Las Tentaciones de San Antonio en El Arte Contemporaneo
Las Tentaciones de San Antonio en El Arte Contemporaneo
Las Tentaciones de San Antonio en El Arte Contemporaneo
Resumen
Se estudian las Tentaciones de San Antonio en el arte contemporáneo. Brevemente se alude al
tema desde los pintores del Renacimiento: Grünewald, El Bosco, J. Mandyn, D. Teniers, J. Wallens
de Cock, Patinir. Se estudian detenidamente los cuadros de Cézanne (tres), O. Redon, Rops, Epson;
de los expresionistas alemanes: Corinth, Dix, Ernst; el mejicano: Rivera; y en el arte español: Dalí,
Saura, Ismael, Perellón, Nello, González Fernández, Fuentes, Franco; y el pintor italiano: Morel.
Palabras clave: Tentaciones de San Antonio, Pintores del Renacimiento, franceses, alemanes,
mejicanos, italianos y españoles.
Abstract
This article deals with the subject matter of the Temptations of St. Anthony in contemporary
art. The theme is briefly analyzed starting from the Renaissance period as it appears in artists
such as Grünewald, Bosch, J. Mandyn, D. Teniers, J. Wallens de Cock and Patinir. There is a
thorough analysis of the works of Cézanne (three paintings), O. Rodon, Rops, Epson; the German
expressionists Corinth, Dix, Ernst; the Mexican artist Rivera; Spanish art as represented by Dalí,
Saura, Ismael, Perellón, Nello, González Fernández, Fuentes, Franco; and the Italian painter Morel.
Keywords: Temptations of St. Anthony, Renaissance painters, French painters, German paint-
ers, Mexican painters, Italian painters, Spanish painters.
1
«San Antonio tentado por la lujuria. Dos formas de representación en la pintura de los siglos XIV
y XV», Locus Amoenus 2, 1996, pp. 111-129. También Meiffret, L., Saint Antoine eremite en Italie
(1340-1540). Programmes picturaux et dévotion, École Française de Rome, Roma, 2004. Agradezco a
la profesora M. Cruz Villalón, de la Universidad de Extremadura, la bibliografía suministrada.
166 Las tentaciones de San Antonio en el arte contemporáneo
medieval. Las pinturas, que se comentan, son los cuadros de L. Borrasá, en Santa
Margarida de Montbui; de J. Ferrer, en el santuario de la Granadella, desaparecido;
del maestro de Rubio, en paradero desconocido; de autor anónimo, en la Conca
del Segre; de Sasetta, en la Universidad de Yale; de escuela Veneta (dos), en Fran-
cesco, Bassano; de escuela umbra, Montefalco; de Fournier, Biblioteca de Malta;
del maestro de S. Fiorenzo, Bastia; y de la escuela de Nelli (?), en Florencia; y el
tríptico de El Bosco.
Las tentaciones de San Antonio han sido motivo de inspiración de los artistas
desde el Renacimiento, y continúan aun siéndolo hasta la actualidad.
Se ha considerado a Antonio (250-356) el fundador del monacato. Había nacido
en Egipto. Hacia los veinte años se retiró a una aldea, después a una tumba vacía
excavada en la falda de una montaña no lejos del Nilo, y poco después al desierto.
Finalmente se marchó a las orillas el Mar Rojo rodeado de seguidores que le tuvie-
ron por padre, dedicándose todos al ascetismo más riguroso y a la espiritualidad.
Antonio sufrió las acometidas del demonio, tema que, a partir del Renacimiento,
inspiró frecuentemente a los pintores. Poco después de su muerte, acaecida en torno
al 356, Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, se retiró al desierto de Egipto y
redactó la Vida de Antonio, que pronto se convirtió en un best-seller, como cuenta
Agustín (354-430) en Las Confesiones (VIII, 6, 14ss.). Los pintores, de todos los
sucesos de su vida, se fijaron exclusivamente en las tentaciones del demonio, que
se prestaban a la fantasía de los artistas.
