Prueba de Unidad Lengua Y Literatura 7° Básico Unidad 4: Curso
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Nota
PRUEBA DE UNIDAD
LENGUA Y LITERATURA
7° BÁSICO UNIDAD 4
1
Lee atentamente y responde las preguntas 1 a 10.
LOS CHICOS
Ana María Matute (adaptación)
Eran cinco o seis, pero en grupo y viniendo por adelante la carretera, parecían como quince o
veinte. Llegaban casi siempre a las horas acaloradas de la siesta, cuando el sol pegaba contra
el polvo y la despedazada vieja carretera, por donde ya no circulaban camiones ni autos, ni
vehículo alguno. Llegaban entre una nube de polvo que sus pies levantaban, igual como lo
hacen las pezuñas de los caballos. Los veíamos llegar y el corazón nos latía rápidamente.
Alguien, en voz baja, decía: «¡Vienen los muchachos…!» Por lo general, nos escondíamos
para tirarles piedras, o huíamos.
Porque nosotros teníamos tanto miedo de los muchachos como del diablo. Los muchachos
eran harapientos, malvados, con los ojos oscuros y brillantes como cabezas de alfiler
negro. Eran jóvenes que andaban descalzos, que tiraban piedras de largo alcance, con gran
puntería. Estos chicos hablaban un idioma desconocido, de palabras que eran como pequeños
latigazos, y risas como salpicaduras de barro. En casa nos tenían absolutamente prohibido
relacionarnos con cualquiera de esos muchachos. En realidad, nos tenían prohibido salir del
prado. (Aunque para nosotros no había nada más tentador que saltar el muro de piedras y bajar
al río, un río que corría verde y oro, entre los juncos y los chopos.) Más allá, pasaba la
carretera vieja, por donde llegaban casi siempre aquellos chicos distintos, prohibidos.
Los jóvenes vivían en los alrededores del recinto Penal. Eran los hijos de los presos del Penal,
que pagaban sus penas o crímenes en ese lugar. Entre sus madres y ellos habían construido
una extraña aldea de chozas y cuevas, unidas a las rocas, porque no podían pagar el
alojamiento en el pueblo, donde tampoco eran deseados. «Gentuza, ladrones, asesinos...»
decía la gente del lugar. Nadie les hubiera arrendado una habitación. Y tenían que estar allí.
Aquellas mujeres y aquellos niños seguían a sus presos, porque de esta manera vivían del
jornal que, por su trabajo, ganaban los condenados.
El hijo mayor del administrador era un muchacho de unos trece años, alto y robusto, que
estudiaba en la ciudad. Aquel verano vino a casa de vacaciones, y desde el primer día
organizó nuestros juegos. Se llamaba Efrén y tenía unos puños rojizos, pesados como mazos,
que imponían un gran respeto. Como era mucho mayor que nosotros, audaz y presumido, lo
seguíamos adonde él quisiera.
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El primer día que aparecieron los jóvenes de las chozas, en grupo, con su nube de polvo,
Efrén se sorprendió de que saliéramos corriendo y saltáramos el muro en busca de protección.
-Son cobardes -nos dijo-. ¡Esos son pequeños!
No hubo forma de convencerle de que eran otra cosa, de que eran algo así como el espíritu del
mal.
-Tonterías -nos dijo. Y sonrió de una manera muy particular, que nos llenó de admiración.
Al día siguiente, a la hora de la siesta, Efrén se escondió entre las plantas del río. Nosotros
esperábamos, detrás del muro, con el corazón en la garganta. Algo había en el aire que nos
llenaba de pavor. (Recuerdo que yo mordía la cadenita de la medalla y que sentía en el
paladar un gusto de metal raramente frío. Y se oía el canto crujiente de la cigarra entre la
hierba del prado.) Acostados en el suelo, el corazón nos golpeaba contra la tierra.
Al llegar, los chicos examinaron el río, a ver si estábamos buscando ranas como solíamos
hacer. Y para provocarnos, empezaron a silbar y a reír de la forma humillante en que lo
hacían siempre. Este era su juego: llamarnos sabiendo que no apareceríamos. Nosotros
seguíamos ocultos y en silencio. Al fin, los muchachos abandonaron su idea y volvieron
al camino, trepando camino arriba. Nosotros estábamos ansiosos y sorprendidos, pues no
sabíamos lo que Efrén quería hacer.
