté
se verificó e.ri los tres' primeros sigl'oá,
del restablecimiento dé',íás rho'narqúíai
cristianas; " P o r ' u n a ' cónséqüéncia d e l
1
sistema'iriiíítar, los C o n d e s ó l o s B a r o -
nes y los' caudillos ísubaltertíos d e l o s 1
za privada : el c l e r o , el código p o n t f
i c i o ; y no respetaba para el pueblo'
sino el código de la paciencia y de la
esclavitud. Situación peligrosa en que
las violentas convulsiones y-perpetuos
1
T r e s acontecimientos políticos m u y
notables'"-verificados eñ áqúélla época
;<
la representación. n a c i o n a l : revolución
política que,. prodúxo • los.; mas, .felices
resultados >. y preparó la .regeneración
de la monarquía.; Castilla comenzó en.
cierta manera á ser n a c i ó n , y á o c u -
par un lugar m u y señalado entre las.
mas cultas y civilizadas.
84. Porque los ilustres varones d i -
putados por los c o n c e j o s , ciudades y
pueblos para llevar su v o z en las c o r -
tes correspondiendo á la confianza de
sus comitentes y. animados.de zelo por
el .bien público siempre cuidaron p r o -
curarle. Superiores á sí-mismos y á to-,
das las pasiones llenaron l o s deberes
de padres -de la p a t r i a , de' défensores
; !
un escritor c o e t á n e o , no estriba en
algún derecho positivo sino en una
mera condescendencia y tolerancia:
siempre que los R e y e s llaman a c o r t e s
es para los negocios de mayor u t i l i -
dad y conveniencia suya. E n los r e y -
nos de L e ó n y Castilla no hay mas
fuero ni pacto entre los vasallos y los
Príncipes que la absoluta justificada
voluntad de los R e y e s .
94. E n el siguiente reynado c o n -
tinuaba el descrédito de las cortes así
entre los palaciegos y cortesanos como
entre los literatos. E l jurisconsulto
D o n Francisco Ramos del M a n z a n o
que escribía por este tiempo se d e c l a -
ró contra e l l a s , y en su obra titulada
Reynados de menor edad indicó los in-
convenientes de su celebración, en lo
qual acreditó no. estar bien instruido
sobre la naturaleza de la constitución
política de Castilla ni tener exactos
conocimientos de nuestra historia n a -
cional. L a gran reputación de este.Doc-
t o r , m u y superior á su mérito,, arras-
tró á m u c h o s „ á pensar que las cortes
:
(i) L. x, t l t . i, P a r t . w.
( " O
" g u a r d a r i e n entre sí f e r i i n poridat:
" l a tercera razón es que punan de los
«facer pobres... Et sobre todo esto
^siempre pufiaron los tiranos de a s -
" t r a g a r á los poderosos et desmatar á
" l o s sabidores, et vedaron siempre en
" s u s tierras confradías et áyüntamieni-
jjtos de los h o m e s . "
i o o . Se multiplicaron: progresiva-
mente estos males durante- el g o b i e r -
no de los Príncipes austríacos : c r e -
cieron y echaron hondas raices en el
pasado siglo : llegaron á colmo y c a r -
garon' de lleno sobre nosotros baso el
último reynado. E l mayor- de todos
por sus conseqüencias, el mas p e l i g r o -
so , el mas incurable , y - e l origen de
nuestras presentes desgracias y de las
que amenazan á la posteridad es la
general y crasa ignorancia en que e s -
taba España acerca de su arriesgada
situación' y del infeliz estado de sus
verdaderos intereses. Y a c i a el pueblo
español en un profundo olvido de sus
p r e r o g a t i v a s , de su dignidad y d e sus
derechos: sin las primeras nociones de
libertad civil y p o l í t i c a , sin ideas de
constitución ni de leyes fundamentales
ni de c o r t e s , sin saber que estas h a -
bian sido, en todos tiempos el apoyo
de la monarquía y el remedio de los
males pqliticos.de la nación , no r e c o -
nocía mas ley que la voluntad del M o -
narca y los caprichos de sus ministros.