Los tres asaltos del demonio, contados por Atanasio, corresponden a las tres
etapas decisivas de Antonio hacia la vida solitaria; cuando se retiró a una tumba
(8-2-3), cuando se estableció a vivir en el desierto (12-13) y cuando se fue a vivir
a las orillas del Mar Rojo (51-52). Atanasio describe estas tentaciones:
Para el diablo es fácil transformarse en fieras malignas. De noche hacían tal ruido
que todo el lugar parecía moverse. Los demonios casi rompieron las cuatro paredes
del sepulcro y atravesaron los muros, transformándose en bestias y en serpientes.
De pronto toda la estancia se llenó de leones y de osos, de leopardos, de serpientes,
de toros, de escorpiones y de lobos. Cada fiera se comportaba según su naturaleza.
El león, rugía e intentaba saltar encima. El toro pretendía cornearlo. La serpiente
tocarlo y no podía. El lobo se detenía en su acometida. La serpiente se retiraba y
silbaba contra él. Todas las fieras eran terribles en su ira y en su ruido.
Los que iban a encontrarlo, oían muchos rumores y voces. De noche el monte
parecía lleno de chispas. El viejo parecía combatir con seres invisibles (51-52).
Mientras vigilaba de noche, vio bestias, casi todos los animales que estaban en
el desierto, saliendo de sus guaridas, le rodeaban, y él estaba en el centro de ellas.
Abrían las bocas y querían morderlo.
Frecuentemente los diablos se aparecían en forma de mujeres.
2
Bianconi, P., L’opera completa di Grünewald, Milán, Rizzoli, 1992, pp. 89-90, 93, láms. XLIII,
XLVII-L.
3
Puigdevall, F., Los grandes maestros del Museo del Prado, II. Las colecciones de pintura
extranjera, Madrid, Eagle Books España, 1992, p. 105; Bosing, W., El Bosco [1450 (?)-1516]. Entre
el Cielo y el Infierno, Colonia, Taschen, 1998, p. 91.
4
Puyvelde, L. van, La Renaissance flamande de Bosch à Brueghel, Bruselas, Meddeus, 1971,
p. 43, fig. 1; Bosing, W., op. cit., pp. 91-95; Porfirio, J. L., Las tentaciones. Un pintor, Jerónimo
Bosco. Un escritor, Antonio Tabucchi, Barcelona, Anagrama, 1989.
5
Puyvelde, L. van, op. cit., pp. 47-48.
6
Puyvelde, L. van, op. cit., pp. 50-51, fig. 10.
San Antonio del Louvre, también imitación de aquella de El Bosco, que más que
una tentación es una serie de molestías que inventa el diablo para vengarse del
santo. De filiación dudosa, de calidad inferior y más próxima a la pintura de
Brueghel el Viejo7, y de tonalidades poco matizadas, es La tentación de San Antonio
de los Museos Reales de Bruselas. El ejemplar del Museo Metropolitano de Nueva
York es dudoso, por su tonalidad más débil. Esta última pintura se ha atribuido
a un seguidor de Brueghel el Viejo. El Wallraf-Richartz Museum de Colonia
guarda dos obras de La tentación de San Antonio. Una es de D. Teniers (1610-
1690)8, y la segunda de J. Liss (1597-1631)9. Las dos son de gran originalidad en
la composición. Teniers fue un artista holandés, uno de los mejores representantes
de la pintura de este país por aquel entonces, con fantasías fabulosas, heredero de
El Bosco y Brueghel el Viejo. Los cuadros de Antonio simbolizan con sus esce-
nas la firmeza del santo contra la oscuridad sin sentido. Este primer pintor sitúa
la tentación no en el desierto, sino al pie de una montaña junto a una choza. El
santo está arrodillado ante una roca, donde hay colocadas una calavera y una va-
sija de agua. Antonio viste un manto con capucha. Es un anciano asustado. Unos
murciélagos revolotean sobre la escena principal. Antonio está rodeado de animales
fantásticos. Una bruja a sus espaldas le indica la cueva. Las tonalidades empleadas
por el artista son el amarillo, el verde para los árboles, y el marrón para el cielo,
que parece de esta manera tormentoso, muy en consonancia con el contenido de
la composición.
