Sentencia Area Parana II
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FP
CÉDULA DE
NOTIFICACIÓN
20000035116873
20000035116873
TRIBUNAL: JUZGADO FEDERAL DE PARANÁ 1, SITO EN
13012810/2011 DDHH S N N
N° ORDEN EXPTE. N° ZONA FUERO JUZGADO SECRET. COPIAS PERSONAL OBSERV.
Notifico a Ud. la resolución dictada en los autos: IMPUTADO: APPIANI , JORGE
HUMBERTO Y OTROS s/PRIVACION ILEGAL LIBERTAD PERSONAL (ART.142
BIS), INCOMUNICACION INDEBIDA (ART.143 INC.3), INF.ART 144 BIS EN
CIRC.ART.142 INC 1,2,3,5, APREMIOS ILEGALES A DETENIDOS (ART.144 BIS
INC.3) y IMPOSICION DE TORTURA AGRAVADA (ART.144 TER.INC.2)
QUERELLANTE: H.I.J.O.S, ASOCIACION Y OTROS Según copia que se acompaña.
QUEDA UD DEBIDAMENTE NOTIFICADO
Fdo.: ROSAS PAZ JUAN ANTONIO, SECRETARIO DE JUZGADO
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO FEDERAL DE PARANÁ 1
///raná, 21 de mayo de 2020.
Y VISTOS:
Estos autos N° 13012810/2011, caratulados “APPIANI, JORGE
HUMBERTO; MOYANO, MARIO HUGO; BIDINOST, ROSA SUSANA;
RIVAS, ALBERTO SOBRE PRIVACIÓN ILEGAL LIBERTAD PERSONAL
(ART. 142 BIS) – INCOMUNICACIÓN INDEBIDA (ART. 143 INC. 3) – INF.
ART. 144 BIS EN CIRC. ART. 142 INC. 1, 2, 3, 5 Y OTROS”, tramitados por
ante la Secretaría de Derechos Humanos del Juzgado Federal N° 1 de
Paraná, Pcia. de Entre Ríos, en estado de dictarse sentencia, debiendo
resolver los pedidos de condena respecto de:
JOSÉ ANSELMO APPELHANS, D.N.I. N° 5.897.597, de
nacionalidad argentina, nacido el 14 de agosto de 1928 en Colonia San Juan,
hoy Estación El Palenque, Distrito Tala, Departamento Paraná (Entre Ríos),
de 91 años de edad, casado con domicilio en calle Presidente Perón N° 340
de esta ciudad, donde se encuentra cumpliendo la prisión preventiva que le
fuera impuesta, militar retirado, con estudios primarios completos, hijo de
Juan y de Catalina Schbemeler; ALBERTO RIVAS, D.N.I. N°7.234.472, de
nacionalidad argentina, nacido el 23 de septiembre de 1934 en la ciudad de
Concordia (Entre Ríos), de 85 años, casado, domiciliado en calle Diego de
Villarroel N° 216 de la localidad de Yerba Buena (Tucumán), militar retirado,
con grado de instrucción terciario, hijo de Heraclio Junner y de María Dolores
Nieves Sánchez y Palma; J0RGE HUMBERTO APPIANI, D.N.I. N°
10.779.455, de nacionalidad argentina, nacido el 20 de mayo de 1953 en la
ciudad de Rosario (Santa Fe), de 67 años de edad, separado de hecho,
actualmente alojado en la Unidad Penal N°1 de esta ciudad de Paraná en
cumplimiento de la prisión preventiva que se dictara a su respecto, abogado,
hijo de Humberto y de Leopolda Carolina Scurek; HUGO MARIO MOYANO,
D.N.I. N° 5.531.179, de sobrenombre “El Negro”, de nacionalidad argentina,
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nacido el 16 de noviembre de 1948 en la ciudad de Santa Fe, de 71 años de
edad, divorciado, domiciliado en calle Córdoba 439 Torre II, Piso 8,
departamento “A” de la ciudad de Paraná (Entre Ríos), de profesión médico,
hijo de Hugo Mario y de Yolanda Elina Gallo; NALDO MIGUEL DASSO,
D.N.I. Nº 5.575.317, de nacionalidad argentina, nacido el 3 de julio de 1931
en Embajador Martini (La Pampa), de 88 años de edad, de estado civil
casado, con domicilio en calle Zapata N° 31 Piso 18 dpto. “D” de la ciudad
de Buenos Aires, militar retirado con el grado de General de Brigada, con
grado de instrucción universitario completo, hijo de Lindolfo Vicente (f) y de
Ida Fórmica (f); ROSA SUSANA BIDINOST, D.N.I. Nº 3.975.322, de
nacionalidad argentina, nacida el 03 de febrero de 1.941 en Capital Federal,
de 79 años de edad, viuda, con domicilio en calle 1° de Mayo N° 24 de la
ciudad de Gualeguaychú (Entre Ríos), abogada, jubilada, con grado de
instrucción universitario completo, hija de Herminio (f) y de Celia María
Pereyra (f); GONZALO JAIME LÓPEZ BELSUE, D.N.I. Nº 7.608.267, de
nacionalidad argentina, nacido el 22 de agosto de 1947 en Capital Federal,
de 72 años de edad, de estado civil casado, con domicilio en calle R.
Scalabrini Ortíz N° 2783, 6to. Piso, Dpto. 26 de la ciudad de Buenos Aires,
militar retirado con el grado de Coronel, con grado de instrucción universitario
completo, hijo de Antonio (f) y de Aida Esther Castro (f), y GUILLERMO
JORGE FRANCISCO QUINTANA, D.N.I. Nº 10.525.363, de nacionalidad
argentina, nacido el 11 de mayo de 1952 en Buenos Aires, de 68 años de
edad, de estado civil casado, con domicilio en calle Burela N° 2167, Piso 10
depto. “A”, de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, militar retirado con el
grado de Coronel, instruido, con estudios terciarios completos, hijo de Jorge
Francisco (f) y de Angela Rodríguez.
Actúan en el proceso en representación de Ministerio Público Fiscal
los Dres. Carlos García Escalada y José Ignacio Candioti; por las defensas el
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Señor Defensor Público Oficial Coadyuvante Dr. José Alberto Boxler en favor
de los imputados José Anselmo Appelhans, Alberto Rivas, Guillermo Jorge
Francisco Quintana y Naldo Miguel Dasso; el Dr. José Esteban Ostolaza en
favor de Hugo Mario Moyano, el Dr. Alberto Roger Salvatelli en favor de
Rosa Susana Bidinost, los Dres. Luis F. Velasco y Luis E. Velasco en favor
de Gonzalo Jaime López Belsué, y Jorge Humberto Appiani en ejercicio de
su autodefensa; revisten el rol de querellantes los Dres. Marcelo J. Boeykens
y Sofía Uranga en representación de la Asociación H.I.J.O.S. (Hijos por la
Identidad, la Justicia, contra el Olvido y el Silencio) Regional Paraná, la Dra.
Ana Lucía Tejera por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación; el
Dr. Juan Antonio Méndez en representación de Marta Inés Brasseur y de sí
mismo; y los Dres. Marcelo J. Boeykens y María Florencia América Amore en
representación de Papetti; venidos a Despacho para dictar sentencia.
Deberán resolverse los pedidos de condena respecto de los ut supra
mencionados: Jorge Humberto Appiani; José Anselmo Appelhans; Alberto
Rivas; Hugo Mario Moyano; Rosa Susana Bidinost; Gonzalo Jaime López
Belsue; Naldo Miguel Dasso; y Guillermo Jorge Francisco Quintana.
I)ACUSACION:
En particular, deberá resolverse la acusación de:
JORGE HUMBERTO APPIANI, en orden a los delitos que
seguidamente se detallan, conforme acusación formulada por el Ministerio
Público Fiscal:
Privación ilegítima de la libertad agravada por la especial calidad de
funcionario público, en abuso de funciones (art. 144 bis inc. 1° del CP texto
según ley 14.616), en perjuicio de Juan Antonio Méndez, Lorenza Robelia
Leones, Juan A. Domínguez, Marta Inés Brasseur, María Cristina Lucca,
Graciela Inés López y Hugo Alberto Torres (7 hechos), en calidad de autor
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mediato. Privación ilegítima de la libertad agravada por la especial calidad de
funcionario público, en abuso de funciones (art. 144 bis inc. 1° del CP texto
según ley 14.616) en perjuicio de Rubén Ariel Arin y Margarita Gloria
Ramona Tarulli (2 hechos), en calidad de coautor. Imposición reiterada de
severidades, vejaciones y apremios ilegales (art. 144 bis inc. 3 del CP texto
según ley 14.616) en perjuicio de Juan A. Méndez, Lorenza Robelia Leones,
Juan M. Domínguez, Marta Inés Brasseur, María Cristina Lucca, Graciela I.
López, Hugo A. Torres (7 hechos) en calidad de autor mediato. Imposición
reiterada de severidades, vejaciones y apremios ilegales (art. 144 bis inc. 3
del CP texto según ley 14.616) en perjuicio de Rubén Ariel Arin y Margarita
Gloria Ramona Tarulli (2 hechos). Imposición de tormentos (art. 144 ter, CP,
texto según ley 14.616) en perjuicio de Rúen Ariel Arin y Gloria Tarulli (2
hechos) en calidad de autor mediato.
Los 20 hechos descriptos son imputados en concurso real (art. 55,
CP).
JOSÉ ANSELMO APPELHANS, en orden a los delitos que
seguidamente se detallan, conforme acusación formulada por el Ministerio
Público Fiscal:
Im posición
de severidades y/o apremios ilegales agravada por la
condición de funcionario público prestando un acto de servicio (art. 144 bis
2º, 3º y ultimo párrafo, CP, texto según ley 14.616, en función del art. 142 del
CP, texto según ley 20.642) en perjuicio de Juan Antonio Méndez, Marta Inés
Brasseur, María Cristina Lucca, Graciela I. López, Hugo Alberto Torres,
Vicente Ramón Bertolotti, José Luis May, Beatriz Guadalupe Pfeiffer (8
hechos) en calidad de partícipe necesario. I mposición de severidades y/o
apremios ilegales agravada por la condición de funcionario público prestando
un acto de servicio (art. 144 bis 2º, 3º y último párrafo, CP, texto según ley
14.616, en función del art. 142 del CP, texto según ley 20.642) en perjuicio
de Margarita Gloria Ramona Tarulli, José Luis Uranga, Jorge Martín Ramírez
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y Ramón Rogelio Ayala (4 hechos) en calidad de autor mediato. Imposición
de tormentos agravada por la condición de funcionario público prestando un
acto de servicio (art. 144 ter CP, texto según ley 14.616) en perjuicio de
Margarita Gloria Ramona Tarulli, José Luis Uranga, Jorge Martín Ramírez y
Ramón Rogelio Ayala (4 hechos) en calidad de autor mediato. Privación
ilegítima de la libertad (art. 144 bis inc. 1° del CP texto según ley 14.616), en
perjuicio de Jorge Emilio Papetti (1 hecho) en calidad de autor mediato.
I mposición de severidades y vejaciones (art. 144 bis 2º, 3º y último párrafo,
CP, texto según ley 14.616) en perjuicio de Jorge Emilio Papetti (1 hecho) en
calidad de autor mediato. Imposición de tormentos (art. 144 ter CP, texto
según ley 14.616) en perjuicio de Jorge Emilio Papetti (1 hecho) en calidad
de autor mediato. Homicidio doblemente calificado por ser cometido con
alevosía y el concurso de dos o más personas (art. 80 incs. 2º y 6º CP, texto
según ley 21.338) en perjuicio de Jorge Emilio Papetti (1 hecho) en calidad
de autor mediato.
Los 20 hechos ilícitos son imputados en concurso real (art. 55 del
C.P.);
ALBERTO RIVAS, en orden a los delitos que seguidamente se
detallan en calidad de participe secundario, conforme acusación formulada
por el Ministerio Público Fiscal:
Privación ilegítima de la libertad agravada (art. 144 bis inc. 1° texto
según ley 14616) en perjuicio de Lorenza Robelia Leones, Rubén Ariel Arín,
José Mauricio Domínguez, Marta Inés Brasseur y Graciela Inés López (5
hechos) e imposición de vejaciones, severidades y/o apremios ilegales (art.
144 bis inc. 3°, CP texto según ley 14.616) en perjuicio de Lorenza Robelia
Leones, Rubén Ariel Arín, José Mauricio Domínguez, Marta Inés Brasseur y
Graciela Inés López (5 hechos).
Los 10 hechos imputados en concurso real (art. 55 del C.P.);
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ROSA SUSANA BIDINOST, en orden a los delitos que seguidamente
se detallan, conforme acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal:
Imposición de severidades, vejaciones y apremios ilegales,
conductas
agravadas por haber sido cometidos con abuso de sus funciones y mediante
el uso de violencia y amenazadas (art. 144 bis inc. 2º y 3º y último párrafo,
CP, texto según ley 14.616, en función del art. 142, CP, texto según ley
20.642) en perjuicio de Lidia Subovsky, Lorenza Robelia Leones de
Magariños y María Eugenia Fernández (3 hechos), en calidad de participe
necesaria, en concurso real (art. 55, CP).
GONZALO JAIME LÓPEZ BELSUE, en orden a los delitos que
seguidamente se detallan en calidad de partícipe necesario, conforme
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal:
P rivación ilegítima de la libertad cometida por funcionario público en
ocasión de desempeñar un acto de servicio con abuso de sus funciones o sin
las formalidades previstas por la ley (art. 144 bis incs. 1°, 2° y 3° y último
párrafo, CP, texto según ley 14.616, en función del artículo 142, inc. 1°, CP,
texto según ley 20.642 y art. 144 bis último párrafo en función del art. 142
inc. 5, CP) en perjuicio de Jorge Martín Ramírez, Ramón Rogelio Ayala y
Jorge Emilio Papetti (3 hechos) e imposición de vejaciones o aplicación de
apremios ilegales (art. 144 bis inc. 3º, CP, texto según ley 14.616) en Jorge
Martín Ramírez, Ramón Rogelio Ayala y Jorge Emilio Papetti (3 hechos).
Los 6 hechos concurren realmente (art. 55, CP)
NALDO MIGUEL DASSO, en orden a los delitos que seguidamente
se detallan en calidad de autor mediato, conforme acusación formulada por
el Ministerio Público Fiscal:
P rivación de la libertad cometida por funcionario público agravada por
haber sido emprendido con abuso de sus funciones o sin las formalidades
previstas por la ley (art. 144 bis inc. 1º, CP, texto según ley 14.616), en
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Los 15 hechos imputados concurren realmente (art. 55 CP).
II)CURSO DEL PROCESO:
La presente causa reconoce su origen en el precedente N° 7824
caratulada en sus inicios “SR. FISCAL GRAL SOLICITA DESARCHIVO DE
CAUSAS QUE TRAMITARAN POR ART.10 LEY 23.049”, posteriormente re
caratulada: “APPELHANS, JOSÉ ANSELMO Y OTRS S/ INF. ART. 144 BIS
EN CIRC. ART. 142 INC. 1, 2, 3, 5, PRIVACIÓN ILEGAL LIBERTAD
AGRAVADA (ART. 142 INC. 1) E IMPOSICIÓN DE TORTURA (ART. 144
TER. INC. 1)”, Expte. 13007824/2003.
Que, en dichas actuaciones, en fecha 29/04/11 en ocasión de
clausurarse la instrucción de la entonces causa N° 7824, el juez subrogante
a cargo de la causa, Dr. Gustavo Zonis dispuso la formación de causa nueva
para materializar adecuadamente la investigación sobre hechos denunciados
que podrían constituir materia penal de investigación y juzgamiento sobre los
cuales no obraba manifestación expresa de parte de los representantes del
Ministerio Público Fiscal ni de las querellas.
Así las cosas, resolvió formar causa penal para instruir
adecuadamente los ilícitos denunciados por Rubén D. Arín; José M.
Domínguez; Hugo Torres; Felipe O. González; José Luis May; Ramón A.
Mosa; Luis A. Mosa, Vicente R. Bertelotti; Lidia I. Subovsky; Beatriz G.
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Pfeiffer; Marta I. Brasseur; Graciela S. López; María C. Lucca; Gloria Tarulli;
Lorenza R. Leones; María Eugenia Fernández; Jorge Martín Ramírez;
Ramón Rogelio Ayala; Walter L. Machi; Juan Antonio Méndez; y
posteriormente también respecto de Jorge Emilio Papetti y María Eugenia
Silvia Saint Girons; a tales fines ordenó la extracción de fotocopias
pertinentes de la causa principal y emancipar los legajos de prueba
correspondientes a las víctimas precisadas.
Que, en fecha 10/05/11 mediante el correspondiente decreto se dio
inició al presente expediente conforme registro dado por intermedio de la
Secretaría Penal N° 2 de la jurisdicción bajo carátula “DCIA. COMISIÓN
DELITOS DE LESA HUMANIDAD AÑOS 1976/1977” y previo a resolver se
ordenó notificar a las partes y a los imputados y que los mismos se
pronuncien sobre la opción prevista por el art. 12 de la ley 24.241 en función
del art. 19 de la misma. Asimismo, se tuvo por hechos a imputar en la
presente causa los denunciados por las víctimas ut supra mencionados, y/o
sus familiares, y se dispuso recaratular los Legajos de Pruebas
oportunamente confeccionados.
Por su parte se tuvo por querellantes a Marta Inés Brasseur;
Asociación HIJOS; Secretaría de Derechos Humanos de la Nación; Juan
Antonio Méndez; y María Ema Papetti.
Que, obran actuaciones glosadas en fotocopias certificadas de la
causa Nº 7.824, y sus correspondientes legajos de prueba, que componen el
plexo probatorio inicial de las presentes actuaciones, destacándose en
particular:
A fs. 1/3 Informe del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay
sobre causas allí tramitadas Áreas Concordia y Gualeguaychú.
A fs. 4/5 Nota de Dirección de Asuntos Humanitarios de Ejército
Argentino informando sobre Unidades Militares con asiento de Paz e2n la
ciudad de Paraná, más listado de personal civil y militar que prestó servicio
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en las mismas.
A fs. 6/9 Notas de D.A.H.E.A. sobre soldados conscriptos; sobre
personal PCI de Inteligencia 121; y con listado personal del Hospital Militar
de Paraná y Compañía de Intendencia.
A fs. 10/12 Nota del Comando de Ejército Argentino con informe de
elementos de Ejército y dependencias civiles.
A fs. 13/23 Listado de personal que prestó Servicios en las Unidades
Penales Nro. 1 y 6 entre el 1/3/76 y el 16/6/77.
A fs. 24/36 Pericial Planimétrica y Planográfica del lugar identificado
como “La Casita de la Base”.
A fs. 37/39 vto. Testimonio de Teresa Manda Costelaz.
A fs. 46/54 Croquis y reconocimiento Judicial del Escuadrón de
Comunicaciones Blindado II de fs. 46/54.
A fs. 55/58 Reconocimiento Judicial de La Base.
A fs. 59/61 Informe Sobre la Comisaría de El Brete.
A fs. 63/67 Croquis y Reconocimiento del predio Pro Huerta e Informe
de Catastro sobre dicho predio.
A fs. 79/98 Nueva Pericial Planimétrica y Planográfica de la Casita de
la Base.
A fs. 99/120 y 121/140 Pericial Planimetría y Planigráfica del
Escuadrón de Comunicaciones Blindado II; y Pericial Planimétrica y
Planográfica del predio Pro Huerta.
A fs. 141/158 Decretos PEN del 12/01/76 al 17/12/76 por los que se
disponen diferentes arrestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
A fs. 159/170 Listado Personal Comando CDO B II; fs. 171 Nota
D.A.H.E.A. sobre personal Oficiales y Sub Oficiales del Comando; fs.
176/195 Listado Personal Base Aérea; fs. 196/197 Notas D.A.H.E.A. con
Listado de Oficiales de Inteligencia y con Jefes de Áreas.
A fs. 201/205 Informe del Ministerio de Defensa sobre Appiani.
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A fs. 206/210 Nómina de Personal Civil del Hospital Militar de Paraná
y del Comando de Paraná.
A fs. 214/219 partes pertinentes del Libro Histórico de Personal del
Escuadrón de Comunicaciones Blindado 2, Lista de Revista de Oficiales y
Suboficiales.
A fs. 248/263; 267/287vto. Escrito de las querellas de fs.
248/263interesando la detención para recibir declaración indagatoria a
distintos imputados.
A fs. 264/266 escrito Fiscal por el que se interesan indagatorias y
detenciones de los imputados.
A fs. 288/334 escrito de constitución como querellante de la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
A fs. 357/358 vto. Testimonial de Pedro Manuel Capriz; Testimonial
de Ángel G. Buttazoni de fs. 359/362; Roberto Schmitlein de fs. 363/366 y
vta.; Carlos L. Felipe Barsotti de fs. 367/369; Pedro G. Aguirre de fs. 370/374
y vta.; Domingo Manuel Arellano de fs. 375/377 y vta.; Florentino A. Bastida
de fs. 378/380 y vta.; Ricardo A. Britos de fs. 382/385; Daniel R. Cersofios de
fs. 386/389 y vta.; Carlos R. Toloy de fs. 390/392 y vta.; Alberto A. Temporetti
de fs. 393/395 y vta.; Roque R. Sayes de fs. 396/399; Leonardo Casco de fs.
401/405 y vta.; Tomás R. Giménez de fs. 406/411; Joe V. Manuel Erbetta de
fs. 412/421; Darío César Fernández de fs. 423/426; Beatriz R. Leon fs.
428/430 y vta.; Carlos René Giraudón de fs. 432/433; Josefa del Carmen
Castillo de fs. 434/435; Rosa María Teresa Parodi de fs. 436/438; Flores
José María de fs. 439/442; Solari R. Santiago de fs. 443/445; Amatti Mario
Rafael de fs. 446/449; Domingo Schenone de fs. 450/454; Esteban S. Lallana
de fs. 455/459; Angélica R. Retamar de fs. 460462 y vta.; Carlos A. López de
fs. 478/483; Aníbal F. López de fs. 484/486 y vta.; Rubén O. Maitenon de fs.
487/489. Antecedentes de Rivas, Moyano, Bidinost, Appiani y Appelhans de
fs. 495/504; presentación de H.I.J.O.S de fs. 609/612, fotocopias de la
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resolución de la Alzada de fs. 621/625 y vta..
A fs. 627/627vto. el entonces Juez de Instrucción dispuso acumular a
estos actuados las actuaciones oportunamente sustanciadas con relación al
hecho del que resultara víctima Jorge Emilio Papetti, como así también se
ordenó recepcionar declaración indagatoria a Jorge Humberto Appiani, Rosa
Susana Bidinost, José Anselmo Appelhans, Alberto Rivas, Ramón Genaro
Díaz Bessone y Hugo Moyano.
A fs. 639/653 fue indagado Jorge Humberto Appiani, en orden a los
delitos de: privación ilegítima de la libertad, aplicación de severidades y/o
apremios ilegales en calidad de autor mediato en perjuicio de Lorenza
Robelia Leones de Magariños, Juan A. Domínguez, Marta Inés Brasseur,
María Cristina Lucca, Graciela I. López, Hugo A. Torres y Juan Antonio
Méndez (arts. 144 bis Inc. 1°, 2°, 3° y último párrafo –Ley 14.616 todos del
Código Penal, esto es privación ilegítima de la libertad, severidades y/o
apremios ilegales en calidad de autor mediato Art 45 C.P.) y, privación
ilegítima de la libertad, imposición de severidades y tormentos en perjuicio de
Rubén Ariel Arín y Gloria Tarulli (arts. 144 bis Inc. 1°, 2°, 3° y último párrafo
–Ley 14.616 del Código Penal, esto es privación ilegítima de la libertad,
imposición de vejación, severidades y/o apremios ilegales e imposición de
tormentos (art. 144 ter, primer párrafo del C.P. Ley 14.616) en calidad de
coautor, art. 45 C.P., conductas agravadas por haber durado más de un mes
que se enmarcan dentro del tipo genérico de delito de lesa humanidad.
A fs. 658 se dispuso dar curso a la instrucción respecto de los hechos
ilícitos de los cuales fuera víctima Jorge Emilio Papetti (Expte. N° 11.186),
otorgándose participación como querellantes a Andrés E. Papetti, Margarita
Alegre y María E. Papetti, con la representación letrada de la Dra. María
Isabel Caccioppoli.
A fs. 659/680 vta. prestó declaración indagatoria José Anselmo
Appelhans, en orden a los delitos de: imposición de severidades y/o
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apremios ilegales en calidad de autor mediato, agravada por la condición de
funcionario público prestando un acto de servicio en perjuicio de José
Mauricio Domínguez, Marta Inés Brasseur, María Cristina Lucca, Graciela I.
López, Hugo Alberto Torres, Vicente Ramón Bertolotti, José Luis May,
Beatriz Guadalupe Pfeiffer; imposición de severidades y/o apremios ilegales,
e imposición de tormentos en calidad de autor mediato agravada por la
condición de funcionario público prestando un acto de servicio en perjuicio de
Gloria Tarulli, José Luis Uranga, Jorge Martín Ramírez y Ramón Rogelio
Ayala y; privación ilegítima de la libertad, aplicación de severidades,
vejaciones e imposición de tormentos y homicidio doblemente calificado
respecto de Jorge Emilio Papetti; todo ello agravado por la especial calidad
de funcionario público, en abuso de funciones, conductas estas que se
enmarcan dentro del tipo genérico de delito de lesa humanidad de
desaparición forzada de personas; previstos y reprimidos por los arts. 144
bis inc. 1°, 2°, 3° y último párrafo –Ley 14.616 y artículo 144 ter, primer
párrafo –Ley 14.616 todos del Código Penal y la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas, ley 24.556 en calidad de autor
mediato art 45 C.P..
A fs. 689 la Dra. María Isabel Caccioppoli renunció al poder otorgado
por los querellantes Andrés E. Papetti, Margarita Allegre y María E. Papetti.
A fs. 696/702 prestó declaración indagatoria Rosa Susana Bidinost en
orden a su calidad de presunta participe necesaria en los hechos ocurridos
entre el 1° de junio de 1976 y el 4 de octubre de 1976, periodo dentro del
cual se desempeñó como Agente del Servicio Penitenciario de la Provincia
de Entre Ríos, específicamente como Directora de la Unidad Penal N° 6 de
esta ciudad de Paraná, hechos ilícitos configurativos de los delitos de
aplicación de severidades, vejaciones y apremios ilegales, conductas
agravadas por la especial calidad de funcionario público, en abuso de
funciones, mediante el uso de violencias y amenazas enmarcadas dentro del
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tipo genérico de delitos de lesa humanidad, previstos y reprimidos por los
arts. 144 bis inc. 2°, 3° y último párrafo –Ley 14.616 en función del artículo
142 inc. 1° Ley 20.642 todos del Código Penal, enmarcadas dentro del tipo
genérico de delito de lesa humanidad en calidad de partícipe necesario; en
mérito a las denuncias impetradas por Lidia Inés Subovsky, Lorenza Robelia
Leones de Magariños y María Eugenia Fernández.
A fs. 736/748 prestó declaración Alberto Rivas en orden a su presunta
responsabilidad en carácter de coautor de los delitos de privación ilegítima
de la libertad, imposición de vejaciones, severidades y/o apremios ilegales
sobre Rubén Ariel Arin, Lorenza Leones de Magariños, José Mauricio
Domínguez, Marta Inés Brasseur, María Cristina Lucca, Graciela Inés López
y Hugo A. Torres, todo ello agravado por la especial calidad de funcionario
público, en abuso de funciones, mediante el uso de violencias y amenazas,
aplicación de severidades, vejaciones y apremios ilegales, e imposición de
tormentos, conductas agravadas por haber durado más de un mes, que se
enmarcan dentro del tipo genérico de delitos de lesa humanidad de
desaparición forzada de personas, previstos y reprimidos por los arts. 144 bis
incs. 1°, 2°, 3° y último párrafo –Ley 14.616 en función del artículo 142 inc.
1° Ley 20.642; art. 144 bis, último párrafo en función del art. 142, inc. 5°
del C.P. (conforme leyes citadas), art. 144 ter, primer párrafoLey 14.616 y la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas Ley
24.556.
A fs. 815 el Dr. Eligio Abel González, a cargo de la defensa de Ramón
Genaro Díaz Bessone, informó que, por disposición del Tribunal Oral Federal
de Rosario, su defendido fue trasladado al Hospital Militar de Buenos Aires
debido a un cuadro de accidente cerebro vascular isquémico con hemiplejía
derecha.
A fs. 854/856, el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación informó que el imputado Ramón Genaro Díaz Bessone
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no se encuentra en condiciones de estar en juicio.
A fs. 870/876 vta. prestó declaración indagatoria ampliatoria Rosa
Susana Bidinost.
A solicitud del letrado defensor de Rosa Susana Bidinost, se ordenó a
fs. 878 requerir a la Dirección de Servicio Penitenciario de Entre Ríos a
efectos de solicitar los libros correspondientes al año 1976, a saber, de
ingreso, egreso, correspondencia, guardia interna, guardia externa, sanidad.
A fs. 888/891 vta. los Sres. Fiscales Federales solicitaron la detención
de Naldo Miguel Dasso, Gonzalo J. López Belsué y Juan Anselmo
Appelhans.
A fs. 930/948 se practicó la audiencia indagatoria de Ramón Genaro
Díaz Bessone, en la ciudad de Rosario, en su domicilio.
A fs. 948 bis/948 quinquies vto. la defensa técnica de Hugo Mario
Moyano planteó la recusación del Dr. Gustavo Carlos Zonis, juez
interviniente en la causa a esa fecha, declarándose abstracta la cuestión a fs.
956 y vta. de autos.
A fs. 958/964 vta. prestó declaración indagatoria Hugo Mario Moyano
en orden a los delitos calificados como imposición de vejámenes,
severidades y/o apremios ilegales e imposición de tormentos en calidad de
partícipe necesario en perjuicio de Margarita Gloria Ramona Tarulli,
conductas agravadas por la especial calidad de funcionario público, en abuso
de funciones, mediante el uso de violencias y amenazas enmarcadas dentro
del tipo genérico de delito de lesa humanidad; previstos y reprimidos por los
144 bis inc. 2°, 3° y último párrafo –Ley 14.616 y artículo 144 ter. primer
párrafo –Ley 14.616 todos del Código Penal.
A fs. 1028 los Sres. Fiscales Federales acompañaron copias
certificadas actuarialmente del capítulo XIII del libro “Rebeldes y ejecutores”,
de Daniel Enz, las que fueron glosadas a fs. 1013/1027 en el cual se hallan
mencionados Gonzalo J. López Belsué y Naldo Miguel Dasso como los
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responsables de la detención, interrogatorios y tormentos padecidos por
Jorge Emilio Papetti, manifestando los presentantes que en dicha publicación
se indica el lugar del deceso de Papetti, ocurrido en dependencias de la
Unidad Penal N° 1 de Paraná. Asimismo, solicitaron a foja seguida que los
mencionados Dasso y López Belsué, como así también Juan Anselmo
Appelhans, sean indagados por los hechos ilícitos cometidos en perjuicio de
Jorge Emilio Papetti, Jorge Martín Ramírez y Ramón Rogelio Ayala,
procediéndose a sus respectivas detenciones a tal efecto.
A fs. 1051/1053, se dispuso convocar a prestar declaración
indagatoria a Naldo Miguel Dasso, Gonzalo J. López Belsué, y ampliatoria de
las declaraciones indagatorias oportunamente prestadas por José Anselmo
Appelhans y Alberto Rivas.
A fs. 1107 Gonzalo J. López Belsué designa para su defensa a los
Dres. Luis Fernando Velasco y Luis Enrique Velasco.
A fs. 1122/1133 prestó declaración indagatoria a Gonzalo Jaime
López Belsue, quien luego de ser impuesto de los hechos atribuidos y la
calificación pertinente, expresó su descargo y contestó a las preguntas que le
fueron formuladas.
A fs. 1157 el imputado Naldo Miguel Dasso designó para su defensa
al Sr. Defensor Oficial.
A fs. 1288/1289, José Anselmo Appelhans amplió la declaración
indagatoria oportunamente prestada.
A fs. 1305/1306 vta. amplió la declaración indagatoria oportunamente
prestada el imputado Alberto Rivas.
A fs. 1315/1329 prestó declaración indagatoria Naldo Miguel Dasso,
quien una vez impuesto de los hechos atribuidos y las pruebas existentes en
su contra, formuló el descargo pertinente.
A fs. 1388 y vta. se glosa el resolutorio dictado por la Excma. Cámara
Federal de Apelaciones de Paraná, por la cual se concedió una prórroga de
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sesenta días para la finalización de la instrucción de la presente causa.
A fs. 1392 obra el oficio del Ejército Argentino por el cual se adjunta
en soporte digital el Legajo Personal “Original” del Coronel Retirado Gonzalo
Jaime López Belsué.
A fs. 1755 los Fiscales Federales solicitaron se incorpore a María
Eugenia Silvia Saint Girons como víctima de los ilícitos investigados en la
presente causa, y se forme el correspondiente legajo de prueba.
Según los titulares de la vindicta pública, la mencionada fue detenida
el día 11 de febrero de 1977 en una de las salas de parto del Hospital San
Roque de esta ciudad de Paraná, instantes después de dar a luz a un bebé
de sexo masculino, por un grupo de personas vestidas de civil. Que fue
conducida de inmediato al Hospital Militar de Paraná, donde permaneció por
un lapso de cuatro días, siendo torturada psicológicamente con amenazas de
descuartizar a su hijo recién nacido. Posteriormente, fue trasladada a una
habitación de la Unidad Penal N° 6 de Paraná, donde el niño le fue
arrebatado. Que en tal ocasión escuchó que una persona decía “esta mujer
se va a morir” porque había retenido coágulos del parto, pese a lo cual la
desnudaron y la colocaron sobre una “parrilla” de metal y la torturaron con
pasajes de corriente eléctrica, arrojándole agua sobre el cuerpo para
acrecentar los efectos de la picana. Que la víctima estaba en pareja con
Emilio Osvaldo Feresín, quien fuera secuestrado un día antes que Saint
Girons, y cuya voz débil y temblorosa le hicieran escuchar durante su
cautiverio y que fue ingresada en fecha 17 de febrero de 1977 a la Unidad
Penal N° 6, advirtiendo la detenida Julia Liliana María Tizzoni, que Saint
Girons se encontraba “casi desangrada”.
Que luego de ello, fue llevada junto a otras internas a la Unidad
Familiar sita en el predio de la Unidad Penal N° 1 donde fueron interrogadas
y golpeadas.
Por último, los Sres. Fiscales dieron cuenta que la víctima fue
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sometida a Consejo de Guerra, obrando en tales constancias supuestas
declaraciones testimoniales autoincriminatorias suscriptas bajo amenazas
ante el Oficial Instructor Teniente Guillermo Jorge Quintana. Agregan que fue
condenada a doce años de reclusión, siendo trasladada de la Unidad Penal
N° 6 de Paraná el día 9 de agosto de 1977.
Que, a fs. 1795 se dispone hacer lugar a lo interesado por el
Ministerio Público Fiscal conforme procedimiento y fotocopias pertinentes
previamente extraídas y certificadas.
A fs. 2878/2883 vta. prestó declaración Guillermo Jorge Francisco
Quintana en orden a su presunta responsabilidad en carácter de coautor de
los delitos de privación ilegítima de la libertad, imposición de vejaciones,
severidades y/o apremios ilegales sobre María Eugenia Saint Girons; Beatriz
Guadalupe Pfeiffer; Luis Daniel Andrés Jaureguiberry; Ramón Rogelio Ayala
y Jorge Martín Ramírez, todo ello agravado por la especial calidad de
funcionario público, en abuso de funciones, mediante el uso de violencias y
amenazas, aplicación de severidades, vejaciones y apremios ilegales, e
imposición de tormentos, conductas agravadas por haber durado más de un
mes, que se enmarcan dentro del tipo genérico de delitos de lesa humanidad
de desaparición forzada de personas, previstos y reprimidos por los arts. 144
bis incs. 1°, 2°, 3° y último párrafo –Ley 14.616; y art. 144 ter, primer
párrafoLey 14.616 y la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas Ley 24.556.
III) CONSTANCISAS REUNIDAS:
a) Declaraciones testimoniales:
* Pedro Manuel Capriz (fs. 357/358) refirió que prestó servicio en
Comunicaciones, Blindado II, acá en Paraná, que estaba pasando el Hospital
Militar, separado por una calle nada más. Fue en el año 1974 por nueve
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meses, el 19 de septiembre de 1974 falleció el padre del dicente y le dieron
permiso para que saliera a hacer unos papeles para que no tuviera que
hacer los tres meses que le faltaban, por el fallecimiento de su padre. El
testigo no hizo los papeles y fue convocado nuevamente para cumplir los tres
meses que le faltaban para cumplir el año completo, en el año 1976, cree
que, en mayo, junio y julio de ese año, puede ser que se equivoque en un
mes que haya entrado en abril y no en mayo. Que el jefe de ellos era el
Subteniente Debos o Debot, el que mandaba todo era el Teniente Primero
Cerrillos. Que las actividades que hacían era fajina o guardia, todas las
mañanas limpiaban los playones, después los sacaban a hacer ejercicio un
poco, así eran todos los días. En el Escuadrón de Comunicaciones observó
que en el sector de calabozos había civiles, pero no estaban encapuchados
ni nada, estaban en los calabozos, eran todos civiles, había hombres y
mujeres, lo que vio él dicente es que los varones estaban en los calabozos,
las mujeres no, estaban en otra parte, no sabe dónde. Cree que eran ocho
calabozos, que estaban desde la rotonda, entrando hacia la izquierda, por la
calle que está pegada al Hospital Militar ahí estaban los calabozos, que eran
chiquitos, adentro no tenían nada y las puertas estaban tapadas. Agrega que
los suboficiales a los que les tocaba la guardia eran los encargados de los
calabozos y los mandaban a ellos, a los conscriptos, a cuidar haciendo
guardia, dos horas, tres horas y después los relevaban otros soldados, las
veinticuatro horas del día. Recuerda que alguno de los suboficiales a los que
hace referencia era Ríos de acá de Paraná, había muchos, pero han pasado
muchos años, no puede recordar sus apellidos. El testigo no tuvo contacto,
nada, tenían orden de no hablar con los detenidos, si recuerda que gritaban
para ir al baño y no les hacían caso, los llevaban cuando querían. Al baño los
llevaban dos soldados que estaban de guardia adelante descansando y un
Sargento o Sargento Primero que también estaba adelante. Al dicente no le
tocó nunca acompañar a los detenidos, si vio cuando los llevaban alguna vez
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porque él estaba haciendo guardia, en esa época hacían guardia día por
medio. Que cuando los veía pasar para ir al baño los veía a todos igual,
normal, no les veía las caras porque al abrir la puerta del calabozo
encapuchaban al detenido y lo llevaban, un soldado a cada lado y el Oficial
atrás, el baño quedaba cerquita a una cuadra o menos, cien metros, más de
eso no. Agrega que no le tocó llevarles comida ni tampoco llevarlos al baño,
la comida se la llevaba otro conscripto o el Oficial a cargo, recuerda que le
llevaban mate cocido y también platos de lata con la comida, cree que
comían los mismos que ellos. Que sabe que a los detenidos los sacaban de
allí y los llevaban a otro lugar y después los devolvían a Comunicaciones,
pero no sabe a dónde, pero sí que después los devolvían, los sacaban
encapuchados, los llevaban en camionetas o en camiones del ejército,
cuando volvían venían medios mal, les temblaba todo el cuerpo, no les pudo
ver las caras porque volvían con capuchas. Mientras estuvo de guardia esto
lo vio varias veces, en distintos horarios. Que el personal que retiraba los
detenidos era militar pero no siempre el mismo, eso es lo que vio el
declarante por lo menos. Los jefes de Comunicaciones eran Cerrillos, que
era el Jefe de todo, el Jefe del Escuadrón de Comunicaciones que era el
Teniente Primero Tuduri y el Teniente Debot, ellos entregaban a los
detenidos a la otra gente para que se los lleven. Escucho que los oficiales
comentaban que eran subversivos.
* Ángel Genaro Buttazzoni (fs. 359/362) refirió haber prestado
servicios entre los años 1976 y 1983 en el Escuadrón de Comunicaciones
Blindados II, que está en Avenida Ejército al final de la ciudad de Paraná,
que llegó en el año 1969 o 1970 y se retiró ahí, cree en abril de 1984, sobre
sus funciones dentro del Escuadrón Comunicaciones durante los años 1976
y 1977 el testigo manifiesta que era el encargado del taller de mantenimiento,
taller mecánico donde se hacía el mantenimiento de todos los vehículos.
Hubo un jefe de su sección que fue el Teniente Primero Cerrillos, uno de los
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últimos que recuerda es el Subteniente Bianchi, también estuvo el Teniente
Primero Ibarra que no sabe si estuvo antes de Cerrillos o después de este,
tiene que haber sido antes. Después viene el Jefe de la Unidad, que en ese
entonces era el Mayor González, cree que se llamaba Constantino, y
después la jerarquía seguía en el Comando. Vio personas civiles detenidas
en la zona de calabozos, que tenía que pasar de largo, no se podían detener
en ese lugar, estaba prohibido al cuerpo profesional quedarse en ese lugar.
En esos calabozos había gente, no puede decir que tiempo se quedaban ahí,
no tenía contacto con esa gente. El dicente entraba e iba a su destino, a la
hora de salir cada uno se iba a su casa. De orden del jefe de la unidad nadie
podía tocar esta gente, salvo el personal que estaba afectado a ellos, pero
en el caso había que darles de comer, el oficial de servicio en el desayuno,
almuerzo y cena, le avisaba al jefe de la unidad que iba a cumplimentar tal
tarea, sacaba la llave del tablero que estaba ahí en el despacho del jefe de
guardia, se abría la puerta donde había un detenido, se le daba el desayuno
si era el desayuno, el almuerzo y la cena y después se volvía a colocar la
llave en el tablero, nadie, salvo el personal autorizado, el jefe de la unidad, o
el Servicio de Informaciones podían retirar esa llave, le avisaban al jefe de
guardia y sacaban la llave de ahí y más no sabe, de eso no se hablaba, para
ellos era un tabú eso, ni siquiera sabían porque traía la policía ahí a esa
gente, se refiere a la gente que no estaba afectado a todo esto, ni sabe
quiénes integraban los grupos de tarea o de choque. Agrega que en el
ejército hay dos cuerpos: el cuerpo de profesionales y el cuerpo de
Comando, siempre se utiliza para tareas operativas el cuerpo operativo que
es el cuerpo de Comando. Los calabozos estaban ubicados del despacho de
la Guardia donde estaba el Jefe de Guardia, y más o menos había unos
veinte o veinticinco metros aproximadamente, después otros calabozos no
tiene conocimiento. No recuerda cuantas celdas había, pero eran poquitas,
cuatro o cinco. A los soldados de guardia que custodiaban los colocaba el
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Cabo de Cuarto, a su vez toda esa gente que colocaba los distintos puestos
se los daba al Jefe de Guardia y este anotaba en el libro de jefe de guardia
que puesto le tocaba a cada uno y en ese libro de guardia se anotaban todas
las novedades, era el libro esencial. Sobre el cambio de guardia de los
calabozos manifiesta que el oficial de servicio entrante y saliente iban a los
calabozos, y sin abrir las puertas, controlaban los detenidos que estaban allí,
se les preguntaba si tenían novedades, algunos contestaban y otros no, al
menos en su puesto de oficial de servicio cuando le tocó a él era así, porque
era un orden que había impartido el jefe de la unidad, después se presentaba
el jefe de servicio, el entrante y el saliente y daba las novedades y el jefe le
ordenaba hacerse cargo y se llevaba los libros donde se asentaba las
novedades, se llamaba libro de guardias, hasta que no firmaba el jefe ese
libro uno no se podía retirar de la Unidad. No recuerda el apellido de ninguno
de los detenidos, ni sabe que tiempo estuvieron ahí, era tanta la presión que
había. El oficial de servicio, llevaba dos soldados de custodia y los llevaba al
baño y esperaba que hicieran lo que tenía que hacer y se los colocaba en el
mismo lugar que estaban. En base a lo que decía la gente del servicio de
Informaciones y la policía, se buscaba a la gente que componía al grupo, se
lo armaba y salía, desconociendo a donde iban y que hacían. Que dentro del
escuadrón se movía normalmente, cumplía las funciones dentro del
Escuadrón y cuando eran llamados se formaba el grupo de tarea y salían.
Que nunca vio a personal del Escuadrón bajar a los detenidos, vio a gente de
la policía. No puede precisar exactamente con qué frecuencia hacia
guardias, puede haber sido cada siete o diez días. Los calabozos eran
aproximadamente de un metro y medio por dos metros, entraba un colchón.
El grupo de choque o grupo de tarea, como se le decía, era un grupo que se
formaba con la gente de ahí que era del Cuerpo de Comando, serán los
oficiales, el servicio de informaciones dentro del Ejército es el Servicio de
Inteligencia. Está ese grupo que el dicente le decía elite porque nunca los
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provincia, o sea que estaban desde tiempos anteriores por equis causas,
porque había mucha gente que venia del interior por pelea y robo, toda esa
gente tenían a cargo ellos, los del servicio penitenciario, con la gente del
PEN no se podían ni meter, para nada, para darle de comer iban los
cocineros acompañados por uno o dos de los militares, para llevarle la
comida. Los detenidos políticos o a disposición del PEN eran los llevados de
noche, encapuchados todos, con esos camiones cerrados, ni sabían a quién
traían, después ellos, algún capo de los militares dieron las instrucciones de
aislarlos, al Director y a ellos les dieron instrucciones que no podían
comunicarse con ellos, ni un papelito podían recibir, nada, nada, los militares
siempre estaban al frente, hacían rondines y estaban ahí. Como jefe de
celadores hacían veinticuatro por cuarenta y ocho, el dicente estaba en
varias partes, por ahí le decían que tenía que ir a tal lado o a tal otro porque
tenía que suplantar a los que faltaban, el dicente suplantaba a los jefes de
talleres, que eran trece, también suplantaba en la guardia y en la sala de
armas, el dicente tenía cargo en la sala de armas en toda la provincia,
cuando alguna unidad necesitaba armas o balas el dicente se las entregaba
y les daba los recibos. Algunos internos eran retirados, de uno se acuerda,
pero no sabe el apellido ni nada, que lo sacaron a la noche y lo reintegraron
a la madrugada, son muchos años, recuerda que había una persona o dos
que lo cargaron, pero no pudieron saber quién era el interno, no los dejaron,
a eso de las cinco o seis de la mañana, no recuerda bien, lo mandaron a
buscar con el vehículo de ellos, era un camioncito cerrado tipo Mercedes que
ellos tenían, era un vehículo militar, entraban y salían, traían gente y llevaban
gente, después esa gente siempre la manejaban ellos, el dicente y sus
compañeros no podían meterse para nada, se ocupaban de sus internos
nada más. Recuerda que las personas que buscaron a este interno estaban
uniformados, al interno no lo vieron, porque era retirado de la Unidad Familiar
y ahí tenían veinte o treinta personas medias incomunicadas, los militares
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oficina, de mañana, horarios de oficinas, no sabe para qué y cómo las
llevaron, lo único que se veía es que las sacaron, después no sabe si las han
reintegrado o si ya quedó afuera, mayormente había muchos matrimonios.
De lejos se sentían gritos con la eléctrica, pero el dicente y sus compañeros
no sabían porqué, los habrán hecho cantar con la picana eléctrica, pero eso
no lo puede justificar. Mayormente se veía a la nochecita que llegaban unas
cuatro o cinco personas y se iban de mañana, a las cuatro o las cinco, y de
noche estaban con esa gente, no sabe si estaban tecleando, es decir
escribiendo a máquina, no los dejaban meter para nada, tampoco querían
saber porque les daba lástima pobre gente. Cuando les daban la cena
cuando llegó esa gente por primera vez a la Unidad, había que ver como
comían, quien sabe cuándo fue la última vez que comieron, al jefe de guardia
le avisaron que venía más gente y que tenía que darles de comer porque no
sabe desde cuando no les daban comida, fumaban, comían, se quedaron
con la guardia hasta que les dijeron en que pabellones los iban a ubicar, pero
siempre con personal de ellos, de los militares, sabían llevar entre veinte o
treinta personas entre hombres y mujeres. Cuando los ubicaron donde iban a
estar les dieron todo nuevo, colchones, frazadas, sábanas, almohadas, eso
el Servicio Penitenciario. En presencia del personal del servicio penitenciario
los militares no los trataron mal, seguramente porque sabían que entre ellos,
como el dicente, había gente que no se iba a callar la boca. Todos los días a
los médicos de la Unidad, si alguno de los detenidos se quejaba o necesitaba
asistencia, los veía, a esos detenidos los tenían que llevar a la enfermería
donde el doctor tenía sus comodidades, los médicos tenían la obligación de
atenderlos, de acuerdo a la especialidad, Moyano era especialista en
garganta, nariz y oído, y si hacía falta les daban los medicamentos, en ese
sentido atendidos estaban bien. Enfrente, en la UP6 el mismo caso, cuando
necesitaban médico hablaban a la guardia y ahí iba el médico con enfermero
a atender a la persona, porque ahí también había chicas con problemas, de
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las detenidas del PEN, había enfermeras y cuando ellas no podían resolver
llamaban al médico. Los médicos y enfermeros de la UP1 en los años 76 y
77 eran Guillermo Riolo, el Dr. Emilio Rossi no sabe si estaba en aquel
tiempo, pero el dicente se olvida, se acuerda que a la noche había que
buscar el médico de guardia que estaba de turno, de los enfermeros se
acuerda de Altamirano Roberto, ese era uno, después había otro, pero no se
acuerda. El Dr. Moyano atendía a los internos según su especialidad, y si
había alguna pequeña cosa, por ejemplo, dolor de muela o dolor de cabeza
los atendía también. El Dr. Riolo cree que era médico cirujano, era el yerno
del Dr. Julio Ferrarotti. El médico que estaba ahí tenía la obligación de
atenderlos a todos, menos a gente de PEN, también tenían que atenderlos
porque no los van a dejar sufrir habiendo gente ahí, los llevaban a la
enfermería y ahí los atendían, siempre acompañados por personal del
Ejército. Que Moyano hacía exactamente lo mismo que el Dr. Riolo, atendía
a todos, el doctor venía de mañana y de tarde, si hacía falta de noche se lo
buscaba. Humberto Rodríguez, era muy buen enfermero, le decían Toti, se
jubiló ya, lo querían mucho los internos. La enfermería de la Unidad Penal
quedaba, de entrar por la guardia a mano derecha, en un rincón, ahí estaba
la enfermería, era un salón bastante grande tenía varias camas para internar,
siempre había internados que tenían que hacer reposo, tenía una sola
planta, pegado al salón de internación estaba la enfermería que era otra
habitación donde estaban todos los medicamentos, inyecciones, los
calmantes, todo, como cualquier enfermería común, había una camilla para
que los médicos pudieran revisar a los internos, si decían que lo tenían que
operar se los llevaba al hospital con la custodia como ya dijera. El personal
del Ejército acompañaba a los detenidos del PEN si había que internarlos
porque ellos, los del servicio penitenciario, no podían estar con esta gente,
posiblemente lo han internado en la enfermería de los Cuarteles, porque en
el Hospital no van a poner personal uniformado con un hombre de civil. El
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trato de Appelhans con estos internos del PEN era bueno, compraba los
paquetes de diez atados de cigarrillos en el kiosco del Penal y les convidaba
a los del PEN que recién habían llegado a la Unidad. Para el dicente y sus
compañeros los trató bien, ahora el que se lo buscaba el mal trato era la
persona, él mismo, porque no obedecían el reglamento, la disciplina de los
internos, porque cuando entraban había que agarrar a esa persona y llevarla
a la oficina solito y enseñarle que es lo que le corresponde del reglamento
del interno sobre la disciplina del penal. La limpieza, la higiene, el no meterse
en pabellón ajeno, ser buen compañero, si algo precisaban estaba el jefe de
celador y que ahí no se iba a castigar a nadie, si a alguien lo ponen en
aislamiento es porque se lo buscó, una vez, dos veces, tres veces se le
recalca la disciplina lo que corresponde cuando entran, a la tercera vez se le
dice que uno no lo va a castigar sino que él mismo se castigó. Appelhans
dependía de las autoridades de los militares, él era militar, el gobernador era
militar, en comisión fue puesto ahí, como estaba en actividad todavía, él no
quería ir y lo pusieron de prepo y se tuvo que hacer cargo. Debía tener
siempre autoridad del Subsecretario de Justicia de la Provincia, el tenía que
recibir órdenes, lo mismo que los traslados, para trasladar tiene que tener
autorización del Subsecretario. Con los detenidos del PEN no tiene nada que
hacer con eso, en eso estaban los militares.
* Carlos Leonardo Felipe Barsotti (fs. 367/369) refiere que entró al servicio
penitenciario en el año 1968, cuando los militares entraron el dicente estaba
en economato, para entregar los víveres, el dicente entregaba los víveres a
los cocineros, en el economato estuvo dos o tres veces intercalados porque
lo sacaban de ahí y lo ponían de nuevo, también recuerda que estuvo en la
bloquera, en el depósito, en la guardia, estuvo de chofer, eso fue a lo largo
de su carrera. Con precisión en los años 76/77 no puede decir donde estuvo,
cree que en esa época puede haber estado dos o tres años ahí en
economato. Que el economato era como un depósito de víveres únicamente
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y pegado estaba la cocina. Manifiesta que en el economato estaba el dicente
solo, no tenía compañeros de trabajo. Señala que las cocineras del penal en
esa época eran mujeres, a una le decían Rosa, la otra era Sara y había otra
cocinera que era alemana que no se acuerda ni el apellido ni el nombre.
Refiere que su superior jerárquico en la Unidad Penal N° 1 en esos años era
el director, este señor Appelhans. Que sus funciones las cumplía en el
economato, en el depósito de víveres, y su horario era de siete a una.
Manifiesta que los militares tenían a los detenidos políticos a disposición del
PEN en la unidad familiar en esa época, cuando entraron. Sostiene que la
custodia de la unidad familiar, mientras estuvieron allí detenidos los internos
del PEN, estaba a cargo de los militares, porque a ellos, a los del servicio
penitenciario no los dejaban arrimar. Relata que la cocina estaba ubicada
para el lado del oeste a unos diez o quince metros del penal, del pabellón.
Manifiesta igualmente que la distancia aproximada a que se encuentra la
unidad familiar de la cocina y el depósito de víveres, era a unos cien metros
o cien y algo de la cocina. Refiere que desde la cocina o en cercanías de la
misma se observaba la unidad familiar. Sintió comentarios que los militares
entraban y salían en vehículos y la guardia no sabía lo que llevaban, ellos
eran como dueños de casa. Señala el dicente que estuvo siempre como
celador, nunca como jefe en esa época, como jefe de guardia estuvo a los
seis o siete años después. Manifiesta que de mañana se veía que entraba
algún vehículo a la unidad familiar, pero después de la una él ya se retiraba,
cree que eran vehículos particulares. Refiere que no le consta que en la
Unidad Familiar o en la denominada Casita del Director se torturaran
personas, por lo menos a la mañana, después ya no sabe más nada porque
se retiraba. Asimismo, señala que no sabe que función cumplía en aquella
época la Casita del Director, ahí veía que ingresaba el señor este Trimarco, a
veces que el dicente andaba haciendo trámites, a veces lo veía salir y entrar
de esa casa.
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* Pedro Guillermo Aguirre, fs. 370/374; refiere que ingresó el 7 de
febrero de 1974, prestando servicios en la Unidad Penal 1, se retiró, cree,
que en el año 2005. En los años 1976/1977 cree que el Director de la Unidad
Penal 1 habrá sido Appelhans, estaba él y después quedó Solari, eso no se
acuerda bien, pero estaba Appelhans, era el director. Agrega que en la
Unidad Penal 1 estaba en la guardia, cubría los puestos fijos, los paredones
que están a los costados, donde terminaba la cárcel en esos tiempos, cree
que el techo también lo hacía y en la punta donde está el lavadero, sobre
calle División Los Andes, había una garita ahí. El diciente era Agente, era
nuevo y no conocía, a veces lo ponían con un compañero de mayor
antigüedad, eso habrá sido unos quince días, tiempo en el que le enseñaron
lo que tenía que hacer, eso fue en el año 1974, en los años 1976/77 ya
estaba solo. No se acuerda si el horario era 24 por 24 o 24 por 48. Que los
compañeros del servicio penitenciario que trabajaban en esos años con él
eran Oilhaborda, Sayes, un Cornejo que ya falleció, que estaban en la
guardia, Sánchez, que cree era celador, Pérez que era celador, Verón, ya
fallecido, que era celador, Balcaza, Luna, fallecido también. Que en la vida
intramuros en la Unidad Penal N°1 durante los años 1976/1977 había
internos comunes y estaban los que llevaban los militares, la unidad en ese
tiempo no es como ahora que hay una luz que se ve todo, antes donde los
llevaban que era la unidad familiar, los veían, sentían los ruidos de los autos,
había una cadena en el puesto 1, de entrada, ni sabe quiénes estaban en
ese puesto de entrada, antes que entrara el auto ya estaba la cadena baja, el
dicente de su parte no podía ir para ese lado de la unidad familiar, no iban a
hacer recorrida, nada, la recorrida era por los paredones que las hacía con el
cabo de cuarto o el jefe de guardia, y ahí en esas recorridas a veces veían,
sentían los autos y miraban, si estaba arriba del techo veía el paso de los
autos pero no la gente, no veía nada porque estaban las luces apagadas en
la unidad familiar, la luz de la entrada estaba apagada, estaba prendida la luz
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de adentro del pasillo que da a las habitaciones, ahora quien iba no sabe
porque no los veía nunca. En el penal de un lado estaban los presos
comunes y del otro, dentro de otro pabellón, estaban los que decían eran
subversivos, eso sabían, o por el PEN ponían en el pizarrón, ahí fue donde el
dicente los conoció, se acuerda de algunos también, se acuerda de Rufiner,
del Dr. Méndez, aquí presente, de Bergamaschi, un día se acuerda por
ejemplo que entraron para hacer el recuento y vieron que Bergamaschi se
había cortado las venas y lo llevaron en la camioneta, recuerda que
Bergamaschi le decía al dicente que le llevaba la muñeca doblada para que
no se desangrara porque tenía todo abierto e iba sangrando “flaquito dejame
morir porque me van a matar”. Al hospital llegó con 0 de presión, lo sabe
porque el dicente se quedó en el hospital. Manifiesta que vio, que algunos
internos de los denominados subversivos o a disposición del PEN eran
retirados ocasionalmente cuando ha estado de guardia. Que no se acuerda
en qué vehículos retiraban a los detenidos, no sabe si en el vehículo de allá
de la Unidad, cree que al Comando los llevaban, decían eso, el jefe de
seguridad que cree en ese momento era Balcaza que tenía a su gente, no lo
iba a poner al dicente que era nuevo, ponía gente más vieja, no se acuerda
en que vehículo era pero que los llevaban sí. Un día uno de los empleados
del servicio dijo que habían ido al Comando, no se acuerda quien lo dijo,
pero sí que dijo que habían ido al Comando. Agrega que a los detenidos al
retirarlos de la Unidad Penal les ponían las esposas y los sacaban, nada
más. Tampoco se podía hablar ni preguntar nada a ninguno de los detenidos
PEN, por lo menos el dicente, no lo dejaban, capaz porque era nuevo, el
dicente entonces se tenía que cuidar. Los militares dijeron que el que hablara
con esos detenidos inmediatamente le daban de baja, por eso el dicente se
cuidaba, el que más contacto tenía era el celador, que tenía que abrirles para
que vayan al baño. Agrega que no vio que a los detenidos a disposición del
PEN, o denominados subversivos eran llevados a la Casa del Director, pero
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sí sabe que los llevaban, no lo vio nunca, pero después por ahí conversaban
entre ellos, entre los compañeros, y por ahí decían que habían llevado a
alguno, y decían que no volvían, a algunos los traían. El dicente sabía que
estaba eso, porque a veces estaba de guardia y del puesto de la
mosaiquería, allá, veía la cantidad de gente de civil, que no era del servicio
penitenciario en la zona de la Dirección General, los vehículos eran Falcón,
los metían adentro de la Unidad, a esta gente no les veía la cara, afuera eran
como seis, siete, y adentro habrán sido más, quien sabe cuántos había. Ahí
en la Dirección General hubo un puesto, siempre hubo un puesto, cuando
estaban ellos, esta gente, piensa que los militares, ese puesto se sacaba,
pero no andaban de militares, andaban de civil, de militares andaban de día,
andaba uno que se llamaba Cristoforeti, que era medio loquito, ese andaba
de noche, andaba por todos lados, tiraba tiros, ese es el único que conoce, a
los otros no los conoce, y conocía a los otros tres que estaban allá, Solari,
Languasco y Appelhans. Un día estaba el dicente en ese puesto de calle
División Los Andes y pasó una señora y le preguntó por una calle que no
recuerda y dio justito la casualidad que pasa Appelhans con la mujer y le
toca la bocina, eran las diez y media de la noche, y Appelhans entró y le dijo
al Jefe de guardia que al día siguiente el dicente no saliera, y lo dejó quince
días arrestado. Recuerda que estaba la consigna de no conversar con nadie.
Appelhans después de decirle al jefe de guardia que Aguirre no saliera al día
siguiente, se fue enseguida. Refiere que a los detenidos a disposición de
PEN eran llevados a la casa del Director durante la noche, no se acuerda el
horario, pero era ya tarde. Ahí no entraba el dicente, pero supuestamente
decían que había camas, que había camillas, no vio eso, no podía entrar, no
lo dejaban, ese era el comentario entre el personal del servicio penitenciario
en esa época, porque algunos sabían, pero el dicente no lo vio. A los
detenidos del PEN, más los conoció cuando estaban adentro del penal, de
algunos no se acuerda. A lo primero entraban autos y los llevaban a la
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fueron trasladados, y a los días volvían, de si eso sí se acuerda, pero no los
nombres. Recuerda que el día que estaba de guardia, al Director lo veía
entrar a las 6 y media, siete menos veinte, está hablando de Appelhans, se
iba a la una, una y media de la tarde, venía a las cinco y media, se iba a las
ocho y media más o menos, como ya dijo la única vez que lo vio entrar a la
noche fue esa vez que sancionó al dicente, que entró y salió. El dicente
piensa que tenía conocimiento que entraba gente de afuera, porque sino
como iban a dejarlos entrar, alguien tenía que dar la orden para que entraran
los de afuera. Cree que Appelhans dependía, supuestamente lo que
comentaban, del ejército, es que Trimarco le daba las órdenes a Appelhans,
el dicente no sabe quién era Trimarco, no lo conocía, alguien le ha dado las
órdenes, de algún lado salió eso.
* Domingo Manuel Arellano (fs. 375/377). Refiere que al dicente lo
nombraron en el Servicio Penitenciario el 20 de diciembre de 1976 pero
ingresó el 22 de diciembre de 1976, se retiró dos años antes de ser
convocado a prestar testimonio, previamente se tomó dos años de licencia
por su problema de corazón, en esos años estuvo en la Unidad Penal 1.
Cree que estaba Appelhans como director entre diciembre de 1976 y 1977,
que manejaba todo, era él el interventor. Agrega que él estaba en la guardia,
cuando ingresó estaba como ayudante de las guardias, los cambiaban de
acá para allá porque no habían hecho el curso. Él entraba a las siete de la
mañana y salía a las 13 a veces y a veces hacían hasta las ocho de la
noche, después empezaron a cumplir las veinticuatro horas de guardia y les
daban supuestamente cuarenta y ocho horas de franco, pero casi nunca les
daban eso, les daban veinticuatro horas. Cumplía la guardia en la misma
oficina de guardia, que estaba ubicada en el edificio principal, en ese mismo
edificio estaba esa oficina y medio atrás de ésta estaba la enfermería,
después ya venía un patio y después el penal, pero en la actualidad no está
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el dicente no tenía contacto con ellos, y de los viejos eran más los oficiales
que andaban con ellos. En ese tiempo los oficiales eran Maidana, Penco,
Duré, había un oficial de apellido Espinosa, había un suboficial mayor, cree
que era, que hacía de Jefe de Seguridad, Balcaza, se acuerda porque lo
tenía zumbando. Añade que sabe que a los detenidos a disposición del PEN
eran llevados a la Unidad Familiar, pero no los transportaban ellos, los
nuevos, que objeto tenían no sabe, porque ese sector de la unidad familiar,
los nuevos del servicio penitenciario lo tenían vedado, no sabe respecto de la
Casa del Director porque ese lugar tenía entrada independiente, sentían y
veían que llevaban el grupo, eran varias personas, las llevaban desde el
penal, a veces era en vehículo y a veces caminando. A los detenidos los
llevaban gente que llegaba y no sabe quiénes eran, con algunos
penitenciarios, los penitenciarios hacían más de custodia, la gente que
llegaba de afuera andaba de civil, usaban vehículos particulares, a veces
utilizaban el celular de ahí. Los traslados los realizaban a veces de mañana,
a veces de tarde, por lo menos que viera el dicente. A los detenidos los
llevaban esposados, generalmente todos los traslados tanto de comunes
como los de ellos cuando eran unos cuantos metros se hacían esposados.
Los detenidos llegaban o en vehículos o particulares o del Ejército, o
deducían ellos que llegaban en vehículos del Ejército porque de ellos no
eran. Los médicos de la UP1 entre diciembre de 1976 y diciembre de 1977
eran Bernardis, Riolo, cree que Guillermo, y de enfermero estaba Altamirano,
era suboficial, había otro enfermero, pero no se acuerda el apellido, Haydé
Ludgren era enfermera y en algunas oportunidades colaboraba con la Unidad
Penal 6 en la parte de Sanidad.
* Florentino Anacleto Bastida (fs. 378/380). Refiere que entró en el
año 1970 a trabajar en la Unidad 6, en mantenimiento donde estuvo dos
años y nueve meses, después lo pasaron a la guardia de la Unidad 1, era
Agente, se retiró del servicio en el año 1990, en el año 1975 estuvo siete
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meses en la Unidad 3 de Concordia, en los años 1976 y 1977 estuvo en la 1.
El Director de la Unidad Penal N° 1 en los años 1976/77 era Appelhans.
Como agente era centinela apostado, por ahí le tocaba un puesto y por ahí le
tocaba otro puesto, cada dos horas venían los relevos. Entraban a las siete
de mañana y salían a las siete del otro día, con un poquito de suerte sino
quedaban recargados, sino salían a las dos de la tarde, tenían 24 por 24.
Agrega que estaba el puesto 3, el 1, el puesto 3 estaba sobre la calle
División de Los Andes, el 1 estaba al frente sobre Marcos Sastre, después
estaba el 4 que estaba al fondo, atrás, el 4 y 5, en la parte de atrás al Sur, a
veces, a veces, de mañana cuando salían los internos le tocaba el puesto 7
que estaba en la quinta, y el horario en ese puesto era de siete a una porque
los internos estaban afuera trabajando. El puesto 2 lo pusieron mucho
después cuando hicieron el pabellón Clemente 11 que era de los menores.
Recuerda el ingreso de los detenidos políticos a la Unidad Penal 1, los
militares tenían la oficina aparte, ahí donde era la unidad familiar, los
militares no les daban ni bolilla a los agentes del servicio penitenciario, a los
chiquitos, ni los miraban. Los militares tenían a los internos políticos adentro
de la unidad familiar, pero los militares entraban y los llevaban. Refiere que
vio el traslado de detenidos políticos por parte de los militares, porque donde
estaba apostado en la garita, tenían un conscripto con ellos, el dicente y sus
compañeros no tenían contacto con ellos, ni con los militares ni con los
detenidos políticos, pero si vio que entraban y salían. Los vehículos que se
movilizaban los militares eran tipo falcón, iban a la unidad familiar, entraban
por la guardia, por el 1, entraban derecho a la unidad familiar. Ellos los
llevaban en el auto de ellos, los bajan y los entraban en la oficina, la unidad
familiar que era donde trabajaban ellos los militares, después los sacaban y
los llevaban, se iban ellos, a veces volvían vacíos, no traían a nadie, después
aparecían a los días, a veces volvían con gente, cuando bajaban a los
detenidos éstos iban de civil, los militares a veces iban de civil y a veces
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vestidos de militares, los militares entraban con autos de ellos, cargaban y se
iban, el personal penitenciario no tenían ningún roce con ellos, eran muy
chiquitos al lado de ellos. Sabe que detenidos a disposición del PEN eran
llevados a la Casa del Director, pero el dicente desconoce para que los
llevaban, ellos eran traídos de afuera. En la unidad familiar tenían una
custodia permanente de ellos, de los militares. Agrega que los militares
tenían contacto con el Director Appelhans. Respecto de los médicos de la
UP1 recuerda que estaba Moyano, recuerda que estaba él, y como
enfermeros estaban Amatti y Altamirano pero ya se murieron, y el que
trabajaba ahí también pero ya está muerto es el Dr. Ferrarotti. Recuerda que
Appelhans manejaba el personal del servicio, con los militares no sabe si le
respondía a alguien superior, él se manejaba solo, con el dicente era un
Director muy bueno, era recto. Respecto de los reglamentos carcelarios que
aplicaba Appelhans quería que se trabajara bien, que al interno lo tenía bien,
al interno que andaba bien lo trataba bien, al que andaba mal le daba
arresto. El dicente y sus compañeros tenían que cumplir lo que él mandaba.
* Ricardo Alberto Britos (fs. 382/385). Refiere que ingresó en
diciembre, 22 o 23 de diciembre del año 1976, se retiró en el año 2007, que
estuvo un solo año en la guardia de la Unidad Penal 1 y después lo pasaron
porque como era la camada que entró con estudios lo pasaron a la parte
judicial, en la oficina de Tratamientos de la Unidad Penal 1. Agrega que el
Director de la Unidad Penal N° 1 cuando entró, si no recuerda mal, era el
señor Luis Domingo Languasco, y era suboficial mayor del Ejército, cuando
hicieron el curso el dicente y sus compañeros en el 76 y continuó no sabe
hasta qué año. Recuerda que en los primeros tiempos desde que ingresó a
la Unidad estuvo en la guardia, en distintos puestos, eran puestos rotativos, o
sea que se van turnando uno en cada puesto, cada dos horas se hacían más
o menos los puestos, era centinela. El horario de trabajo era 24 horas, a
veces tenían 48 horas de descanso, por ahí tenían recargo, a veces tenía
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una comisión que hacer. Los puestos eran rotativos, eran dos horas en uno,
dos horas en otro, en distintas zonas de la Unidad. Recuerda que al
momento de su ingreso al Servicio Penitenciario había alojados detenidos
políticos a disposición del PEN. Se hacia el parte diario porque ahí es donde
consta la cantidad de alojados, si son federales, provinciales, procesados,
todo, eso se pasa de una guardia a otra para que sepan la cantidad de
internos que hay dentro de la unidad. Cree que los internos políticos, a
disposición del PEN no se encontraban alojados junto a los detenidos
comunes ni en el mismo pabellón, le parece que estaban aparte, estaban
divididos en celdas distintas. No vio que militares y/o alguna fuerza de
seguridad ingresaran o se retiraran de la unidad penal con detenidos
políticos a disposición del PEN, pero por ejemplo, cuando venía un vehículo
particular con vidrios polarizados, los que podían saber eran los del puesto 1,
que eran los de la entrada, los jefes, el oficial de guardia o el Jefe de
Seguridad, eran los que le decían que se retirara, claro porque les daban
órdenes por ejemplo “si viene tal vehículo retírense”. Uno de los oficiales era
Vicente Santana Luna y como Jefe de Seguridad estaba el Suboficial Mayor
Balcaza. Vio que los autos se dirigían al edificio de la unidad familiar. No
sabe, si iba el chofer o gente adentro, las que el dicente vio, que fueron
pocas, fueron en horario nocturno, porque no siempre le tocaba el puesto
ahí, porque se iba rotando. A él lo habían designado en la zona de la unidad
familiar, no pegado, a unos veinte, veinticinco metros, el jefe le daba la orden
que no entrara ni saliera nadie, después cuando venían estos autos lo hacían
irse, lo hacían ir de vuelta a la guardia que viene a ser en el edificio, ahí en la
zona de la unidad familiar se quedaban los jefes, era un puesto rotativo, las
guardias las hacía solo, como en cualquier puesto, siempre alejado del
edificio. Entre sus compañeros del servicio recuerda a Carrouchet Alejandro,
Collado, González, el Suboficial Castillo, estuvo Demartín Amelio de Cabo de
Cuarto, Cóceres, también se acuerda de Mitre, que estaba en la Dirección
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General, Duré era Jefe de Guardia y García, Juan Domingo, era jefe de
tratamiento. Sabe que mujeres, detenidas políticas a disposición del PEN,
estuvieron alojadas en la UP N° 6, en la parte de atrás de la Dirección
General, se decía, porque el dicente no lo vio. Ahí en la guardia les
comentaban, al igual que en la unidad familiar, acá hay mujeres detenidas,
ustedes no tienen nada que ver que no entre ni salga nadie, eso se los decía
el jefe de guardia y el jefe de seguridad. No les decían porque estaban ahí, al
dicente y sus compañeros no les comentaban nada. En la Dirección General
donde estaban las mujeres detenidas cree que por dentro no la custodiaba
nadie, por fuera el servicio penitenciario. Recuerda que en la UP 1 estaba
como enfermero un tal Altamirano, y entró con el dicente Dante Rodríguez
que era también enfermero, de los médicos se acuerda estaba el Dr.
Moyano, de otros no se acuerda. Como personal que cubría guardias en el
puesto 1 recuerda a un tal Pastrana, González, uno petisito, eran
suboficiales, en la guardia en el puesto 1 estaban de Cabo Primero para
arriba, Sargento. Estaba un tal Pereyra Ramón. Agrega que no recuerda bien
que estando de guarda ingresaran detenidos políticos, pero sí habían
ingresado esporádicamente, cada tanto, a veces uno lo ve cuando ya está en
la guardia y no sabe en que lo llevaron, porque ahí uno no está sentado, está
siempre en movimiento. Cree que Director y el Subdirector no podían ignorar
estos movimientos.
* Daniel Ramón Cersofios (fs. 386/389) refiere que prestó servicios en
la UP 1 e ingresó el 21 o 22 de diciembre de 1976, se retiró a partir del
primero de octubre de 1992. Cuando entró estaba Appelhans como Director,
pero no se acuerda hasta cuando estuvo, pero seguro que cuando ingresó
estaba Appelhans como director. Cuando ingreso a la Unidad Penal 1 era
agente de la guardia en los puestos, a la noche a veces se creaban otros
puestos, se agregaban, pero eran puestos fijos, en los alrededores del penal,
el horario de trabajo era 24 horas por 48, eso era en los papeles, pero
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prácticamente vivían recargados. En la guardia rotaban continuamente los
puestos, había uno que se hacía frente a donde ahora es la Dirección
General del Servicio Penitenciario, otro estaba en la mosaiquería sobre calle
de la División de los Andes, había uno que cuando salían a trabajar a los
talleres se hacía dónde termina el terreno de la cárcel sobre División de los
Andes, eso se hacía de mañana cuando funcionaban los talleres, después se
corría para donde estaba la escobería, ya digamos sobre la parte sureste del
penal, pero todo del lado de afuera, había uno en la bloquera ese estaba
sobre el lado sur oeste del penal y después había en la quinta, lado suroeste
pero del lado de calle Santos Domínguez. Después estaba el puesto n°1 que
era donde estaba la barrera. En este puesto estuvo de noche generalmente,
si iba, iba de noche, porque eso lo cubría personal más antiguo. En esa
época había puestos de guardia en el techo del penal, de noche funcionaba,
había que prender cada 15 minutos un reflector que iluminaba el campo de
fútbol o los techos del Penal y la parte externa. También le tocó hacer
guardia en los puestos del techo del Penal, de noche era un puesto más, y
se rotaba entre todos los que estaban de guardia. Anteriormente decían que
eran dos puestos en el techo, pero cuando el dicente ingresó era un solo
puesto. Recuerda que cuando ingresó a prestar servicios en la Unidad Penal
1 había internos detenidos de los denominados políticos, ellos estaban en
pabellón separado, en celdas, porque son celdas grandes. Se acuerda de los
traslados de los detenidos, que los traían de Coronda, de otras Unidades.
Generalmente donde se hacía guardia el dicente estaba poco tiempo,
generalmente estaba apostado, además a los nuevos como el dicente los
miraban con recelo, cuando traían subversivos a los nuevos los mandaban
más lejos, mandaban personal más antiguo. Sabía que detenidos políticos
eran trasladados a la Unidad Familiar, pero al personal lo tenían lejos de ahí,
sabían que había gente. Agrega que a veces ingresaban autos de noche,
pero eran autos particulares, no eran identificables, entraban con las luces
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apagadas, cuando entraban esos autos había que alejarse. Los autos
ingresaban por el puesto e iban directamente, no pasaban por la oficina de
guardia, iban directamente a la Unidad Familiar, generalmente iban por el
lado oeste del Penal, a veces atravesaban la cancha de fútbol. Todos tenían
la orden que cuando se veía movimiento ahí tenía que alejarse, la orden la
daba el jefe de guardia, incluso cuando entraban esos autos no se podía
iluminar con reflectores, el que estaba en el techo no tenía que alumbrar.
Recuerda que el jefe de seguridad estaba Alfredo Duré, era subalcaide, a
veces estaba Ramón Balcaza que era suboficial mayor, uno era jefe de
Penal y el otro de Seguridad. Los autos entraban de noche, con las luces
apagadas y cuando veían los autos tenían que alejarse automáticamente de
ahí, eran autos grandes, posiblemente pueden haber sido Falcón, a veces
entraba uno, a veces dos y a veces tres. Los detenidos que llevaban ahí eran
todos los a disposición del Poder Ejecutivo, del PEN que les decían. Incluso
algunos de los detenidos después eran pasados al Penal, ahí sabía haber
algunos, pero el movimiento desconoce, no tenían intervención en esa área,
el personal de servicio le daba de comer después si había alguno, pero el
dicente ahí no estuvo. Respecto al movimiento de los autos decían que
habían dejado uno, si quedaba algún internado en la unidad familiar se ponía
un puesto de guardia más, lo mismo que cuando tenían unidad familiar los
internos comunes se hacía lo mismo, no adentro, que quedaba con llave sino
afuera. Recuerda los traslados, que llevaban o traían detenidos, incluso no
fueron muchas las veces porque los llevaban de a grupos. Había
comentarios que cuando llevaban a los detenidos los llevaban en los baúles
de los autos y los dejaban ahí, pero el dicente no lo vio, o que los llevaban
con la cabeza tapada, o cosas así, pero no lo vio. El horario en que venían
los autos era, a veces iban a la una, a veces iban a las tres de la mañana, no
pasaban por la guardia, no sabe cuánto se quedaban, se quedaban un rato,
a veces media hora, a veces una hora, un rato estaban ahí. No tenían un
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horario fijo, iban de noche. Recuerda que entre sus compañeros de trabajo
en la Unidad Penal 1 estaban Arellano Domingo, Macchi Alberto, Britos
Ricardo, González Roberto, después entró un muchacho Collado que estuvo
poquito tiempo y se fue igual que Carrouchet, eran seis o siete. El jefe de
guardia era Espinoza, después lo tuvo también a Garbezza, o era Ayudante,
de Cabo de Cuarto estaba Sánchez, con el dicente hacía guardia Reinos,
Lallana, a veces uno salía de licencia y después entraba en otra guardia, no
era fijo. Estaba Mario González, había un muchacho Pereyra de quien no se
acuerda el nombre, eran todos agentes de la guardia. También recuerda que
en la Unidad Penal 1 en el mes de enero de 1977 se hizo un Consejo de
Guerra, lo hicieron en un aula de la unidad penal, ese día el dicente estaba
de guardia. Los que participaban eran gente de Aeronáutica y del Ejército,
pero le parece que más eran de Aeronáutica, juzgaron un montón de gente,
incluso trajeron mujeres de la Unidad 6, las trajeron y se hizo el Consejo de
Guerra. Duró ese día nomás, estuvieron de mañana y de tarde, pero
estuvieron ese día nomás. Respecto de los médicos y enfermeros de la UP1
recuerda que era el Dr. Moyano, después estaba el Dr. Franco que era
odontólogo y enfermero estaba Altamirano y Rodríguez.
* Carlos Rubén Toloy (fs. 390/392) refiere que ingresó en el Servicio
en el año 1975 y se retiró en el año 1990, la mayor parte de sus servicios
fueron en los talleres, desde su ingreso al servicio hasta que se retiró trabajo
en la Unidad Penal 1. Hubo tres directores, estaba Appelhans, Luis María
Languasco y Bartolomé Solari, siempre hablando de la Unidad Penal 1.
Respecto de las funciones que cumplía era hacer cotizaciones, las compras
y a retirar material, cuando el dicente entró en el año 1975 tenía un horario
especial que entraba a las dos de la tarde hasta las siete que llevaban la
cena al Barrio General Belgrano, en esa época le llamaban la pasarela,
después empezó en Compras con la Intervención, habrá estado un año o
dos años, siempre estuvo ligado a los talleres, a la parte industrial del
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servicio. En el servicio de guardia lo afectaban cuando había necesidad de
personal y lo recargaban con guardias en los hospitales o en algún traslado a
tribunales o algo de internos, hacía guardias en los puestos de la unidad
cuando estaban recargados, por lo general estaban recargados siempre de
noche. Después en los años 1978 o 1979 estuvo en la guardia. En el techo
del penal había dos puestos de guardia. También recuerda que en el año
1976 había detenidos políticos, pero no sabe si se encontraban alojados
junto a los detenidos comunes, en el mismo pabellón o celdas, en esa época
estuvo lleno, se armaban camas en las aulas, en la unidad familiar. A los
militares los veían siempre, incluso el hizo traslados de esa gente de una
unidad a otra, pero nunca con custodia especial, a veces iba él como
conductor y un acompañante. Agrega que la unidad familiar estaba ocupada
por detenidos políticos, él hizo guardia en la puerta de la unidad familiar y ahí
había detenidos políticos, recuerda que estaba Cresto, Isaías Giménez, la
Sra. Avellaneda de Meli, la unidad familiar tiene diez, doce habitaciones, y
había diez o doce personas pero eran todas de la gestión de gobierno.
Recuerda en una ocasión que realizó un traslado que hizo en comisión junto
con Alfredo Duré, como jefe, desde Coronda hacia Paraná, a esa gente los
trasladaron desde la Unidad Penal de Coronda hacia Paraná, pero no los
llevaron a la Unidad Penal, los llevaron al Batallón de Comunicaciones, iba el
dicente como chofer, Duré como jefe y la custodia militar en una camioneta
patrullera, no recuerda que estos detenidos estuvieran golpeados porque no
los pudo ver ni sabía quiénes eran porque estaban encapuchados, pero
llegaron caminando, subieron a la camioneta en forma normal. En
Comunicaciones, el dicente abría la puerta, bajaban los detenidos y el
dicente se retiraba. Respecto al Director Appelhans recuerda que en una
oportunidad retó al Comando Paraná porque hacía medio disturbios, ellos
amenazaban con que iban a poner bombas, fue una decisión que les
restringió algunos beneficios, pero no que fueran amenazados.
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ahí, les avisaban unos minutos antes y dejaban el puesto, iban a la Unidad
Familiar porque había internos alojados ahí. A ellos, la orden de retirarse del
puesto, se la daba el Cabo de Cuarto, uno era Pastrana, González, cree que
esos eran en esa época, eso son de los que se acuerda. Recuerda que uno
de los vehículos era un Falcón Sprint de color naranja que siempre estaba
ahí, al dicente le llamaba la atención el auto. Recuerda que en la Unidad
Penal 1 en el mes de enero de 1977 se hizo un Consejo de Guerra, cree que
se hizo ahí donde funciona la escuela. Refiere que los médicos y enfermeros
de la UP1 en los años 76 y 77 eran Moyano, Riolo, el otro ya murió era el
suegro de Riolo, los enfermeros eran Altamirano y cree que el otro era
Mathieu. Respecto de los movimientos extraños de gente cree que tanto el
Director como el Subdirector no los podían ignorar. Agrega que el Director de
la Unidad depende del Director General, no sabe quién toma las decisiones.
* Roque Remigio Sayes (fs. 396/399), refiere que ingresó al servicio
penitenciario en el año 1957 y se retiró en el año 1979, estuvo los últimos
dos años de jefe de guardia, la mayoría de años que estuvo ahí era celador.
Como Director de la Unidad Penal N° 1 cree que en los años 1976/77 estuvo
Appelhans. En esos años el dicente era celador, no tenía oficina, hacían las
24 horas junto con los internos en el penal, tenían 24 horas de franco, tenían
24 de servicio y 24 de franco. Recuerda que en los años 1976/77 había
detenidos políticos, o a disposición del PEN, estaban en otros lugares afuera
donde ellos estaban, estaban las oficinas de la Dirección General y por ahí
estaban algunos, cree, y otros estaban afuera por donde era la quinta. Le
parece que detenidos políticos, a disposición del PEN fueron alojados en la
Unidad Familiar de la Unidad Penal. La custodia la mayor parte, la hacían los
militares, siempre, continuamente, ahí en esos lugares había personal militar,
por ahí había personal que pertenecía a la banda del Ejército, a la banda de
música, porque siempre con el personal que estaba de guardia siempre
había uno o dos del Ejército sentados con ellos, eran como que estaban
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era el servicio normal. Cuando el jefe de la Unidad recibió las órdenes que
iba a venir gente detenida, los suboficiales que hacían de Oficiales de
Servicio pasaron a atender a estas personas, atender significa para el
dicente estar atento para darle de comer y para llevarlos al baño. Respecto
de la ubicación de los calabozos agrega que de la guardia misma era cerca,
del local de la guardia al calabozo había unos treinta metros más o menos.
Agrega que éstos eran seis u ocho, la puerta era de chapa, el piso todo
alisado de portland y tenía una ventanita con rejas atrás, estaban uno al lado
de otro, los baños estaban cerca de los calabozos, en frente, a unos diez
metros. Respecto al traslado del detenido desde el calabozo hasta el baño
refiere que cuando al dicente le avisaban, el jefe González les había dicho
que los únicos que podían atender a los detenidos eran los Oficiales de
Servicio, el dicente le planteó al jefe como debían trabajar, a lo que González
le dijo que no tuvieran contacto ni conversación alguna y les entregó una
capucha que estaba en la guardia, que era una funda como de una
almohada, era de género. El dicente le observó que era muy fino, por lo que
le pusieron dos fundas, y con eso, el que quería ir al baño los llamaba,
entonces iban veían quien era el que quería ir al baño le daban la funda y lo
sacaban y lo llevaban al baño, ahí también el dicente discutía mucho porque
el detenido salía sin esposas sin nada, y ellos no eran yudocas, no estaban
preparado para eso. Hacia el baño lo llevaba el dicente, a veces habrá
habido un suboficial lejos, pero a él no lo cuidaba nadie. Cuando terminaba el
detenido lo llamaba, cuando había unos cuantos les decía que se apuren
para llevarlos a todos. No tenían información de quienes eran los detenidos,
no podían tener contacto con ellos, caminaban despacio, porque ahí adentro
seguramente estaban entumecidos, el dicente los llevaba del codo,
caminaban bien dentro de las posibilidades que tenían, no tenían higiene, en
la capucha nomás queda olor, a cigarrillo, a suciedad, el dicente tenía una
botellita de alcohol y se vivía lavando las manos, había olor como a
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transpiración, en la capucha quedaba olor a tabaco impregnado. El dicente
tenía su propia capucha, por la suciedad. No sabe a dónde iban cuando los
sacaban a prestar declaración, el dicente entraba un día y encontraba cuatro
detenidos, a la otra guardia venía y encontraba dos, no sabíamos a donde
los llevaban. La gente que se los llevaba no les informaba nada a
Comunicaciones, trabajaban de noche, esta gente se movilizaba en auto,
entraban por otra calle, por la que está antes de llegar a la guardia. Durante
dos años el dicente discutió con el Jefe González por la forma de trabajar
que tenía, porque al dicente le gusta trabajar en forma correcta, alimentarlos
bien, bañar a los detenidos, sacarlos hasta las diez de la mañana, limpiar las
celdas, sacar los colchones y González no quería, no sabe por qué, será
porque no quería que los vieran. Palabras textuales de González hacia el
dicente fueron “no se le ocurra sacarlos a bañar”. No sabe quién autorizaba a
que los detenidos fueran retirados, ellos los Oficiales de servicio no
autorizaban. No nos informaban que fuerza de seguridad traía a los
detenidos. Manifiesta que, si algún detenido llamaba, el dicente iba a ver que
le pasaba y llamaba al enfermero que tenían en el Escuadrón, entonces el
enfermero hablaba con el detenido y el enfermero decidía, eso no quedaba
asentado en la guardia, normalmente era por colitis, el caso más grave fue el
de un muchacho que con colitis se había ensuciado. En las guardias del
dicente nunca tuvo que llamar al médico, pero sabe que había siempre un
turno para toda la zona en el Hospital Militar. Refiere que los Jefes
normalmente no iban a los calabozos, a veces querían ir, es como que tenían
temor, en las guardias del dicente no, no recuerda, pueden haber ido
después que él se acostara, porque era zona libre, pero de día no. Cuando el
dicente se iba a dormir la zona de los calabozos era manejada por el jefe de
la Unidad. De noche, supone el dicente, que traían gente y la llevaban y
después se desentendían porque los tenían que atender ellos. Respecto de
la alimentación refiere que el desayuno no le daba porque le había dado el
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Oficial de Servicio anterior que le entregaba la guardia, entonces lo que el
dicente le preguntaba al saliente era que cantidad tenía, en base a esa
cantidad al mediodía pedía los platos y en base a eso iba distribuyendo la
comida, con el plato le golpeaba la primera puerta, le abría la puerta un
poquito y le dejaba la comida en el piso. Cuando el llevaba la comida
golpeaba la puerta y preguntaba cuántos eran, a veces había tres, a veces
había cuatro, si le decían que había tres, llevaba tres platos. Todos hablan
de guerra sucia, ahí estaba la suciedad. Respecto de los calabozos
manifiesta que, al momento de ingresar a prestar servicios en
Comunicaciones, los calabozos a que refiere ya estaban ya construidos, por
el formato tenían muchos años, hacían juego con la zona esa, esa era una
casa antigua, cuando se modificó se hicieron. En los calabozos entraba un
colchón y un lugarcito más, que era donde el dicente, cuando llevaba la
comida, ponía el plato, los calabozos no se higienizaban. Cuando se retira en
el año 1985 seguían construidos. Que el período en que hubo detenidos duró
un tiempo, a lo mejor un año, a lo mejor un poco menos, no recordando
cuando empezó. Estima que hubo por lo menos treinta detenidos, por los
cuerpos más o menos uno sabía que era nuevo, porque caminaba más
rápido, hablaban mejor. No llegaban elementos de afuera como comida, por
lo menos en su guardia no, si le llamaba la atención que había olor a
cigarrillo. Recuerda que ellos terminaban el servicio a las 23 horas y
supuestamente en ese período que el dicente no tenía que darle de comer o
algún problema de enfermedad se acostaba, ahí quedaba al mando del Jefe,
el Mayor González, él estaba siempre en su despacho, tenía una cama, al
otro día cuando el dicente entregaba la guardia. En las guardias normales si
usted dejaba un papel se anotaba, en este caso no. En este momento se
acordó que tuvo una reunión con González sobre la forma de trabajar donde
les informó que iba a ver detenidos y que ellos no debían tener contacto con
ellos, que solo tenían que trasladarlos al baño, darles la comida y otras
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darles de comer, llevarlos al baño y en ciertos casos, asistencia médica o si
se sentían enfermos o darles alguna aspirina, debían llamar al enfermero.
Quiere dejar claro que todo el personal detenido dependía del Comando de
la Brigada, siendo el Jefe Trimarco. Si alguno de los detenidos estaba
enfermo, tenía que llamar al médico de turno del Hospital Militar. Piensa que
el médico del Hospital Militar venía a los calabozos a ver a algún detenido.
Agrega que a pedido de los detenidos, ya sea a viva vos ya que estaban en
calabozos individuales, lo llamaba al testigo, acudía, él le entregaba la
capucha y los llevaba al baño, luego volvía a su calabozo le devolvía la
capucha al testigo, éste cerraba la puerta y eso era todo. Había un detenido
por calabozo, no sabiendo si todos los calabozos estaban ocupados. Su
condición aparentemente era buena, ya que los conducía caminado al baño,
aclara el testigo que él no tenía seguridad, ya que no sabía quién era ese
detenido. Al no ser carceleros no estaban preparados para eso, ya que al ser
militares estaban capacitados para otra cuestión y no conducir detenidos.
Manifiesta que los calabozos no se limpiaban ya que esa era la orden,
recordando que cuando hubo soldados presos por ser desertores ellos
estaban en los calabozos y se los sacaban a tomar sol y se les limpiaba el
calabozo. Respecto a la higiene de los detenidos tampoco tenían la orden de
que se bañaran. También la orden era de no hablar con ellos. Agrega que el
oficial de servicio reemplaza al Jefe, y el sub oficial podía ocupar al Oficial de
Servicio. Manifiesta que para ellos fue fuerte hacer guardias en esos
calabozos, ya que detrás de los calabozos eran seres humanos, aclarando
que ellos no estaban preparados para eso, ya que tenían miedo de que
fueran atacados porque no sabían quiénes eran. Traer o sacar a los
detenidos siempre se hacía de noche, ya que durante el día nunca ocurrió,
recuerda que eso ocurría en un día de guardia, y cuando le tocaba la
próxima guardia ya había más o menos gente u otros detenidos. La llegada o
traslado de los detenidos dependía exclusivamente del Comando y el Jefe
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González. Esta gente venía de noche y traían la llave de los calabozos. La
participación de los guardias no existía, cuando el personal de servicio se iba
a descansar, al otro día ya se encontraba con más o con menos detenidos.
Esta gente se comunicaba directamente con González para los traslados. A
ellos no se les daba participación de ninguna naturaleza, ya sea de algún
traslado o traer o sacar a algún detenido. Este movimiento era responsable el
Comando. Supone que la gente del comando eran los responsables de los
detenidos eran ellos los que venían y traían a gente. Aclara que no vio el
rostro de los detenidos, solo los reconocían por la ropa. Respecto de la
asistencia médica prestada a los detenidos refiere que, como primera
medida, se llamaba al enfermero de la Enfermería que quedaba en otro patio
dentro del Cuartel. En la zona de los calabozos era zona prohibida y nadie
podía transitar. Lo que él entiende que Sanidad es el Hospital Militar. Sabe
que hubo una Sección de Inteligencia, estaba dentro del Comando y éste
tenía su Servicio de Inteligencia, no tenía conocimiento ni conocía a las
personas que se desempeñaban dentro del Servicio, no sabía si operaba
dentro de la zona.
* Joe Víctor Manuel Erbetta (fs. 412/415)
* Darío Cesar Fernández (fs. 423/426) refiere que allá por el año
1977, fines de febrero de 1977 lo detienen al dicente como soldado preso,
teóricamente lo llevan al Escuadrón de Comunicaciones, pero nunca pasó
adentro del Escuadrón, recuerda que lo llevaron a la guardia y ahí le dieron
una escoba para que barriera la calle, haciendo el trabajo durante todo el día.
Luego, a eso de las once de la mañana aproximadamente vuelve hacia la
guardia del Escuadrón y llega un auto particular, aclarando al respecto que
era un Fiat sin recordar que tipo de modelo era. Allí lo separan al dicente
para el lado del jardín, que según detalla, se encuentran al fondo del Hospital
Militar. Los soldados que estaban ahí también son retirados, habiendo
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observado a lo lejos desde donde él estaba, que abren el baúl de un auto
que era manejado por un civil, y del baúl sacan a una chica de pollera y
encapuchada. Después al mediodía lo llevan al Escuadrón de Ingenieros,
que estaba más adelante señalando que lo meten al calabozo donde estuvo
entre doce y quince días como soldado preso. Agrega que a la mujer que
mencionó anteriormente la trasladaron hacia adentro del Escuadrón de
Comunicaciones que estaba sobre la calle que sale derecho a la escuelita,
pero por la misma guardia. Agrega que prestó el servicio militar en marzo o
abril de 1976 y fue destinado al depósito de Sanidad 121. En lo que respecta
a sus funciones en dicho depósito, la instrucción la hizo en el Hospital Militar
con la gente del hospital, y duró cuarenta y cinco días. En Sanidad tenía
como compañero a Popelka y sus tareas eran el jardín y calentaban el agua;
le llevaban el agua caliente a la gente, a los que trabajaban en el laboratorio,
estaban como maestranza. Recuerda, a otros compañeros tuvo en Sanidad
como ser: García, Donoso, Milocco, Puntín, Popelka y Gigena, eran ocho, y
el otro era Capobianco. En cuanto a los turnos o guardias que realizaban en
Sanidad señala que eran durante la semana, estaban de lunes a viernes de
siete de la mañana a una de la tarde, y había una guardia que se quedaba
los fines de semana, y una vez por mes más o menos les tocaba esa
guardia, que consistía en atender el teléfono. Sus funciones durante el
tiempo que duró la instrucción en el Hospital Militar, eran todas maniobras de
aprendizaje de formación, desfile, y todos los días los llevaban para allá
abajo, atrás del Escuadrón de Comunicaciones donde había un campo y ahí
hacían la instrucción militar. Recuerda que, como Jefe máximo estuvo el
Teniente Coronel Quinodoz, que era Dr. en Farmacia y después cuando se
retira este hombre llega un tal Rodríguez, no recuerda si llegó a fines de
1976 o principios de 1977, no pudiendo aseverarlo, pero cree que era Mayor.
Como suboficiales, estaban Tardito que era Suboficial Mayor y Cabrera
Suboficial Principal, ellos estaban en el laboratorio, y después venía el Cabo
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Primero Aquino, que era el que más contacto tenía con el dicente y sus
compañeros. Sabían por comentarios que en Comunicaciones había
calabozos y que había detenidos, pero nunca vieron, lo único que vio fue la
chica que bajaron, fue un accidente que el dicente lo viera. En Sanidad no se
atendía a soldados o suboficiales que fueran a pedir medicamentos o
atención sanitaria primaria, era solo un depósito nada más, ahí se
almacenaba. Respecto del vehículo que mencionó, desde su ingreso por
Avenida Ejército y Alvarado, pasa por una guardia y había otra en la rotonda,
por otro lado, aclara que más allá de la marca del vehículo, no se lo podría
caracterizar como un vehículo militar, y que los que bajaron del vehículo, no
estaban uniformados, eran civiles. Él vio una sola persona que bajó de un
auto particular, abrió el baúl y estaba sin armas. Con respecto al cuerpo que
observa que bajan del baúl del vehículo, recuerda que lo bajaron caminando
y lo introdujeron en el interior de la guardia, y como él estaba en una
dirección sesgado, a unos treinta o cuarenta metros, no se veía para adentro,
una vez que ingresaron a la guardia dejó de verlos, lo único que vio es que
era una mujer porque tenía una pollera corta y que caminaba.
