Historia de La Educacion Superior en Colombia

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Antecedentes históricos de la educación superior en Colombia*

*Tomado de La Educación Superior en Colombia: Situación Actual y Análisis de Eficiencia.


Por: Ligia Alba Melo B. Jorge Enrique Ramos F. Pedro Oswaldo Hernández S. Borradores
de Economía número 808, 2014.

La educación superior en Colombia se inicia en el periodo colonial, y particularmente


en los siglos XVI y XVII, con la fundación en Bogotá de las universidades Santo
Tomás, San Francisco Javier, hoy Universidad Javeriana, y el Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario. Estas instituciones educativas concentraron sus
actividades en la enseñanza de teología, filosofía, jurisprudencia y medicina.
Durante ese periodo, el acceso a la Universidad estuvo limitado a un grupo de
estudiantes pertenecientes a órdenes religiosas y familias españolas o criollas con
buena posición social (Rodríguez y Burbano, 2012). Durante la colonia también se
fundaron algunos colegios de estudios superiores y otras universidades en
Cartagena, Popayán, Mómpox y Medellín.

En los primeros años de la República se despierta el interés por la educación


superior, especialmente, por la necesidad de formar profesionales para la
construcción del Estado. Con este propósito, en 1826 se fundaron las universidades
centrales y públicas de Quito, Bogotá y Caracas (Rodríguez y Burbano, 2012).
Después de la disolución de la Gran Colombia, se aprueba una reforma educativa
liderada por Mario Ospina Rodríguez que impulsa la educación técnica y científica,
limita la libertad de enseñanza e introduce un carácter confesional a la educación,
debido al papel protagónico que se le asigna a la iglesia católica (Jaramillo, 1989 y
Pacheco, 2002).

Posteriormente, los gobiernos de Tomás Cipriano de Mosquera y de José Hilario


López, bajo un escenario agitado desde el punto de vista político, adoptan un
programa educativo liberal y menos intervencionista. Durante estos años, las
medidas estatales sobre educación superior estuvieron marcadas por las
diferencias ideológicas entre liberales y conservadores. Vale la pena anotar, que en
1861 el General Mosquera expulsó a los jesuitas del país y expropió sus bienes a
través de lo que se conoció como la “desamortización de bienes de manos muertas”.
Después de la Constitución de Rionegro, que estableció un régimen federal en el
país, se efectuó una reforma educativa de corte liberal que, entre otras
características, desligó el poder civil del eclesiástico, estableció la escuela
obligatoria y gratuita y redefinió el financiamiento de la educación por parte del
Estado (Silva, 1989). En estos años se destaca la fundación de la Universidad
Nacional de los Estados Unidos de Colombia y de la Universidad de Antioquia.

Durante el periodo de la Regeneración el Estado asume un papel menos activo en


el manejo de la educación, al otorgar mayor espacio a la iniciativa privada y facilitar
el ingreso al país de diferentes órdenes religiosas, que gradualmente adquirieron
fuerza en la orientación del sistema educativo (Silva, 1989). La Regeneración limitó
la autonomía universitaria y dejó en manos del gobierno el control de las
instituciones educativas. Esta orientación del Sistema educativo generó resistencia
entre los intelectuales y profesores de pensamiento liberal, que impulsaron la
fundación de la Universidad Externado de Colombia en el año 1886.