La escena de la Tentación de San Antonio de J. Liss es de gran originalidad y
única en su género (Lám. 2). Representa la tentación del demonio bajo la forma de
una bella mujer. El fondo es marrón oscuro. Apenas destaca una lechuza a la que
sólo le brillan los ojos, la boca abierta de una serpiente y la cabeza del demonio,
de tez negruzca con orejas grandes y picudas, y con gesto de tentador. El santo es
un anciano venerable, mirando al cielo pidiendo socorro, con las manos en actitud
de rechazar el jarro lleno de joyas que le ofrece una dama ricamente vestida, que
interrumpe la lectura de las Sagradas Escrituras, acompañada de un segundo demo-
nio de gesto tentador. En el fondo de la composición arde una ciudad. Este tema es
típico de la pintura holandesa temprana, así como de la italiana, y muy frecuente en
el siglo XVII. En Holanda sigue la gran tradición de la pintura holandesa. Por el
7
Puyvelde, L. van, op. cit., p. 71; Marijnissen, R. H., Bruegel. Das vollständige Werk, Colo-
nia, Mercatorfonds, 2003; Grossmann, F., Pieter Bruegel. Complete edition of the Paintings, Londres,
Phaidon, 1995. En la Gemäldegalerie Alte Meister de Kassel se conserva un cuadro de Brueghel, el
Viejo, con Las Tentaciones de San Antonio en un bosque (Schnackenburg, B., Gemälde Alte Meister
Gesamtkatalog, Maguncia, Philipp von Zabern, 1996, pp. 70-71, lám. 21, KG 60).
8
Hasse, C. y Schlagenhaufer, M., Wallraf-Richartz-Museum, Köln, vollständiges Verzeichnis
der Gemäldesammlung, Colonia, Electra, 1986, p. 84, fig. 426; Budde, R. y Krischel, R., Das Wallraf-
Richartz Museum. Hundert Meisterwerke von Simone Martini bis Edouard Munch, Colonia, Dumont,
2001, pp. 124-125. En la Gemäldegalerie Alte Meister de Kassel se conserva una copia de un cuadro
de Teniers con Las Tentaciones de San Antonio. El santo está sentado leyendo (Schnackenburg, B.,
op. cit., p. 294, lám. 69, GK 138).
9
Hasse, C. y Schlagenhaufer, M., op. cit., p. 52, fig. 545.
10
Eisler, C., Early Netherlandish Painting, Londres, Sotheby, 1989, pp. 204-205.
11
Eisler, C., op. cit., pp. 246-247.
12
Puyvelde, L. van, op. cit., p. 111.
Lám. 1. La Tentación de San Antonio. 1520. Jan Wellens Cock. Lám. 2. La Tentación de San Antonio. 1624-1625. Johann Liss.
José María Blázquez Martínez 171
cuatro damas que rodean al asustado Antonio visten a la moda de la época, ofre-
ciéndole una de ellas una manzana. El artista es el promotor del paisaje panorámico.
En la segunda mitad del siglo se data La tentación de San Antonio de Guilleaume
van Haecht de la colección G. Ferraris de Milán, en la que la fantasía del pintor
se desborda.
Uno de los más grandes impresionistas franceses fue Cézanne (1839-1906) que
pintó Las tentaciones de San Antonio tres veces en 187013, y dos entre 1873 y 187714.