* Beatriz Ramona León (fs. 428/430) Refiere que allá por el año 1976
desde julio hasta septiembre, y después en el 77 estuvo de marzo a junio
más o menos prestando servicios en la UP 6 de Paraná. Su superior
jerárquico en aquel entonces era Rosa Susana Bidinost quien ocupaba el
cargo de Directora en el año 1976, y en 1977 estaba Teresita Tomasino de
Giménez, quien ya falleció. En lo que respecta a sus funciones, la dicente era
celadora, y como tal, sus tareas eran abrir las puertas de las celdas para que
las detenidas fueran al baño, y cuando había visitas, las llevaban al salón de
las visitas y permanecer ahí adentro, no dentro de los pabellones sino dentro
de la Unidad, los turnos eran de 24 por 24. Agrega que no tuvo problemas
con las detenidas, pero si con la Directora porque ella les dejaba a las
detenidas la puerta abierta del pabellón para que pudieran ir al baño y la
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Directora solía a controlar porque tenía llave y entraba despacito, siendo que
la única celadora que estaba en su turno era la dicente. Recuerda que una
sola vez fueron unos militares que no los conocía, no sabía quiénes eran,
porque no se identificaban tampoco, ellos fueron una madrugada, como a las
tres de la mañana a querer que les abrieran la puerta, en esa oportunidad
estaba la dicente y Brasseur que era la Encargada de Guardia que quedaba
de noche y ella no les abrió las puertas de los pabellones. Lo que sí puede
decir es que a veces faltaban internas, es decir que ella iba a trabajar y
encontraba una menos, sin saber a donde la habían llevado. Recuerda que
las presas políticas no se encontraban junto a las detenidas comunes.
Estaban separadas, en un pabellón aparte, las presas políticas estaban bajo
candado, por eso es que tenía que abrirles la puerta para que pudieran ir al
baño. Según la dicente en la época de la Bidinost las condiciones físicas y
psíquicas de las detenidas políticas estaban más o menos mal, pero en la
época de Teresita Giménez cambió. Bidinost no iba a los pabellones, ella
impartía las órdenes, la dicente nunca la vio que fuera, no sabe si a las
internas las llamaría al despacho, ella –Bidinost lo que tenía mucho trato con
las internas comunes, porque éstas eran las alcahuetas. Como no entraban
más presas políticas en el pabellón, se habilitó como una sala de estar
chiquita a donde pusieron cinco o seis detenidas. Cree haber conocido a una
interna de nombre Cristela Beatriz Godoy, que según ella estaba
embarazada cuando la llevaron, y sí recuerda que conoció a una interna de
nombre Alicia Ferrer de Weinzettel que estuvo en la Unidad, porque era
sobrina de una empleada de ahí. Señala que los médicos de la UP6 eran los
Dres. Bernardis y el Dr. Riolo, el que más estaba era Bernardis y el que iba
supone como ginecólogo, era el Dr. Riolo; esos eran los médicos de las
mujeres. Respecto al trato de las detenidas políticas éstas no estaban bien
tratadas porque estaban encerradas, en la comida no intervenía porque la
que estaba encargada era la cocinera, Haydé De la Vega, ya fallecida. En
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ninguna oportunidad vio a alguna de las internas lesionada o con signos de
haber sido golpeada, pero si por comentarios se enteró que algunas estaban
golpeadas. Las mismas detenidas les contaban a ellas las celadoras que, a
donde las llevaban les metían botellas en la vagina, otras chicas que estaban
embarazadas, cree que Cristela Beatriz Godoy, les contaban que antes de
ser llevadas a la UP las agarraban de los pechos y les golpeaban la cabeza
contra la pared. En este momento se acuerda que la jefa del Penal era
Tyrrell. Nunca vio en que vehículos eran retiradas del Penal las presas
políticas, pero por comentarios supo que eran llevadas en horas de la
madrugada y encapuchadas, eso por comentario, porque la dicente nunca
estuvo cuando llevaron detenidas. Tampoco sabe con precisión, cuanto
tiempo pasaba entre que las detenidas eran retiradas hasta su regreso al
penal, pero cree que deben haber sido dos o tres días, a lo mejor más.
Recuerda que una detenida se llamaba María Del Rosario Badano,
detallando que a esta chica la sacaban encapuchada cada dos por tres, pero
la tenían mucho tiempo, a veces no aparecía por un mes, lo que sabe por
comentarios es que la sacaban encapuchada, porque durante sus guardias
no fue ni sacada ni traída. En ninguna oportunidad pudo enterarse quien era
esta gente que sacaba y traía detenidas, en la UP 6, decían que eran
militares, pero no se sabía de qué fuerza eran. Según la dicente las ordenes
que las internas fueran trasladadas no venían del Servicio Penitenciario, para
ella eran los militares. No había personal militar permanente dentro de las
unidades penales, ellos iban de madrugada, de día no iban, ni siquiera de
noche, solo de madrugada.
* Carlos René Giraudon (fs. 432/433) refiere que una vez recibido
vino a la Base de Paraná, en 1954 estuvo en el servicio de informaciones, en
1958 ingresó al servicio de inteligencia de la Fuerza, luego estuvo en Río
Gallegos dos años y medio; regresó a la Base de Paraná, luego estuvo en
Comodoro Rivadavia y en 1968 se retiró de la Fuerza como Vice Comodoro.
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Relata que en el año 1977 el gobernador de la provincia, Brigadier Di Belo, le
ofreció volver como director del servicio penitenciario de la provincia, él
declarante había estado como director desde 1968 a 1969. El declarante
aceptó hacerse cargo de la Dirección del Servicio Penitenciario, y que en lo
que refiere a la UP1, el manejo operativo, las directivas, se daban desde el
Consejo de Guerra, que él era como un “gerente administrativo”, tenía su
oficina en la casa del gobierno. En el resto de las unidades penales no había
problema, no recuerda en Gualeguaychú, pero en Paraná, en la UP, cada
vez que llegaba era como “sapo de otro pozo”, todo estaba manejado desde
el Consejo de Guerra y desde el Comando y de quien estaba a cargo de la
Unidad, el director, Appelhans. Reitera que no tenía “derecho” para manejar
las cosas, todo lo hacía el Consejo, a través del Teniente Coronel Zapata,
que manejaba a Appelhans, el director; éste último le dijo que era un
“muñeco con pies de barro”, finalmente en enerofebrero de 1977 renunció, a
causa de esta situación. Dice que las cosas que pudo averiguar que pasaban
en la UP1 eran normales, que no pasaba nada, ninguna cosa rara, que no
había malos tratos, todo esto le informaban desde afuera. Agrega que el
control operativo de la UP1 lo ejercía Appelhans, quien recibía las órdenes
del Consejo de Guerra, del Teniente Gral. Zapata. Respecto de la UP 6
relata que siempre había una barrera, estaba todo muy encapsulado, él
controlaba la alimentación, la salud de las internas, etc. Frente a una
situación irregular en el penal la directora debía dirigirse enfrente, a la UP1,
que se encargaba de la custodia, vigilancia, de la parte exterior, y por
problemas administrativos debía dirigirse a la Dirección del Servicio. Nunca
nadie le dijo nada sobre la entrega de detenidas a personal de las FFAA, no
había por qué sacar a las detenidas; y que, además, justo a él no se lo iban a
decir, porque era como meter “el dedo en el ventilador”, además si lo hubiera
sabido no sabe que hubiera podido hacer; todo se “cocinaba desde adentro”.
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El control operativo de la UP6, ya sea por algún problema de seguridad, o
que se hubiera escapado alguna interna, dependía de enfrente, de la UP1.
* Josefa del Carmen Castillo (fs. 434/435) refiere que conoce a
Appelhans y Bidinost por haber sido sus jefes, trabajó en el servicio
penitenciario, la echaron en julio de 1976, porque pensaban que pasaba
mensajes a las detenidas del PEN, cosa que no era así. Que había dos
clases de internas, las comunes y las detenidas por el PEN que eran como
treinta en una habitación, que solo podían estar una hora al día en el patio,
que tenían diferencias con las demás presas comunes. Su trabajo era dentro
del penal, nunca le tocó hacer guardia. No observo nada particular, después
que dejó de trabajar se enteró que de noche eran sacadas sin registrar por
personal militar. Recuerda que cuando estuvo en el penal a esas detenidas
las trataban mal, en el sentido de la comida que le daban, les taparon las
ventanas que deban a la calle, estaban todas juntas en un pabellón, que le
daba bronca que hagan esa diferencia con las demás presas comunes.
Recuerda el nombre de algunas detenidas como ser Mónica López Alfaro,
Mercedes Carranza, Mirta González de Figueroa, Diana Scopeta, Juana
Godoy. Respecto de Bidinost refiere que era “mala” “mala Persona”, de
buscar siempre hacer daño a las internas, las maltrataba en el sentido que
no les daba nada, ni luz, ni les dejaba abrir las ventanas, era “inhumana”.
Recibió órdenes para el maltrato de parte de Bidinost y de Appelhans.
* Rosa María Teresa Parodi (fs. 436/438) refiere que entró a trabajar
a la Unidad Penal N° 6 el 6 de diciembre de 1976 como guardia cárcel, hasta
junio de 1977, luego pasó a la Dirección Principal de Tratamiento, después al
Departamento Judicial, luego a Logística y allí se quedó hasta 1982, hasta
que pasó a la asesoría letrada porque se recibió de abogada y allí estuvo
hasta 1983. Fue Directora de la Unidad penal 6 desde el año 2000 hasta el
2003 luego se jubiló en el año 2006. Su superior Jerárquico fue primero la
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Sra. Tomassino de Jimenez, en Tratamiento estaba Ferraroti y en la parte
Judicial Sra. Magda García de Fons, en Logística estaba un Suboficial del
Ejército Marce José Isidoro. Relató que la actividad intramuros durante el
período que prestó servicio se dividía en dos grupos: las detenidas comunes
y las detenidas del PEN; tenían distintos horarios, para salir al patio, para
bañarse, para lavar ropa. Su turno era de 24 por 48 horas, que las ordenes la
recibía del Ejército, que no veía ninguna documental, que solo preparaba las
detenidas que le decían que el Ejército las venía a retirar, les decían que
iban a declarar, supone que se iban en un Jeep.
* José María Flores (fs. 439/442) refiere que estuvo incorporado en el
Escuadrón de Comunicaciones Blindados II, clase 58, donde realizó el
servicio militar, entre el mes de marzo de 1977 y mayo de 1978. Que durante
dicho periodo vio en el Escuadrón de Comunicaciones que llevaban
detenidos a gente civil que no era del Ejército. En el lugar en que había
detenidos había una mujer embarazada, en el Ejército hacían los traslados
nocturnos, de noche se apagaban las luces. Sostiene que la mujer se
encontraba embarazada porque el suboficial que le llevaba la comida, esa
noche buscó un plato y le llevó comida a esa mujer. Ese día a la nochecita,
fue con otro soldado y miró por la cerradura de una puerta grande que daba
a lo que habrá sido un dormitorio, lo que desconoce porque los soldados no
podían ir a ese lugar, y vio que la señora embarazada estaba sentada en una
silla con una venda en los ojos y con las manos hacia atrás, sin poder
observar si estaba atada, observando que estaba embarazada. Tal
circunstancia fue comentada entre los soldados, y los comentarios llegaron a
oídos de los capos. El trabajo de llevar la comida era realizado por
suboficiales de bajo rango de Paraná. Observó también que alguien estaba
parado frente a la mujer sin poder identificar quien era. Pasaron unos días, y
durante ese tiempo vio que iba gente a la que podía ver a través de las
ventanas del rancho de tropa, donde se le hacía la comida a los soldados,
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que iban vestidos de civil a hablar con esta mujer, sin saber si eran sus
parientes, y que siempre iban a la nochecita. Sin poder recordar cuantos días
fueron, señaló que una noche apagaron todas las luces y se llevaron a la
mujer, desconociendo en que vehículo fue llevada, pero que se fueron por
atrás del lugar donde estaba detenida, vio una ambulancia similar, no
sabiendo si fue subida a ella. En virtud de haber visto los acontecimientos
expuestos, fue enviado castigado al Regimiento de Diamante. Según sus
dichos, esa noche en que llevaron a la joven se corrió el rumor referente a
que la habían matado o la habían llevado, y se hablaba de un suboficial que
había estado en eso, a quien vio durante la noche en que llevaron a la mujer
embarazada, pasó por delante de las ventanas del rancho, estaba vestido de
fajina, y era quien más iba a la sala donde la vio vendada y sentada a la
mujer. Describió al suboficial aludido como petiso, morocho de cara redonda,
de más de cien kilos, agregando “que tenía la cara como rústica, como
rugosa, era cachetón, la tenía como marcada estilo medio como de marcas
de varicela”, y que era el suboficial a quien más miedo le tenían porque era
“como más riguroso”, y pertenecía al grupo de suboficiales más veteranos
que había. Que su jefe era el Sargento Saucedo, de Paraná, y también
estaban el Sargento Ayudante o Sargento Primero Funes, el Sargento Amatti
que estaba en la sección Automotor. Agrega que el Escuadrón de
Comunicaciones tenía seis calabozos, de dos por uno, y había un testigo de
Jehová con quien en una oportunidad entabló una conversación en el marco
de la cual le comentó que como debajo de la puerta había un cordón de
cemento, tal circunstancia permitía que los militares echaran agua y que no
se fueran, evitando asimismo que los detenidos se pudiesen acostar en el
piso. Por comentarios supo que en ese lugar, en los calabozos de
Comunicaciones, había estado detenido un sacerdote, de quien no recuerda
el nombre ya que no fue en la época en la que prestó servicios. El episodio
relativo a la mujer embarazada tuvo lugar posiblemente en los meses de
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septiembre u octubre de 1977, y que el embarazo era notorio, pudiendo
haberse encontrado en el octavo mes de gestación. Describe a la mujer
refiriendo que tenía piel blanca, cabello castaño, menor de treinta años, que
vestía un saquito color rosado, y habrá pasado aproximadamente a la una de
la madrugada, sin recordar si fue un día lunes, martes o un domingo.
Recordó que lo enviaron a Diamante en los últimos meses antes de darle la
baja y los hechos relativos a la mujer tuvieron lugar mucho antes. Cuando
fue al regimiento y se encontró con el suboficial Medina, quien en esa época
era Suboficial Cabo mientras cumplió el servicio militar, le manifestó que su
padre era el Suboficial Mayor Medina que en la misma época estuvo en
Comunicaciones, recordando que el nombrado Suboficial Medina era
compañero del suboficial que describiera como lleno de granos y que
cumplía las mismas funciones que aquel, y era como que ellos recibían las
órdenes de arriba. Que los movimientos que se hacían siempre tenían lugar
por la noche y por la entrada que había por detrás del Regimiento para que
los soldados no vieran nada. Y que pudo verlos porque el lugar donde estaba
el rancho de tropa estaba en esa parte de atrás. Que la entrada a la que
hace referencia estaba por la huerta del Regimiento, donde tenía la casa el
Sargento Saucedo que era el Jefe de Intendencia. Luego de haber visto la
situación relatada sobre la mujer, fue sometido a golpes de puño en la cara
por sus superiores. Refirió que los suboficiales le decían que si había algún
soldado subversivo, tenían que avisarles. Que se comentaba que Medina
estaba a cargo del Escuadrón, y que “siempre andaba con papeles y ese tipo
de cosas”. Con relación a las personas civiles que vio detenidas en los
calabozos de Comunicaciones, señaló que se trataba de muchachos
jóvenes, desconociendo si eran soldados o no, estaban vestidos de vaquero,
de ropa común, y recordó que uno de ellos era testigo de Jehová. Los
detenidos eran trasladados por un soldado desde los calabozos hasta el
baño prendidos de la mano, todos juntos. Cuando sacaron a la mujer había
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tres vehículos, uno de ellos adelante, la ambulancia al medio y otro detrás y
que no vio llegar otros detenidos civiles. Los detenidos alojados en los
calabozos del Escuadrón eran muchachos no mayores de dieciocho o veinte
años, y que lamentaba junto a sus compañeros su estado de delgadez.
Nunca vio que buscaran comida para ellos, y en una oportunidad en que
eran trasladados al baño, al pasar por atrás del rancho vio que uno de ellos
sacó de un tacho de basura un pedazo de pan viejo, lo que llamó su
atención. En una oportunidad escuchó una conversación entre dos
suboficiales en el marco de la cual, uno de ellos que ostentaba el grado de
cabo primero manifestó “yo los ejecuté nomás (…)”.
* Ramón Santiago Solari (fs. 444/445): Relató que durante la época
de la represión existían dos “escuelitas”, una de las cuales funcionaba en la II
Brigada Aérea y otra en el sector del Ejército que está en Avenida Ejército, al
final. A su entender, esta última estaba ubicada en una escuela que
funcionaba en calle Selva de Montiel y Pablo Crausaz, dentro de los terrenos
del Ejército. Esta escuela fue posteriormente trasladada a las cercanías de la
fundación Padre Uva. Dirigía un grupo Scout en la parroquia San Agustín con
frecuentes movimientos en la zona, y entre 1980 y 1983 pasaron frente a la
escuelita a la que se le habían retirado las chapas del techo, y observó al
ingresar pintadas que identifican un lugar de detención clandestino.
Solicitaron los tirantes, porque se encontraban construyendo la sede Scout,
habiéndose resuelto el pedido en forma inmediata en el Escuadrón de
Comunicaciones, con la condición de que se retiraran en forma inmediata,
dentro de los tres días, luego de lo cual el edificio fue demolido. Recuerda a
un vecino conocido ya fallecido, quien, circulando frente a la escuelita, había
sentido quejidos o gritos “como personas sometidas a apremios ilegales”,
agregando que un uniformado lo había obligado a retirarse y le advirtió que
nunca más anduviera por esa zona. Dentro de los ochenta metros de
distancia de la escuelita, existía un pozo con un molino, donde presume que
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podrían encontrarse restos de detenidos que hayan sido muertos, ya que
nunca se encontró cadáver alguno en Paraná. Conoce la existencia del pozo
y de la escuela por haber sido la residencia de su madre y sus abuelos,
cuyas tierras fueron expropiadas por el Estado Nacional. Las pintadas a las
que hizo referencia consistían en “insultos a las fuerzas de represión, algo
que podía asemejarse a sangre, y sin precisión algún símbolo de las fuerzas
guerrilleras”. La escuelita era un salón grande, con personal único, con un
baño ubicado fuera de la construcción hacia el oeste.
* Mario Rafael Amatti (fs. 446/449) Prestó servicios entre los años
1976 y 1978 en el Escuadrón de Comunicaciones Blindados II como
encargado de mantenimiento de los edificios e instalaciones del escuadrón.
Señaló que vio detenidos civiles en los calabozos. Estos últimos eran cinco o
seis y medían aproximadamente un metro por un metro cincuenta
centímetros. Manifestó que “todos los que estaban ahí sabían que eran
detenidos por el momento que se vivía en esa época, se decía que era
relacionado con la subversión, cama no tenían pero se les daba colchones,
el menú era el mismo que tenía la tropa (…)”. Los detenidos civiles eran
llevados o retirados de los calabozos de Comunicaciones a bordo de
automóviles Falcon sin patente, sin identificación alguna, ubicados en la
parte de atrás, y que ingresaban generalmente por la parte posterior del
cuartel. Adujo desconocer que se hubiese producido la fuga de algún
detenido, pero que si ello hubiere tenido lugar “hubiera sido un revuelo”. Los
detenidos fueron visitados en varias oportunidades por Monseñor Tortolo.
* Domingo Schenone (fs. 450/454) manifiesta que cumplió sus
funciones durante los años 1976 a 1978 en Servicio de Guardia, estuvo de
estafetero y en Servicio de Personal y en el Complejo Industrial donde el Sr.
Languasco era su jefe en ese tiempo ahí. Su superior jerárquico en esos
años era el señor Appelhans y el Jefe de Seguridad era Balcaza, después los
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de guardia no recuerda, el cabo de cuarto que los mandaba a ellos era el
Cabo Pastrana, cree que en esos momentos no había Subdirector, después
cuando se fue Appelhans Languasco pasó como Director y Solari quedó
como Subdirector o Jefe Industrial. Agrega que los detenidos políticos no
compartían pabellones con los detenidos comunes, cuando fue el golpe
estaban separados, los políticos estaban separados del resto de la población
del penal, hay una escuela en el ala derecha y estaban ahí, no sabe cuántos
había porque a ellos no los dejaban ni acercarse, pero si sabe que había,
también había en la Unidad Familiar. Iba personal de Gendarmería, Policía
Federal y los retiraban, pero el dicente y sus compañeros no sabían a donde
iban y después los reintegraban, pasaban por la guardia, el dicente no sabe
si los registraban, en la orden del día no daban a conocer nada de ello,
estaban registrados como internos del PEN a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional, a ellos, el personal de la guardia, les habían prohibido hablar con
los internos del PEN, pero los veían, estando en la guardia se los veía. Eran
custodiados por Gendarmería Nacional, a partir del golpe, como dos meses y
medio o tres meses estuvieron los gendarmes ahí, se apostaban junto con el
personal del servicio penitenciario, después los retiraron, no recuerda bien,
pero cree que los que estaban en la Unidad Familiar después los pasaron al
penal. Agrega que los presos políticos eran retirados del penal, venían en las
camionetas que tienen la Gendarmería o la Policía Federal, vio que cuando
los trajeron a los internos los trajeron en Ford Falcon como los que tenía
Investigaciones. Las personas que conducían estos autos venían de civil, a
la persona que conocía el dicente es a un Mayor de apellido Cristoforeti que
era del Ejército, se acuerda que era chiquito, delgadito, no era muy alto, pero
de su cara no se acuerda, se acuerda porque fue el primer día del golpe,
porque el dicente estaba de guardia, después no lo vio más. En ese auto,
esta persona Cristoforeti hizo una sola entrada, cree que lo llevaban a Carlos
Balla, ese fue el primero que trajeron. Manifiesta que a ellos les dieron la
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orden que tenían prohibido hablar con los internos del PEN, no sabe que
personal del Penal concurría a esos lugares. No puede precisar el tiempo
que estuvieron esas personas ahí en la Unidad Familiar. Iba mucha gente
que ellos no conocían, iba mucha gente de civil. A los detenidos los retiraban
de mañana y en el transcurso de la mañana los traían de vuelta, a veces a la
una, a veces a las doce. Las órdenes que los internos fueran trasladados no
venían del Servicio Penitenciario, por lo menos ahí no sabían, pero cree que
no, se la pasarían tal vez al Director y el Director la pasaba a la guardia para
que se preparen que los iban a llevar, eso una vez que los detenidos del
PEN estaban en el Penal. Cree que Balcaza y Duré accedían a la Unidad
Familiar y a la escuela en la que estaban ubicados los detenidos PEN pero
Duré se murió ya, le parece que podían entrar. Recuerda que en la Unidad
Penal N°1 se llevó adelante un Consejo de Guerra, el Teniente Coronel
Zapata era el Director del Consejo de Guerra, en ese tiempo lo recuerda
porque el dicente estaba en Personal, en el Patio interno del Penal se hizo el
Consejo y desde la oficina del dicente se veía todo, estaba compuesto todos
militares, abogados militares y defensores militares, del Ejército. Cree que se
hizo en un solo día, le leían la condena y después le leían la defensa,
sacaban días, ponían días. Que no escuchó a alguno de los detenidos hablar
o dar algún tipo de explicación en el Consejo de Guerra. Que en alguna
oportunidad le tocó hacer guardias en la escuelita, pero hacían tipo
imaginaria, estaban una hora o dos horas, y en una oportunidad lo mandaron
a la Unidad Penal 6 lo mandaron dos horas, eso cuando fue el movimiento al
principio, lo mandaron como refuerzo para estar ahí. No sabe porque motivos
se alojaban detenidos políticos en la Unidad Familiar, eso lo manejaban
ellos, los militares. Sabe por haber estado ahí que el Consejo de Guerra
efectuado en la Unidad Penal llevó las sentencias y las defensas hechas,
estaba ahí en la oficina, estaba mirando y estaba escuchando cuando los
sentenciaban y todo, porque ahí leyeron todo, la defensa primero y después
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la sentencia, tiene que haber estado hecha, no sabe cómo explicarlo, el
dicente supone que si lo llevan a juicio no lo hacen todo en un día. Recuerda
que les sacaban meses y años, calcula que las llevaron hechas. Que los
internos sometidos a ese Consejo de Guerra no fueron interrogados en ese
lugar, el dicente no vio que los interrogaran, lo que vio fue que los formaron
en fila y les leyeron las defensas y las sentencias, lo que no sabe es si los
llevaron también antes o después. No sabe que ese fuera un juicio completo
o una parte de un juicio, cuando ellos fueron ahí, fueron con todos los
militares, con el Teniente Coronel Zapata y los pusieron en fila y les leyeron
las defensas y las sentencias.
* Esteban Salustiano Lallana (fs. 455/459) refiere que, en el 76, el
dicente era agente, hacía puesto, es decir son puestos centinelas de la
Unidad Penal, se rotaba continuamente, cada dos horas se pasaba de
puesto, había de dos horas y de una hora también. Estos puestos eran el
puesto 1, que vendría a ser la entrada principal, después había un puesto 3
que era el lado Sur, en una esquina del Penal, 4 era también del lado Sur,
del otro extremo del Penal, después había uno sobre la parte de allá de calle
División de Los Andes que era la parte de mosaiquería, después había otro
en la entrada de la Dirección General, hubo un tiempo que el puesto 2 estuvo
frente a la guardia, pero lo sacaron, no se acuerda si en esa época estaba.
En verano entraban a las siete de la mañana, en invierno a las ocho, el
horario era de 24 horas por cuarenta y ocho de franco que nunca los olían,
estaban siempre de servicio, vivían más adentro que afuera. El que estaba
cargo era el Jefe de Seguridad, el recibía las órdenes y las transmitía a los
oficiales de guardia, en el año 1976 el Jefe de Seguridad era Balcaza, él
estuvo hasta que se fue Appelhans o que lo sacaron, era común que los
cambiaran seguido a los Jefes de Seguridad, más adelante no se acuerda
quienes fueron. En el año 1976 no sabe quien estuvo de Director, no sabe si
fue la Gendarmería que hizo la intervención, en el 77 estuvo Appelhans, los
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primeros que entraron fueron los gendarmes cuando hicieron la intervención,
el dicente estaba de guardia esa noche, entraron como a las tres de la
mañana, no recuerda cuanto tiempo estuvieron y no recuerda quien estuvo
antes de Appelhans. En los años 1976 y 1977 hubo detenidos políticos a
disposición del PEN, los primeros que entraron fueron cuando cayó el
gobierno de Cresto, entraron como sesenta, después empezaron a entrar
gente, pero transitoria, entraban y salían, algunos quedaban hasta el final.
Eran alojados adentro del Penal, pero después iban sacando, entrando, eso
lo manejaba a todo el Ejército, se iba cambiando la gente, entraban y salía,
quedó muy poca gente hasta lo último, hasta el 83. Sabe que los detenidos
políticos eran llevados a la Unidad Familiar, los llevaban directamente, los
traían de afuera ahí, hubo un tiempo que entraban y los llevaban
directamente ahí, las personas que llevaban los detenidos eran siempre
caras desconocidas, no eran siempre los mismos, el dicente y sus
compañeros tenían órdenes, que le llegaban por parte del Cabo de Cuarto u
Oficial de guardia, que tenían orden de no acercarse, los mismos que venían
daban la orden que ahí no se podía entrar, ahí mandaban ellos. Los que
alojaban en el penal eran tratados con el mismo sistema de los presos
comunes, se los trataba bien, estaban a cargo de ellos adentro del penal,
eran personas muy educadas no hacían problema de nada. Esta gente
pasaba por el puesto 1 trayendo detenidos, directamente pasaban para la
unidad familiar, en la guardia no se detenían, no estaban siempre los mismos
en los puestos. Los vehículos eran casi siempre coches comunes, podrían
ser un Rambler, un Falcón, el dicente a veces lo veía de lejos, a veces había
comentarios que habían entrado un Rambler o un Falcón. Esta gente que
sacaba y traía detenidos, en la UP 1 eran civiles, había gente en esos
coches, pero muchas veces ni los veía tampoco, siempre eran diferentes
personas por lo que se comentaba. En ese tiempo en la Casa del Director no
vivía el Director, ahí funcionaban las oficinas de la Dirección General del
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Servicio Penitenciario, que ahora está en calle Santa Fe, antes estaba ahí,
ahí estaban los centinelas en el puesto, estaban de mañana cuando
trabajaba el personal del Servicio Penitenciario, de tarde no había custodia,
hubo un tiempo que no hubo, después si hubo custodia las veinticuatro
horas, eso fue cuando se puso pesada la mano, la cosa se puso fuerte
después que lo mataron a Cáceres Monié. Ellos, los del servicio
penitenciario, hacían custodia de la Unidad Familiar cuando los internos
comunes hacían uso de ese lugar, cuando estuvieron los detenidos políticos
ellos, el servicio penitenciario, no hacían guardia ahí, estaba la gente que
llevaba a los detenidos políticos. Recuerda el nombre de alguno de los
detenidos políticos, se acuerda de los que estuvieron hasta lo último,
Ghiglione, Magariños, Sotera, Ruffiner, Bergamaschi, esos son los que
quedaron hasta el final, de los otros no se acuerda porque no estuvieron
mucho tiempo. También se acuerda de Bachetti. Que una vez vio un
detenido político encapuchado, justo estaban por salir a hacer el relevo de
puesto y vino un colectivo lleno, si llevaron o trajeron no lo vio, cuando vino,
después del puesto, ya no estaban, vinieron custodiados por el Ejército, no
se acuerda de qué color era el colectivo, la custodia si era del Ejército. En
ese colectivo venían todos encapuchados, el colectivo tenia cortinas, pero
igual se veía, que a la UP concurrían militares, pero siempre eran diferentes.
El colectivo estaba parado frente a la guardia, no puede decir porque no
estaba en ese momento si bajaron y dejaron internos o si llevaron, cuando
volvió el colectivo ya no estaba. Los militares que concurrían a la Unidad
Penal eran siempre de Ejército. Agrega que el personal del Servicio
Penitenciario, sabía que en la Unidad Familiar hubiera detenidos políticos,
todos los que estaban de guardia sabían. Manifiesta que una vez lo
mandaron de la guardia a la Dirección General a llevar dos internos a la
tarde, de uno se acuerda porque lo ve siempre, Aníbal Vergara, el otro no
sabe quién es, los lleva ahí y sale una persona que no sabe quién era y le
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dice que los dejara, y el dicente se fue a la guardia, no sabe si fue media
hora, una hora, sabe que fue un tiempo, cuando salieron caminaban medio
mal, lo único que le dijo una persona de ahí de la Dirección fue pónganlos en
aislamiento y no les den agua, no sabe quién es la persona ni recuerda su
fisonomía, ese caso lo vivió personalmente y no se va a callar. En
aislamiento los tuvieron hasta el otro día, los sacaron al otro día. Cuando los
traía de vuelta no pasó por la guardia, dio toda la vuelta por atrás del penal,
le hicieron dar toda la vuelta. Agrega que esas órdenes emitidas por militares
o gendarmería no podían ser evitadas por el personal penitenciario, en ese
tiempo el servicio penitenciario no se iba a poner en contra de ellos de los
militares, mandaban ellos, ellos daban las órdenes, ellos, los del servicio
penitenciario, eran simples sirvientes. Sabe que hubo un Consejo de Guerra
en la UP pero el dicente no estuvo en esa época, no se acuerda en qué
fecha fue, no estuvo en el lugar, si recuerda que había una fuerte custodia
militar, tanques y tanquetas, cree que esto fue en el momento que se hizo el
Consejo de Guerra.
* Angélica Rosa Retamar (fs. 460/462) manifiesta que era cocinera de
la Unidad Penal N°1, cree que desde el año 1970 hasta el año 1988 en que
la jubilaron, porque estuvo dos años por parte de enfermo porque sufría de
nervios. Luego la jubilaron por incapacidad. La cocina, que identificada como
puesto 1 que estaba entrando para la derecha por el portón grande. Su
superior jerárquico, aparte del Director Sr. Appelhans en el año 1976/1977,
estaba el grupo guardia que estaba constituido por sus jefes directos. Había
un Sargento y descendiendo de grados, Cabo Primero y así. Primero
recurrían a ellos y en última instancia al Director. Recuerda que fueron los
militares al penal, tomaron la guardia. Había un Jefe que los mandaba. Que
estaban estas personas en la Unidad Familiar. Ellos mandaban todos, eran
más o menos veinte militares. Controlaban muy bien las cosas. Ella les
mandaba la comida a la Unidad Familiar, porque ahí había mesitas, era
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como que vivían ahí. Que la dicente controlaba al interno que la ayudaba
desde que salía de la cocina hasta que iba a la Unidad donde le recibían la
comida y hasta que volvía a la cocina con ella. Tenía que cruzar la cancha, y
ella tenía que controlarlo por miedo a que este cruzara el campo y se fuera.
No podían entrar todos ahí. Si alguien de la Guardia del penal iba, cree, era
por suma necesidad. El interno que llevaba la comida a la Unidad Familiar
nunca le comento que vio personas detenidas allí o que escuchara quejidos
de dolor o semejantes provenientes de ése lugar, porque el encargado de
recibir la comida lo hacía a unos cinco metros de la puerta de la entrada de la
Unidad Familiar. El interno que llevaba la comida no entraba a la
dependencia. Agrega que mientras estuvieron los militares la gente del
penal, los presos comunes, no tenían Unidad Familiar. Que es una casa
como para diez familias más o menos. Estuvieron más o menos un mes o
más allí los militares. Que en su opinión personal no había nadie que evitara
lo que hacían los militares.
* Carlos Alberto López (fs. 478/483).
* Aníbal Francisco López (fs. 484/486).
* Rubén Oscar Maitenon (fs. 487/489).
* Hugo Nicanor Barrios (fs. 1849/1852) manifiesta que, como policía
de la provincia, trabajó en Policía de Tránsito, Dirección de Investigación y
Jefatura Departamental Gualeguay y en Tránsito e Investigaciones acá en
Paraná. Policía de Transito estaba situada en calle Urquiza, enseguida de
Santa Fe. Investigaciones estaba donde hoy es el Museo de Bellas Artes en
calle Buenos Aires. Refiere que el Director de Investigaciones era el
Comisario Juan Carlos Pereyra, a él le tocaba la distribución del personal en
los distintos servicios de bancos, vigilancia, joyerías principales, al personal
se lo cambiaba continuamente, estuvo un mes y medio ahí. Había un oficial
Palacios que era su secretario, había un oficial Arce. En tránsito tenía a un
oficial Jesús Benito Muñoz, un oficial Martínez, no era muy estable el
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personal. Agrega que la Sección Inteligencia de la Policía de la Provincia de
Entre Ríos funcionaba ahí en el edificio donde estaba Investigaciones ahí en
calle Buenos Aires, pero no tenía dependencia de ellos sino del Comando,
era un grupo integrado por policías y militares que utilizaban una parte del
edificio a calle Buenos Aires. A cargo del Servicio de Inteligencia estaba un
Tte. 1ero que no recuerda el apellido, refiere el dicente que él y sus
compañeros ni los veían, ellos trabajaban a puertas cerradas, ese era un
gran edificio, desde afuera no se nota que sea tan grande, tiene tres
entradas, el dicente y sus compañeros usaban dos y ellos una, las dos que
estaban hacia el Automóvil Club, hacia el Sur digamos, ellos usaban la que
está hacia el Norte, es un mismo edificio, pero con entradas separadas.
Nunca vio en las dependencias asignadas a Investigaciones un sótano, en
un momento escuchó que había un sótano, pero nunca lo vio, seguramente
tiene que haber estado en el sector de ellos. Agrega que el personal de
inteligencia hacía sus salidas e ingresos, de hecho que sí, tiene que haber
sido, a los más peligrosos los llevan de inmediato a los Cuarteles, en ese
momento a los de poca monta se los llamaba perejiles que los tenían ahí en
esas oficinas, seguramente que los interrogaban sino para que los iban a
llevar. No recuerda cual era el personal policial que integraba la Sección de
Inteligencia, refiere que él y sus compañeros no querían tener contacto con
ellos ni ellos con el dicente y sus compañeros, era una cuestión de celos,
porque ellos creían que se podía filtrar información.
* Miguel Ángel Mamerto Bertolotti, (fs. 2041/2042) refiere que fue Jefe
de la II Brigada Aérea de la Fuera Aérea Argentina en Paraná, Entre Ríos,
estuvo a cargo desde febrero del año 1976 hasta aproximadamente
junio/julio del mismo año. Ese año pidió su retiro, estando en funciones
solamente en la unidad en los meses de enero, febrero, marzo abril y mayo
del año 1976 aproximadamente. Su función era Jefe de la II Brigada Aérea y
en cuanto a los horarios no tenían horarios, estaban afectados en la unidad
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en forma permanente porque vivían en la unidad, pero los horarios eran de 7
a 12 y la tarde de 16 a 19. Señala que tenía 400 personas a cargo y es
imposible que después de tantos años recuerde a todas estas personas, solo
recuerda al Comodoro Varillas a quien lo mataron en un incidente que se
produjo en la unidad, éste era Jefe de Grupo Base. Agrega que los oficiales
auditores forman parte de la estructura organizacional de todas las Brigadas
Aéreas de la época y estos oficiales auditores están fuera de toda unidad
operativa y esto que dice es siempre hablando solamente de la Fuerza
Aérea.
* Luis Ricardo Dávila (fs. 2055/2057) manifiesta que en el año 1976
prestó servicios en el grupo técnico 2 de la Segunda Brigada Aérea en la
ciudad de Paraná. Sus funciones eran en Paraná en mantenimiento de
primera y segunda línea de los aviones de la Unidad, que eran
aproximadamente unos 20 aviones de diferentes tipos. Sus horarios eran a
partir de las 7.00 am hasta las 17.00 pm. Refiere que el personal subalterno,
así como también, los Superiores que prestaron servicios con él en las
unidades antes mencionadas no eran menos de 600 personas en cada
Brigada, es por ello que le es muy difícil poder recordar los nombres de los
mismos ya que han pasado aproximadamente 37 años, es así que los
primeros que recuerda son el Vice Comodoro Varillas y el Vice Comodoro
Caballero.
* Henry Julio Efrain (fs. 2058/2060) refiere que el 24 de marzo de
1976 era segundo Jefe del Regimiento de Tanques I, con asiento en
Villaguay, luego durante aproximadamente tres meses pasó a ser intendente
de Villaguay y finalmente volvió al Regimiento de Tanques I bajo el cargo de
2do Jefe por un lapso de 2 meses y medio que le salió el pase al Estado
Mayor General del Ejército en Buenos Aires. Recuerda que el Jefe del
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Regimiento se apellidaba Seller, luego el Tte. 1ero Raymundo Appelhans el
cual falleció hace aproximadamente un mes.
* Escudero Aldo (fs. 2074 y vto.) relata que en el año 1976 revistaba
en la 2da. Brigada Aérea, sita en la ciudad de Paraná, y a partir de 1977
pasó a Buenos Aires a realizar los estudios de estado mayor en la Escuela
de Comando y Estado Mayor de la Fuerza Aérea, denominación de esa
época, actual Escuela Superior de Guerra Aérea. A partir del 24/03/76 deja
de cumplir funciones en la Brigada de la Fuerza Aérea y pasa a
desempeñarse en intervención militar. El interventor era el Gral. Trimarco,
cumpliendo la función como Secretario de Estado de Salud Pública, por un
período aproximado de tres meses. En un segundo momento ya establecido
el gobierno militar el Brigadier Di Bello pasa a cumplir funciones en el
Ministerio de Gobierno como vocal de la Comisión Asesora Técnico
Administrativa, desde junio del año 1976 hasta el 7 de enero de 1977 fecha
en la cual cesa su actuación en la función pública. Todas las designaciones y
ceses fueron refrendados por los decretos correspondientes. Manifiesta que,
si bien conoció de la existencia de un organismo de Inteligencia del Ejército,
aclara que no la conoció físicamente, asimismo aclara haber conocido
personalmente el Comando de la 2da Brigada de Caballería Blindada con
asiento en la ciudad de Paraná.
* Emilio Ricardo Degiampietro (FS. 2091/2093) menciona que en el
año 1976 prestó servicios en la Compañía de Arsenales II en Paraná,
provincia de Entre Ríos, estuvo desde enero de 1975 hasta diciembre de
1976. En 1978 estuvo afuera de Paraná porque estaba en el Grupo de
Artillería de Defensa Aéreo Mixto 602 en Mar del Plata, estuvo ahí hasta
mediados de 1978 porque pasó a estar en el Estado Mayor General del
Ejército destinado en el exterior, más precisamente en Suiza. Su jefe en la
Compañía de Arsenales II era el Mayor Alberto Restelli, había un oficial que
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cree que era Anaya y después había dos tenientes pero que no se acuerda
el nombre que tenían y suboficiales mecánicos, como Ademek, Cardozo,
Bertuni y en este momento no se acuerda más. Agrega que sabía que había
Consejos de Guerra, pero no estuvo, ni vio ni participó. Recuerda que
durante los años 1976/1978 el auditor en ese momento era un hombre
mayor, ya que el testigo tenía 36 años y por la jerarquía de Appiani era un
hombre mucho más joven. Recuerda a la Sección Inteligencia del Ejército,
pero no conoce su relación de dependencia. Agrega que en el año 1975
tenían un Comandante que era el General Jauregui, el Coronel Ortelli, el Jefe
Logístico: Teniente Coronel Pintos, en el año 1976 el 2do Cnel era Trimarco
y no se acuerda más. En cuanto a la organización estaba el Cte., el 2do Cte.
y jefe de la Plana Mayor y había un área personal, de inteligencia, de
operaciones, de logística y después estaban los servicios. Refiere que las
órdenes vinculadas a la guerra y contra la subversión dentro de la pirámide
de mando era el Cte. de Brigada y quienes las transmitían dependía del área,
si era de inteligencia o de operaciones
* Juan Ibarra (fs. 2158/2159) manifiesta que prestó servicios en el
Comando de la 2da Brigada de Caballería Blindada. El 24/03/76 fue logístico,
en el área logística de dicho comando. Después del 24/03/76 y a raíz que
jefe del área de inteligencia, Tte. Cnel. Messina fue nombrado jefe de Policía
de la Provincia de Entre Ríos el Cte. de la Brigada Gral. Catuzzi, lo designa
jefe del Área de Inteligencia, a fin de cubrir la vacante. En el año 1978
después de haber ascendido a Tte. Cnel. fue designado al área de
operaciones del Comando antes mencionado. Sus funciones en el área
logística, eran las propias del lugar que ocupaba, es decir, mantenimiento de
material en general (armamento, vehículos, uniforme, comida etc.). En
referencia al área de inteligencia estaba el Mayor Paredes y tenían dos
Suboficiales, sin recordar sus nombres. En el área de Operaciones dependía
el My Paredes que pasó con el dicente y el My Diaz Colodredo y allí había
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tres suboficiales que no recuerda el nombre. Agrega que conocía la
existencia de la Sección Inteligencia de Ejército, pero no dependía del
Comando de la Brigada sino de un batallón de Inteligencia, no recuerda el
número, sito en la Pcia. de Santa Fe. El Jefe de la Sección de Inteligencia
era el Mayor Gaitán, pero de los que dependían del mencionado Mayor no
conocía a nadie, ni personal civil ni militar. No conoce las actividades propias
de la Sección Inteligencia del Ejército relativas contra a lucha de a
subversión durante los años 1976/1978. Respecto de la organización era la
siguiente en el año 1976: a) Comandante Gral. Catuzzi, 2do Cte. Cnel.
Trimarco, Área de Personal el Tte. Cnel. Zapata, Área de Inteligencia el Tte.
Cnel. Messina hasta abril y a posteriori el suscripto, en el área de
Operaciones el Tte. Cnel. Medone.
* José Delio Echeverría (fs. 2160/2161) relata que el 24 de marzo de
1976 pasó en comisión de la Escuela Superior de Guerra al comando de la
Brigada de Caballería Blindada II, sita en Paraná Pcia. de Entre Ríos. El
mismo 24/03/76 fue designado por la Intervención Militar de la Prov. de Entre
Ríos como interventor de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la Pcia. de
Entre Ríos, cargo que desempeñó hasta fines del mes de junio de 1976 en
que se le desafectó de la intervención militar y se le ordenó regresar a la
Escuela Superior de Guerra en la Capital Federal. Su relación con el
Comando de la Brigada de Caballería Blindada II fue de carácter
administrativo, no operacional, ya que en realidad prestaba servicios directos
dentro de la Intervención Militar. Finalmente, la segunda mitad del año 1976
permaneció destinado en la Plana Mayor de la Escuela Superior de Guerra.
En los años 1977/1978 cursó los dos primeros años del ciclo del Curso de
Comando y Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra, que finalizó en
el año 1979. Entre el 24/03/76 y fines de junio de 1976 se desempeñó como
interventor de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la Pcia de Entre Ríos
como único integrante militar. Durante tal responsabilidad, no tenía personal
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militar a cargo y como superior suyo recibía órdenes del Cnel. Juan Carlos
Trimarco, durante el tiempo que fue él el Interventor de la Pcia de Entre Ríos.
Después pasó a recibir órdenes del Gobernador de la Pcia de Entre Ríos,
Brigadier Di Bello. Agrega que no tenían relación con las actividades del
Comando de la IIda Brigada Blindada de Paraná. Sus tareas específicas se
enmarcaban dentro de la Intervención Militar y la posterior Gobernación de la
Pcia de Entre Ríos. Refiere que tradicionalmente los auditores fueron
asesores jurídicos de quienes se desempeñaban como Comandantes o
Jefes.
* Juan Carlos Ramón Baretto (fs. 2162/2163) manifiesta que prestó
servicios en la Ciudad de Paraná haciéndose cargo del Instituto de Ayuda
Financiera para la Acción Social a partir del 24/03/76, durante un lapso
aproximadamente 58 días, a posteriori de ello se reincorporó a la Escuela
Superior de Guerra hasta fines del año 1976. Después le salió el pase al
Regimiento 10 de Caballería de Azul, Pcia de Buenos Aires, con el grado de
Mayor, hasta fines de 1978. Estuve en el Comando IIda Caballería Blindada
Paraná Pcia de Entre Ríos, entre los años 1999 a 2001 como Comandante
de la misma. Nunca tomó conocimiento de la realización de los Consejos de
Guerra por actividades subversivas en los 1976 y 1977 porque se
desempeñaba en el Instituto de Ayuda Financiera y como alumno de la
Escuela Superior de Guerra. Agrega que no recuerda de la existencia de la
Sección Inteligencia de Ejército e incluso desconoce si dicha Sección
dependía directamente del Comando de Paraná, y que no puede precisar
cuáles eran las actividades de la División de Inteligencia de Ejército porque
no las conocía.
* Omar Manuel Calvo Rey (fs. 2164/2165) relata que en el año 1976 y
hasta fines de 1977 estuvo destinado en Paraná en el Escuadrón de
Ingenieros Blindado II con el rango de Tte. 1° y luego como Capitán. En el
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año 1978 lo destinaron a Buenos Aires prestando servicios en Campo de
Mayo en la Compañía de Agua del Comando de Ingenieros. Su jefe del
Escuadrón era el My Monzón y su auxiliar de Operación (Educación) era el
Subof. Ppal. Baltore, ambos dos estaban en el Escuadrón de Ingenieros II.
Agrega que fue convocado en el Comando de IIda Brigada Blincada de
Paraná para participar de un Consejo de Guerra después de marzo de 1976,
donde cumplió una función meramente administrativa de leer las
resoluciones en un acto público. Con respecto a las actividades subversivas
lo que recuerda porque impactó a todos fue el asesinato del Gral. Cáceres
Monie y su esposa en inmediaciones de la Ciudad de Paraná, ese fue el
hecho grave subversivo que recuerda. Agrega que conoció al Tte. 1° Jorge
Humberto Appiani el que trabajaba a órdenes del Mayor de la Vega, que era
el Jefe de los Auditores (Departamento de Justicia), pero no tuvo
conocimiento de cuál era la función específica que tenía el Auditor Appiani
durante los años 1976/1978. Tenía conocimiento de la existencia de un
elemento de inteligencia en Paraná, pero desconoce la ubicación y
desconoce la relación de dependencia de este elemento con otros elementos
de la especialidad de inteligencia. No recuerda quien estaba a cargo en la
Sección de Inteligencia de Ejército. No conoció a personal civil alguno.
Solamente recuerda al Capitán Navone. Respecto de las órdenes vinculadas
a la guerra y contra la subversión éstas eran impartidas por cada Comando
de Área emanadas del Poder Ejecutivo Nacional.
* Juan Alberto Groppo Vilar (fs. 2166/2167) refiere que prestó
servicios en la Escuela Superior de guerra, destacado en comisión del
23/03/76 hasta el 10/06/76 aproximadamente, en el Gobierno de la Prov. de
Entre Ríos. Luego desde el 16/06/76 hasta febrero del año 1977 destacado
en comisión en el Comando en Jefe del Ejército Ministerio de relaciones
Exteriores. Y el resto del período en la Escuela Superior de Guerra. En el
IOSPER como interventor me ocupe de tomar conocimiento de las
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actividades del área, establecer la real situación patrimonial y supervisar que
no se interrumpiera la prestación de servicios. En Entre Ríos he dependido
sucesivamente del interventor militar en la Gobernación Coronel Trimarco y
del Gobernador Brig. Di Bello, a través de los sucesivos ministros de
Economía, Tte. Cnel. García y Dr. Negri Aranguren. Menciona que no conoce
al Tte. 1° Auditor Jorge Humberto Appiani ni tiene conocimiento de sus
funciones. Nunca entré al Batallón de Comunicaciones de Paraná y no
conozco sus instalaciones.
* Horacio Raúl Robredo (fs. 2168/2169) manifiesta que en el año
1976 se encontraba cursando el primer año de la Escuela Superior de
Guerra del Ejército, a fines de marzo se suspendieron los cursos y fue
destinado en comisión, es decir, de manera no permanente a la ciudad de
Paraná, al Comando de la Brigada de Caballería Blindada II. Al llegar allí y
después de algunos días de no haberse asignado el puesto que ocuparía se
le designó en Comisión a la Policía de la Pcia. de Entre Ríos. En ese lugar el
jefe de la repartición, Mayor Pedro Killane le manifestó que debido a lo
incierto de su permanencia dado que en cualquier momento se podría
ordenar la continuación de los cursos, le asignaría a la Dirección de
Seguridad, con funciones administrativas y logísticas. Allí permaneció
aproximadamente dos meses. Posteriormente, se ordenó el regreso a
Buenos Aires donde la Escuela decidió que continuarían los cursos, pero
solo para el tercer año, y como él estaba en primer año siguió en Paraná,
ahora en comisión en la Jefatura de la Policía de Entre Ríos. El jefe de
policía era el Tte. Cnel. Juan Messina, le manifestó que sería su segundo y le
indicó que sus funciones por los mismos motivos que antes, serían solo
protocolares, de representación, de asesoramiento, etc. a efectos de
descongestionar las múltiples obligaciones que tenía como jefe. Recuerda
haber estado alguna vez en el Comando de la IIda. Blindada de Paraná a
pesar de no ser su lugar de trabajo, en forma circunstancial. Con respecto a
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que si tomó conocimiento de la realización de los Consejos de Guerra por
actividades subversivas durante el año 1976 dice que sí, pero a través de lo
publicado en los periódicos de la época. Agrega que el Comando de Brigada
del Ejército como todo Comando de ese nivel se componía de un Estado
Mayor General con las Divisiones propias, tales como Personal,
Operaciones, Logística, etc. Un Estado Mayor especial con Divisiones tales
como Arsenales, Intendencia, Sanidad, etc. El Comandante de la Brigada de
Ejército durante el año 1976 era el Gral. Teodoro Catuzzi y el 2do Cte. el
Gral. Juan Carlos Trimarco. Entiende que los oficiales auditores formaban
parte del Estado Mayor Especial como asesores jurídicos del Comandante.
* Carlos Ricardo Schilling (fs. 2170/2171) relata que no prestó
servicios en alguna dependencia militar sita en la ciudad de Paraná de la
Pcia. de Entre Ríos. Que desde el 23/03/76 le llevaron en comisión para
cumplir servicios en la ciudad de Diamante, Pcia de Entre Ríos como
interventor de la Municipalidad hasta fines de mayo del año 1976. Después
volvió a la Escuela de Guerra a continuar los estudios y cuando terminó los
mismos, a fines de 1976, fue destinado en el año 1977 hasta finales de 1978
al Estado Mayor General del Ejército. No estuvo prestando servicios en el
Comando de la IIda Brigada Blindada de Paraná. Asimismo, no tiene
conocimiento de Consejos de Guerra por actividades subversivas durante los
años 1976/1977, tampoco tiene conocimiento ni de la persona ni de la
actividad que desarrollaba el Tte. 1° Appiani.
* Ernesto Ángel Geuna (fs. 2195/2197) Que de las victimas
mencionadas conoce al denunciante Hugo Torres, apodado Toro, por ser
oriundo de Diamante coincidentemente como el deponente. Que fueron
compañeros en el secundario. Asimismo, a su hermana y a toda su familia.
Que en alguna oportunidad conversó con Mónica, hermana del denunciante,
sobre la situación del Toro, dándole a entender esta que estaba protegido en
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algún lugar. Que de los demás denunciantes no reconoce a ninguno. Refiere
que siempre fue policía. Que en el año 1976 estaba en la ciudad de Paraná,
entre la Dirección de Investigaciones, Div. Robos y Hurtos, Div. Leyes
Especiales, Logística, etc. En esta última con un Crio. Borgeto
conjuntamente a trabajar en cosas administrativas, parte contable. En Robos
y Hurtos estuvo como jefe, aclarando que se daba ese cargo cuando recién
iniciaba, luego es ascendido a Comisario pasando a leyes Especiales, donde
la labor consistía en investigar lo referente al juego, la prostitución, etc. Que
esto último está dentro de la Dir. Investigaciones. Que la Dirección de
Investigaciones abarca varias Divisiones y Secciones. Dentro de las primeras
estaba Vigilancia Gral.; Delitos y Sumarios; y Leyes Especiales. Y dentro de
las Secciones estaba Robos y Hurtos, y a su vez cada división tenía cada
Sección. Que en la época fueron avasallados, poniendo gente de otras
fuerzas, en particular Ejército, a comandar sus fuerzas, como Jefes o
Subjefes de la Pcia. Inclusive hasta Capitanes comandado la fuerza. En
particular en los cargos más altos de la jerarquía, y que los Comisarios
Generales no tuvieron participación por lo menos conocido por ellos para
cuestionar la situación. El primer jefe que conoció ahí fue un Capitán de
nombre Enzo Eneas Mico, no era de acá desconociendo de donde, también
al teniente Coronel Messina que supo vivir acá falleciendo su esposa en esta
ciudad. Un Mayor de apellido Quillane, que fue de todos el único Señor que
conoció. Estuvo el Teniente Coronel Mierez, el Teniente Coronel Minicuchi; y
en el año 1978 estaba el Crio. General de la Policía Federalretiradode
apellido Virasoro. Que esta gente que venía de afuera dirigía la fuerza.
Agrega que Investigaciones estaba en Calle Buenos Aires, cuando el
deponente era Jefe de Robos y Hurtos, al lado del automóvil club donde hoy
está el museo de Bellas Artes. Cuando el declarante fue Jefe de Leyes
Especiales la dependencia estaba en calle Rivadavia, donde oportunamente
funciono una dependencia del Registro Civil de Paraná. Su horario como
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encargado de una División o Sección era variado, no teniendo un horario fijo.
Respecto del personal la mayoría eran Suboficiales, actualmente casi todos
fallecidos. Conoció a Luis Francisco Armocida apodado “Peti” familiarmente,
ellos le decían “Gallego”. Que lo conoció de Diamante, que trabajo bajo las
órdenes de él. Lo considera un hombre muy culto, que ayudaba al egresado
de escuela. De familia muy bien, profesionalmente incapaz de pegarle a un
perro, que eso lo digo hoy ya hasta cuando este en agonía y no tiene una
amistad frecuente. Salvo que haya dado un vuelco en los tres o cuatros años
que no lo vio, pero no lo cree. También conoció al Oficial Carlos Horacio
Zapata, apodado “el ratón”, es de Diamante como el deponente, es hijo de un
Suboficial del Ejército, siempre tuvieron pequeñas diferencias por situación
de caracteres de cada uno, no era un mal pibe, pero era de exteriorizar las
cosas. No trabajaron juntos en la época de los hechos investigados, él
estuvo en investigaciones, pero no sabe en qué área. Desde hace varios
años esta enemistado, pero por una cuestión familiar que no hace a la
cuestión. Agrega que nunca entró al Comando de la IIda. Brigada Blindada
de Paraná, pero puede agregar que a las reuniones que se hacían allí iban
los jefes de inteligencia de cada fuerza y de cada área. Aclara que nunca vio
personalmente al Tte. 1° Jorge Humberto Appiani. Recuerda que en calle
salta estuvo parte de Ejercito, pero no sabe qué área. Era de notorio
conocimiento por haber en la puerta un soldado con fusil, pero no sabe qué
área había dentro. Que respecto de la Comisaría Séptima la misma existe
desde hace unos años, que la referencia viene respecto de una Comisaría en
la zona del Seminario, denominada Comisaría de El Brete, no recordando la
numeración. Normalmente no se numeraba, ya que estaba en la periferia de
la ciudad. Cuando se creó la séptima, se anuló la otra Comisaría, sus
funciones era la de cualquier Comisaria; atender la jurisdicción, había
muchas casas quintas y viviendas rurales. No sabe que en aquella época allí
hubiese detenidos políticos porque la seguridad edilicia no lo permitía. No
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cree haya habido un calabozo, que el declarante fue muchas veces, estaba
compuesta por una oficina del Comisario, una dependencia más y nada más,
y dos o tres funcionarios. Cree que no era del Estado. Que había un
galponcito detrás, abierto, tipo quincho donde sabían ir a comer asado. Que
no daba para tener gente ahí, que como Jefe estaba el Crio. Rodríguez, alias
“Lechuza”. Que no había seguridad para albergar personas detenidas. Eran
un par de piezas, nada más. Que nunca vio movimiento militar allí, de
haberlo habido se hubieran enterado por las corrillas internas de la fuerza.
Tampoco vio nunca elementos de tortura o que pudieran darle a entender
que allí se torturara con corriente eléctrica. Que cree que no había siquiera
energía eléctrica. Le parece que no había vecinos ni siquiera recuerda que
haya habido almacén.
* Jorge Argentino Franco por exhorto, quien no aporta datos de
interés para la causa (fs. 2301/2302)
* Juan José Folador (fs. 2411/2413) menciona que entre 1976/1977
fue Jefe de la Compañía de Intendencia y en el año 1978 se desempeñó
dentro del escalón adelantado de la División Intendencia del Comando de
Cuerpo Ejército II, cargos que desarrolló en la ciudad de Paraná y en el
cuartel de la compañía de intendencia. Aparte trabajaba como Sub
Secretario de Hacienda de la Gobernación en 1976 y en los años siguientes
como interventor del Banco Municipal de la ciudad de Paraná e interventor
de la Radio LT 14 en forma simultánea, estos cargos fueron ordenados por el
Comandante de la Brigada de Caballería Blindada II, Gral. Trimarco. El
superior no se acuerda el nombre, pero el Gral. Diaz Bessone era Jefe del
Cuerpo II, y el personal que tenía a su cargo el dicente eran como 60
soldados, es imposible recordar su nombre, además él no tenía mucho
contacto con los soldados, los suboficiales sí lo hacían. En ese momento a él
le daban las órdenes de arriba para que haga las tareas de patrullaje en
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cuanto a la subversión, las mismas consistían en pedir documentos, carnet
de conductor y además documentación del vehículo y/o personal, en forma
selectiva. Porque el accionar del subversivo por lo general era con autos
robados, de igual forma esta tarea no la desarrollaba el dicente, sino un
oficial al cual yo delegaba, que en esa época podrían ser cinco o seis
oficiales, sus nombres deben estar especificados en las órdenes transcriptas
en el diario de guerra. Hay un libro llamado Diario de Guerra donde están
todas las altas y bajas de personal, órdenes recibidas y cumplidas de toda
índole. La copia de ese Diario de Guerra se llevaba al comando de Cuerpo
Ejército II para configurar el Diario de Guerra del Cuerpo. Agrega que
desempeñé funciones en el Comando de 2da Brigada Blindada de Paraná y
tuve conocimiento de los Consejos de Guerra, pero no de los subversivos,
sino de la parte política actuante en ese momento, actuó en una oportunidad
como Fiscal en un sumario contra el Ex Gobernador Cresto de la ciudad de
Paraná. Conoce la existencia de la Sección Inteligencia de Ejército ubicada
en calle Salta, incluso un compañero suyo estuvo de Jefe, no recordando en
ese momento su nombre. Él tenía dependencia directa del Batallón de
Inteligencia del II Cuerpo de Ejército y, además, por la parte Guarnicional
dependía del Comando de Brigada. No recuerda el apellido del Jefe de esa
Sección Inteligencia, era un Mayor de la camada 85 del Colegio Militar de la
Nación, con especialidad de la Escuela de Inteligencia. Respecto a las
actividades de Inteligencia eran secretas, por lo tanto no tenía conocimiento.
A fs. 5835/5835 vta. obra acollarada el acta labrada en oportunidad
de prestar declaración testimonial –ratificación María Ema Papetti, quienes
ratificó su declaración prestada en la etapa sumarial y, manifestó: yo celebro
estar hoy acá, es algo largamente esperado y deseo expresar primero quien
era mi hermano, quien era Jorge Emilio Papetti, era un militante político de la
Juventud Universitaria Peronista, que estaba haciendo el Servicio Militar
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Obligatorio en la ciudad de Concordia, le faltaban tan solo un mes para salir,
fue detenido el 16 de marzo, sacado de formación por su Jefe de Escuadrón,
el Capitán López Belsue, y nosotros recién nos enteramos el 22 de marzo
cuando mi madre va a averiguar, donde recibe una versión que para
nosotros nunca fue creíble, y que esto es lo que, más allá que yo ya lo
declare, necesito expresarlo, lo que represento para la familia ese día, saber
que acusaban de que el Teniente Coronel Dasso le expresaba a mi madre
que mi hermano había sido llevado detenido a Paraná, custodiado por tres
oficiales, esposado, y que se les había escapado al pedir para hacer sus
necesidades fisiológicas en Villaguay, allí comenzó realmente la búsqueda
incansable, mis padres fueron todos los días, mientras estuvo el Teniente
Coronel Dasso en el Regimiento, fueron absolutamente todos los días de la
semanas de ese año, buscando respuesta, y posteriormente hasta la
recuperación de la Democracia, fueron una vez por semana, porque ellos le
habían entregado su hijo al Ejército y buscaban respuesta, mi padre le había
dicho a Dasso que no creía, que era muy infantil esa versión, que él había
hecho la conscripción también, y era imposible que a tres oficiales del
Ejército se les escapara un joven esposado a lo que Dasso le contestó que
era un joven muy ágil, que mientras que sus oficiales eran hombres grandes,
que mientras sacaban el arma, mi madre pregunta donde pudo haber ido
una persona esposada, le dijo si, se lijo las esposas en una piedra, esta
versión que se sostuvo a lo largo de toda la dictadura militar, fue digamos,
supimos la verdad cuando comienzan a salir los presos políticos, nosotros
los esperábamos, siempre esperábamos que estuvieran con vida, y
buscando ahora encuentro, quien fuera el Teniente Coronel Dasso, estaba
en el 80 en el Ejercito Granaderos a Caballos y mis padres les mandaban
cartas todos los años, así como todos los días de la semana mientras estuvo
en Concordia, iban a reclamar por sus hijos, estando ya en Buenos Aires, les
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mandaban cartas todos los años pidiendo que digan dónde estaban porque
era imposible entender que alguien pudiera no regresar, pudiera
desaparecer, Dasso lo contesta una carta en el 81, una de las cartas a mi
madre, a mis padres, donde le manifiesta que siempre los habían atendido,
que siempre los recordaba, que él se había movido, que él estaba
preguntando, que pregunto en el Ministerio del Interior, que se había reunido
con el Ministro, que lamentablemente no tenía noticias, que no querían
entristecerla por eso nunca le habían mandado nada, es decir una versión
que la sostuvieron, los distintos, personas que los atendían a mis padres
cuando iban, y que se desmorona con el testimonio, de un ex detenido,
Jorge Ramírez, que había sido detenido, junto con Rogelio Ayala, también
que eran los 3 que habían detenido y torturado juntos, Jorge Ramírez y
también Ayala, manifiestan que desmienten esta versión, que nunca la
creímos como familia por inverosímil, por infantil, por absurda, de pensar que
a 3 oficiales no se les puede escapar un joven esposado, de cómo lo habían
torturado en Concordia, como lo habían torturado, y como se había quedado
en la tortura aquí en Paraná, esto prueba que realmente ya el Juicio en la
Causa “Harguindeguy” en la que originariamente estaba la causa de mi
hermano, hay una condena y prueba que en Concordia, en Entre Ríos, hubo
terrorismo de Estado, hubo centros clandestinos de detención y de tortura,
yo hoy quiero también manifestar, el reconocimiento a mis padres que no
alcanzaron a ver justicia, a ver justicia por su hijo y que lo buscaron
incansablemente, primero en forma individual, cuando Jorge desaparece, a
los pocos meses se acerca Don Orduna que tenía su hijo privado de la
libertad, para decirle que había un grupo, para invitarlo, invitarnos a
sumarnos al grupo de familiares que estaban pasando por esas trágicas
situaciones, habían ya varios desaparecidos en Concordia, Solaga, Cosman,
Salazar, Díaz, que desaparecieron en Concordia o en otros lados pero de
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familias de Concordia, así que desde ese mismo momento, comenzaron a
trabajar en forma conjunta en los organismos de Derechos Humanos,
asambleas ya existían, si se forman después de la desaparición de Jorge,
todos los familiares forman la asociación de familiares y posteriormente las
madres forman Madres de Plaza de Mayo, y trabajaban en forma conjunta y
creo que eso fue lo que nos permitió poder transitar momentos tan
dramáticos, dolorosos, incomprensible, golpear puertas y encontrar todas
cerradas, por allí uno se asombra al volver a revisar todo, las notas que
hacían en forma conjunta, cada uno en forma individual digamos, pero que
habían sido decididas de conjunto, por ejemplo la comisión episcopal y la
respuesta que tenemos están de prima testa, cuando hoy, gracias a los
juicios de lesa humanidad realizados en el país sabemos la complicidad de
la Iglesia católica, de la cúpula de la Iglesia Católica, del poder civil, hicieron,
transitaron las denuncias la OEA, la Cruz Roja, a mi hermano se le saco,
sacamos la nacionalidad italiana, a los efectos de que pudiera el Gobierno
Italiano, también reclamar y así fue, se hizo todo lo humanamente posible,
no quedaba idea sin concretar en la búsqueda, después tomamos también
contacto y formamos parte con el grupo de padres de soldados
desaparecidos, impulsados por el Dr. Agusto Conte Mc Donall, que fue a
Concordia, se entrevistó con mis padres, y sacaban solicitadas conjuntas,
fueron años de muchísima lucha, de muchísima soledad, porque después
vinieron, si bien vinieron, este Argentina tuvo, tuvimos la satisfacción de ver
a la Junta Militar condenada, también la ignominia de las leyes de punto final
y obediencia debida, que fue terrible para todos los familiares, para nosotros
en lo personal, mis padres vinieron a declarar aquí en el 87, mi mama había
tenido antes, así como padre cuando desaparece mi hermano tiene un
infarto, mi mama había tenido un ACV, apenas podía hablar, caminar, pero
igual vino, como también vino a declarar Rogelio Ayala, un preso que lo
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habían torturado de tal manera que había perdido la razón y el así lo
manifestaba, soy un enfermo mental, estoy medicado, pero nunca dejó, a
pesar de lo que abra sido todo vivido a declarar, lo mismo que Jorge
Ramírez y cada uno de los testigos que a lo largo y a lo ancho del País han
tenido la valentía de poder dar sus testimonios a pesar de todo lo que fueron
viviendo, las leyes de punto final decía y también de obediencia debida, los
terribles e ignominiosos indultos, la soledad más absoluta en la lucha de los
organismos de Derechos Humanos, y de gente de buena voluntad que creía
y acompañaba, porque solamente se buscaba justicia, no hubo un caso de
venganza por mano propia, justicia y ellos hoy tienen la posibilidad que se
les fue negadas a nuestros familiares, y la importancia que tuvieron la
anulación de las leyes de obediencia debida y de punto final para los
familiares y la sociedad en su conjunto porque echaron muchísima luz sobre
esa verdad oficial de los dictadores, de los genocidas, yo deseo, esperamos
muchísimos años, yo a veces me enojo mucho, es cierto, estoy muy
enojada, estaba muy enojada, porque hace 41 años del primer Habeas
Corpus, se hizo en el noviembre del 77, mi hermano había desaparecido en
marzo, con todas estas interrupciones en la Justicia por la Ley de
Obediencia debida, siento que ha pasado tanta cantidad de años, que mis
padres que tanto lucharon y los padres de tantos no pudieron ver que se
había hecho justicia por lo que le habían hecho a sus hijos, pero también por
otro lado, reivindico todo lo realizado en Argentina, que permite hoy que
estemos acá, por eso Señora Jueza pido que este año haya sentencia para
quienes han cometido estos aberrantes hechos para que realmente, en estos
momentos que hay un retroceso en las políticas de derechos humanos como
políticas de estado, que vemos el desmantelamiento de áreas centrales y
vitales, que vemos que está pidiendo el 2x1 y aplicándose en caso de delitos
de lesa humanidad, que se le está dando domiciliarias a los genocidas, en
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muchos casos, en otros casos nos alegramos, como el caso Etchecolatz, la
movilización popular, creo yo, hace que vuelva adentro, entonces, hace 41
años en el caso nuestro, hay otra gente que hace mucho más, que fueron
afectados por las triples A, así que hace antes que estábamos buscando
justicia, buscando que nos digan la verdad, ellos tuvieron la posibilidad de
decir dónde están los cuerpos, donde están los restos y siguen callando y
siguen anclados en la mentira, estos ámbitos son los ámbitos que permiten a
la sociedad conocer la verdad, yo siempre pensé que iba a recuperar los
restos de mi hermano, que nos iban a decir, siempre, mis padres, llego un
momento cuando a mi madre le da el ACV, el accidente cerebro vascular,
que dijo, que dijeron que descanse, junto con sus compañero, a pesar de
eso, mi madre cuando se abre el primer cementerio Parque en Concordia,
compra una tumba con tres lugares, porque evidentemente en el interior de
ella siempre estaba, es lo que más nos humaniza, ya el hombre neandertal
celebraba, hacia ceremonias para sus muertos, a nosotros nos quitaron, le
quitaron la vida, a un joven que era parte de un proyecto colectivo, eran
jóvenes que vivieron toda su vida con gobiernos dictatoriales y quizás en
algunas oportunidades gobiernos constitucionales con la proscripción del
partido mayoritario, igual de todas maneras fueron derrocados por gobiernos
militares, es decir vivieron su vida en estados autoritarios, que si eran
subversivos, por supuesto que eran subversivos, querían subvertir ese
orden, querían un país más justo, un país soberano, donde hubiera justicia
social, ese fue su gran pecado quizás no?, si por eso los mataron, no los
llevaron porque sí, yo tengo muchísimo confianza y esperanza de que este
año se condene finalmente a quienes fueron los responsables de la
detención, tortura y muerte y desaparición de mi hermano. Preguntado si
puede señalar específicamente quienes estuvieron en el traslado de Jorge
Emilio Papetti, desde concordia a Paraná, manifestó: Si, los oficiales
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Amarillo, Alemán y Galeano, eran tres oficiales del Ejército designados por
Dasso. Requerido para que diga si fue Dasso quien le comunicó con quienes
había ido, expresó que sí, fue el, el que dijo además que, “sabemos que
después se armó todo eso”, con algo que llamaban a declarar en el Juicio
realizado por la Justicia Militar en un principio, que fueron los primeros.
Preguntado si a su madre cuando fue el 22 le dijeron quienes lo habían
llevado y a quien se les había escapado en ese momento, contestó que en
ese momento le dijo tres oficiales, que yo recuerde eran tres oficiales sin
nombre ni apellido. Preguntado si tuvo algún tipo de participación la familia
en la reconstrucción/instrucción /actuación de la supuesta fuga que le
informaron, expresó que no, solo se nos informó, solamente se mencionó.
Preguntado si el oficial Naldo Dasso, en algún momento impartió algún tipo
de amenazas hacia la familia, hacia la madre, hacia la hija, ante la insistente
averiguación de paradero de su familiar, contestó que sí, en reiteradas
oportunidades, directamente de DASSO, recuerdo una vez que mi mama
decía, dijo bueno vamos a ir, mis padres, a otras, a preguntar a Prefectura,
Gendarmería, era desesperante, no daban respuesta, a otra fuerzas a ver,
dice ni se les ocurra todas están bajo mí mando y cuidadito con lo que haga,
porque usted tiene una hija y pueden volver los que se llevaron a su hijo y
llevársela a ella, mi madre entro ahí en una locura, muy muy mal, me llevo,
yo había estudiado en el colegio San José de Concordia, que en una época
había tenido internado para la gente que vivía en el campo y que sus hijas
venían a estudiar ahí al colegio, y quería internarme a toda costa, yo ya
había terminado la secundaria y no podían llegar a convencerla las monjas
que ahí no había internado y que era imposible que me guardaran ahí. Lo
que si yo había terminado el magisterio., era profesora en esa época y me
ofrecieron trabajo inmediatamente como bibliotecaria en la parte de
secundaria en el colegio, que fue mi importante para la salud mental, porque
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cabía la posibilidad como era recién recibida que me mandaran al campo
con todo lo que hubiera representado para la familia y para mí también. Pero
no fue la única vez que, amenazas varias veces, así de ese tipo. Preguntado
qué fue lo que pudo reconstruir sobre el derrotero de su hermano, Jorge
Emilio Papetti, desde su secuestro en la fila del saludo por parte de López
Belsue hasta finalmente la última noticia cuando sale Ramírez y Ayala si
puede contar eso, si sabe dónde fue trasladado en Paraná y más detalle;
contestó que lo que nosotros pudimos reconstruir es que después que lo
sacan de la guardia de formación y lo ponen en la guardia de prevención,
eso fue el 16 de marzo, lo torturan en el Donovan, que era una cancha de
polo, allí había una casita, hoy lo único que hay es este, lo cimientos. Y allí
cuando se hizo la reconstrucción en el caso “Harguindeguy”, muchos ex
presos que habían estado detenidos ahí, reconocieron y mostraban lo que
había, lo torturaron a Jorge, a los tres digamos pero bueno, a Jorge lo que
cuenta Ramírez, es que estaba muy torturado muy golpeado, con costillas
quebradas, no se podía sostener en pie, que le levantan la capucha y le pide
mi hermano a Jorge Ramírez, por favor reconóceme, porque me van a
reventar, mi hermano tenia, en la facultad le decían trueno, por su voz, una
voz muy característica, que era una voz muy grave, entonces, era la
característica de una persona extremadamente alegre, solidaria, bueno
perdón, pero después de allí, lo trasladan a Ramírez y a Ayala a la cárcel,
para tomarles declaraciones y Jorge queda ahí detenido en el regimiento,
también lo llevan a otro lugares cerca de Salto Grande por los ruidos de los
motores, le aplican distintos tipos de torturas, y luego es trasladado a Paraná
en auto, en el baúl iba Ayala, Ayala dice que escucha la toz de Jorge, la voz
y la toz, asimismo cuando llegan acá a Paraná, Ramírez plantea que
escucha, que lo puede seguir por la toz y hasta el momento que los torturan
juntos, es que el siente y reconoce, por haber tenido su papa cardiaco que
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se queda en la tortura Jorge y ahí hacen como reanimación para poder, no
se eso. Preguntado si supo que delito se le atribuía a Jorge Emilio Pappeti al
momento de ser detenido y si sabe quien llevaba a cabo la instrucción de
ese delito; si hubo alguna imputación; expresó que lo que les dice el
teniente coronel Dasso a mis padres, es que se lo llevaba a Paraná por
sospecha de subversión y que se les escapa, después también, no recuerdo
si se lo decían ahí también en el Regimiento o Trimarco, si en el también en
el regimiento, que tenía, que Jorge le imputaban que tenía en la camisa esa
de fajina los planos del regimiento, de una parte del regimiento, y que había
dado datos Orieta, y no sé si alguien más, que eran de inteligencia y del
ejército, eso es como que. Preguntado si eso era lo que le informaban, si vio
algún tipo actuación o informe, expresó que no, jamás. Digamos, cuando se
va Dasso, llega Amaya un nuevo jefe de Regimiento y él le dice yo no puedo
darle respuesta por más que ustedes vengan cada quince días, lo que sí
puedo hacer es conseguir una audiencia con Trimarco y Trimarco le dice
todo esto, pero mis padres cuentan, que decían pero si acá esta todo, y por
ejemplo dice que se encontraba, que militaba en la Juventud Peronista, que
se encontraba con una tal Pepa, una mujer apodada Pepa en calle Humberto
Primo, entre Sargento Cabral y Avellaneda, y era todo así, cosas que en
realidad y bueno después terminaba diciendo y también que estaba
pasando información sobre oficiales del ejército, eso es lo que se le
imputaba, pero también por ejemplo, está en una de las, que los recibía,
cuando estaba Dasso, recibía Dasso, Laroca, que era el segundo de Dasso,
Orieta o el Capitán Goris y Goris le dice a mis padres, pero bueno en
cualquier momento usted va a sentir el timbre, va a ir a abrir la puerta, va a
aparecer su hijo y nosotros ahí, vamos a tener que condenarlo por desertor,
digamos era una cosa. Preguntado si fue todo verbal, contestó que siempre
fue verbal, Trimarco decía acá esta todo y no le muestran. Si lo que dice
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Trimarco es, les dice, yo le dije a Dasso vos tendrías que haber dicho que lo
mataron en un enfrentamiento no que te escapo. Preguntado si supo de la
realización de juicios en instancia militar, llamados Consejos de Guerra, y si
supo de alguna instancia de estos juicios o Consejos de Guerra en relación a
su hermano, contestó: no, el consejo de guerra no, es decir nosotros en julio
del 77, a meses de desaparecido Jorge que nos decían que se había
escapado y que ya estaba muerto, asesinado, leemos, nos enteramos de
esta manera, leemos en los diarios nacionales, que se había hecho un
Consejo de Guerra, donde había 8 o 9 subversivos, terroristas decían,
condenados y que había uno que estaba prófugo que era Jorge Pappetti,
digamos esa era un Consejo de Guerra que da cuenta, yo sé por haber
hablado con los Piérola y con otra persona que no recuerdo bien, que estaba
en ese consejo de guerra, otra compañera que estaba en ese consejo de
guerra que el asombro digamos de que los ponían junto con ese que no lo
conocían, nadie lo conocía a Jorge. Preguntado si la única mención es que
estaba prófugo, contestó, claro, otro guerrillero o extremista, subversivo que
estaba prófugo, es decir que es un caso muy similar al otro Consejo de
Guerra anterior que hace mención a la desaparición de Fink y de Erbetta.
Requerido para que diga si tiene conocimiento de alguna otra Autoridad
Militar a que hubiera intervenido en el caso de su hermano, contestó: Mi
hermano estuvo acá en la cárcel, y había un jefe en esa cárcel, que es
responsable, que funcionó como centro de tortura que es Appelhans, pero
también hubo otros responsables como Trimarco que nombre,
Harguindeguy, Diaz Bessone, que lamentablemente la Justicia llega tan
tarde que no se los pudo juzgar, y también creo que hay, quedan afuera de
la justicia un montón de personas que torturaron, pero al menos que con el
responsable, los responsables como Dasso como Appelahns como López
Belsue, se haga justicia con ellos.
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A fs. 6313 prestó declaración testimonial Juan Emilio Basso Feresin,
quien refirió: “el nombre de mi madre es María Eugenia Silvia Saint Girons y
el apellido materno era Gerlo, y el de mi padre Emilio Osvaldo Feresin, su
apellido materno Piniero, ese es mi padre biológico, tengo un padre adoptivo
también. “Si, el 11 de febrero de 1977, que es el mismo día que yo nací, mi
madre estaba con mi abuela, Ernesta Gerlo “Chiquita” y su madre digamos,
desde el día anterior, estaban muy preocupados porque no había vuelto mi
padre que había ido a la ciudad de Santa Fe y preocupada por una situación
de ese enorme tono, salen del domicilio donde estaban viviendo en la ciudad
de Paraná, mi abuela, a buscarlo, en ese ínterin se producen los síntomas
del trabajo de parto, ella estaba embaraza casi a término, no esperaba para
ese día, pero bueno estaba casi a término, ese día también era el
cumpleaños de mi papa de Emilio, por eso también era muy notable que no
haya retornado, y bueno eso se adelantan esos trabajos de parto y tiene
que ir a hacerse atender, mi abuela se va a un hotel, y en ese hospital de
niños San Roque, es donde yo nazco y en ese mismo momento del parto, es
detenida, secuestrada mejor dicho, por fuerzas civiles y fuerzas que después
ella identifico del ejército, y comienza ahí un periodo de cautiverio en el que
estamos los dos, apenas ahí en ese hospital, pero luego ahí rápidamente es
trasladada al hospital militar. Por supuesto que todo lo que yo pueda contar,
es parte de una reconstrucción familiar que hemos hecho, obviamente con
mi madre primero como testigo principal, pero también con mi familia, mi
madre murió en el 96 producto de un cáncer, y también en ese momento que
yo tenía 19 años, ósea que en determinada etapa, en la que muchas
cuestiones le hubiera preguntado a mi madre ya no estaba, así todo ella
siempre fue una persona que hizo muy presente a mi padre, su historia, una
persona muy vinculada al movimiento de Derechos Humanos, y toda la vida,
siguió buscando verdad y Justicia por su compañero Emilio, que siempre lo
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tuvo muy presente, pero también en conjunto, mi familia, esta reconstrucción
es una reconstrucción de alguna manera familiar, mi abuela, mi abuelo, mis
tíos, que todos estuvieron muy presentes y buscando y acompañando a mi
vieja, entonces bueno uno construyo lo que puedo contar a partir de ahí,
pero también es cierto, que la persona que tendría que estar declarando
para este juicio debería haber sido madre, que fue una sobreviviente de ese
genocidio, de ese terrorismo, de estado, pero que lamentablemente por
estas cuestiones que ha tenido nuestro país, de tantos años de impunidad,
no tuvo la posibilidad de esto. Entonces yo de alguna manera tratar de
representar esa palabra, mi madre fue llevada al Hospital Militar junto
conmigo, en ese lugar por lo que ella ha contado pero también por otras
informaciones que fui obteniendo, comenzaron a producir distinto tipos de
tormentos psicológicos, aprovechándose justamente de su situación de
haber parido recién y conmigo ahí, ese fue uno de los instrumentos que
utilizaron para torturarla, mi propia persona, ella conto que la amenazaban
con descuartizarme pero también no fue la única persona que conto sobre
ese momento en que estuvimos los dos ahí, en el 2008 tome contacto con
un testimonio de una persona también testigo presencial en ese lugar, que
era un conscripto, por las cuestiones de la vida, como uno terminaba
haciendo la colimba y le toco estar en ese Hospital Militar y pudo ver muchas
cosas que ocurrieron en el marco de esa dictadura en ese sitio y entre las
cosas que vio, vio ese momento en el que mi madre estuvo ahí, vio
imágenes de esos momentos en la que la amenazaban con mi persona,
incluso describe la imagen de haber visto que personal de ese hospital me
tenían tomado de las patitas mientras decían cuestiones a mi madre, esa
persona dice que cuanta haberme tenido en sus brazos y no sé si haberme
dado una mamadera y todo, digo que es un testimonio muy presente, que
confirma de una manera ese relato de mi madre, que además ocurre mucho
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tiempo después de la muerte de mi madre, ese testimonio, y esa persona,
ese testigo, también nombra a personas que integraron ese Hospital Militar o
que estaban con responsabilidades sobre lo que ocurría en ese lugar, en el
que no solo hablando de niños, estuve yo, porque la historia después nos
cuenta que ha habido otros niños, otras mujeres, algunas embarazadas y
que no puedo dejar de mirar lo de mis compañeros, yo soy un militante de la
Agrupación HIJOS y tengo una compañera que busca a su hermano, que
estuvo ahí que es Sabrina Gullino Valenzuela Negro, su madre estuvo ahí,
Raquel Negro y otro de los mellizos que estuvo, todavía está siendo
buscado, eso fue un año después, pero en el 77 que es cuando estábamos
nosotros este testigo cuenta, nombra, quiero recordar unos nombres que
retuve, que el menciona, menciona a personas que tenían responsabilidades
como Díaz Bessone, Trimarco, personas como Appiani, Apellhans y Moyano,
son esos nombres que yo retengo y que lamentablemente no se no están
acá, no están presentes, porque no puedo dejar de tener sobre mi mente mi
memoria, esas imagines, imagen de mi madre, ese imagen mía y no poder
mirar a la cara a esos personajes cobardes que este pudieron llegar a ese
nivel de horror, para los que por supuesto espero la justicia actué como
corresponde pero como quería recordar esos nombres, luego de ese lugar
mi madre y yo, el derrotero que hacemos este, la unidad Penal 6 de Paraná,
ahí nos trasladan, a mi madre en realidad la siguen llevando a sesiones de
tormentos, eso ella lo cuenta, creo que esta, debe estar ese testimonio
ingresado aquí en este Juzgado, ella cuenta que es llevada a las sesiones
de tormentos y que en esas sesiones, bueno, tiene, sufre la aplicación de
picana en distintas partes del cuerpo, le arrojaban agua, bueno una
mecánica lamentablemente conocida porque ocurre en el marco de ese plan
sistemático que tantos compañeros y compañeras sobrevivientes, algunos
que están aquí presentes, han dado cuenta también. En esas sesiones de
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tormento, ella cuenta que le hacían escuchar, cintas grabadas, sonoras, en
la que le dicen que es la voz de mi padre Emilio Feresin y en un momento
ella termina por reconocer la voz de mi padre, porque dice que estaba como
una voz, muy golpeada, de ultratumba, por una palabras que dice la termina
de reconocer, también le hablaban de un escrito, de algo supuestamente
firmado por mi padre, en esas sesiones de tormentos mi mama estaba,
bueno había parido recién, entonces estaba con toda la, el cuerpo afectado
por todo ese parto, que a pesar de que, según ella, fue un buen parto, más
allá de ese contexto, ella solía tener esa capacidad de ver la parte
esperanzadora y positiva, entonces siempre recordaba, a mí me hablaba de
ese parto como que salís y sin hacerla sufrir absolutamente nada, pero a
pesar de eso, estaba en ese contexto, entonces me parece que es un hecho
a remarcar, ese marco, cuál era la situación de su persona y su cuerpo en
esas sesiones de tormento. A tal punto fue bestial esa tortura que ella
recuerda haber perdido el conocimiento en un momento no recordaba nada,
dice como que la revivieron, que en un momento se acordaba que le daban
pastillas e inyecciones y bueno también por el relato de ella y de
compañeras que estuvieron detenidas con ella en la cárcel, el domingo, tuve
que reconstruir que también ese contexto, a mí me llevaban, me tenían en la
unidad penal 6 y me acercaban por momentos para que ella me amamante y
volvía a la unida penal, a la cárcel, al cuidado de las compañeras que
también estaban detenidas. En ese mismo momento, ahí me parece que
ocurre algo que también tengo que mencionar porque es parte de todo esto,
que es que yo había dicho que mi padre el 10 de febrero ya no había vuelto
luego de haber ido santa fe, nosotros pudimos reconstruir, de hecho en un
juicio en Santa Fe al respecto, parte de lo que ocurrió con mi padre que está
estrechamente vinculado con la detención de mi madre y todo lo que sufrió
ella y yo, la información que tenemos es que él fue secuestrado a la salida
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del túnel subfluvial o en el Bar Steiner, ahí hay como dos versiones, lo
concreto es que estuvo en el bar Steiner, en una reunión que estaba fijada
de antemano con un primo hermano de mi mama, Guillermo White días
previos a la detención de mi madre, de la desaparición de mi padre, había
habido una reunión familiar acá en Paraná, no puedo ubicar bien el día, si
fue el 9, fue un fin de semana anterior, una reunión en la que habían estado
mis abuelos, Enrique Saint Giron, Ernesta Gerlo, mi mama, mi papa Emilio,
mi tía, la hermana de mi mama, Analia Saint Giron y mi tío Guillermo White,
habían estado todos reunidos en la costanera, pasando un día de familia y
ahí mi familia había tomado conocimiento de que se iba a hacer esa reunión
en Santa Fe, después de la detención de mi padre, mi familia se puso a
buscar, también la familia de mi tío, mi tía María Rosa White, fundadora de
Madres de Abuelas de Plaza de Mayo de Rosario, y además toda su familia
y su hija fueron parte de la búsqueda de Guillermo, lo mismo que su
compañera Estela Burna, esposa de Guillermo White, entonces, salieron a
buscar información, también mi madre obtuvo esa información, que testigos
de ese bar, mosos, mosas no recuerdo bien, vieron como estaban reunidos
en ese bar, Guillermo Emilio y llegaron fuerzas del ejército a detenerlos,
como se los llevaron, eso lo habían podido reconstruir, por el lado de mi tía
Mari y mi madre, y después de eso pudimos conocer algunos testigos que
tuvo mi padre durante su detención, también de mi tío, como mi padre al
igual que mi madre, venia de una militancia en la organización Peronista
montoneros, entendemos, que no tuvo el mismo camino que mi tío Guillermo
White, que fue llevado a las cercanías de Rosario y sabemos que estuvo en
un centro clandestino de detención, conocido como la calamita, donde
también estuvo detenida su mujer, creo que lo escucho y logro identificarlo
ahí, en cambio a mi papa, lo llevaron, estuvo circulando entre Paraná y
Santa Fe, en distintos centros clandestinos de detención, esto lo sabemos
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por testimonios de compañeros y compañeras sobrevivientes, en Santa Fe
estuvo en un lugar conocido como La Casita, un lugar cuyos hechos fueron
investigados y ventilados en el Tribunal Federal de Santa Fe y esos hechos
fueron los que se conocían y por los cuales se juzgaron a los responsables
de ese lugar, en el caso de mi papa, en ese lugar fue un lugar de aplicación
de tormentos para muchos compañeros incluido mi padre y también lo que
pudimos reconstruir es que lo han traído a un lugar acá en Paraná, al menos
un lugar, no sabemos si más, pero si seguro estuvo en otro lugar que
compañeras y compañeros también compartieron cautiverio con él en ese
sitio, es un lugar que fue identificado como de pertenencia del ejército, en las
afueras de la ciudad, allí estuvieron cautivas también Beatriz Feifer y María
Luz Piérola, que por supuesto dieron su testimonio y con las cuales pudimos
conocernos, porque compartieron detención con mi madre, fueron partes de
esas especies de tías que nos hicimos los niños que en ese momento
vivimos esa situación y hasta el día de hoy las sigo heredando como tías,
pero en concreto ellas pudieron aportar un testimonio muy valioso de lo que
ocurrió en ese lugar, y valiente también, ahí en ese sitio, lo vieron a mi
padre, lo escucharon y después lo vieron, decía que en ese lugar lo vieron a
mi padre, uno de los captores en un momento, la llevo a ver a una persona
que estaba detenida en ese mismo lugar que resulto ser mi padre, al que
describen haberlo visto, muy pero muy golpeado, muy arruinado producto de
las torturas, no quiero ser detallista porque seguramente esta descripto en
alguna de las testimoniales que dieron las compañeras pero lo importante es
que pudieron identificarlo y dar cuenta del nivel de deterioro que tenía, y
también confirmar esa vinculación que hubo entre los secuestros, las
torturas, la planificación de ese plan sistemático de exterminio que se vio en
la región y como estaba vinculado lo que se estaba haciendo en la ciudad de
Santa Fe, con Entre Ríos, Paraná por lo menos, las compañeras habían sido
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detenidas también en otras ciudades de Entre Ríos, así que podemos decir
en la provincia, y como estaba justamente coordinada esa represión porque
justamente a mi padre lo habían llevado y traído en repetidas oportunidades
entre Santa Fe y Paraná, en esos centros clandestinos de detención donde
inteligencia y fuerzas del ejército operaban, luego del hospital militar, se dio
ese traslado, pero en el medio estaban las sesiones de tormentos y después
hubo una, yo creo que hasta agosto del 77, seguimos los dos en la unidad
penal 6 de Paraná, las condiciones fueron las mismas que las de las
compañeras con la particularidad en este caso que ella estaba con su hijo
recién nacido, yo si usted me permite, tengo la fortuna de tener un cuaderno,
que escribió mi madre, en algún momento en que pudo empezar a escribir
porque ella estuvo detenida desde el día en que yo nací y esto, la primer
hoja, está fechada el 2 de julio de 1977, es un cuaderno que ella título
“cuaderno para Juan Emilio Feresin escrito por su mama María Eugenia
Unidad Penal 6 1977 Paraná, y algo de las condiciones de detención me
parece que están descriptas acá, y yo quisiera leer dos hojitas, si me lo
permiten, porque también es una manera de poder dar cuenta de esa
palabra de mi madre que no está presente pero de este modo la puedo traer
y también dar cuenta de algo que no me es sencillo a mi explicar porque
tiene que ver con lo que pasa con una madre que está en esa circunstancia
con su hijo y todos los temores y situaciones que puede estar viviendo, por
ahí uno puede intentar imaginarse, esto yo supongo que vale lo que le
permitieron que quede porque le faltan hojas y pienso que se las pueden
haber arrancado. A esta altura da lectura a dicho diario, la última hoja “del 31
de julio” y señala que la última que le escribió son varias, como un cuaderno
que está escrito por las dudas si no nos fuéramos a ver después del
momento que nos separemos, hay partes muy íntimas que me guardo, en
ese contexto de encierro y todo ella encuentra muchas situaciones bellas
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entre las que compartimos pero quiero dar cuenta de esas sensaciones de
desgarramiento, de separarnos, y lee nuevamente “ … hoy 31 de … ” y hace
un comentario sobre la letra de su mama … Retoma el relato señalando que
por ahí las condiciones más duras del encierro aun no queriendo pasar por
encima de las penurias que pasaron todas las compañeras, que esta es la
de una mujer que estaba con su hijo, que había muchas otras compañeras,
pero yo imagino por lo que ella siempre me transmitió era esa especie de
amor directamente proporcional a todas esas situaciones que tuvo que vivir
ese primer período, esa situación de tener que transitarlo los primeros meses
de mi vida conmigo ahí hace a lo peor de las condiciones que tuvo que sufrir
durante esa etapa, lo esencial, como que después ella . Preguntado hasta
que fecha estuvo, contestó hasta agosto del 77 cuando es trasladada al
penal de Devoto y yo soy entregado a mis abuelos maternos Enrique Saint
Giron y Ernesta Gerlo que eran aquellos que estaban ese día que mi madre
me fue a tener y como estaba mi abuela en la ciudad mi familia estuvo muy
presente inmediatamente pudieron ir haciendo un seguimiento de la
situación de mi madre, y estuvieron detrás de su detención
permanentemente tratando de estar vinculados y bueno finalmente me
dieron para que me tengan ellos, en el medio yo fui anotado, mi partida de
nacimiento dice en el domicilio Unidad Penal 6 de Paraná, fui anotado como
Juan Emilio Saint Giron, y bueno con ese nombre viví hasta el ochenta y pico
que bueno ahí arranca otra etapa. Preguntado que fue sobre el traslado,
contestó: ahí hay una situación previa que me parece importante mencionar
que es ella también cuenta, que es su Consejo de Guerra que le hacen como
corolario de todo esto porque lo relatan como parte de todo … la situación de
tormento que tuvo que vivir y como a la vez le ponían en el marco de esas
sesiones la situación que estaba padeciendo mi padre, porque le hacían
escuchar cintas y le planteaban justamente como marco de los tormentos en
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esa situación que estaba viviendo mi padre algo que ocurría al mismo tiempo
con mi padre no, con mi padre también le utilizaron como herramientas de
tormento la situación de mi madre y mía por eso yo decía que era tan
importante esa vinculación, pero en el marco de todas esas sesiones de
tormento se hace un Consejo de Guerra, que no puede precisar la fecha,
estaba en la Unidad Penal. Continúa su relato señalando que las sesiones
de tormento tengo el recuerdo de que ella la ubica en un lugar que pude
identificar como el Penal de varones o la casa del jefe del penal de varones,
una cosa así, eso está en su declaración, y también identificar claramente a
una persona, un tal Quintana como parte de estos movimientos y creo que
es el que firma o la hace firmar ese Consejo de Guerra en el que le hacen
decir cosas y la extorsionan para que firme algo que ellos querían que firme,
básicamente, eso me parece que es otro choque del relato, no lo había
mencionado, antes y después su traslado que no podría precisar en qué día
ocurrió, ella fue liberada, no podría recordar exactamente el día pero en
diciembre del 82 estoy casi seguro que fue en diciembre del 82 es decir que
estuvo desde el 11 de febrero hasta diciembre del 82, presa, fue presa
política de ese gobierno ilegal digamos. Preguntado a que edad se
reencontró con su madre en libertad, a lo que respondió: a los cinco años,
casi seis cuando mi madre recupera la libertad, aunque la fui a visitar al
penal de Devoto como tantos niños y con esa buena parte de su detención
… veíamos a través de vidrios y hubo alguna oportunidad en la que
podíamos ingresar a un patio mientras tanto yo me crie con mis abuelos
maternos en la ciudad de Rosario, preguntado que secuelas tuvo su madre,
contestó: yo creo que no se lo ve distinto a la vida que tuvo que enfrentar
que tuvieron que enfrentar sometidas a esa situación, secuestros, tormentos,
y después una prisión de años por un gobierno ilegal e ilegitimo que
interrumpió el gobierno constitucional de nuestro país. Mi madre es una
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propios padecimientos, por ahí los manejaba por otro lado, eso lo he
encontrado en una carta que le escribió a alguna compañera o algún
compañero o algún familiar, y después la tuve tiempo después, entonces
contaba sus angustias de no haber podido por ejemplo, avanzar más en la
causa del flaco como ella le decía a mi papa, y su compromiso, tengo la
imagen …. , el audio de un cassete que le mandaba no se si a María Luz, o
a alguna de esas compañeras, contándoles desde Rufino que tan alejado de
todo lo que era el movimiento permanente de los organismos de Derechos
Humanos pero su compromiso por seguir aportando a la exigencia de juicio y
castigo a los genocidas, a los responsables de ese secuestro particular, pero
el de todos los compañeros y el suyo propio, creo que esa situación de
impunidad y de no justicia fueron algo que por adentro, lo fue manejando por
adentro, y también yo siento que por ahí personalmente yo la etapa que
vivimos juntos, que yo viví con ella desde los seis, siete años, seis años
cinco casi seis, hasta los dieciocho, yo a los dieciocho me fui a vivir a
Rosario para estudiar y bueno fue todo un periodo en el que, la verdad yo no
la habilite, ella me buscaba pero yo no presionaba tampoco, yo no habilite la
posibilidad de que pueda contar más o hablar más de eso, no sé si con mi
papa adoptivo lo lograba porque también él tenía sus propias dolores, sus
situaciones que no sé, no habla mucho él tampoco de eso, de más de
política, de más de la historia, de más del registro de la lectura del contexto
sí, pero por ahí de las situaciones más individuales más personales, de sus
sufrimientos, por ahí se lo guardaba un poquito más entonces no se si el
lugar para canalizar todo eso eran las cartas y las charlas con las
compañeras y algún que otro familiar no los que estábamos en Rufino, y digo
eso porque hay un padecimiento en mi vieja que yo supongo que es
permanente, que nos acompaña, y por ahí no pude visualizar tanto porque el
perfil de mi vieja era ese, era hacer la que está para ponerle la sonrisa
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grande y buscarle la vuelta a lo que le pasaba a todos, mi vieja era muy así,
y todos todas la recuerdan de esa manera, como una de las personas más
solidarias, mas dispuestas a estar siempre alerta de lo que le pasa al otro,
me parece que de alguna manera es también una síntesis del modelo de
persona que ellos pensaban que se tenía que construir en esa sociedad por
la cual lucharon, ellos fueron secuestrados y detenidos, torturados, y en el
caso de las compañeras y compañeros desaparecidos por llevar adelante un
proyecto que soñaba una sociedad pero que también soñaba que esa
sociedad produjera hombres y mujeres solidarios, yo sé que mi vieja tenía un
modo de ser que era un modo de ser de esa sociedad que soñaba, y de esa
mujer que soñaban y por las cuales los desaparecieron, porque justamente
era un modelo de sociedad que ponía en discusión el status quo, esa
organización de nuestro país en manos de grupos económicos que temieron
que tuvieron el miedo de que ese proyecto realmente avance y pierdan sus
privilegios, económicos básicamente, pero no solo económicos, es
lamentable que no estén esos integrantes de las Fuerzas Armadas porque
un hecho que me parece importante es que se registren de lo que son estos
juicios es poner las cosas en su lugar, así como no dejarse de juzgar y
condenar los crímenes de lesa humanidad cometidos por esos asesinos
torturadores, cobardes, tenían una mujer atada a una parrilla a una cama
con un bebe colgado de una patita, no puedo pensar un ejército más lejano
al que soñó San Martín, a los primeros hombres que formaron el Ejército
Argentino, incluso en palabras de San Martín nunca estuvo construido para
atacar a su propio pueblo sino para liberarlo, pero me hubiera gustado que
estén, porque creo que se tienen que juzgar esos crímenes, ubicar a quienes
cometieron esos crímenes de lesa humanidad, que no se perdonan, que son
imprescriptibles, pero que también lo que hicieron lo hicieron al servicio no
de nuestro pueblo sino de ese grupo minoritario de poder económico que
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instigo ese golpe de estado pero que además fue también para una muy
pequeña porción de la población, sobre todo para beneficio de un poder
externo, eso es lo que más me parece que debería dejarse en claro digo
también para las futuras generaciones de esas Fuerzas Armadas que
nosotros creemos que se tienen que hacer más democráticas pero también
más argentinas, porque ese periodo que podríamos decir que fue desde el
golpe de estado del 30 en adelante el ejército fue un ejército de ocupación al
Servicio del imperio inglés y del imperio norteamericano, entonces me
gustaría poder decir eso y que la Justicia ubique en ese lugar donde diga
también a las próximas generaciones de nuestro país pero de nuestras
nuevas generaciones de soldados que los crímenes de lesa humanidad no
deben volver a ocurrir porque se juzgan y que las fuerzas armadas no deben
ser antinacionales porque esos crímenes de lesa patria tampoco se
perdonan para ver si aseguramos que las nuevas generaciones de las
Fuerzas Armadas sean democráticas y que respeten los derechos humanos
pero que también defiendan a nuestro pueblo y a nuestra nación, no sean
serviles ni cipayos, eso me parecía que me hubiera gustado que lo
escuchen, esos personales que no están y que fueron parte de ese
secuestro, las torturas de mi vieja y la desaparición, los secuestros y las
torturas de otros compañeros y compañeras y también la desaparición de mi
padre. Ella relata que producto de las torturas en el contexto de post parto en
el que ella estaba su condición de salud, realmente su condición de salud fue
muy afectada, en un momento ya da cuenta como que la revivieron y que
alguien, alguna voz o algo que dice como que había retenido coágulos no sé,
creo que en la UP, en ese ínterin entre las sesiones de tormento y la Unidad
Penal, tengo entendido que los interesados en la salud de mi madre eran los
mismos torturadores en el sentido que no se les muera para seguir
torturándola, le daban pastillas porque ella lo ha contado e inyecciones para
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mantenerla con vida, y escucho en un momento como que estaba a punto de
morirse porque había retenido un coágulo. Pero eso no se si no tenía que
ver con su situación de post parto mezclada con las sesiones de tormento,
eso recuerdo. Preguntado si los testigos conocían a su padre, contestó:
tengo entendido que lo conocían en el marco obviamente de su militancia.