Habituado, i-sufrir silenciosamente las
.humillantes vexaciones del despotis-
m o , á arrastrar las pesadas cadenas de
l a tiranía ,,-y-;aun .persuadido que era
u n d e b e r . s u y o tolerar todos los d e s -
órdenes - d e l : g o b i e r n o , en medio de
ellos, v i v.ia,entregado á vanas c o n f i a n -
zas , y se creia. f e l i z : ni.le inquietaba
el temor, de perder su independencia,
ni le acometía el, deseo de recuperar
.su libertad.
1 0 1 . . Sin embargo el estado p r e -
ternatural y v i o l e n t o en que se h a l l a -
ba la república no podia ser durable.
Q u a n d o los vicios y desórdenes del g o -
"bierno llegan á cierto, p u n t o , ' y los
a-busos á chocar con los principios
constitutivos del orden,social es indis-
pensable ó que el estado los corrija ó
que la sociedad perezca. Las i n q u i e t u -
des y agitaciones de todos los g o b i e r -
nos de E u r o p a , los movimientos c o n -
vulsivos de todos los cuerpos políticos
d e esta . parte. d e l . m u n d o . , las ideas
("3)
ambiciosas y empresas afortunadas del
xefe de uno de los mayores imperios,
las alteraciones que hemos visto v e r i -
ficarse en muchos estados, eran otros
tantos síntomas que anunciaban la
proximidad ó de una extraordinaria
revolución en España ó de grandes
mudanzas y reformas en su constitu-
ción y gobierno. E n uno y otro caso
convenia mucho difundir las luces,
preparar la nación é instruir al pueblo.
102. C o n este fin publiqué en el
.año de 1808 el Ensayo histórico-crítioo
sobre la antigua legislación de los rey-
nos de León y Castilla: fruto de p r o l i -
jas investigaciones sobre nuestra juris-
prudencia nacional y de la mas seria
y combinada meditación de hechos
históricos , memorias y documentos
preciosos poco conocidos, olvidados ó
despreciados por nuestros escritores,
sin embargo de que en ellos se encuen-
tran las semillas de la libertad espa-
ñola y los fundamentos de los d e r e -
chos del ciudadano y del hombre. M e
propuse por objeto principal de aque-
lla obra trazar u n quadro de nuestras
antiguas instituciones y de las leyes
mas notables de los quadernos y c ó d i -
E
, ("4)
gos nacionales con sus luces y som-
bras , á fin de promover la reforma de
nuestra j u r i s p r u d e n c i a , y mostrar la
absoluta necesidad que habia de la co-
pilacion de un n u e v o código civil y
criminal. T a m b i é n se han indicado en
ella los medios adoptados por nuestros
padres para conservar su i n d e p e n d e n -
cia y las principales leyes f u n d a m e n -
tales de la monarquía española y de
l a a n t i g u a constitución de C a s t i l l a ,
para que el público las conociese , y
conociéndolas hiciese de ellas el d e -
b i d o aprecio , y suspirase por su r e s -
tablecimiento y diese algún paso para
mejorar de situación.
103. E n lo u n o y en lo otro h u b o
tan poca libertad como demasiado r e -
celo y temor; y fué necesario paliar las
dolencias y males i n v e t e r a d o s , ocultar
muchas verdades , disfrazar las ideas
. y reservar su genuina exposición para
tiempo mas favorable y oportuno. Por-
que entonces ¿quién osara descubrir
los vicios y desórdenes del gobierno
a r b i t r a r i o , hablar de c o r t e s , de consti-
t u c i ó n , de derechos nacionales , de p o -
ner límites á la desmesurada autoridad
de los R e y e s y refrenar su despotismo ?
104. A pesar de la moderación,
cautela y precauciones con que he
procedido en la extensión de mis ideas,
de las que fué necesario sacrificar mu-
chas al s i l e n c i o , la obra se consideró
por unos c o m o novedad peligrosa, por
otros como una indecorosa censura del
gobierno. Y si bien todos hacían su
' e l o g i o , pero muchos aseguraban que
no sería posible obtener la necesaria
licencia para su publicación. Por f o r -
t u n a se cometió el examen de ella á
u n ilustrado ministro del Consejo R e a l ,
que tan dignamente ocupa hoy un alto
puesto en el g o b i e r n o ; y con su c e n -
sura , que mas bien se puede llamar
e l o g i o , se publicó quando y a las t r o -
pas francesas ocupaban la capital del
• r e y n o y el gobierno español c a m i n a -
b a apresuradamente á su total d i s o l u -
c i ó n : acaecimientos poco favorables á
, las letras, y que impidieron que la obra
se propagase por las provincias y c i u -
dades del r e y n o , y que apenas se c o -
nociese , salvo en Madrid.