Los primeros años del siglo XX estuvieron caracterizados por la guerra de los Mil
Días y la separación de Panamá. En materia de educación superior no hubo
avances significativos toda vez que persistió el control estatal y la influencia de la
iglesia católica. Durante este period no se observa la apertura de nuevas
universidades públicas y se evidencian problemas de calidad y baja cobertura. En
los años veinte se renueva el interés sobre la educación en el país, por lo que se
contrata una misión alemana que evalúa la problemática del sector y que deja como
resultado el fortalecimiento de la formación docente mediante la fundación de
algunas escuelas normales. Como hecho destacable, durante esta década, se
puede mencionar la fundación de la Universidad Libre en 1923.
Con el ascenso al poder de Alfonso López Pumarejo se da un vuelco a la política
educativa del país. En educación superior se intenta fortalecer los nexos entre la
formación académica de los estudiantes y la realidad económica del país,
caracterizada por el proceso de industrialización. Con esta perspectiva, se
promueve la libertad de enseñanza, se otorga mayor autonomía administrativa y
académica a las universidades, se asignan recursos para mejorar la calidad y la
práctica docente, se ordena la construcción de una Ciudad Universitaria y se amplía
el número de facultades de la Universidad Nacional7 (Jaramillo, 1989). Esta
orientación se mantuvo durante los gobiernos de Eduardo Santos y Alberto Lleras
Camargo.

La primera institución inició sus labores con las facultades de Jurisprudencia,


Medicina, Filosofía y Letras, Ciencias Naturales, Ingeniería y el Instituto de Artes y
Oficios.

A pesar del mayor control gubernamental sobre la educación superior, en este


período se observa una creciente participación del sector privado en la educación
básica, especialmente a través de las congregaciones religiosas.

Para promover la formación técnica, en 1887 se abre la Escuela de Minas de


Medellín.

En cuanto a la educación universitaria privada, cabe destacar la apertura de la


Universidad Javeriana en Bogotá en 1931 y de la Universidad Pontificia Bolivariana
de Medellín en 1936. En la segunda mitad de la década de los cuarenta se crearon
varias universidades regionales como la del Valle en 1945, la Industrial de
Santander en 1948, la del Atlántico en 1943 y la de Caldas en 1943. En 1953 se
crean, con carácter nacional, las universidades pedagógicas de Tunja y Bogotá, y
en 1948 se fundó la Universidad de los Andes.

Las reformas educativas de la “Revolución en Marcha” no alcanzaron los objetivos


propuestos, por la falta de recursos fiscales y por la orientación de los nuevos
gobiernos que redefinieron el papel de la educación en la sociedad (Jaramillo,
1989). En 1946 el partido conservador recupera la Presidencia de la República y,
posteriormente, con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948, el país entra en
una fase de violencia, que se prolonga hasta finales de la década del cincuenta. En
1953 se presenta un golpe militar que dio lugar al establecimiento de una dictadura
que se extendió hasta 1957. Durante estos años se limitó nuevamente la autonomía
universitaria y se dio prioridad a la educación técnica, para lo cual se crearon varias
instituciones, entre las que se destacan el Instituto de Investigaciones Tecnológicas,
la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), el Servicio Nacional de
Aprendizaje (SENA) y el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios
Técnicos en el Exterior (ICETEX).

Durante el gobierno de Rojas Pinilla se contrató la misión Lebret que alertó sobre el
riesgo de la expansión de universidades de baja calidad y la contratación de
profesores con poca preparación. No obstante, el proceso de urbanización y los
cambios demográficos generaron una demanda creciente por servicios educativos,
que propiciaron la apertura de instituciones privadas y el surgimiento de
universidades con programas nocturnos (Helg, 1989a).

Se destacan las facultades de arquitectura, veterinaria, agronomía, química,


filosofía, economía, y administración de empresas.

En las décadas del sesenta y del setenta continúa la demanda por cupos
universitarios, lo que da lugar a un aumento significativo en el número de programas
y de universidades, especialmente de carácter privado. Durante este periodo, el
número de estudiantes universitarios se multiplicó, ascendiendo de 20.000 en 1958
a más de 300.000 en 1980 (Helg, 1989b).

El aumento de la matricula estudiantil contrasta con la heterogeneidad en la calidad


de las instituciones y de los programas ofrecidos y con la insuficiente capacidad del
Estado para proveer educación básica y superior a los ciudadanos que por su
condición socioeconómica no podían pagar por este tipo de servicios (Helg, 1989b).
Durante estas dos décadas hubo un flujo importante de recursos para el
financiamiento de la educación superior a través de diferentes organizaciones
internacionales como la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) y las
fundaciones Ford, Kellog y Rockefeller. En 1968 se crearon el Instituto Colombiano
para el Fomento de la Educación Superior, ICFES, y el Departamento Administrativo
de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias. A finales de los años setenta y a
comienzos de los ochenta, se establece un marco normativo para la educación
superior, en el cual se definen los principios y los objetivos del sistema, la
organización, el estatuto del personal docente, las normas sobre administración del
presupuesto y las condiciones específicas que orientan las instituciones privadas.