Estas compañeras también eran militantes, posiblemente lo hayan conocido
con su nombre de militancia. Recordamos que en ese contexto ya había una
vida en la clandestinidad producto de este terrorismo de Estado vigente, y
para tener una actividad política no había muchas circunstancias para
hacerla con facilidad entonces posiblemente en ese momento lo hayan
conocido como Pablo, que era el nombre con el que vivía en la
clandestinidad.
A fs. 6170 prestó declaración testimonial, en ocasión de la audiencia
de Absolución de Posiciones, Juan Antonio Méndez, quien refirió, en primer
lugar, respecto de la posición ocho que: si es verdad que fui detenido ahí lo
conocí a Appiani, digamos estando detenido lo conocí, jurando que sí. A la
siguiente respondió: sí es verdad. Con respecto a la posición décima, dijo no
puedo decir no, pero yo fui interrogado, estaba encapuchado y no sé quién
me interrogaba, jurando que no en cuanto no tiene constancia especifica de
quien lo interrogo porque estaba encapuchado. A la posición once dijo: no
eso no es cierto está mal informado, no sé qué grado tiene Appiani ahora no
me acuerdo, yo el día anterior a que se lleve adelante el Consejo de Guerra
fui separado, si es verdad, y es ahí donde Appiani me hace elegir defensor
encapuchado y a los golpes, donde el me pagaba, no las veces anteriores
que no me había pegado él, ahí si me pego el, ante tal afirmación SS le
pregunta si fue ahí donde le decía que designe defensor, a lo que respondió:
era cómico, había un lista de nombres que ni se quiénes eran yo lo que
contestaba era que me dejaran que mi papa me iba a elegir un defensor y
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ahí Appiani me bajaba la capucha y ahí me empezaban a pegar de nuevo,
yo estaba esposado en la espalda y encapuchado, yo no participe del
Consejo de Guerra, yo no fui al plenario del Consejo de Guerra, yo estuve
separado, tal es así que a mí el Consejo de Guerra no me juzgo, no estuvo
nunca ante el Consejo de Guerra, hasta la noche anterior, conozco todo el
funcionamiento porque estaba a 20 metros mío, ante esta afirmación SS
expresa que esto se relaciona con la posición 12 que dice que fue acusado
por el fiscal del Consejo de Guerra, a lo que manifiesta no. Con respecto a
los vocales del Consejo de Guerra, el dicente expresa que no estuvo
presente, no fui juzgado. A la posición catorce jura que no. A la posición
quince dijo que no pudo apelar la sentencia condenatoria ante el Consejo,
aclarando a mí no me condeno ningún Consejo de Guerra, nunca fui juzgado
por un Consejo de Guerra. Relacionado con esto también, SS manifiesta que
la posición dieciséis se deja sin efecto; manifestando el declarante que
muchos otros que estuvieron detenidos con el sí, yo conozco, pero en lo
personal a mí nunca. A la posición diecisiete dice que no, agregando que es
militante de DDHH. Con respecto a la posición diecinueve SS explica que
debido a que están formuladas de manera negativa lo cual es improcedente,
se van formular de manera positiva, en la medida de lo posible,
manifestando el compareciente que sí, eso sí es cierto, lo que no puedo
asegurar es que fueran las autoridades pre ventoras, supongo que sí, porque
era la prevención que hacían, era encapuchar y golpear, fuera de ese
incidente de Appiani, en otro momento, sí. Continua con la siguiente y
expresa yo no participé de ningún Consejo de Guerra. Si elegí defensor, a
instancias, a golpes de Appiani, encapuchado y esposado, y SS le pregunta
si recuerda a quien designó, responde que no, agregando como para
graficar, era como una planilla de Excel donde en todos los renglones había
alguien, yo marque a uno y me hicieron firmar al lado, después que me
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la cárcel. En febrero del año 75 a todos los que estábamos acá en Paraná,
yo era uno de los primeros detenidos, estuve un tiempo solo acá en la cárcel
de Paraná, estaba con presos comunes, pero como preso político estuve
solo, un tiempo, no me acuerdo si a los quince o diez días, que me empecé a
relacionar con otros compañeros detenidos. En febrero del 75 somos
trasladados a Gualeguaychú, en mayo yo creo del 75 a mí me traen
nuevamente acá para firmar el sobreseimiento y me quedo un mes, me
dejaron un mes detenido acá y después me llevan nuevamente a
Gualeguaychú. De Gualeguaychú nos trasladan en septiembre del 76 a la
cárcel de Coronda en un avión desde Gualeguaychú, nosotros no sabíamos
donde íbamos, bueno ahí fuimos golpeados, muy golpeados en ese viaje, en
lo particular fui uno de los más golpeados, porque yo me había quedado sin
ropa, ya se me había gastado toda la ropa que tenía, no teníamos casi visita
y me habían dado un overol verde de la cárcel, yo fui con ese overol verde al
viaje entonces decían que yo era el mecánico del avión y me decían que
tenía que ir a arreglarlo como no podía, no iba porque estaba esposado al
piso, no yo solo, entonces ahí me golpeaban. Incluso nos robaron las
pertenencias de valor que teníamos, yo tenía la alianza de matrimonio, el
reloj con alguna otra cosa, y nos robaron todo, ese traslado fue hecho por
gente del Servicio PEF yo me acuerdo porque después con el tiempo, yo fui
director del SPER al tiempo, una locura mía, en el año 89 al 91, porque yo
en una oportunidad digamos yo tenía un trato muy cercano con el personal
penitenciario de acá de Entre Ríos y en una oportunidad cuando me
llevaban, no me acuerdo que era, a algo me llevaban, yo les dije ustedes
están equivocados porque en el algún momento alguno de todos nosotros
puede venir y ser jefe de ustedes que se yo, se excusaban, y eso me quedo
grabado y dije voy a cumplir la promesa, por eso fui director del SP en el 1er.
gno. de Busti que no me quería nombrar hasta que se dieron las
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circunstancias y bueno. Retomando su relato continúa explicando que nos
llevan a Coronda, somos recibidos también a golpes, navidad del año 76 yo
la pase en la cárcel de Coronda, año nuevo del año 76 al 77 yo la pase en la
cárcel de Paraná, debe haber sido 27, 28 de diciembre cuando no trasladan,
ese traslado fue todo normal no nos hicieron nada no nos amenazaron nada.
Fue la gente del SP de acá encabezado por Dure que otro de los imputados
que se murió, no nos golpearon nada, vinimos bien y estuve en enero la
primer quincena de enero del año 77 yo estaba ya junto con los otros
compañeros que éramos muchos los detenidos y que ellos nos contaban
todo lo que habían soportado ya muchos lo han manifestado acá, otros se
murieron, yo sabía lo que nos esperaba todos los días hasta que un día nos
llamaron, era yo me acuerdo de Irigoyen Vergara y yo, Irigoyen había venido
conmigo desde Coronda y Vergara había quedado en Gualeguaychu y no
había ido a Coronda y nos reencontramos acá en la cárcel de Paraná y nos
llevaron a la casa del Director General y ahí Dure me encapucha, me lleva
sin capucha sin nada yo iba caminando como tantas veces en las distintas
cárceles me llevaban y me custodiaban dos empleados penitenciarios, y es
ahí donde Dure me esposa la espalda y me encapucha y antes que me
encapuche le digo pero sos loco que haces vos? y me dice yo tengo que
cumplir órdenes. A mi hubiera gustado que estuviera Appiani acá primero,
por los menos que es el que tengo más cerca, y Dure, y bueno yo le dije una
serie de cosas y bueno lo que le manifestaba era al último que veo es a vos,
bueno después me llevan y ahí me golpean, era sin sentido, aparte unas
cosas sin sentido, cuando empiezan a golpearme me preguntaban cosas
que yo ya estaba preso cuando habían pasado, no las podía saber, de
cuentos, pero no me preguntaban, sino que me preguntaban por mi
participación, lo relacionado con la muerte de Cáceres Monie y yo ya estaba
preso, después me llevan a la celda de aislamiento de la cárcel de Paraná y
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al otro día de nuevo, todo era para firmar una declaración que era la que
usaba Appiani, la autoridad preventora, era una declaración que ya estaba
hecha no escribieron nada de lo que a mí me preguntaban yo tenía que
firmar, el tema era la firma. Al otro día también me golpean, la que por
entonces era mi esposa hacia unos meses que había salido en libertad y ya
teníamos una hija que había nacido presa, digamos, estando presos
nosotros, entonces cuando me dicen bueno lamentablemente te vamos a
traer a tu esposa presa de nuevo, ahí dije bueno dame y firmo, cuando me
levantaba la capucha yo leía dos o tres renglones de lo que decía pero no
podría leer más, no pude leer y firme esa declaración que no tengo idea que
decía que habrá pasado con esa declaración, supongo que me habré
imputado a mí mismo en determinadas cuestiones. Después me llevan de
nuevo al penal y a los días es cuando me llevan a elegir defensor, y es ahí
donde está Appiani, yo a todo esto lo deduzco pero algunas cosas son las
que he leído en la causa, yo especialmente tome el expediente de Appiani
para leerlo y lo he leído bastante, Appiani era recién recibido, era un
abogado que se había recibido en Rosario y que había ido al Colegio Militar
y se recibió como teniente primero que era el grado inicial de los
profesionales, entonces llegó el teniente primero Appiani. Debe haber sido
los primeros días de enero, porque yo entre los últimos días de diciembre no,
yo conocía los nombres tal es así que yo conocía el nombre del capitán
Rivas en diciembre, pero resulta que después en enero era el Mayor Rivas.
O sea que indudablemente había ascendido, también era del cuerpo
profesional porque era profesor der educación física. Yo jugaba tiempo antes
que me detuvieran al rugby y viajábamos mucho a Rosario, nosotros
jugábamos en la Unión de Santa Fe, pero viajábamos mucho a Rosario creo
que todavía también, no tanto, pero en esa época, los rosarinos tenían una
tonada muy particular, y bueno a Appiani le gustaba hablar a los gritos en la
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Antonio Temporetti, Rosa María Teresa Parodi, Domingo Schenone, Carlos
Alberto López, Francisco Aníbal López, Rubén Oscar Maitenon, Daniel
Ramón Cersofios, Carlos Leonardo Felipe Barsotti, Leonardo Casco, Tomas
Ramon Gimenez, Darío Cesar Fernández y Mario Rafael Amatti; testigos que
ratificaron lo declarado en la etapa sumarial; declaraciones que fueron
grabadas y se encuentran en soporte digital –DVD reservadas en secretaria,
y que fueron debidamente valoradas.
Que, en fecha 14/05/18 y 18/05/18 prestaron declaración testimonial
Justo Oscar Duré, Egidio Martin Candapay, Carlos Alberto Militello, Pablo
Alberto Escobar y Ernesto Ángel Geuna cfr. actas de fs. 6103/6103 vta. y
6114/6116 vta., declaraciones que fueron grabadas y se encuentran en
soporte digital –DVD reservadas en secretaria.
A fs. 6228/6229 obra glosada acta testimonial de Eduardo Jorge
Oviedo, quien frente a las preguntas interesadas por el imputado Jorge
Humberto Appiani en ejercicio de su autodefensa, contesta que si fue a un
Consejo como defensor, que no recuerda dado que hace 41 años de eso,
que a la persona que él representaba salió declarada inocente y el pidió la
absolución, su defendida no quiso apelar, que no se reunió con su defendida
previamente al Consejo, si posteriormente; en relación al ejercicio de la
defensa expresa que ella desconocía todo, cuando el dicente llega a Paraná
le trasmitieron eso, sin recordar quien, cuando llegó le dicen como iba a ser
el acto, de lo que se le imputaba a su defendida, el asesinato Cáceres Monié
y su esposa; ella se declaraba inocente y esa fue su defensa; que señala no
recordar bien a quien defendió pero es algo así como Badano y que era
Subteniente en 1er grado y fue la única vez, que en el Consejo no había
nadie con grado inferior al suyo porque Subteniente es el grado menor en el
Ejército.
A fs. 6230/6231 vta. obra glosada acta testimonial de Eduardo
Horacio Cundins, quien frente a las preguntas interesadas por el imputado
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Jorge Humberto Appiani en ejercicio de su autodefensa, contesta que si fue
defensor, no en el año 76 ya que estuvo prácticamente todo el año con la
Fragata Libertad, que de Appiani no tiene conciencia, tiene idea de haber
hablado con alguien que podría haber sido el Auditor pero no lo puede
identificar, que el dicente no fue convocado, lo instruyeron, tuvo contacto con
una persona y se avocó a redactar la defensa de esa persona; que no se
acuerda el apellido de quien fue defensor, sí que era humilde, de rostro
trigueño, que se encontraba angustiado por la situación que estaba pasando;
que estuvo con él y supo lo que se le imputaba y no tiene conocimiento de
cuál fue la sentencia de esta persona, que no recuerda que le hayan
informado el resultado de su defensa, el dicente estuvo en Paraná se reunió
con esa persona que había sido imputada de haber hecho una construcción
donde otra gente había escondido armamento, el dicente hizo un escrito que
fue presentado y tiene el recuerdo de haber estado presente en un Tribunal,
con 4, 5 o 6 personas con la gorra colocada que, para el eran gente de edad;
el dicente era Subteniente Jefe de una Sección de Tiradores Blindados en
Villaguay, ese fue el único caso en el que estuvo. Preguntado cuanto tiempo
antes del Consejo llegó a Paraná, contesta: tengo un vago recuerdo de haber
viajado durante el tiempo de calor, con mi auto, debo haber estado un día
completo, no debo haber pernoctado en Paraná, recuerda como dato que en
esa época hubo un terremoto y después buscando información antes de
asistir a la presente audiencia encontró que, en diciembre de 1977, enero y
febrero de 1978 hubo terremotos. Agrega que en el mismo día llegó,
entrevistó a su defendido y preparó la defensa. Cree haber entrevistado a
Appiani, pero si le ponen dos personas enfrente no las reconoce, tiene una
imagen del Auditor o del abogado, el apellido no lo conocía. Posteriormente a
la reunión con el imputado fue el Tribunal, luego de eso vuelve a su rutina a
donde prestabas servicios, no preguntó el resultado de su defensa porque la
hizo de acuerdo a su leal saber y entender y estaba satisfecho con eso.
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Preguntado si había alguien con menos grado que el dicente en el Consejo
de Guerra, contesta que no, era toda gente mayor, entiende que superiores y
no eran de su trato permanente. Preguntado si el Auditor le explicó cuál era
el trámite que tenía que hacer y si tenía que hacer algún tipo de recurso,
contesta que no, entiende que esta persona no tuvo una sanción importante
ni nada por el estilo, porque fue un trabajador que colaboró en un trabajo de
albañilería.
A fs. 6232/6233 obra glosada acta testimonial de Omar Calvo Rey,
quien frente a las preguntas interesadas por el imputado Jorge Humberto
Appiani en ejercicio de su autodefensa, contesta que sí fue Secretario de un
Consejo de Guerra, no vocal, en 1976 durante el gobierno del proceso, que
el Auditor era un señor, Mayor De La Vega, supone que si se comunicaba,
recuerda que mientras se sustanciaba este sumario traían a unos de los
imputados y mientras el dicente hacia su trabajo de copiar el Auditor les
hacía preguntas, que lo que quedó escrito se hizo ahí. El Auditor realizaba
las cuestiones de hecho y el dicente y su auxiliar transcribían. Expresa que
los defensores tuvieron lugar a presentar sus defensas y después el Auditor
consustanciaba o redactaba. Expresa que se acuerda de Appiani porque era
abogado, era muy jovencito, era Auxiliar de Auditor; recuerda que Appiani
apareció un par de veces. Preguntado para que diga que era lo que se
juzgaba en el Consejo de Guerra, contesta que recuerda que se tomó un
grupito de gente con armas que respondían al gobernador, que salió con
sentencia, con alguna condena salieron todos. Preguntado si recuerda un
Consejo de Guerra que se hizo en virtud del asesinato de Cáceres Monié y
su esposa, contesta que de eso no, se acuerda de ese hecho porque fue
muy conmocionarte, el dicente estaba en Paraná, pero no recuerda un
Consejo por ese tema.
A fs. 6252/6253 obra glosada acta testimonial de Ernesto Rodolfo
Peretti, quien frente a las preguntas interesadas por el imputado Jorge
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Humberto Appiani en ejercicio de su autodefensa, que a la única persona
que conoce es a Appelhans que sabe que ha fallecido, de Appiani recuerda
que era abogado en la II Brigada de Paraná y Dasso estaba como jefe en
Concordia, que el destino del dicente era Villaguay, y que no le comprenden
las generales de la ley. Expresa que no recuerda la fecha exacta, si puede
decir que participó en un solo Consejo de Guerra en su carrera, que fue el de
Paraná, debe haber sido en 1976 porque el dicente era subteniente. A la
segunda, manifiesta que lo designaron como defensor de una persona nada
más, que le dieron un resumen de las actuaciones y que habló con esa
persona una media hora con esa persona, me dijeron que había sido
designado como defensor y que tenía que volver en 15 días con una defensa
escrita y que debía hacer el mayor esfuerzo, recuerda que incluso fue a ver
en su pueblo a un abogado para que lo ayudara. No hubo denuncia al final
contra la persona que defendía por eso exigió su inmediata libertad, no tuvo
conocimiento de otra cosa, de malos tratos no tuvo conocimiento. No
recuerda quien era la persona que defendió, solo que le manifestó que cayó
en una redada, en un operativo, no recuerda su nombre, pasaron más de
cuarenta años, el día que le pasaron el resumen pudo hablar con su
defendido, en el Consejo no fue acusado y fue liberado inmediatamente. Que
sabe que el abogado de la Brigada era Appiani y que fue Appiani quien le
entregó el resumen de las actuaciones para hacer la defensa y que le dijo
que tenía que hacer su mayor esfuerzo. Es el único con el que pudieron
hablar, que ellos eran mucha gente, había gente de la Fuerza Aérea, de
Ejército. Lo único que sabe es que le dio el resumen y le dijo que ese era su
defendido; Appiani le entregó ese resumen y le dijo que tenía que defenderlo
lo mejor posible y el dicente habló media hora con su defendido y se retiró a
su pueblo y a los 15 días volvió al juicio que fue en una sala que se había
preparado en la Cárcel de Paraná Que el Auditor es el abogado que tiene la
Brigada, quien era no lo sabe ya que el dicente era demasiado novato para
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conocer mucha gente. Si recuerda que Appiani le entregó copia del resumen
de lo actuado, únicamente referido a esta persona que tuvo que defender, a
los 15 días volvió y lo llevaron a la prisión de Paraná, recuerda que había
Tres Coroneles, había un fiscal, estaba su defendido y del otro lado el
dicente, que no lo acusaron y no tuvo que presentar su defensa escrita, sino
que dijo que estaba de acuerdo con el fiscal y solicitó la libertad de su
defendido. Por último expresa que lo sorprendieron con esto porque no tenía
noción que hubiera una acusación de este juicio, del que se acuerda porque
fue la única intervención que tuvo en toda su carrera militar.
A fs. 6252/6253 obra glosada acta testimonial de Hugo Sabino
Fernández, quien frente a las preguntas interesadas por el imputado Jorge
Humberto Appiani en ejercicio de su autodefensa, contesta que conoce al
General Dasso pero hace años que no lo ve, y que no le comprenden las
generales de la ley. Expresa que nunca fue jefe de Operaciones, que estuvo
cuando fue la intervención militar estuvo un mes o dos, no recuerda, que fue
en el año 1976, que al único que puede nombrar es al General Trimarco,
después no recuerda, tiene muchas dudas. Dentro del Comando había
Auditor, en su opinión era un nivel inferior, en su opinión era asesoramiento
al Comandante nada más. Preguntado que fue sobre quienes impartían las
órdenes vinculadas contra la guerra contra la subversión dentro de la
pirámide de mandos contesta que el único que puede decir es el
Comandante, que era el General Trimarco. En relación a si los oficiales
auditores. Tenían algún tipo de intervención operativa o de inteligencia militar
expresa que diría que no, ninguna. Con respecto a si los oficiales auditores
tenían capacidad decisoria en la elaboración de las ordenes o en el
procedimiento militar contra la subversión o en la situación legal de los
detenidos políticos, expresa que no era su función; y que respecto de si los
oficiales auditores podían interrogar o recabar información o hacer tareas de
inteligencia sobre detenidos políticos, sea a disposición del Poder Ejecutivo
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de Guerra Especiales Estables, esto requiere aclaración técnica para que se
entienda que se significa Consejo de Guerra Especial Estable. En toda
justicia militar habla de Consejos de Guerra Estables porque se presume que
el Código está hecho para un Ejército que puede entrar en operaciones
militares con lo cual estaría fuera de su asiento natural, entonces si había
que juzgar a alguien con carácter de urgente o para mantener la disciplina se
establecían los Consejos de Guerra Especiales, o sea que no estaban dentro
de la estructura clásica de los organismos militares. La 21461 toma ese
concepto que es para la guerra convencional y determina Consejos de
Guerras Especiales para juzgar a quienes cometían delitos subversivos de
acuerdo a la tipificación a la época que se me refiere, de manera estable. Lo
que era una figura para una guerra convencional, fuera del asiento de la
tropa se hizo un paralelismo con una estructura de un Consejo de Guerra
Estables para delitos de carácter subversivo, eso a mi entender fueron las
dos modificaciones más importantes en el período al que me refiero.
Preguntado que le fue cómo funcionaban los Consejos de Guerras, que
funciones habían, que cargos, quienes los ocupaban, manifiesta que es una
copia de los Consejos de Guerra entonces vigente en el Código de Justicia
Militar 14029, el Consejo de Guerra tenía un Presidente, tenía vocales, tenía
un Fiscal y se llamaba a un Auditor, un Oficial Auditor que sería mi
especialidad para que diera la asistencia legal que se requería y
confeccionara la documentación que se había que confeccionar, los
Consejos de Guerra eran nombrados por el Poder Ejecutivo, entiendo que
administrativamente el Poder Ejecutivo delegaba la designación de esta
gente, El Poder Ejecutivo nombrada al Tribunal y creo que también al Fiscal,
al Auditor entiendo que lo nombraba el Comando. El auditor podía ser
nombrado para el Consejo de Guerra Especial Estable, pero era
intercambiable, la defensa era realizada por un Oficial del Cuerpo Comando
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que era elegido por el imputado o por designación directa. Estos organismos
eran dirigidos por el Cuerpo de Comando, los auditores teníamos una
injerencia muy tangencial y para fines técnicos específicos, y no había
conocimiento de la ley o de las normas jurídicas y de los aspectos legales
que hacen a cómo debe funcionar un Tribunal, había cierta improvisación en
la ejecución del Código. El auditor tenía que hacer la papelería, confeccionar
las actas, tenía que hacer las actas, el auditor no tenía ninguna injerencia
respecto de la valoración de los hechos juzgados. Respecto de las
responsabilidades dentro de una Unidad Militar en los diferentes grados al
momento de los hechos, en marzo de 1977, expresa: yo del caso puntual
conozco muy por arriba la situación, pero sé que fue en una Unidad de
Caballería. En una Unidad Militar, para ser esquemático, toda Unidad militar
tiene un jefe, dicho en términos prosaicos, el jefe es el dueño de la Unidad,
nada se mueve, nada sale, ni nada entra de la Unidad si el jefe no lo dice, es
una estructura militar vertical. El jefe tiene un segundo jefe, que es quien le
maneja la parte interna de la Unidad en lo que respecta a las actividades
diarias de la Unidad, digamos que el Jefe delega parte de su autoridad, pero
para temas tácticos, administrativos, temas específicos de la Unidad, dentro
de esos temas el 2do jefe tiene cierto espacio para ordenar ciertas cosas,
pero las cosas de fondo siempre las resuelve el jefe. Después vienen los
jefes, depende si fuera Infantería es Compañía, si fuera Caballería, como en
este caso Escuadrones, que son los Oficiales más antiguos después del Jefe
y del 2do Jefe, que tienen a cargo un área de responsabilidad que es el
grupo de soldados en un lugar físico que es el Escuadrón, que es donde
viven, donde duermen y donde se los instruye, ese grupo de soldados está
manejado por un grupo de oficiales subalternos y por suboficiales, y por
sobre ellos hay un jefe, que es el Jefe de Escuadrón. La Unidad Militar es
esta: el Jefe, el 2do. Jefe y después cuatro o cinco oficiales de Escuadrón
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según corresponda y una Compañía de Comando y Servicios o Escuadrón
que sería un Escuadrón logístico para apoyo del resto de los Escuadrones,
eso es básicamente la estructura de una Unidad Militar. Por supuesto que
los jefes de Escuadrón en su área dentro de las responsabilidades que tiene
sobre el personal a sus órdenes tiene autoridad, pero ese Escuadrón tiene
un jefe de Unidad, preguntado para que amplié respecto de una prevención,
dentro de un proceso como eso después se convierte en una actuación ante
el Consejo de Guerra, refiere que la ley 21460 de Seguridad nacional ante
un delito subversivo, cualquier autoridad militar que esté ante esa situación
tiene que prevenir rápidamente y tiene que tomar declaraciones y tomar las
medidas iniciales inclusive la declaración. La prevención la hace la autoridad
más antigua que esté en el lugar. Esa prevención sale de la prevención
policial que se hacía antes, se sacó del Código Militar ley 14029, de los
artículos 196 a 199 que hablan de la prevención, y dicen que deben prevenir
inmediatamente la autoridad que se encuentre en el lugar, debe adoptar las
medidas conducentes a preservar la prueba, a tomar las declaraciones, a
detener si es necesario detener e inmediatamente de instruida la prevención,
que se presume es una cosa rápida, con un informe circunstanciado debe
elevarlo a la autoridad inmediata y puede disponer la instrucción de un
sumario si ello fuese necesario, se presume necesario ante un delito grave o
falta disciplinaria grave. Quien decide que esa prevención se convierta en un
sumario es la autoridad inmediata que se presume que tiene un auditor
adjunto, un dictamen, esa autoridad decide en base al dictamen del auditor
y/o su propia decisión derivar esa actuación militar, ahí la causa recién
entraría en lo que nosotros interpretaríamos como una estructura legal
estable. Ahí se iniciaría el sumario donde el juez de instrucción militar debe
ratificar o no lo que hizo el preventor y debe ampliar los interrogatorios, debe
adoptar las medidas que considera, asegurar la prueba, debe actuar como
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juez de instrucción. Sobre quien puede ordenar la prevención en el marco de
una Unidad Militar y quien puede ordenar la detención de un miembro de la
fuerza armada que está en esa Unidad, contesta: en la Unidad Militar, como
dije al principio, quien decide es una sola persona, es el Jefe, y lo que
decidan los subalternos del jefe están subordinados a que el Jefe ratifique en
forma tácita o no la orden que se dio, no es un elemento democrático una
Unidad Militar es un elemento vertical estructurado para militares, por lo
tanto cuanto se debe instruir o se ordena una aprehensión en una unidad
militar quien la ordena es el Jefe, salvo que el Jefe de Escuadrón esté en
ejercicios militares fuera de la Unidad Militar y pueda aplicar el principio que
por estar en una situación de emergencia, pero normalmente es el Jefe de la
Unidad militar quien decide y habría que ver si quien era Jefe de la Unidad
era Comandante de Subzona porque normalmente los jefes de Unidades
Militares según donde estaba la Unidad Militar o si la Unidad Militar no
estaba o hubiera un Comando grande se los nombraban Comandantes de
Subzona. Preguntado que le fue para que diga si en el caso que se
procediera en una prevención a la detención de una persona, a cargo de
quien queda esa persona, dijo que la detención de una persona queda a
cargo de la parte de responsabilidad jerárquica de la persona que ordena la
detención, ahora la faz táctica, operativa, práctica, esa persona que ordenó
la detención implementará un sistema de seguridad para que la persona
quede detenida en el lugar y quede asegurada su seguridad. El que es
responsable es el Jefe, salvo que el Jefe de Escuadrón esté a 20 kilómetros
de la Unidad vadeando un río y ahí hay un problema entonces ahí todo lo
resuelve él, pero si es dentro de la Unidad Militar, todo lo que haga el Jefe de
Escuadrón es porque se lo ordenó el Jefe de Unidad, digamos que no hay
esa independencia amplia que puede interpretarse en otras estructuras.
Consultado sobre si dentro de la estructura del Regimiento, la guardia, o la
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Unidad Militar cuenta con celdas para aplicar sanciones y demás, refiere que
en el viejo Ejército contábamos con celdas, después por razones obvias se
reemplazaron las celdas por una habitación de la guardia que se utilizaba
para detener a la persona privada de su libertad. Si usted me pregunta
técnicamente si había un lugar físico para detener a una persona en algunos
casos lo había y en otros casos se tomaba una habitación donde podían
dormir los soldados y ahí se ponía a las personas, la guardia era el lugar
físico. La guardia es el órgano que da seguridad al Regimiento y protege al
Regimiento en un cinturón externo y uno interno, es un órgano que depende
del Segundo Jefe del Regimiento y del Jefe del Regimiento, los Jefes de
Escuadrón no tienen ninguna injerencia sobre la Guardia, es un organismo
fuera de los Escuadrones, esa guardia se configura con personal que se le
mandan, los jefes de Escuadrones entregan la lista de personal que va a
formar parte de la guardia todos los días porque se renueva cada
veinticuatro horas, esa Guardia tiene un Jefe que está físicamente con un
grupo de Suboficiales y los soldados de la guardia, que están apostados en
distintos lugares de seguridad de la Unidad y tiene un Oficial de Servicio que
siempre es un Oficial que normalmente está durante una semana y sería el
Gerente de la Guardia, es decir que durante una semana tiene la seguridad
de la Unidad a su cargo a través de la Guardia; toda esa estructura es ajena
a los Escuadrones, depende del Segundo Jefe de Unidad en lo inmediato, y
depende de fondo del Jefe de la Unidad. Si había que detener a alguien
durante la guardia se lo ponía en un lugar físico de la guardia y la guardia
era responsable de la seguridad de esa persona, era responsable que la
persona no se fugara, de la custodia, de la alimentación y llevarlo al baño.
Requerido que fue si el Jefe de Escuadrón estaba en la línea de Comando
respecto del Jefe de Guardia o esto era una situación diferente, expresó que
el jefe de Escuadrón tenía dos responsabilidades, primero entrenar el
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personal y la segunda responsabilidad que él y su personal cumplieran las
directivas de las órdenes de la guardia porque eran directivas del Jefe de
Unidad era por arriba de los Jefes de Escuadrones, es decir que lo que decía
el soldado apostado en la guardia, transgredir eso era enfrentarse a un
problema disciplinario grave con el Jefe de Unidad. Preguntado de quien
depende la decisión del traslado de un detenido en la guardia, contestó que
esa es una pregunta muy genérica porque puede haber circunstancias
diferentes, pero básicamente de una Unidad Militar no sale nadie detenido
de esa Unidad si no es que lo ordena el Jefe, o si lo ordenó una tercera
autoridad con más jerarquía como sería un Comandante de Brigada ser lo
ordena al jefe. Digamos que nadie puede ser decisor de lo que pase con una
persona en el movimiento de la Unidad que no sea el jefe. Dicho de otra
manera, si había una persona que debía ser trasladada de la Unidad, eso
tenía que contar con el visto bueno del jefe, o decidirlo el jefe, nadie podía
arrogarse sacar o entrar una persona sin la autoridad del jefe. Preguntado
para que diga en la legislación y actuaciones de prevención podía darse la
situación que más allá de personal militar, estuviera imputado o vinculado
personal civil, dijo que entendía que sí, porque la ley 21460 que es la
establece el tema de iniciar prevenciones, la única condición que pone es el
delito subversivo, es el tipo de delito, no pone la condición que debe ser
personal militar, así es que entiendo que sí. Al serle preguntado, en el caso
que personal civil se encuentre detenido en un Penal que no depende de la
estructura militar sino de la organización de la provincia donde está asentada
esa Unidad, el personal penitenciario se encontraba en la línea de Comando
del Jefe de Escuadrón, o de quien podía depender, contestó que
definitivamente no se encontraba en la línea de Comando del Jefe de
Escuadró. Acá hay que hacer una aclaración para entender esa época. En
esa época había un gobierno militar y las instituciones democráticas estaban
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suspendidas, los Penales también dependían en algún momento de alguna
autoridad militar, habría que ver en el caso puntual concreto, según el Penal
que era, el año que era de que autoridad militar dependía, probablemente
dependían del Comando de Zona, que era la estructura militar que se había
establecido para luchar con los entonces denominados guerrilleros, pero el
Penal no dependía de un Jefe de Escuadrón en absoluto, incluso respecto
del Jefe de Unidad en el caso puntual del que estamos hablando, si no era
Comandante de Subzona y el Penal le dependía, tampoco el Jefe de Unidad
tenía injerencia en el Penal. Preguntado sobre la implicancia que tenía que
un jefe de Regimiento cuente con la autoridad de Jefe o Subjefe de Zona,
contestó que implicaba que además de ser jefe de Regimiento tenía una
responsabilidad geográfica sobre un sector geográfico físico que le daba el
Ejército respecto de todo problema relacionado con la lucha contra la
subversión que se pudiera presentar, o sea que tenía un rol dual, como jefe
de Unidad y un rol como el responsable de un sector físico respecto de los
delitos de carácter entonces llamados subversivos que podrían suceder.
Consultado, frente a una situación de una orden escrita de detención por
parte del Jefe de Regimiento respecto de personal militar, cual es la posición
que tendría que adoptar un subordinado dentro de la Unidad Militar frente a
esa instrucción directa y escrita del Jefe de Regimiento. Manifestó que una
orden es una orden en la estructura militar, si la orden viene en forma verbal
o en forma escrita sigue manteniendo la entidad, es una orden militar. En el
ámbito militar las órdenes se dan de forma imperativa, esta imperatividad no
significa una obediencia ciega, la orden deber reunir determinados
requisitos, los requisitos de la orden son de dos tipos, de carácter formal y de
carácter sustancial. Para que una orden se ejecute en una estructura de
legalidad quien da la orden debe ser un superior de la persona que recibe la
orden, y debe ser un superior directo, debe estar en el canal de Comando,
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debe estar en la estructura de Comando para que le de imperatividad a la
orden. Yo soy Coronel, dependo de todos los generales, pero a mí solo me
puede dar una orden un General de mi estructura que hace que yo esté
subordinado a él, entonces la orden de ese General yo la tengo que cumplir
sí o sí, es imperativa. Entonces si usted recibe una orden por escrito o verbal
es irrelevante, de quien es su superior directo, de quien tiene Comando
sobre usted, tener Comando es poder imponer esa orden y usted tiene que
cumplirla sí o sí, y eso aparte está bien porque es subordinado de él, tiene el
cargo que dice tener y está en la cadena de Comando, entonces la parte
formal está bien. Entonces pasmos a la parte sustancial que es si en un
análisis rápido de la orden, porque si vamos a analizar cada orden o nos
vamos a tomar un tiempo prolongado para analizar la orden no vamos a
poder ir a la guerra. Entonces en un análisis rápido y yo diría cuasi intuitivo
de la orden yo tengo que ver si sustancialmente la orden que se me da es
una orden para que yo cometa un delito o es una orden preparatoria para un
delito que van a cometer terceros, aunque no se me diga para qué es la
orden, si yo detecto o tengo alguna información o percibo que la parte
sustancial de esa orden implica de mi parte la comisión de un delito o que yo
sin cometer un delito porque la orden puede ser totalmente inocente, como
por ejemplo llevar un vehículo de un lugar a otro, y yo tengo la idea o el
concepto que es para cometer un delito, yo no solamente que me puedo
negar a cumplir la orden sino que además estoy obligado a no cumplirla
porque si no yo estaría siendo partícipe necesario de un delito. Esto que yo
digo ahora teóricamente y que además es lo que corresponde en una
estructura de derecho en esa época era más complejo. Requerido si el Jefe
de Escuadrón tenía alguna posibilidad de ejercitar algún control sobre algún
detenido trasladado por orden del Jefe de la Unidad a otra Unidad, expresó
que no, el jefe de Escuadrón si se le trasladaba personal a otra unidad militar
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no tenía la posibilidad de ejercer ningún control, si tenía la posibilidad de
presentarse a su Jefe de Unidad y decirle: “Señor Jefe fulano de tal que
depende de mí Escuadrón en esta Unidad Militar, quisiera saber si está en
buenas condiciones, si está bien atendido, si está asesorado legalmente en
caso que existiera una acusación penal, digamos el interés de diligencia que
yo puedo tener sobre un personal mío, una diligencia de averiguar si está
bien. Desde el punto de vista técnico cuando mí me sacan un hombre de la
Unidad yo no tengo ninguna posibilidad de control sobre ese hombre.
Preguntado para que diga si las personas imputadas podían ser obligadas o
forzadas a declarar, contestó que la respuesta que puede dar es una
respuesta de racionalidad suya, de sentido, toda persona puede ser objeto
de un delito y obligada a hacer lo que no quiere si se dan las circunstancias
eventuales, evidentemente sí, si la persona está en un ámbito donde no se
respeta la ley puede ser coaccionado, puede ser obligada. Preguntado si
cuando la persona que declaraba le era impuesto lo que firmaba, expresó
que lo que correspondía era que se le leyera lo que se había transcripto de
su declaración, pero es casuístico. Al serle preguntado si en el caso que no
se hubiere cumplido con haberle leído lo que firmaba si había alguna
responsabilidad del Oficial Instructor. Contestó que, así como me lo pregunta
usted yo le diría que el oficial Instructor debería hacerle saber a la persona
que era lo que firmaba. Ahora una de las razones para derogar el Código de
Justicia Militar Me permito hacer una digresión, es difícil que en 2019 ver lo
que pasaba con la normativa en el año 1976 con la normativa, es muy difícil
Dra. Se presume que si la persona firmaba sin saber lo que firmaba no es lo
que corresponde legalmente. Una de las razones por las que se derogó el
Código de Justicia Militar fue precisamente porque no garantizaba la defensa
y el debido proceso, justamente porque se consideró que la persona
imputada en la estructura militar no podía ejercer su defensa desde el punto
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Informe de la Policía de Entre Ríos respecto de Ángel Marcos
Rodríguez (fs. 59/60).
Informe sobre personal de Policía de la Provincia de Entre Ríos (f.
61).
Informe del Ministerio de Defensa sobre los Jefes y/o Directores
correspondientes a las Unidades Militares (fs. 62).
Croquis a mano alzada y acta de reconocimiento del Predio Municipal
Pro Huerta (fs. 63/66).
Informe de la Dirección de Catastro Municipal del Predio Don Uva (fs.
67)
Informe D 2090682/5 Jefes Distrito Militar Entre Ríos (fs. 68).
Listado personal de la Policía Departamental Diamante durante el año
1976 (fs. 69/74).
Presentación efectuada por el Ministerio de Justicia, Seguridad y
Derechos Humanos de la Nación, Programa Verdad y Justicia, Informe sobre
la estructura, funcionamiento e integrantes del Destacamento de Inteligencia
122 y su Sección Paraná (fs. 75/768).
Tarea de inteligencia planimétrica y fotográfica de la Casita de la
Base (fs. 79/98).
Tarea de inteligencia planimétrica y fotográfica del Ex Escuadrón de
Comunicaciones de Ejército Argentino (fs. 99/120).
Tarea de Inteligencia planimétrica y fotográfica del Centro Hortícola
Pro Huerta de esta ciudad de Paraná (fs. 121/140).
Decretos del Poder Ejecutivo N° 132/76; 463/76; 2135/76; 2779/76;
2902/76; 3203/76; 3222/76 (fs. 1417158).
Informe remitido por el Ejército Argentino, Ministerio de Defensa, en
relación al oficio Crim. N°01/09, reconstrucción del listado del personal
Comando Brigada Caballería Blindada II durante el año 1976 (fs. 159/171).
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Nota del Ministerio de Defensa por la que se informa sobre Directiva
del Consejo de Defensa N° 1/75 de mes de octubre de 1975, reglamento del
Ejército RD51 Operaciones psicológicas, Reglamento RC82 –Público
operaciones contra fuerzas irregulares, Reglamento RC82 Reservado
“Operaciones contra Fuerzas irregulares” –tomo III guerra revolucionaria del
20/09/68, y Reglamento “Procedimiento para las operaciones contra la
subversión urbana” del 17/12/76, todo en soporte digital (fs. 172/175).
Nota del Ministerio de Defensa informando sobre la nómina del
personal militar de la II Brigada Aérea (fs. 176/195).
Nota del Director de Asuntos Humanitarios del Ministerio de Defensa
donde informan datos referidos al personal de oficiales que ostentaron
jerarquía y el puesto correspondiente al período requerido, años 1976/1977
(fs. 197/200).
Nota del Asesor Jurídico del Estado Mayor Conjunto informando
funciones y cargos jerárquicos entre el período comprendido entre 1975/1978
(fs. 201/205).
Nota del Director de Asuntos Humanitarios remitiendo listado de
personal civil que prestó servicios en el Hospital Militar entre los años 76/77,
y ficha de anexo 1 de Ramón Rogelio Rodríguez (fs. 206/207).
Informe del Ministerio de Defensa informando sobre el personal civil
que prestó servicios entre los años 1976/1977 en el Hospital Militar de
Paraná (fs. 208/210).
Informe del Ministerio de Defensa relacionado a personas de apellido
Rodríguez (fs. 211/213).
Informe de la Dirección de Asuntos Humanitarios remitiendo
fotocopias autenticadas del listado de oficiales y suboficiales que prestaron
servicios en el Escuadrón de Comunicaciones Blindados II en el año 1976
(fs. 214/219).
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Informe de la Dirección de Asuntos Humanitarios de Ejército
Argentino adjuntando listado de personal Comando Blindado II año 1977 (fs.
220/239).
Nota de la División Administración del Personal de la Policía de la
Pcia. de Entre Ríos respecto de Dayub José, Barrios Hugo Nicanor, Colignon
Rubén Elpidio, Geuna Ernesto Ángel y Tortul Santiago Américo. (fs. 1581 y
vto.)
Nota de la Dirección de Asuntos Humanitarios y Política de Género
del Ejército Argentino remitiendo CD conteniendo legajo personal de
Benjamín Ernesto Cristoforetti (fs. 1599/1600).
Notas N° 2055, 2250 y documento N° 33774 del Ministerio de
Defensa (fs. 1651/1659).
Notas del Ministerio de Defensa y Ministerio de Seguridad (fs.
1757/1784).
Copia de la pericia caligráfica del imputado Alberto Rivas realizada
por Gendarmería Nacional (fs. 3128/3131 vta.).
Copia de declaración de Ramón Rogelio Ayala en fecha 24/04/85
(fs.3395/3397).
Notas N° 12550/14 DDHH 847/14 del Ministerio de Defensa en
respuesta al Oficio N° 82/14 (fs. 3633/3641) con CD reservado a fs. 3666.
IV)PLANTEOS PREVIOS
a.) Excepciones:
Que analizados los libelos defensivos interpuestos en oportunidad de
contestar las acusaciones y los planteos allí introducidos, corresponde
adelantar que serán materia de tratamiento en este acápite las siguientes
Excepciones: falta de legitimación activa de parte de los querellantes
planteada por el Dr. Salvatelli; cosa juzgada planteada en favor del encartado
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Alberto Rivas por vulneración de la garantía del non bis in ídem interpuesta
por el Defensor Público Coadyuvante; y: a) falta de acción por insubsistencia
de la acción penal; b) por desplazamiento de la autoría criminal desde quien
ejecuta esa orden del servicio hasta quien la impartió (at. 574 y cetes. ley
14029); y c) por violación del principio de legalidad (art. 576 ley 14029)
planteadas por Appiani –cfr. fs. 5002/5026.
Así las cosas, en primer lugar, respecto la cuestión introducida por la
defensa de la encartada Bidinost, resulta preciso recordar que no es de
aplicación en las presentes actuaciones el art. 1097 del Código Civil citado
por la defensa dado que de la correcta interpretación de la norma bajo
estudio, se desprende que exclusivamente la primera parte de la misma hace
referencia a delitos que dan lugar a acción púbica, que no son susceptibles
de renuncia, como es el caso de los delitos investigados en la presente
causa, en tanto que la última parte de dicho artículo apunta a los delitos de
acción privada, en los que, obviamente, la renuncia a la acción civil o el
convenio sobre los daños autorizan a inferir la voluntad tácita de renuncia
también a la acción criminal.
A fin de reforzar dicha posición corresponde citar el apartado II punto
2 del Dictamen del Procurador General de la Nación en autos “HAGELIN,
RAGNAR E.” donde expresa: “Por otro lado el recurrente se refiere a la
jurisprudencia y a la doctrina que señalan que la disposición del Art. 1097 del
Cód. Civil, sólo se aplica cuando se trata de delitos privados, pues para los
de acción pública rige el art. 842 del Código que establece que no puede ser
objeto de transacción la acción para acusar y pedir el castigo de los delitos”.
Por lo tanto, esta instancia considera que el citado artículo refiere al
ejercicio de la acción civil para la indemnización de los daños causados por
los delitos de acción privada, esto es aquellos que le corresponde al ofendido
instar la acción penal y que se vincula exclusivamente con su patrimonio, en
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tanto en la acción penal y/o criminal (que interesa a la sociedad) y es parte
del derecho público, en el que rige el principio de legalidad, no está prevista
la disponibilidad de la acción penal.
En esa línea de pensamiento vale recordar lo dicho por la Suprema
Corte de Justicia de Buenos Aires: “El agravio que causa a la sociedad un
delito de acción pública debe juzgarse y penarse, sin que pueda enervarse la
acción represiva por el perdón del ofendido (cfr. SCBA, 7/5/48, JA 1948 II
203).
Asimismo, no tiene el menor viso de lógica ni racionalidad sostener
que por el hecho que las víctimas o sus familiares –en su condición de
derechohabientes hayan aceptado una reparación histórica, o como dice en
forma textual la ley 24.043: “beneficios a las personas que hubieran sido
puestas a disposición del PEN durante la vigencia del Estado de sitio, o
siendo civiles hubiesen sufrido detención en virtud de actos emanados de
tribunales militares”, como se repite en la mayoría de las víctimas de delitos
de lesa humanidad que se han constituido como querellantes en estos
actuados, hayan renunciado a la acción penal que permita el juzgamiento de
los delitos cometidos y la condena de sus responsables, lo que no es posible
dado que, se reitera, la acción pública no es susceptible de renuncia.
Que amerita citar nuevamente el fallo de la CSJN de fecha 08/09/03
“Hagelin, Ragnar Erland s/ recurso art. 445 bis…” (soporte Informático La Ley
Online), en las que hace referencia en diferentes apartados a la cuestión bajo
análisis, y expresa: “…5A la luz de las reglas de protección de los derechos
humanos vigentes en el ámbito interamericano, el derecho a la reparación
aparece separado del derecho a reclamar al Estado el cumplimiento de sus
deberes de investigación y sanción de los responsables de la comisión de
desapariciones forzadas, pues si bien tales deberes incumben al Estado
como una carga propia y no como una mera gestión de intereses
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particulares, no cabe desconocer que, excluidas las víctimas de intervenir e
impulsar la investigación, se corre un serio riesgo que finalmente la
pretensión quede insatisfecha (voto Dres. Petracchi y López)…12La
eventual renuncia sobre derechos patrimoniales, referente a la
indemnización de los daños y perjuicios ocasionados por violaciones a los
derechos humanos, no se traslada a la investigación que corresponde al
Estado en crímenes de lesa humanidad ni a los particulares damnificados
directos o indirectos, cuyo derecho al conocimiento de la verdad y la
persecución penal no puede verse limitado por el cobro de la indemnización,
cuyo objeto sólo integra parcialmente el alcance de la garantía de la tutela
judicial efectiva de los derechos humanos (voto Dr. Maqueda)…14Restringir
el acceso de la víctima o de sus familiares a la causa donde se va a dilucidar
la existencia de crímenes de lesa humanidad y la responsabilidad eventual
de sus autores supone pasar por alto el desarrollo internacional en la
protección de los derechos humanos, que ha seguido una evolución que ha
ampliado la participación de aquellos en el ámbito de los procesos penales
de derecho interno como así también en un especial proceso de
participación ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (voto Dr.
Maqueda)”.
Por lo expuesto, se entiende que, en el presente caso, entre el Estado
argentino y las víctimas de crímenes de lesa humanidad y/o sus familiares,
que fueran cometidos durante la última dictadura militar 1976/1983 no
existió un convenio de pago como así tampoco renuncia válida de algún
derecho que permita la aplicación del art. 1097 del C.C.; a contrario sensu si
hubo un reconocimiento de parte del Estado Nacional hacía las víctimas y
familiares del terrorismo de Estado que azotó a nuestro país a través de los
beneficios de reparación económica previstos por diferentes leyes, como son
la ley 24.043 y la 24.211.
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Que, la progresiva intervención de la víctima o particular damnificado
en la solución del conflicto penal ha sido considerada como una conquista de
la víctima, ya sea que actúe de modo exclusivo o con adhesión a las
postulaciones instadas por el Ministerio Público Fiscal, intervención que no
admite condicionamiento por una norma civil, ya que afectaría el derecho a la
jurisdicción protegido constitucionalmente.
Por todo lo expuesto se deduce sin mayores dificultades
interpretativas que restringir o imposibilitar el acceso a la justicia por una
norma de rango inferior como lo es sin lugar a dudas un artículo del Código
Civil lesiona el derecho constitucional a la jurisdicción.
Por ello, corresponde rechazar el planteo de falta de legitimación
activa de parte de los querellantes.
Que, respecto de la Excepción introducida por el Defensor Público
Coadyuvante, Dr. Boxler, de “Cosa Juzgada” y la garantía del “ne bis in
ídem” en favor de Alberto Rivas, surge como imprescindible señalar en forma
preliminar que Alberto RIVAS fue juzgado y condenado en fecha 23/12/15 en
la causa 13007824/2003 caratulada “APPELHANS, JOSÉ ANSELMO Y
OTROS S/ INF. AT. 144 BIS EN CIRC. ART. 142 INC. 1,2,3,5 PRIVACIÓN
ILEGAL LIBERTAD AGRAVADA (ART. 142 INC. 1) E IMPOSICIÓN DE
TORTURA (ART. 144 TER. INC.1)”, sentencia que fue resultado de la
acreditación de responsabilidad penal que le cupo en relación a parte de los
hechos que le fueron imputados, en los que intervino como Oficial Instructor
del Consejo de Guerra Especial Estable N°22.
Amén de lo precedentemente expuesto, y en mérito a que los hechos
por los que se lo está juzgando en la presente causa no formaron parte del
conjunto de hechos que le fueron imputados y por los cuales fue llevado a
juicio en la causa 13007824, esta instancia entiende no se hallan presentes
los requisitos que exige el instituto en cuestión.
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Es acertado lo señalado por el Defensor en cuanto sostiene que la
garantía del “ne bis in idem”, como garantía del justiciable proviene
históricamente del Derecho de los Estados Unidos (double jeopardy) y tiene
dos aplicaciones prácticas, una de ellas la prohibición de la persecución
penal múltiple y la otra de condenación penal múltiple. En el presente caso si
bien se da la identidad de la persona perseguida –Rivas, la misma se da en
dos causas penales que tramitaron por separado y donde se investigaron
hechos ilícitos diferentes, motivo por el cual es posible afirmar que no se
cumple con la identidad objetiva exigida, por cuanto más allá que tanto en la
causa 13007824/2003 como en las presentes actuaciones se investiga la
comisión de delitos de lesa humanidad cometidos en el Área Paraná, los
hechos ilícitos imputados –reitero en ambas causas no son los mismos, y
por ende no se advierte la violación a la garantía del “ne bis in ídem”.
Por lo expuesto corresponde rechazar la excepción de Cosa Juzgada
planteada.
Por último, habrá de darse tratamiento a las excepciones introducidas
por Appiani, estas son de falta de acción por insubsistencia de la acción
penal; por desplazamiento de la autoría criminal, e inobservancia del
principio de legalidad.
En primer lugar, resulta preciso señalar en relación a las primera de
los planteos interpuestos por el encartado que, a partir del caso "Mattei" la
Corte Suprema de Justicia de la Nación trató la garantía a ser juzgado en un
plazo razonable y con posterioridad determinó a través de diversos
pronunciamientos, que la propia naturaleza del derecho a obtener un juicio
sin dilaciones indebidas, no podía traducirse en un número fijo de días,
meses y años, ya que dependía en gran medida de diversas circunstancias
propias de cada caso (Cfr. Fallos 310:1476, 322:360, 323:982, 327:327,
entre otros).
En este sentido es oportuno, a esta altura, realizar una breve cita del
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referido caso (Fallos, 272:88): “El principio de progresividad, por razones de
seguridad jurídica, impide que el juicio se retrotraiga a etapas ya superadas,
pues es axiomático que los actos procesales precluyen cuando se han
cumplido con observancia de las formas que la ley establece…, el respeto
debido a la dignidad del hombre y al derecho de toda persona a liberarse del
estado de sospecha que importa la acusación, mediante una sentencia
que determine su situación frente a la ley penal, poniendo fin a la
incertidumbre y restricción de la libertad que importa el enjuiciamiento
penal”.
Sobre la misma inteligencia argumental, sostuvo el cimero Tribunal:
“La preclusión cumple una función reconocida en todas las etapas del
proceso al consolidar los resultados de los distintos actos y permitir su
avance sin retrocesos; ello ocurre a medida que las diversas cuestiones,
tanto sustantivas como procesales, que se sustancian durante el trámite de
la causa son resueltas y finiquitadas, y ella asegura la fijeza de los actos
procesales cumplidos y el avance del juicio hasta su terminación” (v.
“Rivarola, Ricardo Horacio”, Fallos C.S.J.N. t. 327, p. 1532)”.
Sobre esta línea de pensamiento y a partir de diversa jurisprudencia
emanada del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, se fueron estableciendo
determinados criterios que sirvieron de parámetros para establecer si la
duración del proceso resultaba razonable, tales como la complejidad de la
causa, la conducta atribuida al encartado y la forma en que la autoridad llevó
adelante el desarrollo del proceso.
Analizada la cuestión a la luz del trámite de estos actuados, en modo
alguno es posible la admisión del planteo defensista, toda vez que, está
debidamente acreditada la complejidad del “asunto” o actuaciones, lo que se
manifiesta notoriamente a partir de la voluminosidad de las mismas, cantidad
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actuando con el fin de garantizar su impunidad, ocultando toda clase de
rastros de los delitos llevados adelante e, incluso, el destino final de miles de
personas de quienes, hasta el día de la fecha, se desconoce su destino.”
Que, en concordancia con lo aquí expresado hasta el momento no es
posible soslayar tampoco que en autos los hechos delictivos investigados
fueron cometidos por funcionarios públicos en cumplimiento de su labor
dentro de una estructura de poder –Estado donde no se respetaron los
derechos y garantías constitucionales esenciales y se falseó la verdad de los
hechos para evitar el camino legal en pos de conseguir la impunidad.
Que, en ese accionar de impunidad las detenciones ilegales,
homicidios y desapariciones forzadas una vez perpetrados fueron ocultados
valiéndose para ello de la simulación de enfrentamientos armados, fugas y
simulacros de juicios en los que incluso, a las víctimas, se las obligó a firmar
declaraciones autoincriminatorias contra su voluntad, en muchos casos a
partir de aplicación de tormentos, vejámenes y apremios. De no haber sido
así seguramente la justicia habría dado respuesta a las demandas de la
sociedad de castigo del terrorismo de Estado en tiempo y forma.
A lo dicho, se lo aduna que, durante el período de tiempo que medió
entre la comisión de los hechos 1976/1983 y la aprehensión de los
imputados en el caso, Jorge Humberto Appiani en el año 2009 se
sancionaron las leyes N° 23.492 y 23.521 que impidieron la persecución
penal de los crímenes que por la presente se juzgan.
Todas estas vicisitudes ocasionaron demoras que, bajo ningún punto
de vista pueden serles atribuidas a la actividad jurisdiccional, cuya labor en
aras del normal desarrollo del proceso y de dar respuesta a la comunidad
nacional e internacional, no solo fue ininterrumpida, sino que se desarrolló a
la luz del compromiso asumido de impedir su desnaturalización y garantizar
el constante desarrollo de sus funciones, siempre observando las garantías
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de los imputados.
Por lo expuesto, corresponde rechazar el planteo de insubsistencia de
la acción penal.
Ahora bien, respecto del segundo planteo interpuesto –falta de acción
por desplazamiento de la autoría criminal es preciso señalar que el imputado
en ejercicio de su autodefensa funda su planteo recurriendo al texto del art.
514 de la ley 14.029Código de Justicia Militar y que expresa: “Cuando se
haya cometido delito por la ejecución de una orden del servicio, el superior
que la hubiere dado será el único responsable; solo será considerado
cómplice el inferior cundo se hubiere excedido en el cumplimiento de dicha
orden”.
Que el planteo a resolver tiene que ver con la cuestión de la
obediencia debida y la doctrina que la ampara otorgando un manto de
impunidad, y que fue parte del eje central de tratamiento en los juicios
seguidos contra los criminales de guerra en el Tribunal de Nüremberg por la
tortura, desaparición y ejecución sumaria y por el genocidio y el apartheid, en
contra de los principales jerarcas nazis, que condicionaron a los restantes
intervinientes en la Segunda Guerra Mundial.
Que los aberrantes delitos cometidos durante la segunda Guerra
Mundial y que fueron juzgados ante los Tribunales de Nüremberg, Tokio y
otros que fueron creados con esa finalidad, comenzaron a tratar la
problemática de la responsabilidad de aquellos que participan en los
crímenes de guerra y contra la humanidad.
En tal sentido el artículo 8 del Estatuto del Tribunal de Nüremberg,
que hace referencia a la cuestión de la obediencia a las órdenes emanadas
de los superiores sostiene: “…El hecho de que el Acusado actuara
obedeciendo órdenes de su gobierno o de un superior no le exonerará de
responsabilidad, pero podrá considerarse un atenuante al determinar la
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condena si el Tribunal estima que la justicia así lo exige”.
En esa línea argumental, es de aceptación absoluta que, la orden
dada a un soldado para matar o torturar en violación de las normas
internacionales, no ha sido reconocida jamás como una justificación frente a
actos de barbarie o bestialidad, no obstante que la norma prevé que la orden
puede ser invocada para aminorar el castigo a aplicarse.
Ese criterio, que es sustentado por el derecho penal de la gran
mayoría de países de la comunidad internacional, no se apoya en la
existencia de la orden, sino en determinar si la elección moral era de hecho
posible.
Según la teoría de la obediencia debida como causa de exclusión de
la acción o de desplazamiento de la autoría, lo que determina la penalidad
como autor o como partícipe en la consumación de un delito por varios
agentes es la dirección subjetiva de la voluntad. Es así que, será autor quien
obre con voluntad de tal, quien realice el hecho independientemente a la
decisión de otro, y quien cometa el delito por decisión propia, aunque
solamente haya participado en la planificación del hecho. La teoría subjetiva
establece una atenuación de la pena para quienes hayan ejecutado el hecho
de propia mano en interés de otro.
Llevada la cuestión al ámbito nacional, cabe señalar que en materia
de juzgamiento de delitos de lesa humanidad, la CSJN retomó los postulados
de la posición minoritaria en el fallo “Camps” de fecha 22/06/87, relativa a la
ley de Obediencia Debida –N° 23.521.
En el considerando 11° de su voto, el Ministro Petracchi expresa:
“Que cabe observar, luego de esto, que si la obediencia ciega es
absolutamente incompatible con el régimen republicano, sus raíces
filosóficas son de tal índole que no se concilian con los sentimientos
corrientes aún en regímenes políticos de otras características”, mientras que
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en el considerando 13° afirmó que no es posible admitir que las reglas de
obediencia debida militar pudieran eximir a los responsables de haber
cometido hechos atroces y aberrantes, atento el contenido ilegal manifiesto
de la orden.
En este orden de ideas, cabe recordar que las leyes 23.492 y 23.521
son inválidas por cuanto el Estado argentino, al momento de su sanción, se
encontraba impedido de dictar normas que vedaran la posibilidad de
investigar cualquier caso de lesión de bienes protegidos por los tratados ya
aprobados por el Congreso Nacional (Convención Americana de Derechos
Humanos, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Convención
contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes)
o que restringieran la punibilidad de esos delitos, en violación a los deberes
de “respeto” y “garantía” que ellos establecen. Advertida esta situación fue
necesario realizar una calificación judicial del acto, que fue la declaración de
inconstitucionalidad de ambas leyes.
A esto cabe añadir que, con fecha 02 de septiembre de 2003 se
promulgó la ley 25779 que declaró en su artículo 1º que las leyes 23.492 (ley
de obediencia debida) y 23.521 (ley de punto final) son insanablemente nulas
y que la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo “Simón” de la
causa nº 8686/00, luego de analizar la constitucionalidad de la ley 25779,
determinó su validez (C.S.J.N. 14/06/05).
Que, en el citado fallo, en su considerando 31, la CSJN sostiene: “…a
fin de dar cumplimiento a los tratados internacionales en materia de
derechos humanos, las supresión de las leyes del punto final y obediencia
debida resulta impostergable y ha de producirse de tal forma que no pueda
derivarse de ellas obstáculo normativo alguno para la persecución de hechos
como los que constituyen el objeto de la presente causa.”.
Por lo precedentemente expuesto corresponde no hacer lugar a la
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excepción planteada.
Por último, habrá de darse tratamiento a la excepción de falta de
acción por inobservancia del principio de legalidad.
En forma preliminar es preciso recordar que finalizado el golpe militar
o, Proceso de Reorganización Nacional, a fines de 1983, la justicia nacional
debió superar una serie de obstáculos para proceder a juzgar los crímenes
cometidos durante ese período nefasto del país.
Los crímenes consumados durante el gobierno de facto, que en la
actualidad continúan siendo juzgados por sus características especiales son
calificados como crímenes de lesa humanidad.
Los delitos contra la humanidad han sido definidos de esa manera por
el derecho penal internacional y abarca aquellos cometidos en el marco de
políticas de persecución contra la población civil dirigida o amparada desde
los Estados Nacionales.
Esta clase de delitos reconoce su génesis en el consenso
generalizado de la comunidad internacional, conseguido una vez finalizada la
Segunda Guerra Mundial, donde se acordó que tales crímenes no deben
permanecer impunes; premisa que fue asentada en diversos instrumentos
internacionales firmados a partir de aquel momento.
Con posterioridad a ello la cuestión fue objeto de estudio por parte de
la doctrina y en esa línea de pensamiento se dijo: “Debe aceptarse la
construcción de una nueva rama del derecho, de un nuevo orden, rompiendo
la estrechez del positivismo y permitiendo una fuga hacia el iusnaturalismo
en tanto se ha advertido que el apego a la literalidad de las normas vigentes
demostró ser el óbice para hacer justicia. El derecho no puede quedar al
margen de la idea de justicia, por mucho que cueste definirla o darle
contenido. Cuando el positivismo critica la alocución de Radbruch (el
“derecho injusto no es derecho”) lo hace tomando en consideración otro
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víctimas como miembros de un grupo colectivo el dato determinante para
definir un hecho dentro de la categoría de lesa humanidad.
En el fallo Priebke, el cimero tribunal expresó que de acuerdo a los
principios de ius cogens del derecho internacional no hay prescripción para
los delitos de lesa humanidad, y en consecuencia hizo lugar a la solicitud de
extradición del jerarca nazi Erich Priebke, para ser sometido a juicio en Italia
por el asesinato de 335 personas en la matanza de las “Fosas Ardeatinas”,
consumados el 24/03/44.
Que la C.I.D.H. en el caso “Chumbipuma Aguirre vs. Perú”, conocido
como “Caso Barrios Altos”, sentencia del 14/03/01, se despejó toda duda con
relación a la incompatibilidad de las leyes de amnistía con el deber estatal de
sancionar las graves violaciones de los derechos humanos.
La C.I.D.H. sostuvo, en el apartado VII de la sentencia, denominado
“Incompatibilidad de Leyes de Amnistía con la Convención” que “Esta Corte
considera que son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las
disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de
responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los
responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como
la tortura, las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir
derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos” (considerando 41).”
En tanto en el fallo “Arancibia Clavel”, del 24/08/04, la Corte destacó
que el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional define como delito
de lesa humanidad a la persecución de un grupo o colectividad con identidad
propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales,
religiosos o de género u otros motivos universalmente reconocidos como
inaceptables, señalando que delitos como el genocidio, la tortura, la
desaparición forzada de personas, el homicidio y cualquier otro tipo de actos
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dirigidos a perseguir y exterminar opositores políticos, así como formar parte
de un grupo destinado a llevar adelante esa persecución, pueden ser
considerados crímenes contra la humanidad (considerando 13 del voto de la
mayoría).
Asimismo, resaltó que “las reglas de prescripción del ordenamiento
jurídico interno quedan desplazadas por el derecho penal consuetudinario y
por la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y
de los Crímenes de Lesa Humanidad –leyes 24.584 y 25.778.”.
Por su parte, en la “Causa originariamente instruida por el Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas en cumplimiento del decreto 158/83 del
Poder Ejecutivo Nacional”, año 1986 (Fallos 309:1689), la Corte sostuvo que
la atribución del Congreso Nacional de hacer las leyes de la Nación tiene
como contraparte necesaria la facultad de derogar las normas que tuvieren
vicios de naturaleza constitucional. Asimismo, descartó que con la sanción
de la Ley 23.040 (que derogó y declaró insanablemente nula a la ley de facto
22.924 que había amnistiado los hechos juzgados en la causa) se hubiera
violado el artículo 18 de la Constitución Nacional porque no se había dictado
una ley posterior al hecho, sino que se derogó una norma que excusaba
hechos anteriores y que estaban incriminados al momento de su comisión.
En el fallo “Videla” de fecha 21/08/03, la Corte confirmó el decisorio
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal
de la Capital Federal que declaró la inconstitucionalidad del decreto
2.741/90, por el cual se concedió el indulto a la pena de prisión perpetua
impuesta a Jorge Rafael Videla y Emilio Massera en la causa 13/84.
En el fallo “Simón” del año 2005 la Corte declaró la
inconstitucionalidad de las leyes 23.492 y 23.521, lo que representó un
avance trascendental en el tratamiento de los crímenes de lesa humanidad
cometidos durante la última dictadura militar, al dejar sentado que la
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imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad se halla vinculada con
la obligación de los estados nacionales de adoptar medidas tendientes a la
persecución de este tipo de delitos.
Que en el fallo “Mazzeo” del 13/07/07, en el considerando 15 la Corte
sostuvo: “Que es posible señalar que existía, a la fecha de comisión de los
actos precisados, un orden normativo formado por tales convenciones y por
la práctica consuetudinaria internacional, que consideraba inadmisible la
comisión de delitos de lesa humanidad ejecutados por funcionarios del
Estado y que tales hechos debían ser castigados por un sistema represivo
que no necesariamente se adecuara a los principios tradicionales de los
estados nacionales para evitar la reiteración de tales aberrantes crímenes
(considerando 57 del voto del juez Maqueda in re: “Arancibia Clavel” (Fallos:
327:3312)”.
Que, por último, cabe recordar nuevamente que la inadmisibilidad de
las disposiciones de amnistía y prescripción, así como el establecimiento de
excluyentes de responsabilidad que tiendan a impedir la investigación y
sanción a responsables de violaciones graves de los derechos humanos fue
reiterada y configura un aspecto central de la jurisprudencia de la Corte
Interamericana.
En tanto que, en nuestro derecho penal frente a supuestos similares
ya ha sido reconocida por la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación
en Fallos: 326/2805 (“Videla, Jorge Rafael”), voto del Juez Petracchi;
326:4797 (“Astiz, Alfredo Ignacio”) voto de los Jueces Petracchi y Zaffaroni, y
en especial en la causa “Arancibia Clavel” del 24/04/2004, en las que se
admitió la aplicación retroactiva de la imprescriptibilidad de los delitos de lesa
humanidad, ingresada a nuestro ordenamiento jurídico ex post facto (cfr.
C.S.J.N., in re: “Simón, Julio Héctor y otros”, sentencia del 10/06/2005, votos
concurrentes de los Dres. Juan C. Maqueda, Raúl E. Zaffaroni, Elena
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Highton de Nolasco y Ricardo L. Lorenzetti).
Por lo expuesto, corresponde rechazar la excepción de falta de acción
por violación del principio de legalidad.
b.) Nulidades
Que, asimismo las defensas interpusieron diferentes planteos de
nulidad, los que serán tratados en este acápite, a saber: a) nulidad de la
indagatoria y del auto de prisión preventiva y de las acusaciones por
infundadas, planteada por el Dr. Salvatelli; b) nulidad parcial de las
acusaciones por afectación al principio de congruencia planteado por el Dr.
Velasco; c) nulidad del pedido de pena de las querellas particulares por
ausencia de fundamentación, planteada por el Defensor Oficial Público
Coadyuvante:
En primer lugar, se dará tratamiento al planteo hecho por el defensor
de Bidinost, que interesa la nulidad de la indagatoria; y del auto de prisión
preventiva y de las acusaciones presentadas por el Ministerio Público Fiscal
y por los acusadores particulares por infundadas –indeterminación del hecho
imputado por la conculcación de los arts. 156 ap. 1 y 176 ap. 3 del C.P.M.P..
Con relación al planteo del Dr. Salvatelli, es menester aclarar inicialmente
que esta judicatura no desconoce que nuestra Carta Magna consagra
expresamente la garantía de inviolabilidad de la defensa en juicio, de la
persona y de los derechos (art. 18 C.N.) y, uno de los aspectos que la
doctrina y la jurisprudencia han reconocido como constitutivo de ese derecho
es la facultad de ser oído.
En tal sentido, otorgar al imputado la posibilidad de pronunciarse en el
proceso sólo cobra sentido toda vez que se cumplan los presupuestos que la
convierten en un acto de defensa. Dicho de otro modo, no podrá afirmarse
que "oír al imputado" garantiza su derecho de defensa si concomitantemente
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no existe, entre otras circunstancias, algo de qué defenderse –imputación y
el conocimiento de esa imputación correctamente deducida –intimación.
Que, del análisis de las presentes actuaciones, que tramitan por la ley
N°2372 Código de Procedimientos en Materia Penal, se observa que la
obligación de informar al imputado acerca de los hechos atribuidos fue
cumplimentada debida y eficazmente por el Juez a cargo de la etapa
instructoria, en presencia de la defensa, en forma detallada, resguardando
así el derecho de defensa en juicio que le asiste a la encartada, hechos por
los que luego se dictó el auto de prisión preventiva y conforman la base de
las acusaciones formuladas en la presente etapa.
En efecto, el conocimiento del "hecho imputado" por parte del
acusado, entonces, demanda la descripción de una conducta humana
punible que se lleva a cabo por determinada persona (calidad de autor), de
determinada manera (modo), en un ámbito espacial (lugar), en un momento
o período específico (tiempo) y con las características especiales que,
refiriéndose a los elementos enumerados, eventualmente agravan la
conducta base.
En ese sentido, no es posible soslayar que los hechos que se investigan en
autos se enmarcan en el ámbito criminal de la denominada "lucha contra el
terrorismo", vigente durante el último gobierno militar conocido como
"Proceso de Reorganización Nacional". Jurisprudencialmente se tiene por
probado el origen y características del plan clandestino y sistemático de
represión desarrollado por las Fuerzas Armadas con la colaboración de las
Fuerzas de Seguridad, a partir del derrocamiento del gobierno constitucional
de María Estela Martínez de Perón.
Que, en relación al planteo de la defensa de Bidinost cabe destacar
que en atención al tiempo transcurrido desde la comisión de los ilícitos
investigados, los que fueron cometido en el marco del denominado
“Terrorismo de Estado” y la dificultad para colectar pruebas de cargo,
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constriñeron a formular las imputaciones de la forma en que fueron hechas,
toda vez que dentro del plan sistemático de persecución una de las aristas
que presentaba el mismo era el de garantizar /o asegurar la impunidad de los
responsables penales de tan atroces delitos, haciendo en forma sistemática
todo lo posible para lograrlo, intentado que fuera imposible para las víctimas
señalar con precisión las circunstancias de modo, tiempo, y lugar en que se
cometían los delitos dado que desde el momento que las víctimas era
privadas ilegítimamente de su libertad, muchas veces en horas de la noche,
eran tabicadas/vendadas, maniatadas, sometidas a todo tipo de apremios,
vejámenes y malos tratos y alojadas en CCDT (Centros Clandestinos de
Detención), escudándose los responsables de tales ilícitos en la oscuridad y
el cansancio o agotamiento físico y el temor de sus víctimas para
desorientarlas, para que no pudieran tener exactitud sobre dichas
circunstancias.
Es decir que la falta de precisión aludida por la defensa fue
justamente resultado de la práctica sistemática de la metodología delictiva
utilizada en aquel período y que llevó a que las imputaciones en estas
actuaciones fueran hechas del modo en que se hicieron. Sin embargo, la
falta de precisión aludida en modo alguno implica una nulidad.
A partir de lo expuesto, es preciso reiterar que esta magistratura
sustenta que una correcta descripción del modo en que acontecieron los
sucesos investigados demanda, además de la mención de la conducta
reprochada, las características que la conformaron. Debe también contener
una ubicación física dentro de la cual se desarrollaron los hechos.
Esencialmente, en los supuestos de privaciones ilegítimas de libertad,
adquiere sustancial relevancia la mención del lugar del hecho según la
división efectuada por el Ejército (zona, subzona), o la Repartición y/o Unidad
Penal donde se consumó, a fin de fundar y delimitar la imputación formulada.
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En autos, puede constatarse a partir de la lectura de las constancias
acollaradas, que tales recaudos han sido plenamente observados, y las
conductas descriptas en la declaración indagatoria, auto de prisión
preventiva y acusaciones se realizó, mediante una fórmula específica
teniendo en cuenta la posición, rol o función del acusado en las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que tuvieron lugar los hechos.
Así, en las piezas atacadas –Indagatoria, prisión preventiva y
acusaciones, se indicó en forma específica el modo en que ocurrieron los
hechos, mediante un pormenorizado relato de éstos y consignación de las
fechas en las cuales habrían sucedido.
Por lo tanto, y siguiendo los parámetros delineados, no se advierte afectación
alguna al Principio constitucional de inviolabilidad de la defensa en juicio en
el modo en que fueron descriptos los sucesos endilgados a Rosa Susana
Bidinost, tanto en la indagatoria como en el auto de prisión preventiva y las
acusaciones, a la vez que se mencionaron los nombres de las víctimas y las
fechas de los sucesos y modalidades, como así también se señaló que tales
hechos habrían ocurrido en ocasión de la función de Directora de la Unidad
Penal N°6 de Paraná que la nombrada ostentara en aquel momento.
Tales extremos detallados, que hacen a las exigencias de tiempo,
modo y lugar que debe conocer el imputado para poder ejercer su derecho
de defensa, en el contexto de la investigación de sucesos enmarcados en el
ámbito criminal de la lucha contra la subversión durante el llamado Proceso
de Reorganización Nacional, superan los recaudos legales.
De tal suerte, se ha satisfecho la exigencia del conocimiento acabado
de la imputación necesaria para ejercer una adecuada defensa, razón por la
cual no corresponde hacer lugar a la nulidad impetrada por la defensa de la
imputada Rosa Susana Bidinost.
Que la defensa de Gonzalo López Belsue plantea la nulidad parcial
de las acusaciones efectuadas por el Ministerio Público Fiscal, por la
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Secretaría de DDHH y por la querella en representación de María Emma
Papetti, por considerar que las mismas afectan el “principio de congruencia”.
Con relación a la cuestión aludida debe resaltarse que tal garantía
“principio de congruencia” implica, al decir de Maier, “…una correlación
entre la acusación y la sentencia, señalando que el Tribunal o Juez de
Sentencia solo debe expedirse sobre el hecho y las circunstancias que
contiene la acusación que han sido intimadas al acusado y, por consiguiente
sobre aquellos elementos de la imputación acerca de los cuales ha tenido
posibilidad de ser oído. Ello importa vedar que el fallo se extienda a hechos o
circunstancias no contenidos en el proceso que garantiza el derecho de
audiencia…” (cfr. Maier, Julio B. J; Derecho Procesal Penal, TI,
“Fundamentos”, Edit. del Puerto, Bs. As., 1996, 2°ed., p. 568).
Ello así y encontrándonos en esta instancia definitiva que pone fin al proceso
que es el dictado de la sentencia, donde conforme la posición de la CSJN,
han de ser analizados todos los elementos que llevan al dictado de un fallo
condenatorio y verificar que éstos hayan integrado la base fáctica de la
acusación mediante expresa e idéntica asignación de relevancia jurídica, por
lo que deviene imperativo rechazar los planteos efectuados.
Es decir, es el Tribunal con independencia de la forma en que la
Fiscalía o el acusador particular califiquen la conducta delictiva quien
evaluará la base fáctica atribuida a los imputados, la calificación legal, los
elementos probatorios reunidos y determinará si, en definitiva, es factible
sostener la idoneidad de las acusaciones de las partes mencionadas.
c) En cuanto a la nulidad por falta de fundamentación de la pena
solicitada por la Secretaría de DDHH y de las querellas en representación de
Brasseur y Méndez, interpuesta por el Sr. Defensor Oficial Público
Coadyuvante, Dr. Boxler, respecto a sus defendidos Rivas y Quintana por
entender que “…se enumera de modo genérico la correspondencia de un
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monto punitivo determinado a mis asistidos y los restantes coimputados…”.;
“…no se dan a conocer cuáles son las razones tenidas en cuenta para
aplicar la misma pena a mis defendidos y a los demás consortes procesales,
lo que torna inmotivada la petición…”., esta instancia entiende que las
nulidades incoadas no deben prosperar.
Ello así, por cuanto de la atenta lectura de los libelos acusatorios
obrantes a fs. 4440/4481 vto.; fs. 4486/4518; fs. 4525/4537; fs. 4548/4561; y
fs. 4574/4593 vto., surge que aquéllas establecieron bajo el Título
Requerimiento de Pena, el monto de la misma en base a los argumentos
expuestos en los memoriales respectivos. Es decir, realizaron una referencia
del contexto histórico en que se habrían perpetrado los delitos investigados
en autos; detallaron cada uno de los hechos en relación a sus víctimas;
enumeraron la prueba de cargo obrante en las actuaciones principales;
individualizaron el delito y el grado de participación de cada uno de los
imputados y puntualizaron los elementos probatorios reunidos –
declaraciones de las víctimas y testigos, documentos e informes,
reconocimientos y periciales, por lo que deben rechazarse los planteos
efectuados atento que las partes fundaron acabadamente la solicitud de
condena a los encartados.
V)CONTEXTO HISTORICO:
Bien sabido es que el sistema represivo articulado en el plano
nacional se instauró oficialmente el 24 de marzo de 1976, cuando los tres
Jefes de las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno constitucional que
encabezaba Isabel Martínez de Perón y asumieron el control de los poderes
públicos nacionales y provinciales, tal como ha sido acreditado en la Causa
N° 13, año 1984 del Registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal (“Causa 13/84”).
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Que, lo dispuesto en los decretos 2770, 2771 y 2772, fue
reglamentado a través de la directiva 1/75 del Consejo de Defensa, del 15 de
octubre de 1975, que instrumentó el empleo de las fuerzas armadas, de
seguridad y policiales, y demás organismos puestos a su disposición para la
lucha antisubversiva, con la idea rectora de utilizar simultáneamente todos
los medios disponibles, coordinando los niveles nacional (a cargo del
Consejo de Seguridad Interna), conjunto (a cargo del Consejo de Defensa
con asistencia del Estado Mayor Conjunto) y específico a cargo de cada
fuerza), tomando como zonas prioritarias las de Tucumán, Córdoba, Santa
Fe, Rosario, Capital Federal y La Plata. Esta directiva dispuso que la acción
de todas las fuerzas debía ser conjunta para lo cual debían firmarse los
respectivos convenios y adjudicó al Ejército la responsabilidad primaria en la
dirección de las operaciones contra la subversión en todo el territorio de la
Nación, la conducción de la comunidad informativa y el control operacional
sobre la Policía Federal, Servicio Penitenciario Federal y policías
provinciales.
Por el primero de ellos, fue creado el Consejo de Seguridad Interna,
conformado por todos los Ministros del Poder Ejecutivo y los Comandantes
Generales de las Fuerzas Armadas bajo la dirección del Presidente de la
Nación, con el propósito de asesorar y proponer las medidas necesarias para
la lucha contra la subversión y la planificación, conducción y coordinación
con las diferentes autoridades nacionales para la ejecución de esa lucha. Al
mismo tiempo, se ampliaron las atribuciones propias del Consejo de Defensa
– presidido por el Ministro de Defensa e integrado por los comandantes
generales de las Fuerzas Armadas incluyendo las de asesorar al Presidente
sobre las cuestiones atinentes a la llamada “lucha contra la subversión”,
coordinar esa lucha con las autoridades nacionales, provinciales y
municipales y planear y conducir el empleo de las Fuerzas Armadas, fuerzas
de seguridad y fuerzas policiales.
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Por su parte, el decreto 2771/75 facultaba al Consejo de Defensa a
suscribir convenios con las provincias a efectos de colocar bajo su control
operacional al personal policial y penitenciario.
Finalmente, el decreto 2772/75 disponía que las Fuerzas Armadas
ejecutarían las operaciones militares y de seguridad necesarias a efectos de
“…aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del
país”.
Se encomendó a la Armada la lucha en su ámbito jurisdiccional, el
control operacional sobre los elementos de policía en el Territorio Nacional
de Tierra del Fuego, y el apoyo con máxima prioridad a los requerimientos
del Ejército. Con relación a la Fuerza Aérea, dispuso la intensificación del
control del tránsito aéreo y del despacho aeroportuario, la protección de
objetivos y alistamientos de medios aéreos, y la colaboración con carácter
prioritario a los requerimientos que pudiera formularle el Ejército.
En consecuencia, el Ejército, a través de su Comandante General
Jorge Rafael Videla dictó, en fecha 28/10/75 la directiva N° 404/75 con el
propósito de disciplinar la lucha antisubversiva y ejecutar de modo inmediato
las acciones previstas en la referida Directiva N°1/75 del Consejo de
Defensa.
Así se fijaron las zonas prioritarias de lucha, y se hizo la distribución
espacial de la ofensiva militar, quedando conformadas las zonas a cargo de
los Comandos del Primer Cuerpo de Ejército –con sede en Capital Federal,
Zona 1; Segundo Cuerpo de Ejército –con sede en Rosario zona 2 (dentro
de la cual se encontraba el Área Paraná); Tercer Cuerpo de Ejército –con
sede en Córdoba, zona 3; Comando de Institutos Militares –con sede en
Campo de Mayo, zona 4 y Quinto Cuerpo de Ejército –con sede en Bahía
Blanca zona 5.
Esta Directiva del Ejército fijó las zonas prioritarias de lucha, dividió la
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maniobra estratégica en fases y mantuvo la organización territorial
conformada por cuatro zonas de defensa Nros. 1, 2, 3 y 5 , subzonas,
áreas y subáreas preexistentes de acuerdo al Plan de Capacidades para el
año 1972 PFEPC MI72, tal como ordenaba el punto 8 de la directiva 1/75
del Consejo de Defensa, alterando sólo lo relativo al Comando de Institutos
Militares, al que se asignó como jurisdicción el territorio correspondiente a la
guarnición militar Campo de Mayo, pasando el resto del espacio que le
correspondía, de acuerdo a dicho Plan de Capacidades, al ámbito de la zona
1. En esta directiva se estableció que los detenidos debían ser puestos a
disposición de autoridad judicial o del Poder Ejecutivo, y todo lo relacionado
con las reglas de procedimiento para detenciones y allanamientos, se difirió
al dictado de una reglamentación identificada como Procedimiento Operativo
Normal que finalmente fue sancionada el 16 de diciembre siguiente
(PON212/75)”.
La Directiva 404/75 también determinó que la Policía Federal, el
Servicio Penitenciario Federal y los elementos de policías y penitenciarios
provinciales, quedaban bajo control operacional del Ejército; cabe destacarse
aquí que la existencia de operativos conjuntos, en los cuales participaban
miembros de las fuerzas armadas y de la policía (tanto federal como
provincial) fueron ampliamente probados en la causa 13/84.
La Armada, por su parte, emitió, como complementaria a la directiva
1/75 del Consejo de Defensa, la directiva antisubversiva 1/75S COAR, en la
que fijó su jurisdicción para la lucha antisubversiva como la natural de la
Armada, comprendiendo el mar, los ríos navegables, sus riberas, zonas
portuarias y la zona territorial circundante a las bases y unidades de tierra,
manteniendo el control operacional.
El gobierno constitucional de entonces sancionó, además, leyes de
fondo y de procedimiento que estaban dirigidas a prevenir o reprimir la
actividad terrorista. Las principales fueron la ley 20.642, de enero de 1974,
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que introdujo distintas reformas al Código Penal, creándose nuevas figuras y
agravando las escalas penales de otras ya existentes, en relación a delitos
de connotación subversiva. En setiembre del mismo año se promulgó la ley
20.840 que estableció un régimen de penalidades para distintas actividades
terroristas, y los decretos 807/75 (abril de 1975), 642/76 y 1078/76 (febrero y
marzo de 1976 respectivamente), a través de los cuales se reglamentó el
trámite de la opción para salir del país durante el estado de sitio”.
Es en ese contexto en el que asume el poder la Junta Militar, cuando
el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional procede al
derrocamiento del gobierno constitucional de María Estela Martínez de
Perón, asumiendo el poder la Junta Militar conformada por los comandantes
en jefe del Ejército, Teniente General Jorge Rafael Videla, de la Armada,
Almirante Emilio E. Massera, y de la Aeronáutica, Brigadier Orlando Ramón
Agosti, momento a partir de cual se emitirían varios documentos, entre los
que se destacan una Proclama, un Acta de Propósitos y Objetivos, un Acta
para el Proceso de Reorganización Nacional y un Estatuto, normas que
implicaron lisa y llanamente que la Constitución Nacional fuera relegada a la
categoría de texto supletorio; iniciándose así oficialmente, y a partir de ese
momento, la implementación de un plan de persecución y represión ilegal,
apartado del uso de las facultades legales atribuidas por el conjunto de las
normativas dictadas por el gobierno democrático.
El “Acta para el Proceso de Reorganización Nacional” declaró
caducos los mandatos del presidente de la Nación Argentina, y de los
gobernadores y vicegobernadores de las provincias. [...]; disolvió el Congreso
Nacional, las Legislaturas provinciales, la Sala de Representantes de la
ciudad de Buenos Aires, y los Consejos municipales de las provincias u
organismos similares; se removió a los miembros de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, al Procurador General de la Nación y a los integrantes
de los Tribunales Superiores provinciales. [...]; suspendió las actividades
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políticas y de los partidos políticos a nivel nacional, provincial y municipal y
las gremiales de trabajadores, empresarios y de profesionales.
Según la Proclama del 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas
asumían el poder con “el propósito de terminar con el desgobierno, la
corrupción y el flagelo subversivo”; al tiempo que en el Apartado 2.3 del Acta
de Propósitos y Objetivos, establecía como objetivo básico de Junta Militar
“la vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas
que favorecen su existencia”.
De esta forma se implementó el plan sistemático y generalizado de
represión contra la población civil, cuyos alcances son hoy de público
conocimiento, y a cuyo amparo se cometieron los delitos objeto de
juzgamiento.
Que, con el fin de tornar operativos a los objetivos, el poder usurpador
del gobierno de facto, se reitera, dividió al país en cinco zonas de seguridad.
Cada una correspondía a la Jefatura de un Cuerpo de Ejército y se dividía en
subzonas: a) el Comando de Zona I dependía del Primer Cuerpo de Ejército,
su sede principal estaba en la Capital Federal y comprendía las provincias de
Buenos Aires, La Pampa y la Capital Federal. b) El Comando de Zona II
dependía del Segundo Cuerpo de Ejército, se extendía por Rosario, Santa Fe
y comprendía las provincias de Formosa, Chaco, Santa Fe, Misiones,
Corrientes y Entre Ríos. c) El Comando de Zona III dependía del Comando
del Tercer Cuerpo de Ejército y abarcaba las provincias de Córdoba,
Mendoza, Catamarca, San Luis, San Juan, Salta, La Rioja, Jujuy, Tucumán y
Santiago del Estero, la sede principal se encontraba en la ciudad de
Córdoba. d) El Comando de Zona IV dependía del Comando de Institutos
Militares y su radio de acción abarcó la guarnición militar de Campo de Mayo,
junto con algunos partidos de la provincia de Buenos Aires. Y e) El Comando
de Zona V dependía del Quinto Cuerpo de Ejército, abarcaba las provincias
de Neuquén, Rió Negro, Chubut y Santa Cruz y algunos partidos de la
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Área Paraná:
Sabido es que desde octubre de 1975 el Ejército de la Nación
Argentina tuvo la responsabilidad primaria en la denominada "lucha
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antisubversiva".
Por ello, a partir del golpe de Estado del 24 de Marzo de 1976, las
fuerzas armadas asumieron el control total y absoluto del Estado,
estructurando la “lucha contra la subversión” del modo en que fue descripto
con precisión por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al confirmar, en
fecha 30 de diciembre de 1986, el pronunciamiento de la Cámara Nacional
en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, en la Causa 13,
ocasión en la que se sostuvo, unánimemente, que en el territorio nacional se
había llevado adelante un plan de represión que reunía las siguientes
características: “… que en fecha 24 de marzo de 1976, algunos de los
procesados en su calidad de comandantes en Jefe de sus respectivas
fuerzas, ordenaron una manera de luchar contra la subversión terrorista que
básicamente consistía en: a) capturar a los sospechosos de tener vínculos
con la subversión, de acuerdo con los informes de inteligencia; b) conducirlos
a lugares situados en unidades militares o bajo su dependencia; c)
interrogarlos bajo tormentos, para obtener los mayores datos posibles acerca
de otras personas involucradas; d) someterlos a condiciones de vida
inhumanas para quebrar su resistencia moral; e) realizar todas esas acciones
en la más absoluta clandestinidad, para lo cual los secuestradores ocultaban
su identidad, obraban preferentemente de noche, mantenían incomunicadas
a las víctimas negando a cualquier autoridad, familiar o allegado el secuestro
y el lugar del alojamiento; y f) dar amplia libertad a los cuadros inferiores para
determinar la suerte del aprehendido, que podía ser luego liberado, puesto a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional, sometido a proceso militar o civil, o
eliminado físicamente” (cfr., por todos, considerando 12 del voto del vocal
José Severo Caballero, Fallos 309:1689).
Así, a fin de poner en práctica el plan sistemático de represión ilegal,
el territorio nacional fue dividido en cuatro zonas, cada una de las cuales fue
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Anselmo Appelhans, y Nº 6 Rosa Susana Bidinost, como Directora Interina
desde el 01/06/76 hasta el 04/10/76, y el médico del Servicio Penitenciario (y
de la Fuerza Aérea) Hugo Mario Moyano, desde el 24/09/76.
Ahora bien, tal como surge del cotejo histórico resultante del análisis
del abundante plexo probatorio incorporado a la causa, en especial de
numerosos testimonios, los hechos que se juzgan fueron cometidos dentro
de ese plan sistemático de represión implementado durante el gobierno de
facto, llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, y los acusados, desde
sus respectivos roles dentro del aparato de poder, en ocasiones ejecutaban
los hechos criminales de propia mano, en otras dominaban su ejecución, y
en otras participaban en su comisión.
Asimismo, se encuentra acreditado que las detenciones que tuvieron
lugar en ese marco estuvieron motivadas en cuestiones de índole política, ya
que la mayoría de los detenidos desarrollaba actividades relacionadas a la
dirigencia estudiantil, sindical, o eran miembros de la Juventud Universitaria
Peronista, o de entidades vinculadas a la Iglesia y/o a grupos subversivos,
etc. y los interrogatorios a los que eran sometidos tenían por objeto indagar
acerca de la filiación política a fin de conseguir la identidad de todos aquellos
que desarrollaban la misma actividad junto a los indagados.
En la subzona 22 “Paraná”, y tal como ha sido probado en la causa Nº
13007824/2003 de esta jurisdicción, numerosas personas fueron privadas
ilegalmente de su libertad por grupos integrados por individuos tanto
uniformados como vestidos de civil de las fuerzas armadas (Ejército y Fuerza
Aérea) y de las policías Provincial y Federal, siendo las víctimas
inmediatamente vendadas o encapuchadas y trasladadas en vehículos
militares o regulares, en el baúl o en el piso de la parte trasera de tales
automotores, a diversos lugares en los que permanecían detenidos
ilegalmente, en condiciones deplorables, sin camas ni abrigos, con
alimentación deficiente, sin serles permitido higienizarse, ni la debida
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mismo, con un sistema clandestino de represión, paralelo e ilegal a otro
normativo formal, que se ejecutó mediante la concreción de hechos ilícitos
tales como la privación ilegítima de la libertad, el sometimiento a torturas, y la
desaparición física de las víctimas.
También, como sucediera en otros lugares del país, a efectos de
“legalizar” los homicidios perpetrados contra algunas de las personas
privadas ilegítimamente de su libertad, se produjeron simulacros de fuga y de
enfrentamiento. Al respecto, sustentan que han de tenerse especialmente
presente las conclusiones arribadas en la Causa 13, donde se verificó la
usual práctica de quienes llevaron a cabo el terrorismo de Estado durante la
pasada dictadura, en cuanto a que “se produjo la muerte violenta de
personas supuestamente vinculadas a organizaciones terroristas, en
episodios que, en la época, fueron presentados como enfrentamientos con
fuerzas legales”
Asimismo, cabe recordar lo expresado por la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, sala II, en la Causa 13:
“En suma, puede afirmarse que los comandantes establecieron
secretamente un modo criminal de lucha contra el terrorismo. Se otorgó a los
cuadros inferiores de las fuerzas armadas una gran discrecionalidad para
privar de libertad a quienes aparecieron, según la información de
inteligencia, como vinculados a la subversión; se dispuso que se los
interrogara bajo tormentos y que se los sometiera a regímenes inhumanos
de vida, mientras se los mantenía clandestinamente en cautiverio; se
concedió, por fin, una gran libertad para apreciar el destino final de cada
víctima, el ingreso al sistema legal (Poder Ejecutivo Nacional o Justicia), la
libertad o, simplemente, la eliminación física”.
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VI)DERECHO APLICABLE:
Es dable tener presente que el 22/09/83 el gobierno militar promulgó
la ley 22.924 o “Ley de Pacificación Nacional” que fue conocida como Ley de
autoamnistía, por medio de la cual los miembros de la dictadura militar
autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, ante la posibilidad de
ser enjuiciados por el siguiente gobierno democrático, procuraron dictar una
amnistía sobre sí mismo.
Que por dicha ley se declaraban extinguidas las acciones penales en
orden a los delitos cometidos con el propósito de combatir el terrorismo o
subversión consumados durante los anteriores diez, que alcanzaba los
hechos de naturaleza penal realizados en ocasión o con motivo del
desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin a las
referidas actividades terroristas o subversivas, cualquiera que hubiera sido
su naturaleza o el bien jurídico lesionado, alcanzando los efectos de la ley a
los autores, partícipes, instigadores, cómplices o encubridores y comprendía
a los delitos comunes conexos y a los delitos militares conexos.
Sin perjuicio de la promulgación de la autoamnistía, el gobierno
democrático del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, en fecha 13/12/83, mediante el
decreto 158, ordenó el sometimiento a juicio sumario ante el Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas a los integrantes de la Junta Militar que
ocupó el gobierno de la Nación el 24 de marzo de 1976 y a los integrantes de
las otras dos juntas militares que continuaron el régimen, por los delitos de
homicidio, privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos a los
detenidos, sin perjuicio de aquellos que resulten autores inmediatos o
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mediatos, instigadores o cómplices.
En esa línea política, el presidente Raúl Alfonsín creó la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), el 15/12/83
mediante decreto N°187/83, con el objetivo de investigar las reiteradas y
panificadas violaciones a los derechos humanos durante el periodos del
terrorismo de Estado en Argentina en las décadas del 70 y 80; investigación
en el marco de la cual la Comisión recibió varios miles de declaraciones y
testimonios y verificó la existencia de cientos de centros clandestinos de
detención (CCD) en todo el país.
