El ratón encontró una ristra de plátanos abandonados y se los guardó todos para sí misma sin compartirlos. Más tarde se negó a ayudar a los avestruces que necesitaban piedras para su tejado o al gorila que buscaba comida para su familia. El leopardo les contó que el ratón tenía los plátanos y tiempo para ayudar. Juntos le dieron una lección al ratón sobre la importancia de compartir. El ratón aprendió la lección y acordó compartir los plátanos en el futuro.
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El ratón encontró una ristra de plátanos abandonados y se los guardó todos para sí misma sin compartirlos. Más tarde se negó a ayudar a los avestruces que necesitaban piedras para su tejado o al gorila que buscaba comida para su familia. El leopardo les contó que el ratón tenía los plátanos y tiempo para ayudar. Juntos le dieron una lección al ratón sobre la importancia de compartir. El ratón aprendió la lección y acordó compartir los plátanos en el futuro.
El ratón encontró una ristra de plátanos abandonados y se los guardó todos para sí misma sin compartirlos. Más tarde se negó a ayudar a los avestruces que necesitaban piedras para su tejado o al gorila que buscaba comida para su familia. El leopardo les contó que el ratón tenía los plátanos y tiempo para ayudar. Juntos le dieron una lección al ratón sobre la importancia de compartir. El ratón aprendió la lección y acordó compartir los plátanos en el futuro.
El ratón encontró una ristra de plátanos abandonados y se los guardó todos para sí misma sin compartirlos. Más tarde se negó a ayudar a los avestruces que necesitaban piedras para su tejado o al gorila que buscaba comida para su familia. El leopardo les contó que el ratón tenía los plátanos y tiempo para ayudar. Juntos le dieron una lección al ratón sobre la importancia de compartir. El ratón aprendió la lección y acordó compartir los plátanos en el futuro.
ALBERTO Leopardo: Había una vez un ratón muy astuto, pero
que no tenía muy claro la importancia de la palabra compartir… ¡Mirad, por ahí viene! MAITE Ratón: (Camina despreocupada) ¡Qué día tan bonito hace hoy! Seguro que encuentro algo con lo que divertirme mientras estoy de paseo. (Justo en ese momento se encuentra toda una ristra de bananas que alguien ha olvidado en el camino). MAITE Ratón: ¿Pero qué ven mis ojos? ¡Un montón de riquísimos plátanos que parecen no tener dueño! Me los guardaré todos para mi solita. (Mientras, los mete en su mochila). (Aparece el gorila caminando por el otro lado del escenario). MAITE Ratón: Amigo gorila, ¿dónde vas tan triste? ¿Quieres venir de paseo conmigo? CARLOS Gorila: Ya me gustaría, pero he de buscar algo de comida para mi familia y para mí antes de que se haga de noche… MAITE Ratón: (Mira hacia la mochila, donde lleva los plátanos, pero decide no decir nada) ¡Vaya! Pues suerte en tu tarea. Yo seguiré con mis pasos. Ya nos veremos otro día. (Los dos amigos se despiden y cada uno sigue su camino. El gorila se toca el estómago y pone cara de dolor porque tiene mucha hambre. Se va deprisa. El ratón abre la mochila y se come un plátano mientras se va a casa). ALBERTO Leopardo: Los dos amigos se despidieron, pero el gorila se quedó tocándose la barriga, que le dolía del hambre que tenía. Cuando de repente, aparecieron dos rápidas avestruces. (Vemos a las avestruces corriendo de un lado para el otro).
