ENSAYOS
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¿Quién es Mahoma?
Un hombre que meditaba solo en una cueva cercana a La Meca tuvo una visión religiosa. Esa
visión envió las bases de una nueva religión. Era el año 610 y el hombre se llamaba Mahoma.
Sus ideas se convirtieron en la base de una de las religiones más practicadas del mundo: el
islam. Profeta árabe, fundador de la religión musulmana. La biografía de Mahoma, de la que
se conocen muy pocos datos seguros, nos ha llegado envuelta en la leyenda. Su nombre
primitivo fue probablemente Ahmad; nació en una familia pobre de la noble tribu de Quraish
(acontecimiento que los musulmanes celebran con la fiesta del Mawlud). A los seis años
quedó huérfano y fue recogido por su tío Abú Talib, al que acompañó en sus viajes de
comercio. Conoció, si bien superficialmente, las dos grandes religiones monoteístas de su
época (el cristianismo y el judaísmo) a través de las pequeñas comunidades cristiana y judía
que habitaban en La Meca y quizá también por sus viajes de negocios. Tan escasa cultura
(pues probablemente era analfabeto) no le impediría crear una religión que había de servir de
base para toda una cultura de difusión universal. A los cuarenta años Mahoma comenzó a
retirarse al desierto y a permanecer días enteros en una cueva del monte Hira, en donde creyó
recibir la revelación de Dios -Alá-, que le hablaba a través del arcángel Gabriel y le
comunicaba el secreto de la verdadera fe. Animado por su esposa Jadicha, comenzó a
predicar en su ciudad natal, presentándose como continuador de los grandes profetas
monoteístas anteriores, Abraham, Moisés y Jesucristo. Por entonces Mahoma se limitaba a
predicar la vuelta a la religión de Abraham. Mahoma consiguió sus primeros adeptos entre
las masas urbanas más pobres, al tiempo que se enemistaba con los ricos. Cuando sus
seguidores se hicieron numerosos, las autoridades empezaron a verle como una amenaza
contra el orden establecido; se le acusó de impostor y comenzaron las persecuciones. Una
parte de sus seguidores huyeron a Abisinia, en donde recibieron la protección del negus
cristiano. Pero las amenazas a la seguridad de Mahoma llegaron hasta tal punto que, después
de la muerte de Jadicha y de Abú Talib en el 619, decidió huir a Medina el 16 de julio del
año 622. Se considera el momento de esa huida -la Hégira- como fecha fundacional de la era
islámica. En Medina, Mahoma tomó contacto con la comunidad judía, que le rechazó por su
errónea interpretación de las Escrituras. Comprendió entonces que su predicación no
conducía a la religión de Abraham, sino que constituía una nueva fe; de entonces data el
cambio de la orientación de la oración, de Jerusalén a La Meca. Combinando la persuasión
con la fuerza, Mahoma se fue rodeando de seguidores, que empezaron a practicar las razias
contra caravanas y poblaciones del entorno como medio de vida. Estas escaramuzas (Badr,
Uhud), elevadas a la categoría de batallas por la historia oficial, fueron descubriendo a los
musulmanes la «guerra santa», el uso de la fuerza para someter y convertir a los infieles. En
Medina, Mahoma se convirtió en un caudillo no sólo religioso, sino también político y
militar. Los enfrentamientos entre Medina y La Meca culminaron con la conquista de esta
última ciudad por los mahometanos en el 630, fruto de la presión militar, de la negociación
política y de convenientes enlaces matrimoniales (Mahoma se casó hasta con doce mujeres,
nueve de ellas al mismo tiempo). El santuario de la Kaaba, piedra negra venerada en La
Meca, fue inmediatamente consagrado a Alá. Poco antes de morir, Mahoma realizó una
peregrinación de Medina a La Meca, que ha servido de modelo para este rito que todo
musulmán debe realizar una vez en su vida. Mahoma fue personalmente el creador de la
teología islámica, que quedó reflejada en el Corán, único libro sagrado de los musulmanes;
es una colección de sentencias que se suponen inspiradas por Alá y que fueron recogidas en
vida del profeta y recopiladas hacia el 650. En los dos últimos años de la vida de Mahoma el
Islam se extendió al resto de Arabia, unificando a las diversas tribus paganas que habitaban
aquel territorio. Eran un conjunto de tribus semíticas politeístas, cuyo continuo estado de
guerra entre clanes les había impedido hasta entonces tener protagonismo alguno en la
historia. A pesar de haber nacido en una región atrasada y marginal del planeta, y de proceder
él mismo de un ambiente modesto, Mahoma convirtió a las belicosas tribus árabes en un
pueblo unido y las embarcó en una expansión sin precedentes. Al morir Mahoma sin heredero
varón, estallaron las disputas por la sucesión, que recayó en el suegro del profeta, Abú Bakr,
convertido así en el primer califa o sucesor. El profeta Mahoma es la figura central del islam,
aunque no posee carácter divino. Se trataba de un hombre común y corriente que fue según
la visión del islam elegido por Dios para transmitir la palabra divina a la humanidad. Se
convirtió así en el último de una larga lista de profetas que habían difundido el mensaje de la
salvación, desde Noé y Abraham a Moisés, David o Elías hasta Jesucristo. No tiene
naturaleza divina pero se le considera el último y definitivo de los enviados; tras él no puede
venir otro. De ahí que reciba también el sobrenombre de “sello de los profetas”. Fue en la
edad media donde la cultura islámica brillo en su máximo esplendor en todos los aspectos.
Sin embargo, fue decayendo gradualmente. Su duración e importancia nos habla de una
hegemonía tanto religiosa como cultural, debido a su acérrimo seguimiento del Corán
“Lectura por excelencia”. Para entender el Islam es necesario saber que es una religión
estrictamente monoteísta, cuyo dogma está contenido en las palabras: “No hay otro Dios sino
Ala, y Mahoma es un profeta”, es el creador del universo.
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