Que, el 29/12/83, se sancionó la ley 23040 por la que se derogó en
virtud de su inconstitucionalidad la ley 22.924 –Ley de Pacificación Nacional
declarándosela "insanablemente nula".
Que, el resultado de la investigación llevada adelante por la
CONADEP fue plasmado en un informe final conocido como “Nunca Más” o
“Informe Sábato”, el que fue elaborado a partir del registro minucioso de
todas las demandas presentadas por particulares con motivo de la
desaparición forzada de sí mismos o de familiares o amigos desaparecidos
en forma definitiva que fue publicado en septiembre de 1984; el mismo tuvo
gran repercusión nacional e internacional, y tuvo un valor simbólico enorme y
fue decisivo para llevar a cabo los juicios criminales, esencialmente para
elaborar las acusaciones a partir del material acompañado por las víctimas o
por organismos no oficiales de derechos humanos.
En el referido informe se da cuenta de la sistematicidad de los
métodos ilegales utilizados en el marco de la lucha contra la subversión y la
comisión de una amplia gama de ilícitos, todo direccionado a garantizar la
impunidad de los reponles.
En ese sentido cabe citar algunos párrafos que abonan lo expresado
precedentemente, a saber:
"...En la casi totalidad de las denuncias recibidas por esta Comisión
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privare a alguno de su libertad… El funcionario público que desempeñando
un acto de servicio cometiere cualquier vejación contra las personas o le
aplicare apremios ilegales… 3. El funcionario público que impusiere a los
presos que guarde, severidades, vejaciones o apremios ilegales.
Si concurriere alguna de las circunstancias enumeradas en los incs.
1,2,3 y 5 del art. 142, la pena privativa de la libertad será reclusión o prisión
de dos a seis años.
Artículo 144 ter: Será reprimido con reclusión o prisión de tres a diez
años e inhabilitación absoluta y perpetua, el funcionario público que
impusiere, a los presos que guarde, cualquier especie de tormento.
Corresponde en el presente acápite tener presente que la
jurisprudencia nacional en relación a casos análogos a la presente causa,
entre las cuales se destaca la sentencia dictada en autos 13007824/0,
confirma la existencia del empleo de violencia física y psicológica, como así
también de métodos que, sin alcanzar tal envergadura, igualmente son
contrarios a la normativa del derecho nacional e internacional.
De esta forma, se convirtió en una práctica sistemática en aquellos
tiempos de horror de nuestra historia el accionar de las fuerzas militares, y de
seguridad someter a interrogatorios a aquellas personas privadas de su
libertad en centros clandestinos de detención, donde fueron sometidos a todo
tipo de vejámenes, apremios y condiciones infrahumanas de alojamiento –
alimentación, descanso, atención médica, consumándose de esa forma el
delito de aplicación de tortura.
Habiendo sido definida la referida circunstancia, cabe esclarecer que
la posibilidad de proceder a la imputación de las torturas a determinados
encartados depende de la intervención que les cabe, así en el caso de los
autores materiales de bajo rango, quedan excluidos aquellos hechos que no
pueden atribuírseles de propia mano. Por el contrario, en el caso de los
autores mediatos, debe eximírselos de responsabilidad en caso de no
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concurrir los requisitos para atribuirles un hecho concreto de imposición de
tormento.
Según lo expresado por el Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS), en un trabajo titulado "La tortura en la jurisprudencia argentina por
crímenes del terrorismo de Estado", para la jurisprudencia son actos que
pueden constituir tortura: el aislamiento, la incomunicación, la privación de la
visión o de la audición, la deficiente alimentación, las condiciones de higiene,
la desnudez, la deficiente alimentación, las condiciones de higiene, la
desnudez, la deficiente atención médica y los abusos sexuales, ya sea en
forma autónoma o al combinarse unos con otros.
Asimismo, destaca el mismo informe que otros tribunales han
avanzado sobre algunas definiciones que salen del tratamiento más clásico
del delito de torturas, y así han señalado como tales a los actos de
aprehensión y secuestro, sustitución de identidad, tabicamiento y privación
de los sentidos, las llamadas torturas de posición, simulacros de fusilamiento,
la tortura de terceras personas como tortura psicológica, condiciones
deficientes de alimentación, de higiene y de sanidad, abuso sexual y
exposición en desnudez, la presencia de personal judicial durante el acto
interrogatorio (“Brusa, Víctor Hermes y otros…” Tribunal Oral en lo Criminal
Federal de la Provincia de Santa Fe, Sentencia del 15 de Febrero de 2010) e
inclusive, la asistencia espiritual a la víctima de tortura como acto de tortura
(Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, “Christian Federico Von Wernich,
Noviembre de 2007).
Del plexo probatorio de cargo acollarado en autos surge con claridad
que en la mayor cantidad de hechos ilícitos investigados en autos, las
condiciones en que tuvieron lugar las detenciones de las víctimas, les
produjeron la afectación física o psíquica, y debido a que las mismas fueron
impuestas por personal en ejercicio de funciones públicas, se produce la
agravante dada por esta última circunstancia, prevista en el artículo 144 ter,
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párrafos primero y segundo, Ley 14616 del Código Penal, con prescindencia
de que en cada caso concreto se mencione en forma explícita la imposición
de torturas.
Al respecto, la normativa penal no solo reprime la privación ilegal de
la libertad, sino que además protege la dignidad y la integridad física de las
personas privadas de su libertad.
En el caso concreto de los hechos que tuvieron por víctima a Jorge
Emilio Papetti, en consonancia con casos afines de la jurisprudencia nacional
–cfr. causa 13007824/2003, en mérito al material probatorio colectado, es
inevitable sostener que, habiendo transcurrido más de cuarenta y dos años
sin que haya sido posible dar con su paradero, su destino haya sido la
eliminación física. Es oportuno a esta altura citar el caso “Etchecolatz”,
donde la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata sostuvo: "Parece
evidente que la circunstancia de la falta de hallazgo o bien de la inexistencia
de restos no constituye un obstáculo insalvable a los fines de probar la
muerte de una persona que fue privada ilegítimamente de su libertad hace
más de 30 años y de la cual, hasta la fecha, se desconoce el paradero. Al
menos cuando existan otras pruebas, directas o indirectas, que permiten
demostrarlo. Un criterio opuesto daría lugar, precisamente, al efecto deseado
por los métodos empleados para la desaparición de cadáveres con el fin de
lograr la impunidad. Desde luego, también importaría conceder un grado de
legitimidad a procedimientos cuyo único objetivo consistía en borrar toda
evidencia delictiva de los hechos vinculados a un plan sistemático de
exterminio” (Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Secretaria
Apelaciones de La Plata, Secretaría Especial, “Etchecolatz, Miguel Osvaldo
s/homicidio calificado”, 09/11/2006.
Que, amen que el cuerpo de Papetti no haya sido habido hasta la
fecha, dicha circunstancia no es obstáculo para aplicar en el caso concreto la
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figura de homicidio.
En lo que atañe al delito de privación ilegítima de la libertad agravada,
la conducta, se halla prevista en el artículo 144 bis, inc. primero, agravado
por la circunstancia prevista en el último párrafo de la norma en función del
artículo 142 inc. 1°, todos del C.P.)
La privación ilegítima de la libertad consiste en “privar a alguno de su
libertad personal” y tiene lugar cuando se impide a la víctima la libertad de
movimientos, consumándose al privarse de libertad a un sujeto con
persistencia en el tiempo, finalizando cuando este recupera su libertad o
muere, siendo por lo tanto un delito de carácter permanente.
En autos, el delito habría tenido lugar con abuso de funciones y sin
las formalidades previstas por la ley, toda vez que las privaciones de la
libertad que se investiga y juzgan se cometieron sin la debida orden dictada
por autoridad judicial competente, dejando a la luz la ilegalidad de los
procedimientos en el marco de los cuales se procedió a la detención de las
víctimas, violándose así la garantía consagrada por el art. 18 de la C.N., esto
es la “imposibilidad de ser arrestado sin orden escrita de autoridad
competente”.
Tal circunstancia de ilegitimidad, se mantuvo durante la vigencia del
cautiverio de las víctimas, toda vez que los encartados carecían de facultad
para privarlos de su libertad, y en la totalidad de los casos se corrobora que
la privación de libertad tuvo lugar mediante violencia física. (art. 142 del C.P.)
La conducta, prevista en el art. 144 bis del Código Penal, se agrava
equiparándose a la contenida en el art. 142 cuando concurre alguna de las
circunstancias consignadas en los incisos 1°, 2°, 3° y 5° de esta última.
En orden a la agravante contenida en los incisos 1° y 5° del art. 142,
es de aplicación el texto de la ley N° 20.642, teniendo en cuenta que la Ley
de Defensa de la Democracia N° 23.077 derogó la N° 21.338, vigente a la
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época de los hechos, siendo más benigna la anterior.
En autos, en los casos en que dicha conducta fuera endilgada a los
imputados, lo fue en virtud de no haber existido orden legal alguna para
proceder a la detención de las víctimas y, por el contrario, tales detenciones
obedecieron a órdenes dictadas durante el ejercicio del poder de facto del
gobierno militar durante el “Proceso de Reorganización Nacional” y,
consecuentemente, ilegítimas.
VII) CUESTIONES VINCULADAS A LA VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS
INCORPORADAS:
Vale destacar a estar altura que, en numerosos fallos donde fueron
juzgados ilícitos cometidos durante la última dictadura militar se probó
debidamente la implementación del plan sistemático de represión diseñado
por el gobierno de facto Proceso de Reorganización Nacional que fue
ejecutado a partir del 24 de marzo 1976, que comprendía distintas etapas
que tenían como característica común y determinante la clandestinidad. En el
marco del cual tuvieron lugar los secuestros; privaciones ilegítimas de
libertad; sometimiento de las víctimas a apremios, vejámenes y tormentos;
alojamientos de detenidos en condiciones infrahumanas; sometimiento de los
detenidos a interrogatorios por fuera del poder judicial y vulneración de todas
las garantías constitucionales y, en la fase final del plan, como sucedió en
muchos casos, la libertad de los represores para determinar según su criterio
el destino final de las víctimas, esto es, la legalización, o bien su
aniquilamiento y/o desaparición.
Por todo ello, partiendo de las características que imprimieron los
represores al implementar este plan sistemático de persecución, como son la
clandestinidad y la ilegitimidad del accionar de las fuerzas armadas y de
seguridad, como así también –se reitera la libertad que se les concedió a los
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dejan en claro que quienes tuvieron intervención en el plan sistemático de
persecución y represión tenían el objetivo de no dejar indicios de la comisión
de los delitos.
Por esa misma razón es que el testimonio de los propios
damnificados adquiere una importancia fundamental en este tipo de
procesos. Razón por la cual el adagio que expresa "testis unus, testis nullus",
en virtud del cual un solo testigo no constituye prueba para tener por
acreditado el hecho, no tiene acogida en el actual ordenamiento procesal,
que adopta el sistema de la sana crítica racional como método de valoración
de la prueba.
En esa línea de pensamiento la C.N.C.P. tiene como criterio que, ante
la circunstancia de presentarse un único testigo del hecho no debe
prescindirse de sus manifestaciones, sino que las mismas deben ser
valoradas con la mayor severidad y rigor crítico posibles, tratando de
desentrañar el mérito o la inconsistencia de la declaración mediante su
confrontación con las demás circunstancias de la causa que corroboren o
disminuyan su fuerza, y examinando cuidadosamente las calidades del
testigo". CNCP, Sala I, 14/10/2008, "Ortellado, Diarte s/ recurso de
casación". La misma sala, en "Nuñez, Susana y otro s/ recurso de casación",
en 28/6/2011.
Que el principio de libertad probatoria permite la incorporación y
análisis de cualquier medio probatorio, y su valor surgirá del análisis lógico y
motivado a la luz de la sana crítica racional. El análisis de cada una de las
pruebas que integran el caudal probatorio, no ha de hacerse en modo
aislado, sino interrelacionándolas.
VIII) HECHOS PROBADOS:
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valoración de la prueba producida, ha de hacerse una evaluación de los
elementos directos e indirectos, como asimismo de los indicios serios y
concordantes que en grado unívoco e inequívoco integran el material
convictivo de autos.
Que, en el marco de la implementación del plan sistemático de
persecución de los opositores al gobierno de facto y de los sindicados como
subversivos, que en el ámbito de la Provincia de Entre Ríos en los años
1976 y 1977 fue llevado adelante por el Ejército, Policía Federal y Policía
Provincial, con la colaboración de las otras fuerzas armadas y de seguridad y
también del Servicio Penitenciario Provincial, se llevaron a cabo detenciones
ilegítimas en el marco de procedimientos en los que se aplicaron apremios,
vejámenes y en algunos casos torturas; motivo por el cual la presente
resolución ha de apoyarse sobre aquellos hechos que a continuación se
describirán y constituyen la plataforma fáctica de la causa.
Hecho N° 1: Rubén Ariel Arín
Se encuentra probado que fue detenido el 18/08/76 en el Escuadrón
de Comunicaciones de Paraná en razón de haber ido a averiguar si estaba
detenida su madre. Luego pasó a la UP 1 de Paraná, luego a la Cárcel de
Gualeguaychú, un par de días en la Cárcel de C. del Uruguay, luego en la
Cárcel de Caseros de Buenos Aires, luego en la Cárcel de Sierra Chica, en la
Unidad N° 9 de La Plata, en la Cárcel de Caseros nueva y nuevamente en la
UP 1 de Paraná donde posteriormente recupera su libertad, estuvo detenido
hasta el 23/03/82. Respecto de su detención intervino el Ejército cuando fue
al Escuadrón de Comunicaciones de Paraná como lo dijo anteriormente, esto
lo realiza el personal de guardia, era un suboficial, sin saber a la fecha el
nombre del mismo. Estando en el Batallón es retirado a un lugar dentro del
mismo predio para interrogarlo, este lugar, según el testigo, está pegado a la
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Granja Municipal, que en la actualidad ya no está, está demolido, recordando
que estando en la parrilla al mirar hacia fuera porque estaba derecho a la
puerta, pudiendo ver eucaliptos, un patio, pudiendo escuchar voces de niños
que estaban jugando lejos, el piso era de baldosas de color rojo. En este
lugar tenía puesta una venda que por el paso de los días se aflojó y por su
posición horizontal, ya que estaba acostado en el elástico de una cama
parrilla, pudo observar. En este lugar pudo sentir la presencia de otras
personas, no pudiendo saberlo en ese momento, pero si lo supo cuando fue
legalizado y se puso a conversar con otras personas, entre ellas estaba un
muchacho de apellido Domínguez y otras personas más que no puede
recordar sus nombres, todo esto ocurrió a fines del mes de agosto de 1976.
Agrega que estaba presente Appiani, no sabiendo que era él, pero se entera
estando en el Consejo de Guerra, cree que fue el segundo, Appiani estaba
presente, cree que era Tte. Primero, lo pudo ver y era el mismo que vio
estando en el elástico o parrilla antes mencionado. Su función era hacer el
interrogatorio y también torturaba. Esta persona, o sea Appiani, es la persona
que reconoce por encontrarse con él en el Consejo de Guerra. De las
personas que se encontraban detenidas en el centro clandestino recuerda a
Domínguez, pero en los calabozos de los cuarteles recuerda a Fernando
Caviglia, Hipólito Muñoz, Silva, Sotera, un muchacho que supuestamente
está desaparecido de apellido Erbetta, un muchacho Santamaría que era del
interior y otros más que en este momento no recuerda. Estuvo detenido en
los calabozos, recordando que sus dimensiones eran de 2 mts por 1 metro,
tenía una ventanita, estando en este lugar hasta con dos personas más, todo
dependía de la gente que entraba o salía, o sea, de las personas que traían
detenidas, eran retirados dos veces por día para ir al baño poniéndoles una
capucha, eran retirados por suboficiales, puede recordar a un suboficial de
apellido Casco que solo cumplía la función de abrir la puerta de los
calabozos para llevarlos al baño, también les llevaba la comida, esta era
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indescriptible. No podían recibir visitas. Un tiempo fue el padre Metz, que era
un sacerdote, fue hasta la desaparición de Erbetta, luego no fue más.
Respecto del trato, no había, ya que solo eran los calabozos y los sacaban
para ir al baño y les daban de comer. A Casco lo conocía porque el testigo
hizo el servicio militar en Paraná. Reitera que estando en los calabozos no
fue torturado. En la casa antes mencionada fue torturado, le fue aplicada la
picana eléctrica, golpes de puños. Appiani preguntaba donde había armas,
donde están los escondites, quienes eran sus conocidos, etc. Respecto de
otros compañeros los retiraban de los calabozos y los llevaban a otros
lugares para torturarlos, por lo que después supo eran llevados a un lugar
que quedaba cerca de la base aérea y a la comisaría del Brete, pero no
puede, por el paso del tiempo, recordar quienes eran estos compañeros que
fueron llevados a estos lugares. Pudo ver a algunos de ellos cuando fueron
reintegrados a los calabozos y su condición era deplorable. Estando en el
Batallón supone que la autoridad era Appiani, por lo menos en su caso
particular, también era el que daba las órdenes. Respecto a los traslados no
tiene conocimiento de quien daba las órdenes, venían y se lo llevaban.
Manifiesta que en la UP 1 no fue torturado. Estuvo detenido en la cárcel de
Gualeguaychú, aproximadamente dos meses, recuerda como compañeros a
Muñoz Hipólito, Magariños, Juan Carlos Álvarez y otros más. En la cárcel de
Gualeguaychú no fue torturado, no recibió malos tratos, sólo fue un lugar de
paso.
Lo expuesto, halla correlato con las constancias que se han de
detallar seguidamente, contenidas en el pertinente legajo de pruebas:
* Declaración prestada por Rubén A. Arín ante el Juez Federal de
Paraná, Dr. Jorge Enríquez en fecha 10/08/81 quien declara en la Unidad
Penal N° 1 de Caseros de la ciudad de Buenos Aires, ocasión en que el
denunciante da cuenta de que reconoce las firmas obrantes al pie de las
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* Su declaración ante la Excma. Cámara Federal en fecha 11/05/87
ampliando su denuncia agregando respecto a su conocimiento con Erbetta,
que lo vio una sola vez, en el baño, ya que al ingresar al mismo le quitaban
las capuchas y en ese momento salía Erbetta que le dijo que así se llamaba
a lo que el dicente contestó “yo soy Arin”, se dieron la mano y Erbetta salió,
con anterioridad a este episodio había hablado de calabozo a calabozo.
Respecto de Conde lo reconoce en un par de ocasiones que lo torturó y
estaba sin capucha y que en el Despacho del director, fue sometido a un
careo con Pierola y Conde lo amenazo para que reconociera a Pierola, lo
que fue presenciado por Appelhans. Respecto a Appiani: que lo vio y
escucho en el Consejo de Guerra, siendo la persona que lo hizo firmar su
última declaración, que la voz de Appiani cree haberla escuchado cuando fue
torturado. Respecto al Suboficial Medina lo reconoce, ya que él mismo lo
esposo y le colocó las vendas y mientras hacía eso le dijo “quedate tranquilo
Arin, te lleva la Federal”. Que a las otras personas que nombra, entiende que
lo tiene que haber reconocido ya que estaban cuando él hizo el servicio
militar.
* Informe en fotocopias certificadas del Servicio Penitenciario de la
Pcia. de fs. 11/12;
* Declaración de Arin de fecha 25/10/84 ante el Juez Federal Aníbal
María Ríos, manifestando que cuando ingresa detenido al Batallón de
Comunicaciones el 18/08/76, Erbetta ya se encontraba detenido,
manteniendo contacto con Erbetta a través de diálogos de celda a celda y
que en oportunidad cuando fuera trasladado el declarante al baño pudo ver a
Erbetta presentándose mutuamente, pues antes no habían tenido ocasión de
verse. Agrega que al tercer día de estar detenido es trasladado a un lugar
que desconoce quedando Erbetta en el Batallón, aclarando que cuando
regresa luego de seis días aproximadamente Erbetta ya no se encontraba,
volviendo al Batallón a fines del mes de agosto de 1976. .
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* Fotocopias certificadas del testimonio de Luis Ricardo Silva de fs. 15
y vto; otros dos de igual tenor de fs. 16 y vto y 17/18.
* Testimonio de Fernando G. Caviglia de fs. 19/20, manifestando que
“...durante ese período el declarante no fue sacado en ningún momento para
ser sometido a torturas, pero sí observó que así lo hacina con algunos
compañeros entre los que recuerda a Magariños, Leones de Días, Muños y a
Arin ...”. A fs. 42/47 declara que “... en Comunicaciones había otros
detenidos con los que se podía comunicar, hablando en voz alta, porque
estaban en otros calabozos similares al del dicente, entre los que puede citar
a Rubén Arín, Pico Silva, Juan Carlos De Zan, Coco Erbetta ...”
* Testimonio de Mario E. Broin de fs. 21/23; relatando que “...recuerda
que en una oportunidad estando en la UP vio ingresar a varios, entre los que
recuerda a Arin, a Arévalo y a Otero ...”
* Julio C. Bergamaschi de fs. 24/28; manifestando que “... que en la
UP 1 estaba Ghiglione, Fernando Caviglia ... Arin que sabe que falleció hace
poco tiempo ...”
* Carlos I. Weinzettel de fs.39/41; relata que “... se trata de un lugar
apartado de la ciudad, con pisos de baldosa y cielorraso de ladrillo, había
animales, un perro, se escuchaba el ruido de motores de aviones cercanos,
tenía un baño exterior, excusado ... con el denunciante estuvo Rosario
Badano, Domínguez Mauricio y Rubén Arín ...”
* Testimonio prestado por Rubén Arín en fecha 10/09/08 requerido
por exhorto del Juzgado Federal de C. del Uruguay
* Testimonio de fecha 05/08/10 prestado por Jorge Alberto Eandi de
fs. 60/68.
* Según lo informado por la Secretaría Electoral de este Juzgado
Federal, Rubén Ariel Arín falleció en fecha 24/10/08.
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Hecho N° 2: Leones de Magariños Lorenza Rovelia:
Quien surge detenida el 17/08/76, a disposición del Comando de la
2da. Brigada de Caballería Blindada, en la causa N° 3.618 y puesta a
disposición del P.E.N. por Decreto N° 2135 del 21/09/76, declarando
judicialmente en fecha 12/06/81, en la Unidad Penal N° 2 de Devoto de la
ciudad de Buenos Aires, y con posterioridad en la sede de este Juzgado en
fecha 06/05/83, ocasión en que da cuenta que desconoce ante el Juez
Federal las declaraciones que se le atribuyen como prestadas por ante las
autoridades militares, pero sí reconoce sus firmas impuesta al pie de las
mismas; aclarando que cuando firmó las mismas no pudo leerlas ni le fue
leída la declaración que se le exhibe; la firma declaró fue puesta, más o
menos, tres días después de haber sido interrogada. Mas adelante, en sede
del Juzgado Federal, ratifica esta última declaración; en tal fecha fue
detenida en la Ciudad de Crespo, conjuntamente con su esposo, Ricardo
José Magariños. Ellos habían concurrido al Regimiento local para
interiorizarse por los motivos por los cuales su domicilio había sido allanado
en su ausencia; desde Crespo es trasladada a los Cuarteles de Paraná,
encapuchada, siendo alojada en una pieza junto a otras detenidas;
permaneciendo allí durante 23 días, no siendo sometida a torturas físicas ni a
apremios, pero si lo fueron las personas que se encontraban con ella, entre
las cuales se encontraba su hermana Julia Raquel Leones de Díaz, a quien
pudo ver con las secuelas de haber sido sometida a pasajes de corriente
eléctrica y con las huellas que quedan en las muñecas, por haber sido atada;
asimismo pudo observar, por una rendija, a su esposo que caminaba
rengueando y con los talones vendados; ello constituía una presión moral
constante, torturas psicológicas, siendo amenazada que jamás volvería a ver
a sus hijos, ello así tanto en los interrogatorios sobre la actividad de su
esposo como al momento de firmar la declaración que ha rectificado; que
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durante los traslados le hacían sentir el ruido de palas, refiriéndoles que las
mismas eran para hacer sus propias fosas. Indicó que, durante ese tiempo,
una persona de apellido CONDE, de la Policía Federal, en dependencias de
la cárcel, le hizo firmar una declaración cuyo contenido no le fue leído ni se le
permitió leer, pero firmó porque la amenazaban con que no vería más a sus
hijos y que no le levantarían la incomunicación. Que asimismo eran tratadas
degradantemente por los soldados, por ejemplo, al momento de recibir de
estos la comida, oportunidad en la cual intentaban manosearlas, optando por
momentos en no recibir la comida para no padecer tales abusos. Luego, en
el mes de noviembre, la sacan y la trasladan a los Cuarteles, donde luego de
ser sometida a un interrogatorio le hacen firmar una declaración que no leyó
ni le fue leída; para ello le levantaron la capucha; las declaraciones que
firmara ante el Consejo de Guerra tampoco le permitieron ser leídas, las
firmó porque personal militar así se lo indicó, estando ya totalmente vencida.
* Fotocopia certificada de la declaración de Lorenza Robelia Leones
ante el Juez Federal Jorge Enríquez de fs. 03 y vto.;
* Declaración de Lorenza Robelia Leones ante el Juez Federal Raúl
Martín de fecha 06/05/1983 de fs. 04/05.
* Ratificación de denuncia de Lorenza Rovelia Leones a fs. 48/49,
manifestando que “… que solo recibió torturas psicológicas, por ejemplo, la
amenaza de no volver a ver a sus hijos, en el traslado desde los cuarteles del
Ejército a la Cárcel le hacían sentir ruido de palas y le referían que esas
palas eran para hacer sus propias fosas. Además, un trato degradante al
momento de recibir la comida, pues cuando las detenidas extendían sus
manos para tomar lo que le daban, los soldados intentaban manosearlas, por
tal motivo decidieron que les dejen la comida en el piso ya que era una forma
de evitar el contacto físico y por momentos optaban por no recibirla. Cuando
era trasladada a los baños lo hacía encapuchada, pero recuerda que desde
el lugar donde estaban a través de una ventana podía observar cuando los
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detenidos varones pasaban al baño. Recuerda que estaba en una habitación
grande y que frente a ellas había una línea de calabozos donde estaban los
varones. Respecto de Appelhans manifiesta que era la autoridad de la cárcel,
recuerda que en una recorrida por el lugar lo pudo ver y quien les dio una
especie de reunión informal con los presos, él era muy autoritario. Recuerda
también que Monseñor Tortolo era Vicario Castrense, fue varias veces y
hacía de mediador, pero siempre justificaba las torturas de los militares.
Guarda relación al hecho los testimonios de:
* Fs. 16/17, Julia Raquel Leones de Diaz, refiere que “… estando
detenida en una habitación grande junto con la Sra. De Magariños, Cristela
Arin, Lorenza Leones de Magariños (hermana de la deponente) … a través
de una rendija podían observar el paso de los detenidos cuando eran
conducidos al baño…”
* Fs. 18/25 declaración de Oliva L. Leonor Cáceres “…en el mes de
agosto las cosas se agravan porque llegan nuevas detenidas … entre ellas
Lidia Subovsky, Chela Leones y su hermana Lela Leones de Magariños,
Mariana Fumaneri …”.
* Fs. 26/29 declaración de Alicia Isabel Dasso “… Badano y Oliva
Cáceres regresan torturadas, golpeadas … puede precisar que al menos dos
veces cada una fueron retiradas de la UP 6. También recuerda a Julia
Leones, en el mes de septiembre, ingresa muy lastimada, con signos de
atadura en los tobillos, dolores en los pechos, también ingresa su hermana
Lorenza de sobrenombre Lela…”.
Hecho N°3: Domínguez José Mauricio: Quien surge detenido el 21/08/76,
en los depósitos de obras viales de la Municipalidad de Paraná, por personas
que no puede identificar, pero estima eran de la Policía Federal, siendo
trasladado a dependencias de dicha fuerza y luego al Batallón de
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Comunicaciones de Paraná a disposición del Comando de la 2da. Brigada de
Caballería Blindada, en la causa N° 3.618 y puesto a disposición del P.E.N.
por Decreto N° 2135 del 21/09/76. Desde el momento mismo de su detención
fue sometido a apremios ilegales, tanto físicos como morales, llegándosele a
privar de agua y alimentos para hacer ceder su voluntad siendo obligado a
firmar declaraciones, manifestando en primer término que fue frente al
Consejo de Guerra la primera oportunidad que tuvo conocimiento que tales
declaraciones existían, las que negó enfáticamente, no siéndole permitido
rectificarla para dar la verdadera versión de los hechos; de tal intensidad que
le hicieron perder la noción del tiempo y del espacio; no pudiendo precisar
bajo qué circunstancias pudo haber hecho esas declaraciones; sí recuerda
que la mayor parte del tiempo estaba con los ojos vendados, razón por la
cual no pudo reconocer a quienes los interrogaban; lo mismo sucedió con las
demás declaraciones exhibidas. El 07/09/1976 es ingresado a la Unidad
Penal Nro. 1 de Paraná.
* Fs. 03 y vto. Declaración prestada ante el Juez Federal Dr.
Enríquez.
* Fs. 07 testimonio de Mauricio Domínguez ante el Juez Federal Dr.
Ernesto Martín.
Guarda relación al hecho los testimonios de:
* Rubén Ariel Arin, de fs. 08/09.
* Emilio Hayy de fs. 10/12 cuando refiere que: “… fui torturado en
forma inhumana ya que estuvo encerrado, recluido en un espacio tan
pequeño que apenas podía configurar el espacio de un escritorio, en
condiciones de higiene y de alimentación carenciados hasta el último límite,
ese mismo trato he visto sufrirlo a muchas personas que estaban en sus
mismas condiciones, muchas de las cuales conoció y muchas de las cuales
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sencillamente sentí su voz, sin saber quiénes eran ni nunca volverlos a ver,
entre ellos Caviglia, Silva, Pereyra, Domínguez …”.
* Carlos I. Weinzettel de fs. 12/15, refiere que: “…se trata de un lugar
apartado de la ciudad, con pisos de baldosas, cielorraso de ladrillos, había
animales, un perro, se escuchaba el ruido de motores de aviones cercanos,
tenía un baño exterior, excusado… con el denunciante estuvo Rosario
Badano, Domínguez, Arin, los reconoció por las voces, pero no hablaron
entre si …”.
* Constancias de fallecimiento de José Mauricio Domínguez de fs.
22/24.
Hecho N° 4: Marta Inés Brasseur:
Quien surge detenida el 11/11/76 en la ciudad de Cipolletti por la
Policía Federal siendo llevada a un centro clandestino, que luego supo que
se la denominaba La Escuelita y quedaba en la ciudad de Neuquén. En ese
lugar fue sometida a torturas por once días, y las preguntas estaban
relacionadas con actividades políticas de la ciudad de Paraná, y con gente
de Paraná, aproximadamente el día 22 o 23 de noviembre de 1976, fueron
trasladadas con Graciela López y Cristina Lucca en un avión a la ciudad de
Paraná, previa escala en Bahía Blanca. El traslado fue realizado estando
esposadas y vendadas, del lugar donde ascendieron fueron llevada a un
lugar donde pasaron una noche, esto es ya en la ciudad de Paraná. Del lugar
donde permanecieron un día las llevan a las tres detenidas donde las
mantuvieron esposadas a las camas y vendadas. Ese lugar lo puede precisar
como la Casa del Director del Penal N° 1 de Paraná, previo a tener la certeza
escuchaba una calle de doble mano, niños en una escuela y en una
oportunidad que se pudo levantar pudo ver por la ventana que era la Escuela
Terán, la que se encuentra cerca de la casa del Director del Penal. En ese
lugar había otras personas, además de sus compañeras, allí siempre
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estaban vendadas y esposadas a la cama, siéndoles sacadas las esposas
para comer y para ir al baño. En dicho lugar vio en una oportunidad en que
fue trasladada al baño en una habitación contigua por la que tenía que pasar
a Alfredo Ghiglione y a Caire, conociendo solamente a Ghiglione y le impacto
el estado lamentable en que estaban, tirados en el suelo y muy mal
físicamente, sucios, muy torturados. En ese lugar estuvo hasta la noche del
02/12/76 en el que se presentan dos o tres personas, escuchando voz de
mando fuerte, muchos pasos, y les dicen que a Cristina Lucca, a López y a la
denunciante las iban a trasladar a la UP 6. Luego se dirige a las demás
personas detenidas que seguían en la casa del Director y dice: “Ud.
Ghiglione a la UP 1 y Ud. Caire vuelve a Resistencia y Ud. Sra. (dirigiéndose
a Fleitas) será trasladada a la ciudad de Córdoba. En lo que respecta a las
tres mujeres y Ghiglione se cumplió y Caire sabe que es un desaparecido.
Ingreso a la UP 6 el 03/12/76, y a los pocos días es sacada del penal y
llevada a la UP 1 nuevamente a la casa del Director, encapuchada, donde le
dan una declaración y se la hacen firmar, la que no fue leída y no sabe del
contenido, supuestamente era la que había hecho en el sur, también en otra
oportunidad, en oficinas de la UP 6 se presenta el Sr. Conde, persona a la
que conocía y fue ratificado por sus compañeras del penal a cara
descubierta. Conde le dice que tenía que firmar una declaración, la
denunciante le pide que se la deje leer, a lo que Conde le dice que “tenía
que firmar o firmar, que las reglas del juego eran esas”, ante esta situación
de presión no había otra opción y la firmó. Aclara que fue juzgada por un
Consejo de guerra, que comenzó en el mes de enero de 1977, lo que quiere
decir que este Consejo fue algo que se armó para juntar la gente que estuvo
detenida, ya sea mujeres o varones y lo armaron para justificar y
condenarlos. Este Consejo, en realidad fue un circo ya que fue armado con
declaraciones que nadie pudo leer y estaban armadas como la de la
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declarante, que previo al Consejo de Guerra fueron llevadas al Comando de
calle Urquiza, donde Appiani, como Instructor Auditor, que era el que armaba
dicho Consejo, les presenta una lista con abogados defensores puestos por
lo militares, donde los detenidos tenían que elegir a dedo, la parte legal se
cumplía de esta manera, en el caso de la denunciante, le tocó uno abogado
que no tenía la menor idea, ya que ella le dio algunos elementos como para
que cumpliera dicha función de defensa. El Consejo de Guerra se constituyó
en la UP 1, conformado por Zapata, sin recordar su grado como jefe, otra
persona de apellido Anaya y Appiani como instructor, los abogados
defensores y los detenidos. Lo que se le imputa eran cargos que habían sido
puestos por los militares, por asociación ilícita, tenencia de armas de guerra
y fue condenada a siete años y medio de reclusión. Luego, en febrero, fines
de febrero de 1977 junto con todas las mujeres condenadas fueron
trasladadas a Devoto, cree que era el 28/02/77, estuvo hasta agosto de
1981, fecha en fue traída nuevamente a la UP 6 de Paraná hasta el 17/03/82
que quedó en libertad. Aclara que, en Paraná, o sea en la casa del director
no sufrió torturas físicas, no recibió picanas y vejaciones, si lo que es torturas
psicológicas al recibir amenazas o le hacían firmas declaraciones, ya que si
no firmaba ellos tenían métodos para que lo hiciera, también el no saber qué
les iba a pasar y el destino incierto. Tal el caso de María Eugenia Sain Girón.
También que vio que había gente que no estaba en el mismo pabellón,
alojadas en una pieza separada a las que sacaban para tomarles
declaración. Recuerda que, cree que cuando es traída del sur, y es alojada
por un día en un lugar que no puede identificar, supone que era el Batallón
de Comunicaciones, donde es alojada en una habitación con tres camas, lo
supone porque pudo ver una arboleda y en las paredes había nombres de
gente que estuvieron presos, la comida era una sopa de pescado inmunda y
los utensilios eran de metal y un jarro de metal donde le dieron agua, en este
lugar no vio a ningún detenido, escucho ruidos de lugar abierto,
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descampado, un camión, ruido de arboleda, de este lugar es trasladada a la
casa del director como lo dijo anteriormente. Del sur llega muy lastimada por
la tortura, tenía los tobillos lastimados en carne viva, muy llagados al
producirse por el roce del elástico donde había sido atada y al aplicarle la
picana, su pie rozaba con dicho elástico y tenía el pie en carne viva. Supone
que esa es la razón de que estuvo varios días en la casa del Director, ya que
estaban preocupados en que sus heridas fueran curadas y llegara solo con
cicatrices a la UP 6. No puede precisar quien le curó las heridas, cuando
llega a la UP 6 la llevan a la enfermería la curan Que en el penal había un
servicio médico de enfermeras y los médicos que eran del personal de
servicio penitenciario. Recuerda a una enfermera de nombre Argentina, otra
de apellido Lugren, ellas eran del servicio penitenciario, un médico de
apellido Bernardis, un ginecólogo de apellido Riolo. Su atención, era buena,
en caso puntual si el problema era más grave eran llevadas al Hospital San
Martín.
* Fs. 03/04 declaración de Marta Brasseur ante el Juez Federal Jorge
Augusto Enriquez, ocasión en que la denunciante da cuenta de que en las
declaraciones que le fueron leídas, admite las firmas suyas allí impuestas y
da cuenta que lo hizo estando con los ojos vendados y/o encapuchada; la
tercera declaración que le es exhibida dice haber firmado a cara descubierta,
en la cárcel local y frente a un señor que cree es Oficial de la Policía Federal
y se llamaba CONDE; nunca le fue leído el contenido de sus declaraciones y
solo le era indicado que tenía “que firmar o firmar”.
* Fs. 05 y vta, declaración ante el Juez Federal Raúl E. Martín en
fecha 21/04/83, manifestando que fue detenida originariamente en la Ciudad
de Cipoletti – Río Negro, por personal de la Policía Federal, siendo
trasladada a un lugar desconocido, donde denuncia hechos contra su
persona, para ser trasladada luego a Paraná, sin poder precisar el lugar, no
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sufriendo apremios físicos pero sí psicológicos; esta detención comienza el
11/11/76, siendo alojada en la Unidad Carcelaria de Paraná, el 3 de
Diciembre del mismo año, siendo trasladada posteriormente a la Unidad
Penal de Villa Devoto; dice que firmó aquellas declaraciones que desconoce
su contenido, una vez en Cipoletti o en una localidad cercana a Paraná y en
otra ocasión en la Unidad Penal Nº 1, de Paraná, lugar donde fue trasladada
encapuchada; las presiones psicológicas padecidas era que le decían que
iba a volver a sufrir los tratamientos sufridos en el Sur, y con ser sacada de la
cárcel; en ningún momento le fue leído lo que firmaba; agrega que la
declaración hecha ante el Consejo de Guerra, tampoco le fue leída y que la
firmó por el clima que rodeó a dicho acto.
Guarda relación con el hecho, los testimonios de:
* Testimonio de Julio Metz de fs. 06 y Vto.;
* Testimonio de Armando Milciades Bernardis de fs. 07/08 y Vto.;
* Fotocopias certificadas de un informe del Servicio Penitenciario de
fs. 09/18;
* Néstor Antonio Zapata de fs. 19/39 y Vto. manifestando que “…pude
observar que también ingresan tres detenidas más con los ojos vendados y
los brazos atados a la espalda, dos de ellas se llamaban Brasseur Marta Inés
y Lucca Cristina, fueron trasladadas en un falcon gris por personal civil…”.
* Hilda Susana Richardet de fs. 76/80 y Vto., manifestando que “…vio
a Rosario Badano quemada con cigarrillos en sus pechos, a Marta Brasseur,
Julia Tizzoni y a Graciela López, les vio marcas en los tobillos …”;
* Julia Liliana María Tizzoni de fs. 81/85 y Vto. refiriendo que “…que
los médicos no atendían a nadie, por ejemplo Marta Brasseur recuerda que
entró con los tobillos en carne viva, todo el personal que estaba en la cárcel
vio el estado de esas personas y que no recibieron la atención adecuada…”;
* Alfredo Jacinto R. Ghiglione de fs. 86/96, el que refiere que “…en la
casa del Director de la UP N°1 había tres chicas, Marta Brasseur, Cristina
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Lucca y Graciela López. Un día una autoridad que les hablaba como jefe les
dijo que iban a ir a la UP N°6 y al declarante que iba a ir a la UP N°1 ….”
* Alicia Dasso de fs. 91/94 la que manifiesta que “…en el mes de
octubre ingresa Mariana Fumaneri con quemaduras en el cuerpo de la tortura
recibida, esto es en los muslos y en los senos. En el mes de noviembre
ingresa Julia Tizzoni, Marta Brasseur, Cristina Lucca, Graciela López, todas
ellas con signos de haber sido torturadas con picana, recuerda los tobillos de
Marta Brasseur con llagas vivas por su estadía en Neuquén…”.
* Olivia L. Leonor Cáceres, fs. 95/102, refiere que “…todas ellas
fueron llegando al Penal a partir de agosto en diferentes fechas, Lucca,
Brasseur y López habían sido detenidas en Neuquén clandestinamente y
también en el sur habían sido muy torturadas…”.
* Noemí Benítez de fs. 103/104 y vto.;
* Fotocopias certificadas de un Informe de la Unidad Penal Nro. 6 de
fs. 115/116.
Hecho N° 5: María Cristina
Lucca
:
Quien surge detenida el 11 de noviembre de 1976 en la ciudad de
Cipoletti, Río Negro, en su lugar de trabajo, en la empresa Chistik
Construcciones a las 7 y 30 aproximadamente de la mañana por cuatro
personas que se presentan con credencial de la policía de Río Negro, de ahí
es llevada a la Comisaría General de la ciudad de Cipoletti donde permanece
dos o tres horas, de ahí la trasladan a la ciudad de Neuquén, a la Policía
Federal de la ciudad de Neuquén donde permanece también dos o tres
horas, viene y la busca una persona, la meten en un auto, la tiran adentro del
auto con la cabeza tapada y después de andar unos veinte minutos llegaron
a un lugar que había como una casa o un espacio por decir así, la acostaron
en un camastro, siendo torturada con la picana eléctrica en la boca, en la
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cabeza, en los senos, en las piernas, cada tanto paraban y le echaban agua,
le preguntaban por sus actividades políticas en la ciudad de Paraná, la
dicente no puede precisar el tiempo que estuvo en ese lugar pero sí que fue
mucho tiempo, le pegaron mucho en la pierna izquierda, sobre todo en la
parte del muslo de arriba, cada tanto la sentaban y luego la volvían a acostar,
había algunos que había este tema de las voces fuertes y los insultos
permanentes y otros que trataban de acercarse a la dicente con la actitud de
decirle que no se dejara golpear, que dijera la verdad, pero la dicente no
tenía mucho más que decir, es más le preguntaban por las actividades
políticas en Neuquén y la dicente no tenía ninguna actividad política en
Neuquén. Luego de ahí la llevaron a ese otro espacio que nombró antes y la
pusieron en una habitación, o en un lugar donde estuvo sola todo el tiempo y
donde se sentía una radio fuerte y muchas voces fuertes y hasta voces de
militares, porque uno se daba cuenta de las voces de mando, pero esa
primera noche la pasó como inconsciente y así como nebulosa y que alguien
iba la miraba y le preguntaba cómo estaba. Estuvo detenida ahí en ese lugar
alredor de veinte días, en esas condiciones, tapados los ojos, atados los pies
y esposada con los brazos abiertos a una especie de camastro. Retomando
dice que a las tres, Marta, Graciela y la dicente las llevan a un lugar, por
supuesto que siempre insultándolas y empujándolas, y las suben a un avión
este avión va hasta Bahía Blanca, ahí hace como una escala podría decir,
luego retoma el vuelo y las bajan acá en Paraná, en la Base Aérea supone
porque se escuchaban ruidos de aviones y las llevan a la casa del Director
del Penal de varones, esto lo dice porque escucharon que lo decían la gente
que las llevaba, en ese lugar permanecen hasta el 3 de diciembre de 1976,
por supuesto, esposada, atada a la cama y con los ojos vendados, hasta el
3 de diciembre a la nochecita que llega el Teniente Coronel Zapata, lo dice
porque esta persona se presentó con nombre y apellido, ahí da como una
nómina de los que estaban en ese lugar evidentemente y dice que ellas tres
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iban a la cárcel de mujeres, Ghiglione a la cárcel de varones, había también
una señora Fleitas y un hombre Caire y de cada uno dijo el destino que iba a
tener, cree que a Fleitas le dijeron que iba a Córdoba, pero no se acuerda
bien, y de Caire no se acuerda pero sí que a cada uno le dieron su destino y
que Zapata se hizo cargo y dijo a donde iba cada persona. A la dicente y sus
dos compañeras las suben a un vehículo que el trayecto es de una corta
distancia y llegaron a la Unidad Penal de mujeres, ahí les sacan las vendas y
las llevan al pabellón con las demás compañeras que estaban detenidas.
Hasta ese momento ellas estaban desaparecidas, a partir de ese momento,
del 3 de diciembre pasaron a ser presos legales por decir de alguna manera,
porque se pudieron comunicar con sus familias, recibir visitas de sus familias,
estar en el Penal como un preso más. En febrero de 1977 se constituye el
Consejo de Guerra sin recordar que número era, primero las traen enfrente
de este Juzgado, al Comando, el traslado fue en un celular, vinieron varias
juntas, esposadas, a firmar unas declaraciones que por supuesto no leyeron,
por supuesto decían barbaridades, luego un día les avisan que al día
siguiente iba a estar constituido el Tribunal en la Unidad Penal, las trasladan
a las mujeres a la Unidad Penal de hombres, ahí presidía el Consejo de
Guerra Zapata, los iban llamando de a uno, les leían la declaración y luego
de eso una vez que pasaron todos, que eran muchos, luego que los hacen
pasar a todos les informan las condenas a cada uno, a la dicente le dieron
dieciocho años y medio. La dicente no recuerda haber tenido defensor,
seguramente que sí pero no se acuerda. La dicente se acuerda que uno que
andaba por ahí dando vueltas era este señor que era policía, creía era de la
policía de la Provincia que era de apellido Conde, un señor mayor, alto. La
dicente tiene la sensación que el que tenía todo el mando de esta situación,
es decir del juicio era este señor Zapata, finalizado ese día las llevan
nuevamente a la Unidad Penal de mujeres. Recuerda que hacía calor, tal vez
después de un mes o mes y medio las trasladan a Devoto, las llevan
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esposadas a la Base Aérea, las suben a un avión donde iban sentadas en lo
que supone serían unos bancos largos, con la cabeza gacha, no podían
mirar, ese era el objetivo, no mirar. Llegan a Buenos Aires las suben a un
celular y las llevan a Devoto. Que en la Casa del Director no fue sometida a
torturas, mientras estuvo allí fue como que la tuvieron estacionada, la
acostaron en ese especie de camastro, supone la dicente, en ese lugar
vendada, esposadas las manos, atada de pies y en el tiempo que estuvo ahí
ni la torturaron ni le preguntaron ni una sola palabra. Que no puede precisar
la identidad de esta persona que le hizo firmar las declaraciones que
mencionara. La dicente no tuvo contacto directo con Appiani, pero en la vida
de la cárcel, así como otras veces le preguntaban y comentaban sobre otras
personas, sobre Appiani otras personas comentaban sobre él, pero la
dicente no lo conoció, a Rivas ni de nombre, pero que las declaraciones las
firmó, no pudiendo leer lo que firmó, como así tampoco le fue leído el
contenido de tal declaración, dado que firmó estando encapuchada.
* Declaración de María Cristina Lucca antes el Juez Enríquez de fs.
03 y Vto.;
Guarda relación al hecho los testimonios de:
* Zapata Néstor Antonio de fs. 13/34, manifestando que “…pude
observar que también ingresan tres detenidas más con los ojos vendados y
los brazos atados a la espalda, dos de ellas se llamaban Brasseur Marta Inés
y Lucca Cristina, fueron trasladadas en un falcon gris por personal civil…”;
* Hilda Susana Richardet de fs. 34/38 y Vto., manifestando que “…vio
a Rosario Badano quemada con cigarrillos en sus pechos, a Marta Brasseur,
Julia Tizzoni y a Graciela López, les vio marcas en los tobillos …”;
* Julia Liliana María Tizzoni de fs. 39/43 y Vto. refiriendo que “…que
los médicos no atendían a nadie, por ejemplo, Marta Brasseur recuerda que
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entró con los tobillos en carne viva, todo el personal que estaba en la cárcel
vio el estado de esas personas y que no recibieron la atención adecuada…”;
* Alfredo Jacinto R. Ghiglione de fs. 44/48, el que refiere que “…en la
casa del Director de la UP N°1 había tres chicas, Marta Brasseur, Cristina
Lucca y Graciela López. Un día una autoridad que les hablaba como jefe les
dijo que iban a ir a la UP N°6 y al declarante que iba a ir a la UP N°1 ….”;
* Alicia Dasso de fs. 49/52 la que manifiesta que “…en el mes de
octubre ingresa Mariana Fumaneri con quemaduras en el cuerpo de la tortura
recibida, esto es en los muslos y en los senos. En el mes de noviembre
ingresa Julia Tizzoni, Marta Brasser, Cristina Lucca, Graciela López, todas
ellas con signos de haber sido torturadas con picana, recuerda los tobillos de
Marta Brasseur con llagas vivas por su estadía en Neuquén…”.;
* Oliva L. Leonor Cáceres, fs. 53/60, refiere que “…todas ellas fueron
llegando al Penal a partir de agosto en diferentes fechas, Lucca, Brasseur y
López habían sido detenidas en Neuquén clandestinamente y también en el
sur habían sido muy torturadas…”;
* Noemí Benítez, fs. 61/62, refiere que “… luego del interrogatorio la
integraron al grupo de las compañeras detenidas: Julia Tizzoni, Rosario
Badano, Marta Brasseur, Cristina Lucca…”.
Hecho N° 6: Graciela Inés López:
Quien surge detenida para esta causa desde el 05/12/76.
Originariamente fue detenida en la Ciudad de Cipolletti, donde denuncia
hechos contra su persona, desde el 10 de noviembre de 1.976, para ser
trasladada a Paraná, venían con dos personas, una que manejaba y el otro
venía atrás, con ellas, en un avioncito pequeño, vinieron en condiciones
infrahumanas, venían tabicadas, vendados los ojos. En un momento el avión
se detiene, la denunciante supone que a cargar nafta, y al bajar estas
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personas escucha que otro que los recibe les dice que estas no son
condiciones para traerlas, lo dijo en forma vehemente, situación que lo
molestó al personaje que estaba ahí con ellas. Luego continúa la marcha el
avión y las traen al Destacamento Militar donde está el Hospital, acá en
Paraná, ahí las bajan, ese fue el primer lugar de desembarco de la
denunciante y sus compañeras, que seguían vendadas, las recibe un alto
jefe, por la voz grosera, vehemente, imponente, que escucharon y la
situación de estar inhabilitada a ver da lugar a margen de sensaciones, se
despiertan todas las sensaciones, percepciones, eso es así. En ese
momento la denunciante se desvanece, le ponen una silla y la sientan y el
alto jefe la toma del brazo groseramente, no hay trato cordial allí, la toma del
brazo y la tira a una cama, diciéndole palabras groseras. Aquí quiere aclarar
que hasta ese momento no tuvieron atención médica, estuvieron ahí una
noche y al otro día las llevan, después se dio cuenta rastreando los lugares,
a lo que era la casita del Director del Penal de Hombres, ahí siguen
tabicadas, tapados los ojos, en una cama y estaqueadas, se acuerda la
denunciante que había guardia alrededor y aparece la esposa de un jefe a
buscarlo de quien no recuerda el apellido y el guardia presurosamente le dice
que ahí no podía entrar, ahí se da cuenta que la situación era de peligro de
secuestro de clandestinidad. Luego es trasladada a la cárcel de mujeres,
donde comienza el Consejo de Guerra; finalmente agrega sobre la presencia
del Teniente Appiani y de otras personas que no puede identificar y que, en
una ocasión, encontrándose en la cárcel fue trasladada a la U.P.Nº 1, donde
le fue colocada una capucha y se le exige la firma de una declaración, cuyo
contenido desconoce; asevera haberlas impuesto en ocasión en que se
hallaba con los ojos vendados y muy presionada psicológicamente y con
varias personas a su alrededor. Agrega que en oportunidad de celebrarse el
Consejo de Guerra fue invitada a pasar a una oficina donde se encontraban
varias personas, haciéndole firmar una declaración no acorde con lo que ella
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había querido declarar, por lo cual la increparon verbalmente, amenazándola
para que procediera a firmar, razón por la cual firmó una sola hoja; Asimismo
denuncio que una vez, estando ya en libertad, volviendo de un curso en la
ciudad de Santa Fe, se le acerca una chica que había hecho ese mismo
curso, ese posgrado, era profesora de Ciencias Biológicas, esto fue como
seis o siete años después, aproximadamente en el año 1988 u 89, se le
acerca y le pregunta cómo estaba Julia, Julia Tizzoni, porque su marido, el
de esta chica, la “cuidaba” a ella, era uno de los oficiales que estaba en los
centros clandestinos vigilando la gente que estaba en esos otros
chupaderos, y en uno de esos lugares estaba Julia Tizzoni, este Oficial es de
apellido Ojeda, se acuerda porque la muchacha es de apellido Beatriz
Squilacci de Ojeda. El traslado a Devoto luego del Consejo de Guerra fue de
la siguiente forma, las llevaban de a dos esposadas, en un avión preparado
para esos traslados, fueron sentadas en el piso, en fila, como perros y con la
cabeza gacha, y se acuerda que la denunciante se levanta y un tipo con la
culata de un revólver le pega en la nuca y también le da patadas, así era con
cualquiera que desviara la posición ordenada.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo
de pruebas pertinente:
* Declaración de Graciela I. López ante el Juez Federal Jorge
Enríquez de fs. 03/04, dando cuenta de que rectifica en su totalidad las
declaraciones que le son leídas, desconociéndolas por cuanto nunca les
fueron leídas, pero sí reconoce sus firmas allí impuestas, aunque asevera
haberlas impuestas en ocasión en que se hallaba con los ojos vendados y
muy presionada psicológicamente y con varias personas a su alrededor.
* declaración de Graciela I. Lopez ante el Juez Federal Raúl E.
Martín, en fecha 10/05/83 de fs. 04 y vto, manifestando que en oportunidad
de celebrarse el Consejo de Guerra fue invitada a pasar a una oficina donde
se encontraban varias personas, haciéndole firmar una declaración no
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acorde con lo que ella había querido declarar, por lo cual la increparon
verbalmente, amenazándola para que procediera a firmar, razón por la cual
firmó una sola hoja; agrega que fue detenida en la Ciudad de Cipolletti,
donde denuncia hechos contra su persona, desde el 10 de Noviembre de
1.976, para ser trasladada a Paraná y alojada en la zona de
Comunicaciones, donde fue tratada en forma normal; siendo trasladada,
desde allí, a otro lugar que era la Casa del Director, donde permaneció una
noche con sus manos atadas atrás y sus tobillos, siendo sometida a
interrogatorios, siendo trasladada luego a la cárcel de mujeres, donde
comienza el Consejo de Guerra; finalmente agrega sobre la presencia del
Teniente APPIANI y de otras personas que no puede identificar y que, en
una ocasión, encontrándose en la cárcel fue trasladada a la U.P.Nº 1, donde
le fue colocada una capucha y se le exige la firma de una declaración, cuyo
contenido desconoce; es todo lo que agrega.
* Fotocopias certificadas de un Informe del Servicio Penitenciario de
fs. 05/14.
* Fotocopias certificadas del testimonio de Zapata Néstor Antonio de
fs. 24/44;
* Hilda Susana Richardet de fs. 45/49 y Vto., manifestando que “…
luego la llevaron el 17/01/77 en grupo con otras compañeras al Comando
para hacerles el Consejo de Guerra, iban saliendo por tandas, por ejemplo,
Cristina Lucca, Noemi Bechetti, Badano, Graciela López… vio a Rosario
Baddano quemada con cigarrillos en sus pechos, a Marta Brasseur, Julia
Tizzoni y Graciela López les vio marcas en los tobillos, aparte de lo que se
comentaba …”.
* Julia Liliana María Tizzoni de fs. 50/54 y Vto., refiere que “…los
médicos no atendían a nadie, por ejemplo, Marta Brasseur, recuerda que
entró con los tobillos en carne viva, la otra persona que menciona es Cristina
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Lucca y Graciela López, todo el personal que estaba en la cárcel vio el
estado de estas personas y que no recibieron la atención adecuada …”
* Alfredo Jacinto R. Ghiglione de fs. 55/59, el que manifiesta que “…
en la casa del director de la Up N° 1, había tres chicas: Marta Brasseur,
Cristina Lucca y Graciela López … un día, una autoridad, que les habla como
jefe les dijo a Brasseur, Lucca y López que iban a ir a la UP 6 y al declarante
que iba a ir a la UP 1 …”
* Alicia Isabel Dasso de fs. 60/63, la que refiere que “… en el mes de
noviembre ingresa Tizzoni, Brasseur, Lucca y Lopez, todas ellas con signos
de haber sido torturadas…”
* Oliva L. Leonor Cáceres de fs. 64/71, declara que “… fueron llegan
al penal a partir de agosto en diferentes fechas, Lucca, Brasseur y López
habían sido detenidas en Neuquén clandestinamente y también en el sur
habían sido muy torturadas…”.
Hecho N° 7: Vicente Ramón Bertolotti:
Refiere que fue detenido en enero de 1977, estando en el Paraje
Cambapaso, en la casa de mi hermana y ahí fue cuando la gendarmería me
detuvo alrededor de las 5 de la tarde, rodearon toda la casa, eran como diez
y estaban uniformados, me esposaron y me encapucharon, y de ahí me
trasladan al regimiento que estaba en la Caballería Blandengue que se
llamaba en aquella época, y que después despareció y no quedó nada, digo
supuesto porque desde que me detuvieron y me encapucharon no pude ver
nada más y solo escuchar ruidos que me indicaban que estaba en ese lugar,
en el mismo lugar se encontraban otras personas en las mismas condiciones
que yo, en este lugar recuerdo que nos ponían una bolsa de plástico en la
cabeza y nos hacían preguntas como ejemplo quien era el jefe, si teníamos
armas, si teníamos contacto con Firmenich, con Quieto, entre otras
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personas, nos preguntaban con respecto a otros detenidos, nos querían
sacar información. Yo militaba en la JP era dirigente barrial, fundamos el
“Barrio Pancho Ramírez”. En este lugar estuve un día más o menos, no nos
daban ni de comer ni de tomar nada. De este lugar supuestamente me
trasladan a Paraná a mí solo, era un móvil grande, yo iba en la parte de
atrás, el traslado duró como una hora más o menos. Me tuvieron en un lugar
descampado, eso lo pude percibir porque escuchaba teros, en este lugar que
parecía que era de los militares estábamos encapuchados, en este lugar
estuve como dos meses. Nos sacaban de noche, para torturarnos nos
llevaban a un lugar que era como un sótano, se percibía esto porque cuando
nos bajaban del móvil era como que bajábamos, en este lugar que era como
un sótano nos aplicaban picana eléctrica, nos ponían en un elástico de cama
de metal, nos mojaban y ahí nos aplicaban picana, esto me lo hicieron dos
veces, otra cosa que nos hacían era los simulacros de fusilamiento, por
ejemplo, nos hacían muchas preguntas y si no le contestábamos o no les
decíamos lo que ellos querían escuchar nos decían “esta es tu última noche”
“no nos servís, sos boleta”, también recuerdo que ponían música fuerte para
que no escucháramos los gritos de los otros seguramente, también recuerdo
que venían personas vestidas de civil. De este lugar me trasladan a mí solo a
un calabozo chiquito que no sé dónde era, sé que era en otro lugar. En este
lugar habré estado como un mes más o menos, no lo recuerdo bien, pero
puede ser que era un calabozo de la policía y cuando me metían ahí el
guardia tenía el uniforme de la Policía de Entre Ríos. Me sacaban la venda,
pero cuando, por ejemplo, pedía para ir al baño también me vendaban, en
ninguna oportunidad pude ver nada, en estos dos lugares que estuve más
tiempo detenido nos daban de comer, pero para comer nos vendaban, no
podíamos ver ni la comida. Estos calabozos que menciono eran como
individuales y estuve solo, a mí no me sacaron en ninguna oportunidad, pero
a compañeros que estaban detenidos si los sacaban para la tortura. Cuando
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se escuchaba el cerrojo no sabíamos a quien le tocaba. Después de este
lugar nos llevan a la cárcel de Paraná, que era justamente para los presos
políticos, estuve hasta que me dieron la libertad el 24/09/77. Como tales, solo
nos dejaban salir de los pabellones una hora. También recuerdo que nos
hicieron Consejo de Guerra y me absolvieron.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo
de pruebas pertinente:
* Jorge Martín Ayala de fs. 03/05, refiere que “…se abrían nada más
que dos puertas, y no pudo escuchar ni la voz ni la tos de Papetti. Que
pasados unos días volvieron a alojar a otro detenido que luego pudo
identificar como Bertolotti …”.
Hecho N° 8: Fernández María Eugenia
:
Refiere haber sido originariamente detenida en el año 1.975
conjuntamente con su esposo e hijo de 13 meses siendo llevados al centro
de detención llamado D2 durante 20 días hasta ser puestos a disposición de
la justicia, recuperando su libertad en marzo de 1.976. Que junto a su marido
colaboraba con la difusión de la doctrina de los sacerdotes católicos
tercermundistas dirigidos por el Padre Nelio Ruggier de la Congregación de
los “Hermanos del Evangelio de Carlos de Foucol”, en su mayoría
desaparecidos en el período comprendido entre los años 1975/1983. Que a
las veinticuatro horas de encontrarse detenida en el lugar identificado como
D2 escuchó la voz de un niño que era su hijo de un año y medio llamado
Carlos Rubén González, y la de su esposo enterándose que ambos habían
sido detenidos el mismo día que la declarante en su domicilio del Barrio
Santa Isabel. En el lugar del secuestro estuvo encapuchada vendada y con
las manos atadas. Su niño enfermó y fue llevado a la “Casa Cuna” de donde
fue retirado por la madre de la declarante. Luego de dos semanas la
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trasladan a la “Cárcel del Buen Pastor” donde permaneció hasta el 24 de
mayo de 1975, fecha en que se produjo una fuga masiva de veintiséis presos
entre los que estaba la compareciente. La segunda vez que la detuvieron fue
en agosto de 1976 junto a su marido y a sus dos niños ya había nacido su
hija María Mercedes, un año y un mes atrás. Fue en Concordia, donde se
habían establecido porque su marido Felipe Oscar González, ex seminarista
había solicitado amparo al obispo de Concordia, Monseñor Rex, quién le
proporcionó trabajo y vivienda en el hogar de menores “Juan XXIII”. Las
fuerzas que la detuvieron pertenecían a Gendarmería, según le manifestaron
y los condujeron a la Comisaría de Concordia, en vehículos separados, supo
después que familiares habían retirado a los niños. Al día siguiente fue
trasladada a los Cuarteles de Paraná, junto a su marido. Allí fueron
maniatados y vendados, estando aproximadamente dos semanas. Los
alojaron en calabozos individuales y continuos, junto al suyo estaba Lydia
Subovsky, su marido Ramón Mosa, el cuñado –Luis Mosa y la mujer de este
último. Les proporcionaban como desayuno un mate cocido, el almuerzo, la
merienda y la cena, explica que “era toda comida de rancho de cuartel”.
Supieron además que estaban en un cuartel, porque escuchaban marchar a
los soldados por la mañana, veían los uniformes y armas de quienes los
buscaban para llevarlos al baño o a la sesión de tortura y el que los conducía
se presentaba como “el sargento”, veían instalaciones propias de un cuartel,
como piletones en hilera, los baños también en hilera. Cuando la trasladan a
Paraná, es llevada a la Cárcel de Mujeres donde la “Blanquearon”. En esa
cárcel un día pasó un episodio singular, dos celadoras le dijeron que tenía
visitas, la condujeron a un lugar donde había oficinas o era un hall cerrado de
entrada, antes de ingresar le ataron las manos, le vendaron los ojos, la
dejaron con tres hombres que supone que eran militares, empezaron a
interrogarla sobre el Rector del Colegio Secundario al que había asistido, que
era en Sacerdote de Río Negro del cual sabían ellos el nombre, la
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Hecho N° 9 González Felipe Oscar:
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Surge de su denuncia que en enero de 1.975 es sacado de su
domicilio en la ciudad de Córdoba junto con su hijo de 13 meses y una
persona que estaba parando en su casa, Cristina Salvarezza, a las horas es
detenida su esposa María Eugenia Fernández en su lugar de trabajo, esto es
en el Hospital Infantil de alta Córdoba. Son llevados al centro de detención
llamado D2 durante 20 días hasta ser puestos a disposición de la justicia,
durante ese tiempo todos fueron sometidos a torturas y picanas y eso lo
presenciaba su hijo. Que es llevado luego a la cárcel de encausados donde
permanece por 5 meses y es dejado en libertad en marzo de 1.976, su
esposa que estaba embarazada fuga de la cárcel del Buen Pastor en mayo
de 1975. Su hijo es retirado por su suegra de la D2 ya que estaba enfermo.
Se traslada a la Boca, Capital Federal y se encuentra con su mujer y su hijo y
de ahí se trasladan a Colonia Yeruá, al hogar escuela Juan XXIII del
Obispado de Concordia donde nace su hija María Mercedes, en este lugar
son detenidos en julio de 1.976 por personas de civil al mando de quien
luego supo era Martínez de Investigaciones de la Policía de Entre Ríos. Son
trasladados a la Jefatura Departamental en distintos coches y en el camino
es amenazado de muerte, ya en la Departamental, a la madrugada es
sacado del calabozo y el Jefe de la policía Campbell, al cual conocía de los
actos oficiales y los diarios lo amenaza, posteriormente es golpeado con
brutalidad. No recuerda el tiempo que estuvo detenido en la Departamental,
al cabo de un tiempo, una mañana lo sacan del calabozo esposado y lo
suben a un rastrojero de la Policía donde se encuentra con su esposa y dos
custodios y son trasladados a Paraná. Antes de entrar a la ciudad, en una
Caminera, paran, lo encapuchan, le atan los pies, le vendan la boca y a la
rastra lo cambian de vehículo, de ahí lo llevan al Comando de Paraná que
está en el centro de ahí lo pasan a otro vehículo y lo llevan a un lugar del
Ejército que estaba pasando la Estación de trenes, lo bajan, le sacan las
ataduras de los pies, la venda de la boca y la capucha, el cinto, los cordones
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y el reloj, le ponen otra capucha y lo llevan caminando hacia un calabozo,
donde se encuentra con más personas detenidas a saber: su mujer, Martínez
Paiva, Darío Moren, Valente, los hermanos Mossa y sus mujeres.
Permanecían encerrados todo el día, los sacaban a los baños encapuchados
y cuando ellos querían, como él tenía problemas intestinales y no lo dejaban
salir de la celda hacía sus necesidades dentro del calabozo y debía dormir
en ese lugar. En dos oportunidades fue llevado encapuchado a pocos metros
de la celda y sometido a picana eléctrica y golpes por varias personas que lo
interrogaban sobre las actividades de los curas del tercer mundo de Entre
Ríos, el cura Gorosito, De Zan, Crocce, Servin, Monseñor Roch, quien les
había dado asilo en Colonia Yeruá. Todos los días le tocaba la tortura a
algún detenido, ahí permaneció dos semanas aproximadamente, fines de
julio o principios de agosto, y luego es llevado a la Cárcel de Paraná, allí
estuvo con Valente, Cresto, Mario Ríos, Martínez Paiva, ahí no sufrió malos
tratos. Luego de un tiempo es trasladado a la cárcel de Gualeguaychú, ahí
compartió celda con un abogado de Villaguay de apellido Rodríguez.
Permaneció hasta octubre cuando es trasladado a la cárcel de Coronda. Allí
estuvo con Galarza, que era un dirigente gremial de Massey Ferguson, con
Héctor Rodríguez, abogado de Gualeguaychú, Martínez Paiva, Moren,
Valente, Ramat oriundo de Colón, estuvo en el Pabellón 5, el régimen era
terrible, intentaban afectar psíquicamente a los presos. Permaneció en esa
cárcel y en esa condición hasta que es puesto en libertad vigilada por agosto
o septiembre de 1.978, obteniendo su libertad total por el año 1.979.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo de
pruebas pertinente:
* Exposición ante la Fiscalía Federal de Concepción del Uruguay de
Marta Concepción González de fs. 01;
* Denuncia de Felipe Oscar González de fs. 2/3 y vto., ante la Fiscalía
de C. del Uruguay;
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* Copia certificada de las detenciones de Felipe Oscar González y
María Eugenia Fernández de fs. 30/47;
* Informe remitido por la Jefatura Departamental de Concordia de la
Policía de la Provincia de Entre Ríos, adjuntando copia fiel del Prontuario de
Felipe Oscar González y María Eugenia Fernández de González fs.53/69;
* Informe remitido por la Dirección General del Servicio Penitenciario
de la Pcia. de Santa Fe en dos fs., adjunto al cual remite Decreto Pen 2135,
a fs. 118/129;
* Informe remitido por el Director General del Servicio Penitenciario de
Entre Ríos de fs. 140/146;
* Informe remitido por el Registro Único de la Verdad de fs. 148/160;
* Carlos Atilio Martínez de fs. 167/168.
Hecho N° 10: Ramón Rogelio Ayala:
En oportunidad de ratificar la declaración testimonial ante la Excma.
Cámara Federal en fecha 01/04/87 denunció que fue detenido el 15/03/77,
oportunidad en la cual un grupo de personas ingreso a su casa, siendo
personal del Ejercito. Fue introducido en el baúl de un automóvil vendado y
esposado, donde iban tres personas más con anteojos oscuros y gorras. De
allí le dieron un par de vueltas hasta ser llevado al Regimiento, donde
permanece encapuchado. Que fue bajado del automóvil y conducido
vendado y esposado a una pieza muy pequeña, en la que estuvo por tres
días esposado y con vendas no pudiendo determinar el lugar pero sí que se
trataba de un Regimiento porque más adelante pudo ver desplazamiento de
personas con uniforme militar. Allí fue muy golpeado, permanentemente
interrogado por personas que no conocía, por ejemplo por un tal Tucho, Por
Tito. Que allí lo torturaron salvajemente a golpes hasta quedar casi
desmayado. A los tres días en oportunidad de ser trasladado reconoció la tos
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de Papetti, que cree se encontraba en unos de los asientos del vehículo en
que iba, posiblemente el trasero. El traslado comenzó en Concordia donde
había sido detenido unos tres días antes. El viaje fue bastante largo, pero no
puede dar precisiones en cuanto al tiempo. Fueron traídos cree que a Paraná
a otro regimiento. Que también sabe que se encontraba el detenido Ramírez
porque trató de comunicarse con él y escuchó voces que referían al mismo,
que cuando venían a sacarlos a la noche escuchaba que decían “todavía
está éste acá”, después supo que era Ramírez. Allí permaneció
aproximadamente un mes y recién al tercer día le quitaron las vendas, que
no podía ver al principio creyendo que había quedado ciego y que luego
recuperó la vista, que lo sacaban de noche para torturarlo. Al mes fue
conducido en un viaje breve a la UP donde tomó conocimiento que se
encontraba en Paraná. Que cree que al ingresar al penal fue revisado por un
médico, pero no recuerda con precisión. Desde el penal fue sacado en una
ocasión junto a otros detenidos, encapuchado y conducido en un celular que
dio vuelta sin salir del penal, al descender lo llevaron a un cuarto para
hacerle firmar una declaración, que recuerda que estampo una firma que no
se la permitieron leer y que al levantarle la capucha para firmar pudo
observar parte del brazo de la persona que le requería la firma reconociendo
un uniforme militar. Que el interrogatorio versaba además de Papetti, sobre
por otras personas cuyos nombres no recuerda. Que le decían porque no
cantas, Uranga ya cantó en Paraná y te perjudicó, que el aclaró que hacía
dos años se había alejado de la militancia de la Juventud Peronista, que él
no desarrollaba actividad subversiva.
* Fs. 37/40 testimonial de Ramón Rogelio Ayala ante el Juzgado
Federal de C. del Uruguay, refiriendo que “… fue detenido el 15/03/77 y lo
llevan a la cárcel de Concordia, ahí la primer pregunta que le hacen, es si era
montonero, a lo que le contesta que no, que era peronista, y que no tenía
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nada que ver en política. Luego le preguntan si lo conocía a Papetti, por el
apellido no lo conocía, solo lo conocía por el nombre, así que dijo que no lo
conocía y después le preguntan por muchos nombres de gente de Paraná, a
lo que contesta que no los conoce. Ahí lo dejan en la cárcel. Después de tres
días que estuviera en la cárcel de Concordia lo llevan a Paraná. Que en
Paraná estuvo durante un mes desaparecido, lo torturaban todas las noches
hasta perder el conocimiento, después lo reconocen y lo pasan a la cárcel de
Paraná. Lo tenían desaparecido en los calabozos del regimiento, esto es sin
tener un registro de su detención. Sus familiares hablaron con el Gral. Dasso
sobre su detención y éste le contestó que no tenían ninguna prueba sobre el
compareciente, y que vino una orden de Paraná y lo llevaron. Durante las
noches que lo torturaron tenía mucho miedo no recordando siquiera lo que
dijo, qua que hasta perdía el conocimiento. Que en esos momentos en que
fue torturaron estaba solo. Luego de reconocerlo, le hacen Consejo de
Guerra, haciéndole firmar encapuchado a lo que pidió para leer, no
dejándoselo hacer…. recuerda en esa situación a Paduan, Jorge Ramírez,
José Uranga, Jaureguiberry, Molinelli … Respecto al traslado hasta la ciudad
de Paraná manifiesta que fue en el baúl de un auto, que estaba vendado y
atado de pies y manos. Que de Ramírez no tiene idea de cómo fue
trasladado. Que desde un primer momento que lo llevaron estaba vendado y
encapuchado así que no vio nada. Durante su detención escuchó las
preguntas que le hacían, que eran si conocía si conocía a la gente de
Paraná, si conocía a Papetti o a un gordo que luego se enteró que era
Ramírez, al que conocía de la facultad. Agrega que Ramírez le contó sobre
la detención de Papetti, que le comentó que Papetti era Jorge, y le dijo algo
sobre que a Papetti se le había ido en la sesión de tortura, que algo cree
recordar, de lo que no está seguro dado todo el daño que le han hecho en la
cabeza debido a las torturas…. Le parece que escuchó a Papetti cuando lo
trasladaban, de lo que no está seguro ya que estaba aturdido por el miedo.
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Que cuando iba en el baúl del auto escuchaba la voz de dos personas que
iban adelante del auto, pareciéndole que una de las voces de estas dos
personas era la de Papetti, ya que lo conocía de antes y le conocía la voz.
No escuchó ni vio a Papetti en Paraná, a Ramírez si porque estaba en el
calabozo de al lado en donde estaba detenido. Ramírez le golpeaba la pared
y le hablaba, pero no le contestaba ya que no tenía voz.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo
de pruebas pertinente:
* Testimonios de Jorge M. Ramírez de fs. 03/05, refiriendo que “…que
el lugar donde estaban, en las cercanías de Concordia el dicente y Ayala son
trasladados a la Unidad Familiar de la Cárcel de Concordia, no así a Papetti.
El traslado se efectúo encapuchado y esta le fue quitada ya en la cárcel…”…
“…que Ayala le manifestó haber recibido malos tratos, que recibió muchos
golpes en Concordia. Que en ese lugar creo que fue en el lugar donde más
le pegaron , que luego en Paraná la tortura fue más psicológica, el grueso de
la tortura de él me parece que fue en Concordia, que básicamente fueron
golpes, que en Concordia tenían una picana que era de una batería …”
* Gladis Teresa Linian de fs. 08/10 y vto.;
* Testimonial de Jorge M. Ramírez de fs. 11/14 y vto.
* Informes de la Dirección de Investigaciones de la Pcia. De Entre
Ríos de fs. 15/16;
* Testimonial de Pignoux Juan José de fs. 17/18 y vto.;
* Informe del Servicio Penitenciario de fs. 19/20;
* Informes sobre la detención de Rogelio Ayala de fs.25/26 y fs.
27/28;
* Denuncia de ramón R. Ayala de fs. 29/30; Otra de fs. 31/32;
* Testimonial de Enrique Marfil Gil de fs. 33/34 y vto.;
* Anexo IIIActa de Detención de fs. 41/42;
* Testimonial y Croquis de Eandi Jorge Alberto de fs. 49/57;
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* Ficha electoral del fallecimiento de Ramón Rogelio Ayala de fs.
66/68;
* Legajo por cuerda Nro. 337.922 en 92 fojas.
Hecho N° 11
: José Luis May:
Manifiesta que estuvo privado de su libertad desde mediados de
febrero hasta mediados de octubre del año 1977. Primeramente en forma
“ilegal” (un desaparecido) y luego al ser trasladado a la cárcel en forma
“legal” a disposición del PEN. Agrega que cuando lo detienen lo llevan a un
lugar que después supo la llamaban la Escuelita o la Casita, luego de unos
días lo llevaron a los calabozos del Escuadrón de Comunicaciones Blindados
2 de donde fue sacado reiteradas veces para volver a la escuelita y a otros
lugares para interrogatorios puntuales, luego de un tiempo fue trasladado a la
cárcel de Paraná, de donde en reiteradas oportunidades eran llevados a la
Unidad Familiar a los efectos de ser interrogados. De la cárcel de Paraná lo
sueltan a mediados de octubre. Que cuando lo detuvieron eran dos personas
a bordo de un Falcon y lo llevaron a la Escuelita, pasando previamente por la
guardia del Escuadrón de Comunicaciones. Uno de los ocupantes del Falcon
habla con una persona de la guardia y por la forma de expresarse y el tono
de voz posteriormente lo reconoce como el sargento Prada del Ejército
Argentino. Que estuvo detenido en un lugar identificado como “Batallón de
Comunicaciones”, en los calabozos del Escuadrón de Comunicaciones
Blindados 2. Los calabozos se encuentran dentro del escuadrón y también
estuvo en la escuelita Álvarez Condarco, que se encontraba lindera al
Escuadrón de Comunicaciones, realizando en este acto un croquis del
Escuadrón de Comunicaciones con la Escuelita Adyacente y de la Unidad
Familiar. Que en los lugares donde estuvo detenido pudo escuchar a otras
personas, pero no verlas, pues cuando no estaban solos les colocaban una
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capucha sobre la cabeza. Que respecto de las autoridades del Batallón de
Comunicaciones de Paraná en la época que estuvo detenido sabe quiénes
pues luego de ser liberado de su detención realizó el servicio militar
obligatorio y por hallarse de turno el Escuadrón de Comunicaciones prestó
servicio desde aproximadamente noviembre/ diciembre de 1977 hasta marzo
de 1979 en ese Escuadrón, primeramente en el sector de la huerta y luego
en finanzas. A cargo del área inteligencia estaba el Tte., luego Capitán.
Pellejero y como ayudante lo tenía al Sgto. Prada, a la oficina de este oficial
al menos en dos oportunidades fue conducido desde los calabozos a los
efectos de ser interrogado. Identificó esa oficina por la particularidad de los
escalones y el piso que tenía. Como segundo jefe del Escuadrón estaba el
Capitán de apellido Amaya o Anaya, a la oficina del cual fue trasladado una
vez desde los calabozos, previo un viaje para confundir pues estaban a
escasos metros uno del otro. Esta oficina, también identificada en el croquis,
era fácilmente identificable por tener en la alzada de los escalones diferente
altura, lo que era invariablemente utilizado para hacer caer al piso a los que
ingresaban encapuchados. Desconoce si estuvo presente el segundo jefe en
los interrogatorios como sí estuvieron Pellejero y Prada. Estima que Pellejero
era uno de los que decidía lo referido a traslado y destino de los detenidos.
Cuando estuvo detenido fue sometido a tratos crueles, al llegar a la escuelita
el día de su detención obviamente con la cabeza tapada con una capucha de
género, fue obligado a desnudarse y acostarse sobre una cama de flejes de
acero, donde lo ataron fuertemente de pies y manos luego le enrollaron un
cable pelado al dedo gordo del pie y con otro elemento con punta recorrían
distintas partes del cuerpo generando descargas eléctricas de distinta
intensidad, intensidad que era perceptible no solo por las descargas sino por
el ruido que generaba el transformador hecho que era utilizado para causar
mayor terror, a lo largo de los días y las noches eran intercaladas secciones
de descarga eléctricas con golpes y baldazos de agua para facilitar la
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transmisión eléctrica. Al cabo de unos días las ataduras en las piernas contra
la cama y los espasmódicos movimientos derivados de la utilización de la
picana le produjeron un corte en los dos tobillos. Una noche de lluvia donde
había sido especialmente dura la sesión y dado el mal estado físico en que
se encontraba un grupo de personas entre policías y militares se dirigieron a
su casa a los efectos de solicitarle a sus padres que si él aparecía se
dirigiera a la policía pues ellos lo buscaban, dado al barro que tenían en sus
ropas y calzados evidentemente venían de la Escuelita. En las oficinas de los
dos oficiales cuando estaba en los calabozos, mayormente los malos tratos
se circunscribían a estar parado o sentado y recibir golpes de puño y patadas
en distintas partes del cuerpo y desde distintos lugares. Cuando los llevan a
la cárcel a la “Unidad Familiar” los interrogatorios siguieron siendo a base de
golpes de puño normalmente en el cuerpo y ya no en la cara a los efectos de
no hacer tan visibles las consecuencias de los malos tratos eventualmente
utilizaban la picana eléctrica también, mientras estuvieron en los calabozos
del Escuadrón de Comunicaciones pasaron al menos dos o tres muchachas
jóvenes a las que levantaban a la noche y le realizaban todo tipo de
apremios ilegales. Que las dos personas que identifica y reconozco son a
Prada y Pellejero, por sus tonos en la voz y haber reconocido posteriormente
sus oficinas. Recuerda que el día de la tormenta alguien lo revisó
desconociendo si era médico, luego en los calabozos en más de una
oportunidad fue revisado y atendido por el enfermero del escuadrón, un sub
oficial de apellido Rojas. Agrega que no recuerda a alguien de apodo
“RAMIRO”. Que mientras estuvo detenido en la Escuelita estaba un grupo de
más de cinco detenidos al único que pude reconocer por sus intermitentes
ataques de asma era a Paduan, ya en los calabozos estaba también un ex
comisario de apellido Santillan y estas dos personas también fueron
conducidas a la cárcel blanqueando su situación, había otras personas en los
calabozos pero no recuerdo sus nombres como así también había una mujer
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* Carlos Néstor Daniel Paduan, de fs. 48/52 “… en los calabozos
estuvo con la Sra. Yolanda de Romero, don Santillán, Ana y Luis
Jaureguiberry, cree que Ana también estuvo en la casa de torturas, también
José Luis May …”
Hecho N° 12: José Luis Uranga:
Refiere que fue detenido en Concordia en la madrugada del 26 de
febrero del 77, luego fue traído para Paraná, con capucha dentro de un baúl,
no podría precisar el lugar por ese motivo, pero cree que puede haber sido el
Regimiento de Comunicaciones, estaba con un grupo de muchachos de
Paraná en unos calabocitos pequeños individuales porque no se veían pero
sí se podían escuchar. Luego los blanquean al dicente y a los muchachos
que estaban allí que eran del secundario más chicos que él. Los llevan a la
Unidad Penal de Paraná, allí sufre torturas las cuales se llevaban a cabo en
un apartado de dicha dependencia donde se realizaba Unidad Familiar, era
alejado pero dentro de la misma cárcel, estaban encapuchados y vendados
eran colocados uno por pieza se escuchaban los gritos de los de al lado, las
torturas iban desde la picana, submarino seco con bolsa de nylon, asfixia, al
cabo de seis meses le hacen un consejo de guerra, sabe que estaba en el
centro de la ciudad sin poder recordar la calle, era en el asiento de la
Jefatura de Ejército, capaz que era el Comando, los sacan de la Unidad
Penal, los traen en celulares y arman todo el juicio, y hacen el Consejo de
Guerra que cree que el Coronel Zapata lo presidía, producto de ese juicio
hubo nueve condenados, siete compañeros y dos compañeras. En los
informes o alegatos de ese juicio lo nombran a Papetti, como prófugo, como
evadido, es decir no se hacen cargo de su desaparición. El comentario que
había entre los compañeros era que no era que estaba prófugo sino que
había tenido la peor suerte, por testimonios de gente que estuvo al lado de él
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y le contaron, el dicente sabe que Papetti estaba reventado por la tortura.
Luego del Consejo fueron trasladados en avión desde Paraná todos los
condenados, en ese mismo vuelo cree que se dejan las chicas en Buenos
Aires o cerca de Aeroparque, no sabe dónde bajó el avión, al dicente con
otros lo dejan en el Aeropuerto de Sauce Viejo en Santa Fe y los llevan en
camión hacia la cárcel de Coronda hasta cuando se levantan las cárceles
federales en agosto de 1979. Posteriormente se inaugura la flamante cárcel
de caseros, hoy bien demolida, ahí quedó un contingente de numerosas
personas y otro grupo que era donde se encontraba el dicente fue trasladado
a La Plata a la Unidad 9, el dicente estuvo allí hasta que Bignone conmuta la
pena para la navidad de 1982, fueron 82 Consejos de Guerra que habían
sido aprobados, tiene entendido por el Tribunal, es decir que estaban firmes,
fue a fines del 82 y 82 liberados para la navidad del 82. Durante su detención
al ser preguntado por otras personas que se encontraban con él, declaró que
el nombre Noro le sonaba sin recordar si estuvo con él o lo escuchó nombrar,
respecto de May era un muchacho de Paraná, a Piérola lo conoció, Pfeiffer
es una de las chicas del Consejo, la chica de Piérola le parece que cae en
Concordia, dijo que respecto de Bertolotti no lo recuerda, a Ayala y Ramírez
los conocía de la época de estudiante sin saber que se iban a encontrar
detenidos ni sabía de la militancia de ellos. Aclarando que sus dichos
respecto de Papetti fueron dichos escuchados de Jorge Ramírez que fue
quién le contó que había estado junto a Pappetti encapuchado y
compartiendo sesiones de tortura. Que las personas que realizaban los
traslados desde donde estaban detenidos hasta la unidad familiar eran
guardias del servicio penitenciario que puede decirlo por su indumentaria
“grisácea” o “celestita”.
Guarda relación al hecho los testimonios de:
* Griselda Ma. Luz Piérola de fs. 03/07 y vto.;
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* Carlos Néstor Paduan de fs. 08/12 y vto.; refiere que “…el 22/03/77
lo llevaron a la UP 1, eran varios, entre ellos Luis Jaureguiberry, José Luis
Uranga, a quien conoció en la cárcel, llegaron encapuchados y dentro de la
UP le sacaron la capucha …”
* Ramón Rogelio Ayala de fs.13/16; refiriendo que “… en esa
situación estaba Daniel Paduan de Paraná, a quien conoció en la cárcel,
Jorge Ramírez que era de Concordia, José Luis Uranga, Jaureguiberry,
Molinelli y dos chicas mas … toda esa gente fue condenada por el Consejo
de Guerra y habían firmado sin dejarlos leer …”.
* Horacio José Noro de fs. 17/19 y vto.; menciona que “… estuvo en
el pabellón de los políticos en una celda con Irigoyen, Olivera, May,
Jaureguiberry, Uranga …”
* Declaración de José Luis Uranga en fecha 14/08/09 ante el Juez
Federal Subrogante Dr. Gustavo Zonis de fs. 20/23.
* Jorge Emilio Pappeti de fs. 24;
* Luis Daniel Andrés Jaureguiberry de fs. 25/30 y vto; manifestando
que “… era casi imposible hablar entre ellos, si podían escuchar por ahí a lo
lejos la voz de su hermana y preguntarle si estaba bien. Respecto que si
algun detenido hubiera fallecido, las empezó a escuchar estando ya en el
Penal y cuando el dicente pudo velver a hablar y verle la cara a Paduán y
Uranga …”
Hecho N° 13: Hugo Alberto Torres:
Surge detenido en el mes de diciembre de 1976, a disposición del
Comando de la 2da. Brigada de Caballería Blindada, en la causa N° 3.618.
Ratifica y manifiesta en fecha 14/08/81, en la Unidad Penal N° 1 de la ciudad
de Buenos Aires, y en fecha 06/05/83 en la sede de este Juzgado, ocasiones
en que el denunciante da cuenta de que reconoce como suyas las firmas que
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Ejército. Permanece en el carácter de desaparecido durante un mes. Durante
este tiempo el declarante recuerda haber estado con Fernando Caviglia,
Silva, Weinzetel, Lila Cáceres, dos varones de apellido Torres de la ciudad
de Diamante y otros…”
* Daniel María R. Sequín de fs. 11/13, manifiesta que “…cuando lo
traen desde la Cárcel de Coronda, cree que estaba junto a él una persona de
nombre Hugo Torres y dos o tres personas más, lo dejan en la UP 1 de
Paraná…”.
Hecho N° 14: Margarita Gloria Ramona Tarulli:
Surge detenida en noviembre de 1976 hasta principios de febrero de
1977, en oportunidad en que estaba trabajando en la Escuela Hogar. Se
acerca la Vicedirectora diciéndole que se presentaron cuatro sujetos
vestidos de civil preguntando por la dicente porque la querían ir a sacar del
aula, que la iban a detener, a lo que le responden que había una confusión
con una tal Mabel Fontana que iban a averiguar eso y después la iban a
dejar en libertad, la suben a un Chevy verde, capota negra, inmediatamente
que sube unos señores musculosos, inmensos, había dos adelante y dos
atrás, y le dicen que se tabicara, cuando ella les pregunta que era eso le
pegaron el primer puñete y la tiraron para abajo y le empezaron a pegar, le
decían que la venían a secuestrar en nombre de la organización montonera,
a lo que la dicente les decía que ella no pertenecía, la dicente quedó ahí
tildada por tanta presión, le pusieron capucha mientras iban en el auto, el
trayecto fue bastante largo, muchas vueltas daba el auto, hasta que la
llevaron a una casita que estaba atrás de la Base Aérea, sin mediar ningún
interrogatorio la llevaron a la sala de tortura que ellos la llamaban la parrilla,
lo primero que hicieron cuando la bajaron del auto fue sacarle el
guardapolvos porque decían que les traía malos recuerdos y sin mediar
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nada, la pusieron ahí, la desnudaron, la ataron de los brazos y piernas, tipo
Tupac Amaru, le pusieron una arpillera mojada para que la electricidad
hiciera más efecto, decían ellos, y le vendaron los ojos. Comenzaron con el
interrogatorio, sometida a la tortura a la picana eléctrica, matándose de risa
ellos, diciendo cosas horribles. Los que hacían el interrogatorio estaban muy
enojados porque la dicente no podía dar respuesta a lo que ellos creían que
era ella, cree la dicente que había una confusión ahí, o bien lo hacían ex
profeso. Fue picaneada desde los senos hasta la vagina, también en la
encía, le hicieron quemaduras, para la dicente eso duró no sabe cuánto, pero
fue eterno, fue un dolor tan grande, tan atroz, ella se movía en la parrilla,
gritaba, lloraba, les pedía que por favor la dejaran, en esa oportunidad perdió
el control de esfínteres, tenía epilepsia y le decía que tenía epilepsia, entre
sus pertenencias tenía la medicación y un certificado, esta gente le decía “te
vamos a sacar la epilepsia hija de puta”, a medida que la iban interrogando,
fue como perdiendo la fuerza hasta que se desmayó, cuando se despierta
era tarde a la noche, pide que la lleven al baño, era un excusado, una letrina,
no sabe bien que era, y después la llevan a una suerte de catre porque el
grupo de tareas ya se había ido, los que cuidaban le decían, y cuando la
gente que la fue a ver esa noche preguntó “quien torturó a esa chica” y le
contestaron “el Perro” a lo que dijeron que parecía que se le había ido las
manos por las quemaduras que tenía, la dicente pidió agua y toda la noche
pidió agua, agua, agua, y los chicos que cuidaban ahí le dijeron que todavía
no le iban a dar agua porque la querían viva y como te han pasado mucha
corriente eléctrica iba a reventar. Dice los chicos porque para la dicente eran
soldados o los que recién se inician hacían a ella, porque decían mira como
dejaron a esta chica. El grupo de tareas venía hacía sus cosas y se iba. Ahí
aparece la figura del Dr. Moyano, durante la tortura que se reían, los que
hacían el interrogatorio se enojaban, los otros decían palabras soeces y se
reían, en un momento una voz gruesa que dice “paren, paren, que viene el
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infarto”, después lentamente se desmaya como relatara. Bueno con la idea
que ya va a venir el doctor a verte, escuchaba que estaba en un lugar donde
había gente, donde torturaban gente en la habitación contigua, en la parrilla
donde dijo anteriormente. Bueno ahí estuvo unos cuantos días, fue objeto de
tortura, la llevan, no sabe si llevan o traen una persona que se llamaba Julia
Fleitas de Arguello para que la reconociera a la dicente. En las otras
sesiones de tortura comenzaron a indagarla ya sobre el hecho de Cáceres
Monié, un grupo de tareas pensaba que la dicente era Mabel Fontana, el que
comandaba un grupo de tareas era un tal Ramiro. Después de unos días que
estuvo ahí la trasladan a Comunicaciones, ahí también fue objeto de
tremendos tormentos, todas las noches la sacaban para pegarle, le pegaban
con un garrote de goma, en los senos y en el vientre y le decían “hija de
puta, nunca vas a quedar embarazada” por eso le pegaban en el vientre y en
el pecho; en otra oportunidad la pusieron en el medio de una ronda y la
iluminaron con una luz muy fuerte para que no pudiera verlos y le pegaban
con el botín y jugaban a levantarla, jugaban al “Puching ball”, le pegaba uno,
la recibía otro, le pegaba este y la recibía otro. Ahí estuvo en varios lugares,
estuvo en una pieza grande donde la torturaron, después la llevaron a unos
calabozos donde una entraba, o parada o acostada, estaba en el suelo,
pasaban cucarachas, mosquitos, moscas; la dicente tenía conjuntivitis, tenía
la boca rota, porque una de las torturas fue meterle una linterna en la boca,
en esa oportunidad le rompieron todo el paladar, la boca, la encía, los
dientes; otras noches la sacaban con las manos atadas atrás y cuando se
caía la levantaban a botinazos o la levantan de los pelos de la nuca. En esos
calabozos un día, hubo una tormenta inmensa, tenían un agujero atrás, se
llovía como si estuvieran afuera, había mucha gente ahí, mucha gente, que
era de Santa Fe, porque la dicente no los conocía, traían y llevaban gente,
gritaban por la tortura, la dicente también. Unos chicos jugaban, para
entretenerse durante el día, a las adivinanzas y a adivinar canciones y los
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autores. Otro día un militar que estaba borracho intentó violarla, cree que la
salvó el soldadito que la cuidaba, este militar le estaba sacando la ropa y se
le tiró encima y la dicente no paraba de gritar y este militar le decía bueno no
seas exagerada solo vine a ver si te faltaba algo. Todos los días tenía
tormentos psicológicos, le decían que le quedaba poco que le iba a pasar lo
de Julia Fleitas, que la iban a tirar del avión, en dos oportunidades la sacaron
para hacer un simulacro de fusilamiento. En todo momento la dicente pedía
que la mataran, no podía entender el ensañamiento que tenían con ella y
cree que se lo explicó un militar de bajo rango que le dijo “nena si a vos te
colgaron una galleta” por la confusión de la dicente con Mabel Fontana. Ellos
eran dueños de nuestras vidas, de lo que pensábamos. Unos días antes de
llevarme a la cárcel se dieron cuenta que estaba totalmente deshidratada, le
levantaban la epidermis, le curaron los oídos, los ojos, le dieron sales
hidratantes y vitaminas, eso era lo que le decían, le curaron la vista que tenía
conjuntivitis, se acuerda que le ofrecieron por primera vez bañarse, tenía el
cuerpo lleno de hematomas, en otra oportunidad le apagaron puchos en el
estómago, todavía tiene las cicatrices. Bueno, intentaron darle de comer
porque no podía comer, vinieron a verla médicos ahí para tratar de
recauchutarla un poco porque era un despojo y después la llevaron a la
Unidad Penal N°6. Mientras estaba ahí en Comunicaciones la llevaron a otro
lugar que no pudo reconocer, cree que era la Casa del Director de la Cárcel
de la UP1, porque escuchaba ruido de niños, había mucho movimiento,
también ahí fue objeto de tormentos. La dicente era una paciente
complicada, estando en la casa de la base, y también en la casa del Director.
Uno cuando está encapuchado empieza a agudizar otros sentidos, a
reconocer las voces, en un momento que se le corre la venda, estando en la
Casa del Director, identifica un guardapolvos e identifica ese físico con la
voz, siempre tratándola mal, siempre voz de desprecio, era una voz
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recurrente, no era que una vez venía uno y otra otro. En la llamada casita de
Cabrol, atrás de la Base Aérea, porque escuchaba aviones y cuando la
llevaban le dicen que levante la cabeza porque se estaba quedando sin aire
y ve que era la Base Aérea, ahí es donde la ve esta persona que todos
decían que era Moyano, siempre con el maltrato, le decía “a vos no te pasa
nada, no te hagas la artista”. Que del tercer grupo de tareas no recuerda, si
los otros en los que estaban el Perro y Ramiro, que a estos los vio cuando se
le corre la venda, el que la estaba interrogando era una persona morocha,
delgado, estaba sentado con la picana, esas son las referencias que puede
tener. En la otra oportunidad, estando en la cárcel, que le da otro ataque de
epilepsia y lo llaman de nuevo a Moyano, las chicas lo pudieron ver y
reconocieron la voz y le dijo “no tenés nada” siempre con voz y tono
despectivo, y no hizo nada, la miró y no hizo nada, después si le dieron la
mediación, mientras estuvo desaparecida jamás le dieron la medicación. Que
en una oportunidad una persona reconoce, que después vio en el Consejo
de Guerra, un jovencito apuesto, que después dijeron que era Appiani, en
uno de los tormentos estaba ahí ese muchacho que después tuvo un
protagonismo muy importante en el Consejo de Guerra. Que Appiani,
Appelhans estaban ahí y tenían un gran protagonismo, estaban organizando,
a la dicente le habían inventado un alias de guerra “Pepita la pistolera”, les
hacían reconocer las armas que había. Una vez, una cosa que fue horrenda,
cuando la sacan de ese primer lugar que se llamaba la escuelita, porque ahí
la iban a “educar”, ante el interés de la dicente en leer su declaración uno
que estaba atrás le dijo “ah, vos querés leer hija de puta” y le pegó un
culatazo en la nuca y un puñetazo en la cabeza, ante ello firmó sin decir
nada. Que de Comunicaciones las sacaban de noche, la cargaron en una
camioneta en la parte de atrás como una bolsa de papas, porque cuando
daba vuelta iban de un lado a otro, no pudo reconocer quien la llevó. Que los
grupos estaban formados por diferentes fuerzas, Ejército, Policía Federal y
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fuerzas, al que si pudo reconocer era un Coronel o General González que
fue quien al salir en libertad le dijo que tenía que guardar el certificado que le
dio como si fuera su DNI, le entregó sus pertenencias, la dicente estaba por
casarse, le dio el anillo, y le dijo esta vez te salvaste, la próxima vez vas a
Perú al final, y efectivamente ese papel era más que su documento porque
con ese papel tenía que tramitar el certificado de buena conducta que le
exigían para dar clases y a la dicente no se lo daban en Identificaciones. Que
toda la tortura que le hicieron era por la muerte de Cáceres Monié, pero no
sabe si el Consejo de Guerra fue por esa causa, el Consejo de Guerra fue
una fantochada que armaron como para justificar toda la gente que tenían
adentro y poder enviar a otros penales a la gente que estaba ahí adentro.