Con la expedición de la Constitución Política de 1991 se consagra la libertad de


enseñanza y se reconoce la educación como un derecho y un servicio público que
puede ser prestado por el Estado o por los particulares. Así mismo, para asegurar
la calidad del sistema educativo, se asignó al Estado la función de inspección y
vigilancia. La Constitución también garantizó la autonomía universitaria y estableció
que las universidades podrían expedir sus propios estatutos. Con base en los
lineamientos de la Constitución se aprobó la Ley 30 de 1992 que constituye la base
normativa del sistema de educación superior colombiano. Esta norma definió los
principios y objetivos de la educación superior, clasificó los programas académicos
y las instituciones públicas y privadas. La clasificación institucional se realizó con
base en una tipología que incluye instituciones técnicas profesionales, instituciones
universitarias o escuelas tecnológicas y universidades.

La Ley 30 también definió el estatuto del personal docente y las normas sobre la
administración del presupuesto y del personal de las instituciones oficiales,
garantizó el ejercicio de la autonomía y el gobierno universitario, permitiendo a las
instituciones el nombramiento de sus directivas y la creación de sus propios
programas académicos. De otro lado, la Ley fijó las condiciones que orientan el
funcionamiento de las instituciones privadas.
Con esta Ley, se establecieron como órganos rectores al Ministerio de Educación
Nacional (MEN) y al Consejo Nacional de Educación Superior (CESU). Dentro del
CESU se incluyó la organización del Sistema Nacional de Acreditación, como una
estrategia para el mejoramiento de la calidad de la educación superior y del Sistema
Nacional de Información.

En cuanto a la financiación de las universidades estatales, la Ley estableció aportes


crecientes del Presupuesto General de la Nación y de las entidades territoriales
tomando como base los recursos girados en 1993. Cabe destacar, que con la Ley
30 se ampliaron las opciones del crédito estudiantil para matrícula y sostenimiento
y la asignación de becas para programas prioritarios del Estado.

Durante la década del 2000 se fortaleció la formación técnica y tecnológica, se creó


el Viceministerio de Educación Superior, al cual se le encargó la inspección y
vigilancia del sector y se adoptaron algunas medidas en materia de acreditación y
de calidad. Sobre estas últimas medidas cabe destacar la creación de la Comisión
Intersectorial para el Aseguramiento de la Calidad (CONACES) y el fortalecimiento
del Consejo Nacional de Acreditación (CNA).

De otro lado, se crean un conjunto de sistemas de información, con el fin de


contribuir al conocimiento y la toma de decisiones del sector, dentro de los cuales
se encuentran el Sistema Nacional de la Información de la Educación Superior
(SNIES), el Sistema de Información de Aseguramiento de la Calidad de la
Educación Superior (SACES), el Sistema para la Prevención de la Deserción en
Educación Superior (SPADIES) y el Observatorio Laboral para la Educación.

De otro lado, el ICFES se transformó en una entidad pública especializada en los


servicios de evaluación de la educación en todos sus niveles y la generación de
información sobre la calidad de la educación. Por su parte, el ICETEX es
transformado en una entidad financiera de naturaleza especial, que a partir del 2010
fortaleció los programas de créditos educativos y mejoró las condiciones financieras
de los préstamos a los estudiantes. Finalmente, vale la pena señalar que a pesar
de los avances institucionales y del aumento en las tasas cobertura, aún se observa
una gran heterogeneidad en la calidad de los programas ofrecidos, inequidad en el
acceso y una oferta insuficiente de cupos en las universidades públicas.

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