10;. U n a reunión de circunstan-
cias inesperadas é i m p r e v i s t a s , y la
mas afortunada c a s u a l i d a d , hizo que
los exércitos franceses evacuasen en fin
H 2
(n6)
de J u l i o de 1808 la capital y provin-
cias que tenían ocupadas en el c e n -
tro del r e y n o , y que al cabo se r e -
concentrasen en un estrecho ángulo
del P i r i n e o , dexando libre casi todo
el suelo e s p a ñ o l : momento precioso
que convenia aprovechar establecien-
d o desde l u e g o un gobierno sólido,
a c t i v o , emprendedor y capaz de l l e -
v a r adelante la grandiosa y dificilísi-
ma empresa de salvar la patria. A los
sabios correspondía disponer los á n i -
mos , extender las sanas ideas y a y u -
dar al gobierno preparando la opinión
y destruyendo los obstáculos que á
los nuevos establecimientos suelen opo-*
ner las preocupaciones v u l g a r e s , y la
fuerza de la costumbre y los vicios d é l a
esclavitud. Los talentos aprovechando
entonces una coyuntura tan favorable
á la libertad de escribir y pensar, des-
plegaron sus facultades y derramaron
sus luces indicando con mas ó menos
solidez el camino que convenia seguir
y los medios que era necesario a d o p -
tar. L o s escritos publicados en esta r a -
zón mostraron mas bien el buen deseo
y zelo de sus autores que su instruc-
ción en el estudio de la historia y de
la moral p ú b l i c a : á excepción de
uno ú otro de m é r i t o , los mas se t u -
vieron en poca estima. E s probable
que el patriotismo , el zelo y la e m u -
lación hubiese multiplicado y mejora-
do los escritos; pero la suprema j u n -
ta central comenzó á obrar imitando
la conducta de los d é s p o t a s , c o n s a -
grando el error y perpetuando la i g -
norancia y entorpeciendo los m o v i -
mientos progresivos del espíritu h u -
mano.
106". Entre tanto ni se consolida-
ba el gobierno ni habia un plan s a -
biamente combinado para perseguir ó
contener los exércitos de Bonaparte
que no dormia ni se descuidaba, ni tro-
pas bien provistas , disciplinadas y
aguerridas para executarlo caso que
le hubiese. Las juntas provinciales l l a -
madas supremas agitadas de diferen-
tes pasiones obraban separadamente y
siempre por principios opuestos é i n -
tereses encontrados , y de consiguien-
te sin aquel espíritu de unión en que
consiste la fuerza del cuerpo político,
y que es como el alma de las g r a n -
des empresas. L a central establecida
en Aranjuez trataba mas de su e x í s -
. „ ( i i 8
)
tencia política y de asegurar su a u -
toridad exigiendo imperiosamente del
Consejo R e a l y de los pueblos el r e -
conocimiento y la o b e d i e n c i a , que de
salvar la p a t r i a : momento peligroso
que amenazaba segunda invasión mas
rápida y funesta que la primera, y que
tenia tan consternados los ánimos de
los buenos , como engreidos y s a t i s -
fechos los ambiciosos , los aduladores,
los egoístas , enemigos domésticos mas
ominosos que las mismas huestes del
exército invasor. Entonces fué q u a n -
d o persuadido que todo ciudadano debe
sacrificarse por la causa de la patria,
extendí un papel c u y o objeto era mos-
trar entre otras cosas la absoluta n e -
cesidad que había de establecer pron-
tamente un gobierno legítimo y c o n s -
titucional , y que el primer paso d e -
bía ser juntar cortes generales y r e u -
nir la representación n a c i o n a l , para
que la nación c u y a era la g l o r i a , el
interés y el p e l i g r o , tomase de c o -
mún acuerdo una resolución acertada
y medidas convenientes para c o n s o -
lidar el género de gobierno que le p a -
reciese mas ventajoso en tan crítica
situación.