Identifica la base aérea cuando la sacan de ahí, es de la zona, reconoció el
camino de Crespo, el ruido de los aviones, y cuando la estaban sacando
para ir a Comunicaciones, y el auto estaba detenido, no sabe si para cargar
nafta o no sabe para qué, el que estaba atrás le dice levantate para tomar
aire y ahí observa que era la base aérea. Que la dicente iba reconociendo la
voz cuando la venía a ver con esa actitud despectiva que le decía que no le
pasaba nada que se hacía la artista y en un momento cuando estaba en el
último lugar de tormento, porque las cosas no eran tan como ellos las
pensaban, lo pudo observar y pudo ver cómo era, y después
lamentablemente muchas veces se lo cruzó en el parque caminando y pudo
asociar esas voces que decían “chiquita no te hagas la artista no tense nada”
con ese sujeto alto, peinado para el costado, despectivo. Los chicos que la
cuidaban decían este médico es un hijo de puta, presencia las torturas para
ver hasta dónde pueden dar, y la dicente no lo podía creer, un profesional
formado prestándose a eso, pero claro era ideológico, eran dueños de
nuestras vidas.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo
de pruebas pertinente:
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Hecho N° 15: Beatriz Guadalupe Pffeifer:
Refiere que en el año 1976 vino a vivir a Paraná por una situación de
persecución política ya que habían detenido a su hermano y al esposo de la
dicente; acaba de tener un bebé y ante la situación de temor viene a
radicarse a la ciudad de Paraná con su madre. En febrero de 1977, después
del secuestro de Feresín, que fue el 10 de febrero de 1977, la dicente se va
de su casa también por temor a ser secuestrada en ese domicilio, su madre y
el hijo de la dicente se van a la casa de sus familiares en Santa Fe y la
dicente se va vivir a Concordia. Previo a su ida a Concordia también
secuestran a la compañera de Feresín, María Eugenia Saint Girons, en la
sala de parto del Hospital San Roque, el día 11 de febrero de 1977 y la llevan
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al Hospital Militar. Ese mismo día, cuando la secuestran en el hospital, en su
casa, que quedaba en la zona céntrica, establecen una guardia con personal
de inteligencia en los techos, eso lo sabe porque fue al departamento y al
darse cuenta que había una situación extraña ingresa a la casa de la vecina
y ésta la acompaña para que la dicente se pudiera retirar del lugar,
evidentemente estaban esperando a alguien. En la ciudad de Concordia fue
a vivir a la casa de unos compañeros, la casa de María Luz Piérola y el día
25 de febrero, habían salido las dos a la ciudad, ya que la casa quedaba en
las afueras, era una casa sin luz eléctrica, solo tenían iluminación por faroles,
cuando se sientan a comer ve por la ventana que el Ejército rodea toda la
casa y que había gente en la casa que ya estaba en su interior cuando ellas
ingresaron, ese es el momento del secuestro, las suben a unos autos, había
varios autos, había mucha gente, la dicente veía mucho casco, casco, casco,
evidentemente había mucha gente, de ahí fueron llevadas las dos a un lugar,
donde se encontraron que había otros secuestrados, detenidos, se dan
cuenta de ello por las voces, al lado de la dicente había un hombre, del otro
lado había un muchacho más joven, a la dicente la atan en campo abierto,
con los brazos abiertos, era un lugar como si fuera una casa quinta, no
puede precisar el tiempo que estuvieron en ese lugar, pero sí que allí fueron
golpeados, y que al día siguiente empezaron las torturas. No conoce nada,
nada de Concordia por eso no puede ubicar el lugar. A la dicente y su
compañera las encapuchan en la casa donde fueron detenidas, de ahí en
más no vieron nada. Al día siguiente se da cuenta del lugar edificado, que
tenía un par de habitaciones, la dicente estaba en una pieza donde estuvo
con Uranga, de lo que se enteró después cuando estuvieron en la cárcel, a él
lo torturaron muchísimo, con picana en los genitales, en ese lugar es donde
la dicente sufrió las primeras violaciones. La gente que llegó ese día a
torturarlos venían de Paraná, el Jefe del Grupo, a quien por momentos lo
llamaban Cacho, por momentos Ramiro, tenía una voz muy particular, la que
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podría reconocer, la escuchó de espalda en el Comando cuando les hicieron
el Consejo de Guerra, estaba en la oficina donde los identificaban antes de
entrar al Consejo, estaba de uniforme y lo llamaron capitán, cuando
escucharon la voz ni la dicente ni María Eugenia Saint Girons se pudieron
dar vuelta, se aterrorizaron, para ellas era la persona que las había torturado
mucho tiempo y la voz identificaba muchas cosas. Este señor era el jefe del
Grupo Operativo, se hacía llamar Ramiro y era el que interrogaba, el que
hacía las preguntas, el que torturaba, a la dicente fue el único que la violó
reiteradamente como inicio de la tortura por eso es que lo puede describir
físicamente, recuerda que era semi corpulento, petiso retacón, bajo, no
podría decir gordo, evidentemente tenía todos los elementos y datos de toda
la gente de Santa Fe, conocía tantos los datos particulares, domicilios y
detalles tales como los muebles y fotos de la casa de la dicente tanto de la
casa de de Santa Fe como la de Paraná por lo que se podían dar cuenta que
trabajaba en los dos lados, como si hubiera sido una persona encargada de
inteligencia de Santa Fe y Paraná. Esta persona, Ramiro, al secuestrarla en
Concordia le cuenta a la dicente que habían encontrado una foto en su casa
de la Paraná de un amigo de la dicente, el que tenía uniforme y que lo
habían buscado y detenido. Cuando el Ejército va a su casa de calle
Bertozzi, la dicente no estaba y había dejado la ropa del bebé colgada, el
ejército bombardea las puertas, ventanas, agujerea todo siendo que no había
nadie en la casa, después se publicó en el diario que había habido un
enfrentamiento, esa es la forma en que se justificaron muchos hechos de
enfrentamientos de gente que estaba indefensa en su casa y llegó el ejército
y les destruyó la casa. Volviendo a Concordia, al segundo día de tortura, no
puede precisar cuántos días estuvieron en Concordia, además de las torturas
existían golpes, picana y tuvieron simulacros de fusilamiento en el exterior de
eso que no sabe si era una casa grande o un cuartel, tenían también, como
todos, las amenazas de sus familias, este señor que la tortura le decía que
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su madre tenía pedido de captura y le manifiesta que sabían dónde estaba,
esto como forma de presión, en el pedido de colaboración de datos sobre
otras personas. En la estadía de la dicente de la Concordia, fue casi un
ochenta por ciento de tortura física sin querer saber datos, no eran
interrogatorios de inteligencia como fue en Paraná en la casita del Paracao,
allá la tortura era muy bestial pero sin querer sacar información. Después de
esos dos o tres días las suben a unos autos, a María Luz, el muchacho
Uranga y a la dicente, sin saber si viene más gente o no. Después acá en la
cárcel de hombres, cuando ya estaban legalizadas, supo que había habido
más gente que estuvo en esa misma situación esa misma noche. Al llegar a
Paraná a María Luz Piérola y a la dicente las llevan a una casa que tiempo
después, unos meses atrás, reconocen cuando fueron a hacer el
reconocimiento judicial. Ahí a Uranga lo separan, no sabe a dónde lo llevaron
a él. Ya en esta casa si comienzan a interrogarlas sobre otras personas,
funciones, que hacían, cuál era su actividad dentro de la militancia,
fundamentalmente con picana, en ese lugar es donde ellas están con
Feresín, en una habitación chiquita, la casa tenía una habitación larga y una
chiquita, en ésta estaba Feresín, en ese momento se encontraba siendo
recuperado, estaba en un estado lamentable, porque una guardia nos lleva y
nos levanta la capucha para que lo vieran, solamente podía comer alimentos
líquidos porque estaba muy mal muy torturado. De este lugar a María Luz y a
la dicente las trasladan a los calabozos de los cuarteles, esa circunstancia le
hace pensar que son las últimas que lo ven con vida a Feresín. En esa casita
estuvieron bastante tiempo, ahí las cuidaba la Aérea y el Ejército, rotaban las
guardias que las cuidaban en la casita, la guardia no tenía que ver con la
patota que de noche iba a torturarlas. Había una guardia que era más
flexible, la dicente no conoce el nombre de la persona que las cuidaba, esta
persona las lleva para hablar con Feresín, en esa oportunidad Feresín le
pregunta si sabía que había nacido Juan Emilio que era su hijo, porque a
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Feresín la dicente lo conocía de antes, de la militancia, ahí manifiesta que lo
habían llevado desde Santa Fe y que lo estaban recuperando. En esos días
que estuvieron ahí se suscita un hecho entre dos patotas, o entre la
aeronáutica y el ejército, como que unos se lo querían llevar a Santa Fe y
otros no lo permitían, algo similar pasó con la dicente, pero a ella nunca la
llevaron a Santa Fe. En los calabozos de los cuarteles estuvieron las dos
solas, y las pusieron una en cada punta, porque se hablan a los gritos y
apenas se oían. En los cuarteles ya no siguieron las sesiones de torturas y
violaciones sino de otro tipo, eran situaciones humillantes, las sacaron al
baño, iban encapuchadas, les indicaron donde tenían que orinar y de pronto
les hicieron saber que estaban frente a una formación, ya no tortura física.
Después de una sesión de tortura inició con una hemorragia que nunca paró,
en los cuarteles tenía situaciones de desvanecimiento muy seguidas,
recuerda que le daban de tomar un líquido que decía “poción trop” que era lo
que le daban a los caballos para la carrera, la dicente siguió con hemorragia
hasta llegar a la cárcel, adonde llegó con treinta y seis kilos. En los últimos
días de estar en los calabozos de los cuarteles llevaron a un muchacho
jovencito, bastante menor que la dicente a quien torturaron psicológicamente,
no sabe dónde estuvo antes. Hasta ese momento ellas eran ilegales, sus
familiares no sabían dónde estaban, recién las legalizan como detenidas
cuando van a llegar a la Unidad 6, ingresaron con capucha, hasta el hall
donde delante de la Directora se las sacan, no recuerda quien era, no tiene
malos recuerdos de la Directora del Penal, está hablando de marzo del 77,
que si bien la cárcel dependía de Trimarco, para todo tenía que venir la
autorización del Comando. En la cárcel tuvieron oportunidades en las que las
patotas vinieron a buscarlas y esta Directora se negó a que las sacaran del
Penal, en otras no podía, ella tenía limitada su cuestión con respecto a ellas,
pero guarda eso porque sabe que en dos o tres oportunidades las retuvo y
no permitió que estas patotas las sacaran de la cárcel. Ahí se reencuentra
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con María Eugenia Saint Girons, ahí se da cuenta que estaba viva y en la
cárcel y con su hijo porque estaba su bebé con ella, inmediatamente
después, a los días de llegar la dicente y las sacan cuatro o cinco detenidas
y cinco hombres y los llevan a la Unidad Familiar de Varones, les decían que
había un viaje familiar de Videla y que si le pasaba algo a Videla les iba algo
a ellas, la Unidad Familiar eran piecitas seguidas, donde se hacían las visitas
íntimas, de un lado estaban las mujeres y del otro los hombres, no
recordando la cantidad de piezas pero sí que eran más de una por lado. Las
que llevaron fueron María Luz Piérola, María Eugenia Saint Girons, Ana
María Jaureguiberry y la dicente, de los hombres recuerda a Paduán y
Gustavo Hennekens y cree que Uranga, si recuerda que Paduán estaba
enfrente de la dicente, los separaba un pasillo, se veían cuando les abrían
para darles de comer y se comunicaban con lenguaje de dedos por debajo
de las puertas. Estando en esas circunstancias son sacados una noche, de a
uno, todos, los sacan encapuchados hacia una habitación que estaba en un
extremo, allí fueron torturados todos de a uno, a todos les fueron
preguntadas cosas diferentes, a la dicente le preguntan sobre cosas de
Santa Fe, cosas que hasta el momento no le habían preguntado nunca, les
aplicaron golpes y les hicieron el submarino, había en un lugar un tacho con
agua donde les hacían el submarino. Ahí a algunos les hacen firmar una
declaración, primero se negaron un poco y después tuvieron que firmar, eso
fue a la madrugada, durante toda la noche fueron sometidos a esa sesión,
estuvieron mucho con cada uno de ellos, después vuelven a la cárcel, puede
haber sido el objetivo de ser llevados allí el conseguir esas declaraciones, no
tenían mucho sentido las cosas por las que fueron consultados. Después de
eso viene el Consejo de Guerra y la legalización. Durante todo el primer
tiempo en la cárcel engordó muy rápido, alcanzaron a avisar a la familia y
dos sábados después, engordó mucho, en veinte días debe haber
recuperado el peso perdido, estaba perfectamente bien, pero engordaba de
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una manera llamativa de la misma manera que había adelgazado. Al llegar a
la cárcel la revisó un médico, en otro momento viene otro médico, la llaman a
la dicente para consultorio externo, el médico no tenía un buen trato con
ellas, les sonsacaba datos, si no tenían mucha necesidad de ir se negaban a
ir al médico, la obligaron a ir al médico y el temor era que la dicente estuviera
embarazada de la persona que la había violado, ese médico venía con orden
del jefe que había estado con la dicente y cualquier cosa tenía orden de
hacerle abortar. La dicente no estuvo embarazada, la dicente se negó a todo
y que la viera este médico, después al no estar embarazada no fue más a
verla. Fueron condenados por un Consejo de Guerra que se les hizo por un
copamiento de un cuartel que nunca conocieron, nunca tuvieron un proceso
o un juzgamiento de otro tipo, estuvo hasta el año 1982 y salieron 82
personas por conmutación de la pena. Que recuerda que el trayecto en
tiempo era corto, cinco o diez minutos, que era camino de tierra poceado, el
personal que las cuidaba en los cuarteles era personal del ejército argentino,
tenía algunas guardias que se presentaban como tales. Que cree que el
chico que estuvo en los cuarteles con ella es May. A todos los conoce porque
el Consejo de Guerra se arma con todos esos nombres y con el de la
dicente. Conocía de antes a Hennekens y Paduán y a María Eugenia Saint
Girons, a todos los demás los conoció en el Consejo, a excepción de Papetti
a quien no conoció. Ellos supieron de la existencia de ese nombre en el
Consejo, ocasión en la que todos desconocían la existencia de Papetti y por
eso pensaron que estaba todo armado y se rieron por lo que fueron retados,
mucho tiempo después tomaron conocimiento que era un desaparecido. Que
en lugar donde lo ve a Feresín sentía el molino de viento que pudo ubicar
muy cercano a la casa, inmediatamente se dio cuenta que estaban en un
lugar con muchos árboles, ese ruido se sentía, no tiene presente como algo
llamativo haber oído autos y no recuerda ruido de niños no recordando voces
ajenas, evidentemente era un lugar donde pasaba gente, una vez recuerda
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haber sentido pasar un carro como que fuera un carro verdulero, eso sí,
como que circulaba gente cerca de donde estaban ellas. De noche tiene
presente los ruidos, era el momento en el que prestaban mucha más
atención porque era cuando llegaba la patota, tiene muy presente los ruidos
de la noche, pero no los del día. Que los calabozos de los cuarteles tenían
una puerta de chapa ciega, no tenían nada, eran chicos, entraba la dicente
acostada y un cachitín más, de un lado estaba la puerta y enfrente se veía
como una ventanita, sin recordar si tenía vidrio o no, lo que sí es que estaba
muy alto, si recuerda que tenían comunicación con María Luz a los gritos,
escuchándose muy bajito y que lo hacían con la cabeza levantada en
dirección hacia esa ventanita. Que no recuerda el vehículo en el que fue
trasladada a Paraná, sabe que no era uno solo, arrancaban muchos, era un
auto y la dicente iba en el piso entre los asientos delanteros y traseros,
teniendo presente que un trayecto hizo en el baúl, María Luz iba encima de
ella. Que el médico que controlo a la dicente era bien parecido, era morocho,
castaño, habrá tenido cuarenta años, cuarenta y pico, no era una persona
mayor, era de estatura mediana, más alto que la dicente que mide 1,66. Las
retiraban del Penal encapuchadas y las llevaban a algún lugar donde las
dejaban horas así solas y después las volvían a llevar al Penal. Los de la
Fuerza Aérea se identificaban distintos a los otros. En un momento se
presentaron en la cárcel diciendo que eran de Inteligencia de la Fuerza
Aérea pidiéndoles que miraran unos libros de fotos, a cara descubierta y
vestidos de civil, estando la Directora presente, María Eugenia y la dicente,
dijeron que no reconocieron a nadie y después de eso fueron. Había una
forma permanente en el interrogatorio, en el trato, que las dos fuerzas se
diferenciaban, es así que los de Fuerza Aérea les decían que los del Ejército
eran unos brutos o que los del Ejército las querían llevar y ellos no lo
permitieron. Después del Consejo de Guerra nunca más las sacaron, las
llevaron a Devoto a María Eugenia y a la dicente. Que no puede recordar el
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* María Luz Piérola de fs. 12 y vto.
* Otro testimonio de la denunciante de fs. 13 y vto.
* Otro de María Luz Piérola de fs. 14 y vto.,
* Otro testimonio de la denunciante de fs. 15/18;
* Testimonio ante el Consejo de Guerra de Ma. Luz Piérola de fs.
19/26;
* Testimonial de la denunciante de fs. 29/34 y vto.;
* Informe de Ejército Argentino de fs. 71/78;
* Informe del Ministerio de Defensa de fs. 92/119.
Hecho N° 16: Jorge Martín Ramírez:
Manifiesta en su declaración de fs. 09/11 prestada ante el Juzgado
Federal de C. del Uruguay, que fue detenido en su casa en la ciudad de
Concordia el día 18/03/77 colocándole una capucha. Las personas que lo
detienen se identificaron como personal del ejército, iban con gorras,
anteojos oscuros, ropas de civil. Dieron un par de vueltas y lo llevaron a un
lugar que después supo que era el Regimiento, en ese lugar siguió
encapuchado, le dieron muchos golpes preguntándole por nombres de
personas que no reconoció en ese momento. Luego lo suben a un auto junto
con Ayala y Papetti son llevados a la Tortuga Alegre, un camping cerca de
Salto Grande, esto lo supone ya que escuchaba los ruidos de las máquinas
trabajando. Lo escucha toser a Papetti todo el día porque los habían puesto
alejados, próximos pero no tan cerca como para poder hablar, a la noche los
vuelven a juntar. En su caso lo llevan a la cárcel de Concordia, en la cárcel
estuvieron unas horas, esto habrá sido en la noche del 16 al 17. Luego es
trasladado a Paraná, era un Regimiento, se escuchaba las bandas, el
movimiento de soldados. Cuando llega estuvo inconsciente casi todo el día, a
la tarde le fueron a sacar las esposas y le dieron aguar por primera vez y es
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cuando le colocan una inyección, cree que esto habrá sido el día domingo.
Que estaban los tres detenidos en los calabozos, pero alejados, que lo único
que escuchaba de Papetti fue su tos. El día lunes a la noche los sacan a él y
a Papetti en autos distintos, a un lugar donde se escuchaba gente cantando,
era la cárcel de Paraná. Que lo estaban torturando a Papetti y él estaba
esperando el turno parado y se escuchó que le dio un ataque, se quedó sin
aire, empezaron a pegarle en el corazón y se ve que les murió. Al
denunciante le pasan varias veces picana, fue muy formal, después todo un
mes, todos los miércoles le hacían el mismo tratamiento pero ya solo. Que
después de este hecho hasta el 14/04/77 lo reconocen oficialmente como
detenido a disposición del PEN y lo llevan a la cárcel de Paraná, es ahí
cuando ve que los únicos que aparecen son Ayala y él. Le hacen Consejo de
Guerra y lo condenan a 12 años y medio. Sabe que se encontraba
condenado de antemano, no se tenía posibilidades de defensa, con el
pretexto que supuestamente los tres iban a tomar el Regimiento de
Concordia. Estuvo en Paraná hasta junio, luego lo llevaron a Coronda,
Caseros, La Plata y tres años en Rawson. Que cuando el dicente sale en
libertad, entre las primeras personas a las que encuentra está la madre y la
hermana de Papetti a quienes les refirió los hechos ocurridos. En esa
ocasión, extrañados los familiares le dice: que como era posible dado que un
alto oficial a quien habían entrevistado les habían dicho que Papetti se había
fugado del baño, a lo que el dicente contestó manifestando la imposibilidad
de que la fuga se hubiera producido en esas condiciones dadas las
características del lugar y el estado físico en que se encontraba. Que el lugar
donde estaban, en las cercanías de Concordia el dicente y Ayala son
trasladados a la Unidad Familiar de la Cárcel de Concordia, no así a Papetti.
El traslado se efectuó encapuchado y ésta le fue quitada ya en la cárcel,
luego de unas horas el dicente es introducido en un camión tanque cuyas
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características ya tiene descriptas en la causa y posteriormente Ayala le
comenta que junto con Papetti fue trasladado en el baúl de un automóvil que
cree es un Ford Falcon. Al llegar al Regimiento de Paraná fue alojado en un
calabozo de escasas dimensiones que tenía una mirilla que se encontraba
tapada, que se lo dejaba ir al baño una sola vez por día y a veces se
olvidaban, que el trato de los soldados y del personal era correcto, pero que
los días miércoles lo retiraban encapuchado y esposado y lo llevaban a
torturarlo. Que recuerda los dos o tres primeros días, haber escuchado en los
calabozos cercanos el ruido al abrirse la puerta de tres calabozos, uno el que
ocupaba el declarante y los otros dos donde estaban Ayala y Papetti del que
pudo escuchar la tos. Que luego se abrían nada más que dos puertas y no
pudo escuchar ni la voz ni la tos de Papetti ya más. Que pasados unos días
volvieron a alojar a otro detenido que luego pudo identificar como
BERTOLOTTI. Que las torturas recibidas en Concordia consistieron
fundamentalmente en golpes, que el declarante soportó por su estado físico,
que además le aplicaron la picana pero la que considera más leve que la que
le aplicaron en Paraná, que el número de personas que intervenían era más
numerosa y el interrogatorio consistía en preguntas de tipo general respecto
de su persona y del conocimiento que tenía de otras, como el caso de
Papetti. Que en Paraná, la tortura fue más fuerte y sistemática, ya que todos
los miércoles se producía una sesión, lo que indudablemente constituía
además para el declarante, una tortura psicológica. El interrogatorio era más
orgánico y con objetivos concretos ya que sus declaraciones prestadas en
esas condiciones sirvieron de base al Consejo de Guerra al que fue sometido
para dictar sentencia condenatoria en su contra de once años y medio. Que
desea aclarar además que como resultado de las torturas recibidas tiene
como secuelas un síndrome de esterilidad, encontrándose actualmente en
tratamiento para tratar de revertirlo, aunque los profesionales que lo asisten
en ese tratamiento son los Dres. Bocalandro y Enrique de la ciudad de
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Concordia. Que durante el período que estuvo en la Cárcel de Paraná y en
comparación con el trato que sufrió a posteriori en las cárceles de Coronda,
Caceros, La Plata, Rawson el trato recibido puede calificarlo de bueno,
incluso en la actitud de los guardiacárceles, en cuanto a la alimentación y las
visitas. También se recibía asistencia espiritual por parte del padre Melchiori
quien transmitía mensajes a los familiares y en algunas ocasiones concurría
Monseñor Tortolo. Que cuando ingresó al penal fue revisado y constatado su
estado físico por un médico cuyo nombre no recuerda y que consignó en la
ficha médica las características de sus dolencias.
Guarda relación al hecho los siguientes testimonios:
* Declaración de Jorge Martín Ramírez ante la Excma. Cámara
Federal en fecha 01/04/87 de fs. 03/05.
* Declaración testimonial de Ramón Rogelio Ayala ante la Excma.
Cámara Federal de fs. 06/07;
* nota de la Policía de la Pcia de Entre Ríos antecedentes
personales de detenidos de fs. 12/13:
* Juan José Pignoux de fs. 14/15;
* Declaración de Jorge M. Ramírez ante el Juez de Instrucción Dr.
Oscar Satalia Méndez de fs. 20/21;
* Acta de detención de Jorge Ramírez de fs. 22/23;
* Testimonial de Jorge Ramírez a fs. 25/27;
* Testimoniales ante el Juez de Instrucción Militar de Jorge Ramírez
de fs. 28/29, de Félix Donato Román a fs. 30/32; del Inspector Gral. Retirado
Pedro Fernando Campbell a fs. 33/38, del Tte. Cnel. de Comunicaciones
Constantino Francisco González a fs. 39/42;
* Testimonial por exhorto del Juzgado Federal de Posadas – Pcia. de
Misiones de Vicente Ramón Bertolotti de fs. 63/65;
* Denuncia por video conferencia ante este Juzgado Federal de
Paraná de fs. 99/104 en fecha 13/10//10.
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* Legajo CONADEP n° 333.074 agregado por cuerda.
Hecho N° 17: Jorge Emilio Papetti:
Se tiene a su respecto que ingresó como conscripto en el Regimiento
Nro. 6 de Caballería de Concordia en fecha 20/04/1976, revistando luego
como Dragoneante, permaneciendo durante el día en el Regimiento y por las
noches en su domicilio particular, todo hasta el día 14 de marzo de 1977, día
en que salió de su domicilio a las 05.30 horas para no regresar más. Al ser
realizadas averiguaciones en el regimiento por parte de los familiares pudo
saberse que los conscriptos no salían porque estaban acuartelados. Pasados
tres días, estos salen y se toma conocimiento de que Papetti había quedado
arrestado. En fecha 21/03/1977 el Jefe del Regimiento, Coronel Dasso
informa a la madre del desaparecido que a su hijo lo habían llevado tres
oficiales por sospecha de subversivo y que se había escapado en el trayecto
del traslado en cercanías de la Localidad de Villaguay. Asimismo, le
informaron que lo habían sacado esposado. Esto último se lo comentaron el
Mayor Larocca, el Mayor Orieta y el Capitán Goris, siendo la versión oficial
de Ejército. Asimismo, de los datos recabados por otros detenidos, como ser
Jorge Martín Ramírez y Ramón Rogelio Ayala, se determinó que Papetti
habría sido llevado a una dependencia dentro del Regimiento 6 de Concordia
donde habría sido, a partir de la madrugada del 18/03/77, sometido a
apremios y torturas, escuchándose su tos en todo momento por los demás
detenidos. Que en una oportunidad habría sido enfrentado el denunciante
Ramírez con Pappeti en dicho lugar, sobre demás personas de la supuesta
organización subversiva. Que fue visto en el lugar con el pecho hundido, con
sangre en la boca sin poder mantener la postura. Además, tosía mucho. Al
día siguiente habría sido trasladado a las afueras conjuntamente con
Ramírez a las afueras de Concordia en inmediaciones de Salto Grande, en
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un auto fuertemente atado. Allí la tortura habría continuado respecto de todos
los detenidos trasladados, habiéndose incluso practicado respecto de todos,
un simulacro de fusilamiento. El día 19/03/77 habría sido escuchado tosiendo
en dependencias de la Unidad Penal Nro. 1 de Paraná, desde donde el
21/03/77 es sacado junto con Ramírez del Penal hacia lo que sería la Unidad
Familiar, para ser sometido a nuevas sesiones de tortura. Allí habría fallecido
en ocasión de las torturas.
Guarda relación con este hecho los siguientes testimonios:
* Expte. 304 – F° 271 donde consta Habeas Corpus presentado ante
el Juzgado de Instrucción del Dr. Satalia Mendez de fs. 03/07;
* Expte. 304 – F° 483 del Juzgado de Instrucción del Dr. Satalia
Mendez donde consta: listado de detenidos de la UP n° 3 de Concordia de
fs. 10/11 y 13/22, testimoniales de: Margarita Elena Alegre de Papetti de fs.
13; Jorge Martín Ramírez de fs. 23/24; Gladis Teresa Linian de fs. 25 y vto.,
Margarita Elena Alegre de fs. 26/29, Andrés Emilio Papetti de fs. 30 y vto.,
Jorge Martín Ramírez de fs. 31/32, Ricardo Carrasco de fs. 33/34, Margarita
Alegre de fs. 35 y vto., Alfredo Enrique Souto de fs. 36 y vto., Jorge Enrique
Echeverria de fs. 38 y vto., Héctor Aníbal Amarillo de fs. 39 y vto.;
* Expte. 40950 del Comando de la IIda. Brigada de Caballería
Blindada donde constan las siguientes testimoniales sin juramento:
reconstrucción del hecho realizado en Villaguay de fs. 51/54; Andrés Emilio
Papetti de fs. 55/57; Margarita Alegre de Papetti de fs. 58/60; tomas
fotográficas de fs. 61/65; Jorge Martín Ramírez de fs. 66/70 y fs. 71/72; José
Guillermo Riolo de fs. 73 y 73 bis.; acta de detención de Ramón Rogelio
Ayala de fs. 80/81; acta de detención de Jorge Martín Ramírez de fs. 82/83;
acta de detención de Jorge Emilio Papetti de fs. 84/85; testimoniales de:
Ricardo Carrasco de fs. 86/88; Alfredo Enrique Souto de fs.89/91; Félix
Donato Román de fs. 92/94; inspección ocular realizada por el Juez de
Instrucción Militar de fs. 95/98; testimoniales de: Constantino Francisco
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González de fs. 99/101; Ramón Osvaldo Orieta de fs. 102/105; Osvaldo
Antonio Larocca de fs. 106/108; Horacio Alberto Goris de fs. 109/111;
Luciano Adolfo Jauregui de fs. 112/113; Dardo Juan Antonio Parodi de fs.
114/115; Juan Carlos Ricardo Trimarco de fs. 123/125; acta de incineración
de los años 02/01/76 al 25/01/79 de fs. 127; Víctor Cesar Goy de fs. 128/129;
* Expte. 11.186: elevación e informe del Juez de Instrucción Militar de
fs. 187/214; resolución sobre competencia de fs. 228, resolución de
competencia de fs. 243; escrito presentado como particulares damnificados
por Andrés Emilio Papetti y Margarita Alegre de fs. 254/255; ratificación de
denuncia de Margarita Alegre de fs. 256 y vto.; testimoniales ante la Excma.
Cámara de Paraná de: Jorge Martín Ramírez de fs. 264/266, Ramón Rogelio
Ayala de fs. 267/268; Ricardo Carrasco de fs. 269 y vto.; fotocopia
autenticada de la Orden del día de la Policía de Entre Ríos de fs. 271/272;
Juan Ignacio Alemán de fs. 277/280, actuaciones de la pericia caligráfica de
fs. 306/322 y 325/327,
* Expte. 55.045 del Juzgado Federal de C. del Uruguay: obran las
siguientes declaraciones testimoniales: Gladis Teresa Linian de fs. 346/348;
Jorge Martín Ramírez de fs. 351/354; Héctor Oscar Martínez de fs. 355/356;
Ricardo Carrasco de fs. 357/358; Victorio Marotti de fs. 359/361; listado del
personal de la UP 3 de Concordia de fs. 362/364, testimonial de Raúl Enrique
Barrandeguy de fs. 365/368; informe de dependencias policiales sobre
detenidos de fs. 369/452; declaraciones testimoniales de: Juan José Pignoux
de fs. 453/455; Jorge Raúl Remonda de fs. 455/457; Raquel Nadal de fs.
458/461; Aníbal Ruperto Palacios de fs. 462/463; Ramón Gerardo Mosa de
fs. 464/465; Lidia Inés Subovsky de fs. 466/468; Daniel Zavala Bigorra de fs.
469; Nicolás Habib Haddad de fs. 470/472; Héctor José Russo Larocca de fs.
473/474; listado del personal que pasó a retiro del Ejército Argentino de fs.
475/476; testimonial de Guillermo José Riolo de fs. 479/480; informe de
detenidos presentado por el Servicio Penitenciario de fs. 481/482;
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testimoniales de: Victoria Elena Challiol de fs. 483 y vto.; Oscar Jesús Piris
de fs. 484/485; informe de Gendarmería Nacional de fs. 487; testimoniales
de: María Ema Papetti de fs. 488/489; Juan Agustín Martínez de fs. 490/491;
resolución de incompetencia respecto de los hechos de Ramírez, Ayala y
Papetti de fs, 526/529; testimoniales de: José Luis Uranga de fs. 563/566;
Luis Daniel Andrés Jaureguiberry de fs. 572/577; Beatriz Guadalupe Pfeiffer
de fs. 620/625; Jorge Martín Ramírez de fs. 636/641;
Hecho N° 18: Lidia Inés Subovsky:
Refiere que fue detenida el 13/07/76 en la ciudad de Concordia, a
disposición del Comando de la 2da. Brigada de Caballería Blindada, en el
Expte. Militar N° M1807/76. Los hechos descriptos en la causa Nº 10.201
fueron manifestados por Lidia Inés Subovsky en su declaración indagatoria
prestada estando detenida en la UP 2 Villa Devoto de Capital Federal en
fecha 19/08/77, por una condena impuesta por el Consejo de Guerra
Especial de Paraná, manifestando en la misma que a las declaraciones
prestadas en los Cuarteles de Paraná, precedieron torturas y también se
continuaron luego de haberlas prestado, luego de las cuales le hacen firmar
su primer declaración. En fecha 02/08/76 es nuevamente torturada
provocándole diversas lesiones que son constatadas por el médico del penal
el día de su ingreso que fue el mismo 2 de agosto de 1976, recordando que
fue el día 3 de agosto ya que su ingreso se produjo en la noche y el médico
no se encontraba en el Instituto Carcelario. Expresa que conserva cicatrices
de las lesiones en su frente y en su pie izquierdo, no pudiendo reconocer a
los autores de las mismas ya que se encontraba encapuchada.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo de
pruebas pertinente:
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* Declaración de Subovsky en el Escuadrón de Comunicaciones de
fs. 01/03;
* Actuaciones ante el Consejo de Guerra de fs. 04/05;
* Fotocopias de: un escrito elevado al Juez Federal de Concepción
del Uruguay de fs. 06/ y vto.;
* Escrito de Luis A Mosa de fs. 08/13 y vto.;
* Testimonio de Enrique F. Marichal de fs. 14/15;
* Informe del Servicio Penitenciario de Entre Ríos de fs. 16;
* Testimonios de: Juan Fortunato de fs. 17 y vto., Luis A Mosa de fs.
18/20; Raquel Nadal de Mosa de fs. 21/25;
* escrito de Luis A. Mosa de fs. 26/33;
* Actuaciones del Consejo de Guerra de fs. 34/39;
* Testimonios ante el Juzgado de Instrucción Militar de: Carlos P.
Zapata de fs. 40/42; Carlos María Cerrillos de fs. 43/45; Armando Milciades
Bernardis de fs. 46/47; Julio Metz de fs. 48/49;
* Informe de Ejército Argentino de fs. 51/67;
* Testimonio de Yolanda Rodríguez de Mosa ante la Excma. Cámara
Federal de fs. 68/70;
* Ratificación de Luis A. Mosa de fs. 71 y vto.
* Testimonios ante el Juzgado de Instrucción militar de: Pedro
Fernando Campbell de fs. 100/105, Alberto Ángel Zarate de fs. 106/107;
Constantino F. González de fs. 108/111; Oscar F. Monzón de fs. 112/114;
Hecho N° 19: Ramón Gerardo Mosa:
Surge detenido el 15/07/76 aproximadamente a las 09:00 horas junto
con su madre Yolanda Rodríguez de Mosa y su concubina Lidia Inés
Subovsky en el domicilio de sus suegros en Concordia por fuerzas conjuntas
uniformadas de la Policía Provincial y de Gendarmería Nacional, participando
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también personas de civil; entre el personal jerárquico se encontraba el Jefe
de la Policía Provincial de Concordia Comisario Campbell y el Alférez
Martínez de Gendarmería. Luego son trasladados, conjuntamente con su
cuñada Raquel Nadal de Mosa y su hermano Luis Antonio Mosa quienes
habían sido detenidos el 13/07/76 hasta la Ciudad de Paraná, más
precisamente a la sede del Comando del Ejército, sito en Calle 25 de Mayo y,
enseguida son conducidos hacia los Cuarteles de la 2da. Brigada de
Caballería Blindada, deteniéndose en el sector correspondiente al Batallón
de Comunicaciones. Luego fue encapuchado, esposado y sometido a golpes
de puño y patadas en todas partes del cuerpo por un grupo de tres o cuatro
personas; obligándolo a desvestirse arrojándolo sobre una cama metálica al
que es atado de manos y pies donde le aplican picana eléctrica en todo el
cuerpo, especialmente en los genitales, arrojándole agua helada; también
recibe golpes con una porra de goma, igualmente, tortura psíquica por
cuanto lo amenazan que le aplicaría el mismo método a su madre y a su
mujer. Durante 18 días es sometido a similares tormentos que los descriptos,
agravados por la paulatina debilidad física. El día 01/08/76, junto a su mujer
conjuntamente sufren los mismos tormentos oyéndose, mutuamente, los
gritos de terror y dolor que proferían cada uno respecto del otro; siendo
objeto, también, de un simulacro de fusilamiento de ambos. En sede judicial
Mosa manifiesta que en la primera declaración que se le toma en el
Escuadrón de Comunicaciones, retiene en su memoria, el tono de la voz de
la persona que lo interrogaba; en una segunda oportunidad, es interrogada
por una persona que tiene la misma voz del que le tomara la primera
declaración, recordando que en esa ocasión le sacaron la capucha y lo
instaron a que los viera, total lo iban a matar, pero el declarante por instinto
de conservación cerró los ojos. Asimismo, manifiesta que en una de las
declaraciones que se le toma, durante el desarrollo de la misma y estando
encapuchado, siente que se acerca una persona, la cual supone que era un
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conscripto, quien dice a viva voz: “... parte para el Tte. Cerrillos...”. En fecha
02/08/76 es trasladado junto a su hermano Luis Antonio a la Cárcel de
Paraná; ocasión en que lo asistió un médico de allí, siendo confeccionada
una ficha médica donde consta los múltiples hematomas y excoriaciones
existentes en su cuerpo. Al día siguiente son trasladados a la Cárcel de
Gualeguaychú, donde se le hace otra ficha médica constando las lesiones
mencionadas. El día 06/09/76, es conducido junto a su hermano,
nuevamente hasta el Batallón de Comunicaciones de Paraná, siendo
encerrados en el mismo calabozo, posteriormente es llevado a una
habitación contigua a la sala de torturas y le dice una persona, cuya voz
quedará grabada en su memoria, que si no aceptaba la responsabilidad por
el delito de tenencia de armas le harían Consejo de Guerra a su madre,
quien se hallaba nuevamente detenida, haciéndole escuchar su voz y
escucha llorar a su madre respondiendo a un interrogatorio muy cerca de
donde él estaba. Ante ese panorama accede a firmar una declaración
autoacusadora. Pese a ello su madre sigue detenida hasta el 08/10/76. El día
07/10/76 lo sacan del calabozo donde se encontraba alojado desde el
06/09/76 y, junto a su hermano, es conducido al edificio del Comando de
Paraná para ser “juzgado” por un Consejo de Guerra. Al hallarse sin capucha
reconoce entre los miembros de tal Tribunal Militar al Auditor Mayor De La
Vega, quien fue la persona que lo amenazó a los fines que firmara la
declaración autoacusatoria, habiéndolo reconocido por la voz. Continúa en
los calabozos del Batallón de Comunicaciones hasta el 15/10/76 fecha que lo
vuelven a trasladar a la cárcel de Gualeguaychu.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo
de pruebas pertinente:
* escrito de Ramón G. Mosa dirigido al Ministerio de Defensa de la
Nación de fecha 15/02/1984 de fs. 01/06 y vto.; y 13/18 vto.
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* Ratificación de denuncia ante el Juez Federal Dr. Raúl Martín de fs.
07/08:
* Copia de la declaración del Ramón Gerardo Mosa ante el Juzgado
de Instrucción militar de fecha 29/07/1976 a fs. 09/12;
* Ratificación de denuncia ante la Excma. Cámara Federal de Ramón
Mosa de fs. 26/27;
* Escrito de Luis Antonio Mosa a fs. 30/35;
* Testimonio de Enrique Marichal de fs. 36/37;
* Informe del Servicio Penitenciario de fs. 38;
* Testimonio de Juan Fortunato de fs. 39;
* Declaraciones en el Escuadrón de Comunicaciones de: Luis A.
Mosa de fs. 41/43, Raquel Nadal de fs. 44/48;
* Denuncia ante el Ministerio de Defensa de Luis A. Mosa de fs.
49/56;
* Testimonios ante el Juzgado de Instrucción Militar de: Julio Metz de
fs. 57/58, Armando Bernardis de fs. 59/60; Carlos Cerrillos de fs. 61/63;
Carlos Patricio Zapata de fs. 64/66; Raquel Nadal de fs. 67/68; Luis Antonio
Mosa de fs. 69/74;
* Testimonios ante la Excma. Cámara Federal de: Yolanda Rodríguez
de fs. 90/92, Luis A. Mosa de fs. 93;
* Testimonios ante el Juzgado de Instrucción Militar de: Pedro
Campbell de fs. 102/107; Alberto Zarate de fs. 108/109; Constantino
González de fs. 110/113; Oscar Monzón de fs. 114/116.
* Expte. N° 10.201 caratulado “MOSA RAMON GERARDO Y OTROS
POR VIOLACION A LA LEY 20840” en dos cuerpos.
Hecho N° 20: Luis Antonio Mosa:
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Denunció haber sido detenido junto a su esposa Raquel Nadal de
Mosa, el día 13/07/76, en su domicilio sito en calles 3 de Febrero y Maipú, de
la Ciudad de Concordia (Entre Ríos), por parte de personal de la Policía de
Entre Ríos, Ejército y Gendarmería Nacional. Refiere haber padecido
apremios ilegales en el Regimiento de Caballería Blindada con asiento en
esa Ciudad. Luego, esa misma noche, lo trasladan hasta el Regimiento de
Comunicaciones con asiento en la Ciudad de Paraná. Esto sucedió en la
madrugada del día 14/07/76, retirándole vendas, mordazas y ataduras es
arrojado a un calabozo de 2 mts. por 0,90 mts. La noche del día 14 lo
trasladan a otro lugar en el baúl de un automóvil, donde es desnudado, pero
con vendas en los ojos, atado de pies y manos a un camastro de metal
donde se lo tortura por espacio de 7 u 8 horas con corriente eléctrica, picana,
siendo reintegrado al anochecer al Batallón de Comunicaciones. En el
calabozo solicita agua, la cual no es proporcionada, ya que un cabo que le
abrió la puerta le expresó que si tomaba agua después de la picana era
hombre muerto, por lo que fue obligado a beber su propia orina
sanguinolenta que pudo evacuar en un vasito de plástico que encontró en el
calabozo. El 16/07/76 escucha las voces de sus familiares y que un nuevo
detenido ocupa la celda contigua a la suya, siendo este Francisco Marechal,
de General Campos, con quien se reencontraría en la cárcel de Paraná
cuando fue trasladado junto a su hermano el 02/08/76, siendo alojadas su
esposa y su cuñada en la cárcel femenina de Paraná. Que en la cárcel de
Paraná le confeccionan la ficha de ingreso, previa revisación médica, en la
que constan: excoriaciones y hematomas, ocurriendo lo mismo cuando
fueron trasladados a la cárcel de Gualeguaychu. En fecha 06/09/76
nuevamente es trasladado al Batallón de Comunicaciones informándole que
será sometido, junto a su hermano, a un Consejo de Guerra, siendo obligado
a firmar una declaración mediante golpes de puño, pero sobre todo por la
presión psicológica, que en caso contrario su madre iría a la cárcel por 20
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años y que la torturarían en su presencia, colocándole un arma en la cabeza
para que firmara bajo amenaza de muerte. Manifiesta que en los días
subsiguientes ingresa gente que había sido sacada de la cárcel de
Concepción del Uruguay con quienes se lo quería relacionar, entre otros se
encontraban Ricardo Godoy y otra persona de apellido Wursten. El 07/10/76
es trasladado junto a su hermano al Comando de Paraná para ser sometidos
al Consejo de Guerra, que su defensor, un oficial de aeronáutica, le
manifiesta que “no hay derecho al pataleo, es mejor no protestar para no
enojar al tribunal, que ya estaba todo cocinado”, siendo condenado a 18
años de reclusión, siguiendo detenido en los calabozos hasta el 15/10/76
fecha que son trasladados a la cárcel de Gualeguaychu.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo
de pruebas pertinente:
* Escrito de interposición Recurso de Habeas Corpus presentado ante
el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay por Luis Mosa y Ramón
Mosa a fs. 1/1vto.;
* Denuncia de Luis Antonio Mosa a fs. 04/09;
* Testimonio ante el Juez Federal Subrogante Dr. Juan C. Ferrari de
Enrique Francisco Marichal a fs. 10/11;
* Nota del Servicio Penitenciario de Entre Ríos a fs. 12;
* Testimonial de Juan Fortunato a fs. 13;
* Testimoniales ante el Juzgado de Instrucción Militar de: Julio Metz a
fs. 15/16, Armando Milciades Bernardis de fs., 17/18, Carlos M. Cerrillos de
fs. 19/21, Carlos Patricio Zapata de fs. 22/24;
* Declaraciones ante el Escuadrón de Comunicaciones de Luis A.
Mosa de fs. 25/26; de Raquel Nadal de Mosa de fs. 27/31;
* Denuncia de Luis A. Mosa ante el Ministerio de Defensa de fs. 32/39
y fs. 40/43;
* Denuncia de Raquel Nadal de fs. 44/45;
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* Testimonial ante la Excma. Cámara de la Jurisdicción de Yolanda
Rodríguez de fs. 48/50,
* Ratificación ante la Excma. Cámara Federal de denuncia de Luis A.
Mosa de fs. 66 y vto.
* Testimoniales ante el Juzgado de Instrucción Militar de: Pedro F.
Campbell de fs. 73/78; Alberto A. Zarate de fs. 79/80; Constantino González
de fs. 81/84; Oscar Fernando Monzón de fs. 85/87.
Hecho N° 21: Juan Antonio Méndez:
Formuló su denuncia en la causa 11.453, expresando que
originariamente fue detenido en fecha 21/11/74, en la ciudad de Paraná,
teniendo varios destinos de detención. Agrega que en mayo de 1.975 fue
sobreseído en el Juzgado Federal por una causa que le fuera instruida por
pintar leyendas en diversos lugares de la Ciudad, sin perjuicio de
permanecer detenido a disposición del PEN por Decreto N° 1994/74.
Denuncia circunstancias ocurridas, con posterioridad al 28/03/76, tanto en la
cárcel de Gualeguaychú, como en la de Coronda. En la ciudad
Gualeguaychú dice el declarante que estuvieron detenidos junto a él, entre
otros Mario Sotera; Daniel Irigoyen; Aníbal Vergara; Alejandro Richardet;
Jorge Taleb; Mario Broin; Néstor Zapata; Daniel Sequín. El 4 de noviembre
de 1976 fue trasladado a la Cárcel de Paraná. Precisa que en el mes de
Enero de 1.977 es trasladado a una dependencia dentro del Penal Nº 1, más
precisamente a la Casa del Director del Penal, donde le colocaron una
capucha de color blanco; dicha tarea estuvo a cargo del un oficial de la
penitenciaría de apellido Dure; luego éste se retira, lo trasladan a una
habitación contigua donde había dos personas, creyendo que, por la voz,
una de ellas era el entonces Auditor del Ejército T. Appiani; en esta ocasión
es golpeado con el objeto de hacerle firmar una declaración que no se le
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permite leer, razón por la cual se niega a firmar; así, ante su negativa es
trasladado a una celda de aislamiento, en la que permanece hasta el día
siguiente cuando es llevado a la Dirección del Penal y amenazado por el
Oficial de la Policía Federal Conde y el Sub Oficial Mayor del Ejército
Appelhans; quienes pretendían que firmara una declaración que tampoco se
la dejaron leer y, ante su insistente negativa le dijeron que iba a correr riesgo
su familia, razón por la cual optó por firmar, sin conocer su contenido;
recuerda que fueron sometido al mismo procedimiento Bachetti; Irigoyen;
Vergara; Sequín y Richardet. Finaliza aludiendo que, al momento de su
liberación, en la Ciudad de Paraná, fueron convocados al Comando,
oportunidad en la que les habló el General Trimarco, quien lo hizo en su
Despacho, primero en forma colectiva y luego de manera personal,
manifestándole que tuviera cuidado porque, para él, no iba a haber otra vez
cárcel y que tomara ello en cuenta para regir su conducta en el futuro. Luego
en 1.982, días antes del primer acto de la multipartidaria, tuvo oportunidad de
conversar en la calle con el Teniente Coronel Zapata, a quien había conocido
en el Comando, y se manifestó de manera coincidente con lo que le había
dicho Trimarco; lo que le pareció extraño puesto que cuando este se expresó
en tales términos se encontraban a solas.
Lo expuesto, halla correlato en las constancias obrantes en el legajo de
pruebas pertinente:
* Escrito presentado por Juan Antonio Méndez a fs. 03/04 donde
figuran los hechos denunciados;
* Ratificación de denuncia ante la Excma. Cámara Federal de Juan
Antonio Méndez de fecha 10/03/87 obrante a fs. 09/10 Vto.;
* Ficha de alojados de la UP. 1 de Juan Antonio Méndez obrante a fs.
27;
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* Agregado por cuerda el expediente nro. 3059, caratulado “MENDEZ,
Juan AntonioMéndez Silvia Rita Zulema Arancibia de s/ Infrac. Ley N°
20.840” en 111 fs.
Hecho n° 22 – María Eugenia Saint Giron:
Surge detenida en fecha 11 de febrero de 1977 en una de las salas de
parto del Hospital San Roque de esta ciudad en forma inmediata al
nacimiento de su hijo, siendo allí detenida por un grupo de personas vestidas
de civil y trasladada al Hospital Militar de Paraná, donde fue sometida a
tortura psicológica durante los cuatros días siguientes a la privación de
libertad, consistentes en la amenaza de descuartizar a su hijo recién nacido.
Luego de ello, fue trasladada a una habitación de la Unidad Penal Nº 6 de
Paraná, donde el niño le fue sustraído momentáneamente. En dicha ocasión,
y cursando el estado puerperal fue trasladada a la Unidad Penal Nº 1 de la
ciudad de Paraná, y previamente a ser desnudada fue colocada sobre una
“parrilla” de metal, donde se le aplicaron pasajes de corriente eléctrica,
arrojándosele agua sobre el cuerpo a fin de agravar el padecimiento infligido.
La presunta víctima formaba pareja con Emilio Feresín, quien fuera
secuestro en la víspera de la detención de Saint Girón en la ciudad de Santa
Fe y aún permanece desaparecido (cfr. declaración prestada ante el Juzgado
de Instrucción de la 8va. Nominación de Rosario, obrante a fs. 51/52 del
legajo de pruebas correspondiente a la nombrada. La tortura psicológica y
física ocasionada a Saint Giron incluyó durante dichas sesiones las escuchas
de cintas grabadas con la voz débil y temblorosa de Feresín. En fecha 17 de
Febrero de 1977, fue trasladada nuevamente a la Unidad Penal Nº 6
gravemente lesionada. Asimismo, fue posteriormente ingresada a la Unidad
Familiar ubicada en el predio de la Unidad Penal Nº 1 donde fue interrogada
y sometida a golpizas. A posteriori de lo descripto habría sido interrogada por
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* Ana María Jaureguiberry de fs. 39/41, manifiesta que “…María
Eugenia Saint Giron le dice que va a denunciar ante la OEA la desaparición
de su esposo Emilio Osvaldo Feressin, ese día a la noche fue la patota y
saco a dos compañeras …”;
* Testimonial de María Eugenia Saint Giron ante el Juzgado Federal
de Rosario de fs. 51/52;
* Declaraciones de María Eugenia Saint Giron ante el Cdo. IIda.
Brigada Caballería Blindada de fs. 53/59;
* Testimoniales de: María Eugenia Volpe de fs. 69/70 “…María
Eugenia fue detenida en la sala de parto del Hospital San Roque mientras
estaba dando a luz, quien llegó a la UP con pérdidas de sangre del parto…”;
* María del Rosario Badano de fs. 71/72 “… a María Eugenia la
detuvieron en la sala de parto inmediatamente después de dar a luz …”;
* Griselda María Luz Pierola de fs. 73/74, “…el día del parto. Cuando
Saint Giron llegó al Hospital San Martín, estaba lleno de militares que
esperaron que nazca el bebe y luego la detuvieron, interrogaron y
torturaron…”;
* Marta Inés Brasseur de fs. 75/76; “… algunas de las detenidas
fueron sacadas del Penal a prestar declaraciones en lugares que no eran
ubicables y cuando volvían algunas comentaban que fueron sometidas a
vejámenes físicos y psíquicos, entre ellas estuvieron Rosario Badano, María
Eugenia Saint Giron y Lidia Subovsky …”;
* Ana María Jaureguiberry de fs. 77/78;
* Noemí Benítez de Mechetti de fs. 79/80;
* Hilda Susana Richardet de fs. 81/82;
* nota del Servicio Penitenciario de fs. 83/88;
* Testimoniales de: Silvia Viviana Colliard de fs. 89/90; Julia Raquel
Leones de fs. 91/82, Graciela Inés López de fs. 93 y vto.; Julia Liliana María
Tizzoni de fs. 94/95, María Cristina Lucca de fs. 96 y vto.; Beatriz Guadalupe
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Pffeifer de fs. 97/98; Teresa Catalina Regner de fs. 99/100; Alicia Angela
Ferrer de fs. 101/102
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los denunciados, objetiva por la índole de los hechos que se me atribuyen y
espacio temporal, estos hechos fueron denunciados por las víctimas aún
antes de la promulgación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final
que fueron motivo de requerimiento de instrucción por la entonces Fiscal
Dra. Olga Taybo y que la Fiscalía tuvo oportunidad de instar su investigación
dentro de la megacausa Área Paraná, que no lo hizo y muy por el contrario
instó repetidamente la clausura del Sumario, temperamento este que fue
receptado por S.S. negándose a acceder a medidas probatorias invocando
términos perentorios que le imponía la Excma. Cámara. Que entiendo que
esta nueva instrucción complementaria implica el doble juzgamiento
fulminado por la Corte Suprema de Justicia en el precedente “Rava”, por
ende, me remito a las dos indagatorias que prestara en la causa 7824. Nada
más voy a aportar por entender que la renovación constante de los
procesamientos y de las investigaciones conculca las garantías procesales
de la preclusión procesal y del non bis in idem. Si solicito atento a que se ha
dispuesto esta instrucción complementaria que se haga lugar a las medidas
probatorias oportunamente peticionadas en la causa “Sr. Fiscal General
solicita Desarchivo” atento a que no hay términos perentorios que respetar,
atento este novedoso procedimiento de acumulación y desagregación de
causas”.
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apremios ilegales, (arts. 144 bis Inc. 2°, 3° y último párrafo del C.P. Ley
14.616 en concurso real doce (12) hechos en perjuicio de: Domínguez José
Mauricio; Marta Inés Brasseur; María Cristina Lucca, Graciela Inés López;
Hugo A. Torres, Gloria Tarulli; Vicente R. Bertolotti; José Luis May, Beatriz G.
Pffeiffer; José Luis Uranga; Jorge M. Ramírez, Ramón Rogelio Ayala y Jorge
Emilio Papetti e imposición de tormentos (Art. 144 Ter, primer párrafo del
C.P. Ley 14.616) en concurso real en siete (7) hechos en perjuicio de Gloria
Tarulli; José Luis May; Beatriz G. Pfeiffer; José Luis Uranga; Jorge M.
Ramírez; Ramón Rogelio Ayala y Jorge Emilio Papetti; y desaparición
forzada, un (1) hecho en perjuicio de Jorge Emilio Papetti, todo conforme Art.
55 del Código Penal de la Nación, según se precisara en cada hecho en
particular, perpetrados en las condiciones de modo, tiempo y lugar.
En su descargo, manifiestó: “que lo que debía decir con respecto
a aquella época yo ya presté, diría, ya expliqué todo en la indagatoria que
presté sobre ese caso por lo tanto señor fiscal me remito a aquel
acontecimiento de lo que yo declaré en ese entonces y quiero hacer una
especial aclaración que nunca tuve a cargo la Unidad Penal 6 de mujeres ni
tampoco disponía de presos a mi disposición, ya sean esos hombres o
mujeres. Estos hechos se relacionan con los acontecimientos que ya le hice
presente en la causa Sr. Fiscal de la declaración anterior, a la cual me
remito. Todos estos hechos se relacionan con lo que ya le hice presente, con
la causa de lo ya declarado anteriormente, a lo cual me remito”.
Posteriormente, en su declaración indagatoria ampliatoria (fs.
1288/1289) se le reformula el hecho imputado de Jorge Emilio Papetti, como
infracción a los arts. 144 bis inc 1°, 2° 3° y último párrafo y 144 ter primer
párrafo –Ley 14.616 y art. 80 incs 2° y 6° Ley 21.338 todos del CP,
concurriendo realmente entre si, en calidad de autor mediato (art 45 C.P.).
En su descargo manifiesta: “con respecto a este caso yo me remito a mi
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declaración anterior que ya he efectuado, y reitero que la Unidad Familiar
funcionaba normalmente pero cuando la necesitaba el Comando de la
Brigada indudablemente dependía directamente del Comando de la Brigada,
el Jefe de ese grupo de tareas era el Mayor Cristoforeti, el nombre no me
acuerdo, pero era él el que andaba en eso. Cuando ellos alojaban u
ocupaban la Unidad Familiar yo no tenía ningún tipo de acceso, como así
tampoco ningún personal dependiente de la Unidad Penal N° 1. Yo a Papetti
no lo conocía y nunca lo sentí nombrar, sí Papetti hubiese ingresado en la
Unidad Penal N°1 estaría registrado en el libro de guardia de ese momento y
en el libro de guardia de la enfermería, que todos pasaban por ahí. Esto es
cuanto puedo informar sobre lo relacionado con el caso del soldado Papetti,
por lo tanto, no voy a contestar ninguna pregunta”.
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qué hora habrá sido, porque las internas no tenían un horario para llegar
porque las llevaban, si mal no recuerdo con ella ingresaron otras internas. El
Dr. Bernardis que era el médico de la Unidad iba a la mañana a primera hora
y ella dice que fue atendida por el médico, ahora que le contó ella al Dr., si
había sido torturada o no, yo lo ignoro, porque eso tiene que constar en la
ficha médica, si ella habrá dicho, no lo sé, me pregunto ¿se notaba?, no sé
tampoco. Pero si alguna interna hubiera llegado herida o en mal estado, o
descompuesta o lo que sea, al médico se lo llamaba enseguida para una
interna a disposición del PEN, o una interna común, se lo llamaba si alguien
lo necesitaba. Así yo a la señora nunca la vi lastimada, incluso no la
recuerdo así es que no puedo decir como estaba ni nada, el que realmente
veía a las internas era el médico. Ahora esta señora en una de sus
declaraciones dice que fue atendida muy bien por el médico, ahora no sé en
qué momento se refiere en que momento fue bien atendida, eso está en el
legajo personal de ella, incluso habla del Dr. Moyano que también la atendió
bien, pero mientras yo estuve el Dr. Moyano nunca atendió a una interna, así
es que eso debe haber sido después, eso fue en una declaración que hizo
ante el Dr. Quadrini en Concepción del Uruguay en el año 2004, que dijo eso
del médico. En la misma declaración la Sra. dice que recibían visitas,
revistas, etcétera, sin saber que más sería ese etcétera, y hablando de la
atención que se les daba a las internas dijo que el trato y la comida eran
normales, pero después en una declaración posterior ella lo modifica y dice
que el trato era distante y que el trato no era ni bueno ni malo y también
tiene contradicciones en cuanto dice que fue sacada del Penal en
Septiembre y en otra declaración dice que fue en octubre, no dice que la
sacaron dos veces sino que fue o en octubre o en septiembre, así como
cambió lo que dijo sobre el trato, también cambió lo que dijo de la salida, yo
no recuerdo que haya sido sacada del Penal, pero si fue sacada no sabe si
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fue en octubre o cuando. Ella habla también que tenía una cicatriz en la
frente no sé en qué estado puede haber estado esa cicatriz, si el médico la
registró o no la registró, y si era algo que ya tenía o era algo reciente.
Después también, veo en las declaraciones como si dudan o es como que
están armando algo, por usar un término, en el sentido que ella me recuerda
pero no sabía el cargo que tenía, me recuerda y me denuncia pero si no
sabe cuál era el cargo que tenía, me pregunto ¿era yo la responsable o era
otra? en el caso que hubiera habido algún delito, porque si no sabe qué
cargo tenía podría ser otra la persona responsable, eso está en el expte.
12086 del año 2008, en las fs. 215/216. Esto sería lo que yo podría decir
respecto de esta interna sobre lo que ella denuncia ahí. Ahora yo creo,
leyendo otras declaraciones de otras internas en el expte., creo que
Subovsky era para ellas como el caballito de batalla porque todas la
mencionaban, la usaban para todo, era el ejemplo, porque por ejemplo
decían “a Subovsky le paso tal cosa” o “Subovsky tal cosa”. No recuerdo
quien es la interna que dice que ellas tuvieron que atenderla a Subovsky
cuando llegó, que había llegado con una capucha y que tenía la cabeza tan
hinchada que tuvieron que ayudarla a sacársela, eso fue lo que yo leí. Ahora
de ser cierta esa declaración, ¿dónde estaba Subovsky? ya que ninguna
interna puede ingresar al penal sin antes pasar por la guardia, por la requisa,
ni antes ni ahora. Si hubiera sido cierto eso, se tendría que haber llamado al
médico de inmediato pero las internas no podían salir para el lado de la
guardia, y menos de noche, las internas estaban en su pabellón. Si fuera de
día a lo mejor, a la hora del recreo o para ir al baño. Hay muchas cosas que
si bien no recuerdo me llaman la atención en las declaraciones que he
estado leyendo. Ahora podría hablar de la otra señora, Leonez de
Magariños, para poder acordarme de ella debería ver fotografías con la edad
que tenía en esa época y no sé, si la viera, si la podría reconocer, de las que
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yo me acuerdo son Badano y Volpe, de esas dos me acuerdo. Esta señora
tengo la fecha de ingreso el 07/09/76, esta señora es la que dice que un
señor Conde le hizo firmar una declaración en la Unidad Penal 6, hace
mención únicamente al año 1976, pero no dice en qué fecha, pudo haber
sido en esos tres meses que estuve yo, o pudo haber sido después con la
otra Directora, también ella dice que la sacaron y la llevaron a los Cuarteles,
en el mes de Noviembre de 1976 pero yo ya no estaba en esa fecha, esta
señora también hizo una declaración mediante exhorto en Quilmes, ante el
Fiscal Federal y textualmente dice que “el lugar en que estábamos,
estábamos bien, considerando todas las restricciones impuestas al ser un
régimen especial”, esto lo dijo el 11/09/08 también en el Expte. 12086 en la
fs. 703 y vta. y 704. También en el legajo de ella, en junio de 2009 ante el Dr.
Armella ella manifiesta que ella me vio una o dos veces, yo no la recuerdo a
ella. De esta señora yo no podría decir nada más, después en forma global
puedo decir algunas cosas que son para los tres casos. Incluso esta señora,
si mal no recuerdo, tiene en el legajo la ficha médica, donde consta que fue
atendida en veinte días tres veces por el doctor. La otra señora Fernández
también es otro caso muy especial para mí, en el caso que ella dice en una
declaración por exhorto que le tomaron en Lomas de Zamora que no me
conoce, el 20/03/09 en el folio 64/65 de su legajo personal. Esto lo responde
en el momento de iniciar la declaración cuando le dan un listado de nombres
y los desconoció a todos. Ahora lo más importante creo que es ese hecho
que ella denuncia, que fue llevada por dos celadoras a la guardia, eso lo
niego de plano, no ocurrió durante mi gestión y voy a dar las razones porqué,
una no me recuerdo que jamás haya ocurrido una cosa así en el penal, otra
me llama la atención poderosamente que dos celadoras, sea cual sea la
interna, sea común o a disposición del PEN vayan dos celadoras porque no
había personal, había una sola celadora de guardia, una a cargo de las
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internas comunes y otra a cargo de las internas del PEN, usted se imagina
que deberían haber dejado todo descuidado. Otra de las cosas, las internas
si alguna vez iba alguien a notificarlas por algo, no lo recuerdo, solo me
acuerdo como lo dije en mi primera declaración, de dos militares jóvenes,
que fueron uniformados, que ellos estaban entrando al hall de la Unidad a
mano derecha, que es una oficina que tenía puerta de madera con vidrio con
dos hojas, que no tenía cortinas, eso era la Habilitación, la oficina de la
Directora estaba del hall a la izquierda y detrás de la oficina de la Directora
estaba la oficina donde estaba Zubielky, que era la Asistente Social y hacía
la labor de judicial y también de Secretaría porque hubo una época que
fuimos muy poquitas, menos en habilitación ella ayudaba en todo. Esas
personas que ella nombra no sé quiénes pueden ser, y lo niego porque eso
no podría haber sucedido estando yo porque para mí eso no era normal.
Estoy segura que si eso hubiera pasado me hubiera ocasionado un mal rato
con quienes lo hubieran hecho porque no se los iba a permitir. Es algo que a
esta altura de la situación es algo creado por ella, sinceramente, porque dos
celadoras van a dejar a una mujer atada con tres hombres, que fin tenía eso,
me da la impresión como que no es algo veraz. Esta chica también en una
de las declaraciones dice que ella, cuando la llevaron a la cárcel, a la
Unidad, se sentía más segura y tenía visita de familiares. Ahora vuelvo a
remontarme a declaraciones de otras internas, algunas dicen que no tenían
visitas, otras, hubo alguien que dijo que la vida de ellas dependía de mí, otra
me tildó de perversa, ahora me pregunto quién dice la verdad, si todo más o
menos ocurrió en la misma época. Yo creo que lo único perverso en ese
momento era el sistema que estábamos viviendo porque yo no tengo
personalidad perversa ni nada que se le parezca. Ahora lo que quiero decir
es algo en una forma más general, yo lo que creo que estas tres denuncias
que se hacen es todo más de lo mismo, de la otra causa de Sr. Fiscal, en la
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causa en que fui procesada, cumpliendo prisión, son las mismas personas
que denuncian, los hechos que se me imputan, hay también un espacio
temporal, porque en la época que se denunciaron los hechos, en la época
que comenzó todo, y se dictaron las leyes de Obediencia Debida y Punto
Final, esos hechos ya habían ocurrido, el Sr. Fiscal los podría haber instado
en la causa que estaba, no lo hizo pero sí ordenó que se archivara la causa
y también lo aceptó el Juez que estaba a cargo, que no sé quién era, por
momentos pienso que esta nueva instrucción es un doble juzgamiento que
se está haciendo, que en realidad me hace poner muy mal, que siempre
aparece, que siempre estamos sobre lo mismo. Juzgar dos veces a la misma
persona es violatorio de la Constitución y a veces me desanima bastante la
cosa, aunque yo estoy tranquila me desanima bastante. Lo he leído muchas
veces, sobre todo en lo que los querellantes lo afirman, que yo también era
parte de un plan funcional, porque nunca me hicieron partícipe de nada, de
decirme “usted tiene que colaborar en esto” o decirme “usted tiene que hacer
esto” yo no conocía a las personas que empecé a tratar después de la fecha
del golpe, para mí era toda gente desconocida, yo no conocía a Appelhans,
a Appiani, a Moyano lo conocí mucho tiempo después trabajando en la
Dirección General del Servicio Penitenciario de Entre Ríos, toda esa gente
que mencionan, como por ejemplo a este hombre Conde, no la conocía, no
sé de qué fuerza eran, no sé si iba, ni siquiera conocía a la Directora que
venía a reemplazar, ni siquiera conocía al Personal de la 6. A veces pienso,
siento que hay como una persecución hacia mi persona, porque yo creo que
hay funcionarios que tenían mayor jerarquía aunque hayan sido de otras
instituciones, que no han sido citados en estas causas, por ejemplo en el
caso Badano, cuando a ella la retiraron de la Unidad que la vinieron a buscar
que la llevaban a tomarle una declaración y después faltó veinte días, yo le
comuniqué al Juez Federal, las únicas que estaban a disposición del
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Juzgado eran las que estaban por la causa Cáceres Monié, yo le notifiqué al
Juez y nunca me contestó, y en la causa nunca se lo citó, me enteré que
hace poco el Dr. Enríquez había fallecido, pero esto empezó hace mucho.
Por ejemplo la señora de Alderete, que era la Directora que yo vine a
reemplazar, no estuvo muchos meses como Directora, fue un nombramiento
político, pero ella puede decir quien le ordenó a ella que las internas a
disposición del PEN debían estar separadas de las internas comunes,
cuando yo vine a Paraná ya estaban separadas, tenían otro régimen, no las
separé yo a las internas, después se agudizó la situación, las órdenes
venían del Comando. El ingreso de las internas venía en una lista, no sé si
estas internas en particular venían así. Yo no me acuerdo de quien las
firmaba, pero sí sé que venían del Comando, si me acuerdo que era un
Zapata pero no me acuerdo del nombre, me parece que era un Zapata que
estaba a cargo del Comando, después con los años yo lo conocí cuando a
los años apareció como Director General del Servicio Penitenciario, y la
gente de acá de Paraná sabía quién era. En las listas esas venía el nombre
de las internas pero no venían los documentos con ellas, ninguna interna
venía con documento, los documentos quedaban en el Comando, es decir
que nos podían mandar a Juana Pérez y era Juana Mendoza,
lamentablemente las cosas eran así. También pude leer un decreto de la
señora Estela Martínez de Perón, una presidenta constitucional, donde se
mencionaba que debido al Estado de Sitio que estaba viviendo el país se iba
a detener a determinadas personas y había un listado de personas, ahí en el
decreto estaba el nombre de las personas y el número de documento, había
hombres y mujeres, en el caso de esta chica Fernández estaba ella y su
esposo, pero me llamó la atención que en un decreto firmado por
Harguindeguy, esta Fernández estaba y el número de documento no estaba,
se supone que las detenciones eran al voleo, no tenían número de
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documento. En otro documento donde no tenían número de documentos y
otras personas que yo no conozco decía “hijo de e hijo de” y no tenían
número de documento. Estos decretos a los que hago mención los vi
después, están en el expediente, en aquel momento no los vi, en aquel
momento únicamente veía las listas que venían del Comando con nombre y
apellido y número de documento. O sea que todo lo que se vivió en ese
momento, todo era anormal, yo recuerdo que yo tenía orden que cuando yo
llegaba a Gualeguaychú, cuando me iba a mi casa, tenía que llegar y hablar
a la Unidad de Gualeguaychú y avisar que había llegado, y yo estaba dentro
de mis horas libres, pero tenía que llegar y avisar. En una oportunidad que
llegué y me encontré en la puerta de mi casa con una amiga, me puse a
conversar y me olvidé de avisar y una hora después llamo y pido hablar con
el Director para disculparme, que era un militar, era un Suboficial Mayor,
llamo para disculparme porque no había cumplido con la orden, y recuerdo
que me dijo que estaba disculpada pero sabía que a las seis de la tarde
había pasado por el Regimiento, que estaba a la entrada de la ciudad, que
en esos años era Urquiza al Oeste, que era la calle de salida de la ciudad, y
me habían controlado. Yo en realidad no sabía si me cuidaban o me
controlaban. En una oportunidad yo recuerdo, no sé si fue en la Unidad
Penal 6 o fue la única vez que crucé al Despacho de Appelhans, porque
recuerdo que una vez el cruzó a la Unidad Penal 6. No sé lo que habré
preguntado o cuestionado en el momento, porque en realidad no sé cuál fue
el tema, pero si recuerdo patente que el me contestó “es así y punto” como
diciéndome no pregunte más. Me causó un impacto fuerte porque en el
Servicio nunca me habían contestado así. Desgraciadamente era mejor
cumplir, yo no hubiera hecho nunca nada como golpear una interna, matar
una interna o robar un menor, no lo hubiera permitido porque me conozco
demasiado y tal vez hubiera quedado yo adentro, pero no se podía, nos
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desconfiábamos entre el mismo personal, todas teníamos miedo que alguien
fuera a crear algo y saliéramos perjudicadas, era así. Para el mes de marzo
de 1976 yo era habilitada y la noche del 23 hubo una reunión de personal de
la Unidad, no sé qué festejaban, un cumpleaños o algo, me invitaron, fui a un
lugar acá en Paraná, por la zona del Parque, era un club, un lugar abierto y
había mesas largas y estábamos todos reunidos ahí, y recuerdo que
enfrente mío estaba el Dr. Maya que en ese momento era el Subsecretario
de Justicia y es de Gualeguaychú y vive todavía a una cuadra de mi casa,
pero estaba con otra gente que no conozco, y a mitad de la cena alguien
vino y le dijo algo al oído, y se levantó él y le dijo algo a otra persona al oído
y esa gente que para mí era gente desconocida se empezaron a levantar y
quedamos unos pocos que éramos del Servicio y por supuesto nos fuimos
todos. A la mañana siguiente cuando fuimos a trabajar, ya 24 de marzo, yo
por lo menos, me sorprendí que los tanques estaban atravesados, uno en la
calle Ruperto Pérez, otro atravesado en la calle en el fondo de la Unidad de
Mujeres y otro casi en el frente de la Unidad de Varones, estaban todas las
entradas cortadas, todo el personal tuvo que identificarse para entrar y yo
recuerdo que cuando ingresé a la Unidad estaban todas espantadas porque
realmente nunca habían vivido lo que estaban viviendo en ese momento, en
los jardines había gendarmes armados que habían entrado a la noche, lo
mismo en la cárcel de hombres sin saber que fuerza había entrado allí, yo
hablo por lo que vi. Ahí llegó la primera orden del Comando, el
acuartelamiento de todo el personal, esa noche tuvimos que dormir todos en
la Unidad porque nadie se pudo retirar, se improvisaron camas en Celaduría
o donde se pudo y dormimos todas ahí, recién al otro, a la tarde nos dejaron
salir. Yo no sé, una noche en el residencial donde vivía, era un domingo y
eran las doce de la noche, ahí en calle Colón en el Residencial de
Valentinuz, y me golpearon la puerta, yo estaba totalmente dormida y entre
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tengo que haber notificado a los uno, dos o tres días, y no creo que la
transferencia de la Unidad haya tardado más de dos días porque era una
Unidad chica, lo único que funcionaban eran los talleres, las cosas estaban
al día, por eso no se puede haber pasado más de un día o dos desde que
me notifiqué, que no puedo precisar, en Gualeguaychú el otro que pasó a
disponibilidad se notificó el 27/09/76 así es que yo debo haberme notificado
antes. A cargo de la Unidad ha quedado Tyrell que era Jefa de Seguridad de
la Unidad 6, siempre que yo viajaba quedaba ella a cargo, estoy segura que
a Giménez no le entregué la Unidad. Todas estas imprecisiones conducen a
que en todas las denuncias no se sepa en qué momento fueron cometidos
los presuntos delitos que se me imputan y quienes estuvieron a cargo de la
Unidad Penal 6 en ese momento, yo las rechazo de plano, estoy muy
tranquila, no he cometido ningún delito, al contrario me siento agraviada
porque la falta de documentación que pudiera respaldar mis dichos no está,
entonces me pregunto cómo me defiendo. Respecto del motivo de su destino
manifiesta que: yo vine en los primeros meses del año 1976, no sé si enero o
febrero, no recuerdo la fecha precisa, vine designada como Sub Directora
Habilitada, o sea para ir conociendo el manejo de la Unidad y al mismo
tiempo la parte contable. Siempre desde mi ingreso al Servicio estuve en
Gualeguaychú en la Unidad Penal 2 de hombres, siempre en la parte
contable. Yo venía a Paraná por noventa días por la suplencia de la Sra.
Alderete que tenía licencia por maternidad, vine antes, unos días más, creo
que fue un mes antes, para empaparme de todo. Después la señora tomó la
licencia, pero yo no me acuerdo en que fecha tomó la licencia, sé que
también volvió antes, no sé qué pasó y no lo dejaron reintegrarse, porqué
toda esa gente que había sido nombrada por cargos políticos después
quedaron todos afuera. Pero igual yo estuve desde el 1° de julio hasta el 24
de septiembre y dos o tres días más y después me fui a Gualeguaychú y ya
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no volví más hasta mediados del año 1977 o más adelante, no recuerdo bien
la fecha en que volví, y ya fui directamente a la Dirección General del
Servicio Penitenciario. En realidad nunca fui designada Directora, siempre fui
Sub Directora a cargo, hasta que vino la señora de Giménez. Ahí si tuve que
hacer las dos tareas para las que había sido nombrada, hasta casi al final
cuando estaba cerca de irme que vino alguien, sin recordar quien, puede
haber sido la señora Degano, que vino a encargarse de la parte contable. En
relación al período que estuvo a cargo en el Penal refiere que: el superior
que yo tenía era el Suboficial Mayor Appelhans, él estaba a cargo de las dos
unidades, de la 1 y de la 6. Él estaba como Interventor, nunca vi nada escrito
que diga que era Interventor pero lo conocíamos como interventor. Respecto
de los restantes imputados manifiesta que: en la fecha que yo estuve a cargo
de la Unidad no conocía a ninguno, a Appelhans lo conocí a los pocos días,
porque los primeros días estuvo Gendarmería, habrá sido a los cuatro o
cinco días, al Dr. Moyano lo conocí después cuando ya fui a la Dirección
General, a Appiani no lo conocía, a Rivas y a Díaz Bessone tampoco, en
realidad de Ejército, Policía o Gendarmería no conocía a nadie, y del
Servicio Penitenciario conocía a unos pocos, de la 6 cuando vine no conocía
a nadie. A cerca de los libros que se llevaban en la Unidad Penal N°6 en la
época que estuvo a cargo menciona a: Libro de Guardia Externa, la
encargada era cualquiera de las dos encargadas de guardia, había dos
encargadas que se rotaban diariamente, eran guardias de 24 horas por 24
horas, una de las encargadas de guardia externa que recuerdo era la señora
Faure; el de Guardia Interna, lo llevaba generalmente la Celadora que
estaba de turno, la que más solía llevar ese libro de guardia interna era Tyrell
porque las celadoras eran las que atendían a las internas, las que pedían
para ir al baño, les abrían el pabellón a las del PEN porque las otras iban
solas, Tyrell estaba más desocupada. La mayoría de las internas dicen que
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tenían que golpear para que las llevaran al baño, Subovsky dice en la
declaración que las celadoras iban rápidamente cuando las llamaban.
Después había un libro de correspondencia, un cuaderno de
correspondencia, ahí se anotaban las correspondencias que llegaban para
las internas y las que salían, y quienes eran los destinatarios y los
remitentes, todo se registraba. Además, había que informar al Comando las
visitas que recibían las internas del Poder Ejecutivo, esa tarea la hacía
generalmente Zubielky o yo. Por supuesto están los legajos de todas las
internas, las fichas médicas, más que fichas médicas había un libro de
Sanidad donde el médico registraba todo. Por supuesto toda
correspondencia que se enviaba al Comando o se recibía del Comando se
registraba. Todos esos libros quedaban en la Unidad y después de un
tiempo eran llevados a la Dirección General del Servicio Penitenciario de
Entre Ríos. Cuando yo estuve en la Unidad detenida pregunté por esos
libros y me dijeron que los habían llevado a la Dirección General. También
hay un registro que está en la Unidad que lo inició la Sra. de Alderete, que
son las mismas fotocopias que están en el expte., ahí estaban las internas,
ese libro de ingreso casi todo está hecho con la letra de Tyrell. Toda interna,
o personal o persona ajena que ingresaba o egresaba en la Unidad se
registraba en el libro de Guardia Externa. Considero de interés para avalar
mis dichos para este caso, sobre todo, el Libro de Guardia Externa e incluso
el Libro de Guardia Interna, todos serían buenos, el de visita también.
Estando yo a cargo de la Unidad no hay posibilidad alguna que alguna
interna haya ingresado o egresado sin haberse registrado en los libros
correspondientes. Agrega que con la única persona con la que pude haber
tenido, no reunión porque reunión no había, para tratar algún tema de las
internas del Penal N° 6, o recibir alguna orden o haber preguntado algo
sobre el tratamiento de las internas era Appelhans porque era el Interventor,
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y se ocupaba nada más que de las internas del Poder Ejecutivo, las otras
internas no existían para él. Del Comando las órdenes venían escritas, pero
reuniones jamás. Manifiesta que, en relación al Sumario que le hicieron
cuando la separaron del cargo, consideró que era de importancia, porqué se
necesitaba aclarar una situación, pero para quienes eran mis superiores se
ve que yo no les servía demasiado, porque yo tuve que dejar enseguida, y
es una manera de demostrar que yo no era parte de ningún plan. El motivo
del sumario era por una faltante de nafta, también por faltantes de
racionamiento, o sea que no se entregaba la mercadería que yo compraba,
la que no se ingresaba en su totalidad, en la guardia no se entregaba esa
cantidad, había un problema también con un subsidio de la Cooperadora.
Finalizado el Sumario fui nombrada en la Dirección General como Directora
de Personal, estuve como cinco años más o menos acá en Paraná, después
se hace cargo de la Dirección General Zapata, creo que era Coronel, me
parece que se llamaba Carlos Patricio Zapata y él fue el que me designó
como Sub Directora en la Unidad Penal 7 de Gualeguay y después tras la
ausencia del Director quedé como Sub Directora a cargo de la Unidad, llegué
a tener sesenta internos, sin inconvenientes ninguno, trabajé tranquila, había
mucho respeto por parte del personal y los internos, todos los internos de
pésima conducta me los mandaban a esa Unidad y logré con la ayuda de
Dios y el personal que trabajaran conmigo, nadie se podía explicar porqué
trabajaron, se movieron mucho más los talleres al haber más mano de obra,
había problemas comunes, como discusiones entre internos pero nada más,
en esa época no había drogas, el interno era más tranquilo, era más
respetuoso también, y el personal estaba obligado a respetar al interno, se
respetaban unos a otros, yo todos los días recibía a los internos, venían y
conversaban, y nunca tuve ningún problema y jamás me faltaron el respeto,
nunca recibí una denuncia en mi contra, eso lo puede corroborar el Defensor
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de Pobres y Menores de aquella época que sé que está en Paraná pero no
recuerdo el apellido como era. Finalmente, agrega que solamente deseo
que esto termine de una buena vez porque estos hechos que se me imputan
yo no los he cometido”.
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del Consejo Estable de Paraná, no era función mía. Agrega que no conoció a
Arin, Leones de Magariños, José Mauricio Domínguez, Brasseur, María
Cristina Lucca Graciela Inés López ni a Hugo Alberto Torre, no los conozco,
no tengo ninguna idea, no recuerdo a esas personas que nombran porque no
tenía ninguna relación directa con mi función en el Cuartel. Finalmente
agrega que la función de Educación Física, es una función docente por
excelencia, en el cual todo el esfuerzo diario del hombre era para supervisar
toda la actividad física, deportiva y recreativa de la tropa, al decir tropa me
refiero a todos los oficiales y suboficiales, nada más.
HUGO MARIO MOYANO: (fs. 958/964) Se le imputó su intervención
en calidad funcional de Agente Civil del Servicio Penitenciario de Entre Ríos,
específicamente como Médico de las Unidades Penales N°1 y N°6, en los
delitos de imposición de severidades y apremios ilegales e imposición de
tormentos (art. 144 bis. Inc. 2°, 3° y último párrafo Ley 14.616 y art. 144 ter.
1er. párrafo, Ley 14.616), que se le atribuye en calidad de partícipe necesario
según se precisara al imponérsele un hecho en particular, en perjuicio de
Margarita Gloria Ramona Tarulli, perpetrados en las condiciones de modo,
tiempo y lugar oportunamente descriptas.
En su descargo, manifiesta que “primero quiere pedir la recusación
de S.S. por dos hechos, uno por los hechos recientes por no haberse
resuelto y habérseme llamado a indagatoria, lo cual fue apelado, creo que es
el art. 81 del código; y segundo quiero recusarlo, disculpe, en ocasión de mi
pedido de mi primera o segunda excarcelación no se me otorga porque yo
estoy cumpliendo una condena y yo no estoy condenado, además niego
categóricamente los hechos que se me imputan”.
GONZALO JAIME LOPEZ BELSUE: (fs. 1122/1133) se le imputó su
intervención como coautor, por haber sido a esa fecha, mes de marzo de
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quiero dejar perfectamente establecido mi total desconocimiento de leyes y
normativa que podía existir en ese momento respecto de personas que
pudieran estar vinculadas con hechos calificados de subversivos. Aclaro
también que el arresto es común para soldados, oficiales y suboficiales,
revistiendo las particulares propias del caso, para poder entender mejor
quiero expresar que el arresto para el caso de oficiales normalmente se
materializa en el domicilio particular del imputado o en alguna de las piezas
existentes en el Casino de Oficiales de la Unidad, en el caso de los
suboficiales se materializa en el calabozo del Cuartel al igual que el de los
soldados porque no existe ningún otro lugar físico que no sea en el calabozo
que existen en todas las guardias de prevención de las Unidades Militares.
Siguiendo con la explicación no considero haber realizado ninguna detención
ilegal. También quiero dejar perfectamente establecido que como Oficial
Subalterno no tenía la posibilidad de ejercer ninguna discrecionalidad para
detener, torturar o proferir cualquier clase de castigo a nadie, llámese
soldado, llámese civil, llámese suboficial, o llámese Oficial. Volviendo a las
circunstancias de la detención del Dragoneante Papetti, quiero señalar y
reiterar que la misma fue motivo de una orden verbal impartida por el Jefe de
Unidad y que materialicé en forma totalmente normal, valga la redundancia,
ya que en el Escuadrón del cual era Jefe existía un grupo de soldados
denominados aspirantes a Oficiales de Reserva (AOR) que eran ciudadanos
que tenían estudios universitarios y que por ese motivo habían sido
incorporados no con su clase original, que la finalidad perseguida con estos
soldados caracterizados era precisamente la de obtener cuadros para la
reserva, por su nivel de conocimientos, muchas de las materias que recibían
como instrucción les eran impartidas por el declarante, con lo cual quiero
poner en evidencia que tenía un trato muy frecuente con los AOR razón por
la cual el arresto de Papetti se dio en un marco de conocimiento mutuo ya
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que luego de recibida la orden, la mejor forma de ejecutarla la llevé a cabo
llamándolo a Papetti, diciéndole que me acompañara porque tenía que
hablar con él y mientras se desarrollaba esa charla dirigida en dirección a la
guardia de prevención, al llegar a proximidades de la misma le manifesté que
por una orden recibida debía alojarlo en el calabozo de la guardia de
prevención. Quiero aclarar también que él lo tomó con sorpresa por
supuesto, pero sin ofrecer ninguna resistencia. Una vez detenido,
aproximadamente en horas de la tarde, y luego de materializada recibí la
orden de confeccionar una prevención. Respecto de la prevención quiero
aclarar que es una actuación de justicia militar y como tales también existen
las de confeccionar actas, informaciones y sumarios. Los Oficiales
subalternos tenemos competencia desde el grado de Subtenientes hasta
Capitanes inclusive de realizarlas. Las actas se confeccionan para
determinar la rotura o pérdida de un elemento del Estado sin ninguna
imputación de responsabilidad para nadie, solo para dejar constancia de
dicha situación, las prevenciones se ordenan para obtener declaraciones
sobre hechos o imputaciones efectuadas, se materializan solo a través de
declaraciones que el Informante las lleva a cabo formulando preguntas que
se le ocurren por su propia iniciativa o respondiendo a cuestionarios
prefijados. En el caso particular de Papetti, la declaración que le tomé en la
guardia de prevención del regimiento se hizo sobre la base de un
cuestionario que me fuera entregado por el Grupo Operaciones de la Unidad
donde constaba en una serie de preguntas que escapaban a mi
conocimiento anterior, máxime teniendo en cuenta que ésta era
prácticamente la primer circunstancia en la cual preguntaba sobre hechos
tildados de carácter subversivo. Como Oficial subalterno ya estaba en mi
noveno año y las actuaciones de justicia militar eran moneda corriente en el
Ejército. También quiero expresar que en el año 1973 a 1975 inclusive
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estuve destinado en el Regimiento de Granaderos a Caballos General San
Martín, Unidad de custodia del Presidente de la Nación y de Ceremonial, con
esto quiero significar que hasta el año 1977 jamás había tenido que
intervenir en una actuación de justicia militar vinculada con hechos como los
que se me imputan. Las informaciones son más complicadas, requieren un
tratamiento mucho más profundo y normalmente se realizan para determinar
responsabilidades, los sumarios sólo son ejecutados por Auditores Militares
que poseen conocimientos legales que normalmente desconocen los
Suboficiales Subalternos. Quiero destacar también, que al momento de la
detención de Papetti no tenía en mi poder ningún antecedente sobre hechos
delictivos que pudieran serle imputados, máxime teniendo en cuenta que
como Jefe de Escuadrón fui el responsable de proponerlo para el grado de
Dragoneante, lo cual era la máxima distinción que se le otorga en el Ejército
Argentino a los soldados, si así lo hice fue precisamente por las condiciones
profesionales y humanas que vi en Papetti. También quiero dejar señalado
que le tomé una segunda declaración ampliatoria en la guardia de
prevención con motivo de habérsele encontrado en su equipo
documentación aparentemente comprometedora y que esa información
provino del Grupo de Inteligencia de la Unidad, también quiero dejar
perfectamente asentado que en ningún momento ejercí ningún tipo de
coerción ni violencia, ni malos tratos en la persona del Dragoneante Papetti.
Esta fue mi actuación respecto del mencionado Dragoneante. Con respecto
a Ramírez, le tomé declaración sobre la base de un formulario que me fuera
entregado también por el Grupo de Operaciones y que la misma se realizó
en la Unidad Penal de Concordia, que en la misma toma de declaración no
ejercí ningún tipo de violencia, maltrato o violencia física, y que el mismo
firmó el acta al término de la misma. También dejo constancia que no
participé de su detención ya que solo le tomé declaración conforme a lo
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expresado precedentemente. Respecto de los hechos que me fueron leídos
como prueba no logro entender como si mientras era torturado y se le
levantó la capucha, situación ésta que le permitió reconocer a Papetti, no
pudo reconocer a ninguno de quienes participaban en esas torturas y malos
tratos citados por Ramírez. Asimismo, desconozco las circunstancias en las
cuales se produjo su traslado a Paraná como asimismo todo lo relacionado
con su estadía en dicha ciudad. Quiero poner especial énfasis en señalar en
forma expresa que mi único contacto con Ramírez se limitó a tomarle
declaración en las condiciones que describí anteriormente. En lo que hace a
Ayala, dejo expresa constancia que mi participación se limitó a tomarle
también declaración en la Unidad Penal citada, que durante la misma no se
ejerció ningún tipo de violencia o maltrato y sobre la base de un cuestionario
que me fuera entregado por Operaciones de la Unidad. Coincido con Ayala
en cuanto a su mención referida a que cuando fue interrogado lo hizo ante
un personal uniformado, no pudiendo precisar si se refería en particular a mí
toma de declaración en su persona y eso es así porque todas las
declaraciones que tomé y fueron objeto de la prevención a la que se hace
mención, rescato que no tenía nada para esconder y que estaba
absolutamente convencido de que lo que estaba haciendo era totalmente
correcto ajustado a la normativa militar vigente y que venía realizando desde
mi egreso como Subteniente. Por último, quiero dejar asentado que estos
hechos relacionados con actividades referidas a temas subversivos
constituyen un algo totalmente casual y anormal durante mi desempeño
como Jefe de Escuadrón ya que el centro de gravedad de mis funciones
como tal en esos momentos estaba totalmente centrado en la baja e
incorporación e instrucción de la nueva clase militar. Por último, quiero dejar
también expresa constancia que jamás oculté mi participación en estos
hechos ya que los mismos quedaron perfectamente documentados y que
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estoy convencido de que mi actuación no revestía ningún tipo de ilegalidad y
que siempre estuve viviendo en mí mismo domicilio de la calle Scalabrini
Ortiz. Me faltó agregar con respecto al traslado y fuga del Dragoneante
Papetti que con motivo del mismo también tuve que diligenciar actuaciones
de justicia militar en la persona de quienes fueron responsables de su
traslado y fuga. Agrega que cuando manifestó que todas las declaraciones
que tomaba entendía hacer lo correcto, era porque siempre me habían
enseñado que debía tener en cuenta y porque no conocía otra normativa que
pudiera contraponerse con la que estaba llevando a cabo, no tenía otro
parámetro para juzgar. Yo lo que hice fue a arrestar y tomar declaración que
era lo normal, a mí me dicen tome declaración y yo tomo declaración que
riesgo hay en eso, estaba dentro de las órdenes normales que recibían los
oficiales subalternos. Refiere que durante las declaraciones que tomaba,
respecto a quien me acompañaba, debo decir que se dieron distintas
circunstancias, en el caso de Papetti le tomé declaración yo solo en la
guardia, escribiendo de puño y letra las respuestas y después me dirigí al
Escuadrón y con un suboficial escribiente las pasé en limpio dado que yo en
ese momento no sabía escribir a máquina y toda vez que debía realizar un
trabajo escrito sea de la índole que fuera, recurría a personal que supiera
escribir a máquina. En el caso de las declaraciones en las personad de
Ramírez y Ayala conté con el apoyo de un escribiente y de la máquina de
escribir que me fueron proporcionados por dicho elemento –Unidad Penal.
Cree que las dos veces en que tomó declaración a Papetti lo hizo en de
puño y letra. Agrega que a Papetti le fueron encontrados documentos
comprometedores, era una especie de dibujo o croquis que aparentaba ser
de un establecimiento, no puedo precisar mayores detalles porque de la vista
del mismo no me surgía ningún dato concreto, por eso solo me limité a
preguntarle si era el autor y no sé si algún dato específico que me diera de
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su parte para aclararme a qué estaba referido. El Grupo de Operaciones del
Regimiento estaba a cargo del Mayor Orieta porque era el único oficial de
Estado Mayor más antiguo después del Jefe de Unidad. No recuerdo si tenía
algún Oficial Auxiliar pero sí que todo el resto de los integrantes del grupo
eran Suboficiales, había más de dos suboficiales porque era un área
importante pero no recuerdo quienes eran. Aclara que durante toda mi
carrera militar pude haber recibido órdenes que no compartiera pero que en
modo alguno esas órdenes merecían el calificativo de ilegales, sino que en el
mejor de los casos podían ser cuestionadas desde el punto de vista
reglamentario, jamás se hablaba de órdenes ilegales en la fuerza, o yo
escuché hablar de órdenes ilegales, las órdenes repito podían ser
reglamentarias o antirreglamentarias. Siempre consideré reglamentario lo
que estaba escrito en los reglamentos militares y antirreglamentarios algo
que si bien estaba contemplado en los reglamentos militares no se llevaba a
cabo conforme a lo escrito. Reconoce la declaración de detenido de Rogelio
Ramón Ayala, que le es exhibida en este acto, obrante a fs. 40/43 obrantes
en el Expte. 6 V 7 0250 (N° 11229) Consejo de Guerra Especial Estable N°1
de la Subzona de Defensa Paraná, también reconoce la declaración de
detenido de Jorge Emilio Papetti, que le es exhibida en este acto, obrante a
fs. 44/48 del mismo expte. Como así también la declaración de detenido de
Jorge Martín Ramírez, que le es exhibida en este acto, obrante a fs. 49/50.
No reconoce la documental obrante a fs. 39 del expte. mencionado ni
recuerda haber tomado conocimiento de ese documento. Respecto de
Papetti recibí la orden verbal a los efectos de interrogarlo y también recibí los
cuestionarios con las preguntas que debía formularle. Respecto de las
constancias de fs. 29 explica que la palabra TIRSEIS significa Regimiento de
Tiradores Blindados 6, o sea la denominación de la Unidad que envía el
mensaje, y Concordia significa la ubicación geográfica de dicho Regimiento,
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y que ESMABRIDOS significa Comando de la Brigada II y PARANÁ el lugar
de asiento geográfico, esto significa que una Unidad le envía un mensaje al
Escalón superior, del Regimiento a la Brigada de la cual depende, eso está
en la orgánica del Ejército y es que ese regimiento dependía de esa Brigada.
Dicho mensaje militar se refiere a lo que está pasando en Concordia con
respecto a un tal Tito atento a lo ordenado por el expte. que se menciona en
el mismo, que no sé quién generó este expte. pero que este expediente debe
hacer alusión a algo relacionado con Tito que se estaba diligenciando en
TIRSEIS y que debía ser informado al Escalón superior. Agrega que durante
la detención de Papetti en el calabozo del regimiento éste se encontraba en
buenas condiciones y las condiciones del calabozo eran las que el Jefe de
Unidad consideraba válidas para concretar dicho arresto, era un cuarto en el
cual uno podía estar alojado de acuerdo a la normativa militar, todos los
calabozos de los Regimiento son todos iguales. Se enteró que Papetti fue
trasladado cuando se me ordenó interrogar a los integrantes encargados de
su traslado con motivo de que informaron que se les había escapado. El Jefe
de la comisión del traslado era el Teniente Primero Aleman y dos
suboficiales, uno de los cuales recuerdo que era un suboficial de apellido
Galeano ya que durante mi gestión como Logístico revistó a mis órdenes, del
otro no me acuerdo. La orden la tiene que haber dado el Jefe del
Regimiento, el Teniente Coronel Dasso. En relación a la fuga de Papetti me
enteré concretamente porque se me ordenó tomar declaraciones a los
integrantes de la comisión, independientemente que la noticia era
comentada en la Unidad. Respecto de la infracción que había cometido
Papetti para ser arrestado no lo puedo precisar, ya que la orden me fue dada
con la sola mención a que estaba vinculado con actividades subversivas y no
puedo determinar si estábamos hablando de delito o no, simplemente de que
dada la situación que se estaba viviendo en el país no resultaba extraño que
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por una cuestión subversiva alguien pudiera ser detenido. Tampoco recuerda
si le informó a Papetti los motivos de tal medida, sí que veníamos hablando
de cualquier cosa pero mientras nos encaminábamos a la guardia y ya en
proximidades de la misma le dije que iba a quedar arrestado en el calabozo.
Agrega que la orden de detención de Papetti le fue emitida a él en forma
verbal y ese procedimiento era ajustado a la normativa militar, ya que
después recibí un formulario con preguntas que avalaban dicha orden de
arresto. La orden de labrar actuaciones de justicia militar me la dio el Jefe de
Regimiento y la misma fue en forma verbal. Respecto del Grupo de
Inteligencia que le manifestó que habían encontrado la documentación
comprometedora en el equipo del soldado Papetti era integrado por el
Teniente Primero Echeverría, no recuerdo precisamente si como Auxiliar
estaba también el Teniente Primero Aleman, y suboficiales. Desconoce que
la requisa de las pertenencias del soldado Papetti se hizo en base a alguna
orden escrita, sí se hizo en función de una orden escrita, recuerdo que me
ordenaron ampliar la declaración de Papetti como consecuencia de lo
encontrado en la requisa. Desconozco quienes intervinieron en las
detenciones de Jorge Martín Ramírez y Ramón Rogelio Ayala, y no sé por
orden de quien fueron detenidos, solo me enteré de su detención por las
actuaciones que tuve que labrar. En relación a los hechos que se le atribuían
a Ramírez y a Ayala me enteré del contenido de esas declaraciones durante
el desarrollo de las mismas ya que estaban referidas a temas y personas
supuestamente relacionadas con la subversión. Respecto del traslado de
Papetti no tuve conocimiento, como no había pasado nunca era la primera
vez que tenía conocimiento de que se efectuaban traslados relacionados con
temas de orden subversivo. Acerca de la presente causa tuve conocimiento
en el año 1985 cuando fui interrogado por un juez de instrucción militar sobre
el particular, cuando la causa estuvo en Concepción del Uruguay designé
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abogado previendo que la misma podía ser objeto de algún requerimiento
posterior, desde la designación de abogado siempre viví en el departamento
que poseo en la calle Scalabrini Ortíz 2783, 6to. 26, máxime teniendo en
cuenta que ya me encontraba retirado y radicado definitivamente en Buenos
Aires donde reside el grueso de mi familia. Siempre estuve a disposición de
la justicia, pero sólo recientemente fui requerido por la misma. Retomando el
tema de Papetti desconozco si la comisión que tuvo a cargo el traslado
mereció alguna sanción”.