Las tentaciones de San Antonio eran temas preferidos por artistas que pintaban,
frecuentemente, desnudos femeninos. Cézanne fue en un periodo de su vida muy
tímido con las mujeres y muy insociable, lo que levantaba una valla de distancia
entre él y la gente con la que se relacionaba. Había abandonado a sus amigos, a
sus padres y sus costumbres. Hajo Dütchting escribe de sus cuadros que las muje-
res aparecen siempre haciendo de víctimas pasivas o también de verdaderas bêtes
humaines, «como es el caso de La tentación de San Antonio. El conflicto entre la
carne y el espíritu desarrollado en estos cuadros es también representativo de los
conflictos internos de Cézanne, de sus obsesiones sexuales, de sus inhibiciones y
de su búsqueda de liberación en el arte». Cézanne encuentra motivo de inspiración
para sus cuadros en la obra literaria de Flaubert y de Baudelaire. El primero escribió
unas Tentaciones de San Antonio. Cézanne acentúa en sus tres cuadros el carácter
sexual de las tentaciones. Desaparecen los monstruos. El santo se encuentra solo ante
las damas totalmente desnudas. Los tres cuadros son diferentes en la composición.
En el más antiguo, óleo sobre lienzo entorno al 1870, el santo ocupa el ángulo
superior izquierdo. Rechaza a una mujer desnuda que se le echa encima. Otras tres
se encuentran delante. La de la derecha está tumbada y pensativa. En primera fila
una de espaldas, está en cuclillas y entre las dos, una de frente. El fondo es oscuro
fuerte y contrasta con el color carnoso del cuerpo de las mujeres. El fondo detrás
de San Antonio es verde. No está presente ningún monstruo como en las pinturas
anteriores, ni árboles, ni ciudades, que simbolizan la naturaleza. El cuadro se con-
serva en Zurich.
En uno de los cuadros pintados entre 1873 y 1877, guardado en el Museo
d’Orsay de París, también óleo sobre lienzo, Las Tentaciones están tratadas de modo
diferente (Lám. 3). Como diferente también es el colorido. El centro lo ocupa una
dama desnuda de pie, que se ha quitado el manto que levanta a sus espaldas. Ofrece
su cuerpo al santo, que arrodillado delante de ella, la rechaza. Un gigantesco diablo
le sostiene para echarle a la mujer. La dama está rodeada de niños. Hay un fuerte
contraste en el colorido. El cuerpo del demonio es marrón. El del santo, verdoso
13
Orienti, S., Cézanne, Milán, Rizzoli, 1979, p. 67, fig. 29.
14
Orienti, S., op. cit., p. 99, figs. 268-269; Becks-Malorny, U., Paul Cézanne 1839-1906.
Precursor de la Modernidad, Colonia, Taschen, 1995, p. 38.
oscuro. Los arbustos, que indican que las tentaciones tienen lugar al aire libre, son
verdosos. Los cuerpos desnudos son de color blanquecino. El fondo del lado derecho
es azulado, al igual que el cielo. Se observa, pues, un fuerte contraste de colores.
El segundo cuadro de la misma fecha, igualmente óleo sobre lienzo, es una va-
riante del anterior. La dama desnuda, de pie, y con el manto echado a las espaldas,
sobre un fondo de arbolado y rodeada de chiquillos, se dirige a Antonio, que la
rechaza. El fondo de la mitad izquierda del cuadro es de diferente tonalidad, aquí
blanquecina.
Simbolismo
Odilon Redon15, el dibujante más tenebroso del simbolismo, hizo diez litografías
inspiradas en La Tentación de San Antonio de Flaubert. Las litografías de Odilon
15
López Blázquez, M., Odilon Redon 1940-1916, Madrid, Globus, 1995, figs. 42-43; Castaño,
A. (coord.), Los pintores del alma. El simbolismo idealista en Francia, Madrid, Mapfre, 2000, pp. 238,
240-241.