107. A u n q u e el trabajo estaba con-
cluido tuve motivos para usar de c a u -
tela , tomar medidas de precaución y
no partir de ligero á dar al público
la obra. M e contuvo por una parte
la desunión que se notaba entre v a -
rios individuos de la junta central y
las muestras que iba dando de despo-
tismo , y por otra la circunstancia de
estar presidida por u n antiguo minis-
tro , m u y intrigante , artero , suspicaz
y gran promotor del gobierno a r b i -
trario. D i c t a b a pues la prudencia t a n -
tear los v a d o s , tomar consejo y c o n -
sultar si sería bien ó mal recibida la
obra por parte del g o b i e r n o , á c u y o
fin comuniqué mis ideas con el E x c e -
lentísimo Señor D o n Gaspar de J o v e -
llanos , individuo de aquella junta 5 y
declarándole el plan y contenido de
mi e s c r i t o , concluía después de m u -
chas razones con la siguiente exposi-
ción. M e parece que he dicho bastante
para que todo hombre sensato y aman-
te de la patria y de la verdad se per-
suada hasta e l convencimiento de la
importancia y ventajas de nuestras c o r -
tes , de que ellas fueron como el alma
del gobierno e s p a ñ o l , el baluarte de
(120)
la libertad castellana , saludable f r e -
no del despotismo y la parte mas esen-
cial de nuestra constitución, y que sin
apartarnos de ella no podemos dexar
de convocarlas en las circunstancias
tan críticas en que nos hallamos , ma-
yormente siendo muy fácil reunir la
representación nacional y todos los pro-
curadores de las ciudades y pueblos de
v o t o , coyuntura ( i ) que acaso no se
logrará jamas. H o y mas que nunca apre-
mia la necesidad y estrecha la o b l i g a -
ción. Porque si las cortes están r e c o -
mendadas y autorizadas por la costum-
„ l a h u b i e r a m i r a d o c o m o p e r d i d a á n o ser p e r -
e q u e d e un d i a á otro espero v e r l a s r e s u l t a s
„ d e l r e m e d i o q u e en m i c o n c e p t o h a d e d e c i d i r
„ s i es d e v i d a ó m u e r t e , q u i e r o d e c i r las cor-
etes. E l r e m e d i o e r a i n f a l i b l e a p l i c a d o e n t i e m -
„ p o , y l a p r u e b a e v i d e n t e d e su eficacia es l a
„ r e s i s t e n c i a i n m e n s a q u e se ha o p u e s t o á su uso
. „ n o o b s t a n t e los c l a m o r e s d e l a n a c i ó n . Si h a c e
„ a ñ o y m e d i o se h u b i e r a n r e u n i d o l a s c o r t e s l a s
,.cosas d a b a n t i e m p o d q u e la e x p e r i e n c i a e n -
s e ñ a s e e l r u m b o q u e este c u e r p o n a c i o n a l d e -
. ,ibia e l e g i r p a r a s a l v a r l a p a t r i a . A u n q u e sus
, , p r i m e r o s pasos h u b i e r a n sido dudosos y v a c i -
l a n t e s , los s e g u n d o s p o d r í a n ser m a s firmes y
^ d e c i d i d o s ; y en e l d i a h a b r í a e n E s p a ñ a u n
„gobierno indudablemente legítimo , consolida-
d o en l a confianza p ú b l i c a . " Esto se e s c r i b í a
mediado el año d e 1 8 1 0 .