Asimismo, a fs. 6621/6623 obra glosada acta labrada en ocasión de
llevarse a cabo la audiencia de visu en la ciudad de Buenos Aires, ocasión
en la que manifestó: “en principio ratifico lo que dije en mi declaración
indagatoria, declaré y acepté las preguntas porque no veía que hubiese
ningún problema relacionado con las cosas que se me imputaban. No
obstante ello han pasado ya 7 años de esa oportunidad y en ese ínterin he
tenido acceso a todas las declaraciones que fueron formuladas durante la
instrucción de la causa y dicho esto me gustaría hacer algunos comentarios
relacionados con la declaración del señor Ramón Rogelio Ayala que
considero que no han sido adecuadamente interpretadas y volcada en la
declaración indagatoria ya que el dicente de acuerdo a las dos
declaraciones que son mencionadas para justificar la imputación que está
incluida en mi declaración indagatoria no se condicen con lo que dijo con el
denunciante, por eso sobre el particular me interesa poner en su
conocimiento cuales son las discrepancias que existen. Esas discrepancias
están claras en las declaraciones del Señor Ayala, la primera la que formula
el 1/04/87 ante la Cámara de Apelaciones de Paraná, ya que ante la
pregunta para que diga las circunstancias que recuerda relacionada con la
causa, en especial referidas a Jorge Papetti, contesta que fue introducido en
el baúl de un automóvil y estaba vendado y esposado durante el viaje, que
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cree que el traslado comenzó en Concordia, donde había sido detenido unos
tres días antes del hecho que relata, en ese momento desconocía el destino
y aclara que el viaje fue largo pero sin poder precisar cuánto tiempo
demandó, luego dice que fue bajado del automóvil vendado y esposado a
una pieza muy pequeña en la que estuvo por tres días esposado y con
vendas no pudiendo determinar el lugar, pero sí que se trataba de un
Regimiento porque más adelante pudo ver desplazamientos de personas
con uniforme militar. La discrepancia que quiero resaltar es que esta pieza
donde fue alojado luego del viaje fue en Paraná, porque el viaje culminó en
Paraná, la discrepancia radica en que la denuncia que me hacen saber en la
indagatoria es que este hecho fue realizado en Concordia, que esa pieza
estaba en Concordia, porque en el acta de indagatoria dicen que cuando lo
detienen lo llevan al Regimiento donde también había sido llevado Ramírez.
Entiendo que la pieza en la que realmente estuvo detenido no fue en
Concordia sino en Paraná, lo cual queda aún más claro en la declaración de
Ayala que formula en Concepción del Uruguay ante el juez Federal Quadrini
el 5/03/07, en ella consta que fue detenido el 15/03/77 y llevado a la cárcel
de Concordia, no al Regimiento, ahí lo dejan en la cárcel, después que
estuviera tres días en la cárcel de Concordia lo llevan a Paraná, que en
Paraná estuvo un mes desaparecido, lo torturaban todas las noches hasta
perder el conocimiento, después lo reconocen y lo pasan a la cárcel de
Paraná . Que lo tenían desaparecido en los calabozos del Regimiento, esto
es sin tener registro de su detención. Que los elementos que surgen de las
declaraciones prestadas por Ayala demuestran que estaba en un lugar y no
en otro, en síntesis, lo que quiero destacar es que de las declaraciones
prestadas por Ayala surge que fue detenido en la calle y llevado a la cárcel
de Concordia y no al Regimiento, Ayala también expresa que durante los
tres días que estuvo en la cárcel de Concordia no salió de allí. La
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discrepancia me lleva a concluir que Ayala no estuvo presente en el lugar en
que Ramírez refiere que fue torturado ya que Ramírez cuando habla de eso
dice que estaba Papetti y también estaba Ayala, de Papetti manifiesta que
solo supo lo que le leyeron en el Consejo de Guerra. Ayala al ser preguntado
si fue torturado mientras estuvo detenido en Concordia, y en tal caso, en qué
lugar, contesta que no fue torturado, la discrepancia es que no fue al
Regimiento y Ramírez dice que sí. Ayala dice que fue torturado en Paraná.
El 19/03/77 le tomé declaración a Papetti y estaba en el calabozo y en
perfecto estado de salud, no noté que estuviera con todas esas cosas que
dijo Ramírez, yo lo que vi es eso. Acá estamos buscando la verdad y yo
estoy diciendo lo que me tocó vivir, no sé si lo torturaron allá al señor
Ramírez. Esas torturas denunciadas por Ramírez ocurrieron después que
hayan declarado Ayala el 15 de marzo y Papetti que declaró el 16 de marzo,
yo después lo veo el 19 normal entonces me llama a pensar hasta donde es
cierto lo que dijo Ramírez. Esta declaración de Ayala también es
mencionada en la sentencia de la causa Harguindeguy y dice lo mismo que
he referido. Quiero dejar en claro que yo no participé en la detención de
Ayala, hay elementos obrantes en la causa que dicen quien lo detuvo.
Cuando yo lo interrogo a Ayala lo hago con un formulario que me dan del
grupo Operaciones del Regimiento, que es un formulario predeterminado, y
me dicen que concurra al Penal de Concordia y que contesten esas
preguntas, eso lo dije en mi indagatoria, en ningún momento Ayala hace
mención a Papetti. Ahora quiero hacer algunas aclaraciones con respecto a
Papetti, que son las imputaciones que yo recibo por la detención de Papetti
en el calabozo y por las declaraciones que me ordenan que tome en la
persona de Papetti, Ayala y Ramírez. Acá quiero aclarar que esas órdenes
que me dieron en modo alguno me dieron a sospechar que se estuviera
cometiendo alguna irregularidad con respecto a lo que estaba haciendo, o
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que fueran ilegales, Ya que yo a las ordenes las recibo del jefe de
Regimiento en forma verbal sin poder discernir si eran incorrectas o ilegales
porque a mi entender se ajustaban a la normativa vigente en la fuerza en ese
momento, máxime teniendo en cuenta que el país se encontraba en estado
de sitio desde noviembre de 1974 según lo dispuesto por la Presidenta
Isabel Martínez de Perón y convalidado por el Presidente Luder en el
Interinato que tuvo cuando ella no estuvo a cargo del Poder Ejecutivo, con
esto quiero reflejar que para mí las ordenes eran totalmente correctas y
lícitas y lo que me enseñaron desde que entre al Colegio Militar y durante los
nueve años como oficial que llevaba hasta ese momento, dentro de la
escala de jerarquías que son 10, yo estaba en la tercera. Una vez que
Papetti fue llevado a la sala de guardia sale de mi jurisdicción y queda a
disposición de la Jefatura de Regimiento, lo que fue corroborado en la
declaración que formuló el señor Amatto que fue Asesor Jurídico del Ejercito
y también por el informe que proporcionó el Estado Mayor del Ejército que
había sido solicitado por la Defensa. Nadie de la familia de Papetti me
preguntó a mí, hasta el año 1979 que estuve allí, que es lo que había pasado
con él, siendo que había sido mi soldado. En Concordia nada fue clandestino
porque tanto los familiares de Ayala, como él lo dice en su declaración, su
novia y su madre concurrieron al día siguiente de su detención a hablar con
el jefe de Regimiento. En el caso de Ramírez quien recibe a los que lo van a
detener es su hermana y el acta de detención es firmada por la madre y la
hermana. En el caso de los tres, Ayala, Ramírez y Papetti, los familiares
fueron al Regimiento a preguntar qué pasaba con ellos. Yo en ningún
momento los tuve bajo mi guarda, Papetti pasó a depender de la guardia a
través de la Jefatura de Regimiento y Ayala y Ramírez dependían del jefe del
Penal de Concordia, sobre los cuales yo no tenía ninguna injerencia. Nunca
recibí una orden que violentase mi conciencia o que estuviese cometiendo
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algo ilícito o como quiera llamarse, no iba firmar un acta que creeía que fuera
incorrecta. Lo otro que considero relevante es la diferenciación que se puso
al grado de participación que tuvo Quintana y que tuve yo, yo me pasé seis
años en prisión preventiva y Quintana siempre estuvo libre. En ningún
momento torturé a los que le tomé declaración. El otro tema es el
relacionado con mi salud, de cómo me afectó, en el camino dejé mi riñón
izquierdo, estoy sometido a un régimen de comida a raíz de eso, estoy
sometido a todos los controles, sumado a la parte cardiológica y oncológica.
Nada más”.
NALDO MIGUEL DASSO: (fs. 1315/1329) se le imputó su
intervención en calidad de autor mediato, por haber sido a esa fecha, mes de
marzo de 1977, con jerarquía Teniente Coronel del Ejército, Jefe del
Regimiento de Tiradores Blindados 6 “Blandengues” de la ciudad de
Concordia, Provincia de Entre Ríos, y en tal carácter dispuso la detención de
Ramón Rogelio Ayala, Jorge Martín Ramírez y Jorge Emilio Papetti y sus
posteriores interrogatorios para investigar presuntas infracciones a la Ley
21.461 en las modalidades detalladas oportunamente, hechos que se
calificaron como privación ilegítima de la libertad agravada por la especial
calidad de funcionario público en abuso de funciones, según las precisiones
apuntadas supra, imposición de vejaciones, severidades y/o apremios
ilegales e imposición de tormentos conforme artículos 144 bis inc. 1°, 2°, 3°
y último párrafo y artículo 144 ter, primer párrafo –Ley 14.616todos del
Código Penal, en calidad de autor mediato art. 45 C.P, en concurso real en
(3) tres hechos, todo conforme art. 55 del Código Penal de la Nación.
En su descargo manifestó: “yo voy a hacer una declaración sin
aceptar preguntas y solicito poder cotejar una ayuda memoria de fechas y
normas a fin de no incurrir en errores. Agrega que efectivamente no
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responderé preguntas y el motivo de ello es que tengo una sentencia que
está comprendido en el concepto de Cosa Juzgada, el juicio que está en
este caso está dentro de la Cosa Juzgada y no se puede perseguir a una
persona más de una vez, por otro lado dado el tiempo transcurrido, 35 años,
y que tengo 81 años de edad y pese a los achaques que tengo las neuronas
me funciona bien, pero no quiero exponerme ante una pregunta a contestar
algo que no se ajuste a la veracidad de lo que ocurrió en esos años. No
obstante ello creo que en la exposición que voy a hacer voy a tocar con la
mayor amplitud y objetividad, producto de las vivencias, producto de lo que
sé y ocurrió y tratando de respaldar lo que digo, voy a tratar de hacerlo así
voy a hacer una descripción inicial de una cantidad de hechos y decretos
que ocurrieron a partir de 1973 a partir que asume como Presiente Cámpora
hasta 1976 que tuvieron una importancia superlativa en los acontecimientos
que acontecieron con posterioridad, sobre eso me voy a explayar. Al finalizar
hago unas reflexiones finales que tienen relación con los tres hechos
imputados en esta ocasión. Refiere que el 6 de septiembre de 1973 durante
la presidencia del Dr. Lastiri que sucede a la Presidencia del Dr. Cámpora
que duró 49 días, como consecuencia de la ya gran convulsión que existía
en el país, se produce ese día el ataque al Comando por parte del ERP, al
Comando de Sanidad del Ejército Argentino, ese episodio se produce como
consecuencia de la entrega que hace de la Unidad el soldado Invernisi que
pertenecía a ese Unidad y que provoca que el Regimiento de Infantería 1
Patricios concurra al lugar para neutralizar el ataque, en esa circunstancia
muere el Segundo Jefe del Regimiento de Patricios, el 23 de septiembre, es
decir menos de 20 días después, siempre bajo la presidencia de Lastiri, el
Poder Ejecutivo por Decreto 1454 declara fuera de la Ley al ERP Ejército
Revolucionario del Pueblo, esto ya está dando una idea de lo que estaba
ocurriendo en el país, tener que declarar fuera de la ley a una de las
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organizaciones que con el tiempo se constituyó en una de las más
poderosas que atacaron a la república. Dos días después de haber sido
declarada fuera de la ley, la Organización Montoneros dio muerte al
Secretario General de la CGT, Sr. Ignacio Rucci, hecho que hoy ha cobrado
mucha actualidad en razón de que un amplio espectro de la dirigencia está
reclamando que ese crimen sea declarado de Lesa Humanidad. El 19 de
enero de 1974 había sido declarado fuera de la ley el ERP, estaban siendo
atacadas las Unidades Militares, y acontecían muchos hechos terroristas en
el país, siendo oportuno recordar en este momento que la Cámara que juzgó
a los Ex Comandantes en el 2003 reconoció que entre el 25 de mayo de
1973 y el 24 de marzo de 1976 se produjeron más de 26000 actos
terroristas, entre los que figuraron asesinatos de militares, de policías, de
gremialistas, de intelectuales, de niños, secuestros por cifras varias veces
millonarias en dólares, ataques a farmacias para obtener drogas, ataques a
imprentas para obtener elementos para falsificar documentos y otros que ya
no recuerdo. Vuelvo al 19 de enero de 1974 ya con la presidencia del
General Perón que había asumido la presidencia de la Nación el 12 de
octubre de 1973 con el 68 por ciento de los votos, con lo cual pareciera
oportuno preguntarse a esta altura cual era la finalidad de los objetivos de la
guerrilla, si era que se luchaba por la democracia, o por el retorno del
peronismo, o por algún otro objetivo. El 19 de enero de 1974 el ERP ya
declarado fuera de la ley ataca una de las guarniciones más poderosas del
Ejército Argentino, la Guarnición de Azul, donde tenían asiento el Regimiento
10 de Tanques y el Grupo de Artillería Blindado 2. En ese episodio me tocó
participar personalmente porque estaba destinado en el Comando de la
Brigada Blindada 1, con asiento en Tandil de donde dependía la Guarnición
Militar de Azul. Pude ver entonces el lugar donde la guerrilla degolló al
soldado González, que estaba como centinela en el puesto más alejado de
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la guardia y que fue quien dio la voz de alarma, también vi la casa a unos
dos kilómetros del límite del Cuartel que alquiló la Organización ERP, vacía,
donde se cambiaron en la noche, se drogaron, porque quedaron todas las
ampollas de las drogas en el piso y posteriormente se lanzaron al ataque. En
ese ataque fue asesinado también el Jefe del Regimiento de Tanques 10,
Coronel Gay en el momento en que cruzaba el puente que separaba el
predio de la casa en donde vivía con su familia y las instalaciones del
Regimiento, también murió asesinada su esposa, muerta frente a sus hijos,
uno de los cuales se suicidó a los pocos años, también llevaron como rehén
al Jefe del Grupo de Artillería 2, Teniente Coronel Ivarzabal a quien
mantuvieron preso aproximadamente durante un año en una cárcel del
pueblo y cuando lo trasladaban a otro lugar al tener un encuentro con las
fuerzas legales lo mataron antes de entregarlo. Luego de este episodio que
conmovió mucho al país, el Presidente General Perón citó a sesiones
extraordinarias al Congreso, y el Congreso en esas circunstancias restablece
una serie de leyes derogadas por el gobierno del Dr. Cámpora cuando
asumió el 25 de mayo de 1973, eran leyes que regulaban el juzgamiento de
este tipo de hechos. El 28 de abril, un mes después de esto que acabo de
mencionar, es asesinado el juez Quiroga, que formaba parte de la Cámara
Federal Penal que se formó en el año 1971 durante el gobierno de facto del
General Lanusse para intentar combatir la agresión que estaba sufriendo el
país por parte de la guerrilla en términos absolutamente jurídicos, después
de la muerte del Dr. Quiroga, el resto de los integrantes de esa Cámara a la
que me referí anteriormente, que eran nueve, fueron amenazados y
obligados a exilarse, así fue como la guerrilla trató a los jueces que los
juzgaron en un juicio justo, no porque lo diga yo, sino porque así lo
reconocieron los foros internacionales que evaluaron el accionar de aquella
Cámara como un proyecto superador al que había presentado España para
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combatir a la ETA y al que había empleado Italia para terminar con las
Brigadas Rojas. Esa Cámara, entre el 25 de mayo de 1973 al 24 de marzo
de 1976 llevó adelante más de nueve mil causas, a través de las cuales se
procesaron a dos mil guerrilleros, de los cuales seiscientos fueron
condenados, cinco de ellos a prisión perpetua, el cuarenta por ciento quedó
en libertad y el resto quedó a la espera de juicio y sentencia. Esa Cámara
tuvo como característica que tuvo independencia absoluta y total respecto a
lo que determinaba el Código de Justicia Militar, y también determinaba que
tenía jurisdicción en todo el territorio de la república para tratar el tema de la
guerrilla. El 10 de agosto de 1974 se produjeron dos ataques a unidades
militares en el mismo día, uno al Regimiento 27 de Infantería en Catamarca,
participaron 80 guerrilleros y al ser detectados por la policía provincial
huyeron y se frustró el ataque, el otro fue a la Fábrica Militar de Armas
ubicada en Villa María Córdoba, ese ataque se produjo un sábado a la noche
en circunstancias en que se desarrollaba una reunión social en el casino de
oficiales y ahí fue tomado prisionero el subdirector que era el Mayor
Ingeniero Militar, Argentino Del Valle Larrabure, de quien soy compañero de
promoción, que padeció un año y medio en una cárcel del pueblo y fue
finalmente ahorcado después de haber sido quemado en casi todas las
partes de su cuerpo, y arrojado en un baldío, también dejaron por muerto,
esposado y tirado en el camino a un Mayor de apellido García, con diez
impactos de bala y quemaduras en su cuerpo, murió un cabo de la policía
provincial y tres soldados fueron heridos en combate, se llevaron de ese
lugar, por ser una fábrica militar, muchas armas, pesadas y livianas. Ese
episodio fue posible mercede a la entrega que hizo de uno de los puestos de
guardia un soldado de apellido Petigiani. Me voy a referir a un hecho que
considero de consecuencias superlativas, es el decreto que dicta el gobierno
de la señora de Perón que es el Decreto 1368 por el cual declara el estado
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de sitio en todo el territorio, hago referencia a un Considerando del mismo
que considero de suma importancia en el que se hace referencia a la
circunstancias que estaban ocurriendo en el país que se agravan con las
amenazas dirigidas “…contra niños en edad escolar…”, esto fue el 24/11/74
se declara el estado de sitio en el país. El 19/04/75 se produce el ataque al
Batallón de Arsenales 121 Fray Luis Beltrán en San Lorenzo, pcia. de Santa
Fe, participan setenta terroristas, robaron ciento cuarenta fusiles y armas de
mano y también acá se produce la entrega por parte de un soldado, que
resultó ser el entregado el soldado Stanley, acá viene otro decreto del
06/09/75 donde el gobierno de la señora de Perón declara fuera de la ley a
Montoneros por el decreto 2452, en cuyo artículo primero “prohíbese el
proselitismo, adoctrinamiento, difusión, requerimiento de ayuda para su
sostenimiento y cualquier otra actividad que efectúe para lograr sus fines el
grupo subversivo autodenominado Montoneros, ya sea que actúe bajo esa
denominación o bajo cualquier otra que la sustituya”. Suscriben este decreto
la Señora de Perón, que vive, el Coronel Damasco, fallecido, el Dr. Garrido,
fallecido, el Dr. Emerit, fallecido, el Dr. Corvalán Nanclares, fallecido y los
Dres. Arrighi y Ruckauf, que viven. Paso ahora al 18/08/75 a mencionar un
hecho que tuvo mucha repercusión acá en la zona entrerriana, se trató del
asesinato del capitán Keller que era entrerriano, quien es asesinado porque
un soldado de apellido Crañasqui permite la entrada en el polígono de Tiro
Federal en Buenos Aires a un grupo de guerrilleros vestidos con uniformes
del Ejército y cuando el Capitán se presenta a dar las novedades lo
acribillan. Pasamos al 1° de octubre de 1975, el país seguía en llamas y el
Dr. Luder a cargo del poder ejecutivo como consecuencia de una
indisposición de la señora presidente, prorroga sine die el estado de sitio,
estado de sitio que jamás fue objetado por el Congreso Constitucional hasta
marzo de 1976 y que continuó en vigencia hasta octubre de 1983 en que fue
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levantado. El 5 de octubre hay otro episodio que marcaron esa época que se
denominó el Operativo Primicia, cuando Montoneros que había sido
declarado ya fuera de la ley ataca el Regimiento 29 de Infantería de
Formosa, sobre la base también de la entrega también de un soldado que
permite el ingreso de los guerrilleros a un puesto de guardia desde donde a
partir de allí penetran, el soldado era de apellido Mayol que muere en el
combate. En ese ataque mueren doce efectivos del Ejército, de los cuales
seis eran soldados que se estaban bañando en la tórrida siesta formoseña.
Menciona ahora que el 3 de diciembre de 1975, estamos llegando al final del
año en que la guerrilla tuvo la mayor virulencia en la Argentina. El 3 de
diciembre se produce el asesinato del General Cáceres Monié y su esposa
en un lugar muy próximo a esta ciudad de Paraná. Por los comentarios que
he recogido sé que es un episodio que caló fuerte en la comunidad
paranaense, sobre todo por la crueldad que se tuvo con la señora del
general cuyos detalles voy a omitir por razones de prudencia. Ya al terminar
el año 1975 se produce la operación de guerrilla urbana más importante que
fue el 23/12/75 con el ataque al Batallón de Arsenales “Viejo Bueno” donde
participaron doscientos guerrilleros y que fue neutralizado en parte porque
había información sobre la posibilidad que se realizara ese ataque. Hasta
aquí lo que he mencionado es historia pura y está todo absolutamente
documentado y digo como conclusión que los dos decretos referidos al
estado de sitio, uno en el año 1974 declarándolo y otro en el 75
prorrogándolo sine die acreditan que el gobierno constitucional conceptuó
imprescindible la suspensión de las garantías constitucionales ante el
gravísimo estado de conmoción interior que sus considerandos expresan.
Por otra parte los decretos que declararon fuera de la ley a las
organizaciones ERP y Montoneros acreditan que ambas bandas armadas
habían superado con su accionar toda idea del mero accionar político
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opositor, para incurrir en el delito constitucional de sedición establecido en el
art. 22 de la Constitución Nacional. Por otra parte, las vinculaciones
internacionales de aquellas bandas con la Unión de Republicas Socialistas –
URSS, con Cuba y la OLP, las dejaba también comprendidas en el delito
constitucional de traición contra la Nación, contemplada entonces en el art.
103 antes de la reforma de la Constitución y ahora en el art. 119. Paso ahora
a referirme a cada uno de los hechos que se me imputan: digo que esta
investigación se inicia con un expediente emitido por el Comando de la
Brigada II del cual dependía la Unidad bajo mi mando en el que figuraban
tres personas como presuntos integrantes de una célula subversiva,
ordenando que se profundizara la investigación y se procediera a su
posterior detención. Debo decir que fue una novedad muy fuerte para mí por
cuanto incluía a un soldado que pertenecía a mi Regimiento y sobre el cual
no había ningún antecedente negativo, siendo por el contrario, o mejor dicho
habiendo sido, propuesto para su ascenso para Dragoneante y debo decir
también que tampoco existían antecedentes negativos que fueran de mi
conocimiento sobre las otras dos personas; sin embargo la orden estaba
impartida y había que cumplirla tal como nos inculcaron a todos los que nos
formamos en el Ejército Argentino, como es mi caso. Como consecuencia de
eso lo llamé al Mayor Orieta que era el Oficial de Operaciones de la Unidad.
En un regimiento el orden de mando es el siguiente, primero el Jefe de
Regimiento, luego el Segundo Jefe, Oficial de Operaciones y así
sucesivamente por orden de antigüedad. Yo había delegado todo lo
relacionado con la guerra contra la subversión al Mayor Orieta; aclaro
algunas cosas, cuando digo delegar, delego mi autoridad y no mi
responsabilidad, la responsabilidad un jefe no la delega nunca. Al Mayor
Orieta para que junto con los jefes de las fuerzas que yo tenía bajo mi control
operacional procedieran a la tarea de recoger la información para dar
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cumplimiento a la orden que venía del Comando de Brigada. Trascurrido
cierto tiempo que no puedo precisar con exactitud se me informó que los
indicios señalados desde Paraná tenían mucha probabilidad de concretarse
y que en consecuencia las tres personas estarían incursos en el decreto
3452 del 06/09/75, con lo cual ordené que se pusiere en práctica las
detenciones previstas previamente ordenadas. Quiero aclarar que me van a
escuchar con frecuencia referirme “previo informar al Comando de Brigada” y
esto tiene dos razones fundamentales, primero porque la Unidad a mi mando
dependía orgánicamente de ese Comando y esto quiere decir que era el
único lugar desde el cual yo podía recibir órdenes legítimas, cualquier otra
orden que fuera impartida por otro canal yo no la consideraba legítima y no
la cumplía como me ocurrió en dos oportunidades informando de esas
situaciones al Comando de Brigada, es decir que por un lado yo dependía
del Comando de Brigada y por otro lado yo no tenía autoridad para ordenar
la detención sin previa autorización del Comando, salvo situaciones de
excepción por razones de urgencia e informando de inmediato al Comando
de la Brigada. Ordené entonces al Mayor Orieta que junto con el Jefe de la
Policía departamental coordinara las detenciones tanto de Ramírez como de
Ayala y esto fue así, con el Jefe de la Policía Departamental, porque así lo
teníamos acordado con el Jefe de la Policía Departamental por tratarse de
personal civil, y dispuse que llegado el momento la detención del
Dragoneante Papetti la realizara su Jefe de Escuadrón que era el Teniente
Primero López Belsué. Ante una pregunta que me formuló el Mayor Orieta
respecto a quien haría las actuaciones de justicia militar que estaban
ordenadas les respondí que se concentraran todas en el Teniente Primero
López Belsué, apoyándose en el grupo de Operaciones que comandaba el
Mayor Orieta. Las órdenes que estaban claramente establecidas desde el
Comando de la Brigada para estos casos eran que no bien se detenía a las
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personas debían ser llevadas o a la Jefatura de Policía o a la Unidad Penal 3
donde se les debía tomar una rápida declaración y cuanto antes, en el menor
plazo posible, trasladarlos a Paraná, al Comando de la Brigada. Para el
personal militar no existían directivas específicas, yo aprecio que eso ocurrió
porque quienes planificaron la estrategia de la guerra contra la subversión en
aquellos años en los más altos niveles, no pensaron que las Organizaciones
terroristas iban a captar a personal de la propia fuerza, como ocurrió
efectivamente, esto es una apreciación personal. Me referiré al caso de
Jorge Ramírez, empiezo por él porque en apariencia él era el que conducía
la supuesta célula de Montoneros. Yo creo que se relacionaba la actuación
de él a partir de una alta casa de estudios, no sé si estudiando o trabajando,
o ambas cosas a la vez. Fue llevado a la Unidad Penal 3, allí se le tomó
declaración y nunca debió haber pasado por ninguna instalación del
Regimiento como tampoco nunca pudo haber sido trasladado a Paraná en
un tanque de agua preparado para trasladar personas y digo esto porque un
vehículo de esa naturaleza nunca lo vi en mi vida, independientemente de
ello aprecio que es imposible que pueda pasar desapercibido para un grupo
de 500 personas como había en el Regimiento o para un grupo de personas
como existía en la Unidad Penal. Por otra parte en el único lugar donde se
menciona esto es en la declaración del propio Ramírez, se hizo en la
oportunidad el acta que estaba ordenada hacer en caso de todas las
detenciones, que estaba firmada por mí, siempre, y debía estarlo por dos
testigos que presenciaran la detención, creo que en el caso de Ramírez el
reconoce la firma y creo que eran dos familiares pero no lo recuerdo,
tampoco recuerdo quien fue el Oficial que estuvo a cargo, pero eso está en
las actuaciones que se hicieron, eso tiene que figurar. Respecto a los
familiares de Ramírez no tengo certeza de las circunstancias y las formas
pero de lo que estoy absolutamente seguros es que si fueron a hablar
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conmigo los recibí porque ese fue mi temperamento durante los dos años
que estuve a cargo del Regimiento y del Área 225, nunca jamás me negué a
una entrevista, sea quien fuere el que la hubiere pedido y mucho menos si el
problema se relacionaba con algo relativo a la subversión. El procedimiento
de Ayala fue muy similar al de Ramírez por cuanto en el expediente estaban
juntos entonces fue muy similar, yo no puedo hacer alguna precisión en
especial. De Ayala la vinculación venía a través de una militancia con la
Juventud Peronista que prácticamente era una misma palabra decir juventud
peronista y Montoneros, se hizo el acta de detención también, firmada por
mí, y no recuerdo otra cosa más, también fue derivado a la Unidad Penal,
también creo que la familia, la lógica indica que así fue, y estoy convencido
que así fue y que los recibí, a eso haré referencia más adelante. El caso
Papetti, este fue un caso distinto por cuanto se trató de un soldado del
Regimiento, no pretendo hacer una discriminación yo. Mucho pensé sobre
este caso, los antecedentes que habían en el Ejército sobre soldados que
habían sido captados por las organizaciones guerrilleras, a esa altura, marzo
del 77, no eran pocos; sin embargo opté por no hacer una relación directa
por eso sino formarme una propia opinión personal. Finalmente, como los
elementos de juicio que se me dieron me llevaron a concluir que los tres
estarían incursos en lo que disponía el decreto al cual hice referencia en
reiteradas oportunidades, ordené que el Jefe del Escuadrón procediera a su
detención y lo condujera al calabozo de la guardia de la Unidad, donde debía
tomarle declaración. Este caso lo recuerdo más y tengo presente que en un
momento dado el Mayor Orieta vino a verme al despacho y me pidió
autorización para revisar el bolso de combate del Dragoneante Papetti, todos
los soldados de la Unidad tenían en su propio cofre, en la parte superior, un
bolso con todos los elementos listos para salir ante cualquier emergencia,
ese bolso no se tocaba, no se utilizaba, estaba solamente para emergencias.
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Entonces me pidió permiso para revisarlo, lo autoricé, y no sé cuánto tiempo
después, una hora, dos horas, no lo sé, entró a mi despacho nuevamente y
me entregó dos papeles bastante arrugados, en uno figuraba un especie de
croquis a mano levantada, que observándolo con cuidado uno advertía que
eran los límites de las instalaciones del Regimiento, y en forma disimulada
había marcadas por ejemplo la entrada donde estaba la guardia, había unas
cruces donde estaban los Casinos, las salas de Armas y algunos otros
detalles que en este momento no recuerdo pero que están en las
actuaciones. En el otro papel había una serie de nombres con números al
lado que correspondían a Jefe, Oficiales, Suboficiales y a las patentes de los
vehículos que estos tenían. Con esos elementos de juicio le ordené al Mayor
que hiciera una ampliación de la declaración por parte del oficial Preventor
por parte del soldado Papetti y que se previera su inmediato traslado a
Paraná. La Comisión de traslado estuvo integrada por un Oficial y dos
Suboficiales y en un vehículo que estaba identificado con la identificación del
Ejército, pero no recuerdo que tipo, pero esto también está en las
actuaciones. De la fecha del traslado no lo tengo presente, pero debe haber
sido muy cercano a la detención porque esa era lo orden y en segundo lugar
porque era una situación incómoda para el Oficial de Guardia, para los
suboficiales, para los soldados que estaban ahí, era todo un problema. La
comisión partió en horas de la madrugada, yo no estuve pero lo sé, en la
madrugada yo recibí el llamado desde el centro de comunicaciones de la
Unidad, que estaría a unos doscientos metros del Casino donde yo vivía o
del Despacho, no recuerdo donde estaba, pero sí recuerdo que era
temprano, allí me comunico con el jefe de la comisión que me informa que
en el transcurso del viaje habían tenido un desperfecto en el motor del
vehículo, habiendo pasado ya la ciudad de Villaguay, había parado la
comisión, en ese momento el Dragoneante Papetti pide a la comisión hacer
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necesidades fisiológicas propias de su organismo, lo autoriza y lo deja cerca
de un árbol a cargo del otro suboficial, mientras él con el otro suboficial que
creo que era mecánico conductor intentan reparar el vehículo; me dice que
en un momento dado el regresaba con la camioneta con el otro suboficial,
habiendo hecho unos doscientos o trescientos metros probando el motor y lo
ve en el medio de la calle al otro suboficial haciendo señas en una actitud
muy nerviosa y que le informa que el soldado se le había escapado, que
inmediatamente los tres se lanzan al campo que era un terreno que estaba
con un alambrado, una zona con arbustos medianos, no muy espesos y en
horas de oscuridad, creo que eran las cuatro o algo así, y a poco de andar
se dan cuenta que eso iba a ser inútil y de inmediato decide irse al
Regimiento de Villaguay que es el 1 de Caballería donde había una fracción
de empleo inmediato, al igual que en todas las Unidades, que serían unos
treinta hombres, que ni bien el Jefe lo autorizó fueron al lugar, hicieron un
rastrillaje por la zona con resultados negativos y volvieron al Regimiento 1
desde donde el Oficial me estaba dando las novedades, yo le ordené que se
volvieran de inmediato al Regimiento y me vieran en mi despacho y de
inmediato informé a la Brigada del Comando lo que había ocurrido. Una vez
que llegaron al Regimiento se presentaron en mi despacho, los escuché,
escuché lo que les había pasado, les hice las preguntas que consideré
pertinentes en el momento, que no recuerdo, y aprecié que el relato era
sustentable y que podía haberle ocurrido a cualquiera, por lo cual resolví en
principio la gravedad de la falta, no tomé ninguna medida disciplinaria porque
consideré que iba a tomar la medida que correspondiera una vez que
hablara con el Comandante y le ordené al Teniente Primero López Belsué
que también hiciera las actuaciones correspondientes a este episodio para
centralizar en una persona todas las actuaciones. Pasados treinta días
posiblemente el Comandante de la Brigada hace una reunión con algunos de
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los jefes de las unidades, fue por el motivo de plan de acción cívica que ya
comenzaba en mayo, y en esas circunstancias yo tengo una aparte con el
Comandante y tratamos el tema en particular y a mí pedido, el Comandante
resolvió no poner ninguna sanción. Porqué digo a mi pedido, porque hay que
tratar de ponerse en aquellos años, por un lado había que mantener un
altísimo nivel de alarma de preparación, de alistamiento, porque
prácticamente todos los días llegaba a la Unidad un mensaje cifrado donde
se alertaba sobre la posibilidad de ataque a la Unidad por parte de las
guerrillas y esto además que se producía en el país, uno jefe del Regimiento
debía insistir con el estar alerta, sobre todo a la noche, y por otro lado
recomendar prudencia, equilibrio, con gente muy joven en general, con un
promedio de 24 o 25 años, sin experiencia, y digo sin experiencia porque
nosotros fuimos a una guerra sin buscarla y sin estar preparados para ella.
Cuando estuve de regreso en el Regimiento hice una reunión con todos los
Oficiales y Suboficiales y les informé lo que había ocurrido, en mi manera de
mandar el mantener informado a la gente fue siempre una característica
porque creo que lo que no se debe hacer es no informar porque eso da lugar
a las versiones, a las distorsiones, deformación de lo que realmente ocurrió,
y si bien es cierto, yo tenía entre oficiales y suboficiales unas 80 personas y
habrán concurrido unos cincuenta o sesenta porque muchos estaban de
servicio, el hecho de informar no corta de cuajo todo pero limita
sensiblemente las deformaciones de la realidad. Aclaro que ese mismo
temperamento lo tuve los dos años con las comunidades de Concordia y
Federal. Yo mantuve en todo momento informada, ya sea por comunicados,
por charlas informativas, por conferencias de prensa, ya sea porque iba a la
radio, ya sea porque iba a la televisión, es decir yo creo que fui la antítesis
de todo cuanto suelo leer que todo se hacía en la oscuridad, en las tinieblas,
yo nunca me escondí, anduve por todos lados y mezclado con la comunidad,
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y no encerrado en un despacho. En cuanto a los padres de Papetti también
de eso sí me acuerdo, con más detalles, porque los llamé a los padres al día
siguiente o el mismo día y ahí nomás traté de explicarles en la mejor forma
que me pareció lógico hacerlo, partiendo de la base que una situación así es
prácticamente y humanamente imposible de conformar a alguien. Fueron
momentos muy difíciles, muy sensibles, eran ya dos personas mayores, el
padre y la madre, no me creyeron, y es lógico porque ningún padre puede
creer ni entender, es decir que fui consciente que se fueron sin creerme pero
yo lo había dicho lo que realmente sabía y conocía. A partir de ese día creo
que todos los días hasta que me fui del Regimiento a fines del 77 creo que
los padres vinieron todos los días a hablar conmigo y yo los atendí cuantas
veces pude, hubo un momento que ya no podía porque tenía otras
obligaciones que atender y los hice atender por alguno de mis colaboradores
más inmediatos. Pasados los años, siendo yo Jefe de Granaderos a Caballo,
ochenta u ochenta y uno, recibí una carta de las Sra. Papetti a la que
respondí con los elementos de juicio que tenía en esos momentos, sin poder
recordar si lo hice de forma manuscrita o a máquina. Hago ahora algunas
reflexiones finales relacionadas con los hechos. Digo que en el mes de
febrero del 77 pese a que falta un mes para que se cumpliera un año del
golpe de estado el país seguía en una profunda conmoción interna producto
que la subversión no cesaba en su accionar sino que se agravaba. En
Concordia si bien se habían producido algunas detenciones y se habían
descubierto algunas células de Montoneros en el año 1976 el nivel de la
subversión era mucho menor que puntos más conflictivos como Córdoba, La
Plata, Neuquén, en Concordia no pasaba eso pero si se mantenía a muy alto
nivel el alistamiento de las Unidades Militares porque estaba así ordenado.
Fueron pocos los operativos que requirieron detenciones en Concordia,
contrariamente a lo que se dice, exceptuando las detenciones que se
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hacia el Servicio Penitenciario que estaban bajo mi control operacional y ahí
vale la pena un término, con frecuencia se dice “la Policía dependía del Jefe
del Área, el Jefe del Área era dueño de todo” la vinculación control
operacional significa cuando una fuerza es puesta bajo control operacional
de un jefe tiene doble dependencia, en este caso el Jefe de Policía
Departamental dependía del Jefe de la Policía de la Provincia de Entre Ríos
en forma orgánica y de mí bajo control operacional, que quiero decir con
esto, cuando yo me reunía con los Jefes les hacía requerimientos, yo les
decía tenemos este problema y el Jefe de Policía o de Prefectura o de
Gendarmería disponían el personal que consideraba conveniente de acuerdo
a la misión que yo les asignaba. Todas las órdenes que impartí fueron de
acuerdo a la legislación y normativas vigentes y sobre la base de órdenes
legítimas que recibí. Nunca tuve conocimiento de que hubiere una normativa
verbal y secreta, jamás, nunca interpreté que lo actuado por mí o mis
subalternos o los que estaban bajo mi control operacional formáramos parte
de un plan de persecución ilegal. Si tenemos en cuenta que estaba vigente
el estado de sitio decretado por un gobierno constitucional, que estaba en
plena ejecución el golpe de estado, que muchos de los jueces estaban en
comisión, digo que jamás imaginé que las detenciones que se hicieron
pudieran ser consideradas ilegítimas. Las causas de las detenciones, creo
que debemos partir del decreto en el cual yo hago tanto hincapié, 2452 del
06/09/75 cuando se declara fuera de la ley a Montoneros, la pregunta que
me hago es si hay que ser penalista o constitucionalidad para entender lo
que determina el artículo 1 de ese decreto. Lugares clandestinos de
detención y torturas, niego que haya existido en el Regimiento algún lugar
clandestino para detener y además torturar a personas, por otra parte, nunca
en ningún caso ordené a mis subalternos, maltratar, torturar y mucho menos
matar a persona alguna. El 24 de marzo de 1976 yo ordené la detención de
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Jefe del Área con los familiares, refiriéndome a los familiares de aquellos que
tuvieron problemas relacionados con el tema de la subversión. He
escuchado calificativos muy duros por parte de algunos testigos, y excluyo
de estos testigos a los familiares que tienen todo el derecho a hacer
cualquier tipo de manifestación de sentimientos. He escuchado algunos
testigos que han dicho que mi actitud era perversa, cruel, inhumana y hasta
patética, yo comprendo que fueron momentos muy delicados pero nunca
eludía el contacto personal con nadie y mucho menos con quienes tuvieron
problemas relacionados con la subversión, tampoco les mentí ni alenté en
ellos falsas expectativas, no soy persona de tener ese tipo de actitudes. Es
probable que a lo largo de esas charlas, en mi deseo de darles una
respuesta e inclusive de darles a conocer información que tenía por el canal
institucional y que no trascendían, como podía ser las penalidades que
tomaban las organizaciones subversivas con los miembros de su propia
organización que no cumplían sus códigos de conductas que eran muy
severos. Yo tuve una experiencia personal, en el año 73 estando destinado
en el Comando de Brigada de Caballería Blindada 1 de Tandil participé del
llamado Operativo Dorrego que se realizó en una acción conjunta entre
fuerzas del Ejército y la Juventud Peronista, dura experiencia la mía en ese
tema, ese Operativo se hizo para darle solución a la problemática surgida de
una gran inundación que hubo en la provincia de Buenos Aires, allí vi actuar
a la Juventud Peronista, y habría que haber estado allí para ver las
penalidades que se les imponía a los compañeros que no cumplían con las
órdenes que eran superiores en la escala de ellos. Quiero decir que mi
contacto con los familiares lo hice lo mejor que pude, lo mejor que supe y
que consideré mejor en esas circunstancias, que pude haberlo hecho mejor,
seguro que sí, todos nosotros todos los días podemos hacer las cosas mejor,
yo intenté a lo mejor no lo logré, en cada detención relacionada con
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actuaciones subversivas se labraba un acta rubricada por mí y dos testigos.
Nunca ordené quemar documentación alguna. La ausencia por haber
fallecido prematuramente del Mayor Orieta y del Comisario General Pedro
Campbell nos impide contar con sus declaraciones que hubiesen sido
realmente valiosas, el Mayor Orieta porque fue la persona en quién yo
delegué mi autoridad en todo lo relacionado con la guerra contra la
subversión y el Comisario General Campbell por haber sido el Jefe de la
Policía Departamental Concordia, siendo la fuerza a la que requerí mayor
colaboración para los operativos contra la subversión porque era la más
numerosa, la que tenía mejor estructura y la que estaba mejor capacitada
para llevar adelante temas junto con el Ejército y las otras fuerzas en el tema
de la lucha contra la subversión. Ambos tenían un perfil profesional muy alto
y personalidad muy definida, lo que los llevaba a expresar sus puntos de
vista desacuerdos y/o sugerencias cada vez que lo creían conveniente,
actitud que yo fomentaba y fomenté siempre porque también siempre
consideré que la superioridad de cargo no conlleva necesariamente la
superioridad profesional ni intelectual. Pongo finalmente especial énfasis en
que esto que acabo de expresar puede ser interpretado como q1ue estoy
queriendo derivar mi responsabilidad en personas que están fallecidas o en
fuerzas que estuvieron bajo mi control operacional. Digo finalmente que
siempre estuve a derecho y a disposición de la justicia, lo mismo que mis
subordinados directos”.
GUILLERMO JORGE FRANCISCO QUINTANA (fs. 2878/2883) se le
imputó su intervención, en calidad de coautor de los delitos que se le
atribuyen y que más adelante se detallarán, con referencia a cada una de las
víctimas denunciantes, por haber sido a la fecha de comisión de aquellos
hechos, esto es año 1977, con jerarquía de Teniente 1ero. de Ejército
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perteneciente al Escuadrón de Ingenieros Blindados II del Comando de
Brigada de Caballería Blindada II de Paraná, Oficial Preventor del Consejo
de Guerra Especial Estable N°1 de la Subzona de Defensa 22 Paraná, para
investigar presuntas infracciones a la ley 21.461, rol en virtud del cual
organizó, instruyó y llevó a cabo los interrogatorios y sus consecuentes
declaraciones de los ciudadanos María Eugenia Saint Giron, Beatriz
Guadalupe Pfeiffer, Luis Daniel Andrés Jaureguiberry, Ramón Rogelio Ayala
y Jorge Martín Ramírez, hechos calificados como infracción a los arts. 144
bis Inc. 1°, 2º, 3° y último párrafo y 144 ter. primer párrafo –Ley 14.616 del
Código Penal, esto es el funcionario público que con abuso de sus funciones
o sin las formalidades prescriptas por la ley privare a alguno de su libertad, o
que desempeñando un acto de servicio cometiera cualquier vejación o
aplicare apremios ilegales o impusiere vejaciones o apremios ilegales, o que
impusiere a personas legítima o ilegítimamente privadas de su libertad
cualquier clase de tortura, en calidad de coautor –Art 46 C.P., reiterado en
cinco (5) oportunidades.
En su descargo, el imputado manifestó que: “la jerarquía está
mal, era Teniente recién ascendido. Este Consejo de Guerra era algo que
estaban bajo la justicia militar, a mí me convocaba cuando funcionaba este
Consejo, solamente para el tema jurídico, para esas actas como sumariante,
nunca vi o cometí esos delitos que se me imputan, nunca vi ni estuve
presente, simplemente teníamos un cuestionario que nos entregaban y les
tomábamos declaración y después los entregábamos al propio Consejo que
nos citaba. Nos convocaba el Consejo de Guerra a través del Comando de
Brigada, era para cumplir algo netamente formal y jurídico. Al serle exhibidas
por parte del Sr. Fiscal a la documentación donde constan las firmas que se
le atribuyen en el expediente del Consejo de Guerra mencionado, refiere que
cree que reconoce el contenido, pero hoy firmo distinto, siempre son las
mismas preguntas, el formato de las preguntas que nos daban eran siempre
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teníamos nosotros, lo que nos llevaba tipear el acta, no más de eso, porque
nos limitábamos a hace el Acta nomás. El tiempo era breve por el modelo, no
preguntábamos otras cosas. Agrega que no le consta que hubiera personas
civiles detenidas en el Escuadrón de Ingenieros Blindados II, sí hubo gente
que había pasado por el Consejo de Guerra que me habían contado, era la
custodia por ejemplo del Gobernador Cresto, pero estaban en el Unidad
Penal, pero habían pasado, habían estado en el Consejo del Comando, eso
yo lo escuché, lo recuerdo, no sé si era la custodia o gente allegada, no eran
casos que a nosotros nos comentaban o podíamos seguir, nunca sentí el
comentario de alguno o como terminó, la función nuestra era netamente el
acto jurídico, hacer el acta como oficial actuante, después yo no recuerdo
cual era el destino final de esas actas. No tuvo conocimiento que las
personas que depusieron ante su presencia contaban o eran asistidos por un
defensor, nunca vi un defensor ni recuerdo haber visto alguien que viniera a
prestar declaración con un defensor. Los formularios ya impresos eran
entregados por la parte de jurídica del Comando de Brigada, no recordando
quien integraba dicha parte jurídica del Comando, el Consejo de Guerra lo
armaba la parte jurídica del Comando, sería el Departamento o División
jurídica, ellos eran los que armaban el Consejo de Guerra, nos citaban a
nosotros. No en este caso pero yo he formado parte de Consejo de Guerra
como Defensor, he actuado como Defensor, había una lista y tenían la
posibilidad de elegir de esa lista y nos elegían a nosotros, y eso se hacía con
camaradas, gente del propio Ejército, de civiles nunca fui. Así estaba armada
la justicia militar, sin ser abogado uno era defensor de un camarada. Agrega
que los Consejos de Guerra estaban integrados por tres o cuatro personas,
un Coronel seguro y después tenía que haber dos o tres Tenientes
Coroneles seguro, pero siempre apoyados por esa División o Departamento
jurídico, no me acuerdo si el Presidente del Consejo, porque siempre se
pone un Presidente, siempre apoyados por esa división jurídica del
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Comando. Nosotros a nivel Escuadrón no teníamos parte jurídica, inclusive
cuando había que resolver si el accidente guardaba relación con los actos de
servicio o no lo teníamos que mandar al Comando para que los auditores
hagan el dictamen, ellos son los que tienen la potestad para hacer el
dictamen, nosotros no. Recuerda que los sumariantes eran todos los
oficiales, éramos cuatro, el de Intendencia cinco y el Jefe del Escuadrón,
éramos seis en total, no recuerdo quienes eran porque rotábamos muy
rápido de destino, el jefe era Monzón, Oscar era el primer nombre, su
segundo nombre no lo recuerdo. Recuerda que los pases de nosotros salen
en diciembre así que calculo en el caso mío fui destinado a Santo Tomé a fin
de diciembre de 1979. Respecto de su actuación en aquellas ocasiones del
Consejo de Guerra fue como informante, como actuante pero en sí es
sumariante, que consistía en labrar esas actas, las actas de interrogatorio,
era netamente jurídico, hacíamos el acta y la entregábamos, el formulario ya
venía escrito, teníamos un modelo, seguíamos ese modelo pero no era que
teníamos que rellenar el blanco, se hacía todo de corrido. Nunca vi cometer
los delitos aberrantes que me leyeron. Acto seguido le es exhibido por
Secretaría las fs. 75/76 del Expte. ya citado Nº 6V 7 0250/57 reconociendo el
contenido y la firma. Respecto de la elevación de la prevención seguramente
habrá habido otros antecedentes para que yo llegara a esa conclusión, no sé
yo como empezó esa actuación. Seguramente deben ser partes anteriores
para que yo llegue a esa conclusión, esas son las actuaciones que nos
hacían hacer que yo digo de justicia militar, donde nos designaban, nos
darían antecedentes porque yo para llegar a esa conclusión debo haber
tenido los antecedentes, previo a la elevación me imagino. El último paso de
la justicia militar es la elevación y la elevación se hace lo más destacado de
todo lo que conforma toda la actuación, es como que fuera un resumen de
antecedentes. La propia gente del Comando traía a las personas a las que
les tomaba declaración, porque nosotros estábamos en el Escuadrón, sería
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gente del Comando que las traía o las llevaba al Comando y teníamos que ir
nosotros al Comando, a veces nos pasó que íbamos nosotros al Comando,
esas actuaciones que he visto que dicen en Paraná creería que son en el
Comando de Brigada, las otras dicen en el Escuadrón.
X) ACREDITACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DE LOS ACUSADOS:
Se encuentra acreditado mediante el material convictivo incorporado
al proceso, que los acusados Jorge Humberto Appiani, Alberto Rivas, José
Anselmo Appelhans, Rosa Susana Bidinost, Hugo Mario Moyano, Gonzalo
Jaime López Belsue, Naldo Miguel Dasso y Guillermo Jorge Quintana, cada
uno desde sus respectivos roles, han incidido en modo elocuente en los
hechos que conforman la base fáctica de la presente causa, toda vez que
tuvieron a su cargo el despliegue de tareas significativas en el marco de la
actividad represiva de la lucha antisubversiva desarrollada en el ámbito de la
Zona militar II, más específicamente en el Área Paraná que comprendía a la
Subzona de Defensa 22 “Paraná” y Área de Defensa 225 con asiento en
Concordia, de los hechos acaecidos en el Escuadrón de Comunicaciones 2,
Escuadrón Regimiento Tiradores Blindados 6 Blandengues, en dependencias
de las Unidades Penales N° 1 y 6 (inclusive, Casa del Director y Unidad
Familiar) e inmuebles precarios, ubicados en cercanías de la II Brigada
Aérea y del Escuadrón de Comunicaciones.
Se tiene probado que, en cumplimento de las diferentes funciones
que cumplieron en el ejercicio de los cargos, que, como funcionarios
públicos, detentaron en aquel momento, participaron en el plan sistemático
de persecución y aniquilamiento de la subversión; dicho accionar fue llevado
adelante en la más absoluta clandestinidad –a fin de asegurar la impunidad
y al margen de la normativa legal vigente.
Que, la clandestinidad en la que se movieron los agentes que
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Jorge Humberto Appiani
Se desempeñó durante los años 1976/1977 como Auditor del Ejército
y Auxiliar de los Consejos de Guerra Estables N° 1 y N° 2 de la Subzona de
Defensa 22 – 2/22 “Paraná” con la jerarquía de Teniente Primero.
Que, de las pruebas recolectadas, se advierten coincidencias que
acreditan la participación de Jorge Humberto Appiani en los hechos ilícitos
imputados en el marco del contexto histórico dentro del cual se llevaron a
cabo, conforme se detallará a continuación, siendo que la implementación de
ese sistema represivo clandestino y direccionado a conseguir la impunidad
de los responsables ha impedido reunir mayor cantidad de material
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probatorio, como documentales o estudios periciales, tal como se ha
señalado en los acápites precedentes.
En este sentido, de conformidad a los testimonios recibidos, y la
prueba documental referenciada se tiene por probado que Jorge Humberto
Appiani en su carácter de Auditor del Ejército y Auxiliar del Consejo de
Guerra Estable de la Subzona de Defensa “Paraná” en los años 1976/1977,
con claro dominio sobre las personas privadas ilegalmente de la libertad por
razones políticas, participó activamente en la llamada "lucha contra la
represión" a través de la acción ejercida sobre las mismas a quienes se
sometía bajo la imposición de severidades, apremios ilegales y/o torturas –en
la casi generalidad de los casos, a interrogatorios y a firmar declaraciones
autoincriminatorias e incriminatorias hacia terceros, sirviendo de sustento a
los Consejo de Guerra a los que fueron sometidos posteriormente.
Se cuenta en autos con el testimonio de las víctimas, a saber:
Hecho 1: Lorenza Robelia Leones
Fue detenida en la ciudad de Crespo, el 17 de agosto de 1976,
cuando voluntariamente con su esposo, Ricardo José Magariños, habían
concurrido al Regimiento local a interiorizarse sobre los motivos por los
cuales su domicilio había sido allanado en su ausencia. Con respecto a las
declaraciones que se le atribuyeron como prestadas por ante las autoridades
militares, manifestó que desconocía las mismas pero si reconocía las firmas
impuestas al pie como propias. Aclaró que cuando firmó las mismas no pudo
leerlas ni le fue leída la declaración que se le exhibe. Indicó asimismo que,
durante ese tiempo, una persona de apellido Conde, de la Policía Federal, en
dependencias de la cárcel, le hizo firmar una declaración cuyo contenido no
le fue leído ni se le permitió leer, pero firmó porque la amenazaban con que
no vería más a sus hijos y que no le levantarían la incomunicación. Luego, en
el mes de noviembre, la sacan y la trasladan a los Cuarteles, donde luego de
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ser sometida a un interrogatorio le hacen firmar una declaración que no leyó
ni le fue leída, para ello le levantaron la capucha. Que las declaraciones que
firmara ante el Consejo de Guerra tampoco le permitieron ser leídas,
indicando que las firmó porque personal militar así se lo indicó, estando ya
totalmente vencida (cfr. fs. 3/3 vto., 4/5, 16/17, 18/25, 26/29 y 48/49 del
Legajo de Pruebas de Lorenza Robelia Leones).
Hecho 2: Rubén Ariel Arin
Fue detenido en fecha 18/08/76 en ocasión de presentarse de
manera voluntaria ante las autoridades militares, siendo alojado en el
Batallón de Comunicaciones. Estando en el Batallón fue retirado a un lugar
dentro del mismo predio para ser interrogado, refiriendo que este lugar
estaba pegado a la Granja Municipal, y que en la actualidad ya no está, que
fue demolido. Que estando en la parrilla, al mirar hacia afuera ya que se
encontraba en posición derecho a la puerta, pudo ver eucaliptos, un patio,
escuchó voces de niños que estaban jugando lejos, el piso era de baldosas
de color rojo. En este lugar tenía puesta una venda que por el paso de los
días se había aflojado, pudiendo ver por su posición horizontal, ya que
estaba acostado en el elástico de una camaparrilla. En este lugar pudo
sentir la presencia de otras personas, no pudiendo saberlo en ese momento,
pero si lo supo cuando fue legalizado y se puso a conversar con otras
personas, entre ellas estaba un muchacho de apellido Domínguez y otras
personas más que no puede recordar sus nombres, todo esto ocurrió a fines
del mes de agosto de 1976. Con respecto a Appiani, señala que estaba
presente, que no sabía que era él, pero se enteró estando en el Consejo de
Guerra, cree que fue el segundo, Appiani estaba presente, cree que era Tte.
Primero, que lo pudo ver y era el mismo que vio estando en el elástico o
parrilla antes mencionado. Que su función era hacer el interrogatorio y
también torturaba, que lo reconoce por encontrarse con él en el Consejo de
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Guerra; relatando las torturas a las que fue sometido (cfr. fs. 3/4, 5/5 vto., 9/9
vto., 13/14, 17/17 vto., 19/20, 21/23, 24/28, 31/41, 42/47, 53/54, 62/68 del
Legajo de Pruebas de Rubén Ariel Arin).
Hecho 3: José Mauricio Domínguez
Fue detenido el 21/08/76 en los depósitos de obras viales de la
Municipalidad de Paraná por personas que no pudo identificar pero que se
atribuyeron ser de Policía Federal, desde ese mismo momento fue sometido
a apremios ilegales, tanto físicos como morales, llegándosele a privar de
agua y alimentos para hacer ceder su voluntad siendo obligado a firmar
declaraciones. Indicó que fue frente al Consejo de Guerra la primera
oportunidad en que tuvo conocimiento que tales declaraciones existían, las
que negó enfáticamente, no siéndole permitido rectificarlas para dar la
verdadera versión de los hechos (cfr. fs. 3/3 vto., 7, 8/9 vto., 11/12, 13/15 del
Legajo de Pruebas de José Mauricio Domínguez).
Hecho 4: Marta Inés Brasseur
Fue detenida en el mes de noviembre de 1976 en Cipoletti, Río
Negro, por personal de Policía Federal. Posteriormente es trasladada a
Paraná, ingresando a la UP 6 el 03/12/76, y luego a la Unidad Penal de Villa
Devoto. Relata que, durante su detención en esta ciudad, si bien no sufrió
apremios de tipo físicos si recibió apremios psicológicos, los que consistían
en volver a sufrir las torturas recibidas en el sur y ser sacada de la cárcel.
Asimismo, expresa que en una oportunidad es sacada del penal y llevada a
la UP 1 nuevamente a la casa del Director, encapuchada, donde le dan una
declaración y se la hacen firmar, la que no fue leída y no sabe del contenido,
supuestamente era la que había hecho en el sur, también en otra
oportunidad, en oficinas de la UP 6 se presenta el Sr. Conde, persona a la
que conocía y fue ratificado por sus compañeras del penal a cara
descubierta. Conde le dice que tenía que firmar una declaración, la
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denunciante le pide que se la deje leer, a lo que Conde le dice que “tenía
que firmar o firmar, que las reglas del juego eran esas”, ante esta situación
de presión no había otra opción y la firmó. Señala que ese Consejo, en
realidad fue un circo ya que fue armado con declaraciones que nadie pudo
leer y estaban armadas como la de la declarante, que previo al Consejo de
Guerra fueron llevadas al Comando de calle Urquiza, donde Appiani, como
Instructor Auditor, que era el que armaba dicho Consejo, les presenta una
lista con abogados defensores puestos por lo militares, donde los detenidos
tenían que elegir a dedo, la parte legal se cumplía de esta manera, en el
caso de la denunciante, le tocó uno abogado que no tenía la menor idea, ya
que ella le dio algunos elementos como para que cumpliera dicha función de
defensa. El Consejo de Guerra se constituyó en la UP 1, conformado por
Zapata, sin recordar su grado como jefe, otra persona de apellido Anaya y
Appiani como instructor, los abogados defensores y los detenidos. Lo que se
le imputó fueron cargos que habían sido puestos por los militares, por
asociación ilícita, tenencia de armas de guerra y fue condenada a siete años
y medio de reclusión. Aclara que en Paraná, o sea en la casa del director, no
sufrió torturas físicas, no recibió picanas y vejaciones, si lo que es torturas
psicológicas al recibir amenazas o le hacían firmas declaraciones, ya que si
no firmaba ellos tenían métodos para que lo hiciera, también el no saber qué
les iba a pasar y el destino incierto (cfr. fs. 5/5 vto., 46/49 vto., 76/80 vto.,
81/85 vto., 86/90, 91/94, 95/102, 103/104 vto. del Legajo de Pruebas de
Marta Inés Brasseur).
Hecho 5: María Cristina Lucca
Fue detenida el 11/11/76 en la ciudad de Cipoletti, Río Negro, en su
lugar de trabajo, por cuatro personas que se presentan con credenciales de
la Policía de Río Negro. Relata que es traída a Paraná en avión. Indica que
el 3/12/76 comienza a ser tratada como un preso más, recibe visitas, se
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puede comunicar son sus familiares, habiendo permanecido desde el día de
su detención y hasta esa fecha, como “desaparecida”. Que en el mes de
febrero de 1977 se constituye el Consejo de Guerra sin recordar que número
era, primero las traen enfrente de este Juzgado, al Comando, el traslado fue
en un celular, vinieron varias juntas, esposadas, a firmar unas declaraciones
que, por supuesto no leyeron, por supuesto decían barbaridades, luego un
día les avisan que al día siguiente iba a estar constituido el Tribunal en la
Unidad Penal, las trasladan a las mujeres a la Unidad Penal de hombres, ahí
presidía el Consejo de Guerra Zapata, los iban llamando de a uno, les leían
la declaración y luego de eso una vez que pasaron todos, que eran muchos,
luego que los hacen pasar a todos les informan las condenas a cada uno, a
la dicente le dieron dieciocho años y medio. No recuerda haber tenido
defensor, señala que seguramente que sí, pero no se acuerda. Sobre
Appiani expresa que otras personas comentaban sobre él, pero la dicente no
lo conoció, y a Rivas ni de nombre. (cfr. fs. 3/3 vto., 34/38 vto., 39/43 vto.,
44/48, 49/52, 53/60, 61/62 vto., 85/87 vto. del Legajo de Pruebas de María
Cristina Lucca).
Hecho 6: Graciela Inés López
Fue detenida el 10/11/76 en Cipolletti, Río Negro, por personal de la
policía de Río Negro, y trasladada a un lugar donde fue sometida a torturas,
permaneciendo allí unos doce días para luego ser trasladada a esta ciudad
de Paraná y alojada en la zona de Comunicaciones. En una de las
declaraciones prestadas, relata que en oportunidad de celebrarse el Consejo
de Guerra fue invitada a pasar a una oficina donde se encontraban varias
personas haciéndole firmar una declaración. Explica que como esta
declaración no era acorde con lo que ella quería declarar, fue increpada
verbalmente amenazándola para que procediera a firmar. Finalmente agrega
sobre la presencia del Teniente Appiani y de otras personas que no puede
identificar y que, en una ocasión, encontrándose en la cárcel fue trasladada a
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la UP Nº1, donde le fue colocada una capucha y se le exige la firma de una
declaración, cuyo contenido desconoce. Asimismo refiere que Appiani era el
ejecutor porque era el niño mimado de los milicos, porque él era el abogado
que resolvía todos los problemas y además armaba todas las situaciones,
ponía los nombres de guerra, etc. (cfr. fs. 3/3 vto., 4/4 vto., 45/49 vto., 50/54
vto., 55/59, 60/63, 64/71 y 78/81 vto. del Legajo de Pruebas de Graciela Inés
López).
Hecho 7: Hugo Alberto Torres
Fue detenido en Diamante, Entre Ríos, el 1/07/75 por personal de la
policía Departamental. Que desde su detención y hasta su alojamiento en la
Unidad Penal N° 1 de esta ciudad, pasó por distintas unidades penales del
país, no recibiendo apremios. Los mismos comienzan cuando el nombrado
se encuentra en esta ciudad, y donde relata se le hace firmar una
declaración cuyo contenido desconoce por haber estado encapuchado.
Indica que recién las conoce parcialmente durante las sesiones del Consejo
de Guerra. Relata que en una oportunidad, encontrándose en la cárcel local,
en la Casa del Director, le fue exigida una segunda firma, en dos
oportunidades y en dos carillas de una declaración, la que le fuera leída, con
posterioridad, ante el Consejo de Guerra (cfr. fs. 3/3 vto., 4/4 vto., 11/13 del
Legajo de Pruebas de Hugo Alberto Torres).
Hecho 8: Juan Antonio Méndez
Fue detenido el 22/11/74 en calle Sebastián Vázquez mientras
circulaba en un automóvil, por personas de civil que cree pertenecían a la
policía provincial, siendo trasladado a la División Investigaciones que estaba
en calle Urquiza pasando Italia, y de allí a la Delegación Local de Policía
Federal y luego a la cárcel de Paraná. Allí permaneció hasta febrero de 1975
o principios de marzo, ocasión en la que es trasladado a la cárcel de
Gualeguaychú, donde permaneció hasta el mes de noviembre de 1976. En el
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mes de Enero de 1.977 es trasladado a una dependencia dentro del Penal Nº
1, más precisamente a la Casa del Director del Penal, donde le colocaron
una capucha de color blanco; dicha tarea estuvo a cargo del oficial de la
penitenciaría de apellido Duré, luego éste se retira, lo trasladan a una
habitación contigua donde había dos personas, creyendo que, por la voz,
una de ellas era el entonces Auditor del Ejército Tte Appiani; en esta ocasión
es golpeado con el objeto de hacerle firmar una declaración que no se le
permite leer, razón por la cual se niega a firmar; así, ante su negativa es
trasladado a una celda de aislamiento, en la que permanece hasta el día
siguiente cuando es llevado a la Dirección del Penal y amenazado por el
Oficial de la Policía Federal Conde y el Sub Oficial Mayor del Ejército
Appelhans, quienes pretendían que firmara una declaración que tampoco se
la dejaron leer y, ante su insistente negativa le dijeron que iba a correr riesgo
su familia, razón por la cual optó por firmar, sin conocer su contenido (cfr. fs.
9/10 vto. del Legajo de Pruebas de Juan A. Méndez).
Asimismo, en oportunidad de prestar declaracion en el legajo de
prueba del imputado Appiani durante la etapa de plenario (fs. 6170/6171 del
principal), manifestó que el dia anterior a que se llevase a cabo el Consejo de
Guerra dentro de la Unidad Penal N°1 de Paraná, donde el mismo se
encontraba alojado, Appiani le hizo elegir defensor a los golpes, estando el
encapuchado, donde el mismo Appiani le pegaba expresando que debia
elegir entre una lista de nombres que ni recuerda quienes eran,
contestandole que lo dejaran, que su padre iba a elegirle un defensor, es ahí
cuando Appiani le bajaba la capucha y le empezaban a pegar de nuevo, sin
tener dudas que era Appiani el que le propiciaba los golpes, luego de que le
pegaran un rato y se cansara de esa situacion, decidió marcar un abogado
defensor en la lista y firmar al lado, que si bien pierde un poco la nocion del
tiempo cree que fue media hora lo que estuvo hasta que sindicara a un
abogado, que la voz de Appiani era inconfundible para el, por cuanto tenia
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tonada rosarina y en la carcel a Appiani le gustaba hablar a los gritos.
Hecho 9: Margarita Gloria Ramona Tarulli
Fue detenida en el mes de noviembre de 1976. Desde su privación de
libertad fue sometida a tremendos tormentos, los que describe, indicando
que en una oportunidad había una persona que reconoce, que después vio
en el Consejo de Guerra, se trataba de un jovencito apuesto, que después
dijeron que era Appiani, indicando que en uno de los tormentos estaba ahí
ese muchacho que después tuvo un protagonismo muy importante en el
Consejo de Guerra. Que Appiani y Appelhans estaban ahí y tenían un gran
protagonismo, estaban organizando, que a ella le habían inventado un alias
de guerra “Pepita la pistolera”, y que les hacían reconocer las armas que
había. Estaba lo que ellos llamaban los chupaderos que eran los calabozos,
después la sala grande de donde la llevaban a los lugares donde la
torturaban y después volvía a ese lugar. El que decían que estaba en todo
eso era Appiani. Con respecto al lugar en el que le hicieron firmar la
declaración expresa que fue en la llamada escuelita, la llamaban “Casita de
Cabrol” o “El Gran Chaparral” (cfr. fs. 5/9, 10/13 vto., 15/20 del Legajo de
Pruebas de Margarita Gloria Ramona Tarulli).
Que en lo que respecta a los hechos imputados, el acusado en
ocasión de prestar declaración indagatoria señaló: “los hechos sobre los
cuales se me dio lectura corresponden al mismo contexto fáctico investigado
en la causa Acumulación sobre Área Paraná, actualmente en estado de
Plenario, presupuestos fácticos con los cuales guardan total conexidad
subjetiva por los denunciados, objetiva por la índole de los hechos que se
me atribuyen y espacio temporal, estos hechos fueron denunciados por las
víctimas aún antes de la promulgación de las Leyes de Obediencia Debida y
Punto Final que fueron motivo de requerimiento de instrucción por la
entonces Fiscal Dra. Olga Taybo y que la Fiscalía tuvo oportunidad de instar
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su investigación dentro de la megacausa Área Paraná, que no lo hizo y muy
por el contrario instó repetidamente la clausura del Sumario, temperamento
este que fue receptado por S.S. negándose a acceder a medidas probatorias
invocando términos perentorios que le imponía la Excma. Cámara. Que
entiendo que esta nueva instrucción complementaria implica el doble
juzgamiento fulminado por la Corte Suprema de Justicia en el precedente
“Rava”, por ende, me remito a las dos indagatorias que prestara en la causa
7824. Nada más voy a aportar por entender que la renovación constante de
los procesamientos y de las investigaciones conculca las garantías
procesales de la preclusión procesal y del Non bis in idem. Si solicito atento
a que se ha dispuesto esta instrucción complementaria que se haga lugar a
las medidas probatorias oportunamente peticionadas en la causa “Sr. Fiscal
General solicita Desarchivo” atento a que no hay términos perentorios que
respetar, atento este novedoso procedimiento de acumulación y
desagregación de causas”.
Que, en relación a las manifestaciones efectuadas por el acusado en
ocasión de notificado de los hechos imputados, esta instancia considera que
en nada conmueven la prueba de cargo colectada en la causa.
Debiendo analizar a esta altura la responsabilidad del acusado, se
destaca que se cuenta además de la prueba testimonial detallada, con
material probatorio documental de relevancia, a saber: las constancias
documentadas en los Libros de Guardia de la Unidad Penal Nº 6, en
particular en el Libro de fecha 28/11/76 al 12/02/77 en el que obra asentado
a fs. 124, en fecha 14/01/77, a las 10:45 horas: “Tte. 1ero. Jorge Humberto
Appiani y Sgt. Ayte. Pol. Fed. Ricardo Héctor Tissera a tomar declaraciones
a las det. P.E.N. (17)”, y a fs. 161, de fecha 27/1/77, del mismo Libro,
“Personal Ejército Argentino 10:05/11:15: Teniente 1° Jorge H. Appiani
entrevista a las internas del P.E.N.: Arin, Weinzettel, Mechetti, Bachetti,
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porque no había leído lo que pretendía que firme. Ante ello, esta persona le
dijo “ud. nunca se olvide que tenemos a su hija en Coronda”. Reconoce a
Appiani como la persona que le hizo esa amenaza, a quien conocía porque
iba a la Unidad Penal. Luego de ello, firmó esa declaración sin leerla. Luego
de ello, a fines de diciembre de 1976, se apersonó en la Unidad Penal N°6
Appiani y les dijo que iban a ser sometidas a un Consejo de Guerra. En el
Consejo de Guerra, el propio Appiani les llevó una lista para que elijan un
defensor, que estaba conformada por militares y soldados que estaban
haciendo la conscripción… Appiani le dijo que no antagonice, que firme y
que recuerde lo que le había dicho” (fs. 17/20 declaración de Julia Raquel
Leones y fs. 79/80 vta. del Legajo de Pruebas de María Eugenia Saint Girón).
Asimismo a fs. 24/28 del Legajo de Pruebas de Rubén Ariel Arín obra
la declaración de Julio Cesar Antonio Bergamaschi quien manifestó que fue
conducido hasta el Batallón de Comunicaciones donde fue sometido a
interrogatorios y torturas y fue obligado a firmar una declaración en presencia
de dos personas vestidas de civil y un uniformado que se identificó como
Teniente Appiani.
En similar sentido, se expresan Oliva Lilia Leonor Cáceres, Mario
Enrique Broin, Federico Emilio Hayy, Carlos Isidoro Weinzettel, Hilda Susana
Richardet, Julia Liliana María Tizzoni, Alicia Isabel Dasso.
Que en este mismo sentido, y a pesar de los mecanismos instaurados
con el fin de asegurar la impunidad de los responsables de tales aberrantes
delitos, lo que por otra parte ha caracterizado a este tipo de procesos en los
que se juzgan delitos de lesa humanidad, se han podido recepcionar
declaraciones testimoniales de personal del Servicio Penitenciario de Entre
Ríos, quienes han relatado, entre otras manifestaciones, que han visto el
ingreso y egreso en horas de la noche de personas encapuchadas, como así
también, la orden impartida por sus superiores de evitar contacto directo con
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esos detenidos, los que se encontraban separados de los presos comunes e
incomunicados, y a cargo de los militares, quienes se encargaban de su
custodia; también hicieron referencia a la custodia de la unidad familiar a
cargo de los militares mientras estuvieron allí alojados estos detenidos –cfr.
declaraciones de Roberto Schmitlein de fs. 363/363, Carlos Leonardo Felipe
Barsotti de fs. 367/369, Pedro Guillermo Aguirre de fs. 370/374, y Roque
Remigio Sayes de fs. 396/399, testimonios que han sido oportunamente
valorados en la presente sentencia en el Acápite “Constancias Reunidas”, y
que a su vez, se condicen con la intervención acreditada de Appiani en
relación a las víctimas mencionadas, descripta anteriormente donde se deja
constancia que el acusado concurría a las Unidades Penales de esta ciudad
a tomar declaraciones y a entrevistar a los detenidos a disposición del PEN,
que fueron sometidos en su mayoría a los Consejos de Guerra en los que el
nombrado tuvo un rol preponderante, echando por tierra su estrategia
defensiva con la que ha tratado de ubicarse exclusivamente en su función
meramente formal y técnica de Auditor del Ejército.
Ahora bien, cabe efectuar algunas precisiones en torno a la
responsabilidad del acusado con respecto a algunos de los hechos
imputados.
Así, respecto de Lorenza Robelia Leones de Magariños, José
Mauricio Domínguez y Hugo Alberto Torres, quienes aportan precisiones
sobre los padecimientos por ellos sufridos durante sus privaciones ilegítimas
de la libertad, sin perjuicio que no ubican a Appiani en el lugar y momento de
comisión de dichos ilícitos, en razón de la función que desarrollaba, esto es,
de articulación de los interrogatorios a los que eran sometidos los detenidos
por razones políticas, y el resto de la prueba producida en la causa, ya
precisada, dichas circunstancias llevan al convencimiento de esta Magistrada
que el nombrado debe responder también por tales hechos.
Por su parte, en relación a Rubén Ariel Arin, sin perjuicio de ubicarlo a
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Appiani en el centro clandestino de detención, que sitúa pegado a la Granja
Municipal, mientras se encontraba allí alojado y asignarle un rol protagónico
toda vez que refiere que era el propio Appiani quien lo interrogaba y torturaba
mientras se encontraba acostado sobre el elástico de una camaparrilla,
dichas expresiones no se condicen con el resto del material probatorio –en
especial los testimonios de las otras víctimas que en modo alguno sitúan al
acusado Appiani en los centros clandestinos de detención ubicados fuera de
las instalaciones castrenses y de la Unidad Penal. Asimismo, no se debe
soslayar que más allá que Arin refiere que se enteró que era Appiani porque
posteriormente lo vio en el Consejo de Guerra, no aporta características
físicas que hubieran permitido cotejarlas con las del acusado conforme
consta en su legajo personal, como asi tampoco existe otra prueba de cargo
que confluya con lo señalado por la mencionada víctima.
Por lo tanto, en relación al ilícito cometido en perjuicio de Rubén Ariel
Arin, en relación a los tormentos, corresponderá dictar sentencia absolutoria,
por aplicación del principio “in dubio pro reo” previsto en el art. 13 del CPMP.
Que, a tenor de lo expuesto, corresponderá calificar los hechos
atribuidos a Jorge Humberto Appiani como autor mediato de los delitos de
privación ilegítima de la libertad agravada por la especial calidad de
funcionario público, en abuso de funciones, en perjuicio de Juan Antonio
Méndez; Lorenza Robelia Leones; José Mauricio Dominguez; Marta Inés
Brasseur; María Crisitina Lucca; Graciela Inés López, Hugo Alberto Torres y
Rubén Ariel Arin; imposición de vejaciones, severidades o apremios ilegales
en perjuicio de las mismas víctimas; coautor de los delitos de privación
ilegítima de la libertad agravada por la especial calidad de funcionario
público, en abuso de funciones, imposición de vejaciones, severidades o
apremios ilegales e imposición tormentos, en perjuicio de Gloria Margarita
Ramona Tarulli.
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José Anselmo Appelhans:
Que, a la fecha de comisión de los hechos traídos a juicio, José
Anselmo Appelhans poseía el grado de Suboficial Mayor del Ejército
Argentino y se desempeñó como Director de la Unidad Penal N° 1 de
Paraná, mientras ejerció el cargo de Interventor en el año 1976 y A/C
Despacho durante 1977, conforme surge de los hechos hasta aquí probados
y las constancias de su legajo personal.
Se tiene así, que en virtud de las funciones desempeñadas por el
imputado dentro del Servicio Penitenciario provincial, ya que el mismo
ocupaba el rol de máxima autoridad de la Unidad Carcelaria N° 1 de esta
ciudad, en el marco de la lucha contra la subversión, con dominio efectivo
sobre los centros de detención que de él dependían, habría consentido el
ingreso de detenidos por razones políticas provenientes de centros
clandestinos de detención, el traslado de esos detenidos desde la Unidad
Penal Nº 1 y Nº 6 hacia la Unidad Familiar, la Casa del Director y
dependencias militares, y el egreso en forma clandestina, a fin de ser
sometidos a interrogatorios bajo apremios ilegales y tormentos; habiéndose
producido el fallecimeinto de Jorge Emilio Papetti en esas circunstancias.
En lo que hace a la prueba producida en relación a este acusado, en
idéntico sentido que lo ocurrido con el resto de sus consortes de causa, la
misma se desprende en su mayoría de las declaraciones prestadas por las
víctimas, que permiten confirmar la intervención de José Anselmo Appelhans
en los ilícitos enrostrados.
Se cuenta en autos con el testimonio de las víctimas, a saber:
Hecho 1: Juan Antonio Méndez
Fue detenido el 22/11/74 en calle Sebastián Vázquez mientras
circulaba en un automóvil, por personas de civil que cree pertenecían a la
policía provincial, siendo trasladado a la División Investigaciones que estaba
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en calle Urquiza pasando Italia, y de allí a la Delegación Local de Policía
Federal y luego a la cárcel de Paraná. Allí permaneció hasta febrero de 1975
o principios de marzo, ocasión en la que es trasladado a la cárcel de
Gualeguaychú donde permaneció hasta el mes de noviembre de 1976. Que
en el mes de enero de 1.977 es trasladado a una dependencia dentro del
Penal Nº 1, más precisamente a la Casa del Director del Penal, donde le
colocaron una capucha de color blanco, en esta ocasión es golpeado con el
objeto de hacerle firmar una declaración que no se le permite leer, razón por
la cual se niega a firmar; así, ante su negativa es trasladado a una celda de
aislamiento, en la que permanece hasta el día siguiente cuando es llevado a
la Dirección del Penal y amenazado por el Oficial de la Policía Federal Conde
y el Sub Oficial Mayor del Ejército Appelhans, quienes pretendían que firmara
una declaración que tampoco se la dejaron leer y, ante su insistente negativa
le dijeron que iba a correr riesgo su familia, razón por la cual optó por firmar,
sin conocer su contenido. (cfr. fs. 9/10 vto. del Legajo de Pruebas de Juan A.
Méndez).
Hecho 2: Marta Inés Brasseur
Fue detenida en el mes de noviembre en Cipoletti, Río Negro, por
personal de Policía Federal. Posteriormente es trasladada a Paraná,
ingresando a la UP 6 el 03/12/76, y luego a la Unidad Penal de Villa Devoto.
Refirió que luego de su detención en la ciudad de Cipoletti y su alojamiento
en un centro clandestino donde fue sometida a torturas durante un lapso de
once días, es trasladada junto a Graciela López y Cristina Lucca a esta
ciudad de Paraná, donde luego de permanecer una noche en un lugar, es
conducida a la Casa del Director de la Unidad Penal Nº 1 de Paraná. Relata
que previo a tener certeza del lugar adonde se encontraba, escuchaba una
calle de doble mano, niños en una escuela y en una oportunidad que se pudo
levantar pudo ver por la ventana que era la Escuela Terán, la que se
encuentra cerca de la casa del Director del Penal. En ese lugar había otras
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les iba a pasar y el destino incierto (cfr. fs. 5/5 vto., 46/49 vto., 76/80 vto.,
81/85 vto., 86/90, 91/94, 95/102, 103/104 vto. del Legajo de Pruebas de
Marta Inés Brasseur).
Hecho 3: María Cristina Lucca
Fue detenida el 11/11/76 en la ciudad de Cipoletti, Río Negro, en su
lugar de trabajo, por cuatro personas que se presentan con credenciales de
la Policía de Río Negro. Relata que es traída a Paraná en avión. Indica que
el 3/12/76 comienza a ser tratada como un preso más, recibe visitas, se
puede comunicar son sus familiares, habiendo permanecido desde el día de
su detención y hasta esa fecha, como “desaparecida”. Que una vez en
Paraná, es llevada junto a Marta Inés Brasseur y Graciela López a la casa
del Director del Penal de varones, esto lo dice porque escucharon que lo
decía la gente que las llevaba, en ese lugar permanecieron hasta el 3 de
diciembre de 1976, esposada, atada a la cama y con los ojos vendados. Que
mientras estuvo en la Casa del Director no fue sometida a torturas o
interrogatorio, fue como que la tuvieron estacionada, la acostaron en una
especie de camastro, vendada, esposada las manos, atada de pies y en el
tiempo que estuvo ahí no la torturaron ni le preguntaron ni una sola palabra.
Relata con respecto a la firma que se le exhibió que es de su puño y letra,
siendo posible que la haya puesto en una oportunidad en que todas las
detenidas fueron llevadas enfrente, es decir a la cárcel de varones de
Paraná. (cfr. fs. 3/3 vto., 34/38 vto., 39/43 vto., 44/48, 49/52, 53/60, 61/62
vto., 85/87 vto. del Legajo de Pruebas de María Cristina Lucca).
Hecho 4: Graciela Inés López
Fue detenida el 10/11/76 en Cipolletti, Río Negro, por personal de la
policía de Río Negro, y trasladada a un lugar donde fue sometida a torturas,
permaneciendo allí unos doce días para luego ser trasladada a esta ciudad
de Paraná y alojada en la zona de Comunicaciones. Refiere que una vez en
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Paraná, adonde fue trasladada junto a sus dos compañeras Marta Inés
Brasseur y Cristina Lucca, fue alojada en la zona de Comunicaciones, donde
fueron tratadas de una forma normal, y de allí es trasladada a otro lugar que
era la Casa del Director donde permaneció una noche, con las manos atadas
atrás y sus tobillos, siendo sometida a interrogatorios para ser
posteriormente trasladada a la cárcel de mujeres, donde comienza el
Consejo de Guerra. Asimismo, relata que en oportunidad de encontrarse en
la Cárcel fue trasladada a la Unidad Penal N° 1, donde se le coloca una
capucha, y se le exige la firma de una declaración cuyo contenido
desconoce. Que en un tramo de otra de sus declaraciones y refiriéndose a su
traslado hacia esta ciudad, manifiesta que son traídas al Destacamento
Militar adonde está el Hospital, en este lugar permanecen una noche, y al
otro día son llevadas a lo que era la Casa del Director del Penal de Hombres,
ahí siguen tabicadas, con los ojos tapados, en una cama estaqueadas.
Expresa que había guardias alrededor y aparece la esposa de un jefe a
buscarlo de quien no recuerda el apellido y el guardia presurosamente le dice
que ahí no podía entrar, ahí se da cuenta que la situación era de peligro, de
secuestro, de clandestinidad. (cfr. fs. 3/3 vto., 4/4 vto., 45/49 vto., 50/54 vto.,
55/59, 60/63, 64/71 y 78/81 vto. del Legajo de Pruebas de Graciela Inés
López).
Hecho 5: Hugo Alberto Torres
Fue detenido el 1 de julio de 1975 en la ciudad de Diamante por
personal policial de la provincia de aquella Departamental y puesto a
disposición del P.E.N; hasta diciembre de 1976 nunca se le tomó
declaración ni fue puesto a disposición de autoridad judicial; luego de haber
estado alojado en la UP 1 fue trasladado a la cárcel de Gualeguaychú y de
ahí a Coronda y posteriormente fue traído a la Unidad Penal N°1 de esta
ciudad el 02/12/76, desde donde es llevado a un lugar que no puede precisar
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la ubicación pero donde se escuchaban ruidos de aviones, donde fue
esposado, vendado y encapuchado y donde recibió golpes y pasajes de
corriente eléctrica, en dicho lugar permaneció aproximadamente dos días y
luego fue llevado a los Cuarteles, lugar donde le exigen la firma en una
declaración que no leyó ni le fue leída, en una oportunidad; con
posterioridad, encontrándose en la Unidad Penal 1, en la Casa del Director
le fue exigida una segunda firma, en dos oportunidades, es decir que firmó
dos carillas de una misma declaración que le fuera leída con posterioridad en
el Consejo de Guerra. (cfr. fs. 4/4 vto., 8, 11/13, 26/26 vto. del Legajo de
Pruebas de Hugo A. Torres).
Hecho 6: Gloria Margarita Ramona Tarulli
Fue detenida en el mes de noviembre de 1976 y desde el momento
de su privación de libertad hasta febrero de 1977 fue sometida a tremendos
tormentos, los que describe, indicando que primeramente luego de ser
secuestrada por cuatro sujetos de civil fue llevada en un Chevy, verde,
encapuchada a una casita que estaba atrás de la Base Aérea y sin mediar
ningún interrogatorio la llevaron a la sala de tortura que llamaban la parrilla
donde fue interrogada y sometida a tortura de picana eléctrica; en ese lugar
estuvo unos cuantos días, y fue sometida a reiteradas sesiones de tortura.,
posteriormente la trasladan a Comunicaciones donde también fue objeto de
tormentos y da precisiones del calvario sufrido, en ese lugar, unos días antes
de ser llevada a la cárcel se dieron cuenta que estaba totalmente deshidrata,
le levantaban la epidermis, le curaron los oídos, los ojos, le dieron sales
hidratantes y vitaminas, le curaron la vista porque tenía conjuntivitis, le
ofrecieron por primera vez bañarse, tenía el cuerpo lleno de hematomas,
vinieron a verla médicos ahí para tratar de recauchutarla un poco porque era
un despojo y después la llevaron a la Unidad Penal N°6. Mientras estuvo ahí
en Comunicaciones la llevaron a otro lugar que no pudo reconocer, cree que
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era la Casa del Director de la cárcel de la UP1, porque escuchaba ruido de
niños, había mucho movimiento, también ahí fue objeto de tormentos. En el
Consejo de Guerra Appiani y Appelhans estaban ahí y tenían un gran
protagonismo, estaban organizando, que a ella le habían inventado un alias
de guerra “Pepita la pistolera”, y que les hacían reconocer las armas que
había. (cfr. fs. 3/4, 5/9, 10/14 vto., 15/20. Legajo de Pruebas de Margarita
Gloria Ramona Tarulli).
Hecho 7: José Luis May
Fue detenido a mediados del mes de febrero de 1977,
permaneciendo detenido hasta el mes de octubre de ese mismo año, con
posterioridad a su detención es llevado a un lugar que después supo la
llamaban la Escuelita o la Casita, luego de unos días lo llevaron a los
calabozos del Escuadrón de Comunicaciones Blindado N° 2, de donde fue
sacado en reiteradas oportunidades para volver a la Escuelita y a otros
lugares para interrogatorios puntuales, y luego de un tiempo fue trasladado a
la cárcel de Paraná, de donde en reiteradas oportunidades fue llevado junto
a otras a personas a la “Unidad Familiar” a los efectos de ser interrogados a
base de golpes de puños y también usaban la picana; salió de la cárcel de
Paraná a mediados de octubre de 1977. Relata que los interrogatorios a los
que fue sometido en la “Unidad Familiar” siguieron siendo a base de golpes
de puño normalmente en el cuerpo y ya no en la cara a los efectos de no
hacer tan visibles las consecuencias de los malos tratos eventualmente
utilizaban la picana eléctrica también…”. (cfr. fs. 34/37, 40/42 vto., 43/47
vto., 48/52 vto. del Legajo de Pruebas de José Luis May).
Hecho 8: Beatriz Guadalupe Pfeiffer
Fue detenida en el mes de febrero de 1977 en ocasión de
encontrarse circunstancialmente en la ciudad de Concordia en el domicilio de
Griselda María Luz Piérola, permaneciendo toda la noche en un descampado
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donde había otras personas detenidas, maniatada, hasta el día siguiente que
fueron trasladadas en automóviles hasta esta ciudad de Paraná, siendo
alojadas en unas habitaciones, explica que no puede precisar exactamente el
lugar pero que le dijeron que era la zona de Cuarteles del Ejército,
denominado La Casita. Relata que la noche del 23 de marzo de 1977 es
trasladada junto a María Luz Piérola y a María Eugenia Saint Girons, y otras
personas de sexo femenino cuyos nombres no recuerda y detenidos del sexo
masculino, y alojados separadamente en la Unidad Penal 6. Según les
dijeron el traslado obedeció a la circunstancia que se conmemoraba el primer
aniversario del Golpe de Estado y que iba a estar presente en Paraná el
entonces Presidente de facto Videla, advirtiéndoles que los llevaban a ese
lugar ya que si durante la presencia de Videla le ocurría algo los detenidos
eran lo que iban a pagar las consecuencias. En ocasión de prestar otra
declaración, relata posiblemente en relación al mismo hecho que “… a los
días de llegar la dicente las sacan a cuatro o cinco detenidas y cinco
hombres y los llevan a la Unidad Familiar de Varones, les decían que había
un viaje familiar de Videla y que si le pasaba algo a Videla les iba a pasar
algo a ellas”. Que la Unidad Familiar eran piecitas seguidas, donde se hacían
las visitas íntimas, de un lado estaban las mujeres y del otro los hombres, no
recordando la cantidad de piezas pero sí que eran más de una por lado. Las
que llevaron fueron María Luz Piérola, María Eugenia Saint Giron, Ana María
Jaureguiberry y la dicente, de los hombres recuerda a Paduan y Gustavo
Hennekens y cree que Uranga, sí recuerda que Paduan estaba enfrente de
la dicente, los separaba un pasillo, se veían cuando les abrían para darles de
comer y se comunicaban con lenguaje de dedos por debajo de las puertas.
Estando en esas circunstancias son sacados una noche, de a uno, todos, los
sacan encapuchados hacia una habitación que estaba en un extremo, allí
fueron torturados todos de a uno, a todos les fueron preguntadas cosas
diferentes, a la dicente le preguntaban sobre cosas de Santa Fe, cosas que
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hasta el momento no le habían preguntado nunca, les aplicaron golpes y les
hicieron el submarino, había en un lugar un tacho con agua donde les hacían
el submarino. Ahí a algunos les hacen firmar una declaración, primero se
negaron un poco y después tuvieron que firmar, eso fue a la madrugada,
durante toda la noche fueron sometidos a esa sesión, estuvieron mucho con
cada uno de ellos, después vuelvan a la cárcel, puede haber sido el objetivo
de ser llevados allí el conseguir esas declaraciones, no tenían mucho sentido
las cosas por las que fueron consultados. Después de eso viene el Consejo
de Guerra y la legalización…”. (cfr. fs. 3/5, 6/10 vto., 11/11 vto.,12/12 vto.,
13/13 vto., 14/14 vto., 29/34 del Legajo de Pruebas de Beatriz Guadalupe
Pfeiffer).
Hecho 9: José Luis Uranga
Fue detenido el 26 de febrero de 1977 en Concordia, luego trasladado
a Paraná, encapuchado en un baúl de un auto, cree que al Regimiento de
Comunicaciones, no lo puede precisar, y luego permanecer allí unos días
con otros muchachos de esta ciudad de Paraná, más jóvenes que él, del
secundario, los blanquean y los pasan a la Unidad Penal. Relata que …
estando en la cárcel de acá de Paraná, en la 1, dentro de la misma en un
apartado donde se daba la Unidad Familiar de los presos, los aislaban, los
sacaban de la cárcel, del cuerpo donde están los pabellones, ese lugar al
que hace referencia estaba dentro de la cárcel pero más alejado, ahí eran
interrogados por gente de un servicio, presume, que no los veían obviamente
por estar vendados y encapuchados, antes de salir de la cárcel hacia ese
lugar eran vendados y les ponían las capuchas, los ponían ahí, aislados uno
por pieza y entonces se escuchaba los gritos de la tortura y los golpes que
producían el interrogatorio, con prácticas que van desde la picana,
submarino seco con bolsa de nylon, asfixia. Es unidad familiar es como un
pasillo con piezas enfrentadas con su baño privado, uno era sometido a
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tortura en forma individual y uno escuchaba todo …”. Al ser preguntado si
tenía conocimiento sobre las personas que efectuaban los traslados desde
donde estaban detenidos hasta la unidad familiar donde eran torturados,
respondió que cree que eran guardias penitenciarios, que venían con
papelitos en la mano y decían fulano, fulano y fulano y los sacaban del
pabellón, previo a salir se los vendaba para no ver y los conducían al lugar
mencionado…” (cfr. fs. 17/19 vto., 20/23, 25/30 vto. del Legajo de Pruebas
de José Luis Uranga).
Hecho 10: Jorge Martín Ramírez
Fue detenido en la madrugada del 18 de marzo de 1977 en su casa
en Concordia por personas fuertemente armadas que se identificaron como
personal del Ejército. Refiere que luego de su detención y de pasar por un
par de lugares situados en la ciudad de Concordia, es trasladado a Paraná, a
un Regimiento porque se escuchaban bandas y el movimiento de soldados.
Señala que estaba detenido en los calabozos, junto a Ayala y Papetti, pero
alejados, que lo único que escuchaba de Papetti fue su tos. El día lunes a la
noche los sacan a él y a Papetti en autos distintos, a un lugar donde se
escuchaba gente cantando, era la cárcel de Paraná. Que lo estaban
torturando a Papetti y él estaba esperando el turno parado y se escuchó que
le dio un ataque, se quedó sin aire, empezaron a pegarle en el corazón y se
ve que les murió, que a él le pasan varias veces picana, fue muy formal,
después todo un mes, todos los miércoles le hacían el mismo tratamiento,
pero ya solo, eso fue después de ese hecho hasta el 14/04/77 que lo
reconocen oficialmente como detenido a disposición del PEN y lo llevan a la
cárcel de Paraná, es ahí cuando ve que los únicos que aparecen son Ayala y
él. Le hacen Consejo de Guerra y lo condenan a 12 años y medio, que en la
cárcel de Paraná estuvo hasta junio de 1977. Al llegar a Paraná, desde el
Regimiento lo sacaron todos los miércoles y lo llevaban a la Unidad Familiar
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de la Unidad Penal de Paraná, era un lugar que no tenía muebles, había
camas con flejes donde los ataban para torturarlos, entraba uno para la
tortura y salía otro, escucho una vez gente cantando como una zamba y eran
los presos que cantaban. Sabe que era la unidad familiar porque se lo decían
los presos, por comentarios y con posterioridad. (cfr.3/5, 6/7, 8/11 vto., 14/15
vto., 20/20 vto., 21/21 vto., 99/104 del Legajo de Pruebas de Jorge M.
Ramírez).
Hecho 11: Ramón Rogelio Ayala
Fue detenido el 15 de marzo de 1977 en la vía pública en la ciudad de
Concordia por personal de la policía de Entre Ríos en momentos que se
dirigía a su trabajo, siendo trasladado a la cárcel de esa ciudad donde estuvo
tres días donde no fue torturado, pero sí interrogado, luego fue llevado al
Regimiento de Paraná en el baúl de un auto. En ese lugar estuvo
aproximadamente un mes donde fue torturado en reiteradas oportunidades,
luego fue conducido a la Unidad Penal de Paraná, de donde fue sacado en
una ocasión junto con otros detenidos fue encapuchado y conducido en un
celular que dio una vuelta sin salir del penal, al descender lo llevaron a un
cuarto para hacerle firmar una declaración, que recuerda que estampó una
firma que no se la permitieron leer, y que al levantarle la capucha parar firmar
pudo observar parte del brazo de la persona que le requería la firma,
reconociendo un uniforme militar. (cfr. fs. 3/5, 6/7, 8/10, 11/14 vto., 37/40,
51/57 del Legajo de Pruebas de Ramón Rogelio Ayala).
Hecho 12: Vicente Ramón Bertolotti
Fue detenido en enero de 1977 en el Paraje Cambapaso, en la casa
de su hermana, primero rodean la casa, eran diez personas que estaban
uniformados, que lo esposaron y encapucharon y desde ahí lo trasladan al
regimiento de Caballería Blandengue, que desde que lo detuvieron y
encapucharon no pudo ver nada más solo escuchar ruidos que le indicaban
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que estaba en ese lugar; se encontraban otras personas en las mismas
condiciones que él. Que de ese lugar lo trasladan a él solo hasta Paraná, en
un móvil que recuerda era grande, iba en la parte de atrás, no sabe si era
camioneta pero era como un baúl, el traslado duró una hora más o menos,
era en un lugar descampado porque escuchaba teros, le parecía que ese
lugar era de los militares, eran varios los detenidos nunca pudo ver nada ya
que durante todo el día estaban encapuchados, en este lugar estuvo como
dos meses, los sacaban de noche, para torturarlos. Los llevaban a un lugar
que era como un sótano, advierte esto porque cuando los bajaban del móvil,
tenía la sensación de que bajaban, allí les aplicaban picana eléctrica, previo
a colocarlos en un elástico de cama de metal y los mojaban. Al denunciante
eso se lo hicieron dos veces. Otra cosa que nos hacían eran los llamados
“simulacros de fusilamiento”, que consistían en hacer muchas preguntas, y si
no contestaban o no le decían lo que ellos querían escuchar nos decían “ésta
es tu última noche”, “no nos servís, sos boleta”. Otra cosa que recuerda que
siempre ponían música fuerte para que no escucháramos los gritos de los
otros, venían personas vestidas de civil. Que únicamente al denunciante lo
trasladaron a un calabozo solo que era chiquito, no sabe dónde era, si está
seguro que era en otro lugar, lo que se imagina era que podía ser un
calabozo chiquito que habrá estado como un mes, recuerda que cuando lo
metieron ahí el guardia tenía el uniforme de la Policía de Entre Ríos, que no
vio nada que siempre estaba vendado hasta para ir al baño y comer, que
nunca lo sacaban del calabozo, para torturarlo, que a sus compañero sí, que
los calabozos eran individuales, que después de ese lugar lo llevan a la
Cárcel de Paraná que era para los presos políticos, hasta que le dieron la
libertad el 24 de diciembre de 1977. En la cárcel de Paraná los presos
políticos tenían un régimen distinto a los presos comunes, los dejaban salir
del calabozo solo una hora por día, y una sola vez lo dejaron ver a la que en
ese momento era su esposa. Recuerda que presenció un Consejo de Guerra
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permanecieron detenidos en la ciudad de Paraná con anterioridad a la
realización del Consejo de Guerra al que fueron sometidos, a excepción de
Papetti, fueron llevados y/o retirados de la unidad carcelaria a cargo del
acusado y trasladados a diversos lugares para ser interrogados bajo
apremios, vejaciones y tormentos, en algunas ocasiones dentro de la misma
cárcel, como ser la Unidad Familiar o la “Casa del Director”, ambas
enclavadas dentro del mismo predio de la Unidad Penal 1, en aquel entonces
a cargo de José Anselmo Appelhans, donde las víctimas fueron sometidas
se reitera a interrogatorios bajo imposición de apremios ilegales y
tormentos y, en esas circunstancias forzadas a suscribir actas conteniendo
declaraciones autoincriminatorias cuya lectura les fue negada también bajo
amenazas, golpes, para ser posteriormente regresados –en algunos casos al
cabo de varios días, o bien recibidos en la cárcel con evidentes signos de
tortura. Lo expuesto además ha sido ratificado por el personal
penitenciario de la provincia de Entre Ríos que ha prestado testimonio,
describiendo de un modo general lo relatado por las víctimas, dando cuenta
de la constante entrada y salida de detenidos en horas de la noche, lo que
también ha de ser valorado debidamente como prueba de cargo de
relevancia –declaraciones prestadas por Schmitlen, Carlos Leonardo Felipe
Barsotti, Pedro Guillermo Aguirre y Roque Remigio Sayes.