Redon pertenecen al arte más innovador de finales del siglo XIX. Con sus litografías
al carboncillo originó un nuevo concepto de la superficie del espacio desconocido
hasta su tiempo. El artista utiliza principalmente los colores oscuros. Exploró el
mundo atormentado de Flaubert, de Goya o de Baudelaire. Las Tentaciones de San
Antonio se prestaban a la exploración de este mundo atormentado, fascinante y tan
actual. La visión que expresa en las diez litografías, de 1890, es absolutamente
personal. De mano maestra y con una gran riqueza de tonalidades, manifiesta unos
grandes contrastes en el uso del color negro. El artista se planteó con las litografías
graves problemas metafísicos.
En la misma corriente simbolista cabe colocar a Félicien Rops (1833-1898)16,
F. Calvo Serraller, uno de los mejores críticos de arte en la actualidad con motivo
de la exposición de F. Rops en Madrid y reproduciendo el cuadro de La Tentación
de San Antonio, 1878, que nos ocupa, ha trazado una breve semblanza de la obra
artística, que cae de plano en este dibujo de lápiz en color, conservado en el Cabinet
des Estampes, Bibliothèque Royale Albert 1er, Bruselas (Lám. 4). Aunque el artista
fue un excelente pintor, sin embargo la fama, le vino de sus dibujos y de sus gra-
bados. La Tentación de San Antonio contribuyó a alcanzar la fama. Como dibujante
y grabador fue uno de los mejores de su época. Llevó primero a Bélgica y después
a París, continúa F. Calvo Serraller, la poesía cruel de sexo y de la blasfemia, bien
expresadas en la obra que se comenta ahora, a través de una serie fascinante de
imágenes escalofriantes, cuya turbadora belleza, ha aumentado con el tiempo, muy
al estilo de finales del siglo XIX. Los temas centrales de Rops fueron la mujer, la
muerte y una visión sistemática de la religión, bien manifestadas las tres en La
Tentación de San Antonio. No alcanzó el éxito con el escándalo. En su obra habita
la soledad y la angustia sentida por el artista que ama profundamente la vida. Hizo
incursiones en lo fantástico y lo grosero. Hizo verosímil lo monstruoso, al no apartar
los fantasmas de los lugares más negros de la realidad cotidiana. Piensa F. Calvo
Serraller que es el amor y su profundo conocimiento del cuerpo de la mujer lo que
hacen tan fascinantemente salaces sus estampas pornográficas, lo que queda bien
patente en La Tentación de San Antonio y en la acuarela, pastel y aguada de 1878,
que lleva por título Pornokrates. Ofrece el sexo con descarada suntuosidad, y el
empaque monumental de un muy sabio clásico naturalista. F. Rops es un magní-
fico satírico y un iconoclasta mordaz como en La Tentación de San Antonio. Muy
acertadamente escribe el crítico: sean cuales sean sus imágenes pornográficas,
profanadoras, vituperantes, queda en el paladar del contemplador junto al frenesí
riente de lo desmesurado, un regusto amargo, inquietante y hasta melancólico. Es
un genio del humor negro, pero al mismo tiempo un filósofo y un moralista.
En La Tentación de San Antonio el artista ha sustituido el crucificado caído de
lado, por una bella y sonriente mujer. El santo se lleva las manos, despavorido,
a la cabeza. Delante de él sobre un pupitre se encuentran las Sagradas Escrituras
abiertas por la tentación de la mujer a José, representada en la parte superior del
16
Gibson, M., El Simbolismo, Colonia, Taschen, 1997, p. 100.
libro. Detrás de la cruz, un cerdo apoya las patas delanteras en varios gruesos vo-
lúmenes, simboliza la lujuria. Detrás de la cruz, y envuelto en su manto rojo, que
le tapa los cuernos, un diablo saca la lengua esperando el desenlace. Dos diablillos
con una calavera por cabeza revolotean. Queda bien patente que el cuerpo de la
mujer desnuda es el símbolo de lo inmundo. En la citada acuarela, Pornokrates,
1878, aquí una mujer desnuda conduce atado por una cuerda a un cerdo. En el cielo
revolotean tres angelillos.