MARÍA Avestruz: ¡Qué vergüenza hemos pasado! Hemos visto
hace un rato a unos humanos y hemos salido corriendo a escondernos… Ahora tenemos que ir a por piedras para terminar de arreglar el tejado. (Corre apresurada de un lado para otro). (Entra el ratón). MAITE Ratón: (Se acerca al ver al avestruz tan preocupada) ¿Qué te ocurre? ¿Por qué tanto revuelo? CARMEN Avestruz: Estábamos tan tranquilas barriendo la entrada de casa cuando de pronto hemos visto a unos humanos, y hemos salido corriendo a meter la cabeza en un hoyo. Ahora se nos ha hecho tarde y no tenemos tiempo buscar piedras para arreglar el tejado de nuestro hogar… MAITE Ratón: ¡Vaya, cuánto lo siento! Yo es que me dirigía a la charca a buscar agua, así que no puedo parar a ayudarte. ALBERTO Leopardo: El ratón, tan vago como de costumbre, decidió no ayudar a los avestruces. (El ratón sigue su camino con una sonrisa pícara y sale de escena). MARÍA Avestruz: (Corre de un lado para otro en busca de una solución) Tendremos que darnos prisa para encontrar esas piedras antes de que se haga de noche. Quizás si miramos por ahí... (Se cruza con el gorila que seguía buscando sus preciados plátanos). CARLOS Gorila: Hola amigas avestruces, ¿qué os ocurre? CARMEN Avestruz: Hola gorila, ¿cómo estás? Pues mira, estoy buscando la mejor forma de arreglar el tejado, y además he de hacerlo rápido, antes de que se haga de noche. MARÍA Avestruz: ¿Tú que haces? Te noto algo preocupado. CARLOS Gorila: Sí, tengo mucha prisa, necesito encontrar plátanos para toda la familia. Pero aún tengo un rato para ayudarte a dar con la solución para tu tejado. ¿Quieres que busquemos las piedras y los plántanos juntos? MARÍA Y CARMEN Avestruces: ¡Qué buena idea! ¡Manos a la obra! (Entra el leopardo en la escena mientras el avestruz y el gorila parecen estar buscando piedras). ALBERTO Leopardo: ¡Esperad un momento, he de deciros una cosa! MARÍA Avestruz: Cuéntanos, Don Leopardo. ALBERTO Leopardo: Hace un rato vi pasar al ratón sin nada mejor que hacer, con un montón de plátanos bajo el brazo. Y no ha querido ni compartirlos ni dedicar un rato a ayudar a buscar piedras… CARMEN, MARÍA Y CARLOS Avestruces y gorila: (Sorprendidos) ¡No puede ser! CARMEN Avestruz: A nosotros nos dijo que tenía prisa por recoger agua en su vasija. CARLOS Gorila: Y a mí me contó que no tenía nada para comer... ALBERTO Leopardo: Yo creo que este travieso ratón no sabe lo que es la generosidad… Vamos a darle un lección. MARÍA Avestruz: ¡Sí! Démosle una valiosa lección sobre la generosidad.
(Entran en escena el leopardo comiéndose un plátano, el
leopardo con una bolsa llena de plátanos y el avestruz cargando unas rocas. Están muy felices. El ratón entra por el otro lado de la escena). ALBERTO Leopardo: ¡Qué rico está este bocado! CARLOS Gorila: ¡Y qué bien se disfruta al lado de los amigos. CARMEN Avestruz: ¡Y estas rocas son justo lo que necesitaba para arreglar el tejado de mi casa! MARÍA Avestruz: Además hemos acabado todas las cosas a tiempo. MAITE Ratón: (Parece cansada) Hola amigos, ¿qué estáis comiendo? ¡Tengo tanta hambre! Me gustaría unirme a vosotros. ALBERTO Leopardo: ¡Claro! Siéntate con nosotros, aquí todos somos amigos y compartimos lo que tenemos con los demás. (El ratón dio buena cuenta de su ración y, al ver lo buenos amigos que eran ellos tres, le entra remordimiento y decide contar la verdad). MAITE Ratón: Tengo que contaros una cosa... MARÍA, CARMEN, CARLOS, ALBERTO Avestruces, gorila y leopardo: ¿El qué? (Preguntan a la vez mirándose de reojo pues ya saben la confesión que ha de hacer el astuto ratón). MAITE Ratón: Lo cierto es que yo tengo plátanos en casa y también tenía tiempo de sobra para ayudar a los avestruces… Pero me pareció más divertido pensar solo en mí y no hacer nada por los demás. ¿Podréis perdonarme? Con mucho gusto compartiré estos plátanos. ALBERTO Leopardo: Ya lo sabíamos, ratoncilla, de hecho nos habíamos sentado justo aquí para que vieras lo importante que es saber compartir. MAITE Ratón: ¡Cuánta razón tienes! A partir de ahora lo haré de otra forma. Es mejor ayudar, compartir y disfrutar de la amistad que caminar solo por el bosque. ALBERTO Leopardo: Y colorín colorado… TODOS: ¡Este cuento ha acabado!
Los personajes quedan felices. Se cierra el telón.