Por otra parte, lo manifestado por las víctimas y testigos se ve
robustecido asimismo con las constancias documentadas en los Libros de
Guardia de la Unidad Penal Nº 6 ya señalados –es de suma relevancia al
momento de merituar la responsabilidad penal de los jefes de las Unidades
Penales, que dan cuenta que personal militar y policial concurría a tomar
declaraciones a las detenidas del P.E.N. o a entrevistarlas sin ninguna orden
de un juez; en este sentido se pueden agregar asientos de los Libros del
Servicio Penitenciario Provincial que dan cuenta de estas circunstancias a la
fecha que el acusado estaba a cargo: “fs. 66 (11/03/77) Personal del Servicio
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de Inteligencia entrevista a la detenida del P.E.N. Beatriz Pfeiffer; a fs. 82 en
fecha 17/03/77, obra consignado: “Ppal Balcaza retira a las internas del
P.E.N. a la U. P. N°1 Coliard, Pfeiffer, Piérola y Jaureguiberry” –siendo dicho
funcionario personal de la Unidad Penal Nº 1; fs. 105/106 en fecha 25/03/77
se asienta “Traslado 17:25 Adjutor Principal Maidana trae de la Unidad
Familiar a la detenidas del P.E.N. Collard, Piérola, Pfeiffer, Jaureguiberry y
Sains Girons que se encuentran comunicadas”, estos últimos asientos dejan
en evidencia el poder de disposición de Appelhans sobre los detenidos
políticos.
Que con respecto a los hechos imputados el nombrado en ocasión de
prestar declaración indagatoria manifestó que: “va a prestar declaración en
términos generales y no va contestar preguntas. Con la palabra manifiesta:
lo que debía decir con respecto a aquella época yo ya presté, diría, ya
expliqué todo en la indagatoria que presté sobre ese caso por lo tanto Sr.
Fiscal me remito a aquel acontecimiento de lo que yo declaré en ese
entonces y quiero hacer una especial aclaración que nunca tuve a cargo la
Unidad Penal 6 de mujeres ni tampoco disponía de presos a mi disposición,
ya sean esos hombres o mujeres. Estos hechos se relacionan con los
acontecimientos que ya le hice presente en la causa Sr. Fiscal de la
declaración anterior, a la cual me remito. Todos estos hechos se relacionan
con lo que ya le hice presente, con la causa de lo ya declarado
anteriormente, a lo cual me remito y no voy a contestar nuevas preguntas”.
Asimismo, en oportunidad de ampliar su descargo con relación al nuevo
hecho imputado cometido en perjuicio de Jorge Emilio Papetti, consistente en
la comisión del delito de privación ilegítima de libertad; aplicación de
severidades, vejaciones e imposición de tormentos y homicidio doblemente
calificado, señalo que: “voy a declarar, con respecto a este caso yo me
remito a mi declaraciones anteriores que ya he efectuado, y reitero que la
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Unidad Familiar funcionaba normalmente pero cuando la necesitaba el
Comando de la Brigada indudablemente dependía directamente del
Comando de la Brigada, el Jefe de ese grupo de tareas era el Mayor
Cristoforeti, el nombre no me acuerdo pero era él el que andaba en eso.
Cuando ellos alojaban u ocupaban la Unidad Familiar yo no tenía ningún tipo
de acceso, como así tampoco ningún personal dependiente de la Unidad
Penal N°1. Yo a Papetti no lo conocía y nunca lo sentí nombrar, sí Papetti
hubiese ingresado en la Unidad Penal N°1 estaría registrado en el libro de
guardia de ese momento y en el libro de guardia de la enfermería, que todos
pasaban por ahí. Esto es cuanto puedo informar sobre lo relacionado con el
caso del soldado Papetti, por lo tanto no voy a contestar ninguna pregunta”.
Lo expuesto, no debilita en nada el plexo probatorio de cargo
colectado, dado que el acusado en su calidad de Director de la Unidad Penal
de esta ciudad estaba posicionado en un rol de garante respecto de las
personas allí alojadas, con la consecuente obligación de garantizar la
seguridad de las personas que se encontraban bajo su guarda y tutela, por lo
que queda en evidencia que José Anselmo Appelhans tenía la obligación
legal ineludible de proteger la integridad de los detenidos bajo su custodia,
debiendo preservar los bienes jurídicos que fueron afectados a partir de la
"infracción de deber", tornándose indiscutible de acuerdo a las circunstancias
que se han descripto, que pudiera desconocer que con su conducta creaba
riesgos para la vida y la salud física de las víctimas, no pudiendo ser ajeno al
proceder de sus subordinados y/o del personal militar, ya que las victimas –
se reitera eran devueltas a sus respectivos calabozos con signos evidentes
de las torturas sufridas en ocasión de sus retiros. Es decir, dichas salidas o
ingresos en el caso de los detenidos en reparticiones militares o en la Unidad
Penal 6, como así también el traslado de internos de la cárcel denominados
políticos o “subversivos” a la unidad familiar a fin de ser sometidos a
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desplegadas por los grupos de tareas que sometían a apremios y torturas a
los internos de carácter político, y en consecuencia el pretendido deslinde de
responsabilidad respecto de tal accionar.
Previamente a enumerar los hechos por los que el imputado deberá
responder penalmente, corresponde realizar una consideración en relación a
Vicente Ramón Bertolotti; ello así por cuanto pese a las precisiones
aportadas por esta víctima, no ha sido posible arribar al grado de certeza
exigido para dictar una sentencia condenatoria por cuanto no se han reunido
elementos probatorios que acrediten que durante el tiempo que estuvo
Appelhans a cargo de la UP1 y Bertolotti allí alojado, éste haya sido víctima
de ilícito alguno. Por dicha razón en relación a este caso corresponderá
dictar sentencia absolutoria en lo que respecta al mencionado imputado, por
aplicación del principio previsto en el art. 13 del C.P.M.P., “in dubio pro reo”.
Asimismo, cabe destacar en relación al homicidio de Jorge Emilio
Papetti, quien a la fecha continúa desaparecido, que su fallecimiento se
encuentra acreditado de manera solvente con el testimonio de Jorge Martín
Ramírez, atento haber sido éste, testigo directo de la ultima ocasión en la
que Jorge Emilio Papetti fue escuchado con vida –sus estertores de muerte
en el ámbito de la Unidad Penal masculina, en ocasión de ser sometido a
una sesión de torturas.
Por lo expuesto, el aporte precedentemente descripto del acusado en
los hechos que tuvieron por víctima a Jorge Emilio Papetti evidencia el
dominio de los hechos que tuvo al momento de los hechos al ser la autoridad
máxima de la Unidad Penal Nº 1.
Que, a tenor de lo expuesto, corresponderá calificar los hechos
atribuidos a José Anselmo Appelhans como partícipe necesario del delito de
imposición de severidades, vejaciones o apremios ilegales agravada por la
condición de funcionario público prestando un acto de servicio en perjuicio de
Juan Antonio Méndez; Marta Inés Brasseur; María Cristina Lucca; Graciela
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Inés López; Hugo Alberto Torres; José Luis May; Beatriz Guadalupe Pfeiffer
y Rogelio Ramón Ayala; autor mediato del delito de imposición de
severidades, vejaciones o apremios ilegales agravado por la condición de
funcionario público en el desempeño de un acto de servicio en perjuicio de
Margarita Gloria Ramona Tarulli; José Luis Uranga y Jorge Martín Ramirez;
autor mediato del delito de imposición de tormentos agravado por la
condición de funcionario público prestando un acto de servicio en perjuicio de
Gloria Margarita Ramona Tarulli; José Luis Uranga y Jorge Martín Ramírez,
autor mediato de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por
su calidad de funcionario público en abuso de sus funciones, imposición de
tormentos y homicidio en perjuicio de Jorge Emilio Papetti.
Rosa Susana Bidinost
Se desempeñó como Directora interina de la Unidad Penal Nº 6 de
esta ciudad de Paraná entre el 1 de junio de 1976 y hasta los primeros días
del mes de octubre del mismo año.
Que conforme la prueba colectada y en especial las declaraciones de
las víctimas, Lidia Inés Subovsky, Lorenza Robelia Leones y María Eugenia
Fernández, se encuentra demostrado que las mismas con posteridad a ser
privadas ilegítimamente de su libertad por razones políticas, fueron
trasladadas a dependencias militares de la ciudad de Paraná, alojadas en el
centro clandestino de detención que allí funcionaba, sometidas a trato cruel e
inhumano, apremios ilegales, severidades, y también torturas en el caso de
Subovsky, siendo luego ingresadas y alojadas en la cárcel femenina de esta
ciudad de Paraná, Unidad Penal N°6, durante el tiempo en que la acusada
estuvo a cargo.
Hecho N° 1: Lidia Inés Subovsky
Fue detenida el 13/07/76 en la ciudad de Concordia, a disposición del
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Comando de la 2da. Brigada de Caballería Blindada, en el Expte. Militar N°
M1807/76, que a las declaraciones prestadas en los Cuarteles de Paraná,
precedieron torturas y también se continuaron luego de haberlas prestado,
luego de las cuales le hacen firmar su primer declaración. En fecha 02/08/76
es nuevamente torturada provocándole diversas lesiones que son
constatadas por el médico del penal el día de su ingreso que fue el mismo 2
de agosto de 1976, recordando que fue el día 3 de agosto ya que su ingreso
se produjo en la noche y el médico no se encontraba en el Instituto
Carcelario, que conserva cicatrices de las lesiones en su frente y en su pie
izquierdo, no pudiendo reconocer a los autores de las mismas ya que se
encontraba encapuchada (cfr. fs. 8/13, 14/15, fs. 18/25 del Legajo de
Pruebas de Lorenza Robelia Leones; fs. 3 y 27 del legajo del Servicio
Penitenciario de Entre Ríos de Lidia Subovsky, fs. 63 del Libro de Atención
Diaria a internas de la UP 6 Div. Sanidad de fecha 17/03/76 al 2/05/77).
Hecho N° 2: Lorenza Robelia Leones
Fue detenida en la ciudad de Crespo, el día 17 de agosto de 1976,
cuando voluntariamente con su esposo, Ricardo José Magariños, habían
concurrido al Regimiento local, a interiorizarse por los motivos por los cuales
su domicilio había sido allanado en su ausencia. Desde Crespo es trasladada
a los Cuarteles de Paraná, encapuchada, siendo alojada en una pieza junto
con otras detenidas. En ese lugar permanece durante veintitrés días, durante
los cuales la declarante no fue sometida a apremios o torturas físicas, pero
sí, lo fueron las personas que con ella se encontraba. Ello constituía una
presión moral constante, siendo amenazada con que nunca más iba a ver a
sus hijos, tanto en los interrogatorios, en los que se le preguntaba por la
actividad de su esposo, como en el momento de hacerle firmar las
declaraciones que ha rectificado. Que durante ese lapso de tiempo una
persona de apellido Conde la Policía Federal, le hizo firmar una declaración
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cuyo contenido no le fue leído ni se le permitió leer, obteniendo la misma
bajo la amenaza de no ver a sus hijos y de no levantarle la incomunicación,
es decir que lo que se obtuvo es la firma de la declarante bajo esa presión.
Luego es trasladada a la Unidad Penal, donde aclara, Conde le hizo firmar la
declaración, lugar de donde la sacan, cree en el mes de noviembre para
llevarla encapuchada a los Cuarteles, donde luego de ser sometida a un
interrogatorio se le hace firmar una declaración que no leyó ni le fu leída,
para lo que le levantaron un poco la capucha, a lo que la declarante no se
opuso, por las presiones que venía sufriendo (cfr. fs. 1 Legajo Personal de
UP 6; fs. 68 del Libro de Atención Diaria a internas de la Unidad Penal 6,
División Sanidad, de fecha 08/09/76; y fs. 3/3 vto., 4/5, 16/17, 18/25, 26/29 y
48/49 del Legajo de Pruebas de Lorenza Robelia Leones).
Hecho N° 3: María Eugenia Fernández
Fue detenida, por segunda vez, en agosto de 1976 junto a su marido
y sus dos niños –ya había nacido su hija María Mercedes, que en ese
momento tenía un año y un mes, en Concordia Entre Ríos; fueron detenidos
por personal de Gendarmería, según le manifestaron, y los condujeron a la
Comisaría de Concordia, a sus hijos los retiraron sus familiares. Al día
siguiente fue traslada junto a su marido a los Cuarteles de Paraná donde
fueron maniatados y vendados, en ese lugar estuvieron aproximadamente
dos semanas, fueron alojados en calabozo individuales y contiguos. Cuando
la trasladan a Paraná es llevada a la Cárcel de Mujeres de Paraná donde la
“Blanquearon”, ya podía ser visitada por familiares, considerándose más
segura. Sin embargo, le ocurre un episodio singular: un día se presentaron
dos celadoras, le dijeron que tenía visitas, la condujeron al lugar donde había
oficinas o un hall de entrada cerrado; antes de ingresar, le ataron las manos
atrás, le vendaron los ojos y, una vez adentro, se retiraron dejándola con
alrededor de tres hombres, supuso que eran militares o de inteligencia
porque procedieron a interrogarla, en particular, sobre el Rector del Colegio
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secundario al que había asistido, que era un sacerdote de Río Negro del cual
sabían su nombre, la amenazaron y se burlaron de ella, diciéndole que, si
sabía rezar, rezara mucho porque ellos la podían volver a buscar. (cfr. fs. 3 –
declaración de Marta Concepción González; denuncia de fs. 4/5 vta. De
Felipe Oscar González; fs. 12 examen médico de ingreso a la UP 6 de María
Eugenia Fernández; fs. 23 –ficha de la Unidad Penal de María Eugenia
Fernández; fs. 64/66 declaración de María E. Fernández).
Que, en lo que respecta a los hechos imputados, en ocasión de
prestar declaración indagatoria la acusada señaló: “respecto a Subovsky
ingresó el 02/08/76, ella dice que ingresó de noche y que fue atendida recién
al otro día, no puedo precisar qué hora habrá sido, porque las internas no
tenían un horario para llegar porque las llevaban, si mal no recuerdo con ella
ingresaron otras internas. El Dr. Bernardis que era el médico de la Unidad
iba a la mañana a primera hora y ella dice que fue atendida por el médico,
ahora que le contó ella al Dr., si había sido torturada o no, yo lo ignoro,
porque eso tiene que constar en la ficha médica, si ella habrá dicho, no lo sé,
me pregunto ¿se notaba?, no sé tampoco. Pero si alguna interna hubiera
llegado herida o en mal estado, o descompuesta o lo que sea, al médico se
lo llamaba enseguida para una interna a disposición del PEN, o una interna
común, se lo llamaba si alguien lo necesitaba. Así yo a la señora nunca la vi
lastimada, incluso no la recuerdo así es que no puedo decir como estaba ni
nada, el que realmente veía a las internas era el médico. Ahora esta señora
en una de sus declaraciones dice que fue atendida muy bien por el médico,
ahora no sé en qué momento se refiere en que momento fue bien atendida,
eso está en el legajo personal de ella... Después también, veo en las
declaraciones como si dudan o es como que están armando algo, por usar
un término, en el sentido que ella me recuerda pero no sabía el cargo que
tenía, me recuerda y me denuncia pero si no sabe cuál era el cargo que
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en Lomas de Zamora que no me conoce, el 20/03/09 en el folio 64/65 de su
legajo personal. Esto lo responde en el momento de iniciar la declaración
cuando le dan un listado de nombres y los desconoció a todos. Ahora lo más
importante creo que es ese hecho que ella denuncia, que fue llevada por dos
celadoras a la guardia, eso lo niego de plano, no ocurrió durante mi gestión y
voy a dar las razones porqué, una no me recuerdo que jamás haya ocurrido
una cosa así en el penal, otra me llama la atención poderosamente que dos
celadoras, sea cual sea la interna, sea común o a disposición del PEN vayan
dos celadoras porque no había personal, había una sola celadora de
guardia, una a cargo de las internas comunes y otra a cargo de las internas
del PEN, usted se imagina que deberían haber dejado todo descuidado. Otra
de las cosas, las internas si alguna vez iba alguien a notificarlas por algo, no
lo recuerdo, solo me acuerdo como lo dije en mi primera declaración, de dos
militares jóvenes, que fueron uniformados, que ellos estaban entrando al hall
de la Unidad a mano derecha, que es una oficina que tenía puerta de
madera con vidrio con dos hojas, que no tenía cortinas, eso era la
Habilitación, la oficina de la Directora estaba del hall a la izquierda y detrás
de la oficina de la Directora estaba la oficina donde estaba Zubielky, que era
la Asistente Social y hacía la labor de judicial y también de Secretaría porque
hubo una época que fuimos muy poquitas, menos en habilitación ella
ayudaba en todo. Esas personas que ella nombra no sé quiénes pueden ser,
y lo niego porque eso no podría haber sucedido estando yo porque para mí
eso no era normal. Estoy segura que si eso hubiera pasado me hubiera
ocasionado un mal rato con quienes lo hubieran hecho porque no se los iba
a permitir. Es algo que a esta altura de la situación es algo creado por ella,
sinceramente, porque dos celadoras van a dejar a una mujer atada con tres
hombres, que fin tenía eso, me da la impresión como que no es algo veraz…
En una oportunidad yo recuerdo, no sé si fue en la Unidad Penal 6 o fue la
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única vez que crucé al Despacho de Appelhans, porque recuerdo que una
vez el cruzó a la Unidad Penal 6. No sé lo que habré preguntado o
cuestionado en el momento, porque en realidad no sé cuál fue el tema, pero
si recuerdo patente que él me contestó “es así y punto” como diciéndome no
pregunte más. Me causó un impacto fuerte porque en el Servicio nunca me
habían contestado así. Desgraciadamente era mejor cumplir, yo no hubiera
hecho nunca nada como golpear una interna, matar una interna o robar un
menor, no lo hubiera permitido porque me conozco demasiado y tal vez
hubiera quedado yo adentro, pero no se podía, nos desconfiábamos entre el
mismo personal, todas teníamos miedo que alguien fuera a crear algo y
saliéramos perjudicadas, era así… Yo quiero decir que me siento
desprotegida, por el hecho de cómo me voy a defender si no están los libros
de guardia de la época. He preguntado en la Dirección donde están esos
libros porque de ahí podrían saltar las fechas en que ingresaban o
egresaban las internas o hubiesen salido o sido llevadas por cualquier
motivo de la Unidad y de esta forma precisar fechas y horas. También me
acuerdo del padre de Raquel Nadal que había venido de Santiago del Estero
a ver a su hija y me acuerdo que cuando llegó ahí y se arrepintió y no quería
verla. Había un libro donde se registraba la correspondencia, había un libro
de guardia interna, de guardia externa, todo lo que había en Sanidad, donde
los médicos llevaban sus registros. En la Dirección General me dijeron que
se los habían llevado los militares y también Derechos Humanos…De la
Dirección General informaron que yo estuve hasta el 05/10/76, que fue la
fecha en que se hizo cargo la Sra. de Giménez, pero yo no recuerdo haberle
entregado a la Sra. de Giménez, yo estoy segura que fue a Tyrell porque el
decreto por el que me pasan a disponibilidad por un Sumario Administrativo
de Gualeguaychú, ese sumario estuvo cajoneado y en la época que llegaron
los militares apareció ese Sumario y a mí me pasaron a Disponibilidad, la
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fecha del decreto era 24 de septiembre, acá en Paraná todo llegaba el
mismo día o al día siguiente a lo sumo, así es que yo me tengo que haber
notificado a los uno, dos o tres días, y no creo que la transferencia de la
Unidad haya tardado más de dos días porque era una Unidad chica, lo único
que funcionaban eran los talleres, las cosas estaban al día, por eso no se
puede haber pasado más de un día o dos desde que me notifiqué, que no
puedo precisar, en Gualeguaychú el otro que pasó a disponibilidad se
notificó el 27/09/76 así es que yo debo haberme notificado antes. A cargo de
la Unidad ha quedado Tyrell que era Jefa de Seguridad de la Unidad 6,
siempre que yo viajaba quedaba ella a cargo, estoy segura que a Giménez
no le entregué la Unidad. Todas estas imprecisiones conducen a que en
todas las denuncias no se sepa en qué momento fueron cometidos los
presuntos delitos que se me imputan y quienes estuvieron a cargo de la
Unidad Penal 6 en ese momento, yo las rechazo de plano, estoy muy
tranquila, no he cometido ningún delito, al contrario me siento agraviada
porque la falta de documentación que pudiera respaldar mis dichos no está,
entonces me pregunto cómo me defiendo…Pero igual yo estuve desde el 1°
de julio hasta el 24 de septiembre y dos o tres días más y después me fui a
Gualeguaychú y ya no volví más hasta mediados del año 1977 o más
adelante, no recuerdo bien la fecha en que volví, y ya fui directamente a la
Dirección General del Servicio Penitenciario. En realidad, nunca fui
designada Directora, siempre fui Sub Directora a cargo, hasta que vino la
señora de Gimenez.”
Que la defensa material ejercida por la imputada no alcanza a
conmover la fuerza convictiva a la que se ha arribado luego de haber
valorado todo el plexo probatorio colectado en autos; siendo oportuno
destacar que lo argûido por Bidinost, en cuanto a la ausencia de prueba
documental de importancia, tiene que ver con la metodología implementada
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signos evidentes de haber sufrido torturas esto es, se tiene probado que el
ingreso de Subovsky se produjo en la noche del 02/08/76, siendo en ella
visibles diversas lesiones producto de los tormentos sufridos, como así
también que el médico no se encontraba en el instituto Carcelario a su
ingreso, lo que evidencia la coherencia y verosimilitud de las manifestaciones
expresadas por la propia víctima; revistiendo especial importancia lo
consignado en el Libro de Atención Diaria a internas de la Unidad Penal 6,
División Sanidad, desde el 17/03/76 al 02/05/77, más precisamente a fs. 63,
donde obra asentado que Lidia Subovsky fue atendida y medicada en fecha
03/08/76 por el médico de la Unidad, consignándose el diagnóstico, el
tratamiento y, debajo, la firma del galeno que la examinó.
Que, de esta forma, está probado que la acusada, siendo la máxima
autoridad del penal femenino, no efectuó el reclamo o denuncia pertinente
ante la autoridad competente, al haber tomado conocimiento del ingreso de
la nombrada con signos de haber sido sometida a torturas en dependencias
del ejército.
En segundo lugar, en lo que respecta a Lorenza Robelia Leones de
Magariños, de su Legajo Personal de UP 6, más precisamente de la Nota N°
185/76 D.U.P.F. N°6 de fecha 08/09/76 firmada por la Sub Alcaide Rosa
Susana Bidinost, Sub Directora de la Unidad Penal Femenina N° 6, que obra
a fs. 1, surge que dicha interna ingresó a la cárcel femenina, a disposición
del P.E.N., habiendo sido trasladada hasta allí por personal del Comando de
Brigada de Caballería II.
Que, a fs. 68 de los antecedentes del Libro de Atención Diaria a
internas de la Unidad Penal Nº 6, División Sanidad, obra consigando que en
fecha 08/09/76 se le hizo el control médico de ingreso a la Unidad, con el
diagnóstico, el tratamiento y la firma del galeno que la examinó al pie.
Que, conforme se desprende de los dichos de la víctima, y más allá
de los datos y precisiones que aporta respecto de los apremios, severidades
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de comisión del delito, circunstancia a la que tampoco pudo arribarse a partir
de la demás prueba producida en autos, razón por la cual no se ha
alcanzado el grado de certeza absoluto que requiere el dictado de una
sentencia condenatoria al respecto.
En razón de ello, no es posible responsabilizar penalmente a Bidinost
por los ilícitos cometidos en perjuicio de Lorenza Robelia Leones y María
Eugenia Fernández, toda vez que respecto de tales ilícitos no se ha arribado
–se reitera al grado de certeza exigido para el dictado de una sentencia
condenatoria; ello así dado que, en el caso de Lorenza Leones de
Magariños, Bidinost no se encontraba al frente de la Unidad Penal en
noviembre de 1976, momento en el que la denunciante indica se consumó el
ilícito. Por su parte en el caso de María Eugenia Fernández, no ha sido
posible señalar, ya sea a partir de los propios dichos de la víctima o, de otras
pruebas, la fecha precisa o aproximada en que el delito tuvo lugar, dado que
el ilícito en cuestión podría haberse consumado tanto durante el tiempo que
Bidinost estuvo a cargo de la Unidad Carcelaria como con posterioridad a
que la misma fuera relevada. Ha de destacarse, en este momento,
que las apreciaciones del párrafo precedente de manera alguna implican
cuestionar la honestidad y verosimilitud de los testigos/victimas a partir de la
falta de precisión en sus testimonios en lo que refiere a la ubicación témporo
espacial en que padecieran los delitos, ello así por cuanto dichas
circunstancias son el resultado de las terribles condiciones que debieron
afrontar los perseguidos políticos por parte del aparato represivo estatal,
constituyendo a su vez una finalidad en si misma a fin de garantizar la
impunidad de los responsables.
Por lo expuesto, no es factible tener por acreditada, con el grado de
certeza imprescindible a esta altura, la participación de Rosa Susana
Bidinost en los dos hechos reseñados por lo que corresponde dictar la
absolución en merito a las previsiones del art. 13 del C.P.M.P..
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Sin perjuicio de lo expuesto hasta el momento, cabe resaltar que la
conducta desarrollada por Rosa Susana Bidinost durante el tiempo que
estuvo a cargo de la Unidad Penal N°6 de la ciudad de Paraná, la ubica
como un instrumento funcional a la represión ilegal que tuvo lugar en nuestro
país entre 1976 y 1983, toda vez que sus omisiones sobre el conocimiento
que tenía como Jefa de la cárcel femenina acerca de las circunstancias en
que se ejecutaban las detenciones e ingreso a la cárcel bajo su mando de
las internas con evidentes signos de haber sido torturadas –tal como fue el
caso de Subovsky la colocan en el lugar de colaboradora relevante de
quienes de propia mano consumaban los tormentos a raíz de los cuales las
víctimas de aquellos delitos de lesa humanidad vertieron declaraciones
autoincriminatorias que sirvieron para dar un marco de legalidad a un
accionar desplegado por el gobierno de Facto, que no lo tuvo.
Así es que, Bidinost mediante su aporte como autoridad máxima de la
UP 6 poseía el dominio de tales hechos, y su participación en el ilícito de
Subovsky debe ser abordado a partir de los aportes suministrados en el
marco de la estructura de represión a la que estaba subordinada, ello así
independientemente que en los otros dos casos que le fueron imputados no
se haya alcanzado la certeza necesaria para una sentencia condenatoria.
Las probanzas incorporadas en autos dejan claramente en evidencia
la activa colaboración, coordinación y subordinación del Servicio
Penitenciario con las Fuerzas Armadas y fuerzas de seguridad en la lucha
contra la subversión, cuyas notas esenciales estaban dadas por las
amenazas constantes y la libre disponibilidad de entrega de internos/as a
personal del Ejército y/o Policía Federal o de la Provincia con la finalidad de
someterlos a interrogatorios bajo apremios, severidades o torturas en centros
clandestinos de detención, o para lograr que firmen declaraciones
autoincriminatorias en procesos ilegales que buscaban vestir las detenciones
ilegales con un manto de legalidad.
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En conclusión, de parte de la acusada hubo un aporte concreto en el
hecho ilícito cometido en perjuicio de Lidia Inés Suvobsky, y a la luz de los
elementos de convicción ya reseñados, se encuentra debidamente
acreditado que la encartada durante el lapso de tiempo que estuvo al frente
de la Unidad Carcelaria de Mujeres de esta ciudad tuvo el dominio del centro
de detención femenino y en tal posición consintió la aplicación de
severidades y apremios por parte de personal de fuerzas armadas
(Ejército/Aeronáutica) y/o de fuerzas de seguridad (Policía Federal y
Provincial) afectados a la lucha contra la subversión en perjuicio de internas
que ingresaron a la Unidad Penal o que estaban allí bajo su guarda y
cuidado allí alojadas.
De esta forma, durante el breve período de tiempo durante el que
Bidinost ejerció la jefatura de la Unidad Penal 6 –menos de cuatro meses, y
en el que tuvo la suma de poder, esto es de decisión, de control y de
organización de la vida intramuros, más allá de depender en la cadena de
mando del Director de la Unidad Penal N°1, José Anselmo Appelhans, con
su aporte permitió que las internas a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional (PEN) allí alojadas fueran ingresadas en condiciones que
denotaban que habían sido sometidas a apremios, severidades y tormentos,
o que las mismas fueran sometidas a interrogatorios habiendo sido objeto de
malos tratos y apremios por parte de personal militar o policial avocado a la
lucha contra la subversión.
De lo precedentemente expuesto, surge que Rosa Susana Bidinost
deberá responder por el hecho del que resultara damnificada Lidia Inés
Suvobsky, que se califica como imposición de severidades o apremios
ilegales, agravado por la condición de funcionario público, prestando un acto
de servicio, e imposición de tormentos.
Que a esta altura interesa realizar una consideración con relación a
los acusados Appelhans y Bidinost en orden a los hechos que se atribuyen a
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nociones medulares. Así, citando al destacado autor, podemos decir: "los
empleados públicos del Estado que tienen que llevar a cabo los cometidos
del mismo, deben ser garantes desde luego de la subsistencia mínima, de la
seguridad interior y exterior y de los principios fundamentales del Estado de
Derecho" (Günther Jakobs, “Dogmática de Derecho Penal y la configuración
normativa de la sociedad”, Civitas, 2004, Madrid).
Conforme al desarrollo de esa concepción funcionalista, por un lado,
están los delitos de dominio o de competencia por organización que toman
por base la idea de que el portador del rol debe evitar que de su esfera de
organización surjan peligros para los demás (Robles y Planas, “La
participación en el delito: fundamentos y límites”, Marcial Pons, Barcelona,
2003, citado por Carlos M. González Guerra, “Delitos de infracción de un
deber”, AdHoc, Bs. As., 2006, 29). Por otro lado, están los delitos de
infracción de un deber, que García Cavero (“Responsabilidad penal del
administrador de hecho de la empresa. Criterios de imputación”, Bosch,
Barcelona, 1999, también citado por González Guerra), analiza como
aquellos en que la responsabilidad penal se fundamenta en la infracción de
competencias institucionales. El sistema social está concretamente
configurado por determinadas instituciones que vinculan a las personas
(relación matrimonial, relaciones paternofilial, deberes estatales, confianza
especial). En este sentido, el ciudadano no sólo tiene libertad de organizar su
propia esfera, sino también, en tanto se desarrolla socialmente,
determinadas vinculaciones con esferas de organización de terceros” (p.30).
Entre las instituciones a las que Jakobs asigna expectativas penalmente
aseguradas, están los deberes genuinamente estatales y entre estos la
función “policial” de velar por la seguridad básica (Derecho Penal, parte
general, Marcial Pons, Madrid, 1997, p.994, según cita de González Guerra,
p.31). El sujeto de tal institución no sólo está obligado a velar por las
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un estado de derecho pleno los guardiacárceles que tienen a su disposición
personas detenidas son responsables por lo que les ocurra a las mismas por
esa razón, es más claro aún qué es lo que debe esperarse de aquel
funcionario o guardia que detenta el poder de facto y que ha ordenado o
permitido vejámenes y malos tratos que agravan el modo en que se cumple
una privación de libertad en un establecimiento carcelario".
De esta forma se está en lo cierto cuando se afirma que quien está a
cargo de la custodia de alguien privado de su libertad debe asegurar la
indemnidad del sujeto que tiene detenido, y vale citar nuevamente el fallo del
T.O. de La Plata en tuso Dupuy cuando expresa: “…por lo que todo individuo
que configura defectuosamente su rol por una conducta que contraría el
derecho debe hacerse cargo de las consecuencias de su acción.”.
A todas estas consideraciones, debe adunársele en el caso de
Appelhans, que en aquellos casos donde su aporte fue en calidad de autor
mediato, se revela que siempre tuvo el dominio funcional de los hechos
porque la organización donde se los llevó a cabo estaba bajo su control.
Es decir que su responsabilidad proviene del dominio del hecho que
tuvo en la cárcel masculina por ejercer la jefatura, y ese dominio configura un
elemento idóneo para caracterizar al autor de un delito.
Hugo Mario Moyano
Se desempeñó en la II Brigada Aérea como Auxiliar del Servicio
Médico desde el 31/12/72 y fue confirmado en el cargo en fecha 31/12/75.
Asimismo, se desempeñó en el Servicio Penitenciario de Entre Ríos desde el
24/09/76, fecha en la que fue contratado como médico en las unidades
carcelarias N° 1 y 6 de esta ciudad. Desde el 13/12/76 reemplazó al Jefe del
Departamento de Asistencia médica. En 1977 ascendió al grado de capitán y
desde el 1/01/77 ascendió a la categoría 17, agrupamiento profesional, tramo
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C.
Que, con las probanzas acollaradas en autos se encuentra
debidamente acreditado que Hugo Mario Moyano se desempeñó
efectivamente al momento de comisión de los ilícitos enrostrados como
Médico en las Unidades Penales N°1 “Juan José O’ Connor” y N°6
“Concepción de Arenal” ambas de esta ciudad y en el Servicio Médico de la II
Brigada Aérea de Paraná y en tal función cumplio un rol en la lucha contra la
subversión, específicamente en ocasión de asistir a las internas detenidas
por razones políticas, allí alojadas. En relación con los hechos enrostrados
a Hugo Mario Moyano se cuenta con la siguiente prueba:
Hecho N°1: Gloria Margarita Ramona Tarulli
Fue detenida en noviembre de 1976 hasta principios de febrero de
1977 en oportunidad en que estaba trabajando en la Escuela Hogar, se
presentaron cuatro sujetos vestidos de civil preguntando por la dicente
porque la querían ir a sacar del aula, que la iban a detener, a lo que le
responden que había una confusión con una tal Mabel Fontana que iban a
averiguar eso y después la iban a dejar en libertad, la suben a un Chevy
verde, capota negra, inmediatamente que sube unos señores musculosos,
inmensos, había dos adelante y dos atrás, y le dicen que se tabicara, cuando
ella les pregunta que era eso le pegaron el primer puñete y la tiraron para
abajo y le empezaron a pegar, le decían que la venían a secuestrar en
nombre de la organización montonera, le pusieron capucha mientras iban en
el auto, el trayecto fue bastante largo, muchas vueltas daba el auto, hasta
que la llevaron a una casita que estaba atrás de la Base Aérea, sin mediar
ningún interrogatorio la llevaron a la sala de tortura que ellos la llamaban la
parrilla, lo primero que hicieron cuando la bajaron del auto fue sacarle el
guardapolvos porque decían que les traía malos recuerdos y sin mediar
nada, la pusieron ahí, la desnudaron, la ataron de los brazos y piernas, tipo
Tupac Amaru, le pusieron una arpillera mojada para que la electricidad
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hiciera más efecto, decían ellos, y le vendaron los ojos. Comenzaron con el
interrogatorio, sometida a la tortura a la picana eléctrica, matándose de risa
ellos, diciendo cosas horribles. Los que hacían el interrogatorio estaban muy
enojados porque la dicente no podía dar respuesta a lo que ellos creían que
era ella. Fue picaneada desde los senos hasta la vagina, también en la
encía, le hicieron quemaduras, para la dicente eso duró no sabe cuánto, pero
fue eterno, fue un dolor tan grande, tan atroz, ella se movía en la parrilla,
gritaba, lloraba, les pedía que por favor la dejaran, en esa oportunidad perdió
el control de esfínteres, tenía epilepsia y le decía que tenía epilepsia, entre
sus pertenencias tenía la medicación y un certificado, esta gente le decía “te
vamos a sacar la epilepsia hija de puta”, a medida que la iban interrogando,
fue como perdiendo la fuerza hasta que se desmayó, cuando se despierta
era tarde a la noche, pide que la lleven al baño, era un excusado, una letrina,
no sabe bien que era, y después la llevan a una suerte de catre porque el
grupo de tareas ya se había ido, los que cuidaban le decían, y cuando la
gente que la fue a ver esa noche preguntó “quien torturó a esa chica” y le
contestaron “el Perro” a lo que dijeron que parecía que se le había ido las
manos por las quemaduras que tenía, la dicente pidió agua y toda la noche
pidió agua, agua, agua, y los chicos que cuidaban ahí le dijeron que todavía
no le iban a dar agua porque la querían viva y como te han pasado mucha
corriente eléctrica iba a reventar. Dice los chicos porque para la dicente eran
soldados o los que recién se inician hacían a ella, porque decían mira como
dejaron a esta chica. El grupo de tareas venía hacía sus cosas y se iba. Ahí
aparece la figura del Dr. Moyano, durante la tortura que se reían, los que
hacían el interrogatorio se enojaban, los otros decían palabras soeces y se
reían, en un momento una voz gruesa que dice “paren, paren, que viene el
infarto”, después lentamente se desmaya como relatara. Bueno con la idea
que ya va a venir el doctor a verte, escuchaba que estaba en un lugar donde
había gente, donde torturaban gente en la habitación contigua, en la parrilla
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donde dijo anteriormente. Bueno ahí estuvo unos cuantos días, fue objeto de
tortura. En las otras sesiones de tortura comenzaron a indagarla ya sobre el
hecho de Cáceres Monié, un grupo de tareas pensaba que la dicente era
Mabel Fontana, el que comandaba un grupo de tareas era un tal Ramiro.
Mientras estaba ahí en Comunicaciones la llevaron a otro lugar que no pudo
reconocer, cree que era la Casa del Director de la Cárcel de la UP1, porque
escuchaba ruido de niños, había mucho movimiento, también ahí fue objeto
de tormentos. La dicente era una paciente complicada, estando en la casa de
la base, y también en la casa del Director. Uno cuando está encapuchado
empieza a agudizar otros sentidos, a reconocer las voces, en un momento
que se le corre la venda, estando en la Casa del Director, identifica un
guardapolvos e identifica ese físico con la voz, siempre tratándola mal,
siempre voz de desprecio, era una voz recurrente, no era que una vez venía
uno y otra otro. En la llamada casita de Cabrol, atrás de la Base Aérea,
porque escuchaba aviones y cuando la llevaban le dicen que levante la
cabeza porque se estaba quedando sin aire y ve que era la Base Aérea, ahí
es donde la ve esta persona que todos decían que era Moyano, siempre con
el maltrato, le decía “a vos no te pasa nada, no te hagas la artista”. En la otra
oportunidad, estando en la cárcel, que le da otro ataque de epilepsia y lo
llaman de nuevo a Moyano, las chicas lo pudieron ver y reconocieron la voz y
le dijo “no tenés nada” siempre con voz y tono despectivo, y no hizo nada, la
miró y no hizo nada, después si le dieron la mediación, mientras estuvo
desaparecida jamás le dieron la medicación. No puede aseverar que era
Moyano porque era un lugar de mucho bullicio, lo que puede decir es que los
chicos después comentaban que el médico era Moyano … que esos chicos
eran los que los cuidaban … no saben si eran soldados o militares de baja
jerarquía … eran personas sensibles, compungidos con las cosas que les
hacían, que trataban de matar su tiempo hablando con ellos, hasta tal punto
que un día uno le dijo que la dicente parecía una tipa buena, que para que se
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había metido en la guerrilla lo que la dicente le dijo que era docente … la
dicente iba reconociendo la voz cuando la venía a ver con esa actitud
despectiva que le decía que no le pasaba nada que se hacía la artista y en
un momento cuando estaba en el último lugar de tormento, porque las cosas
no eran tan como ellos las pensaban, lo pudo Observar y pudo ver cómo era,
y después lamentablemente muchas veces se lo cruzó en el parque
caminando y pudo asociar esas voces que decían “chiquita no te hagas la
artista no tenes nada” con ese sujeto alto, peinado para el costado,
despectivo … los chicos que la cuidaban decían este médico es un hijo de
puta, presencia las torturas para ver hasta dónde pueden dar (cfr. fs. 3/4
declaración testimonial de Gloria Margarita Ramona Tarulli; 5/9 y 15/20 vto.
declaración testimonial de Mariana Carolina Fumaneri; fs. 10/14 vto.
declaración testimonial de Julia Liliana María Tizzoni).
En oportunidad de ejercer su derecho material de defensa y realizar
su descargo el imputado hizo una breve manifestación y expresó: “…
además niego categóricamente los hechos que se me imputan”, lo que no
perturba el convencimiento al que había arribado la instancia en aquel
momento sobre la intervención del imputado en los hechos ilícitos
enrostrados.
Ahora bien, respecto a la responsabilidad penal del acusado en
relación al ilícito del que fuera víctima Gloria Margarita Ramona Tarulli como
ocurrido en la “Casita de la Base” corresponde a esta altura destacar que el
adagio “testis unus, testis nullus”, en virtud del cual un solo testigo no
constituye prueba para tener por acreditado el hecho, no tiene acogida en el
actual ordenamiento procesal, como si lo tuvo durante la vigencia del viejo
Código de Procedimientos en Materia Penal Ley 2372 (C.P.M.P.).
Como es sabido, el actual código de rito vigente adoptó el sistema de
la sana crítica racional como método de valoración de la prueba y, frente a
ello, ante la circunstancia de presentarse un único testigo del hecho, no debe
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ocasiones las víctimas de tan terribles delitos adicionan a sus relatos
circunstancias que no han ocurrido o no han vivido ellas, pero que son
incorporadas a partir del relato o construcción de los injustos hechos por
otras víctimas.
En esa línea argumental, la circunstancia señalada por Tarulli cuando
refiere que escucha una voz que dice “paren, paren, que viene el infarto”,
después lentamente se desmaya…”, única prueba de cargo en esa dirección,
al no poder ser revalidada por ninguna otra prueba, y tampoco tener la
seguridad la propia víctima, pues así lo manifiesta en oportunidad de prestar
declaración testimonial, pierde contundencia.
Que, a esta altura respecto de la responsabilidad penal del acusado
en relación al hecho sufrido en la “Casita de la Base”, habré de manifestarme
en sentido negativo, en razón de no haberse arribado a la certeza absoluta
requerida a esta altura del proceso, por lo que a tenor de lo dispuesto en el
art. 13 del C.P.M.P., corresponde absolver al acusado, toda vez toda vez que
no existen elementos cargosos que revelen en modo convincente su
participación en los mismos.
Por otra parte, en el caso del delito que Tarulli denuncia haber sufrido
en la Unidad Penal femenina, la acusación se ve acreditada con el plexo
probatorio recolectado.
En este sentido se destacan como pruebas de cargo relevantes en
cuanto a la responsabilidad del acusado, las declaraciones testimoniales
prestadas por Mariana Carolina Fumaneri y Julia Liliana María Tizzoni,
quienes son contestes con los dichos de la denunciante; manifestando la
primera de las nombradas: “… que luego de las sesiones de tortura uno
queda con el cuerpo sensible, sin control, con espasmos, y era ya la noche,
madrugada, pasadas varias horas, cuando le dicen que no podía tomar agua
porque le iba a hacer mal. Que escucha revuelo, pasos de varias personas,
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que la atendió –Bernardi; y a fs. 84 en fecha 19/12/76: “Tarulli Gloria
paciente que presenta crisis …(no logra leerse).. es medicado con …(no
logra leerse)…… 10 mg intramuscular. Se solicita consulta con psiquiatra”
obrando a continuación la firma y la aclaración del Dr. Moyano.
Luego de realizado un exhaustivo examen de la prueba mencionada
en los párrafos precedentes es posible sostener, con el grado de certeza
exigido a esta altura del proceso, que Tarulli ingresó a la cárcel el 9 de
diciembre de 1976 con posterioridad a haber sufrido terribles vejámenes y
tormentos durante el período de tiempo que estuvo privada ilegítimamente de
su libertad a disposición de los militares, como así también que, en el período
de los siguientes diez días de su alojamiento fue atendida allí por dos
médicos pertenecientes al Servicio Penitenciario provincial, siendo el primero
de ellos el Dr. Armando Bernardis (fallecido) quien la atendió al día posterior
a su ingreso, y haciéndolo Moyano el 19/12/76.
Que la responsabilidad del acusado emerge con claridad dado que
más allá que las constancias referenciadas señalan que le indicó un
inyectable y consulta con el psiquiatra, infringió su obligación de denunciar el
real estado de salud en el que se encontraba Gloria Margarita Ramona
Tarulli, y las posibles causas del mismo, lo que hizo deliberadamente en
cumplimiento del rol asignado en la lucha contra la subversión implementada
durante el Terrorismo de Estado que se desarrolló en nuestro país en aquel
tiempo.
Por ello, esta magistratura tiene la convicción, en consonancia con la
jurisprudencia desarrollada en nuestro país en casos análogos al presente,
donde se ha juzgado la participación de médicos en las cárceles que, el
aporte y presencia de los médicos en las Unidades Penales durante el
gobierno de facto, en particular en esta causa en relación con el acusado, se
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y contención, máxime en un momento como el que le tocó vivir a esta
víctima, que era –sin lugar a dudas de total desconcierto, terror y sufrimiento
por ser una víctima del terrorismo de Estado.
El reproche penal al Moyano, entonces, se le realiza por su calidad de
médico con prestación de servicios en la Unidad Penal femenina en aquel
momento, carácter en el que, justamente por su función, pesaba sobre él el
deber no solo de prestar la debida asistencia médica a las internas, sino
también la obligación legal de dejar asentado en los registros que
correspondieren y denunciar las situaciones anómalas o ilícitas que advirtiera
en ocasión del ejercicio de su profesión intramuros.
En síntesis, su responsabilidad surge por no haber denunciado las
lesiones y sufrimientos producto de los ilícitos detallados, que observara en
dicha víctima, lo que lo posiciona como partícipe necesario del hecho por el
que se lo acusa.
De lo precedentemente expuesto, surge que Hugo Mario Moyano
deberá responder en calidad de participe necesario por el hecho del que
resultara damnificada Gloria Margarita Ramona Tarulli, que se califica como
imposición de vejaciones, severidades o apremios ilegales agravado por la
calidad de funcionario público en ejercicio de un acto de servicio, e
imposición de tormentos.
Naldo Miguel Dasso
Se encuentra probado que Naldo Miguel Dasso se desempeñó, a la
época de los hechos, esto es marzo de 1977, con la jerarquía de Teniente
Coronel de Caballería, como Jefe del Regimiento de Tiradores Blindados 6
“Blandengues” de la ciudad de Concordia, provincia de Entre Ríos, y Jefe del
“Área de Defensa 225”.
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Se le imputó, en la presente, haber dispuesto la detención de Ramón
Rogelio Ayala, Jorge Martín Ramírez y Jorge Emilio Papetti y sus posteriores
interrogatorios para investigar presuntas infracciones a la Ley 21.461, bajo
imposición de vejaciones, severidades, apremios ilegales y/o torturas.
Que, con los testimonios y las pruebas documentales que más
adelante se detallarán, acumuladas en los legajos de prueba de las tres
víctimas mencionadas, se tiene acreditado que fueron privadas ilegalmente
de su libertad en la ciudad de Concordia, llevadas al Regimiento de Tiradores
Blindados 6 “Blandengues” y/o a la cárcel de aquella ciudad, por orden del
Tte. Coronel Dasso y, asimismo en el caso de Papetti y Ramírez los mismos
sufrieron apremios ilegales y diferentes tipos de torturas.
En este sentido, se cuenta en autos con la siguiente prueba:
Hecho N° 1: Jorge Martín Ramírez
Fue detenido ilegalmente en la madrugada del día 18 de marzo de
1977 en su domicilio de calle Estrada N° 465 de la ciudad de Concordia, por
cuatros personas de civil fuertemente armadas, quienes se identificaron
como personal del Ejército, lo hicieron subir a un automóvil, encapuchado y
esposado, y fue conducido al Regimiento de Tiradores Blindados 6,
“Blandengues” de aquella ciudad, luego alojado dentro de una casa de
material vacía, lugar donde fue interrogado y sometido a torturas
consistentes en golpes, picana eléctrica . En dicho lugar fue obligado a
reconocer a Jorge Emilio Papetti, para lo cual le levantaron la capucha y lo
iluminaron con un reflector, oportunidad en la que pudo ver que Papetti
estaba muy maltratado, con los ojos como con sangre, vendados, el pecho
hundido, muy golpeado, con mucha tos, que no podía casi ni hablar. Al día
siguiente fue llevado a otro lugar en las cercanías de las Obras de la
Represa de Salto Grande, donde continuaron los interrogatorios y las torturas
pero a un nivel distinto, con prácticas tales como “cepos vietnamitas”, “ruleta
rusa”, golpes sistemáticos sin preguntas y al anocher lo llevan hasta la cárcel
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de Concordia y desde ahí es trasladado en un camión tanque, que estaba
acondicionado para el transporte clandestino de personas, al Regimiento de
la ciudad de Paraná, donde fue alojado en los calabozos junto con Ayala y
Papetti de quien solo escuchaba la tos y, aproximadamente el 14/04/77 lo
blanquean y lo llevan a la cárcel de Paraná. (cfr. fs. 3/5, 8/11 vto.,
fs. 12/13, fs. 22/23 donde consta el acta de detención RC TIR BL 6
“Blandengues” de Jorge M. Ramírez, 25/27, denuncia ante el Juez de
Instrucción militar de fecha 23/01/1984 obrante en el Expte. 40950, fs.
28/29, fs. 33/38, fs. 99/104 donde consta la denuncia de Jorge M. Ramírez
ante este Juzgado Federal a través del sistema videoconferencia de fecha
13/10/2010, y fs. 23/24 vto. del Legajo de Pruebas de Jorge Emilio Papetti).
Hecho 2: Ramón Rogelio Ayala
Fue detenido ilegalmente por personal de la polaca de Entre Ríos el
15 de marzo de 1977 en horas tempranas de la mañana, en la vía pública en
la ciudad de Concordia en oportunidad que se dirigía a su trabajo, luego de lo
cual fue trasladado a la cárcel de esa ciudad en un auto particular de la
Policía un Ford Falcón blanco donde estuvo tres días, allí no fue torturado,
pero sí interrogado. Posteriormente fue llevado a Paraná, al Regimiento de
esa ciudad, en el baúl de un auto vendado y atado de pies. En esa
dependencia castrense estuvo alojado en los calabozos, al lado del calabozo
de Ramírez, durante aproximadamente un mes, período en el que fue
torturado en reiteradas oportunidades. Luego fue conducido a la Unid Penal
de Paraná, donde le hicieron firmar una declaración autoincriminatoria en el
marco del Consejo de Guerra, cuyo contenido no le permitieron leer. (cfr. fs.
3/5 y 6/7 respectivamente, declaraciones testimoniales de Jorge Martín
Ramírez y Ramón R. Ayala, fs. 8/10 vto., fs. 11/14, 15/16, 25/28, 37/40, fs.
41/42 acta de detención del Ejército Argentino de Ramón Rogelio Ayala RC
TIR BL 6 “Blandengues”, Legajo de CONADEP N° 337.922 –apiolado, y fs.
99/104 del Legajo de Pruebas de Jorge Martín Ramírez donde consta la
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denuncia del nombrado efectuada ante este Juzgado Federal a través del
sistema videoconferencia en fecha 13/10/2010, y fs. 25/25 vto. del Legajo de
Pruebas de Jorge E. Papetti donde consta la declaración de Gladis Teresa
Linian de fecha 23/02/2004).
Hecho N° 3: Jorge Emilio Papetti
Ingresó como conscripto en el Regimiento N° 6 de Caballería de
Concordia “Blandengues” en fecha 20/04/1976, revistando luego como
Dragonante, permaneciendo durante el día en el Regimiento y por las noches
en su domicilio particular, todo hasta el día 14 de marzo de 1977, día en que
salió de su domicilio a las 05:30 horas para no regresar más. De las
averiguaciones realizadas en el Regimiento por parte de los familiares surgió
que los conscriptos no salían porque estaban acuartelados. Pasados tres
días, los conscriptos salen y se tomó conocimiento que Papetti había
quedado arrestado. En fecha 21/03/1977 el Jefe del Regimiento, Teniente
Coronel Dasso informó a la madre del desaparecido que a su hijo lo habían
llevado tres oficiales por sospecha de subversivo y que se había escapado
en el trayecto del traslado en cercanías de la Localidad de Villaguay, siendo
la versión oficial de Ejército. Fue posible determinar a partir del testimonio de
Jorge Martín Ramírez que Papetti habría sido llevado a una dependencia
dentro del Regimiento 6 de Concordia donde habría sido, a partir de la
madrugada del 18/03/1977, sometido a torturas. Que, durante la privación
ilegal de la libertad en Concordia, en dependencias militares, en una
oportunidad Papetti habría sido enfrentado con el denunciante Ramírez a fin
que lo reconozca y también fue interrogado sobre la supuesta organización
subversiva y sometido a tormentos. Que en esa la oportunidad Jorge Martín
Ramírez lo vio a Papetti con el pecho hundido, con sangre en la boca sin
poder mantener la postura y con mucha tos. Al día siguiente habría sido
trasladado conjuntamente con Ramírez a las afueras de Concordia en
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inmediaciones de Salto Grande en un auto, fuertemente atado, donde
habrían continuado las torturas, luego de lo cual habría sido trasladado en el
interior de un automóvil en cuyo baúl iba Ayala. El día 19/03/1977 habría sido
escuchado tosiendo en los calabozos del Regimiento de Paraná, desde
donde el 21/03/1977 es sacado junto con Ramírez y llevado a la Unidad
Penal 1, a la Unidad Familiar, para ser sometido a nuevas sesiones de
tortura, ocasión en la que habría fallecido como consecuencia de las mismas.
(cfr. fs. 3/7 –acción de Habeas Corpus presentado por Andrés Emilio Papetti
a favor de su hijo Jorge Emilio ante el Juzgado de Instrucción de Concordia,
Entre Ríos, fs. 13 denuncia de Margarita Elena Alegre de Papetti de fecha
07/12/1982, fs. 23/24 vto., fs. 26/27, fs. 31/31 vto., 32/32 vto., fs. 35/35 vto.,
30/30 vto., 33/34, fotocopia del Expte. 40950 del Comando de la IIda.
Brigada de Caballería Blindada, fotocopia del Expte. 11.018 de la Cámara
Federal de Apelaciones de Paraná, fs. 256/256 vto., 264/266, 267/268,
269/269 vto. y 277/280), testimonios brindados ante la CFAP de Jorge Martín
Ramírez, Ramón Rogelio Ayala, Ricardo Carrasco y Juan I. Aleman del
Expte. 55.045 del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, fs. 488/489.
Se destaca dentro del plexo probatorio de cargo, como una prueba de
relevancia, además de las constancias obrantes en el expediente 6V 70250
(N° 11229) Consejo de Guerra Especial Estable N°1 Subzona de Defensa
Paraná Causa Criminal Federal N° 3620 “Sumario por Supuesta Infracción
al art. 189 bis del C. Penal” en las que están registradas las circunstancias
de tiempo, modo y lugar en que se produjeron las detenciones de Ayala,
Ramírez y Papetti, el testimonio de Jorge Martín Ramírez, quien manifiesta:
“…en oportunidad de ser detenido le hacen saber que la persona que lo
había traicionado era Jorge Emilio Papetti y en determinado momento le
levantan la capucha y se lo muestran y reconoce que es él, lo escucha
tosiendo durante todo el tiempo hasta determinado momento que estando
junto le da aparentemente un ataque fue allí que lo llevan y nunca más supo
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Martín Ramírez, expresó: “…que recuerda muy vagamente ese apellido, que
cree era también sindicado como subversivo y que tuvo actuación personal
militar del Área correspondiente, de la cual pertenecía a la Policía a su cargo
bajo lo que se denominó “control operacional”…”, más adelante agregó: “…
Que la Cárcel, dependiente de Institutos Penales de la Provincia, al igual que
la Policía y otras Fuerzas de Seguridad, estaban bajo control operacional del
Área Militar, con motivo de la lucha contra la subversión. Por tal causa,
recuerda que el Jefe de Área disponía que algunos subversivos fueran
alojados en la referida Cárcel…”, preguntado que le fue si los procedimientos
en que intervino la Policía de Concordia estaban bajo órdenes y supervisión
directa del Jefe del Área Militar, dijo: “Que sí. Que de todas las
investigaciones y procedimientos que se hicieron contra personas u
organizaciones de tinte subversivo, tenía desde un primer momento, pleno
conocimiento el Jefe de Área Militar, quien impartía órdenes y directivas
precisas y en la mayoría de los casos, se actuaba con la presencia de
personal militar en el lugar del hecho.”
Que, en oportunidad de declarar en ejercicio de su acto de defensa
material, el encartado expresó: “Todas las órdenes que impartí fueron de
acuerdo a la legislación y normativas vigentes y sobre la base de órdenes
legítimas que recibí. …nunca interpreté que lo actuado por mí o mis
subalternos o los que estaban bajo mi control operacional formáramos parte
de un plan de persecución ilegal… jamás imaginé que las detenciones que
se hicieron pudieran ser consideradas ilegítimas… niego que haya existido
en el Regimiento algún lugar clandestino para detener y además torturar a
personas, por otra parte, nunca en ningún caso ordené a mis subalternos,
maltratar, torturar y mucho menos matar a persona alguna…” cfr. fs.
1315/1329.
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Que, las manifestaciones vertidas por el encartado no conmueven el
grado de convicción alcanzado en autos y no debilita en nada el plexo
probatorio de cargo colectado, no eximiéndolo de responsabilidad dado que
el acusado en su calidad de Jefe del Regimiento de Tiradores Blindados 6
“Blandengues” de la ciudad de Concordia, provincia de Entre Ríos y Jefe del
“Área de Defensa 225” durante la época de los hechos investigados ha sido
uno de los eslabones disponentes de las órdenes destinadas a cumplir con el
alegado propósito de lucha contra la subversión y el terrorismo, por lo que
resulta inverosímil el argumento esgrimido en cuanto al desconocimiento de
las actividades desplegadas por sus subalternos.
La jerarquía que ostentaba y función que desempeñaba dan cuenta
de la culpabilidad de Dasso, puesto que –se reitera como jefe del referido
Regimiento no podía desconocer las conductas realizadas por sus
subordinados que provocaron riesgo para la vida y salud psicofísica de las
víctimas, máxime cuando de las constancias probatorias, a saber: Mensajes
Militares de fs. 25/26 y actas de detención de fs. 27/32, se desprenden sus
firmas.
Lo expuesto precedentemente permite sostener que siempre tuvo el
dominio funcional de los hechos porque la organización que los llevó a cabo
estaba bajo su control. Y ese dominio configura un elemento idóneo para
caracterizar al autor de un delito.
En efecto, “...la forma que asume el dominio del hecho en la autoría
mediata es la del dominio de la voluntad del ejecutor, a diferencia del dominio
de la acción, propio de la autoría directa, y del dominio funcional, que
caracteriza a la coautoría. En la autoría mediata el autor, pese a no realizar
conducta típica, mantiene el dominio del hecho a través de un tercero cuya
voluntad, por alguna razón, se encuentra sometida a sus designios.... Lo
característico es la fungibilidad del ejecutor, quien no opera como una
persona individual sino como un engranaje mecánico. Al autor le basta con
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controlar los resortes del aparato, pues si alguno de los ejecutores elude la
tarea aparecerá otro inmediatamente en su lugar que lo hará sin que se
perjudique la realización del plan total…” (cfrse. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, Causa 13/84).
Por su parte la CSJN ha sostenido que: “…el dominio que posee
quien maneja discrecionalmente el sistema, no ya sobre una voluntad
concreta, sino sobre una voluntad indeterminada puesto que, cualquiera sea
el ejecutor de la orden delictiva, el hecho se puede producir". “Ello así toda
vez que otra de las notas salientes de esta forma de autoría es la fungibilidad
del autor, quien no opera individualmente sino como un engranaje dentro del
sistema, bastándole al autor con controlar los resortes de la estructura, pues
aun cuando uno de los ejecutores eluda la tarea, será reemplazado en forma
inmediata por otro, que la efectuará” (cfr. fallo 306:1689, considerando 15 del
voto de los ministros Petracchi y Bacqué).
Es en razón de ello, su jerarquía y función que detentaba dentro de la
estructura castrense que gobernaba el país en aquel momento que le cabe la
responsabilidad como autor mediato en los delitos que se le imputan, puesto
que Dasso, en razón del “rol” que cumplió dentro del aparato organizado de
poder, participó activamente en la implementación de las medidas destinadas
a aniquilar la subversión y junto a ellas en los hechos que aquí se investigan.
Por lo que, en virtud de lo expuesto y a tenor de lo analizado, Naldo
Miguel Dasso deberá responder en calidad de autor mediato por los hechos
de los que resultaran damnificados Jorge Martín Ramírez, Rogelio Ramón
Ayala y Jorge Emilio Papetti, que se califican como privación ilegítima de la
libertad agravada por la especial calidad de funcionario público en abuso de
funciones en perjuicio de las tres víctimas; imposición de vejaciones,
severidades o apremios ilegales en el caso de Ayala; e imposición de
tormentos en los casos de Ramírez y Papetti.
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Gonzalo Jaime Ló pez Belsue
Se tiene acreditado que, a la fecha de comisión de los hechos, esto
es el mes de marzo de 1977, con la jerarquía de Teniente Primero del
Ejército se desempeñaba como Jefe de Escuadrón del Regimiento de
Tiradores Blindados 6 “Blandengues” de la ciudad de Concordia, Pcia. de
Entre Ríos, y fue designado por el Jefe de aquel Regimiento Teniente
Coronel Naldo Miguel Dasso como Oficial Preventor para investigar
presuntas infracciones a la Ley 21.461.
Por lo expuesto, de acuerdo a las pruebas reunidas, López Belsue, en
la función descripta precedentemente, llevó a cabo los interrogatorios de
Ramón Rogelio Ayala, Jorge Martín Ramírez y Jorge Emilio Papetti, mientras
se encontraban privados ilegítimamente de su libertad, y les hizo firmar, bajo
imposición de apremios, severidades y tormentos.
Dichas declaraciones sirvieron de fundamento al Consejo de Guerra
al que fueron sometidos posteriormente Ayala y Ramírez, (Cfr. causa N°
3.620 caratulada: “Sumario por Supuesta Infracción al art. 189 bis del C.
Penal” Expte. 6 V 7 0250 Consejo de Guerra Especial Estable N° 1 de la
Zubzona de Defensa Paraná).
Que, con las constancias probatorias acumuladas en autos, las que
ya fueron precisadas en el acápite dedicado al encartado Naldo Miguel
Dasso, se encuentran debidamente acreditados los ilícitos cometidos en
perjuicio de Jorge Martín Ramírez, Rogelio Ramón Ayala y Jorge Emilio
Papetti, como así también la intervención que tuvo en los mismos el acusado
Gonzalo Jaime López Belsue.
De esta forma y por cuestiones metodológicas la referida prueba se
reiterará a continuación:
Hecho N° 1: Jorge Martín Ramírez
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Fue detenido ilegalmente en la madrugada del día 18 de marzo de
1977 en su domicilio de calle Estrada N° 465 de la ciudad de Concordia, por
cuatros personas de civil fuertemente armadas, quienes se identificaron
como personal del Ejército, lo hicieron subir a un automóvil, encapuchado y
esposado, y fue conducido al Regimiento de Tiradores Blindados 6,
“Blandengues” de aquella ciudad, luego alojado dentro de una casa de
material vacía, lugar donde fue interrogado y sometido a torturas
consistentes en golpes, picana eléctrica . En dicho lugar fue obligado a
reconocer a Jorge Emilio Papetti, para lo cual le levantaron la capucha y lo
iluminaron con un reflector, oportunidad en la que pudo ver que Papetti
estaba muy maltratado, con los ojos como con sangre, vendados, el pecho
hundido, muy golpeado, con mucha tos, que no podía casi ni hablar. Al día
siguiente fue llevado a otro lugar en las cercanías de las Obras de la
Represa de Salto Grande, donde continuaron los interrogatorios y las torturas
pero a un nivel distinto, con practicas tales como “cepos vietnamitas”, “ruleta
rusa”, golpes sistemáticos sin preguntas y al anochecer lo llevan hasta la
cárcel de Concordia y desde ahí es trasladado en un camión tanque, que
estaba acondicionado para el transporte clandestino de personas, al
Regimiento de la ciudad de Paraná, donde fue alojado en los calabozos junto
con Ayala y Papetti de quien solo escuchaba la tos y, aproximadamente el
14/04/77 lo blanquean y lo llevan a la cárcel de Paraná. (cfr. fs. 3/5, 8/11 vto.,
fs. 12/13, fs. 22/23 donde consta el acta de detención RC TIR BL 6
“Blandengues” de Jorge M. Ramírez, denuncia de fs. 25/27, declaración de
fs. 28/29, fs. 33/38, fs. 99/104 donde consta la denuncia de Jorge M.
Ramírez ante este Juzgado Federal a través del sistema videoconferencia de
fecha 13/10/2010, y fs. 23/24 vto. del Legajo de Pruebas de Jorge Emilio
Papetti).
Hecho 2: Ramón Rogelio Ayala
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JUZGADO FEDERAL DE PARANÁ 1
Fue detenido ilegalmente por personal de la policía de Entre Ríos el
15 de marzo de 1977 en horas tempranas de la mañana, en la vía pública en
la ciudad de Concordia en oportunidad que se dirigía a su trabajo, luego de lo
cual fue trasladado a la cárcel de esa ciudad en un auto particular de la
Policía un Ford Falcón blanco donde estuvo tres días, allí no fue torturado,
pero sí interrogado. Posteriormente fue llevado a Paraná, al Regimiento de
esa ciudad, en el baúl de un auto vendado y atado de pies. En esa
dependencia castrense estuvo alojado en los calabozos, al lado del calabozo
de Ramírez, durante aproximadamente un mes, período en el que fue
torturado en reiteradas oportunidades. Luego fue conducido a la Unidad
Penal de Paraná, donde le hicieron firmar una declaración autoincriminatoria
en el marco del Consejo de Guerra, cuyo contenido no le permitieron leer.
(cfr. fs. 3/5 y 6/7 respectivamente, declaraciones testimoniales de Jorge
Martín Ramírez y Ramón R. Ayala, fs. 8/10 vto., fs. 11/14 vto., 15/16, 25/28,
37/40, fs. 41/42 acta de detención del Ejército Argentino de Ramón Rogelio
Ayala RC TIR BL 6 “Blandengues”, Legajo de CONADEP N° 337.922 –
apiolado, y fs. 99/104 del Legajo de Pruebas de Jorge Martín Ramírez
donde consta la denuncia del nombrado efectuada ante este Juzgado
Federal a través del sistema videoconferencia en fecha 13/10/2010, y fs.
25/25 vto. del Legajo de Pruebas de Jorge E. Papetti donde consta la
declaración de Gladis Teresa Linian de fecha 23/02/2004).
Hecho N° 3: Jorge Emilio Papetti
Ingresó como conscripto en el Regimiento N° 6 de Caballería de
Concordia “Blandengues” en fecha 20/04/1976, revistando luego como
Dragonante, permaneciendo durante el día en el Regimiento y por las noches
en su domicilio particular, todo hasta el día 14 de marzo de 1977, día en que
salió de su domicilio a las 05:30 horas para no regresar más. De las
averiguaciones realizadas en el Regimiento por parte de los familiares surgió
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que los conscriptos no salían porque estaban acuartelados. Pasados tres
días, los conscriptos salen y se tomó conocimiento que Papetti había
quedado arrestado. En fecha 21/03/1977 el Jefe del Regimiento, Teniente
Coronel Dasso informó a la madre del desaparecido que a su hijo lo habían
llevado tres oficiales por sospecha de subversivo y que se había escapado
en el trayecto del traslado en cercanías de la Localidad de Villaguay, siendo
la versión oficial de Ejército. Fue posible determinar a partir del testimonio de
Jorge Martín Ramírez que Papetti habría sido llevado a una dependencia
dentro del Regimiento 6 de Concordia donde habría sido, a partir de la
madrugada del 18/03/1977, sometido a torturas. Que, durante la privación
ilegal de la libertad en Concordia, en dependencias militares, en una
oportunidad Papetti habría sido enfrentado con el denunciante Ramírez a fin
que lo reconozca y también fue interrogado sobre la supuesta organización
subversiva y sometido a tormentos. Que en esa la oportunidad Jorge Martín
Ramírez lo vio a Papetti con el pecho hundido, con sangre en la boca sin
poder mantener la postura y con mucha tos. Al día siguiente habría sido
trasladado conjuntamente con Ramírez a las afueras de Concordia en
inmediaciones de Salto Grande en un auto, fuertemente atado, donde
habrían continuado las torturas, luego de lo cual habría sido trasladado en el
interior de un automóvil en cuyo baúl iba Ayala. El día 19/03/1977 habría sido
escuchado tosiendo en los calabozos del Regimiento de Paraná, desde
donde el 21/03/1977 es sacado junto con Ramírez y llevado a la Unidad
Penal 1, a la Unidad Familiar, para ser sometido a nuevas sesiones de
tortura, ocasión en la que habría fallecido como consecuencia de las mismas.
(cfr. fs. 3/7 –acción de Habeas Corpus presentado por Andrés Emilio Papetti
a favor de su hijo Jorge Emilio ante el Juzgado de Instrucción de Concordia,
Entre Ríos, fs. 13 denuncia de Margarita Elena Alegre de Papetti de fecha
07/12/1982, fs. 23/24 vto., fs. 26/27, 30/30 vto., fs. 31/31 vto., 32/32 vto.,
33/34 fs. 35/35 vto., fotocopia del Expte. 40950 del Comando de la IIda.
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Brigada de Caballería Blindada, fotocopia del Expte. 11.018 de la Cámara
Federal de Apelaciones de Paraná, fs. 256/256 vto., 264/266, 267/268,
269/269 vto. y 277/280), testimonio brindado por María Ema Papetti ante el
Juzgado Federal de Concepción del Uruguay de fs. 488/489.
Que del plexo probatorio de cargo colectado en autos surge como
prueba de preeminencia, en relación a la intervención que le cupo al acusado
Gonzalo Jaime López Belsue en los ilícitos precisados: 1.) las constancias
obrantes en el expediente 6V 70250 (N° 11229) Consejo de Guerra Especial
Estable N°1 Subzona de Defensa Paraná Causa Criminal Federal N° 3620
“Sumario por Supuesta Infracción al art. 189 bis del C. Penal” en las obran
agregadas la totalidad de las declaraciones que fueron rubricadas por las
víctimas mencionadas mientras se encontraban detenidos en forma ilegal en
la ciudad de Concordia; 2.) los diferentes testimonios prestados por Jorge
Martín Ramírez, toda vez que refirió que en ocasión de ser detenido le
hicieron saber que quien lo había traicionado era Jorge Emilio Papetti, y
posteriormente, en determinado momento le levantaron la capucha y se lo
mostraron, reconociéndolo, momento en el que pudo ver que estaba muy
deteriorado, pecho hundido, vendado los ojos, tosiendo permanentemente en
una forma muy fea, mencionando también que lo escuchó toser durante todo
el tiempo hasta determinado momento que estando juntos le dio
aparentemente un ataque y que fue a partir de ese momento que se lo
llevan y nunca más supo de él; 3.) declaración testimonial del Inspector
General Retirado Pedro Fernando Ramón Campbell –Jefe de Policía
Departamental Concordia durante el año 1977 (cfr. fs. 33/38 del legajo de
prueba de Ramírez), prestada el 13/05/85, oportunidad en la preguntado si
tuvo conocimiento del ciudadano Jorge Martín Ramírez, expresó: “…que
recuerda muy vagamente ese apellido, que cree era también sindicado como
subversivo y que tuvo actuación personal militar del Área correspondiente,
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de la cual pertenecía a la Policía a su cargo bajo lo que se denominó “control
operacional”…”, más adelante agregó: “…Que la Cárcel, dependiente de
Institutos Penales de la Provincia, al igual que la Policía y otras Fuerzas de
Seguridad, estaban bajo control operacional del Área Militar, con motivo de
la lucha contra la subversión. Por tal causa, recuerda que el Jefe de Área
disponía que algunos subversivos fueran alojados en la referida Cárcel…”,
preguntado que le fue si los procedimientos en que intervino la Policía de
Concordia estaban bajo órdenes y supervisión directa del Jefe del Área
Militar, dijo: “Que sí. Que de todas las investigaciones y procedimientos que
se hicieron contra personas u organizaciones de tinte subversivo, tenía
desde un primer momento, pleno conocimiento el Jefe de Área Militar, quien
impartía órdenes y directivas precisas y en la mayoría de los casos, se
actuaba con la presencia de personal militar en el lugar del hecho.”; 4.) la
declaración de María Ema Papetti, quien en ocasión de brindar su testimonio
expresó que la reconstrucción que se realizó deja a la luz que su hermano
habría sido torturado en el Donovan, que era una cancha de polo dentro de
las instalaciones del Regimiento donde había una casita y allí es donde
habría sido reconocido por Ramírez, también señala que trasladan a
Ramírez y a Ayala a la cárcel, para tomarles declaraciones y Jorge queda ahí
detenido en el regimiento, lo cual es conteste con las manifestaciones de las
dos víctimas mencionadas, cuando hacen referencia a los lugares donde
estuvieron privados de su libertad en Concordia.
En ocasión de ejercer su derecho material de defensa, López Belsué
hizo su descargo y reconoció que se desempeñó a la fecha de los hechos en
el Regimiento Tiradores Blindados 6 de Concordia y como Jefe de
Escuadrón de Tiradores Blindados “A”, también expresó, con respecto a los
hechos que se le imputan, que en ninguna de las acciones que realizó en
cumplimiento de órdenes de la Jefatura de la Unidad eran conocidas por él
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como ilegales porque en primer lugar el arresto del soldado Papetti, que
efectivamente realizó por orden de su Jefe de Unidad constituía una
actividad normal dentro de los Cuarteles Militares, ya que el arresto es una
sanción disciplinaria que está contenido en los reglamentos militares y en el
código de justicia militar que él tenía hasta ese momento como
documentación rectora para actuar en función de su cargo y responsabilidad
y sostuvo su total desconocimiento de leyes y normativa que podía existir en
ese momento respecto de personas que pudieran estar vinculadas con
hechos calificados de subversivos. Más adelante aclaró que el arresto es
común para soldados, oficiales y suboficiales y aportó precisiones sobre el
lugar donde se materializa el arresto, siendo que en el caso de los oficiales
normalmente se materializa en el domicilio particular del imputado o en
alguna de las piezas existentes en el Casino de Oficiales de la Unidad,
mientras que en el caso de los suboficiales y soldados se materializa en el
calabozo del Cuartel porque no existe ningún otro lugar físico que no sea el
calabozo que existen en todas las guardias de prevención de las Unidades
Militares. Consideró no haber realizado ninguna detención ilegal y como
oficial subalterno no tenía la posibilidad de ejercer ninguna discrecionalidad
para detener, torturar o proferir cualquier clase de castigo a nadie, llámese
soldado, civil, suboficial u oficial. Respecto de las circunstancias de la
detención del Dragoneante Papetti, la misma fue motivo de una orden verbal
impartida por el Jefe de Unidad que materializó en forma totalmente normal,
ya que tenía un trato muy frecuente con los Aspirantes a Oficiales de
Reserva, entre los que se encontraba Papetti, ya que muchas de las
materias que recibían como instrucción las impartidas él mismo, por lo cual el
arresto de Papetti se dio en un marco de conocimiento mutuo ya que luego
de recibida la orden, la mejor forma de ejecutarla la llevó a cabo llamándolo a
Papetti, diciéndole que lo acompañara porque tenía que hablar con él y le
comunicó mientras iban a la dirección de la guardia de prevención que por
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una orden recibida debía alojarlo en el calabozo de la guardia de prevención,
luego de lo cual, horas más tarde recibió la orden de confeccionar una
prevención, aportando una breve explicación sobre las prevenciones, en
especial que las mismas se ordenan para obtener declaraciones sobre
hechos o imputaciones efectuadas, que se materializan solo a través de
declaraciones que el Informante las lleva a cabo formulando preguntas que
se le ocurren por su propia iniciativa o respondiendo a cuestionarios
prefijados; en el caso de Papetti señaló que la declaración que le tomó en la
guardia de prevención del Regimiento se hizo sobre la base de un
cuestionario que le fue entregado por el Grupo Operaciones de la Unidad
donde constaba en una serie de preguntas que escapaban a su
conocimiento anterior, máxime teniendo en cuenta que era prácticamente la
primer circunstancia en la cual preguntaba sobre hechos tildados de carácter
subversivo. Más adelante destacó que fue él, como Jefe de Escuadrón, el
responsable de proponerlo pare el grado de Dragoneante, lo cual era la
máxima distinción y que lo hizo precisamente por las condiciones
profesionales y humanas que vio en Papetti. Agregó que le tomó una
segunda declaración ampliatoria en la guardia de la prevención con motivo
de habérsele encontrado en su equipo documentación aparentemente
comprometedora que provino del Grupo de Inteligencia de la Unidad, por
último en relación a Papetti manifestó que en ningún momento ejerció ningún
tipo de coerción ni violencia, ni malos tratos en la persona del Dragoneante
Papetti. En relación a Ramírez expresó haberle tomado declaración sobre la
base de un formulario que le fuera entregado también por el Grupo de
Operaciones y que la misma se realizó en la Unidad Penal de Concordia y
que en la misma no ejerció ningún tipo de violencia, maltrato o violencia
física y que el mismo firmó el acta al término de la misma; también mencionó
que no participó en su detención. En lo que hace a Ayala dejó expresa
constancia que su participación se limitó a tomarle también declaración en la
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Unidad Penal de Concordia y que durante la misma no se ejerció ningún tipo
de violencia o maltrato y sobre la base de un cuestionario que le fuera
entregado por Operaciones de la Unidad. Agregó que jamás ocultó su
participación en estos hechos ya que los mismos quedaron perfectamente
documentados y está convencido que su actuación no revestía ningún tipo
de ilegalidad y que siempre estuvo viviendo en el mismo domicilio de la calle
Scalabrini Ortiz; con respecto al traslado y fuga del Dragoneante Papetti
señaló que tuvo que diligenciar actuaciones de justicia militar en las personas
de quienes fueron responsables de su traslado y fuga. Agregó que en el caso
de Papetti le tomó declaración él solo en la guardia, escribiendo de puño y
letra las respuestas y después se dirigió al Escuadrón y con un suboficial las
pasó en limpio; en el caso de las declaraciones de Ramírez y Ayala contó
con el apoyo de un escribiente y de la máquina de escribir que le fueron
proporcionados por la Unidad Penal. Por último, expresó que durante la
detención de Papetti en el calabozo del regimiento éste se encontraba en
buenas condiciones.
Que, posteriormente el acusado hizo manifestaciones en ocasión de
practicarse la audiencia de visu, donde ratificó su declaración indagatoria y
señaló que consideraba que las declaraciones de Ramón Rogelio Ayala no
fueron interpretadas adecuadamente ya que de las mismas surge que fue
detenido en la calle y llevado a la cárcel de Concordia y no al Regimiento,
como dice Ramírez, y que en la cárcel estuvo durante tres días y de allí no
salió y no fue torturado. A continuación, manifestó que las torturas
denunciadas por Ramírez ocurrieron después que hayan declarado Ayala el
15 de marzo y Papetti que declaró el 16 de marzo, que él después lo vio el
19 normal y por eso se pregunta hasta donde es cierto lo que dijo Ramírez.
Agregó que una vez que Papetti fue llevado a la sala de guardia salió de su
jurisdicción y quedó a disposición de la Jefatura del Regimiento, lo que –
señala fue corroborado en la declaración de Amatto que fue Asesor Jurídico
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del Ejército y, también, por el informe que proporcionó el Estado Mayor del
Ejército solicitada por su defensa. Sostuvo por último que en Concordia nada
fue clandestino porque en el caso de los tres: Ayala, Ramírez y Papetti, los
familiares fueron al Regimiento a preguntar y, destacó, que en ningún
momento los tuvo bajo su guarda, Papetti pasó a depender de la guardia a
través de la Jefatura de Regimiento, en tanto que Ayala y Ramírez
dependían del Jefe del Penal de Concordia, sobre los cuales él no tenía
ninguna injerencia.
Que, el descargo efectuado ha sido confrontado con la totalidad de la
prueba producida en la causa, obteniéndose como resultado, a esta altura,
que a López Belsue le asiste razón en determinadas circunstancias
puntuales que señalara en oportunidad de ejercer su derecho material de
defensa, pero, por el contrario, ello no es suficiente para deslindarlo de
responsabilidad, lo que habrá de desarrollarse a continuación.
Liminarmente, vale decir respecto de los delitos por los que es traído
a juicio el acusado López Belsue, como así también respecto de su
responsabilidad, que están debidamente acreditados con la gran cantidad de
pruebas de cargo obrantes en autos.
Sin perjuicio de ello, como previo a realizar el pormenorizado análisis
de cada uno de los tres hechos imputados por separado, corresponde hacer
una apreciación general.
En tal sentido es posible confirmar de acuerdo a la prueba producida
que López Belsue no participó ni tuvo intervención alguna en la detención
(privación ilegítima de la libertad) de Jorge Martín Ramírez y Ramón Rogelio
Ayala, dado que la detención del primero de ellos fue efectuada por orden del
Tte. Coronel Naldo Miguel Dasso como Jefe Regimiento Caballería Tiradores
Blindados 6 “Blandengues” –cfr. acta de fs. 32/33 del Expte. 6V 70250 (N°
11229) Consejo de Guerra Especial Estable N°1 Subzona de Defensa
Paraná; y en el caso de la detención de Ayala que también fue por orden del
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Tte. Coronel Dasso, en este caso con la participación del Tte. 1ero. Aleman,
miembro del Grupo de Operaciones de la Unidad Militar Blandengues, entre
otros –cfr. acta de fs. 30/31 del Expte. 6V 70250 (N° 11229) Consejo de
Guerra Especial Estable N°1 Subzona de Defensa Paraná.
Por su parte, respecto de la detención del soldado (Dragoneante)
Jorge Emilio Papetti, está acreditado que la misma, si bien fue ejecutada por
López Belsue, se originó en una orden emanada de su superior y máxima
autoridad del Regimiento, Tte. Coronel Naldo Miguel Dasso, que era el Jefe
de dicha Unidad militar; circunstancia que surge tanto de las manifestaciones
del acusado como del propio reconocimiento que hiciera su consorte
procesal al respecto en ocasión de prestar declaración indagatoria en la que
asumió la responsabilidad de dicha orden, y también de las constancias
documentales acollaradas en autos.
Que, la orden de detención la habría recibido en forma verbal, luego
de lo cual habiendo realizado un examen exante, que es el cuidado que se
le debía exigir al encartado en aquel momento, el mismo no tuvo elementos o
razones para pensar que la misma era ilegal ya que el arresto fue producto
de una orden del superior a cargo de la Jefatura del Regimiento.
Que, sin perjuicio de lo expresado hasta el momento en relación al
acusado, atañe a partir de aquí analizar la responsabilidad penal que le cabe
al mismo y, respecto de las víctimas precisadas, en la comisión de delitos
que fueron consumados durante la privación ilegítima de su libertad en la
ciudad de Concordia.
En tal sentido, esta instancia considera que es inobjetable la
atribución de responsabilidad al acusado atento que la misma lo es por haber
tomado las declaraciones autoincriminatorias y haberlas hecho suscribir por
las víctimas mencionadas bajo apremios ilegales, severidades y en dos de
los tres casos, también bajo tormentos.
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En esa línea argumental entonces, en lo que atañe a Ayala, se tiene
que luego de ser detenido por personal militar en la vía pública de la ciudad
de Concordia a las 07:00 de la mañana, en momentos que se dirigía a su
trabajo, fue trasladado a la cárcel de aquella localidad donde estuvo alojado
tres días, donde, según fue reconocido por el propio acusado, le tomó
declaración. No quedan dudas, por el tenor de la declaración que le hizo
firmar el acusado –cfr. fs. 40/43 del Expte. 6V 70250 (N° 11229) Consejo de
Guerra Especial Estable N°1 Subzona de Defensa Paraná y por las
condiciones de la detención, que la misma fue conseguida bajo amenazas,
apremios y severidades. Esa declaración era autoincriminatoria y fue la base
de la acusación en su contra en el Consejo de Guerra al que fue sometido,
en el que terminó condenado a la pena de nueve años de prisión y que, por
otro lado, llevó a las detenciones de Ramírez y Papetti.
Los elementos y circunstancias señalados en el párrafo que antecede
son suficientes para admitir que la firma de esa declaración por parte de
Ayala, fue impuesta por éste contra su voluntad, toda vez que la misma le fue
exigida por López Belsue en momentos que era sometido a una privación
ilegítima de la libertad siendo víctima de amenazas, apremios y severidades,
circunstancias todas estas que le sirvieron al acusado para arrancarle
literalmente su firma al pie del acta que fue lisa y llanamante una “confesión”.
Respecto de Jorge Martín Ramírez, también es posible afirmar la
responsabilidad de López Belsue ya que más allá que el imputado en su
descargo hace un relato según el cual solo se limitó a realizar una serie de
preguntas previamente formuladas y que le fueron facilitadas por la
superioridad; del relato de la propia víctima surge que fue sometido a
interrogatorios bajo tormentos en dependencias militares y como resultado
de las cuales terminó firmando una declaración autoincriminatoria, razón por
la cual se torna imposible creerle al acusado cuando manifiesta que no
advirtió las condiciones psicofísicas, esto son las marcas de los malos tratos
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y torturas recibidos en las que se encontraba dicho detenido al momento de
hacerle firmar su declaración contra su voluntad, ya que conforme se
desprende de las constancias probatorias había pasado un escaso lapso de
tiempo desde su detención como sospechoso de pertencer a una
organización subversiva.
Por último, como se adelantara, acorde a la primera intervención que
tuvo López Belsue respecto de Papetti efectivizar su detención por orden del
Jefe del Regimiento, es razonable suponer que ex–ante el acusado la
entendiera ajustada a la normativa castrense al creer que se trataba del
arresto previsto en el Régimen Disciplinario Militar vigente en aquel momento
ya que no habría contado en ese momento con elementos para suponerla
ilegal.
Entonces, efectivizada la detención por parte del acusado dentro del
Regimiento en horas de la mañana, surge de las constancias obrantes en la
causa que la primera declaración que le habría tomado y hecho firmar al
soldado Papetti fue ese mismo día a las 23 horas –cfr. fs. 44/48 del expte. ut
supra mencionado, que la misma resultó autoincriminatoria, al igual que las
de Ayala y Ramírez, como consecuencia de apremios y severidades a los
que fue sometido, posiblemente, por personal militar del Grupo de
Operaciones de la Unidad, grupo del que conforme se desprende de la
prueba recolectada no es posible afirmar que fuera integrado por López
Belsue.
Por su parte, la segunda declaración que le hizo firmar el acusado a
Papetti 19/03/77 según consta en la misma cfr. fs. 57 del expte.
referenciado se ubica temporalmente próxima al momento en que éste fuera
reconocido por Ramírez en el lugar donde ambos fueron torturados,
encontrándose Papetti en ese momento de su detención en muy mal estado
físico y de salud según lo expresado por Ramírez, lo que también es posible
inferir o deducir de la diferencia de trazo que se observa en las firmas del
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soldado Papetti en las constancias agregadas en la causa, rúbrica que va
mutando desde las primeras que impuso en el momento posterior a su
detención –fs.34/35, luego las que suscribió en ocasión de su primera
declaración –fs.44/48 y, por último, la impuesta al momento de rubricar su
segunda declaración –fs.57, oportunidad, donde es casi ilegible el apellido y
muy diferente a sus anteriores grafías, seguramente producto de la fragilidad
física y deterioro general que tenía Papetti en este momento como
consecuencia de los espantosos tormentos y malos tratos recibidos, que
además, y lo que no es menor, era evidente a los ojos y sentidos de terceros.
El acusado en ocasión de ejercer su derecho material de defensa
esgrimió una versión de los hechos con la que pretendió demostrar su
ajenidad en los ilícitos imputados y así deslindarse de responsabilidad,
centrándose así en señalar su falta de jurisdicción respecto de Papetti desde
el momento en que quedó en la sala de guardia, dado que a partir de ese
momento quedó a disposición de la Jefatura del Regimiento. Al respecto esta
instancia entiende que lo expresado por el acusado –se reitera en ciertos
aspectos debe ser aceptado, sin perjuicio de lo cual es imperativo afirmar,
por otro lado, que es innegable sostener que López Belsue tuvo un grado de
intervención penal reprochable, aunque en grado de participación criminal
diferente a aquella por la que fue procesado y traído a juicio.
Por último, es inadmisible soslayar que bajo ningún aspecto luce
creíble que el acusado le haya hecho firmar las dos declaraciones a Papetti
en la guardia de prevención como señala, puesto que ello no se desprende
de ningún testimonio agregado en autos, y tampoco existe ninguna otra
prueba que respalde la hipótesis o versión dada por el acusado, máxime
cuando en la segunda ocasión en que le toma declaración a Papetti y se la
hace firmar, éste ya se encontraba en deplorables condiciones de salud, que
fueron observadas por Ramírez, por lo que no quedan dudas a esta altura
que la rúbrica de Jorge Emilio Papetti en esa última declaración
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Alberto Rivas
Conforme se encuentra acreditado en su Legajo Personal, en fecha
17 de febrero de 1976 con el grado de Capitán de Educación Física es
destinado al Comando de Brigada de Caballería Blindado II con asiento en
esta ciudad de Paraná; ostentando ese grado hasta el 31/12/76 en que fue
ascendido a Mayor de Educación Física, habiéndose desempeñándose como
Oficial Instructor del Segundo Consejo de Guerra Epecial Estable Subzona
22 Paraná.
Por lo expuesto, de acuerdo a las pruebas reunidas, Alberto Rivas en
la función precisada llevó a cabo los interrogatorios de ratificación y
ampliación de las llamadas declaraciones espontaneas efectuadas por los
detenidos privados ilegítimamente de su libertad por razones políticas,
haciéndoselas firmar, bajo la imposición de apremios, severidades,
vejaciones y tormentos, a los ciudadanos José Mauricio Domínguez, María
Cristina Lucca, Rubén Ariel Arin, Lorenza Rovelia Leones, Marta Inés
Brasseur, Graciela Inés López y Hugo Alberto Torres.
Con relación a los hechos que le fueron atribuidos, su intervención se
circunscribe a las siguientes víctimas:
Hecho Nº 1: José Mauricio Domínguez
Fue detenido el día 21/08/76 en su lugar de trabajo, depósito de obras
viales de la municipalidad de Paraná, siendo trasladado inmediatamente a
dependencias de la policía Federal Argentina donde fue sometido a apremios
ilegales tanto físicos, como morales. El 07 de septiembre de 1.976 fue
ingresado a la Unidad Penal Número 1 de Paraná, desde donde fue
trasladado al Escuadrón de Comunicaciones para ser obligado a suscribir
actas de declaración autoincriminatorias, cuyo contenido no le fue permitido
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leer, como ser la de fs. 111/113, en la cual obra la firma de Oficial Informante
Alberto Rivas. Dichas declaraciones fueron utilizadas en su contra en el
Juicio al que fue sometido ante un Consejo de Guerra y en el cual fue
condenado a la pena de 12 años de reclusión. Falleció el 20 de octubre de
2.003. (cfr. fs. 3/3 vto., indagatoria prestada ante el Juez Federal Dr. Jorge
Augusto Enríquez en fecha 14/08/1981; 4/6 informe del Serv. Penitenciario
de la provincia de E.R., 7, 8/9 vto., 11/12, 13/15. Legajo de Pruebas de
José Mauricio Domínguez).
Hecho Nº 2: Rubén Ariel Arin
Fue detenido en fecha 18/08/76 en ocasión de presentarse de
manera voluntaria ante las autoridades militares, siendo alojado en el
Batallón de Comunicaciones. Estando en el Batallón fue retirado a un lugar
dentro del mismo predio para ser interrogado, refiriendo que este lugar
estaba pegado a la Granja Municipal, y que en la actualidad ya no está, que
fue demolido. Que estando en la parrilla, al mirar hacia afuera ya que se
encontraba en posición derecho a la puerta, pudo ver eucaliptos, un patio,
escuchó voces de niños que estaban jugando lejos, el piso era de baldosas
de color rojo. En este lugar tenía puesta una venda que por el paso de los
días se había aflojado, pudiendo ver por su posición horizontal, ya que
estaba acostado en el elástico de una camaparrilla. En este lugar pudo
sentir la presencia de otras personas, no pudiendo saberlo en ese momento,
pero si lo supo cuando fue legalizado y se puso a conversar con otras
personas, entre ellas estaba un muchacho de apellido Domínguez y otras
personas más que no puede recordar sus nombres, todo esto ocurrió a fines
del mes de agosto de 1976. También relata que finalmente es trasladado a la
Unidad Penal N° 1 desde donde fue conducido tanto a la Casa del Director
como al Escuadrón de Comunicaciones, lugares donde le fue exigido que
suscriba actas cuyo contenido no le fue permitido leer y que contenían
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declaraciones autoincriminatorias que falsamente se le atribuían. Fue
sometido al Consejo de Guerra siendo condenado a la pena de 20 años de
reclusión, recuperando su libertad el día 23 de marzo de 1982. Falleció en
Octubre de 2008. (cfr. fs. 3/4, 5/5 vto., 6/8, 9/9 vto., constancia médica de la
UP N° 1 de fs. 10, 13/14, 15/15 vto., 16/16 vto., 17/17 vto., 19/20, 21/23,
24/28, 39/41, 42/47, 53/54 vto., 62/68 del Legajo de Pruebas de Rubén Ariel
Arin; copia del decreto PEN N° 2135 del 21 de septiembre de 1976 obrante a
fs. 32/34 del legajo de prueba de María Eugenia Fernández; fs. 107/109 del
expediente Consejo de Guerra Especial Estable de la Subzona de Defensa
“Paraná” caratulado “Sumario por Sup. Infrac. Art. 213 bis del Cód. Penal y
ley 20.840”, documental reservada en el marco de la causa 13007824/2003,
que tramitara ante este Juzgado Federal).
Hecho 3: Lorenza Rovelia Leones
Fue detenida el 17/08/76, a disposición del Comando de la 2da.
Brigada de Caballería Blindada, en la causa N° 3.618 y puesta a disposición
del P.E.N. por Decreto N° 2135 del 21/09/76, declarando judicialmente en
fecha 12/06/81, en la Unidad Penal N° 2 de Devoto de la ciudad de Buenos
Aires, y con posterioridad en la sede de este Juzgado en fecha 06/05/83,
ocasión en que la denunciante da cuenta que desconoce ante el Juez
Federal las declaraciones que se le atribuyen como prestadas por ante las
autoridades militares, pero si reconoce sus firmas impuesta al pie de las
mismas; pero aclara que cuando firmó no pudo leer ni le fue leída la
declaración que se le exhibe; la firma dice fue puesta, mas o menos, tres
días después de haber sido interrogada. Mas adelante, en sede del Juzgado
Federal, ratifica esta última declaración; ocasión en la que manifiesta que fue
detenida en la Ciudad de Crespo, en fecha 17/08/76, cuando,
voluntariamente y con su esposo, Ricardo José Magariños, habían
concurrido al Regimiento local, a interiorizarse por los motivos por los cuales
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su domicilio había sido allanado en su ausencia; desde Crespo es trasladada
a los Cuarteles de Paraná, encapuchada, siendo alojada en una pieza junto a
otras detenidas; permaneciendo allí durante 23 días, no siendo sometida a
torturas físicas ni a apremios, pero si lo fueron las personas que se
encontraban con ella, entre las cuales se encontraba su hermana Julia
Raquel Leones de Díaz, a quien pudo ver con las secuelas de haber sido
sometida a pasajes de corriente eléctrica y con las huellas que quedan en las
muñecas, por haber sido atada; asimismo pudo observar, por una rendija, a
su esposo que caminaba rengueando y con los talones vendados; ello
constituía una presión moral constante, siendo amenazada que jamás
volvería a ver a sus hijos, ello así tanto en los interrogatorios sobre la
actividad de su esposo como al momento de firmar la declaración que ha
rectificado; dice que, durante ese tiempo, una persona de apellido CONDE,
de la Policía Federal, en dependencias de la cárcel, le hizo firmar una
declaración cuyo contenido no le fue leído ni se le permitió leer, pero firmó
porque la amenazaban con que no vería mas a sus hijos y que no le
levantarían la incomunicación; luego, en el mes de Noviembre, la sacan y la
trasladan a los Cuarteles, donde luego de ser sometida a un interrogatorio le
hacen firmar una declaración que no leyó ni le fue leída; para ello le
levantaron la capucha; las declaraciones que firmara ante el Consejo de
Guerra tampoco le permitieron ser leídas. (cfr. fs. 4/5, 18/25, 26/29 y 48/49
del Legajo de Pruebas de Lorenza Robelia Leones, y fs. 171/172 del
expediente Consejo de Guerra Especial Estable de la Subzona de Defensa
“Paraná” caratulado “Sumario por Sup. Infrac. Art. 213 bis del Cód. Penal y
ley 20.840”, documental reservada en el marco de la causa 13007824/2003,
que tramitara ante este Juzgado Federal).
Hecho 4: Marta Inés Brasseur
Fue detenida el 11/11/76 en la ciudad de Cipolletti por la Policía
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Federal siendo llevada a un centro clandestino, que luego supo que se la
denominaba La Escuelita y quedaba en la ciudad de Neuquén. En ese lugar
fue sometida a torturas por once días, y las preguntas estaban relacionadas
con actividades políticas de la ciudad de Paraná, y con gente de Paraná,
aproximadamente el día 22 o 23 de noviembre de 1976, fueron trasladadas
con Graciela López y Cristina Lucca en un avión a la ciudad de Paraná,
previa escala en Bahía Blanca. El traslado fue realizado estando esposadas
y vendadas, del lugar donde ascendieron fueron llevada a un lugar donde
pasaron una noche, esto es ya en la ciudad de Paraná. Del lugar donde
permanecieron un día las llevan a las tres detenidas donde las mantuvieron
esposadas a las camas y vendadas. Ese lugar lo puede precisar como la
Casa del Director del Penal N° 1 de Paraná, previo a tener la certeza
escuchaba una calle de doble mano, niños en una escuela y en una
oportunidad que se pudo levantar pudo ver por la ventana que era la Escuela
Terán, la que se encuentra cerca de la casa del Director del Penal. En ese
lugar había otras personas, además de sus compañeras, allí siempre
estaban vendadas y esposadas a la cama, siéndoles sacadas las esposas
para comer y para ir al baño. En dicho lugar vio en una oportunidad en que
fue trasladada al baño en una habitación contigua por la que tenía que pasar
a Alfredo Ghiglione y a Caire, conociendo solamente a Ghiglione y le impacto
el estado lamentable en que estaban, tirados en el suelo y muy mal
físicamente, sucios, muy torturados. En ese lugar estuvo hasta la noche del
02/12/76 en el que se presentan dos o tres personas, escuchando voz de
mando fuerte, muchos pasos, y les dicen que a Cristina Lucca, a López y la
denunciante las iban a trasladar a la UP 6. Luego se dirige a las demás
personas detenidas que seguían en la casa del Director y dice: “Ud.