Mi hermano mayor miraba por entre las piedras y nosotros lo imitamos. Vimos entonces a
Efrén deslizarse entre las plantas como una gran culebra. Con sigilo trepó hacia el camino,
por donde subía el último de los chicos, y se le echó encima.
El muchacho sorprendido se dejó atrapar. Los otros ya habían llegado a la carretera y
cogieron piedras, gritando. Yo sentí un gran temblor en las rodillas, y mordí con fuerza la
medalla. Pero Efrén no se dejó intimidar. Era mucho mayor y más fuerte que aquel diablillo
negruzco que retenía entre sus brazos, y corrió arrastrando a su prisionero al refugio, donde le
aguardábamos. Las piedras caían a su alrededor. Efrén saltó ágilmente y, arrastrando al chico,
que se movía furiosamente, abrió la reja y entró con él en el prado. Al ver que ya no podían
hacer nada, los chicos de la carretera dieron media vuelta y echaron a correr, como conejos,
hacia sus chozas. Estoy segura de que mis hermanos sintieron el mismo pavor que yo al solo
pensar que Efrén traía a una de aquellas furias. Nos acercamos al muro, con la espalda pegada
a él, y un gran frío nos subía por la garganta.
Efrén arrastró al chico unos metros, delante de nosotros. El muchacho se movía desesperado e
intentaba morderle las piernas, pero Efrén levantó su puño enorme y rojizo y empezó a golpearle
la cara, la cabeza, la espalda. Una y otra vez, el puño de Efrén caía, con un ruido opaco. El sol,
brillaba de un modo espeso y grande sobre la hierba y la tierra. Había un gran silencio. Solo
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oíamos el jadeo del chico, los golpes de Efrén y el ruido del río, dulce y fresco, indiferente, a
nuestras espaldas. El canto de las cigarras parecía haberse detenido. Como todas las voces.
Efrén estuvo un rato golpeando al chico con su gran puño. El muchacho poco a poco, fue
cediendo. Al fin, cayó al suelo de rodillas, con las manos apoyadas en la hierba.
Tenía la cara oscura, del color del barro seco, y el pelo muy largo, de un rubio
mezclado con reflejos negros, como quemado por el sol. No decía nada y se quedó así, de
rodillas. Luego, cayó contra la hierba, pero levantando la cabeza, para no decaer del todo. Mi
hermano mayor se acercó despacio, y luego nosotros.
Parecía mentira lo pequeño y lo delgado que era. «Por la carretera parecían mucho más altos»,
pensé. Efrén estaba de pie a su lado, con sus grandes y macizas piernas separadas, los pies
calzados con gruesas botas. ¡Qué enorme y brutal parecía Efrén en aquel momento!
-¿No tienes aún bastante? -dijo en voz muy baja, sonriendo. Sus dientes, con los colmillos
salientes, brillaban al sol-. Toma, toma…
Le dio con la bota en la espalda. Mi hermano mayor retrocedió un paso y me pisó. Pero yo no
podía moverme: estaba como clavada en el suelo. El chico se llevó la mano a la nariz.
Sangraba, no se sabía si de la boca o de dónde. Efrén nos miró.
-Vamos -dijo-: Este ya tiene lo suyo-. Y le dio con el pie otra vez.
-¡Lárgate, cerdo! ¡Lárgate en seguida!
Efrén. Grande y pesado, se volvió despacio hacia la casa, muy seguro de que le seguíamos.
Mis hermanos, como de mala gana, como asustados, le obedecieron. Solo yo no podía, de
verdad no podía, moverme del lado del chico. De pronto, algo raro ocurrió dentro de mí. El
chico estaba allí tosiendo y tratando de levantarse. No lloraba. Tenía los ojos muy achicados, y
su nariz, ancha y aplastada, brillaba extrañamente. Estaba manchado de sangre. Por el mentón
le caía la sangre, que empapaba su ropa vieja y la hierba bajo él. De pronto me miró. Y vi sus
ojos de pupilas redondas, que no eran negras, sino de un pálido color de topacio, transparentes,
donde el sol se metía y se volvía de oro. Bajé los míos, llena de una vergüenza dolorida.