J. Ensor (1860-1949)17 pintó dos obras, Las Tribulaciones de San Antonio y La
Tentación de San Antonio, ambas en 1887 (Lám. 5). Ensor fue un pintor belga nacido
en Ostende, excéntrico y aislado de las corrientes artísticas del momento como el
17
Draguet, M., James Ensor ou la fantasmagorie, Bruselas, Gallimard, 1999, pp. 116-122,
fig. 129; Becks-Malorny, U., James Ensor 1860-1949. Masks, Death and the Sen, Colonia, Taschen,
1999, pp. 36-37.
Lám. 5.
Las Tribulaciones
de San Antonio. 1887.
Ensor.
por el sombrero de copa sobre sus cabezas. Esta procesión es una crítica social a la
época en que vivió el artista. Al otro lado del santo, Ensor ha coloreado un bestiario
fantástico inspirado en las pinturas de Brueghel y de El Bosco. El centro inferior de
la composición lo ocupa Antonio en oración bien ajeno a todo lo que le rodea. En
el lado derecho, una orquesta diabólica acompaña un friso de atormentados. Ensor
ha introducido en la composición una serie de dioses tomados el paganismo como
la Diana de Efeso, el fenicio Baal Moloch, devorador de los niños recién nacidos,
y otras deidades orientales. En segundo plano el artista ha colocado un naufragio
que da un tono dramático al conjunto. A la derecha del friso de cabezas cortadas,
una serie de personajes se enzarzan en una lucha feroz. A la izquierda del santo, el
ejército de demonios está desencadenado. En el cuadro se expresa magníficamente
la profundidad de la perspectiva y una sensación aérea. En el cielo flotan una serie
de monstruos inspirados en la tradición de esta clase de seres, que arranca de las
pinturas de El Bosco y de Brueghel, y de La Tentación de Schongauer. Ensor se
separa de las representaciones contemporáneas de La Tentación de Rops de 1879
y de Klinopf, cuatro años posterior. Se separa de la interpretación de la tentación
basada en la sexualidad. La Tentación de San Antonio de Ensor se sitúa en un lugar
diferente. Estos dos cuadros marcan una evolución en el arte de Ensor.
Expresionistas alemanes
18
Deecke, T., Louis Corinth, Madrid, J. March, 1999, p. 26, fig. 19.
19
Bussmann, G., Louis Corinth. Carmencita Malerei an der Kante, Frankfurt, Fischer, 1985,
p. 13, fig. 15.
20
Karcher, E., Otto Dix 1891-1969. La vita e le opere, Colonia, Taschen, 1991, p. 223.
confirmado en estos cuadros. Sin embargo, ambas pinturas y una tercera de 1939,
titulada Lot y sus hijas, además de otra de la misma fecha San Cristóbal, muestran
la perversión de los valores artísticos, que se impuso con el llamado estilo Kitsch,
en los artistas oficiales del nazismo, caracterizado por P. Westheim, como la fuga
romántica de un mundo ficticio, patético, teatral, que es la verdadera contramarca
esencial del arte hitleriano. Tal era la corriente artística generalizada en el arte oficial
alemán, cuando Dix pintó sus dos Tentación de San Antonio y Lot y sus hijas21.
Estos cuadros son importantes dentro de la creación artística de Dix, pues su
producción de los años 30 y 40, representa una fase excepcional en la creación del
artista. En las pinturas de estos años queda bien manifiesto, debido a la situación
política del nazismo, una crisis de trabajo y de desarrollo interior. Por este motivo las
dos Tentación de San Antonio, al igual que Lot y sus hijas, son importantes. El artista
se vio obligado a refugiarse en una temática que fuera aceptable para el nazismo.