( l 2 2 )
tando el Monarca no por eso falta ni
d e x a de existir la n a c i ó n , en la qual
permanece como en su centro la a u -
toridad soberana. N i n g ú n particular
ni particulares pueden en este caso
aspirar á ella ni exigir de los otros
la obediencia. Las provincias y reynos
de que se compone la monarquía son
partes de ia asociación g e n e r a l , y n i n -
g u n a puede variar el orden estableci-
d o ni eximirse de la sujeción á las
leyes ni desentenderse de respetar las
autoridades establecidas ni crear otras
nuevas. Las juntas llamadas provincia-
les y supremas por santo y bueno q u e
h a y a sido el blanco de su institución
no pueden calificarse sino de cuerpos
tumultuarios y monstruosos, y hablan-
do propiamente y según el tenor de
nuestras l e y e s , no son mas que unas
asonadas prohibidas por constitución
como usurpadoras de la legítima a u -
toridad. L a junta central gubernativa
del reyno es u n resultado de a q u e -
llas , y no ha sido convocada l e g í t i -
mamente ni representa ( i ) de n i n g u n a
( i ) L a j u n t a c e n t r a l no representa v e r d a d e r a
y p r o p i a m e n t e á los ¡ r e y n o s , a u n q u a n d o sus
m u n i c i p a l i d a d e s h a y a n r e c o n o c i d o l a s j u n t a s se
( 3) I 2
célebres c o n g r e s o s , monumentos p r e -
ciosos del zelo y patriotismo de los
Castellanos y de su independencia y
l i b e r t a d ; pero monumentos descono-
cidos y sepultados baxo la sombra del
olvido por la vil a d u l a c i ó n , por el v a n o
t e m o r , por el espíritu de interés y por
l a política suspicaz del gobierno minis-
terial.
no. A esta exposición y demás
razones que la acompañaban me c o n -
testó S. E . desde Aranjuez á 4 de O c t u -
bre de i 8 o 3 d i c i e n d o : " a b u n d o en el
a s e n t i d o de vmd. sobre la libertad de
" escribir , y mas aun sobre la necesi-
" d a d de poner en claro la importante
" q ü e s t i o n que me indica : ¿porque si
" a h o r a n o , quándo ? Esta necesidad
" e s tanto mayor quanto la represen-
q u a n d o q u e c l a m a r a n por e l l a s , y q u e s i e m -
p r e h a y a h a b i d o un p a r t i d o poderoso en la r e -
v o l u c i ó n española q u e f a v o r e c i e s e las i d e a s d e l
gobierno, p a r a no j u n t a r l a s . M u c h a p a r t e t e n i a
e n esto la a m b i c i ó n d e los q u e m a n d a b a n ó dfe
los q u e aspiraban íi m a n d a r ; pero ¿ q u i é n h i z o
q u e la n a c i ó n c a l l a s e q u a n d o v i o q u e la j u n t a
Qentral se d e s e n t e n d í a d e la c o n v o c a c i ó n ó la
p o s t e r g a b a ? La p o c a idea q u e t e n í a n en g e n e -
r a l los E s p a ñ o l e s d e la eficacia d e l r e m e d i o .
El Español, tom. I . , pág. 4 8 , 4 9 . Londres
1810.
(126)
« t a c i o n actual vino de un principio
« extraordinario, y se quiere extender
« m a s allá de donde pudiera siendo
« c o n s t i t u c i o n a l y completa. A h o r a si
« p u b l i c a r lo que en esto se escriba se
«permitirá ó n o , no acierto á a d i v i -
« n a r l o , porque palpo que los que te-
« m e n la l u z la a b o r r e c e n . " Anadia
que las cortes estaban allí en gran d e s -
crédito hasta asegurarse que fueron
inútiles , y que no han producido mas
que turbaciones y males. Caso así
cierto como doloroso que hay h o m -
bres tan ciegos y preocupados por no
decir ignorantes ó malignos, t a n fami-
liarizados con los errores del pasado
gobierno y tan envejecidos en los v i -
cios y torcidas máximas de la política
ministerial, que para sacar de ellos a l -
g ú n partido convendría argüirles no
tanto con razonamientos como con
los hechos de la h i s t o r i a , reuniendo
con cierto método los principales s u -
cesos relativos á nuestras c o r t e s , á su
autoridad y organización , insistien-
do principalmente sobre los mas i n -
teresantes y análogos á las c i r c u n s -
tancias del dia. ¡ Q u e haya necesidad
de acudir á estos recursos en un m o -
(127)
mentó en que no había de haber e n -
tre nosotros mas que u n c o r a z ó n , u n
espíritu y un alma , ni reynar mas
que el amor á la v e r d a d , al R e y y á
la patria!