El muchacho se puso en pie despacio. Se debió
herir en una pierna cuando Efrén lo arrastró,
porque iba cojeando hacia la reja. No me atreví a
mirar su espalda llena de moretones, y desnuda
entre las roturas de su ropa. Sentí ganas de llorar,
no sabía exactamente por qué. Únicamente me
dije: “Si solo era un niño. Si era nada más que un
niño, como otro cualquiera”.
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1 ¿Quiénes eran “los chicos”?
A) De la capital.
B) Del interior del Penal.
C) Del internado del pueblo.
D) De los alrededores del Penal.
3 ¿Qué quiere decir que las madres de los chicos “vivían del jornal”?
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6 ¿Cuál es la reflexión final de quien relata la historia?
A) miedo
B) alegría
C) entusiasmo
D) preocupación
A) Rabia
B) Culpa
C) Angustia
D) Compasión
A) triste y silencioso.
B) misterioso y amable.
C) divertido y gracioso.
D) entrecortado y desconocido.
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10 ¿Por qué Efrén golpea a uno de los “chicos”?
EL REFLEJO
Oscar Wilde
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Ribazo: Porción de tierra con una elevación y un declive pronunciado como el que hay en
el margen de una carretera o de un río.
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11 ¿Por qué lloran las flores?
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Lee atentamente y responde las preguntas 14 a 21.
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Esencial: Que es importante y necesario, de tal forma que no se puede prescindir de ello.
Cognitivo: Del conocimiento o relacionado con él.
Paradójica: Dicho o hecho que parece contrario a la lógica.
Autoconciencia: proceso mediante el cual se adquiere conocimiento acerca de uno mismo.
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6. Sin embargo, además hay un elemento biológico en el concepto de identidad personal. Por un lado, están los
rasgos físicos externos, como el color del pelo, ojos, estatura, etc. Y esto tiene que ver con la identidad de cada
persona. Por otro lado, existe otro elemento biológico muy interesante en el tema de la identidad personal: los
genes. El estudio y conocimiento del genoma humano ha iniciado un nuevo camino en la definición del ser
humano. Gracias a la investigación de nuestros genes, es posible establecer qué factores biológicos
determinan nuestra personalidad. Por último, hay que recordar que somos el único organismo vivo que es
capaz de pensar sobre sí mismo, es decir, que puede reflexionar sobre su identidad personal.
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http://definicion.mx/wp-content/uploads/2013/10/identidad-personal.jpg
A) La memoria.
B) La personalidad.
C) La nacionalidad y la lengua.
D) Algunos aspectos biológicos.
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17 En el párrafo dos, se habla sobre los cambios que viven las personas y se
dice que es paradójica porque:
A) Es una idea lógica, ya que no es confusa.
B) Es una idea complementaria, ya que agrega información.
C) Es una idea imposible, porque nunca podría suceder.
D) Es una idea contradictoria, pues se refiere a ideas opuestas.
A) La memoria y la intimidad.
B) Lo biológico, lo físico y lo cognitivo.
C) La nacionalidad, la lengua y el nombre.
D) Las costumbres, los hábitos y las creencias.
A) Puede cambiar.
B) Puede recordar su vida.
C) Puede cambiar y seguir igual al mismo tiempo.
D) Puede pensar sobre sí mismo y sobre los demás.
A) La memoria.
B) Nuestra intimidad.
C) La identidad personal.
D) Nuestro nombre y nacionalidad.
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Preguntas de desarrollo (2 puntos cada una)
22 ¿Crees que la golpiza que Efrén le dio a uno de los “chicos” fue justa o fue un
acto de discriminación? Fundamenta tu respuesta con un argumento.
Recuerda:
• Escribir un argumento basado en lo que leíste y explicarlo.
• No olvides cuidar tu caligrafía y ortografía.
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23 ¿Crees que hay personas que buscan imitar la identidad de otras? Fundamenta tu
respuesta con dos argumentos.
Recuerda:
• Escribir un argumento basado en lo que leíste y explicarlo.
• No olvides cuidar tu caligrafía y ortografía.
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24 Escritura: Artículo Informativo (6 puntos)
Lluvia de ideas
Ordenar tus ideas
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Título
Desarrollo de Ideas
Propósito
¿Agregué acciones
¿Todas las ideas se
o descripciones para
relacionan con el tema? desarrollar mis ideas?
Organización Claridad
¿?
¿Las ideas que escribí están Si alguien lee esto, ¿lo
bien relacionadas y conectadas? entenderá fácilmente?
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