En estos años Dix pintó muchos paisajes, logrados de mano maestra, siguiendo los
modelos del antiguo arte alemán. Dentro de esta corriente artística elegida por el
pintor, de vuelta a los orígenes del arte alemán, hay que situar las dos Tentación de
San Antonio. La obra artística de Dix fue perseguida no por razones políticas, sino
por su concepción del mundo expresado en sus pinturas, alejadas del sentido de la
vida imperante esos años. La pintura paisajista de tiempo de los nazis se inspiraba
en Albrecht Altdorfer y en Caspar. Los modelos de Dix eran Cranach y Durero.
El artista encontró refugio en temas bíblicos y del cristianismo primitivo, como La
Tentación de San Antonio, Lot y sus hijas y San Cristóbal22.
Dentro de la misma corriente del expresionismo alemán se encuentra Max Ernst
(1891-1971)23, que pintó en óleo sobre lienzo, en 1945, una Tentación de San Anto-
nio, en la actualidad en el Wilhelm-Lehmbruch Museum de Duisburg (Lám. 8). En
1945 con esta pintura ganó Max Ernst un concurso de una compañía americana de
películas. El artista explicó el simbolismo del cuadro. «El agua estancada simboliza
el alma enfermiza de San Antonio, que pide socorro y luz, y recibe, como respuesta,
el eco de su miedo y las carcajadas de los monstruos que brotan de la imaginación
del santo». Antonio, cubierto con su sayal rojo, sufre torturas horrorosas fruto de
su imaginación, representadas por seres fantásticos. Los monstruos son mezcla de
pájaros, de reptiles, de mamíferos y de hombres. Aunque la imaginación expresada
en este cuadro y la temática artística se vincula estrechamente con el surrealismo,
esta composición aúna influencias de la tradición alemana medieval, concretamente
de temas tratados por Grünewald. En amplias zonas de este cuadro Max Ernst ha
usado la técnica de la decalomanía, no en la figura de Antonio, para interpretar lo
que la fantasía sugiere al artista, como monstruos. El fondo del paisaje con una
21
Karcher, E., op. cit., pp. 218-219.
22
Karcher, E., op. cit., p. 219.
23
Quinn, E., Max Ernst, Colonia, Köneman, 1997, figs. 286, 288; Bischoff, U., Max Ernst 1891-
1976. Oltre la pittura, Colonia, Taschen, 1992, p. 75; Gimferrer, P., Max Ernst, Barcelona, Ediciones
La Polígrafa, 1983, figs. 114-115.
24
Kettenmann, A., Diego Rivera 1886-1957. Un espíritu revolucionario en el arte moderno,
Colonia, Taschen, 1997, p. 70.
composiciones con rábanos para representar escenas navideñas. Este óleo es el más
original que los artistas de todos los tiempos han ideado para este tema.
25
Descharnes, R., Dali. Sein Werk Sein Leben, Colonia, Dumont, 2003, p. 313.
caballo de patas traseras muy altas, sigue un elefante que lleva sobre sus espaldas un
candelabro coronado por una mujer desnuda, que se abulta los senos. Los otros tres
animales son igualmente elefantes de altas y delgadas patas. El primero transporta un
obelisco. El segundo dos edificios sobre una plataforma. El primero está coronado
por una cúpula. Debajo del frontón se asoma el cuerpo de una mujer de abultados
senos. El último elefante lleva también un obelisco. Unos nubarrones en la mitad
derecha de la composición, ambienta muy bien la escena de unas tentaciones. El
resto del cielo es de un azul intenso, como corresponde al cielo del desierto, que
es una llanura impresionante. Caballo y elefantes por la longitud de sus patas son
monstruos, que por aquellos años acometían la fantasía desbordante del artista.