Ghiglione a la UP 1 y Ud. Caire vuelve a Resistencia y Ud. Sra. (dirigiéndose
a Fleitas) será trasladada a la ciudad de Córdoba. En lo que respecta a las
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tres mujeres y Ghiglione se cumplió y Caire sabe que es un desaparecido.
Ingreso a la UP 6 el 03/12/76, y a los pocos días es sacada del penal y
llevada a la UP 1 nuevamente a la casa del Director, encapuchada, donde le
dan una declaración y se la hacen firmar, la que no fue leída y no sabe del
contenido, supuestamente era la que había hecho en el sur, también en otra
oportunidad, en oficinas de la UP 6 se presenta el Sr. Conde, persona a la
que conocía y fue ratificado por sus compañeras del penal a cara
descubierta. Conde le dice que tenía que firmar una declaración, la
denunciante le pide que se la deje leer, a lo que Conde le dice que “tenía
que firmar o firmar, que las reglas del juego eran esas”, ante esta situación
de presión no había otra opción y la firmó. Aclara que fue juzgada por un
Consejo de guerra, que comenzó en el mes de enero de 1977, lo que quiere
decir que este Consejo fue algo que se armó para juntar la gente que estuvo
detenida, ya sea mujeres o varones y lo armaron para justificar y
condenarlos. Este Consejo, en realidad fue un circo ya que fue armado con
declaraciones que nadie pudo leer y estaban armadas como la de la
declarante, que previo al Consejo de Guerra fueron llevadas al Comando de
calle Urquiza, donde Appiani, como Instructor Auditor, que era el que armaba
dicho Consejo, les presenta una lista con abogados defensores puestos por
lo militares, donde los detenidos tenían que elegir a dedo, la parte legal se
cumplía de esta manera, en el caso de la denunciante, le tocó uno abogado
que no tenía la menor idea, ya que ella le dio algunos elementos como para
que cumpliera dicha función de defensa. El Consejo de Guerra se constituyó
en la UP 1, conformado por Zapata, sin recordar su grado como jefe, otra
persona de apellido Anaya y Appiani como instructor, los abogados
defensores y los detenidos. Lo que se le imputa eran cargos que habían sido
puestos por los militares, por asociación ilícita, tenencia de armas de guerra
y fue condenada a siete años y medio de reclusión. Luego, en febrero, fines
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de febrero de 1977 junto con todas las mujeres condenadas fueron
trasladadas a Devoto, cree que era el 28/02/77, estuvo hasta agosto de
1981, fecha en fue traída nuevamente a la UP 6 de Paraná hasta el 17/03/82
que quedó en libertad. Aclara que en Paraná, o sea en la casa del director no
sufrió torturas físicas, no recibió picanas y vejaciones, si lo que es torturas
psicológicas al recibir amenazas o le hacían firmas declaraciones, ya que si
no firmaba ellos tenían métodos para que lo hiciera, también el no saber qué
les iba a pasar y el destino incierto. Tal el caso de María Eugenia Sain Girón.
También que vio que había gente que no estaba en el mismo pabellón,
alojadas en una pieza separada a las que sacaban para tomarles
declaración. Recuerdo que, cree que cuando es traída del sur, y es alojada
por un día en un lugar que no puede identificar, supone que era el Batallón
de Comunicaciones, donde es alojada en una habitación con tres camas, lo
supone porque pudo ver una arboleda y en las paredes había nombres de
gente que estuvieron presos, la comida era una sopa de pescado inmunda y
los utensilios eran de metal y un jarro de metal donde le dieron agua, en este
lugar no vio a ningún detenido, escucho ruidos de lugar abierto,
descampado, un camión, ruido de arboleda, de este lugar es trasladada a la
casa del director como lo dijo anteriormente. Del sur llega muy lastimada por
la tortura, tenía los tobillos lastimados en carne viva, muy llagados al
producirse por el roce del elástico donde había sido atada y al aplicarle la
picana, su pie rozaba con dicho elástico y tenía el pie en carne viva. Supone
que esa es la razón de que estuvo varios días en la casa del Director, ya que
estaban preocupados en que sus heridas fueran curadas y llegara solo con
cicatrices a la UP 6. No puede precisar quien le curó las heridas, cuando
llega a la UP 6 la llevan a la enfermería la curan Que en el penal había un
servicio médico de enfermeras y los médicos que eran del personal de
servicio penitenciario. Recuerda a una enfermera de nombre Argentina, otra
de apellido Lugren, ellas eran del servicio penitenciario, un médico de
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apellido Bernardis, un ginecólogo de apellido Riolo. Su atención, era buena,
en caso puntual si el problema era más grave eran llevadas al Hospital San
Martín. (cfr. fs. 5/5 vto., 46/49 vto., 76/80 vto., 81/85 vto., 86/90, 91/94,
95/102, 103/104 vto. del Legajo de Pruebas de Marta Inés Brasseur).
Hecho Nº 5: María Cristina
Lucca
Fue detenida el 11 de noviembre de 1976 en la ciudad de Cipoletti,
Río Negro, en su lugar de trabajo, en la empresa Chistik Construcciones a
las 7 y 30 aproximadamente de la mañana por cuatro personas que se
presentan con credencial de la policía de Río Negro, de ahí es llevada a la
Comisaría General de la ciudad de Cipoletti donde permanece dos o tres
horas, de ahí la trasladan a la ciudad de Neuquén, a la Policía Federal de la
ciudad de Neuquén donde permanece también dos o tres horas, viene y la
busca una persona, la meten en un auto, la tiran adentro del auto con la
cabeza tapada y después de andar unos veinte minutos llegaron a un lugar
que había como una casa o un espacio por decir así, la acostaron en un
camastro, siendo torturada con la picana eléctrica en la boca, en la cabeza,
en los senos, en las piernas, cada tanto paraban y le echaban agua, le
preguntaban por sus actividades políticas en la ciudad de Paraná, la dicente
no puede precisar el tiempo que estuvo en ese lugar pero sí que fue mucho
tiempo, le pegaron mucho en la pierna izquierda, sobre todo en la parte del
muslo de arriba, cada tanto la sentaban y luego la volvían a acostar, había
algunos que había este tema de las voces fuertes y los insultos permanentes
y otros que trataban de acercarse a la dicente con la actitud de decirle que
no se dejara golpear, que dijera la verdad, pero la dicente no tenía mucho
más que decir, es más le preguntaban por las actividades políticas en
Neuquén y la dicente no tenía ninguna actividad política en Neuquén. Luego
de ahí la llevaron a ese otro espacio que nombró antes y la pusieron en una
habitación, o en un lugar donde estuvo sola todo el tiempo y donde se sentía
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una radio fuerte y muchas voces fuertes y hasta voces de militares, porque
uno se daba cuenta de las voces de mando, pero esa primera noche la pasó
como inconsciente y así como nebulosa y que alguien iba la miraba y le
preguntaba cómo estaba. Estuvo detenida ahí en ese lugar alredor de veinte
días, en esas condiciones, tapados los ojos, atados los pies y esposada con
los brazos abiertos a un especie de camastro. Retomando dice que a las
tres, Marta, Graciela y la dicente las llevan a un lugar, por supuesto que
siempre insultándolas y empujándolas, y las suben a un avión este avión va
hasta Bahía Blanca, ahí hace como una escala podría decir, luego retoma el
vuelo y las bajan acá en Paraná, en la Base Aérea supone porque se
escuchaban ruidos de aviones y las llevan a la casa del Director del Penal de
varones, esto lo dice porque escucharon que lo decían la gente que las
llevaba, en ese lugar permanecen hasta el 3 de diciembre de 1976, por
supuesto, esposada, atada a la cama y con los ojos vendados, hasta el 3 de
diciembre a la nochecita que llega el Teniente Coronel Zapata, lo dice porque
esta persona se presentó con nombre y apellido, ahí da como una nómina de
los que estaban en ese lugar evidentemente y dice que ellas tres iban a la
cárcel de mujeres, Ghiglione a la cárcel de varones, había también una
señora Fleitas y un hombre Caire y de cada uno dijo el destino que iba a
tener, cree que a Fleitas le dijeron que iba a Córdoba, pero no se acuerda
bien, y de Caire no se acuerda pero sí que a cada uno le dieron su destino y
que Zapata se hizo cargo y dijo a donde iba cada persona. A la dicente y sus
dos compañeras las suben a un vehículo que el trayecto es de una corta
distancia y llegaron a la Unidad Penal de mujeres, ahí les sacan las vendas y
las llevan al pabellón con las demás compañeras que estaban detenidas.
Hasta ese momento ellas estaban desaparecidas, a partir de ese momento,
del 3 de diciembre pasaron a ser presos legales por decir de alguna manera,
porque se pudieron comunicar con sus familias, recibir visitas de sus familias,
estar en el Penal como un preso más. En febrero de 1977 se constituye el
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Consejo de Guerra sin recordar que número era, primero las traen enfrente
de este Juzgado, al Comando, el traslado fue en un celular, vinieron varias
juntas, esposadas, a firmar unas declaraciones que por supuesto no leyeron,
por supuesto decían barbaridades, luego un día les avisan que al día
siguiente iba a estar constituido el Tribunal en la Unidad Penal, las trasladan
a las mujeres a la Unidad Penal de hombres, ahí presidía el Consejo de
Guerra Zapata, los iban llamando de a uno, les leían la declaración y luego
de eso una vez que pasaron todos, que eran muchos, luego que los hacen
pasar a todos les informan las condenas a cada uno, a la dicente le dieron
dieciocho años y medio. La dicente no recuerda haber tenido defensor,
seguramente que sí pero no se acuerda. La dicente se acuerda que uno que
andaba por ahí dando vueltas era este señor que era policía, creía era de la
policía de la Provincia que era de apellido Conde, un señor mayor, alto. La
dicente tiene la sensación que el que tenía todo el mando de esta situación,
es decir del juicio era este señor Zapata, finalizado ese día las llevan
nuevamente a la Unidad Penal de mujeres. Recuerda que hacía calor, tal vez
después de un mes o mes y medio las trasladan a Devoto, las llevan
esposadas a la Base Aérea, las suben a un avión donde iban sentadas en lo
que supone serían unos bancos largos, con la cabeza gacha, no podían
mirar, ese era el objetivo, no mirar. Llegan a Buenos Aires las suben a un
celular y las llevan a Devoto. Que en la Casa del Director no fue sometida a
torturas, mientras estuvo allí fue como que la tuvieron estacionada, la
acostaron en ese especie de camastro, supone la dicente, en ese lugar
vendada, esposadas las manos, atada de pies y en el tiempo que estuvo ahí
ni la torturaron ni le preguntaron ni una sola palabra. Que no puede precisar
la identidad de esta persona que le hizo firmar las declaraciones que
mencionara. La dicente no tuvo contacto directo con Appiani, pero en la vida
de la cárcel, así como otras veces le preguntaban y comentaban sobre otras
personas, sobre Appiani otras personas comentaban sobre él, pero la
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dicente no lo conoció, a Rivas ni de nombre, pero que las declaraciones las
firmó, no pudiendo leer lo que firmó, como así tampoco le fue leído el
contenido de tal declaración, dado que firmó estando encapuchada. (cfr. fs.
3/3 vto., 34/38 vto., 39/43 vto., 44/48, 49/52, 53/60, 61/62 vto., 85/87 vto. del
Legajo de Pruebas de María Cristina Lucca, y fs. 105/106 del expediente
Consejo de Guerra Especial Estable de la Subzona de Defensa “Paraná”
caratulado “Sumario por Sup. Infrac. Art. 213 bis del Cód. Penal y ley
20.840”, documental reservada en el marco de la causa 13007824/2003, que
tramitara ante este Juzgado Federal).
Hecho Nº 6: Graciela Inés López
Es detenida el 05/12/76 en la Ciudad de Cipolletti, donde denuncia
hechos contra su persona, desde el 10 de Noviembre de 1.976, para ser
trasladada a Paraná, venían con dos personas, una que manejaba y el otro
venía atrás, con ellas, en un avioncito pequeño, vinieron en condiciones
infrahumanas, venían tabicadas, vendados los ojos. En un momento el avión
se detiene, la denunciante supone que a cargar nafta, y al bajar estas
personas escucha que otro que los recibe les dice que estas no son
condiciones para traerlas, lo dijo en forma vehemente, situación que lo
molestó al personaje que estaba ahí con ellas. Luego continúa la marcha el
avión y las traen al Destacamento Militar donde está el Hospital, acá en
Paraná, ahí las bajan, ese fue el primer lugar de desembarco de la
denunciante y sus compañeras, que seguían vendadas, las recibe un alto
jefe, por la voz grosera, vehemente, imponente, que escucharon y la
situación de estar inhabilitada a ver da lugar a margen de sensaciones, se
despiertan todas las sensaciones, percepciones, eso es así. En ese
momento la denunciante se desvanece, le ponen una silla y la sientan y el
alto jefe la toma del brazo groseramente, no hay trato cordial allí, la toma del
brazo y la tira a una cama, diciéndole palabras groseras. Aquí quiere aclarar
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que hasta ese momento no tuvieron atención médica, estuvieron ahí una
noche y al otro día las llevan, después se dio cuenta rastreando los lugares,
a lo que era la casita del Director del Penal de Hombres, ahí siguen
tabicadas, tapados los ojos, en una cama y estaqueadas, se acuerda la
denunciante que había guardia alrededor y aparece la esposa de un jefe a
buscarlo de quien no recuerda el apellido y el guardia presurosamente le dice
que ahí no podía entrar, ahí se da cuenta que la situación era de peligro de
secuestro de clandestinidad. Luego es trasladada a la cárcel de mujeres,
donde comienza el Consejo de Guerra; finalmente agrega sobre la presencia
del Teniente APPIANI y de otras personas que no puede identificar y que, en
una ocasión, encontrándose en la cárcel fue trasladada a la U.P.Nº 1, donde
le fue colocada una capucha y se le exige la firma de una declaración, cuyo
contenido desconoce; asevera haberlas impuestas en ocasión en que se
hallaba con los ojos vendados y muy presionada psicológicamente y con
varias personas a su alrededor. Agrega que en oportunidad de celebrarse el
Consejo de Guerra fue invitada a pasar a una oficina donde se encontraban
varias personas, haciéndole firmar una declaración no acorde con lo que ella
había querido declarar, por lo cual la increparon verbalmente, amenazándola
para que procediera a firmar, razón por la cual firmó una sola hoja; Asimismo
denuncio que una vez, estando ya en libertad, volviendo de un curso en la
ciudad de Santa Fe, se le acerca una chica que había hecho ese mismo
curso, ese posgrado, era profesora de Ciencias Biológicas, esto fue como
seis o siete años después, aproximadamente en el año 1988 u 89, se le
acerca y le pregunta cómo estaba Julia, Julia Tizzoni, porque su marido, el
de esta chica, la “cuidaba” a ella, era uno de los oficiales que estaba en los
centros clandestinos vigilando la gente que estaba en esos otros
chupaderos, y en uno de esos lugares estaba Julia Tizzoni, este Oficial es de
apellido Ojeda, se acuerda porque la muchacha es de apellido Beatriz
Squilacci de Ojeda. El traslado a Devoto luego del Consejo de Guerra fue de
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la siguiente forma, las llevaban de a dos esposadas, en un avión preparado
para esos traslados, fueron sentadas en el piso, en fila, como perros y con la
cabeza gacha, y se acuerda que la denunciante se levanta y un tipo con la
culata de un revólver le pega en la nuca y también le da patadas, así era con
cualquiera que desviara la posición ordenada. (cfr. fs. 3/3 vto., 4/4 vto., 45/49
vto., 50/54 vto., 55/59, 60/63, 64/71 y 78/81 vto. del Legajo de Pruebas de
Graciela Inés López).
Hecho Nº 7: Hugo Alberto Torres
Es detenido en el mes de diciembre de 1976, a disposición del
Comando de la 2da. Brigada de Caballería Blindada, en la causa N° 3.618.
Ratifica y manifiesta en fecha 14/08/81, en la Unidad Penal N° 1 de la ciudad
de Buenos Aires, y en fecha 06/05/83 en la sede de este Juzgado, ocasiones
en que el denunciante da cuenta de que reconoce como suyas las firmas que
se le exhiben pero desconoce, enfáticamente, el contenido de las
declaraciones en las que se hallan impuestas; y agrega que, durante su
detención sufrió apremios ilegales, físicos y morales; habiendo sido detenido
en la Ciudad de Diamante, por personal de la Policía de Entre Ríos entre los
que se enconraba el Oficial Rodríguez. El agente Bracamonte y otras
personas que integraban la comisión, siendo trasladado a Investigaciones de
esta ciduad. De allí es llevado a la Unidad Penal Nro. 1. Luego est trasladado
a un lugar que no puede precisar, pero desde el cual se escuchaba el ruido
de aviones. Allí es esposado, sus ojos son vendados, recibiendo golpes de
puño y de objetos duros y donde fue sometido a pasajes de corriente
eléctrica; permaneciendo en dicho lugar, aproximadamente, dos días, para
ser trasladado luego a los Cuarteles donde le exigieron que firmara una
declaración que no leyó ni le fue leída; dice que en una oportunidad,
encontrándose en la cárcel local, en la Casa del Director, le fue exigida una
segunda firma, en dos oportunidades y en dos carillas de una declaración, la
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que le fuera leída, con posterioridad, ante el Consejo de Guerra; por último
dice que recuerda que una de las personas que presenciaron los
procedimientos relatados era llamado RAMIRO, a quien nunca vio; y quien lo
trasladó, estando en la Unidad Penal, hasta la Casa del Director, entre otras,
fue el Oficial DURE, siendo éste el que le colocó la capucha (cfr. fs. 3/3 vto.,
4/4 vto., 11/13 del Legajo de Pruebas de Hugo Alberto Torres).
Adentrándose en lo que respecta a la responsabilidad del acusado,
cabe valorar como prueba de suma relevancia la pericia caligráfica llevada a
cabo sobre las firmas obrantes en las actas donde constan las declaraciones
de las víctimas con intervención del mismo, la que determinó que la signatura
del acusado se corresponde con las grafías que se hallan insertas en las
actas de José Mauricio Domínguez, Rubén Ariel Arin, Lorenza Rovelia
Leones, Marta Inés Brasseur y Graciela Inés López.
Que tales actas en las cuales se ha acreditado la intervención del
acusado forman parte del Segundo Consejo de Guerra Epecial Estable
Subzona 22 Paraná en el marco del cual fueron utilizadas las declaraciones
autoincriminatorias recibidas en condiciones de ilegalidad por parte del
acusado.
Ahora bien, en relación a las firmas estampadas en las actas
correspondientes a las declaraciones autoincrimanatorias de María Cristina
Lucca y de Hugo Alberto Torres, del estudio pericial practicado no surge
riqueza graformológica con los autógrafos indubitados del acusado, por lo
que, al no existir a esta altura otros elementos probatorios de cargo que
permitan sostener la imputación respecto de los ilícitos vinculados a los
mencionados, corresponde respecto de los mismos y por aplicación del
principio contenido en el art. 13 del código de forma aplicable –in dubio pro
reo dictar su absolución, toda vez que no existen elementos de cargo que
revelen en modo convincente su participación en ellos.
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Cabe destacar que la testimonial de Noemí Benitez de Mechetti,
obrante en el Legajo de Pruebas de Saint Girons a fs. 79/80 vta. es
contundente en cuanto ubica al acusado desempeñando la función por la
cual es traido a juicio: “ … Los primeros días de enero de 1977 comenzo el
Consejo de Guerra, que se hixo en la sede del Comando del Ejercito. En ese
marco, vino el presunto defensor y le hizo unas preguntas para que le oriente
a lo que la dicente le respondio que no valia la pena. Una vez adentro de la
sala de audiencia, en la que se ingresaba individualmente, una persona que
estimo que seria un secretario leyó una confesión que la dicente estimo que
seria la hoja que le hicieron firmar. Luego de ello, le hicieron entrar a otra
sala, en la que le leyeron una declaración y le dijeron que la firme. Como la
dicente nunca había declarado lo que allí se consignaba, se negó. Ante ello,
se hizo preseNgte un Mayor Rivas, quien con mucha vehemencia la acuso
de mentirosa y mistificadora, y concluyo diciendo que ellos sabían como
hacerle firmar”.
En consecuencia, por los hechos cometidos en perjuicio de José
Mauricio Domínguez, Rubén Ariel Arin, Lorenza Rovelia Leones, Marta Inés
Brasseur y Graciela Inés López habrá de ser responsabilizado Alberto Rivas,
debiendo responder en orden a la presunta comisión en calidad de partícipe
secundario de los delitos de privación ilegítima de la libertad y aplicación de
severidades, vejaciones o apremios ilegales también en perjuicio de la
víctimas aludidas.
Guillermo Jorge Francisco Quintana
Se tiene por acreditado que en el año 1.977 Guillermo Jorge
Francisco Quintana ostentaba la jerarquía de Teniente del Ejército
perteneciente al Escuadrón de Ingenieros Blindados II del Comando de
Brigada de Caballería Blindada II de esta ciudad de ParanáEntre Ríos,
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desempeñándose en el carácter de Oficial Preventor del Consejo de Guerra
Especial Estable N° 1 de la Subzona de Defensa 22 “Paraná”.
Por lo expuesto, de acuerdo a las pruebas reunidas, Jorge Guillermo
Francisco Quintana en la función precisada llevó a cabo los interrogatorios e
hizo firmar las declaraciones a los ciudadanos María Eugenia Saint Giron,
Beatriz Guadalupe Pffeifer, Luis Daniel Andrés Jaureguiberry, Ramón
Rogelio Ayala y Jorge Martín Ramírez, efectuadas por los nombrados,
quienes se encontraban privados ilegítimamente de su libertad por razones
políticas y sometidos a imposición de apremios, severidades, vejaciones y
tormentos.
En relación con los hechos enrostrados al nombrado se cuenta con la
siguiente prueba:
Hecho N°1: María Eugenia Saint Giron
Es detenida el 11/02/77 en una de las salas de parto del Hospital San
Roque de esta ciudad de Paraná, instantes después de dar a luz a su hijo,
por un grupo de personas vestidas de civil. Fue conducida de inmediato al
Hospital Militar de Paraná donde permaneció aproximadamente por el lapso
de cuatro días, siendo torturada psicológicamente con amenazas de matar a
su hijo recién nacido. Posteriormente fue trasladada a una habitación de la
Unidad Penal N° 6 de Paraná, siéndole arrebatado el niño. En esa ocasión
escuchó que una persona decía que “esta mujer se va a morir” porque había
retenido coágulos del parto. Pese a ello, la desnudaron, la pusieron sobre
una “parrilla” de metal y la torturaron con pasajes de corriente eléctrica,
arrojándole agua sobre el cuerpo para acrecentar los efectos de la picana. La
nombrada fue sometida a un Consejo de Guerra obrando en tales
constancias supuestas declaraciones testimoniales autoincriminatorias
suscriptas bajo amenazas ante el Oficial Instructor (cfr. 1/5 vto., 6/11 vto.,
12/16, 17/20, 21/24 vto., 26, 39/41, 51/52 vto., declaración prestada ante el
Oficial Preventor Guillermo Jorge Quintana de fs. 54, 55/56, 57, 58/59, 60/68,
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69/70, 71/72 vto., 73/74 vto., 75/76 vto., 77/78 vto., 79/80 vto., 81/82 vto.,
84/86, 89/90 vto., 91/92, 93/93 vto., 94/95, 96/96 vto., 97/98, 99/100,
101/102, Legajo de Pruebas de María Eugenia Saint Giron).
Hecho 2: Beatriz Guadalupe Pfeiffer
Fue detenida en el mes de febrero de 1977 en ocasión de
encontrarse circunstancialmente en la ciudad de Concordia en el domicilio de
Griselda María Luz Piérola. Refiere que en el año 1976 viene a vivir a Paraná
por una situación de persecución política, ya habían detenido a su hermano y
al esposo de la dicente. En febrero de 1977, después del secuestro de
Feresín, que fue el 10 de febrero de 1977, la dicente se va de su casa
también por temor a ser secuestrada en ese domicilio, su madre y el hijo de
la dicente se van a la casa de sus familiares en Santa Fe y la dicente se va
vivir a Concordia. Previo a su ida a Concordia también secuestran a la
compañera de Feresín, María Eugenia Saint Girons, en la sala de parto del
Hospital San Roque, el día 11 de febrero de 1977, y la llevan al Hospital
Militar. En la ciudad de Concordia fue a vivir a la casa de unos compañeros,
la casa de María Luz Piérola y el día 25 de febrero, habían salido las dos a la
ciudad, ya que la casa quedaba en las afueras, era una casa sin luz eléctrica,
solo tenían iluminación por faroles, cuando se sientan a comer ve por la
ventana que el Ejército rodea toda la casa y que había gente en la casa que
ya estaba en su interior cuando ellas ingresaron, ese es el momento del
secuestro, las suben a unos autos, había varios autos, había mucha gente, la
dicente veía mucho casco, casco, casco, evidentemente había mucha gente,
de ahí fueron llevadas las dos a un lugar, donde se encontraron que había
otros secuestrados, detenidos, se dan cuenta de ello por las voces, al lado
de la dicente había un hombre, del otro lado había un muchacho más joven,
a la dicente la atan en campo abierto, con los brazos abiertos, era un lugar
como si fuera una casa quinta, no puede precisar el tiempo que estuvieron
en ese lugar, pero sí que allí fueron golpeados, y que al día siguiente
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empezaron las torturas. Al día siguiente se da cuenta del lugar edificado, que
tenía un par de habitaciones, la dicente estaba en una pieza donde estuvo
con Uranga, de lo que se enteró después cuando estuvieron en la cárcel, a él
lo torturaron muchísimo, con picana en los genitales, en ese lugar es donde
la dicente sufrió las primeras violaciones. La gente que llegó ese día a
torturarlos venían de Paraná, el Jefe del Grupo, a quien por momentos lo
llamaban Cacho, por momentos Ramiro, tenía una voz muy particular, la que
podría reconocer, la escuchó de espalda en el Comando cuando les hicieron
el Consejo de Guerra, estaba en la oficina donde los identificaban antes de
entrar al Consejo, estaba de uniforme y lo llamaron capitán, cuando
escucharon la voz ni la dicente ni María Eugenia Saint Girons se pudieron
dar vuelta, se aterrorizaron, para ellas era la persona que las había torturado
mucho tiempo y la voz identificaba muchas cosas. Este señor era el jefe del
Grupo Operativo, se hacía llamar Ramiro y era el que interrogaba, el que
hacía las preguntas, el que torturaba, a la dicente fue el único que la violó
reiteradamente como inicio de la tortura por eso es que lo puede describir
físicamente, recuerda que era semicorpulento, petiso retacón, bajo,
semicorpulento, no podría decir gordo, evidentemente tenía todos los
elementos y datos de toda la gente de Santa Fe, conocía tantos los datos
particulares, domicilios y detalles tales como los muebles y fotos de la casa
de la dicente tanto de la casa de Santa Fe como la de Paraná por lo que se
podían dar cuenta que trabajaba en los dos lados, como si hubiera sido una
persona encargada de inteligencia de Santa Fe y Paraná. Esta persona,
Ramiro, al secuestrarla en Concordia le cuenta a la dicente que habían
encontrado una foto en su casa de la Paraná de un ex novio de la dicente, el
que tenía uniforme y que lo habían buscado y detenido. Volviendo a
Concordia, al segundo día de tortura, no puede precisar cuántos días
estuvieron en Concordia, además de las torturas existían golpes, picana y
tuvieron simulacros de fusilamiento en el exterior de eso que no sabe si era
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una casa grande o un cuartel. En la estadía de la dicente de la Concordia,
fue casi un ochenta por ciento de tortura física sin querer saber datos, no
eran interrogatorios de inteligencia como fue en Paraná en la casita del
Paracao, allá la tortura era muy bestial pero sin querer sacar información.
Después de esos dos o tres días las suben a unos autos, a María Luz, el
muchacho Uranga y a la dicente, sin saber si viene más gente o no. Al llegar
a Paraná a María Luz Piérola y a la dicente las llevan a una casa que tiempo
después, unos meses atrás, reconocen cuando fueron a hacer el
reconocimiento judicial. Ahí a Uranga lo separan, no sabe a dónde lo llevaron
a él. Ya en esta casa si comienzan a interrogarlas sobre otras personas,
funciones, que hacían, cuál era su actividad dentro de la militancia,
fundamentalmente con picana, en ese lugar es donde ellas están con
Feresín, en una habitación chiquita, la casa tenía una habitación larga y una
chiquita, en ésta estaba Feresín, en ese momento se encontraba siendo
recuperado, estaba en un estado lamentable, porque una guardia nos lleva y
nos levanta la capucha para que lo vieran, solamente podía comer alimentos
líquidos porque estaba muy mal, muy torturado. De este lugar a María Luz y
a la dicente las trasladan a los calabozos de los cuarteles, esa circunstancia
le hace pensar que son las últimas que lo ven con vida a Feresín. En esa
casita estuvieron bastante tiempo, ahí las cuidaba la Aérea y el Ejército,
rotaban las guardias que las cuidaban en la casita, la guardia no tenía que
ver con la patota que de noche iba a torturarlas. Había una guardia que era
más flexible, esta persona las lleva para hablar con Feresín, en esa
oportunidad Feresín le pregunta si sabía que había nacido Juan Emilio que
era su hijo, porque a Feresín la dicente lo conocía de antes, de la militancia,
ahí manifiesta que lo habían llevado desde Santa Fe y que lo estaban
recuperando. En los calabozos de los cuarteles estuvieron las dos solas, y
las pusieron una en cada punta, en los cuarteles ya no siguieron las sesiones
de torturas y violaciones sino de otro tipo, eran situaciones humillantes, las
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sacaron al baño, iban encapuchadas, les indicaron donde tenían que orinar y
de pronto les hicieron saber que estaban frente a una formación, ya no
tortura física. Hasta ese momento ellas eran ilegales, sus familiares no
sabían dónde estaban, recién las legalizan como detenidas cuando van a
llegar a la Unidad 6, ingresaron con capucha, hasta el hall donde delante de
la Directora se las sacan, no recuerda quien
era, no tiene malos recuerdos de la Directora del Penal, está hablando de
marzo del 77, que si bien la cárcel dependía de Trimarco, para todo tenía
que venir la autorización del Comando. En la cárcel tuvieron oportunidades
en las que las patotas vinieron a buscarlas y esta Directora se negó a que las
sacaran del Penal, en otras no podía, ella tenía limitada su cuestión con
respecto a ellas, pero guarda eso porque sabe que en dos o tres
oportunidades las retuvo y no permitió que estas patotas las sacaran de la
cárcel. Ahí se reencuentra con María Eugenia Saint Girons, ahí se da cuenta
que estaba viva y en la cárcel y con su hijo porque estaba su bebé con ella,
inmediatamente después, a los días de llegar la dicente y las sacan cuatro o
cinco detenidas y cinco hombres y los llevan a la Unidad Familiar de
Varones, les decían que había un viaje familiar de Videla y que si le pasaba
algo a Videla les iba algo a ellas, la Unidad Familiar eran piecitas seguidas,
donde se hacían las visitas íntimas, de un lado estaban las mujeres y del otro
los hombres, no recordando la cantidad de piezas pero sí que eran más de
una por lado. Las que llevaron fueron María Luz Piérola, María Eugenia Saint
Girons, Ana María Jaureguiberry y la dicente, de los hombres recuerda a
Paduán y Gustavo Hennekens y cree que Uranga, si recuerda que Paduán
estaba enfrente de la dicente, los separaba un pasillo, se veían cuando les
abrían para darles de comer y se comunicaban con lenguaje de dedos por
debajo de las puertas. Estando en esas circunstancias son sacados una
noche, de a uno, todos, los sacan encapuchados hacia una habitación que
estaba en un extremo, allí fueron torturados todos de a uno, a todos les
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fueron preguntadas cosas diferentes, a la dicente le preguntan sobre cosas
de Santa Fe, cosas que hasta el momento no le habían preguntado nunca,
les aplicaron golpes y les hicieron el submarino, había en un lugar un tacho
con agua donde les hacían el submarino. Ahí a algunos les hacen firmar una
declaración, primero se negaron un poco y después tuvieron que firmar, eso
fue a la madrugada, durante toda la noche fueron sometidos a esa sesión,
estuvieron mucho con cada uno de ellos, después vuelven a la cárcel, puede
haber sido el objetivo de ser llevados allí el conseguir esas declaraciones, no
tenían mucho sentido las cosas por las que fueron consultados. Después de
eso viene el Consejo de Guerra y la legalización. Al llegar a la cárcel la revisó
un médico, en otro momento viene otro médico, la llaman a la dicente para
consultorio externo, y el temor era que la dicente estuviera embarazada de la
persona que la había violado, ese médico venía con orden del jefe que había
estado con la dicente y cualquier cosa tenía orden de hacerle abortar. La
dicente no estuvo embarazada. Fueron condenados por un Consejo de
Guerra que se les hizo por un copamiento de un cuartel que nunca
conocieron, nunca tuvieron un proceso o un juzgamiento de otro tipo, estuvo
hasta el año 1982 y salieron 82 personas por conmutación de la pena (cfr. fs.
3/5, 6/10 vto., 11/11 vto.,12/12 vto., 13/13 vto., 14/14 vto., 29/34 del Legajo
de Pruebas de Beatriz Guadalupe Pfeiffer; constancias del Libro de
Novedades de UP Nº 6 de fecha 13/02/77 al 6/05/77 de fs. 68
correspondiente al 11/03/77; de fs. 82 de fecha 17/03/77, y de fs. 105/106 de
fecha 25/03/77).
Hecho 3: Luis Daniel Andrés Jaureguiberry
Es detenido en el mes de febrero de 1.977. Relata que estando
detenidos en la Unidad Penal eran llevados a la Unidad Familiar, este lugar
era donde los presos comunes tenían las visitas de sus esposas, estando
detenidos ahí fueron sacados y llevados unas cuantas veces para ser
interrogados o torturados, primero cuando son sacados para ser interrogados
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donde eran llevados por personal de penitenciaria, ahí los depositaban en las
habitaciones, luego se escuchaba venir coches y llegaba personal militar que
iba a interrogarlos, y esta gente insistía en que firmaran una declaración sin
leerla, después el dicente toma conocimiento que esta declaración que fue la
base del Consejo fue llevada a cabo por personal militar. Específicamente
una noche de esas, no recuerda porqué se ensañaron tanto con el dicente,
de quien el padre era militar de Fuerza Aérea, hubo un momento en que
hubo un ensañamiento, le pegaron bastante. Y normalmente de esta Unidad
Familiar esta gente se iba y a los minutos les abrían las puertas, les sacaban
las capuchas y la gente que se las sacaba ya era del servicio penitenciario y
ellos los llevaban a las celdas; al dicente como no estaba bien, tenía
bastante sangre, lo hacen pasar por enfermería, lo llaman al enfermero
Rodríguez que lo lava bastante, le cose, le da unas pastillas, le habían roto la
ceja, y un poco más recompuesto lo dejan entrar a la celda, y le hizo
comentarios tales como “que bárbaro estos tipos las cosas que hacen”; al
cien por cien puede asegurar que la gente que lo trasladaba hasta este sitio y
la gente que recibía a esta gente que venía a interrogarlos era de
penitenciaria, y mientras eran interrogados los de penitenciaria estaban
afuera haciendo guardia, así es que deben haber escuchado lo que estaba
pasando. Recuerda haber visto a Appelhans en los momentos en que se
estaba armando el Consejo de Guerra, porque en el momento que ya tenían
las declaraciones firmadas, ya vino el armado legal de lo que era el Consejo
donde ya venían por la mañana personal militar muy bien uniformado ya a
esta altura a cara descubierta, les informaban que les iban a hacer un juicio
de proceso militar, un Consejo de Guerra, en el cual iban a tener las
garantías como en cualquier juicio, lo cual era mentira, que iban a poder
elegir un abogado (cfr. declaraciones testimoniales de Griselda María Luz
Piérola de fs. 3/7 vto. y de Luis Daniel Andrés Jaureguiberry de fs. 25/30 vto.
obrantes en el Legajo de Pruebas perteneciente a José Luis Uranga).
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Hecho 4: Ramón Rogelio Ayala
Fue detenido ilegalmente por personal de la policía de Entre Ríos el
15 de marzo de 1977 en horas tempranas de la mañana, en la vía pública en
la ciudad de Concordia en oportunidad que se dirigía a su trabajo, luego de lo
cual fue trasladado a la cárcel de esa ciudad en un auto particular de la
Policía un Ford Falcón blanco donde estuvo tres días, allí no fue torturado,
pero sí interrogado. Posteriormente fue llevado a Paraná, al Regimiento de
esa ciudad, en el baúl de un auto vendado y atado de pies. En esa
dependencia castrense estuvo alojado en los calabozos, al lado del que era
ocupado por calabozo de Ramírez, durante aproximadamente un mes,
período en el que fue torturado en reiteradas oportunidades. Luego fue
conducido a la Unid Penal de Paraná, donde le hicieron firmar una
declaración autoincriminatoria en el marco del Consejo de Guerra, cuyo
contenido no le permitieron leer. (cfr. fs. 3/5 y 6/7 respectivamente,
declaraciones testimoniales de Jorge Martín Ramírez y Ramón R. Ayala, fs.
8/10 vto., fs. 11/14, 15/16, 25/28, 37/40, fs. 41/42 acta de detención del
Ejército Argentino de Ramón Rogelio Ayala RC TIR BL 6 “Blandengues”,
Legajo de CONADEP N° 337.922 –apiolado, y fs. 99/104 del Legajo de
Pruebas de Jorge Martín Ramírez donde consta la denuncia del nombrado
efectuada ante este Juzgado Federal a través del sistema videoconferencia
en fecha 13/10/2010, y fs. 25/25 vto. del Legajo de Pruebas de Jorge E.
Papetti donde consta la declaración de Gladis Teresa Linian de fecha
23/02/2004).
Hecho 5: Jorge Martín Ramírez
Fue detenido ilegalmente en la madrugada del día 18 de marzo de
1977 en su domicilio de calle Estrada N° 465 de la ciudad de Concordia, por
cuatros personas de civil fuertemente armadas, quienes se identificaron
como personal del Ejército, lo hicieron subir a un automóvil, encapuchado y
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Asimismo en la audiencia de visu respectiva agregó que jamás privó
de la libertad, torturó ni apremió a persona alguna, como se lo acusa desde
la Fiscalía y la querella. Que desde el primer momento que lo convocaron a
esta causa se comunicó con el Secretario del Juzgado por teléfono y esa
misma noche viajó a Paraná para presentase al otro día a las ocho de la
mañana. Que estuvo con la conciencia tranquila porque sabía que nunca
había privado de la libertad ilegítimamente a Saint Girons, Pfeiffer de Larpín,
Jaureguiberry, Ayala y Ramírez, y sabía que este proceso iba a demostrar la
verdad de lo sucedido y así fue. Agregó que las pruebas obrantes en el
expediente demuestran su total ajenidad a los aberrantes delitos por los que
se lo pretenden condenar, demostrando su inocencia. Que ninguna de las
víctimas que se le imputan lo nombran, ninguno de los cinco lo nombran
maltratándolos, amenazándolos o intimidándolos; ni las víctimas que se le
imputan ni el resto de las víctimas de esta causa lo nombran interviniendo en
los maltratos que padecieron y, hay un principio básico de la lógica, y en
consecuencia del derecho penal que dice que es necesario la ubicación
espacial y temporal del imputado en el relato de la víctima para condenarlo.
Reiterando que a pesar que en el relato de las víctimas está ausente en los
momentos que se le imputan, los acusadores pretenden condenarlo por
haber sido en algún momento de su vida militar, sin ninguna prueba en su
contra quieren su condena, y su ausencia en los hechos confirmado por las
víctimas solo demuestran su inocencia con respecto a los delitos de privación
y tormentos, agregando que los acusadores pretenden y llegan a la
intervención en los hechos por declaraciones donde aparece su nombre y
apellido rotulado y una firma.
Finalizando sus manifestaciones indicó que nunca se realizó una
pericia caligráfica que diera certeza que esas firmas le pertenecían y a pesar
de la ausencia de esta prueba indispensable, igualmente se pretende su
condena. Por ello, agregó, desde un primer momento estaba seguro de su
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inocencia, esto que brevemente relató, señala, es la prueba que existe en el
expediente, y a contrario de demostrar su culpabilidad demuestra su absoluta
y total inocencia.
Que analizado el plexo probatorio colectado a fin de determinar la
responsabilidad penal que le cabe al acusado en los hechos
precedentemente descriptos se destaca que obra la totalidad de la prueba
detallada en relación a cada uno de los hechos.
Asimismo, se cuenta con material probatorio documental de
importancia que ubica al acusado en la función en la que intervino en la
consumación de los ilícitos precisados, a saber: constancias de los Libros de
la Unidad Penal de fechas 13/02/77 a 06/05/77 (f. 38) donde obra asentado
el día 28/02/77: “traslado 7.25 Dando cumplimiento a lo ordenado en
Mensaje Militar N° 351/77 C.B.O.B.R.C. y Reg. se hace entrega de las
siguientes condenas, comisión a cargo Teniente Quintana. Badano María del
Rosario, Weinzettel Alicia Ferrer de, Lucca María Cristina…”.
Así las cosas, también se cuenta en el aservo probatorio de cargo con
prueba que posiciona al acusado en el rol por el que es traido a juicio, esto
es haber organizado, instruido, y llevado a cabo los interrogatorios, haciendo
firmar las declaraciones autoincriminatorias a personas privadas
ilegítimamente de la libertad y bajo apremios y severidades.
Dichas constancias son las que se detallan a continuación, a saber:
declaraciones de María Eugenia Saint Giron (en fechas 17 de marzo y 15 de
abril de 1977 ampliación (obrantes a fs. 17/18 y 68), de Beatriz Guadalupe
Pffeifer (en fecha 17/03/77 y su ampliación en fecha 18/04/77, esta última en
sede del Escuadrón de Ingenieros Blindados II de Paraná, (obrantes a fs.
19/20 y 69), de Luis Daniel Andrés Jaureguiberry (en fecha 23/04/77,
obrante a fs. 23/24 de su legajo), de Ramón Rogelio Ayala (en fecha 8/04/77,
en sede del Escuadrón de Ingenieros Blindados II de Paraná, obrante a fs.
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66); y Jorge Martín Ramírez (en fecha 13/04/77) en sede del Escuadrón de
Ingenieros Blindados II de Paraná (obrante a fs. 67), quienes se encontraban
privados ilegítimamente de la libertad, luego de la imposición de apremios y/o
tormentos, circunstancias todas conocidas por el encartado, con la finalidad
de obtener pruebas que sirvieran de fundamento a la condena que dictara a
su respecto el Consejo de Guerra al que fueran sometidas posteriormente las
víctimas mencionadas, todo lo cual consta en el mencionado CONSEJO DE
GUERRA ESPECIAL ESTABLE Nro. 1 de la Sub Zona de Defensa 22
“Paraná” del Expte. 6V 7 0250/57, caratulado: “JORGE EMILIO PAPETTI –
JORGE MARTÍN RAMÍREZ RAMÓN ROGELIO AYALA BEATRIZ
GUADALUPE PFEIFFER DE LARPÌN – JOSE LUIS URANGA – MARÍA
EUGENIA SILVIA SAINT GIRONS – SERGIO GUSTAVO HENNEKENS –
NESTOR DANIEL PADUAN – LUIS DANIEL ANDRES JAUREGUIBERRY Y
JORGE ESTEBAN MOLINELLI – INFRACCIÓN ARTÍCULOS 1ro) y 3ro) de
la Ley Nro. 21.461”.
De todo ello surge que el acusado no solo tenía conocimiento de la
situación de los detenidos políticos, sino que por ello y la actuación que le
cupo no podría ser ajeno como lo expresó en su descargo en la audiencia
de visu mencionada a los hechos ilícitos que se estaban cometiendo para
llevar a cabo y mantener el plan sistemático de persecución ilegal de
personas, con plena conciencia de la ilegalidad en que se hallaba incurso su
accionar.
En virtud de lo expuesto y a tenor de lo analizado, Guillermo Jorge
Francisco Quintana deberá responder en calidad de partícipe secundario por
los hechos por los que resultaron damnificados Beatriz Guadalupe Pfeiffer,
Jorge Martín Ramírez, Ramón Rogelio Ayala, María Eugenia Silvia Saint
Giron y Luis Daniel Andrés Jaureguiberry; esto es privación ilegal de la
libertad agravada por la calidad de funcionario público en abuso de
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funciones; imposición de vejaciones, severidades o apremios e imposición de
tormentos.
XI)CALIFICACION JURIDICA–SUBSUNCION DE LOS HECHOS:
Liminarmente corresponde destacar que en lo relativo a la regulación
legal en materia de privación ilegal de la libertad y torturas, resulta aplicable
la ley 14.616 (del año 1958), vigente al tiempo de la comisión de los hechos,
que incorporó los artículos 144 bis y 144 ter al Código Penal de la Nación, y
cuya vigencia mantuvo la Ley 23.077 del 27 de agosto de 1984, la que
prevalece por ser ley más benigna por sobre la redacción actual del Código
Penal.
Que, en tal sentido el texto de los referidos artículos según dicha ley
era el siguiente:
Artículo 144 bis: Será reprimido con prisión o reclusión de uno a
cinco años e inhabilitación especial por doble tiempo: 1°) El funcionario
público que, con abuso de sus funciones o sin las formalidades prescriptas
por la ley, privase a alguno de su libertad personal; 2°) El funcionario que
desempeñando un acto de servicio cometiera cualquier vejación contra las
personas o les aplicare apremios ilegales; 3°) El funcionario público que
impusiere a los presos que guarde, severidades, vejaciones o apremios
ilegales.
Si concurriere alguna de las circunstancias enumeradas en los incs.
1,2,3 y 5 del art. 142, la pena privativa de la libertad será reclusión o prisión
de 2 a 6 años.
Artículo 144 ter: Será reprimido con reclusión o prisión de 3 a 10
años e inhabilitación absoluta y perpetua, el funcionario público que
impusiere, a los presos que guarde, cualquier especie de tormento. El
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máximo de la pena privativa de la libertad se elevará hasta 15 años si la
víctima fuese un perseguido político.
Así las cosas, en los presentes actuados, los hechos traídos a
resolver de conformidad a las especificaciones precedentemente expuestas
se tienen por probados y esas son las figuras típicas que los abarcan,
conforme análisis de la acusación fiscal y de las partes querellantes, y la
valoración de la prueba incorporada durante las etapas de instrucción y
plenaria.
Los hechos investigados resultan constitutivos de los delitos de
privación ilegítima de la libertad agravada, por el uso de violencia y
amenazas, y en varios casos por su duración superior a un mes (art. 144 bis
1°, 2°, 3° y último en función del art. 142 inc. 1° y 5° C.P.), imposición de
tormentos, agravados por ser la víctima un perseguido político, y los autores
revestir calidad de funcionarios públicos (art. 144 ter C.P.), y homicidio
agravado (art. 80 inc. 2° y 6° C.P.).
Respecto del concepto de funcionario público, sostiene Donna que
“El concepto de funcionario es jurídico, y eso lo convierte, sin duda alguna,
en un concepto normativo. Si se pudieran dar los requisitos que debe tener
un funcionario, se podría afirmar que es aquella persona que: 1) está
adscripta a la administración pública; 2) tiene una relación de
profesionalidad, en el sentido que cubre un hueco dentro de la
administración. Esto es que no colabora desde afuera; 3) tiene una
remuneración por parte de la administración pública; 4) tiene un régimen
jurídico administrativo propio” (cfr. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo III.
Rubinzal Culzoni Editores. Bs. As. 2001, pag. 27).
Resulta sustancial que el autor se encuentre en el ejercicio real de
funciones públicas.
En ese sentido el autor citado, sostiene: “El funcionario público, visto
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alguna de las circunstancias consignadas en los incisos 1°, 3° y 5° de esta
última.
En orden a la agravante contenida en los incisos 1° y 5° del art. 142,
es de aplicación el texto de la ley N° 20.642, teniendo en cuenta que la Ley
de Defensa de la Democracia N° 23.077 derogó la N° 21.338, vigente a la
época de los hechos, siendo más benigna la anterior.
En la mayoría de los hechos de autos las víctimas fueron
secuestradas en sus domicilios, en la vía pública o en dependencias militares
en ocasión de presentarse para realizar averiguaciones respecto de sus
familiares o de ellos mismos, luego de lo cual fueron trasladadas
encapuchadas y/o con sus ojos vendados y maniatadas hacia distintos
centros clandestinos de detención y tortura que conformaban el circuito
represivo establecido en el "Área Paraná" y como parte integrante de ésta
también en el Área de Defensa 225 –Concordia donde fueron alojados en
muchos casos en condiciones infrahumanas y así permanecieron hasta ser
liberados, blanqueados al ser llevados a las Unidades Penales a disposición
del PEN, o desaparecidos.
En efecto, son numerosos los testimonios recolectados que dan
cuenta de la irrupción en los domicilios de las víctimas, sus lugares de
trabajo, o en la vía pública, por un grupo armado de personas,
pertenecientes a Ejército, o fuerzas de seguridad subordinadas al gobierno
militar, que allanaba sus viviendas sin orden judicial, como tampoco indicios
de culpabilidad o de flagrancia, procediendo a detener a las personas en
forma ilegal, lo que constituía lisa y llanamente un secuestro.
Ese accionar conformaba el primer paso o eslabón en la cadena de
lesiones jurídico penales instauradas por el gobierno militar que gobernó en
ese tiempo, en el marco de la ejecución del plan sistemático criminal
implementado, que como delito permanente, mantenía en el tiempo su
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agentes u órganos del Estado resulta arbitrario, sea porque están abusando
de sus funciones o porque no cumplen las formalidades previstas por la ley.
Sostiene Creus que el abuso funcional se da cuando el sujeto activo
funcionario público, al privar de la libertad, ejerce funciones propias, pero la
ilegalidad se verifica porque estas funciones no comprenden la facultad de
detener y que el funcionario se atribuye abusivamente, ya sea porque no la
tiene en el caso concreto, o porque poseyendo la facultad la utiliza
arbitrariamente, es decir, en situaciones que no corresponde la detención, o
lo hace sin los recaudos que en el caso le atribuyen la competencia.
Con relación a la inobservancia de las formalidades prescriptas por la
ley para proceder a la detención, se trata del caso en que el funcionario
posee las facultades necesarias para proceder a la detención de una
persona, pero omite las formalidades prescriptas por la ley aplicable (cfr.
CREUS, Carlos, "Derecho Penal Parte Especial ", Tomo I, Ed. Astrea, 6°
Edición, Bs. As., pág. 300/1).
Por su parte, Donna señala que el concepto de "arrestado" del art. 18
de la Constitución Nacional, debe entenderse como privado de la libertad de
locomoción y libertad física, y la orden de detención debe ser por escrito y
por el juez. En este sentido, la "orden de autoridad competente" se refiere al
juez natural del art. 18 C.N.: son los jueces la "autoridad competente" para
extender la orden escrita que puede privar de la libertad a una persona (cfr.
DONNA, Edgardo Alberto, "Derecho Penal Parte Especial", Tomo IIA,
Rubinzal Culzoni Editores, Santa Fe, 2003, pág. 173 y ss.). Agrega que, en
algunos supuestos, la autoridad policial dentro del estricto cumplimiento de
sus deberes, están obligados a detener a personas sin orden judicial. Ello se
da cuando se comete un delito, o en casos de indicios vehementes de
culpabilidad, y se requiere la medida inmediata y falta el tiempo para
reclamar la orden judicial, en cuyo caso se obra a nombre del juez, a quien
se debe informar de la medida tomada ante el hecho.
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El tipo objetivo ha quedado conformado, según los hechos probados
en la causa, tanto cuando el funcionario público militar o policía, privó de la
libertad a las personas, abusivamente o con abuso de sus funciones, al
detenerlas con arbitrariedad, toda vez que en todos los casos se trató de la
persecución de disidentes políticos, lo que se encubría alegando la calidad
de "sospechoso de actividades subversivas", o la "pertenencia o militancia en
organizaciones subversivas", pero con absoluta ausencia de motivos
valederos tales como la realización de acciones infractoras de una ley.
Concretamente, en ningún caso se adujo la infracción a los arts. 1°, 2° o 3°
de la Ley 20.840, sino la sospecha de realizar actividades subversivas, pero
con total omisión de las conductas típicas que pudieran haberse atribuido a
los detenidos, con inmediata noticia del juez. Los sumarios militares que
precedieron a las causas judiciales federales, dan cuenta de un transcurso
excesivo de tiempo, luego del cual se informaba al juez federal. Durante ese
lapso, las víctimas eran sometidas a encierro arbitrario, interrogatorios
autoincriminatorios bajo apremios, severidades y tormentos, y obligadas a
firmar declaraciones inculpatorias contra sí mismas, y contra otras personas,
elaboradas por los represores, las que fueron forzadas a firmar contra su
voluntad y sin la posibilidad de ver lo que suscribían.
En el caso de autos, en las oportunidades en que dicha conducta
fuera enrostrada, lo fue en virtud de no haberse acreditado la existencia de
orden legal alguna para proceder a la detención de las víctimas
anteriormente identificadas, sino que, por el contrario, tales detenciones
obedecieron a órdenes dictadas durante el ejercicio del poder de facto y en
consecuencia, ilegítimas.
Imposición de tortura (art. 144 ter. C.P.)
El núcleo del tipo penal lo constituye la imposición de cualquier clase
de tortura, esto es: aquellos actos que supongan un grave sufrimiento
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(psíquico o físico) a una persona privada de su libertad, sea legítima o
ilegítimamente, ejecutados de manera intencional por agentes estatales o por
particulares que obren bajo su amparo, sin que deba atenderse a la
motivación que se persiga con ellos.
De tal modo, esta concepción comprende tres elementos basilares:
a) la intensidad del padecimiento infligido, b) la intervención funcional (directa
o indirecta) en el hecho que le sirve de sostén, y c) la irrelevancia en la
indagación de las finalidades específicas de los intervinientes.
Asimismo, resulta receptivo de la real esencia de la noción, que
deviene compatible con las consideraciones actuales en función de la
adopción de un criterio amplio en el ámbito internacional de los Derechos
Humanos, valorando como criterio diferenciador el grado del sufrimiento
infligido a la víctima.
El análisis de la jurisprudencia desarrollada en nuestro país en casos
análogos al presente, da cuenta de la existencia en todos los precedentes
del empleo de la violencia en sus fases física y psíquica, o de tratamientos
que, sin llegar a tal índice de gravedad, resultan violatorios del derecho
interno e internacional.
Así, fue una práctica sistemática interrogar a quienes se hallaban
privados de su libertad en los centros clandestinos de detención apelando a
la violencia, lo cual, sumado a las condiciones infrahumanas de detención,
conforman un cuadro de tortura.
Cabe aclarar, dentro del marco organizado sistemáticamente para
llevar adelante el plan de lucha contra la subversión, la factibilidad de imputar
las torturas a determinados imputados, y así es dable afirmar que en el caso
de los autores materiales de baja jerarquía quedan excluidos aquellos
hechos que no pueden atribuírseles de propia mano. Por el contrario, en el
caso de los autores mediatos, debe eximírselos de responsabilidad en caso
de no concurrir los requisitos para atribuirles un hecho concreto de
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imposición de sufrimiento.
De acuerdo a estudios realizados por el Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), bajo el título “La tortura en la jurisprudencia argentina por
crímenes del terrorismo de Estado”, para la jurisprudencia son actos que
pueden constituir tortura: el aislamiento, la incomunicación, la privación de la
visión o de la audición, la deficiente alimentación, las condiciones de higiene,
la desnudez, la deficiente atención médica y los abusos sexuales, ya sea en
forma autónoma o al combinarse unos con otros.
Asimismo, destaca el mismo informe que otros tribunales han
avanzado sobre algunas definiciones que salen del tratamiento más clásico
del delito de torturas, y así han señalado como tales a los actos de
aprehensión y secuestro, sustitución de identidad, tabicamiento y privación
de los sentidos, las llamadas torturas de posición, simulacros de fusilamiento,
la tortura de terceras personas como tortura psicológica, condiciones
deficientes de alimentación, de higiene y de sanidad, abuso sexual y
exposición en desnudez, la presencia de personal judicial durante el acto
interrogatorio (“Brusa, Víctor Hermes y otros…” Tribunal Oral en lo Criminal
Federal de la Provincia de Santa Fe, Sentencia del 15 de Febrero de 2010) e
inclusive, la asistencia espiritual a la víctima de tortura como acto de tortura
(Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, “Christian Federico Von Wernich,
Noviembre de 2007).
Que del análisis del material convictivo incorporado a la causa, surge
como denominador común en el marco de las detenciones llevadas a cabo
por los grupos operativos del Ejército y/o fuerzas de seguridad subordinadas,
el inmediato encapuchamiento o tabicamiento que se impuso a las víctimas,
el traslado en esas condiciones a centros clandestinos de detención y el
sometimiento en esas condiciones a sesiones de interrogatorios, en muchas
ocasiones bajo amenazas, golpes y pasajes de corriente eléctrica, todo lo
cual se traduce en la conformación de los tormentos que la figura requiere,
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de conformidad al tipo penal previsto por el artículo 144 ter., párrafo primero,
Ley 14.616.
Cabe señalar que la ley 14.616 establecía una pena de 3 a 15 años
de reclusión o prisión para el delito de imposición de tormentos a un
perseguido político. En el año 1984 la ley 23.097 elevó las penas del delito
de tormentos fijando una escala de 8 a 25 años de reclusión o prisión para
todo supuesto de tormento aplicado por un funcionario público a una persona
privada de su libertad, esto es, sea o no perpetrado en perjuicio de un
perseguido político.
La ley 23.097 al elevar los montos de pena aplicables, tanto en su
máximo como en su mínimo, prevé sin dudas condiciones de punibilidad más
graves para el imputado, de tal modo que si se juzgaran los hechos que aquí
se analizan en los términos fijados por esa ley posterior, la escala penal
aplicable sería de 8 a 25 años de pena privativa de libertad. En
consecuencia, se reitera corresponde subsumir la conducta de los
encartados, en la ley vigente al momento de comisión de los hechos y
desechar la aplicación de la ley ex post facto más gravosa.
Por su parte, el derecho internacional ha sido de gravitante
importancia en materia de imprescriptibilidad de los crímenes contra la
humanidad en general, entre los que se incluye la tortura, como así también
la prohibición de amnistiarlos o de sustraerlos a su juzgamiento (Cfr.
“Arancibia Clavel” Fs. 327:3312; “Simón”, Fs. 328:2056.
En tal sentido, la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”
de 1948, establece: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes”; y la “Declaración sobre la Protección de
Todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes” de 1945, también prohíbe la tortura.
Por último, en el ámbito internacional, el Pacto Internacional de
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Derechos Civiles y Políticos de 1966, en su artículo 7 determina que: “Nadie
será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes…” y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969)
en igual sentido, prescribe que “Nadie debe ser sometido a torturas ni a
penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes…”.
En lo que atañe al Derecho interno, es preciso subrayar que la tortura
ha sido prohibida en la Argentina a partir del texto del artículo 18 del texto
constitucional, que expresa: “Ningún habitante de la Nación puede ser
penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni
juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por
la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar
contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los
derechos… …Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas
políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación
serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos
detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la
autorice”.
Por otra parte, y con relación a la desaparición forzada de personas,
en el precedente “Etchecolatz”, la Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata sostuvo: “Parece evidente que la circunstancia de la falta de hallazgo o
bien de la inexistencia de restos no constituye un obstáculo insalvable a los
fines de probar la muerte de una persona que fue privada ilegítimamente de
su libertad hace más de 30 años y de la cual, hasta la fecha, se desconoce
el paradero. Al menos cuando existan otras pruebas, directas o indirectas,
que permiten demostrarlo. Un criterio opuesto daría lugar, precisamente, al
efecto deseado por los métodos empleados para la desaparición de
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cadáveres con el fin de lograr la impunidad. Desde luego, también importaría
conceder un grado de legitimidad a procedimientos cuyo único objetivo
consistía en borrar toda evidencia delictiva de los hechos vinculados a un
plan sistemático de exterminio” (Cámara Federal de Apelaciones de La Plata,
Secretaría Especial, “Etchecolatz, Miguel Osvaldo s/ homicidio calificado”,
09/11/2006.
En esa misma línea argumental, cabe referir a lo afirmado por
SANCINETTI en cuanto a que, ponderando objetivamente las circunstancias
que rodearon la desaparición de la persona, podrá tenerse por cierta la
muerte aun cuando no se haya encontrado o identificado el cadáver. Así,
señala el referido autor que “...En los casos en que el cadáver de una
persona no fuese hallado, el juez podrá tener por comprobada la muerte
...siempre que la desaparición se hubiese producido en circunstancias tales
que la muerte deba ser tenida por cierta ..., al sistema legal argentino no le
es extraña la afirmación de una muerte sin cadáver ni partida” (SANCINETTI,
Marcelo/FERRANTE, Marcelo, El Derecho Penal en la protección de los
derechos humanos, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, pág. 141).
Por lo demás, los fallos nacionales recaídos en situaciones análogas,
dan cuenta que una de las modalidades de eliminación física arbitrada por
las Fuerzas Armadas se basaba en la ejecución de los detenidos
argumentando falsamente la existencia de enfrentamientos armados o
intentos de fuga como fue el caso de Jorge Emilio Papetti.
A su vez, el agravante de la figura halla sustento en la circunstancia
de intervenir varios sujetos en la maniobra en miras a la obtención de un
objetivo predeterminado, lo que disminuye la capacidad de defensa de la
víctima.
Por último, en relación a la solicitud formulada por las querellas, para
lograr el reconocimiento que los delitos de lesa humanidad aquí juzgados lo
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sean como cometidos en el marco de un genocidio, habré de resolver en
sentido favorable e idéntico con el criterio sostenido en oportunidad de
resolver como integrante de la Cámara Federal de Apelaciones de esta
jurisdicción en fecha 18/02/20 en las actuaciones “CAPELLINO, JORGE
HORACIO (D) SOBRE IMPOSICIÓN DE TORTURA AGRAVADA (ART. 144
TER. INC. 2)”, expte. N° FPA 13012808/2011/CA14, a cuyos completos
fundamentos allí expuestos me remito por razones de brevedad.
Así y transcribiendo parte de la motivación efectuada en tal causa, aplicable
a autos, corresponde entender que cuando “la ejecución de un hecho
individual es consecuencia de un genocidio, organizado estatal y
burocráticamente…, el ilícito deberá ser considerado dentro de ese marco de
referencia y se hará necesario tomar también a los acontecimientos
históricos como objeto del proceso penal” (WERLE, Gerhard; “Pasado,
presente y futuro del tratamiento jurídicopenal de los crímenes
internacionales”, Hammurabi, 1ª ed., Bs.As., 2012, p.21).
Por ello, relevando el poder simbólico de nominación del derecho, que
nos exige ser capaces de nombrar a los hechos comprobados por sus
nombres para hacerlos inteligibles y comprenderlos, más allá del
encuadramiento típico y la imposición del castigo legal que corresponda,
nominar como genocidio lo que se ha probado que ocurrió en Argentina es
producir verdad (TOF Paraná en “Céparo” del 26/10/16),
Lo expresado es fundamento suficiente para acoger el planteo
formulado por las querellas y concluir –como se viene haciendo en los
diversos precedentes citados del Tribunal Oral Federal de la jurisdicción, en
criterio que se comparte que corresponde declarar que los delitos de
derecho interno objeto de la condena dictada en la presente configuran
también delitos de lesa humanidad, ocurridos en el contexto histórico del
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terrorismo de Estado que asoló a nuestro país, en el marco del segundo
genocidio nacional perpetrado entre los años 1975 y 1983.
XII)CONCURSO DE DELITOS:
Se da en parte de los casos investigados en autos el concurso real
entre la privación de la libertad y la aplicación de tormentos, y en un caso,
con homicidio.
No solo se trata de bienes jurídicos distintos (libertad ambulatoria en
un caso, integridad física y moral en otro, y la vida humana en el restante),
sino que la privación ilegal de la libertad que se verifica en autos concurre
materialmente con los otros hechos consumados puesto que excede
largamente aquella que puede considerarse implícita en todo acto de
tormento.
Asimismo, el secuestro y cautiverio de cada una de las víctimas no
tuvo como finalidad única la de someterlos a tormentos; circunstancia que
también lleva a concluir que las conductas de privación de la libertad y de
aplicación de tormentos deben ser consideradas, desde un punto de vista
jurídico, como acciones plurales y, por lo tanto, en concurso real.
Sobre este tópico Zaffaroni sostiene: “El presupuesto necesario del
concurso de delitos es una pluralidad de conductas. En el fondo no deja de
ser la concurrencia de varios delitos en un único proceso, lo que si bien hace
que haya disposiciones al respecto en el código penal (arts. 55 y 56) en
modo alguno debe ser considerado una cuestión exclusivamente penal, sino
también de enorme importancia procesal…” (Cfr Zaffaroni, Eugenio Raúl,
Derecho Penal Parte General. Ediar Ed. 2000 pag. 826).
Sustentada en la doctrina y la jurisprudencia existente al respecto,
la jurisprudencia nacional considera que el delito de tortura concurre en
forma real con el delito de privación ilegal de la libertad y otros delitos.
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De todas maneras, existe cierta unanimidad doctrinaria en cuanto a
los inconvenientes de su aplicabilidad en aquellos supuestos en los cuales
los comportamientos unitariamente desvalorados impactan sobre bienes
jurídicos personalísimos o altamente personales (por ejemplo: integridad
física, libertad, etc.) que no admiten gradualidad en la afectación (cfr.
Zaffaroni, Eugenio Raúl; Alagia, Alejandro y Slokar, Alejandro en “Derecho
Penal”, Parte General, Ed. Ediar, Bs. As., 2008, pág. 861).
Así se ha dicho que: “Los delitos analizados precedentemente
constituyen una pluralidad de conductas que lesionan distintos bienes
jurídicos no superponiéndose ni excluyéndose entre sí. Es decir que
concurren varios delitos atribuibles a cada uno de los imputados, por lo que
corresponde aplicar la regla del concurso real, prevista en el art. 55 del
Código Penal. Así, los delitos de violación de domicilio (art. 151 del C.P.) y
privación ilegítima de la libertad agravada (art. 144 bis y 142 inc. 3° del C.P.)
concurren en forma ideal entre sí (art. 54 C.P.) y a la vez se atribuyen en
concurso real con el resto de las figuras: asociación ilícita (art. 210 del C.P.),
imposición de tormentos agravada (art. 144 ter Código Penal) y homicidio
agravado por alevosía, por el concurso premeditado de dos o más partícipes
y con el fin de lograr impunidad (art. 80 incs. 2,3 y 4 del Código Penal
vigente al tiempo de comisión de los hechos, conforme a la corrección de la
ley de fe de erratas 11.221 y a la ley 20.642); todo en concurso real (art. 55
del Código Penal)”. “Bussi, Antonio D. y otros” T.O.F. de Tucumán, 4/9/08.
En síntesis, en aquellos casos en que los imputados deban responder
tanto por la privación ilegal de la libertad como por la aplicación de
tormentos, y por homicidio, dichos hechos concurren materialmente, toda vez
que son escindibles e independientes entre sí, dándose de tal modo los
extremos que el artículo 55 del Código Penal exige.
XIII)LA PENA:
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En primer lugar, habrá de hacerse una ponderación general en orden
a los criterios que deben ser tenidos en cuenta para imponer pena en la
sentencia a dictarse. En segundo lugar, se analizará específicamente la
situación de cada acusado en particular al efecto.
En ese afán, se tendrán en cuenta primeramente las pautas de
mensuración establecidas en los artículos 40 y 41 del Código Penal.
El art. 41 del C.P. no propone un orden prioritario sobre las circunstancias allí
enumeradas y que deben merituarse, y por ello la facultad del juez para
invocarlas en el caso concreto es discrecional, lo que lleva a que el juzgador
evalúe en su totalidad las distintas circunstancias que rodearon los hechos
en aras de determinar la sanción aplicable.
Siendo la individualización de la pena una función autónoma del juzgador es
imprescindible resaltar que la escala punitiva, con mínimos y máximos,
prevista en nuestro ordenamiento legal, implica la adopción de una decisión
de tipo discrecional.
a.) Pautas objetivas:
Naturaleza de la acción y los medios empleados para ejecutarla:
Esta pauta de medición del ilícito constituye un elemento decisivo
para fijar la escala penal respecto de cada uno de los acusados.
En tal sentido se tiene que los hechos por los que resultan
responsables los acusados se encuentran dentro de la categoría de “delitos
de lesa humanidad”, concepto que por sí solo aporta la noción del mayor
grado de disvalor que se halla implícito en las conductas sometidas a
juzgamiento por cuanto las mismas revelan extrema gravedad, ya que los
delitos fueron cometidos desde el aparato represor Estatal en perjuicio de los
propios ciudadanos amparados por él, y como consecuencia inevitable
emerge una sanción ejemplificadora porque con tales ilícitos se afecta a la
raza humana en su totalidad.
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Fue debidamente acreditado en autos que tales hechos ilícitos fueron
cometidos en forma sistemática –a partir de la implementación del plan de
represión ilegal por funcionarios públicos del aparato estatal a fin de reprimir
a determinados grupos de la población civil que fueran considerados
opositores políticos.
Asimismo, otra circunstancia a tener presente en este acápite es la
clandestinidad con la que estuvo signada la represión ilegal, a partir del golpe
de Estado el 24/03/76 que permitió, al estar en un gobierno de facto, los
secuestros, detenciones ilegales, sometimiento de las victimas a apremios,
severidades y tormentos en centros clandestinos de detención, todo lo cual
fue bajo un manto de total impunidad para aquellos miembros del aparato
estatal represor.
Es a partir del rol desempeñado por cada uno de los imputados en
sus respectivas funciones y cargos, en el marco de la represión ilegal, de
donde surge la contribución en diversos grados en la comisión de los delitos
cometidos, que lesionaron los bienes jurídicos más preciados como son la
vida humana, la integridad física y la libertad.
Los delitos juzgados, a más de 43 años de consumados, permanecen
presentes en la memoria colectiva de la nación y de la comunidad
internacional, que lucha a diario por evitar la práctica de conductas ilícitas
como las juzgadas en autos.
Estos factores dejan a la vista, y así deben ser analizados y valorados
a fin de individualizar las penas, que conforman un cuadro de gravedad
extrema que ha de plasmarse en la determinación del quantum punitivo.
Es oportuno a esta altura tener presente, que conforme lo tiene
expresado la Corte Suprema de Justicia de la Nación, los artículos 40 y 41
del Código Penal no contienen bases taxativas de fijación, sino que deja
librada ésta, dentro del marco normativo a la apreciación discrecional del
magistrado en el caso concreto" (CSJN, Fallos 303:449).
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Desde tal perspectiva, se ha sostenido que en líneas generales, el
Código Penal argentino prevé el sistema de "...las penas denominadas
divisibles, es decir, aquellas en que se fija un marco o escala penal dentro
del cual se debe determinar la pena a imponer en el caso particular (...) En
todos estos casos resultan aplicables los artículos 40 y 41, que establecen
las reglas que habrán de seguir los tribunales al fijar la pena. Los artículos 40
y 41 estructuran un sistema de determinación de la pena caracterizado por la
enumeración no taxativa de circunstancias relevantes a tal fin, sin determinar
el sentido de la valoración, esto es, sin establecer de antemano si se trata de
agravantes o atenuantes, y cuál es el valor relativo de cada una de tales
circunstancias, ni tampoco cómo se solucionan los casos de concurrencia
entre ellas y sin una "pena ordinaria" que especifique cuál es el punto de
ingreso a la escala penal, a partir del cual hace funcionar la atenuación o la
agravación" (Ziffer, Patricia S., "Código Penal y normas complementarias.
Análisis doctrinario y jurisprudencial", dirigido por David Baigún y Eugenio
Zaffaroni, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2007, Tomo 2 A pág. 72/3).
Así las cosas, la magistratura está facultada para evaluar las
circunstancias que a su criterio agravan la sanción a imponer o la atenúan;
amén de ello, esa tarea discrecional debe ejercitarse a la luz de la sana
crítica racional y dentro de los escalas de mensura previstos por los artículos
40 y 41 del Código Penal, considerando que la individualización de la pena
requiere la valoración de la magnitud del injusto, la culpabilidad del autor y el
resguardo del principio de proporcionalidad de raigambre constitucional, a
partir del quantum punitivo establecido en abstracto por el legislador y las
circunstancias personales de los encartados.
En el sistema penal argentino, la culpabilidad se encuentra contenida
en el texto constitucional (artículo 18), en los pactos internacionales del
artículo 75 inciso 22, con una clara finalidad resocializadora.
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Así, el referido artículo 18 del texto constitucional, el artículo 5 inc. 6)
de la Convención Americana de Derechos Humanos y el artículo 10 inc. 3)
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), como así también la
propia ley 24.660 en su artículo primero, aluden claramente a dicho
propósito.
En aras de fundamentar las condenas a imponer a los acusados
mediante el presente decisorio, y en consonancia con el criterio sustentado
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se ha de partir de la
culpabilidad.
En ese sentido, ha dicho el cimero tribunal: "Que, asimismo, no se
puede perder de vista para la solución del sub lite la significación del
principio de culpabilidad, el cual, por cierto, ya formaba parte del texto
constitucional con anterioridad a 1994. Dicho principio recoge una
concepción antropológica que no admite la cosificación del ser humano y,
por ende, rechaza su consideración en cualquier otra forma que no sea
como persona, lo que presupone su condición de ente capaz de
autodeterminación y dotado de conciencia moral. De acuerdo con esta
concepción, la medida de la pena no puede exceder la del reproche que se
le formula a la persona por haber escogido el ilícito cuando tuvo la
posibilidad de comportarse conforme a la norma, o sea, que la pena debe
ser proporcional a la culpabilidad de autor, y esta culpabilidad se determina
según el ámbito de autodeterminación que éste haya tenido para ejercer su
conciencia moral en la constelación situacional en que hubiese actuado y en
relación a sus personales capacidades en esa circunstancia…” (C.S.J.N., en
autos "Recurso de hecho deducido por el defensor oficial de Daniel Enrique
Maldonado en la causa Maldonado, Daniel Enrique y otro s/ robo agravado
por el uso de armas", causa 1174, 7 de diciembre de 2005)
Con directa relación a esto último, han de tenerse en cuenta en forma
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respectiva las edades, niveles de instrucción a la época de los hechos y en
la actualidad, ocupaciones, medios de vida, condiciones económicas,
existencia o falta de antecedentes penales computables.
Realizado un minucioso análisis de los hechos ilícitos y el caudal
probatorio colectado no se encuentran eximentes.
Los encartados, a la época de los hechos –años 1976/77 contaban, en
mayor o menor medida, con un grado de educación e instrucción suficiente
para haber podido obrar de forma diferente a la que lo hicieron, tuvieron la
posibilidad de comportarse conforme a la norma.
Quienes integraron las fuerzas armadas y de seguridad, recibieron en
su etapa de formación y a lo largo de sus respectivas carreras profesionales
los conocimientos relativos a los derechos constitucionales de los imputados
de entonces, comprensivos del derecho a la salud, a la integridad física y
psíquica, a la imposibilidad que los detenidos o imputados sean sometidos a
vejámenes, apremios ilegales y tormentos, a la prohibición de ser
coercionados al prestar declaración, todo ello en abierta contradicción, de
acuerdo al plexo probatorio de cargo acollarado en autos, con el desempeño
que le cupo a cada uno de los encartados respecto de los ilícitos juzgados.
Ese es el fundamento de la medida del reproche, que se basa en la
máxima que sostiene que “el fin nunca justifica los medios”. Es así que, en
los hechos traídos a juicio, jamás el fin perseguido puede justificar los crueles
y salvajes métodos empleados para su consecución.
Dada la naturaleza de lesa humanidad de los hechos traídos a
juzgamiento, han de considerarse con relativa entidad la falta de condenas
anteriores en el caso de López Belsue y Quintana.
Por otra parte, como agravante resulta inevitable tener presente, una vez
más, los efectos producidos por tales hechos, la magnitud y extensión del
daño causado, toda vez que no solo afectaron a las víctimas, sino también a
sus familiares, allegados y la sociedad en su totalidad.
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precedentemente, las pautas establecidas en los artículos 40 y 41 del Código
Penal y así:
Respecto de Jorge Humberto Appiani ha de tenerse como un factor
disvalioso que agrava su culpabilidad, la naturaleza y cantidad de hechos, el
nivel de instrucción con el que contaba –título universitario, el rol que
desempeñaba dentro de la estructura del Ejército en el Área Paraná al
momento de comisión de los hechos y el protagonismo asignado en la
tramitación de los procesos judiciales castrenses (Consejos de Guerra), en el
marco de los cuales se consumaron privaciones ilegítimas de la libertad,
imposición de severidades y tormentos en perjuicio de las victimas ya
precisadas, por lo que surge proporcionada una pena de TRECE AÑOS de
prisión, inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena, accesorias
legales y costas (art. 19 y concordantes del Código Penal de la Nación).
Por su parte, en relación a la sanción a aplicar a José Anselmo
Appelhans y Rosa Susana Bidinost, habrá de valorarse como factor
agravante de la culpabilidad, por un lado, la naturaleza de los delitos
atribuidos y, por el otro, el grado de intervención que les cupo en los delitos
que se les imputan y su especial posición funcional al frente de las Unidades
Penales N°1 y N°6 de la ciudad de Paraná y, en el caso de Bidinost
además, el nivel de educación con el que contaba y en el caso de Appelhans
la cantidad de hechos.
Por ello corresponde imponer a José Anselmo Appelhans la pena de
PRISION PERPETUA y a Rosa Susana Bidinost la pena de CINCO AÑOS,
inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena, accesorias legales y
costas (art. 19 y concordantes del Código Penal de la Nación).
Respecto de Hugo Mario Moyano, ha de valorarse disvaliosamente la
naturaleza de los hechos, su condición de profesional médico de la salud con
cumplimiento de funciones en el Servicio Penitenciario Provincial, y por lo
tanto la infracción de su deber positivo de asistir correctamente a la víctima,
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por ello corresponde imponer la pena de graduar la sanción en OCHO AÑOS
DE PRISIÓN, inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena,
accesorias legales y costas (art. 19 y concordantes del Código Penal de la
Nación).
Que, respecto de Naldo Miguel Dasso juega como factor agravante al
momento de analizar la culpabilidad la naturaleza de los hechos atribuidos, la
instrucción y el grado militar que ostentaba al momento de comisión de los
hechos, esto es, Teniente Coronel de Caballería y Jefe del Regimiento
Tiradores Blindados 6 “Blandengues” de la ciudad de Concordia, su calidad
de máxima autoridad a cargo de la Jefatura del “Área de Defensa 225”, por lo
que corresponde imponer a dicho imputado la pena de PRISION
PERPETUA.
Por su parte ha de valorarse como circunstancia atenuante en favor
de Gonzalo Jaime López Belsue su específica intervención en grado de
participación secundaria, y como agravantes la naturaleza de los hechos
atribuidos, el nivel de educación del acusado y el grado jerárquico que
detentaba dentro del Ejército Argentino a la época de los hechos Teniente
Primero, para concluir que es adecuada la imposición de la pena de OCHO
AÑOS de prisión e inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena,
accesorias legales y costas (art. 19 y concordantes del Código Penal de la
Nación).
En orden a la mensura de la condena a imponer a Alberto Rivas, ha
de valorarse como atenuante en su favor su específica intervención en grado
de participación secundaria, y como factores agravantes de la culpabilidad la
naturaleza de los hechos atribuidos, el nivel de educación del encartado –
título terciario y el grado jerárquico que detentaba dentro de la estructura del
Ejército Argentino al momento de comisión de los ilícitos, por lo que es
posible concluir que es adecuada la imposición de la pena de SIETE AÑOS
DE PRISIÓN e inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena,
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accesorias legales y costas (art. 19 y concordantes del Código Penal de la
Nación).
Por último, en relación a la sanción a aplicar a Jorge Guillermo
Francisco Quintana, ha de valorarse como atenuante en su favor su
específica intervención en grado de participación secundaria; en tanto como
agravantes ha de considerarse la naturaleza de los hechos, el nivel de
educación del acusado y el grado jerárquico que detentaba dentro del
Ejército Argentino a la época de los hechos, por lo que luce adecuada la
imposición de la pena de NUEVE AÑOS de prisión e inhabilitación absoluta
por doble tiempo de la condena, accesorias legales y costas (art. 19 y
concordantes del Código Penal de la Nación).
Es unánime la interpretación tanto en la doctrina como en la
jurisprudencia que al partícipe secundario se le debe aplicar idéntica
reducción prevista para el delito cometido en grado de tentativa.
Por lo tanto, debe disminuirse la mitad del mínimo y un tercio del máximo, en
consonancia con lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
en autos "Veira, Héctor Rodolfo", de fecha 8 de septiembre de 1992 y la
Cámara Nacional de Casación Penal en la causa "Villarino", de fecha 21 de
abril de 1995. A partir de tal interpretación, al producir como consecuencia la
determinación de una escala penal para tales delitos con un mínimo menor y
un máximo mayor, condice con el Principio de proporcionalidad, de neta
raigambre constitucional, propiciando el mejor ajuste del monto de la pena a
las circunstancias particulares del hecho y del autor, de conformidad a las
pautas establecidas por los artículos 40 y 41 del Código Penal.
d) Detención y alojamiento:
En orden a las actuales libertades y diferentes modalidades de
detención y lugar de alojamiento de los encartados, corresponde ordenar que
Jorge Humberto Appiani continúe cumpliendo su detención en la Unidad
Penal N° 1 de esta ciudad donde actualmente se encuentra alojado, en tanto
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que José Anselmo Appelhans habrá de continuar privado de su libertad bajo
la modalidad de prisión domiciliaria, ambos en cumplimiento de la prórroga
de la prisión preventiva dictada en fecha 9/12/19 conforme a los fundamentos
allí expuestos.
En relación a Naldo Miguel Dasso habrá de continuar bajo la
modalidad de prisión domiciliaria impuesta en la sentencia recaída en los
autos “Harguindeguy, Albano Eduardo y otros s/inf. art. 151 y otros del
Código Penal”.
Por último, Rosa Susana Bidinost, Hugo Mario Moyano, Alberto
Rivas, Gonzalo Jaime López Belsue y Jorge Guillermo Francisco Quintana
habrán de continuar en el actual estado de libertad en el que se encuentran
hasta tanto quede firme la presente sentencia.
Por todo lo expuesto, de conformidad con lo dispuesto por los
artículos 495 y siguientes del Código de Procedimientos en Materia Penal de
la Nación.
XIV)FALLO:
I.) NO HACER LUGAR a las excepciones planteadas: por las
defensas, a saber:
a) Falta de legitimación activa de parte de los querellantes –planteada
por la defensa de Rosa Susana Bidinost en mérito a lo expuesto en el
considerando respectivo;
b) Cosa juzgada por vulneración de la garantía del non bis in ídem
planteada por la defensa de Alberto Rivas, conforme lo expresado en el
considerando pertinente;
c) Falta de acción por 1) insubsistencia de la acción penal; 2) por
desplazamiento de la autoría criminal desde quien ejecuta esa orden del
servicio hasta quien la impartió; 3) y por violación del principio de legalidad
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planteada por el imputado Appiani en ejercicio de su autodefensa, en mérito
a lo expuesto en el considerando respectivo.
II.) NO HACER LUGAR a los planteos de nulidad, a saber:
a) De la indagatoria y del auto de prisión preventiva y de las
acusaciones por infundadas, interpuesta por el Dr. Alberto Salvatelli;
b) parcial de las acusaciones por afectación al principio de
congruencia planteada por el Dr. Luis Velasco;
c) del pedido de pena de las querellas particulares por ausencia de
fundamentación, planteada por el Defensor Oficial Público Coadyuvante.
III.) CONDENAR a JORGE HUMBERTO APPIANI, de las demás
condiciones obrantes en autos, como:
Autor mediato de los delitos de privación ilegítima de la libertad
agravada por la especial calidad de funcionario público, en abuso de
funciones, en perjuicio de Juan Antonio Méndez; Lorenza Robelia Leones;
José Mauricio Dominguez; Marta Inés Brasseur; María Crisitina Lucca;
Graciela Inés López, Hugo Alberto Torres y Rubén Ariel Arin 8 hechos en
concurso real (art. 55 del C.P.) con imposición de vejaciones, severidades o
apremios ilegales en perjuicio de las mismas víctimas 8 hechos, lo que se
califica como infracción a los arts. 144 bis inc. 1, 2, 3 y último párrafo del
C.P., texto según Ley 14.616, en función del art. 142 inc. 1 del C.P., texto
según Ley 20.642;
Coautor, de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada
por la especial calidad de funcionario público, en abuso de funciones,
imposición de vejaciones, severidades o apremios ilegales e imposición de
tormentos, en perjuicio de Gloria Margarita Ramona Tarulli, todos los hechos
en concurso real (art. 55 del CP), lo que se califica como infracción a los arts.
144 bis inc. 1, 2, 3 y último párrafo del C.P. texto según Ley 14.616, en
función del art. 142 inc. 1 del C.P., texto según Ley 20.642 y 144 ter. primer
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párrafo, texto según ley 14.616, a la pena de TRECE AÑOS DE PRISION,
inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena, accesorias legales y
costas, y ABSOLVERLO de culpa y cargo por el hecho que tuvo como
víctima de tormentos a Rubén Ariel Arin, a tenor de lo normado por el art. 13
del C.P.M.P..
Conforme se precisara, todos los hechos ilícitos son imputados en
concurso real (art. 55 del Código Penal).
IIIa) DECLARAR que JORGE HUMBERTO APPIANI permaneció
privado de su libertad por el término de OCHO AÑOS, NUEVE MESES Y
VEINTE DÍAS, de conformidad a lo dispuesto en el art. 24 del Código Penal,
por lo que la pena impuesta vencerá el 1/10/24 sin perjuicio que deberá
practicarse oportunamente la unificación de la pena con la condena impuesta
en los autos 13007824/2003; debiendo continuar privado de su libertad en
depedencias de la Unidad Penal Nº 1 de esta ciudad en cumplimiento de la
prórroga de la prisión preventiva dictada en fecha 9/12/19 conforme a los
fundamentos allí expuestos.
IV.) CONDENAR a JOSÉ ANSELMO APPELHANS, de las demás
condiciones obrantes en autos, como:
Partícipe necesario (art. 45 del C.P.) del delito de imposición de
severidades, vejaciones o apremios ilegales agravado por la condición de
funcionario público prestando un acto de servicio en perjuicio de Juan
Antonio Méndez; Marta Inés Brasseur; María Cristina Lucca; Graciela Inés
López; Hugo Alberto Torres; José Luis May; Beatriz Guadalupe Pfeiffer y
Rogelio Ramón Ayala 8 hechos en concurso real (art. 55 del C.P.), lo que
se califica como infracción al art. 144 bis inc. 2, 3 y último párrafo del C.P.,
texto según Ley 14.616, en función del art. 142 inc. 1 del C.P., texto según
Ley 20.642;
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Autor mediato, del delito de imposición de severidades, vejaciones o
apremios ilegales agravado por su condición de funcionario público en el
desempeño de un acto de servicio en perjuicio de Margarita Gloria Ramona
Tarulli; José Luis Uranga y Jorge Martín Ramirez 3 hechos en concurso real
(art. 55 del C.P.), lo que se califica como infracción al art. 144 bis inc. 2, 3 y
último párrafo del C.P., texto según Ley 14.616, en función del art. 142 inc. 1
del C.P., texto según Ley 20.642);
Autor mediato, del delito de imposición de tormentos en perjuicio de
Gloria Margarita Ramona Tarulli; José Luis Uranga y Jorge Martín Ramírez
3 hechos en concurso real (art. 55 del C.P.), lo que se califica como
infracción al art. 144 ter primer párrafo, texto según ley 14.616.
Autor mediato, de los delitos de privación ilegítima de la libertad
agravada por su calidad de funcionario público en abuso de funciones en
perjuicio de Jorge Emilio Papetti 1 hecho en concurso real (art. 55 del C.P.)
con la imposición de tormentos 1 hecho y homicidio doblemente calificado
por ser cometido con alevosía y con el concurso de dos o más personas en
perjuicio de Jorge Emilio Papetti, lo que se califica como infracción a los
arts. 144 bis inc. 1 y último párrafo del C.P., texto según Ley 14.616, en
función del art. 142 inc. 1 del C.P., texto según Ley 20.642, art. 144 ter
primer párrafo del CP, texto según ley 14.616, y art. 80 inc. 2 y 6 según ley
21.338 y Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas, a la pena de PRISION PERPETUA e inhabilitación absoluta y
perpetua, con accesorias legales y costas; y ABSOLVERLO de culpa y
cargo por el hecho que tuvo como víctima a Vicente Ramón Bertolotti, a tenor
de lo normado por el art. 13 del C.P.M.P.
Conforme se precisara, todos los hechos ilícitos son imputados en
concurso real (art. 55 del Código Penal).
Diferir para la oportunidad pertinente la unificación de la presente
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condena con la pena impuesta en la causa FPA 13007824/2003; debiendo
continuar privado de su libertad en el marco de la prisión domiciliaria,
conforme prórroga de prisión preventiva dictada en fecha 9/12/19 y los
fundamentos allí expuestos.
V.) CONDENAR a ROSA SUSANA BIDINOST, de las demás
condiciones obrantes en autos, como:
Partícipe necesaria (art. 45 del C.P.) del delito de imposición de
severidades, vejaciones o apremios ilegales agravado por su condición de
funcionaria pública, en el desempeño de un acto de servicio, en concurso
real (art. 55 del C.P.) con imposición de tormentos en perjuicio de Lidia Inés
Subovsky, lo que se califica como infracción al art. 144 bis inc. 2, 3 y último
párrafo del C.P., texto según Ley 14.616, en función del art. 142 del C.P.,
texto según Ley 20.642 y art. 144 ter. primer párrafo, a la pena de CINCO (5)
AÑOS DE PRISIÓN, inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena,
accesorias legales y costas, y ABSOLVERLA de culpa y cargo por los
hechos que tuvieron como víctimas a Lorenza Robelia Leones y María
Eugenia Fernández, a tenor de lo normado por el art. 13 del C.P.M.P..
Conforme se precisara, todos los hechos ilícitos son imputados en
concurso real (art. 55 del Código Penal).
DECLARAR que ROSA SUSANA BIDINOST permaneció privada de
su libertad por el término de CUATRO AÑOS, TRES MESES Y CATORCE
DÍAS, de conformidad a lo dispuesto en el art. 24 del Código Penal, por lo
que la pena impuesta vencerá el 7/02/21 sin perjuicio que deberá practicarse
oportunamente la unificación de la pena con la condena impuesta en los
autos 13007824/2003.
VI.) CONDENAR a HUGO MARIO MOYANO, de las demás
condiciones obrantes en autos, como:
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Partícipe necesario (art. 45 del C.P.) del delito de imposición de
severidades, vejaciones o apremios ilegales agravado por su condición de
funcionario público en el desempeño de un acto de servicio, en concurso real
(art. 55 del C.P.) con imposición de tormentos, en perjuicio de Gloria
Margarita Ramona Tarulli, lo que se califica como infracción al art. 144 bis
inc. 2 y último párrafo del C.P., texto según Ley 14.616, y art. 144 ter. primer
párrafo texto según Ley 14.616, a la pena de OCHO (8) AÑOS DE PRISIÓN,
inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena, accesorias legales y
costas, y ABSOLVERLO de culpa y cargo del hecho calificado en el art. 144
ter del CP que tuvo como víctima a Gloria Margarita Ramona Tarulli en la
denominada “Casita de la Base”, a tenor de lo normado por el art. 13 del
C.P.M.P..
Conforme se precisara, los hechos ilícitos son imputados en concurso
real (art. 55 del Código Penal).
DECLARAR que HUGO MARIO MOYANO permaneció privado de su
libertad por el término de SIETE AÑOS, SEIS MESES Y CINCO DÍAS, de
conformidad a lo dispuesto en el art. 24 del Código Penal, por lo que la pena
impuesta vencerá el 15/11/20, sin perjuicio que deberá practicarse
oportunamente la unificación de la pena con la condena impuesta en los
autos 13007824/2003.
VII.) CONDENAR a NALDO MIGUEL DASSO, de las demás
condiciones obrantes en autos, como:
Autor mediato de los delitos de privación ilegítima de la libertad
agravada por su calidad de funcionario público en abuso de funciones en
perjuicio de Jorge Martín Ramírez; Rogelio Ramón Ayala y Jorge Emilio
Papetti; en concurso real (art. 55 del C.P.) con imposición de vejaciones,
severidades o apremios ilegales en perjuicio de Rogelio Ramón Ayala; e
imposición de tormentos en perjuicio de Jorge Martín Ramírez y Jorge Emilio
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Papetti, lo que se califica como infracción a los arts. 144 bis inc. 1, 2, 3 y
último párrafo del C.P., texto según Ley 14.616, en función del art. 142 del
C.P., texto según Ley 20.642, y art. 144 ter. primer párrafo, texto según ley
14.616, a la pena de PRISION PERPETUA e inhabilitación absoluta y
perpetua, con accesorias legales y costas.
Conforme se precisara, los hechos ilícitos son imputados en concurso
real (art. 55 del Código Penal).
Diferir para la oportunidad pertinente la unificación de la presente
condena con la pena impuesta en la causa “Harguindeguy, Albano Eduardo y
otros s/inf. art. 151 y otros del Código Penal”; debiendo continuar bajo la
modalidad de prisión domiciliaria allí impuesta.
VIII.) CONDENAR a GONZALO JAIME LOPEZ BELSUE, de las
demás condiciones obrantes en autos, como:
Partícipe secundario de los delitos de privación ilegítima de la libertad
agravada por su calidad de funcionario público en abuso de funciones en
perjuicio de Jorge Martín Ramírez; Rogelio Ramón Ayala y Jorge Emilio
Papetti; en concurso real (art. 55 del C.P.) con imposición de vejaciones,
severidades o apremios ilegales en perjuicio de Rogelio Ramón Ayala; e
imposición de tormentos en perjuicio de Jorge Martín Ramírez y Jorge Emilio
Papetti, lo que se califica como infracción a los arts. 144 bis inc. 1, 2, 3 y
último párrafo del C.P., texto según Ley 14.616, en función del art. 142 inc. 1
del C.P., texto según Ley 20.642, y art. 144 ter. primer párrafo, texto según
ley 14.616, a la pena de OCHO AÑOS e inhabilitación absoluta por doble
tiempo de la condena, con accesorias legales y costas.
Conforme se precisara, los hechos ilícitos son imputados en concurso
real (art. 55 del Código Penal).
DECLARAR que GONZALO JAIME LOPEZ BELSUE permaneció
privado de su libertad por el término de CINCO AÑOS, ONCE MESES Y
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QUINCE DÍAS, de conformidad a lo dispuesto en el art. 24 del Código Penal,
por lo que la pena impuesta vencerá el 8/04/22.
IX.) CONDENAR a ALBERTO RIVAS, de las demás condiciones
obrantes en autos, como:
Partícipe secundario de los delitos de privación ilegítima de la libertad
agravada por la calidad de funcionario público en abuso de funciones en
perjuicio de José Mauricio Dominguez; Rubén Ariel Arin, Lorenza Robelia
Leones; Marta Inés Brasseur y Graciela Inés López 5 hechos en concurso
real (art. 55 del C.P.) con aplicación de vejaciones, severidades o apremios
ilegales en perjuicio de las víctimas aludidas 5 hechos lo que se califica
como infracción a los arts. 144 bis inc. 1, 2, 3 y último párrafo del C.P., texto
según Ley 14.616, en función del art. 142 inc. 1 del C.P., texto según Ley
20.642 a la pena de SIETE AÑOS e inhabilitación absoluta por doble tiempo
de la condena, con accesorias legales y costas, y ABSOLVERLO de culpa y
cargo por los hechos que tuvieron como víctimas a Hugo Alberto Torres y
María Cristina Lucca, a tenor de lo normado por el art. 13 del C.P.M.P.
Conforme se precisara, los hechos ilícitos son imputados en concurso
real (art. 55 del Código Penal).
DECLARAR que ALBERTO RIVAS permaneció privado de su libertad
por el término de TRES AÑOS Y TRES MESES, de conformidad a lo
dispuesto en el art. 24 del Código Penal, por lo que la pena impuesta
vencerá el 21/02/24 sin perjuicio que deberá practicarse oportunamente la
unificación de la pena con la condena impuesta en los autos 13007824/2003.
X.) CONDENAR a JORGE GUILLERMO FRANCISCO QUINTANA,
de las demás condiciones obrantes en autos, como:
Partícipe secundario de los delitos de privación ilegítima de la libertad
agravada por su calidad de funcionario público en abuso de funciones en
perjuicio de Beatriz Guadalupe Pfeiffer; Jorge Martín Ramírez; Ramón
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Poder Judicial de la Nación
JUZGADO FEDERAL DE PARANÁ 1
Rogelio Ayala; María Eugenia Silvia Saint Girons, y Luis Daniel Andrés
Jaureguiberry 5 hechos en concurso real (art. 55 del C.P.) con aplicación de
vejaciones, severidades o apremios ilegales en perjuicio de las víctimas
aludidas 5 hechos, y aplicación de tormentos 5 hechos, lo que se califica
como infracción a los arts. 144 bis inc. 1, 2, 3 y último párrafo del C.P., texto
según Ley 14.616, en función del art. 142 inc. 1 del C.P., texto según Ley
20.642, y art. 144 ter. primer párrafo, texto según ley 14.616, a la pena de
NUEVE AÑOS e inhabilitación absoluta por doble tiempo de la condena, con
accesorias legales y costas.
Conforme se precisara, los hechos ilícitos son imputados en concurso
real (art. 55 del Código Penal).
DECLARAR que JORGE GUILLERMO FRANCISCO QUINTANA
permaneció privado de su libertad por el término de DOS MESES, de
conformidad a lo dispuesto en el art. 24 del Código Penal, por lo que la pena
impuesta vencerá el 21/03/29.
XI.) MANTENER el estado de libertad en que se encuentran Rosa
Susana Bidiniot, Hugo Mario Moyano, Alberto Rivas, Gonzalo Jaime Lopez
Belsue y Guillermo Jorge Francisco Quintana.
XII.) DISPONER FORMACIÓN de nueva causa a fin de investigar la
responsabilidad penal en relación a los delitos cometidos en perjuicio de
Ramón Gerardo Mosa; Luis Antonio Mosa y Raquel Nadal.
XIII.) EXTRAER FOTOCOPIAS pertinentes de los autos principales y
del legajo de pruebas correspondiente a Jorge Emilio Papetti a fin de
proceder a la formación de nueva causa en procura de determinar otras
responsabilidades en los hechos que lo tuvieron por vícitma.
XIV.) DECLARAR que los delitos de derecho interno objeto de
tratamiento en la presente sentencia y por los cuales ha recaído condena,
configuran delitos de lesa humanidad ocurridos en el contexto histórico del
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terrorismo de Estado que asoló a nuestro país en el marco del segundo
genocidio nacional, perpetrado entre los años 1975 y 1983.
Insértese el original al expediente, protocolícese, hágase saber por
Secretaría, mediante cédulas de notificación, oficios y/o exhortos, según
correspondiere, y comuníquese al Centro de Información Judicial de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (CIJ).
Beatriz Estela Aranguren
Juez Federal Ad hoc
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