ni. A u n q u e y o no podía prome-
terme ni esperar gran fruto de este
trabajo que estaba y a c o n c l u i d o , sin
embargo por lo que mas adelante p u -
diera influir en la buena causa y por
complacer á S. E . se le remití para que
hiciese de él lo que le pareciese mas
c o n v e n i e n t e ; y habiéndole recibido
me contestó diciendo con fecha de
7 de octubre de 1808 : "contentísimo
«sobremanera estoy con el sabio e x -
« t r a c t o ( 1 ) que vmd. ha hecho de
«nuestras cortes con respecto al o b -
cedor.
1 1 4 . Los varones prudentes al paso
que lloraban los infortunios y males
de la patria, en meció de ellos se e s -
forzaban cOn la idea Consoladora de
que á este tiempo táh borrascoso y
turbulento sucedería la' apacible c a l -
:
<i) T i t . x . c a p . u n i c . art. 3 7 5 .
(i44)
«podrá proponer a l t e r a c i ó n , adición
ÍMIÍ reforma en ninguno de sus artí-
» c u l o s . Pasados los ocho años después
" d e establecida la c o n s t i t u c i ó n , n i n -
" g u n diputado puede proponer en las
jjcortes modificación , reforma ó adi-
jjcion a l g u n a , sin que su respectiva
^provincia le haya conferido poder
" e s p e c i a l para e l l o ; y la provincia no
" podrá otorgar este poder sin que pre-
sjceda declaración y acuerdo de las
v c o r t e s que ha lugar á e l l o , y sin
3; que aquel decreto se circule por las
v> provincias."
12;. Mis ideas son tan diferentes
d e las que se expresan en esas c l á u -
sulas , y tan opuestas á las de los i l u s -
tres miembros de la comisión que e n -
tendió en extender aquellos artículos,
que bien lejos de tener por c o n v e -
niente esperar que pasen ocho años
para poder hablar de reforma de cons-
titución , y proponer adiciones ó m o -
dificaciones de varios artículos de ella,
y que en éste periodo nadie .pueda des-
plegar los labios y todos guarden
profundo s i l e n c i o ; estoy firmemente
persuadido que el bien g e n e r a l , la
prosperidad del estado y la seguridad
(145)
y libertad del ciudadano exige que
desde luego , al instante , en el p r e -
sente m o m e n t o , se tomen prudentes
m e d i d a s , y serias y activas p r o v i d e n -
cias para mejorarla : primeramente en
el orden , en el lenguage y en el e s -
t i l o ; p o r q u e , según advirtió un e s -
critor n u e s t r o , en ningún libro es mas
recomendable y necesario el orden y
enlaze de las i d e a s , la claridad de e x -
presiones , la pureza del lenguage , la
gravedad del estilo y la exactitud en
el método como en uno que se escribe
para formar el espíritu y el corazón
del c i u d a d a n o , y para que sea el c a -
tecismo del pueblo. L o segundo en dar
extensión y claridad á varios artículos
o b s c u r o s , y en añadir algunos otros
sumamente importantes para hacer
eterna é inmutable la ley fundamen-
t a l . E n c u y a razón convendria mucho
que las cortes cuidasen de encargar á
las provincias, á los principales a y u n -
tamientos del r e y n o , así como á los
literatos y personas i l u s t r a d a s , que
después de haber diligentemente e x a -
minado la constitución y hecho p r o -
fundo estudio sobre todas y cada u n a
de sus partes , propusiesen con s i n c e -
ridad y libertad á las cortes actuales y
Je
(i 0
4
(1) V é a s e e l sabio y a t i n a d o d i c t a m e n q u e
s o b r e e s t e p u n t o e x t e n d i e r o n los q u a t r o i n d i -
:
v i d u o s d e la c o m i s i ó n d e c o n s t i t u c i ó n , M e n —
d i o l a , Morales Duarez, Jáuregui. y Fernandez
d e L e y b a , p r e s e n t a d o y l e í d o en las c o r t e s sin
f r u t o . Se p u b l i c ó en e l Español, t o m . í v . p. 3 8 9 .