En 1964, A. Saura26, el artista que hizo unas truculentas y atormentadas crucifixio-
nes, pintó unas Tentaciones de San Antonio (Lám. 10), como el mismo afirmó de su
obra: «se trata de una solución acumulativa, excesiva, total, en donde todo el trabajo
primario del collage, de elementos de revistas pornográficas, de mujeres desnudas,
etc., queda compuesto por una estructura expansiva, que interfiere y penetra las imá-
genes objetivas pegadas sobre el soporte». J. Ríos lo interpreta como el delirio del
santo en el cual él tiene deseo de las garras de animalizarse, y, al final, de volver a
la materia. A. Saura recurre a la influencia de los graffiti populares de los muros, y
que la superposición sobre la imagen objetiva es mucho más confusa y proliferante.
Admite el artista que las tentaciones son del pintor, convertido en santo.
En 1972 el pintor canario Juan Ismael27 en un óleo y arena sobre lienzo, pintó
unas originalísimas Tentaciones de San Antonio, muy sencillas (Lám. 11). La escena
queda reducida a un arco de color marrón, al desierto de color violeta, a una mujer
desnuda sostenida en el aire por cinco varillas sobre alfombra roja, y al suelo de
color marrón. El cielo es azulado.
En el año 2001, en el Salón de los trece de Madrid, presentó Celedonio Perellón,
un óleo, con Las Tentaciones de San Antonio (Lám. 12). El santo ha encontrado
refugio en un tronco de árbol. Está rodeado de cinco mujeres en diferentes posturas.
La composición es única y de una gran originalidad.
Artistas italianos
26
Ríos, J., Las Tentaciones de Antonio Saura, Madrid, Mondadori, 1991, pp. 130-133.
27
Pinto, C. E., Juan Ismael. Antología, Las Palmas de Gran Canaria, Centro Atlántico de Arte
Moderno, 1998, p. 196.
28
Juler, C., Les orientalistes de l’école italienne, Courbevoie, ACR Edition, 1987, p. 179.
29
Corredoira, P., Carlos Franco. Oleos y debuxos 1990-1997, Santiago de Compostela, Casa
de Parra, 1998, p. 34.
Lám. 14.
Las Tentaciones
de San Antonio.
Hacia 1990. V. Nello.
realizó con técnica mixta, óleo y acríolico, unas (Lám. 15). El asceta metido en
un cesto de mimbre se encuentra junto a una dama desnuda. Detrás un joven toca
unos crótalos. La escena se sitúa a la puerta de la cueva. El marrón oscuro del
cuerpo de Antonio y de las rocas choca con el amarillo canoso de la mujer y el
azul del fondo.
Las Tentaciones de San Antonio han saltado a la música. Robert Wilson ha es-
trenado en la trienal del Ruhr una ópera-gospel, cuyo montaje se repite este verano
de 2004, en Peralada y en Santander. La música es una mezcolanza de música
afroamericana, de espirituales negros, de blues y de gospel.
Es una tragedia del santo a la moderna. Destacan los cánticos de alabanza del mís-
tico. Los bailarines y cantantes, que intervienen en la acción, son una veintena.
Al igual que los grandes mitos clásicos30 han simbolizado problemas de la cul-
tura occidental y de los individuos, las Tentaciones de San Antonio simbolizan las
tentaciones de las personas hasta en el siglo XXI. Su simbolismo no ha decaído.
30
Acinidi, C. y Capreti, E., Il mito di Europa da fanciulla rapita a continente, Milán, Giunti,
2003; Blázquez, J. M., «Temas del mundo clásico en el arte del siglo XX», Revista de la Universidad
Complutense, XXI, 23, 1972, pp. 1-21; Ídem, «El mundo clásico en Picasso», Discursos y ponencias
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2004. Entre los pintores modernos de España los mitos clásicos están bien presentes. Baste recordar a
G. Prieto, con temas clásicos, o a José Lucas, con su exposición de finales de 2004, sobre el Minotauro
en Murcia, visto como símbolo de los instintos feroces del hombre.