Este documento explora los desafíos de la teología en Colombia. Identifica tres desafíos principales: 1) Preguntarse por la situación de los desplazados y pobres en Colombia, quienes a menudo son excluidos. 2) Fomentar teologías que promuevan la comunidad y la igualdad entre todos los seres humanos. 3) Acoger otras culturas y religiones a través del diálogo mutuo en vez de imponer la propia visión.
Este documento explora los desafíos de la teología en Colombia. Identifica tres desafíos principales: 1) Preguntarse por la situación de los desplazados y pobres en Colombia, quienes a menudo son excluidos. 2) Fomentar teologías que promuevan la comunidad y la igualdad entre todos los seres humanos. 3) Acoger otras culturas y religiones a través del diálogo mutuo en vez de imponer la propia visión.
Este documento explora los desafíos de la teología en Colombia. Identifica tres desafíos principales: 1) Preguntarse por la situación de los desplazados y pobres en Colombia, quienes a menudo son excluidos. 2) Fomentar teologías que promuevan la comunidad y la igualdad entre todos los seres humanos. 3) Acoger otras culturas y religiones a través del diálogo mutuo en vez de imponer la propia visión.
Este documento explora los desafíos de la teología en Colombia. Identifica tres desafíos principales: 1) Preguntarse por la situación de los desplazados y pobres en Colombia, quienes a menudo son excluidos. 2) Fomentar teologías que promuevan la comunidad y la igualdad entre todos los seres humanos. 3) Acoger otras culturas y religiones a través del diálogo mutuo en vez de imponer la propia visión.
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Introducción a la Investigación Teológica
Pontificia Universidad Javeriana
Maestría en teología Christian David Zárate Granados
Retos de la teología hoy
América Latina es un campo fertil para el quehacer de la teología. Esto se debe no
solo a su itinerario de fe a través de la historia, sino por sus mismas circunstancias sociales, políticas y eclesiales. Sin embargo, estas mismas circunstancias colocan grandes desafíos a los que la teología está llamada a responder. Así, tanto Lucchetti1 como la Comisión Teológica Internacional (CTI) 2 generan unos cuantos desafíos a tener en cuenta en la búsqueda de sentido humano, a través de la tarea teológica hoy. A manera de síntesis, me propongo en estas cortas lineas explorar estos desafíos y dejar que algunos de ellos interpelen el quehacer teológico en medio de las realidades de Colombia.
Preguntarse por las realidades de las personas en situación de
desplazamiento en Colombia es un primer paso para la tarea teológica, pues el teólogo indaga por las cusas y las escruta a la luz de la revelación. De esta revelación se comprende que el ser humano es poseedor de una vida y, por lo tanto, está dotado de dignidad y libertad. No obstante, las injusticias propiciadas por modelos económicos neoliberales y el consumo desenfrenado, han sido caldo de cultivo para el florecimiento de la violencia y, por ende, el desplazamiento y la pobreza. De manera que las vidas no se entienden todas con la misma dignidad, todo lo contrario, se abre una brecha de desigualdad que no solo permite visibilizar el abismo tan profundo de la calidad de vida que ejerce cada persona según su posición económica, sino incluso permite ver las desigualdesdes en la manera como mueren, aun cuando sea por la misma causa (Lucchetti, 403). De aquí se desprende el desafío por los pobres y las vícrtimas en Colombia, puesto que existe una aporofobia generalizada que excluye específicamente al migrante que no tiene nada económico que ofrecer.
Las dinámicas mismas de la pobreza y el desplazamiento en Colombia
generan no solo desprendimientos, sino nuevos encuentros culturales que se perciben de distintas maneras dependiendo la situación de cada una de las partes. Por un lado, quien abandona su propia tierra se desprende de ella por causales 1 Lucchetti, “Desafíos y tareas de la teología en América Latina hoy”, 399-432. 2 Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: Perspectivas, principios y criterios. externos y emprende una tarea de búsqueda de un mejor trabajo y maneras de subsistir. Pero, por otro lado, está quien ve en este mismo evento una amenaza a sus privilegios y un posible riesgo de que otro venga y tome lo que “por derecho” le pertenece. Surge aquí entonces el desafío cultural de fomentar teologías que abarquen comunidad y que miren al ser humano como miembros de una sola familia, quienes habitan en una casa común, sin fronteras ni muros que imposibiliten el encuentro humano.
En tanto los muros y barreras culturales se levanten, la teología halla su
desafío en derrumbarlos a través de una mística que mantiene los ojos abiertos, esto es, atento al sufrimiento ajeno. “La verdadera mirada sobre la realidad, por tanto, tiene que ser capaz de medirse con las víctimas del mal, de la ijusticia y de la violencia de este mundo: el pobre, el enfermo, el infeliz, el marginado” (Lucchetti, 414). De esta manera, la tarea teológica es interpelada cuando se enfrenta con las realidades de nuestro propio país y está llamada a ejercer su función profética, con una espiritualidad que mantenga los ojos abiertos para escrutar cualquiera que sea la realidad a la luz del misterio divino.
Finalmente, en medio de la interculturización que promueven los
desplazamientos por causa de la violencia en el país, la teología ha de acoger un desafío más: el diálogo con aquella persona poseedora de todo un equipaje cultural y religioso sin que esto sea visto como una oportunidad para acomodarlo a mis propias cosmovisiones de fe. La religión no puede ser vista como otro victimario que les despoje de lo único que les dejó la violencia; sus propias vivencias de fe y creencias. Se trata aquí de un encuentro de dejarse interpelar mutualmente y sorprenderse en la identidad propia del otro sin que esto singifique de ninguna manera la perdida de la propia identidad.
A manera de conclusión, es evidente que los desafíos de la tarea teológica
en Colombia siguen siendo de carácter imperativo. La búsqueda de la justicia a través de la observación atenta de la realidad y el compromiso transformador de esta nos promueve una gran oportunidad para repensar y emprender esta tarea, pero con el prúrito de encontrar a Dios en el camino, en el encuentro, en el diálogo que este implica y en la renuncia de querer ver solamente las víctimas como campo teológico para imponer nuestras propias proposiciones culturales de la Dios.