4 (i 8)
á revivir nuestras amortiguadas e s p e -
ranzas. ¡ Q u á n grande fué el júbilo
de los patriotas al saber que se trata-
ba seriamente de formar la constitu-
ción política de la monarquía! ¡ C o n
qué ansia se buscaban los papeles p ú -
blicos comprensivos del proyecto de la
l e y constitucional y de las discusiones
relativas á este asunto y á todos los
de cortes! ¡ A quantos riesgos no e x -
puso este zelo á los c i u d a d a n o s ! Pues
y a , ¡ qué efervescencia , qué entusias-
mo por leer la constitución luego que
se supo haberse llevado hasta el cabo
y concluido felizmente! T o d o s l e v a n -
tamos los ojos y las manos al cielo
loando la providencia de Dios por tan
próspero suceso. Revosando alegría,
que se dexaba ver en los semblantes
de t o d o s , nos decíamos unos á otros:
y a tenemos constitución : todos la
recibimos con a p l a u s o ; y sin reparar
en derechos ni en formalidades legales
obedecimos el decreto de las cortes y
la juramos solemnemente: lo que se
verificó en todos los pueblos de L e ó n
y C a s t i l l a , sin que haya ocurrido caso
a l g u n o de oposición y resistencia que
y o sepa si no el de Orense en G a l i c i a :
caso tanto mas extraordinario quanto
O 49)
la persona que opuso dificultades no
era parte legalmente autorizada para
e l l o , y el reyno de G a l i c i a estaba s u -
ficiente y completamente representado
en las cortes.
1 2 8 . L a docilidad y buena fé de
l a nación exige i g u a l correspondencia
de parte de aquellos en quienes d e p o -
sitó su confianza. N o se pongan l í m i -
tes á sus derechos ni se abusé de su
generosidad. Hágasele conocer lo que
es y lo que p u e d e ; y si en virtud y
uso de sus facultades propusiese a d i -
ciones y reformas en la constitución,
trátese seriamente de efectuarlas a l m o *
m e n t ó , precediendo las convenientes
d i s c u s i o n e s . D i g o a l momento y no mas
adelante : porque entonces debe c e r -
rarse la puerta á toda innovación aun
l a mas m í n i m a ; porque entonces la li-.
bertad de poder alterar la ley funda-»
mental y de introducir reformas en
ella, sería exponerla á su ruina. ¿ P u e -
de haber motivo para dilatar estas i m -
portantes operaciones hasta pasados
ocho años ? Y o ciertamente no le e n -
cuentro , hallo sí que la j u s t i c i a , l a
necesidad , la utilidad pública y todas
las razones dictan que se emprenda
este trabajo al instante , que la d i l a -
cion no és p r u d e n t e , y sí muy p e l i -
grosa. Porque se haría manifiesto agra-
v i o á la nación en querer ó en tolerar
que sufriese por ocho años las funestas
conseqüencias de las malas leyes y d e -
fectuosas instituciones , y en privarla
dé los felices resultados que pudiera
producir una sabia reforma. Porque
conviene curar la enfermedad en su
principio y no dar l u g a r á que t o m a n -
do cuerpo y echando ondas raices se
riagaáhcurable. Los remedios tardíos
son siempre infructuosos y vanos. E l
p u e b l o , tenaz por carácter en conservar
l o que u n a v e z ha a d o p t a d o , no sería
fácil que familiarizado con los errores y
vicios arrostrase á abandonarlos.
129.!- ¿ Y quién sabe- .si: en estos
ocho: años podrán ocurrir c i r c u n s t a n -
cias y-sobrevenir acaecimientos p o l í -
ticos que impidan absolutamente h a -
cer las reformas intentadas? E n este
caso ¿quán- grande sería el pesar y el
arrepentimiento de la nación por no
haber aprovechado los momentos y
hecho, el uso conveniente de su a u t o -
ridad? ¿Entonces qué podríamos a l e -
gar en. nuestra defensa contra las j u s -
tas declamaciones del pueblo ? Las f u -
turas generaciones acusarán con so-?
('50 a